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Revista Científica General José María Córdova

Print version ISSN 1900-6586On-line version ISSN 2500-7645

Rev. Cient. Gen. José María Córdova vol.20 no.40 Bogotá Oct./Dec. 2022  Epub Oct 01, 2022

https://doi.org/10.21830/19006586.1043 

Dossier

La guerra irrestricta como estrategia del ELN en Colombia: nuevos desafíos de una amenaza persistente

Unrestricted warfare, an ELN strategy in Colombia: new challenges of a persistent threat

Luisa Fernanda Villalba-García1  * 

Faiver Coronado-Camero2 

William Alfredo Sierra-Gutiérrez3 

1Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0003-3169-9312 luisa.villalba@esdeg.edu.co

2Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0003-3327-8386 faiver.coronado@esdeg.edu.co

3Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, Bogotá D.C., Colombia https://orcid.org/0000-0002-0640-7907 william.sierra@esdeg.edu.co


Resumen.

La guerra irrestricta, definida como una guerra que supera los límites, ha sido bien estudiada desde su origen conceptual en 1999. En Occidente, se ha utilizado principalmente para analizar estrategias de balance de poder, ignorando su potencial para estudiar conflictos intraestatales. Este artículo analiza cómo emplea la guerra irrestricta el grupo armado organizado Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia. Para ello, primero se desarrolla el concepto de guerra irrestricta; luego se analiza el ELN desde su identidad, su ideología y su interacción con el entorno, y finalmente se abordan ocho variables de la guerra irrestricta evaluando si el ELN las aplica. Se concluye que este grupo ha cambiado su estrategia hacia la omnidireccionalidad y se plantean recomendaciones para el Estado colombiano en su lucha contra esta amenaza.

Palabras clave: asimetría; defensa; estrategia militar; guerra irrestricta; omnidireccionalidad; terrorismo

Abstract.

Unrestricted war, defined as a war that exceeds limits, has been well-studied since its conceptual origin in 1999. However, in the West, it has been used mainly to analyze the balance of power strategies, ignoring its potential to study intra-state conflicts. This article analyzes how the organized armed group National Liberation Army (ELN) employs unrestricted warfare in Colombia. First, the concept of unrestricted warfare is developed. Then, the ELN is analyzed from its identity, ideology, and interaction with the setting. Finally, eight variables of unrestricted warfare are addressed, evaluating whether the ELN applies them. It is concluded that this group has changed its strategy towards omnidirectionality, and recommendations are made for the Colombian State in its fight against this threat.

Keywords: asymmetry; defense; military strategy; omnidirectionality; unrestricted warfare; terrorism

Introducción

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) se ha presentado como una amenaza constante al Estado Colombiano desde sus orígenes en la década de los sesenta. A su vez, el Estado le ha hecho frente con grandes golpes a su organización que han causado declives en su capacidad como guerrilla. No obstante, el ELN se ha sabido reorganizar; en palabras de Gruber y Pospisil (2015), ha generado una resiliencia o adaptabilidad a los cambios sociales, políticos e incluso tecnológicos del entorno con el transcurso de los años.

Esta adaptabilidad se debe a que en la esencia del ELN existen factores de maleabilidad que justifican la combinación de todas las formas de lucha, en medio de un discurso que se caracteriza por la reivindicación del campesino, el trabajador y el indígena, y que se mueve hacia objetivos limitados que van construyendo el “poder popular”, como se explicará más adelante, en busca de producir un colapso del Estado colombiano (Ardila-Castro et al., 2021).

Por otro lado, el cambio constante de la guerra (Álvarez-Calderón et al., 2017) crea la necesidad de estudiar la estrategia del adversario (Sánchez, 2012) para que el Estado tenga una respuesta oportuna a las múltiples amenazas de diversa naturaleza que emergen y que afectan la seguridad desde una perspectiva multidimensional (Blackwell, 2015). Por ello, este artículo busca comprender, en el caso del ELN en Colombia, cómo se aplica la guerra irrestricta. Con ese objetivo, en primer lugar se brinda una definición de la guerra irrestricta; para luego analizar el ELN como actor desde la teoría del constructivismo social; y finalmente dilucidar la forma en que el ELN aplica las variables que caracterizan la guerra irrestricta.

Para este trabajo, se revisó literatura académica en dos grandes bloques. Por un lado, lo relacionado con la conceptualización de la guerra irrestricta y su distinción de otras clasificaciones de la guerra (guerra híbrida, guerra total, cuarta y quinta generación de la guerra). Y por otro lado, en lo tocante al ELN, esto es, estudios sobre su identidad, fines, medios y modos. Con este fin, se utilizó como marco el constructivismo social, teniendo en cuenta su enfoque en el estudio de la identidad, las ideas y las interacciones de los actores, y cómo estos aspectos influyen en su estrategia y la definición de sus intereses.

Por último, se tomaron ocho variables expuestas por Cristian Faundes (2009) y se aplicaron al ELN con base en los estudios de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales sobre esta guerrilla, los comunicados del ELN a través de su portal Voces, e investigaciones producidas y publicadas desde el ámbito académico.

La guerra irrestricta

China es reconocida por sus estrategias, que han inspirado a autores como Liddell Hart -quien se basó en Sun Tzu- y a grupos armados, como las insurgencias que siguen los preceptos de la guerra popular prolongada de Mao Tse Tung. Esta última se basa en la combinación de todas las formas de lucha, la guerra de guerrillas, la acción combinada en el campo y en las ciudades, y sobre todo en el desgaste del enemigo (Benito et al., 2018). En este sentido, la guerra sin límites o guerra irrestricta hace parte de estos mismos avances estratégicos chinos en cuanto a la forma de hacer la guerra. Fue introducida por los coroneles chinos retirados Liang y Xiangsui (1999) con su libro Guerra irrestricta, que posteriormente fue traducido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE. UU.

Este libro parte de una reflexión sobre la transformación de la guerra, evidente a partir del modus operandi de EE. UU. en la Guerra del Golfo, en la conocida como Operación Tormenta del Desierto, cuando EE. UU. y sus aliados realizaron diversas maniobras en respuesta a la invasión de Irak a Kuwait en 1990. Esta operación se caracterizó por el despliegue rápido de tropas y armamentos, por el protagonismo de la aviación, por la sinergia entre la prensa y las Fuerzas Militares americanas, y finalmente por la victoria alcanzada en corto tiempo.

Es importante establecer que, al hablar de guerra irrestricta, los coroneles chinos se refieren a métodos, modos y medios utilizados por un Estado, en este caso EE. UU. y sus aliados, pero que pueden ser empleados por actores no estatales, aunque su empleo, como se verá, se complejiza según sea su articulación interna y los medios con los que cuenta. La guerra irrestricta es, entonces, una forma de guerra en que se potencia “la combinación de todas las formas de lucha” por medio de factores dados por la tecnología (Cheng, 2007), que han facilitado la globalización y, con ella, la rapidez con que hoy se transmite la información y se movilizan personas, bienes y servicios.

Dichos avances tecnológicos facilitan tanto la guerra de información como la guerra computarizada. La guerra de información es estudiada por Álvarez-Calderón y Jiménez (2021), quienes establecen que se trata de una guerra librada en el escenario cognitivo, donde se atacan los sistemas de información, la gestión de la información y los procesos de decisión. A su vez, tiene elementos como la sobrecarga de información, la desinformación y la manipulación de los datos, lo que puede menoscabar la legitimidad del oponente en cualquier acción que emprenda.

Por otra parte, la guerra computarizada se relaciona con la guerra remota, que permite llevar a cabo ataques desde cualquier lugar del mundo y evitar el derramamiento de sangre innecesario para lograr los objetivos. Con esta modalidad de guerra, las capacidades bélicas se movilizan por medio de sistemas como el GPS, los misiles con direccionamiento, el daño a infraestructura física o técnica por medio de virus o malware, el manejo de drones para acciones ofensivas y defensivas, y la agudización de los objetivos en cuanto se facilita definir cómo y a quién o qué se tiene como blanco.

Con esto en mente, Liang y Xiangsui (1999) analizan dos posibilidades al aproximarse a la guerra: ¿se debe luchar una guerra con las armas disponibles o se deben construir nuevas armas para la guerra contemporánea? Evidentemente, el hegemón americano prefiere la innovación, pero ello puede significar una desventaja frente a otros actores que realizan armas artesanales o cercanas a su vida cotidiana, y que escapan al paradigma innovador. Al respecto, es cierto que:

Entre más cerrado es el espacio entre generaciones (de la guerra), son más pronunciados los éxitos de la generación más actualizada, mientras que entre más se abre ese espacio, la capacidad de lidiar con la contraparte será menor, pudiendo llegar al punto en donde ninguno pueda vencer al otro. (Liang & Xiangsui, 1999, p. 22)

En otras palabras, librar una guerra con un actor cuya lógica se aparta de la propia puede fácilmente generar un estancamiento en los adversarios enfrentados. Por esta razón, el camino a la victoria se encuentra en la combinación de los diversos métodos, tanto convencionales como no convencionales, y en la evaluación, dentro del entorno estratégico, de un amplio espectro de donde pueden provenir las amenazas. Es decir, se deben emplear estrategias de diversas generaciones de la guerra para no quedar desactualizados ante ningún enemigo.

Para EE. UU. y el paradigma que maneja Occidente, esto puede significar una desventaja, pues la tecnología y la industrialización han sido la piedra angular sobre la cual se ha construido su economía y se ha asegurado la calidad de vida de los estadounidenses. Por ello, Liang y Xiangsui (1999) argumentan que los estadounidenses, en su busca de estar a la vanguardia tecnológica, se alejan de tácticas y estrategias más cercanas a la vida cotidiana, lo que provoca para ellos mismos un estancamiento al enfrentar a actores que no están interesados en utilizar la tecnología bajo esta cosmovisión.

En consecuencia, el libro de Liang y Xiangsui (1999) profundiza en la lucha que se libra con los medios disponibles bajo el principio de consumo mínimo. Así, la guerra no estará enfocada en expandirse físicamente, sino en lo macroscópico, mesoscópico y microscópico, en busca de hacerse presente en la vida diaria de las personas, sus pensamientos, sus acciones y sus motivaciones.

No obstante, hay que tener en cuenta que el paradigma norteamericano tiene una afectación global, pues su política exterior no conoce límites geográficos, lo que genera la necesidad en otras naciones de una carrera armamentista como obligación. Así, explican Liang y Xiangsui (1999), los misiles que hoy consolidan la seguridad pronto se convertirán en obsoletos, generando costos importantes para garantizar el compromiso del Estado con sus ciudadanos de mantenerlos seguros.

Así, se puede advertir fácilmente una expansión del campo de batalla, pues se han superado las barreras físicas, y ahora el campo de batalla incluye la dimensión espacial, por medio de satélites, y el ciberespacio, debido a los avances de internet (Bunker, 2000). Por tanto, pese a que en el pasado las estratagemas y el engaño ya eran parte de la guerra, hoy en día los avances tecnológicos y la globalización potencian la acción de cualquier actor, lo que le da un sentido de omnipresencia y multidimensionalidad que no existía en el pasado.

De esta manera, se borran los límites respecto a quien puede librar la guerra y se expanden más allá de las Fuerzas Militares. Debido a la multidimensionalidad, un adolescente cuya afición es hackear, un presentador de televisión o incluso un profesor de colegio pueden ser parte de la guerra. Por ello, las Fuerzas estatales se comparan con grandes dinosaurios que, en medio de su fuerza y capacidad, pueden resultar torpes para ciertas tareas, y los guerreros no profesionales son equiparados con roedores que, a pesar de ser pequeños, pueden producir daños considerables y evitar el crecimiento de Estados enteros (Liang & Xiangsui, 1999).

Los medios y los métodos también ven sus límites desdibujarse. Liang y Xiangsui (1999) establecen, en primera medida, cómo han avanzado estos aspectos por medio de las guerras de información y de precisión (o computarizadas), las operaciones conjuntas y las operaciones militares más allá de la guerra, como las de mantenimiento de la paz, ayuda en desastres naturales y apoyo a autoridades civiles. Luego avanzan para hablar de guerras no militares, como la guerra comercial, financiera, ecológica, psicológica, mediática, cultural, jurídica y de recursos, entre otras modalidades.

En cuanto a estas guerras no militares, pueden analizarse a partir de experiencias históricas como las guerras del opio; la configuración del sistema internacional; las sanciones económicas impuestas por organismos intergubernamentales; el uso de películas y operaciones de mantenimiento de paz para ensalzar valores occidentales, democráticos y liberales, y la extracción de recursos por parte de potencias que ha generado empobrecimiento en la periferia global (Bunker, 2000). Todo ello conduce a una deslegitimación del sistema internacional actual y a la consecuente convicción de que se deben utilizar los mismos medios para vencer a oponentes que tienen ventajas en lo económico y lo militar.

Esto resulta en la omnidimensionalidad de la guerra y lo que hoy se conoce como la revolución de los asuntos militares. En cuanto a lo primero, no existe ninguna dimensión física o metafísica vetada en la guerra irrestricta; en cuanto a lo segundo, se requieren cambios en los medios cinéticos y no cinéticos que se utilizan con base en la última tecnología, o se debe lograr una combinación útil y eficaz de los medios con los que se cuenta. En consecuencia, para la guerra irrestricta se requieren todos los tipos de poder: blando, duro, inteligente, agudo y astuto (Álvarez-Calderón et al., 2018).

En conclusión, en la guerra sin restricciones se saltan los límites respecto a quién, dónde, en qué nivel, cómo, con qué, por qué y cuándo se libra la batalla. Al respecto, se evidencia una expansión de lo que Mao Tse Tung consideraba como política y como guerra, pues para él, como bien lo cita Benito et al. (2018), “la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre”. Así han llegado a borrarse los límites en cuanto a lo que es política y lo que es guerra, y en cuanto a lo que es ético y lo que no.

El caso del ELN

El ELN es un grupo guerrillero y terrorista fundado en la década de los sesenta con apoyo del gobierno castrista en Cuba. Este grupo, como relata Arenas (1971), tuvo una estrategia en el campo y en las ciudades desde sus inicios, y se caracterizó por justificar el uso de la violencia al no hallar suficientes las condiciones que otorgaba el Estado colombiano para ejercer una oposición política. Esta insurgencia se ha caracterizado por su adaptabilidad, lo que le ha permitido sobrevivir más de cincuenta años en el territorio colombiano.

Así las cosas, para analizar el ELN y establecer la forma en que aplica la guerra irrestricta actualmente, se hará uso del constructivismo social, teoría que estudia las ideas, las identidades y las interacciones de actores (Agius, 2019), lo que permite comprender las lógicas detrás de sus agendas, acciones, intereses y estrategias. Con ello se espera facilitar al Estado colombiano la toma de decisiones respecto a la respuesta que se debe dar al grupo terrorista, bien sea por medio de la acción bélica o de procesos de paz.

Identidad

Gruber y Pospisil (2015) han estudiado la identidad de los miembros del ELN dentro de lo que llaman “ser eleno”. Estos autores establecen varios aspectos bajo los conceptos sociológicos de “contenido” y “contestación” para el análisis de colectivos. Al respecto, concluyen que la resiliencia y la adaptabilidad del ELN tras 58 años de existencia no se puede desligar de la identidad que han generado y que es la base de sus acciones.

El ELN es un grupo marxista-leninista (Cortés &: Cerón, 2019) que, antes de su fundación, recibió instrucción y adoctrinamiento en Cuba (Corporación Observatorio para la Paz, 2001). Su objetivo es la creación de un nuevo hombre con una personalidad colectiva que abandone elementos individualistas en cuanto a la familia, la profesión y los logros buscados. No tiene una búsqueda nacionalista ni etnopolítica, sino que se basa en la lucha de clases y en la violencia como partera de la historia, tal y como se concibe desde el marxismo.

Respecto al contenido de la organización, sus normas constitutivas se encuentran en sus estatutos, y su propósito social es la igualdad. En el aspecto relacional, dividen un ellos de un nosotros, donde el ellos es personificado por la oligarquía colombiana y los EE. UU. Y en cuanto a modelos cognitivos, mantienen una ideología de izquierda con una mezcla marcada con la teología de la liberación (Gruber & Pospisil, 2015). De esta manera, los integrantes del ELN, los elenos, se conciben como parte de una organización que lucha por el bienestar de la sociedad colombiana, que cumple principios cristianos que han sido institucionalizados en la organización más allá de la fe personal, y que tiene claro como enemigo a los grandes colectivos económicos y, por tanto, al gobierno que los cobija y a las Fuerzas Militares, que les prestan protección.

En el ELN se han manifestado diversas corrientes del marxismo-leninismo. En sus primeros años, llevó a la práctica la teoría foquista del Che Guevara, basada en establecer diferentes focos geográficos que sirvieran para encender la lucha revolucionaria a través de acciones muy precisas. Así mismo, también en sus primeros años tuvo un liderazgo autoritario y absolutista bajo el mando de Fabio Vásquez Castaño, quien como comandante central ajustició a varios miembros que habían sido líderes o comandantes (Arenas, 1971). De la misma forma, recibió un gran insumo del pensamiento del cura Camilo Torres, que supo mezclar elementos de la teología de la liberación con el marxismo y produjo con ello un discurso convincente para grupos urbanos de trabajadores y estudiantes (Cortés & Cerón, 2019).

Camilo Torres también fue el nexo que permitió incorporar diferentes curas españoles a la guerrilla, como Manuel Pérez, que llegó a ser comandante central tras la destitución de Fabio Vásquez luego de la Operación Anorí, en la que se redujo la guerrilla considerablemente. Esto resultaría en una creencia mesiánica en la misión del ELN, en su búsqueda de ayudar a los pobres, en la admiración hacia los mártires y en la convicción de la bondad de morir por la causa, con un elemento relevante de sacrificio. Esto explica, según Gruber y Pospisil (2015), por qué el ELN fue más reticente a participar en el narcotráfico como fuente de financiación hasta los años noventa y también por qué tiene nexos más fuertes con la comunidad de los que tuvo las FARC.

Por otro lado, el ELN se ve a sí mismo como parte del materialismo histórico característico del marxismo, con base en lo cual ha generado una nueva versión de las fases de la historia aplicadas a Colombia. Según su versión, la primera fase corresponde a la época de la independencia, con el prócer Simón Bolívar; la segunda, a la época de La Violencia, con el mártir Jorge Eliecer Gaitán; y la tercera, la lucha revolucionaria encabezada por Camilo Torres. En esta última se encuentra la búsqueda de una identidad nacional a través de la transformación social y la democratización, identificada por la dignidad humana, la solidaridad, la igualdad y la búsqueda de la tranquilidad, el bienestar y la felicidad tanto en el campo como en las ciudades (Gruber & Pospisil, 2015).

Ahora bien, en los años noventa se dio un cambio en cuanto a los objetivos y los medios del ELN. En primera medida, pasó de buscar apropiarse del poder a construir el poder popular; en segundo lugar, el ELN ya no se considera en primera posición de guerra, sino el pueblo; y finalmente, se estableció como medio la combinación de todas las formas de lucha, en reemplazo de la lucha revolucionaria (Gruber &: Pospisil, 2015). En cuanto a esto, la búsqueda de una nueva identidad toma relevancia. Como señalan Cortés y Cerón (2019), el ELN busca la creación de un “hombre nuevo”:

[...] que formado desde los principios humanistas elimine la ideología represiva y consumista, la economía mercantil y monetaria, la mentalidad adquisitiva, la apropiación privada sobre producto social y la depredación de la naturaleza, como baluartes de la doble explotación del hombre por el hombre sobre la naturaleza.

La creación de este hombre nuevo consiste en la creación de un ser colectivo por medio de la transformación individual, donde incluso se someten los derechos sexuales y reproductivos. Esta transformación, a su vez, se da a través del proceso de incorporación, adoctrinamiento y el seguimiento de las reglas ya establecidas. Igualmente, se renuncia a la familia a menos de que esta se incorpore al ELN, pues la nueva familia será la organización guerrillera caracterizada por un claro antagonismo hacia “el régimen presidencialista, pro monopolio, dependiente de Estados Unidos, legal pero ilegitimo” (Gruber & Pospisil, 2015, p. 239). De esta forma se promueve un odio emocional, donde la capacidad de razonar con puntos de vista diferentes se disminuye notoriamente, e incluso se llega a un culto a la doctrina impuesta.

Ideas

Tal y como se ha planteado, el marxismo-leninismo, la teología de la liberación, la fe, el compromiso por el pobre y el desfavorecido, y la creación de un hombre nuevo son elementos importantes en las ideas de esta guerrilla (Cortés & Cerón, 2019). A ello se suma lo relacionado con la lucha de clases, la insurrección armada, la lucha de los pueblos y la deslegitimación sistemática al gobierno colombiano, su aparato burocrático y sus aliados. Además, se legitima el uso de la violencia como respuesta a un Estado concebido como opresor y represor, cuyo poder -según estas ideas- se basa en la violencia estructural y en los agravios políticos que se han dado desde la gestación de la república (Currea-Lugo, 2015).

Los mecanismos de contestación también evidencian las ideas elenas que se consolidan en el proceso de toma de decisiones. Las estructuras políticas del ELN son centralizadas, en tanto las ejecutivas son descentralizadas (Gruber &: Pospisil, 2015), lo que otorga, como se verá más adelante, control y sinergia en la manera de actuar del ELN sin afectar sus capacidades móviles y tácticas. Al mismo tiempo, tiene una estructura de democracia central, mediante la cual se eligen los comandantes de cada unidad, y a su vez estos comandantes eligen a quienes hacen parte de la dirección nacional, con sus dos ejes importantes: el Comando Central, que tiene el mayor responsable político y militar junto con otros comandantes militares; y la comisión ética, encargada de aspectos judiciales internos.

Esto concuerda parcialmente con lo expuesto por Gutiérrez (2020) respecto a los cambios en los ideales de los grupos guerrilleros colombianos. Entre estos ideales, en primer lugar, está la humanización, que se refiere a la conciencia sobre los costos de la guerra. En el ELN siempre ha existido esta conciencia, pero estos costos han sido justificados por la búsqueda de un bien mayor y por la convicción de la necesidad de la violencia como gestante de los cambios históricos. En este sentido, si bien se da la humanización, no por ello se elimina la violencia como uno de los instrumentos utilizados para generar una nueva identidad nacional.

En segundo lugar, se encuentra el ideal de la individualización (Gutiérrez, 2020), que no aplica al ELN, pues gran parte de la identidad de los elenos gira alrededor del sacrificio y la martirización. Los ideales del ELN se basan completamente en la generación de un solo hombre, que es colectivo, donde todos abandonan sus deseos e incluso profesiones para hacer del trabajo y del ser algo comunitario. Finalmente, en tercer lugar, está el ideal de la liberalización, que contempla una mayor democratización aceptando ciertos principios liberales.

Desde otra perspectiva, Cortés y Cerón (2019) citan a José Carlos Mariátegui, quien expone el humanismo real como un componente único del comunismo latinoamericano. En su pensamiento “se articulan los saberes ancestrales que inspiran la nueva concepción revolucionaria que desde el Sumak Kawsay (buen vivir) y el Sumak Wamaña (vivir bien) a manera de paradigmas enfrentan las verdades y valores del capitalismo neoliberal”. Así, el ELN se ve a sí mismo como protector de los derechos humanos (Moreno, 2020) y de la calidad de vida que merece la nación.

Interacciones

Como se puede observar en la Figura 1, existen hitos que han aportado a la construcción del ELN como organización y como ser social. En primera instancia, la formación recibida en Cuba fue determinante para su adoctrinamiento en el comunismo latinoamericano, basado en el marxismo-leninismo, con elementos propios tales como el foquismo y la lucha ante la dependencia comercial natural dada por estar en el mismo continente que los EE. UU.

Fuente: Elaboración propia con base en la Corporación Observatorio para la Paz (2001)

Figura 1 línea del tiempo de los primeros cuarenta años del ELN. 

Así mismo, desde el comienzo, el ELN ha tenido vínculos importantes con el área urbana, lo que lo diferencia de otras insurgencias. Para el ELN, las milicias urbanas no fueron una estrategia más, sino que fueron la semilla germinada para formar el grupo. Así, primero se generaron células en Santander desde la Universidad Industrial, que se extendieron al campo al pasar el tiempo. De hecho, varios líderes importantes del ELN venían de las ciudades, como Camilo Torres, Jaime Arenas, Víctor Medina Morón, Heliodoro Ochoa y César Cortés. Todos ellos, a excepción de Camilo Torres, luego serían ajusticiados por el ELN en cabeza de Fabio Vásquez. Esto produjo un aprendizaje posterior respecto al autoritarismo que podría explicar su tendencia a la democracia central.

También son relevantes los ataques a los oleoductos y los secuestros, pues han hecho parte del modus operandi del ELN tanto con fines económicos como sociopolíticos. Por un lado, desde la época de Camilo Torres, el ELN tuvo clara la visión de nacionalizar todos los recursos naturales y no permitir la extracción de estos por industrias extranjeras; al no ser posible, las extorsiones y sabotajes han sido formas de cobrar un “impuesto ambiental” (Moreno, 2020) a la extracción, sobre todo de hidrocarburos. En cuanto a los secuestros, si bien al comienzo estaban prohibidos, tras las necesidades económicas surgidas después de la Operación Anorí, el ELN comenzó a cometer secuestros como una inversión para su financiamiento (Medina, 2001), aunque con la pretensión de que fueran más humanizados. Llaman la atención igualmente los procesos de paz que han sido entorpecidos por acciones terroristas, el último de los cuales fue el atentado en Bogotá contra la Escuela de Cadetes General Santander el 17 de enero de 2019, donde murieron 22 cadetes y resultaron heridas 81 personas.

Por otro lado, tal y como lo exponen diversos autores (Currea-Lugo, 2015; Echandía, 2013; Medina, 2001; Echandía, 2015a), el ELN ha pasado por varios momentos de auge y declive. La guerrilla se fundó en 1964 y fue exterminada casi que por completo en 1973 con la Operación Anorí, su primer declive. Sin embargo, logró un primer auge en la década de los noventa debido al financiamiento del narcotráfico, que facilitó el reclutamiento y la sostenibilidad de las operaciones. El segundo declive vino tras la presidencia de Álvaro Uribe con su política de seguridad democrática, que fue efectiva para disminuir las capacidades tanto de las PARC como del ELN. Y el segundo auge es el que se está dando actualmente, tras el Acuerdo de Paz con las FARC, que tuvo dos efectos convenientes para el ELN. Por un lado, disminuyó el pie de fuerza y, por otro lado, quedaron vacíos territoriales dejados por las FARC tras su desmovilización. Además, este segundo auge se caracteriza por las estrategias de internacionalización del ELN, que, si bien no son nuevas (Luna, 2018), sí se han profundizado con actores como Hezbolá y el gobierno venezolano (Machado, 2020).

El ELN y la guerra irrestricta

Faundes (2009) identifica ocho principios de la guerra irrestricta, que se contrastan a continuación con el ser y el hacer del ELN. Esto permite, de una manera sencilla, determinar cómo el ELN ha aplicado una guerra irrestricta contra el Estado colombiano, teniendo en cuenta que los principios tienen una aplicación flexible ante la variedad de actores que pueden interesarse en usar este tipo de estrategia.

El primer principio de la guerra en mención es la omnidireccionalidad, que consiste en “la observación de la situación en 360 grados” (Faundes, 2009, p. 36). Como lo muestra la Figura 2, en la guerra irrestricta se buscará llegar al objetivo desde todas las direcciones, buscando cubrir todos los espacios existentes. Por ello, no bastará con darle direccionalidad a una sola acción, sino a varias acciones coordinadas en un mismo sentido. Como se mencionó, en la guerra irrestricta se tienen en cuenta no solamente las dimensiones físicas (aire, tierra y mar), sino también el ciberespacio, la información que reciben las comunidades, el medioambiente, las finanzas y la economía, entre otros factores. Por ello, Liang & Xiangsui (1999) hablan de guerra comercial, financiera, ecológica, psicológica, cibernética, económica, cultural, mediática, de recursos y de la ley internacional. Cada una de estas modalidades de guerra no militar no excluye las otras; por el contrario, entre más combinadas estén, mejores resultados pueden dar.

Fuente: Elaboración propia con base en Faundes (2009)

Figura 2. Omnidireccionalidad de la guerra estricta. 

Respecto al ELN, ha emprendido estrategias en las dimensiones política, económica, social, cognitiva, militar y ambiental, entre otras. Así, han realizado guerras de desinformación, como se evidencia en el portal Voces del ELN; han trabajado de la mano con comunidades respecto a sus necesidades sociales (Currea-Lugo, 2015), y han buscado afectar económica, ambiental y socialmente al Estado (Moreno, 2020) por medio de la instalación de válvulas ilícitas en oleoductos que usan para extraer crudo, necesario para la producción de cocaína, y que terminan contaminando pozos de agua o de terreno llano.

El segundo principio nombrado por Faundes (2009) es la sincronía, definida como “la conducción de acciones en distintos espacios en un mismo periodo de tiempo” (p. 38). Aplicada a la Figura 2, se trata, entonces, de coordinar a cada uno de los arqueros para lanzar la flecha hacia el mismo lado dirigiendo así todos los medios hacia el mismo objetivo. La sincronía conlleva implícitamente el principio de la omnidireccionalidad y, como explica Faundes, va mucho más allá de realizar acciones al mismo tiempo. Se trata de utilizar medios militares y no militares para conseguir el objetivo propuesto; además, como explican Liang y Xiangsui (1999), es un juego donde se tienen en cuenta todas las dimensiones de la guerra.

Respecto a ello, los coroneles chinos resaltan la unión lograda por la prensa y los militares en la Guerra del Golfo, al ser esta la primera guerra televisada en vivo y en directo. Como si se tratara de una lección aprendida en Vietnam, EE. UU. se mantuvo aliado con los medios de comunicación del momento para controlar la información que recibían y que se ocultaba a los norteamericanos y al mundo. De esta forma, lograron la legitimidad y el apoyo necesarios para llevar a cabo cada una de sus maniobras.

Como se ha dicho, esto produjo una transformación del campo de batalla que lo hizo, en términos prácticos, omnipresente y eliminó barreras físicas por medio de la tecnología. Ello permite disminuir el derramamiento de sangre, pero sin dejar de perjudicar al adversario, lo que se logra eficazmente por medio de sanciones económicas, saboteos culturales y ataques de hackers, por nombrar algunos ejemplos.

En cuanto a este principio, vale la pena observar la cantidad de integrantes del ELN (Figura 3). Para los años 2018 y 2019 se hizo un conteo de las milicias que arrojó un total de 1600 en 2018 y 2622 en 2019. Estos integrantes tuvieron una presencia sostenida entre 2018 y 2020 en 136 municipios, y una presencia intermitente, con algún tipo de actividad, en 14 municipios para 2018, en 68 para 2019, y en 71 para el primer semestre de 2020 (Indepaz, 2021). Las acciones en estos municipios varían entre el proselitismo, las confrontaciones y disputas con otros grupos, los atentados con explosivos, los ataques contra la fuerza pública y el trabajo social.

Fuente: Elaboración propia con base en Indepaz (2021)

Figura 3 Número de integrantes del ELN. 

Esto muestra una capacidad de coordinación para lograr afectar el Estado en momentos específicos desde diferentes ángulos. En este sentido, vale la pena recordar que todos los principios expuestos por Faundes están interrelacionados y que, por tanto, para el ELN la aplicación se ve como un todo. Aquí cobra relevancia el siguiente principio, que hace evidente que el objetivo tiene que ver con el colapso o la implosión del Estado (Ardila-Castro et al., 2021), más que con la toma del poder.

Así las cosas, el tercer principio señalado por Faundes (2009) es el de objetivos limitados. Según este autor, se trata de utilizar los medios ilimitadamente con un fin limitado. De esta forma, los objetivos deben ser pequeños, realizables y definidos, de modo que sean llevados a cabo por medio de la combinación única de las medidas que tiene cada actor. Al respecto, Indepaz (2021) señala:

No parece que el ELN tenga en esta fase una estrategia de confrontación con las Fuerzas Armadas ni tiene una estrategia nacional de poder. Se enfoca en la defensa de zonas de influencia y al control de subregiones. Las acciones bélicas se reducen a atentados con explosivos, a emboscadas y esporádicas hostilidades a pequeñas unidades militares y de policía. En las zonas de tradicional presencia tienen una dinámica con muchos elementos de autodefensa guerrillera y freno a la presencia de paramilitares, sin proyección política macro regional o de impacto nacional político militar [...]. El proyecto de toma del poder o de reformismo radical respaldado en ofensivas guerrilleras no tiene eco en el país y estratégicamente está descartado.

De esta manera, se puede observar que, aunque las acciones del ELN parecen descoordinadas a primera vista, cobran sentido desde la perspectiva de sus objetivos, no solamente en cuanto a la implosión del Estado, sino en cuanto a la creación de un hombre nuevo, como un colectivo que se basa en el poder popular. Así, acciones como la voladura de oleoductos cumplen varias funciones, como táctica militar, objetivo sociopolítico y fuente económica (Semana Sostenible, 2019). Así, los medios utilizados cumplen no ya con un macroproyecto, sino con el objetivo de debilitar el Estado.

El cuarto principio son las medidas sin límites. Como se mencionó antes, aunque los objetivos sean limitados, no es el caso para las medidas, pues estas, a través de la creatividad, deben buscar combinar las dimensiones, los dominios y los niveles de la guerra (Faundes, 2009). Esto es claramente utilizado por el ELN, que, a diferencia del Estado colombiano, no rinde cuentas formalmente ante las Naciones Unidas ni ante otros estamentos internacionales. Aquí se aplica lo establecido por Taber (2002) cuando, al comparar el Estado con las insurgencias, encuentra una mayor vulnerabilidad de aquel respecto a las visitas de las comisiones de derechos humanos o los comités de libertad de prensa. No ocurre así para el ELN, que ha actuado contra su discurso en repetidas ocasiones y de manera sistemática sin que ello le genere estancamientos, pues por ahora su objetivo no es legitimarse, sino deslegitimar al adversario.

Por ello, el ELN ha podido crecer y contar con el apoyo de grupos locales, aunque no tengan un posicionamiento permanente en ciertos territorios. Mientras ha logrado crear vínculos con la población de zonas rurales a través de la extorsión, los bloqueos, los sobornos y las amenazas (Indepaz, 2021), en las ciudades mantiene un discurso de protección a los derechos humanos, el medioambiente y la dignidad del ser humano; todo reforzado con la crítica constante al Estado, las noticias falsas y las narrativas paralelas que justifican su actuar violento.

El quinto principio es la asimetría, la cual se basa en buscar puntos débiles del enemigo para ocasionar una pérdida del balance de poder. Faundes (2009) aclara que esta asimetría no es equivalente a los conflictos asimétricos, que se producen entre actores estatales y de otra naturaleza. Más bien, hace referencia a producir una desigualdad de capacidades por medio del aprovechamiento de las deficiencias del adversario. El aprovechamiento de esas deficiencias en el caso del ELN se puede evidenciar en la presencia que hace en el territorio nacional, justamente en zonas que se identifican como espacios vacíos, donde la infraestructura y las instituciones del Estado no han llegado del todo (Álvarez-Calderón, 2017). Según Indepaz (2021), el ELN actúa principalmente en las siguientes zonas:

  1. Nordeste y bajo Cauca antioqueño: El grupo actúa en municipios que tienen la característica de ser montañosos, lo que facilita su movilidad. También tienen recursos como la minería de oro y plata, que funcionan como fuentes de financiamiento.

  2. Sur del departamento de Bolívar: La geografía del departamento es útil porque tiene oro y sirve como una conexión entre el oriente y el occidente de Colombia.

  3. Noroccidente de los departamentos de Arauca y Casanare, y oriente del departamento de Boyacá: Conocido también como el ABC del ELN (Echandía, 2015b), es útil porque las características físicas de Boyacá y Casanare permiten reuniones esporádicas sin que sean descubiertos. Arauca, por su parte, es un paso a Venezuela, lo que es funcional no solamente por el apoyo que el grupo recibe del vecino país (Machado, 2020), sino porque a través del río Arauca existen rutas de contrabando. Así mismo, el arco minero del Orinoco es rico en diversos recursos que son explotados ilícitamente por la guerrilla.

  4. Catatumbo en Norte de Santander, centro y norte del departamento del Cesar: Estas zonas facilitan las acciones de contrabando y narcotráfico por su cercanía a Venezuela, pero también por la fertilidad de las tierras y la proximidad conseguida con la población por parte de la organización terrorista.

  5. Medio Atrato, alto San Juan, alto Atrato, norte del Valle y Buenaventura: Estos lugares dan al ELN salida al Pacífico, lo cual facilita las redes de narcotráfico a través de Panamá. Así mismo, el ELN busca fortalecer la militancia urbana en el Valle del Cauca, lo que se ha hecho evidente durante las protestas de 2019 en la ciudad de Cali.

  6. Norte y suroccidente de Nariño, y sur del departamento del Cauca: Además de proveer paso al Pacífico, estos lugares permiten controlar las zonas por donde atraviesa el oleoducto Trasandino y explotar los yacimientos mineros de manera ilegal. En el Cauca, el ELN intenta tener control de la población por medio del establecimiento de reglas y amenazas a los líderes sociales. En estos territorios son comunes los campos minados para establecer fronteras.

Estos espacios vacíos son aprovechados no solamente por el ELN, sino por diversos grupos criminales, insurgentes, delictivos y narcotraficantes que hacen uso de la globalización desviada para generar verdaderos ecosistemas criminales (Miklaucic & Brewer, 2013). Al respecto, cabe recalcar que durante los años de la presidencia de Álvaro Uribe se logró debilitar al ELN, que vio “reducida a más de la mitad su presencia territorial y su mínimo de efectivos” (Ríos, 2020). Esto puede arrojar luces respecto a las acciones que deben emprenderse para hacer frente a la amenaza que genera el ELN en las fronteras y en los territorios mencionados.

El consumo mínimo es el sexto principio expuesto por Faundes (2009). Está fundado en el uso racional de los recursos y en lograr, por medio de su combinación, una sinergia que potencie los resultados. Al respecto, cabe recordar lo que señalan Liang y Xiangsui (1999): ante un poder económico mayor, la guerra puede llevarse a cabo con aquellos medios que se encuentran a la mano y que hacen parte de la vida cotidiana de las personas. Esto se relaciona con una cadena local de suministros, para lo cual el escenario cognitivo resulta clave.

El ELN ha comprendido este principio. Por ello, a pesar de no estar en todo el territorio, sí se hace sentir en todo lugar. Ejemplo de esto son los panfletos que utilizan en municipios o las amenazas que hacen por medio de redes sociales. En este sentido, hay que tener en cuenta que, como expone Gutiérrez (2020), la guerra se mueve cada vez más hacia las ciudades, sin que ello signifique la erradicación de las guerrillas; por el contrario, implica un cambio de paradigma. Se trata de pasar del paradigma maoísta, en el que la guerra se daba desde el campo para rodear las ciudades, a uno en el que las ciudades toman tal importancia que implican una acción fortalecida allí. A la vez, los grupos al margen de la ley también buscarán conseguir nuevas capacidades para realizar la guerra de manera remota a través de recursos tecnológicos a los que tienen acceso gracias a los nexos construidos con otros Estados y con grupos terroristas como Hezbolá (Machado, 2020). Además, tienen que adaptarse a nuevas lógicas en que las Fuerzas Militares están mejor equipadas que en el siglo pasado, gracias a lo cual pueden dar golpes contundentes a los grupos criminales, insurgentes y narcotraficantes.

Por otro lado, el ELN hace uso de armas artesanales fabricadas por ellos mismos, con elementos que son comunes en la vida cotidiana, como lo recomendaban Liang y Xiangsui (1999). En todo caso, el financiamiento del ELN proviene de las extorsiones al sector público y privado, de secuestros, de la minería ilegal y del narcotráfico. El dinero que recogen se utiliza para financiar la guerra tanto en el campo como en las ciudades a través del terrorismo, campos minados y amenazas a líderes sociales (Ayala et al., 2016).

El séptimo principio es la coordinación multidimensional Se refiere a la importancia de combinar los recursos militares y no militares al realizar la guerra. De esta forma, no se hace una distinción de guerra o no guerra, sino que en la misma guerra existen diversos campos de acción para diferentes esferas de la sociedad (Faundes, 2009). Al respecto, el ELN tiene diversos frentes que se ocupan tanto del combate con grupos enemigos, sean del Estado o no, como de la acción urbana: Frente Darío de Jesús Ramírez Castro; Frente de Guerra Urbano Nacional Camilo Torres Restrepo; Frente de Guerra Suroccidental Carlos Alberto Tróchez Zulueta; Frente de Guerra Norte Ornar Gómez; Frente de Guerra Nororiental Manuel Pérez Martínez; Frente de Guerra Occidental Ornar Gómez; Frente de Guerra Central y Frente de Guerra Oriental Comandante en Jefe Manuel Vásquez Castaño (Indepaz, 2021).

Estos frentes están equipados para crear lazos importantes con las comunidades a través de grupos similares a los de estudio bíblico, donde se comparten las creencias del ELN y su doctrina, y se acompaña de una ayuda social prestada tanto a indígenas como a campesinos. Esto permite generar lazos de confianza que luego se traducen en información respecto al movimiento de las Fuerzas Militares, cátedras en los salones de clase tanto de colegios como de universidades, apoyo logístico para el combate y, en general, un fortalecimiento de la legitimidad del grupo guerrillero.

El último principio expuesto por Faundes (2009) es el ajuste y control del proceso por completo. En teoría, es más fácil poner en práctica este principio para un Estado que para un grupo guerrillero, más aún si se trata de un grupo descentralizado como el ELN. Los líderes de esta organización, que están a cargo del Comando Central y de los siete comandos, se encuentran en Venezuela desde finales de los noventa; sin embargo, como se abordó, existe una centralización política que se mueve en busca del colapso del Estado colombiano, mientras que las unidades ejecutoras son descentralizadas. Por ello, el ELN mantiene sus capacidades en el núcleo central, pero encuentra obstáculos para consolidar su poder en las áreas del país donde solo ha hecho presencia de manera intermitente.

Esto se explica por la falta de mandos medios que puedan generar una verdadera cadena de mando (Indepaz, 2021) con la logística que esto conlleva. Sin embargo, tener objetivos limitados le ha sido útil para mantener sus acciones alineadas y evitar que sus contradicciones internas, como el daño al medioambiente, el narcotráfico y el secuestro, le impidan su crecimiento y mantener sus acciones contra el Estado.

Conclusiones

A partir de la identidad del ELN y su constitución como organización, es evidente que la adaptabilidad y maleabilidad funcionan en esta guerrilla como principios de acción. Esto les permite aplicar los principios de la guerra irrestricta, como una guerra de guerrillas potenciada por la tecnología y la eliminación de los límites en lo que se refiere a las dimensiones de combate.

En consecuencia, el Estado colombiano debe tener una estrategia multidimensional, mas no irrestricta, para hacer frente al ELN. En este sentido, autores como Miron (2019) y Thompson (1966) han establecido lineamientos estratégicos para la lucha contrainsurgente que siguen siendo útiles a pesar de la lógica de la guerra irrestricta. Entre ellos se encuentra la claridad que debe tener el Estado en cuanto a sus fines políticos, su independencia y su prosperidad económica; la importancia de que el Gobierno funcione acorde a la ley y proteja su legitimidad; la necesidad de un plan de gobierno que vaya más allá de las operaciones militares, incluyendo los campos políticos, sociales, administrativos y económicos que afectan el diario vivir de los ciudadanos; el enfoque que el Gobierno debe dar a la subversión, sea violenta o no, y la necesidad de asegurar las bases y los centros de gravedad del Estado ante olas de violencia.

De esta forma, es indispensable evidenciar las lógicas contradictorias que maneja el ELN y que se apartan del derecho y el orden constituido. Sin embargo, no solamente la retórica se hace necesaria, sino también el empoderamiento de una verdadera identidad nacional basada en los valores que hacen único el país, así como la creación de un proyecto nacional que pueda unir a los ciudadanos sin distinción de su origen étnico o su preferencia política.

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Citación APA: Villalba-García, L. E, Coronado-Camero, E, & Sierra-Gutiérrez, W A. (2022). La guerra irrestricta como estrategia del ELN en Colombia: nuevos desafíos de una amenaza persistente. Revista Científica General José María Córdova, 20(40), 779 -797. https://dx.doi.oig/10.21830/19006586.1043

Financiamiento

Los autores no declaran fuente de financiamiento para la realización de este artículo.

Sobre los autores

Luisa Fernanda Villalba-García es magíster en estrategia y geopolítica de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, y profesional en relaciones internacionales y estudios políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Es gestora académica e investigadora de la Escuela Superior de Guerra. https://orcid.org/0000-0003-3169-9312 - Contacto: luisa.villalba@esdeg.edu.co

Faiver Coronado-Camero es estudiante del Doctorado en Estudios Estratégicos, Seguridad y Defensa de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, y es magíster y especialista en seguridad y defensa nacionales de la misma Escuela. Profesional en ciencias militares de la Escuela Militar de Cadetes. Es docente investigador de la Escuela Superior de Guerra. https://orcid.org/0000-0003-3327-8386 - Contacto: faiver.coronado@esdeg.edu.co

William Alfredo Sierra-Gutiérrez es estudiante del Doctorado en Estudios Estratégicos, Seguridad y Defensa de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, y es magíster y especialista en seguridad y defensa nacionales de la misma Escuela. Profesional en ciencias militares de la Escuela Militar de Cadetes. Es docente investigador de la Escuela Superior de Guerra. https://orcid.org/0000-0002-0640-7907 - Contacto: william.sierra@esdeg.edu.co

Recibido: 09 de Mayo de 2022; Aprobado: 01 de Septiembre de 2022; Publicado: 01 de Octubre de 2022

*Contacto: Luisa Fernanda Villalba-García luisa.villalba@esdeg.edu.co

Declaración de divulgación

Los autores declaran que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con el artículo.

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