Introducción
La emergencia de salud pública causada en 2020 por la COVID-19 generó un escenario de crisis global que afectó a toda la población. En México, la pandemia alteró el orden cotidiano de forma abrupta, ante la ausencia de un plan gubernamental efectivo, tanto porque era imposible planear esto con anticipación como porque la respuesta gubernamental en general no siguió las recomendaciones de los expertos ni las medidas tomadas por otros países. Adicionalmente, la singularidad de las necesidades de cada hogar demandaba soluciones específicas, razón por la cual era necesario que las medidas impactaran a nivel micro. En este sentido, los hogares recurrieron a diversas estrategias de supervivencia cuando alguno de sus miembros contraía la enfermedad. Este artículo analiza dos poblaciones cuyas características sociales son diametralmente opuestas: por un lado, el Centro Histórico de Ciudad de México, zona reconocida por su alta actividad comercial y densidad poblacional (Delgadillo-Polanco, 2008); por el otro, el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl, el cual se distingue por su población joven y por los desafíos socioeconómicos que enfrenta (Bassols & Espinosa, 2011).
Ante la compleja situación generada por la pandemia, se busca mostrar que las estrategias de supervivencia implementadas por estas dos poblaciones no surgieron de manera aislada, sino que estuvieron inmersas en redes familiares, de amistad y vecinales. En este sentido, la cohesión vecinal, la intervención y la participación de los vecinos fueron clave para proporcionar un marco explicativo para las estrategias utilizadas por la población ante la crisis sanitaria (Martínez & Neira, 2021; Bromley & Gerry, 1979; Haro & Vázquez, 2017). Este enfoque destaca las acciones emprendidas por los sectores de bajos recursos para subsistir, con énfasis en el rol de las redes -entendidas conceptualmente como sistema de relaciones sociales y conexiones entre diferentes personas o entidades- como mecanismo para enfrentar situaciones adversas.
Además, como herramienta metodológica, el uso del concepto de red es eficaz para examinar fenómenos o patrones de comportamiento que, de otro modo, permanecerían ocultos (Kauchakje et al., 2006). En este contexto, es factible observar un vínculo entre el tejido social y la habilidad de los individuos para enfrentar adversidades. Esto se debe a que quienes cuentan con redes sociales robustas y altos niveles de capital social enfrentan menos dificultades en comparación con quienes tienen una carencia de vínculos sociales estables o que poseen un capital social limitado (Putnam, 2003).
Este artículo recurre a tres dimensiones analíticas para discernir los elementos específicos que moldearon las estrategias de supervivencia de los hogares durante la pandemia: 1) cohesión vecinal, 2) intervención de los vecinos y 3) participación social.
La cohesión social se puede entender como un atributo inherente a la sociedad, con base en la premisa de que un grupo de individuos comparten creencias y valores comunes (Haro & Vázquez, 2017). Este concepto está ligado a un sentido de pertenencia, ya sea por vivir una situación similar o por compartir ideales. Debido a que la unidad básica en la vida urbana es el vecindario (o barrio), este desempeña el papel de estructura organizativa colectiva en la cual se desarrolla la vida pública y se articulan las interacciones que conforman el contexto más amplio y general de la ciudad (Gravano, 2016). De este modo, la cohesión que existe entre los vecinos adquiere relevancia en momentos de peligro para la integridad de sus miembros, tal y como ocurrió en 2020 con la expansión del virus SARS-CoV-2. Ante situaciones como esta, las comunidades tejen redes de solidaridad, estructuras de parentesco y relaciones de cercana vecindad, así mismo, la identidad de un vecindario se preserva a través de la interacción y conexión entre sus miembros (Alvarado, 2019).
La participación social, como dimensión analítica, admite diversas interpretaciones teóricas. Por un lado, puede entenderse como un medio para establecer la legitimidad y el consenso en una población determinada (Kauchakje et al., 2006). Por otro lado, también puede aludir a las estrategias empleadas para superar condiciones de desigualdad social, donde la promoción de la participación resulta crucial. Fundamentalmente, la participación implica la posibilidad de expresar decisiones que son reconocidas en el entorno social e impactan la vida individual y la comunidad en la que viven las personas (Cabrera & Pérez- Mercado, 2023; Patiño & Cruz, 2020).
La participación se manifiesta a través de acciones colectivas dirigidas a influir en el entorno, que emergen siempre de manera conjunta y nunca de forma aislada. Asimismo, estas acciones colectivas, ante determinadas circunstancias de índole social, económica o política, se ponen en marcha alineadas con los objetivos y las intenciones propuestas en el marco de la participación (Patiño & Cruz, 2020). Esta dimensión de las acciones colectivas, en el contexto de la pandemia, se denomina intervención de los vecinos.
Además, es crucial considerar que las personas no se encuentran aisladas, ya que, más allá de pertenecer a un barrio específico, están integradas en hogares. El hogar constituye el núcleo básico de la sociedad; es allí donde se establecen los valores de sus miembros y se establecen las primeras relaciones sociales. Estas unidades familiares desempeñan un papel clave en el desarrollo de sus integrantes, ya que les proporciona un entorno de red para adquirir habilidades necesarias para la vida (Nájera et al., 2017), habilidades en las cuales se diferencian de quienes no cuentan con un hogar. En este sentido, resulta esencial considerar a los individuos en el contexto de su hogar, ya que es allí donde enfrentan desafíos, como el evento de que alguno de sus miembros se enfermara de COVID-19 en la pandemia.
En este marco, las preguntas de investigación planteadas son las siguientes: ¿Cuáles son las estrategias de supervivencia a las que recurrieron los hogares donde al menos uno de sus miembros se contagió de COVID-19? Y ¿cómo influye la cohesión social y el grado de participación de los vecinos para apoyar a los hogares afectados por COVID-19? A partir de estas preguntas, el análisis tiene por objetivo proporcionar un panorama detallado de cómo los hogares mexicanos navegaron en este contexto de crisis y los recursos de su entorno que contribuyeron a su supervivencia.
Antecedentes y acciones gubernamentales que propiciaron las estrategias de resiliencia en la población
México encaró la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 desde una situación adversa, marcada por significativos niveles de inestabilidad laboral. Pérez y Ceballos (2019) destacan que, a lo largo de una década, “la clase subordinada y remunerada aumentó la probabilidad de experimentar un mayor nivel de precariedad sin distinción alguna de sexo, sector, la educación, edad, estado civil” (p. 128). Esta situación también incluye inconvenientes en la provisión de servicios fundamentales como el agua o dificultades para acceder a derechos sociales esenciales como podrían ser la educación, vivienda o salud (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social [Coneval], 2020a). Ante este escenario, surge la pregunta: ¿qué perspectivas tendría la población de países con tan pronunciadas desigualdades sociales, cuando incluso se vieron gravemente afectadas las economías más prósperas?
Durante la crisis por COVID-19, el vínculo entre la sociedad y el gobierno se puso en evidencia más que nunca. Esta emergencia sanitaria afectó todas las esferas de la vida, lo que hizo necesario coordinar esfuerzos entre el Estado y la población. Sin embargo, los programas gubernamentales establecidos en 2019 y vigentes a lo largo de 2020 no estaban preparados para abordar las necesidades específicas que emergieron a raíz de la pandemia y el confinamiento decretado por el gobierno, lo que evidenció un desafío adicional en la gestión de la crisis. La falta de previsión se vincula directamente a la manera en que se asignan y ejecutan los planes y acciones en los programas. Esta situación se exacerbó debido a la subestimación de los riesgos para la salud que implicaba una pandemia y los esfuerzos realizados durante la crisis sanitaria, que buscaron asistir a la población sin agravar las desigualdades preexistentes (Coneval, 2021).
La respuesta a esta emergencia atravesó distintas etapas. Inicialmente, las estrategias y medidas se adoptaron de manera descendente, comenzando con la coordinación del gobierno federal y trasladándose posteriormente a los gobiernos locales. Luego de esta fase, las acciones quedaron a cargo de las entidades y municipios (Navarro, 2020). Las entidades federativas implementaron programas sociales que proporcionaban bienes o servicios directamente a los ciudadanos. Estas intervenciones variaron en cada estado, pero generalmente consistieron en la distribución de víveres, dinero o créditos, en el caso de las empresas (SRE, 2022).
Por ejemplo, algunas de las medidas fueron adelantar los apoyos económicos a poblaciones vulnerables, como personas con alguna discapacidad física o menores de edad. También se buscó pagar por adelantado las pensiones para adultos mayores, con la intención de que tuvieran un ingreso económico ante el cierre de negocios considerados como no esenciales por parte del gobierno federal. Además, algunos micronegocios recibieron un incentivo económico para mantener su actividad económica y así evitar su cierre definitivo (Cejudo et al., 2020; Cruz & Patiño, 2020).
En el caso de la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación a la que pertenece la muestra del Centro Histórico, se ajustaron los lineamientos del programa “Brigada Alcaldía Cuauhtémoc”. Originalmente, este programa se enfocaba en fomentar una cultura de prevención ante adversidades como sismos o cualquier otro evento que pudiera afectar a la población. Sin embargo, debido a la emergencia sanitaria se redujo el presupuesto asignado y se destinaron recursos al programa “Nuestro Corazón”, el cual proporcionó alimento y productos de primera necesidad a personas vulnerables que vivieran en la alcaldía, con la intención de evitar que la gente saliera de sus casas (Alcaldía Cuauhtémoc, 2020).
Por otro lado, en el estado de México se proporcionaron apoyos económicos y se distribuyeron apoyos alimentarios (Cruz & Patiño, 2020). En Nezahualcóyotl, específicamente, en consonancia con las disposiciones estatales, se implementaron diversas acciones: la campaña de distanciamiento social y la campaña de separación de desechos sanitarios y regulación del comercio ambulante. Además, se continuó con las brigadas de sanitización de los espacios comunes, así como el monitoreo de los casos positivos en el municipio (IAPEM, 2020). Todo esto enmarcado en la estrategia nacional denominada Jornada Nacional de Sana Distancia (JNSD), cuyo enfoque fue promover que las personas se mantuvieran en casa la mayor parte del tiempo para evitar contagios (Diario Oficial de la Federación, 2020).
Aunque estas estrategias mostraron un esfuerzo por brindar apoyo a las poblaciones vulnerables, en general se considera que estas acciones fueron limitadas. Las estrategias emergieron como reacciones bajo presión, fueron implementadas en medio de una situación de crisis y, a menudo, sin suficiente tiempo o recursos para una planificación adecuada. Esta improvisación puso de manifiesto la ausencia de una planeación anticipada ante escenarios de esta naturaleza, lo cual se agravó por el contexto de las disparidades sociales y económicas que ya estaban presentes desde antes de la pandemia (Cejudo et al., 2020; Coneval, 2020b; Espinoza & Ziccardi, 2003).
Marco teórico: estrategias de supervivencia de los hogares
Ante la ausencia de apoyo gubernamental durante la pandemia, los hogares se vieron obligados a desarrollar estrategias para mitigar los efectos negativos. En este escenario, los vínculos entre familiares y vecinos emergieron como pilares fundamentales para la supervivencia de la población (Hintze & Danani, 2004). Desafiando el mito del esfuerzo individual, los hogares mostraron una notable capacidad de adaptación y creatividad para enfrentar la crisis sanitaria. Por ejemplo, en algunas zonas, las personas jóvenes proveían de comida a las personas de su mismo hogar que evitaban salir durante los periodos de cuarentena obligatorios (Cabrera & Pérez-Mercado, 2023). El fortalecimiento de las redes familiares en tiempos de crisis no fue exclusivo de entornos de bajos ingresos; de hecho, en países más prósperos se observó una dinámica similar (Ayuso et al., 2020; Shockley et al., 2021). Este fenómeno subraya la importancia de las conexiones comunitarias y el apoyo mutuo, especialmente en contextos de adversidad como una pandemia.
En el estudio de las redes sociales existen dos elementos clave que son la “densidad de los vínculos” y los “vínculos más débiles”. El primer término hace referencia a qué tan cercanas y frecuentes son las interacciones dentro de un grupo, por lo que, en redes con alta densidad, los miembros suelen tener muchas conexiones en común. La consecuencia directa de este tipo de comportamiento es que se desarrolla un fuerte sentido de pertenencia, donde se suelen compartir normas comunes e incluso expectativas similares (Coleman, 1988). En el lado opuesto están los vínculos débiles, que se caracterizan por ser conexiones menos frecuentes e íntimas. Aunque en primera instancia puedan parecer menos importantes que los anteriores, los vínculos débiles son cruciales para acceder a información fuera del grupo inmediato. De cierta manera, estos vínculos actúan como puentes hacia otros círculos sociales, lo cual tiene un efecto positivo, ya que amplía la interacción de los individuos más allá de su entorno cercano (Granovetter, 1973).
Este análisis revela que la noción de esfuerzo individual, como solución a los problemas, es más un mito que una realidad, especialmente cuando los hogares se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. La realidad es que, a menudo, los esfuerzos colectivos se ven limitados por las condiciones sociales a favor de la ciudadanía, lo que restringe su capacidad para idear nuevas soluciones (Hintze & Danani, 2004). Esto nos lleva a considerar tanto a los residentes del Centro Histórico como a quienes viven en Nezahualcóyotl como individuos que forman parte de grupos y desarrollan estrategias en conjunto. Un aspecto crucial es que estas actividades se realizan independientemente de las instituciones que deberían ofrecer protección social.
La pandemia destacó que la supervivencia no depende únicamente de acciones individuales, sino más bien de esfuerzos colectivos. Según Coleman (1988), la interacción continua dentro de una comunidad va moldeando las actitudes de sus miembros, con lo cual se desarrolla un sentido de pertenencia. Estas normas que adquieren las personas son el componente clave que permite la interacción entre los habitantes de una misma zona (Martínez & Neira, 2021). Esto se puede observar en mayor medida en el Centro Histórico, donde gran parte de sus habitantes se dedican al comercio y establecen, de manera explícita o implícita, normas de convivencia que les permiten convivir entre ellos (Delgadillo-Polanco, 2008).
Factores como la confianza y la inclusión son claves para fomentar acuerdos de cooperación entre las personas, lo que, a su vez, tiene la capacidad de impulsar cambios. En palabras de Montero et al. (2008), “el sentimiento de seguridad se convierte en un elemento que une a las personas que comparten actitudes, ideas y una mutualidad que llegan a asociarse con la participación social y la implicación en asuntos de competencia comunitaria y cívica” (p. 13). De hecho, en la capital mexicana se han implementado en las últimas décadas diversas iniciativas para que las comunidades mejoren sus condiciones de vida. Estas acciones buscan que los habitantes de las comunidades convivan entre ellos, lo que favorece la inclusión social (Álvarez & Ziccardi, 2015).
La pandemia llegó a México en un escenario de retroceso del Estado de bienestar de la población, lo que desencadenó la necesidad de que las comunidades emprendieran acciones para afrontar los retos impuestos por el COVID-19. Bajo la nueva administración federal, que llevaba poco más de un año en el cargo para entonces, se prometieron reformas en la administración pública y la implementación de políticas de austeridad. En consecuencia, la población ya sufría el descuido de gobiernos anteriores, lo que añadía incertidumbre sobre las medidas adoptadas por la nueva gestión (Dussauge & Aguilar, 2021).
Por lo tanto, la solidaridad vecinal se fortaleció, no solo en el Centro Histórico, sino también en Nezahualcóyotl, promoviendo un espíritu de cooperación en busca de un fin común o beneficios recíprocos. Esta colaboración se caracterizó por un esfuerzo conjunto mediante el cual los miembros de una misma comunidad se apoyaron con la intención de superar adversidades impuestas por la pandemia (Campos et al., 2019; Letelier et al., 2019).
Zonas de estudio: Centro Histórico (polígono AB) de la Ciudad de México y Nezahualcóyotl
Las comparaciones entre comunidades territoriales formadas por miembros de distintos estratos sociales dentro de un mismo territorio son escasos. Un ejemplo es el estudio de Safa y Ramírez (2011), quienes analizaron tres zonas de la Delegación Coyoacán: el Centro, el pueblo de Los Reyes y las colonias populares de Los Pedregales. Su investigación se enfocó en explorar las razones que llevan a la gente a organizarse para mejorar su entorno habitacional, sus métodos y cómo negocian sus demandas con las autoridades locales de la ciudad. En el presente artículo se busca visibilizar disparidades de las condiciones de vida y el contexto urbano que emerge en dos delimitaciones geográficas distintas: el Centro Histórico y Nezahualcóyotl. Con ello, la intención es examinar si las medidas implementadas por el gobierno ayudaron a la población o, por el contrario, fue la misma ciudadanía la que se organizó para reducir los posibles efectos de la COVID-19.
El Centro Histórico de la capital mexicana sigue siendo el corazón metropolitano, a pesar de los cambios urbanos y el desgaste de algunas áreas (Figura 1). Esta zona se destaca por la densa concentración de comercios que florecen dentro de su demarcación. También cuenta con una rica colección de monumentos históricos que la convierten en un punto de atracción turística. Sin embargo, también existen situaciones complejas, como la falta de vivienda y agua, lo cual se refleja en la dificultad para retener a sus habitantes y ofrecer alojamiento accesible a los habitantes de escasos recursos. A pesar de estas adversidades, se destaca por ser un lugar propicio para establecerse, principalmente por los foráneos. De este modo, los residentes de la ciudad mantienen fuertes vínculos familiares y comerciales, lo cual podría indicar que se trata de una comunidad resiliente (Alcaldía Cuauhtémoc, 2020; Delgadillo-Polanco, 2008).
Por otro lado, Nezahualcóyotl, o “Neza” como se le conoce popularmente, a menudo ha sido estigmatizada como una zona violenta. Sin embargo, a lo largo de su historia ha ido superando este estigma gracias al auge económico derivado del establecimiento de nuevos negocios. El municipio ha evolucionado paralelamente con la economía de la Ciudad de México, provocando que se convierta en un polo económico y político significativo, crucial en los procesos electorales locales y federales (Alvarado, 2019; Bassols & Espinosa, 2011) (Figura 1).
Tanto el Centro Histórico como Nezahualcóyotl son áreas de gran interés por su diversidad económica, social e incluso urbanística. Sin embargo, es crucial reconocer que otras poblaciones también experimentaron desafíos similares, lo que pone en evidencia la complejidad del impacto de escenarios de crisis en diferentes sectores de la sociedad (Santos-Corral, 2021). Así, el enfoque principal de esta investigación es resaltar que, independientemente de las carencias que se tuvo por parte del gobierno, la participación de la ciudadanía tuvo una gran influencia durante la pandemia, ya que las acciones emprendidas por los habitantes de una misma zona desempeñaron un papel crucial para superar los desafíos.
Datos
La fuente de información para nuestro análisis son los datos de la encuesta “Empoderamiento ciudadano para la mejora de la seguridad pública y el estado de derecho en la Ciudad de México”, realizada con el fin de identificar las dinámicas de la población respecto a la seguridad, la relación entre los vecinos y las medidas implementadas por los hogares durante el apogeo de la pandemia hasta el levantamiento de las medidas sanitarias, que en el Centro Histórico fue del 18 al 23 de octubre de 2021, mientras en Nezahualcóyotl fue del 9 al 13 de octubre. Con este marco de referencia, se utiliza la información recolectada de las dos áreas de interés, que recoge datos de 1100 hogares en el área delimitada como perímetro AB (como se muestra en la Figura 1) y de 2000 hogares en el municipio de Nezahualcóyotl.
La encuesta tiene un diseño probabilístico, estratificado y se centra en individuos mayores de 18 años. Como marco muestral, usa las estimaciones de población de Conapo e Inegi, específicamente los datos de los municipios de México y la población por área geoestadística básica (AGEB) en la Ciudad de México. Los estratos se construyeron con base en el número de delitos por AGEB y se usaron los rangos de edad y sexo para calibrar los factores de expansión. El tamaño de muestra se calculó usando la tasa de prevalencia delictiva y otros parámetros como el nivel de confianza, margen de error y efecto de diseño. Para la distribución de la muestra, se consideró la estructura poblacional por edad y sexo, asegurando la representatividad mediante cuotas durante el operativo de campo. Los factores de expansión (ponderadores) se obtuvieron con base en las probabilidades de selección y la tasa de respuesta, ajustados mediante calibración para reducir el sesgo y garantizar la representatividad de las estimaciones finales.
El análisis se enfoca en aquellos hogares que reportaron al menos un caso de COVID-19, lo que resultó en un total de 885 hogares en el Centro Histórico y 440 en Nezahualcóyotl. Esta selección ofreció la oportunidad de examinar con detalle cómo los hogares manejaron las adversidades y qué recursos fueron esenciales durante estas situaciones críticas.
Variables
El interés concreto en este caso es explorar la cohesión entre los vecinos, qué tanto se involucran para resolver problemas y su grado de participación comunitaria. Dado que la encuesta cuenta con otros objetivos, se crearon dimensiones de interés utilizando las preguntas del cuestionario. A continuación, se presenta una descripción de las variables seleccionadas para crear cada una de las tres dimensiones (Tabla 1).
Tabla 1 Variables
Dimensión | Nombre de la variable en la encuesta | Descripción de la variable | Tipo de variable/ opción de respuesta |
---|---|---|---|
Cohesión vecinal | P13E | Los vecinos de mi cuadra o colonia son muy unidos. | Escalar con opciones:
|
P13F | Los vecinos de mi colonia se ayudan unos a otros cuando tienen una dificultad | ||
P13L | Los valores y metas son similares entre los vecinos de mi cuadra o colonia. | ||
P13M | Puedo confiar el cuidado de mi casa a mis vecinos en caso de salir de la ciudad. | ||
Intervención de los vecinos | P14A | ¿Hablarle a la policía y denunciar en caso de observar problemas en las calles de la cuadra? | Escalar con opciones:
|
P14B | ¿Los vecinos donde vivo estarían dispuestos a organizarse para vigilar la cuadra o la colonia? | ||
P14C | ¿Llamarle la atención a alguien que pintara grafitis o dañara el mobiliario urbano de la colonia? | ||
Participación social | P16A | Para tener éxito en la vida, a veces hay que hacer cosas que están fuera de la ley. | Escalar con opciones:
|
Fuente: Elaboración propia
La primera dimensión desarrollada es la cohesión vecinal. En ella se subraya el valor de la conexión entre los vecinos, entendida como una red social que abarca a familiares y amigos (Granovetter, 1973). Para crear esta dimensión, se utiliza la percepción de unidad entre los habitantes del Centro Histórico y Nezahualcóyotl, conforme a la pregunta P13 (Dígame, ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está con la siguiente frase...?). Se agrega el concepto de apoyo mutuo en momentos difíciles (P13F), considerando que tal respaldo representa una extensión natural de las redes sociales existentes. Se reconoce que los intercambios dentro de estas redes no se limitan a lo material, sino que abarcan también elementos culturales y simbólicos. Por este motivo incluimos una pregunta relacionada con la similitud de valores y objetivos entre los residentes de una misma cuadra (P13L). Otra variable es la confianza depositada en los vecinos para el cuidado de las viviendas durante ausencias prolongadas (P13M), lo cual destaca la importancia de la confianza para consolidar la cohesión vecinal. Esta idea se alinea con los argumentos de Lomnitz (1983), quien sostiene que la confianza es crucial para tejer una red de soporte esencial en cualquier comunidad.
La segunda dimensión abordada es la intervención de los vecinos en su comunidad. Este aspecto se examina a través de la inclusión de preguntas que evalúan la disposición de los residentes a involucrarse activamente en la seguridad y el bienestar de su entorno. Un ejemplo es la pregunta P14A, que mide la predisposición de los vecinos a contactar a la policía y reportar incidentes observados en sus calles o barrios, lo cual refleja su nivel de compromiso y confianza en las acciones colectivas para la resolución de problemas. También se incluyó la voluntad de los vecinos para organizarse y vigilar su calle o barrio (P14B), lo que ilustra el valor del capital social. Este concepto, destacado por autores como Coleman (1988), Hintze y Danani (2004) o Putnam (2003), se entiende como las cualidades de las redes sociales que benefician la cooperación a favor de todos los miembros. Esta variable muestra la relevancia de la organización comunal en la vigilancia del entorno. Por último, agregamos un reactivo que evalúa la disposición a confrontar comportamientos disruptivos, como el vandalismo o la destrucción de propiedades públicas (P14C), que sirve para evidenciar la actitud proactiva de los residentes frente a actitudes que deterioran el espacio compartido.
La tercera dimensión abordada es la participación social, la cual se enfoca en captar cómo las actitudes individuales hacia la solidaridad vecinal y el respeto por las normas contribuyen a la cohesión social. Para explorar este aspecto, se analizaron diversas variables que reflejan la postura de los individuos ante la justicia, así como su compromiso con los valores comunitarios. La primera de estas variables indaga en la percepción sobre la necesidad de tomar medidas fuera del marco de la ley para alcanzar el éxito (P16A). Autores como Martínez y Neira (2021), así como Haro y Vázquez (2017), sugieren que la cohesión social no solo se manifiesta en el apoyo mutuo, sino también en la prevalencia de sentimientos de confianza entre la comunidad. También se incluyó una variable que capta si, bajo ciertas circunstancias, es aceptable tomar la justicia por mano propia (P16B). Esta variable ofrece elementos sobre el grado de confianza que se tiene en la policía, además de la disposición de los individuos a seguir o desafiar las normas sociales vigentes. Por último, se evaluó la aceptabilidad de forzar a alguien a declarar durante un interrogatorio policial o del Ministerio Público (P16C), lo que permite entender las actitudes prevalentes hacia las autoridades (véase Anexo).
Las preguntas se analizan desde la perspectiva de la predisposición de los individuos a responder a favor o en contra ante un estímulo o cuestionamiento específico. A este nivel, los indicadores reflejan actitudes, conductas o tendencias de comportamiento, mas no acciones concretas. Bajo estas premisas se constatan los datos arrojados por la encuesta.
Metodología
La metodología se desarrolló en dos fases. En la primera etapa, creamos tres dimensiones: cohesión social, intervención vecinal y participación ciudadana. Esto se hizo utilizando las variables del cuestionario anteriormente mencionadas y aplicando un algoritmo de clasificación conocido como k-medias. Este método analiza el comportamiento de las variables creando grupos para clasificar las unidades de análisis (Peña, 2002), cuya fórmula matemática es la siguiente:
En esta ecuación, x 1 ,... x n corresponde a las variables que se recolectaron en la base de datos, mientras que y j es la nueva variable creada, que corresponde a cohesión social, participación ciudadana o intervención vecinal. Cada uno de estos nuevos constructos tiene tres categorías: alta, media y baja. De esta forma, se puede saber, por ejemplo, qué porcentaje de la población tiene una cohesión social alta, aun cuando esta dimensión no aparece en la base de datos, sino que se obtiene a través del modelo.
La segunda fase de la investigación se enfoca en analizar el tipo de asistencia que recibieron los hogares afectados por la COVID-19. Para este propósito, se implementó un modelo econométrico que permitió entender cómo y de donde vino la ayuda proporcionada a los hogares donde al menos uno de sus miembros contrajo la enfermedad:
En esta ecuación, la variable apoyo hace referencia al apoyo brindado por los vecinos a los hogares donde alguno de sus miembros tuvo COVID-19. Las covariables fueron: cohesión entre los vecinos (c 1) , intervención entre los vecinos (i 2 ), nivel de participación de los vecinos en asuntos comunes (p 3 ), ¿conflicto con los vecinos? (co 4 ), apoyo del gobierno (ag 5 ) y apoyo de la familia (af 6 ).
Resultados
Resultados descriptivos
En la Tabla 2 se examinan las variables del modelo diseñado para identificar los factores determinantes en la recepción de apoyo por parte de los hogares que en su momento fueron afectados por COVID-19. Se destacan ligeras diferencias en la recepción de apoyo en los hogares. Hay una distinción marcada en Nezahualcóyotl (54,2 %) en comparación con el Centro Histórico (50,9 %). Por lo anterior, primero se analizan las dimensiones creadas con el modelo de k-medias y luego se describe el comportamiento de las variables captadas directamente en la encuesta.
Tabla 2 Análisis bivariado de las variables
Variables | Nezahualcóyotl | Centro Histórico | |
---|---|---|---|
Apoyo al hogar donde algún miembro tuvo covid-19 | No | 45,9 | 49,1 |
Sí | 54,2 | 50,9 | |
Cohesión entre los vecinos | Alta | 57,5 | 43,4 |
Media | 17,7 | 41,0 | |
Baja | 24,8 | 15,6 | |
Intervención entre los vecinos | Alta | 57,4 | 51,5 |
Media | 13,5 | 31,0 | |
Baja | 29,1 | 17,5 | |
Nivel de participación de los vecinos en asuntos comunes | Alta | 44,8 | 16,6 |
Media | 10,8 | 35,3 | |
Baja | 44,4 | 48,2 | |
¿Conflicto con los vecinos? | No | 89,2 | 85,1 |
Sí | 10,8 | 14,9 | |
Apoyo del gobierno | No | 85,8 | 81,0 |
Sí | 14,3 | 19,0 | |
Apoyo de la familia | No | 73,9 | 76,0 |
Sí | 26,1 | 24,0 |
Fuente: Elaboración propia
Con respecto a la variable de cohesión entre los vecinos, los datos revelan una concentración de porcentajes más elevados en los extremos superior (57,5 %) e inferior (24,8 %) en Nezahualcóyotl, mientras que en el Centro Histórico los valores predominantes están en los niveles medio (43,4 %) y alto (41 %). Esta distribución, donde los niveles altos resaltan en ambos contextos, es coherente con las afirmaciones de Martínez y Neira (2021) respecto a que el apoyo mutuo es clave para el desarrollo comunitario.
En la variable que mide el grado de intervención entre vecinos se obtienen porcentajes elevados en los extremos de altos (57,4 %) y bajos (24,8 %) en Nezahualcóyotl, contrastando con el Centro Histórico, donde los porcentajes se concentran en los niveles alto (43,4 %) y medio (41 %). El hecho de que las categorías superiores tengan los porcentajes más altos sugiere la tesis de que la cooperación y organización comunal ejercen un impacto positivo en la comunidad (Coleman, 1988; Hintze & Danani, 2004; Putnam, 2003).
Por otro lado, el nivel de participación vecinal muestra una divergencia notable: en Nezahualcóyotl, el mayor porcentaje está en el nivel alto (44,8 %), mientras que en el Centro Histórico se ubica en la categoría de bajo (48,2 %). Una hipótesis plausible es que la densa concentración de comercios en el Centro Histórico podría influir en este patrón, sugiriendo una dinámica distinta en zonas comerciales, tal como lo describe Delgadillo-Polanco (2008).
Finalmente, resulta destacable que, al indagar sobre conflictos con vecinos, un 89,2 % en Nezahualcóyotl y un 85,1 % en el Centro Histórico reportan no haber tenido conflictos. Además, las preguntas sobre el recibimiento de apoyo gubernamental o familiar durante la pandemia muestran que la mayoría no ha recibido tal apoyo. Este hallazgo resalta una percepción de insuficiencia en las acciones gubernamentales, en línea con Cejudo et al. (2020) y Coneval (2020b), que critican la limitada eficacia de las intervenciones gubernamentales, atribuida a una planificación inadecuada y una ejecución bajo presión.
Modelo
El modelo propuesto se enfoca en identificar los elementos que inciden en la recepción de ayuda de hogares impactados por la COVID-19, para responder así el interrogante central sobre las estrategias de supervivencia adoptadas por familias con al menos un miembro contagiado. Los resultados del modelo se presentan en la Tabla 3, donde se resaltan las categorías que resultaron significativas en el modelo. Es importante señalar que, dada la naturaleza de los datos, la aplicación del modelo ha tenido en cuenta su diseño muestral: se trata de una encuesta probabilística cuyo diseño es estratificado y por conglomerados.
Tabla 3 Resultados del modelo
Variables y categorías | Nezahualcóyotl | Centro Histórico | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Momios | Momios | Error estándar | P | Momios | Error estándar | P | |
Años viviendo en la colonia | 1,01 | 0,01 | 0,45 | 1,00 | 0,01 | 0,85 | |
Cohesión entre los vecinos* | Alta | 11,94 | 3,65 | 0,00 | 0,99 | 0,46 | 0,98 |
Media | 2,02 | 0,75 | 0,06 | 0,20 | 0,07 | 0,00 | |
Intervención entre los vecinos* | Alta | 2,87 | 0,75 | 0,00 | 2,91 | 1,25 | 0,02 |
Media | 1,06 | 0,35 | 0,85 | 0,50 | 0,21 | 0,10 | |
Nivel de participación de los vecinos en asuntos comunes* | Alta | 1,37 | 0,37 | 0,24 | 1,36 | 0,50 | 0,40 |
Media | 1,53 | 0,56 | 0,25 | 1,12 | 0,34 | 0,70 | |
¿Conflicto con los vecinos? | Sí | 0,69 | 0,25 | 0,31 | 1,02 | 0,54 | 0,97 |
Apoyo del gobierno | Sí | 1,40 | 0,56 | 0,40 | 1,58 | 0,51 | 0,16 |
Apoyo de la familia | Sí | 1,55 | 0,34 | 0,05 | 1,45 | 0,37 | 0,15 |
Constante | 0,07 | 0,03 | 0,00 | 1,21 | 0,70 | 0,74 |
* La categoría de referencia es “baja”.
Fuente: Elaboración propia
En el caso de Nezahualcóyotl se identifica la cohesión y la intervención vecinal como elementos claves que favorecen la ayuda a los hogares durante el periodo de enfermedad. De manera específica, el modelo muestra que altos niveles de cohesión entre vecinos multiplican por diez la probabilidad de recibir asistencia en comparación con contextos de baja cohesión. Incluso en un ambiente de cohesión media, las posibilidades de obtener ayuda se duplican frente a situaciones de mínima cohesión.
El análisis también revela que el grado de intervención vecinal actúa como un factor determinante. Específicamente, en escenarios donde esta intervención es alta, se duplica la probabilidad de acceso a ayuda en comparación con aquellos casos de baja intervención. Además, queda claro que la pandemia intensificó el rol que tiene el apoyo de la estructura familiar, pues este incrementa en un 50 % la asistencia recibida por los hogares. Esto recalca la trascendencia de la familia frente a crisis sanitarias.
Contrariamente, en el Centro Histórico, las dinámicas de apoyo difieren. El modelo indica que un nivel medio de cohesión entre vecinos reduce en un 80 % la probabilidad de recibir ayuda durante la pandemia en comparación con situaciones de baja cohesión, un hallazgo que contrasta notablemente con lo observado en Nezahualcóyotl. Por su parte, la intervención vecinal demuestra su relevancia en momentos críticos. En circunstancias donde esta intervención es elevada, se nota un incremento significativo en la asistencia proporcionada, al duplicar las probabilidades de recibir ayuda frente a niveles bajos de intervención, tal y como se documenta en la Tabla 3. Estos resultados enfatizan el papel esencial de la cohesión y la intervención comunitaria frente a un desafío sin precedentes como la pandemia reciente.
Hallazgos
La pandemia afectó profundamente a la población mexicana ante la ausencia de una respuesta gubernamental efectiva. Este contexto de incertidumbre llevó a los hogares y comunidades a adoptar diversas estrategias de supervivencia, especialmente cuando alguno de sus miembros se contagió. Los dos escenarios analizados aquí cuentan con características sociodemográficas contrastantes: el Centro Histórico, con su notable densidad poblacional y vibrante actividad comercial, y Nezahualcóyotl, que se distingue por su población predominantemente joven y los desafíos socioeconómicos que enfrenta.
Para abordar los interrogantes planteados, se aplicó un modelo de regresión logística que permitió identificar los factores determinantes para que un hogar afectado por COVID-19 recibiera ayuda. Se crearon tres variables no directamente medidas en el cuestionario: cohesión social, nivel de participación de los vecinos en asuntos comunes y grado de intervención vecinal en la comunidad.
Los resultados revelan que, en Nezahualcóyotl, la presencia de COVID-19 en los hogares condujo a estrategias de supervivencia basadas en el apoyo familiar y vecinal, siendo este último de mayor relevancia. Este hallazgo sugiere que compartir normas comunes es crucial para la disposición a ofrecer ayuda. También se plantea la hipótesis de que las restricciones de movilidad pudieron limitar la ayuda familiar directa. Este comportamiento se alinea con las predicciones de Coleman (1988), quien argumentó que la interacción constante dentro de una comunidad forma las actitudes de sus miembros. Esta influencia puede permanecer latente y manifestarse en situaciones críticas como la analizada.
En contraste, en el Centro Histórico, la ayuda familiar no fue tan relevante como el apoyo entre vecinos, que dependió significativamente del nivel de participación comunitaria. Este comportamiento podría explicarse por la importancia de las buenas relaciones entre vecinos para recibir ayuda de los demás (Coleman, 1988; Granovetter, 1973). Además, se debe considerar la dinámica particular del Centro Histórico, un núcleo comercial crucial que abastece a gran escala tanto a la ciudad como al país.
En esta área, el apoyo entre vecinos fue más relevante que la ayuda familiar, dependiendo significativamente del nivel de participación comunitaria, lo que refleja la importancia de las buenas relaciones vecinales para recibir asistencia. Como señalaron Martínez y Neira (2021), las redes de apoyo local ejercen un papel importante en la construcción de vínculos comunitarios sólidos, que, además de facilitar ayuda, fortalecen a largo plazo la cohesión social.
Este análisis resalta la importancia de la participación vecinal, así como de la cohesión social, en el apoyo a hogares afectados por COVID-19. La solidaridad entre vecinos fue un factor determinante en la asistencia recibida, lo que indica que la cohesión comunitaria es esencial para brindar el soporte necesario en momentos de crisis. Por ello, fortalecer las relaciones vecinales es un elemento clave para mejorar la resiliencia y capacidad de respuesta ante situaciones adversas. Así, estos hallazgos resaltan la necesidad de promover la solidaridad y fortalecer los lazos sociales dentro de las comunidades.
A partir de lo hallado, se espera promover la minería de datos en encuestas que permitan visibilizar y reconocer el esfuerzo emprendido por las familias en estas dos demarcaciones. Así mismo, se espera que el ejercicio estadístico utilizado para el manejo de las variables sirva de estímulo para mejorar los resultados obtenidos.
Limitaciones
En el desarrollo de este estudio, se han enfrentado diversas limitaciones que merecen mencionarse. Una de las principales fue la significativa cantidad de datos faltantes en las series de preguntas diseñadas para definir las dimensiones de análisis. Para mitigar este desafío, se recurrió a la técnica de agrupación de variables mediante el método estadístico de k-medias. Aunque esta estrategia se mostró eficaz para sintetizar la información, fue necesario transformar las variables continuas en discretas.
Además, existen otros aspectos que no se han explorado en esta investigación y que podrían tener un impacto significativo en los resultados. Entre estos se incluye la incorporación de efectos fijos que podrían estar presentes en los modelos, lo que a su vez podría incrementar la capacidad explicativa de los resultados obtenidos. Por ejemplo, uno de los elementos que aún está pendiente de incorporar es el espacio geográfico, que puede representarse mediante el estrato de diseño creado a partir del número de delitos registrados. La inclusión de esta variable tiene el potencial de modificar los resultados de los modelos y, en consecuencia, los hallazgos. Por tanto, es crucial tener en cuenta dichos factores en futuras investigaciones para lograr una comprensión más precisa y detallada de este fenómeno.