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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.10 no.10 Bogotá Jan. 2012

 

Vigencia y limitaciones de la guerra híbrida*

Applicability and limitations of hybrid warfare

Applicabilité et limitations de la guerre hybride

Aplicabilidade e limitações da guerra híbrida

Guillem Coloma

* Estado de la cuestión de la investigación sobre guerra híbrida que adelanta el autor, en la universidad de Pablo de Olavide, Sevilla, España. Se encuentra en proceso el diseño de algunos estudios de caso para comprobar las hipótesis de trabajo presentados en este artículo.
a Doctor en Paz y Seguridad Internacional; Máster en Relaciones Internacionales; Licenciado en Sociología y en Ciencias Políticas y de la Administración. Profesor del área de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), España. Comentarios a: gcolpie@upo.es

Recibido: 02 de marzo de 2012. • Aceptado: 10 de abril de 2012.


Resumen

La guerra híbrida es uno de los numerosos conceptos barajados hoy en día por la comunidad de defensa internacional para definir las "nuevas guerras" del siglo XXI. Concebida para advertir de una tipología de conflicto que parece integrar el empleo de medios convencionales e irregulares, la guerra híbrida está recibiendo una gran atención a pesar de las controversias que genera. El artículo presenta el concepto de amenaza híbrida, estudia su configuración teórica, identifica sus características fundamentales y evalúa su utilidad práctica.

Palabras clave: Guerra híbrida, conflicto irregular, guerra asimétrica, guerra convencional, transformación.


Abstract

The concept of hybrid warfare is one of the several ideas currently discussed by defence scholars all around the world to define the 21st Century wars. Aimed at defining a type of conflict that combines the use of conventional and irregular ways of fighting, the hybrid warfare is receiving a significant amount of attention despite the controversies it produces. The article will define the concept, study its theoretical development, identify its fundamental characteristics and evaluate its real effectiveness.

Keywords: Hybrid warfare, irregular conflict, asymmetric warfare, conventional war, transformation.


Résumé

La guerre hybride est un des nombreux concepts étudiés aujourd'hui par la communauté de défense internationale pour définir les «nouvelles guerres» du XXIe siècle. Conçu pour avertir d'une typologie des conflits qui semble intégrer l'utilisation des moyens conventionnels et irréguliers, la guerre hybride est bénéficie d'une attention considérable, malgré les controverses engendrées. Le article présentera le concept de menace hybride, d'étudier la configuration de cette théorie, d'identifier leurs principales caractéristiques et d'évaluer leur effectivité.

Mots-clés: Guerre hybride, conflit irrégulier, guerre asymétrique, guerre conventionnelle, transformation.


Resumo

A guerra híbrida é um dos muitos conceitos baralhados hoje pela comunidade internacional de defesa para definir as "novas guerras" do século XXI. Projetada para definir uma tipologia de conflito que parece integrar a utilização de meios convencionais e irregulares, a guerra híbrida está recebendo considerável atenção, apesar das controvérsias geradas. O documento apresenta, o conceito de ameaça híbrida, estudar a sua configuração de destino, identificar suas principais características e avaliar a sua utilidade prática.

Palavras-chave: Guerra híbrida, guerra irregular, guerra assimétrica, guerra convencional, transformação.


Introducción

Si él es superior en fuerzas, evítalo. Si sus fuerzas están unidas, sepáralas. Atácale cuando no esté preparado; aparece cuando no seas esperado.

Sun Tzu (544-496 a. C.)

La guerra híbrida (Hybrid Warfare) es uno de los numerosos conceptos barajados hoy en día por la comunidad de defensa internacional para definir las "nuevas guerras" del siglo XXI. Concebida para advertir de una tipología de conflicto que parece integrar el empleo de medios convencionales e irregulares, la guerra híbrida está recibiendo una gran atención militar y académica a pesar de las controversias que genera entre los expertos. Muchos consideran que no existen razones objetivas para acuñar nuevas denominaciones que solamente añaden complejidad al análisis estratégico; y que los ejemplos de conflicto híbrido que barajan los expertos no dejan de ser manifestaciones, más o menos complejas, de guerra irregular.

Teniendo estos elementos en cuenta, el artículo presentará el concepto de amenaza híbrida, estudiará su configuración teórica, identificará sus características fundamentales y evaluará su utilidad práctica para analizar los conflictos del siglo XXI.

Las Guerras Posmodernas

Definido originalmente en el año 2002 para advertir de las tácticas empleadas por la insurgencia chechena contra el ejército ruso durante la Primera Guerra de Chechenia -1994-96- (Nemeth, 2002), el término guerra híbrida fue empleado por primera vez de manera oficial en la Estrategia Nacional de Defensa estadounidense en 2005, para explicar la combinación de dos o más amenazas de tipo tradicional, irregular, catastrófico o disruptivo (Department of Defense [DoD], 2005). Sin embargo, no fue hasta la publicación del artículo: La guerra del futuro: la llegada del conflicto híbrido (2005), del general James N. Mattis y el teniente coronel Frank G. Hoffman, cuando la designación adquirió contenido teórico; y fue en la Guerra de Verano de 2006 entre Israel y Hezbollah cuando tuvo lugar su primera gran manifestación práctica; y fue durante la presentación del ensayo titulado: El conflicto en el siglo XXI: el advenimiento de la guerra híbrida (2007), cuando esta idea se popularizó entre la comunidad de la defensa militar anglosajona, hasta convertirse en uno de los ejes que articulan los debates militares y académicos sobre la transformación de la guerra.

A pesar de haberse formalizado entre la comunidad de expertos, la guerra híbrida no es el único concepto planteado hoy en día para explicar la transformación de los conflictos. Al contrario, la amenaza híbrida constituye la más reciente y llamativa de una larga serie de expresiones -conflictos de cuarta y quinta generación (Lind et ál., 1989; Hammes, 2005 o Coerr, 2009); de tres bloques (Krulak, 1999), compuestos (Huber, 1996), sin restricciones e ilimitados (Liang & Xiangsui, 2004), entre la población (Smith, 2005), o complejo-irregulares (Hoffman, 2006) -, expresiones entonces concebidas desde la caída de la "Cortina de Hierro" para tratar de definir las denominadas "nuevas guerras" del siglo XXI1.

Estos conflictos que se plantean como característicos del mundo globalizado y entre los que se citan los Balcanes, Chechenia, Afganistán, Irak, Líbano o Sri Lanka como ejemplos más significativos, son presentados por los estudiosos en asuntos militares -anglosajones en su mayoría2- como novedosos tanto por los actores involucrados (Estados, grupos guerrilleros y terroristas, redes criminales o contratistas militares privados), como por los medios utilizados (armamento sencillo y asequible utilizado de forma novedosa, sistemas de armas altamente sofisticados o tecnologías de uso dual), y también por las tácticas empleadas (acciones convencionales limitadas, actos terroristas, insurgencia, guerra de guerrillas u operaciones de información), y asimismo por los escenarios elegidos (desde zonas urbanas y densamente pobladas hasta lugares remotos o de difícil acceso), y finalmente además por los multiplicadores utilizados (sistemas de posicionamiento, inteligencia de fuentes abiertas, redes de información, comunicaciones avanzadas) o las fuentes de financiación manejadas (actividades legales y delictivas en estrecha colaboración con el crimen organizado) (Naïm, 2006, Bunker, 2008 ; Glenny, 2008).

Estas características hacen que las "nuevas guerras" del siglo XXI sean formalmente muy distintas de los conflictos más representativos de la Época Moderna y Contemporánea, en los que unos ejércitos regulares pertenecientes a un Estado-nación combatían de manera convencional y simétrica en frentes claramente definidos, con medios tecnológicamente avanzados para la época, y sometidos a los usos y costumbres de la guerra comúnmente aceptados por los contendientes (Hanson, 2000). Por tanto, no es extraño imaginar que cualquier adversario -tanto convencional como irregular- intentará aprovechar las oportunidades que le brinda el mundo actual para explotar, tal y como ha sucedido en Afganistán, Irak o Libia (Colom, 2010), las vastas lagunas y enormes limitaciones del estilo occidentalizado de combatir, fundamentado éste en la supremacía tecnológica, doctrinal, organizativa, logística y táctica de sus fuerzas armadas, y en el estricto cumplimiento de las leyes y costumbres de la guerra con el fin de lograr victorias rápidas, decisivas, contundentes y sin apenas daños colaterales (Gray, 2006 ; Colom, 2008).

En consecuencia, ante la imposibilidad de concentrar una fuerza convencional capaz de medirse con los ejércitos regulares avanzados, el enemigo se dispersa a la vez que hostiga al adversario regular con ataques limitados, emboscadas y acciones terroristas. Ante la dificultad de atacar en grupo, lo hace en solitario o en pequeñas unidades independientes organizadas en red a modo de enjambres (Arquilla y Rondfeldt, 2000). Ante la incapacidad de batir al enemigo en terreno abierto, lo hace en pueblos y ciudades, junglas o montañas. Ante la dificultad para dominar el territorio, se confunde con la población buscando la seguridad, el alimento y la cobertura que ésta le proporciona. Y, ante la dificultad por concentrar potencia de fuego y precisión de forma permanente, intenta utilizarla en lugares y momentos concretos contra unidades dispersas o población civil, actuando con total indiferencia respecto de los usos y costumbres de la guerra técnica-convencional, y aspirando a que sus acciones tengan los mayores efectos estratégicos posibles, mediante una adecuada explotación informativa de sus actos. No obstante, estas formas de actuación difícilmente pueden calificarse como novedosas o considerarse como una respuesta específica al estilo occidentalizado de combatir (Fatjó y Colom, 2008).

Y es que por paradójico que pueda parecer, aunque las formas de lucha no-convencional, asimétrica o irregular constituyen el complemento natural de la guerra convencional, simétrica o regular, y conforman una parte integrante y persistente de la Historia de la Guerra desde la antigüedad clásica (con ejemplos que comprenden desde la revuelta macabea contra el Imperio Seléucida hasta la derrota de las legiones romanas de Varo a manos de los pueblos germanos) (Braud, 2003 o Challiand, 2005)3, eran muy pocos los estrategas occidentales que tras el fin del mundo bipolar sospechaban que estos modos de combatir a priori tan arcaicos, simples y fundamentados en el empleo de todos los medios posibles para explotar las vulnerabilidades de adversarios más poderosos, se convertirían en uno de los principales problemas a los que deberían enfrentarse las fuerzas armadas de las naciones avanzadas4. Occidente estaba convencido de que sus poderosos ejércitos recién salidos de la Guerra Fría mantendrían y ampliarían su supremacía militar en el nuevo entorno estratégico, sumándose a la Revolución en los Asuntos Militares (RMA) que prometía transformar el arte de la guerra5.

No obstante, desde épocas remotas el empleo de la fuerza armada de manera convencional o irregular no ha sido más que una manifestación distinta del mismo fenómeno bélico, condicionado éste por la adaptación de las estrategias, los medios o los procedimientos militares a las circunstancias de cada momento (Braud, 2003 ; Gray, 2005). Por tanto, tal y como ha sucedido infinitas veces a lo largo de la historia, ante un escenario marcado por la supremacía militar de los ejércitos regulares avanzados, cualquier oponente -los paramilitares albano-kosovares contra Serbia y ésta contra la Alianza Atlántica, las guerrillas chechenas contra Rusia, las milicias de Hamas y Hezbollah contra Israel, la insurgencia talibán, la resistencia iraquí y el Ejército Popular de Liberación chino contra Estados Unidos6, o la organización terrorista Al-Qaeda contra todos los regímenes apóstatas del planeta- se ve obligado a adaptarse y plantear respuestas, algunas de ellas ciertamente muy imaginativas, que mitiguen aquella superioridad y exploten las vulnerabilidades políticas, sociales, jurídicas, morales, económicas, demográficas o militares de estos adversarios imbatibles en el terreno convencional (Arquilla, 2007, Smith, 2005, Desportes, 2009 ; Brister et ál., 2011).

Y es que mientras nuestros oponentes hacen gala de un realismo extremo y no ponen límites a sus acciones, las sociedades occidentales han abrazado los valores posmodernos y posmaterialistas7. Ello significa que no sólo son bastante reacias a emplear la fuerza como elemento de política exterior, sino que presentan importantes debilidades estructurales que pueden ser explotadas por sus adversarios, para convertir en irrelevante su supremacía militar convencional y lograr así sus fines políticos. Entre estas debilidades cabe destacar la volubilidad de la opinión pública doméstica y la presión de la comunidad internacional; el pánico a las bajas propias y el temor a los daños colaterales; el sometimiento a unos usos y costumbres de la guerra restrictivos y anacrónicos; la ansiedad por los costes políticos y efectos electorales de las operaciones; la exigencia de restringir su alcance, impacto y duración; la reticencia a utilizar fuerzas terrestres en operaciones o la necesidad de emplear la fuerza de manera limitada y restrictiva (Gray, 1997 y 2005, Colom, 2008 ; Pérez Triana, 2010). La unión de estos elementos sienta las bases para la construcción del concepto de guerra híbrida.

La teoría del conflicto híbrido

Inicialmente, para definir estas "nuevas guerras" se barajaron los tradicionales términos de guerra irregular (a muy grandes rasgos contraria a los usos y costumbres de la guerra)8 y conflicto asimétrico (encaminado a explotar las vulnerabilidades de las fuerzas regulares)9, dos términos consolidados en la jerga especializada y que continúan siendo utilizados por el grueso de los estrategas para definir estos conflictos que escapan a la lógica convencional, regular y simétrica (Gray, 2005, McIvor, 2005, DoD, 2007; Sánchez, en prensa).

Sin embargo, varios analistas alertaron de que estos conceptos tradicionales no lograban captar la complejidad, naturaleza e implicaciones de estas nuevas modalidades de lucha, que parecían combinar el empleo de métodos y medios característicos de la guerra irregular (insurgencia, agitación, propaganda, guerrilla urbana o actos terroristas)10 con acciones convencionales limitadas de enorme eficacia; que reunían el armamento más sencillo con algunos de los más avanzados sistemas de armas y sofisticados sistemas de mando, control, comunicaciones e inteligencia; que gozaban de una organización más sólida, cohesionada y con mayores ambiciones políticas que los grupos insurgentes tradicionales; que sabían aprovechar el poder de las redes para difundir globalmente su mensaje político, y cuyas estrechas relaciones con el crimen organizado internacional no sólo les garantizaban unas fuentes de financiación impensables años atrás, sino también el libre acceso a cualquier tipo de bienes y servicios (Hoffman, 2006, Naïm, 2006, Bunker, 2008 ; Glenny, 2008).

En consecuencia, la complejidad y heterogeneidad de estos conflictos animó a muchos analistas de defensa a proponer varias alternativas a los conceptos de guerra asimétrica y guerra irregular; de los cuales la guerra compuesta (Compound War) y la guerra complejo-irregular (Complex-Irregular Warfare) constituyen los antecedentes directos de la guerra híbrida11.

Por un lado, el concepto de guerra compuesta fue definido por el historiador Thomas M. Huber en 1996 para explicar el empleo simultáneo, bajo un mismo mando y dirección estratégica y con una cierta coordinación a nivel táctico y operacional, de fuerzas regulares e irregulares. De esta forma, mientras el elemento irregular emplea tácticas de guerrilla para obligar al oponente a dispersar sus fuerzas, el componente regular combate de forma convencional para obligar al adversario a concentrarlas. Es precisamente este juego entre concentración y dispersión el elemento definidor de la guerra compuesta, un estilo de lucha que según Huber ha sido empleado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia (éste cita como ejemplos más notables la Guerra de Independencia española, la Guerra de Secesión americana, la Guerra anglo-irlandesa, la Guerra Civil china, la Guerra de Vietnam o la Guerra de Afganistán) para reducir la efectividad de los ejércitos regulares en el campo de batalla. Por otro lado, el concepto de guerra complejo-irregular fue acuñado en el año 2006 por el teniente coronel del Cuerpo de Marines Frank G. Hoffman -promotor y máximo paladín del conflicto híbrido- para definir este estilo de lucha irregular más complejo, heterogéneo, globalizado, potencialmente peligroso y orientado a explotar las vulnerabilidades inherentes de las sociedades avanzadas.

Ambas ideas -una guerra irregular de creciente complejidad, magnitud, alcance y peligrosidad, junto con una nueva concepción operativa fundamentada en el empleo integrado de fuerzas regulares e irregulares- sentarían las bases de la guerra híbrida, concebida ésta como una sofisticada forma de lucha característica de la Era de la Información que, fundamentada en las posibilidades que brinda la globalización y el libre acceso a las tecnologías avanzadas, se distingue por la combinación, en todos los niveles y fases de la operación, de acciones convencionales e irregulares, mezcladas éstas últimas con actos terroristas, propaganda y conexiones con el crimen organizado (Mattis & Hoffman, 2005)12. De forma más específica, según la definición más consolidada de Frank G. Hoffman (2007, 8), la guerra híbrida consiste en: "...una amenaza que, susceptible de ser utilizada tanto por estados como por actores no-estatales, aprovecha toda la gama de modos y estilos de lucha disponibles. Éstos pueden incluir formas convencionales; tácticas y orgánicas irregulares, actos terroristas fundamentados en el uso de la violencia y la coerción de forma indiscriminada; e incluso actos criminales".13

No obstante, sería necesario esperar hasta la Guerra de Verano de 2006 entre Israel y Hezbollah14, y el posterior análisis de la campaña15, para que el concepto de guerra híbrida se popularizara entre la comunidad de defensa estadounidense y Frank G. Hoffman refinara la teoría. Asumiendo que la guerra híbrida combina tácticas convencionales, irregulares, terroristas y actividades criminales (Hoffman, 2007, 2009a, 2009b y 2010), este estratega utiliza varios ejemplos históricos para explicar la evolución del conflicto asimétrico, empezando por las Guerras del Peloponeso, continuando con la Guerra de la Independencia española y terminando con la guerra entre Israel y Hezbollah. No obstante, las conclusiones que extrae Hoffman de los acontecimientos históricos son -como sucede también con los proponentes de las guerras de cuarta generación y quinta generación (Lind et ál, 1989, Hammes, 2004 o Coerr, 2009)- discutibles16. Y es que obviando el superficial e irrelevante análisis de la lucha entre Atenas y Esparta para explicar la guerra asimétrica, la afirmación de que durante la Guerra de la Independencia española (1808-14) Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington, coordinó a nivel estratégico las fuerzas aliadas y las guerrillas españolas es, como muy acertadamente afirma el general Fabián Sánchez (en prensa), cuanto menos sorprendente.

En efecto, para Hoffman la Guerra de la Independencia es un ejemplo paradigmático de guerra compuesta, considerada como el antecedente directo de la guerra híbrida (Hoffman, 2007, 2009a o Wilkie, 2009)17. Éste sostiene que la derrota francesa en España se debió al empleo de los ejércitos regulares aliados y las guerrillas españolas en la Península Ibérica bajo la coordinación estratégica del Duque de Wellington. Sin embargo, los hechos no parecen corroborar esta hipótesis, puesto que si bien la guerrilla española favoreció - probablemente de manera decisiva- el triunfo aliado frente a Napoleón, Wellesley nunca sintió un aprecio especial por su contribución a la lucha contra la Francia imperial y, en general, la ignoró. De hecho, el historiador británico Charles J. Esdaille sostiene que si bien el concepto que el Duque de Wellington tenía de la guerrilla mejoró en los últimos años, nunca la consideró como un elemento más de su estrategia para derrotar los ejércitos franceses.

En palabras del historiador, "...tampoco es extraño que apenas los mencionase [ a los guerrilleros] en sus planes para la campaña de 1813. Al contrario, con Wellington entonces como comandante en jefe de los ejércitos españoles, la estrategia consistió más bien en depositar la confianza en todas aquellas tropas convencionales que los patriotas pudiesen presentar" (Esdaille, 2006, 182). Igualmente, las guerrillas actuaban por la geografía española con plena independencia, sin mando único ni estrategia unificada más allá de la lucha contra el invasor francés. Y cuando algunas de ellas combatieron bajo la dirección de Wellesley durante el último año de la guerra, éstas ya habían dejado de ser fuerzas irregulares y su entidad, organización y tácticas eran, con mayor o menor fortuna, las propias de un ejército regular.

En conclusión, la tesis de que la lucha contra el invasor francés es representativa de la guerracompuesta, y que se ganó por la actuación coordinada de fuerzas regulares e irregulares, no parece muy acertada.

Si estos ejemplos históricos sirven para construir los antecedentes de la guerra híbrida, la campaña libanesa de 2006 representa para Hoffman la prueba irrefutable de la existencia de esta nueva forma de combatir basada en el empleo simultáneo de tácticas convencionales e irregulares. No obstante, aunque Hezbollah contó con armamento de última generación (en particular, sofisticados equipos contra-carro) y sistemas aéreos no-tripulados, planteó una defensa a distintos niveles y en profundidad, realizó una eficaz labor de inteligencia y demostró una significativa capacidad de mando y control (Cordesman, 2007 ; Matthews, 2008), sin embargo no puede concluirse que las milicias chiítas condujeran operaciones convencionales limitadas. Al contrario, es más lógico pensar que Hezbollah supo aprovechar el armamento suministrado del exterior -posiblemente junto con los operadores- e hizo un buen uso de las tácticas de guerrilla urbana, emboscadas o propaganda; todo ello dentro de la más pura ortodoxia guerrillera18.

En este sentido, es probable que el revés sufrido por las Fuerzas de Defensa Israelíes en el sur del Líbano no se debiera a que fueran sorprendidas por un nuevo tipo de conflicto. Las causas de este fiasco son muchas y muy diversas, comprendiendo éstas desde una incorrecta planificación estratégica, un lento proceso de toma de decisiones, graves errores de inteligencia, la utilización de medios, tácticas y procedimientos inadecuados para la misión, o una deficiente gestión de la información pública en el caso israelí; y el empleo de métodos y medios irregulares con enorme acierto, la defensa a distintos niveles y en profundidad del territorio libanés, una eficaz labor de inteligencia y una excelente explotación mediática de todas las victorias tácticas en el caso de Hezbollah (Colom, 2011a)19.

Una vez presentada la evolución del conflicto asimétrico hasta la consolidación de la guerra híbrida20, Hoffman y sus paladines concentrarán sus esfuerzos en refinar el concepto y definir las características fundamentales de esta forma de lucha21. De esta forma, la guerra híbrida se caracteriza por la plena integración en tiempo y espacio de procedimientos típicamente convencionales con tácticas propias de la guerra irregular (desde las clásicas emboscadas o acciones de propaganda, agitación e insurgencia hasta actividades de guerra informativa, guerra legal22 o ciberguerra), mezcladas éstas últimas con actos terroristas y conexiones con el crimen organizado para la obtención de apoyos y asistencia de todo tipo (Hoffman, 2007 y 2009a, Wilkie, 2009 o Lasica, 2009). En consecuencia, la tipología, el estatuto legal o la organización del combatiente es un factor secundario a la hora de caracterizar la amenaza híbrida, puesto que aquello realmente representativo es su habilidad para emplear de forma simultánea y con una eficacia sorprendente procedimientos convencionales, irregulares y terroristas (Hoffman, 2009b y Williamson, 2010).

A este rasgo distintivo se le suman otras características como pueden ser el empleo de armamento y material tecnológicamente avanzado (aviones no-tripulados, municiones de precisión, sistemas de posicionamiento global y redes de mando, control y comunicaciones) (Cordesman, 2007 y Glenn, 2009); la eficaz explotación de la dimensión propagandística e informativa para difundir su mensaje político y erosionar las opiniones públicas de sus oponentes (Hoffman, 2007 ; McCuen, 2008); su organización interna flexible, adaptable y articulada en red (Arquilla, 2007 y Hoffman, 2009a); su completa indefinición normativa y total desprecio a los usos y costumbres de la guerra tradicionalmente aceptados por la comunidad internacional, o el eficaz empleo de todos los medios que estén a su disposición para infligir el máximo daño a su adversario (Lasica, 2009 ; Fleming, 2011). En suma, este conjunto de características permiten a los valedores del concepto concluir que la guerra híbrida es producto de la globalización, y constituye la reacción natural al estilo militar occidental (Hoffman, 2007 y Brister et al., 2011).

Tal y como habrá advertido el lector, aunque la guerra híbrida es un concepto a priori novedoso, atractivo y con una gran fuerza expresiva, puesto que refleja gráficamente la complejidad de los conflictos posmodernos, como teoría es imprecisa, confusa y discutible. Tal es la vaguedad de la guerra híbrida que los detractores del concepto centran sus críticas en el carácter inmutable de la guerra (Huovinen, 2011)23; la constatación de que todos los conflictos a lo largo de la historia han sido, en cierta manera, híbridos (Gray, 2010); que la amenaza híbrida constituye la evolución lógica de la guerra irregular (Sánchez, en prensa); o en una combinación de todas ellas (McCuen, 2008; Van Riper, 2009 ; Glenn, 2009)24. Por tanto, creen innecesario implantar este término y proponen mantener los conceptos de guerra irregular o asimétrica... algo que varios defensores del conflicto híbrido también han manifestado en alguna ocasión, tras cuestionarse si estas guerras son un fenómeno realmente nuevo y totalmente distinto de cualquier manifestación anterior (Lasica, 2009 ; Fleming, 2011). En consecuencia, aunque el concepto de guerra híbrida es muy novedoso, atractivo y expresivo, es también muy probable que defina algo tan antiguo como la guerra misma.

Estos planteamientos también parecen estar presentes en la doctrina estadounidense. En numerosas ocasiones las autoridades militares del país han empleado los términos de guerra o amenaza híbrida en sus comparecencias públicas, caso de Robert M. Gates, Secretario de Defensa entre los años 2006 y 201125; Leon E. Panetta, actual titular del Pentágono26; James N. Mattis, comandante en jefe del Mando Central27 o Martin E. Dempsey, jefe de Estado Mayor de la defensa28. No obstante, el empleo de este concepto parece responder a un doble objetivo: por un lado, explicar la complejidad de los conflictos actuales y futuros, en los que las fuerzas armadas del país deberán enfrentarse a una amplia gama de amenazas convencionales e irregulares, algo que tendrá importantes efectos sobre su planeamiento de la defensa; y por el otro, alertar sobre los enormes peligros que plantean las formas de guerra irregular o asimétricas sobre unos ejércitos todavía orientados hacia la guerra convencional; pero en ningún momento en sugerir la existencia de una nueva forma de guerra. Esta misma idea también puede hallarse en varios documentos oficiales del país, como puede ser el caso de los sucesivos "libros blancos" del ejército desde el año 200829; y el Concepto Cardinal para los Operaciones Conjuntas (2009), el Entorno Operativo Futuro (2010), y la Estrategia de Seguridad Nacional (2010); la Revisión Cuadrienal de la Defensa (2010) o la Guía Estratégica de la Defensa (2012), que emplean este concepto para referirse a la complejidad del conflicto actual30. Esta misma concepción se encuentra también presente en un informe elaborado en el año 2010 para el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas, donde se afirma que: "Autoridades militares [...] han sugerido que las fuerzas estadounidenses se enfrentarán a adversarios que emplearán tácticas, procedimientos y técnicas de guerra híbrida. No obstante, a la fecha de hoy el Departamento de Defensa no ha definido la guerra híbrida y tampoco tiene planes de hacerlo porque no lo considera como una nueva forma de lucha" (GAO, 2010, 2). Y es que según este informe, los conceptos de guerra y amenaza híbrida están siendo utilizados por el Pentágono para explicar la naturaleza de los conflictos actuales, y alertar de la creciente complejidad de la guerra irregular, pero no para definir una nueva forma de guerra. Una conclusión similar también puede aplicarse al concepto de amenaza híbrida empleado por la Alianza Atlántica para apoyar su proceso de transformación militar (Aaronson et ál., 2011; Mando Aliado de Transformación [ACT], 2009 u Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN], 2011)31.

En suma, es posible concluir que a pesar de no haberse consolidado doctrinalmente, la idea de guerra o amenaza híbrida ha logrado hacerse un hueco en la jerga especializada y entre las máximas autoridades del Pentágono, para describir la complejidad de los conflictos actuales. Y es que a pesar de sus manifiestas carencias, este concepto no sólo aglutina las características definidoras de las guerras posmodernas y muestra la creciente difuminación de la frontera entre lo regular y lo irregular; sino que también ilustra a las élites militares y políticas de muchos países sobre la necesidad de superar el paradigma bélico de la Guerra Fría, y favorecer la generación de capacidades militares aptas para enfrentarse a cualquier adversario, en cualquier ambiente y en toda la gama de las operaciones.

Conclusiones

A pesar de las polémicas que suscita entre la comunidad de expertos, la guerra híbrida - un concepto vago, impreciso y todavía en proceso de configuración teórica, pero con mucha fuerza expresiva porque refleja gráficamente la complejidad de los conflictos posmodernos- ha logrado situarse en el centro de los debates acerca de la transformación de la guerra y las nuevas insurgencias.

Bien sea para definir el empleo simultáneo de medios convencionales e irregulares, para mostrar la complejidad de los conflictos actuales o para alertar de la peligrosidad de la guerra asimétrica, la amenaza híbrida no sólo constituye una respuesta lógica y necesaria al paradigma militar reinante en Occidente; sino que conforma una importante amenaza a la que deben enfrentarse los ejércitos actuales, y uno de los ejes para la generación de nuevas capacidades militares, y apoyar los procesos de transformación de las fuerzas armadas.

Aunque la articulación de un nuevo concepto en la ya sobrecargada terminología estratégica no parece, a priori, la opción más acertada, esta idea es lo suficientemente gráfica para que el poder político y la opinión pública comprendan la complejidad de los conflictos y entiendan las dificultades estratégicas, operacionales y tácticas que deben superar las fuerzas que participan en misiones en el exterior. El tiempo determinará si el concepto de guerra híbrida se institucionaliza como vocablo de uso común, junto con los tradicionales conceptos de asimétrico o irregular; o si por el contrario aquél queda relegado a un segundo plano.


Pie de página

1 Aunque existen innumerables obras que tratan sobre esta cuestión, destacan sin duda alguna las aportaciones de Martin Van Creveld (1991), Rupert Smith (2005), Colin S. Gray (2005), Anthony McIvor (2005) o Vincent Desportes (2009).
2 Posiblemente, si la literatura militar anglosajona pusiera en perspectiva histórica las campañas actuales y prestara una mayor atención a la historia reciente o al presente de Latinoamérica (las FARC en Colombia, los Tupamaros en Uruguay, las favelas en Brasil o los cárteles de la droga en Méjico), sus conclusiones acerca de los "nuevos conflictos" serían muy distintas.
3 En palabras de Fatjó y Colom (2008, 68), "...la guerra irregular ha sido muchas veces no ya una alternativa a la guerra regular sino un complemento de la misma. En realidad, cabría hablar de la guerra como un continuo en el que las operaciones regulares e irregulares, aunque diferenciables a efectos analíticos, forman parte integral de un mismo proceso, dependiendo la intensidad de una o de otra o de su combinación, de otras variables no siempre de naturaleza estrictamente militar: culturales, políticas, de organización social, geográficas, económicas y demográficas".
4 Entre las excepciones a este sentir mayoritario destacan Van Creveld (1991 y 2000) o Peters (1995).
5 Una RMA se define como un profundo cambio en la forma de combatir que, motivada por la integración de nuevas tecnologías, doctrinas, formas de organización de la fuerza y conceptos que guían su empleo en operaciones, convierte en irrelevante u obsoleto el estilo militar anterior. En la década de 1990, esta posibilidad - motivada por la aplicación de las tecnologías de la información y las comunicaciones en la esfera militar - articuló el análisis estratégico estadounidense e internacional hasta el año 2001, cuando fue reemplazada por la Transformación. Un análisis más detallado de este fenómeno y sus implicaciones puede hallarse en Colom (2008).
6 Dos oficiales del ejército popular chino sugirieron que, ante la imposibilidad de combatir contra Estados Unidos en el plano convencional, podría recurrirse a una guerra sin restricciones (guerre hors limites) que combinara las acciones convencionales con el uso de armamento de destrucción masiva, actos terroristas indiscriminados, ciberguerra, ataques contra los flujos financieros y las redes de información, y comunicaciones, manipulación de las opiniones públicas o guerra legal para anular la supremacía militar norteamericana en un hipotético conflicto entre ambas potencias (Liang & Xiangsui, 2004).
7 A muy grandes rasgos, mientras la posmodernidad presenta un cuestionamiento de la realidad; una nueva organización social fundamentada en la sociedad del consumo y una nueva concepción de la historia y de la identidad narcisista, hedonista e individualista (Lyon, 1994); el auge del posmaterialismo se produce con la ascensión de nuevos valores que, como la calidad de vida, el pacifismo o el ecologismo, tienen importantes efectos en el electorado de las democracias occidentales (Inglehart, 1991).
8 Aunque los términos de "fuerza regular" y "fuerza irregular" son conceptos de uso común en el Derecho Internacional Humanitario, posiblemente una de las definiciones más operativas de guerra irregular sea la siguiente: "A violent struggle among state and non-state actors for legitimacy and influence over the relevant populations. IW favors indirect and asymmetric approaches, though it may employ the full range of military and other capabilities, in order to erode an adversary's power, influence, and will." (DoD, 2007, 6).
9 Entre las numerosas definiciones existentes, una de las más completas a juicio del autor es la siguiente: "Asymmetric approaches are attempts to circumvent or undermine U.S. strengths while exploiting U.S. weaknesses using methods that differ significantly from the United States' expected method of operations. Asymmetric approaches generally seek a major psychological impact [...] require an appreciation of an opponent's vulnerabilities, often employ innovative, nontraditional tactics, weapons, or technologies, and can be applied at all levels of warfare-strategic, operational, and tactical -and across the spectrum of military operations" (Joint Chiefs of Staff [JCS], 1999, 2).
10 A efectos analíticos, es interesante apuntar que Estados Unidos tiende a considerar el terrorismo como una forma de guerra irregular (DoD, 2007); siendo ésta una concepción muy distinta a la Europea.
11 Un exhaustivo análisis de los antecedentes conceptuales y ejes del debate teórico sobre la guerra híbrida puede hallarse en el trabajo de Fabián Sánchez (en prensa).
12 Aunque un compendio no exhaustivo de las posibles definiciones que existen sobre la guerra híbrida pueden hallarse en el informe realizado por la General Accountability Office [GAO] (2010), por su interés y originalidad destaca la propuesta del coronel John J. McCuen (2008, 108), que si bien es receloso en aceptar la existencia de esta nueva tipología de conflicto, entiende que las guerras híbridas "...are a combination of symmetric and asymmetric war in which intervening forces conduct traditional military operations against enemy military forces and targets while they must simultaneously -and more decisively- attempt to achieve control of the combat zone's indigenous populations by securing and stabilizing them".
13 "Threats that incorporate a full range of different modes of warfare including conventional capabilities, irregular tactics and formations, terrorist acts including indiscriminate violence and coercion, and criminal disorder, conducted by both states and a variety of non-state actors." (Hoffman, 2007, 8).
14 La Operación Recompensa Justa, nombre que recibe la campaña militar israelí iniciada en Julio de 2006 con objeto de liberar a los soldados hebreos capturados por las milicias de Hezbollah, terminar con los ataques de cohetes a las ciudades israelíes e implementar la Resolución 1559 (2004) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para desarmar y desmantelar las milicias chiítas del sur del Líbano, arrancó como una operación limitada pero escaló hacia una guerra abierta en la que Israel sufrió un duro revés a manos de Hezbollah: la sucesión de errores políticos y militares precipitaron una campaña improvisada y costosa que no logró conquistar los objetivos militares y puso en entredicho la supuesta invencibilidad de las todopoderosas Fuerzas de Defensa Israelíes (Cordesman, 2007 ; Mattews, 2008).
15 Aunque se han escrito numerosos trabajos que analizan esta campaña, cabe destacar los análisis de Tira (2006); Cordesman (2007) o Johnson (2010), puesto que en ellos se hace referencia expresa a las tácticas híbridas empleadas por las milicias de Hezbollah en su lucha contra Israel.
16 Sin duda, la mejor crítica a las guerras de cuarta generación procede de Antulio J. Echevarria (2005)
17 Para conocer con más detalle las pretendidas vinculaciones entre la guerra compuesta y la guerra híbrida, es imprescindible la lectura del trabajo del finlandés Petri Huovinen (2011). de los ejércitos españoles, la estrategia consistió más bien en depositar la confianza en todas aquellas tropas convencionales que los patriotas pudiesen presentar" (Esdaille, 2006, 182). Igualmente, las guerrillas actuaban por la geografía española con plena independencia, sin mando único ni estrategia unificada más allá de la lucha contra el invasor francés. Y cuando algunas de ellas combatieron bajo la dirección
18 Salvando las distancias, durante la Guerra de Afganistán (1978-92) los mujahidínes afganos emplearon con gran acierto los misiles Stinger proporcionados por Washington contra los helicópteros soviéticos; pero ello no significa que éstos realizaran acciones convencionales limitadas.
19 Mención aparte requiere el ininteligible estilo de planeamiento militar empleado por Israel, que combinaba el Diseño Operacional Sistémico (Systemic Operational Design) con las Operaciones Basadas en Efectos (Effects Based Operations). Así, mientras el primero se valía de la teoría de sistemas para guiar el proceso de planeamiento operativo, el segundo pretendía emplear de manera concertada los elementos diplomáticos, informativos, militares y económicos del país. El plan de operaciones resultante se fundamentaba en una campaña eminentemente aérea basada en una calculada escalada bélica, el ataque a objetivos simbólicos de las milicias chiítas, la decapitación de su estructura político-militar y la no-ocupación del territorio libanés. Un análisis más completo de estos conceptos puede hallarse en Matthews (2008) o Colom (2011a).
20 Una visión mucho menos reduccionista de la evolución del conflicto asimétrico puede hallarse en la obra de Braud (2003); mientras que una feroz crítica a las concepciones anglosajonas, que tienden a obviar la dimensión histórica de esta tipología de guerra, puede hallarse en Fatjó y Colom (2008).
21 Además del estudio de la literatura existente, para conocer la construcción conceptual de la guerra híbrida, desde sus inicios hasta la fecha de hoy, se hace necesario analizar los interesantes debates virtuales que se han ido sucediendo en los foros de la revista electrónica Small Wars Journal (www.smallwarsjournal.com).
22 La guerra legal o Lawfare define la interpretación interesada o la explotación de las lagunas existentes en la jurisprudencia internacional con el fin de erosionar la legitimidad de uno de los actores en conflicto (Liang & Xiangsui, 2004).
23 Recuérdese que el estratega prusiano Carl Von Clausewitz (1989[1832]) planteó que la guerra tiene una doble naturaleza, objetiva y subjetiva. La primera incluye elementos inherentes en todos los conflictos como pueden ser la violencia, la fricción o la incertidumbre. La segunda, en cambio, contiene factores que, como los ejércitos, las doctrinas, las tácticas o el armamento utilizado, hacen que cada conflicto sea un fenómeno único. No obstante, ambas naturalezas interactúan continuamente, razón por la cual la naturaleza de la guerra no puede separarse ni de los medios utilizados ni tampoco de los actores implicados en ella. Según esta hipótesis, la guerra híbrida no sería más que la enésima manifestación del fenómeno "guerra". No obstante, Daniel Lasica (2009) intenta establecer con bastante acierto paralelismos entre el pensamiento de Clausewitz y la guerra híbrida.
24 Los debates pueden seguirse en http://smallwarsjournal.com/blog/on-war-modifiers-updated (Consultado el 18 de marzo de 2012).
25 Véase, por ejemplo, su comparecencia ante el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas (Senate Armed Services Committee), el 27 de enero de 2009, disponible en http://armed-services.senate.gov/statemnt/2009/January/Gates%2001-27-09.pdf (Consultado el 22 de marzo de 2012) o el artículo "A balanced strategy: Reprogramming the Pentagon for a new age", publicado en la revista Foreign Policy en enero de 2009.
26 Comparecencia del Secretario de Defensa León E. Panetta ante el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas, el 12 de octubre de 2011, disponible en http://armed-services.senate.gov/statemnt/2011/October/Panetta%2011-12-10.pdf (Consultado el 24 de marzo de 2012).
27 Comparecencia del general James N. Mattis ante el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas, el 18 de marzo de 2009, disponible en http://smallwarsjournal.com/blog/general-james-mattis-before-the-hasc-18-march-2009 (Consultado el 23 de marzo de 2012). Recuérdese que Mattis publicó junto con Hoffman el trabajo "Future warfare: The rise of hybrid warfare" (2005), que establece algunas de las bases teóricas de la guerra híbrida.
28 Comparecencia del general Martin E. Dempsey ante el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas el 3 de marzo de 2011, disponible en http://armed-services.senate.gov/Transcripts/2011/03%20March/11-08%20-%203-3-11.pdf (Consultado el 22 de marzo de 2012).
29 Aunque en las distintas hojas de ruta del ejército se menciona la amenaza híbrida, para entender su impacto sobre el proceso de generación de capacidades militares es imprescindible la lectura de la Circular de Adiestramiento (Training Circular) 7-100, del 26 de noviembre de 2010 (Department of the Army, 2010).
30 El contrapunto a esta idea puede hallarse en la Estrategia Nacional de Defensa (2005) que, presentada antes de la eclosión del concepto, emplea el concepto amenaza híbrida para explicar la combinación de dos o más amenazas de tipo convencional, irregular, catastrófico o disruptivo (DoD, 2005); o el empleo del concepto full-spectrum operations para definir la capacidad de las fuerzas armadas estadounidenses para combatir en toda la gama de las operaciones (General Accountability Office [GAO], 2010). No obstante, esta idea no es nueva, puesto que la determinación por dominar todo el espectro operativo (full-spectrum dominance) se definió en la Visión Conjunta 2010 (Joint Vision 2010) de 1996, y constituyó uno de los pilares de la RMA estadounidense (Colom, 2008).
31 No obstante, es preciso comentar que si bien la amenaza híbrida fue identificada en el Proyecto de Futuros Múltiples (Multiple Futures Project) de 2009 y, desde entonces, se ha configurado como una de las áreas de la transformación militar aliada (junto con el Enfoque Integral, la asistencia a la seguridad, la comunicación estratégica, las labores de estabilización o la disuasión de actores no-estatales), esta idea no está presente en el actual Concepto Estratégico de la Alianza Atlántica.


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