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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586On-line version ISSN 2500-7645

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.19 no.35 Bogotá July/Sept. 2021  Epub July 01, 2021

https://doi.org/10.21830/19006586.785 

Dossier

La polemología como aporte metodológico para profundizar la historia de la guerra

Polemology as a methodological contribution to deepen the history of warfare

Nicolás Fernando Llantén Quiroz1  * 
http://orcid.org/0000-0001-8897-7585

1 Universidad Diego Portales, Santiago, Chile Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile nicolas.llanten@mail.udp.cl


RESUMEN.

Este artículo analiza el desarrollo de la polemología, sus aportes metodológicos y su enfoque explicativo sobre el fenómeno de la guerra, de cara a la nueva perspectiva historiográfica propuesta por la historia de la guerra. A través de un análisis inductivo, se vincula la necesidad de renovar la perspectiva interpretativa sobre el fenómeno de la guerra con las circunstancias y motivaciones que motivaron el surgimiento de la polemología, para plantear esta como un aporte de gran importancia para el desarrollo del nuevo campo de estudio de la historia de la guerra. Como resultado, se hallan coincidencias sobre la necesidad de ampliar el enfoque más allá del ámbito militar y superar el uso político de la historia de la guerra como pura descripción de eventos bélicos.

PALABRAS CLAVE: guerra; historia de la guerra; historiografía; paz; polemología

ABSTRACT.

This article analyzes the development of polemology. Its methodological contributions and explanatory approach to the phenomenon of war are countered with the new History of War's proposed historiographical perspective. Through an inductive analysis, the need to renew the interpretative perspective on the phenomenon of war is linked to the circumstances and motivations leading to the emergence of polemology. It proposes this all-important contribution as essential to developing the new History of War field study. Its results bolster the need to broaden the approach beyond the military sphere and overcome the political use of the History of War as a mere description of war-related events.

KEYWORDS: historiography; peace; polemology; war; war history

Introducción

Desde que ha existido constancia de su desarrollo, las temáticas bélicas han sido tratadas en la historia durante milenios. Una y otra vez, los acontecimientos de la guerra, tan complejos y trascendentales, aparecen sucesivamente en las narraciones de los pueblos. Debido a ello, se puede entender el hecho de que su estudio historiográfico ha sido constante.

Llegado el siglo XIX, y con el desarrollo de la historia como un área de investigación académica, la guerra pasó a ser también un tema de importante discusión, sobre todo por su relación casi inseparable (según se veía en la época) con la política y el Estado nacional (Clausewitz, 1989). Producto de esa correlación casi absoluta, el acercamiento entre la disciplina historiográfica y el estudio de la guerra impulsó un evidente sentido de lo narrativo y lo heroico, cuyo objetivo era más bien contar hazañas, con gran lujo de detalles, para presentar ante el lector la magnificencia de la nación en armas (Fuller, 1972). Esto es lo que autores posteriores, como John Keegan, por ejemplo, definirían como piezas de batalla (Keegan, 2013).

Posteriormente, el siglo XX y las graves consecuencias de las dos guerras mundiales hicieron mella en las investigaciones históricas, que buscaron entonces disociarse del estudio de los hechos bélicos y reemplazarlos por otros de mayor importancia, según las corrientes estructuralistas del periodo (Burke, 1999). Por esta razón, el estudio de la guerra en la historiografía se mantuvo prácticamente anquilosado durante años hasta que, entre las décadas de los sesenta y los setenta, el influjo de nuevos enfoques interpretativos promovió la intención de cambiar las perspectivas de acercamiento a los fenómenos bélicos (Borreguero, 2016).

Sin embargo, es interesante apreciar cómo, ya en la época de los treinta del siglo pasado, desde el área de las investigaciones sociológicas, Gastón Bouthoul exponía la importancia del estudio de la guerra desde aspectos más amplios y exhaustivos que los contemplados hasta el momento (Molina, 2007). Este autor francés fue uno de los pocos que advirtió prontamente la necesidad de un estudio profundo de estos hechos con el objetivo de comprenderlos mejor y, de ser posible, evitarlos en un futuro próximo (Molina, 2014). A pesar de ser acusado muchas veces de reduccionista, la obra de Bouthoul plantea unas interrogantes muy profundas. Además, presenta un modelo de interpretación y de conocimiento sobre la guerra que puede ser muy dúctil y aplicable al campo de la investigación histórica, principalmente por su sentido pragmático y realista, lo cual ayuda muchísimo a complementar y ampliar los trabajos historiográficos sobre esta temática.

Por lo tanto, esta investigación busca abordar los puntos en común que existen entre los planteamientos interpretativos que promueve la polemología de Bouthoul y la nueva propuesta teórica que desarrolla la historia de la guerra. Esta propuesta se hace en vista de que la actual configuración investigativa desarrollada por la historia militar resulta insuficiente para desarrollar una mayor comprensión y entendimiento del fenómeno-guerra, y muchas veces impide concebir un proceso más analítico en el entendimiento de las complejidades que involucra una guerra (Rabinovich, 2015).

En consecuencia, esta investigación se despliega como sigue. A través de un análisis inductivo y profundo de ambos enfoques, se expondrá, en una primera parte, el surgimiento de los estudios polemológicos y su correspondiente arista interpretativa, principalmente a nivel metodológico, como punto de partida clave para generar un cambio en el sentido del estudio y la comprensión del fenómeno de la guerra. A continuación, se abordan los esfuerzos y desarrollos que ha tenido el campo de la historia con respecto al estudio de la guerra; el cambio a nivel historiográfico debido a la incorporación de nuevas perspectivas teóricas, y cómo en los últimos años, si bien han sido patentes los esfuerzos por ampliar y profundizar en los hechos, se evidencia la necesidad de realizar un nuevo giro en la investigación histórica, conocido como historia de la guerra.

Finalmente, la última parte se refiere a la correlación y el puente que se puede tender entre ambas disciplinas, sobre todo por los campos de investigación que pueden abrirse y sus consecuencias en los estudios históricos. También se indaga si las propuestas interpretativas de Bouthoul pueden tomarse como un punto de vista que complemente y conjugue los elementos necesarios para permitir un estudio más acabado y claro de lo que concita el desarrollo de una guerra, ya que muchas veces este fenómeno se aborda desde una óptica más descriptiva que propositiva, confundiendo así el contar o narrar con el interpretar y comprender.

La polemología: la ciencia de las guerras

Gaston Bouthoul es, sin duda, uno de los más prominentes y a la vez desconocidos pensadores sobre temáticas bélicas. Nacido en Monastir, Túnez, en 1896, durante el periodo de la ocupación francesa, al parecer perteneció a un sector económico y social de riqueza media, de origen judío, lo que le permitió contar con suficientes recursos para desempeñarse en múltiples estudios (Molina, 2014, p. 204). Poco más se sabe de su vida hasta su arribo a diferentes instituciones universitarias francesas tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Sabemos que en París obtuvo dos licenciaturas, las de derecho y letras; sin embargo, sus aptitudes académicas más profundas pronto tornarían hacia otros rumbos.

Producto de sus ansias por desarrollar una carrera académica en las universidades francesas, inició un largo proceso intelectual y comenzó a decantarse entre dos grandes áreas: por una parte, la economía política (interesado principalmente por la idea de los ciclos económicos, las crisis y la estadística) y, por otra el estudio de la demografía, la cual lo llevaría finalmente al estudio en profundidad de la sociología (Molina, 2008). Bouthoul pronto dejó de lado la economía política, principalmente debido a que, si bien parecía razonable la orientación de su propuesta como metodología de la explicación de las crisis económicas a gran escala, existían factores que escapaban de su análisis y que debían ser desarrollados mucho más enfáticamente, y que solo podrían investigarse desde otro punto de vista más amplio y socialmente más atrayente, sobre todo en las décadas posteriores a la Primera Guerra Mundial. De esta forma, en parte por la coyuntura sociocultural del periodo, pero también por las propias ambiciones académicas que no fructificaban, decidió involucrarse más en los estudios sociológicos.

Fue durante la década de los treinta cuando el pensamiento de Bouthoul comenzó a consolidarse. En sus estudios demográficos, notó cierta correspondencia entre los ciclos de crecimiento de población, la expansión de esta y el inicio de diversos conflictos. Instintivamente, planteó buscar respuestas a preguntas que podían parecer insospechadas ante la evidencia de ese momento: ¿existe alguna correspondencia entre la población y el desarrollo de los conflictos? Y de ser así, ¿qué implica dicha relación en cuanto a la periodicidad de las guerras? Ambas preguntas, con total seguridad, trascendieron la obra de Bouthoul y, por cierto, dieron paso al desarrollo de lo que posteriormente se conoció como la polemología.

Las aplicaciones de la sociología y el desarrollo de nuevas posibilidades para investigaciones a nivel académico se consolidaron fuertemente tras el Tratado de Versalles. La idea de entender que la paz no solo era un supuesto, sino también una necesidad básica para sortear los horrores de la matanza, llevaron a diversos autores a buscar interpretar de mejor manera los hechos bélicos y sus consecuencias, e indagar, sobre todo, si era posible concebir una manera de evitar las guerras a toda costa. En estas circunstancias se encontraba Bouthoul cuando, en los análisis con respecto a la natalidad y las consecuencias de las muertes en la sociedad francesa durante la guerra, advirtió claramente que podría existir una correlación entre el número de habitantes, su expansión y aumento, y la periodicidad con que se correspondían. Esta premisa fue desarrollada en su primer trabajo relacionado directamente sobre el tema, conocido como La population dans le monde (1935). En los años siguientes, previos al inminente estallido de una nueva conflagración, Bouthoul, que anteriormente había logrado trazar un punto de correlación entre las guerras y la variable composición de la población durante periodos constantes, redactó el gran tratado que sentaría las bases de lo que ya se venía consolidando como la nueva perspectiva de la polemología. Dicha investigación fue Sur les fonctions présumées et lapériodicité des guerres (1939), publicada justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Esta obra plantea la notable correlación entre los cambios y vaivenes en la población europea y el desarrollo de los conflictos, sobre lo cual concluye que cuando los movimientos poblacionales alcanzan ciertos picos de aumento los conflictos se desarrollan. Y que, además, en el transcurso de cada generación (es decir, alrededor de unos treinta o treinta y cinco años), producto de estas mismas fluctuaciones, es cuando tiene lugar una guerra. Fruto de su velado malthusianismo -cuestión que durante mucho tiempo trató de desentrabar (Molina, 2014, pp. 208-209)-, la obra de Bouthoul no fue tomada en consideración en el momento de su publicación, sobre todo por las prácticas políticas francesas de la época, totalmente pronatalistas, que fueron consolidadas en el nuevo Código de la Familia de 1939.

La hecatombe generada por la Segunda Guerra Mundial estableció no solo que la paz era una necesidad imperiosa, sino también que buscar su desarrollo a gran escala y evitar las masacres era ya un fin en sí mismo, más que solo un cándido idealismo. De esta manera, en 1945, Bouthoul se embarcó definitivamente en su magna empresa de desarrollar y sentar las bases definitivas de lo que venía planteando con la fundación del Instituto Francés de Polemología, que, si bien marca un gran paso para la consolidación de los nuevos estudios, prácticamente sobrevivió sin fondos hasta la década de los sesenta. En ese momento, el instituto obtuvo el patrocinio del Gobierno y el ejército francés, principalmente por la coyuntura en la cual se encontraba el mundo bipolar de entonces.

Ahora bien, sería erróneo pensar que Bouthoul no logró mayores progresos en su trabajo durante este tiempo, ya que, pese a ser unos escuálidos años a nivel de recursos, en la época resaltan dos grandes publicaciones: la primera, Cent millions de morts (1946), y la segunda, por su supuesto su obra más conocida, Les guerres. Éléments de polémologie (1951). Con la primera llega a la conclusión de que debe existir una ciencia específica que se dedique al estudio de las guerras, la cual debe ser tratada con todo el rigor y la disciplina científica que amerita tamaña problemática. Esta ciencia de las guerras es lo que él denominaría con el neologismo polemología (Molina, 2007, p. 122). La segunda es considerada, sin duda, la obra en que mayormente condensa y plantea sus propuestas polemológicas con gran claridad y elocuencia, por lo cual fue traducida a múltiples lenguas y reeditada como un clásico dentro del pensamiento sobre las temáticas bélicas en 1970.

Bouthoul fue un pensador que no descansó con una única investigación. Supo que las propuestas que estaba esbozando no se podían agotar por los marcos de la academia de la época, de manera que también incursionó directamente en la sociología. Publicó entonces un novedoso trabajo, llamado Traité de sociologie. Sociologie dinamyque (1954), que, en conjunto con otras dos grandes obras, Biologie sociale (1957) e Histoire de la sociologie (1958), plantea que el cambio de enfoque sobre la temática de las guerras debe ir acompañado también de un cambio de perspectiva en el aparato metodológico de la sociología. Para ello parte de la premisa comteana statique-dinamique para exponer que las particularidades de las guerras y la dificultad que conllevan en el planteamiento de la investigación necesariamente requieren de un constructo teórico más completo y acabado. Este constructo lo desarrollaría el estudio de la polemología.

La vinculación con el Estado francés proveyó al instituto de recursos suficientes para dinamizar y profundizar adecuadamente la teoría de Bouthoul. En el transcurso de las décadas de los sesenta y setenta, aparecieron sus revistas periódicas. La primera fue Guerres etpaix (1966-1970) y la segunda (que se siguió publicando tras la muerte del autor) fue Études Polémologiques, que se publicó entre los años 1970 y 1992. Por sus más de 3000 publicaciones transitaron todo tipo de investigadores, tanto militares como civiles, entre los cuales se destaca la figura de Julien Freund, amigo de Bouthoul y gran colaborador en los estudios de polemología (Molina, 2014, p. 212).

En los sesenta, el trabajo de Bouthoul se consolidó, y en esos años encontró la cúspide de su difusión con la publicación de otro de sus grandes textos, Sauver la guerre. Lettre aux futurs survivants (1962). Este libro recibió el Prix Littéraire International de la Paix, al ser considerado uno de los máximos promotores de una paz real y práctica, que es básicamente de lo que trata el texto, al desmitificar la idea de la paz promovida por los centros de estudios académicos y plantear que la única manera de concebir una paz real es mediante un estudio sistemático y práctico del desarrollo, pero también de las consecuencias y complejidades sociales que involucra en sí mismo el fenómeno-guerra.

Durante los años siguientes, Bouthoul continuó trabajando y profundizando en su obra, a pesar de que el patrocinio del Gobierno fue menguando hacia finales de la década. Gracias al impulso de sus obras y a la apertura de algunos centros de estudios polemológicos en otras partes del mundo, la polemología hubo de incluirse como uno más de los recursos interpretativos que pueden adoptarse con respecto al estudio de las guerras. Su muerte, acaecida en 1980, cayó casi de improvisto, puesto que el creador de la polemología seguía entonces trabajando y publicando. Esto se reflejó en publicaciones póstumas en conjunto con otros autores, tales como el general R. Carrére y J. L. Annequin (Molina, 2014, pp. 217-218). Los cimientos del nuevo enfoque y la propuesta de Bouthoul sin duda aportan y contribuyen a los nuevos debates teóricos y metodológicos con respecto al estudio de los conflictos, en momentos en que, a nivel historiográfico, ocurría una situación similar, como se aborda a continuación.

Los estudios historiográficos de la guerra: una larga discusión

La historiografía como disciplina académica emergió en la Europa del siglo XIX. Acabada la gran contienda napoleónica, las universidades y los pensadores de la época, imbuidos de las nuevas propuestas venidas de la ciencia, buscaron aplicar estos modelos a todos los ámbitos del conocimiento. En el caso particular de la historia, es principalmente L. von Ranke quien marcó el punto de partida para el comienzo de esta novedosa propuesta investigativa (Bourdé & Martin, 1992).

Desde la Antigüedad, el tema de la guerra siempre fue relevante en historiografía. Al inaugurarse el estudio académico de la historia, las investigaciones sobre la guerra se condicionaron por el desarrollo del gran sujeto histórico del periodo, que correspondía al recientemente formado Estado-nación (Fuller, 1972). De este modo, los estudios bélicos eran apreciados solo al pasarlos por el tamiz político-nacional, y solo sí se involucraban en la trascendente historia nacional. De este periodo, quizás la obra más atrayente es la de H. Delbrück, Geschichte der Kriegskunst im Rahmen der politischen Geschichte, publicada en cuatro volúmenes entre 1900 y 1908. A raíz del desarrollo de la disciplina, es posible comprender que el estudio de lo bélico se aprecia, principalmente, bajo la premisa de la magistrae vitae; es decir, que la historia militar (como ya empieza a denominarse) se refiere básicamente al desarrollo de los conflictos militares. Este tipo de investigación es apreciada en parte por las academias y centros de estudios militares, que lo utilizan como elemento troncal de su matriz de conocimiento y estudio (Foch, 1920). Por tanto, el vínculo entre política y guerra queda firmemente constituido, ya que, sin duda, también permite reforzar los discursos pedagógicos y culturales promocionados por el Estado nacional.

Sin embargo, dicha matriz investigativa recibió dos fuertes ataques que claramente hicieron replantear el propio modelo de escritura de la historia bélica. Por una parte, el desarrollo de nuevas corrientes historiográficas -principalmente el marxismo y la nueva escuela de los Annales- amplió la visión con respecto a la historia, las fuentes y las sociedades, de manera que el Estado nación y su consiguiente reforzamiento político-militar fue visto como anquilosado, más propio de un relato que debía superarse. De esta manera, por esta fuerte conexión entre los destinos políticos de la Nación y la guerra, las temáticas bélicas pasaron a ser un elemento más dentro de los grandes problemas de estudio sociales, económicos, culturales, políticos, etc. Por otra parte, la coyuntura histórica y el enorme descrédito que sufrió el relato nacionalista, producto de las grandes masacres vistas en ambas guerras mundiales y de las cuales se le culpó por ser uno de los principales promotores, ahuyentaron aún más la posibilidad de concretar un estudio historiográfico más académico y científico de los conflictos bélicos.

La situación se mantuvo más o menos similar hasta la década de los setenta. Por esos años, la irrupción de nuevas propuestas interpretativas en historiografía tuvieron eco en el campo de los estudios históricos sobre la guerra, pero estos también percibieron los efectos mismos de las guerras. Especialmente por su crueldad y su alta tecnificación, los cambios en los conflictos condicionaron cada vez más el acercamiento y el tratamiento del fenómeno, puesto que estos nuevos elementos ya se mostraban como claves a la hora de comprender la guerra. Uno de los primeros pasos lo dio J. Keegan, autor británico, quien en 1976 publicó The face of the battle. Este fue uno de los primeros intentos de la historiografía militar por reencontrarse con el sujeto histórico al volver la vista hacia el soldado común y sus vivencias. Si bien Keegan no rechaza la aproximación anterior, complementa los estudios previos con este nuevo enfoque, haciéndonos ver la crueldad de la guerra y lo complejo de su estudio, al ser un elemento de notable trascendencia a todo nivel de análisis. Al respecto, menciona Keegan:

No me propongo escribir sobre generales, ni sobre el mando, salvo para estudiar cómo ha influido la presencia física del jefe en el espíritu de combate de sus subordinados. No me propongo tratar formalmente de logística ni estrategia, ni apenas de táctica. Ni me propongo ofrecer una visión de los hechos con las versiones de cada bando, puesto que lo sucedido en cualquiera de ellos en las batallas que describo será suficiente para señalar las características que considero importantes. Sí me propongo, en cambio, ocuparme de las heridas y su tratamiento, de la mecánica de ser cogido prisionero, de la naturaleza del liderazgo en los niveles inferiores, del papel de la coerción para que los hombres resistan en su puesto, de los accidentes como causa de muerte en la guerra, y, sobre todo, de qué peligros representan para el soldado las distintas clases de armas en el campo de batalla. (Keegan, 2013, p. 54)

Si bien Keegan no es el único ni el primero in stricto sensu (ya que tenemos más autores, como Vagts, Leed, Ashworth, entre otros), sin ninguna duda la obra de Keegan fue la primera que logró introducir este campo de estudio en las academias universitarias con mayor profundidad, de modo que logró volver a instalar dichos debates a nivel académico. Este resurgir del nuevo estudio de las guerras, conocido como la nueva historia militar, incorporó elementos cuyo impacto incluso se puede asimilar al gran cambio producido por la primera publicación de Annales en 1929. A partir de entonces, las temáticas se ampliaron y se buscaron nuevos enfoques adicionales acudiendo a otras disciplinas que complementan el único relato histórico, como es el caso de la arqueología, la ciencia forense, el estudio de los campos de batalla, etc. La nueva historia militar plantea la posibilidad real de acercarse a comprender lo más posible las vivencias y el sentir de los combatientes en dichos momentos funestos, lo cual es sin duda un notable avance, principalmente a nivel investigativo. Pero esta nueva propuesta deja abierta una pregunta: ¿qué pasa con la percepción o la comprensión que tenemos del conflicto bélico? Es decir, ¿qué entendemos por guerra en cada ocasión o momento cuando esta se desarrolla? Hasta el momento, tanto la antigua como la nueva historia militar permitieron ampliar el relato, mejorar nuestro sentido de su descripción; pero ¿qué pasa con el aspecto interpretativo? Esto ha llevado a un nuevo enfoque, que se está desarrollando desde comienzos del siglo XXI.

El cambio de siglo puso en cuestión dos aspectos que, hasta ese momento, no habían sido del todo explicados. Por una parte, los aspectos de teoría e interpretación con respecto a la guerra, y especialmente el uso político e institucional de los estudios de historia militar tradicional, que aún se mantenía. Claramente, la década de los noventa reunió múltiples características que hicieron repensar esta temática, desde la caída del bloque comunista en 1991 hasta el derrumbe de los últimos regímenes autoritarios en América Latina, los cuales se habían servido de la historia militar como instrumento de legitimación política (González & Llantén, 2020).

En 2000 se produjo el primer paso hacia el nuevo cambio interpretativo sobre el fenómeno bélico, al conocerse la publicación de Kühne y Ziemann titulada Was ist Militárgeschichte? En ella, los autores alemanes hacen una revisión exhaustiva del método y de la importante realidad interpretativa que se ha ido gestando en Alemania, producto de la transición entre los nazis, la partición del territorio en dos áreas y, principalmente, la búsqueda de nuevos campos de comprensión e interpretación en el estudio de las guerras, como fruto de la reunificación política. A raíz de esta promisoria visión, centraron su propuesta en la necesidad de reestructurar el enfoque sobre el objeto de investigación de la historia militar, especialmente en lo que respecta al tratamiento de las fuentes y su interpretación, que revisten prácticamente el mismo problema: su desarrollo se limita a la ampliación de datos, pero no existe mayor cambio en las interpretaciones del relato. En este sentido, por más que se aumenten y recaben mayores antecedentes sobre la temática, se abarquen más temas e incorporen nuevos campos de investigación, las posibilidades de mayor desarrollo científico son bastante escasas si la base interpretativa no es igualmente reestructurada (Kühne & Ziemann, 2007, p. 218). Ante esto, el cambio de enfoque, que debería producirse con la abundancia de documentación y de temáticas, no logra producirse, en vista de que el relato tradicional y el discurso construido en la llamada antigua historia militar simplemente se mantiene e incluso pasa desapercibido con frecuencia, ya que se presenta en un nivel preconsciente. Al respecto, mencionan los autores:

Esas presuposiciones, que inducen a su vez las cuestiones centrales planteadas en cada investigación, casi nunca se formulan de manera explícita e individualizada. Actúan más bien en el nivel "preconsciente" de los historiadores militares: una serie de ideas preconcebidas, que se verbalizan con claridad, sobre todo, cuando surgen controversias públicas sobre la política de la memoria. La complejidad de lo militar se suele reducir en estas "narrativas" a fórmulas simplistas. (Kühne & Ziemann, 2007, p. 323)

De esta manera, para ellos, el enfoque y el cambio de perspectiva no solo debe darse desde los ámbitos metodológicos y heurísticos, como ya ha presentado la nueva historia militar, sino también a niveles hermenéuticos, teóricos o, en un sentido más propio de esta investigación, historiográfico.

Contrario a lo que podría pensarse, la propuesta de Kühne y Ziemann no fue bien recogida por la mayoría de los círculos académicos; la realidad interpretativa desarrollada tanto por la antigua como la nueva historia militar, principalmente en el mundo anglosajón, continuó en el mismo sendero de investigación metodológica. Se ha de indicar eso sí que, también por asuntos de su lengua, se hace referencia a su producción sobre warfare, es decir, la dimensión más social y cultural del término, y no a los estudios puntuales referidos a una guerra particular. Esto es importante por cuanto autores como Hanson, el propio Keegan, Paret o Parker son considerados cada uno referentes en los estudios de historia militar de diferentes periodos, pero en sus aparatos críticos reflejan básicamente los mismos principios ya cuestionados por Kühne y Ziemann. Por tanto, la recepción de dichas propuestas no solo sería más bien tardía, sino llevada a cabo desde lo que se puede considerar como la periferia con respecto a los estudios de raigambre bélica, como es el caso de América Latina.

Es en esta región del mundo donde estas propuestas han tenido una mayor recepción, especialmente por el devenir teórico-político y el tratamiento que ha tenido la historia militar, principalmente en las últimas décadas (Gonzalez & Llantén, 2020). En este sentido, uno de los primeros esfuerzos lo hizo el investigador argentino A. Rabinovich. Este autor, a través toda su obra, ha buscado replantear el estudio de los conflictos desde una óptica más social y, sobre todo, con la intención de comprender lo que particularmente se entiende como una cultura de la guerra (García, 2019), es decir, dar a entender lo que se entiende o concibe por los grupos en combate en el momento de la lucha. Esto lo ha llevado a una interesante reflexión, como, por ejemplo, que el modelo clásico de interpretación reflejado en la historia militar (tanto en la antigua como en la nueva) no logra proyectar y concebir mayormente dicha percepción. De esta forma, Rabinovich (2015) llega en algún momento a plantear como primordial que la reestructuración interpretativa pase a ser denominada historia de la guerra. Con esta misma perspectiva coinciden los trabajos de González y Llantén, que desde Chile también abogan por el mismo cambio a nivel hermenéutico del término, en vista de los conflictos interpretativos y estructurales que permean los clásicos estudios de historiografía militar (González & Llantén, 2020, p. 539).

En este terreno, se han de mencionar también las propuestas surgidas desde México, con dos ejemplos que nos parecen relevantes de explicar, producto de sus alcances investigativos. El primero corresponde al profesor M. Cervera (2011), quien, desde sus estudios enfocados hacia Mesoamérica, ha convenido en reinterpretar el estudio de las guerras y la comprensión que de esta se venía haciendo anteriormente, debido al sesgo excesivamente religioso con el que se abordaba el tema. El segundo proviene de la investigadora L. Rivera, quien, al igual que Cervera, pone en entredicho las consideraciones excesivamente religiosas que se asocian con la guerra en el mundo maya; pero va un poco más allá. Como Rabinovich, evidencia la problemática teórica tanto de la antigua como de la nueva historia militar, donde el parámetro de comparación es the western way of war (Hanson, 2009), y así lo que escapa de dicha parámetro pasa a ser comprendido con desdén, de modo que injustamente no profundiza en la complejidad y las experiencias que pueden observarse en la manera de guerrear en el mundo maya (Rivera, 2018, p. 2).

En este sentido, con base en el desarrollo de la propuesta investigativa de la historia de la guerra, y en busca de replantear el enfoque interpretativo sobre los conflictos bélicos, se promueve una apertura hacia otros modelos de estudio, como el modelo sociológico de la polemología en este caso. Gracias a sus aspectos metodológicos, pero también al nuevo planteamiento que presenta sobre el tratamiento de la guerra, la polemología puede contribuir y complementar la nueva propuesta, como se expone a continuación.

La historia de la guerra y la polemología: una posibilidad interpretativa

La complejidad que reviste el análisis del fenómeno de la guerra, como se ha podido apreciar, tiene su correlato tanto en la historiografía como en la sociología. Sin embargo, la necesidad interpretativa de la que surge la polemología, así como su planteamiento metodológico, se estableció mucho antes de su arribo a la discusión historiográfica, como se ha expuesto.

La premisa fundamental de la polemología inicia con la descripción y puntos en común de lo que se va a entender por guerra. Primero, se considera un fenómeno, por lo cual se denomina como el fenómeno-guerra (Bouthoul, 1971, p. 35). Además, se entiende que su estudio no debe pasar por un sesgo ni positivo ni negativo; obviarla y no comprenderla es tan malo como querer eliminarla por vía jurídica o teórica. Bouthoul no pretende justificar la guerra, ni mucho menos hacerla ver como algo bueno (como se le ha achacado por causa de supseudomalthusianismo) (Molina, 2014, p. 208), sino señalar que hay que comprenderla sin tapujos, es decir, conocerla en su propia dimensión:

"Si quieres la paz, prepara la guerra", decía una regla tradicional de prudencia. "Si quieres la paz, pronuncia bellos discursos" es lema pacifista. La afirmación de Bouthoul "Si quieres la paz, conoce la guerra" constituye, en cambio, la cifra de un nuevo pacifismo, funcional o, en suma, científico; solo este, a su juicio, es el verdadero pacifismo. (Molina, 2014, p. 203)

Al entender, entonces, que la verdadera forma de evitar los conflictos pasa por comprenderlos en su dimensión más profunda, surge la necesidad de realizar un estudio particular y propio para su comprensión, lo cual es la razón de la existencia de la polemología. Desde este punto de vista, Bouthoul indica una posible definición de cómo podría concebirse la guerra en la nueva interpretación propuesta por la polemología:

[...] la guerra es una forma de violencia que tiene como característica esencial ser metódica y organizada respecto de los grupos que la hacen y a la forma como la dirigen. Además, está limitada en el tiempo y en el espacio y sometida a unas reglas jurídicas particulares, extremadamente variables según los lugares y las épocas. (Bouthoul, 1971, p. 35)

Ahora bien, una vez constituida esta base interpretativa, Bouthoul comparte dos principios que para él constituyen características del fenómeno-guerra: 1) la necesidad interpretativa para el estudio de la guerra de una matriz teórica dinámica, y 2) la correlación existente entre la periodicidad de la guerra y los movimientos poblacionales. Estos principios, como se vio, marcaron el inicio del desarrollo de sus temáticas. Bouthoul considera, en parte por la promoción de cientificidad con que concibe la sociología (y por consiguiente, la idea de la polemología), que el estudio de la guerra busca respuestas, expone razones y, por lo tanto, obtiene resultados de manera modélica. Las estructuras de explicación de sus trabajos son concebidas de acuerdo con modelos de explicación, que pueden contrastarse con base en el estudio de las sociedades.

Sin embargo, no debe creerse que el modelo de la polemología solo circunscribe datos y razones cuantitativas, pues, al ser la polemología en sí misma una disciplina dinámica, debe incorporar también otro factor: el aspecto temporal, que, de hecho, es el que permite establecer este principio de periodomorfismo que se circunscribe al desarrollo de los conflictos (Molina, 2007, p. 120). Es en este punto cuando su estructuración investigativa se cruza con la historia, en parte por la complejidad del estudio, pero también por el mismo análisis social y temporal que expone la propia disciplina historiográfica, producto de que tanto la sociología como la historia tienen el mismo objeto de estudio: la sociedad (Molina, 2014, p. 202).

De esta manera, en los aspectos metodológicos en que se sustenta la polemología se encuentran tres tipos de aspectos, cada uno con sus correspondientes características: aspectos económicos, aspectos demográfico-sociales y aspectos psicológicos. Cada uno de ellos reviste un sentido interpretativo aplicable como modelo de base para el análisis de los conflictos. En los aspectos económicos, Bouthoul expone la necesidad de contar con una base de recursos sólida, que permita mantener o bien profundizar el esfuerzo de guerra según sea necesario. Explica también la supuesta correlación que existiría entre el desarrollo económico y la necesidad de la expansión territorial, y la correspondencia de esto con las crisis cíclicas del capitalismo, que aceleraría el desarrollo de los conflictos. Esta idea ha sido planteada y defendida principalmente por la teoría marxista (Lenin, 1966). Al respecto, plantea Bouthoul (1971):

Finalmente, no se puede sostener seriamente la teoría de que las crisis económicas llaman siempre a la guerra. Las crisis más terribles -se producían en un mundo sorprendido por su novedad, que ignoraba su naturaleza y por tanto su remedio-, es decir, las de la primera mitad del siglo XIX, no provocaron ninguna guerra. Ese periodo, por el contrario, fue uno de los más pacíficos de la historia europea [...] creyeron, fundándose en el ambiente de la historia de su época, que el industrialismo por su sola virtud, haría retroceder e incluso desaparecer la guerra. (p.48)

La relación con la demografía es también sumamente importante en la metodología propuesta por la polemología. Para Bouthoul, el condicionante demográfico reviste una explicación fundamental, ya que tanto la cantidad de habitantes como las fluctuaciones que se presentan en el tiempo coinciden con la aparición y la formación de elementos para el surgimiento de conflictos. De esta manera, la guerra siempre está imbricada con su referente demográfico. Obviamente, al momento de desencadenarse, la guerra produce alteraciones en los índices de esperanza de vida de ciertos grupos etarios y, si se trata de ciertas épocas, también en la tasa de fecundidad y género, ya que son los hombres en edad fértil los que más sufren la guerra (Bouthoul, 1971, pp. 56-57). Sin embargo, el problema también afecta consciente e inconscientemente a la sociedad en su conjunto, puesto que no se puede reducir la guerra solo a las batallas o a los enfrentamientos directos, debido a que estas poseen consecuencias a corto, mediano y largo plazo, que se reflejan en las mismas estadísticas e índices. En este punto, y debido a esta potente realidad, Bouthoul (1971) explica con respecto a las condicionantes demográficas y la guerra lo siguiente:

La adaptación de la población a sí misma y al medio, a la vez geográfico, económico y político, no se opera según un movimiento continuo. Como todos los fenómenos biológicos es espasmódica y está representada por unas curvas recurrentes, del tipo estudiado por la biología matemática [...]. La guerra es uno de los más brutales de estos fenómenos adaptativos. (p. 58)

De esta manera, las consecuencias de los conflictos en la población y las sociedades implican múltiples movimientos y factores que pueden rastrearse, y que sin duda concitan también consecuencias bastante graves, en consonancia con el nivel de afectación que ha tenido el conflicto en las sociedades enfrentadas. Sin embargo, existe un elemento que las cifras directas no pueden reflejar, pero que sí se puede comprobar por medio de otros análisis: las problemáticas psicológicas que se presentan producto de la guerra.

Así, las condicionantes psicológicas son el último de los grandes ejes que toma en consideración Bouthoul en su análisis. Para la polemología, los aspectos psicológicos -también conocidos como complejos belígenos (Molina, 2014, p. 212)- tienen básicamente dos grandes variantes: las afectaciones propias de los civiles, es decir, de los no combatientes, y las afectaciones de los soldados, ya sea en plena batalla o como consecuencia de esta. Para las primeras, el análisis pasa por comprender las situaciones adversas o de realidades sociales poco motivantes, donde las frustraciones y la agresividad priman, lo que sin duda genera un proceso de mayor prosecución y aceptación de la violencia, que, por tanto, también puede decantar en guerras (Bouthoul, 1971, pp. 74-75). De manera que el comportamiento social, cultural y económico, que refleje ciertas realidades de problemáticas psicológicas, puede dar indicios más claros de lo que sufre una población en medio de la guerra, o bien de lo que la incita a participar en ella.

A partir de esta situación, también se puede analizar el caso de los propios combatientes, que con frecuencia son quienes más sufren estas realidades psicológicas que los terminan afectando enormemente, muchas veces para siempre. La guerra genera un punto de no retorno en sus vidas, se presenta como un parteaguas en lo que se refiere a su experiencia y comprensión de la realidad. El peso de la ansiedad que presenta la proximidad de la muerte tan constantemente ejerce en estos sujetos el relajamiento de las normativas sociales comunes, afloran los sentimientos más viles y brutales, lo cual condiciona su devenir (Grossman, 1995). Generalmente, al concluir el conflicto, las acciones sufridas y cometidas subsisten, los recuerdos se vuelven borrosos y muchas veces su trascendencia impide que la realidad social común previa logre cristalizarse (Grossman & Christensen, 2004). Es, sin duda, un fenómeno de tremendas consecuencias mentales (Bouthoul, 1971, pp. 80-83).

En síntesis, cada uno de estos tres ejes, con sus múltiples categorías de análisis y, principalmente, con la forma de concebir la guerra que posee la polemología, claramente ayudan y complementan las posibilidades de estudio de la historia de la guerra. A partir de su forma de interpretación y de la realidad en que se enfoca, la historia de la guerra también promueve un nuevo modo de comprensión de este fenómeno que aún está en debate. La historia de la guerra tiene dos puntos de coincidencia claros con la polemología: por un lado, el hecho de entender que la guerra es una realidad social, que involucra un sinnúmero de elementos que van más allá de solamente los combatientes; y por otro lado, que los efectos, desarrollos y consecuencias de la guerra son trascendentales, complejos y no deben tomarse como elementos únicos o aislados, puesto que los acontecimientos se entremezclan en distintos niveles y están sin duda unidos por características por las cuales interactúan en la misma variable y complejidad (Cornut, 2020, p. 19). Así, los componentes de la guerra no se pueden abordar por aspectos delimitados, puesto que muchas veces esos límites no son del todo claros y se entremezclan, como lo expone la propia polemología.

Otros puntos importantes se refieren a la singularidad del problema. Comprender que la guerra es un fenómeno de naturaleza dinámica y, por tanto, de altísima complejidad conlleva la exigencia de que el estudio de la guerra no solo debe centrarse en los elementos propios de los militares, es decir, en las instituciones estatales que están orientadas a los conflictos, sino también en comprender el hecho como una conjunción de diferentes problemáticas, donde las instituciones son solo una de otras tantas variables (Bouthoul, 1971, pp. 5-6). No menos importante es el condicionante temporal, respecto al cual se puede plantear la pregunta de si las guerras solo duran lo que duren las acciones militares, o si pueden tener consecuencias más duraderas. Al respecto, nuevamente, la polemología aporta su análisis metodológico, puesto que permite analizar dichas problemáticas a través de los estudios demográficos y sociales referidos.

Sin duda, esta metodología permite a los historiadores ampliar, comprender y reinterpretar las acciones bélicas con una profundidad mucho mayor. Esto es clave porque la historia militar, antigua y nueva, en su mayoría solo se refiere a elementos descriptivos, con gran atención en coyunturas puntuales, pero sin interrelacionarlos y, lo más importante, sin cambiar el sentido de la interpretación (Kühne & Ziemann, 2007, p. 318). La guerra sigue siendo concebida como un evento propio de militares, pero ahora es claro que, gracias a la perspectiva de la polemología, pero también a los nuevos aportes en la historiografía, dicha premisa es casi imposible de sostener.

Por tanto, la nueva visibilidad y los aportes de la historia de la guerra como propuesta historiográfica tienen una importante cercanía con el modelo interpretativo planteado por la polemología. Si bien esta propuesta investigativa aún se encuentra en desarrollo, se va consolidando con los puntos en común entre diferentes autores. La discusión se mantiene, y claramente aún hay mucho en debate, sobre todo lo que respecta al conocimiento de la guerra y la forma en que debe interpretarse (Alegre, 2018). Sin embargo, según lo planteado, se pueden establecer puntos en común, como la necesidad de replantear la discusión sobre la guerra más allá de los ámbitos castrenses; comprender que este es un fenómeno social que debe abordarse en su complejidad, por su carácter trascendental y tremendamente brutal, así como el hecho de que la guerra no puede comprenderse con una sola visión o enfoque de explicación (Cornut, 2020). Otro punto en común importante es que el estudio de la guerra no significa solo describirla. Por el contrario, gracias a esta ampliación de esferas interpretativas y de conocimientos académicos, por fin puede valorarse una problemática tan controversial como la guerra, que ha sido injustamente tratada y mal considerada en el último tiempo, no por su propia condición de objeto de estudio, sino por su instrumentalización político-cultural, que muchas veces trasciende la coyuntura temporal (González & Llantén, 2020). Claramente, ya es momento de superar dichos prejuicios.

Conclusiones

La realidad construida por la historiografía con el estudio de la guerra ha sufrido los condicionantes tanto institucionales como metodológicos en que se ha circunscrito, producto de su utilización primigenia como elemento anquilosado, o bien como complemento de las grandes áreas de investigación que se han fijado como enfoques interpretativos desde el primer gran giro de la historiografía a comienzos del siglo XX. Debido a esta compleja situación investigativa, el cambio y el desarrollo teórico que se viene gestando en esta disciplina se ha recibido muy lentamente dentro de los estudios de la guerra. Esto hace necesaria una revisión de su matriz interpretativa y teórica, más allá de las reformas metodológicas hechas en los últimos años. En todo caso, si bien es un proceso que se mantiene en construcción, ya muestra ciertos avances denominativos, como es el caso del surgimiento del concepto de historia de la guerra.

Dada esta necesidad de apertura y de reconfiguración del modelo interpretativo en el ámbito de la historiografía sobre la guerra, se busca tender puentes comunicantes y abrir los espacios de investigación a constructos teóricos afines, que van desde disciplinas ya conocidas como la arqueología, la medicina forense o el estudio de las producciones artísticas hasta enfoques más recientes como el abordado acá: la polemología.

La polemología se desarrolló como una herramienta metodológica que busca interpretar y comprender el fenómeno bélico desde una perspectiva más amplia abarcando la complejidad de su sentido y de sus causas y consecuencias. Este propósito también es rescatado por la historia de la guerra, ya que no solo valora la incorporación de nuevos datos o temas en el estudio de los hechos bélicos (como lo hace la nueva historia militar), sino que también tiende puentes de explicación e interpretación más profundos, con el objetivo de entender la complejidad de la guerra como fenómeno, que requiere no solo comprenderse por profesionales, sino que también necesita vincularse con la sociedad civil, puesto que esta es la principal afectada por la acción y el desarrollo de las guerras.

Los aportes de la polemología para el desarrollo de nuevas interpretaciones sobre la guerra presentan un campo muy amplio de posibilidades, los cuales pueden reflejarse fácilmente en el tipo de interpretaciones y resultados que pueden obtenerse. El aporte primordial de la teoría de Bouthoul es comprender la guerra como fenómeno dinámico, que va más allá del desarrollo de la contienda y que, por ello, incorpora más aspectos en su interpretación, producto de la complejidad y multicausalidad del objeto de estudio. Claramente, las apreciaciones y aspectos metodológicos que provienen de la polemología ayudan a la historiografía a desarrollar de una manera mucho más profunda las posibilidades de interpretación sobre la guerra y, sobre todo, a comprender que el estudio de las guerras en su conjunto va más allá de una coyuntura específica que puede ser explicada solo por militares.

A través de este nuevo giro teórico que se está introduciendo en el estudio historio-gráfico de la guerra, es posible concebir que la comprensión de las temáticas bélicas debe ser incorporada en el ámbito académico como una más de sus grandes áreas de estudio. La complejidad, transversalidad e incluso periodicidad con que acontecen estos fenómenos requieren de un nivel investigativo mucho más completo e integral, debido a las consecuencias y problemáticas que genera la guerra. Necesariamente, el factor civil debe ser parte de la construcción de este conocimiento, dado que la comprensión de la guerra es un elemento trascendental para el devenir de las sociedades en el tiempo. Se debe repensar y potenciar metodologías e interpretaciones que, como la polemología, contribuyan a desarrollar este propósito, para comprender lo que son las guerras y así evitar que estos terribles y sangrientos procesos vuelvan a desarrollarse y lograr que desemboquen de una mejor manera.

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Citación: Llantén Quiroz, N. F. (2021). La polemología como aporte metodológico para profundizar la historia de la guerra. Revista Científica General José María Córdova, 19(35), 705-721. http://dx.doi.org/10.21830/19006586.785

Publicado en línea: 1.° de julio de 2021

Declaración de divulgación El autor declara que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con el artículo.

Financiamiento El autor no declara fuente de financiamiento para la realización de este artículo

Sobre el autor

Nicolás Fernando Llantén Quirozes magíster en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y licenciado en historia y educación por la Universidad de Valparaíso (Chile). Es docente de la Universidad Diego Portales y la Universidad Nacional Andrés Bello de Chile. Investigador de la historia de la guerra y la política en la Antigüedad clásica. https://orcid.org/0000-0001-8897-7585 - Contacto: nicolas.llanten@mail.udp.cl

Recibido: 21 de Enero de 2021; Aprobado: 12 de Mayo de 2021

*CONTACTO: Nicolás Fernando Llantén Quiroz nicolas.llanten@mail.udp.cl

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