Introducción
El presente trabajo evalúa la medida o el índice de eficacia colectiva para dos espacios urbanos en la zona metropolitana del valle de México. Este ejercicio resulta pertinente tomando en cuenta que, sin bien la teoría ha demostrado su capacidad para explicar la distribución heterogénea de la violencia en distintas ciudades del mundo, las pruebas empíricas más recientes arrojan resultados distintos a los esperados por los supuestos teóricos.
En el trabajo se hace una revisión de distinto tipo de literatura de la eficacia colectiva. Por un lado, se abordan los principales antecedentes y evolución de la teoría (Sampson & Groves, 1989; Sampson et al.,1997; Sutherland et al.,2013; Hipp & Wo, 2015). Por el otro, se enuncian los alcances y resultados de la propuesta de algunos trabajos (Cerdá & Morenoff, 2007; Sutherland, 2013; Hipp 2016). Finalmente, se distinguen algunas aportaciones a partir de las evaluaciones de los alcances en la forma de construir la medida de eficacia colectiva (Dunn et al., 2015; Hipp & Woo, 2015; Hipp, 2016; Wickes et al., 2013; Gau, 2014).
A partir de lo anterior, este estudio se propone aportar sobre el análisis de la medida de eficacia colectiva en dos espacios urbanos destacados, el Centro Histórico de la Ciudad de México (CH) y Ciudad Nezahualcóyotl en el Estado de México (Nz), ambos de relevancia social y económica en la zona metropolitana del valle de México. Se utiliza una encuesta aleatoria estratificada y por conglomerados realizada a finales de 2021 e inicios de 2022, periodo aún influenciado por las restricciones sanitarias por la pandemia de COVID-19. La encuesta es producto del proyecto de investigación "Empoderamiento ciudadano para mejorar la seguridad pública y el estado de derecho en la Ciudad de México", desarrollado por El Colegio de México y la Universidad de Harvard. El objetivo es analizar la estructura de la eficacia colectiva y determinar si existe una medida única para ambos espacios urbanos, así como identificar las dimensiones que la componen. A pesar de que la investigación propone una medida de eficacia colectiva a nivel nacional o de ciudad, este documento apunta que cada medida debe considerar las particularidades del espacio de análisis.
Marco teórico-conceptual
El último medio siglo ha sido testigo de la reemergencia de la investigación para identificar los recursos protectores o causantes del delito y la violencia entre vecindarios urbanos. El debate teórico es amplio e intenso, no siempre ha sido lineal pues exhibe discontinuidades, bifurcaciones y, a veces, convergencias. En este accidentado camino, una de las propuestas más socorridas para explicar el comportamiento intraurbano del delito es aquella que identifica en las capacidades de organización comunitaria la explicación más importante.
La notoriedad de algunas teorías descansa en haber pasado pruebas empíricas. Las teorías ecológicas son un ejemplo. A principios del siglo XX, el proceso de urbanización acelerado -sobre todo en EE. UU.- generó preocupaciones sobre un cambio profundo de las características sociales de las comunidades urbanas, propiciando una agenda de investigación sobre su influencia en el delito y la violencia. En la medida que estas teorías fueron probadas, algunas fueron descartadas al no lograr su comprobación en la realidad (Sutherland et al., 2013; Bruinsma et al., 2013; Da Silva, 2014).
La teoría de la desorganización social manifiesta el péndulo de ganar notoriedad para luego diluirse. Definida como la capacidad de los vecindarios para compartir valores comunes (Sampson & Groves, 1989), la propuesta a finales de los años 1980 recogió el interés por comprobar los recursos organizativos de los vecindarios que afectaban la variabilidad de las tasas delictivas intraurbanas. Al operacional izar las distintas dimensiones de la desorganización social, encontraron evidencia de que expresiones como redes de amigos locales, baja participación organizacional y los grupos de adolescentes no supervisados, mediaban las características estructurales de los vecindarios para explicar la variabilidad del delito en barrios de Gran Bretaña.
Los resultados no lograron sostenerse y la desorganización social no alcanzó a colocarse como la teórica ecológica dominante. La posibilidad de transcender como marco explicativo principal quedó interrumpida por los resultados obtenidos por parte de la investigación subsecuente (Bruinsma et al., 2013). En términos generales, en muchas ocasiones sus dimensiones marcaron resultados opuestos a lo esperado por la teoría. Aunque, el principal señalamiento fue su condición tautológica, pues su explicación eran parte por sus resultados (Sampson, 2006).
Puntualmente, sus limitaciones se explican por tres tipos de hallazgos. El primero, la incapacidad de garantizar el control social por parte de las densas redes sociales vecinales. Segundo, las bifurcaciones organizativas generadas por la cohesión social, de las cuales una de ellas puede vincularse con el crimen organizado, por lo tanto, la interacción entre vecinos no siempre es prosocial. Tercero, los lazos débiles también pueden operar como protectores frente al delito y la violencia (Sampson, 2006).
La propuesta de la eficacia colectiva ha recogido los avances de la escuela ecológica del delito. Varios de sus estudios han logrado predecir con mayor precisión bajas tasa de homicidios -y otros delitos- en algunas ciudades norteamericanas, europeas y, en menor medida, en otras ciudades de economías en desarrollo. Así, esta teoría se ha convertido en la más influyente para explicar la distribución espacial del delito en contextos urbanos (Bruinsma et al., 2013; Sutherland et al., 2013; Gerstner et al., 2019; Lymperopoulou et al., 2022).
La eficacia colectiva es definida por Sampson y sus colegas como el proceso de activar o convertir los lazos sociales entre los residentes del vecindario con el fin de lograr objetivos colectivos, como el orden público o el control del crimen (Sampson et al., 1997; Morenoff et al., 2001; Sampson, 2006). Su distinción conceptual frente a la desorganización social se encuentra en apuntar en la disposición a intervenir de los vecinos, emanada de la confianza y cohesión social, como el principal recurso protector frente al delito y la violencia. Con ello, la alta densidad de las distintas redes vecinales (privadas, parroquiales o institucionales) si bien son importantes, son insuficientes para reducir la violencia.
La eficacia colectiva mantiene explicaciones generadas desde las teorías de la desorganización social. Por un lado, este mecanismo de organización vecinal para la disposición a intervenir por el bien común es producto de las condiciones estructurales del vecindario tales como pobreza, disrupción familiar o movilidad residencial. Por el otro, opera como una variable con efecto directo sobre las conductas antisociales y violentas. Por lo tanto, cuando las condiciones estructurales del vecindario son favorables se promueven confianza-cohesión social-control social informal promoviendo menores tasas de violencia.
Desde que comenzó a ser sometida a pruebas empíricas, la teoría ha demostrado su potencia explicativa en la distribución diferenciada del delito y la violencia intraurbana. En ciudades norteamericanas (Sampson et al.,1997; Cerdá & Morenoff, 2007) y europeas (Bruinsma et al., 2013; Sampson & Wikstrõn, 2008) los resultados la han afianzado entre las teorías ecológicas de delito. De hecho, estos trabajos han encontrado un efecto estadístico similar de la eficacia colectiva en distintas ciudades anglosajonas a pesar de expresar niveles de violencia heterogéneas (Gertsner et al., 2019).
Sin embargo, a medida que el efecto de la eficacia colectiva ha sido medido en diversos contextos, se han obtenido resultados mixtos. Los hallazgos apuntan a distintas direcciones; algunos encuentran la emergencia de expresiones asociativas contra el delito en entornos desfavorables, otros revelan la falta de correlación estadística con el delito; incluso, el hallazgo de relaciones positivas entre el recurso social vecinal y el crimen. Aunque las explicaciones para estos resultados son diversas, algunos estudios sugieren no haber tomado en cuenta las diferencias contextúales, ni haber ajustado los ítems del cuestionario original y las escalas para medir el índice de eficacia colectiva. Además, se destaca la falta de uniformidad entre la confianza-cohesión social-control social informal en diferentes contextos (Wickes et al., 2013; Uchida et al., 2014; Hipp & Wo, 2015; Hipp, 2016; Manzano et al., 2020).
Las explicaciones posibles de los resultados heterogéneos sugieren que la mayoría de los análisis se han llevado a cabo en contextos con similitudes sociales, económicas y políticos entre los vecindarios. Esto ha desplazado el cuestionamiento sobre la universalidad del concepto y, por ende, la necesidad de ajustar la medida o el índice de eficacia colectiva de acuerdo con las condiciones específicas de cada espacio (Uchida et al., 2014). Asimismo, se destaca la importancia de considerar el contexto político más amplio en el que se realiza el estudio (Hipp, 2016; Maldonado, 2023; Lymperopoulou et al., 2022).
La eficacia colectiva, al actuar como variable mediadora entre las condiciones estructurales y el delito en los vecindarios, no siempre surge en las condiciones "ideales" propuestas por las teorías ecológicas (Cerdá & Morenoff, 2007; Wickes et al., 2013; Hipp, 2016). La asunción de que todos los problemas en los vecindarios vienen juntos (Sampson, 2006) no es universal para todos los contextos ni momentos (Lymperopoulou et al., 2022). Se ha observado la emergencia de control social informal desde la cohesión social en barrios con diversidad étnica (Burchfield & Silver, 2013). Asimismo, en situaciones de altas tasas de divorcio o disrupción familiar, puede haber una alta eficacia colectiva (Manzano, 2009). Esto se suma al papel del Gobierno en promover o inhibir los procesos organizativos de las comunidades urbanas (Lymperopoulou et al., 2022).
En ciudades latinoamericanas, los trabajos también revelan la emergencia de expresiones de cohesión social, control social informal y eficacia colectiva en contextos con una alta concentración de desventajas. Por ejemplo, Cerdá y Morenoff (2007), Manzano (2009), Da Silva (2014) y Manzano et al. (2020) indican que la presencia de crimen organizado, alta concentración de pobreza, elevados niveles de desigualdad y rotación residencial pueden coexistir con procesos de organización vecinal.
Uno de los primeros trabajos que abordaron esta cuestión fue el de Villarreal y Silva (2006), quienes identificaron niveles significativos de victimización en barrios pobres de Belo Horizonte, Brasil, a pesar de contar con una cohesión social y una interacción vecinal elevadas. Manzano (2009), por otro lado, encontró una correlación importante entre la cohesión de los vecindarios y los niveles delictivos en dos barrios populares de Santiago de Chile. Cerdá y Morenoff (2007) realizaron un estudio en Medellín, Colombia, y observaron una concentración desproporcionada de eficacia colectiva en vecindarios con altos niveles de pobreza y una percepción elevada de violencia. Da Silva (2014) encontró una relación positiva entre las violaciones y las redes de amistad, así como una alta concentración de robos de vehículos en áreas con expresiones de organización social.
Por su parte, Manzano et al. (2020) llevaron a cabo una de las pruebas más completas de la teoría de la desorganización social y eficacia colectiva en los años más recientes en la región. Al desglosar la cohesión y el control social informal en espacios urbanos de Chile, Perú y Colombia, descubrieron la falta de efecto de la segunda dimensión sobre la victimización. Este hallazgo se explica por el carácter reactivo de la intervención vecinal para contener conductas antisociales, el cual carece de un impacto sostenible a largo plazo. En cambio, el estudio reveló que la cohesión social desempeña un papel crucial como elemento de contención, ofreciendo evidencia en sentido contrario a la identificada en investigaciones anteriores.
La medida de eficacia colectiva, cohesión social y control social informal
Como un solo constructo, existe consenso sobre el procedimiento para capturar y medir la eficacia colectiva en vecindarios urbanos. Puesto que conceptualmente la eficacia colectiva se despliega del control social informal derivado de la cohesión social y la confianza, Robert Sampson et al. (1997) propusieron una serie de ítems para aprehender ambas dimensiones. En su investigación en barrios de Chicago, encontraron una correlación importante (0,8) entre la cohesión social-confianza y el control social informal, presentando una confiabilidad elevada y un único factor. Por lo tanto, concluyeron que eran parte de un mismo mecanismo de organización vecinal.
En las primeras investigaciones, los ítems empleados para medir la eficacia colectiva han sido similares. Por un lado, para medir cohesión social-confianza, los trabajos han preguntado sobre: 1) la disposición de los vecinos a ayudarse entre sí; 2) la unión entre los residentes del vecindario; 3) los niveles de confianza entre vecinos; 4) llevarse mal con otras personas pertenecientes al vecindario, y 5) si comparten los mismos valores. Por otro, para medir el control social informal, preguntaron sobre la disposición a intervenir en caso de que: 1) los niños no fueran a la escuela y estuvieran en una esquina; 2) los niños pintaran grafitis en los edificios locales; 3) los niños mostraran falta de respeto a un adulto; 4) intervenir al presentarse una pelea frente a su casa, y 5) intervenir frente a una amenaza de reducción en el presupuesto de la estación de bomberos cercana.
De forma más reciente, se han realizado modificaciones menores en los ítems utilizados para capturar la eficacia colectiva. En algunos estudios, se modificó el número de preguntas respecto del ejercicio original (Cerdá & Morenoff, 2007; Sampson & Wikstrõm, 2008; Sutherland et al., 2013; Hipp, 2016). En algunos se emplearon menos de tres preguntas; otros utilizaron más de diez por cada dimensión del constructo de eficacia colectiva. En otros trabajos, se ajustaron las preguntas para reflejar el control social, como en el caso del cierre del centro comunitario en lugar de la reducción de presupuesto de la estación de bomberos (Bruinsma et al., 2013).
Si bien en varios de estos trabajos quedó de manifiesto la potencia predictiva del índice de la eficacia colectiva, la medida fue incorporada a los modelos econométricos sin mayor evaluación de su composición. Su falta de análisis y adecuación posiblemente fue rebasada por la importancia de probar su poder predictor de la distribución diferenciada de la violencia y el delito en las urbes (Uchida et al., 2014).
Conforme la investigación sobre esta teoría -y otras derivaciones- ha comenzado a recopilar evidencia en distintas urbes del mundo, al mismo tiempo se ha indagado sobre los procesos que podrían estar influyendo en la conformación de su métrica y, a la vez, cómo esta situación podría reconfigurar el recurso social asociativo. Los resultados mixtos con relación al poder de la eficacia colectiva -y sus dimensiones- han provocado realizar reflexiones y pruebas al índice construido por Sampson y sus colegas (Wickes et al., 2013; Uchida et al., 2014; Dunn et al., 2015; Hipp & Wo, 2015; Hipp, 2016; Hipp et al., 2019; Maldonado, 2023).
Las observaciones sobre el índice de eficacia colectiva son distinta naturaleza y, entre ellas, se destacan tres.
La primera es si los ítems pueden captar las expresiones locales de confianza-cohesión social, control social informal y de eficacia colectiva (Uchida et al., 2014; Dunn et al., 2015). En los últimos diez años, algunos estudios han sugerido que las relaciones heterogéneas entre la eficacia colectiva y el crimen y la violencia se deben al efecto diferencial del lugar y la cultura (Wickes et al., 2013; Hipp & Wo, 2015). Por ejemplo, ciertas acciones contempladas en los cuestionarios pueden no ser consideradas como conductas antisociales por los residentes y, en este sentido, no se esté captando correctamente la disposición de los vecinos a intervenir frente a conductas antisociales (Hipp & Wo, 2015). Otro ejemplo, es que los distintos niveles de intervención del Estado, la economía política, podrían tener una consecuencia en los niveles organización formal e informal de las comunidades urbanas y de la propia eficacia colectiva (Lymperopoulou et al., 2022).
Una segunda ramificación del análisis de la medida de eficacia colectiva apunta a la idoneidad y suficiencia de los ítems y escalas para capturar sus dimensiones. Las evaluaciones han encontrado alta consistencia y confiabilidad del índice cuando mayor es el abanico de posibilidades de respuesta. De acuerdo con la evaluación del índice de eficacia colectiva llevada a cabo por Maldonado (2023), al utilizar una escala reducida de categorías de respuesta, las medidas disminuyen su sensibilidad, se relaciona con un mayor grado de asimetría y un comportamiento no normal de la variable. Por otra parte, cuando se incorpora un mayor número de ítems es posible identificar otras dimensiones latentes en el constructo de la eficacia colectiva respecto de las primeras versiones donde quedaban diluidas (Gerstner et al., 2013; Uchida et al., 2014; Maldonado, 2023).
Finalmente, y relacionado con el punto anterior, los reciente trabajos han cuestionado la composición del índice únicamente por dos dimensiones -cohesión social y control social informal- y, en ese sentido, pertenecen a una misma unidad conceptual. Por un lado, los trabajos de Uchida et al. (2014) en Miami y de Maldonado (2023) en Barcelona, encontraron, sumada a la cohesión social-confianza y el control social informal, una tercera dimensión subyacente: la de control social, la cual apela a la capacidad de los vecinos para solicitar la intervención de la autoridad para atender problemas del vecindario.
Por otro, la unicidad de la eficacia colectiva queda cuestionada, pues sus dimensiones han mostrado teórica y estadísticamente ser construcciones distintas. Gau (2014), uno de los académicos con una explicación amplia de esto, ha distinguido que, por ejemplo, la cohesión social-confianza y control social informal deben ser tratados de forma distinta pues teóricamente no se puede establecer que la cohesión preceda a los controles sociales. También, apunta que los controles sociales informales fuertes no están garantizados por la cohesión social, lo que implicaría heterogeneidad en sus valores, afectando la consistencia interna del índice. Finalmente, señala la falta de una relación lineal y monótona entre ambas dimensiones, pues en determinado momento las redes sociales vecinales dejan de afectar en la misma dirección los controles sociales. Aunado a esto, Gerstner et al. (2019) identificaron, a nivel individual, dos dimensiones latentes de la media, aunque, cuando el análisis pasa a nivel vecindario, los datos solo expresan una dimensionalidad.
En paralelo, este tipo de trabajos señala considerar el sesgo de conveniencia social generado por los ítems de control social informal, es decir, se requiere comprobar si efectivamente la intervención vecinal se acciona cuando hay situaciones derivativas del delito (Hipp & Wo, 2015). Un camino para explorar y seguir avanzando en el efecto de la eficacia colectiva en la variabilidad del delito entre vecindarios ha sido someter a prueba sus dimensiones, tal como lo han hecho los autores arriba referidos.
En el caso de nuestra región, no solo es difícil identificar un amplio número de trabajos demostrativos de la protección contra la violencia de la eficacia colectiva, pues también resulta escasa la investigación en la cual se plantee la necesidad de ajustar el índice de acuerdo con las condiciones espaciotemporales donde se realiza el análisis. Uno de los trabajos más recientes sobre el tema es el de Manzano et al. (2020) en el cual señalan la falta de unicidad entre cohesión social-confianza y control social informal. El objetivo del presente trabajo es evaluar la propuesta de medición de eficacia colectiva para dos espacios urbanos en la zona metropolitana del valle de México.
Método
Para evaluar la eficacia colectiva, este trabajo se basó en la literatura especializada sobre análisis factorial y el trabajo de Maldonado (2023). Para la elaboración de encuesta, se incorporó una serie de preguntas realizada en dos áreas de la zona metropolitana del valle de México entre noviembre de 2021 y enero de 2022. La encuesta buscó captar la percepción de los vecinos sobre la cohesión social-confianza y su disposición a intervenir frente a conductas antisociales. El cuestionario fue diseñado por un grupo de investigadores especializados en el tema de inseguridad y violencia urbana.
Se seleccionaron dos vecindarios para abordar temáticas relacionadas con la seguridad y condiciones organizativas: el Centro Histórico en la Ciudad de México y Ciudad Nezahualcóyotl en el Estado de México. La elección de estos espacios urbanos se basó en su importancia social y económica en la metrópoli, pero, sobre todo por los significativos cambios en seguridad pública experimentados en las últimas dos décadas (Davis, 2007; Arteaga, 2017; Díaz, 2018; Alvarado, 2019).
Vale la pena mencionar que existen similitudes y diferencias socioeconómicas entre ambos espacios. El Centro Histórico cuenta con una población de 33 900 personas en el perímetro A, mientras que en el perímetro B son 113 000. Es un espacio donde predomina la actividad comercial frente al cerca de 80% de los lotes destinados a actividades comerciales como restaurantes, museos, hoteles, bodegas, comercios, etc. (Zamarrón, 2019). Por su parte, en Nezahualcóyotl, actualmente habitan más de 1 077000 habitantes. Su economía es mixta, con mayoría referida al comercio, servicios e industria (Secretaría de Economía, s. f).
Considerando los datos a nivel de Áreas Geoestadísticas Básicas (Ageb) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de 2020, en Centro Histórico cerca del 15% de la población tiene edades de 15 a 24 años, mientras que, en Ciudad Nezahualcóyotl, este porcentaje es del 8,3. Además, en el primer espacio, 2,5% de la población vivía fuera de la entidad antes de 2015, mientras que, en el segundo, este porcentaje es casi similar (2,2%). En promedio, la población del primer espacio tiene 11 años de escolaridad, mientras que en el segundo este promedio es de 10,4 años. Un poco más del 99,2% de las viviendas en la primera zona cuenta con servicios de energía eléctrica, agua entubada de la red pública y drenaje, mientras que en la segunda zona este indicador alcanza el 99,3%. En cuanto a la conectividad, la proporción de viviendas con acceso a internet es del 79% en la primera zona y del 68,7% en la segunda1.
Para obtener la información sobre distintos fenómenos relacionados con la seguridad en ambos espacios, se realizaron dos muestras independientes para la encuesta mediante un muestreo probabilístico, estratificado y por conglomerados. El tamaño de la muestra se determinó utilizando el Marco Geográfico Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) y el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi. Las viviendas fueron la unidad de selección; y los hogares, la unidad de observación, con personas mayores de 18 años como unidad de análisis. Se aplicaron 2000 cuestionarios en Ciudad Nezahualcóyotl y 1100 en el Centro Histórico (en sus perímetros A y B) (Figura 1). Los estratos fueron establecidos a partir del número y prevalencia de los establecidos por la Encuesta Nacional de Victimización y percepción sobre Seguridad Pública (Envipe, 2019).

Fuente: Elaboración propia con base en Inegi (2020)
Figura 1. Ubicación de los espacios urbanos de análisis.
Se utilizó este tipo de muestreo debido a que se consideró el más adecuado para los objetivos generales de la encuesta. Al seleccionarse una muestra aleatoria, podrían generarse estimadores sesgados tomando en cuenta las heterogeneidades de la población en ambos espacios urbanos, es decir, que cierto tipo de subpoblaciones pudieran quedar subestimadas. El método estratificado y por conglomerados, por su parte, se eligió para realizar inferencias de acuerdo con los conglomerados y estratos establecidos. Sin embargo, el método utilizado para este trabajo impide establecer análisis a un nivel más desagregado, como lo puede ser una colonia o barrio.
Ahora bien, para diseñar el módulo del cuestionario de eficacia colectiva, inicialmente se consideró la batería de preguntas utilizadas por Sampson y sus colegas. Se propusieron las diez preguntas para medir la cohesión social-confianza y el control social informal. Sin embargo, se hicieron ajustes considerando características generales expresadas por los dos vecindarios en los últimos años. De esta forma, se adicionaron ítems basados en puntos de vista de otros académicos e investigaciones similares (Bruinsma et al., 2013; Sutherland et al., 2013 Cerdá & Morenoff, 2007).
En total, el módulo constó de 22 ítems para los dos espacios urbanos: 14 para la dimensión de confianza y cohesión social, y los restantes ocho para el control social informal. Para captar confianza y cohesión social, siguiendo la métrica original del constructo, se indagó sobre la autoidentificación de los encuestados con diversos aspectos físicos e históricos de sus vecindarios, sobre percepción de la interacción con otros vecinos, la participación en organizaciones vecinales, confianza entre vecinos. Una característica particular de nuestro cuestionario fue incorporar un ítem para identificar la colaboración y apoyo de los vecinos en el marco de la contingencia sanitaria por COVID-19, situación poco contemplada en trabajos previos.
Por su parte, para medir el control social informal, se incluyeron ítems derivados de la métrica original, como la disposición de los vecinos para vigilar la cuadra o colonia y llamar la atención a un policía en caso de agresión. También se utilizaron elementos comunes en otras investigaciones, como la disposición a actuar frente a la pinta de grafitis en el mobiliario urbano o a la falta de respeto de un joven hacia un adulto en el espacio público. Se utilizó una escala Likert de cinco puntos para las respuestas, donde el punto más alto significaba estar "Muy de acuerdo". Aunque algunos trabajos sugieren ampliar el número de respuestas, se consideró que era una escala adecuada para evitar confusiones al encuestado.
El análisis factorial exploratorio inició con 21 ítems. En la primera etapa para capturar la dimensión de cohesión social informal, se analizaron 13 elementos, y los ocho restantes se refirieron a preguntas sobre la disposición al control social informal. La pregunta sobre la posibilidad de cambiar de residencia quedó excluida del análisis, pues generó dudas sobre su interpretación aun cuando se realizaron pruebas piloto.
Para construir y develar la estructura del índice de eficacia colectiva de Centro Histórico y Ciudad Nezahualcóyotl, utilizamos técnicas de estadística multivariada, específicamente el Análisis Factorial Exploratorio (AFE), tomando como referencia por un lado, los ejercicios similares realizados por Maldonado (2023) y Jiménez et al. (2021) quienes han desentrañado la estructura de distintos índices mediante esta técnica y, por el otro, por los pasos establecidos por la literatura especializada. Todos los análisis se llevaron a cabo con el software libre R-studio debido a su capacidad para manejar grandes conjuntos de datos y controlar el proceso de análisis.
Se realizaron correlaciones policóricas para este análisis. Por su parte, para evaluar la consistencia interna de los índices generados se utilizó el alfa de Cronbach, considerando las características de nuestros ítems. Esta medida estadística permitió cuantificar la fiabilidad o consistencia interna, y se consideró muy buena o excelente cuando oscilaba entre 0,8 y más de 0,9, aceptable entre 0,7 y 0,8, y poco confiable por debajo de 0,6.
Asimismo, el AFE permitió identificar las dimensiones latentes en los ítems. Las cargas factoriales cercanas a 0,5 fueron el criterio para seleccionar los elementos de cada dimensión. Para confirmar la consistencia de nuestras medidas, se realizaron pruebas KMO y pruebas de esfericidad de Bartlett.
En la determinación del número de factores retenidos, se contemplaron distintos criterios. Aunque se pudo forzar un análisis para obtener un índice de dos dimensiones (cohesión social-confianza y control social informal), se probaron procedimientos adicionales para determinar una mayor complejidad del constructo. Primero se utilizó el Gutman-Kaiser, conservando los eigenvalores mayores a uno, pero se descartó para no comprometer la capacidad explicativa del índice. Al observar la Figura 1, de sedimentación (scree plot) y, después del punto de inflexión, se seleccionó un factor adicional. Al incorporar un factor más, quedó descartada la posibilidad de dejar fuera dimensiones importantes en la composición de la medida de eficacia colectiva (Figura 2). Finalmente, se utilizó la rotación oblicua, ya que la literatura indica que los factores están correlacionados.
Resultados
Las estadísticas descriptivas revelan similitudes en las percepciones sobre la cohesión social y la disposición para controlar conductas antisociales entre los encuestados del Centro Histórico y Ciudad Nezahualcóyotl. En ambos espacios urbanos, la mayoría de los vecinos expresaron estar "Muy de acuerdo" con los lugares donde viven y su historia. Aunque existe una identificación significativa con las condiciones físicas en ambos lugares, estas proporciones son ligeramente mayores en el Centro Histórico de la Ciudad de México (Tabla 1).
Tabla 1. Distribución porcentual de respuestas de cohesión social en CH y Nz
# | Ítem Cohesión Social | Centro Histórico, Ciudad de México | Nezahualcóyotl, estado de México | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
% Muy de acuerdo | % De acuerdo | % En Desacuerdo | % Muy desacuerdo | %No sabe/ No contesta (Espontánea) | % Muy de acuerdo | % De acuerdo | % En Desacuerdo | % Muy desacuerdo | %No sabe/ No contesta (Espontánea) | ||
13A | Contento con vivir en el vecindario | 23,9 | 63,5 | 10,4 | 2,2 | 0,1 | 23,4 | 69,7 | 5,6 | 1 | 0,3 |
13B | Identificación con la historia colonia | 16,2 | 63,9 | 16,8 | 1,7 | 1,4 | 14,8 | 69,3 | 12,8 | 1,6 | 1,4 |
13C | Identificación con las condiciones físicas de la colonia | 8,9 | 45,2 | 38,2 | 7,7 | 0 | 6,8 | 53,8 | 33,9 | 5,3 | 0,2 |
13E | Unión entre los vecinos de la colonia | 5,1 | 40,6 | 45,7 | 7,2 | 1,4 | 9,1 | 46,7 | 36,2 | 6,3 | 1,6 |
13F | Ayuda de los vecinos frente a una dificultad | 6,4 | 48,5 | 36 | 7 | 2 | 9,3 | 50,8 | 32 | 6,3 | 1,5 |
13G | Respeto de los vecinos en los espacios públicos | 6,1 | 51,3 | 34,2 | 7,7 | 0,6 | 9,3 | 62 | 24,2 | 4 | 0,5 |
13H | Mejoramiento de las relaciones vecinales en el último año | 8,1 | 49,8 | 33,3 | 5,3 | 3,5 | 9 | 64,1 | 23 | 2,7 | 1,2 |
131 | Los vecinos se ofrecen a participar en comités vecinales | 4,6 | 34,8 | 45,5 | 7,9 | 7,2 | 5,6 | 48,1 | 34,3 | 5,9 | 6 |
13J | Los vecinos realizan fiestas frecuentemente | 6,3 | 32 | 51,2 | 9,3 | 1,2 | 4,5 | 27 | 59,6 | 7,4 | 1,4 |
13K | Los vecinos se apoyaron durante la epidemia COVID-19 | 6,9 | 44 | 39,4 | 7,2 | 2,4 | 6,2 | 47,9 | 37,2 | 5,5 | 3,1 |
13L | Los valores y metas son similares entre vecinos | 5,2 | 40,9 | 42,8 | 7,6 | 3,4 | 4,6 | 51 | 36,1 | 5,5 | 2,8 |
13M | Confiar el cuidado de mi casa a mis vecinos | 8,7 | 50,1 | 33,3 | 6,7 | 1,2 | 10,5 | 55,1 | 27,8 | 5,6 | 1 |
13N | Confío en los policías el cuidado de mí, mi familia y vecinos | 5,4 | 39,4 | 41,7 | 11,7 | 1,8 | 6,7 | 51,8 | 32,8 | 8,1 | 0,6 |
Fuente: Elaboración propia
Por otro lado, al explorar distintos aspectos de la confianza e interacción entre vecinos, se observan niveles ligeramente más bajos en las respuestas "Muy de acuerdo". Las preguntas sobre percepción de apoyo entre vecinos, unidad en el último año, valores compartidos, participación en comités vecinales y confianza recibieron principalmente respuestas "De acuerdo", mientras que los niveles de "Muy de acuerdo" disminuyen en comparación con la identificación física y comunitaria. Si bien la encuesta fue realizada durante la contingencia sanitaria por el COVID-19, las percepciones de ayuda entre vecinos no fueron muy elevadas, la preocupación por el contagio del virus posiblemente generó que las mayores proporciones quedaran repartidas mayoritariamente entre "De acuerdo" y "En desacuerdo".
Asimismo, se observan diferentes niveles de disposición a intervenir para regular el comportamiento social en sus vecindarios. Como se aprecia en la Tabla 2, los vecinos en ambos espacios urbanos están más inclinados a denunciar situaciones problemáticas frente a alguna autoridad, incluso intervendrían si un policía atenta contra algún miembro de sus comunidades. Aunque disminuye la disposición a intervenir en caso de que personas consuman alcohol o drogas ilícitas, o intervenir en caso de una pelea en una casa vecina.
Tabla 2. Distribución porcentual de respuestas de control social informal
## | ítem Control Social Informal | Centro histórico, Ciudad de México | Nezahualcóyotl, Estado de México | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
% Muy de acuerdo | % De acuerdo | % En Desacuerdo | % Muy desacuerdo | %No sabe/ No contesta (Espontánea) | % Muy de acuerdo | % De acuerdo | % En Desacuerdo | % Muy desacuerdo | % No sabe/ No contesta (Espontánea) | ||
14A | Denunciar ante la policía problemas en la cuadra | 11,4 | 58,5 | 23,6 | 4,9 | 1,5 | 18,9 | 66,6 | 11,2 | 1,8 | 1,6 |
14B | Disposición de vecinos para vigilar la cuadra o la colonia | 6,7 | 47,3 | 37,1 | 6,2 | 2,7 | 11,4 | 56,8 | 25,2 | 3,6 | 3 |
14C | Llamar la atención a quien pinta grafitis o daña el mobiliario urbano | 10,3 | 49,4 | 32,6 | 5,4 | 2,2 | 13,9 | 57 | 24,9 | 2,4 | 1,8 |
14D | Llamar la atención por consumo de alcohol y drogas ilícitas en la cuadra | 6,1 | 33,7 | 48,8 | 9,6 | 1,8 | 7,8 | 43,8 | 39,6 | 7 | 1,8 |
14F | Intervenir en caso de ocurrir una pelea en una casa vecina | 7 | 40,7 | 42,2 | 6,9 | 3,1 | 6,3 | 47 | 39,5 | 4,6 | 2,5 |
14G | Intervenir en caso de que un menor fuera grosero con un adulto de la cuadra | 6,5 | 46,3 | 37,2 | 7,7 | 2,3 | 7,1 | 54,5 | 32 | 4 | 2,4 |
14H | Intervenir cuando los servicios públicos no funcionen en la cuadra | 10,3 | 59,5 | 24,9 | 4,1 | 1,2 | 11,6 | 65 | 19,3 | 3,1 | 1 |
14I | Intervenir si un policía maltrata a un niño, joven o vecino | 17,8 | 64,2 | 13,4 | 3,1 | 1,6 | 17,8 | 66,1 | 13,9 | 0,9 | 1,3 |
Fuente: Elaboración propia
Evaluación del índice de eficacia colectiva para Centro Histórico y Ciudad Nezahualcóyotl
Según se mencionó, se utilizaron 21 ítems para medir los niveles de eficacia colectiva, algunos de los cuales fueron excluidos tras evaluar su carga factorial. En el primer análisis, se obtuvieron métricas de consistencia elevadas. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, el alfa de Cronbach fue de 0,9, y para Ciudad Nezahualcóyotl fue de 0,88, indicando la idoneidad de las preguntas diseñadas para capturar la eficacia colectiva. Estos resultados son similares a la investigación de Sampson et al. (1997) que obtuvieron un alfa de Cronbach de 0,83.
Otras medidas respaldaron la fiabilidad inicial de la medida psicométrica. La prueba KMO fue de 0,94 para ambos espacios urbanos, indicando una muestra adecuada para realizar nuestro análisis. Además, las pruebas de esfericidad de Bartlett mostraron una significancia de cero, lo que indica una suficiente correlación de las variables para realizar el análisis factorial.
Sin embargo, como puede observarse en la Tabla 3, se realizaron varios análisis factoriales exploratorios, debido a que las cargas factoriales de algunas preguntas no fueron cercanas a 0,5. En un segundo análisis, para ambas muestras, las pruebas sugirieron obtener un modelo factorial integrado de 10 ítems: seis para cohesión social y cuatro para medir control social informal. La estructura del constructo de eficacia colectiva para los dos espacios, aunque tuvieron similitudes, también presentaron distinciones. Para el Centro Histórico, el primer análisis indicó que los ítems 13F, 13K, 13G, 13H, 13A, 13B, 14C, 14D, 14F y 14H quedaran distribuidos en cuatro dimensiones. Para Ciudad Nezahualcóyotl, los ítems seleccionados fueron 13E, 13F, 13H, 13K, 13A, 13B, 14C, 14D, 14E, 14H, distribuidos también en cuatro dimensiones (ver códigos de las preguntas en Tablas 1 y 2).
Tabla 3. Análisis factoriales de eficacia colectiva para Ch y Nz
Espacio urbano | Número de Prueba AFE | Alfa de Cronbach | Prueba de esfericidad de Bartlett | Prueba KMO | Número de factores de la prueba | % varianza acumulada | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Chisq | Pvalue | GL | ||||||
Primer AFE | 0,9 | 7 719 472 | 0 | 210 | 0,94 | 5 | 57,2 | |
CH | Segundo AFE | 0,81 | 2 779 195 | 0 | 45 | 0,85 | 4 | 68,3 |
Tercer AFE | 0,78 | 2 011 443 | 0 | 28 | 0,81 | 3 | 66,1 | |
Cuarto AFE | 0,81 | 2 199 785 | 0 | 21 | 0,84 | 3 | 70,4 | |
Primer AFE | 0,89 | 114 295 | 0 | 210 | 0,94 | 5 | 53,6 | |
Nz | Segundo AFE | 0,79 | 4 358 951 | 0 | 45 | 0,85 | 4 | 65,8 |
Tercer AFE | 0,7 | 2 196 83 | 0 | 21 | 0,77 | 3 | 65,2 |
Nota: Se muestran los resultados tras realizar distintos análisis factoriales exploratorios.
Fuente: Elaboración propia
Para obtener un modelo definitivo, se calcularon tres modelos más para Centro Histórico y dos para Ciudad Nezahualcóyotl. Esto implicó varios ajustes a las distintas métricas para identificar la confiabilidad de las medidas en construcción. Por ejemplo, en el caso del alfa de Cronbach, se redujo en ambos espacios urbanos, y aunque la confiabilidad fue menor en Ciudad Nezahualcóyotl, el resultado puede considerarse aceptable. También, el índice de Kaiser-Meyer-OIkin (KMO) disminuyó, aunque al superar los 0,7 en ambos espacios urbanos, la muestra seguía siendo adecuada (Tabla 3).
Resultados opuestos se obtuvieron al determinar la varianza total explicada. Como se observa en la Tabla 3, los primeros análisis sugirieron considerar cinco factores para ambos espacios urbanos, pero al reducir el número de ítems, debido a sus bajas cargas, las dimensiones se ajustaron hasta tres. En paralelo, el porcentaje de varianza explicada también mejoró en Ciudad Nezahualcóyotl, pasando de 53,6% a 65,2%, y en el caso del Centro Histórico, la mejora fue mayor, alcanzando 70,4%. Ambas medidas cumplen el criterio establecido de un mínimo del 60%.
En la Tabla 4 y en la Figura 3 se detallan los ítems contemplados en cada espacio encuestado. Aunque son menos que los integrados en la medida de eficacia colectiva comúnmente empleada, estos resultados evidencian tres situaciones destacadas. Primero, la composición de la cohesión social-confianza, el control social informal en dos espacios urbanos difiere de la de otras ciudades del mundo, lo cual está en concordancia con lo planteado en investigaciones previas. Segundo, entre los vecindarios existen variaciones en la composición de las dimensiones de eficacia colectiva. En Ciudad Nezahualcóyotl, la medida se compuso de siete ítems, con tres para cohesión social-confianza, dos para control social informal y dos para identificación con la colonia. En el caso del Centro Histórico de la Ciudad de México, dos correspondieron a cohesión social, tres para control social informal y dos para identificación con el vecindario, sumando un total de siete. En tercer lugar, al suprimir ítems con baja contribución, el modelo quedó conformado por tres dimensiones. Aunque es el mismo número identificado Uchida et al. (2014) y Maldonado (2023), en nuestro trabajo, la dimensión de control social no se subyace y es desplazada por una dimensión que hemos denominado identificación con la colonia.
Tabla 4. Ítems y dimensiones de la medida de eficacia colectiva para CH y Nz
Nota: Resultados finales de las cargas factoriales de cada uno de los ítems de las dos medidas de eficacia colectiva. Los resultados de la izquierda refieren a Centro Histórico y los de la derecha a los de Ciudad Nezahualcóyotl.
Fuente: Elaboración propia
Discusión
La investigación presentada en este documento evidencia la misma tendencia observada en otros estudios con metodologías iguales o similares: la medición de la eficacia colectiva, y sus dimensiones, no es uniforme ni universal, se configura singularmente según el contexto y el periodo analizado. Los resultados advierten que las dimensiones del recurso social protector se estructuraron con cierta similitud, pero con ligeras diferencias para cada uno de los espacios urbanos analizados. Aunque parte de la literatura destaca la importancia de desarrollar un modelo de eficacia colectiva adaptado a las características específicas de cada país o ciudad (Wickes et al., 2013; Uchida et al., 2014; Dunn et al., 2015; Maldonado, 2023), los hallazgos de este estudio sugieren la pertinencia de construir un índice a una escala más desagregada.
Los índices de eficacia colectiva son muy similares en ambos espacios urbanos, aunque existen ciertos matices diferenciales que deben ser mencionados. Por ejemplo, los resultados estadísticos marcaron la composición de la cohesión social en el CH por ítems sobre apoyo entre vecinos (13F y 13K); en el caso de Nz los análisis marcaron estar compuesto por unión entre vecinos, apoyo en los mismos y mejoramiento de las relaciones (13E, 13F y 13H). En el caso del control social informal en ambos espacios urbanos, las medidas están dirigidas en controlar las actividades antisociales en el espacio público, sin embargo, en Nezahualcóyotl se distingue por llamar la atención a los policías (14D). En contraste, la composición de la dimensión de identificación con el vecindario es similar en los dos espacios. Desde nuestro punto de vista, esta composición diferenciada tiene que ver con las similitudes y diferencias espaciales y del periodo en que se hizo la encuesta. Los datos sociodemográficos muestran también estas semejanzas y diferencias.
Las similitudes y las ligeras diferencias de los dos índices podrían relacionarse con el impacto de la política pública en general y, específicamente, con la política de seguridad. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, deben considerarse las transformaciones espaciales y de seguridad implementadas por la autoridad local en las últimas dos décadas (Davis, 2007; Arteaga, 2017) pues han supuesto un cambio en las condiciones estructurales de los vecindarios. Las modificaciones de los vecindarios incluyen la movilidad residencial, las condiciones socioeconómicas y la composición de las familias, lo que, a su vez, ha repercutido en las manifestaciones -y la percepción- de comportamientos antisociales y de control social informal derivado de la cohesión social.
Desde las primeras intervenciones espaciales por parte del Gobierno y el sector privado, la población ha expresado cambios en la identificación con sus vecinos y divergencias con la autoridad en términos de identificación y corrección o control de comportamientos antisociales (Davis, 2007; Moctezuma, 2021). Actividades como niños jugando en la calle o presencia de puestos ambulantes generan percepciones ambivalentes sobre lo que debería ser el orden social en algunas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. La recuperación espacial y arquitectónica de las últimas dos décadas, que ha implicado la restauración de plazas, edificios históricos, calles, avenidas y el desplazamiento espacial de antiguos residentes (Davis, 2007; Arteaga, 2017; Moctezuma, 2021), podría generar discrepancias entre vecinos sobre las actividades permitidas en el espacio público.
En el caso de Ciudad Nezahualcóyotl, desde principios del siglo XXI se implementó una estrategia de seguridad basada en una mayor participación ciudadana y una transformación en las estructuras de la policía local, lo cual representa un modelo excepcional en México (Alvarado, 2019). Sin embargo, estas nuevas condiciones también han tenido efectos en las manifestaciones de eficacia colectiva en la comunidad. Los valores compartidos en torno al orden social y las posibles soluciones para los vecindarios han cambiado entre los residentes debido al desplazamiento de antiguas formas de organización vecinal por aquellas promovidas por el Gobierno local (Agudo, 2022). Posiblemente una mayor interacción con el policía permite a la comunidad tener mayor disposición a intervenir en caso de que el quehacer policial sea visto como incorrecto, tal como lo indica la composición de la dimensión de control social informal.
Los hallazgos de este estudio descartan la inclusión de la tercera dimensión de control social (formal), propuesta en evaluaciones del constructo de eficacia colectiva llevadas a cabo en contextos como Miami o Barcelona. El resultado posiblemente está relacionado con la falta de confianza que los ciudadanos mexicanos tienen en los cuerpos de seguridad locales y en los servidores públicos. Esta desconfianza ha sido develada en estudios cualitativos documentando el papel de los policías en la comisión de delitos (Moctezuma, 2021), así como en encuestas de percepción y victimización realizadas periódicamente en el país (Envipe y ENSU). En los dos espacios urbanos de análisis, la pregunta sobre la disposición a recurrir a la policía y denunciar problemas en las calles de la cuadra quedó excluida desde los primeros análisis factoriales. La dimensión de control social informal en ambos vecindarios refleja la disposición de los vecinos a intervenir directamente para regular comportamientos antisociales.
Un hallazgo imprevisto en esta investigación fue la identificación de una tercera dimensión compuesta por los ítems relacionados con la historia de la colonia y las características físicas de la misma. Aunque este componente guarda relación con la cohesión social del vecindario, es necesario investigar teórica y empíricamente este resultado de manera más profunda. Uno de los desafíos que enfrenta la investigación sobre la cohesión social radica en la falta de una definición consensuada entre los interesados en el tema (Hipp & Wo, 2015). Para validar esta tercera dimensión, valdría la pena ampliar el número de ítems, a saber: la identificación de los cambios urbanos de los últimos veinte años o la apropiación de los espacios públicos, como los parques, plazas o edificios del entorno inmediato.
Otra posible explicación de esta tercera dimensión subyacente está relacionada con el procedimiento utilizado para seleccionar un factor adicional respecto de los que marcaron tener un eigenvalor mayor a uno. Una propuesta para continuar dilucidando las características de la eficacia colectiva en los vecindarios en México es la aplicación de procedimientos estadísticos más sofisticados, como el análisis factorial confirmatorio o el modelo multidimensional.
A pesar de que el instrumento construido en este documento arrojó medidas de confiabilidad importantes o suficientes, es necesario señalar algunas limitaciones. Desde nuestra perspectiva, es esencial considerar otras manifestaciones de cohesión social-confianza y control social informal, no solo aquellas propuestas por el cuestionario de Sampson y sus colegas o de otros trabajos. Es decir, se requiere considerar expresiones de cohesión social y control social propios de una urbe caracterizada por importantes contrastes sociales, económicos e institucionales.
Vinculado con lo anterior, resulta imperativo examinar detenidamente el concepto de confianza para futuras investigaciones, el cual abarca tanto los elementos de trust como los de confidence. La noción de confianza no se limita únicamente a la creencia en la veracidad y la integridad de otros individuos o instituciones, sino que también comprende la confianza en las propias habilidades y capacidades. Mientras que trust alude a la confianza interpersonal o en otros agentes externos, confidence denota la confianza en uno mismo o en las instituciones y sistemas sociales. No obstante, es fundamental reconocer que los dos términos no son términos intercambiables, ya que cada uno aborda aspectos distintos de la confianza. La inclusión de ambos en la comprensión de la confianza implica no solo otorgar mayor relevancia a los lazos sociales dentro de los vecindarios, sino también considerar las relaciones más allá de los límites barriales. Incorporar estas distinciones resultaría importante para trascender las críticas respecto del problema de la aldea urbana que aquejan estas teorías y, por lo tanto, captar la complejidad de las relaciones sociales en entornos urbanos contemporáneos.
Otro elemento por considerar es el momento de llevar a cabo este estudio, lo cual, siguiendo la literatura, influye en la forma en que se expresa la eficacia colectiva contra la violencia y el delito. Como mencionamos, la encuesta fue realizada cuando aún estaban vigentes algunas medidas de reducción de la interacción social para evitar los contagios del SARS-Cov2; posiblemente, para determinar su efecto en las expresiones de confianza y de control social se requiere un mayor número de preguntas al respecto.
Finalmente, debemos considerar el tipo de muestreo llevado a cabo para este trabajo. Si bien la encuesta aleatoria estratificada y conglomerado tiene la ventaja de captar la representación de subgrupos de la muestra, las interpretaciones son generales para cada espacio. Futuras investigaciones podrían llevarse a cabo con muestreo que utilicen como unidad el vecindario, lo cual permitiría comparar el efecto diferenciado de la eficacia colectiva entre unidades espaciales más desagregadas.
Conclusiones
La investigación criminológica ha destacado la eficacia colectiva como un indicador potente para explicar la variación delictiva entre vecindarios en diversas ciudades del mundo. Sin embargo, hallazgos más recientes revelan efectos divergentes de este proceso de control social. A raíz de esto, en los últimos años, se han iniciado análisis más profundos sobre su métrica. Sus evaluaciones sugieren que el índice se configura de manera diferencial según el contexto dónde se lleva a cabo el estudio.
Este trabajo destaca dos hallazgos principales. En primer lugar, a pesar de las similitudes entre los ítems de la eficacia colectiva del Centro Histórico de la Ciudad de México y Ciudad Nezahualcóyotl en el estado de México, los constructos revelaron algunas diferencias. Esto sugiere la necesidad de ajustar la medida psicométrica según el contexto en el que se pretenda medir. El contexto económico, social e incluso en presencia de una crisis sanitaria, son factores importantes para considerar cuando se realizan estos análisis. En segundo lugar, se identificó una dimensión relacionada con la identificación de vivir en el vecindario. Esta dimensión no ha sido previamente reconocida en otros estudios, lo cual requiere ser validado en diferentes entornos urbanos y en fases posteriores de la investigación.
El próximo paso para continuar evaluando el poder protector de la eficacia colectiva es integrarlo en un modelo estadístico multinivel, conforme lo propone la literatura. El objetivo es identificar si la medida, junto con sus dimensiones, ejerce un efecto protector contra el delito y la violencia o si, como señalan algunas investigaciones en nuestra región, su impacto podría contradecir la teoría. Esto, debido a las condiciones particulares espaciales, económicas y temporales en que se realizó el estudio.