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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.14 no.18 Bogotá Dec. 2016

 

Wells, H. G. (2005). La guerra de los mundos

Reseña del libro “La guerra de los mundos”, H. G. Wells.

Víctor Hugo Bernal Bohórquez
Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Comentarios a: victorbernal@javeriana.edu.co.


La guerra que todos perdemos

Si no acabamos con la guerra, la guerra acabará con nosotros.
(…)
De día estamos tan ocupados en nuestros pobres asuntos, que nos parece imposible que alguien, allá arriba, vigile nuestros pasos y, laborioso y metódico, planee la conquista del planeta Tierra. Sólo la noche es capaz, con su oscuridad y su silencio, de crear las condiciones para que los marcianos, los selenitas y demás seres que habitan el universo, tengan cabida en nuestra imaginación.

H. G. Wells

La guerra de los mudos fue escrita en 1898, siendo la primera novela cuyo tópico es una invasión marciana. Así, en un escenario hipotético donde la inminente destrucción de la humanidad por parte de alienígenas es inevitable, los seres humanos pierden el control de su organización social y son representados como animales furtivos que huyen de sus cazadores. Por otra parte, todos los sucesos son narrados por el protagonista, que en su lucha por sobrevivir observa cómo los estamentos de toda la sociedad son derrumbados. Precisamente, es en esta destrucción social donde incide el argumento crítico de la historia, cuestionando temas como la invasión por recursos, la ciencia moderna, los sistemas políticos, la religión y las fuerzas armadas; Wells evidencia la debilidad que caracteriza a los seres humanos para controlar el conocimiento adquirido a través del tiempo.

La novela se desarrolla en la ciudad de Londres a finales del siglo XIX y comienzos del XX, una época en que los avances científicos entorno a la revolución industrial prometían una bonanza de progreso y beneficios para la sociedad; los cuales en poco tiempo se vieron opacados por la desigualdad social que la misma industrialización generaba, tal y como lo narró Charles Dickens en sus novelas. Por otro lado, la búsqueda de recursos en el continente africano ante todo comprobó el método como el ser humano, apoyado en su tecnología de transporte y de armamento, explotaba y subyugaba a las diferentes poblaciones indígenas; cuyo destino final quedaba en manos de los colonizadores europeos. A raíz de las consecuencias de estos avances, Wells toma una posición crítica ante la realidad social de su época; y para describir estas circunstancias compuso narraciones que se enmarcan en el plano de la ciencia ficción.

Así el autor, biólogo de profesión y amante de la ciencia por vocación, está al tanto de todos los avances y desarrollos de su época, uno de los periodos más interesantes en cuanto a historia de la ciencia se refiere. Por esta razón Wells aborda los temas científicos, en donde se especulaba sobre viajes al espacio exterior y acerca de la posibilidad de vida extraterrestre; y teje una narración extraordinaria basada en las expectativas que le brinda la ciencia. De esta manera, da vida a su mundo y desarrolla toda una secuencia programada del ataque a Inglaterra, ubicando al poderío militar inglés en una posición muy comprometedora ya que sus fuerzas no pueden hacer nada ante la tecnología alienígena. Simultáneamente, historiadores como Jared Diamond (Diamond, 2007) y David Cook (Cook, 2005) sostienen que los procesos de colonización atraviesan varios puntos en común, puesto que la colonización sólo se logra en tres ámbitos, a saber: la capacidad tecnológica de armamento, las enfermedades que no son típicas del lugar, y el dominio de los elementos de la naturaleza.

Desde esta perspectiva, La Guerra de los Mundos sintetiza aquellas teorías en su historia; ya que los extraterrestres superan tecnológicamente a los humanos y, al final, son los gérmenes terrícolas los que acaban con la invasión.

Por consiguiente, se consolida el respectivo contexto de la obra, mediante la narración del protagonista cuyo anonimato ubica al lector en una posición de igualdad, de modo que no interesa en realidad quién es el personaje central, puesto que podría ser cualquiera. De esta manera se narra el comienzo de la invasión, y cuando los alienígenas dejan expuesto su funesto plan, entonces el protagonista da cuenta de cómo el mundo poco a poco se derrumba. Primero es acompañado por un cura, el cual llega a ser un personaje que representa la impotencia de los estamentos religiosos: para quienes la existencia de extraterrestres supone cambios fundamentales en las doctrinas teológicas sobre la vida. Así, el cura se convierte en un personaje particularmente detestable por su miedo y su incapacidad de razonar ante los hechos, para él todo es cuestión divina y está al borde de la locura porque no entiende cómo Dios lo castiga de esta manera: “¿Qué significa todo esto? -dijo- ¿Qué son estas cosas? (…) ¿Por qué existen estas cosas? ¿Qué pecados hemos cometido?” (Wells, 2005, pág. 82).

Al final su irracionalidad lo expone ante los marcianos que sin vacilar lo calcinan con sus armas de gran tecnología. En segundo lugar aparece el artillero, un soldado que ya no tiene esperanzas de vencer y enfoca su fuerza en sobrevivir, ya que piensa que el futuro próximo de la humanidad, después del completo establecimiento de los marcianos, es la de ser simple ganado para su consumo; y aunque el protagonista en un comienzo se contagia de su ímpetu y confiesa: “por un momento el atrevimiento imaginativo del artillero y el tono de certeza y valor que adoptó dominaron mi mente por completo” (Wells, 2005, pág. 178), pronto caerá en cuenta de lo absurdo que significa continuar y, en consecuencia, que dicho plan no tiene sentido, y concluye: “Decidí abandonar a este extraño e indisciplinado soñador con su bebida y glotonería, y continuar mi camino hasta Londres” (Wells, 2005, pág. 182). Ya solo ve en este pobre soldado la impotencia de un ejército, tiempo atrás orgulloso, que ahora se encuentra devastado y sin ninguna otra oportunidad en el mundo.

Así las cosas, lo único que queda es esperar de la ciencia el milagro de la salvación, ya que ni Dios ni el ejército pudieron, pero los científicos en medio del caos que ocasiona una catástrofe es poco lo que pueden vislumbrar. Tan sólo queda esperar un milagro y es la naturaleza en su condición más prístina la que finaliza con la mortal amenaza, ya que son las bacterias terrestres que atacan silenciosamente la forma de vida invasora.

En conclusión, “La Guerra de los Mundos” funciona como una paradoja del ser humano cuando es desplazado, de la misma forma que desplazamos a otros seres vivos del planeta en la escala de superioridad, y entonces nos refugiamos en las fuerzas armadas que intentan lo imposible para detener a aquellos discriminados. También tenemos a la religión que tampoco puede hacer nada y, por último, a los científicos que terminan por aceptar el milagro de la creación que en su sabiduría protege a la humanidad de la destrucción inminente.


Referencias

1. Cook, N. D. (2005). La conquista biológica: las enfermedades en el nuevo mundo . Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

2. Diamond, J. (2007). Armas¸ gérmenes y acero. Madrid: DeBolsillo.         [ Links ]

3. Wells, H.G. (2005). La guerra de los mundos. México D.F: Sexto Piso.         [ Links ]

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