La progresiva degradación de la capa de ozono, producida por el aumento de emisiones de dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles, está produciendo consecuencias que ponen en peligro la supervivencia del planeta tierra. El aumento de temperatura, derivada de la radiación solar apenas filtrada por la débil capa de ozono que nos queda, pone de manifiesto la urgencia de apostar por las energías renovables y limpias para abastecer las demandas energéticas del planeta, que se estima tendrá 8.500 millones de habitantes en el año 2030, según ^{Naciones Unidas}.

Las cada vez más frecuentes olas de calor, las pertinaces sequías, las inundaciones producidas por manifestaciones climáticas cada vez más severas, están produciendo, no solamente desgracias humanas sino destrucciones masivas de paisajes naturales y urbanos de graves consecuencias para las regiones afectadas. En este contexto de cambios climáticos, la cumbre de París hace un llamado a la comunidad mundial para reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono que son la causa principal de estos desastres climáticos. ¿Cuál es la principal clave para conseguir que el aumento de demanda energética de ese creciente aumento de la población mundial no se traduzca en una rápida degradación del clima con el consiguiente agravamiento antes señalado?

Expertos y organizaciones internacionales coinciden en la necesidad de que gobiernos, empresas y ciudadanía apuesten por las energías renovables limpias como fórmula para garantizar la demanda energética de la población de la tierra. El sol, como fuente inagotable, es la principal energía limpia. Las iniciativas para convertir los rayos solares en energía calorífica y eléctrica se multiplican en ambos hemisferios, aunque su aprovechamiento sigue siendo minúsculo. Basta con señalar que la Unión Europea, solo cubre con energía solar, apenas de casi el 4 % de su demanda energética.

En un informe presentado por la ^{National Geographic, (2018)} se afirma que, la Agencia Internacional de Energías Renovables cree que, para el año 2030, el sol podría ser la fuente del 13 % de la demanda energética del mundo.

La energía del viento es otra de las fuentes renovables necesarias de aprovechar. Actualmente, es fuente principal en la generación de energía de Europa y China.

En este panorama de energías limpias conviene recordar que ciertos cultivos permiten la obtención de combustibles. Cereales como el maíz o plantas como la caña de azúcar permiten la producción de combustibles alternativos a los derivados del petróleo. En síntesis, desde Producción + Limpia abogamos porque en Colombia, gobiernos, empresas y ciudadanos introduzcamos la cultura de las energías renovables en políticas públicas, desarrollos productivos y consumos particulares.

La instalación de paneles solares térmicos y eléctricos, los parques eólicos y de centrales de producción de electricidad marina, son soluciones inaplazables que desde un pacto general de organismos, instituciones y ciudadanía, permitirán que Colombia aproveche estas energías limpias, reduzca sus emisiones favoreciendo el compromiso adoptado en la cumbre de París y conciencie a la ciudadanía colombiana en la necesidad de preservar nuestro territorio para dejar a las nuevas generaciones una Colombia más limpia, sostenible y mas respetuosa con la riqueza natural que hoy mantiene.