Introducción
La liberación accidental de hidrocarburos en aguas y suelos causa daños en los ecosistemas y afecta la imagen de la industria petrolera. El oleoducto Caño Limón-Coveñas (en adelante OCLC) y el oleoducto transandino (en adelante OT), junto con otros cuatro ductos, integran la red colombiana de oleoductos con 8954 kilómetros de recorrido. Sin embargo, la interrupción del flujo de crudo en la red ocurre por eventos de remoción de masas, voladuras y ruptura de válvulas clandestinas (Guerrero, 2016), lo que solo en el 2017 dejó más de 18 000 barriles derramados. En los casos de derrames de crudo en aguas marítimas se han desarrollo estudios que, además de cuantificar los daños a corto plazo, analizan los tiempos necesarios para que los ecosistemas se recuperen. Mientras para los derrames de crudo en aguas fluviales y lacustres la tendencia es otra, lo que hace difícil la cuantificación del daño a mediano y a largo plazo y, en consecuencia, el cálculo de la sostenibilidad de la industria petrolera. El trabajo presentado aborda el problema de la sostenibilidad de una actividad que es necesaria para la humanidad actual, pero que impone grandes retos a los ecosistemas y a su capacidad de rebote.
Materiales y métodos
Para el desarrollo de la investigación presentada se aplicó un diseño cualitativo emergente referenciado en los trabajos de Herrera Rodríguez, Guevara Fernández y Munster (2015) y Saravia Ramos, Armingol Jaime y Garland Castro (2016). El proceso de investigación siguió las fases de reflexión, identificación del tema, definición de preguntas a investigar, identificación de perspectivas paradigmáticas, planeamiento del problema, contexto, estrategia metodológica, desarrollo metodológico, análisis y escritura del informe. El enfoque metodológico fue inductivo. La pregunta central de la investigación se planteó así: ¿Cómo se afecta la sostenibilidad de la industria petrolera colombiana por la liberación de hidrocarburos en aguas fluviales y lacustres originados en voladuras a oleoductos?
Resultados
A continuación, se presentan los resultados de la investigación siguiendo las fases del método seleccionado. La estrategia metodológica fue inductiva, se buscó información sobre casos de liberación de hidrocarburos en aguas fluviales y lacustres y sobre daños ambientales, tales como la pérdida de biodiversidad, la contaminación y la afectación de la salud humana, para concluir sobre la afectación de la sostenibilidad tanto de los ecosistemas y de la industria petrolera colombiana.
Reflexión. El daño ambiental, según lo señalado en la jurisprudencia colombiana, es aquel que afecta el normal funcionamiento de los ecosistemas o las posibilidades de renovación de sus recursos y componentes (Corte Constitucional, 2015a). La responsabilidad por daño ambiental jurídicamente acoge elementos del régimen administrativo (Cafferatta, 2010) y en pocos caso del régimen penal (Herrera y Millones, 2012). Del régimen de responsabilidad civil se recogen elementos como el hecho generador del daño, el daño como tal y los nexos de causalidad entre ambos (Corte Constitucional, 2015b), además con la Ley 1453 de 2011, que reformó el Código Penal colombiano, se ajustaron tipos penales relacionados con el medio ambiente y se estipuló un aumento de la pena de una tercera parte a la mitad, cuando en la comisión de cualquiera de los hechos descritos en el artículo, concurra, entre otras, con las circunstancias siguientes: la conducta se realice con fines terroristas, la emisión o el vertimiento supere el doble de lo permitido por la normatividad existente o haya infringido más de dos parámetros, la contaminación, descarga, disposición o vertimiento se realice en zona protegida o de importancia ecológica, o la industria o actividad realice clandestina o engañosamente vertimientos o emisiones.
Identificación del tema y definición de pregunta a investigar. Además de ser endémico y de difícil remediación (Miranda y Restrepo, 2005), el daño ambiental causado por derrames de hidrocarburos, incrementa los riesgos de sobrepasar los límites de la sostenibilidad de las empresas dedicadas a la explotación de recursos agotables como el carbón o el petróleo (Amaya Navas, 2012; Gudynas, 2003). Los ecosistemas que albergan los emplazamientos extractivos como se deduce de la tesis de Donato (2004) son frágiles. Como se evidenció en investigación de Guío y Pérez (2017), en la cual se revisaron 179 conflictos sociales para el periodo 2000-2016 ocurridos en Colombia, el 87,2% de ellos se relacionaron con la extracción de carbón, oro y petróleo, recursos no renovables para los cuales no hay precisión sobre su sostenibilidad futura (Pérez, 2017), debido en parte a la participación marginal del país en las reservas mundiales.
Se estableció que un fenómeno que afecta a la industria petrolera colombiana son las interrupciones de la cadena de suministro a causa de interferencias externas como la voladura de oleoductos en zonas de difícil acceso con el consecuente daño ambiental por derrame de crudo sobre suelos y aguas (tabla 1).
El oleoducto Caño Limón-Coveñas se construyó en 1986 y dos años después ya se tenían reportes del ingreso desde Colombia al territorio venezolano de cerca de 161 485 barriles de petróleo a través de los ríos Tarra y Catatumbo (Rivas et al., 2009) dejando múltiples daños ambientales (Miranda y Restrepo, 2005). Desde entonces se han registrado cerca de mil cuatrocientas voladuras al ducto a su paso por municipios de Norte de Santander, específicamente por la región del Catatumbo que comprende los municipios de Convención, El Carmen, Teorama, San Calixto, El Tarra, Tibú, Hacarí, Sardinata y La Playa. Además, en el departamento funcionan tres pozos: Campo Dos, Tibú y Río de Oro.
La tabla 2 reporta eventos ocurridos durante un semestre en el OCLC a su paso por Norte de Santander, incluida la región del Catatumbo y el Parque Nacional Natural Catatumbo Barí, con una extensión de 158 125 ha. Las tablas 1 y 2 y la figura 1 habilitan la pregunta sobre la sostenibilidad de la industria en la región de Catatumbo y el Parque Nacional Natural Catatumbo Barí y las posibilidades de la sostenibilidad de esta actividad en un contexto más amplio.
Perspectiva paradigmática: pérdida de biodiversidad, contaminación y afectación de la salud humana. Los posibles costos del daño ambiental asociado a contaminación por hidrocarburos derivados del petróleo se han estudiado ampliamente para derrames en aguas marítimas, como el caso del hundimiento del petrolero Exxon Valdez frente a la costa de Alaska, la explosión submarina de una plataforma de perforación en el Golfo de México y el derrame del oleoducto de betún diluido en Michigan (Prendergast y Gschwend, 2014). De otra parte, el costo del daño por contaminación de petróleo en ríos y lagos es difícil de medir (Lee et al., 2015).
En China (Nie, Xian, Fu, Chen y Li, 2010; Wang, Wang, He, Du y Sun, 2011), en la Amazonía del Ecuador y del Perú (Becerra, Paichard, Sturma y Laurence, 2013; Herrera Rodríguez, Guevara Fernández y Munster, 2015) y en Colombia (en zonas del OCLC y del OT) se reportan varios episodios de pérdida de biodiversidad por crudo vertido en ríos y lagos. Sin embargo, un panel de expertos desarrollado en 2015 concluyó que los efectos en los ecosistemas acuáticos por derrames de petróleo dependen de las características del entorno donde se produce el derrame de petróleo, del tipo del petróleo derramado y del tiemplo transcurrido entre el derrame y el inicio de las acciones de continencia y recuperación (Lee et al., 2015).
Pérdida de biodiversidad por derrames de petróleo se reporta en Bravo (2007), Rivas et al. (2009), Chan-Quijano et al. (2012) y Velásquez (2017), siendo la fauna y flora acuáticas las más afectadas por razones que se atribuyen al cambio de composición de fitoplancton nativo.
Para el caso específico de la región del Catatumbo, un estudio del 2012 reportó que en la subcuenca colombiana del río Catatumbo habitaban 109 especies nativas de agua dulce y catorce de origen marino y estuarino (Ortega-Lara, Lasso-Alcalá, Lasso, Andrade de Pasquier y Bogotá-Gregory, 2012), sin embargo, se reconocen endemismos para la cuenca del lago de Maracaibo. Se constató, en la investigación presentada, que las fuentes hídricas afectadas por derrames de crudo en la zona de estudio pertenecen a la cuenca del río Catatumbo que aporta el 60% de agua al lago Maracaibo y allí se evidencian los endemismos en la fauna y la flora. Además, de verificó la ausencia de demandas internacionales de preparación del daño ambiental para Colombia.
A la contaminación del suelo por petróleo se le atribuye la alteración del crecimiento vegetal (Rivera-Cruz, Trujillo-Narcía, de La Cruz y Maldonado Chávez, 2005) y niveles más altos de metales en los sedimentos afectados, especialmente Cr, Cu, Mn, Pb y Zn (Siebe, Cram, Herré y Fernández-Buces, 2005).
Varios estudios se han dirigido a documentar posibles efectos sobre la salud debidos a la contaminación por petróleo, la mayoría de ellos por exposición ocupacional (Boffetta, Jourenkova y Gustavsson, 1997; Guha et al., 2017). Mientras los estudios sobre efectos en salud por exposición no laboral al petróleo derramado en fuentes hídricas no han generado resultados concluyentes (Sever, 2005; Hurtig y San Sebastián, 2002). Ojos irritados, irritación nasal y tos hacen parte de los síntomas iniciales que mencionan los habitantes de las zonas contaminadas por derrames de petróleo. Además, el incremento de abortos y de cáncer se asocia a la permanencia en las zonas contaminadas (San Sebastián, Armstrong y Stephens, 2001).
Discusión
En la tabla 2 se mostró que en el caso de estudio (OCLC -Norte de Santander) cuatro de los cinco eventos ocurridos en un semestre se atribuyen a voladuras por interferencia externa, además, la localización en zonas de difícil acceso para las autoridades, son de gran riqueza ecosistémica y cultural. No se encontraron datos oficiales que reporten el número de barriles derramados en los eventos detallados en la tabla 2, este dato es fundamental para el diseño de estrategias de mitigación y el coste del daño.
Las fuentes citadas en los párrafos anteriores indican que los derrames de petróleo en aguas dulces generan daños que resultan difíciles de cuantificar (Lee et al., 2015). Además, de las pérdidas de fauna y flora acuática (Ortega-Lara et al., 2012; Herrera y Millones, 2012), se afectan los servicios ecosistémicos en las zonas contaminadas por muchos años. La presencia del OCLC cerca al PNN Catatumbo Barí y la cercanía de los pozos Río de Oro y Tibú, por sí solos, constituyen un riesgo para la seguridad y los servicios ecosistémicos de la zona.
Se afecta la sostenibilidad de la industria petrolera colombiana por la liberación de hidrocarburos en aguas fluviales y lacustres originados en voladuras a oleoductos. La reparación de los daños ambientales que ocasionan supera el costo de las acciones de contingencia. Los costos de la recuperación de los ecosistemas y la reparación a las comunidades afectadas deben distribuirse entre los distintos responsables de la gestión del riesgo.
El daño causado por derrames de petróleo en aguas fluviales y lacustres compromete el capital natural, lo que según Daly (1997) conlleva la pérdida de sostenibilidad. La ocurrencia frecuente de eventos de derrame de crudo en las mismas zonas (por ejemplo, en áreas del municipio del Toledo) reduce la capacidad de rebote del ecosistema e incrementa el daño. Las acciones de reparación deberían ser multidimensionales e integrales, haciendo confluir sistemas tecnológicos, normativos, jurídicos y de gestión que dejen aprovechar los recursos preservando la salud del ambiente (Guerrero, 2014).
Conclusiones
Se concluye que la contaminación por derrames de petróleo en aguas fluviales y lacustres provoca la reducción del capital natural en los ecosistemas impactados disminuyendo su sostenibilidad: pérdida de biodiversidad y afectación al suelo.
Las características concretas de los ecosistemas contaminados por derrames de petróleo, su capacidad de resiliencia y el tiempo transcurridos para iniciar las acciones de recuperación determinan la magnitud del daño ambiental. La contaminación por derrames de petróleo puede sobrepasar la capacidad de los ecosistemas para recuperarse, sobre todo cuando la ocurrencia del daño es frecuente como sucede en el municipio de Toledo (tabla 2).
Las instituciones del Estado deben diseñar e implementar estrategias para identificar los riesgos de fallas en la red de oleoductos, los puntos críticos y el alcance de los daños. Deberían adoptarse sistemas de información y bases de datos que reporten para cada evento: el tipo de afectación, el área afectada y los tiempos de respuesta y las estrategias de contingencias y acciones recuperación implementadas.
Las acciones de recuperación por daños ambientales generadas por interferencia externa en la red de oleoductos, deben ser asumidas por los responsables del daño. Si no se establece el responsable del daño ambiental causado ¿quién debería asumir los costos de reparación del daño? Para responder a esta pregunta deben desarrollarse estudios más detallados.