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Luna Azul

Print version ISSN 1909-2474

Luna Azul  no.33 Manizales July/Dec. 2011

 

EL NEOLIBERALISMO Y LA "CONSTRUCCIÓN DE TERRITORIOS POPULARES" EN EL AGRO ARGENTINO CONTEMPORÁNEO: EL "DEBATE AMBIENTAL CAMPESINO" Y EL MNCI (1976-2010)

NEOLIBERALISM AND "POPULAR TERRITORY CONSTRUCTION" IN ARGENTINEAN CONTEMPORARY AGRICULTURE: "THE ENVIROMENTAL AND PEASANT DEBATE" AND THE MNCI (1976-2010)

LUCAS HENRIQUE PINTO1
lucascaverahc@yahoo.com.br

1 Becario doctoral del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Argentina) – Miembro del Centro de Estudios de la Argentina Rural- Universidad Nacional de Quilmes (CEAR-UNQ).

Manizales, 2011-05-01 (Rev. 2011-09-08)

RESUMEN

El trabajo pretende ver cómo el ascenso del modelo económico neoliberal reconfigura las relaciones políticas y organizativas en el agro argentino. En ese sentido, intentaremos analizar el contexto socio-político en que nace el MNCI (Movimiento Nacional Campesino Indígena), las relaciones posibles entre el ascenso neoliberal y el nacimiento del Movimiento; sus formas organizativas y los cuestionamientos que el MNCI hace al modelo económico imperante, y la lógica productiva propugnada por éste (agronegocio, monocultivos, transgénico, etc.). Siendo así, pretendemos hacer un análisis del aumento productivo impulsado con el neoliberalismo y los cambios en los "modos" de producción en el "campo" realizados en las últimas décadas, paralelo al surgimiento del MNCI contestando este modelo desde una mirada "contrahegemónica". Por consiguiente, analizaremos las distintas formas de intervención y construcción de territorios trazadas, por un lado, de forma hegemónica desde el ascenso neoliberal y el advenimiento de los productos transgénicos y, por el otro, frente a las proposiciones planteadas por el MNCI y su propuesta agroecológica y "campesina". En este sentido, la "cuestión ambiental" toma centralidad en los análisis de los cambios productivos y de política económica realizados con el avance neoliberal y sus efectos sociales en el "agro" (éxodo rural, desposesión, etc.), que incrementan el avance del "modelo neocolonial extractivo" y generan impactos significativos hacia los ecosistemas naturales y sus ciclos reproductivos. Las distintas formas/propuestas de apropiación de estos ecosistemas, y los distintos impactos producidos por cada una, van a ser problematizados en el presente trabajo.

PALABRAS CLAVE:

MNCI, neoliberalismo, movimientos sociales, agro argentino, conflictos ambientales.

ABSTRACT

This article intends to see show how of the neoliberal economic model ascent reconfigures the political and organizational relations in the Argentinean agrarian world. According to this, we will try to analyze the social-political context where the MNCI (National Peasant Indian Movement) was born, the possible links between the neoliberal ascent and the birth of the Movement; their organizational structures and what questions the MNCI asks to the prevalent economic model, and the productive logic it defends (agribusiness, monocultures, transgenic cultivation, etc.) We intend carry out an analysis of the productive increase boosted by neoliberalism and the changes in the "ways" of production in the "country" carried out in the last decades, in parallel to the birth of the MNCI questioning this model from an "anti-hegemonic" perspective. As a consequence, we will analyze different ways of intervention and construction of territories drawn on one side in an hegemonic form from the neoliberal ascent and the transgenic products advent, and on the other side facing the propositions exposed by the MNCI and their agricultural-ecological and "peasant" proposal. In this sense, the "environmental issue" becomes central in the analysis of the productive changes and the economic policy accomplished with the neoliberal advance and its social effects in the "farming world" (rural exodus, dispossess, etc.) which increases the advance of the extractive "neocolonial model" and produces relevant impact on the natural ecosystems and their reproductive cycles. The different appropriation proposals/forms of these ecosystems, and the different impacts produced by each one, will be developed in this work.

KEY WORDS:

NPIM, neoliberalism, social movement, Argentinian farming world, environmental conflicts.


1. INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende estudiar cómo el ascenso del modelo económico neoliberal reconfigura las relaciones políticas y organizativas en el agro argentino. En este sentido, analizaremos el contexto sociopolítico que demarcó el nacimiento del MNCI (Movimiento Nacional Campesino Indígena), siendo considerado por muchos como la más relevante propuesta de organización política campesina/indígena en Argentina desde las Ligas Agrarias de los años 70. Por consiguiente, analizaremos las relaciones posibles entre el ascenso del modelo económico neoliberal, introducido en 1976, pero efectivamente implementado a partir de la década de los 90, y el nacimiento del MNCI a mediados de la década de 2000. Debatiremos, por lo tanto, los cuestionamientos que el MNCI hace al modelo económico imperante, y a la lógica productiva propugnada por éste hacia el mundo rural argentino (agronegocios, monocultivos, transgénico, etc.).

Pretendemos hacer un análisis del aumento productivo impulsado con los cambios en los "modos" de producción en el "campo" realizados en las últimas décadas, especialmente a partir de los cambios tecnológicos implementados por los transgénicos, paralelamente al ascenso del modelo económico neoliberal y de la contraparte de este proceso, es decir, el surgimiento del MNCI contestando al modelo desde una mirada "contrahegemónica".

Por ende, analizaremos las distintas formas de intervención y construcción de territorios trazados; por un lado, de forma hegemónica desde el ascenso neoliberal y el advenimiento de los productos transgénicos y, por el otro, las proposiciones planteadas por el MNCI y su propuesta agroecológica y "campesina".

En este sentido, la "cuestión ambiental" (los "conflictos ambientales") toma centralidad en los análisis de los cambios productivos y de política económica realizados con el avance neoliberal y sus efectos sociales en el "agro" (éxodo rural, desposesión, etc.), que son frutos del avance del "modelo neocolonial extractivo" que genera impactos significativos en los ecosistemas naturales y sus ciclos reproductivos. Las distintas formas/propuestas de apropiación de estos ecosistemas, y las diferentes construcciones de territorio propuestas por cada modelo, van a ser problematizadas en el presente trabajo.

2. EL EFECTO DE LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES EN EL CAMPO Y EL AVANCE DE LA FRONTERA AGRÍCOLA

2.1. La introducción del neoliberalismo en Argentina2

En Argentina la dictadura militar (1976-1983), representó no solamente el ascenso al poder de forma "violenta" de un sector reaccionario y conservador de la sociedad en vistas a evitar una amenaza subversiva representada por el manejo político cercano a países como Cuba, por ejemplo por parte de "gobiernos progresistas", como en los casos de Brasil y Chile respectivamente, en el contexto precedente a sus dictaduras. En Argentina la dictadura de 1976 también tuvo el papel –"revolucionario"– de reemplazar el proyecto nacional desarrollista representado, aunque bajo otras características, por el peronismo colapsado de Isabel de Perón (Ferrer, 2010, p. 387). En este sentido, el ascenso al poder de los militares implicó un cambio de rumbo en las políticas económicas y sociales, en vistas a implementar una –todavía heterodoxa para aquel entonces– política económica que tenía como eje central la transnacionalización de la economía y la hegemonía económica financiera, que propugnaba el proyecto económico político 'neoliberal'. Algunas de estas características exclusivas de la dictadura argentina, como, por ejemplo, desmantelar el parque productivo nacional, la apertura económica, etc., son comentadas por Ferrer:

"En Marzo de 1976 fue derrocado el gobierno constitucional. El régimen de facto se dedicó a exterminar a la subversión y a las expresiones de la disidencia. A su vez, en el terreno económico, se propuso arrasar con el tejido social y productivo construido en la etapa anterior, y sustituirlo por una nueva organización en línea con la apertura de la economía, la hegemonía del mercado y la visión fundamentalismo de la globalización. […] Detrás de los objetivos declarados subyacía un cuestionamiento integral al desenvolvimiento de la economía en las décadas anteriores; según la nueva conducción económica, los elementos negativos de ese modelo eran la fuerte presencia estatal, el elevado proteccionismo y la persistente inflación, además del hecho de que dotaba de fuerte poder al sindicalismo y, consecuentemente (en la imagen de estos actores), al populismo" (Ferrer, 2010, p. 388).

Por algunas de estas características (que en cierta medida son parecidas a los cambios económicos instaurados por la dictadura chilena), se tornan evidentes las diferencias entre el gobierno militar de facto de Argentina y el de Brasil (1964-1984); por ejemplo, a diferencia del gobierno militar argentino, Brasil siguió desplegando políticas nacional-desarrollistas.3

La dictadura argentina promovida en 1976 representó, por lo tanto, los intereses de ciertas camadas de la élite política y económica, que influenciadas por los cambios teóricos y políticos de la macroeconomía mundial impulsados desde Europa y EE.UU. (ya practicados en Chile por Pinochet), estaban en la búsqueda de insertarse en el nuevo contexto de la liberalización económica mundial que se avecinaba, mientras eran resueltos sus problemas políticos internos.4 Tal anhelo, por parte de estos sectores, puede justificarse por su pertenencia histórica a porciones de la "aristocracia agraria" representada por los productores rurales remanentes del ideario de la "Argentina como granero del mundo", que durante la hegemonía del peronismo perdió poder político y económico, frente al protagonismo que asumió el capital industrial, los sindicatos urbanos y demás sectores antes parcialmente secundarizados por el "poder rural".

Adscriptos teóricamente en el neoliberalismo, y probablemente conscientes de la nueva división internacional del trabajo que se acercaba (basada en los cambios tecnológicos de la electrónica), el gobierno de facto junto a estos sectores, centró el nuevo modelo de país instaurado a partir de 1976, en fortalecer las históricas ventajas comparativas argentinas, en detrimento del parcial proceso de industrialización sustitutiva emprendido efectivamente en el primer gobierno peronista. Las ventajas comparativas argentinas defendidas por los sectores favorecidos por las mismas, estaban basadas en la exportación de productos primarios y con poco valor agregado, además de concentradores de renta, siguiendo estrictamente los postulados neoliberales:

"la concepción liberal prevaleciente pone el acento en aquellas áreas de la producción en las que el país tiene una ventaja comparativa. Con los ojos puestos en la década de 1880 se vuelve a pensar en un país agroexportador. El agro pampeano aún sigue manteniendo bajos costos de producción, absorbe tecnología y reproduce su modelo productivo en diversas áreas del interior, ecológicamente frágiles" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 294).
Haciendo hincapié en el fortalecimiento de las áreas de "ventajas" construidas –así como en la división internacional del trabajo, para beneficiar parcelas de la sociedad y ciertos países e impedir el crecimiento industrial y autonomía de otros–fue llevado a cabo un programa de desindustrialización que reprimariza la economía local.5 Rápidamente, productos de relativo valor agregado que antes eran producidos en el país generando empleo y divisas para la economía argentina, pasaron a ser totalmente importados según el nuevo modelo de país naciente:
"En la década del 70 la industria argentina era capaz de producir la casi totalidad de los componentes que permitirían la fabricación de un televisor en blanco y negro. A fines de la década del 80 se arman televisores en color con la casi totalidad de los componentes importados. Es decir, se sustituye un producto antiguo y nacional por otro más moderno, pero importado" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 294).
Con la implementación de tal política, sus efectos sociales no tardaron en venir: desocupación, concentración de ingresos, etc. A la vez, fue evidente quiénes se beneficiaron por el cambio de rumbo económico de entonces, centrado en el "desmantelamiento" del sector industrial y la reprimarización de la economía, como vemos en las palabras de Ferrer:
"fueron el desmantelamiento de buena parte del sistema industrial y el aumento del desempleo los hechos que tuvieron consecuencias regresivas más profundas y prolongadas sobre la distribución del ingreso. En el otro frente, el de la distribución intersectorial del ingreso, la estrategia consistió en transferirlo desde las actividades urbanas e industriales al sector agropecuario mediante la reducción de retenciones sobre las exportaciones tradicionales" (Ferrer, 2010, p. 390).
El buen momento vivido por algunos sectores (en su mayoría rurales) beneficiados por las políticas económicas de la dictadura militar, es confirmado cuando vemos los números económicos del fin del Régimen en 1983. El peso del sector agro exportador creció un 20%, además del aumento de la concentración de los ingresos que con la caída de importancia y peso relativo del sector industrial pasó a concentrarse lógicamente en los sectores rurales hegemónicos, que conjuntamente con las políticas económicas internas que los beneficiaban tuvieron un período de buenos precios internacionales para los commodities que producían:
"En 1983, al concluir el gobierno del Proceso, los indicadores económicos revelaban que el producto por habitante era casi el 20% inferior al de 1975. El producto bruto interno total era inferior al de 1974, la industria manufacturera había decrecido el 12% y la construcción el 28%. La producción primaria se había incrementado en casi 20%. La inflación, según los precios al consumidor, nunca descendió del 100% anual y, en 1983, alcanzó casi 350%. […] La participación de los salarios en el ingreso nacional descendió del 45% en 1974 al 26% en 1983, mientras los sectores de altos ingresos aumentaban su participación en el ingreso total del 28% al 35%" (Ferrer, 2010, p. 396).

Todos estos cambios económicos y sociales impuestos transversalmente por el gobierno militar generaron todo un malestar social, sumado a la disminución del ofrecimiento de créditos desde los países centrales, en parte por el alto nivel de endeudamiento argentino, y en general por la falta de oferta de créditos en el mercado mundial como un todo; impidieron al gobierno de facto realizar políticas sociales paliativas, que recalentasen la economía y generasen empleos.

La grave situación social vivida por buena parte de la sociedad, que se vio totalmente perjudicada por las políticas implementadas por el régimen, además de toda la ya insostenible represión social y asesinatos políticos practicados, llevaron al inevitable fin de la dictadura en 1983. Sin embargo, analizado desde una perspectiva de proyecto político, la dictadura sentó bases para la que sería la mayor experiencia neoliberal de Latinoamérica en los años 90, logrando también cambiar la perspectiva económica de la industria hacia la producción primaria.

"El golpe de 1976 se había propuesto erradicar la subversión, resolver el desorden económico entonces imperante, alienar al país con Occidente y establecer un rumbo para el desarrollo fundado en los criterios racionales de la economía de mercado y la apertura al sistema internacional. Siete años después, el país se encontraba abrumado por el desempleo y la pobreza, un desorden macroeconómico peor que el heredado, una deuda externa agobiante, las consecuencias de la violación a los derechos humanos y la derrota en la guerra de las Malvinas. La densidad nacional estaba devastada y el país marginado del escenario internacional" (Ferrer, 2010, p. 398).

Los resultados generales de este momento de grave retroceso social y económico, van a permanecer en el período de vuelta a la democracia, que en un contexto internacional desfavorable para los productos primarios y sin gran oferta de créditos, no logró realizar grandes cambios ni seguir las políticas neoliberales implementadas por la dictadura de forma restricta.6 Con poco crédito disponible, una inmensa deuda externa y muchos problemas internos causados por el quiebre de la "densidad nacional" en el período dictatorial, el gobierno de Alfonsín (1983-1989) no logró grandes cambios, siendo su principal conquista la vuelta a la institucionalidad democrática.7

2.2. La llegada de la soja y el aumento de la frontera agrícola

El aumento exponencial y reciente, (en términos históricos), de la producción de soja en el agro argentino, no tiene relación casuística con un descubrimiento tardío de una oleaginosa que hace poco más de 40 años era producida de forma casi insignificante en los campos argentinos.8 Pero sí tiene vinculación con todo un contexto internacional de capitalización del campo y liberalización económica, vinculado a los avances tecnológicos iniciados en los 60 y a un contexto de mucha oferta de semillas mejoradas y de mayor productividad (Barsky & Gelman, 2005, p. 364). Además de todo un conjunto de innovaciones mecánicas, biotecnológicas y un precio internacional favorable; donde el gobierno y los sectores agropecuarios hegemónicos implementaron la soja en los 70 como el principal vector de la reprimarización económica impulsada por el régimen de facto:

"Luego de un largo período de lenta evolución de la productividad agropecuaria, ésta se incrementó rápidamente en la década del 70 por la introducción de la soja y la expansión del girasol. Los ciclos vitales de ambos pueden cumplirse en el verano, luego de cosechado el trigo, lo que permite obtener dos cosechas por año: trigo y soja, o trigo y girasol. La soja era conocida en la Argentina desde 1867, pero su promoción pasó por sucesivos fracasos, hasta que las multinacionales de producción y comercialización de granos que operan en el país promocionaron el cultivo para incorporarlo a un mercado internacional ya liberado por Estados Unidos y la Comunidad Europea" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 306).

Como vimos en el apartado anterior, las políticas económicas implementadas por la dictadura militar fueron direccionadas hacia la producción agrícola, de esta, la soja fue el producto que mayor crecimiento presentó desde entonces. Podemos ver en el Gráfico 1, el avance del área sembrada con soja en Argentina desde fines de los 60 hasta la actualidad:

La soja, se impone así, a partir de 1976, a las demás oleaginosas por intereses económicos y políticos que van más allá de sus supuestas superioridades y cualidades nutricionales, tuvo a su favor el lobby de las políticas estadounidenses, que ya tenían desarrollado todo un complejo conjunto de tecnologías e insumos específicos para la soja, por su alta productividad/rentabilidad.9 Otra ventaja de la soja, es que permite aumentar la extracción de valor de los campos, por el hecho de poder ser compatibilizada con otros cultivos en el mismo año agrícola, aumentando así la capacidad de producción de las unidades productivas y las ganancias de sus productores por ende, como comentan Barsky y Gelman:10

"La introducción de la soja en forma masiva [década del 70] significó un cambio muy importante en las formas de producir, en la utilización del suelo y en los resultados económicos de la producción agrícola. En estas décadas el producto gozaba de fuerte demanda internacional por su aprovechamiento para aceite y por la utilización de los residuos vegetales (pellets) que se producen una vez extraído el aceite, aprovechable para la alimentación animal. Además, es un cultivo que se complementa estacionalmente con el trigo con germoplasma mexicano de ciclo corto, permitiendo una combinación trigo-soja durante el mismo año agrícola que duplica la utilización de las tierras asignadas a estos nuevos usos" (Barsky & Gelman, 2005, p. 365).

Con todo el amalgamar de ventajas comparativas y compartidas en relación a otras formas de cultivos y manejos, la soja se fue implementando en la región pampeana (la más rica, rentable y capitalizada del país) en detrimento de otros cultivos y de la producción bovina, construyendo así la hegemonía del proyecto neo-extractivista también llamado de "agriculturización pampeana".11

La disminución de la producción vacuna y el desplazamiento territorial de gran parte de la actividad –por la implantación de otros cultivos más rentables en la región pampeana–, va en mediano y largo plazo a transponer la producción de ganado a otras regiones, donde va a generar conflictos con las poblaciones de pequeña producción campesina, que pasan a ser desalojadas de sus tierras de subsistencia (donde casi siempre tienen la posesión pero no los títulos), por la llegada de los grandes productores de carne "expulsados" de la región pampeana por la soja.

La mayoría de las regiones argentinas, presentan ecosistemas más frágiles en relación a la pampeana, teniendo menos nutrientes en su suelo, poca oferta de agua, etc., lo que comprime la productividad de estos territorios, reduciendo la oferta de tierras "laborables" a algunos "oasis" (monopolizados por las élites locales) y tierras áridas y semiáridas ocupadas históricamente por poblaciones indígenas y campesinas para la creación de chivos y demás culturas de subsistencia. Territorios que en muchos casos fueron (y son) tomados por la llegada de los aún poderosos empresarios de la carne.

En otras provincias como por ejemplo las del noroeste –zona históricamente marginal frente al eje agrario productivo pampeano– salvo las regiones que lograron tener una actividad propia que las colocó en el mercado, como, por ejemplo, los ingenios en lo que actualmente es Tucumán. A partir principalmente de los años 90 y de la llegada de los productos transgénicos, la soja se suma al avance de la frontera agrícola, ocasionando conflictos similares a los del desplazamiento por la producción de carne vacuna, básicamente el desalojo de comunidades de pueblos originarios, pequeños productores, campesinos y desmontes de ecosistemas nativos.

El avance de la frontera agrícola sojera (y otros monocultivos como pinos, eucaliptos, caña de azúcar) en estos territorios marginales, fue posible debido a una conjunción de factores que van desde cuestiones climáticas y financieras, a los nuevos avances tecnológicos:

"Este modelo pampeano ha resultado económicamente tan exitoso en el corto plazo, que ha intentado aplicarlo en ecosistemas mucho más frágiles del Noroeste y de Formosa. En la década del 70 hubo una favorable coyuntura de demanda y de precios internacionales para cereales, oleaginosas y legumbres. Además, en el Noroeste argentino se produjo una oscilación o pulsación climática que aumentó el caudal de lluvias en un 20 por ciento y amortiguó extremos típicos de climas semiáridos" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 314).
Al valerse de estos presupuestos coyunturales, los propugnadores del modelo de agricultura intensiva como modelo nacional a ser transpuesto a lo "largo y ancho del país", también reconfiguraron las realidades territoriales y ambientales de los espacios apropiados. Por consiguiente, la llegada de la soja (como ejemplo paradigmático) significó un aumento de desalojos de poblaciones autóctonas y pequeños productores, además de representar graves daños a los ecosistemas y bosques, que fueron talados para la implementación del "oro verde".
"A fin de aprovechar ese conjunto de coyuntura se eliminó el bosque natural ya muy explotado, de bajo valor y degradado por el sobrepasto que cubría el noroeste tucumano, el este salteño y el oeste de Santiago del Estero. Para ello se efectuó el desmonte con tractores de alta potencia, palas mecánicas y cadenas" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 314).

La implementación del modelo de monocultivos transgénicos, fuertemente dependiente de los paquetes tecnológicos y maquinarias pesadas, se da, en muchos casos, por las manos de los propios inversores y contratistas que ya trabajaban en la región pampeana. Siendo esta transposición del modelo hacia el interior, una suerte de "colonización interna" que tiende a conquistar nuevos territorios para implementar el "bien sucedido" modelo de agricultura intensiva y capitalizada, empezado en 1976 por la dictadura y refinado en los años 90 con la incorporación de las semillas transgénicas, nuevos paquetes tecnológicos y una nueva alza internacional de los precios de los productos primarios en el mercado mundial.12

El avance de la frontera agrícola genera otros conflictos, relacionados con la forma como el productor "ajeno", pasa a explotar el nuevo territorio, y las relaciones que adjudica entre su objetivos en este ecosistema, y la no preocupación de su uso en el tiempo. Es posible ver estas características de colonización interna practicadas con el avance de la frontera agraria, a partir del proceso de apropiación de territorios, con el objetivo de "saqueo" y sin la generación de ningún vínculo orgánico más allá del mercantil, como comentan Brailovsky y Foguelman:

"el propietario santiagueño de estancia maderera y ganadera tiene sólo tradición extractiva y carece de experiencia e interés en cultivos. En cambio el productor tucumano se volcó rápidamente al manejo empresarial de la tecnología agrícola pampeana. [….] Pero su tendencia fue actuar como aves de paso, haciendo una explotación salvaje de los suelos santiagueños, y sin realizar prácticamente ninguna inversión permanente fuera del desmonte" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 316).
Los efectos de estos procesos van más allá de los impactos ambientales y económicos, generando también un gran saldo de despojo social, al expulsar poblaciones de territorios ocupados por varias generaciones. Los desalojos son practicados a menudo utilizando títulos dudosos y fallos judiciales cómplices; que muchas veces hacen referencia a tierras fiscales ocupadas por minifundistas y/o pueblos originarios y campesinos, que son básicamente ignorados por el poder político y judicial en los procesos de desalojos, ante la llegada de la soja (y otros monocultivos) a estas provincias:
"El proceso descrito no hace sino acentuar la tendencia a la expulsión: el área desmontada estaba antes ocupada por minifundistas y puesteros productores de leña, carbón y cabritos que explotaban el bosque para su subsistencia. La nueva explotación agrícola los desalojó, a veces usando la fuerza, pero los conservó en el entorno para tareas de desmonte, cosecha y otras" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 317).13

Esta "tendencia a la expulsión", rasgo inherente al proceso de colonización interna llevado a cabo por el aumento de la frontera agrícola y la implementación de monocultivos, tiene como característica reforzar los poderes secularmente establecidos, además de representar un proceso de agravamiento de la concentración de renta nacional, por privilegiar ciertas provincias –y sectores–(históricamente favorecidos) en detrimento de otras y sus ecosistemas.14

Sin embargo, todo este proceso no sería posible sin la total sumisión del gobierno neoliberal de Carlos Menen (1989-1999) a las aspiraciones de las empresas multinacionales (y sus socios argentinos) del sector agrícola, que tuvieron un signo de co-gobierno, logrando durante el periodo de mandato de Menen todas las facilidades y autorizaciones necesarias para ejercer sus actividades, con directivos de las empresas incluso ocupando cargos clave en el gobierno nacional:

"La convocatoria a los funcionarios de Bunge y Born, uno de los mayores conglomerados económicos del país, para conducir la política económica, definió los términos de la nueva situación. Por primera vez desde 1930, un presidente proveniente de las filas de uno de los dos grandes partidos populares ponía en marcha la política reclamada por los intereses económicos dominantes incluyendo el alineamiento con la potencia hegemónica. […] la apertura de la economía, la privatización de la empresas públicas, la reforma del Estado, la desregulación de los mercados y, en particular, de la actividad financiera" (Ferrer, 2010, p. 405).

Los procesos descritos nos ayudan a entender cómo el avance del proyecto de Nación alzado en 1976, primeramente en la zona pampeana y posteriormente su ampliación a demás áreas del país, impone como hegemónico a un modelo productivo que coloca en riesgo de desaparición distintos ecosistemas naturales y formas de vidas humanas. Basado en el monocultivo de commodities, el modelo se va imponiendo a la vez que el país pierde "soberanía alimentaria",15 por utilizar gran parte de sus tierras cultivables para la producción de monocultivos direccionados a las potencias mundiales (pinos, soja, eucaliptos, etc.), en detrimento de la producción de alimentos a su población. Además del éxodo rural que el proceso genera al expulsar poblaciones de sus únicas fuentes de renta, y afectando sus históricas formas vida. Incrementado así los bolsones de miseria de los grandes centros urbanos y los conflictos sociales en el campo y en la ciudad.

La experiencia de vivir estas problemáticas en distintas provincias del país, va a conformar parte de las bases comunes que ayudaron a formar el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), importante organización que surge a mediados de la década del 2000 con el objetivo de nuclear a los campesinos e indígenas, en los procesos de conflictos territoriales/ambientales, contra el avance de los monocultivos y del proyecto de país basado en el neoextractivismo; que con las minerías a gran escala y los monocultivos, acosa a las poblaciones que han sido, por siglos, los "guardianes" de estos "bienes comunes" ahora mercantilizados como "recursos naturales". En el próximo apartado caracterizaremos al MNCI y como él se coloca como actor social antagónico al modelo agrícola hegemónico antes citado.

3. AGROECOLOGÍA X AGRONEGOCIOS: DISTINTOS PROYECTOS DE CONSTRUCCIÓN EN EL AGRO ARGENTINO

3.1. MNCI y la construcción de un modelo agrario "contrahegemónico"

El Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) es hoy una de las principales organizaciones que critican y se contraponen al modelo agrícola vigente. Formado por organizaciones de 8 provincias representantes de prácticamente todas las regiones del país, con una base social compuesta por 20 mil familias, el Movimiento nace de la junción de varios movimientos regionales-provinciales.16 Estos movimientos lograron convertir las articulaciones y las propuestas políticas que tenían, en la conformación de un Movimiento nacional que los representase en las distintas esferas de poder y debate de la sociedad argentina. El MNCI tiene como base social indígenas y campesinos pobres, que forman "la base de la pirámide social del mundo rural argentino", siendo conformado en su mayoría por gran parte de los actores sociales que sufrieron en la piel los efectos de la llegada de la agricultura transgénico-intensiva y de los monocultivos como proyecto de país.17 El Movimiento se define de la siguiente forma:

"El Movimiento Nacional Campesino Indígena somos hombres y mujeres, jóvenes, viejos y niños de comunidades campesinas, indígenas y barriales que nos organizamos y luchamos para defender nuestros territorios, la tierra, el agua, las semillas criollas, la producción de alimentos sanos, por nuestro trabajo colectivo.
Desde hace muchos años venimos fortaleciéndonos como Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI). Aquello que nació en 1996 como articulación política en el marco de la mesa nacional de organizaciones de la agricultura familiar, fue tomando cuerpo orgánico y político a partir del año 2003, donde varias organizaciones (algunos con mucha trayectoria en territorio provincial) fortalecimos la idea de construir un movimiento de carácter nacional y autónomo con desarrollo territorial y con la Soberanía Alimentaria y la Reforma Agraria Integral como horizontes en el camino hacia una transformación social, donde no existan explotados ni explotadores.
EL MNCI se ha desarrollado con una participación activa de más de 20 mil familias campesinas indígenas y barriales (del campo y la ciudad) y una acción territorial que incide en más de 100.000 familias".18

El MNCI está también inserto a nivel internacional a partir de su vinculación a la Vía Campesina Internacional y a la CLOC (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC/Vía Campesina), organizaciones que nuclean campesinos e indígenas de Latinoamérica y de todo el mundo. Nos pareció pertinente estudiar el MNCI por su pertenencia a la Vía Campesina (un frente amplio contra el neoliberalismo y la mercantilización de la agricultura mundial propugnada por la Organización Mundial del Comercio –OMC–), además de su importante representatividad en distintas regiones del país, siendo formado por históricos movimientos campesinos e indígenas. Otro justificativo para tomar al MNCI como objetivo de estudio legítimo y antagónico al "campo" hegemónico", es su vehemente crítica al modelo agrícola imperante y a sus representantes en nivel nacional e internacional.19 Tales características lo colocan, según nuestra interpretación, como un actor social relevante en la crítica al actual modelo agrícola, al proponer otras formas de uso y apropiación del territorio cultivable en Argentina.

También, justificamos la elección del MNCI (en detrimento de otras organizaciones y movimientos), a partir de los análisis del histórico proceso de luchas de sus organizaciones afiliadas, y su característica organizativa que representa las dinámicas propias de un grupo social portador de reivindicaciones "importantes", durables y conflictivas. A diferencia de otros tipos de manifestaciones sociales efímeras, vinculadas a contextos específicos, de reivindicaciones puntuales, reformistas y coyunturales, no estructurales, como vemos clasificados en el Cuadro 1:

La base social de organización del MNCI, y los "poderes" que el movimiento viene a combatir, además del proyecto de país que rechaza, lo colocan como heredero directo de las Ligas Agrarias del Nordeste Argentino, movimiento surgido en los 70 como síntesis de los procesos de organización popular en el campo empezados en los años 40:

"A fines de la década del cuarenta, la Acción Católica creó en Salta, Mendoza y Buenos Aires un espacio de jóvenes para evangelizar los ámbitos rurales. Fue el germen de lo que en 1958 sería el Movimiento Rural de la Acción Católica. Conducido por técnicos y universitarios, tuvo un trabajo netamente asistencialista. Pero el papado de Juan XXIII, el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, donde termina de tomar forma la teología de la liberación, transformaron al Movimiento Rural en un espacio de promoción y reivindicaciones. A mediados de los 60, con presencia en diez provincias y 300 grupos organizados, la conducción fue asumida por campesinos. Con la influencia del contexto latinoamericano, cambiaron los ejes de trabajo: la lucha por la tierra, la explotación del trabajador rural, las causas de la pobreza y la necesidad de un cambio profundo" (Aranda, 2008, s.p.).

Las Ligas Agrarias nacen para ocupar un espacio de representación social que hasta entonces tenía como única y auto proclamada representante, a la Federación Agraria Argentina –FAA– que, sin embargo, no tenía vínculos orgánicos y políticos reales con las partes más pobres de las zonas periféricas del agro argentino.20

Todo este importante proceso que se había iniciado con gran efectividad, es desarticulado en la década de los 70; con la detención, desaparición y muertes de miembros importantes de las Ligas, a fines del gobierno constitucional de Isabel de Perón, y por el ascenso al poder de los militares en 1976.21 Uno de los principales papeles que cumplió este movimiento fue el de representar a sectores marginales del "campo marginal", como sujetos políticos en el proceso de conflictos territoriales y sociales en Argentina, que hasta entonces tenía a los operarios como único punto de inflexión organizativo de la clase trabajadora, como comenta Ferrara, importante historiador de las Ligas:

"El surgimiento, en 1970, de la primera de estas organizaciones y el posterior despliegue de las Ligas en todo el ámbito de las provincias nordestinas, incorporó a la realidad nacional a uno de los términos fundamentales de la polarización popular revolucionaria, hasta entonces ausente del frente de luchas que tenía como protagonista principal a la clase obrera" (Ferrara, 2007, p. 15).
Luego el MNCI (como las Ligas) viene a ocupar un importante espacio de representación y articulación política que es siempre ignorado, ya sea por los representantes del "agronegocio", que se autonombran "el campo", o por los sucesivos gobiernos nacionales y provinciales que fueron conniventes con los endémicos procesos de expulsión/desalojos de campesinos, y desmontes de bosques, representados por la ampliación de la frontera agrícola fortalecida inexorablemente en los años 90. El nacimiento de uno de los referentes del MNCI se da justo en este período, fruto de los procesos de desmonte auspiciados por el avance de la "frontera agropecuaria".
"Santiago del Estero encabeza la lista de desmonte: 515 mil hectáreas en los últimos cuatro años, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente. Provincia sinónimo de quebrachales, montes y familias dedicadas a la pequeña producción agropecuaria, fue de las primeras en conocer, de la mano de la soja, el término técnico 'avance de la frontera agropecuaria'. Los campos comenzaron a ser reclamados, con escrituras de dudosa procedencia, por empresarios y el nuevo modelo de 'desarrollo' comenzó a desalojar, a fuerza de topadoras y armas, a habitantes ancestrales. Al mismo tiempo, comenzó la organización: iglesias, ONG y comunidades de base, que ya articulaban espacios, oficializaron el 4 de agosto de 1990 el nacimiento formal del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase)" (Aranda, 2008, s.p.).
La provincia que fue más afectada en el comienzo del avance de la frontera agropecuaria (capitaneado por la soja), fue también uno de los primeros lugares donde sus habitantes manifestaron que los montes y bosques apropiados por los empresarios e inversionistas de los monocultivos, eran también territorios históricos de poblaciones de campesinos e indígenas que no aceptarían pasivamente el saqueo de su espacio social:
"La creación del Mocase fue un quiebre en la situación rural santiagueña. Diez mil familias organizadas comenzaron a frenar topadoras, enfrentar guardias privados y se transformaron en un actor social que desafió a los empresarios, al poder judicial y político. Y se erigieron como una referencia para organizaciones de otras provincias"22 (Aranda, 2008, s.p.).

Todos los procesos de nacimiento de las organizaciones que pasarían posteriormente a conformar el MNCI, son reivindicados por el Movimiento como parte de su historia. Por lo tanto, se puede identificar al MNCI como la contracara latente del "modelo agropecuario" implementado en los últimos 35 años, siendo la organización conformada por partes de los excluidos y afectados por el proceso de desarrollo extractivo adoptado por el país. En la primera entrevista que el Movimiento concede a la prensa, al periódico Página 12, algunas de sus características –entre ellas la diferenciación que demarcan entre ellos y el "campo agroexportador"– son explicitadas en las palabras de Diego Montón, militante del Movimiento:

"- Para entender qué nos diferencia, primero habría que explicar que el Movimiento viene de un largo proceso de lucha, intercambio, discusiones. No es algo que nació ayer de la nada. No surge de que un día se juntaron en una pieza diez delegados y fundaron el Movimiento. Han sido muchos años de caminar juntos para conformar lo que hoy es el Movimiento. Los cimientos son las distintas familias y comunidades de las provincias: Jujuy, Salta, Mendoza, Santiago del Estero, Misiones, Córdoba y un trabajo bien interesante en Buenos Aires, con sectores marginados, con la idea de la vuelta al campo, con el horizonte de volver a un campo poblado por los sectores populares. Estos cimientos son organizaciones de base que luchan por sus territorios, ya sea resistiendo desalojos o retomando tierras. Otros ejes fuertes: la lucha por el agua, que sea un bien social, y por todos los recursos naturales. Ahí entra la defensa de los bosques, contra la desertificación, contra las mineras, contra las pasteras; como cuestiones muy simbólicas donde el capital nacional y transnacional está depredando los bienes naturales, atenta contra la comunidad y el ambiente" (Aranda, 2007, s.p.).
Una interesante y novedosa característica que es reivindicada por el MNCI, incluso presente en su nombre, es la confluencia de la lucha campesina e indígena representando la construcción simbólica de un frente "único" contra el modelo que afecta directamente a las formas de vida no capitalistas representadas por ellos. Es decir, el Movimiento asume y se afirma en la pertenencia de su base social a poblaciones originarias indígenas y/o criollas/mestizas, y sus formas de vida que siempre han defendido los bienes comunes de la acción del capital y de la depredación vinculada a la acumulación capitalista, como una bandera más de lucha, lo que relata Ariel Méndez, otro miembro del MNCI presente en la misma entrevista:23
"- El Movimiento recoge la historia de sentimientos, memoria que queda latente en el corazón de los campesinos, la dignidad, el sentimiento de libertad, de la necesidad de quererse, vincularse con otros y que no puede ser que unos nos dominen a otros. Acá también estuvieron y están presentes rastros que estaban guardados en viejos y viejas del monte por el hecho de las luchas anteriores, del mestizaje, pueblos indígenas. Gente de mucha lucha y mucha resistencia. Había un rastro latente que los dominadores no habían asesinado del todo. Y de por sí el hombre del campo tiene el sentimiento de libertad, de que no quiere trabajar con patrón, ser peón rural. El campesino es una familia de una característica particular: yo vivo de mi propia producción. Y además no recurre al consumo, el consumismo, no entra a la racionalidad mercantil, con su gran cuota de consumo inventado" (Aranda, 2007, s.p.).
Al analizar las líneas generales del proyecto político-productivo propugnado por el MNCI, otra característica básica que sobresale en sus discursos es la relación que ellos asumen tener con la naturaleza, en una contraposición al "saqueo" y "depredación" presentados por el modelo hegemónico de los monocultivos y sus contaminantes paquetes tecnológicos y formas intensivas de manejo.24 También, las supuestas salidas sostenibles colocadas por el modelo imperante, como los "agro-combustibles" por ejemplo, son desenmascaradas por los campesinos indígenas como formando parte del mismo proyecto contaminante que los desaloja de la tierra (es el caso específico de las comunidades afectadas por los monocultivos de caña de azúcar), y también perjudican a la población argentina en general, por impedir que el país conserve su "soberanía alimentaria" y tenga una producción agrícola diversificada/sostenible:
"En el mundo nuestro planeta está gravemente enfermo, la humanidad y la vida corren serios riesgos de desaparecer si no logramos cambiar el rumbo del mal llamado progreso y desarrollo que ha impuesto el imperialismo. El calentamiento global está afectando los climas y provocando desastres naturales. El hambre es un flagelo que ya abarca a más de mil cincuenta millones de seres humanos. Ambas situaciones son consecuencia del capitalismo, que ha puesto al lucro y a la ganancia por encima de la vida y de cualquier lógica de supervivencia colectiva. La agricultura industrial, las enormes ciudades, el consumismo como cultura, nos llevan a que destruyamos la naturaleza mucho más rápido de lo que ella puede reponerse. La crisis energética ha desatado un valor irreal del petróleo y generado la falsa opción de los agrocombustibles, que lejos de ser una solución agravan la contaminación y compiten con la producción de alimentos" (MNCI, 2010, s.p.).

Por estas características el MNCI junto a la Vía Campesina, pasa a intervenir en otra de las grandes problemáticas de la actual fase de desarrollo de los medios y procesos de producción capitalista, la llamada "cuestión ambiental".

En el próximo apartado, analizaremos cómo el debate ambiental que acaba haciendo el MNCI (aunque no sea su estrategia "inicial") es identificable con lo que la literatura pertinente llama "ambientalismo de los pobres" (Martínez-Alier, 2009). A partir de esta perspectiva, los conflictos en que se encuentran involucradas las comunidades del MNCI (contra el avance de los agronegocios, la minería, las papeleras, etc.) pueden ser interpretados también como "conflictos ambientales" (Acserald, 2004) por las distintas formas de construcción y apropiación de los territorios defendidas por cada modelo, y los impactos que cada paradigma genera hacia los ecosistemas naturales y la organización de la sociedad por ende.25

3.2. El discurso campesino indígena y la resignificación del debate ambiental

Cuando los movimientos campesinos contemporáneos hablan de "soberanía alimentaria", "agroecología", "producción diversificada", "derechos campesinos", "destrucción de la madre tierra", etc., están negándose a aceptar varios postulados diseminados por el pensamiento hegemónico, a fin de que sean entendidos como únicos, siendo algunos ejemplos: privilegiar la producción de un cultivo que sea lo más rentable y que tenga la mejor salida al mercado mundial, en detrimento de la producción de variadas calidades de alimentos para la población local; uso de maquinarias y plaguicidas intensivos (muy caros y contaminantes), en perjuicio de otras formas de manejo que contaminen menos el ambiente y representen menos riesgos al ser humano, por consiguiente (igualmente más accesibles a los productores con menos capital).26 Otra idea muy difundida, es la necesaria "conquista del desierto" que legitima la apropiación indiscriminada e indiferente de la tierra, vista como una mercancía más en los procesos de capitalización del campo, en oposición a la "integral" visión campesino indígena del ambiente:

"En nuestro país, desde los tiempos de la Conquista las clases dominantes comenzaron a criminalizar al campesino y al indígena bajo una falsa idea de civilización y barbarie. Los sucesivos gobiernos fueron aplicando políticas bajo esa idea. La campaña del desierto, las dictaduras militares y el neoliberalismo de los noventa, han ido consolidando un Estado que es funcional a los agronegocios que han intentado eliminar a la vida campesina indígena del territorio. Este proceso histórico ha configurado un modelo basado en el saqueo de los bienes naturales, permitiendo que las transnacionales extraigan las ganancias provocando altas tasas de contaminación y afectando también la salud humana y las fuentes de agua. El agronegocio se apropia del territorio campesino indígena, aumentando la pobreza y la marginalidad. Es un modelo que genera pobreza y hambre en un país que tiene todas las condiciones para alimentar a más de cuatrocientos millones de personas. Se ha concentrado desproporcionadamente gente en las ciudades, generando desequilibrios territoriales, con enormes gastos de energía, y masas campesinas que se transformaron en desocupados en las ciudades contrastando con millones de hectáreas de campos sin gente" (MNCI, 2010, s.p.).

El MNCI denuncia a los agronegocios que más allá de toda la contaminación ambiental y de los desalojos que provocan, además es un modelo que aumenta el hambre en un país con una increíble capacidad de producir alimentos no solamente a sus habitantes, sin embargo (según el modelo que se implementa) los números de personas sin acceso a una alimentación básica se incrementaron en Argentina –y también en todo el mundo– a partir de la "revolución verde" y la hegemonía de la agricultura intensiva basada en los monocultivos. Otra de las tareas asumidas por el Movimiento, es la de denunciar los procesos de "biopiratería" practicados por las multinacionales al momento de patentar semillas, que son adquiridas inicialmente de forma gratuita desde los campesinos indígenas y sus años de perfeccionamiento, y recolección de diversos cultivos.27

La característica distintiva importante del "debate ambiental campesino" presente en la rogativa de los Movimientos pertenecientes a la Vía Campesina Internacional, es que su discurso no está basado en una protección acrítica y "romántica" de parcelas de la biosfera, no tocadas por la acción antrópica (ambientalismo conservacionista, "culto a la naturaleza intocable"),28 ni tampoco reproduce las aspiraciones positivistas del "ambientalismo ecoeficiente".29 La corriente ambientalista "ecoeficiente" propugna que el sistema económico y político causante de las contaminaciones ambientales, calentamiento global, etc., puede superar tales problemáticas con cambios técnicos y de "conciencia" –"desarrollo sustentable"–. No obstante, la actual crisis en los medios y modos de producción capitalistas (universalizada como "crisis ambiental"), que está exterminando (paradoxalmente) la base natural esencial en los procesos de producción de mercancías (y de modos de vida no capitalistas), no puede ser superada bajo los postulados capitalistas, como indica Carneiro:

"[…] las condiciones naturales son, en general, tomadas por la producción de mercancías como dadas, en la medida en que su abastecimiento, necesariamente regular y continuo, no puede ser asegurado apenas por el funcionamiento 'espontaneo' del juego de la rentabilidad practicado en el mercado. Por el contrario según el argumento de O'Connor, podemos decir que es el propio funcionamiento de un sistema de producción de mercancías (Kurz, 1996), estructuralmente orientado por la búsqueda de mayor rentabilidad en la acumulación de riqueza abstracta, que conduce a la degradación de aquellas condiciones naturales de las cuales depende visceralmente" (Carneiro, 2005, p. 30).
Los campesinos pueden ser insertos analítica y conceptualmente (no necesariamente se auto reivindican "ambientalistas"), en otra corriente del ambientalismo que diverge categóricamente de las dos precedentes, pues suele identificar las contaminaciones ambientales como frutos inherentes del proceso económico-político capitalista, siendo, por consecuencia inmitigables, bajo este mismo sistema económico. No obstante, los campesinos no tienen una relación intocable con la naturaleza propuesta por el ambientalismo conservacionista, sino más bien sí se consideran parte de ella, y en estos procesos entienden que usar los "recursos" y/o bienes del ecosistema de forma realmente sustentable y no capitalista, es la única forma de mantener las bases indispensables para su propia sobrevivencia y reproducción social:
"El movimiento por la justicia ambiental, el ecologismo popular, el ecologismo de los pobres, nacidos de los conflictos ambientales a nivel local, regional, nacional y global causados por el crecimiento económico y la desigualdad social. Ejemplos son los conflictos por el uso del agua, el acceso a los bosques, sobre las cargas de contaminación y el comercio ecológicamente desigual, que están siendo estudiados por la Ecología Política. Los actores de tales conflictos muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, y esta es una de las razones por la cual esta tercera corriente del ecologismo no se identificó hasta los años ochenta" (Martínez-Alier, 2009, p. 31).

Por tales consideraciones, las consignas del ambientalismo de los pobres están más vinculadas con cuestiones tales como el acceso a fuentes de supervivencia directa: alimentación sana, agua limpia y disponible, no estar expuestos a contaminación industrial/agrícola, etc. Sin embargo, estas propuestas van en contra de la racionalidad de mercado imperante que, haciendo hincapié en la rentabilidad y la acumulación de riquezas capitalistas, tiende a eliminar formas de vida que no se adecúen a sus postulados o que se interpongan a sus deseos. Por lo tanto, los mal nombrados "problemas ambientales" se presentan analíticamente como "conflictos ambientales",30 por los antagónicos proyectos y formas de apropiación de la naturaleza, defendidos por las propuestas hegemónicas de los agronegocios, por un lado, y contrarrestadas por las formulaciones contrahegemónicas de los campesinos indígenas, por el otro.31

Es importante aclarar que el énfasis que hacemos en el ascenso del modelo neoliberal frente a la emergencia de los "conflictos ambientales" en los que los campesinos están involucrados, no legitima ni constituye una aprobación tácita del "modelo desarrollista", del cual el neoliberalismo es ideológicamente una especie de "avance"; debido en parte, a las debilidades presentadas por el desarrollismo a partir de la crisis del petróleo en 1972, en la extracción de valor y acumulación de capital.

No obstante, el "modelo de país" implementado a partir de 2003, aunque discursivamente busca deslegitimar y criticar el neoliberalismo, no es el actual proyecto –según nuestro análisis– una ruptura real con la lógica neoextractiva. Por consiguiente, la soja y la mega minería son dos de los grandes proyectos económicos del "neodesarrollismo nacionalista dependiente" representado en grandes rasgos por el "kirchnerismo". Tanto el neoliberalismo como su precedente proyecto político/económico –desarrollismo–, son planes políticos capitalistas que, más allá de sus diferencias metodológicas, representan la destrucción de formas de vida no capitalistas y de la naturaleza por consecuencia, en la búsqueda desenfrenada de acumulación de "riqueza abstracta", como comenta Escobar:

"Primero, el hecho de que el desarrollo es un proyecto tanto económico (capitalista e imperial) como cultural. Es cultural en dos sentidos: surge de la experiencia particular de la modernidad europea; y subordina a las demás culturas y conocimientos, las cuales pretende transformar bajo principios occidentales. Segundo, el desarrollo y la modernidad involucran una serie de principios: el individuo racional, no atado ni a lugar ni a comunidad; la separación de naturaleza y cultura; la economía separada de lo social y lo natural; la primacía del conocimiento experto por encima de todo otro saber. Esta forma particular de modernidad tiende a crear lo que la ecóloga hindú Van Shiva llama 'monocultivos mentales'. Erosiona la diversidad humana y natural. Por esto el desarrollo privilegia el crecimiento económico, la explotación de recursos naturales, la lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción material e individual por sobre cualquier otra meta" (Escobar, 2010, p. 22).
4. CONCLUSIONES

A partir del la hegemonía de las políticas neoliberales a nivel nacional e internacional, viejos fundamentos de la histórica división internacional del trabajo entre Norte y Sur se revigorizan. Es decir, el ascenso neoliberal que representó el fin de la débil política de industrialización sustitutiva impulsada a partir de la Segunda Guerra Mundial, que tenía como objetivo "desarrollar" el país y generar autonomía económica, es frenada por el ascenso al poder de las políticas que postulan una inserción periférica en la economía de mercado ahora hegemónica. Que, como en el fundacional período colonial, relega a los países de Latinoamérica (SUR) al rol exclusivo de proveedores de materias primas, esenciales para el desarrollo industrial y tecnológico del centro (Norte). Además del poco valor agregado que poseen los productos primarios (generando déficit en la balanza comercial al importar los productos industrializados con alto valor agregado), el modelo "neocolonial extractivo" concentra la mayor parte de la contaminación oriunda de los residuos y los impactos en el ecosistema, procedentes de la producción y/o extracción de productos primarios, en los países que los producen, tomando los países centrales solamente el producto ya procesado y listo para agregarle valor.32

Estas políticas, sin embargo, afectan directamente importantes extractos de la población local, que salen –de la resignación para la acción– en contra de estas políticas, iniciando así procesos de organización social de los excluidos de los nuevos procesos económicos "hegemónicos".33 Como frutos de estas movilizaciones, nacen importantes movimientos sociales a nivel local, nacional e internacional que contestan a este sistema desde sus efectos degradantes hacia la naturaleza, economía y sociedades que pasan a ser rehenes (económicos y ambientales) de los proyectos extractivos depredatorios que afectan directamente la continuidad de la vida en sus territorios.

Con el ascenso del neoliberalismo y el auge de las políticas extractivas en los países periféricos, el debate ambiental gana fuerza por los innumerables casos de contaminación del ambiente y de afectación de comunidades humanas; casos que pasan a ser denunciados de forma más recurrente y enfática. Frente el nacimiento de los movimientos sociales que enfrentan realmente a estas políticas, en sus niveles políticos y discursivos, estas "problemáticas" pueden pasar a ser entendidas como "conflictos ambientales" que tienen como eje de litigio las distintas formas de apropiación y uso de los territorios/ambientes socialmente construidos y disputados por estos grupos sociales.

• Una versión anterior del presente texto ha sido presentada en las VIII Jornadas de Investigación y debate: "Memoria y oportunidades en el agro argentino: burocracia, tecnología y medio ambiente (1930-2010). Realizadas en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Bernal, Buenos Aires- Argentina, en Junio de 2011.


Notas al Pie

2 La propuesta del trabajo se encuadra en la perspectiva de ser un avance de un proyecto de tesis doctoral, que tiene como objeto el estudio comparativo de procesos de conflictividad ambiental en Argentina y Brasil. Por lo tanto, las contextualizaciones de procesos históricos en Argentina tienen como objetivo formar un cuadro comparativo con los procesos brasileños, más que una revisión y/o crítica historiográfica/teórica de estos procesos y sus complejidades.
3 Es interesante demarcar las diferencias entre la dictadura argentina y brasilera, pues esto demuestra que más allá de las similitudes de los procesos dictatoriales del Cono Sur; como su sumisión al proyecto continental de EE.UU., etc., estas dictaduras venían de procesos nacionales históricamente distintos y respondían a anhelos internos específicos; en el caso de Brasil su –"industrialización tardía"–desarrollismo y en el caso de Argentina la hegemonía neoliberal.
4 "El cambio de paradigma teórico en los centros, contemporáneo con la globalización financiera y el endeudamiento creciente de diversas economías periféricas, tuvo una decisiva influencia en el curso de los acontecimientos de Argentina y el resto de América Latina. También gravitó en otros países periféricos, aunque en contextos distintos" (Ferrer, 2010, p. 380).
5 "En la práctica, los efectos más importantes de esta política se alcanzaron mediante la sobrevaluación del tipo de cambio, que encareció en divisas la producción doméstica de manufacturas y puso en marcha un proceso de sustitución de importaciones a la inversa de la tradicional; es decir, sustituyó producción interna por importaciones" (Ferrer, 2010, p. 390).
6 "En el campo económico, el gobierno no logró remontar la herencia heredad ni enfrentar las consecuencias de un escenario externo desfavorable, que, en el subcontinente latinoamericano, provocó la llamada década perdida de los años ochenta" (Ferrer, 2010, p. 405).
7 "El gobierno mantuvo relaciones conflictivas con el sindicalismo peronista. Éste efectuó una serie de paros generales en el transcurso de la presidencia de Alfonsín. Al mismo tiempo, los sectores económicos que se habían beneficiado a partir del Proceso reclamaban el retorno a las políticas anteriores. La democracia constituía una condición necesaria pero no suficiente para recuperar la densidad nacional requerida para enfrentar el problema de la deuda, el nuevo contexto internacional y la crisis económica" (Ferrer, 2010, p. 400).
8 "Dentro de las oleaginosas, hasta los primeros años de la década del 60 el lino era el cultivo de mayor importancia seguido por el girasol. Pero a comienzos de los 70 el lino decayó sensiblemente quedando desplazado por el girasol, hasta la aparición de la soja que se fue instalando como la principal oleaginosa" (Barsky & Gelman, 2005, p. 368).
9 "El gran crecimiento de la producción de soja está estrechamente vinculado con el gran crecimiento de la demanda mundial acaecido después de la Segunda Guerra Mundial. Los países europeos adoptaron el modelo vigente en Estado Unidos de alimentación animal con balanceados basados en la gran cantidad y calidad de proteínas y aminoácidos de la harina de soja" (Barsky & Gelman, 2005, p. 379).
10 En detrimento del suelo y ecosistemas en general, además de los puestos de empleo en el campo, que son eliminados por la alta mecanización introducida con la soja (debatiremos este tema en el apartado 3).
11 "Estos procesos, que implicaron el desplazamiento de 5 millones de hectáreas de la ganadería a la agricultura y una gran expansión productiva encabezada por la soja, fueron agrupados bajo el nombre de 'agriculturización' de la región pampeana" (Barsky & Gelman, 2005, p. 365).
12 "No sólo se adoptó el modelo de cultivo pampeano, sino que se usan las mismas máquinas y las mismas empresas contratistas, que llegan desde Santa Fe a hacer labores. Si los suelos pampeanos, con mejor estructura y más materia orgánica, están sufriendo los efectos de la agricultura permanente llevada a sus extremos, es evidente que el efecto de esas prácticas será mucho más acentuado sobre suelos más frágiles" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 315).
13 Los debates realizados en el apartado 2.1. y en el 2.2., tienen una grande y relevante bibliografía que enriquece y problematiza las interpretaciones de los autores citados textualmente en el texto, entre estos aludimos a los siguientes trabajos como referencia: Bruniard (1978), Pengue (2000), Bisang (2003), Tapella (2004), Morello (2005), Slutzky (2005), Teubal et al. (2005), Merenson (2009) y Zarrilli (2010).
14 "El esquema se repite, con variantes, en todas las provincias que tienen una economía complementaria de otras más ricas: Formosa respecto de chaco, Jujuy respecto de Salta, La Pampa y San Luis respecto de la región pampeana. Es frecuente que los recursos naturales de la provincia marginal interesen menos y sean menos cuidados" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 317).
15 Según el MNCI/Vía Campesina: "la soberanía alimentaria es el derecho que tiene cada Estado y cada pueblo a la alimentación y a definir su modo de producción de alimentos de acuerdo con sus propias necesidades, dando prioridad a las economías y mercados locales, y fortaleciendo la agricultura comunitaria. Alimentos nutritivos y adecuados, accesibles y producidos de formas ecológicas" (MNCI, 2010, s.p.).
16 El MNCI es formado por las siguientes organizaciones: Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE-VC), Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) de Mendoza y San Juan, Red Puna de Jujuy, Encuentro Calchaquí de Salta, Mesa Campesina del Norte Neuquino, Movimiento Giros de Rosario y Organizaciones Comunitarias Urbanas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires SOMOS el MNCI en Argentina. (Obtenido el 20/03/2011, desde http://argentina.indymedia.org/news/2012/10/822916.php).
17 "El ingreso de los campesinos, tanto hombres como mujeres, indios como mestizos, a las arenas políticas señala las contradicciones existentes entre una economía nacional dependiente del estímulo externo y las necesidades de los trabajadores productivos de satisfacer sus necesidades" (Nash, 2006, p. 54).
18 Obtenido el 20/03/2011, desde http://argentina.indymedia.org/
19 En Argentina están la "Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas y la Federación Agraria Argentina que vinculadas al poder militar y económico son quienes impulsaron e impulsan este modelo a fuerzas de alianzas con las corporaciones transnacionales que buscan controlar la producción y comercialización de los alimentos" (MNCI, 2010, s.p.).
20 "Las Ligas Agrarias que se organizaron en las distintas provincias del nordeste argentino representaron entonces un gran sector de productores rurales, tanto colonos como campesinos, que viéndose marginados del modelo de desarrollo dominante, irrumpieron en la arena de la lucha política de los años setenta, provocando las más diversas reacciones e interpretaciones" (Galafassi, 2008, p. 188).
21 "El Movimiento Rural se hizo fuerte en Cuyo, el NOA y el NEA. En Chaco, y a raíz de un conflicto con el precio del algodón, se realizó un gran congreso campesino en Sáenz Peña, segunda ciudad de importancia y motor agrícola de la región. Era el 14 de noviembre de 1970, cuando nacieron las Ligas Agrarias Chaqueñas, un novedoso espacio de acción y representación propio de los campesinos. A pesar de las trabas que imponía la Federación Agraria, que observaba cómo se gestaban organizaciones que de verdad luchaban por los intereses campesinos, en los primeros años de esa década se conformaron las Ligas Agrarias de Corrientes y de Formosa, y se gestó el Movimiento Agrario de Misiones (MAM) " (Aranda, 2008, s.p.).
22 Hubo un fraccionamiento en el Mocase, siendo el sector que ha participado del MNCI el que se identifica como Mocase-Vía Campesina. Los demás sectores son ligados: "al Programa Social Agropecuario (PSA) – eligió presidente, secretario y una estructura vertical. Permaneció en alianza con el PSA y formó parte de la Federación Agraria. La central de Juríes estuvo luego cercana a la intervención provincial y formó parte de la Federación Tierra y Vivienda (FTV), de Luis D'Elía. En la actualidad, forma parte del Frente Nacional Campesino (FNC)" (Aranda, 2008, s.p.).
23 Por razones de tema, no debatiremos aquí cuestiones y problemáticas conceptuales que pueden nacer de un análisis culturalista al respecto de la conjunción de complejos conceptos como indígena y campesino en un mismo movimiento social. Asumimos así una preocupación más bien estructural, y aceptaremos la unión de los dos "conceptos" como una construcción de "poder simbólico-identitario" por parte del MNCI, preocupándonos aquí por cuestiones de orden más estructurales, en las líneas de lo que plantea Nash: "El énfasis postmodernista en los parámetros culturales de la formación de la identidad realza nuestra comprensión de los movimientos sociales, pero no podemos ignorar los índices empíricos del producto nacional bruto y los índices demográficos sobre roles en el trabajo cuando intentamos relacionar empobrecimiento, racismo y sexismo a posiciones estructurales relacionadas con el poder" (Nash, 2006, p. 51).
24 Los campesinos indígenas sí se identifican como parte indivisible del ambiente, no reproduciendo, por consiguiente, el modelo cognitivo occidental basado en el racionalismo dualístico (Quijano, 2000), donde en la separación epistemológica sujeto y objeto, esta teoría del conocimiento acaba transmitiendo al hombre occidental la idea de que él (sujeto) está separado del ambiente (objeto), que pasa a ser apropiado como algo ajeno (un medio), luego susceptible de ser reificado. La cosmovisión indígena campesina trabaja a partir de una pertenencia "esencial" e indisoluble con su ambiente/territorio. Véase en Nash (2006) algo sobre el debate esencialista: "El dilema para los antropólogos radica en el hecho de que el esencialismo puede ser utilizado para establecer derechos sobre un territorio. Convirtiéndose entonces en un término muy útil para la representación de sí mismos si bien, como apunta Field, puede ser un término que amenaza la identificación si las referidas esencias están perdidas o abandonadas" (Nash, 2006, p. 52).
25 "Aquello que las sociedades hacen con su medio material no se resume a satisfacer carencias y superar restricciones materiales, pero consiste también en proyectar en el mundo diferentes significados –construir paisajes, democratizar o segregar espacios, homogenizar o diversificar territorios sociales etc." (Acselrad, 2004, p. 15).
26 "El actual manejo tecnológico centrado en el control químico de malezas y plagas relegó a roles secundarios otras formas de manejo menos agresivas para el conjunto de la biota, el 95 por ciento de la cual es neutra y aun beneficiosa en tanto colabora en el control de plagas y malezas. Una práctica agraria que integrase formas de control químico, mecánico, genético, de manejos del suelo y del cultivo preservaría la diversidad del agrosistema y protegería los mecanismos naturales de autocontrol. Sin embargo, ese control integrado es más dificultoso y requiere una gran dedicación, improbable en momentos en que ya los agricultores [capitalizados] no viven en la explotación" (Brailovsky & Foguelman, 2009, p. 313).
27 "Mientras las empresas químicas y de semillas exigen que se les pague por sus semillas mejoradas y sus plaguicidas y demandan que respeten sus derechos de propiedad intelectual a través de los acuerdos comerciales, ocurre que el conocimiento tradicional sobre semillas, plaguicidas y hierbas medicinales ha sido explotado gratis sin reconocimiento. Esto se llama 'biopiratería'" (Martínez-Alier, 2009, p. 27).
28 "El 'culto a lo silvestre', preocupado por la preservación de la naturaleza silvestre pero sin decir nada sobre la industria o la urbanización, indiferente u opuesto al crecimiento económico, muy preocupado por el crecimiento poblacional, respaldado científicamente por la bilogía de la conservación" (Martínez-Alier, 2009, p. 31).
29 El 'evangelio de la ecoeficiencia', preocupado por el manejo sustentable o 'uso prudente' de los recursos naturales y por el control de la contaminación no sólo en contextos industriales sino en la agricultura, la pesca y la silvicultura, descansando en la creencia de que la nuevas tecnologías y la 'internalización de las externalidades' son instrumentos decisivos de la modernización ecológica. Está respaldado por la ecológica industrial y la economía ambiental" (Martínez-Alier, 2009, p. 31).
30 "Los conflictos ambientales son, [...] aquellos que involucran grupos sociales con modos distintos de apropiación, uso y significación del territorio, teniendo origen cuando por lo menos uno de los grupos tiene la continuidad de las formas sociales de apropiación del medio que desarrolla amenazada por impactos indeseados [...] oriundos del ejercicio de las prácticas del otro grupo" (Acselrad, 2004, p. 22).
31 "Conflictos ambientales nacieron, consecuentemente, cuando los desposeídos pasaron a reclamar, desde que fueron establecidas garantías de visibilidad en el espacio público que se constituyó pos la dictadura, mayor acceso a los recursos como agua, tierra fértil, […] etc., denunciando el comprometimiento de sus actividades por la queda de la productividad de los sistemas biofísicos de que dependían y por el aumento del riesgo de pérdida de durabilidad de la base material necesaria a su reproducción sociocultural" (Acselrad, 2004, pp. 27-28).
32 Véase, por ejemplo, de la cantidad de impactos y contaminaciones (conflictos) generadas por los procesos de extracción y producción de metales, papeles, aceite, agrocombustibles y azúcar, oriundos de las actividades de: minería a cielo abierto, monocultivos de pinos y eucaliptos para papeleras, y la siembra de soja transgénica y sus contaminantes paquetes de fumigación y desmonte de bosques nativos, etc. Actividades concentradas casi que exclusivamente en los países de economía periférica y primarizada.
33 "En la fase actual del capitalismo empresarial no hay intención alguna de absorber como proletarios o consumidores a las poblaciones afectadas. Cazadoras-recoletoras y cultivadores en las pocas selvas tropicales restantes, así como pequeños campesinos de semi-subsistencia, son de interés del capital global sólo por los ricos recursos existentes en los territorios que ocupan o por las propiedades genéticas de sus plantas, animales, e incluso, de sus propios cuerpos, en las biosferas de las que son custodios" (Nash, 2006, pp. 27-28).


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