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Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad

Print version ISSN 1909-3063

rev.relac.int.estrateg.segur. vol.17 no.1 Bogotá Jan./June 2022  Epub June 30, 2022

https://doi.org/10.18359/ries.6320 

Editorial

De la geopolítica a la geoeconomía y viceversa. El conflicto en Ucrania como una guerra híbrida

Jaime O. López de Mesa Cuervo* 

* Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad de la Universidad Militar Nueva Granada. Editor de la Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad.


En 1832 se publicó De la guerra, uno de los libros más influyentes en los estudios de los conflictos armados. Entre sus diversos aportes resalta que la guerra es “un verdadero camaleón, por el hecho de que en cada caso concreto cambia de carácter” (Clausewitz, 2002, p. 21).

Los recientes acontecimientos en Ucrania marcados por la invasión militar rusa y las respuestas de numerosos países occidentales, liderados por Estados Unidos, son un ejemplo de las transformaciones de la guerra y constituyen una muestra de lo que serán en el siglo XXI. Enmarcada en un entorno turbulento de las relaciones internacionales, en un momento en que se le disputa a la potencia dominante desde la caída del muro de Berlín, su hegemonía por parte de países emergentes con creciente dominio en la arena comercial y avances en lo militar, la guerra en Ucrania aglutina rasgos de diversas guerras «modernas».

En efecto, allí se encuentran características de las guerras híbridas y de las guerras asimétricas.

En las guerras híbridas se

[…] mezclan la letalidad del conflicto estatal con el fervor fanático y prolongado de la guerra irregular. El término híbrido captura tanto su organización como sus medios. Los Estados emplearán el terrorismo como un método operativo y los actores no estatales obtendrán y utilizarán capacidades convencionales similares a las de los Estados.

[…] Astuto salvajismo, improvisación continua y la adaptación organizativa desenfrenada marcarán esta forma de guerra. (Hoffman, 2007, p. 58)

Estas guerras son el resultado de amenazas híbridas, una combinación de activos militares y no militares, de actos terroristas, tácticas de guerrilla y guerra cibernética: “La guerra híbrida materializa la convergencia de oponentes, métodos y activos, la fusión de amenazas y la fusión de capacidades, en un entorno operativo borroso (Cruceru, 2014, p. 231).

En efecto, el territorio ucraniano se ha convertido en teatro de encuentro entre actores estatales y no estatales, entre ejércitos convencionales y mercenarios, entre situaciones violatorias de los derechos humanos y el uso de tecnologías avanzadas para atacar a la contraparte, como parece ser el uso de armas hipersónicas.

Por otra parte, la guerra asimétrica “se refiere principalmente a la disparidad entre las partes en conflicto y no a un enfoque operacional específico” (Cruceru, 2014, p. 231). Se trata de un conflicto en el que las partes involucradas poseen recursos desiguales y la esencia que orienta sus acciones y sus luchas difiere sustancialmente. En su accionar aplican movimientos de guerras convencionales y no convencionales (Cruceru, 2014, p. 231).

En este tipo de conflictos es usual la combinación de fuerzas regulares con irregulares, apoyadas con las tecnologías de punta disponibles, en el marco de una guerra de información y desinformación, combinadas con presión política y diplomática (Sánchez, 2014, p. 4).

Además del uso de estrategias no convencionales estos tipos de guerras tienen en común que involucran a la población civil como objetivo mismo de la lucha, tanto como para ganarla y ponerla en contra del enemigo, como para atacar psicológicamente al rival y debilitarlo.

Precisamente eso es lo que se está viendo en la guerra en Ucrania, una guerra híbrida asimétrica, en la que un país muy avanzado, en términos de tecnología militar con respecto al que ataca, que tiene una mayor capacidad operacional y en la que la contraparte ha asumido una lucha recurriendo a estrategias no convencionales, como el llamado a combatientes extranjeros. El combate también se ha librado en términos de información y desinformación, a tal punto que es difícil identificar lo que en realidad está ocurriendo, herramienta que se ha utilizado para generar presiones políticas y sanciones diplomáticas, de un lado y del otro. Además, en Ucrania la población civil se ha visto involucrada.

Sin embargo, una característica de este conflicto es la combinación sistemática y estratégica de medios militares con instrumentos económicos.

De hecho, los instrumentos económicos empleados desde los orígenes del conflicto en 2014, cuando Rusia se tomó la península de Crimea, son diversos y se han acentuado y diversificado desde la intervención militar de Rusia en febrero pasado. Ya son numerosas las sanciones comerciales y financieras, especialmente de Estados Unidos y la Unión Europea, como las prohibiciones de vender a Rusia material para el refinado de petróleo, las inversiones en el sector energético ruso, las restricciones a las exportaciones para la industria energética, la prohibición de operaciones de inversión en entidades rusas, la restricción al acceso al mercado de la Unión Europea para todo tipo de entidades de aquel país, además del hecho de suspender la aceptación a los ciudadanos rusos para hacer depósitos por más de 100.000 € y suministrar billetes de euros a aquel país. Todo esto sumado a las restricciones de proyectos del Fondo de Inversión Directa ruso y a la prestación de servicios de calificación crediticia, que llegó a su punto más crítico con el aislamiento de Rusia del sistema Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT).

El bloqueo al gasoducto Nord Stream 2 de 1200 km de extensión, construido a un costo de 11.000 millones de dólares, diseñado para llevar gas directamente desde territorio ruso a Alemania y de allí distribuirlo al resto de Europa, constituye otra de las herramientas contra Rusia, que ha puesto en marcha Alemania como efecto de la presión estadounidense. El resultado ha sido la quiebra de la empresa rusa Nord Stream 2 AG líder de la construcción de ese gasoducto. En conjunto todas estas sanciones, en especial el cierre al sistema financiero, constituyen un duro golpe para la economía rusa, cuyo crecimiento está a la baja y probablemente no obtenga los resultados planeados para el presente año, a pesar del aumento de los precios del petróleo y del gas derivados de las sanciones, que de una u otra forma sigue exportando y que le han beneficiado en la coyuntura.

Se trata de un proceso de escalada de presiones económicas y comerciales, es decir, el uso de instrumentos económicos para alcanzar objetivos estratégicos. Lo que corresponde a estrategias en la arena de la geoeconomía, entendida como “el uso de instrumentos económicos para promover y defender los intereses nacionales y producir resultados geopolíticos beneficiosos y los efectos de las acciones económicas de otras naciones en los objetivos geopolíticos de un país” (Blackwill-Harris, 2016, p. 20). En otras palabras, la geoeconomía integra, en el marco de una gran estrategia, los objetivos geoestratégicos con los medios económicos de que dispone un Estado, “la geoeconomía añade una nueva lógica competitiva de las relaciones entre grandes potencias” (Baracuhy, 2019, p. 18).

Vistas así, la geoeconomía y la geopolítica son formas de estrategias complementarias: mientras que la segunda se centra en los factores geográficos en la política internacional y las acciones militares estratégicas, la primera se focaliza en las implicaciones de las actividades económicas (Luttwak, 1995, p. 119) y en los medios que el poder económico provee para el alcance de objetivos geoestratégicos.

Además de las sanciones de carácter económico y comercial y las respuestas a las mismas, en el actual conflicto ruso-ucraniano están en juego diversos intereses geoeconómicos.

Por supuesto, gravitan los intereses económicos de Ucrania, particularmente los relacionados con el gas ruso que pasa por su territorio a través de ocho ramales de gasoductos que conducen el producto desde Rusia a Europa. Si Rusia dejara de bombear gas por estos oleoductos Ucrania perdería ingresos importantes para su economía. También están en juego sus exportaciones de productos básicos como el trigo y otras materias primas de las cuales Ucrania es un actor importante en el comercio mundial.

Puede decirse, sin temor a equivocarse, que en el corazón de este conflicto también se encuentra el interés geoeconómico global de Estados Unidos por mantener su hegemonía, en arenas en las que, poco a poco, ha perdido capacidad de liderazgo. Particularmente el alto riesgo que está enfrentando Washington con la pérdida de influencia progresiva del dólar en las relaciones comerciales entre diversos países, entre ellos Rusia, China e India que han decidido comerciar con sus propias monedas, incluyendo otros países.

Las sanciones comerciales y financieras tanto a China y, particularmente, a Rusia, en el marco del presente conflicto, han constituido la principal arma geoeconómica del país del águila. El agobio de las sanciones económicas y comerciales ha conducido particularmente a Rusia y China a buscar alternativas diferentes al dólar y han avanzado en sus acuerdos comerciales con base en pagos con monedas nacionales de cada uno de los países. Estrategia que Rusia también ha puesto en marcha con otras naciones. A lo que se suma el avance de China en el diseño y puesta en marcha de su propia criptomoneda, el yuan digital. Si hay algo que Estados Unidos defiende con celo es su posición dominante con el dólar como divisa mundial, el verdadero poder detrás del poder, y que no está dispuesto a ceder. Además, el dominio de Asia Central, el heartland, “el corazón continental”, con las riquezas y la centralidad que encierra para el desarrollo económico global, desempeña un papel central, no solo desde la perspectiva geopolítica sino, quizás con mayor fuerza, desde el interés geoeconómico de Estados Unidos.

Si bien Rusia centra su accionar y su estrategia militar contra Ucrania en asuntos geopolíticos, también tiene un interés geoeconómico relevante, pues, más allá de que la región del Donbass emerja como un colchón de protección entre su territorio y el de una Ucrania adscrita a la Unión Europea y, posiblemente a la OTAN, esa región, dividida en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, reconocidas por Moscú, constituye un objetivo geoeconómico en tanto es el territorio industrialmente más desarrollado de Ucrania. Ligada a esta característica está la importancia de dominar el mar de Azov, puerta de salida y entrada a los puertos más importantes de Ucrania. Finalmente, otro elemento geoeconómico se ubica en las respuestas del país del oso a las diferentes sanciones de las que ha sido objeto, entre ellas, la exigencia del pago en rublos de las materias primas que exporta.

Sin embargo, este conjunto de sanciones también implica un alto riesgo para las economías europea y mundial, como lo demuestran los recientes hechos económicos de inflación y escasez y el incremento de los precios de las materias primas en los que tanto Rusia como Ucrania son actores importantes en el comercio internacional. Inflación que, dadas las complejas interrelaciones económicas, afecta directa o indirectamente la economía global.

Las consecuencias de esta estrategia geoeconómica son múltiples, varias de ellas enmarcadas en la evidencia de la debilidad europea por su dependencia energética especialmente del gas ruso; la escalada de los precios del gas del cual Rusia es el segundo productor y del petróleo el tercer exportador mundial, situación que ha derivado en el incremento de los precios de la electricidad en Europa y de otras materias primas, como el trigo del que Rusia es el primer productor mundial y Ucrania el cuarto. La producción de estos dos países representa más de una cuarta parte de las exportaciones mundiales de esta gramínea, lo que explica el incremento del 40 % de sus precios en los contratos negociados en la Bolsa de Chicago. Además, Rusia es uno de los más importantes proveedores de materias primas básicas para la producción de fertilizantes, cuyo precio ha aumentado hasta un 300 % debido a las sanciones impuestas a ese país, pues Rusia es el principal productor mundial de urea, componente esencial de los fertilizantes.

Otro caso de especial atención es el incremento, a principios de marzo de 2022, del precio del níquel en un 70%. Rusia es el tercer productor mundial y el primero de productos basados en ese metal, como el níquel refinado para las baterías de vehículos eléctricos.

En otras palabras, la interdependencia económica derivada de la última fase del proceso de globalización iniciado en la década de los setenta del siglo pasado, la transformación de la vieja Unión Soviética en un país capitalista y su participación creciente en el sistema internacional, amén de las estrategias desarrolladas por Putin desde cuando ascendió al poder, centradas en restituir a Rusia su papel como actor central en la arena internacional, generaron múltiples relaciones entre la economía rusa y las de allende sus fronteras, que hoy se ven afectadas tanto por la intromisión en Ucrania como por las sanciones de las que ha sido objeto.

Desde esta perspectiva Ucrania también se ve afectada severamente en su economía, pues es claro que la guerra destruye su aparato productivo, merma su productividad y deteriora ese proceso de interdependencia económica, principalmente con las economías europeas.

En síntesis, se trata de una guerra asimétrica en diversos sentidos, experiencia que permite señalar que la combinación de acciones de carácter geopolítico con instrumentos geoeconómicos, también constituye una forma de guerra híbrida.

Estos son algunos de los elementos que conforman el complejo, dinámico y turbulento entorno internacional de la actual coyuntura, en la que diversos organismos internacionales parecen demostrar su incapacidad, primero para evitar la guerra y luego para mediar y lograr un proceso de paz consistente y duradero.

Los efectos en la economía internacional, en la seguridad y en la capacidad para enfrentar esta situación son asimétricos y tienen el potencial de aumentar las desigualdades sociales y deteriorar los procesos democráticos.

Precisamente, en este número de la Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad se abordan diferentes aspectos que atañen a la economía internacional, la democracia, estudios de caso aplicados en América Latina y análisis sobre la seguridad internacional.

En la primera parte de esta edición se publican dos artículos que tienen que ver con el análisis económico a escala internacional y con el desarrollo de productos para la seguridad y la defensa internacional. El primero de ellos escrito por el doctor Mauricio Lascurain Fernández, titulado El proceso de globalización económica y los actuales movimientos populistas que, si bien tiene como objeto de investigación los movimientos populistas, aborda desde una óptica poco explorada las causas del resurgimiento global del populismo y su relación con la globalización económica. Con base en una revisión bibliográfica sobre el movimiento populista y la globalización articula algunas consecuencias como la desigualdad en la distribución de la riqueza, los problemas de la democracia representativa y el aumento de las brechas sociales. Sus conclusiones dejan abierta una vena para futuras investigaciones y reflexiones para quienes toman decisiones políticas.

En el siguiente artículo denominado The triple helix and its interference in the research and development of products for international security and defense, Guillermo Alfonso Giraldo y Rodrigo Valencia aplican el modelo de triple hélice a la seguridad y defensa internacional, resaltando el papel que cumple para el desarrollo de economías basadas en el conocimiento. Con base en análisis cualitativo y descriptivo, recurriendo a organismos internacionales de primer nivel, muestran que la formación de capacidades en ciencia, tecnología e innovación en el área de la seguridad y la defensa se convierte en activos para el desarrollo sistémico de productos e innovaciones que potencialmente pueden desplegarse mediante la participación del Estado, las universidades y el sector privado, y demuestran, acorde con diferentes casos, que ese círculo virtuoso ha generado y fortalecido economías basadas en el conocimiento.

A continuación, se publican tres artículos relacionados con estudios de caso de América Latina en temas de seguridad. Por una parte, la profesora Tamara Lajtman en su producción La militarización low profile de Estados Unidos en el Perú: “Narcoterrorismo” y desastres naturales propone un análisis de la dimensión real de la presencia militar de Estados Unidos en Perú y su impacto geopolítico. Con base en la transición democrática del Perú en 2001 y partiendo de un análisis cualitativo, recurriendo a datos sobre la asistencia militar, entrevistas y documentos de organismos oficiales, y con un proceso riguroso de sistematización de los datos, identifica las diferentes estrategias de legitimación y justificación que se han utilizado a lo largo de los años para renovar la presencia militar de los Estados Unidos en el Perú, superando los avatares de la democracia peruana.

Enseguida, en ¿La doctrina militar mexicana es un bien común?, Manuel Alejandro Gutiérrez plantea un análisis de enorme interés tanto para los miembros de las Fuerzas Armadas como para la sociedad civil: el asunto de si la doctrina militar es o no un bien común. Con base en el estudio de caso de la doctrina militar mexicana y partiendo de una concepción dinámica del bien común, de una visión de la doctrina en general y de la doctrina militar en particular, llega a la conclusión de que en el estudio de caso que abordó, no existe claridad sobre lo que es la doctrina militar y llama la atención sobre la necesidad de que los organismos involucrados en la formulación de la doctrina militar mexicana, planteen con nitidez lo que entienden por doctrina militar y cuál sería su punto de vista sobre esta como un bien común, resaltando la importancia de que el bien común es un principio regulatorio de acción que señala la ruta de un proyecto de nación.

El tercer estudio de caso sobre América Latina, que adquiere gran relevancia a la luz de los recientes acontecimientos internacionales, lo analiza Miguel González en un artículo, resultado de un proyecto de investigación desarrollado en el seno del Departamento Ejército, denominado Colombia y la OTAN: ¿Una alianza estratégica de disuasión o de contención? Partiendo de la reflexión de la vinculación de Colombia como socio estratégico de la OTAN, el autor analiza los niveles de la estrategia de la política de seguridad y defensa de Colombia en relación con su incorporación a esa alianza, en la que resalta el objetivo geopolítico de carácter regional y global en el que se inscribe y su relación con el fortalecimiento de la democracia en el hemisferio. Con base en el uso de análisis de la disuasión y la contención en función de la asociación con la OTAN, plantea una discusión sobre cuál de estos dos instrumentos se ajusta más a la relación multilateral entre Colombia y dicha organización.

El último grupo de tres escritos se refiere a asuntos de seguridad internacional. Military Power and Conventional Deterrence de Augusto C. Dall’Agnol y Érico E. Duarte avanza un análisis con un enfoque político y estratégico sobre la forma como las explicaciones de las estrategias de disuasión y compulsión se relacionan con el poder militar. Recurriendo a conceptos como “costos” y “probabilidad de éxito”, los autores evalúan las posibilidades de buenos resultados y las diferentes implicaciones para la difusión del poder militar entre la disuasión y la compulsión. Señalan, con una argumentación -fundamentada en una crítica a la noción convencional de Dahl sobre el poder militar-, que este debería relacionarse mucho más con la disuasión que con la compulsión u obligatoriedad.

A continuación, Jazmín García y Anakaren Muñoz proponen en La reconfiguración de los CANI desde el paradigma de la realpolitik (versión clásica y neo): el análisis del caso congoleño (1998-2003), un análisis comparado de las dos versiones que componen el paradigma de la realpolitik para identificar cuál tiene una mayor capacidad de adaptación para explicar los Conflictos Armados No Internacionales. En detrimento de la versión clásica de Morgenthau, plantean la hipótesis de que la versión neo de la realpolitik de Waltz permite un examen integral de tales conflictos, con base en el estudio de los tres niveles sistémicos y los renovados conceptos de actor, interés y poder que plantea ese autor. Para comprobar su hipótesis la aplican al estudio de caso de la Segunda Guerra civil de la República Democrática del Congo entre 1998 y 2003.

Finalmente, para el cierre de esta edición, ofrecemos un artículo que adquiere trascendencia en la actual coyuntura por su relación con las estrategias de la Federación Rusa. En A guerra da Geórgia de 2008 e o processo de transformando do exército russo, Fernando Botafogo de Oliveira analiza la campaña del ejército ruso en las regiones de Abjasia y Osetia del Sur en 2008. Teniendo en cuenta los objetivos estratégicos de esa campaña para convertir la región en una zona de contención contra la OTAN, el autor señala que luego de ella, el ejército ruso adelantó un programa de transformación de sus capacidades militares. Subraya que dicha transformación se desarrolló en tres aspectos clave: la tecnología de las armas, las tecnologías de la información y las comunicaciones y la estructura de la fuerza. Con base en un análisis cualitativo indican los hallazgos de las autoridades rusas que los condujeron a tal decisión, directamente relacionada con una estrategia de más amplio alcance.

Invitamos a la lectura de este número con la seguridad de que alimentará el conocimiento y enriquecerá la capacidad de análisis ante el cambiante mundo internacional.

Referencias

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