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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.13 no.16 Bogotá July/Dec. 2015

 

No voy a odiar. Viaje de un médico de Gaza en el camino a la paz y la dignidad humana*

I Shall Not Hate. A Gaza Doctor's Journey on the Road to Peace and Human Dignity

Je ne vais pas haïr. Un voyage d'un médecin de Gaza sur le chemin de la paix et de la dignité humaine

Não Odiarei. A viagem de um médico de Gaza pela estrada da paz e da dignidade humana

Izzeldin Abuelaisha

* Artículo de reflexión. Universidad de Toronto, Toronto, Canadá. Texto adaptado por el editor como artículo, a parir del Epílogo del libro: No voy a odiar (Abuelaish, 2011c, pp. 219-225), con la autorización expresa del doctor Izzeldin Abuelaish, quien gentilmente me facilitó las versiones digitales de su libro en español, portugués y coreano, además de un reportaje de EL TIEMPO. Traducción al español de Ana Isabel Robleda del original en inglés I Shall Not Hate (Abuelaish, 2011a, pp. 227-234). Nota: la Introducción y la Conclusión fueron reconstruidas a partir de la entrevista concedida por autor en su visita a Colombia al diario EL TIEMPO (26 de agosto de 2015. Redacción Interinacional de Sandra Ramírez Carreño). Creative Commons Colombia, atribución no comercial sin derivar.

a MD, MPH, Associate Professor in Global Health, Dalla Lana School of Public Health. Médico palestino, con Maestría en Salud Pública. Actualmente está nominado al Nobel de Paz, trabaja como profesor asociado en salud global en la Escuela Dalla Lana de Salud Pública de la Universidad de Toronto, Toronto (Canadá). Comentarios a: izzeldin.abuelaish@utoronto.ca.

Cómo citar este artículo: Abuelaish, I. (2015, julio-diciembre). No voy a odiar. Viaje de un médico de Gaza en el camino a la paz y la dignidad humana. Rev. Cient. Gen. José María Córdova 13(16), 19-32

Recibido: 5 de julio de 2014 Aceptado: 30 de julio de 2015


Resumen

Esta historia es una lección necesaria en contra del odio y de la venganza, dice Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz, a propósito de un palestino que vivió cerca de medio siglo de horror y destrucción en la Franja de Gaza. Luego de haber perdido a sus tres hijas en enero de 2009 durante una incursión israelí en Gaza, el doctor Abuelaish dijo: «Si supiera que el sacrificio de mis hijas iba a ser el último en el camino a la paz entre palestinos e israelíes, podría aceptarlo».

Palabras clave: amor, conflicto palestino-israelí, Franja de Gaza, Israel, odio, Palestina, paz.


Abstract

This story is a necessary lesson against hatred and revenge, says Elie Wiesel, Nobel Peace Prize Laurate, about a Palestinian who has lived through half a century of horror and destruction in Gaza. After losing his three daughters in January 2009 during an Israeli incursion into Gaza Strip, Dr. Abuelaish said: "If I could know that my daughters were the last sacrifice on the road to peace between Palestinians and Israelis, then I would accept their loss".

Keywords: Gaza Strip, Hatred, Israel, Love, Palestine, Palestinian and Israelis conflict, Peace.


Résumé

Cette histoire est une leçon nécessaire contre la haine et la vengeance, dit Elie Wiesel, Prix Nobel de la paix, d'un Palestinien qui a vécu un demi-siècle de l'horreur et de destruction à la bande de Gaza. Après avoir perdu ses trois filles en Janvier 2009, lors d'une incursion israélienne dans la bande de Gaza, le Dr Abuelaish a dit: « Si je pouvais savoir que mes filles étaient le dernier sacrifice sur le chemin de la paix entre Palestiniens et Israéliens, je voudrais donc accepter leur perte ».

Mots-clés: amour, bande de Gaza, conflit israélo-palestinien, haine, Israël, Palestine, paix.


Resumo

Esta história é uma lição necessária contra o ódio e a vingança, diz Elie Wiesel, Prêmio Nobel da Paz, a cerca de um palestino que viveu cerca de meio século de horror e destruição na Faixa de Gaza. Depois de as suas três filhas terem sido mortas em Janeiro de 2009 durante a incursão israelita em Gaza, o doutor Abuelaish disse: «Se eu viesse a saber que as minhas filhas eram o derradeiro sacrifício no caminho para a paz entre palestinianos e israelitas, poderia aceitá-lo.»

Palavras-chave: Amor, conflito israelo-palestiniano, Gaza, Israel, ódio, Palestina, Paz.


Presentación del Editor

La dirección de la Rev. Cient. General José María Córdova, en su proyecto filosófico de tender puentes entre ciencia y humanismo desde la investigación social en estudios militares, rinde homenaje a héroes morales como Izzeldin Abuelaish por su intento de proponer al mundo un mensaje de sabiduría para combatir la injusticia y luchar por la libertad de la nación palestina como Estado, al lado de Israel como vecino, de acuerdo con las resoluciones internacionales, en el camino de la paz y la dignidad humana. Esta es, según Abuelaish, la manera más sensata de ponerle fin al horror y destrucción de los hombres que han creado el conflicto israelo-palestino a lo largo de su historia, y que este conflicto a su vez ha creado. La negociación no ha sido fácil entre árabes e israelíes.

¿Qué utilidad tiene, podrá decirse, hacerse tanto daño? ¿Cómo contrarrestar el mal moral que generan los conflictos étnicos en la sociedad civil? Si no hay condiciones de un diálogo, si los negociadores de paz persisten en darse la espalda, ¿cuál es el mensaje de un texto como el que a continuación publicamos? Yo respondo: mucha por cierto; por su gran valor documental y por su poder persuasivo, por ser la historia de un sobreviviente de la operación Plomo Fundido en Gaza de Israel, en el fragor del conflicto israelo-palestino, en la que murieron tres de sus hijas y su sobrina (véase figura 2). Pero especialmente por tratarse de una historia que integra razón y emociones, memoria e imaginación, escrita por un hombre extraordinario, que siempre mira hacia el porvenir, que siempre está lleno de esperanza, para transmitir un mensaje de sabiduría en la defensa de la paz y de la dignidad humana. Por ello en la actualidad ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz.

Para que nuestro público se sienta 'concernido', e incluso si el presente texto interesa a árabes o israelíes —cosa difícil y pocas veces vista—, son occidentales que serán en su mayoría sus lectores. Unos y otros finalmente comprenderemos, como sujetos críticos, que esta historia es una lección necesaria en contra del odio y de la venganza, según afirmación de Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz, que puede aplicarse a la solución de otros conflictos sociales, a la luz de otras informaciones, interpretaciones y argumentos.

Es significativo que el Prólogo1 al libro I Shall Not hate ("No voy a odiar") de Abuelaish, traducido hoy a 21 idiomas (véase figura 1), lo prologue no un compatriota palestino sino una influyente voz israelí, como es la del profesor israelí Marek Glezerman, quien ha llegado a conocer bien a Izzeldin Abuelaish, el palestino tanto lo impresionó por la profunda empatía que ha demostrado tener con sus pacientes.

Creo que Izzeldin ha mostrado tanta pasión, tanta compasión y tanta dedicación a mejorar la condición humana que por ello sería ya un médico extraordinario. Pero es un hombre que trasciende el ejercicio de la medicina. Para él la medicina es la herramienta que utiliza para ayudar a sus congéneres a comprender mejor los problemas de los demás, a comunicarse mejor, a ayudarnos a vivir juntos.

Glezerman, 2011, p. 15

He aquí la esencia de esta historia, que Abuelaish ha escrito directamente para Occidente y más generalmente para el mundo. Su mensaje es claro y convincente: el amor y el perdón son importantes para la justicia. La violencia no puede ser tratada con violencia. La paz no va a llegar con medios militares y con armas. La paz no es una palabra, es una forma de vivir.

Por eso la historia de Abuelaish ha cautivado a árabes e israelíes; por eso ha cautivado y cautivará a los lectores del mundo entero con diversas emociones políticas. Porque sus puntos de vista no se presentan como una mera coexistencia de visiones en conflicto, sino que tienen en cuenta el otro punto de vista, para comprenderlo por lo menos como una inquietud.

Como médico y como musulmán, Abuelaish tiene la convicción de que los doctores son mensajeros de la humanidad y de la paz. Así lo predica con el ejemplo. Ahí radica el poder de su profunda fe musulmana para poner eso en práctica. La ciencia médica lo impulsa a no perder la esperanza mientras el paciente esté vivo. El Corán le enseña a soportar el sufrimiento y a perdonar de buena fe, motivado por el espíritu de aquellos a los que ha perdido: "Dios no responsabiliza a ninguna alma más allá de su capacidad. El bien que haya realizado será para su propio bien y el mal que haya cometido será para su propio perjuicio" (3, 286). La ciencia le impone la necesidad de investigar para determinar las causas de nuestro fracaso en el viaje humano a la paz y la dignidad humana, y de anteponer la comprensión para mejorar la condición humana. El Corán le prescribe que la humanidad en su conjunto es una sola familia que se ayuda mutuamente; que la sabiduría depende de la capacidad de reflexionar y de comprender al otro; que hay que preocuparse por el otro, según preceptos de su fe de musulmán sólidamente arraigada. Todo esto se sintetiza en los siguientes versículos tomados del Corán: "Y la bondad de Dios todo lo alcanza, Él todo lo sabe. (268) Otorga la sabiduría a quien Él quiere. Y a quien le es dada la sabiduría, recibe un bien abundante. Pero no reflexionan más que los dotados de intelecto" (3, 268-269). "No olvidéis favoreceros entre vosotros. Ciertamente, Dios observa lo que hacéis" (2, 237). "Y apresuraos hacia el perdón de vuestro Señor y hacia un jardín cuya extensión es como los cielos y la Tierra y que ha sido preparado para los temerosos de Dios, (133) aquellos que reparten de sus riquezas en la prosperidad y en la adversidad y aquellos que contienen su ira y perdonan a las personas, pues Dios ama a los que hacen el bien" (4, 133-134).

Para terminar esta presentación, nuestra Revista expresa su más sincero reconocimiento al doctor Izzeldin Abuelaish por tan importante contribución en su viaje en el camino a la paz y la dignidad humana, como médico palestino que ha padecido en todo su rigor los horrores del conflicto israelo-palestino, pero que se ha constituido en un verdadero mensajero de la humanidad y de la paz en los alrededores de la Franja de Gaza, pese a ser un sobreviviente que presenció la muerte trágica de sus seres queridos (véase figura 2), no siente odio, y lucha a porfía por evitar la muerte lenta de refugiados palestinos, pero también en el otro flanco de la guerra, también ha trabajado en las comunidades rurales que los israelíes llaman moshav, donde los campesinos aran la tierra no sin atormentarse por un conflicto que parece interminable, para examinarlo desde dentro en todos sus aspectos y buscarle una solución sensata con un mensaje de sabiduría que se sustenta en la defensa científica y espiritual de un solo argumento: no voy a odiar.

Finalmente cabe aclarar que hemos intervenido el texto en su conjunto, sin cambiar la voz del autor en un ápice, siempre siguiendo la retórica persuasiva de su elocución, y la coherencia de la argumentación, refundiendo como Introducción y Conclusión las opiniones del autor en el diálogo de Abuelaish con EL TIEMPO sobre la reconciliación (EL TIEMPO, 26 de agosto de 2015. Redacción Internacional de Sandra Ramírez Carreño). A todos ellos, nuestra más sincera gratitud y reconocimiento.

Por lo demás, las modificaciones del cuerpo del artículo fueron menores. En la adaptación, solo se añadieron unas pocas notas de editor para aclarar su contenido y la bibliografía ha sido totalmente reconstruida, a partir de las alusiones textuales del documento. Todo ello en aras de darle la forma de un artículo de reflexión en virtud de los protocolos de la Revista.

Introducción

Cuando decimos palestinos e israelíes quiere decir que somos dos naciones. Israel es el ocupante y los palestinos son los ocupados. Eso hay que admitirlo. Israel tiene el poder. Los palestinos son más débiles, pero son más fuertes con la fe en sus derechos. Israel es el opresor y los palestinos, los oprimidos. Los palestinos están ocupados por los militares israelíes, las colonias, el control de las fronteras, pero los israelíes están ocupados por sus miedos y su historia. Entonces, es el momento de tomar acción.

Los ocupantes tienen que librarse de su mentalidad de ocupación. No se puede tener paz con las colonias, la intimidación y el sufrimiento. Eso no es paz; y la paz no va a llegar con medios militares y con armas.

Por eso, es la responsabilidad del mundo llegar al fin de la ocupación y apoyar la libertad de los palestinos de la ocupación, y que los israelíes estén libres de sus miedos, su codicia y su mentalidad ocupadora. Así podríamos compartir y vivir como vecinos.

Entonces, en lugar de ir en contra de nosotros, por qué no compartir, por qué no trabajar en equipo. Lo hice, fui exitoso y voy a continuar tratando de hacerlo porque el mundo se está volviendo más pequeño.

Yo fui a Israel y les mostré que yo soy un humano. Ellos creyeron en eso y marcaron la diferencia. Yo quería que mis colegas israelíes vieran al palestino con sus propios ojos, que nosotros somos como ellos: gente educada, con potencial, con talento.

Fui allá porque tenía que trabajar, teníamos que tomar responsabilidades desde una temprana edad y porque quería conocer a los israelíes.

Sí, fui a trabajar a un moshav cuando era un niño de 14 años. Trabajé como un sirviente, como un esclavo. Por primera vez en mi vida estuve lejos de mi familia por 45 días.

Pero cuando trabajé en Israel como doctor, pensé: 'ahora es el momento de ver a los palestinos como iguales, como humanos, que pueden ser exitosos en la vida, como los israelíes lo han hecho, y que dan su humanidad, como los israelíes lo han hecho. Y ellos creyeron en lo que yo hacía.Entonces, es tiempo de trabajar juntos y ponerle un fin a esto. Todos estamos sufriendo. Necesitamos que el mundo ayude a los palestinos e israelíes. Yo pregono un mensaje de sabiduría, porque cuando hablamos de paz… ¿qué es la paz?

En el mundo la gente habla mucho de ella y es algo que se necesita mucho. Y a pesar de que hay mucha gente trabajando por ella, yo no veo la paz acercándose a nosotros.

La paz no es una palabra, es una forma de vivir. Paz significa justicia, libertad, estar saludable, ser educado, tener oportunidades. Esa es la paz que nos hace falta. No se trata de decir que no hay guerra o conflictos. Esa es la definición política. Hay mucha gente y muchos países en el mundo que no tienen ni guerra ni conflictos, pero que no viven en paz.

A la memoria de mis padres, mi madre,
Dalal, y mi padre, Mohammed.
A la memoria de mi esposa, Nadia,
de mis hijas Bessan, Mayar y Aya,
y a la de mi sobrina Noor.
A la de los niños de todo el mundo cuyas
únicas armas son el amor y la esperanza.

No voy a odiar

Mi único anhelo con esta historia es que represente a todos los palestinos y a las tragedias a las que hemos tenido que enfrentarnos y que han puesto de manifiesto la determinación del pueblo palestino a la hora de afrontar los desafíos de la vida y salir reforzados y no debilitados por ellos.

Esta historia también trata sobre la libertad. Todos tenemos la obligación de trabajar para conseguir librarnos de la enfermedad, la pobreza, la ignorancia, la opresión y el odio. En un año espantoso mi familia y yo hemos tenido que enfrentarnos a tragedias que ni las montañas podrían soportar. Pero, como musulmán convencido que soy, creo que lo que proviene de Dios es por nuestro bien y lo que es malo proviene del hombre y puede evitarse o cambiarse.

El primer golpe fue la pérdida de mi querida esposa Nadia el 16 de septiembre de 2008. Lo que no te mata te hará más fuerte. Mis hijos y yo sobrevivimos a su muerte y nos hicimos más fuertes a través de la necesidad de asumir responsabilidades adicionales y ayudarnos los unos a los otros a sobreponernos a nuestro sufrimiento individual.

Entonces, en enero de 2009, perdí tres preciosas hijas y una sobrina cuando un tanque israelí bombardeó mi casa de Gaza (véase figura 3). Cuando son tus hijos los que han quedado reducidos a «daños colaterales» en un conflicto aparentemente interminable, cuando has visto sus cuerpos despedazados literalmente, decapitados y sus jóvenes vidas arrasadas, ¿cómo no vas a odiar? ¿Cómo evitas la rabia? Yo juré no odiar y evitar la rabia gracias a mi fe de musulmán sólidamente arraigada. El Corán me enseñó que debemos soportar el sufrimiento con paciencia y perdonar a aquellos que crean las injusticias que causan el sufrimiento humano. Pero esto no quiere decir que no debamos combatir la injusticia.

Nuestros grandes filántropos y líderes viven para ver sus nombres escritos en monumentos de piedra o metal, pero nuestros hijos, los pobres, sólo ven escritos sus nombres en la arena, y sólo los que sobreviven pueden llegar a ver esos nombres escritos en la piedra de sus tumbas. Quiero contar lo que le ha pasado a mi familia para pagar tributo a todos los inocentes que han perdido la vida en los conflictos armados de todo el mundo. A través de mi fundación, Hijas para toda la vida (Daughters for Life), espero que los nombres de mis hijas sean recordados y escritos en metal o piedra en colegios, universidades e instituciones que apoyen la educación de las mujeres (véase figura 4). Quiero que esta historia pueda inspirar a la gente que ha perdido la esperanza de modo que sean capaces de dar pasos positivos que los ayuden a recuperar esa esperanza y a cultivar el valor para soportar el viaje a veces largo y doloroso hacia la paz y la coexistencia pacífica. He aprendido del Corán que la humanidad en su conjunto es una sola familia. Fuimos creados a partir de un hombre y una mujer, y nos congregamos en tribus y naciones para poder conocernos y apreciar la diversidad que enriquece nuestras vidas. Este mundo debe procurarse mucha más justicia y honradez para poder hacer de él un lugar mejor para todos. Espero que mi historia contribuya a abrir mentes, corazones y ojos a la situación humana en Gaza, y os ayude a evitar generalizaciones y falsos juicios. Espero inspirar a la gente de este mundo afligida por la violencia a trabajar duro para salvar vidas humanas de las hostilidades destructivas. Es hora de que los políticos tomen medidas positivas para construir y no para destruir. Los líderes no pueden ser tales si no se arriesgan, y el riesgo que deben correr no es el de enviar soldados sino el de encontrar el coraje moral para hacer lo necesario con el fin de mejorar el rostro humano del mundo, a pesar de las críticas que sus acciones puedan inspirar en quienes se gobiernan por el odio.

Debemos trabajar con diligencia en este viaje a la paz. El odio y la cerrazón sólo pueden desterrarse con amor y luz. Construyamos una nueva generación, una que crea que avanzar en la civilización humana es un proyecto a compartir entre todos los pueblos y que lo más sagrado de nuestro universo es la libertad y la justicia. Si queremos extender la paz por todo el planeta, debemos empezar en las tierras sagradas de Palestina e Israel. En lugar de erigir muros construyamos puentes de paz. Creo que la enfermedad que afecta a nuestras relaciones, y que es nuestro enemigo, es la ignorancia de la realidad de los otros. Juzgar a los demás sin saber nada sobre ellos es lo que provoca tensión, aprensión, desconfianza y prejuicios, y es un gran error. Tenemos que tener nuestra mente abierta para llegar a desear conocernos los unos a los otros y dedicar el tiempo necesario para poder hacer preguntas sencillas. (¿Cuáles son vuestras tradiciones? ¿Cómo os ganáis la vida? ¿Qué puedes contarme de tu familia?). Conociéndonos en el ámbito personal podemos empezar a respetar nuestras diferencias, pero por encima de todo podemos empezar a darnos cuenta de lo parecidos que somos en realidad.

En la frontera de nuestra conciencia está el sentimiento de que cualquier desconocido, cualquier extraño, es un enemigo que significa una amenaza para nosotros y esta impresión está presente en nuestras almas como una inflamación localizada. Pregunta a un judío sano si estaría dispuesto a compartir una misma habitación con un palestino y la respuesta más probable será que no; por el contrario, si haces esa misma pregunta a un palestino sano, su respuesta será empezar a temblar. Sin embargo, si ambos enfermaran y recibieran atención médica en la misma habitación de un hospital, para ambos sería aceptable compartirla siempre y cuando fuesen atendidas sus necesidades médicas. La enfermedad se habría convertido en un nexo de unión entre ambos; los dos habrían encontrado de pronto un tema de conversación en el que compartir las mismas preocupaciones, los mismos temores, la misma relación con su familia. Puede que incluso llegaran a seguir los consejos del otro y, ¿quién sabe?, puede que hasta llegaran a mantenerse después en contacto para estar al tanto de su evolución. Sé que pueden encontrarse otros puntos en común, ya que la gente no necesita estar enferma para desarrollar relaciones de apoyo mutuo, sólo si somos capaces de tratarnos con la mente abierta.

Como médico, no pierdo la esperanza mientras el paciente está vivo. Pero cuando su estado se deteriora necesito mostrarme dispuesto y ser lo bastante creativo para acometer un nuevo tratamiento. Todos necesitamos investigar para determinar las causas de nuestro fracaso en el viaje humano a la paz y descubrir por qué no somos felices, por qué no estamos satisfechos y nos sentimos inseguros. La causa está dentro de nosotros y no fuera, en nuestro corazón y nuestra mente. El odio es una enfermedad crónica de la que necesitamos curarnos y hemos de trabajar para conseguir un mundo en el que erradiquemos la pobreza y el sufrimiento. Si una sociedad libre no puede ayudar a aquellos que son pobres, no puede salvar a los pocos que son ricos del odio que sienten los unos por los otros.

En primer lugar debemos unirnos para pelear contra nuestro común enemigo, que es la ignorancia que tenemos los unos de los otros. Debemos aplastar y destruir las barreras físicas y mentales que llevamos dentro y que nos separan. Tenemos que hablar y dar un paso hacia delante para conseguir un futuro lleno de luz; todos vamos en el mismo barco y el daño que se haga a cualquiera de los pasajeros nos pone a todos en peligro de naufragar. Tenemos que dejar de echarnos la culpa los unos a los otros y adoptar los valores de «nuestro» y «nosotros».

Hablar es bueno, pero no basta. Debemos actuar. La gente sufre y muere cada día, y las acciones más insignificantes tienen más eco y cruzan más fronteras que cualquier palabra. Como dijo Martin Luther King Jr.: «Nuestras vidas empiezan a eclipsarse el día en que guardamos silencio sobre lo que verdaderamente importa. Al final no serán las palabras de nuestros enemigos lo que recordemos, sino el silencio de nuestros amigos» (King, 1967).2

¿Qué puedes hacer? Mucho. Puedes apoyar la causa de la justicia hablando alto y claro con tu familia, con tus amigos, con tu comunidad, con los políticos y los líderes religiosos. Puedes apoyar a las fundaciones que hacen el bien. Puedes trabajar como voluntario para las organizaciones humanitarias. Puedes entregar tu voto a los políticos más progresistas aunque estén fuera del arco parlamentario. Puedes hacer muchas cosas para empujar al mundo hacia una mayor armonía.

El 24 de marzo de 2009 en Estrasburgo (Francia), mientras recorría una exposición titulada De Hebrón a Gaza, el presidente del Parlamento europeo Hans-Gert Pöttering se refirió a una visita que había realizado a Oriente Próximo para valorar las necesidades humanitarias y la ayuda necesaria para reconstruir Gaza. A continuación sigue un extracto de su discurso:

He visto miseria y carencias de alimentos de primera necesidad y medicinas. He compartido el dolor y la pena de la población civil herida tanto física como moralmente. Pero también he sentido esperanza, esperanza de un futuro mejor, esperanza de paz y reconciliación... El momento en que esa esperanza se me ha revelado con más fuerza ha sido al conocer al doctor Izzeldin Abuelaish. A pesar de la tragedia que ha sufrido al perder a sus tres hijas tiene la fuerza que le proporcionan sus creencias religiosas para continuar con el proceso de paz. Éste es uno de los mensajes más intensos que nos han dirigido a los políticos. Debemos continuar con nuestros esfuerzos. Cuando concluya mi semestre como presidente del Parlamento europeo quiero seguir defendiendo la solución de los dos Estados: un Estado de Israel seguro y un Estado de Palestina seguro. Y si ha habido violaciones de los derechos humanos durante esta guerra en Gaza, Naciones Unidas tendrá que investigarlo. Ningún país está por encima de las leyes internacionales. Estoy convencido de que tenemos que defender la verdad. A veces, por razones diplomáticas, no decimos toda la verdad, ¡pero hay que decirla! ¡Debe ser dicha! No renunciaremos a la solución de los dos Estados. Y concluyo con su mensaje de esperanza, doctor Abuelaish, que es un mensaje dirigido a los políticos, a los europeos. Que lo que ha sido posible en Europa entre Francia y Alemania, ¿por qué no puede serlo en Oriente Próximo? Puede que no lo pareciera después de la Segunda Guerra Mundial, pero hemos conseguido dejar atrás aquella situación y unir a dos pueblos... Defendamos la dignidad humana. Todos los seres humanos somos iguales

(Pöttering, 2009, marzo 24).

Todos cometemos errores y pecamos de vez en cuando. Sé que lo que he perdido, lo que me ha sido arrebatado, nunca volverá. Pero como médico y como musulmán de fe profunda necesito seguir adelante y encontrar la luz motivado por el espíritu de aquellos a los que he perdido. Necesito hacerles justicia.

Hay una historia que he repetido en mis discursos que resume el potencial que posee un acto pequeño frente a una situación que parece infranqueable. Un hombre camina por la orilla del mar cuando se está retirando la marea y ve un montón de estrellas de mar que han quedado varadas. Al poco se encuentra con una joven que está recogiéndolas una a una para devolverlas al mar. «¿Qué haces?», le pregunta a la chica, y ella responde:

«Morirán si no las devuelvo al agua». «Pero es que hay muchas», aduce el hombre. «¿Qué diferencia puede suponer lo que tú hagas?». La muchacha recoge otra estrella y la lleva al agua.

«Para ésta sí que hay diferencia».

He perdido tres hijas maravillosas, pero he sido bendecido con otros cinco hijos y tengo esperanzas para el futuro. Creo que Einstein tenía razón cuando decía que la vida es como montar en bicicleta: para mantener el equilibrio debemos seguir avanzando (Einstein, 1930).3 Yo voy a seguir avanzando, pero necesito que os unáis a mí en este largo viaje. A continuación enumero algunas de las lecciones que he ido aprendiendo de las experiencias que he tenido hasta ahora: quiero compartirlas con vosotros con el fin de que aprendamos los unos de los otros:

— La paz es humanidad, la paz es respeto, la paz es diálogo abierto. Para mí la paz no es la ausencia de nada porque de ese modo sería contemplarla a una luz negativa. Seamos positivos respecto a lo que significa la paz, mejor que definirla por lo que no significa.

— La ausencia de guerra no quiere decir que haya paz. ¿Está en paz un enfermo? ¿Está en paz alguien lleno de confusión y dudas? ¿Viven en paz todos los países que no están enfrentados en un conflicto bélico?

— El odio es la ceguera y conduce a un pensamiento y a un comportamiento irracionales. Es una enfermedad crónica, grave y destructiva.

— El odio puede ser reversible si nosotros permitimos que lo sea.

— La ira no es lo mismo que el odio.

— La ira puede ser productiva. Siente la ira, reconócela, pero deja que vaya siempre acompañada del cambio. Deja que te impulse hacia la necesaria acción para mejorarte tanto a ti mismo como a los demás.

— No hay por qué limitarse a aceptar lo que ocurre alrededor. Todos tenemos el potencial necesario para ser agentes del cambio.

— Tengo toda la fe del mundo en las mujeres y su potencial. Las mujeres, por su propia naturaleza, son capaces de unir a la gente. Es hora de que sean ellas quienes cojan las riendas. Necesitamos darles todas las oportunidades de educarse y de actuar en beneficio de la humanidad.

— Cuando tus valores básicos se alinean con tu corazón, se vuelven innegociables. Si ésta es tu guía, puedes tomar decisiones con la mayor integridad.

— Si siempre basas tus juicios en la verdad, ganarás respeto y confianza.

— Que los demás te consideren digno de confianza es uno de los regalos más grandes que puedes recibir.

— Juzgar a la gente basándose en los juicios de otros no te permite estar lo suficientemente abierto para considerar otras posibilidades.

— Si explotas las debilidades de los demás, estarás perdiendo la oportunidad de ver las grandes contribuciones que son capaces de hacer. Los sueños de nuestros hijos pueden encontrar continuidad manifestándose a través del éxito de otros si nosotros ponemos las oportunidades a su alcance.

— Confiad en las opiniones de los niños. Es muy probable que digan la verdad y mucho menos probable que les guíen intereses personales.

— Las buenas ideas se convierten en geniales cuando las compartimos con los demás.

— No es suficiente con sembrar las semillas del conocimiento; estamos convocados a la acción si pretendemos recoger una cosecha generosa.

— Hagas lo que hagas, si lo haces con sinceridad y para mejorar la situación de los otros, lo más probable es que las cosas vayan encajando en su sitio y que todo acabe ocurriendo como tú te imaginabas.

Esta lista seguirá creciendo a medida que siga avanzando por la vida, recogiendo lecciones a cada paso del camino. Seguiré el consejo de Einstein y confío en que te unas a mí.

Conclusión

Palestina es una nación que merece su libertad y tener su Estado al lado de Israel, de acuerdo con las resoluciones internacionales. Esto salvará a Israel de sus actos más autodestructivos.

Como palestinos, nosotros luchamos solo para sobrevivir como humanos porque somos personas como los demás. Ponerle un fin al conflicto israelo-palestino llevará a la estabilización en el mundo porque el conflicto tiene consecuencias directas e indirectas en el mundo.

La medicina y la salud son estabilizadores y ecualizadores; pueden ser usados y ser practicados. Y me pregunto cómo podemos llevar eso que hacemos en los hospitales afuera para ser tratados con respeto y para ser tratados de la misma manera, siempre deseando lo bueno y lo mejor. Los doctores son mensajeros de la humanidad y de la paz. Y necesitamos usar eso. Se trata de hablar de un concepto más amplio de la paz y por eso necesitamos la sabiduría.

Necesitamos ser defensores fuertes, más corajudos, y hablar de lo que está pasando para encontrar soluciones. Necesitamos aprenderlo de la historia. El poder no es un factor determinante. Lo que es determinante son las relaciones humanas, la justicia, el respeto por los derechos de los otros.

Necesitamos confianza, mostrar la verdad, los problemas, la enfermedad y luego trabajar juntos para buscar soluciones. En ese momento todos pueden ser felices. Todos pueden ser libres y vivir en paz, en una paz colectiva. Si uno está sufriendo, el resto de la comunidad sufre. Hay que preocuparse por el otro, porque el otro está cerca.

En la medicina solo hay una cara, una cultura, un valor: salvar a los humanos, ayudar a los pacientes. Si usted va a cualquier hospital usted no pregunta por la religión o la etnia, ni recibe un tratamiento de acuerdo con su nombre, etnicidad o background. Nosotros curamos a nuestros pacientes, que son considerados como iguales. Lo único que es diferente es el diagnóstico y la enfermedad.


Notas

1 Publicado en sección Reseñas de esta edición.
2 N. del E. El texto original en ingles de Martin Luther King, I reza así: Our lives begin to end the day we become silent about things that matter. In the end, we will remember not the words of our enemies, but the silence of our friends" (apud Abuelaish, 2011a, p. 230).
3 N. del E. La cita de Einstein proviene de la "Carta a su hijo Eduardo" (Einstein, 1930, febrero 5). La edición original en inglés dice: Life is like riding a bicycle. To keep your balance you must keep moving. Cf. Isaacson, W. (2007). Einstein: His Life and Universe, Section: Notes, Epigraph: 1, Quote Page 565, Location 10155, para una version más exacta de la cita, destacada en negrita: The exact quote is: "Beim Menschen ist es wie beim Velo. Nur wenn er faehrt, kann er bequem die Balance halten." A more literal translation is: "It is the same with people as it is with riding a bike. Only when moving can one comfortably maintain one's balance." Courtesy of Barbara Wolff, Einstein archives, Hebrew University, Jerusalem.


Referencias

1. Abuelaish, I. (2011a). I Shall Not Hate: A Gaza Doctor's Journey on the Road to Peace and Human Dignity (2010, Foreword by Marek Glezerman. Maps on pages ix and 64 by Ortelius Design). New York: Walker and Company.         [ Links ]

2. Abuelaish, I. (2011b). Não Odiarei. A viagem de um médico de Gaza pela estrada da paz e da dignidade humana (traducao de Carlos Pereira; 2010, Prefácio Marek Glezerman 1.ª edição: Junho de 2011). Lisboa, Portugal: Grupo Planeta.         [ Links ]

3. Abuelaish, I. (2011c). No voy a odiar (traducción al español de Ana Isabel Robleda; 1ª ed., junio de 2011). Madrid: Aguilar / Santillana Ediciones Generales, S. L.         [ Links ]

4. Abuelaish, I. (2013). 그러나 증오하지 않습니다 (I Shall Not Hate) 세 딸을 폭격으로 잃은 팔레스타인 의사의 이 야기 (The story of the Palestinian doctor who lost three daughters in the bombing) (Korean translation copyrights; March 30, 2013 the first edition; Westwood Creative Artists through Shin Won Agency). Seoul, Korea: Jeong Ho-young.         [ Links ]

5. Corán (2008). El Corán (edición comentada de Raúl González Bórnez). Qun, Islamic Republic of Iran: Centro de traducciones del Sagrado Corán.         [ Links ]

6. Einstein, A. (1930, February 5,). Letter to his son Eduard Einstein.         [ Links ]

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8. Glezerman, M. (2011). Prólogo. En I. Abuelaish, No voy a odiar (traducción al español de Ana Isabel Robleda; 1ª ed., junio de 2011). Madrid: Aguilar / Santillana Ediciones Generales, S. L.         [ Links ]

9. Isaacson, W. (2007). Einstein: His Life and Universe (Kindle Edition). New York: Simon & Schuster.         [ Links ]

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11. Pöttering, H.-G. (2009, marzo, 24). Discurso sobre Oriente Próximo (a propósito de exposición De Hebrón a Gaza). Estrasburgo, Francia: Parlamento Europeo.         [ Links ]