SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue38COMMUNITY PARTICIPATION IN THE CONSTRUCTION OF GUIDELINES FOR THE USE AND CONSERVATION OF THE HIGH ANDEAN WETLANDS, A PILOT EXPERIENCE IN THE OCHO AND PÁRAMO DE LETRAS AREASRESEARCH IN RURAL MANAGEMENT author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Luna Azul

Print version ISSN 1909-2474

Luna Azul  no.38 Manizales Jan./June 2014

 

ESTRATEGIAS PARA LA MITIGACIÓN DE LA VIOLENCIA HOMICIDA EN LA FRONTERIZA CIUDAD DE CÚCUTA1

MITIGATION STRATEGIES FOR HOMICIDAL VIOLENCE IN THE BORDER CITYOF CÚCUTA

Alejandro Canal Lindarte2
Jemay Mosquera Téllez3
Carmen Graciela Flórez Peña4

1 Artículo de reflexión. Hace parte de procesos adelantados en el marco de la tesis de maestría La violencia homicida en la fronteriza ciudad de Cúcuta (2012), y de investigaciones desarrolladas en la línea de gobierno local y políticas públicas del grupo de investigación Gestión Integral del Territorio –GIT– de la Universidad de Pamplona.
2 Arquitecto, Especialista en Gestión de Proyectos Informáticos, Magíster en Paz, Democracia y Resolución de Conflictos. Profesor y miembro del grupo de investigación GIT de la Universidad de Pamplona. NDS, Colombia. chaletale@hotmail.com
3 Arquitecto, Ph.D. en Arquitectura. Profesor asociado y director del grupo de investigación Gestión Integral del Territorio –GIT– de la Universidad de Pamplona. Asesor en la Comisión Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad para la Educación Superior (CONACES) de la Sala de Artes y Humanidades. NDS, Colombia. jemay.mosquera@gmail.com
4 Abogada, Especialista en Derechos Humanos y M.Sc. en Derecho Administrativo. Investigadora del grupo GIT de la Universidad de Pamplona, Par Evaluadora del Sistema de Aseguramiento de la Calidad en Educación Superior (SACES) del Ministerio de Educación Nacional (MEN) en la CONACES. NDS, Colombia. carmengflorez@gmail.com

Recibido el 12 de marzo de 2013 y aprobado el 29 de julio de 2013

RESUMEN

La estructura del trabajo parte de la introducción, en la que se evidencian los procesos previos en los que se enmarca el estudio y la intención de realizar una contribución a las bases teóricas y prácticas para la gestión de los conflictos sociales extremos. El objetivo se centra en la definición de las dinámicas de la violencia homicida en la ciudad fronteriza de Cúcuta y en la formulación de estrategias para aportar a su mitigación. La aproximación metodológica parte de un enfoque transdisciplinar, de un acercamiento fenomenológico, epistemológico, de diálogo y reconciliación sobre la violencia urbana en Cúcuta, aborda la conceptualización de los conflictos sociales y su manifestación en entornos urbanos, para luego contextualizar e interpretar las relaciones multidimensionales que establecen los seres humanos en el territorio de la ciudad objeto de estudio. Posteriormente, se exponen los resultados, representados en un abordaje interpretativo, cuantitativo y cualitativo de los conflictos sociales que se dan en zonas de frontera, en la identificación de los elementos que configuran las dinámicas de violencia homicida de Cúcuta y, a partir de estos, se formula una serie de lineamientos y estrategias de mitigación de la violencia en dicha ciudad, como un aporte al fortalecimiento de los escenarios de defensa y participación social de las víctimas, de construcción de ciudadanía y búsqueda de la dignidad humana.

PALABRAS CLAVE

Conflicto, mitigación, víctimas, violencia homicida.

ABSTRACT

The work structure starts with the introduction, in which the previous processes that frame the study and the attempt to make a contribution to the theoretical and practical bases for the management of extreme social conflicts is evidenced. The focus is on the definition of homicidal violence in the border city of Cúcuta and the formulation of strategies to help on its mitigation. The methodological approach starts from a transdisciplinary, a phenomenological, an epistemological, a dialogue and a reconciliation approach on the urban violence in Cúcuta. It addresses the conceptualization of social conflicts and their manifestation in urban settings, and then contextualizes and interprets the multidimensional relations human beings establish in the territory of the city under study. Subsequently, the results are presented, represented in an interpretive, quantitative and qualitative approach of the social conflicts that occur in border areas, in the identification of the elements that make up the dynamics of homicidal violence in Cúcuta and from these, a set of guidelines and strategies to mitigate violence in that city is formulated, as a contribution to strengthening the defense and social participation scenarios of the victims, to build citizenship and the search for human dignity.

KEY WORDS

Conflict, mitigation, victims, homicidal violence.



INTRODUCCIÓN

En este documento se pretende hacer un aporte para la gestión de los conflictos sociales y su contenido es fruto de los resultados obtenidos en el desarrollo de la tesis de maestría de Alejandro Canal Lindarte5 y de procesos realizados en el grupo de investigación Gestión Integral del Territorio –GIT–6 de la Universidad de Pamplona. Inicialmente, se aborda la conceptualización de los conflictos sociales y su manifestación en entornos urbanos, para luego contextualizar e interpretar las relaciones multidimensionales que establecen los seres humanos en el territorio de la fronteriza ciudad de Cúcuta. Posteriormente, se definen los elementos estructurales de las dinámicas de violencia homicida y, a partir de estos, se formula una serie de lineamientos y estrategias de mitigación de la violencia en Cúcuta, como un aporte al fortalecimiento de los escenarios de defensa y participación social de las víctimas.

METODOLOGÍA

A partir de un acercamiento fenomenológico al tema de la violencia urbana en áreas de connotación y características especiales como la ciudad de Cúcuta, el estudio parte de una visualización transdisciplinar del tema (Hurni y Wiesmann, 2003), se basa en el diálogo, la reconciliación y la capacidad de reflexión epistemológica (Morin, 1994), define las fuentes de información secundarias para el razonamiento cuantitativo y se apoya en una metodología mixta (Tashakkori y Teddlie, 1998) que contempla el análisis documental, la observación etnográfica y la indagación directa mediante entrevistas semi-estructuradas, para construir un abordaje interpretativo de los datos. De esta forma, la investigación previa se convierte en la base de acceso al análisis de una postura conceptual propia y de la formulación de estrategias de mitigación de la violencia homicida en Cúcuta.

La investigación denominada La violencia homicida en la fronteriza ciudad de Cúcuta (Canal, 2012), se desarrolló a partir de la postura epistemológica del pensamiento complejo de lo dialógico y antagónico, y su objetivo fue el de definir los ejes estructurales de la violencia homicida en Cúcuta con el fin de fundamentar políticas públicas que a su vez posibiliten el verdadero desarrollo de espacios urbanos binacionales, que por causa de la violencia y, de manera ascendente, pierden calidades sociales, potencian el deterioro de la calidad vida e impiden el avance integral de estos espacios metropolitanos de frontera.

RESULTADOS

Los conflictos sociales

Como elemento de estudio, el conflicto se ha tratado desde diferentes disciplinas y ramas de las ciencias. Desde la perspectiva del ser humano como eje del complejo mundo de los organismos vivos, se ha abordado el aspecto antropológico del conflicto (Barnouw, 1979; Austin, 2007), sus condiciones biológicas y fisiológicas, así como su relación con los campos sociales y culturales del contexto. Según estos autores, los conflictos han estado presentes en todas las formas de sociedad cultural y, por lo tanto, no es conveniente considerarlo ni como benévolo ni como peligroso, tanto que en muchos casos ha sido posible lograr la unidad a través de la transformación positiva de uno o más conflictos.

Desde el prisma fisiológico, según Morris (1976) cuando el ser humano entra en conflicto externo, su organismo sufre una transformación que lo prepara para resolver esa situación: se elimina instantáneamente la fatiga, se suministran grandes cantidades de energía para la lucha física por la supervivencia y la sangre es impulsada a los sitios donde es más necesaria, o sea al cerebro, para motivar el pensamiento y a los músculos para la acción violenta. De esta manera, se demuestra la actitud del cuerpo humano para asumir esquemas conflictivos (Morris, 1976, p. 125).

A partir del pensamiento histórico, se trata la presencia natural del conflicto humano en los diferentes procesos civilizatorios. Su procedencia se atribuye, en un principio, de la necesidad de defender los excedentes de producción, bien de tipo agrícolas o bien producto de la caza para la subsistencia (Leakey y Lewin, 1977). En ese sentido, se asume que el conflicto se potenció en el momento en que el ser humano de la época, transformó su forma de vida pasando de la constante movilidad nómada, primero al asentamiento sedentario de pequeños poblados y después al asentamiento en grandes ciudades.

Desde la óptica analítica de lo político, el conflicto es abordado como respuesta a las relaciones de poder (Curle, 1977). De otro lado, hay quienes como Dahrendorf (1971) consideran el conflicto como un hecho sociopolítico universal que debe ser resuelto con el cambio social. En cambio Marx, lo enfoca como una interpretación económica de la dialéctica sobre la idea de la superestructura en la que el conflicto se genera por la lucha de clases, que a su vez es consecuencia de los medios de producción y la clase dominante.

En esta misma línea de pensamiento, mientras Hegel considera que la lógica parte del principio conflictivo de la contradicción, Engels construye de forma esquemática sobre la dialéctica de Marx, las leyes de la conversión de la cantidad y la calidad y viceversa, la de la unidad y la lucha de contrarios y la ley de la negación de la negación, enmarcándose todos en el materialismo histórico cuyo carburante es la tan mencionada lucha de clases.

Consecuentemente con lo anterior, la academia ha venido estudiando el fenómeno conflictivo. Algunos lo plantearon como un enfrentamiento entre dos o más personas, en donde uno intenta eliminar la resistencia del otro en el establecimiento de un derecho (Freund, 1987). Otros han propuesto definirlo como la incompatibilidad en los objetivos de dos miembros que pretenden establecer una relación social y que desde una vocación de universalidad, presenta principios y reglas aplicables tanto a los conflictos internacionales, como a los locales, societarios y familiares (Entelman, 2002, p. 29). Después, nace la idea según la cual es posible transformar positivamente las tensiones que conforman un conflicto para entenderlas como un potencial que permita evolucionarlas hacia la paz, de donde, dependiendo de los mecanismos utilizados para su transformación se obtiene un resultado (Muñoz y Martínez, 2011).

A partir de los diferentes estudios ha sido posible entonces, observar los conflictos como el fenómeno generador de cambios positivos en las sociedades humanas o como un germen de la paz y no solo como agente de distorsionador de ella (Morin, 2005). Además, dentro del contexto de la regulación positiva de los conflictos, también se tienen en cuenta aspectos como el crecimiento moral teniendo en cuenta el sufrimiento y las injusticias que conllevan a daños psicológicos además de los físicos (Baruch-Bush y Folger, 1994).

En 1987 surge el Instituto de la Paz y los Conflictos de la universidad de Granada, para el desarrollo de las teorías y los fundamentos de los estudios sobre la paz: paz compleja, conflictiva e imperfecta, en donde la conflictividad procede de la interacción de múltiples elementos y requiere ser investigada desde teorías de la complejidad. Esa contingencia permitió que investigadores, como Vicent Martínez, propusieran la necesidad de implementar un giro epistemológico para lograr ser realistas en el estudio de la paz, buscando nuevas alternativas positivas de observación del fenómeno.

En esa línea, nace la teoría de la Paz Negativa como la ausencia de la violencia, pero circunscrita en un marco de desigualdad o inequidad de donde se desprende el concepto de violencia directa, como el intento de Paz Positiva y definida como la ausencia de violencia pero en un marco de justicia social para encontrar la teoría de la Cultura de Paz (Martínez, 2001). Cabe destacar, que dichas teorías generalmente están relacionadas con las técnicas de negociación de conflictos, la transformación de conflictos (Lederach, 1995), la resolución de conflictos, la mediación, la No violencia (Chupp, 1991; Burton, 1993) y la gestión de conflictos.

Acorde con lo expuesto, es evidente que la cultura de la investigación de este fenómeno, tiende a la búsqueda positiva de la transformación de los conflictos, pero es claro también que esta tendencia no se evidencia en los resultados, dado que los niveles de violencia patentizan lo contrario, al menos en América Latina.

Finalmente, se puede inferir que esta forma de aplicar los conceptos, desde algunas ópticas críticas, implican cuestiones que parecen no ser transformables dado que se refieren a la insatisfacción de algunas necesidades primarias del ser humano y en los cuales la transformación positiva del conflicto involucra forzosamente el proporcionar esas satisfacciones. Si esto no es posible, el conflicto permanecerá y entonces el esfuerzo debe dirigirse como mínimo hacia evitar manifestaciones de orden violento (Chupp, 1991; Burton, 1993).

La apreciación conceptual de conflicto implica una noción realista del cosmos a partir de su naturaleza no ficticia, en la que opera ontológicamente, es decir, en el campo de la realidad, en tanto es ostensible en el carácter humano y en las formas que él mismo busca para atenuarlo. De esta forma, el conflicto está presente como un efecto de la constante tensión dual en que se desarrolla la vida, tanto en los campos de la psicología de lo moral, lo estético o lo religioso, como en el campo físico de lo material o lo exógeno. De acuerdo con lo anterior, en todo conflicto conviene buscar aspectos comunes que induzcan y faciliten la comunicación, proponer escenarios de correlación en los que las convergencias y divergencias reconozcan la posibilidad de una gestión positiva del fenómeno conflictivo.

Los conflictos urbanos y la violencia homicida

La violencia se ha convertido en un problema social global. Esto conlleva a que la dinámica de la globalización en la época actual, admita la proliferación de múltiples problemáticas que se revelan en condiciones equivalentes y en sociedades heterogéneas.

La percepción que genera la impresión de inseguridad de los ciudadanos, es tanto o más trascendental que las cifras que determinan los niveles de violencia en un conglomerado urbano. Tanto así, que un individuo seguramente variará la forma de comportarse e irá tomando nuevas costumbres según sea su percepción del riesgo que sienta de convertirse en víctima de la violencia.

Ya en el entorno de lo urbano, una comunidad que mantenga sensación constante de miedo pierde la capacidad para vivir en libertad. Esa limitación va a generar, muy seguramente, impedimentos para su normal desarrollo perdiendo en su cotidianidad la noción de lo público de los espacios, limitando su libre albedrío y llevándolo a sentir como sospechoso de su agresor, a todo aquel extraño que aparezca ante él (Nieto, 2003).

Esta sensación, por su signo emocional genera un acrecentamiento de los hechos, así como la costumbre de oír y fabricar consejas deformando la real información y amplificando los conflictos sociales, que indefectiblemente conllevan a dudar de los fundamentos de la democracia (Petrella y Vanderschueren, 2003).

La noción conflicto urbano, podría entenderse entonces, como la producción del contenido social desatado por la ciudad o como la dinámica de la relación humana localizada geográficamente en un escenario de convivencia. Esto problematiza la ambigüedad de lo urbano y la relatividad de lo espacial, o de otra forma, la noción epistemológica de cómo el ser humano se apropia del concepto de ciudad.

Una de las características acentuadas de la violencia urbana, es que el fenómeno no nace con la pérdida de los controles sociales tradicionales de los primeros inmigrantes del campo a la ciudad. Según las teorías de la sociología de la modernización, la transformación negativa de la conflictividad en violencia en los espacios urbanos, se da en la segunda o tercera generación urbana, con aquellos sujetos nacidos y criados en las ciudades y que ya habían perdido su relación y por ende su memoria con su pasado rural (Briceño de León, 2002). Quienes sostienen esta tesis, consideran que su origen está en la pobreza que impide el logro de las expectativas de las generaciones nacidas en las ciudades.

Desde otra óptica, la violencia urbana es vista por algunos investigadores como un sinónimo de criminalidad, de tal manera que es normal asimilar la violencia urbana con los crímenes cometidos en los espacios públicos de las grandes urbes (Carrión, 1994). Así las cosas, se puede definir violencia urbana como el fenómeno generado en el marco de las múltiples clases de relación existentes en el desarrollo de la convivencia urbana y cuyos ejemplos más comunes son las amenazas, las agresiones físicas, el atraco, el secuestro y claro su máxima expresión, el homicidio (Vanderschueren, 1994).

De esta manera, se contempla el proceso que lleva a la violencia en las ciudades como una relación social, con el carácter de conflicto, que incluye como mínimo a dos extremos opuestos, los cuales pueden ser sujetos individuales o colectivos, pueden tener un papel activo o pasivo en dicha relación (Guzmán, 1993), la cual a su vez se agudiza con fenómenos sociales como el narcotráfico y las luchas entre organizaciones rivales, las empresas criminales y las pandillas populares (Guzmán 1999, p. 46), de tal forma que los más afectados son los estratos más bajos (p. 53), es constatable que sí son ellos los más afectados. Además, al adicionarle al fenómeno violencia la variable homicidio urbano, se agregan elementos fundamentales de percepción, sin los cuales las observaciones realizadas no podrían ser integrales.

La medición y la percepción de la violencia urbana transformada en homicidio, se desarrolla mediante la observación de la dimensión, el contexto, las posibles causas, los lugares y los tiempos en que ocurre, los mecanismos utilizados y las características generales de las víctimas en un espacio de tiempo determinado. A su vez, se requiere capturar la percepción que tienen los habitantes acerca de los niveles de homicidio en su ciudad y el impacto que este fenómeno genera sobre la sostenibilidad del tejido social que se configura en un espacio geográfico específico y contextualizado.

Para desarrollar esta tarea, se propuso comenzar con el estudio de lo planteado y definido en el campo académico y científico sobre los conflictos, la violencia, el homicidio, la ciudad, el desarrollo urbano y la frontera. Este paso previo, se ha considerado básico para determinar los componentes clave de los productos a estudiar que permitieron definir los mecanismos de relación e interacción entre cada uno de ellos en el marco de un espacio físico espacial concreto.

Para concluir este aparte de los conflictos urbanos no resueltos, como un camino hacia la violencia, es conveniente que se observe la ciudad como un sistema complejo y que genera su propia organización. Es indiscutible que ella alberga una enorme diversidad que a su vez genera un alto impacto en la inequidad social que ella representa. Tal como lo observa Morin (2005), la ciudad es un sistema estructurado y complejo que contiene ingente variedad de individuos, estructuras y funciones que se autorregulan mediante la aplicación de principios de libertad y coacción social dentro de un concepto de diversos espacios como el productivo, el habitable o el transitable pero dentro de una estructura con objetivos comunes e individuales que conllevan a la conflictividad mal transformada y por ende a la violencia.

La frontera urbana como escenario de conflicto y violencia

América Latina se sitúa muy por encima de otras regiones en la tasa de homicidios de jóvenes entre 16 y 25 años de edad, con un total de 36,4 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que África, por ejemplo, registra 17,6 homicidios para este segmento demográfico. En Belo Horizonte entre 2004 y 2009, el 92% de las víctimas de homicidios fueron hombres, en Quito en 2009, el 87% de los asesinados fueron hombres, comparado con 90% en Bogotá y 65% en La Paz (BID, 2012).

La violencia que hoy se produce en Latinoamérica no es movida por ideologías políticas ni se manifiesta en el contexto de una guerra civil, exceptuando los casos de Colombia y México (PNUD, 2002), en los cuales la concentración de la propiedad y la violencia muestran una incidencia negativa en el desarrollo humano (PNUD, 2011, p. 60) y se relacionan directamente con el narcotráfico proveniente de Colombia, que transita por Centroamérica y México, y tiene como meta Estados Unidos y Europa, vía África (UNODC, 2010).

Se destaca también que "la violencia, el narcotráfico y la acción homicida se han agudizado, sobre todo, en las regiones fronterizas del país" (Ríos y Brocate, 2012, p. 18), en las que:

[...] las acciones armadas de los grupos irregulares aumentaron de forma significativa en ocho de los doce departamentos fronterizos. Entre los cinco con mayor actividad armada en 2009 Nariño, en la frontera de Ecuador, ocupa el primer lugar; seguido de Norte de Santander y Arauca, limítrofes con Venezuela; Putumayo, en límites con Ecuador y Perú y Chocó, que limita con Panamá. (Echandía et al., 2010, p. 165)

Al mismo tiempo, el concepto de frontera está condicionado por la cosmovisión que le imprima aquel que pretenda establecer un concepto adecuado del término. En el campo de las ciencias sociales y humanas, la noción de frontera sobrepasa los límites entre Estados y es esgrimida por los sociólogos como expresión de separación entre grupos culturales, lingüísticos o religiosos e indefectiblemente se asocia a una clase de contacto confuso e impreciso que lo muestra como conflictivo (Castro y González, 1989). Se plantea también, que la zonas de frontera deben analizarse desde el punto de vista sociológico e histórico (descrita como externa, fundada a partir del antiguo modelo reduccionista y fragmentario de la ciencia), así como desde la óptica psicológica (vista como interna, sustentada en el modelo integrador y holístico que nos propone la ciencia de hoy), para lograr así una visión de la totalidad de dicho concepto (Diesbach de Rochefort, 2002).

Ante la aparición de los Estados-Nación, el concepto de frontera se enfoca más en lo político y parte de la concepción de frontera natural, definida como el límite de un territorio que será más legible y consecuentemente menos difícil de controlar en tanto se apoye en un obstáculo físico frecuentemente representada por una línea dentro de un plano cartográfico.

De igual forma, la frontera posee un enorme contenido sociológico y económico que conlleva una intensa relación que puede rayar en la interdependencia de las poblaciones asentadas a ambos costados del límite entre dos países en donde hacen presencia múltiples actores, que propician relaciones dinámicas de toda índole, y que involucran transitoriedad, la cotidianeidad de sus acciones, y la heterogeneidad de situaciones que en ella se viven, lo que permite concluir que la frontera es un concepto que permanentemente muestra cambios tanto en el espacio como en el tiempo.

El estudio de las fronteras requiere replantear el enfoque hacia los nuevos argumentos generados por el fenómeno de la globalización versus el realce de los procesos locales; tener en cuenta las fronteras internas de los mismos Estados nacionales dentro de la constante pugna por la territorialidad nacional, y por último, un análisis más concreto de la innegable articulación que debe existir entre frontera, región, nación y globalización (Fábregas, 2005).

La condición espacial de la frontera se convierte entonces en elemento de alta variabilidad en lo referente a la violencia urbana, dado que sus amplios aportes a lo sistémico y complejo de lo citadino propicia escenarios en donde la conflictividad se potencia y exige mayores esfuerzos gubernamentales para que su transformación sea positiva y no aumente la incubación de focos de violencia representados en la pérdida violenta de vidas humanas.

Al mismo tiempo, las diferentes manifestaciones de la violencia, aparecen con mayor intensidad en las ciudades grandes, mostrando en cada una de ellas sus propias singularidades y con ritmos e intensidades diferentes en cada asentamiento y cada cultura. Según Villavicencio (1993, citado por Carrión 1994:5), "No existe expresión uniforme ni unívoca de la violencia en su conjunto, sino que la misma se caracteriza por la diversidad de sus formas y por sus múltiples ambigüedades." Podría decirse entonces, que la violencia urbana nace de la transformación de los conflictos que realizan los habitantes de las ciudades, que posee contenidos transdisciplinares y que al involucrar en su evolución componentes sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales, exige acciones conjuntas de todos los actores de la sociedad urbana para buscarle solución. La situación actual es la más dramática de la historia y su tendencia será al aumento si no se actúa decididamente, de manera integral, desde una perspectiva global pero con acciones específicas en cada comunidad, en cada ciudad como un órgano diferente.

En las grandes ciudades, "la periferia rural-urbana (rururbana) actúa como una frontera permeable, donde las violencias en diversas claves se entremezclan y penetran hacia el corazón citadino; es zona de recambio entre civilización y barbarie, entre los cuerpos desplazados desde la ruralidad" (Echavarría, 2011, p. 32).

La violencia homicida en Cúcuta

Según Mosquera y Flórez (2009, p. 75):

Las políticas públicas, generalmente, no están enmarcadas dentro de un espacio abierto de participación, coartan así a los actores públicos hacia la focalización de los problemas y necesidades a los cuales se les debe dar prelación y soluciones acertadas para aminorar la brecha de la desigualdad social y la atención oportuna que se debe brindar, tendiente a cubrir las necesidades básicas de una colectividad.

Lo anterior, unido a los procesos de narcotráfico ha hecho que Colombia sufra del flagelo de la violencia homicida urbana con cifras cercanas a los 140.000 homicidios cada año (Londoño y Guerrero, 1999, p. 15) y ostenta el título de uno de los más violentos del mundo (Franco, 1999), escenario que cada vez se complica más por la permanencia del fenómeno durante más de 50 años, lo que la clasifica como uno de los Estados del globo en los que el fenómeno aún persiste (Guzmán y Camacho, 1997). A partir de la conceptualización inicial y de la contextualización de Cúcuta en su ámbito metropolitano y fronterizo se plantea un discurso, en el que los conflictos es lo innato, la violencia es lo que se aprende, la ciudad es el escenario y la frontera es el contexto y detonante (Figura 1).

La violencia no solo es ubicua y elusiva, sino que parece crecer y multiplicarse rápidamente en todo el planeta y amenaza con potenciar uno de los problemas más intratables de la especie humana. Su veloz crecimiento hace que sea "uno de los problemas que más deteriora la calidad de vida de una nación" (Echeverri, 1994, p. 14) y es probable que la convierta en el problema más importante del ser humano para el siglo XXI.

Lejos de lo que ha sido la nota predominante en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX, la violencia que hoy prevalece no tiene motivaciones políticas ni se produce en un contexto de guerra civil, con excepción de Colombia y algunos focos de conflictividad política en México (PNUD, 2002).

El enfoque político nacional hace que las regiones poseedoras de fronteras terrestres como la de Táchira, se encuentren inmersas con mayor fuerza en la crisis económica, producción e inversión, enlazada con la incertidumbre cambiaria, la ilegalidad y la fuga de capitales, que acrecientan los niveles de desconfianza mutua, generando tensiones en la frontera (Barrios y Rivas, 2012, p. 25).

Contrariamente, Chaux (2002) afirma que la mayor parte de la violencia en Colombia no tiene nada que ver con el conflicto armado que vive este país y que la mayor parte de las investigaciones realizadas en el país sobre violencia se centran en el aspecto macro, especialmente sobre el conflicto armado entre las fuerzas del Estado y grupos irregulares que pretenden tomarse el poder por medio de las armas.

De acuerdo con Canal (2012, p. 12), en el ámbito regional:
[...] la ciudad de Cúcuta, actúa como el principal centro de un área de conurbación binacional entre Colombia y Venezuela, más específicamente en la frontera entre el estado Táchira y el departamento del Norte de Santander. Se sabe que el fenómeno de la violencia perturba la calidad de vida de este conglomerado ciudadano y que su difusión en todos los ámbitos sociales, afecta las instituciones en las que normalmente se apoya, tales como, el gobierno y sus áreas educativas, de salud y hasta aquellas de carácter productivo.

En este contexto, es evidente, es que dentro de un marco anormal como es el inverosímil conflicto armado que vive Colombia, llaman poderosamente la atención las cifras estadísticas de principios de este siglo que colocan, en los últimos años, al departamento Norte de Santander y especialmente la ciudad de Cúcuta y su área metropolitana, como una zona con los más altos incrementos en los índices de violencia, específicamente en la tasa de homicidios (Figura 2).

El homicidio en la zona fronteriza de Cúcuta, registrado por las estadísticas nacionales como el más grave de los problemas sociales de esta zona del país, indefectiblemente afecta factores sociales como los culturales, los económicos, los de salud pública y los de seguridad ciudadana, convirtiéndose así, en un factor negativo en la búsqueda del desarrollo de esta región binacional. (Canal, 2012, p. 12)

La actualidad de la problemática sobre los índices de homicidio en la zona fronteriza de Cúcuta se evidencia en las estadísticas nacionales e internacionales, las cuales lo señalan como el más grave de los problemas sociales de esta zona del país (Figuras 3, 4 y 5).




Indefectiblemente, los altos índices de homicidio afectan negativamente las dinámicas sociales, tales como, la seguridad ciudadana y la salud pública, así como aspectos culturales, económicos y políticos, de tal mentar que estos se convierten en un factor negativo en sus niveles de competitividad global que a su vez afecta la búsqueda del desarrollo armónico de la región binacional en la cual está circunscrita la ciudad de Cúcuta.

Al transcribir la información alfanumérica al plano espacial de la ciudad, se clasificaron las intensidades del fenómeno homicida con referenciación semafórica de las intensidades del homicidio en las diferentes comunas de la ciudad, dándole a las zonas con mayor intensidad colores rojos oscuros y, siguiendo el orden cromático, el amarillo al de menor frecuencia (Figura 7).

Este ejercicio permitió establecer la continuidad de determinadas comunas marginales y de mayor crecimiento irregular, como las zonas con más alto índice de homicidios en los últimos cinco años (comunas suroriental, norte, nororiental y occidental). De igual forma, aunque el estudio del fenómeno de la violencia homicida en la ciudad de Cúcuta ha permitido reconocer cierto efecto positivo resultante del proceso de desmovilización y de la disminución de los desplazamientos, se evidencia la continuidad del efecto negativo del narcotráfico y el lavado de activos en los índices de violencia. De esta forma, la zona metropolitana binacional de Cúcuta se ha convertido en un espacio urbano donde la dignidad humana sigue siendo objeto de constantes ataques mientras que el Estado colombiano se ha tornado incompetente para tomar medidas que mitiguen los embistes de la sociedad global y específicamente de los conflictos de poder entre Bogotá y Caracas, contra estas maltratadas zonas de frontera.

Cúcuta, muestra particulares condiciones que la diferencian de los demás municipios del país. En esta ciudad, eje de una conurbación natural de carácter metropolitano binacional, se encontró que gran parte de su población es flotante, reconoce dos legislaciones, maneja dos monedas y, con frecuencia, tiene dos nacionalidades, además de practicar abiertamente una cultura de la ilegalidad.

El histórico comportamiento pendular de la economía fronteriza invita a mercaderes sibaritas que, como los capitales golondrinas, aprovechan situaciones de bonanza y evacúan la ciudad apenas cambian sus condiciones; deja solo aquella población en condiciones de miseria incapaz de emigrar y que se asienta en cordones marginales; deteriora la calidad de vida de los habitantes, y potencia el círculo vicioso de la ilegalidad, la informalidad, la impunidad y el subdesarrollo.

La condición limítrofe de la zona, propicia el asentamiento de delincuentes internacionales; el contrabando; la producción, promoción, comercio y tráfico de estupefacientes; la cultura de ilegalidad, del atajo o del todo vale, en donde impera el poder del dinero sin importar su procedencia y que corrompe la sociedad en todos sus niveles.

La disputa del poder por parte de organizaciones ilegales en el manejo de sus negocios potencia el asentamiento de bandas sicariales en los cinturones perimetrales, aunada al constante uso de los recursos públicos por parte de las mafias que favorecen el lavado de dinero, mina el direccionamiento correcto de estos para mejorar la productividad, la educación y la salud; deteriora el tejido social y el sentido de pertenecía, e impide la verdadera democracia, la seguridad y la prosperidad.

Lineamientos y estrategias para la mitigación de la violencia homicida en Cúcuta

Con el fin de visualizar esquemáticamente los aspectos positivos y negativos de la percepción de la violencia y sus causas según los ciudadanos, se elaboró la siguiente Tabla en donde se determinan los aspectos internos y externos desde el contexto sociocultural y socioeconómico dentro una matriz de problemas y potencialidades que servirá de base para proponer los lineamentos y las estrategias para la gestión del conflicto objeto del estudio.

A partir de los problemas y potencialidades identificados en Cúcuta, se propone una serie de lineamientos y estrategias desde los componentes político normativo, sociocultural y socioeconómico (Tabla 2).

Como se puede observar, los lineamientos y las estrategias de intervención propuestos están relacionados con la participación y la cultura ciudadana, aspectos que fueron desarrollados operativamente en el año 2010 por Alejandro Canal, en su calidad de Concejal del municipio de Cúcuta, al presentar y lograr la aprobación de dos acuerdos municipales. En la búsqueda de incrementar la participación ciudadana en la construcción de la visión y el plan estratégico de la ciudad, se logró aprobar el Acuerdo Municipal 019 de 2010 por medio del cual se adoptó como política de competitividad y desarrollo para el municipio de San José de Cúcuta el proceso de formulación de visión y plan estratégico Cúcuta 2030. Además, mediante el Acuerdo 007 de 2010 del Honorable Consejo Municipal de Cúcuta, se institucionalizó el Programa de Educación y Cultura Ciudadana en San José de Cúcuta.

Los resultados del presente estudio relacionados con la participación y cultura ciudadana como elementos clave en la prevención de la violencia, coinciden con un estudio patrocinado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el que se explora la cultura ciudadana, la necesidad de reconocer y modificar comportamientos que responden a creencias, emociones y factores culturales, como factor para el éxito a largo plazo en la mitigación de la violencia (BID, 2012)

CONCLUSIONES

Se acentúa la idea global, según la cual el aumento de una nueva forma de marginalidad social, asociada a la crisis global de los puestos de trabajo, la inoperancia real de los sistemas de protección social y por último, la discriminación urbana, parece convertirse en el eje sobre el cual gira una explicación al creciente proceso de conflictividad social, en la mayoría de ciudades. En el caso de Cúcuta, estas condiciones se potencian por el desarrollo de un complejo engranaje social que, alimentado por la dinámica fronteriza, atrae a un conglomerado humano que aprovecha las múltiples posibilidades de lucro ilícito de una amplia gama de actividades comerciales basadas en una economía subterránea.

La incidencia del desplazamiento forzado producto de la violencia generada por el conflicto interno de violencia que vive la zona de frontera, el contrabando de gasolina y la ausencia de verdaderos planes urbanos de desarrollo, facilitan el asentamiento informal en la periferia y amplían las posibilidades de acceder a recursos en actividades propias del mercado laboral informal e ilegal.

De igual manera, se observa cómo ciertos patrones considerados comunes como el entendimiento y la convivencia social, no encuentran respuesta en la enorme brecha que muestran los altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso y la escasa eventualidad de construir ciudadanía. De esta manera, se percibe un escenario en el cual la experiencia colectiva se advierte descompuesta y los fundamentos de orden social, económico y político que posibilitan la integración, han sufrido cambios estructurales: el concepto de ciudadanía relacionado con el ejercicio de la democracia, ha perdido autonomía y se limita a un ejercicio electoral condicionado por la baja participación ciudadana y las manipulaciones políticas propias de una pseudo-democracia.

Por su lado, el desordenado crecimiento urbano y el sobredimensionamiento de los cinturones de miseria, afectan de forma directa el desarrollo de la ciudad en su dimensión socio-espacial. La ausencia de planificación estratégica, en el marco de procesos excluyentes, da como resultado una progresiva segregación territorial de la población dentro de un contexto de violencia que se nutre de esta y, a su vez, alimenta la ilegalidad.

Para los cucuteños es muy complejo diferenciar entre actividades labores productivas dentro de ley y fuera de ella, pues no se conoce, a ciencia cierta, la línea que marca la ilegalidad de una transacción y que configura una realidad bucleica de legalidad/ilegalidad presente en el contexto local. Inclusive, la percepción ciudadana sobre la seguridad de la ciudad, muestra que la mayoría de los pobladores de Cúcuta se sienten seguros en ella y no creen que puedan ser potenciales víctimas de homicidio, a pesar de conocer las altas cifras que en este aspecto muestra la ciudad, evento que amerita profundizar en el tema a través de otras investigaciones.

Finalmente, se puede resaltar la urgente necesidad que presenta la frontera de normas específicas que desde diferentes enfoques y dimensiones propenda por la disminución de los conflictos sociales y por la violencia homicida como una de sus máximas expresiones. En ese sentido, es deber de la academia aportarle a la sociedad herramientas e instrumentos de planeación participativa, de valoración y fortalecimiento de las identidades culturales, de promoción de la educación y la cultura ciudadana, en concordancia esta última con los resultados de la investigación liderada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2012, p. 253), que permitan a través de la ley, la gobernabilidad y la gobernanza, mitigar la violencia homicida y obtener la anhelada dignidad humana.



Notas al Pie

5 Trabajo titulado Los conflictos urbanos y la violencia en la fronteriza ciudad de Cúcuta. Norte de Santander. Colombia, y desarrollado en la Maestría en Paz, Desarrollo y Resolución de Conflictos de la Universidad de Pamplona, culminado en 2012.
6 El grupo GIT cuenta con la participación de un equipo multidisciplinar y las reflexiones académicas están relacionadas con resultados de investigaciones previas y productos académicos relacionados con la planificación y el desarrollo territorial (prospectiva estratégica, políticas incluyentes, gobernabilidad democrática y construcción de territorialidad, entre otros).



REFERENCIAS

• Austin, T. (2007). La antropología del conflicto y los métodos de resolución de conflictos en otras culturas. Serie Estudios en Resolución de Conflictos. SERPAJ Chile. Disponible en http://accionag.cl/ong-asociadas/servicio-paz-y-justicia-serpaj-chile/         [ Links ]

• Barnouw, V. (1979). Anthropology - a General Introduction. Bosco Books (Looe, Cornwall, CON, United Kingdom).         [ Links ]

• Barrios, N. y Rivas, N. (2012). La frontera Táchira - Norte de Santander: escarpada a la integración entre acuerdos y crisis. Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Europeos, 0, 22-35.         [ Links ]

• Baruch-Bush, R.A. y Folger, J.P. (1994). La Promesa de la Mediación. Barcelona: Ediciones Granica.         [ Links ]

• BID. (2012). Antípodas de la violencia. Desafíos de cultura ciudadana para la crisis de (in)seguridad en América Latina. Mockus, A., Murraín, H. y Villa, M. (Coords.). Washington: Banco Interamericano de Desarrollo.         [ Links ]

• Briceño de León, R. (2002). La nueva violencia urbana de América Latina. Sociologias, 4(8), 34-51.         [ Links ]

• Burton, J.W. (1993). In Conflict Resolution Theory and Practice: Integration and Application. En D.J. Sandole & H. Van der Merwe (Eds.), Conflict Resolution as a Political Philosophy. Manchester and New York: Manchester University Press.         [ Links ]

• Canal, A. (2012). La violencia homicida en la fronteriza ciudad de Cúcuta. Tesis para optar al título de Magíster en Paz, Desarrollo y Resolución de Conflictos, Universidad de Pamplona, Pamplona.         [ Links ]

• Carrión, F. (1994). Ciudad y violencias en América Latina. En A. Concha Eastman, F. Carrión y G. Cobo (Eds.), De la violencia urbana a la convivencia ciudadana (pp. 5-22). Quito: Programa de Gestión Urbana.         [ Links ]

• Castro Martínez, P.V. y González Marcén, P. (1989). El concepto de frontera: implicaciones teóricas de la noción de territorio político. Arqueología Espacial, 13, 7-18.         [ Links ]

• Chaux, E. (2002). Buscando pistas para prevenir la violencia urbana en Colombia: Conflictos y agresión entre niños y adolescentes de Bogotá. Revista de Estudios Sociales, 12, 41-51.         [ Links ]

• Chupp, M. (1991). When Mediation is not Enough. Conciliation Quarterly, 10(3), 2-3.         [ Links ]

• Curle, A. (1977). Conflictividad y pacificación. Barcelona: Herder.         [ Links ]

• Dahrendorf, R. (1971). Elementos de una teoría del Conflicto Social. En Sociología y Libertad. Hacia un análisis sociológico del presente (pp. 95-105). Madrid: Editorial Tecnos.         [ Links ]

• Diesbach de Rochefort, N. (2002). Estudios Fronterizos. Frontera: muro divisorio o tejido de relaciones, 3(5), 9-42.         [ Links ]

• Echavarría, J. (2011). Lo rural como coartada ideológica para la acción política. En Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011: Colombia rural, Razones para la esperanza. Bogotá: PNUD.         [ Links ]

• Echandía, C., Bechara, E. y Cabrera, I. (2010). Colombia: Estado del conflicto armado al final de la Administración de Álvaro Uribe. En Mathieu, Hans y Niño Guarnizo, Catalina (Eds.), Seguridad regional en América Latina (pp.136-172). Anuario 2010, Friedrich Ebert Stiftung en Colombia, Bogotá         [ Links ].

• Echeverri, O. (1994). La violencia: ubicua, elusiva, prevenible. En A. Concha Eastman, F. Carrión y G. Cobo (Eds.), Ciudad y violencias en América Latina. Quito: PGU, pp. 47-59         [ Links ]

• Entelman, R.F. (2002). Teoría de Conflictos. Hacia un nuevo plan. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

• Fábregas Puig, A. (2005). El concepto de frontera: una formulación. En Alain Basail Rodríguez (Coord.), Fronteras des-bordadas. Ensayo sobre la frontera sur de México (pp. 21-51). México: Casa Juan Pablos, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.         [ Links ]

• Franco, S. (1999). El quinto: No matar. Contextos explicativos de la violencia en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores.         [ Links ]

• Freund, J. (1987). Sociología del Conflicto. Buenos Aires: Fundación Cerien.         [ Links ]

• Guzmán, Á. (1993). Violencia urbana en Cali durante 1993: una primera aproximación. En A. Concha Eastman, F. Carrión y G. Cobo (Eds.), Ciudad y violencia en América Latina. Quito: PGU, pp. 16-28.         [ Links ]

• ________. (1999). Violencia urbana y pobreza. En Patrones socio demográficos, pobreza y mercado laboral en Cali (pp. 45-56). Documento de trabajo para el Banco Mundial, por Urrea y Ortiz, Noviembre, Cali.         [ Links ]

• Guzmán, Á y Camacho, Á. (1997). Debate Político. La violencia urbana en Colombia: teorías, modalidades, perspectivas (pp. 13-55). Bogotá: FESCOL, IEPRI.         [ Links ]

• Hurni, H. y Wiesmann, U. (2003). Investigación transdisciplinar en el contexto del desarrollo: ¿fórmula vacía o necesidad? Suiza: CDMA-IGUB. Mimeo.         [ Links ]

• Leakey, R. y Lewin, R. (1977). Origins. New York: Dutton Publishing Company Inc.         [ Links ]

• Lederach, J.P. (1995). Preparing for Peace: Conflict Transformation across Cultures. Syracuse University Press.         [ Links ]

• Londoño, J. y Guerrero, R. (1999). Violencia en América Latina: Epidemiología y costos. Documento de Trabajo R-375. Washington: Banco Interamericano de Desarrollo.         [ Links ]

• Martínez Guzmán, V. (2001). Filosofía para hacer las paces. Barcelona: Icaria.         [ Links ]

• Morin, E. (1994). Carta de la transdisciplinariedad de Edgar Morin. Recuperado de http://www.uv.mx/evargas/CienciaSagrada/TextosFundamentales/Carta-Transdisciplinariedad.htm         [ Links ]

• ________. (2005). Una mundialización plural. En Denis de Moraes (Coord.), Por otra comunicación. Los media, globalización cultural y poder (pp. 277-291). España: Icaria.         [ Links ]

• Morris, D. (1976). El mono desnudo: un estudio del animal humano. Barcelona: Plaza & Janés.         [ Links ]

• Mosquera, J. y Flórez, C. (2009). Naturaleza, políticas públicas y derechos humanos - hacia una concepción legal de la relación ser humano-naturaleza. Nova et Vetera, 18(62), 67-78.         [ Links ]

• Muñoz, F.A. y Martínez López, C. (2011). Los habitus de la paz imperfecta. En F.A. Muñoz y J. Bolaños (Eds.), Los habitus de la paz. Teoría y práctica de la Paz imperfecta (pp. 37-64). Granada: Universidad de Granada.         [ Links ]

• Nieto Huertas, L. (2003). El estado del arte de la seguridad urbana. Revista de ciencias sociales del instituto universitario de la investigación Ortega y Gasset, 2. Recuperado de http://www.ortegaygasset.edu/circunstancia/numero2/art6.htm         [ Links ]

• Petrella, L. y Vanderschueren, F. (2003). Ciudad y violencia: Seguridad y ciudad. En M. Balbo et al. (Comps.), La ciudad inclusiva (pp. 215-235). Santiago de Chile: CEPAL.         [ Links ]

• PNUD. (2002). Informe Anual 2002. Recuperado de http://www.undp.org         [ Links ]

• ________. (2011). Informe nacional de desarrollo humano. Colombia rural. Razones para la esperanza. Bogotá         [ Links ].

• Ríos, J. y Brocate, R. (2012). El conflicto armado en Colombia y el narcoestado mexicano. Un análisis comparado. En GIGAPP Estudios/Working Papers (pp. 1-23). Madrid: Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.         [ Links ]

• Tashakkori, A. y Teddlie, C. (1998). Mixed methodology: Combining the qualitative and quantitative approaches. Thousand Oaks, CA: Sage.         [ Links ]

• UNODC. (2010). World Drug Report 2010. New York: United Nations Publication. Recuperado de http://www.unodc.org/documents/wdr/WDR_2010/World_Drug_Report_2010_lo-res.pdf         [ Links ]

• Vanderschueren, F. (1994). La violencia urbana, los pobres de la ciudad y la justicia. En A. Concha Eastman, F. Carrión y G. Cobo (Eds.), Ciudad y violencias en América Latina (pp. 5-22). Quito: PGU.         [ Links ]

Para citar este artículo: Canal Lindarte, A., Mosquera Téllez, J. & Flórez Peña, C. G. (2014). Estrategias para la mitigación de la violencia homicida en la fronteriza ciudad de Cúcuta. Revista Luna Azul, 38, 297-317. Recuperado de http://lunazul.ucaldas.edu.co/index.php?option=content&task=view&id=907