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Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad

Print version ISSN 1909-3063

rev.relac.int.estrateg.segur. vol.16 no.1 Bogotá Jan./June 2021  Epub May 07, 2021

https://doi.org/10.18359/ries.5037 

Artículos

Cooperación entre servicios de inteligencia: la dimensión regional*

Cooperation between Intelligence Services: The Regional Dimension

Cooperação entre serviços de inteligência: a dimensão regional

José Miguel Palaciosa 

a Doctor en Ciencia Política, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid. Colegio de Europa, Brujas, Bélgica. Correo electrónico: palacios.josem@yahoo.es ORCID: http://ORCID.org/0000-0001-9799-0781


Resumen:

Las características del mundo posmoderno van a imponer una cada vez más frecuente cooperación entre servicios de inteligencia de diversos países, en particular de los pertenecientes a una misma región geopolítica. La existencia de potentes y desarrolladas estructuras formales de cooperación regional es un factor que favorece la cooperación de inteligencia, en especial cuando existe en la región una cultura de inteligencia que reconoce el papel de este tipo de órganos en el proceso de toma de decisiones. La Unión Europea, como típica entidad posmoderna, constituye un espacio ideal para el desarrollo de una intensa y permanente cooperación de inteligencia. En este aspecto, América Latina lleva algunos años de retraso, pero en la región se advierte la presencia de la mayor parte de los factores que han hecho posible el éxito de la experiencia europea.

Palabras clave: servicios de inteligencia; cooperación; posmodernidad; Unión Europea

Abstract:

The postmodern world's characteristics will require Increasingly frequent cooperation between Intelligence services from different countries, particularly those within the same geopolitical region. The existence of robust and developed formal structures for regional cooperation favors intelligence cooperation, especially when the region's intelligence culture recognizes these bodies' role in decision-making. As a typical postmodern entity, the European Union constitutes an ideal setting to promote intense and permanent intelligence cooperation. While Latin America is some years behind schedule, it gathers most of the factors that have made the successful European experience possible.

Keywords: Intelligence services; cooperation; postmodernity; European Union

Resumo:

As características do mundo pós-moderno imporão uma cooperação entre serviços de inteligência de diversos países cada vez mais frequente, em particular dos pertencentes a uma mesma região geopolítica. A existência de potentes e desenvolvidas estruturas formais de cooperação regional é um fator que favorece a cooperação de inteligência, em especial quando existe, na região, uma cultura de inteligência que reconhece o papel desse tipo de órgãos no processo de tomada de decisões. A União Europeia, como típica entidade pós-moderna, constitui um espaço ideal para desenvolver uma intensa e permanente cooperação de inteligência. Nesse aspecto, a América Latina apresenta alguns anos de atraso, mas, na região, é verificada a presença da maior parte dos fatores que tornam possível o sucesso da experiência europeia.

Palavras-chave: serviços de inteligência; cooperação; pós-modernidade; União Europeia

Introducción

La cooperación entre servicios de inteligencia tiene elementos paradójicos. Y ello es así porque la inteligencia forma parte del llamado "núcleo de soberanía" y se pone al servicio del interés particular de un Estado frente a los intereses de todos los demás, que son vistos como potenciales competidores. Según la conocida frase atribuida a lord Palmerston, "England has no eternal friends, England has no perpetual enemies, England has only eternal and perpetual interests"1 (Haarr, 2013), quien hoy está a nuestro lado puede que no lo esté mañana, de manera que resultaría absurdo ligar nuestro destino al suyo y compartir con él parte de nuestro tesoro más preciado, imprudencia que podría volverse en nuestra contra en un futuro que no podemos controlar2. En estas condiciones no puede existir confianza total entre las partes y, sin confianza, resulta casi imposible construir una auténtica cooperación en el ámbito de la inteligencia.

Sin embargo, y a pesar de esta grave dificultad, la cooperación entre servicios de inteligencia es necesaria, usual y frecuente. Es también permanente, en especial cuando se trata de países que participan en un mismo proyecto de integración, como la Unión Europea (UE), o que pertenecen a una misma alianza, como la OTAN. Y es intensa, sobre todo cuando las partes tienen interés en que lo sea, es decir, cuando el beneficio que obtienen es mutuo, claro y sustancioso.

De una u otra forma, la cooperación entre servicios ha existido siempre, aunque se ha incrementado de manera notable en la época que a menudo se denomina posmoderna, tras el final de la Guerra Fría en diciembre de 1991. Robert Cooper, uno de los arquitectos de la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, ha escrito que los Estados posmodernos se caracterizan por la limitación (autoimpuesta) de la soberanía nacional y por la difuminación de los límites entre lo "externo" y lo "interno" (Cooper, 2000), algo que debería hacernos esperar que la colaboración entre servicios de inteligencia se hubiera intensificado durante los últimos años, al menos en la "parte posmoderna" del mundo actual. Es, desde luego, así, pero la colaboración entre servicios también se ha incrementado considerablemente en el resto del mundo (Estados "modernos" y "premodernos", según la terminología de Cooper), lo que probablemente es reflejo de la aparición de nuevas amenazas y riesgos que afectan a la humanidad en su conjunto.

A lo largo de este artículo intentaremos explicar con más detalle las razones que mueven a los servicios de inteligencia a colaborar entre sí y discutiremos las modalidades principales que reviste esa colaboración. En cualquier caso, trataremos solo de las relaciones entre servicios de países distintos y prestaremos una atención especial a los que pertenecen a una misma región. El importante problema de la cooperación entre servicios de inteligencia dentro del mismo país tiene un alcance completamente distinto y aquí el principal obstáculo, más que la lealtad exclusiva y excluyente al propio Estado, puede ser la rivalidad burocrática entre organizaciones con capacidades parcialmente solapadas, así como los respectivos intereses corporativos. Más que de colaboración entre servicios, en el sentido en que utilizaremos esta expresión a lo largo del artículo, tendríamos que hablar entonces de organización y funcionamiento de la comunidad de inteligencia (formal o informal) de un país dado. O, quizá, de ese ente de contornos indefinidos que se puede denominar "comunidad ampliada de inteligencia" (Arcos Martín y Antón, 2010).

Concentraremos nuestra atención en la inteligencia nacional y militar y obviaremos por completo los problemas relacionados con la cooperación en materia de "inteligencia criminal" (law enforcement intelligence), que nos parecen fundamentalmente distintos. Como señala Greg Treverton (2011), "las culturas de la inteligencia y de las fuerzas policiales (law enforcement) son mundos aparte. En el caso de la inteligencia, la política es la finalidad principal y resulta aceptable lo que es suficientemente bueno para servir de base a la toma de decisiones. Para las fuerzas policiales, el propósito es condenar a los delincuentes y el estándar, el que establezcan los tribunales de justicia"3 (pos. 666). También José Manuel Ugarte distingue claramente "entre la inteligencia nacional, la inteligencia militar, por una parte, y la inteligencia criminal, más propiamente, inteligencia sobre el delito, por la otra" y reconoce que "la cooperación en inteligencia posee mayores dificultades en los dos primeros casos que en el último" (Ugarte, 2012, p. 157). Y es que la inteligencia propiamente dicha (nacional y militar) es intrínsecamente competitiva, mientras que la inteligencia criminal es, en general, cooperativa, con la mayor parte de los países interesados en combatir el delito. Puede existir cooperación tanto en un caso como en otro, pero los problemas que esa cooperación plantea y las dinámicas que genera nos parecen fundamentalmente distintos.

El presente artículo se inscribe en la cada vez más extensa literatura sobre inteligencia y participa, lógicamente, de algunas de sus limitaciones. A lo largo de las últimas décadas, los estudios sobre inteligencia han sido obra, en gran parte, de profesionales de la inteligencia en activo o retirados y que, quizá por ello, "se encuentran más próximos a la práctica que a la teoría" (Marrin, 2012, p. 2). En palabras de Stephen Marrin, "los niveles de abstracción empleados en la literatura sobre inteligencia son mínimos, e incluso la poca teoría de la inteligencia y del análisis de inteligencia que existe es resultado principalmente de un esfuerzo por parte de los profesionales de la inteligencia para comprender y explicar la función de la inteligencia" (Marrin, 2012, p. 2). Estos problemas identificados por Marrin afectan claramente a este artículo, que consiste, sobre todo, en una reflexión sobre casos conocidos del mundo real y no intenta construir sobre su base una teoría explicativa sólida.

Una última advertencia previa se refiere a las fuentes utilizadas. Dado que las cuestiones relativas a la cooperación entre servicios de inteligencia están sometidas en general a un alto grado de clasificación, muchos detalles de las materias que vamos a tratar solo podrán ser conocidos con certeza dentro de unas décadas, cuando los archivos pertinentes hayan sido abiertos. Por ello, la información disponible en estos momentos es, evidentemente, incompleta y, en algunos casos, puede resultar errónea. Esperamos que estas limitaciones no afecten negativamente a la exactitud de partes fundamentales de lo que a continuación vamos a exponer.

¿Por qué cooperan los servicios?

Hemos adelantado que la cooperación entre servicios es una excepción de la regla, algo que les obliga a dejar en segundo plano dos criterios que figuran en el ADN de este tipo de organizaciones: la exclusiva atención a los intereses nacionales y la obsesión por el secreto. Sin embargo, y a pesar de todo, la colaboración existe y es cada vez más importante, lo que nos sugiere que debe haber motivos muy poderosos para ello. Y los hay.

Hay, en primer lugar, motivos de seguridad. En el mundo del siglo xxi, las principales amenazas son trasnacionales y, al menos en sociedades abiertas como son la mayor parte de las europeas y americanas, todos los intentos de controlarlas por medio de fronteras han sido en vano. De manera que, si se quiere ser eficaz, si se pretende mantener un nivel adecuado de seguridad dentro de cada Estado, las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia de diversos países tienen necesariamente que cooperar. Y cooperan en beneficio de todos. Y se fían los unos de los otros. Dado que la confianza es clave y es más fácil de garantizar entre socios o aliados, la cooperación resulta particularmente intensa entre países que participan en estructuras permanentes de cooperación que hacen posible un conocimiento mutuo extenso y profundo. La confianza, sin embargo, puede surgir también por otras vías. Una herencia cultural compartida, así como una larga tradición de trabajo en común o de intercambio de información sensible puede crear confianza entre los servicios de países cuyas relaciones políticas no sean particularmente amistosas.

La imposibilidad de abarcar todo lo que interesa a los clientes políticos es también uno de los motivos que llevan a los servicios a cooperar con otros. En nuestros días, cualquier país, por pequeño que sea, tiene importantes intereses estratégicos en espacios que rebasan ampliamente su entorno regional y en ocasiones participan activamente en procesos de toma de decisiones de alcance global4. Sin embargo, solo unos pocos disponen de los medios para garantizar un apoyo de inteligencia auténticamente eficaz ante exigencias tan ambiciosas. La solución, una vez más, está en buscar la cooperación con los servicios de otros países.

Esta cooperación puede adoptar la forma de pooling and sharing, es decir, de creación de capacidades conjuntas cuyos resultados son luego compartidos entre todos los socios. Estas capacidades pueden ser técnicas, pero también organizativas y, en ocasiones, se materializan mediante el intercambio de experiencias. En el mundo de la inteligencia, sin embargo, resulta más frecuente un modelo distinto, basado en el aprovechamiento de las complementariedades que existen entre servicios. Así, un servicio europeo puede recibir de un socio en la región del Pacífico inteligencia sobre países asiáticos que no puede cubrir adecuadamente con sus propios medios y corresponder con inteligencia sobre ciertas partes de África. O, en lo que es un ejemplo clásico de cooperación asimétrica, servicios poderosos pueden ofrecer formación a otros servicios menos avanzados y esperan conseguir con ello un cierto grado de influencia sobre ellos, algo que en la mayor parte de los casos facilita futuras ayudas puntuales en aquellos temas concretos que les interesen.

Hay también motivos técnicos para cooperar. Por razones de posibilidades económicas o de nivel tecnológico, ciertas capacidades de inteligencia técnica están solo al alcance de unos pocos. Los servicios menos poderosos necesitan la asistencia de otros más avanzados y en ocasiones pueden corresponderles prestándoles apoyo de HÜMINT o de contrainteligencia, particularmente en zonas donde pueden disponer de un mejor despliegue o tener una mayor proximidad cultural. Se puede también compensar a un servicio más potente al actuar como proxy suyo en determinadas áreas geográficas o en ciertas especialidades. Es lo que hacían, por ejemplo, los servicios de países del Pacto de Varsovia en favor de los servicios soviéticos5. Parece claro que este tipo de cooperación asimétrica entre servicios crea dependencia de la parte débil respecto a la fuerte, algo que no siempre resulta fácil de gestionar. En la vida real, sin embargo, es frecuente que para muchos servicios no existan alternativas reales a este tipo de cooperación.

Como decía Jack Brotherhood, uno de los personajes de la célebre novela A Perfect Spy de John Le Carré (2008), "la inteligencia es un mercado negro organizado en bienes perecederos"6 (p. 473) y a él acuden los servicios en busca de los frutos de la adquisición técnica y la adquisición humana (raw intelligence). En la práctica, sin embargo, una parte muy considerable del intercambio entre servicios corresponde a documentos analíticos (finished intelligence), a los que las partes, en general, conceden un valor modesto7. Sirven, sin embargo, para mantener abiertos los canales de comunicación y ofrecen además algunas posibilidades nada desdeñables. Para la parte más fuerte, este tipo de productos ayuda a construir una narrativa o relato (es decir, una clave para la interpretación de la información factual) a través de la cual se puede ejercer influencia sobre la parte más débil. Para esta última, los productos analíticos que recibe de un socio más fuerte permiten tener un acceso indirecto a los resultados de un potente sistema de adquisición.

La confianza mutua es la condición necesaria para que los proyectos de colaboración entre servicios de inteligencia acaben concretándose y el nivel de confianza que existe entre ellos limita también las modalidades que su colaboración puede adoptar. La realización de operaciones conjuntas, por ejemplo, exige la existencia previa de un buen conocimiento y confianza entre las partes, ya que el trabajo en común va probablemente a revelar parte de los medios y procedimientos que se emplean. Hace falta también un altísimo nivel de confianza mutua para compartir información sobre capacidades de adquisición técnica, que son en nuestros días el principal medio de obtención de información. Por el mismo motivo, la manipulación conjunta de fuentes humanas es rara. En ocasiones, los servicios proporcionan datos de identificación de fuentes o incluso facilitan el acceso físico limitado a ellas, aunque se requiere una gran confianza mutua para que este tipo de colaboración resulte posible8.

Cooperación bilateral

Un antiguo director del servicio francés de seguridad interna, la DCRI9, recordaba en 2013 que "el establecimiento de una confianza real se cultiva en un marco bilateral" (Squarcini y Pellot, 2013; p. 79). Y, siendo la confianza mutua una condición necesaria para que exista verdadera cooperación entre agencias de inteligencia, no debe extrañarnos que la cooperación clásica de inteligencia tenga, en la mayor parte de los casos, carácter bilateral. Habrá quien crea que los mecanismos multilaterales deberían ser más utilizados para canalizar las relaciones entre servicios, pero, por el momento, la realidad impone serias limitaciones a su empleo en asuntos de gran sensibilidad.

Ahondando en las relaciones bilaterales, existe, en primer lugar, cooperación con servicios amigos o aliados. Aunque una visión estrictamente realista de las relaciones regionales e internacionales sugiera que no existen países amigos (ni, por tanto, servicios amigos), sino tan solo intereses (parcialmente, temporalmente) coincidentes, en la realidad podemos observar diversos ejemplos de países que han mantenido a lo largo de décadas una sólida alianza. Es el caso de los cinco principales países anglosajones (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que han combatido juntos en dos guerras mundiales y son solidarios en la mayor parte de las grandes crisis regionales e internacionales. Tenemos también la UE, un ambicioso proyecto de integración supranacional, o la OTAN, una alianza militar que, a diferencia de otros ejemplos históricos, está activa desde hace más de setenta años. En estos dos últimos casos, existe un amplio grado de identificación entre las políticas exteriores y de seguridad de los países miembros, y, aunque subsisten diferencias relativamente importantes entre ellos, lo que los une tiene mucho más peso. Por este motivo, la cooperación bilateral entre servicios de países miembros de la OTAN o de la UE es, con frecuencia, intensa y profunda.

No solo existe colaboración bilateral con servicios de países amigos. No es raro que algunas de las colaboraciones más interesantes sean las que se establecen con servicios de países rivales o incluso enemigos. En muchos casos, se trata de una colaboración mínima, que no pasa de la definición de un "código de conducta" y de la resolución de los incidentes bilaterales que puedan surgir. A veces, sin embargo, se va más allá y se establece una colaboración limitada que afecta únicamente (o especialmente) a aquellos intereses que, a pesar de la rivalidad, los países y los servicios tienen en común.

En muchas ocasiones las relaciones entre servicios hostiles pueden tener, sobre todo, una función de "diplomacia paralela", es decir, su finalidad real puede consistir en proporcionar a los respectivos gobiernos un canal discreto de relación cuando otros canales más directos y públicos no existen o no pueden utilizarse. Es obvio que una exitosa colaboración sobre algún tema concreto de interés común puede ser la base para la creación de un cierto grado de confianza mutua (de respeto profesional, al menos), una confianza que puede servir de base para el establecimiento y desarrollo de canales discretos de relación. Más adelante discutiremos en detalle este caso particular.

Si existe cooperación con servicios de países amigos y con servicios de países rivales, pueden existir también casos de cooperación entre servicios de inteligencia y los órganos de inteligencia, contrainteligencia o seguridad de "entidades" que no son Estados. Estas entidades pueden ser, en primer lugar, Estados no reconocidos. Sería el caso, por ejemplo, de Kósovo, que no reconoce la mitad (aproximadamente) de los miembros de las Naciones Unidas, el de Abjasia, que solo reconocen Rusia, Venezuela, Nicaragua y Nauru, o el de la República Árabe Saharaui Democrática, reconocida por más de ochenta países, pero no por los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los de la UE o los de la OTAN. En este caso particular, las relaciones entre servicios pueden ser muy similares a las que existen entre las agencias de inteligencia de Estados soberanos. La diferencia de estatuto formal no supone necesariamente un obstáculo insuperable en unas relaciones que tienen, sobre todo, un contenido práctico y que se desarrollan de forma discreta, lejos de la atención pública.

Un caso más complicado surge cuando la otra parte es un movimiento de resistencia, una organización terrorista o un grupo criminal. Algunos de ellos, por su entidad y por sus medios, son tan poderosos como muchos Estados y pueden disponer en su seno de estructuras especializadas que realizan funciones de inteligencia o contrainteligencia. Cualquier cooperación, cualquier contacto incluso, de un organismo público con entidades de este tipo debería estar, en principio, prohibido, pero no es excepcional que las agencias de inteligencia reciban autorización para entrar en tratos con estas entidades cuando existan para ello razones evidentes de interés nacional. Estas razones son muy diversas y pueden incluir la resolución de secuestros o la lucha contra un enemigo común, que puede ser otro Estado o un grupo rival. Es conocido, por ejemplo, el apoyo que la CÍA y otros servicios occidentales prestaron durante los años ochenta a grupos insurgentes afganos10. Los servicios soviéticos, por su parte, ayudaron de formas diversas a numerosos movimientos de liberación nacional, como el FLN argelino11.

Diplomacia paralela, como forma de cooperación entre servicios

La diplomacia paralela es una forma especial de cooperación entre servicios de inteligencia. Existe, en primer lugar, una diplomacia paralela entre servicios amigos, de la que se espera que complemente la que se desarrolla a través de otras vías. En este sentido, no se diferencia demasiado de las relaciones exteriores que, en esta era de globalización, mantienen todo tipo de organismos de la administración central, regional y local. Pero existe también una diplomacia paralela distinta, en la que las relaciones entre servicios de inteligencia/ seguridad se convierten en una de las pocas vías de diálogo entre países cuyas relaciones diplomáticas oficiales son muy tensas o no existen, o con entes y grupos con los que cualquier contacto oficial está en principio excluido.

La utilidad de este segundo tipo de relaciones, conocidas en inglés con el término back channel, no es discutida ni por los gobiernos ni por la comunidad científica. Se utilizan, en general, con cuatro finalidades distintas: a) reforzar o sustituir las relaciones diplomáticas formales; b) estructurar la cooperación sobre temas de interés común; c) negociar rescates; d) limitar los daños producidos por incidentes relacionados con la actividad de los propios servicios.

La primera de estas finalidades consiste en reemplazar o reforzar las relaciones diplomáticas normales. En España, por ejemplo, el director del Cesid, Emilio Alonso Manglano, desarrolló durante los años ochenta y noventa del siglo XX "una labor diplomática que precedió en muchos casos a la acción de Exteriores", en la que se mantuvo una "relación leal y equilibrada con diferentes servicios de la comunidad internacional, en número cercano a los doscientos, y con otras organizaciones no estatales dominantes en ciertas zonas de interés estratégico" (s.p.) para el país (Martínez Isidoro, 2014). Fruto de esta diplomacia paralela de Alonso Manglano, se establecieron contactos de alto nivel con el KGB, en un momento en que otros servicios occidentales aún no se habían decidido a dar el paso. Así, en la primavera de 1990 viajó a Moscú, donde pudo entrevistarse con Vladímir Kriuchkov, por aquel entonces presidente del KGB12 (Cembrero, 1992).

También en otros países podemos encontrar ejemplos interesantes de diplomacia paralela. Por ejemplo, durante el conflicto de los Balcanes de los años noventa, las muy tensas relaciones diplomáticas entre la Yugoslavia de Milosevic y los Estados Unidos se vieron en parte compensadas por la colaboración entre la CIA y el principal servicio serbio, el RDB. Según Jovica Stanisic, en aquellos momentos director del RDB, esta colaboración "contribuyó de manera importante a la desescalada del conflicto" (Miller, 2009, s.p.). Por su parte, el Secret Intelligence Service (MI6) británico, que había tendido un back channel hacia el IRA durante los prolegómenos del proceso de paz irlandés, negoció con el líder libio Gadafi y fue capaz de convencerlo de normalizar relaciones y de renunciar a sus programas de armas de destrucción masiva (Smith, 2003). Además, los servicios europeos de inteligencia, coordinados por un oficial de inteligencia británico (Alastair Crooke), mediaron con grupos palestinos durante la segunda intifada. El propio Crooke se entrevistó con miembros de Hamas y del Tanzim (Al Fatah)13. Y Gerhard Conrad, un oficial de inteligencia alemán miembro del BND, negoció durante años con Hizbollah y Hamas la liberación de ciudadanos israelíes en poder de esos grupos (Pidd, 2011).

Una segunda finalidad posible de la diplomacia paralela consiste en articular la cooperación entre dos servicios en principio hostiles en aquellos casos en que tienen un interés común. Los servicios sirios, por ejemplo, han podido colaborar con servicios occidentales en temas relativos al extremismo islamista, a pesar de las malas relaciones políticas que han existido durante décadas entre Siria y Occidente14. Y los servicios libios, con el impulso de su director Musa Kusa, proporcionaron a los británicos en los años que siguieron al 11 de septiembre "valiosa inteligencia sobre Al Qaeda en el norte de África"15 (Andrews, 2013, p. 208).

Una tercera finalidad de la diplomacia paralela de los servicios de inteligencia es ayudar a encontrar canales que permitan resolver los casos de secuestro de ciudadanos propios en países o zonas de riesgo. Así, en 2013, el servicio exterior italiano AÍSE contó con la colaboración de los servicios turcos para llegar hasta los captores de dos periodistas que habían sido secuestrados por el grupo rebelde sirio Al-Faruk (Sarzanini. 2013). También otras agencias de inteligencia occidentales, como el servicio español CNI, han tenido un protagonismo especial en los complicados procesos que han conducido a la liberación de diversos rehenes secuestrados en países africanos (Cembrero, 2014).

Por último, una de las posibles finalidades que puede tener la diplomacia paralela es disponer de un canal discreto que sirva para controlar los incidentes que se produzcan entre las partes (en particular, los causados por la actuación de los propios servicios) e impedir que lleguen a provocar una crisis diplomática seria. Según Fernando Rueda (2014), este fue el contenido básico del primer acuerdo negociado entre el Cesid español y el servicio cubano G2 durante la presidencia de Felipe González.

El protagonismo de los servicios en este tipo de relaciones está justificado por la importancia de que no lleguen al conocimiento del gran público, o no lo hagan en momentos en que puede resultar políticamente inconveniente. A menudo, este objetivo es compartido por la otra parte, que puede estar sometida a condicionamientos similares en su propio país. En ocasiones, sin embargo, no es así. Puede ocurrir que lo que la otra parte busque en los contactos sea, sobre todo, reconocimiento, algo que solo se consigue si la existencia de la relación llega a conocimiento del público. Aquí se encuentra el origen de muchas filtraciones.

Para los servicios de inteligencia contemporáneos la diplomacia paralela es una parte muy importante de su acción exterior y, en algunos casos, justifica de sobra su existencia.

Cooperación multilateral

A lo largo de las últimas décadas y a pesar de las reticencias de algunos, la cooperación multilateral en el ámbito de la inteligencia ha ido creciendo y las estructuras, formales o informales, que la hacen posible han ido multiplicándose y desarrollándose. A ello ha contribuido, en primer lugar, la globalización de muchas de las amenazas y los riesgos a los que nuestras sociedades se enfrentan. Ha influido también la creciente internacionalización de las principales decisiones políticas y económicas, muchas de las cuales se adoptan ahora en foros multilaterales (organizaciones internacionales, proyectos supranacionales de integración, alianzas). Dado que la inteligencia es un servicio que se presta al proceso de toma de decisiones, en principio, y con todas las reservas que queramos formular, un proceso cada vez más internacionalizado puede requerir el apoyo de un órgano internacional de inteligencia o, al menos, de un sistema multilateral para la producción e intercambio de inteligencia.

Tras el final de la Guerra Fría, con el consiguiente fin del sistema de bloques, la creciente globalización ha conducido a la generalización de las relaciones diplomáticas y de cooperación y ha provocado una notable expansión geográfica de los centros de interés para la política de cada Estado. Siendo fieles a la idea clásica de que la cooperación de inteligencia debe ser, sobre todo, bilateral, nos encontramos con el problema de crear y mantener redes de relaciones enormemente extensas, con un número de corresponsales que en el caso de una potencia media puede superar los dos centenares. Gestionar con eficacia una red tan amplia de relaciones bilaterales es una tarea ingente que está al alcance de muy pocos países. Para todos los demás, los foros multilaterales constituyen una solución pragmática que les permite mantenerse en contacto con un amplio número de interlocutores; un contacto que puede dar lugar a colaboraciones bilaterales puntuales en caso de necesidad.

Existen varios modelos de cooperación multilateral. En algunos de ellos la cooperación está institucionalizada por medio de la creación de órganos que la canalizan o, al menos, por la existencia de un acuerdo explícito aceptado por todas las partes. En otros, la cooperación es informal, aunque esto no quiere decir que sea menos intensa. Por motivos históricos y culturales algunos de los acuerdos de cooperación más fructíferos no han sido nunca institucionalizados. Sin ánimo de establecer una tipología que abarque todos los casos posibles, a continuación, se exponen algunos de los modelos más populares, ordenados de mayor a menor intensidad en la cooperación.

El primero lo constituiría la cooperación muy estrecha y estructurada entre países que están ligados entre sí por alianzas sólidas y antiguas. En estos casos se produce una relativa integración de los respectivos sistemas de inteligencia, que se conceden mutuamente un acceso privilegiado a los resultados y llegan a compartir procedimientos técnicos y operaciones. Un ejemplo clásico sería el ya citado de los "Cinco Ojos" (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) (Bigo et al., 2014).

En segundo lugar, nos encontraríamos con los órganos de inteligencia de entes supranacionales u organizaciones internacionales. En ellos existen siempre estructuras que hacen posible el intercambio de inteligencia, pero en ocasiones pueden existir también órganos especializados en la elaboración conjunta de inteligencia sobre la base de la información facilitada por los propios miembros y, en algún caso, también de información obtenida por la propia entidad supranacional u organización. Este tipo de estructuras centralizan el intercambio multilateral en apoyo de la propia organización, pero también facilitan las relaciones bilaterales, al crear un marco normativo común, reconocido por todas las partes y, en ocasiones, al desplegar sistemas técnicos comunes que facilitan los intercambios (BÍCES, por ejemplo)16. Algunas de las estructuras comunes más conocidas son el EU ÍNTCEN17 y la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor de la UE en la Unión Europea (Kozlowski y Palacios, 2015) o el NATO Fusion Center y la Intelligence Production Unit en la OTAN18 (Shea, 2012). En general, las estructuras encargadas de facilitar los intercambios poseen también una cierta capacidad propia de procesamiento y análisis.

Un tercer modelo de cooperación multilateral lo constituirían los clubes de servicios. Denominamos clubes a estructuras, en principio, informales, a través de las cuales diversos servicios mejoran su conocimiento mutuo y llegan, incluso, a intensificar su cooperación. Pueden existir clubes temáticos, como el CTG, especializado en la respuesta a la amenaza terrorista, o el "Budapest Club", cuyo interés se centra en el uso de las fuentes abiertas con finalidades de inteligencia (Rettman, 2011); así como clubes geográficos, que agrupan a los servicios de una determinada región19. La existencia de muchos de estos clubes es secreta, aunque la de algunos ha llegado con el tiempo a trascender20. El Colegio de Inteligencia en Europa21, fundado en 2019, es un ejemplo reciente de club de servicios de inteligencia.

Una cuarta forma de cooperación regional e internacional de servicios, la más débil, la menos exigente, la constituye la participación en redes en las que, además de servicios, están presentes otros actores. El caso más conocido lo constituye, quizá, el Global Futures Forum (GFF) (Vandecasteele, 2015), que trata de construir un puente entre teoría y práctica para aproximar a los servicios de inteligencia y de seguridad entre sí y a estos con la comunidad académica.

En una dimensión diferente, podemos hablar también de las estructuras de inteligencia ad hoc. Son las que se constituyen en apoyo de una determinada operación y se desmantelan una vez que la operación termina. Estas estructuras son características de la inteligencia militar y en ellas suele haber un país líder que se encarga de la dirección general del sistema y que aporta la mayor parte de los medios más sofisticados. Esta estructura común proporciona a las unidades de combate, con independencia de cuál sea su nacionalidad, la inteligencia que necesitan para el desarrollo de sus actividades (identificación de objetivos, detección de amenazas) y puede también centralizar el procesamiento de los datos obtenidos por los países componentes en el curso de la operación. Para ello, en este tipo de estructuras suelen existir equipos conocidos como NÍC (células nacionales de inteligencia), encargados de canalizar las relaciones entre la propia estructura y las inteligencias nacionales.

En general, la participación en todos estos sistemas internacionales de cooperación es puramente voluntaria y los servicios no asumen ninguna obligación especial de aportar información o análisis. O, dicho de otro modo, en todo momento conservan su soberanía, su capacidad de decisión autónoma, y pueden determinar en qué medida y de qué forma contribuyen a la tarea común. Aunque esto hace que las estructuras internacionales de inteligencia parezcan igualitarias, en la realidad es frecuente que no lo sean. Dado que uno de los principales motivos para cooperar con otro país es la fuerte disparidad en las posibilidades de los respectivos sistemas de inteligencia, es muy habitual en este tipo de relaciones que la igualdad teórica se traduzca en la práctica por un fuerte desequilibrio, en el que uno de los socios establece las prioridades y realiza la mayor parte del esfuerzo (cooperación asimétrica). Durante la Guerra Fría, las estructuras de inteligencia de la OTAN y del Pacto de Varsovia fueron dos buenos ejemplos de sistemas internacionales de inteligencia muy asimétricos.

Si la proximidad política y la confianza mutua entre las partes parecen condiciones indispensables para que pueda desarrollarse una cooperación multilateral fructífera y permanente en el ámbito de la inteligencia, podríamos esperar que los esquemas de cooperación más eficaces surjan, sobre todo, en el ámbito regional o subregional. La UE, probablemente el ejemplo más perfecto de integración regional, sería, en principio, un candidato perfecto a desarrollar en su seno una inteligencia multilateral cooperativa capaz de actuar en apoyo de sus políticas.

La Unión Europea: ¿un modelo válido para América Latina?

La UE es el ejemplo más característico de entidad política posmoderna. Si desde su momento fundacional la delegación de soberanía en beneficio de las instituciones comunitarias constituye una de las bases del proyecto europeo, esta relativización de la soberanía nacional supone la remoción de uno de los principales obstáculos que se oponen a una efectiva cooperación de inteligencia entre los servicios de los países miembros. A lo largo de las últimas décadas, Europa Occidental, que no era en principio más que una región geopolítica, se ha ido dotando de un complejo aparato institucional e incorporando a nuevos países hasta llegar a constituir una "Unión Europea" que incluye en su seno a la mayor parte de los países del continente. Una Unión Europea que no es aún una federación (ni siquiera una confederación), pero que, desde luego, es ya mucho más que una organización internacional.

En las secciones anteriores hemos creído identificar, al menos en forma indiciaria, una serie de factores que favorecen la cooperación regional e internacional en el ámbito de la inteligencia. La mayor parte de ellos son observables en el caso de la UE:

  • La existencia de una estructura permanente, cuyas competencias se extienden a la mayor parte de las áreas que cubren los Estados modernos, incluida la Política Exterior y de Seguridad Común y, de una manera limitada, los Asuntos de Justicia e Interior.

  • Afinidad cultural entre los países miembros, aunque sigan existiendo diferencias relativamente importantes y, para algunos Estados, la sensación de proximidad sea particularmente intensa con países situados fuera de la UE: Suecia y Dinamarca con Noruega e Islandia; la República de Irlanda con el Reino Unido, Estados Unidos con Canadá; Portugal y España con las repúblicas iberoamericanas.

  • Tradición de cooperación. La mayor parte de los actuales miembros de la UE han trabajado juntos, en el marco de la OTAN y de otras organizaciones, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

  • Percepción común de amenazas y riesgos, recogida en la Estrategia de Seguridad Europea de 2003, la Estrategia de Seguridad Interior de la UE de 2010 y la Estrategia Global de la UE de 2016. Por otra parte, existe una cada vez más clara voluntad política de que la UE pueda tener en la política internacional un papel a la altura de su potencia económica. Como ha comentado el alto representante Josep Borrell, "los europeos deben tratar con el mundo tal como es, no como desean que sea. Y eso significa volver a aprender el lenguaje del poder y combinar los recursos de la Unión Europea de una manera que se maximice su impacto geopolítico" (Gstöhl, 2020, p. 1).

  • Economía de escala. Con sus 450 millones de habitantes y un PIB solo ligeramente inferior al de Estados Unidos, la UE se ve a sí misma como una potencia mundial, lo que requeriría que dispusiera de una inteligencia con suficiente cobertura para apoyar una política cada vez más ambiciosa. Sin embargo, incluso los mayores países miembros son demasiado pequeños para desarrollar la inteligencia global que se necesita. La cooperación entre servicios es indispensable para que la UE disponga del instrumento de inteligencia adecuado.

Si tenemos en la UE un ejemplo exitoso de integración económica y política, que está favoreciendo también una estrecha cooperación de inteligencia, podríamos asumir que aquellas otras regiones geopolíticas que compartan con la UE todos o la mayor parte de los factores que acabamos de exponer serían terreno fértil para que en ellas se desarrollen esquemas ambiciosos de cooperación en el marco de la inteligencia. En esta línea, y siguiendo una metodología similar a la que acabamos de utilizar para el caso de la UE, Carlos Prieto Maldonado y Carolina Sancho Hirane han analizado los factores que facilitan o dificultan la cooperación de inteligencia en el continente sudamericano. Así, entre los que favorecen la cooperación han destacado "la existencia de amenazas comunes, una capacidad de inteligencia homogénea y la existencia de prácticas de intercambio de información e inteligencia en el marco de organismos internacionales multilaterales" (Prieto Maldonado y Sancho Hirane, 2015, p. 317). Por otra parte, estos autores señalan también otros criterios que parecen hacer más difícil una cooperación más estrecha y destacan entre ellos "la diversa comprensión de lo que significa inteligencia estratégica", "la escasa cultura de inteligencia", "la institucionalización pendiente del producto de inteligencia en el proceso decisional de la autoridad política", "la calidad de los profesionales que forman parte de los servicios de inteligencia" y "la voluntad (política) para cooperar en materia de inteligencia a nivel regional" (Prieto Maldonado y Sancho Hirane, 2015, p. 322).

De todos estos factores, quizá sean la existencia en la UE, y la ausencia en América Latina, de un proyecto sólido de integración regional lo que esté dificultando en mayor medida el desarrollo de la cooperación multilateral de inteligencia entre los países latinoamericanos. Por ello, como señala José Manuel Ugarte (2012), "una cooperación institucionalizada en materia de inteligencia en los aspectos relativos a las relaciones internacionales, seguridad internacional y defensa, lucha hoy con la diversidad de intereses, la existencia de diversas concepciones de la seguridad y la defensa, y la persistencia de diferencias importantes pendientes en materia de política exterior, aunque nada pareciera insalvable en el mediano plazo" (pp. 157-158).

En estas condiciones, ¿es razonable esperar que el modelo europeo pueda aplicarse con éxito en otras regiones, en particular en América Latina? Entendemos que solo puede aplicarse de una manera limitada y teniendo siempre muy en cuenta las particularidades regionales. Es indudable la influencia que las construcciones teóricas sobre la integración europea están ejerciendo sobre procesos de integración que se desarrollan o pueden llegar a desarrollarse en otras regiones, pero su traducción demasiado literal puede dar lugar a esquemas que en la práctica resulten inaplicables o estériles. Como explica el profesor venezolano José Briceño (2018), "las categorías que explican las motivaciones para impulsar la integración regional suelen ser poco abstractas y en este caso, su aplicación descontextualizada puede conducir a conclusiones erróneas. En otras palabras, el contexto importa y su consideración puede ayudar a superar el eurocentrismo" (pp. 70-71). Las principales diferencias que hemos encontrado entre los casos de la UE y de América Latina afectan, precisamente, a las motivaciones para emprender o intensificar la colaboración de inteligencia, algo que, probablemente, limita el valor que el precedente europeo pueda tener fuera de esa región.

El futuro de la cooperación entre servicios

Nos encontramos en un momento de cambio en el que el papel tradicional del Estado westfaliano se está difuminando. Los Estados nacionales heredados del pasado no son ya marcos adecuados para hacer frente a muchos de los desafíos a los que se enfrentan nuestras sociedades. No lo son, en particular, para resolver problemas graves de seguridad (en sentido amplio), precisamente el tipo de cuestiones en las que están especializados los servicios de inteligencia existentes. Y es que muchas de las principales amenazas y riesgos a los que nos enfrentamos tienen carácter transfronterizo. Y muchas de las acciones y estructuras que ponemos en marcha o emprendemos para hacerles frente se acuerdan en foros multinacionales y exigen la cooperación activa de varios países. Por otra parte, las opiniones públicas tienen cada vez más importancia y, particularmente en países occidentales, son muy críticas de los servicios de inteligencia cada vez que por una (al menos aparente) falta de coordinación regional e internacional ha llegado a producirse un incidente grave con pérdida de vidas humanas.

Si en el pasado la necesidad de preservar el secreto limitaba las posibilidades de que los servicios colaborasen con homólogos de otros países, este factor está perdiendo importancia en nuestros días. Las nuevas tecnologías, pero también la nueva actitud de gran parte de la población hacia la protección de los secretos de estado, están haciendo que cada vez resulte más difícil garantizar que muchas de las actividades de los servicios (incluida su cooperación regional e internacional) se mantengan en secreto. En los últimos años, casos como los de Manning y Snowden han puesto en manos del público un número muy importante de informaciones sensibles. Y lo curioso del caso es que, a pesar de que el público ha llegado a conocer mejor cómo funciona el sistema por dentro, ello no ha supuesto el fin de los servicios, ni tampoco un golpe excesivamente duro a su capacidad operativa. En el mundo posmoderno, las reglas del juego han cambiado y el secreto ya no es tan importante como lo era en tiempos pasados.

Podemos imaginar que esta tendencia tan clara hacia el aumento del volumen e intensidad de la cooperación regional e internacional de los servicios no va a alterarse de manera apreciable a lo largo de los próximos años, a no ser que tengan lugar cambios importantes en los factores que la han hecho posible. De no producirse, podemos prever que las tendencias actualmente visibles se mantendrán y, tal vez, incluso se intensificarán y que, con el debilitamiento de la soberanía de los Estados nacionales y la trasferencia de ciertas competencias a instancias supranacionales, será cada vez más frecuente que servicios de inteligencia de países distintos trabajen juntos. De una lógica de "intercambio" y de "cooperación" podemos pasar a una lógica de "integración regional e internacional" de los esfuerzos de inteligencia, aunque sea tan solo parcial (para ciertos temas o en ciertos grupos de países particularmente afines).

Un nuevo "paradigma de inteligencia" que sustituya al heredado de la Guerra Fría es necesario, aunque no acabe de abrirse paso22. Conocemos la realidad de la que partimos, esa serie de consensos y prácticas que ya no se adaptan bien a los nuevos tiempos, pero no vemos con completa claridad la nueva situación hacia la que nos dirigimos23. En cualquier caso, muchos de los elementos que habrán de tenerse en cuenta en la construcción del nuevo paradigma favorecerán probablemente la intensificación de la cooperación entre servicios; por ejemplo:

  • El que los intereses de los ciudadanos tiendan a ser una parte cada vez más importante de los intereses de los Estados. Esto se está reflejando ya en los objetivos y en los métodos de los servicios de inteligencia24.

  • El que la protección de la persona, de sus derechos y de sus intereses fundamentales no esté ligada ya exclusivamente a la calidad de ciudadano de un Estado concreto. Las sociedades contemporáneas tienden a considerar que el respeto a la dignidad del ser humano no puede conocer de fronteras, lo que, en particular, se ha traducido en la doctrina de la "Responsabilidad de Proteger", incorporada al Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005. Esta nueva atención a la dignidad humana afecta también a algunas de las misiones de los servicios de inteligencia modernos.

  • El que las amenazas y riesgos trasnacionales se hayan convertido en los más graves de los desafíos a los que deben enfrentarse nuestras sociedades. Por ello, la actividad de los servicios de inteligencia ha tenido que ser redirigida, en gran medida, hacia este tipo de cuestiones.

  • Por último, el que los intereses generales de la humanidad, como la conservación del medio ambiente o el cambio climático, hayan pasado a ocupar un lugar importante en las agendas políticas de los gobiernos de muchos países (al menos, de los pertenecientes al "mundo posmoderno") y a condicionar la actividad de organizaciones internacionales y entes supranacionales. Los servicios de inteligencia han tenido que empezar a trabajar en temas a los que anteriormente no estaban acostumbrados25.

Existen también, sin embargo, algunos elementos que actúan en sentido opuesto, pues dificultan la intensificación de la cooperación regional e internacional entre servicios. El incremento de la trasparencia, en detrimento del secreto, y el que esta tendencia se esté desarrollando a ritmo diferente según las regiones y los países, van a obligar a reconsiderar algunas de las fórmulas que han regido las relaciones entre servicios a lo largo de las últimas décadas. En particular, es previsible que se vaya hacia un sistema más institucionalizado, en el que los intercambios y la asistencia mutua estén basados en la existencia de acuerdos formales que los respalden. Esto limitará algunas posibilidades de cooperación informal que se han utilizado con éxito en el pasado.

"Compartir inteligencia" (es decir, resultados) o "compartir actividades/procesos de inteligencia" responde a dos tendencias contradictorias. Por una parte, la inteligencia forma parte del núcleo de soberanía al que ningún Estado está, en principio, dispuesto a renunciar. Por otra, el mundo de la inteligencia siempre se ha preocupado más por la eficacia práctica que por la teoría. Si el mejor apoyo a sus gobiernos, si el mejor servicio a sus ciudadanos, exige de los servicios de inteligencia que colaboren con sus homólogos de otros países (aliados o no, vecinos o más alejados), si se van a recibir beneficios concretos, esta colaboración va, sin duda, a producirse. De la lucha dialéctica entre los dos principios, importantes y contradictorios, que hemos mencionado, surge toda la multiplicidad de soluciones prácticas que apreciamos en el mundo real.

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* Artículo de reflexión.

1Traducción: Inglaterra no tiene amigos ni enemigos permanentes; solo intereses permanentes.

2No son raras las referencias al acceso exclusivo a la información (conocimiento) particularmente sensible como base del poder político de un Estado. Incluso en obras de ficción, como la popular novela O Codex 632 del escritor y periodista portugués José Rodrigues dos Santos: "Os portugueses (...) não seriam capazes de competir com as grandes potências europeias em plano de igualdade se todos partilhassem a mesma informação. Eles perceberam que a informação é poder, e, conscienciosos, guardaramna com grande avareza, preservando assim o monopólio do conhecimento sobre esta matéria estratégica para o seu futuro" (2005, pp. 119-120).

3En el original: The cultures of intelligence and law enforcement are worlds apart. For intelligence, the purpose is policy, and the standard is good enough to serve as a basis for making that policy. For law enforcement, the purpose is convicting criminals, and the standard is that of a court of law.

4 Por ejemplo, en el marco de las Naciones Unidas o de diversas organizaciones regionales.

5Véase, por ejemplo, los documentos de la conferencia internacional NKVD/KGB Activities and its Cooperation with other Secret Services in Central and Eastern Europe 1945-1989, celebrada en Praga del 19 al 21 de noviembre de 2008. Resulta particularmente interesante el panel 5, dedicado a "Operations of communist intelligence services, joint operations managed by KGB" (pp. 58-75). http://www.ustrcr.cz/data/pdf/konference/kgb-aktivity-katalog-en.pdf

6En el original: Intelligence is nothing if not an institutionalised black market in perishable commodities.

7Según el entonces Adjunto al Subsecretario de Defensa para Inteligencia y Apoyo al Combate de los Estados Unidos, General Boykin, los modelos heredados de la Guerra Fría estaban basados en el intercambio de productos acabados (analíticos, por tanto), mientras que el desafío de la inteligencia actual consistía en tener acceso a la información en bruto (adquisición) (Boykin, 2005).

8Un caso muy conocido es el de la fuente iraquí Curveball, que antes de la guerra de Iraq facilitó a servicios de inteligencia occidentales información errónea sobre laboratorios móviles para la producción de armas biológicas. Curveball trabajaba para el servicio alemán BND y su personalidad era conocida del servicio militar norteamericano DÍA, que, sin embargo, nunca pudo interrogarlo. La CIA obtuvo la información a través de la DÍA (Drogin y Goetz, 2005; Prados, 2007).

9Desde 2014, el nombre de este servicio es DGSI.

10Este apoyo se canalizó a través de la inteligencia pakistani (ISI) y no requirió el contacto directo entre operativos de la CIA y miembros de los grupos insurgentes (Hartman, 2002, pp. 475-476).

11El general del KGB Vadim Kirpichenko cuenta en sus memorias que, en 1962, siendo residente en Túnez, concluyó un acuerdo de colaboración con Abdelhafid Boussouf, el "padre" de la inteligencia argelina (Kirpichenko, 1998; Piterskaia, 2004).

12En agosto de 1991, Kriuchkov sería uno de los principales responsables del golpe de estado contra Gorbachev.

13Según un documento encontrado por los israelíes en las oficinas de Gaza de la Seguridad Preventiva palestina. Citado en Intelligence and Terrorism Information (2004).

14Según The New York Times, después del 11 de septiembre de 2011, Estados Unidos abrió líneas de comunicación con responsables de los servicios de inteligencia de países como Siria, Libia o Sudán para buscar su cooperación en la lucha contra Al-Qaida (Risen y Weiner, 2001) En el original: [Libya] now provided valuable intelligence on al Qaeda in North Africa

15En el original: [Libya] now provided valuable intelligence on al Qaeda in North Africa

16El Battlefield Information Collection and Exploitation System (BICES) es un sistema de la OTAN. Ofrece a los órganos de inteligencia de los países miembros un espacio colaborativo que permite, en particular, intercambiar información clasificada hasta nivel NATO SECRET. Véase Dobransky (2017).

17Puede encontrarse una buena descripción general del EU INTCEN en Wikipedia contributors (2017).

18Sobre la Intelligence Production Unit, véase NATO, 2017.

19El politólogo italiano Germano Dottori menciona, por ejemplo, el "Safari Club" y el "MEDI Club". El "Safari Club" habría sido creado en 1976 con la participación de servicios de inteligencia de Francia, Marruecos, Irán, Arabia Saudi, Egipto y Zaire. Por su parte, el "MEDI Club" habría sido fundado en 1982 e incluiría a servicios españoles, franceses, italianos, tunecinos, argelinos y marroquies (Dottori, 1999).

20En particular, la existencia del CTG ha sido reconocida en publicaciones oficiales de servicios de inteligencia europeos, asi como en declaraciones públicas de sus responsables (Manningham-Buller, 2005).

21Para detalles sobre los objetivos y funcionamiento del Colegio, véase su página oficial: https://www.intelligen-ce-college-europe.org/?lang=es.

22Hay alusiones al "nuevo paradigma" desde los primeros años de la década de los noventa (Whitaker, 1992).

23William Lahneman afirmaba en 2010 que, precisamente a causa de esta indefinición, por el momento tendrían que seguir conviviendo dos paradigmas distintos, dos maneras diferentes de entender la inteligencia (Lahneman, 2010).

24En el comunicado en el que hizo pública su dimisión como Jefe de Estado Mayor de los Ejércitos, el general francés Pierre de Villiers explicaba su desacuerdo con el presupuesto militar que, en su opinión, no le permitía "garantizar la perennidad del modelo de ejército en el que creo para garantizar la protección de Francia y de los franceses y para sostener las ambiciones de nuestro país". Es interesante que coloca en el mismo plano la defensa de Francia (del estado) y la de los franceses (los ciudadanos) (Bauer, 2017).

25Tom Fingar ha contado cómo, siendo presidente del National Intelligence Council (2005-2008), se vio obligado a redactar un NIE (National Intelligence Estimate) sobre cambio climático: "Member: We need an estimate on climate change. Me: We don't do climate change; talk to NOAA or the National Academy of Sciences. Member: But we trust you and know we will get an objective assessment. Me: Thank you, but the NIC doesn't know anything about climate science. Member: But we trust you, and the NIC does analyze geopolitical developments, right? Me: Yes, but we still don't have any expertise on climate change. Member: OK, then do an¿ NIE on the geopolitics of global climate change" (Fingar, 2011, p. 61).

Cómo citar: Palacios, J. M. (2021). Cooperación entre servicios de inteligencia: la dimensión regional. Revista De Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, 16(1), 13-28. https://doi.org/10.18359/ries.5037

Recibido: 28 de Julio de 2020; Aprobado: 03 de Diciembre de 2020

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