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Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad

Print version ISSN 1909-3063

rev.relac.int.estrateg.segur. vol.15 no.1 Bogotá Jan./June 2020  Epub Aug 21, 2020

https://doi.org/10.18359/ries.4258 

Artículos

De la masacre de Nanjing a la nueva Ruta de la Seda: geopolítica y geoeconomía a comienzos del siglo XXI*

From the Nanjing Massacre to the New Silk Road: Geopolitics and Geoeconomics at the Beginning of the 21 st Century

Do massacre de Nanjing à nova Rota da Seda: geopolítica e geoeconomia no início do século XXI

Henry Cancelado Francoa 

a Investigador y profesor de la Escuela Superior de Guerra de Colombia. Correo electrónico: henry.cancelado@esdegue.edu.co. ORCID: 0000-0002-5756-0856.


Resumen:

Las transformaciones constantes dentro del sistema internacional obligan a los Estados a adaptarse de manera permanente y a desarrollar nuevas capacidades con el fin de lograr influencia y poder a nivel global. Es el caso de China, el cual ha emprendido una serie de transformaciones internas y externas que lo proyectan como una de las potencias más relevantes del presente siglo. De este modo, las herramientas clásicas del pensamiento geopolítico fueron adaptadas al ejercicio de una nueva forma de entender el mundo: la geoeconomía. Esta forma de desarrollar la política exterior se caracteriza por el uso de las variables económicas en el juego diplomático y de la disuasión en la comunidad de naciones. De tal manera se hace relevante comprender las formas en las que se construye el poder actualmente, el cual relega a un segundo lugar el papel de lo militar y la guerra, para darle paso a la economía y a los mercados. Esto no significa que el poder derivado de las capacidades militares desaparezca; se convierte en una herramienta secundaria de disuasión, importante, pero subsididaria, de todas las herramientas y estrategias derivadas del uso de lo económico.

Palabras clave: China; estrategia; geoeconomía; geopolítica

Abstract:

Continuous changes in the international system make states adapt permanently and develop new capacities to achieve influence and power globally. This is the case of China, which has undertaken a series of internal and external transformations that position it as one of the most relevant powers of this century. In this way, the classic tools of geopolitical thinking were adapted to the exercise of a new way of understanding the world: geoeconomics. This way of developing foreign policy is characterized by the use of economic variables in the diplomatic game and deterrence in the community of nations. Then, it becomes relevant to understand how power is currently built, putting the role of the military and war into the background to give way to the economy and markets. This does not mean that the power derived from military capacities disappears; it becomes an important, but subsidiary, deterrence tool secondary to all the tools and strategies derived from the use of the economy.

Keywords: China; strategy; geoeconomics; geopolitics

Resumo:

As constantes transformações do sistema internacional obrigam os Estados a se adaptarem de maneira permanente e a desenvolverem novas capacidades a fim de conseguir influência e poder no âmbito global. É o caso da China, que tem empreendido transformações internas e externas que a projetam como uma das potências mais relevantes deste século. Desse modo, as ferramentas clássicas do pensamento geopolítico foram adaptadas ao exercício de uma nova forma de entender o mundo: a geoeconomia. Essa forma de desenvolver a política exterior é caracterizada pelo uso das variáveis económicas no jogo diplomático e da dissuasão na comunidade de nações. Dessa maneira, faz-se relevante compreender as formas nas quais o poder é construído atualmente, o que relega a um segundo plano o papel do militar e da guerra, para abrir espaço à economia e aos mercados. Isso não significa que o poder derivado das capacidades militares desapareça; converte-se numa ferramenta secundária de dissuasão importante, mas subsidiária, de todas as ferramentas e estratégias derivadas do uso do económico.

Palavras-chave: China; estratégia; geoeconomia; geopolítica

"Si no hay luz en el este, el oeste tiene que ser brillante; si el sur se ve envuelto por la oscuridad, vayamos al norte".

Mao Tsé Tung

Introducción

Hoy en día, los países se enfrentan en el sistema internacional de manera mucho más clara a través de medios económicos, el comercio y las finanzas. Las políticas enfocadas hacia el manejo energético, las inversiones o el comercio, son utilizadas como herramientas de presión y disuasión en la diplomacia moderna. De esta manera, las armas dan paso a nuevas herramientas de enfrentamiento en el sistema internacional contemporáneo. La búsqueda de petróleo, oro, rutas comerciales, por mencionar algunos elementos, siempre han sido objetivos clásicos de los países que los llevan a enfrentamientos bélicos. Quizás no cambian en la actualidad los intereses que han llevado a las naciones a la guerra o a emprender otro tipo de acciones para defender sus intereses nacionales; pero lo que sí cambia es la forma en la que se busca proteger los intereses de los países. Actualmente, la forma en la que se disputa el poder mundial, los recursos y la influencia, es diferente y este cambio obedece a la transformación de las dinámicas del sistema internacional.

Atrás ha quedado el viejo sistema internacional en el que la fuerza militar era la única encargada de dirimir las diferencias y de proteger los intereses de los países. Actualmente, la novedad de la política exterior de países como China, basada especialmente en la búsqueda de aliados económicos y con intenciones de agruparlos en torno a sus objetivos bajo la bandera del bienestar mundial, hace que la lógica del conflicto internacional cambie y se ubique más en la búsqueda de poder económico que le permita presentarse como una de las grandes potencias globales. Diferentes regiones con inversiones chinas, nuevos proyectos y grandes multinacionales hacen parte del "paquete táctico" para llevar a cabo la gran estrategia. Esto no significa que el poder militar quede rezagado, sino que pasa a ser otra forma de disuasión constante que tienen los países y que actualmente ocupa un segundo lugar en el juego de la diplomacia global; aunque sigue estando presente, ya no es la herramienta principal del poder internacional.

El objetivo de este capítulo es analizar la transformación de la geopolítica a la geoeconomía en el sistema internacional. Para esto, en primer lugar, se analizarán las transformaciones del sistema internacional desde la geopolítica hasta la geoeconomía, y, en segundo lugar, se estudiará la forma en que los países se comportan actualmente en el sistema. Finalmente, se concluirá sobre estas transformaciones y cómo afectan actualmente el modo en el que se conduce el sistema internacional contemporáneo.

1. La transformación de la guerra

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, la lógica de lo militar se transformó de manera tal que una conflagración de ese estilo, como lo señala la Carta de las Naciones Unidas, había afectado al mundo dos veces en tan corto tiempo, y se fortaleció a nivel político la multilateralidad para la creación de esta organización, con el fin de crear un escenario diplomático que permitiera la comunicación para evitar enfrentamientos como los vividos a comienzos de siglo XX.

NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS

  • ■ a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,

  • ■ a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,

  • ■ a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,

  • ■ a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, Y CON TALES FINALIDADES

  • ■ a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,

  • ■ a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales,

  • ■ a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada sino en servicio del interés común, y

  • ■ a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos,

HEMOS DECIDIDO UNIR NUESTROS ESFUERZOS PARA REALIZAR ESTOS DESIGNIOS. ONU (s. f., s. p.)

En este preámbulo se deja en claro la decisión de los países fundadores de abandonar el uso de la fuerza armada con el fin de proteger intereses egoístas. Si bien desde la Paz de Westfalia los principios de soberanía ya estaban marcados en la integridad territorial de los Estados -principios ampliamente violados en las guerras napoleónicas y las guerras mundiales-, también es cierto que a partir de 1945 la búsqueda de desarrollo económico como principio universal potenció el fenómeno de la globalización económica, a partir de la intensificación de los flujos comerciales y financieros, especialmente en los países al occidente de la Cortina de Hierro. La forma en la que los países habían defendido su territorio y sus intereses empezaba a transformarse, el impacto de las guerras mundiales había cambiado la forma de ver la política internacional y generaba una idea de comunidad internacional que debería hacerse cargo de manera concertada de los problemas globales que afectaran la estabilidad del sistema internacional.

El único cambio no se da solamente en los niveles político, económico o estratégico. Para van Creveld (2015, p. 107) es claro que la Segunda Guerra Mundial había terminado con la teoría militar convencional. Aunque a nivel táctico, esta transformación fue mucho más lenta, pareciera que la tecnología no logró una transformación radical sino hasta comienzos del siglo XXI.

Cuando estalló la Guerra del Golfo en 1991, cuarenta y seis años después de Hiroshima, de lejos lo más poderoso eran los artefactos de motores de combustión interna, incluidos por supuesto los jets. Las formaciones más importantes todavía eran las viejas formaciones confiables de aparatos de la guerra mundial (Creveld, 2015, p. 107).1

La lógica de la guerra se había transformado a nivel político y estratégico. Los objetivos de los combatientes en las nuevas guerras no son claros, y aunque puede pensarse un proceso político de identidad, de todas formas, la guerra siempre se ha tratado de un proceso de identidad política.2 Lo que es claro actualmente es la manipulación de la ideología y de las identidades para desarrollar la guerra. Mientras tanto, la economía se posiciona como una base válida para devolverle el sentido a la guerra como actividad política y alejarla de la banalidad que deja el populismo o la manipulación política a partir de intereses particulares, lo que deslegitima a la guerra como herramienta de defensa de los intereses de una nación. Ahora bien, la economía hay que entenderla a partir de diferentes momentos en la guerra:

  • ■ como una variable a tener en cuenta en la sosteni-bilidad de la guerra;

  • ■ como objetivo: recursos, comercio, inversiones, y

  • ■ como herramienta de disuasión y presión.

Si bien el proceso de globalización ha ejercido una influencia profunda en el cambio de la guerra como tal, es claro que ha provisto nuevas herramientas para luchar la guerra. La multiplicación de canales de comunicación y rutas para el intercambio de material bélico permite que las guerras irregulares estén a la orden del día. El crimen organizado transnacional es el centro de esta forma de globalización. Cuando se analiza la manera en la cual se han organizado y se entiende la forma de las relaciones en el sistema internacional actualmente, es claro que, así como se articulan redes, procesos y actores que desde las actividades financiera y comercial legales buscan beneficio económico, también es cierto que de la misma manera actúan los actores ilegales con el fin de que sus actividades tengan cada vez más alcance. Esta forma de entender la globalización, a la vez que muestra que el fenómeno abre espacios que antes no se consideraban a nivel geográfico, también muestra que en esa apertura se dejan espacios abiertos. Dichos espacios no necesariamente son llenados por los flujos resultantes de la interacción de los actores legales del sistema internacional; por el contrario, son llenados por actores ilegales organizados, que a su vez aglutinan a otros actores ilegales y logran un alcance directo sobre los diferentes países. También son capaces de lograr alianzas que van generando un proceso agregado de ilegalidad que igualmente tiene un alcance global, pero a partir de la organización de redes que comprometen a diferentes actores en diferentes espacios y con diferentes intereses y capacidades, aunque el objetivo final es el mismo, el beneficio económico.

Cuando se habla de la variable económica como objetivo, se acerca a la concepción clásica de la guerra, por recursos. Por esta razón los pequeños reinos europeos se expandieron hasta formar los primeros imperios de alcance global, con capacidad de luchar guerras en cualquier parte del mundo, y también con la capacidad de llevar y traer mercancías producidas y comercializadas entre sus colonias o también en las metrópolis europeas. Tanto los imperios portugués y español, marcados por la extracción de recursos, como el Imperio británico, con una tendencia mercantilista "precapitalista", lograron abrir nuevas rutas de comercio y crear una sensación de globalidad que antes estaba marcada por la geografía y por los alcances terrestres de los reinos.

La geopolítica posterior al siglo xv es amplia y extendida; para los imperios es claro que las colonias o los virreinatos son centrales en el desarrollo de las metrópolis, y que los recursos y las rutas comerciales son objetivos por los que vale la pena ir a la guerra. Las américas, África y partes de Asia se integraron a las economías europeas durante los últimos 500 años y, de esta manera, se convirtieron en objetivos estratégicos, a la vez que eran territorios celosamente protegidos. La lógica de comercio de pieles desde Norteamérica, o tabaco desde Suramérica, sin contar el tráfico de esclavos y por supuesto la pólvora y la seda desde Asia, a la vez que se introducía el opio, el café y el té a nuevos mercados, marcaron las confrontaciones bélicas de la historia reciente, previa a las guerras mundiales.

En opinión del historiador alemán Walter Górlitz, uno de los grandes mecenas que hizo posible que Hitler llegara al poder fue el magnate del petróleo anglo-holandés Henri Deterding, director general del grupo Royal Dutch/Shell y enemigo acérrimo del régimen bolchevique ruso porque este se había apropiado de las ricas explotaciones de petróleo de la Shell en Bakú (Azerbaiyán). Górlitz también relata que durante la Guerra Civil Española de 1936-1939, la compañía estadounidense Texaco suministró a Franco todo el petróleo que necesitaba por valor de al menos seis millones de dólares. Como recompensa, Texaco no solo cobró la deuda contraída por Franco, sino que obtuvo el monopolio de la venta de petróleo a España durante años. [...] Incluso en plena guerra se adoptan medidas económicas para cuando llegue la paz. El diplomático belga Jacques de Launay cuenta que, el 10 de agosto de 1944, varios representantes de industrias alemanas [... ] se reunieron en Estrasburgo para examinar las medidas que podrían salvaguardar su patrimonio industrial tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. [...] Tanta importancia e influencia tiene la economía en la estabilidad y seguridad de un país que [... ] tras los atentados del 11-S la primera preocupación del presidente George Bush fueron los daños materiales causados por los ataques. Sus primeras instrucciones estuvieron dirigidas a mantener la economía en marcha. (Baños, 2017, pp. 36-37)

La economía como objetivo ha estado presente desde los despliegues vikingos sobre las islas británicas en la Alta Edad Media hasta la historia contemporánea, como bien lo resalta el coronel de la reserva del Ejército de Tierra español, Pedro Baños (2017).

1.1. De la guerra por recursos a la geoeconomía

Si bien la economía ha estado presente como un objetivo de la guerra, existe una diferencia entre ver las ganancias económicas y comerciales de un enfrentamiento y usar el poder económico para presionar a eventuales enemigos, o para lograr mayor influencia entre los aliados. Esta puede ser la característica sustancial de la geoeconomía. Para Blackwill y Harris (2016), la geoeconomía "es el uso de instrumentos económicos para promover y defender los intereses nacionales, y para producir resultados geopolíticos benéficos; y los efectos de las acciones económicas en los objetivos geopolíticos de un país" (p. 20).3

No es conveniente confundir la geoeconomía con la forma de entender la guerra clásica, la cual puede ser por recursos, claramente; sin embargo, utiliza las formas clásicas militares y diplomáticas. Cuando Clausewitz (2005) define la guerra como un "acto de violencia para obligar al contrario a hacer nuestra voluntad" (p. 17), restringe la confrontación a un acto bélico. Sin embargo, la confrontación no necesariamente está contenida en una serie de decisiones de tipo militar; por el contrario, son decisiones sucesivas que implican demasiadas variables a la vez. La famosa definición de la guerra como "la mera continuación de la política por otros medios" (Clausewitz, 2005, p. 31) sitúa a la guerra no como un acto político, sino como un verdadero instrumento político. Para el pensador alemán,

Cuanto más grandiosos y fuertes sean los motivos de la guerra, cuanto más abarquen a la existencia entera de los pueblos, cuanto más violenta sea la tensión que precede a la guerra, tanto más se acercará la guerra a su idea abstracta, tanto más se tratará del aplastamiento del enemigo, tanto más coincidirán el objetivo bélico y el político, tanto más puramente bélica y menos política parecerá la guerra. En cambio, cuanto más débiles sean los motivos y las tensiones, tanto menos incidirá la orientación natural del elemento bélico, es decir, la violencia, en la línea indicada por la política, tanto más se desviará pues la guerra de su orientación natural, y tanto más distinta será la finalidad política del objetivo de una guerra ideal; tanto más parecerá la guerra convertirse en política. (Clausewitz, 2005, pp. 31-32)

Si se considera a la esfera económica como parte de la esfera de los intereses políticos del Estado, Clausewitz en esta afirmación estaría asegurando que, al hablar de las herramientas políticas de la guerra, se estaría difuminando su componente natural de la violencia. Sin embargo, cuando las capacidades, poder y alcance de los Estados se ubican más en la esfera de los intereses económicos, pareciera que es más evidente luchar de una manera diferente, sobre todo en este mundo contemporáneo, donde el orden nuclear y los desarrollos militares han creado una contención natural para el inicio de grandes o guerras, o de guerras entre las potencias. El problema de la guerra como instrumento debe ubicarse, más bien, no tanto en la posibilidad de la violencia, sino en el uso de todas las herramientas para conseguir que el contrario haga nuestra voluntad. Es decir, ya no es solo la violencia la herramienta para conseguirlo, sino que el contrario se doblegará dependiendo sus intereses, y actualmente lo económico y comercial pesan mucho en el curso de acción de cualquier Estado. En consecuencia, hay que repensar la forma de la guerra, y entonces aparece la guerra no-convencional, la cual "[e]s ambivalente: se puede referir a 'formas no tradicionales de guerra', así como a formas de guerra 'moralmente ilícitas', lo que significa que no se cumple con 'las leyes y costumbres de la guerra'" (Malis, 2014, p. 185).4

Se puede pensar, entonces, en una gran cantidad de formas de guerra, pero el principio sigue siendo el mismo: la utilización de la violencia para obligar al contrario a hacer nuestra voluntad. En efecto, Christian Malis (2014) ubica diferentes formas de guerra: la nanoguerra, la ciberguerra y la guerra biológica y química. Si bien cada una tiene una especificidad en las capacidades, combatientes y objetivos, se puede inferir que lo que cambia es el concepto de violencia, o que la guerra es solamente un acto violento como la definía Clausewitz, o que se puede definir como guerra todo aquel acto intencionado que con diferentes formas de afectación de los intereses del otro haga la voluntad propia. En este sentido, la definición de la guerra se acerca más a lo que ocurre en el mundo contemporáneo; en el centro de la confrontación está el interés de los actores y actualmente hay muchas formas de perjudicar a estos intereses, afectando por supuesto a los actores políticos en contienda.

Lo que sigue vigente es la concepción política de la guerra, de lo contrario se estaría hablando de simple crimen, el cual también, por supuesto, abandona las formas exclusivamente violentas y logra sus objetivos de diversas maneras.

¿Por qué empezar definiendo la diferencia entre las formas de guerra? Porque es ahí donde se puede observar de manera tangible la transformación en la forma en que los países emplean sus capacidades y buscan ganar poder e influencia en el sistema internacional. La guerra ha cambiado, no por la guerra en sí; ha cambiado porque los países utilizan muchas más herramientas para hacer la guerra, diferentes de la violencia y quizás mucho más efectivas.

La guerra de información, la ciberguerra, y la competencia económica internacional no necesariamente son planteamientos o métodos nuevos para que los Estados busquen objetivos de seguridad nacional, pero el contexto en el cual que se aplican y la prominencia que han asumido son significativamente nuevos. La tecnología de comunicaciones de información, las conexiones de redes sociales y la economía más ampliamente integrada y globalizada, junto con un deseo de evitar el poder militar asimétrico de EEUU, han canalizado la oposición revisionista al orden internacional basado en las reglas apoyado por EEUU en estos dominios no tradicionales (Troxell, 2018, p. 52).

Ahora la economía domina la forma de gobierno y transforma las relaciones de poder. El arte de gobernar se refiere a los medios a través de los cuales los Gobiernos buscan lograr los objetivos de su política exterior, y puede ser clasificado en cuatro instrumentos principales: diplomacia (negociaciones y acuerdos), información (palabras y propaganda), fuerza militar (armas y violencia) y economía (bienes y dinero).

La antigua secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, en una serie de discursos sobre el tema del arte de gobernar económico, identificó dos partes, la primera es "cómo aprovechamos las fuerzas y usamos las herramientas de la economía global para fortalecer nuestra diplomacia y presencia en el extranjero" aplicando los medios económicos para lograr fines geopolíticos. La segunda parte es transformar los fines geopolíticos en medios para ayudar a lograr los fines de prosperidad económica interna. (Troxell, 2018, p. 52)

Blackwill y Harris (2016) enumeran siete herramientas adecuadas para la aplicación geopolítica: política de comercio, política de inversión, sanciones económicas y financieras, política financiera y monetaria, asistencia, capacidad cibernética, energía y bienes primarios (p. 49). Todas son herramientas efectivas para la disuasión; la forma táctica y operativa de emplearlas es a través de bloqueos económicos, congelamiento de cuentas, sanciones financieras, por mencionar algunas medidas.

El comercio sigue siendo tal vez la herramienta económica más fácilmente aplicada como incentivo positivo y como instrumento coercitivo. Lo primero, a través de acuerdos de comercio libre negociados y a través de las relaciones de comercio normales otorgadas por la membresía casi universal en la Organización Mundial de Comercio; lo segundo, a través de sanciones que niegan el flujo libre de bienes. Los acuerdos de comercio libre continúan proliferando, tanto bilateral como regionalmente, con objetivos que se centran predominantemente en asuntos económicos, aunque los efectos geopolíticos residuales de mejores relaciones económicas siempre son posibles. Las sanciones coercitivas que imponen embargos contra el flujo libre de bienes y servicios siguen siendo una característica principal del arte de gobernar económico, a pesar de un fuerte consenso de que no funcionan. Los efectos humanitarios negativos de las sanciones integrales impuestas por las Naciones Unidas contra Irak en la década de 1990 llevaron al desarrollo de sanciones enfocadas contra personas y grupos específicos (Troxell, 2018, p. 57).

El escenario geoeconómico se está convirtiendo en el ámbito más importante para la confrontación y competencia entre los Estados, en este siglo. Por lo tanto, es importante comprender las variables económicas para la gobernanza global y su uso en busca de los objetivos geopolíticos. Claramente el componente militar y los factores clásicos del poder no desaparecen, solamente pasan a ser complementarios en este escenario, y la estructura e implementación de la política exterior de los países cambia, pero no deja de cumplir su función principal.

2. Política exterior y economía: una nueva forma de ver la defensa

Las relaciones entre China y Estados Unidos de los últimos cuarenta años estuvieron marcadas por el interés comercial desde un comienzo. Cuando Henry Kissinger, el asesor del presidente Richard Nixon para asuntos de seguridad nacional, hizo un viaje secreto a Pekín en 1971, inauguró una era de relaciones entre Estados Unidos y China. La lógica detrás de esta decisión fue la idea de que más inversiones e intercambios comerciales serían beneficiosos para ambos países, pues harían más seguro a Estados Unidos y más próspera a China (Specia, 2018).

Sin embargo, el crecimiento de China ha llevado a Estados Unidos a preocuparse por la creciente influencia que ha ganado el país asiático en el mundo. Desde la economía ha proyectado un poder que preocupa a Occidente y que amenaza con cambiar el equilibrio del sistema internacional contemporáneo, ubicando el eje del poder en Asia, con lo que lograría cuestionar la hegemonía estadounidense explicada por Brezinski (1998).

[... ] Sin embargo, esas décadas de relaciones ahora le han dado paso a una guerra comercial fomentada por partidarios de políticas restrictivas hacia China como Stephen Bannon, antiguo estratega del presidente Trump. Bannon consideraba que China es la mayor amenaza a largo plazo para Estados Unidos, y esa mentalidad ha influido en las decisiones de política pública de Trump. (Specia, 2018)

La transformación que ha llevado a cabo un país como China, desde el ascenso de Deng Xiao Ping al poder, es caracterizada por la capacidad de adaptación y de reacciones flexibles a los cambiantes equilibrios de fuerzas en el sistema internacional, que trascienden la estrategia militar. China lleva cuarenta años abriendo lentamente sus fronteras, estas son cada vez más porosas.

La prioridad que China le concedía al crecimiento económico [...] se justificaba en el discurso oficial con el argumento de que dicho crecimiento contribuiría a mejorar las condiciones generales de vida y a preparar el camino para el avance del socialismo. (Chun, 2006, p. 19)

En consecuencia, China ha asimilado el discurso desarrollista occidental y se ha proyectado con una serie de planes que involucran a varios países a la vez. Para China ha sido fundamental desarrollar un nuevo concepto de seguridad (NCS) que se alejara de las formas de guerra fría, sobre todo porque es consciente de que el desarrollo de las capacidades militares de Estados Unidos ha sido muy alto después de la Segunda Guerra Mundial y hoy en día sigue siendo, de lejos, la principal potencia militar del mundo.5 Para China es mucho más efectivo apoyar la creación de un escenario de cooperación basado en el interés mutuo.

La idea del NCS fue formulada por funcionarios del gobierno chino en 1996 e introducida, de manera oficial, por el entonces ministro de Relaciones Exteriores Qian Qichen, durante el IV Foro Regional Asiático, realizado en Petaling Jaya, Malasia, el 27 de julio de 1997. El NCS buscaba iniciar una nueva era en el campo de la cooperación internacional. De acuerdo con el Gobierno chino, la seguridad y la cooperación se habían vuelto algo incompatible. Durante la Guerra Fría la seguridad de un país se había edificado sobre la inseguridad de otros, y la manera como se protegía esa seguridad dependía permanentemente de las capacidades militares (la carrera armamentista), así como de las alianzas de dos o más potencias en contra de un tercero (el equilibrio de poder). Sin embargo, el proceso de interdependencia económica, que se estructuraba entre las distintas economías asiáticas, creaba las condiciones para formular un nuevo patrón en las relaciones de seguridad regionales, superando la mentalidad de la Guerra Fría. En su discurso, Qian Qichen consideró la igualdad entre las distintas soberanías nacionales como el principal elemento de la propuesta china. Para ello debía crearse un consenso entre los más diversos intereses, pero siempre respetando el principio de la soberanía, sin importar el tamaño o cualquier otra característica de los países involucrados. El resultado de los consensos sería la confianza mutua (Rocha Pino, 2006, p. 695).

Para China, la única posibilidad de poder convertirse en una potencia global con una proyección similar a la estadounidense radica en la posibilidad de alejarse de la dinámica militar de la seguridad internacional y acercarla a terrenos en los que tiene cómo competir. Con su población, territorio, disciplina de producción y visión particular del capitalismo de partido único, puede aspirar a competir en el mundo y a sentirse segura a partir de una seguridad cooperativa basada en el interés económico.

Durante su discurso ante la 52 Sesión de la Asamblea General de la ONU, en octubre de 1997, Qian expuso los cuatro puntos que componían la propuesta china sobre seguridad para la posguerra fría:

  1. Los sistemas de seguridad basados en las alianzas militares o la carrera armamentista se habían vuelto insuficientes para conservar la paz.

  2. Las relaciones entre los Estados debían basarse en los cinco principios de la coexistencia pacífica: respeto a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no interferencia en los asuntos internos de otro, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica.

  3. La economía internacional debía convertirse en una base para la seguridad regional y global, en el marco del beneficio mutuo y las prácticas entre iguales.

  4. Todos los países deberían crear mecanismos de consulta y cooperación en el área de la seguridad, e incrementar el entendimiento y la confianza mutuos con el fin de resolver sus conflictos de manera pacífica. (Rocha Pino, 2006, pp. 695-696)

Esto es especialmente evidente cuando China habla del proyecto "One Belt One Road", una nueva ruta de la seda.

En el 2013, el presidente chino XI Jinping anunció el lanzamiento del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI, el desarrollo de la infraestructura y las iniciativas de inversión que se extenderían desde el este de Asia hasta Europa. El proyecto, eventualmente denominado Iniciativa Belt and Road (BRI), pero a veces conocido como la Nueva Ruta de la Seda, es uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos jamás concebidos. Se remonta a la Ruta de la Seda original, que conectaba Europa con Asia hace siglos, enriqueciendo a los comerciantes del Atlántico (Chatzky y McBride, 2019).

Existen también otros proyectos económicos de gran envergadura como las inversiones en África y en América Latina. En el caso africano,

[...] el comercio chino-africano pasó de 765 millones de dólares en 1978 a 170.000 millones de dólares en 2017, un aumento de más de 200 veces. En los primeros cinco meses de 2018 el comercio aumentó 17,7 % con respecto al mismo periodo en el año anterior, para llegar a cerca de 82.000 millones de dólares. De esta forma, China aparece ya como el mayor contribuyente de Inversión Extranjera Directa (IED) en la región. Estas inversiones han servido para crear más de 130.750 empleos desde 2005 hasta la fecha. (Rubio Mosquera, 2018, s. p.)

África se ha convertido entonces en el escenario de la proyección del poder chino en el mundo. Este piloto es la punta de lanza y a la vez la base para enviar el mensaje diplomático que pretende el país asiático: que es un mejor socio que Occidente. Por supuesto, tanto la prensa como los académicos occidentales miran estas acciones con reserva, pero, aunque estas críticas, fundamentadas o no, pretenden poner el acento en la creación de un nuevo colonialismo en África, esta vez chino, es claro que la preocupación está más enfocada en el posicionamiento de China en un continente con tradicional influencia europea.

La cooperación china no goza de buena reputación en los salones de expertos occidentales. Cualquier comentario sobre su presencia en África y otras regiones en desarrollo suele ir acompañado de un rosario de cautelas acerca del carácter extractivo de las inversiones, el apoyo a regímenes políticos poco recomendables o el pingüe beneficio que genera para los contratistas y técnicos de la propia China. Todo eso es cierto (al menos en parte), pero la realidad es algo más compleja. Además de riesgos, la ayuda china ofrece a los países receptores apoyo en sectores que los donantes tradicionales habían abandonado hace tiempo y que constituyen, sin embargo, piezas fundamentales en la estrategia de desarrollo de cualquier país (Fanjul, 2018).

De igual manera, la creación de la base militar en Yibutí le da una posición privilegiada en el cuerno de África.

Si se analiza la presencia china en América Latina, el escenario es similar, aunque los números son menores. Las relaciones de China con la región están marcadas por la constante tensión que existe con Estados Unidos, por los enfrentamientos políticos de algunos países con el país norteamericano, lo que por supuesto le abre un escenario para ingresar al continente con el mismo discurso que lo ha hecho en África. La amistad, el desarrollo, el beneficio mutuo y, por supuesto, la no intervención en asuntos internos y el intento de no imponer un poder militar trae a las américas un discurso diferente al que han estado acostumbradas a lo largo de su historia.

Ha entrado a competir con el Banco Mundial y con el Banco Interamericano de Desarrollo como la principal fuente de financiamiento de proyectos de desarrollo regional. Algunas entidades como China Development Bank y Export-Import Bank of China están detrás del desarrollo de grandes proyectos de infraestructura, especialmente en Brasil. Además del avance en obras de infraestructura, "la inversión china directa en América Latina se ha expandido también a otros sectores en los últimos años [...]. Esas áreas incluyen servicios financieros, comercio, adquisición de bienes raíces para alquiler y actividades manufactureras [...]" (Barría, 2018, s. p.).

El caso chino es el caso de cómo las capacidades militares se encuentran ahora subordinadas a los movimientos y presiones económicas para lograr defender los intereses nacionales. Junto con su crecimiento económico, ha desarrollado nuevas capacidades militares, ha renovado sus fuerzas militares y, al menos a nivel regional en el Pacífico sur y el mar de China, logra una disuasión frente a los demás países, que la posiciona como una potencia militar importante en el sistema internacional.

Esta modernización militar ha provocado la alarma en diferentes analistas por el poderío militar y económico chino. Por ejemplo, Harry Harris, líder del Mando del Pacífico de Estados Unidos (Pacom), afirmó que China podrá desafiar pronto a Estados Unidos en todos los campos de batalla. La revista Time plantea cómo evitar la guerra y la BBC cuáles han sido los avances militares que han provocado la preocupación norteamericana. Hoy pocos dudan que China ya es un rival a tener en cuenta (Instituto de Estrategia, 2018).

El tamaño de sus fuerzas, la nueva tecnología y la inclusión en los mercados armamentistas hacen de China una potencia emergente que logra desafiar el poder estadounidense. A partir de la combinación de poder económico y poder militar, el país asiático se constituye en el gran contendor posguerra fría. El desarrollo de poder militar y de capacidades económicas, así como la consecución de nuevas alianzas, apertura de mercados y el crecimiento y transformación de su fuerza militar, hacen de la República Popular de China un ejemplo de construcción del poder a nivel internacional en el mundo contemporáneo.

Estados Unidos y China están en guerra... comercial (arresto de Meng Wangzhou) [...] y nadie puede negar que ese puede ser un estadio previo a una confrontación mayor. Sobre todo, si atendemos a la conocida "trampa de Tucidides" por la que una potencia emergente y una consolidada terminarán enfrentándose. Trampa que se ha cumplido con una precisión asombrosa desde que fuera descrita en la Guerra del Peloponeso (siglo v a. C.). (Instituto de Estrategia, 2018, s. p.)

Todavía es muy difícil vislumbrar en qué terminará esta competencia entre los dos grandes. Por ahora lo seguro es que el uso de las herramientas económicas para la guerra llegó para quedarse; como dicen Blackwill y Harris (2016), es la guerra por otros medios.

Conclusiones

La geoeconomía apunta al uso de las capacidades económicas de los países para lograr sus intereses, por supuesto dentro de una perspectiva de seguridad nacional. El uso de la economía o el interés por esta siempre ha estado presente en la guerra. Anteriormente, la lucha se daba por la consecución de recursos o, en el combate, se buscaba afectar la economía o comercio del enemigo por medio de la destrucción de la capacidad económica instalada, o por medio de la interceptación de las rutas comerciales; pero todo enfocado a que el otro no pudiera seguir manteniendo su aparato militar.

Actualmente, la economía, gracias a la globalización y al crecimiento económico, se ha convertido en una herramienta fundamental para el poder de los países. La guerra se sigue presentando, y se cree que la guerra convencional dio paso a una guerra no convencional, marcada especialmente por nuevos desarrollos tecnológicos o por actores y escenarios inimaginables hace algunos años y que transforman las maneras de la guerra. Sin embargo, a esa guerra no convencional hay que sumarle la guerra comercial o económica, basada en una perspectiva geoeconómica del mundo, la cual se basa en algunos elementos específicos:

  • ■ el uso del poder económico para defender los intereses propios,

  • ■ el uso de la capacidad económica para afectar al enemigo en cualquier nivel,

  • ■ el uso de estas capacidades para afectar directamente a la economía enemiga,

  • ■ el entendimiento de la economía como centro del interés enemigo y

  • ■ la creación de alianzas basadas en el comercio y las inversiones para crear nuevos bloques de poder.

Con el uso de la capacidad económica para afectar al enemigo se puede afectar a nivel militar y social, por medio de los bloqueos o de algunas sanciones a nivel internacional. Así también se puede afectar directamente la economía contraria, por medio de la constricción de la banca y la industria. Es decir, aparecen nuevos frentes en la guerra moderna, frentes que eran vistos como subsidiarios del esfuerzo militar hasta ahora y que en la actualidad son centrales. El poder militar no desaparece; por el contrario, es un término más de la ecuación del poder contemporáneo. Actualmente los cuerpos expedicionarios tienen traje, computadores e importantes reuniones multilaterales; y los cuerpos con uniforme y armamento vienen detrás.

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* Artículo resultado de la investigación del proyecto “Nuevas Amenazas en el siglo XXI: Fronteras y Derechos Humanos”, de la línea de investigación “Políticas y modelos de seguridad y defensa” del grupo de investigación Centro de Gravedad, reconocido y categorizado en A por Colciencias, vinculado al Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales (CSEDN), adscrito a la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, Colombia.

1 Traducción propia.

2Es el debate que sostiene Mats Berdal frente a la idea de Kaldor sobre la transformación de las guerras. Kaldor afirma que anteriormente las guerras tenían objetivos geopolíticos o ideológicos, mientras que actualmente serían por las identidades políticas (citado en Berdal, 2013).

3 Traducción propia.

4 Traducción propia.

5"El presupuesto de defensa de Estados Unidos asciende a 585.300 millones de dólares y supone un tercio del gasto militar de todo el mundo. En los últimos 15 años casi se ha duplicado (316.000 en 2001)" (El País, 2016, s. p.).

Cómo citar: Cancelado, H. (2019). De la masacre de Nanjing a la nueva Ruta de la Seda: geopolítica y geoeconomía a comienzos del siglo XXI. Revista Relaciones Internacionales, Estrategia Y Seguridad, 15(1). pp. 31-42. DOI: https://doi.org/10.18359/ries.4258

Recibido: 23 de Agosto de 2019; Revisado: 30 de Septiembre de 2019; Aprobado: 06 de Noviembre de 2019

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