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versão impressa ISSN 1909-0455

Rev. P+L vol.14 no.2 Caldas jul./dez. 2019  Epub 30-Out-2020

https://doi.org/10.22507/pml.v14n2a8 

Editorial

La transformación de la realidad y su realidad

Juan Fernando Montoya Carvajal1 

1Editor Institucional


El movimiento de las cosas refleja la fuerza natural que las impulsa, siendo entonces cualquier desplazamiento una manifestación de la energía. Al manifestarse como movimiento o la tendencia a éste, la energía no tiene una definición exacta, pero en el fondo todos tenemos una idea o en palabras de Newton: "No defino el tiempo, el espacio, el lugar ni el movimiento, por ser palabras bien conocidas de todos".

Así como fluyen los objetos y los cuerpos en el universo, también fluyen los fenómenos sociales y culturales, por ejemplo, el movimiento de la información, la transformación de la cultura, la evolución artística y musical, entre otras. Posiblemente al no materializarse como cantidad, no se puede describir como energía la impulsadora de los cambios de carácter epocal o social, pero tampoco es desacertado considerar que somos los seres humanos quienes transmitimos la esencia del cambio como causa subsecuente de la sustancia que nos describe, por lo tanto, como especie somos la causa del cambio y por ende la transformación de las cosas, impulsando mediante la gestión de nuestra razón el continuo cambio e inherente transformación de la energía. Es posible considerar que existe una transformación de las cosas y la sociedad porque somos la sustancia de ésta, por lo tanto, como toda transformación, existe una tendencia natural a la estabilidad y con ello un aumento desenfrenado hacia el cambio mediante el flujo permanente de épocas en el tiempo.

Existe una transformación de las cosas por parte de la especie humana y con esto, un continuo movimiento hacia la tecnificación y modernización, pues a medida que se construye la cultura más amplia es la cobertura tecnológica, por tanto, se asocia a la evolución el alcance tecnológico de la actualidad. Ahora, suponiendo que todo cambio corresponde a una transformación hacia la mejora, entonces existe un factor clave que marca el cambio y es la disminución de calidad en la disponibilidad, es decir, a medida que surja un cambio existirá una mejora sustancial y a su vez existirá una disminución de la calidad de algún ente. Pareciera contradictorio que el cambio no sólo es para bien, pero ejemplo de ello es que a medida que hemos alcanzado avances enormes en la tecnología, también hemos impactado negativamente el ambiente, es decir, la materia transformada para la mejora de la calidad genera un deterioro irreparable en efectos ecológicos.

Finalmente, sabemos que en el universo la energía es constante y es posible que se transforme, pero por cada cambio existe un desmesurado crecimiento de la pérdida de su calidad y esto se denomina entropía, la cual aumentará significativamente a medida que existan cambios irreversibles, por lo tanto, la realidad es continua transformación y a su vez un deterioro infinito de su propia naturaleza.

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