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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586On-line version ISSN 2500-7645

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.19 no.33 Bogotá Jan./Mar. 2021  Epub Aug 11, 2021

https://doi.org/10.21830/19006586.657 

Seguridad y defensa

Diplomacia terrorista del Estado Islámico en Trinidad y Tobago. Aproximación desde la geometría del terrorismo

The Islamic State's terrorist diplomacy in Trinidad and Tobago. A Geometry of Terrorism approach

César Niño1  * 
http://orcid.org/0000-0002-1417-6643

Daniel Arturo Palma Álvarez2 
http://orcid.org/0000-0002-5876-8771

1 Universidad Sergio Arboleda, Bogotá D.C., Colombia cesar.nino@usa.edu.co

2 Universidad Complutense de Madrid, España dapalma@ucm.es


RESUMEN.

A partir de una comprensión de la diplomacia y la política exterior más allá del enfoque estadocéntrico, la diplomacia terrorista se entiende como la conducción racional de los intereses internacionales de un grupo terrorista en función de sus objetivos estratégicos particulares. Así, este articulo estudia el caso de la radicalización musulmana en Trinidad y Tobago y el alto número de militantes de este país en el Estado Islámico. Con base en variables push and pull y en la teoría de la geometria del terrorismo, así como en la revisión de estudios precedentes, se determina que la represión y desconfianza del Gobierno hacia los musulmanes, así como la falta de gobernabilidad, más que los aspectos económicos, son factores que explican este fenómeno en el país insular.

PALABRAS CLAVE: integración cultural; ISIS; seguridad internacional; terrorismo; Trinidad y Tobago; yihadismo

ABSTRACT.

Based on an understanding of diplomacy and foreign policy beyond the state-centered approach, terrorist diplomacy is understood as a terrorist group's rational conduct concerning international interests in terms of its specific strategic objectives. Thus, this article studies the case of Muslim radicalization in Trinidad and Tobago and the high number of militants from this country in the Islamic State. Based on the push and pull variables and the theory of the Geometry of Terrorism, as well as a review of previous studies, it is determined that the government's repression and mistrust of Muslims and the lack of governance, more than economic aspects, are factors that explain this phenomenon in the island nation.

KEYWORDS: cultural integration; international security; ISIS; jihadism; terrorism; Trinidad & Tobago

Introducción

Los estudios sobre política exterior y diplomacia han estado representados tradicionalmente por enfoques estadocéntricos y convencionales. Pese a ello, han surgido propuestas dirigidas a comprender que hay otros actores que también poseen política exterior y diplomacia, motivadas por ciertas prácticas subnacionales de este tipo que conservan la lógica convencional. Desde una perspectiva crítica, este artículo asume que los grupos terroristas, particularmente el Estado Islámico (EI), tienen establecida una agenda de acción exterior con capacidad de agencia e influencia sobre objetivos determinados.

A grandes rasgos, el EI es una organización terrorista islámica sunita, cuyo origen se encuentra en Iraq hacia el año 2003, como consecuencia negativa de la inestabilidad en la que se sumió dicho Estado tras el derrocamiento de Saddam Hussein. En una primera etapa, bajo el liderazgo de Abu Musab al-Zarqawi, EI funcionaba como una célula de Al Qaeda en territorio iraquí, cuyo objetivo era combatir la ocupación estadounidense. No obstante, entre 2013 y 2014, con ocasión de la entrada de tropas del EI en territorio sirio, las tensiones entre estas dos organizaciones se hicieron infranqueables, dado el apoyo de Al Qaeda al Frente Al-Nusra (otra de las milicias que operan en Siria), al cual EI había intentado absorber. Fue entonces cuando esta organización terrorista comenzó a funcionar de manera independiente (Ortiz & Caro, 2018).

Es de destacar que, para varios autores (Priego, 2014; Nadal, 2015), el EI funciona como un Estado en todo sentido, ya que controla un amplio territorio, cuya administración se caracteriza por ser jerarquizada y centralizada. Así mismo, cuenta con brazos militares y policiales para garantizar el cumplimiento de la ley islámica (sharía); ha desarrollado estructuras burocráticas para la administración de bienes y servicios, y, aun cuando no tenga un reconocimiento internacional declarado, cuenta con el apoyo financiero proveniente de algunos países árabes (Ortiz & Caro, 2018). Esto lleva también a cuestionarse sobre la pertinencia hoy en día de considerar Estados solamente a aquellos que cuentan con reconocimiento internacional.

Teniendo en cuenta lo anterior, dentro de los estudios sobre terrorismo enfocados en el EI, la mayoría observa con preocupación su capacidad militar y de reclutamiento tanto en Europa como en Medio Oriente. Los principales aportes en la materia se asocian a una lógica de disputa constante entre los recursos naturales de la región, la relación con Al Qaeda, la convergencia de estrategias contraterroristas de las potencias occidentales y una visión compleja sobre la geopolítica. Así, la idAa del califato y la complicidad de algunos regímenes políticos de la región generan preocupaciones sobre la expansión territorial de EI y la configuración de un orden alternativo que ponga en riesgo la seguridad.

Por otra parte, las clásicas preocupaciones occidentales en materia de terrorismo del EI están basadas en la radicalización de europeos y la consecuente conversión de potenciales terroristas que atenten sobre Estados del continente europeo. Al parecer, según esto, el EI es una preocupación exclusiva de las potencias occidentales. Sin embargo, desde una propuesta crítica, esta investigación se enfoca en Trinidad y Tobago (TT), un pequeño país insular del Caribe, con el ánimo de comprender por qué este es el país que más representación tiene en las filas del EI en Medio Oriente. Esta pregunta se aborda ampliando el radio analítico y de explicación clásica en materia de terrorismo, para vincular la noción de diplomacia terrorista y comprender la geometría social de la violencia.

El EI es un grupo con una política exterior activa para el reclutamiento y la lucha por el califato. En efecto, para poder satisfacer sus intereses, se ha valido del reclutamiento masivo de individuos trinitenses, por lo cual este país del Caribe posee una de las tasas más altas de radicalización de combatientes extranjeros del EI en el hemisferio occidental (Cottee, 2019). El reclutamiento de trinitenses para hacer parte del EI tiene una amplia explicación histórica relacionada con insurgencia islámica y un discurso del EI sobre la constante marginación de comunidades musulmanas en TT. Así, se ha creado la convicción en los radicales de que TT es la tierra de humillación e injurias, en contraposición al paraíso prometido, donde la ley de Alá rige cabalmente, materializado en la idea del califato.

Por otra parte, los combatientes trinitenses que deciden regresar a su país y provienen de Medio Oriente lo hacen porque no pierden sus derechos ciudadanos y mantienen las condiciones legales para volver, a pesar de haber pertenecido al EI. Esta investigación intenta explicar la política exterior del EI hacia TT y generar insumos académicos para tomar decisiones sobre dicho fenómeno. El artículo está dividido de la siguiente manera: en primer lugar, se explica el marco analítico referente a la geometría del terrorismo para comprender las dimensiones de la diplomacia de EI y los incentivos trinitenses; en segundo lugar, se explica la diplomacia que ha venido presentando el EI sobre América Latina, y, finalmente, se abordan algunas explicaciones de los estímulos que tienen los habitantes de TT para sumarse al proyecto yihadista.

Aproximación metodológica

Adentrarse en el tema propuesto no es tarea fácil por múltiples factores, entre ellos la falta de cifras precisas de cuántos trinitenses se unen cada año a las filas del EI, dada la porosidad de sus fronteras, que facilita la salida de potenciales yihadistas sin ser notados (McCoy & Knight, 2017, p. 15), así como la variedad teórica y metodológica de abordajes para explicar este fenómeno, que emergen cada vez con mayor frecuencia. Por tanto, lejos de estar agotada, la cuestión requiere mayor exploración y debate, con el objetivo de generar insumos que permitan no solo la comprensión del fenómeno, sino la toma de decisiones políticas, sociales y de seguridad nacional y regional.

A partir de ello, este trabajo asume un enfoque estructuralista con base en la teoría de la geometría social, que atiende dos propósitos específicos. Por un lado, ayuda a entender cómo la globalización ha acortado distancias geográficas y ha hecho posible que los conflictos políticos, sociales, culturales y religiosos alrededor del mundo se superpongan y de alguna manera se equiparen. Esto permite desarrollar el concepto analítico de diplomacia terrorista, que se relaciona con la posibilidad de que organizaciones distintas al Estado se valgan de mecanismos de diplomacia convencionales y no convencionales para alcanzar sus objetivos estratégicos.

Por otro lado, dicha teoría también da luces sobre las causas de los conflictos y la manera en que se aplica la violencia, al hablar de la cercanía o lejanía en los planos sociopolítico, cultural, económico, geográfico, etc., entre individuos y comunidades. En el caso concreto de TT, esto se suma a factores específicos que pueden agruparse en variables de push andpulls con lo cual se obtiene una posible explicación de los incentivos para la radicalización de los musulmanes trinitenses que se aleja de los enfoques clásicos, centrados solo en las desigualdades económicas.

Finalmente, el artículo toma como fuentes secundarias trabajos recientes que indagan en las causas del problema, los cuales, a su vez, han sido elaborados a partir de fuentes primarias, principalmente entrevistas a trinitenses musulmanes y a las autoridades del país. Así mismo, también se usa una entrevista que el mismo EI hizo en 2016 a uno de los tantos yihadistas provenientes de TT, que sirve para ejemplificar las disertaciones teóricas acerca de los incentivos para la radicalización, así como la manera en que opera la diplomacia terrorista y la equiparación de los conflictos.

La geometría del terrorismo

Los estudios sobre el terrorismo han estado cifrados, en buena medida, por su propia definición. Por ello, no están exentos de ambigüedades y, en ocasiones, de conceptos contradictorios (Jore, 2020). De hecho, Sageman (2014) concluyó que el campo de estudio e investigación sobre el terrorismo está estancado. Sin embargo, la agenda de investigación ha tenido algunos aportes orientados a la lucha contra el terrorismo por sus eventos y casos (Jackson, 2012), pero carece de aproximaciones sobre las motivaciones y explicaciones de las interacciones entre individuos, grupos y actores espacialmente distanciados. No obstante, desde una construcción sociológica, puede advertirse que el terrorismo es un comportamiento humano y, como tal, se puede explicar con la geometría social: su ubicación y dirección multidimensional en el espacio social (Black, 2004).

Esta aproximación al fenómeno parte de la sociología pura, que busca explicar el comportamiento social no atendiendo a aspectos psicológicos, sino a través del concepto de geometría social. Las diversas dimensiones del espacio social en las que los agentes se pueden ubicar pueden ser, por ejemplo, horizontales (grado de integración de los individuos en una colectividad), verticales (inequidad y falta de igualdad), corporativas (involucramiento entre grupos), culturales (rasgos compartidos como lengua o religión), normativas (en términos de control social), de ubicación geográfica (distancia o cercanía espacial entre enemigos potenciales), entre otros (Black, 2004).

La observación de estas dimensiones puede ayudar a predecir la probabilidad de que puedan producirse conflictos sociales, y las posibles respuestas violentas -y su intensidad- que estos conflictos puedan incitar. En este sentido, la erupción de un conflicto con un enemigo socialmente distante dará lugar a una respuesta violenta de castigo mucho más intensa que si se tratara de un enemigo cercano. De la misma manera, otras dimensiones también condicionan el grado de intensidad de la violencia y su aplicación: la violencia será distinta si se aplica hacia arriba (en contra de un superior) o si se aplica hacia abajo (contra alguien o un grupo considerado inferior); si se dirige hacia dentro (contra alguien visto como un igual) o hacia afuera (contra alguien considerado "extraño", un "otro"). Así vista, la violencia no es impredecible, sino que sigue patrones geométricos (Black, 2004).

Desde esta perspectiva, el terrorismo, como una forma de violencia organizada y masificada que se ejerce por civiles sobre civiles, tiene una geometría específica: una "geometría del terrorismo". Tiene lugar, entonces, en el marco de una larga distancia social (diferencias culturales, religiosas, económicas, etc.) entre el grupo que se ve a sí mismo como agraviado y aquel que considera su enemigo. Asimismo, se ejerce de abajo hacia arriba, como una manera de "control social" por una colectividad que ve a otra como socialmente dominante. Ahora bien, también se debe tener en cuenta la distancia geográfica, porque este tipo de violencia es posible solo cuando las colectividades no solo tienen diferencias sociales marcadas, sino una cercanía geográfica que permite el contacto físico. Por eso, la aparición del terrorismo solo fue posible en el seno de un mundo globalizado en el que la interconectividad, paradójicamente, lo hizo un lugar de amplias diferencias sociales pero muy pequeño en su superficie (Black, 2004).

La globalización es una revolución en las tecnologías de la información y la comunicación que no solo trae consigo una mayor conectividad, sino que afecta al conjunto de las actividades humanas (Castells, 2000). Esto, a su vez, involucra a la violencia y el terrorismo. En efecto, la tecnología funge como engranaje que permite la mezcla de pueblos y culturas rompiendo las diferencias geográficas y temporales y colectivizando la violencia (Abrahms, 2018; Benmelech & Klor, 2020; Black, 2004). Esto puede explicar cómo los conflictos locales en Medio Oriente -lejanos geográficamente de Europa, pero cercanos por las telecomunicaciones- pueden atraer la atención de individuos que, pese a crecer en ambientes laicos y liberales, se convierten en potenciales yihadistas. Así mismo, explica cómo el espacio físico en el que puede ocurrir un acto terrorista, o en el que se mueve o influye una organización terrorista, puede ser, literalmente, cualquier lugar.

Considerando esto, con base en las variables territoriales y de legitimidad estatal, los Estados con gobernanza limitada y con capacidades reducidas de aplicación de la ley, como TT, se caracterizan por tener un alto número de actividades ilícitas con organizaciones terroristas y criminales (Perliger & Palmieri, 2019). En el caso de TT, sin importar la distancia geográfica, estas actividades se relacionan con el EI. En ese sentido, dentro de la ecuación del poder territorial, el factor de la gobernanza estatal limitada, sumado al de una gobernanza alternativa o subalterna, deriva en un producto altamente riesgoso frente a cualquier fenómeno terrorista y criminal. Así, en la configuración de la geometría del terrorismo, estos factores se convierten en catalizadores que permiten una cercanía por objetivos, ideales y derroteros, aun cuando no compartan una cercanía geográfica.

Diplomacia terrorista del EI hacia América Latina

Desde otro punto de vista, la globalización no solo se entiende -como se ha dicho con Castells (2000)- como una revolución tecnológica en el campo de las comunicaciones, sino también como un cambio en la estructura y funcionamiento del sistema internacional. En efecto, la globalización implica un debilitamiento del Estado-nación, en tanto actor predominante, lo cual da paso a la contigüidad territorial y la pérdida de importancia de las fronteras, y la aparición de actores supranacionales y locales que ahora juegan un papel más relevante en los asuntos mundiales (Otálvora, 2003).

Por tanto, la noción de diplomacia ha sido erosionada en el siglo XXI debido a que los actores no estatales están ahora involucrados en "el arte de responder a los problemas mundiales" (Guilbaud, 2020). Con base en eso, y debido al dinamismo contemporáneo de los asuntos globales, de acuerdo con Diamond y McDonald (1996), la idea de una "multi-track diplomacy" cobra sentido. Esta alude a la construcción de un sistema en el que varios tipos de actores realizan interacciones racionales paralelas en distintos ámbitos: Gobiernos y líderes casi gubernamentales (como los movimientos rebeldes y grupos terroristas) (Guilbaud, 2020).

Por ello no es de extrañar que dentro de la multiplicidad de actores que adquieren relevancia con la globalización también se encuentren los grupos terroristas, entre otras cosas, por dos razones puntuales. En primer lugar, la globalización ha alimentado respuestas contrarias a los efectos universalizadores y homogeneizantes que se desprenden de ella. En este sentido, ha reforzado nacionalismos e identidades culturales que pueden devenir en fundamentalismos, de los que sin duda se alimenta el terrorismo (Mercado et al., 2009). En segundo lugar, como se mencionó, la interconectividad que ha supuesto la globalización ha desterritorializado el accionar terrorista, por lo cual ha podido alcanzar lugares a los que de otra manera no hubiera tenido acceso. Así, esta interconectividad ha ido en detrimento del filtro que suponen las fronteras nacionales, más aún cuando se trata de Estados débiles institucionalmente.

Por esta razón, aun cuando la distancia geográfica entre Iraq y TT es aproximadamente de 10700 kilómetros, esta es simplemente una distancia nominal en un mundo globalizado. América Latina se ha convertido en un espacio atractivo para aumentar la presencia y lazos entre redes y grupos. Esto tiene que ver con que la región latinoamericana es una región estratégica y representa un corredor físico para el paso clandestino de individuos y la realización de actividades ilegales. El bajo control estatal sobre los territorios y las complejidades topográficas son variables que explican esto. Así pues, es relativamente sencillo comprender la atracción que representa América Latina para el EI; pero aun así, no resulta tan fácil explicar por qué tantos trinitenses se suman a las filas del EI en Medio Oriente.

Las interacciones entre grupos, etnias, individuos y actores bajo una causa terrorista incluyen múltiples facetas (Perliger & Palmieri, 2019). Por un lado, las dimensiones de coordinación y cooperación asociadas a la lógica de reducir costos de transacción y de compartir beneficios intangibles representan un escenario propicio para activar la "proto-diplomacia" (Kuznetsov, 2014). Esta protodiplomacia ha sido relacionada con la diplomacia de los gobiernos locales y subnacionales (Cornago, 2018), pero es suficientemente válida para interpretar las acciones de agencia de actores irregulares que buscan un diseño político en la satisfacción de sus intereses, más allá de las locaciones geográficas que los caracterizan. Por otro lado, la evidencia refleja que las motivaciones de una "diplomacia rebelde" (Huang, 2016) o una "diplomacia terrorista" se configuran para resolver obstáculos geométricos de agencia en aras de maximizar sus acciones.

Por ejemplo, en el contexto de Sri Lanka, los Tigres de la Liberación de Eelam Tamil (LTTE) establecieron oficinas extranjeras, "embajadas alternas", y enviaron consejeros políticos para crear la llamada Eelam House en Londres, una oficina que fungía como centro de comunicaciones y de despliegue de información para la toma de decisiones del grupo en Europa (Huang, 2016). En Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), luego del fracaso de las negociaciones de El Caguán (1999), desplegaron una delegación para fortalecer contactos en algunos países europeos. Posteriormente, ya en un proceso de paz (2012-2016), este grupo se valió de la diplomacia rebelde como estrategia de interlocución con actores internacionales, con el fin de obtener objetivos políticos (García, 2019). Situaciones y modelos de "protodiplomacia" o diplomacia rebelde y terrorista también tuvieron lugar con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en el Salvador, que tenía "embajadores" en organizaciones internacionales y una relación especial con los miembros de ETA desde 1980. Y entre otros ejemplos más, la Agrupación Congolesa para la Democracia (RCD) hizo lo suyo haciendo lobby en Washington (Huang, 2016, p. 89).

Así las cosas, aquí se define la diplomacia terrorista como la conducción racional de los asuntos internacionales de un grupo terrorista, con el fin de avanzar en sus objetivos estratégicos particulares. De esta manera, el grupo terrorista constituye una política exterior. Esto implica que, si bien el Estado-nación ha perdido su preponderancia en el sistema internacional, las estructuras y los mecanismos a través de los que funciona siguen siendo relevantes y son revalidados por aquellos actores que han asumido un papel protagónico en el mundo globalizado. Por ende, la diplomacia, entendida genéricamente desde una visión estadocéntrica como la conducción de los asuntos exteriores de un Estado en relación con otros o con organismos internacionales para velar por sus intereses, se asume como un dispositivo usado efectivamente por otros actores, como las organizaciones terroristas, para relacionarse con posibles aliados, amplificar su radio de acción y alcanzar sus metas.

En pocas palabras, organizaciones como el EI aprovechan los medios y marcos regulares, establecidos y legitimados a nivel internacional, para llevar a cabo actividades irregulares.

Dicha manera de conducir los asuntos internacionales ayuda a explicar la conducta del EI hacia América Latina, en especial sobre TT, para reclutar militantes extranjeros que luchen por su causa. Así, si bien en términos geográficos el EI está lejos de América Latina y el Caribe, por la vía diplomática y la generación de incentivos está bastante cerca (Chwiej, 2016). La presencia física del EI en la región es considerablemente baja, pero sus lazos y conexiones empiezan a crecer by proxy por las oportunidades que la región brinda en materia de espacios ingobernados, gobernanzas criminales, corrupción y poco control efectivo de los Estados (Chwiej, 2016; Lessing & Graham, 2019; Müller, 2018).

El atractivo de la región para el EI se debe, además, a que no ha habido discursos oficiales ofensivos contra el grupo1, y en lugar de ello se han reconocido como desmedidas las políticas de Washington sobre el Medio Oriente. Al parecer, América Latina y el Caribe no han securitizado (Buzan et al., 1998; Stritzel, 2014; Williams, 2003) al EI como una amenaza a la seguridad regional, lo que se convierte en una ventana de oportunidad para la extensión de lazos y puentes de influencia. La región también es atractiva estratégicamente para el EI porque provee combatientes para el grupo, que puede generar incentivos que sobrepasan la dimensión económica de un salario mensual para sus nuevos combatientes. La diplomacia terrorista del EI es más parecida a la de un Estado convencional, pues la idea de configurar un califato redunda en una estructura unitaria que proporciona servicios básicos y públicos; entonces, al ser su política exterior una política pública, el EI tiene la estructura, la agencia y la capacidad de acción exterior de un Estado. De hecho, podría advertirse la naciente formación de una gobernanza terrorista.

Incentivos trinitenses para la lucha extranjera

Los estudios más recientes sobre las razones que incentivan la radicalización de personas y su potencial conversión en miembros de organizaciones terroristas como el EI han dejado atrás la mirada simplista que atribuía este fenómeno a causas económicas como la pobreza (Aldrich & Mahabir, 2019). De hecho, esto puede verse en el caso concreto de TT: a diferencia del imaginario colectivo sobre el país, esta pequeña nación caribeña ha mostrado cifras económicas positivas desde los años noventa, que se reflejan en un incremento constante en el Indice de Desarrollo Humano (IDH) (que mide el desarrollo de los Estados a partir de tres dimensiones: salud, educación y estándar o nivel de vida), lo que la ubica en el puesto 63 de 189 países, compartiendo lugar con Serbia (United Nations Development Program [UNDP], 2019, p. 2).

En cifras exactas, el IDH de TT (0,799) está por encima del promedio que presentan los países de América Latina y el Caribe (0,759). Esto se traduce en que, de los 1,3 millones de habitantes, solo un 0,6% de la población (9000 personas) son catalogados por la ONU como pobres, con un 3,7 % (50 000 personas) en situación de vulnerabilidad (UNDP, 2019, pp. 4-6). No obstante, si bien es cierto que los números muestran un buen rendimiento, esto no quiere decir que la economía de TT sea completamente estable, dado que, al estar basada en el petróleo, es altamente sensible a las variaciones internacionales del precio del crudo, por lo cual también ha tenido periodos de recesión (Robles & Vargas, 2012, p. 9).

Por tanto, las causas económicas parecen poco probables -aunque no completamente descartables- para explicar el auge de la radicalización de la población musulmana de TT. Entonces, ¿qué factores explican que alrededor de 2 de cada 1000 musulmanes trinitenses, de una población total de 65 000, se encuentren en las filas del EI (Aldrich & Mahabir, 2019)? Para resolver este interrogante, los expertos se inclinan por otros aspectos ligados a la situación sociopolítica dentro de los países que son categorizados como variables de push and pull (Khalil & Zeuthen, 2014). Este modelo explicativo ayuda a entender las motivaciones por las cuales las personas deciden permanecer en un lugar o emigrar, una vez que realizan cálculos de costo-beneficio y eligen la opción que les resulta más ventajosa (Micolta, 2005).

Para el caso concreto del terrorismo, dentro de las primeras variables (push) se encuentran las condiciones del ambiente social, cultural y político que incentivan la propagación de la violencia extremista, como la represión por parte del Gobierno, la corrupción, la impunidad y la falta de gobernabilidad. A su vez, en las segundas (pull) se pueden catalogar aquellos factores que afectan de una forma muy personal a los potenciales militantes, como la facilidad de acceso a material propagandístico de las organizaciones terroristas, la posibilidad de empoderamiento a través de la radicalización, la necesidad de responder a una llamada a defender la religión frente a quienes la amenazan, entre otros (United States Agency for International Development [USAID], 2011, en Aldrich & Mahabir, 2019).

En TT, estas variables juegan un papel importante y dan luces para entender la radicalización que allí tiene lugar. Así, en cuanto a las variables push, la sensación de represión estatal por parte de una minoría se superpone con la idea de sentirse perseguido por cuenta de la filiación religiosa. Esto queda claro en las entrevistas realizadas por Aldrich y Mahabir (2019), en las que se pudo constatar que los musulmanes trinitenses sienten que la actitud de desconfianza por parte del Gobierno, en tanto los considera una población peligrosa y como potenciales terroristas, ha hecho que la represión gubernamental hacia ellos sea desproporcional. Por tanto, la consecuencia inmediata de esto sería la radicalización de sus miembros (Aldrich & Mahabir, 2019).

La desconfianza y la subsecuente represión por parte del Estado trinitense contra su población musulmana se explican a partir de un episodio del pasado reciente que amenazó el orden sociopolítico de esta nación y que protagonizó esta minoría. A finales de los años sesenta, el imam Yasir Abu Bakr fundó Jamaat Al Muslimeen, una organización musulmana que en un comienzo proveía ayuda, recursos y espacios para la socialización de la comunidad musulmana, y que manejaba un discurso crítico frente a la corrupción estatal y a problemas de racismo, inequidad y pobreza de la comunidad afromusulmana en TT (McCoy & Knight, 2017, p. 9). Si bien en un comienzo el grupo fue pasado por alto por el Gobierno, sus relaciones se deterioraron a la luz de sus actos de resistencia y las acciones ilegales que estaban llevando a cabo, como tomar ilegalmente tierras baldías para la construcción de casas y mezquitas para sus miembros (Aldrich & Mahabir, 2019).

Las tensiones fueron aumentando hasta que la justicia trinitense ordenó a Jamaat Al Muslimeen abandonar las tierras ocupadas, abriendo la posibilidad de que su mezquita fuera destruida, lo que llevó a esta organización a cometer acciones violentas. Aunque este hecho fue el detonante, en el fondo de las tensiones estaba la percepción de que los intereses económicos y políticos de las elites seguían marginando a la población afro y musulmana en favor de la de ascendencia indígena (McCoy & Knight, 2017, pp. 9-10). Así, el 27 de julio de 1990, miembros armados de Jamaat Al Muslimeen se tomaron el parlamento y los edificios de la televisión pública, luego de lo cual Abu Bakr declaró un golpe de Estado y anunció nuevas elecciones. No obstante, aunque este intento fracasó debido a que el grupo no contaba con la suficiente fuerza para tomar el control de la totalidad del territorio ni contaba con el apoyo popular necesario (Aldrich & Mahabir, 2019), según los expertos que investigaron los hechos, el golpe tenía unas intenciones ideológicas más profundas, que consistían en el deseo de que TT se convirtiera en un Estado islámico (Simmons et al., 2014).

Como consecuencia de los graves hechos acontecidos, dado que este ha sido el único intento de insurrección que ha involucrado a un grupo musulmán en la región (McCoy & Knight, 2017, p. 9), no es de extrañar que el Estado trinitense siga viendo con recelo a la comunidad musulmana en general. Más aún si se tiene en cuenta que ha habido impunidad a la hora de castigar a los miembros de Jamaat Al Muslimeen, quienes, pese a que fueron hallados culpables (luego de que su amnistía fuera invalidada), no fueron encarcelados, e incluso muchos de sus miembros, entre ellos Abu Bakr, siguen enseñando la ideología que profesaba Jamaat Al Muslimeen (Aldrich & Mahabir, 2019). Igualmente, existe evidencia de que dicha organización y otras que nacieron de esta están involucradas en actos criminales de extorsión y cobro de impuestos sobre la venta de drogas ilícitas (McCoy & Knight, 2017, p. 11).

Por otra parte, respecto a las variables de efecto pull se puede decir que la diplomacia terrorista de EI ha roto las barreras geográficas por la interconectividad que conlleva la globalización, lo que hace relativamente sencillo el acceso de potenciales yihadistas trinitenses a material propagandístico del EI. Esto es significativo porque, tal como se pudo observar en el ejemplo de Jamaat Al Muslimeen, la comunidad musulmana en TT tiene un alto sentido del empoderamiento comunitario a través de la organización, que es justo lo que ofrecen hoy en día grupos terroristas como el EI. Este grupo opera como una "organización terrorista híbrida", esto es, para Boaz Ganor (2012), una organización que funciona mediante tres estrategias distintas pero coordinadas: la militar, en términos de acciones terroristas; la política, que atañe al alcance de sus objetivos políticos e ideológicos, y la social, que se relaciona con la oferta de servicios de bienestar para sus militantes (Ganor, 2012).

Así mismo, esto ha permitido equiparar los conflictos religiosos que involucran al islam alrededor del mundo, con lo cual se ha generalizado la idea de un enemigo común enmarcado en las figuras del "no creyente", el "infiel" o el "cruzado". Es, por tanto, la cara inversa, paradójica, de la misma lógica que subyace a la guerra contra el terrorismo, en la que se engloban en las categorías de "terrorista" o "amenaza terrorista" a todos los que rechacen los preceptos políticos liberales mediante sus acciones violentas y el uso sistemático del terror. Este aspecto sobresale en el discurso de los militantes trinitenses del EI. En 2016, en una entrevista de la revista propagandista Dabiq a Abu Sa'd at-Trinidadi, uno de los cientos de ciudadanos de TT que hacen parte de las filas de EI, este yihadista era tajante en equiparar los conflictos al hacer un llamado a atacar a los "cruzados" en cualquier parte del mundo, sin distinguir entre nacionalidades, con lo que daba a entender que se trata de la misma amenaza, sea cual sea el espacio geográfico del que se hable:

Atacar los intereses de la coalición de Cruzados más próxima, incluyendo sus embajadas, negocios y "civiles". Quemar sus instituciones de gobierno justo cuando tratan de bombardear nuestros edificios donde la ley de Alá se mantiene. Sigan el ejemplo de los leones en Francia y Bélgica, el ejemplo de la pareja bendecida en California, y los ejemplos de los caballeros en Orlando y Niza. (Dabiq, 2016, p. 69)

En este orden de ideas, en el caso de TT operan al menos dos de las dimensiones contempladas por la geometría social para explicar los conflictos. Por un lado, existe verticalidad en la medida en que hay una jerarquía difusa que divide a un grupo que comparte aspectos sociales y religiosos, por lo cual se ven a sí mismos como oprimidos por un Gobierno que se comporta de manera injusta con ellos. Por ende, desde su punto de vista, la violencia se convierte en un medio legítimo de resistencia. Ahora bien, la verticalidad también funciona de arriba hacia abajo, en tanto que el Gobierno asume una actitud de desconfianza y represión constantes frente a una minoría que está relativamente alejada del resto de la población en términos culturales, que ha mostrado la capacidad de amenazar la institucionalidad (como quedó claro con el intento de golpe de Estado) y cuya religión, dadas las lógicas actuales de lucha contra el terrorismo, se encuentra en el centro de los conflictos religiosos globales.

Por otro lado, en el plano horizontal, las diferencias entre una población musulmana minoritaria que se siente maltratada y una población mayoritariamente cristiana (de la que también hacen parte los dirigentes del Gobierno) intensifican la falta de integración, hasta el punto de que quienes se radicalizan y terminan sirviendo a los propósitos del EI no consideran que TT sea el lugar al que realmente pertenecen, sino que es la tierra que los somete a injusticias y humillación. En este aspecto, las palabras de Abu Sa'd at-Trinidadi vuelven a ser reveladoras al hacer un llamado a sus correligionarios trinitenses para que migren al califato establecido por el EI, considerada por el yihadista como la tierra soñada en donde rige realmente la ley de Alá:

A los que conozco que han aprendido el buen credo, les digo: ¿qué les pasa? Han sido embabucados y engañados por el diablo. Han pasado los años y aún no han hecho el hijra a la tierra del Islam, su tierra, el lugar del que solíamos hablar y con el que soñábamos. Esta se ha hecho realidad, y aun así se han convertido en uno de los que se quedaron atrás. Querían que sus hijos vivieran en una tierra donde la ley de Alá es la más alta, pero ahora permanecen en un lugar donde no tienen honor y los obligan a vivir en la humillación, subyugados por los incrédulos. (Abu Sa'd at-Trinidadi, 2019, p. 69)

Ahora bien, al verse a sí misma como una minoría oprimida e injustamente tratada por el Estado, esta comunidad encuentra un motivo para desarrollar un sentido de solidaridad y pertenencia que los acerca en el plano horizontal en cuanto a integración y organización. Esto no tendría por qué ser un aspecto negativo per se, por cuanto son factores genéricos de empoderamiento comunitario. No obstante, pese a que no se puede generalizar, en TT la organización de esta comunidad también ha desencadenado acciones violentas, como lo demuestra el golpe de Estado de 1990; más recientemente se ha traducido en una necesidad de tomar la justicia por mano propia cuando se percibe una ofensa o agresión en contra de sus miembros.

En efecto, varios de los musulmanes trinitenses que hoy en día están en las filas del EI, como Abu Sa'd at-Trinidadi, iniciaron su vida delictiva en las calles de TT organizados en pequeños grupos o pandillas involucrados en delitos menores (McCoy & Knight, 2017, p. 17). Una vez más, el mismo yihadista se refiere a sus primeros años de militancia en la nación caribeña en los siguientes términos:

Yo, junto con mis hermanos en el Islam, Abu Abdillah (otro converso del cristianismo), Abu 'Isa, y varios otros hermanos de Trinidad que más tarde, después de nosotros, hicieron hijra, formamos un grupo y nos ocupamos de algunos de los problemas de los musulmanes con los que la gente temía tratar. [...] sabíamos que no podíamos quedarnos sentados y soñar sin hacer nada, entonces, cuando los incrédulos de Trinidad mataban o le hacian daño a un musulmán, tomábamos venganza. Trabajábamos para acumular dinero y comprar armas y municiones [...]. (Abu Sa'd at-Trinidadi, 2016, pp. 65-66)

A la luz de todo lo anterior, se puede determinar que hay un círculo interminable de desconfianza y violencia que amplía aún más las diferencias sociales en el interior de la comunidad trinitense, lo que hace más probable la radicalización. Así, tomar medidas políticas, sociales y culturales encaminadas a cerrar las brechas de integración, desde un enfoque intercultural y desde el Estado, podría ser la clave para reducir los riesgos de que una organización terrorista como el EI logre su cometido de reclutar potenciales yihadistas en un Estado tan lejano al Medio Oriente como TT. Las pruebas de que esto es posible provienen de los mismos trinitenses musulmanes entrevistados por Aldrich y Mahabir (2019), quienes consideran que, a diferencia de la actitud represiva asumida por el Estado, en la cotidianidad, al interior de las comunidades locales, tienen una convivencia pacífica con sus vecinos cristianos y, más aún, se sienten respetados (p. 3).

Finalmente, también es importante resaltar que los diversos estudios sobre la radi-calización en TT han demostrado un nexo directo entre la criminalidad, la violencia de pandillas y la debilidad de control estatal. Esto se torna más preocupante si se tiene en cuenta que la región del Caribe tiene la segunda tasa de criminalidad más alta detrás de África. Concretamente, entre 2008 y 2014, TT se ubicó entre los diez países con las tasas de homicidio más altas del mundo (30-40 asesinatos por cada 100 000 habitantes); el 60 % de esos homicidios es resultado de la violencia entre pandillas (McCoy & Knight, 2017, p. 21). Por tanto, las medidas interculturalistas para la integración de la comunidad no pueden ir desligadas de una mejora en la seguridad, no solo nacional sino regional. Esto implica, por un lado, reducir los índices de violencia que aquejan a la población en el día a día y, por otro, controlar de una manera más efectiva la porosidad de las fronteras del país, para evitar la libre circulación de potenciales yihadistas hacia Medio Oriente y el norte de África (sobre todo a través de Venezuela).

Conclusión

En su mayoría, los estudios sobre diplomacia y política exterior han estado centrados en el análisis del rol estatal y las acciones de los tomadores de decisiones convencionales. Los marcos analíticos han respondido, también en su mayoría, a entender las interacciones de dicha función alrededor del concepto estadocéntrico del interés nacional. Sin embargo, las nuevas dimensiones sobre la racionalidad de actores no estatales también abren la puerta para comprender lógicas asociadas a la política exterior y la diplomacia no convencionales.

En un mundo globalizado en el que el Estado-nación ha perdido el papel protagónico, se puede observar cómo los nuevos actores han asumido los mecanismos estatales para su accionar. Esto se ve bien ejemplificado en el caso del EI, que controla un territorio, cuenta con los medios coercitivos para imponer orden y hacer obedecer la ley islámica (sharía), e igualmente ha logrado consolidar estructuras para prestar bienes y servicios. En esta misma línea, la diplomacia terrorista se comprende como uno más de los mecanismos tomados de los Estados y adaptados para hacer valer sus intereses (entre ellos, conseguir financiación y reclutar potenciales yihadistas). Todo esto pone en cuestión la visión esta-docéntrica clásica de que sin reconocimiento internacional no hay Estado y que, por ende, no habría cabida para hablar de diplomacia.

Ahora bien, desde una perspectiva desprevenida, no parecería haber relación alguna entre TT y el EI, debido a que su ubicación geográfica distante distorsiona la realidad. Pero, en efecto, como se ha mostrado, el EI ha venido desarrollando una exitosa diplomacia terrorista para vincular militantes trinitenses a sus filas, valiéndose en gran medida de las condiciones sociales en las que se encuentra la población musulmana en el país insular.

Así, este artículo pone en evidencia las limitaciones de los estudios sobre política exterior al adoptar perspectivas estadocéntricas convencionales. En este sentido, la propuesta analítica y la aproximación metodológica expuesta en este trabajo significan un aporte a los estudios no tradicionales sobre la paradiplomacia y la seguridad internacional, en este caso sobre el EI en TT. Con base en la geometría del terrorismo, se logró demostrar que los factores analizados bajo las variables de push and pull y la diplomacia terrorista han roto las barreras geográficas por la interconectividad que ha traído consigo la globalización, lo que ha facilitado el acceso de potenciales yihadistas trinitenses al material propagandístico del EI. Por lo tanto, cobra una especial relevancia la aproximación a las motivaciones de los trinitenses a sumarse al EI y, a su vez, las capacidades de acción exterior que dicha organización ha generado para construir puentes y vasos comunicantes en una región apartada geográficamente. La geometría del terrorismo constituye, entonces, un marco analítico viable para ampliar los horizontes de estudios e investigaciones sobre las motivaciones e incentivos que están en juego en dicha relación.

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1La ausencia de pronunciamientos oficiales en contra de organizaciones como el EI también puede deberse al hecho de que la región no ha sufrido directamente las acciones terroristas del fundamentalismo islamista. Posiblemente, la única excepción considerable fue el atentado con carro bomba contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires en 1994. Las investigaciones concluyeron que se trató de una acción del terrorismo chiita, lo que condujo a acusar al Gobierno de Irán de haberlo planificado y al partido Hezbolá de Líbano de llevarlo a cabo. Se trató del peor atentado terrorista en la historia de Argentina, en el cual perdieron la vida 85 personas (Smink, 2019).

Sobre los autores

César Niño es Ph. D en derecho internacional de la Universidad Alfonso X El Sabio (España), magíster en seguridad y defensa nacionales de la Escuela Superior de Guerra y politólogo e internacionalista de la Universidad Sergio Arboleda. Director de investigación y profesor asociado de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. https://orcid.org/0000-0002-1417-6643 - Contacto: cesar.nino@usa.edu.co

Daniel Arturo Palma Álvarez es candidato a doctor en ciencias políticas y de la administración y relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid (España), magíster en teoría política de la Universidad de Essex (Inglaterra) y politólogo de la Universidad del Rosario (Colombia). https://orcid.org/0000-0002-5876-8771 - Contacto: dapalma@ucm.es

Citación: Niño, C., & Palma Álvarez, D. A. (2021). Diplomacia terrorista del Estado Islámico en Trinidad y Tobago. Aproximación desde la geometría del terrorismo. Revista Científica General José María Córdova, 19(33), 75-90. http://dx.doi.org/10.21830/19006586.657

Declaración de divulgación Los autores declaran que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con el artículo.

Financiamiento Los autores no declaran fuente de financiamiento para la realización de este artículo.

Publicado en línea: 1.° de enero de 2021

Recibido: 14 de Julio de 2020; Aprobado: 04 de Noviembre de 2020

*CONTACTO: César Niño cesar.nino@usa.edu.co

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