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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586On-line version ISSN 2500-7645

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.18 no.32 Bogotá Oct./Dec. 2020  Epub Oct 01, 2020

https://doi.org/10.21830/19006586.665 

Dosier

La organización social de los ejércitos en la batalla de Boyacá: reconstrucción georreferenciada

The armies' social organization in the battle of Boyacá: a georeferenced reconstruction

Jorge Mauricio Cardona-Angarita1 

Daniela Trujillo Hassan2 

Robert Ojeda Pérez3 

1Centro de Estudios Históricos del Ejército, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0001-7830-1960 jorge.cardaan@buzonejercito.mil.co

2Centro de Estudios Históricos del Ejército, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0002-3840-9106 daniela_trujillo@javeriana.edu.co

3Universidad de La Salle, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0002-1227-7854 rojeda@unisalle.edu.co


Resumen

Las áreas cercanas al río Teatinos en Tunja (Colombia) son patrimonio nacional debido a que allí sucedió la batalla de Boyacá, que significó el triunfo de la campaña libertadora. La arqueología de la guerra sugiere que esos territorios podrían contener vestigios de las historias desconocidas de quienes lucharon el 7 de agosto de 1819 durante la batalla. Este artículo brinda una georreferenciación de estos hechos, con miras a identificar las coordenadas en que podría permanecer enterrada dicha cultura material. Para ello, con base en un marco teórico sobre estrategia y táctica militar, y sobre organización social, se estudiaron fuentes primarias para conocer la distribución de los combatientes en el terreno, y se analizó la simbología militar. Con ello se logran identificar los espacios en que pueden encontrarse vestigios.

Palabras clave: arqueología; campaña libertadora; Colombia; georreferenciación; organización social; táctica militar

ABSTRACT.

The areas near the Teatinos River in Tunja (Colombia) are a national heritage, given that the Battle of Boyacá occurred there, a battle that lead to the victory of the liberating campaign. The archeology of the war suggests that the battlefield may contain traces of the unknown stories of those who fought on August 7th, 1819. This article georeferenced these events to grid-reference the areas where this material culture could remain buried. Based on a theoretical framework of military strategy and tactics and social organization, the primary sources and the military symbols were studied to determine the combatants' distribution in the field, identifying the spaces where the vestiges could be found.

Keywords: archeology; Colombia; georeferencing; liberation campaign; military tactics; social organization

Introducción

La batalla de Boyacá, ocurrida el día 7 de agosto de 1819 en cercanías al río Teatinos en el municipio colombiano de Tunja, fue el evento militar que finalizó la campaña libertadora, cuyo objetivo fue la independencia definitiva de la Nueva Granada, hoy llamada República de Colombia. Además de la batalla de Boyacá, esta campaña militar tuvo otras batallas determinantes ese mismo año, entre ellas Paya (27 de junio), Gámeza y Tópaga (11 de julio) y el Pantano de Vargas (25 de julio), todas ocurridas en el actual departamento de Boyacá.

Debido a las actividades humanas sucedidas durante el 7 de agosto de 1819 y al efecto de la sedimentación, es posible decir que las áreas donde ocurrió la batalla de Boyacá podrían contener vestigios culturales bajo la superficie del suelo. La arqueología, que estudia la cultura del pasado a través de los restos, objetos y artefactos (llamados cultura material), puede contribuir al rescate de estas memorias mediante la exploración de los suelos, junto con la aplicación del bagaje teórico existente sobre la cultura material (Renfrew & Bahn, 2015).

Así, el objetivo de esta investigación es hacer un aporte a la recuperación de estas memorias de la nación. Para ello, se utilizó el concepto arqueológico de organización social, que refiere a la distribución de los recursos, el trabajo y el espacio habitado por un grupo humano dentro de un área, con el fin de responder a necesidades u objetivos comunitarios (Renfrew & Bahn, 2015). En el ámbito militar, este concepto está relacionado con las jerarquías y las estrategias que podrían ayudar a identificar el tipo de artefactos y espacios en que pueden reposar los vestigios de la batalla. Así, esta investigación emprende un estudio de la organización social militar decimonónica, en aras de una prospección arqueológica. En este sentido, se busca responder la siguiente pregunta: ¿cómo el estudio de la organización social militar decimonónica puede contribuir en la georreferenciación de la batalla de Boyacá?

Aunque la historiografía militar ofrece un análisis, forma y estilo de contar un suceso bélico, su georreferenciación sitúa esta información en el espacio y evidencia las áreas donde aún deben permanecer los rastros de la cultura material de quienes se jugaron la vida en la batalla. El ejercicio que se plantea aquí puede contribuir a la historización de las prácticas y eventos de la batalla que jamás pudieron ser evidenciados en la historia oficial. En este sentido, la investigación giró en torno a la hipótesis según la cual los espacios geográficos ocupados por el Ejército Libertador y el Ejército Realista durante la batalla de Boyacá fueron determinados por formaciones y jerarquías propias de una forma de organización social militar característica de la primera mitad del siglo XIX. Para confirmar dicha aproximación, se trazaron como objetivos la identificación de las unidades que participaron en la batalla, la ubicación de estas unidades en el terreno y, por último, la georreferenciación de la batalla.

Estado del arte

Sobre la georreferenciación de la guerra de independencia, se ha encontrado un trabajo exploratorio realizado por Parra y Rico (2017), que, más allá de constituir un análisis de fuentes de archivo, delimita el área de interés histórico. Dentro del balance historiográfico sobre la conformación de los ejércitos y la aplicación de estrategia y táctica en la independencia, se encuentran las investigaciones de Riaño (1960; 1969), Peñuela (1969), Pérez (1987), Valencia (1993), Ibáñez (2009), Puyana (2009), Salamanca (2014), Rodríguez y Borrero (2014), Otálora (2018), Moreno (1979), Rivera (2015), Matus (1992) y Delgado y Díaz (2016), relacionadas con la guerra civil entre centralistas y federalistas, y las batallas de las campañas militares entre 1810 y 1819. Estas fuentes brindan una interpretación general de las fuentes primarias y explican de manera narrativa cómo fue la maniobra. Otros trabajos consultados, como los de Kuethe y Marchena (2005) y Thibaud (2003), profundizan sobre la composición social de los ejércitos del rey y las milicias indisciplinadas y disciplinadas de la Nueva Granada, que permiten entender las transformaciones que hubo en la organización social militar desde el siglo XVIII al XIX.

Otro tema importante para esta investigación son los estudios de los campos de batalla arqueológicos, dado que la cultura material asociada a la batalla de Boyacá aún está enterrada y puede ser estudiada por esta rama del conocimiento. Al respecto, los aportes realizados por el arqueólogo empírico Heinrich Schliemann son emblemáticos para este tipo de investigaciones, ya que él logró encontrar el yacimiento arqueológico de la guerra de Troya a partir de la lectura de la Ilíada y la Odisea (Cottrell, 1958). Autores como Ferguson (1990), Noël (1969), Ciarlo (2011) y Quesada (2008) han utilizado las fuentes históricas y los hallazgos encontrados para conceptualizar el campo de batalla en términos arqueológicos, formulando cómo y cuáles son los espacios que responden preguntas acerca de la cultura. Estos autores coinciden en que la arqueología sobre los campos de batalla se asocia con la comprensión de la cultura militar, con el estudio de las formas en que los combatientes se apropiaron de una serie de rituales, rangos, símbolos y disposiciones corporales, y con el reconocimiento de los espacios o formaciones que definieron el rumbo de las batallas mediante la prospección de los territorios y el análisis de las fosas comunes, los campamentos y las fortificaciones (Landa, 2013).

Teniendo en cuenta el valor de las fuentes escritas y la comprensión de la cultura que sugieren los textos arqueohistóricos, para esta investigación se confrontaron fuentes primarias y autores para distinguir cómo estaban organizados los ejércitos durante la batalla de Boyacá. Entre las fuentes, destacamos las reales ordenanzas de Carlos III (1762); las Memorias del General O'Leary (Guzmán, 1981); el Archivo del General José Antonio Páez (Páez, 1939); Compendio del arte de la guerra (Jomini, 1991); De la guerra de Clausewitz (1832); la táctica de Jacobo Antoine Hippolyte de Guibert (Baquer, 1990); El arte de la guerra de Sun Tzu (2014); los Diarios de campaña, libros de órdenes y reglamentos militares de Francisco de Paula Santander (1988); la compilación Santander y los ejércitos patriotas 1811-1819 (Montaña, 1988); los documentos del Instituto Colombiano de Cultura (1996) sobre la revolución del 20 de julio de 1810; los Documentos para la historia de la vida pública del libertador de José Felix Blanco (1983); la “Reseña biográfica del General Manuel de Serviez” (Restrepo, 1891); Apuntamientos para la historia (Obando, 1973), el Correo del Orinoco (Academia Nacional de la Historia, 1939), la iconografía de José María Espinosa, J. M. Darmet y Pedro Castillo; las Memorias del General Santander (Santander, 1973); las Memorias de un abanderado (Espinosa, 1876), y Campaña de invasión del Teniente General don Pablo Morillo 1815-1816 (Mercado, 1963). Estas fuentes fueron primordiales para comprender la distribución, la estrategia y la organización social.

Marco teórico

Para Jomini, el arte de la guerra se compone de la estrategia, la gran táctica, la logística, la táctica de detalle y el arte del ingeniero y del artillero; así, una campaña militar significaba ejecutar actividades operacionales y logísticas para lograr cumplir un objetivo estratégico dentro de un tiempo y espacio determinados. De acuerdo con esto, la actuación de las tropas en la batalla y en los combates se denomina táctica, mientras que el enfrentamiento del ejército con el enemigo se denomina batalla (en esta podían suceder combates en un punto o varios, donde lo importante era lograr el objetivo, sobrepasarlo y adoptar un segundo objetivo que debía ser más importante para cumplir con el objetivo estratégico de la campaña militar):

Se podría decir que la táctica es el combate y que la estrategia es toda la guerra antes y después del combate, con excepción de los sitios. La estrategia determina el lugar de actuación, la logística conduce y coloca las tropas, la táctica decide su empleo y manejo. (Jomini, 1991, p. 231)

Las funciones de las unidades militares descritas por Jomini (1991) permiten introducir la categoría de organización social. Este concepto se refiere a las distribuciones socialmente aceptadas que constituyen la forma como se administran los recursos, el trabajo y el espacio en que habita un grupo humano, con el fin de responder a necesidades u objetivos comunitarios (Renfrew & Bahn, 2015). En este caso, los objetivos apuntan a la victoria en la batalla mediante el correcto aprovisionamiento de alimentos y armamentos, así como ideologías sobre individuos con labores y estatus definidos. Por ello, el estudio de la organización social en contextos militares brinda información sobre el tipo de individuos y armamentos, y sobre las estrategias presentes tanto en vanguardia como en retaguardia, con base en las cuales se despliegan las unidades dentro del campo de batalla.

Por su parte, el concepto de organización social arqueológico sirve para analizar y definir sociedades que han ocupado escenarios prehistóricos e históricos en diversas áreas del mundo. Su estudio se basa en el análisis de las jerarquías, la simbología, la identidad, la división del trabajo y la distribución y uso de los espacios. Estos son algunos de los elementos que conforman la organización social de sociedades, bien sea igualitarias (conformadas por grupos pequeños cuya división del trabajo puede estar determinada por el género y la edad), bien sea jerarquizadas (con una estructura social compleja que forma subgrupos subordinados o dominantes, como lo son, en el ámbito militar, las escuadras, escuadrones, pelotones, secciones, compañías, batallones, regimientos, brigadas y ejércitos) (Renfrew & Bahn, 2015).

Cuando se habla de organización social, es fundamental entender el tamaño o la escala de la sociedad en un sitio arqueológico, ya que los hallazgos pueden interpretarse como una pieza que forma parte de un engranaje o, de lo contrario, como un asentamiento en su totalidad. Esto permite analizar las interacciones internas y externas de un grupo humano; entender si se trataba de una sociedad subordinada o dominante, y conocer los grados de complejidad y división social dentro de los mismos grupos (Renfrew y Bahn, 2015, p. 144).

La organización social o política en el paisaje, en función del tamaño de las sociedades, los patrones de asentamiento y la cronología, permite categorizar el sitio propuesto para esta investigación como un campo de batalla del cual se pueden conocer la jerarquía de los espacios y la localización de los centros importantes, en relación con el estudio del poder o la dominación entre seres humanos que ocuparon un lugar geográfico que se puede prospectar arqueológicamente (Renfrew & Bahn, 2015). En este sentido, esta categoría resulta útil para entender la forma en que las tropas pudieron haber transformado este paisaje boyacense.

Para el estudio de la organización social se pueden utilizar fuentes escritas (que pueden interpretarse y reflejar parte del pensamiento de sociedades premodernas, como la maya o egipcia, y modernas, como lo fue la sociedad neogranadina durante el siglo XIX) y fuentes etnoarqueológicas (utilizadas para entender el pasado mediante la comprensión de comportamientos en sociedades del presente) (Renfrew & Bahn, 2015). Por ello, en esta investigación se recurrió a la simbología universal militar con el fin de comprender los comportamientos, las jerarquías y la organización de los combatientes que hicieron parte de la batalla de Boyacá, e igualmente se realizó análisis de archivo.

Metodología

Esta investigación se hizo mediante el método inductivo, con el fin de reunir datos históricos que permitieran establecer argumentos generales materializados en conclusiones sobre el proceso de estrategias y tácticas de los ejércitos decimonónicos (Cardoso, 2000). En una primera etapa de recopilación de crítica documental, se revisaron fuentes primarias y secundarias para reunir datos acerca de los personajes de la historia nacional que participaron en la batalla, y los relatos o fuentes que han narrado el evento en sus diferentes fases. Esta información fue reunida, discutida y analizada en mesas técnicas y visitas de campo en el Instituto Colombiano Agustín Codazzi, el Ministerio de Cultura, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), de Tunja, y la Academia Colombiana de Historia Militar.

Además, se estudió la información recolectada y se hizo un análisis de la simbología militar universal (Ejército Nacional de Colombia, 2003) empleada por los historiadores militares, en aras de comprender la organización social y táctica de los ejércitos que participaron en la batalla. Con base en los análisis simbológicos y de archivo, se confrontaron los datos con el terreno y la teoría de la guerra de la primera mitad del siglo XIX. Para ello se utilizaron las cartas geográficas y el software Google Earth, y se georreferenciaron las unidades militares dentro de los territorios aledaños al río Teatinos, con lo cual se ubicaron las coordenadas en que posiblemente se posicionaron los actores de esta batalla durante su desarrollo.

Esta información buscó contribuir en la ubicación de los espacios donde las actividades agrícolas o la estatización de los espacios patrimoniales en los últimos doscientos años podrían interferir en el estado del material arqueológico. Pero aún donde el contexto podría no haber sido alterado por estas actividades, es probable que el efecto de fenómenos deposicionales y posdeposicionales pueda dificultar la comprensión de las áreas en que sucedió la batalla. No obstante, este ejercicio resulta importante en la medida que los restos que permanecen en estos espacios se podrían asociar a la estrategia militar y relacionarse más eficientemente con los contextos de los que originalmente provienen.

Resultados

Las fuentes consultadas permiten reconocer que el éxito de las batallas de independencia se debió a la planeación para la campaña y la aplicación de la doctrina militar de Federico el Grande de Prusia, Napoleón Bonaparte de Francia y Carlos III de España. Esto sugiere que la organización militar que adoptaron los grandes líderes de la historia nacional muy probablemente tuvo que corresponder al tipo de estrategias ejecutadas por estos líderes militares de la Europa decimonónica.

Con la decisión de Bolívar de iniciar la campaña libertadora, se vio la necesidad de crear un ejército disciplinado que aplicara las tácticas napoleónicas de tener presencia de una vanguardia y retaguardia en el campo de batalla (Santander, 1988). Este reto, adoptado por el Libertador, tardó mucho tiempo en consolidarse, precisamente por las prácticas individuales y colectivas que tenían los combatientes, cuyos orígenes eran muy diversos, ya que se trataba de peones, soldados y rebeldes, que luchaban en pro de las ideas de los intelectuales mestizos y blancos que emprendieron las batallas libertadoras. Así, la organización social de los ejércitos libertador y realista estaba conformada por los estándares de las luchas europeas; pero estos ejércitos también se encontraban mediados por jerarquías coloniales de la Nueva Granada, como se puede observar en el siguiente apartado, que estudia estas formas organizativas a partir de los símbolos universales militares.

Los símbolos y las unidades militares durante la batalla

Tras estudiar el carácter jerárquico de las milicias y su organización social teóricamente, esta investigación ha buscado investigar los rangos de las milicias decimonónicas mediante el análisis simbológico. El símbolo militar tiene una composición en la que cada una de sus partes tiene una referencia específica que permite identificar la unidad o la labor de la unidad de una manera clara y rápida (Figura 1).

a: símbolo básico; b: identificación de tamaño; c: identificación de función; d: identificación de unidad, actividad o instalación; e: información adicional; f: indicador de movilidad; g: indicador de tamaño especial; h: información adicional de tamaño. Fuente: Ejército Nacional de Colombia (2003).

Figura 1 Símbolo militar. 

El símbolo básico corresponde a infantería, caballería o artillería. Por su parte, la identificación de tamaño corresponde al nivel de compañía (una línea vertical), batallón o escuadrón (dos líneas verticales paralelas), regimiento (tres líneas verticales paralelas), brigada (una equis), división (dos equis) y ejército (tres equis).

La infantería se encuentra representada por el símbolo básico estándar y se distingue de las otras unidades porque en su estamento de funcionalidad posee dos líneas diagonales que se cruzan entre sí formando una X. La caballería, por otro lado, aunque utiliza la misma figura geométrica básica (el rectángulo), se diferencia de las otras unidades militares empleando una línea diagonal que asciende de izquierda a derecha. Finalmente, la última unidad militar distinguible en términos de simbología corresponde a la artillería, que también utiliza el símbolo del rectángulo estándar para referirse a una unidad militar concreta; su distintivo característico es el no uso de líneas diagonales, sino el uso de un círculo (Ejército Nacional de Colombia, 2003). Así, los diversos engranajes que describe el símbolo militar dan cuenta de la complejidad social de este grupo, su diversificación y jerarquización.

Organización de los ejércitos para la batalla

La información consignada en las fuentes primarias indicadas antes (especialmente Carlos III, 1762; Jomini, 1991; Baquer, 1990; Santander, 1973, 1988; Montaña, 1988; Espinosa, 1876; Mercado, 1963) y la iconografía de José María Espinosa, J. M. Darmet y Pedro Castillo, así como las batallas que precedieron a la de Boyacá y la experiencia en la historia militar, permiten aproximarse al tamaño de las unidades militares, su organización y la ocupación del espacio en campo abierto o en los caminos, dependiendo de su alistamiento para batalla o disposición para actividades administrativas. Esto resulta útil para entender las jerarquías en el asentamiento.

Para que los cuerpos militares pudieran funcionar de manera operativa y eficiente, se necesitaba una cadena de mando para impartir órdenes y un despliegue disciplinado de los hombres para poder formar, marchar y desplazarse tanto en el campo de batalla como a lo largo de los trayectos de campaña. Para el caso de la infantería, las compañías se dividían como se muestra en la Figura 2, marchando al sonar de un tambor o pífano, en columna paralela, y ocupando un espacio en profundidad de 15 metros.

Fuente: Elaboración propia con base en las reales ordenanzas de Carlos III (1762) y Rojas (1951).

Figura 2 Composición de una compañía de infantería. 

La compañía, compuesta por 110 hombres y comandadas principalmente por el capitán, era la quinta parte del batallón de infantería. Para que el batallón se mantuviera ordenado y organizado, se formaba en una disposición de 175 metros en ancho frente. Hay que tener en cuenta que las tácticas decimonónicas y el uso de armas como los fusiles Springfield y Bess Brown, las carabinas, los rifles Baker, las espadas y sables, entre otros, obligaban a los ejércitos a tener unas formaciones específicas. En el caso de la caballería, cada escuadra estaba organizada con 8 soldados montados comandados por un cabo. Las 4 escuadras sumaban un total de 32 jinetes, conformando un pelotón. Así, dos pelotones eran 64 jinetes comandados por 14 cuadros, lo que componía una compañía de 78 hombres montados. El escuadrón de caballería, que era la unión de dos compañías, estaba conformado por 156 jinetes comandados por un coronel. En la Figura 3 se ve un pelotón de caballería organizado en columna paralela y ocupando 80 metros en profundidad.

Fuente: Elaboración propia con base en las reales ordenanzas de Carlos III (1762) e iconografía de la época.

Figura 3 Composición de un pelotón de caballería. 

De acuerdo con esta organización, se encuentra que el Ejército Libertador estaba bajo el mando del General Simón Bolívar, cuyo Jefe de Estado Mayor era el General Carlos Soublette. Las tropas estaban organizadas en una vanguardia (Tabla 1 y Figura 4) y una retaguardia (Tabla 2 y Figura 5) dirigida por sus respectivos comandantes.

Tabla 1 Conformación del ejército de vanguardia del Ejército Libertador 

Unidad Comandante Hombres
Vanguardia General Francisco de Paula Santander y Omaña
Jefe de Estado Mayor Coronel Pedro Fortoul Sánchez
Escuadrón Guías de Vanguardia Capitán Antonio Durán 100
Batallón Cazadores de la Nueva Granada Teniente Coronel Joaquín París 350
Batallón Primero de Línea de la Nueva Granada Teniente Coronel Antonio Obando 550

Fuente: Elaboración propia con base en Ibáñez

Fuente: Elaboración propia con base en Riaño (1969) e Ibáñez (2009).

Figura 4 Composición gráfica del ejército de vanguardia. 

Tabla 2 Conformación del ejército de retaguardia del Ejército Libertador 

Unidad Comandante Hombres
Retaguardia General José Antonio Anzoátegui
Jefe de Estado Mayor Coronel José María Córdova y Muñoz
Escuadrón de Lanceros 1.º de Llano Arriba Teniente Coronel Juan José Rondón 100
Escuadrón de Lanceros 2.º de Llano Arriba Teniente Coronel Leonardo Infante 100
Batallón de Infantería Rifles Teniente Coronel graduado Arturo Sandes 250
Batallón de Infantería Barcelona Coronel Ambrosio Plaza 250
Batallón de Infantería Bravo de Páez Coronel Cruz Carrill 250
Batallón Legión Británica Sargento Mayor John Mackintosh 100
Escuadrón Guías de Retaguardia Teniente Coronel Hermenegildo Mujica 100
Escuadrón de Dragones Capitán Julián Mellao 100
Reserva
Batallón de Milicias Voluntarios de Tunja José Gabriel Lugo 300
Batallón de Milicias Voluntarios del Socorro Sargento Mayor Félix Soler 300

Fuente: Elaboración propia con base en Ibáñez (2009).

Fuente: Elaboración propia con base en Riaño (1969) e Ibáñez (2009).

Figura 5 Composición gráfica del ejército de retaguardia. 

En cuanto al Ejército Realista, este se encontraba bajo el mando del Coronel José María Barreiro Manjón, cuyo Jefe de Estado Mayor era el Teniente Coronel Sebastián Díaz. Las tropas del Ejército Realista estaban organizadas en cuatro secciones, un regimiento de dragones y una compañía de artillería (Tabla 3 y Figura 6).

Tabla 3 Conformación del Ejército Realista o español 

Unidad Comandante Hombres
Vanguardia Realista o primera sección
Batallón Cazadores de los Cuerpos Coronel Francisco Jiménez 488
Compañía agregada del Batallón Tambo Coronel Francisco Jiménez 118
Segunda sección Batallón de Infantería 1.º del Rey Teniente Coronel Nicolás López 550
Tercera sección Batallón de Infantería 2.º de Numancia Teniente Coronel Juan Tolrá 600
Cuarta sección Batallón de Infantería 3.º de Numancia Teniente Coronel Juan de Loño 550
Compañía de Artillería 2 obús y 1 cañón Teniente José Coletes 20
Regimiento de Dragones (Flanqueadores y granaderos) Teniente Coronel Víctor Sierra 350

Fuente: Elaboración propia con base en Ibáñez (2009).

Fuente: Elaboración propia con base en Riaño (1969) e Ibáñez (2009).

Figura 6 Composición gráfica del Ejército Realista o español. 

La organización social jerárquica de estos ejércitos estaba mediada por una clara división de los roles, cuyo origen se relaciona con categorías de clase social particulares (Marchena, 1992). Esto implicaba que los dirigentes y los soldados estuviesen distribuidos de forma diferencial en el territorio y que tuvieran labores diferentes. A partir de esto, se puede pensar qué tipo de vestigios se podrían encontrar en los diversos espacios donde sucedió la batalla y qué tipo de testimonios de vida podrían reconocerse en una futura prospección arqueológica.

Georreferenciación de la batalla

Para la georreferenciación se usaron geoposicionadores en el sitio donde sucedieron los hechos, mediante un trabajo de campo interdisciplinario con historiadores de la UPTC, geólogos del Instituto Colombiano Agustín Codazzi, arqueólogos y antropólogos de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, y arqueólogos e historiadores del Centro de Estudios Históricos del Ejército. Previo al trabajo de campo, se realizó una confrontación con varias fuentes primarias y autores para distinguir cómo estaban organizados militarmente los aproximadamente 5000 hombres en el campo de batalla (columna cerrada y abierta, aire de marcha, bayonetas caladas, flancos, alas, vanguardia, retaguardia y reservas). Una vez confrontados los textos de las fuentes primarias, se empleó el software Google Earth para realizar la prospección del terreno mediante la identificación satelital de la continuación del camino real, que actualmente no existe, y que se une con la casa de Teja. Con base en las fuentes descritas anteriormente y las declaraciones de quienes participaron en la batalla, se reconstruyó la batalla minuto a minuto desde las 14:30 horas hasta las 16:30 sobre el campo de Boyacá.

En la madrugada del 7 de agosto de 1819, el Ejército Realista, al mando del Coronel José María Barreiro, comenzó su desplazamiento desde el municipio de Motavita hacia la ciudad de Santa Fe siguiendo el camino real. Fue entonces cuando el Ejército Libertador abandonó la ciudad de Tunja y se dirigió al Puente de Boyacá por el costado opuesto del cerro El Tobal, por donde venían los realistas. Hacia las 14:00 horas de ese día, ambos ejércitos alcanzaron el sitio histórico y dieron comienzo a la batalla. Así, el lugar donde se enfrentaron los aproximadamente 5000 hombres comprende un rectángulo, cuyo perímetro georreferenciado en el sentido de las manecillas del reloj corresponde a las coordenadas 5° 27' 33” N - 73° 25' 04” W; 5° 27' 23” N - 73° 25' 26” W; 5° 26' 55” N - 73° 25' 38” W; y 5° 27' 00” N - 73° 25' 52” W (Figura 7).

Fuente: Elaboración propia con base en el software Google Earth.

Figura 7 Ubicación del rectángulo que delimita el campo de batalla. El polígono interno corresponde al combate de las retaguardias. 

El combate en la vanguardia

A las 14:30 horas, el Batallón Cazadores de los realistas se encontraba situado en la hoy conocida Casa de Teja (5° 27' 18” N - 73° 25' 33” W) cuando fue avistado por una avanzada de Guías de Vanguardia del Capitán Antonio Durán. Los españoles, creyendo que se trataba solo de un grupo pequeño de exploradores, se apresuraron al ataque para facilitar el paso del resto de las tropas realistas hacia el puente sobre el río Teatinos; pero en lugar de ello se encontraron de frente con la vanguardia del Ejército Libertador, encabezada por el Batallón Cazadores de la Nueva Granada (5° 27' 23” N - 73° 25' 23” W), de modo que se inició el combate.

Desde el momento inicial de la batalla, la organización social jerárquica se distribuyó de forma diferencial en el territorio: mientras la vanguardia libertadora, conformada por hombres humildes cuyos nombres jamás tuvieron eco en la historia, se enfrentaba con el Ejército Realista, Simón Bolívar, siendo un caudillo criollo distinguido, dirigía la batalla desde la parte alta del camino real en el cerro El Tobal (5° 27' 23” N - 75° 25' 25” W).

La forma en que los rangos organizativos operó sobre esos cuerpos combatientes se puede ver reflejada a lo largo de toda la batalla. Quince minutos después (14:45 horas), el Batallón Cazadores de los españoles hizo movimiento retrógrado hacia el puente con la intención de pasarlo y apoyar el resto de batallones españoles (5° 27' 15” N - 73° 25' 35” W), mientras eran atacados por el Batallón Cazadores de los patriotas (5° 27' 15” N). A las 15:00 horas continuaban los combates entre el Batallón Cazadores de los españoles, quienes continuaban haciendo movimiento retrógrado por el camino real (5° 27' 06” N - 73° 25' 47” W), y los batallones Cazadores (5° 27' 09” N - 73° 25' 44” W) y Primero de Línea de los patriotas (5° 27' 10” N - 73° 25' 41” W). La retaguardia del Ejército Libertador, por órdenes de Simón Bolívar, envió al Escuadrón Guías de Retaguardia como apoyo para sus hombres en la vanguardia (5° 27' 12” N - 73° 25' 37” W). Esta serie de aspectos, siempre relacionados con esta estructura organizativa jerárquica, dan cuenta de la forma en que una división del trabajo o las labores especializadas distribuye a los miembros de las tropas de forma diferencial sobre el espacio geográfico (Figura 8).

Fuente: Elaboración propia con base en el software Google Earth.

Figura 8 Mapa del combate de las vanguardias sobre el Puente de Boyacá. 

Una hora después (16:00 horas), ya en las proximidades del puente, la vanguardia realista, conformada por el Batallón de Cazadores de los Cuerpos y la Compañía de Infantería Batallón Tambo, logró cruzarlo (5° 27' 00” N - 73° 25' 49” W) antes de ser alcanzado por la vanguardia patriota, que se mantuvo junto al Escuadrón Guías de Retaguardia sin cruzar el puente:

  • Batallón Cazadores: 5° 27' 02” N - 73° 25' 49” W

  • Primero de Línea: 5° 27' 01” N - 73° 25' 48” W

  • Escuadrón Guías: 5° 27' 02” N - 73° 25' 46” W

Quince minutos después (16:15 horas), mientras el resto de los hombres que conformaban las vanguardias mantenían las posiciones, el Escuadrón Guías de Retaguardia comenzó a desplazarse por el costado del río en busca de un lugar donde fuera posible cruzarlo (5° 26' 59” N - 73° 25' 46” W). Finalmente, a las 16:30, el Escuadrón Guías de Retaguardia encontró un lugar del trazado del río que le permitió avanzar y aproximarse a la vanguardia realista por el costado opuesto (5° 26' 53” N . 73° 25' 42” W).

Rodeando a la vanguardia española en una táctica de envolvimiento, en 30 minutos (16:45) el escuadrón Guías de Retaguardia se posicionó (5° 26' 58” N - 73° 25' 48” W) tras el batallón Cazadores y la Compañía de Infantería del Batallón Tambo de los españoles, que así terminaron totalmente rodeados por el Ejército Libertador y fueron capturados. Mientras tanto, el General Simón Bolívar había bajado del cerro El Tobal y se ubicaba en una posición desde donde podía emitir órdenes tanto a la vanguardia como a la retaguardia (5° 27' 05” N - 73° 25' 45” W). Esta es otra de las pistas que puede brindar una interpretación interesante acerca de la forma en que actuó la organización social sobre este territorio geográfico.

El combate en la retaguardia

De acuerdo con el análisis del boletín del Ejército Libertador, así como el informe del General Carlos Soublette, la declaración del Capitán Manuel Martínez Aparicio (ubicado en la batalla en 5° 27' 25” N - 73° 25' 40” W), la declaración del Teniente Coronel Juan de Loño (ubicado en la batalla en 5° 27' 34” N - 73° 25' 36” W) y el diario militar del Teniente Coronel Sebastián Díaz (Martínez, 2019), quienes participaron en la batalla, el lugar donde se desarrolló la batalla de las retaguardias corresponde a un sitio arriba de la Casa de Teja, por el camino real (en la actualidad inexistente) en dirección a Motavita. El polígono que enmarca el lugar, en el sentido de las manecillas del reloj, corresponde a las coordenadas 5° 27' 29” N - 73° 25' 41” W; 5° 27' 28” N - 73° 25' 36” W; 5° 27' 19” N - 73° 25' 36” W; 5° 27' 16” N - 73° 25' 41” W; 5° 27' 22” N - 73° 25' 44” W (Figura 9).

Fuente: Elaboración propia con base en el software Google Earth.

Figura 9 Mapa de la batalla de las retaguardias al norte del Puente de Boyacá. 

Iniciado el combate de las vanguardias a las 14:30 horas, el Coronel José María Barreiro, ubicado posiblemente en el centro de las tropas españolas (5° 27' 40” N - 73° 25' 37” W), ordenó al Batallón de Infantería1.° del Rey (5° 27' 15” N- 73° 25' 38” W) apoyar al Batallón Cazadores de los españoles, mientras los batallones 2.° de Numancia (5° 27' 21” N - 73° 25' 41” W) y 3.° de Numancia (5° 27' 24” N - 73° 25' 41” W) eran sorprendidos cuando venían en marcha administrativa, sin bayoneta calada ni cartuchos en los fusiles. Los batallones de la retaguardia patriota iniciaron marcha rápida en disposición de combate para enfrentar los batallones españoles y cortarles el paso hacia el puente sobre el río Teatinos:

  • Rifles: 5° 27' 23” N - 73° 25' 23” W

  • Barcelona: 5° 27' 24” N - 73° 25' 20” W

  • Bravos de Páez: 5° 27' 26” N - 73° 25' 20” W

  • Legión Británica: 5° 27' 28” N - 73° 25' 19” W

  • Guías de Vanguardia: 5° 27' 23” N - 73° 25' 29” W

  • Escuadrón 1.° Lanceros de Llano Arriba: 5° 27' 23” N - 73° 25' 39” W

  • Escuadrón 2.° Lanceros de Llano Arriba: 5° 27' 24” N - 73° 25' 33” W

  • Milicias de Tunja: 5° 27' 28” N - 73° 25' 14” W

  • Milicias del Socorro: 5° 27' 28” N - 73° 25' 13” W).

Diez minutos después, a las 14:40, el Batallón Español 1.° del Rey fue obligado a retroceder a su posición inicial (5° 27' 17” N - 73° 25' 41” W) junto con los demás batallones españoles, que continuaron en sus posiciones descritas inicialmente. Entonces el Batallón Rifles, en posición de ataque (5° 27' 19” N - 73° 25' 38” W), comenzó a enfrentar al Batallón 1.° del Rey; el Batallón Barcelona, en posición de ataque (5° 27' 22” N - 73° 25' 28” W), comenzó a enfrentar al Batallón Español 2.° de Numancia, y el Batallón Bravo de Páez, en posición de ataque (5° 27' 23” N - 73° 25' 31” W), comenzó a enfrentar al Batallón Español 3.° de Numancia. Por su parte, la Legión Británica continuaba en desplazamiento (5° 27' 22” N - 73° 25' 27” W) para cortar las maniobras de apoyo del Batallón Español Cazadores y las demás unidades españolas.

La serie de enfrentamientos que sucedieron dentro de estas coordenadas y en los minutos posteriores permite pensar que en estas coordenadas podría haber evidencia no solo de los vestigios asociados con la tecnología de la guerra del momento, sino también de algunos de los cuerpos disciplinados de aquellos que combatieron en este sitio. Este podría ser un aporte valioso, en la medida que serviría de testimonio de algunas de esas historias no oficiales que la arqueología histórica suele reconocer.

A las 15:00 horas se presentaron los combates más intensos. El Batallón Rifles envolvió totalmente (5° 27' 20” N - 73° 25' 43” W) al Batallón 1.° del Rey, que trataba de huir (5° 27' 17” N - 73° 25' 41” W), mientras que los batallones Barcelona (5° 27' 21” N - 73° 25' 36” W) y Bravo de Páez (5° 27' 24” N - 73° 25' 36” W) hacían lo mismo con los batallones 2.° y 3.° de Numancia respectivamente.

Mientras tanto, la Legión Británica continuó su desplazamiento (5° 27' 17” N - 73° 25' 37” W) mediante el cual terminó de rodear por el sur al Batallón Español 1.° del Rey, mientras que el Escuadrón Guías de Vanguardia (5° 27' 25” N - 73° 25' 36” W) se dirigía a atacar la artillería española. Esta había comenzado a armar los cañones (5° 27' 26” N - 73° 25' 40” W), pero no alcanzó a estar lista para disparar cuando la sorprendió el ataque sorpresa, ya que el cañón, las municiones y las ruedas estaban ubicadas en diferentes mulas.

Paralelamente, el Escuadrón de Lanceros 1.° de Llano Arriba (5° 27' 27” N - 73° 25' 41” W) rodeó por la parte posterior a la retaguardia realista, mientras el Escuadrón de Lanceros 2.° de Llano Arriba (5° 27' 26” N - 73° 25' 39” W) se desplazaba por el centro de las formaciones atacando al regimiento español de Dragones (5° 27' 28” N - 73° 25' 41” W). Los batallones de Milicias de Voluntarios de Tunja (5° 27' 23” N - 73° 25' 26” W) y del Socorro (5° 27' 24” N - 73° 25' 24” W) avanzaron también hacia el envolvimiento del enemigo.

La diversidad de armas que tuvieron lugar en esta área podría sugerir, desde el punto de vista arqueológico, la forma en que realmente sucedió esta división social y espacial que definió los roles en la batalla. Se trata de un detalle relevante si se tiene en cuenta el reto que fue durante este periodo histórico disciplinar a ejércitos tan diversos en su conformación. El valor de esta información, como se mencionó, radica no solo en que puede confirmar o reevaluar la información de archivo, sino que podría ofrecer una serie de aportes innovadores acerca de la verdadera manera en que se aplicó la estrategia y la táctica militar europea en la Nueva Granada.

Treinta minutos después (15:30 horas), la Legión Británica (5° 27' 19” N - 73° 25' 42” W) terminó de envolver al Batallón 1.° del Rey (5° 27' 22” N - 73° 25' 42” W), mientras las Milicias de Voluntarios de Tunja (5° 27' 12”-73° 25' 38”) y del Socorro (5° 27' 14” N - 73° 25' 38” W) empezaban a capturar las tropas realistas que intentaban huir. Finalmente, a las 16:00 horas, el comandante del Ejército Realista José María Barreiro comenzó su huida al ver que sus tropas estaban rodeadas y vencidas por la retaguardia del Ejército Libertador. Este hecho particular probablemente sea difícil de reconocer en un futuro trabajo de prospección arqueológica, debido a que la cultura material producto de esta serie de sucesos de tan corta duración puede ser imperceptible. No obstante, es en estos casos que el archivo realmente permite apoyar la interpretación arqueológica a futuro.

Discusión

Los datos recolectados con el análisis de archivo permiten pensar que las fuentes secundarias ofrecieron información sobre los aportes de los héroes de la historia nacional en el desarrollo de la táctica militar. Por su parte, los análisis de fuentes primarias articulados a la simbología militar ofrecen una aproximación al papel de los peones, soldados y rebeldes en las estrategias militares. Por ello, las fuentes históricas contribuyeron a comprender la organización social militar en relación con la división social del trabajo y la distribución espacial de las unidades militares descritas por Jomini.

Esta información, ilustrada en la georreferenciación de las unidades militares, sirvió para describir una estrategia y táctica militar decimonónica en el terreno. Esto resulta útil para el estudio de los campos de batalla arqueológicos, puesto que ayuda a la investigación de la forma en que podría estar distribuida la cultura material asociada con la batalla de Boyacá.

Teniendo en cuenta los aportes de Ferguson (1990), Ciarlo (2011) y Quesada (2008) sobre cómo y cuáles son los espacios que ayudan a responder preguntas acerca de la cultura, posiblemente la información recolectada podría ofrecer información acerca de la localización de las armas, los uniformes o los restos de los combatientes. Por ejemplo:

  • en las coordenadas 5° 26' 58” N - 73° 25' 48” W, 5° 27' 21” N - 73° 25' 41” W y 5° 27' 24” N - 73° 25' 41” W podrían hallarse vestigios del Ejército Realista, producto de la táctica de envolvimiento ejecutada por el Escuadrón Guías de Retaguardia;

  • en las coordenadas 5° 27' 19” N - 73° 25' 38” W podrían encontrarse rifles;

  • en las coordenadas 5° 27' 26” N - 73° 25' 40” W podrían haber vestigios de la artillería española sin marcas de pólvora;

  • en las coordenadas 5° 27' 27” N - 73° 25' 41” W y 5° 27' 26” N - 73° 25' 39” W podrían haber restos de los materiales usados por los lanceros;

  • en las coordenadas 5° 27' 28” N - 73° 25' 41” W se podrían encontrar vestigios de los Dragones del Ejército español;

  • en las coordenadas 5° 27' 23” N - 73° 25' 26” W y 5° 27' 23” N - 73° 25' 26” W podrían haber vestigios de los batallones de Milicias de Voluntarios de Tunja y del Socorro; y

  • en las coordenadas 5° 27' 19” N - 73° 25' 42” W podrían haber evidencias de la presencia de la Legión Británica.

Los vestigios y lugares enunciados estaban determinados por una distinción étnica y social, evidente en el tipo de armas que se usaron y en los espacios que se ocuparon. En los territorios donde combatió inicialmente la vanguardia, posiblemente se puedan llegar a encontrar restos de armas sencillas y algunos restos humanos de personas no criollas, pues el número de hombres que combatieron y el poco protagonismo que tienen en las narraciones de la batalla dan cuenta de que, en este grupo humano jerárquico, eran ellos quienes tenían el estatus más bajo. En este sentido, excavar en las coordenadas donde se encontró Simón Bolívar o Juan de Loño podría contribuir en la comprensión de la ejecución del modo de lucha napoleónico, que llevó a los comandantes de la Nueva Granada a ubicarse sobre los puntos altos.

Naturalmente, los datos sobre la división jerárquica del espacio y la localización de los centros de poder o dominación en la geografía, vistos en términos de organización social, abren la posibilidad de pensar los patrones de asentamiento en el sitio y cotejar fuentes primarias que hablen acerca del tamaño de los ejércitos y la forma en que se pudo haber transformado este paisaje boyacense.

Ahora bien, teniendo en cuenta los aportes de Landa (2013) sobre el análisis de las fosas comunes, los campamentos y las fortificaciones en los campos de batalla, se puede comprender las clases sociales asociadas con la etnicidad en la distribución de los hombres dentro del territorio de guerra. Esto se podría estudiar mediante el reconocimiento de las armas en los lugares donde se enuncia que hubo enfrentamientos con estas tecnologías, sumado a un trabajo bioarquelógico con el cual, luego de reconocer y encontrar los sitios en donde podría haber restos humanos, se realice una identificación humana que dé cuenta del origen étnico de los combatientes asociados con las áreas enunciadas.

De esta forma se haría un estudio acerca de la manera en que esta organización social realmente tuvo lugar dentro de la batalla. Esto implica que el trabajo arqueológico, más allá de ser un trabajo de comprobación de las fuentes, puede brindar información acerca del disciplinamiento y el desenlace real de las estrategias de guerra europeas en el territorio de la Nueva Granada.

Aunque la documentación que existe sobre el disciplinamiento de la milicia en la Nueva Granada o el uso de las armas ya sugiere que hubo una trasformación tanto física como mental o cultural de las prácticas de todos los combatientes de bajo estatus, la homogeneización de un ejército heterogéneo unido en pro de luchas criollas solo podría verificarse mediante el trabajo arqueológico (Marchena, 1992). Sin embargo, la información recolectada en esta investigación es de gran importancia, ya que permite reconstruir la batalla de Boyacá en términos militares y aporta a la mirada arqueológica sobre la organización social un importante componente estratégico que resulta crucial para conocer la cultura material militar del siglo XIX en la Nueva Granada.

Conclusiones

Con los resultados obtenidos, se evidencia que el trabajo de georreferenciación de la batalla de Boyacá sí se puede llevar a cabo a través del análisis de la organización social, propio de la teoría arqueológica. La investigación para conocer la distribución de los combatientes en el territorio durante los diferentes momentos de la batalla permite contestar preguntas que los archivos históricos jamás podrán contestar por sí mismos acerca de los alimentos, las armas, los lugares o las historias que cuentan los vestigios. Se trata de vestigios que probablemente han dejado los peones, soldados o rebeldes, personas cuyos nombres no protagonizaron las narraciones oficiales y no tienen lugar en muchas investigaciones históricas que retratan las prácticas de alimentación o la vida militar durante este contexto histórico. No obstante, no se debe desconocer el valor de estas investigaciones para interpretar lo que podría hallarse bajo esa área del territorio boyacense.

Sin embargo, es importante aclarar que el aporte de esta investigación, más allá de situar coordenadas o destacar la importancia de los estudios arqueológicos, radica en el desentrañamiento de la cultura militar de los ejércitos involucrados en esta batalla. Por tanto, se encuentren o no algunos de estos vestigios de la historia, el estudio sobre la organización social militar realizado es un ejercicio antropológico y arqueológico cuyo aporte puede revelar (desde los estudios militares) la fuerza y la cohesión de un grupo humano que pudo o no haber reproducido jerarquías y simbologías particulares producto de una doctrina militar que vale la pena explorar, puesto que un ejercicio así tiene el potencial de mostrar lo que la arqueología ha revelado durante su paso en la historia reciente de la humanidad: las verdaderas acciones, prioridades e intereses que mantuvieron los seres humanos del pasado en contextos adversos o cotidianos.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer al Centro de Estudios Históricos del Ejército por su apoyo en la realización de este artículo.

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Sobre los autores

Jorge Mauricio Cardona-Angarita es doctor en ciencias sociales y humanas, y magíster en historia de la Pontificia Universidad Javeriana. Es especialista en administración de los recursos militares para la seguridad nacional. Fue pasante del acuerdo marco Colombia- Chile para doctrina 2014, con Armor Captain Career Course en Fort Knox, Kentucky, EE. UU. https://orcid.org/0000-0001-7830-1960 - Contacto: jorge.cardaan@buzonejercito.mil.co

Daniela Trujillo Hassan es antropóloga de la Pontificia Universidad Javeriana. Es investigadora asociada del Centro de Estudios Históricos del Ejército, con experiencia en el estudio de prácticas sociales asociadas a los hábitos humanos en contextos históricos y actuales. https://orcid.org/0000-0002-3840-9106 - Contacto: daniela_trujillo@javeriana.edu.co

Robert Ojeda Pérez es Ph. D. en educación y sociedad de la Universidad de La Salle, magíster en historia de la Universidad de los Andes, especialista en pedagogía y didáctica, e historiador de la Pontificia Universidad Javeriana. Es miembro de número de la Academia de Historia de Bogotá. https://orcid.org/0000-0002-1227-7854 - Contacto: rojeda@unisalle.edu.co

Citación: Cardona-Angarita, J. M., Trujillo Hassan, D., & Ojeda Pérez, R. (2020). La organización social de los ejércitos en la batalla de Boyacá: reconstrucción georreferen- ciada. Revista Científica General José María Córdova, 18(32), 945-967. http://dx.doi.org/10.21830/19006586.665

Declaración de divulgación Los autores declaran que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con el artículo. El artículo es resultado del proyecto denominado “Escenarios bélicos de Boyacá, georreferenciación y organización social de la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819)”, perteneciente al Grupo de Investigación Cultura e Historia Militar del Centro de Estudios Históricos del Ejército.

Financiamiento Los autores no declaran fuente de financiamiento para la realización de este artículo.

Publicado en línea: 1.° de octubre de 2020

Recibido: 28 de Junio de 2020; Aprobado: 04 de Septiembre de 2020

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