SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue34ENERGETIC AND FINANCIAL PRODUCTIVITY IN PEASANTS' FARMS IN THE DEPARTMENT O F CALDAS: THREE CASE STUDIESREGIONAL ENVIRONMENTAL SUSTAINABILITY: A METHODOLOGICAL PROPOSAL FOR A STUDY BEYOND UBRBAN ECOLOGY author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Luna Azul

Print version ISSN 1909-2474

Luna Azul  no.34 Manizales Jan./June 2012

 

EL NEORRURALISMO COMO PRÁCTICA CONFIGURANTE DE DINÁMICAS SOCIALES ALTERNATIVAS: UN ESTUDIO DE CASO

NEORURALISM AS CONFIGURATIVE PRACTICE OF ALTERNATIVE SOCIAL DYNAMICS: A CASE STUDY

MARLON JAVIER MÉNDEZ SASTOQUE1
marlon.mendez@ucaldas.edu.co

1Ingeniero Agrónomo. Magíster en Desarrollo y Sociología Rural. Doctor en Desarrollo, Agricultura y Sociedad. Docente del Departamento de Desarrollo Rural y Recursos Naturales de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Caldas. Investigador del Grupo CERES y del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales (ICSH) de la misma universidad.

Manizales, 2011-10-13 (Rev. 2012-01-02)

RESUMEN

Asumiendo como punto de partida que lo rural como representación social remite a una multiplicidad de figuraciones y significaciones creadas y utilizadas por los diversos actores sociales para dar sentido a las vivencias por ellos mismos asumidas rurales, el artículo tiene como fin analizar cómo las representaciones de modo de vida rural construidas y operadas por un grupo social particular: neorrurales o nuevos habitantes del campo, intervienen, transformativamente, sobre la dinámica social local de los sitios de acogida. En esta oportunidad, el grupo focal corresponde a los neorrurales asentados en una zona rural del municipio de Manizales (Caldas, Colombia). Acogiendo la premisa de que el neorruralismo expresa un cambio en las relaciones entre el individuo y su medio biofísico-social, la presentación y la discusión de resultados gira en torno a tres ejes analíticos principales: a) las interacciones individuo-entorno natural, b) las interacciones individuo-entorno sociocomunitario y c) las interacciones individuo-espacio, enfatizando sus efectos sobre el ámbito colectivo, más allá del plano meramente individual. El artículo concluye con algunas consideraciones acerca de este tipo de estudios en contextos como el local, el nacional y el latinoamericano.

PALABRAS CLAVE:

Ruralidad, neorruralismo, ruralidades emergentes, sociedades rurales, representaciones sociales.

ABSTRACT

Assuming as starting point that the rural as social representation refers to a variety of imaginings and meanings created and used by the various social actors to make sense of the experiences they assumed as rural, this article aims to analyze how representations of a rural lifestyle built and operated by a particular social group, neo-rural or new rural residents, take part transformatively on the local social dynamics of the reception sites. This time, the focal group corresponds to neorural residents settled in a rural area of the municipality of Manizales (Caldas, Colombia). Accepting the premise that neoruralism expresses a change in the relationship between the individual and his biophysical-social environment, the presentation and discussion of results revolves around three main analytical axes: a) individual-natural environment interactions; b) individual-social framework interactions; and c) individual-space interactions, emphasizing its effects on the collective environment, beyond the purely individual level. The article finishes with some considerations about this type of studies in local, national and Latin American contexts.

KEY WORDS:

Rurality, neoruralism, emergent ruralities, rural societies, social representations.


INTRODUCCIÓN

Hoy en día, la interpretación de lo rural como espacio material viene dando cada vez más lugar a su abordaje como descriptor moral y sensorial de una serie de circunstancias, hechos y vivencias reconocidos por su carácter y condición rural. Interpretativamente, de ser en general asumido como un espacio físico tangible, al contenido material de lo rural se suman, progresivamente, otros elementos de índole simbólica. Más que por ser algo fijo y concreto (piénsese en los pueblos o localidades rurales), para algunos lo rural cobraría sentido en virtud de lo que representa, simboliza o califica: entornos naturales, calidad de vida, valores, identidades, modos de ser y actuar, entre otros.

En esta línea, apoyada en las ideas de Moscovici (1988), Halfacree (1995) argumenta que lo rural equivaldría a una construcción mental, figuración mediante la cual el sujeto de la representación determinaría lo que es visible en un espacio específico por él mismo calificado rural. Se trata de un entorno socialmente construido que a su vez orientaría las formas de actuar y comportarse frente a esa realidad. En este contexto, dichas construcciones estarían compuestas tanto de imágenes materiales o corpóreas como de nociones abstractas y simbólicas, usadas en conjunto para relacionar apariencias y experiencias que llegarían a constituir la realidad (lo rural) en sí. En este caso, interpretando lo expuesto por Murdoch y Pratt (1993), la materialidad contenida en la noción de lo rural sería subordinada a construcciones sociales creadas por sujetos otorgantes de significaciones diversas. Según esta lectura, el espacio rural no se caracterizaría por poseer rasgos tangibles (por el paisaje predominantemente agropecuario, por las actividades primarias allí realizadas, por el número de habitantes que lo ocupan, por ejemplo), sino por la afinidad con una serie de imágenes sobre algo que podría solo existir en la conciencia de quienes las configuran o recrean.

Adaptando lo expuesto por Jodelet (2006) sobre el carácter simbólico de las representaciones sociales, a la luz del sujeto de la representación (nuevos habitantes del campo o neorrurales, como sujetos protagónicos de este estudio), lo rural como objeto solo tendría valor por aquello que este significa. Se trata de innúmeras significaciones, a veces próximas o distantes, que ponen en evidencia la capacidad imaginaria del sujeto para ver en una cosa lo que ella no es, negación generada cuando esa misma cosa es vista de otro manera por un segundo o tercer observador (Banchs, 2000). Es justamente esta particularidad lo que daría lugar a la existencia simultánea de múltiples formas de concebir lo rural, en ocasiones operando en un mismo espacio físico y permitiendo, vía alteridad, establecer distinciones. En este punto vale la pena aclarar que esas distintas representaciones de rural, estableciendo un puente entre lo material y lo abstracto, estarían permeadas por las especificidades del medio físico-sociocultural en que los sujetos se desenvuelven cotidianamente.

A manera de ilustración, como expone Hopkins (1998), en regiones donde la mayoría de pobladores habitan en grandes ciudades, el "campo" podría aparecer como otro lugar, es decir, un lugar espacial, temporal y simbólicamente distante de la cotidianidad de sus vidas. En estas circunstancias, sería el distanciamiento lo que crearía las diferencias, bien sean reales o imaginadas, entre el campo y la ciudad, así como la imaginación sería la fuente que inspiraría y sostendría la construcción de mitos de lugar: belleza, paz y armonía, contacto con la naturaleza, tranquilidad y aire puro, entre otros. En este caso, lo rural, traído aquí bajo la figura de "el campo", no hace referencia a un lugar específico. Más que como un espacio concreto, aparece como una imagen o abstracción ligada a valores materiales y morales desligados de cualquier referencia material, sin que esto signifique que dichas representaciones no puedan ser luego espacializadas, es decir, usadas para dar identidad a cierto lugar específico (la finca de mis abuelos, la casa de campo, el pueblito del interior, por ejemplo).

Apropiando lo anterior, lo rural como representación social remitiría a una multiplicidad de imágenes, símbolos y significaciones creados y utilizados por los actores sociales para conferir sentido a las vivencias por ellos mismos asumidas rurales. En este sentido, como expone Pereira (2003), los discursos de las personas y grupos (en este caso referidos a la experiencia de vida rural), así como las formas habituales de actuar en el espacio físico-social que los acoge, serían los soportes por los cuales dichas representaciones se materializarían y vincularían a las dinámicas microcotidianas de vida; hecho que ha de contener cierto nivel de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Mas si esas representaciones derivan en acciones concretas, considerando que estas acontecen en un contexto físico-social determinado y dinámico, ¿de qué manera su puesta en operación interviene la dinámica social del sitio de ocurrencia? Guiados por este cuestionamiento, el propósito de la investigación fue dar cuenta de las consecuencias desprendidas de las representaciones de experiencia de vida rural construidas y operadas por un grupo social específico: los nuevos habitantes del campo o neorrurales asentados en la zona rural del municipio de Manizales (Caldas, Colombia).

Para efectos del estudio, los neorrurales son definidos como migrantes voluntarios de anterior residencia urbana que deciden mudarse al campo, movilizados por bases ideológicas definidas a partir de su inconformidad con lo asumido, por estos mismos actores, como modelo de vida citadino. Desde la perspectiva ideológica, los resultados demostraron que, para el grupo de neorrurales indagados, la decisión de migrar significó el des-aprendizaje esperado e inducido de ciertas "formas urbanas de ser", buscando la emergencia de otros valores y saberes supuestamente negados o desautorizados por el aparato ideológico por ellos asociado al modelo de vida urbano/moderno/industrial vigente. Adaptando lo expuesto por Ratier (2002), esos migrantes serían actores que, basados en una filosofía revitalizadora de sí mismos, reivindicarían la cultura rural, exhortarían las ventajas de vivir en el campo y pugnarían por conservar sus "virtudes".

En coherencia con los supuestos que guiaron este estudio, dichas exhortaciones y reivindicaciones, posturas ideológicas soportadas en las representaciones de experiencia rural de vida, además de caracterizar a esos nuevos habitantes del campo, generan cambios que trascienden del plano individual al público o colectivo. Para que esto acontezca, dichas representaciones, además de persistir como discurso, han de traducirse en la práctica cotidiana de vida, acción que necesariamente repercute sobre la dinámica social-comunitaria de la cual los nuevos habitantes del campo toman parte, ejerciendo un papel activo-transformador. Al referirse al fenómeno neorrural Nogué (1988) contribuyen a interpretar lo anterior cuando planten que el neorruralismo expresa un cambio en las relaciones existentes entre los individuos y su entorno biosocial de vida. En este sentido, si no se entienden y consideran dichas transformaciones sociales, el investigador correría el riesgo de reducir sus observaciones a los motivos que sustentan la migración de la ciudad al campo, sin considerar cómo esta decisión afecta la dinámica social del sitio de acogida, una vez los neorrurales se instalan allí.

Amparado en esta última premisa, al centrarse en el reconocimiento de dichos cambios, el estudio tuvo en cuenta tres ejes principales de análisis: la interacción individuo-naturaleza, la interacción individuo-individuo y la interacción individuo-espacio. Sin desconocer que esta separación no opera cuando se hace una lectura sistémica de cualquier dinámica social, para fines analíticos se optó por su reconocimiento individual. En la medida en que el carácter de dichas interacciones varía de un espacio físico-social a otro, cabe plantear que los resultados aquí expuestos están limitados al área o caso de estudio, sin que esto quiera decir que no puedan ser extrapolados o usados como referentes o elementos analíticos al considerar situaciones similares.

Finalmente es preciso mencionar que este estudio tuvo origen en una inquietud académica y personal: la invisibilidad del papel cumplido por aquellos "otros sujetos rurales" activamente participes de las dinámicas sociales rurales contemporáneas, mas usualmente dejados de lado por las investigaciones especializadas. Se trata de estudios casi siempre centrados en algunos pocos actores asumidos como los más representativos de la sociedades rurales (productores agrícolas y pecuarios, en sus distintas dimensiones, en el contexto nacional), que mínimamente consideran a esos otros (nuevos habitantes del campo o neorrurales, en esta oportunidad), en ocasiones vistos como poco representativos de las dinámicas sociales locales y regionales, tal vez por su carácter hasta hoy emergente o por su relativa importancia en relación con problemas de mayor relevancia y repercusión social. Se trata de un problema desde hace más de una década reconocido por investigadores como Philo (1992) y Little (1999), autores que hacen referencia al contexto norteamericano, mas con expresión creciente en escenarios más próximos como el local, nacional y latinoamericano.

METODOLOGÍA

Un primer momento de la investigación consistió en definir y limitar los sujetos de la representación. Como fue esbozado en el apartado anterior, en este estudio el concepto de neorrural fue usado de una forma algo restricta, en el sentido que, sin desconocer la diversidad de nuevos habitantes del campo, aplica únicamente a individuos o grupos de un matiz particular: migrantes de la ciudad al campo que, cargados de un gran contenido ideológico, voluntariamente ubican su sitio de habitación permanente en un área rural, correspondiendo en este caso a la zona rural de Manizales. Esto no implica desconocer la presencia de otros grupos sociales que migran a zonas rurales, como sería el caso de aquellos habitantes de condominios y otros emprendimientos promedio o de élite, habitantes de casa-fincas asumidas como segunda residencia, por ejemplo, sujetos y casos analizados por diversos autores para el caso latinoamericano (Solana, 2006; Craviotti, 2007; Nates, 2008). Desde la perspectiva que orientó este estudio, cada uno de esos grupos demandaría un análisis particular, por separado, en la medida en que sus representaciones acerca de modo de vida rural, así como sus motivaciones e influencias sobre la dinámica social rural difieren entre ellos.

El segundo paso fue elegir el grupo social adecuado para la investigación. En esta oportunidad el escogido fue un grupo de neorrurales ubicados en la vereda El Arenillo, área rural localizada en la zona oriental de Manizales, caracterizada por su proximidad al casco urbano del municipio. La elección del grupo se basó en la existencia de contactos previos relacionados con otras investigaciones. El grupo permitió observar la acciones concretas de sus integrantes en el transcurrir del día en sus sitios de habitación, la relación entre ellos y el medio natural; la interacción entre ellos y sus congéneres originarios y neorrurales; así como la relación con el espacio en sí, es decir, la forma en que ellos le otorgan sentido, lo limitan y le dan identidad al sitio de acogida. En todos los casos, se trata de relaciones mediadas e informadas por sus formas de representar la experiencia de vida rural, fenómeno que norteó este estudio.

En referencia a la colecta de datos, actividad que tuvo lugar entre septiembre de 2010 y febrero de 2011, se recurrió a la observación directa y a la realización de entrevistas semi-estructuradas individuales y colectivas, seguido del análisis de discurso como técnica para su tratamiento, sistematización y análisis. Siguiendo las recomendaciones expuestas por Grize (1989), con las preguntas que guiaron las entrevistas se pretendió reconocer las imágenes mentales, las representaciones de experiencia rural de vida, así como las correspondencias entre estas y las prácticas cotidianas. Acogiendo las recomendaciones de Jodelet (2006), durante las interlocuciones se procuró comenzar con preguntas de carácter más concreto, factuales y relacionadas con la vida cotidiana de los sujetos, para paulatinamente pasar a preguntas que envolvieron reflexiones más abstractas, emociones y juicios de valor sobre su experiencia de vida rural, considerando la imposibilidad de separar lo afectivo de lo cognitivo. En menor medida también se recurrió al levantamiento de información a partir de documentos escritos producidos por los mismos neorrurales, camino que no supera a la entrevista como forma principal de indagación. Una vez transcritas las entrevistas y compilado el material escrito, se siguieron los siguientes pasos para codificar la información disponible: a) lectura repetitiva de los textos, b) búsqueda de temas emergentes, c) elaboración de tipologías, d) desarrollo de categorías de codificación, e) codificación de datos, f) separación de datos en atención a su pertenencia a las distintas categorías de codificación, y g) interpretación de datos.

Respecto a la práctica de observación, mediante el acompañamiento de los sujetos en sus faenas cotidianas domésticas y públicas (asistencia a reuniones citadas por la Junta de Acción Comunal, participación colectiva en eventos públicos, acogida de amigos y familiares en sus casas, entre otras), se quiso tener acceso al entorno sociocultural como variable relevante de sustento de las representaciones a partir de prácticas concretas de interacción. Para definir el tamaño de la muestra se usó la técnica de "saturación": cuando los temas o argumentos comienzan a repetirse, esto significa que entrevistar a una mayor cantidad de sujetos poco sumaría de significativo al contenido de la representación. Usando este criterio se llegó a un total de 17 entrevistados

Finalmente, con el ánimo de sistematizar los resultados de investigación, como se anunció con anterioridad, fundamentado en la premisa de que el neorruralismo expresa un cambio en las relaciones entre el individuo y su medio biosocial, el análisis de discurso se centró en tres dimensiones de interés: las interacciones individuo-entorno natural, individuo-entorno sociocomunitario e individuo-espacio, siendo esta la guía adoptada en la organización del siguiente apartado.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Como argumenta Jodelet (2009), las representaciones, que son siempre de alguien, tienen una función expresiva. Su estudio permite acceder a las significaciones que los sujetos, bien sea individuales o colectivos, atribuyen a un objeto localizado en su medio social y material, así como examinar cómo esos significados se articulan a sus identidades, intereses, deseos, emociones y, por supuesto, a sus acciones o prácticas sociales. En el caso de estudio, los sujetos reconocidos neorrurales son quienes otorgan sentido a un objeto de representación particular: la experiencia de vida rural. Se trata de sentidos expuestos o materializados en diferentes aspectos de la vida cotidiana, vida que acontece en un contexto biosocial, en esta oportunidad coincidente con el lugar de estudio.

A. Interacción sujetos-entorno natural

Se asume como punto de partida que las figuraciones que guían la interacción de los sujetos con el entorno natural provisto por el sitio de acogida, se manifiestan a partir de la incorporación de cambios o innovaciones en referencia a las relaciones hombre-naturaleza-sociedad. En este contexto, la evidencia empírica devela la existencia de algunas representaciones destacadas que nortean ciertas acciones que pueden resultar novedosas a la luz de quienes las observan y contrastan con la realidad preexistente.

Una de las representaciones más significativas tiene que ver con asociar el modo de vida rural con el compromiso de preservar los recursos naturales disponibles, actitud que refuerza la concepción de lo rural como un espacio digno de conservación y la de vida rural como opción por un mayor contacto con la tierra, el agua, el aire puro y la fauna:

"Cuando decidimos vivir en el campo, mi esposa y yo quisimos dejar aflorar la naturaleza, conservar el bosque que rodea la quebrada, dejar que el bosque sirviera de casa a los pájaros y mariposas, que sirviera de refugio para ellos, que ayudara a conservar el agua que circula por la vereda" (Arquitecto, habitante de la vereda El Arenillo).

En este caso, las entrevistas revelaron cómo en esta localidad "dejar aflorar la naturaleza" resultó un tanto incomprensible para algunos de los agricultores nativos, en consideración a su tendencia a identificar el espacio rural como un espacio predominante productivo, en el que la agricultura (cultivar café, principalmente) constituye el principal destino de las tierras disponibles. En este contexto, como puede ocurrir en casos similares, sin que la perspectiva productiva desaparezca totalmente, cultivar la tierra con fines comerciales pierde importancia relativa, acción que aún sigue siendo motivo de extrañeza entre algunos productores vecinos de quienes llegan a compartir su espacio próximo, sobre todo cuando el monocultivo es su principal actividad. Cuando esto acontece, en la medida en que para ciertos nuevos habitantes del campo la agricultura intensiva representa una forma de intervención que va en contra del "estado natural de las cosas", situación que deriva en el rechazo al monocultivo en virtud de la "uniformización del paisaje" y agotamiento la biodiversidad (expresiones repetitivas entre los indagados), las discordias en relación con la valoración diferenciada del paisaje salen frecuentemente a la luz.

Analíticamente, Figueiredo (2004) contribuye a entender lo anterior cuando argumentar que, para ciertos nuevos habitantes del campo de perfil ambientalista/conservacionista, el campo adquiere valor, principalmente, como reserva natural, convirtiéndose en un activo ambiental que la sociedad desearía y necesitaría conservar a todo costo. Podría plantearse que se trata de una postura que al transponer lo ambiental y lo rural otorgaría a la naturaleza el máximo valor. En este contexto, en el marco de una forma de vida rural, los entornos rurales, en cuanto reserva de biodiversidad y recursos naturales a conservar, constituirían objetos esencialmente estéticos, ambientalmente simbólicos y funcionalmente proveedores de recursos naturales. El valor de los entornos rurales estaría en su unicidad ecológica y biológica, principal condición para preservarlos y protegerlos de las constantes intromisiones humanas, representación dominante entre quienes promulgan la existencia de espacios naturales vacios, es decir, totalmente privados de la acción y la habitación humana.

Para el caso en estudio, a diferencia de lo que acontece en escenarios en los que la conservación se concibe y proyecta libre de toda intromisión física humana, la relación hombre-naturaleza supone una mayor proximidad física entre este y el entorno natural circundante. Los espacios naturales protegidos existirían para el deleite y la satisfacción de sus dueños. Para algunos de los entrevistados, adquirir pequeñas propiedades, originalmente dedicadas a la producción agrícola, y transformarlas en lo que ellos llaman "pequeñas reservas naturales", consistiría en la principal forma de inserción diferenciada en los sitios rurales de acogida. Esta iniciativa, a diferencia de la orientada por la noción de espacios vacíos, como señala Brandemburg (2010), aleja a los neorrurales de la postura de meros observadores externos de la naturaleza, para posicionarlos como sujetos que procuran ser uno con ella, haciendo de la naturaleza parte integral de su modo de ser y proyecto de modo de vida rural.

Interpretativamente, casos como el evidenciado dan cuenta de la llamada "ambientalización del modo de vida rural", hecho hoy cada vez más observable en las sociedades rurales. La adopción de valores socioambientales como la búsqueda de mayor contacto con la naturaleza, la preservación de la biodiversidad, la armonización de las relaciones hombre-naturaleza-sociedad, entre otros, ilustraría la emergencia de un rural cada vez más formado, permeado y dinamizado por la referencia ambiental (Jollivet, 2001), circunstancia que a su vez orientaría la idea de modo de vida rural construida por nuevos habitantes del campo, como los aquí estudiados. De acuerdo con Mormont (1994), a manera de hipótesis, la procura de un espacio rural-armónico ambiental de vida tendría origen en las sociedades urbanas, preocupación no siempre compartida por los miembros originarios de las comunidades rurales, para quienes las necesidades productivas superarían las preocupaciones ambientales.

Lecturas como la anterior, que generalmente polarizan las actitudes y comportamientos de neorrurales y nativos respecto a su relación con el entorno, pierden poder explicativo cuando se hace una mirada conjunta del fenómeno, fijando la mirada menos en la confrontación y más en la interacción y mutua influencia. En el caso de estudio, la mirada de los nuevos habitantes propició la emergencia de ciertos cuestionamientos en los habitantes originarios del campo en relación con sus prácticas, sobre todo, agroproductivas y de manejo de recursos naturales. En comparación con lo propio, estos tuvieron que ver con el reconocimiento de la existencia de tecnologías de producción alternativas, casi todas fundamentadas en el menor uso de agroquímicos y fertilizantes de síntesis; el uso de especies vegetales de alto contenido nutricional localmente disponibles, mas poco valoradas como comida y alimento; así como con la protección de las fuentes de agua, vía reforestación y manejo integrado de microcuencas. Este caso sirve para ilustrar cómo el discurso y las acciones de los nuevos habitantes del campo, vía interacción con los otros, llegan no solo a generar dudas acerca de lo propio sino también a motivar el interés de los originarios por adoptar y adaptar ciertas innovaciones que, luego de ser vistas en funcionamiento, terminan siendo positivamente valoradas.

Al respecto, resulta pertinente plantear que esas transformaciones generadas mediante el diálogo y conjunción entre distintas formas de relacionarse con la naturaleza darían cuenta de la presencia de una dinámica social rural abierta, capaz de integrar, en ciertas circunstancias, otras representaciones resultantes de la interacción entre los sujetos interactuantes. En el marco de esa misma apertura, también podría afirmarse que el cruzamiento entre formas de vivir lo rural, vivir en lo rural y vivir de lo rural (Wanderley, 2009) estimularía la desarticulación de representaciones precedentes más o menos estables, dando paso a la posible producción de otras (ahora coexistentes con las anteriores), configuradas a partir del encuentro comunicativo entre actores en cierto momento poseedores de perspectivas divergentes.

En el caso en estudio, una de las principales acciones que redunda sobre la dinámica local es la iniciativa surgida entre un grupo de neorrurales de hacer de su nuevo espacio de vida "un ejemplo de vereda sana y ecológica". Esta intención, más allá de la pretensión colectiva de esos nuevos habitantes del campo, permeó a una parte significativa de los pobladores originarios, quienes voluntariamente optaron por unir esfuerzos alrededor de ese proyecto, ahora cuestionándose acerca de la problemática ambiental y de sus responsabilidades al respecto, así como sorprendiéndose con la cantidad de recursos locales disponibles, en un principio apenas visualizados por quienes vinieron de afuera. Fueron los neorrurales, ahora contando con la ayuda y el compromiso de ciertos habitantes originarios del campo que acogieron sus ideas y propuestas, quienes lideraron localmente campañas de reforestación, ornamentación de la vereda con orquídeas y otras plantas, así como la ejecución de un inventario de flora y fauna, sumado a la capacitación en manejo de residuos sólidos, acción específicamente conducida por un neorrural formado en ciencias biológicas junto a otro formado en ciencias veterinarias.

Adoptando lo expuesto por Diegues (1998), casos como el anterior ilustran que no es simplemente la naturaleza y las condiciones ambientales las que motivan un tipo específico de explotación de los recursos naturales, sino también las racionalidades, las intencionalidades y figuraciones simbólicas de quienes toman decisiones al respecto. En el caso esbozado, la propuesta de "producir limpia y sanamente" responde al interés explícito por dar un matiz "ecológico" a la actividad agrícola, el paisaje y el manejo de recursos naturales, perspectiva compatible con el modo de vida rural prefigurado y deseado por los nuevos habitantes del campo, materializado a partir de acciones concretas. En términos generales, este hecho constructivo, volviendo a la noción de dinámica rural abierta, permite advertir cómo mediante la puesta en marcha de acciones sobre el medio de acogida, a pesar de la no coincidencia entre lo figurado y lo efectivamente hallado, es posible avanzar en la creación de circunstancias parecidas a las desde un principio imaginadas.

Como es reconocido, muchas de las acciones de estos neorrurales están asociadas a prácticas de producción y consumo de bajo impacto ecológico (producción a pequeña escala, agricultura orgánica, rotación de cultivos, consumo minimizado de recursos no renovables, reciclaje de nutrientes, compostaje y en general prácticas sustentables y ambientalmente correctas), sumadas a acciones de protección y conservación ambiental, acciones en conjunto asumidas como fundamento de sus propuestas reflexivas de relación con el medio natural (Pretty, 2002). En el caso de estudio, ideas de transformación social ligadas a la adopción de ciertos valores socioambientales orientarían la construcción de un espacio físico y social congruente con una nueva concepción de "mundo rural ecologizado". En términos generales, dicha ecologización buscaría instaurar (o por lo menos motivar) entre los miembros de las comunidades rurales de acogida, un proceso permanente de reflexión crítica y propositiva acerca de sus comportamientos, actitudes y prácticas socioproductivas, conducente a generar mudanzas calificadas positivas en las interacciones cotidianas entre hombre, naturaleza y sociedad, incorporadas como forma constitutiva de un modo rural agroecológico de vida.

Con todo, es importante considerar que dichos procesos de reflexión crítica y propositiva no solamente acontecen en referencia a las interacciones hombre-entorno natural. En términos de la interacción entre neorrurales y pobladores nativos, el contraste entre la idea de "deber ser" y lo efectivamente encontrado en el sitio rural de acogida orienta sus comportamientos, actitudes y prácticas adaptativas/transformadoras en pro de generar un "mundo ecologizado" afín a sus propias representaciones de modo de vida rural, asunto abordado a continuación.

B. Interacción sujetos-entorno sociocomunitario

Para ciertos neorrurales, entre los que figuran los sujetos de esta investigación, la imagen de un mundo rural asumido como remanente de vida en comunidad, además de depositario de valores cada vez más en extinción como solidaridad, fraternidad, cooperación, entre los más mencionados, constituye una de las principales representaciones que nutren y nortean su decisión de desplazarse de la ciudad al campo. Vivir en ese nicho incontaminado, feliz y "bueno", visto como un reservorio cultural y moral de la sociedad, el cual debe salvaguardarse y conservarse como testimonio pedagógico del comportamiento ancestral armónico (González, 2004), representaría, para ellos, un ideal de vida acuciosamente deseado y materializable a partir de la adopción de un modo de vida rural. En este contexto, optar por dicho modo significaría aproximarse a y experimentar cotidianamente la "convivencia fraterna entre vecinos", condición revocada por el "individualismo urbano" que querrían dejar atrás.

Como ya fue expuesto, realidades como la descrita podrían existir únicamente en la conciencia de quienes simbólica e imaginativamente las configuran. Más que a una realidad concreta, esa idea de vivencia rural equivaldría a una variedad de imágenes, símbolos y significaciones que otorgarían sentido a la opción por la vida en el campo. Sin embargo, como aconteció en el caso de estudio, situación extensible a otras similares, una vez ubicados en el campo, los sujetos de la representación pueden encontrar que esas suposiciones en un principio realizadas no corresponden con lo experimentado y hallado en la dinámica cotidiana del sitio rural de acogida. En este caso, como en muchos otros, las imágenes estereotípicas, casi de carácter inmutable, con las que se conciben y contrastan dicotómicamente escenarios reconocidos bien sea rurales o urbanos, pierden legitimidad a la luz de lo empíricamente observado en ámbitos socioespaciales específicos.

No obstante, es necesario tener en cuenta que la poca coincidencia entre lo idílicamente prefigurado y lo experimentalmente encontrado no siempre constituye un motivo de desánimo o desistimiento. Como se constató en el caso de estudio, ante el individualismo prevaleciente entre los habitantes originales del campo, condición reconocida local y regionalmente como característica de los pequeños productores de café, el admirado y procurado comunitarismo rural, particularidad asumida como opuesta al individualismo urbano objetado por los pobladores neorrurales, necesitó ser incentivado y recreado por ellos mismos. Actividades como las señaladas en el apartado anterior (campañas de reforestación, embellecimiento y educación ambiental, entre otras), básicamente conducentes a generar bienestar colectivo convocando la participación y el compromiso de los habitantes rurales originarios, hacen parte de las estrategias a favor de fomentar el colectivismo en un primer momento asumido como típico de las comunidades rurales.

Este hecho, además de poner en evidencia el desencuentro aludido, muestra la posibilidad de crear, hasta cierto punto, ambientes rurales coincidentes con el "deber ser" afín a las percepciones propias de los nuevos habitantes del campo, quienes, a partir de acciones individuales y colectivas, intentan generar, nuevamente con distintos grados de aceptabilidad, una ruralidad a la medida de sus idealizaciones y pretensiones, con consecuencias sobre la dinámica social local: recomunitarización, organización para la acción conjunta alrededor de asuntos de interés general, identidades colectivas, así como (re)valorización de lo que significa ser agricultor (productor de alimentos) y salvaguardas del "mundo rural".

Coligado a lo anterior, otra de las representaciones reconocidas de modo de vida rural tiene que ver con la apreciación positiva de lo que significa ser campesino, la forma de ser de los nativos del campo y lo que supone insertarse en su medio social de vida:

"Si por algo me vine para el campo, fue para darle a mis hijas la oportunidad de crecer rodeadas de gente campesina: gente amable, sencilla, honrada, respetuosa y trabajadora. Quiero que ellas crezcan reconociendo estos valores, que los desarrollen, los practiquen y nunca los olviden" (Ingeniero de Producción, habitante de la vereda El Arenillo).

En este caso, las apreciaciones positivas del modo de ser campesino, estimaciones producidas en el seno de una sociedad global histórica y habitualmente hostil con este grupo social, exaltan la idiosincrasia campesina como contenedora de valores anhelados y hoy casi inexistentes en el entorno urbano. Aunque los neorrurales reconocen que, debido a su agotamiento paulatino, esos sistemas de normas y valores con los que positivamente identifican el modo de vida rural no siempre operan en las sociedades rurales, vivenciar la fracción restante y trabajar en pro de recuperar lo perdido constituye para varios de ellos el camino a seguir.

En términos reivindicativos, esta actitud manifiesta en la mayoría de los entrevistados constituye un llamado a luchar por recuperar algo que se supone en riesgo: la autonomía de las comunidades campesinas; la independencia económica y cultural; los conocimientos ancestrales; la espiritualidad y los lazos que vinculan al hombre con la tierra. Interpretativamente, este accionar pone en evidencia cómo el traslado de ciertos pobladores urbanos a las áreas rurales viene acompañado de un correlato ideológico que argumenta a favor de los campesinos y sus formas particulares de vida y organización social (Raiter, 2002), postura que genera consecuencias sobre la dinámica social de los sitios rurales de acogida. En la práctica, como lo muestra la evidencia empírica, concretizar esas pretensiones de cambio significa para varios de ellos vincularse más con la cuestión pública local. Concretamente, hacer parte de las instancias comunitarias de planeación y toma de decisiones, como las Juntas de Acción Comunal, llegando en varios casos a dirigirlas, constituye una de las principales expresiones. Desde allí, junto con líderes originarios del lugar, haciendo uso de su bagaje formativo y mayor capacidad de gestión e influencia sobre los entes institucionales (habilidad para exponer ideas amparadas en argumentos técnicos y profesionales, formular proyectos de acuerdo con los parámetros establecidos por agencias financiadoras y de extensión, por ejemplo), han conseguido intervenir a favor del mejoramiento colectivo.

Analíticamente, amparado en casos como el señalado, podría plantearse que, para algunos neorrurales, la experiencia de vida en el campo brindaría la posibilidad de incursionar más fácilmente en el escenario público, medida que coadyuvaría tanto a romper con el anonimato experimentado en la ciudad como a avanzar en la construcción de ese "mundo a la medida" desde un principio procurado en las áreas rurales. Es mediante su incursión en asuntos de índole comunitaria que algunos neorrurales materializarían su interés por vivenciar relaciones de "solidaridad, cooperación y ayuda mutua", hallando en las comunidades rurales de acogida el escenario propicio para hacerlo.

"Una vez instalada en la vereda, al ver el potencial y las necesidades de las mujeres de aquí, tuve la idea de que nos organizáramos para llevar a cabo actividades productivas como aprender panadería, a hacer artesanías, cultivar hortalizas orgánicas, y así generar nuestros propios negocios. Fue así que surgió MUCAN (Asociación de Mujeres Campesinas del Alto Naranjo). Hoy yo me considero una campesina más, una mujer más de la vereda, interesada en mejorar las condiciones de vida en el campo" (Tecnóloga Hortícola, habitante de la vereda Alto Naranjo).

En coherencia con lo anterior, Rivera (2009) señala que para aquellos neorrurales que pretenden construir un proyecto alternativo de vida, iniciativa que va más allá del simple traslado al campo por preferencias residenciales, integrarse a la vida de la localidad hace parte de dicha construcción. Hacer parte de las redes de relaciones sociales preexistentes, así como crear otras alrededor de la búsqueda de soluciones a problemas o preocupaciones comunes, como argumentan Rivera y Mormont (2007), constituyen acciones ahora profunda y directamente ligadas a su propio proyecto de vida, con repercusiones casi siempre positivas sobre la dinámica social local. En este sentido, injerir en la cuestión pública local haría parte integral de su propuesta constructiva de vida alternativa en el campo, acción esta vez fundamentada en el anhelo de integración sociocomunitaria bajo condiciones esperadas de horizontalidad y reciprocidad.

En esta línea, como se tratará a continuación, el espacio físico-social rural representaría para algunos neorrurales el sustrato tanto material como simbólico sobre el cual sería posible concretar muchas de sus aspiraciones sustentadas en sus representaciones de modo de vida rural. En un principio, serían los espacios rurales de acogida los contenedores de un sinnúmero de recursos necesarios para dar materialidad a sus ideas y figuraciones de vida alternativa en el campo.

C. Interacción sujetos-espacio

En coherencia con lo expuesto hasta aquí, en el marco de la interacción entre los nuevos habitantes del campo y el espacio de acogida, recurriendo a lo expuesto por Urry (2004), el escenario rural podría ser asumido como un espacio de consumo. Tranquilidad, autenticidad, descanso, paisaje campestre, aire puro, mayor contacto con la naturaleza, elementos frecuentemente asumidos como escasos o perdidos en los contextos urbanos, harían parte de la lista de productos disponibles en el mundo rural, a su vez apropiables (consumibles) por la población neorrural. En este sentido, coincidiendo con lo expuesto por De Paula (2005), lo que no existe o dejó de existir en el medio urbano sería buscado ahora en algún otro lugar, ámbito alternativo en este caso coincidente con el espacio biofísico-social rural.

En suma, enfatizando la idea de representación social como figuración orientadora de pensamientos y prácticas concretas, a la luz de los sujetos de la representación, analíticamente, el espacio rural podría ser asimilado a un espacio de compensación o resarcimiento: la carencia de aire puro experimentada en la ciudad sería compensada viviendo en el campo; el agotamiento derivado de "una dura jornada de trabajo" sería compensado al llegar a casa, a partir del disfrute de la paz y la tranquilidad vivida en el medio rural, por ejemplo. En concordancia con lo expuesto por Froehlich (2001), la opción por vivir en un espacio asumido rural correspondería a una vía de evasión, cuando no a una "terapia" que ayuda a soportar las rutinas de la "hiperracionalidad" predominante en la cotidianidad urbana. Para los entrevistados, vivir en el campo constituye una forma de apaciguar el desgaste físico y mental ocasionado por la sumisión contemporánea a las exigencias de competitividad, éxito, eficiencia y productividad que rigen las condiciones laborales en la sociedad contemporánea. Culminada la jornada laboral en la zona urbana del municipio, regresar diariamente al campo, así como pasar allí los fines de semana en compañía de los hijos y vecinos, constituye una forma de recargar parte de la energía necesaria para responder día a día a las exigencias de eficacia impuestas por el mercado de trabajo.

En cuanto a las consecuencias sobre el ámbito local, esta forma de significar lo rural ha contribuido a generar cambios no solo sobre el uso del espacio (utilización más allá de lo agrícola productivista) sino también de orden estético-paisajístico. En el caso de estudio, "la construcción de la casa que siempre hemos querido", expresión con frecuencia usada por los entrevistados, marca la pauta en términos de esa mudanza. Aproximándose a lo expuesto por Rivera y Mormont (2007) en referencia al proceso de creación del hogar por parte de cierto tipo de nuevos habitantes del campo, tal como acontece en el sitio de estudio, recurriendo a su creatividad, los sujetos de esta acción se esfuerzan por hacer de sus sitios de habitación "un jardín con casa", "una pequeña granja muy florida y rodeada de árboles frutales", "una pequeña reserva natural", "un reservorio de flora y fauna", por ejemplo. Se trata de espacios privados cargados de un alto componente estético y afectivo (Rivera, 2009), que suelen contrastar y marcar puntos de ruptura en relación con el casi monotemático espacio agrícola predominante (monocultivo de café, en el caso particular).

Al respecto, dos casos particulares resaltan en el sitio de estudio. El primero hace referencia a la opción de un neorrural, actor formado en ingeniería química y director de un colegio de modalidad biológica-ambiental, por hacer de su predio un jardín de flores y plantas exóticas para el deleite familiar y de la comunidad circundante. Esta decisión implicó "tumbar la plantación de café", acción que dio lugar a cambios en la composición del paisaje, motivados por fines estético-funcionales. En relación con la faceta funcional, considerando el énfasis formativo de la institución que dirige, el mismo actor optó por convertir su predio, mas también el resto del territorio veredal, en un "laboratorio vivo", espacio adecuado para que sus estudiantes lleven a cabo prácticas de conservación de los recursos naturales, inventarios de fauna y flora, jornadas de reforestación y educación ambiental, actividades desarrolladas con la participación activa de los miembros de la comunidad, que en conjunto ilustran el carácter multifuncional otorgado a los espacios rurales, más allá de su uso meramente agrícola.

El segundo tiene que ver con la opción de un arquitecto neorrural por construir la "casa oval", vivienda de forma semiesférica que externamente emula las casas comunitarias ancestrales de algunas comunidades indígenas amazónicas. Para el constructor y su familia, además de resultar estéticamente agradable y funcionalmente cómoda, su forma "armoniza con el ambiente natural", más cuando se encuentra prácticamente rodeada de un pequeño bosque que pretenden proteger y conservar, salvaguardándolo de la actividad agrícola y pecuaria. En este caso, tanto la construcción de una casa distinta a las convencionales como la opción por mantener el bosque circundante, además de fomentar cambios en el paisaje predominantemente agrícola, hablan de la posibilidad de creación e innovación brindada por el medio rural. Como comenta el protagonista, "una obra como esta difícilmente hubiese podido ser construida en la ciudad". De acuerdo con su lectura, se trata de una "idea loca" que solo en el campo fue posible concretar.

Analíticamente, casos como los anteriores dan cuenta de otra forma de significar el espacio rural, ahora representado como escenario de creación, siendo esta característica entendida como la posibilidad de imaginar otros posibles más allá de lo existente o predispuesto. "Crear una casa distinta", "concebir un laboratorio natural y abierto, fuera de las cuatro paredes que encierran un laboratorio escolar de ciencias", "hacer de la casa-finca un pequeño santuario de aves", entre otras acciones registradas, sugiere el albedrío de los sujetos para elegir o inventar otras normas y/o formas de uso del espacio, evadiendo los excesos de regulación percibidos y experimentados en el entorno citadino. Desde esta perspectiva, se trataría de acciones que buscan ser originales, transgresoras y/o innovadoras en algunos aspectos, favorecidas por la apertura creativa y transformadora brindada por el espacio rural, esta vez asumido como menos normativizado, cuadriculado y restrictivo en comparación con el urbano.

Con todo, es necesario tener en cuenta que, además de un espacio de consumo, evasión, compensación y creación, para los neorrurales sujetos de este estudio, el escenario rural también es un espacio productivo. Respondiendo al anhelo de subversión personal, "producir sanamente" parte de sus propios alimentos, así como generar algunos excedentes para el mercado, hacen parte de las acciones concebidas dentro de sus proyectos alternativos de vida. Es necesario considerar que en este caso, como en otros similares, la práctica agrícola llevada a cabo va más allá de aquella concebida como hobby-agricultura, en donde cultivar ciertas especies alimenticias se asume como actividad principalmente lúdica o recreativa. Para el tipo de neorrurales estudiados, cultivar sanamente hace parte de su proyecto y estilo de vida alternativa. Sin desconocer la dimensión económica, pues dentro de su concepción también está la incursión en el mercado, podría plantearse que, en este caso, la agricultura sería incorporada como una actividad propicia para el rescate, potenciación y puesta en práctica de valores sustantivos (éticos, morales, estéticos y ambientales) capaces de contribuir a generar nuevas formas de relacionamiento entre hombre, naturaleza y sociedad (Costabeber & Moyano, 2000), premisa acorde con sus intereses transformadores.

Podría argumentarse que, sin perder la función productiva, la agricultura ecológica sería asumida como la base material y filosófica para forjar, mantener y conservar un tipo de relacionamiento socioambiental alternativo, opuesto a aquel calificado como economicista y predatorio, asociado al monocultivo y a las factorías agrícolas. En concordancia con lo expuesto por Mafra (2006), quienes asumen la agroecología como propuesta de transformación social, siendo este el caso de los sujetos de la investigación, no se interesan solamente en introducir cambios tecnológicos asociados a la producción limpia, sino también en reivindicar el papel de los productores dentro de la sociedad y la necesidad de transformar las relaciones producción agrícola-medio ambiente, entre las principales demandas, pudiendo ser esta una muestra de las pretensiones primarias ligadas al anhelo de subversión personal de estos nuevos habitantes del campo, ahora proyectada sobre el plano comunitario, a partir de la formulación de proyectos incluyentes de reconversión agroecológica.

Teniendo en cuenta las circunstancias encontradas (interés por crear un nuevo modelo de relación hombre-naturaleza-sociedad), el espacio rural también podría ser concebido como un espacio de innovación social (Kayser, 1996). En este caso, como en otros similares, la innovación estaría norteada por la construcción de un nuevo modelo de sociedad, fundamentado en los valores que sustentan la representación de modo de vida rural concebida por los nuevos habitantes del campo. En el marco del proceso de "ecologización de lo rural", la propuesta agroecológica constituye, actualmente, uno de los principales caminos conducentes a dicha transformación. Construir un nuevo tejido social inspirado en la responsabilidad socioambiental, que involucre actores más allá de los límites físicos del espacio rural, sustentaría dicha intención.

Para el caso de estudio, la evidencia empírica revela cómo, sumada a la intención de "reconversión agroecológica" a modo de forma de avanzar en el proyecto transformador, surge el impulso por ampliar esa red alternativa de relaciones sociales, a partir del encuentro con otra serie de actores con los que se comparten posturas y visiones de mundo más o menos afines. A manera de ilustración, una decisión del grupo estudiado consistió en integrarse y participar activamente de una iniciativa de mercado local agroecológico liderado por una de las universidades regionales, propuesta que involucra no solo a los productores agrícolas de Manizales, sino también a los consumidores urbanos. Analíticamente, retomando lo expuesto por Asti (2007), hacer parte de una red socio-comercial en la que, por encima de los valores convencionales de mercado, los actores estén ligados por un sentimiento de solidaridad y justicia, resultaría afín al anhelo neorrural de innovación y transformación social. En este contexto, relaciones de proximidad entre productores y consumidores adeptos a las ideas de comercio justo, producción agroecológica y consumo consciente, entre otras, representarían el fundamento principal de aquel "nuevo tejido social" inspirado en la responsabilidad socioambiental.

Una vez más, retomando la idea de espacio rural ampliado, escenario que convoca y reúne a actores provenientes del campo y la ciudad (consumidores y productores conscientemente involucrados con la cuestión agroecológica, para el caso de estudio), son los valores compartidos los que definen la noción de espacio rural abierto e incluyente. Adaptando lo expuesto por Santos (1999) sobre la constitución del espacio, aunque el escenario físico definido rural reúne la materialidad y la vida que le otorga sentido, son las relaciones sociales las que le dan existencia, interacciones plurilocales que, en este caso, superan las fronteras físicas entre el campo y la ciudad. Serían esos flujos nuevos o renovados, esta vez en relación con la justicia social, la cuestión alimentaria y la preservación ambiental, los que recrean y definen el espacio rural de vida, espacio asumible, más que como un espacio físico con límites concretos, como un sistema de valores que conecta y reúne actores localizados en diversos sitios sociogeográficos.

En relación con esos fijos y flujos, un caso identificado en el sitio de estudio tiene que ver con la circulación de voluntarios extranjeros, mayoritariamente europeos, por las fincas de neorrurales locales que manejan sus parcelas bajo principios ecológicos. Vía Internet, a partir de los registros realizados por la organización World Wide Opportunities on Organic Farms (WWOOF), entidad que promueve el intercambio de experiencias entre productores orgánicos y simpatizantes, neorrurales locales y extranjeros se contactan, encuentran y crean vínculos de familiaridad. Analíticamente, se trata de hechos concretos que dan cuenta de ese espacio rural ampliado, que crean redes comunicacionales y virtuales en torno a un sistema de valores compartidos, circunstancias fundamentadas en la superación del binomio lugar/identidad.

CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES

En contextos más próximos a los nuestros, como sería el caso de la mayor parte de América Latina, hablar de "nuevas ruralidades", incluyendo el tema de los "neorrurales", causa, por lo menos en algunos, cierta inconformidad intelectual. Como argumenta González (2004), dicho fenómeno suele ser más concebido como una realidad del "Norte" que como un asunto generalizado o de importancia en el "Sur", donde problemas de orden estructural e históricamente no resueltos (redistribución de activos productivos, pobreza rural, institucionalidad para el desarrollo, inequidad de género, por ejemplo) deberían ocupar la atención de los estudiosos e investigadores de la cuestión rural. Para los críticos de este tipo de estudios, fenómenos como el neorrural tendrían más que ver con lo experimentado en sociedades postindustriales, en comparación con aquellas que apenas presentan un decorado "postmoderno" (un mundo rural agroindustrial, menos agrícola y más turístico, menos material y más abstracto, por ejemplo), soportado en una realidad premoderma, en la que prima la marginalidad social, económica y cultural.

No obstante, como fue desarrollado en esta investigación, a esa arista problemática donde prima la sobreexplotación, el desplazamiento, la violencia, la desigualdad social, entre otros elementos, se suma otra faceta de menor dimensión pero no menos significativa, en la que el mundo rural se disfruta, recupera, apropia y transforma desde diferentes perspectivas. Se trata de una dimensión que se aleja de la media, mas que está presente haciendo parte de la dinámica rural contemporánea, procesos abiertos a la acción de otros actores diferentes a los usualmente aceptados como más representativos. En este sentido resulta útil recordar que el mundo rural es lo bastante grande para dar cabida a esos otros sujetos y que no hay ninguna prioridad lógica para el interés de un sujeto comparado con el de otros, premisa que habría de guiar a quienes tienen el propósito de estudiar y comprender las sociedades rurales en su diversidad y mutabilidad.

Para el caso de los nuevos habitantes del campo aquí estudiados, sus proyectos individuales y colectivos de vida los conducen a abrirse espacio en ese mundo rural. Se trata de un ámbito social propio al que se articulan guiados por un "deber ser" imaginado, figuración a su vez orientadora de diversas prácticas sociales, concebidas con el propósito de materializar parte de esas ideas singulares de vida en un escenario asumido rural. Todo esto da cuenta de un particular movimiento migratorio que afecta el mundo rural contemporáneo, alteración siempre supeditada a las condiciones y realidades específicas de cada lugar de ocurrencia. En este sentido, comprender el fenómeno neorrural en su diversidad implica considerar lo propio, autóctono o distintivo de cada espacio físico-social en el que este se manifiesta, realidad específica que condiciona y define la expresión de singularidades.

Como fue expuesto a lo largo del artículo, dichas singularidades serían el resultado de la forma de interacción de los sujetos con las particularidades del entorno biosocial de acogida, contexto que limita, condiciona o potencia la materialización de las ideas neorrurales de modo de vida rural. En un primer momento, cuando entre los sujetos de origen citadino surge la intención de trasladarse al campo, la idea de vivir en el campo y las representaciones de modo de vida rural aún presentan un alto grado de abstracción desvinculado de proyectos viables y concretos. Una vez ubicados en los ámbitos de acogida, luego de explorar y experimentar los condicionamientos, proximidades y distancias entre lo que se creía, lo que esperaba y lo que es (elementos identificados a partir de su interacción con los entornos natural, comunitario y espacial, de acuerdo con la propuesta analítica desarrollada), es cuando la idea de modo de vida rural madura. Dicha madurez se manifestaría en la capacidad de reconocer alternativas viables de inserción a la dinámica social local, mas sobretodo de plantear y desarrollar proyectos incluyentes acordes con el sentido otorgado a su opción de vida en el campo.

Es en este último momento cuando los neorrurales asumen el papel de sujetos actuantes, es decir, con capacidad de adaptar y transformar la realidad encontrada, o por lo menos de influir, a partir de sus acciones y argumentos, sobre la reafirmación o puesta en duda de otras versiones sobre lo que significa vivir lo rural, vivir en lo rural y vivir de lo rural, representaciones empíricamente sustentadas en términos de la práctica social. En estos términos, para los nuevos habitantes del campo, interactuar con el medio de acogida, acción desarrollada en un entorno biosocial específico que les sirve no solo de contexto sino de espacio, constituye un desafío en sí, cuando se trata de entender, adaptar y transformar ese mundo rural ahora asumido como propio.

Por último, vale considerar que cuando se hace referencia al mundo rural, es preciso ubicarse ante una realidad imprevisible en su mutabilidad, pero a la vez constantemente moldeada por múltiples prácticas constructoras de sentido, como las ejecutadas por los protagonistas de esta investigación.


BIBLIOGRAFÍA

Asti, A. (2007). Comércio justo e o caso do algodão: a cadeia produtiva têxtil brasileira. 2007. Dissertação (Mestrado em Desenvolvimento, Agricultura e Sociedade) – CPDA, Universidade Federal Rural de Rio de Janeiro, Rio de Janeiro.         [ Links ]

Banchs, M.A. (2000). Aproximaciones procesuales y estructurales al estudio de las representaciones sociales. Papers on social representations, 9(3), 1-15.         [ Links ]

Brandemburg, A. (2010). Do rural tradicional ao rural socioambiental. Ambiente & Sociedades, 8(2), 417-428.         [ Links ]

Costabeber, J., y Moyano, E. (2000). Transição agroecológica e ação social coletiva. Agroecología e Desenvolvimento Rural Sustentável, Porto Alegre, 1(4), 50-60.         [ Links ]

Craviotti, C. (2007). Tensiones entre la ruralidad productiva y otra residencial: el caso del partido de Exaltación de la Cruz, Buenos Aires, Argentina. Economía, Sociedad y Territorio, 6(23), 745-772.         [ Links ]

De Paula, S. (2005). Natureza, ruralidade e experiência urbana. En: Moreira, R. (org.), Identidades sociais. Ruralidades no Brasil contemporâneo (pp. 237-253). Rio de Janeiro: DP&A Editora.         [ Links ]

Diegues, A. (1998). O mito moderno da natureza intocada. São Paulo: Hucitec.         [ Links ]

Figueiredo, E. (2004). A Periferia das Periferias. Áreas protegidas em espaços rurais. Congresso de Estudos Rurais, 2, Angra do Heroísmo, 2004. Anais... Angra do Heroísmo. Universidade dos Açores.         [ Links ]

Froehlich, J. (2001). Turismo rural e agricultura familiar: explorando (criticamente) o cruzamento de abordagens e estratégias para o desenvolvimento. En: Almeida, J. & Riedl, M. (orgs.), Turismo rural: ecologia, lazer e desenvolvimento (pp. 181-197). Bauru: EDUSC.         [ Links ]

González, Y. (2004). Óxido de lugar: ruralidades, juventudes e identidades. Nómadas, 20, 194-209.         [ Links ]

Grize, J. (1989). Logique naturelle et représentations sociales. En: Jodelet, D. (org.), Les représentations sociales (pp. 152-168). Paris: PUF.         [ Links ]

Halfacree, K. (1995). Talking about rurality: social representations of the rural as expressed by residents of sis English parishes. Journal of Rural Studies, 11(1), 1-20.         [ Links ]

Hopkins, J. (1998). Signs of the post-rural: marketing myths of a symbolic countryside. Geografiska Annaler B, 80(2), 65-81.         [ Links ]

Jodelet, D. (2006). Place de l'expérience vécue dans les processus de formation des représentations sociales. En: Haas, V. (comp.), Les savoirs du quotidien. Paris: PUR.         [ Links ]

________. (2009). O movimento de retorno ao sujeito e a abordagem das representações sociais. Sociedade e Estado, Brasilia, 24(3), 679-712.         [ Links ]

Jollivet, M. (2001). L'environement une dimension nouvelle pour Le rural. En: Jollivet, M. (org.), Pour une science sociale à travers champs. Paris: Editions Arguments.         [ Links ]

Kayser, B. (1996). Ils ont choisi la campagne. Paris: Editions de l'Aube. 188p.         [ Links ]

Little, J. (1999). Otherness, representation and the cultural construction of rurality. Progress in Human Geography, 23(3), 437-442.         [ Links ]

Mafra, F. (2006). Práticas, poder e perspectivas em reconstrução: um olhar sobre a trajetória da experiência agroecológica de Araponga, Minas Gerais. 2006. Tese (Doutorado em Desenvolvimento, Agricultura e Sociedade) – CPDA, Universidade Federal Rural de Rio de Janeiro, Rio de Janeiro.         [ Links ]

Mormont, M. (1994). La place de l'environnement dans les stratégies de developpement rural. En: CEDRES, Territoires D'Europe II: Élements Fonctoniels de Strategies Regionales en Faveur du Monde Rural. Paris: CNRS.         [ Links ]

Moscovici, S. (1988). Notes towards a description of Social Representation. European Journal of Social Psychology, 18, 211-250.         [ Links ]

Murdoch, J., y Pratt, A. (1993). Rural studies: modernism, postmodernism and the "post-rural". Journal of Rural Studies, 9, 411-427.         [ Links ]

Nates, B. (2008). Procesos de gentrificación en lugares rururbanos: presupuestos conceptuales para su estudio en Colombia. Virajes, Manizales, 10, 253-269.         [ Links ]

Nogué, J. (1988). El fenómeno neorrural. Agricultura y Sociedad, Madrid, 47, 145-175.         [ Links ]

Pereira, C. (2003). A construção do objeto de pesquisa em representações sociais. Rio de Janeiro: EdUERJ.         [ Links ]

Philo, C. (1992). Neglected rural geographies: a review. Journal of Rural Studies, 8(2), 193-207.         [ Links ]

Pretty, J. (2002). Agri-culture. Reconnecting people, land and nature. Londres: Earthscan. 261p.         [ Links ]

Raiter, H. (2002). Rural, ruralidad, nueva ruralidad y contraurbanización. Un estado de la cuestión. Revista de Ciências Humanas, Florianópolis, 31, 09-29.         [ Links ]

Rivera, M.J. (2009). La neorruralidad y sus significaciones. El caso Navarra. Revista Internacional de Sociología, 7(2), 413-433.         [ Links ]

Rivera, M.J., y Mormont, M. (2007). Neo-rurality and the different meanings of the countryside. En: Doidy, E., Jacquet, O., Lafertè, G., y Mishi, J. (eds.), Les mondes ruraux à l'épreuve des sciences sociales (pp. 33-45). Versailles: Éditions Quae.         [ Links ]

Santos, M. (1999). A natureza do espaço. São Paulo: HUCITEC. 308p.         [ Links ]

Solana, M. (2006). Nuevas dinámicas migratorias en los espacios rurales: vivienda, cambio social y procesos de elitización. El caso del Empordanet (Gerona). Revista de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo Rural (AGER), 5, 57-87.         [ Links ]

Urry, J. (2004). La mirada del turista. Lima: Universidad de San Martín de Porres.         [ Links ]

Wanderley, M. (2009). O mundo rural como espaço de vida: reflexões sobre a propriedade da terra, agricultura familiar e ruralidade. Porto Alegre: UFRGS.         [ Links ]