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CS

Print version ISSN 2011-0324

CS  no.2 Cali July/Dec. 2008

https://doi.org/10.18046/recs.i2.414 

ARTÍCULOS

Doi: 10.18046/recs.i2.414

 

Más allá de la política del ethnic enclosure:1 algunas reflexiones a la luz de los recientes acontecimientos en el Cáucaso

 

Vladimir Rouvinski*

Universidad Icesi. Cali, Colombia

 

* Agradezco a Rafael Silva y Enrique Jaramillo los valiosos comentarios y la labor de revisión a las versiones preliminares de este artículo.


Abstract

Despite of the image that some readers could have as a result of recent reports in mass media, the contemporary conflict in the Caucasus has long history and a complex nature. This is a conflict which is fought along ethnic lines and the origins of this rivalry can be traced in the Soviet history of the region. In this paper, considering as a departure point the mainstream discussions in the area of studies of nations and nationalism, the author attempts to clarify the grassroots of the modern troubles in the Caucasus. It is a three-fold exercise: firstly, the paper explores the relations between historiography debates, the production of official history and the Soviet ethnic policies; secondly, the author discusses a new framework of ethnic enclosure, and, finally, a case study is offered.


 

El pasado es más difícil de predecir que el futuro
Aforismo soviético popular

[...] la ciencia histórica [soviética] establece la única verdad,
que puede corresponder a ninguna de las fuentes conocidas.
Tamaz Natroshvili2

 

1. Introducción

A pesar de que los medios de comunicación masiva presentan la situación actual del Cáucaso como un conflicto internacional, en su esencia se trata, más bien, de una rivalidad étnica: entre georgianos y osetios, entre georgianos y abjasos, y entre azerbaiyanos y armenios. Aunque, no son los únicos conflictos de esta naturaleza en la región, son los más conocidos por el público en general dado el alto nivel de internacionalización logrado por sus principales actores. Este aspecto –entre algunos otros– contribuyó a un mejor conocimiento en América Latina de territorios que normalmente son poco familiares al público latinoamericano. No obstante, para este caso en especial es necesario construir una mirada histórica que valla más allá de lo que puede parecer obvio en un momento dado.

Antes de definir con mayor detalle los objetivos de esta discusión deben hacerse algunas aclaraciones sobre cómo se entenderán los términos etnicidad y grupo étnico en este trabajo. En los últimos años la palabra "etnicidad" se ha convirtido en una expresión que es ampliamente utilizada, tanto en la literatura estrictamente académica como en los medios de comunicación masiva. Para utilizar la expresión de Helmet Berking, la "etnicidad está por todas partes" (Berking, 2003:248). Quizá, uno podría encontrar sin mayores dificultades una docena de buenas razones por las cuales la "etnicidad" ocupa hoy en día un lugar importante en el vocabulario usado por tanta gente en todo el mundo, que emplea a menudo "etnicidad" como eufemismo para "raza" o como sinónimo para "nación" o "grupo minoritario". Sin embargo, también es cierto que incluso en la literatura académica hay demasiada ambigüedad con respeto al uso del término. En cualquier caso, la preocupación central no consiste en encontrar un terreno común para el uso del término "etnicidad" por sí mismo, puesto que en gran parte sus usos son semejantes a la identidad comunal, que incluye ciertas características que ligan a los individuos de un grupo particular. Por el contrario, los principales desacuerdos en la comprensión básica de la etnicidad como un fenómeno humano, se centran en ¿qué se incluye? y ¿qué se excluye de este término?

Con toda certeza, la labor de explicar qué es la etnicidad no es una tarea fácil. Más allá de las diferencias propiciadas por las divisiones y preferencias disciplinarias –a veces, verdaderamente belicosas– hay unas contradicciones profundas que se encajan en el propio fenómeno de la etnicidad. Por ejemplo, en un resumen útil de los diferentes enfoques para explicar este fenómeno elaborado por Stephen May (2001: 27-51) uno puede identificar numerosas "dicotomías": primordial/situacional; premoderno/moderno; intrínseco/instrumental; objetivo/subjetivo; categoría/ grupo; involuntario/voluntario; individual/colectivo; material/simbólico; minoría/ mayoría; etc.

Analicemos, por ejemplo, la controversia entre los primordialistas y los situacionalistas: para los primeros, la etnicidad es vista como algo primordial dado que cada individuo nace en una comunidad étnica que pueda ser definida en términos de "lengua, sangre y suelo".3 Desde este punto de vista, la etnicidad es una categoría permanente y fija. Pero, aceptando el hecho de que las cualidades culturales están asociadas a menudo a la distinción étnica, estas propiedades no constituyen una suficiente explicación del fenómeno de la etnicidad. Para entender el modo en que los grupos étnicos interactúan de una manera recíproca, es necesario proporcionar una explicación apropiada de cómo y por qué las diferencias en las cualidades culturales aparecen, persisten o desaparecen durante uno u otro período en la historia. Por lo tanto, como la aproximación de los situacionalistas lo asume, las cualidades culturales de un grupo étnico no son permanentes y se construyen en las situaciones de interacción social con otros grupos étnicos. En este caso, los límites étnicos en cualquier punto dado en la línea de tiempo son –en gran parte– resultado de las interacciones sociales. En este sentido, la etnicidad se entiende como una construcción fluida y maleable. Hay que anotar, sin embargo, que los grupos étnicos ven generalmente sus cualidades culturales como primordiales, sobre todo, en el Viejo Mundo, donde el idioma se ve a menudo como uno de los marcadores permanentes más importantes de la identidad étnica.

Teniendo en cuenta las observaciones anteriores, se puede entender porque Anthony Smith advierte contra el riesgo de tener en cuenta solamente una perspectiva de análisis. En las palabras de Smith,

    fijando la atención principalmente en las grandes dimensiones y a lo largo de las líneas que pasan por la religión, las costumbres, la lengua y las instituciones, corremos el riesgo de tratar la etnicidad como algo primordial y fijo. Por otra parte, concentrándonos solamente en las actitudes, los sentimientos y los movimientos políticos de un ethnie específico o de los fragmentos étnicos, nos arriesgamos a ver los fenómenos étnicos como una herramienta o como marcadores de limites enteramente dependientes de las otras fuerzas sociales y económicas (Smith, 1986: 211, traducción del autor).

En este sentido, aún sabiendo de la dificultad y escasez de opciones para la generalización, es evidente que el simple hecho de elegir entre la mirada primordialista o la situationalistas no nos dará ninguna respuesta plausible a la pregunta: ¿por qué hoy en día la etnicidad tiene tanta importancia en las cuestiones políticas?

En estas circunstancias, la noción de ethnie, introducida por el mismo Anthony Smith, que actualmente está tomando de nuevo interés entre los investigadores en América Latina, nos puede ayudar a evitar muchos de los callejones teóricos que generan con los acercamientos dicotómicos antes mencionados. Recordemos que Smith sostiene que tenemos que analizar la etnicidad no a través del prisma del sistema fijo de elementos, transmitido en ocasiones de una generación a otra, sino pensando la etnicidad como una construcción que condiciona la preservación del "sentido de continuidad por parte de las generaciones sucesivas de una unidad cultural dado a las memorias compartidas y a las nociones concebidas por cada generación sobre el destino colectivo de esa unidad y de su cultura" (Smith, 1991: 25). Además de describir estas unidades culturales como ethnie, Smith identifica seis elementos claves para comprender lo esencial de cualquier grupo étnico: nombre común, elementos culturales compartidos, mitos comunes de origen, memorias históricas comunes, sentido de la solidaridad, y territorio 'histórico' compartido (Smith, 1986: 109-110).

La explicación de Smith del fenómeno de la etnicidad puede no ser ideal. Sin embargo, lo que propone presenta una solución de compromiso y, como será demostrado más adelante, su modelo sirve mejor que otros para explicar algunos de los aspectos claves del conflicto entre los grupos étnicos del Cáucaso. En efecto, si compartimos la observación de James Fearon de que una concepción apropiada de lo que constituye un grupo étnico se centra en el reconocimiento, por parte de los miembros y los no-miembros de un grupo dado, de la existencia de una distinción étnica y de la anticipación de algunas acciones significativas condicionadas por esta distinción (Fearon, 2003: 198), la precisión hecha por Smith nos ayuda a explicar qué distingue a un grupo étnico de otro.

Ahora, debemos aclarar un punto más: la relación entre grupo étnico y nación. En la literatura académica no especializada, los términos como nación, nacionalidad y grupo étnico son usados a veces indistintamente. Es necesario argumentar, sin embrago, que grupo étnico y nación son dos conceptos separados aunque superpuestos en algunos casos (véase, e.g., Kaufman, 2001: 15). Una nación puede ser definida como un grupo social movilizado que aspira a una autodeterminación política, mientras que no todos los grupos étnicos aspiran a la autonomía política.4 Sin embargo, cuando se trata de la rivalidad étnica en el Cáucaso, los grupos étnicos siempre compiten por la dominación política. Por lo tanto, en estas rivalidades, los protagonistas son naciones étnicas y, en términos estrictos, se deben etiquetar estos conflictos como conflictos etno-nacionalistas. No obstante, de aquí en adelante utilizaremos por comodidad el término abreviado de "conflicto étnico".

Además, para el caso en cuestión es importante anotar que después de la Revolución de octubre de 1917, los bolcheviques heredaron los problemas relacionados con la ubicación de varios grupos étnicos en el territorio del Imperio Ruso, no sólo en el Cáucaso. Sin embargo, es allí donde las autoridades tuvieron particular éxito en la creación de un "Estado de Naciones" (Suny y Martin, 2001), en el que un determinado grupo tenía varios niveles de autonomía política sobre un territorio particular, normalmente asociado con la patria étnica.

En 1940, después de anexar los territorios de las tres repúblicas Bálticas, y hasta su colapso en 1991, la Unión Soviética constaba de quince repúblicas. Es importante recordar que esas repúblicas fueron establecidas según su base étnica. Sin embargo, sólo quince grupos tuvieron el derecho de adquirir la forma suprema de unidad étnica (full republic), ostentando cada uno de ellos la "titularidad" de una de las quince repúblicas principales. Mientras que los demás grupos étnicos tuvieron que aceptar formas más bajas en la jerarquía de la división etno-territorial; por ejemplo repúblicas autónomas o regiones autónomas, e incluso grupos que no lograron ningún tipo de reconocimiento en éste ranking de autonomía.

Además, en este punto cabe anotar la existencia de divisiones administrativas territoriales dentro de cada una de las quince repúblicas. La complejidad y la importancia de este ranking en lo relacionado con el control de la agenda política en la Unión Sovietica se hace evidente en el siguiente diagrama.

Por otro lado, el estatus de los grupos étnicos en la jerarquía no era permanente. Un grupo podía tener algunos derechos muy significativos en un período y ser privado de ellos en otro. Durante la época soviética, una de las vías más seguras de mantener la posición privilegiada de un grupo étnico era establecer una identidad separada y constante del grupo.5 En este proceso, se utilizaban tres criterios principales: el territorio (o "patria"), la estatalidad y el idioma. Así, la historia de los grupos étnicos, en particular, la de su génesis étnica, resultó ser de gran importancia política, hasta el punto de llegar a encargar a miembros de la academia la tarea de "volver a escribir" la historia. Esto sucedió porque, a la hora de "hacer justicia" los argumentos históricos eran los que más pesaban, según las reglas del juego soviético en lo relacionado con los conflictos por un mayor estatus de autonomía en el ranking de los grupos étnicos. En este ambiente, los historiadores estaban bajo una enorme presión y, con frecuencia, su futuro –y no solamente en el sentido estrictamente académico– dependía del éxito en el establecimiento de una identidad exclusiva y duradera del grupo étnico en cuestión.6

A la luz de estas observaciones, no nos debe sorprender el hecho de que, recientemente, los investigadores han tomado un renovado interés en el oficio del historiador y la producción de narrativas oficiales en la Unión Soviética.7 Sin embargo, en la mayoría de los casos, los temas de investigación tienen que ver con los cambios en la representación de la historia de las relaciones entre los rusos y los otros grupos étnicos de la ex-URSS –o sea, lo que se refiere a las nacionalidades "titulares" de las quince repúblicas principales. Menos atención han recibido los asuntos implicados en la producción de historias republicanas y regionales que tratan el pasado de los grupos étnicos vecinos. Una de las razones de esta desatención es que las discusiones relacionadas con el tema de las historias regionales ocurrieron generalmente fuera de la vista del público; en las oficinas regionales del partido y durante las reuniones académicas en situ. En todo caso, era frecuente que el cambio de la versión oficial de la historia causara fuertes protestas en los territorios autónomos que se veían afectados por las nuevas versiones.

En consecuencia, en este trabajo, partiendo de los principales debates en el área de estudios sobre nacionalismos en el Viejo Continente,8 intentaremos llegar más allá de las discusiones inmediatas sobre lo que está pasando en el Cáucaso de hoy, realizando un análisis de los origines de los conflictos y la rivalidad étnica en la antigua Unión Soviética. En la primera parte del documento, analizaremos las relaciones entre los debates historiográficos y la producción de la historia oficial de los grupos étnicos en la Unión Soviética. Enseguida discutiremos el marco de análisis del ethnic enclosure. Por ultimo, presentaremos un gráfico utilizando un estudio de caso de los debates historiográficos relacionados con el problema de la etnogénesis de algunos grupos étnicos en el Cáucaso.

2. Nacionalismo, mitos de etnogénesis e intelectuales

Antes de abordar el tema de las relaciones entre las autoridades e historiadores en la Unión Soviética, debemos detenernos en una prolongada discusión académica: el papel de los intelectuales en los movimientos nacionalistas y el uso del conocimiento científico en sus discursos. De estas discusiones nos interesa destacar un trabajo en particular, que introduce un marco de análisis importante para la comprensión del impacto de los intelectuales en los procesos de construcción y fortalecimiento de la identidad étnica. Se trata de un trabajo pionero de Miroslav Hroch (1985), en el que el autor checo examina la contribución de los intelectuales en el proceso de la movilización nacionalista. El objetivo de Hroch en su "análisis de las precondiciones del renacimiento nacional" es comparar "situaciones históricas similares" con el fin de identificar las características comunes y distintas del proceso (Hroch, 1985: 21).

Como ya se había mencionado en la introducción a este artículo, en la literatura dedicada a los estudios sobre nacionalismo todavía existe gran ambigüedad al momento de definir el término de nación. Esta ambigüedad, inter alia, se debe en parte al surgimiento, en la década ochenta del siglo pasado, de una seria de trabajos que revivieron el interés sobre el tema. En 1983, Ernest Gellner, publica su Nations and Nationalism. El mismo año, Benedict Anderson con su idea innovadora de las comunidades imaginarias expande el argumento central de Gellner de que "todo (...) [lo necesario] para explicar el nacionalismo", es la aceptación del principio de que el manejo político hacia la homogeneidad cultural es la condición previa de una ciudadanía inclusiva económica, social y políticamente (Gellner 1983: 38). Por su parte, unos años después, Anthony Smith, intensifica el debate con la publicación del libro antes mencionado The Ethnic Origins of Nations (1986).9 A pesar de estas discusiones, al principio de la década del noventa, Anderson anota que todavía es "notoriamente difícil definir con claridad académica nación, nacionalidad y nacionalismo" (Anderson, 1991: 4).

Para Hroch, quien publicó su destacado trabajo en la misma época pero que en cierto sentido se quedó en la sombra de los demás autores, el interés por aclarar el uso del término nación se debe, en primer lugar, a la tarea de explicar los acontecimientos históricos relacionados con el crecimiento del nacionalismo en Europa a principios del siglo XX. Es así, como Hroch asigna a la nación la calidad de "un grupo social grande determinado por una combinación de varios tipos de relaciones(...) un grupo de gente con un origen histórico dado, que gradualmente logre obtener un sentido de pertenencia nacional bajo la influencia de circunstancias objetivas" (Hroch 1985: 22).

Con el fin de aclarar el papel de los movimientos nacionalistas en el proceso de la construcción de una nación, Hroch centra su análisis en criterios tales como el crecimiento cuantitativo de las actividades nacionalistas, el impacto social de los impulsos que emergen como resultado de la agitación nacional, sus formas de agitación y las ideas sobre las que se sustentan los programas nacionales. De hecho, cuando se observan los procesos sociales y políticos en diferentes partes de los territorios bajo el control imperial ruso –en lo que corresponde al proceso del "renacimiento nacional" de los grupos étnicos en los finales del siglo XIX y en el principio del siglo XX– es posible identificar la misma tendencia, que Hroch encuentra en los movimientos nacionalistas en la Europa del Este, de convertir el interés de los intelectuales por los idiomas locales, la cultura y la historia en un aporte a las corrientes nacionalistas. Por lo tanto, el concepto de movilización nacionalista en la interpretación ofrecida por Hroch es de importancia particular para la evaluación del papel que jugaron los intelectuales en la construcción de los mitos étnicos en los territorios del antiguo Imperio Ruso, los cuales –en gran parte– se incorporaron posteriormente a la Unión Soviética. Además, debe anotarse que varios de estos investigadores fueron activos protagonistas de los procesos propios de la URSS.

Otros aspectos del trabajo Hroch resultan relevantes para el caso en cuestión. En primer lugar, Hroch demuestra las características específicas de la distribución de las actividades nacionalistas en "las naciones pequeñas" (Hroch, 1985: 163-174): resultó que las áreas de las actividades nacionalistas fuertes correspondieron no tanto a los ciertos límites administrativos, áreas con uso de una lengua particular o un cierto nivel de homogeneidad étnica, sino a las áreas que tenían una red educativa desarrollada. En segundo lugar, la parte más grande de los grupos patrióticos fue el de los intelectuales. Tercero, los resultados obtenidos por Hroch demostraron que no es el proceso de industrialización por sí mismo el que causa la aparición de los movimientos nacionalistas, sino el carácter nuevo de las relaciones societales que emergen a lo largo del proceso de industrialización. Cuarto, Hroch enfocó su investigación en los procesos relacionados con el "renacimiento" de las naciones "pequeñas" en Europa, pues discute que hay una distinción importante entre las naciones "pequeñas" no-dominantes y las naciones dominantes (o "grandes", aunque no siempre en términos de territorio o población).

Según Hroch, es posible distinguir tres etapas, o "fases" discretas, en el desarrollo de una fidelidad nacionalista. Durante la primera fase, hay solamente un pequeño grupo de intelectuales que elaboran la noción de nación. Después, durante la siguiente fase, las redes patrióticas crecen y se enfocan en hacer conocer sus ideas por fuera de las redes, por medio de la agitación intensiva. Finalmente, durante la tercera fase, ya comienza una movilización social masiva (Hroch, 1985: 23-24). Las dinámicas de los procesos etno-nacionalistas con la referencia a los grupos étnicos de la antigua Unión Soviética, en gran medida, correspondieron a lo que Hroch había explicado a partir de los ejemplos de los noruegos, los checos, los finos, los estonianos, los lituanos, los flamencos, los daneses y de los eslovacos.

Detrás de la aproximación utilizada por Hroch, estaba el objetivo de mostrar cómo el poder del nacionalismo estaba creciendo en cada una de las fases, debido al éxito de otras transformaciones sociales, especialmente en lo referido a los cambios económicos. Sin embargo, para los propósitos de nuestra propia investigación, el punto más importante de las explicaciones hechas por Hroch es que demuestra el ascenso histórico del nacionalismo como un proceso gradual, en el cual los intelectuales traducen su conocimiento científico a los discursos públicos. Durante este proceso, el papel de los intelectuales no está limitado a la tarea de evocar, arraigar y reconstruir al grupo étnico más allá de una tradición histórica. En efecto, hay algo que se puede ligar a lo político puesto que el trabajo de los intelectuales conduce, inevitablemente, a la formación y a la consolidación de un mito de etnogénesis. De esta manera, contribuyen a la construcción de representación del grupo étnico que enfatiza un desarrollo histórico independiente y diferenciado de otras colectividades.

En el análisis de los fenómenos del nacionalismo y la etnicidad, el mito es uno de los campos centrales en la literatura académica contemporánea. La razón de este predominio es simple: incluso en aquellos casos en los que la construcción del mito puede parecer absolutamente irracional, el análisis de sus contenidos proporciona una oportunidad para entender los diferentes procesos que se pueden relacionar con las formas de acción del grupo en cuestión. Desde esta perspectiva, el análisis de los mitos se convierte, entonces, en parte substancial del estudio de la política, puesto que es posible identificar las diferentes funciones dominantes de los mitos etno-genéticos en lo que concierne al impacto de estos en el ámbito político de una comunidad.10

De igual manera, es importante anotar que para Smith "la base étnica" (ethnic core) reside en el cuarteto: mitos, memorias, valores, y símbolos (Smith, 1986: 15). En la interpretación de Smith, un mito comúnmente es una creencia, que "proporciona un marco para la comunidad étnica otorgando sentido a sus experiencias y definiendo su esencia", y desde "muchas perspectivas el mito es la condición indispensable de la pertenencia étnica, los elementos claves de este complejo significado, que subrayan el sentido de los lazos étnicos y los sentimientos para los miembros del grupo étnico" (Smith, 1986: 24). En este sentido, Smith combina mitos, memorias, símbolos y valores en un complejo "mito-simbólico".11 Sostiene además que, mientras en uno u otro momento puede ser importante estudiar, por ejemplo, la estratificación por clase social, el poderío militar, las relaciones políticas o la influencia desde el exterior, si uno procura entender la naturaleza fundamental del asunto, es determinante analizar las formas y el contenido del complejo mito-simbólico del etnie, los mecanismos de su difusión dentro de la población en cuestión, y de cómo estos mitos y símbolos se han transmitido a las futuras generaciones.

Teniendo en cuenta estas observaciones de Smith, podemos argumentar que una de las funciones dominantes de los mitos en el ámbito político es atribuir las cualidades especiales a un grupo social, ampliar su distinción y establecer ciertos límites basados en una percepción particular del -o sobre- grupo. Desde esta perspectiva, el mito se puede explotar como un instrumento de transferencia de la identidad. Pero también en el caso de una política de asimilación, un mito puesto al servicio de un grupo étnico hegemónico puede contribuir con los procesos del abandono de la cultura, de la lengua y de otros atributos de una comunidad étnica subalterna.12

En el ámbito político, los mitos pueden ser explotados hábilmente por los líderes para propiciar la ilusión de la existencia de una comunidad unificada etnicamente. Mienstras que en realidad puede existir una profunda brecha –cultural, religiosa y lingüística, o de alguna otra indole– entre diferentes segmentos de la población. La razón por la cual a los actores políticos les gustan los mitos, es por la capacidad y la facilidad con la que difunden e inculcan mensajes. De igual manera, los mitos realzan, con mucha eficacia, el sentido de la solidaridad entre todos los miembros del grupo étnico en cuestión.

Por supuesto, desde la misma perspectiva, los mitos pueden ser utilizados con fines de fortificar los límites étnicos y negar a una parte del grupo la misma herencia étnica compartida con el resto de sus miembros. En este caso, el mito facilita la creación de una imagen del "otro" y, a veces, da lugar a la representación de la parte excluida del grupo, como los enemigos. Pero aún debemos responder, ¿cómo tales mitos se forman y cuál es el proceso por medio del cual se seleccionan y distribuyen?

Antes de procurar responder a las preguntas planteadas arriba, es necesario subrayar que, además de la diversidad de funciones que tienen los mitos en el ámbito político, los mitos también se pueden distinguir por sus ideas dominantes. Así, redujeramos la tarea y limitaramos nuestro análisis a la producción de los mitos de etnogénesis, obviamente tendríamos que reconocer, por ejemplo, la manera en que se han formado y mantenido los mitos del renacimiento y los de la renovación desde el proceso en el cual fueron construidos en la base de la glorificación militar.

No hay duda en que un mito de etnogénesis siempre implica la discusión de las raíces históricas del grupo étnico en cuestión y, para ser sostenido con éxito en los tiempos modernos, requiere, en última instancia, de la colaboración de los intelectuales, pues son estos quienes proveen evidencias necesarias para apoyar la base del grupo étnico en lo que concierne a su pasado. Al parecer, para Hroch, había ciertas dificultades para mantenerse en la corriente principal de su campo académico: ¿a quién debe considerarse como intelectual, para los propósitos de una ilustración empírica de su modelo? La respuesta de Hroch no es del todo clara: "un intelectual es cualquier persona que vive del trabajo intelectual, es decir pertenece al intelecto, o sea los profesores de universidad, escritores, periodistas, profesores de escuela, autoridades educativas locales, sacerdotes, etc." (Hroch, 1985: 66).

Al mismo tiempo, cuando se trata de la necesidad de establecer relaciones entre el trabajo de los intelectuales y el crecimiento de un movimiento nacionalista, Hroch tiene que admitir la existencia de factores específicos de cada país. Son estos factores los que –en última instancia– definen las formas de la participación de los intelectuales en el proceso. Aunque se presume que son los intelectuales quienes están tomando la responsabilidad de determinar la naturaleza, los métodos y los objetivos de la investigación científica en varias situaciones, son las autoridades quienes participan activamente en el desarrollo de áreas específicas de la academia. Si éste es el caso, entonces los intelectuales no pueden ser los únicos agentes que determinan el desarrollo de su campo del conocimiento científico, porque las prioridades de las actividades de la investigación son fijadas a menudo por el liderazgo político. No obstante, son los intelectuales los que llevan a cabo un cierto monopolio sobre las definiciones de qué constituye el conocimiento científico y de cómo debe ser formulado. Esta situación da a ellos no solamente una posición privilegiada de autoridad, sino también de cierta acción. Ellos perciben -y son percibidos por otros- como "expertos" que poseen un capital excepcional que es pretendido por actores políticos y sociales así como por el público en general.

Por lo tanto, mientras que el público en general esté enterado solamente de las versiones simplificadas o popularizadas del conocimiento social, los intelectuales deben estar implicados de cerca en el proceso de formular e interpretar las ideas que constituyen la base de creencias relacionadas con el pasado, el presente y el futuro del grupo. En resumidas cuentas: los resultados del trabajo conducido por los intelectuales puede tener un impacto significativo en el ámbito político, incluso en aquellos casos cuando hay un alto grado de intervención de las autoridades en el proceso de la investigación académica.

La importancia del trabajo de historiadores en relación con la construcción de los mitos se puede explicar fácilmente por el hecho de que los mitos del etnogénesis nunca son inventados o imaginados libremente, como ya mencionamos antes. Por supuesto, la simplificación de la realidad es una condición previa para hacer posible la exposición de una parte significativa del grupo étnico al mito etnogenetico, y, por lo tanto, facilitar el proceso de la movilización etno-nacionalista. Incluso en aquellos casos, en los cuales los mitos se explotan activamente para permitir un cambio de identidades o crear una nueva identidad; se debe tener en cuenta que las versiones puramente inventadas o falsificadas ayudan raramente a alcanzar los objetivos de los líderes políticos.

Por otra parte, la función de la historiografía es algo distinta. Se ve a los historiadores como profesionales que sean capaces de proporcionar, en la manera requerida, la justificación histórica necesaria para apoyar el complejo "mito-simbólico" del grupo étnico en cuestión. Este aspecto del oficio del historiador en algunos países, se puede ver muy claramente a través del análisis de la naturaleza de las relaciones entre las autoridades y los historiadores regionales en la Unión Soviética.

3. Las autoridades y el oficio del historiador en la Unión Soviética

En la Unión Soviética, siguiendo la tradición marxista-leninista, no había una distinción clara entre las humanidades y las ciencias sociales. Por otra parte, muchos campos de la ciencia fueron altamente politizados. No obstante, las autoridades soviéticas miraron al oficio del historiador como la única aproximación científica que permitia verdaderamente entender el cambio social. En consecuencia, fijaron una agenda muy extensa para la investigación histórica.13 En adelante, analizaremos el proceso de construcción de las relaciones entre los historiadores y las autoridades en la URSS, un aspecto determinante para entender la manera en que las reglas del juego establecidas por el régimen soviético facilitaron la formación de las condiciones necesarias para promover la política de ethnic enclosure.

La primera década después de la Revolución de Octubre de 1917 estuvo marcada por debates relativamente abiertos y por la coexistencia de grupos de historiadores marxistas y no-marxistas. Detrás de esta sorprendente libertad estaba la prioridad dada por los bolcheviques a las tareas de la consolidación política y la reconstrucción económica, después de las guerras interna y externa. Sin embargo, según James Billington, "mientras que cerca de las dos quintas partes de todas las publicaciones [en Rusia Soviética] estaban fuera de las manos del gobierno a la fecha de la muerte de Lenin, en los comienzos del año 1924, sólo una décima parte sobrevivió tres años después" (Billington 1986: 521). Esta siguiente etapa en las relaciones entre los historiadores y las autoridades en la Unión Soviética se caracteriza por la introducción intensiva del marxismo a la ciencia histórica y la "internacionalización de la ciencia". En ese entonces, ya con el apoyo de las más altas autoridades del Estado, el fundador de la famosa escuela historiográfica, Mikhail Pokrovski, lanzó un ataque a los historiadores no-marxistas y, en la segunda parte de los años veinte, la escuela de Pokrovski dominaba en la profesión debido a su influencia ilimitada en las instituciones y en las revistas especializadas.

Sin embargo, para los propósitos de nuestro análisis, no basta marcar el comienzo de la época marxista en la ciencia histórica soviética. Hace falta explicar más en detalle cómo fue entendida la necesidad de "la internacionalización de la ciencia", puesto que éste resultó ser un obstáculo para los procesos de competencia entre las élites étnicas que tomaron fuerza durante la siguiente década. La internacionalización de la ciencia significaba una exigencia de estudiar cualquier materia desde una lógica del desarrollo global, con el fin de confirmar la próxima unificación mundial basada en los ideales comunistas. Así, estudiar el proceso histórico de uno u otro grupo étnico por separado, significaba correr el riesgo de obtener la reputación de historiador de "desviación burguesa nacionalista".14 Entonces, los historiadores tenían que presentar la etnogénesis como un proceso perdurable de mezcla de los varios grupos étnicos que, supuestamente, terminaría con la transformación de todos los grupos étnicos en un sólo pueblo, aparentemente, a través de los cambios de las formaciones socio-económicas. Fue entonces, cuando el prominente arqueólogo y lingüista Nikolai Marr formuló su teoría de "etnogenia", basada en la idea de que todos los grupos étnicos evolucionan en un desarrollo uniforme, en un contacto muy cercano entre sí, por lo que deben integrar naturalmente en una entidad históricamente uniforme.15

Sin embargo, la época de Pokrovski y Marr no fue larga. Se puede relacionar la decadencia de estas figuras con la tarea entonces pendiente para las autoridades, de la identificación y ubicación de los grupos étnicos. Debido a que en esa época el diseño de la estructura interna político-administrativa de la Unión Soviética aún no había acabado, la segunda parte de los años veinte del siglo pasado se caracterizó por la lucha de las élites étnicas por asegurar, para su grupo, un reconocimiento oficial y un nivel más alto en el ranking de las autonomías territoriales, o, por lo menos, un estatus igual al de los vecinos.16 La mala suerte de Pokrovski y, especialmente, de Marr fue predeterminada por el hecho de que la lucha de las elites étnicas tomó la forma de la elaboración de versiones históricas con énfasis en hechos eminentes del pasado, atribuidos muy libremente solo a un grupo étnico específico y, a veces, usurpando el pasado histórico de los demás grupos.17

El periodo entre la segunda mitad de los años veinte y la primera mitad de los años treinta fue muy importante para las élites regionales. Fue entonces cuando se establecieron las "condiciones iniciales" para una forma de rivalidad entre los grupos étnicos muy particular del régimen soviético, que nombramos como la política del ethnic enclosure, y que explicaremos en detalle en la siguiente parte de este artículo. Fue importante, puesto que durante este corte de la línea del tiempo, la delantera la tomaron aquellos grupos étnicos cuyos historiadores lograron avanzar en sus agendas antes del comienzo de la nueva etapa en las relaciones entre los historiadores y las autoridades en la Unión Soviética. Se trata de la segunda parte de los años treinta, cuando los nuevos vientos desde el Kremlin generaron un giro hacia el "nacionalismo pan-soviético", que, en la práctica, significaba la aparición de una nueva versión de la historia oficial pan-rusa y un golpe fuerte a la autonomía (no obstante que fue limitada) de los historiadores regionales. La tradición historiográfica rusa pre-revolucionaria fue rehabilitada parcialmente y la búsqueda de las rutas históricas del pueblo ruso, de la estatalidad rusa y los orígenes de los eslavos, se regeneró.

La siguiente etapa se inicia en la primera parte de los años cincuenta. En ese entonces se hace evidente la coexistencia de dos enfoques diferentes: uno, el nacionalismo pan-soviético, y otro, el nacionalismo étnico regional, debido al crecimiento de la rivalidad étnica causada por la discriminación étnica "incorporada" en la estructura político-administrativa soviética.18 Las autoridades políticas en los territorios "adscritos" a uno u otro grupo étnico, o sea de los grupos titulares en los territorios de su dominación étnica,19 tenían una autonomía relativamente amplia para ratificar una versión del pasado en particular, como la historia oficial del grupo étnico. Desde luego, los historiadores regionales de cada grupo étnico fueron presionados por los líderes políticos de las regiones para llevar a cabo una búsqueda de las evidencias en el pasado que pudieran permitir, primero, obtener una "nueva ventaja" histórica, justificar los cambios en la versión oficial de la historia y, en seguida, recibir la ventaja política.

Este proceso tuvo un impacto directo en lo que Wertsh denominó como collective rememberig,20 haciendose evidente un choque entre las memorias de los grupos étnicos competidores –choque que está directamente relacionado con el proceso de elaboración de las versiones oficiales de los grupos étnicos por los historiadores locales– y el fortalecimiento de los mitos de etnogénesis. Por otra parte, vale la pena subrayar, que en la mitad del siglo pasado, en la Unión Soviética, cada uno de los grupos étnicos con algún estatus político (sea una de los quince repúblicas de la Unión, repúblicas autónomas ó distritos autónomos) ya tenía su propio liderazgo político y éste ya se sentía obligado a promover y a conservar tanto los aspectos económicos como sociales de su grupo. Una de las medidas más importantes tomadas en esa dirección fue la de fortalecer una identidad aislada e inmarcesible del grupo étnico. Como ya lo mencionamos, el territorio (la patria étnica), la estatalidad y el idioma fueron reconocidos por las autoridades centrales como los criterios más importantes para el establecimiento exitoso de dicha identidad.

Obviamente, la parte más importante del proceso de la elaboración de la versión oficial de la historia fue asignada a los historiadores, para quienes la tarea principal era establecer el lugar geográfico y los límites de la patria étnica para cada grupo en cuestión. En este proceso, las teorías migratorias –inicialmente populares– fueron reemplazadas por las teorías autóctonas. Bajo la enorme presión por parte del liderazgo político en las regiones, los historiadores locales tenían que demostrar que su grupo étnico fue el primero, o el más temprano (o sea, que su habitantes eran autóctonos) en el territorio señalado. Así, el grupo podría, por ejemplo, estar orgulloso de su "presencia en el territorio en cuestión" ab uribe condita. Por otra parte, al grupo étnico-competidor, podría ser asignado el estatus de inmigrante o del grupo que ha llegado a ese territorio mucho más tarde que el primer grupo. No debe sorprender, desde luego, que los historiadores rivales trataban de presentar argumentos en contra de éste, pues, en las palabras de Erick Hobsbawm, "[...] los historiadores son al nacionalismo lo qué los cultivadores de la amapola de Pakistán son a los heroinómanos: proveen la materia prima esencial para el mercado" (Hobsbawm, 1992: 3).

Más aún, cuando la noción de los primeros habitantes no era suficiente, los historiadores tenían que demostrar que sus progenitores eran mucho más "civilizados y avanzados", en comparación con los del otro grupo, utilizando las expresiones como "el centro civilizado más temprano de la humanidad". Entre las evidencias presentadas a favor de las nuevas versiones de la historia oficial encontramos la "formación de centros urbanos y Estados más antiguos" por parte de su grupo étnico, o, a veces, la asimilación lingüística o conversión religiosa de los grupos vecinos.21 En muchos casos, las evidencias o fuentes importantes fueron ignoradas completamente, especialmente, cuando eran contradictorias. Además, cuando la disponibilidad de las evidencias históricas era limitada, se facilitaba la interpretación libre e incluso, la especulación.

En otro aspecto relacionado con el oficio de historiador en la URSS, hay que mencionar una característica importante de las relaciones entre historiadores y las autoridades en la Unión Soviética: los arreglos institucionales fueron diseñados de tal manera que permitieran un alto grado de proximidad entre los historiadores y el liderazgo étnico. Las autoridades soviéticas crearon un sistema eficaz de control sobre la producción del conocimiento de la historia, que incluyó la censura múltiple por parte de la administración de la institución académica y por los comités locales del partido Comunista. Por ejemplo, antes de que el permiso para imprimir los resultados de una investigación histórica pudiera ser obtenido, cualquier manuscrito tuvo que ser aprobado en los varios niveles de control administrativo dentro de la institución de investigación y dentro de la casa editorial. El manuscrito era examinado no tanto en términos de la calidad académica, sino en cuestión si el trabajo era apto, con los requisitos precisados por el liderazgo político.

De igual manera, las autoridades ejercitaron no solamente un alto grado de control sobre la interpretación de los resultados finales de la investigación histórica, sino también determinaron los principios políticos e ideológicos generales que se esperaba que los historiadores siguieran.22 Por esta razón, cuando en los finales de los años ochenta y principio de los años noventa, los debates historiográficos salieron a la luz publica,23 muchas personas percibieron que los historiadores debían compartir la responsabilidad con los líderes étnicos en la divulgación de las visiones etnocéntricas extremas entre sus grupos étnicos respectivos, que a menudo resultaron en "choques" con los mitos étnicos, basados en las versiones contradictorias del pasado distante de los grupos étnicos, como se muestra esquemáticamente en el diagrama 2.

Por otra parte, podemos argumentar que las narrativas históricas etnocéntricas producidas por los historiadores, en los territorios autónomos soviéticos, se diferenciaron poco de las versiones similares construidas en otras partes, puesto que las versiones de la historia de grupos étnicos representan siempre una visión de "la fraternidad étnica de las élites y de las masas con un drama histórico, que evoca significados profundos sobre el destino y la comunidad, ante el riesgo de la peligrosa fragmentación y la enajenación que el industrialismo y la ciencia moderna revelan" (Smith, 1986: 173). No obstante, en el caso soviético, la desigualdad en la ubicación de los grupos étnicos en el sistema de la división etno-territorial, las reglas de juego establecidas por las autoridades, la forma que tomó la rivalidad entre las élites étnicas, y el control de las autoridades sobre la investigación y producción histórica en el país, son los elementos claves de los procesos que condujeron a la adaptación de los liderazgos étnicos a una política muy particular: la política del ethnic enclosure.

4. La política del ethnic enclosure

Observando la labor de los historiadores regionales en la Unión Soviética, en lo relacionado con la investigación en el área de las historias étnicas, podemos destacar las similitudes con los casos analizados por Hroch: los historiadores soviéticos actuaban, igualmente, como productores del conocimiento (la primera fase del esquema ofrecida por el autor checo) y como actores que facilitaron enérgicamente la divulgación de los mitos (la segunda fase), "transfiriendo las imágenes idealizadas del pasado étnico en realidades táctiles, según los cánones modernos del conocimiento" (Smith, 1986: 180). Sin embargo, a pesar de las características similares con los casos analizados por Hroch y su utilidad para explicar varios aspectos de lo relacionado con el crecimiento del nacionalismo en la etapa que terminó con la creación de la URSS, su esquema no sirve para explicar las particularidades de las relaciones entre los grupos étnicos en este país, especialmente los conflictos, unos de los más durables en los últimos años y que continúa generando inestabilidad y violencia en el Cáucaso casi dos décadas después del colapso de la Unión Soviética. Lo que hace poco admisible el modelo de Hroch, para el análisis de los casos soviéticos, es la doble cara de las políticas étnicas de las autoridades soviéticas, que fueron identificadas de forma temprana en la academia por Walker Connor como simultaneous nation-building and nation-destroying, es decir como los esfuerzos hacia la construcción de las naciones y la destrucción de las naciones al mismo tiempo (Connor, 1972). Debido a esta característica de las políticas étnicas de las autoridades, el autor de este artículo ofrece otra alternativa de marco de análisis: a partir del ethnic enclosure (Rouvinski y Matsuo, 2003).

El concepto de ethnic enclosure intenta explicar el nacionalismo soviético usando una aproximación etno-simbólica. La idea central de la teoría política simbólica es que el comportamiento político de las personas es una respuesta a los símbolos (véase M. Edelman, 1985). Esta teoría se amplía para explicar las rivalidades étnicas desde la siguiente perspectiva: sí las súplicas emocionales a la causa nacionalista se refieren a la culpa del grupo étnico rival, entonces tales súplicas pueden despertar las sensaciones de cólera y hostilidad que son muy proclives a motivar la gente para que apoyen un movimiento etno-nacionalista (véase S.Kaufman, 2001).

El uso del término enclosure (cercamiento), en el contexto de la rivalidad interétnica en la Unión Soviética, se asocia con el cercamiento histórico de la Inglaterra del siglo XVIII. El cercamiento histórico representó simultáneamente un caso de exclusión e inclusión: en el proceso del cercamiento la tierra común, que anteriormente era de otros poseedores con derechos tradicionales relacionados con la ganadería, se cerca o se incluye (inclosure or enclosure en inglés) y se traspasa o se ceden los derechos sobre la tierra a uno o más dueños privados, que desde entonces gozan de la posesión y de los frutos de la tierra, mientras que otros quedan excluidos. El proceso de ethnic enclosure se puede caracterizar también por esta exclusión e inclusión simultáneas: hay grupos étnicos no-titulares son excluidos del área en cuestión, y hay un solo grupo étnico titular, que queda incluido. Es decir, es el único que sigue disfrutando los beneficios asociados con su estatus titular en el territorio.

En la Unión Soviética la necesidad para las élites étnicas era, por un lado, justificar la existencia de los requisitos de una nación, de acuerdo con las reglas de juego establecidas por las autoridades y, por el otro, mostrar la ventaja histórica comparativa frente a los argumentos presentados por los grupos étnicos rivales para asegurar el lugar privilegiado en el ranking de los grupos étnicos. Esto dio lugar a las políticas de ethnic enclosure que los líderes estaban promoviendo activamente durante la época soviética. El objetivo de dicha política era "cercar" simbólicamente el área en cuestión con el fin de aumentar o mantener el lugar en el ranking de los grupos étnicos, en una relación directa con el derecho al estatus del grupo titular en el territorio en disputa con otro grupo rival. Puesto que el cercamiento étnico reflejaba la forma que tomó la rivalidad étnica en la Unión Soviética y una justificación histórica satisfactoria era el elemento clave de un cercamiento simbólico, los grupos étnicos "cultivaron" las distintas versiones del pasado distante. Cada versión estaba dando la ventaja histórica a un grupo étnico por cuenta del grupo étnico rival y este último era excluido del territorio en disputa, de tal manera que el territorio en cuestión llegaba a ser poseído históricamente por solo un grupo. El diagrama 3 muestra el proceso de cercamiento mutuo de forma esquemática.

Las versiones oficiales de las historias se diseminan principalmente a través de los libros de textos en los colegios regionales, utilizando los medios de comunicación masivos para popularizar las versiones simplificadas entre el público. A continuación, prestaremos mayor atención a los aspectos del ethnic enclosure, en cuando se trataba de la enseñanza de la historia en las escuelas regionales, puesto que se pueden comprobar las dinámicas relacionadas con la política del cercamiento étnico analizando los libros de texto de las historias regionales y su enseñanza.

La mayoría de las narrativas históricas encontradas en libros de textos de los relatos republicanos y locales publicadas en la Unión Soviética, reflejan exactamente la clase de mitos étnicos que se usan en el cercamiento simbólico: se supone que los libros de textos deberían presentar a los estudiantes las versiones simplificadas del pasado distante, cuidadosamente seleccionando, estableciendo qué es lo que tienen que conocer los estudiantes de la historia étnica del grupo en cuestión. Mientras que la simplificación y la limitación de los libros de texto son quizás la característica común en la mayoría de los casos, en los territorios autónomos soviéticos tenían una función especial, como discutiremos en seguida.

Aparte de la enseñanza de la historia de la URSS y de la historia universal, en la Unión Soviética había clases de historias regionales, que fueron introducidas oficialmente a los planes de estudios en todas las escuelas en el año académico de 1960/61, a excepción de las escuelas en la Federación Rusa (Kuzin, 1979). No obstante, en la práctica, la enseñanza de historias locales y regionales en los territorios autónomos comienza mucho antes, en las décadas del veinte y del treinta del siglo pasado, o sea en aquellos días en que la enseñanza de la historia como materia común de la educación básica para todas las escuelas soviéticas fue substituida por la versión soviética de los estudios cívicos, con base en las ideas de la escuela de Pokrovski (Social Science in Soviet Secondary Schools, 1966). Pero los estudiantes en las regiones estaban aprendiendo sus historias étnicas en las clases de estudios regionales y, con frecuencia, el material referente al desarrollo histórico del área en cuestión podía también encontrarse en los libros de textos de geografía y literatura. Estos temas jamás dejaron de ser parte del plan de estudios escolares, incluyendo el período en el cual historia como una materia común fue rehabilitada en las escuelas soviéticas en la segunda parte de los años treinta. Desde entonces, en los colegios regionales coexistían dos cursos centrales: uno de historia de toda Unión Soviética y otro de historia regional o local.

La directiva que demandaba la escritura de un libro de texto "estable" ("unificado") de la historia de toda Unión Soviética fue enunciada en una publicación en Pravda en 1937. El documento fue firmado personalmente por Stalin. El curso que fue diseñado, en cumplimiento de la directiva, reflejaba la ya rehabilitada tradición historiográfica pan-rusa e incluía los temas de historia del Partido Comunista, pero no tenía los temas dedicados a las historias de los grupos étnicos soviéticos. Con excepción de la historia de los rusos y la de los eslavos, se dejó la tarea a las autoridades e historiadores regionales. Y esta no era la única diferencia entre el curso de la historia de toda la Unión Soviética y los cursos de la historia regional.

El proceso de aprobación del uso de los libros de texto también estaba marcado por una diferencia significativa. En el caso de los libros de textos de la historia de la URSS, en el cual los estudiantes, en cualquier escuela, utilizaron la única versión del libro de texto aprobado por el ministerio de educación para todo el país, existía una práctica común en la cual todos los libros de texto tuvieron que ser substituidos, en todo el país, tan pronto aparecía una nueva edición (Wertch, 2002: 80). En cambio, los libros de texto de la historia regional tuvieron que ser aprobados por los ministerios republicanos o autónomos de la educación. Por esta razón, las autoridades locales tuvieron un grado significativo de libertad en el momento de elegir el contenido de estos libros y decidir cuándo las escuelas tenían que cambiarlos (Kuzin, 1979: 16).

Para los autores sobre historias regionales la exigencia formal de Moscú era "convencer a los estudiantes, con base en los hechos históricos en la historia de la república de la URSS o de la historia local, de que siempre –desde los tiempos inmemoriales– había amistad entre los pueblos de la Unión Soviética" (Kuzin, 1979: 3). Sin embargo, en la práctica, la preocupación principal de las autoridades centrales era cerciorarse de que las narrativas de los libros de texto acentuaran «la amistad intacta» del pueblo ruso con los grupos étnicos respectivos durante muchos siglos. Algunas tentativas de romper la regla fueron rápidamente paradas.24 Como resultado de esta demanda de Moscú, cada grupo deseaba demostrar su estatus histórico superior con base en sus acoplamientos con los rusos. Los autores sobre historias republicanas en situ, literalmente competían uno con otro para demostrar que sus grupos étnicos tenían los contactos más cercanos y más tempranos con los eslavos, a veces, atribuyendo al anterior o al último, o aún a ambos, las aventuras que hacen que los logros de Alexander El Grande aparecer indistinguibles.25

Por otra parte, el control central sobre la representación de las relaciones entre los grupos étnicos no-rusos en el pasado distante era absolutamente diferente. Normalmente, las oficinas del Partido Comunista en los territorios autónomos, los ministerios regionales de educación y los intelectuales provinciales tenían un grado de libertad considerable, y Moscú era generalmente renuente a intervenir, a menos que hubiera el riesgo de una protesta abierta en lo referente a la introducción de una nueva versión oficial de historia.26

De igual manera, la idea de que los fabulae de historias étnicas debian ser construidos desde el principio sobre las idea de que los grupos étnicos tuvieron que ser los primeros habitantes y mostrar el uso continuo de su idioma, nunca fue cuestionaba. Así, casi siempre, los estudiantes de los grupos étnicos rivales trabajaron con los libros de texto que tenían versiones de la historia de la región contradictorias, o sea, cada una de la versiones justificaba la ventaja de su grupo étnico, según los criterios claves en el ranking de los grupos étnicos: los primeros habitantes y la continuidad del uso del idioma.27 Indicativamente, hasta la mitad de la década del ochenta los libros de texto fueron publicados en el idioma titular o los idiomas regionales, pero una edición en ruso de los mismos libros que fueron utilizados en las escuelas regionales fue impresa simultáneamente, o un poco después, debido a que con frecuencia el manejo del idioma que fue identificado con el grupo étnico era deficiente en las generaciones jóvenes, debido a la política de rusificación llevada a cabo por las autoridades centrales de la Unión Soviética.28 Además, las versiones en ruso pudieron ser comprobadas por las autoridades centrales a la hora de "hacer justicia" en una disputa interétnica. De igual manera, para los fines del ethnic enclosure, las versiones opositoras deberían ser conocidas por los rivales –historiadores y autoridades– también, y el ruso era la lengua franca en la mayoría de los casos. Esta situación condujo a las escrituras y reescrituras sucesivas, no solo de las historias étnicas sino, también, de los libros de texto escolares, en una manera similar al esquema que muestra el Diagrama 2.

Otro aspecto relacionado con el proceso del cercamiento simbólico se puede identificar en la metodología de la enseñanza. A diferencia de la estandarización de todo el proceso relacionado con la enseñanza de la historia de la Unión Soviética, o la historia universal, los profesores de las historias regionales tenían más libertad a la hora de elegir los temas para las clases y en la selección de las preguntas para los exámenes, especialmente en la parte de la historia más antigua de la región. Incluso en las publicaciones soviéticas, cuidadosamente revisadas por las autoridades antes de ser publicadas, hay evidencias de diferencias en la enseñanza de la historia republicana. Por ejemplo, en Ucrania Soviética, la historia ucraniana fue enseñada de manera distinta en la región del este de Dniéper (en la cual la mayoría de la población es étnicamente rusa), en la región central (de población mixta), y en las áreas occidentales (con la predominio de población ucraniana nacionalista).29 En este caso, según la cuidadosa fraseología de la época soviética, los profesores "intentaban reflejar las especificidades locales a través de la inclusión extensa del material extracurricular regional" (Kuzin, 1979: 11).

Los autores de las recomendaciones metodológicas para la enseñanza de las historias regionales aconsejaron a los profesores para que no "duplicaran" los temas en el curso de historia de la Unión Soviética ni los del curso de historia regional, especialmente en la parte dedicada a la enseñanza de la historia antigua. Como no se pudo tocar la enseñanza del curso de historia de URSS, en el cual no había reservado suficiente espacio para los temas de la historia antigua –excepto lo de la Rusia central– y como en el curso de historia universal tampoco se explicaba la historia antigua de los territorios geográficos que se incorporaron a la Unión Soviética, la recomendación de las autoridades centrales, consitió en ampliar, en el curso de historia regional, el número de temas dedicados a la historia del pasado distante del territorio en cuestión.30 Ilustrativamente en la década del setenta el autor de uno de los pocos informes publicados en la época Soviética sobre el asunto, reconocía cuidadosamente, que "predominaron los temas relacionados con la historia antigua de la región" (Kuzin, 1979: 8-9). Por otra parte, a los profesores de historia regional les fue permitido asignar dos veces más el número de horas para enseñar historia de la región, a diferencia de las horas dedicadas a la enseñanza de la historia de la Unión Soviética, según la programación centralizada (Kuzin, 1979).

Vale la pena mencionar también el contenido de los exámenes de grado en las escuelas de las regiones. La carencia de información detallada sobre el pasado distante, en libros de texto, sobre la URSS no planteó ningún problema para los estudiantes en las escuelas de los territorios soviéticos autónomos, puesto que los exámenes finales de historia de la URSS planteaban pocas preguntas relacionadas. El examen final estatal de historia de la URSS fue dedicado casi enteramente a los temas de la historia reciente de Rusia soviética y de la historia oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética. Pero, los exámenes de las historias republicanas en muchas escuelas, fuera de la Federación Rusa, eran absolutamente diferentes. Los graduados de estas escuelas tuvieron que aprobar un examen que contuvo preguntas sobre la historia temprana del territorio en cuestión, y los estudiantes tenían que preparase para este examen usando los libros de texto localmente publicados. Las representaciones de la historia del pasado distante en estos libros de texto eran menos ideologizadas que las descripciones de los acontecimientos más recientes. En lugar de tener en cuenta la ideología comunista, las versiones de la historia regional eran casi exclusivamente etnocéntricas en su naturaleza.

De la misma manera, la metodología soviética de la enseñanza de la historia facilitó una absorción fácil de los estudiantes de las versiones simplificadas de la historia. A los profesores de los colegios de la Unión Soviética les enseñaron en las universidades que cuando los datos históricos se presentan claramente y en concreto, incluso los niños pequeños pueden entender los aspectos más complicados del proceso histórico: la atención de los estudiantes debería ser enfocada solo en los hechos o acontecimientos más importantes; las generalizaciones sobre el carácter y la naturaleza de ciertos acontecimientos o procesos, eran algunas de las técnicas comunes que tenían que utilizar los profesores soviéticos de historia en sus salones. La siguiente parte, dedicada al caso de la política del cercamiento étnico en Georgia, sirve como una ilustración de cómo la combinación de las políticas étnicas del centro (o sea, de Moscú) con las intenciones mutuas a lograr el ethnic enclosure simbólico por los georgianos y los abjasos, son unos de los factores claves que mantienen la situación de la confrontación permanente entre los dos grupos étnicos en el Cáucaso.

Antes de seguir, es importante anotar que en un principio, en el proceso de cercamiento étnico simbólico, se pueden utilizar varias propiedades culturales para justificar el cercamiento. No obstante, como se muestra en el estudio de caso, en la siguiente parte del artículo, es el idioma adscrito a un grupo étnico el que parece ser un elemento muy conveniente, especialmente porque en muchos casos es extremadamente difícil para que los historiadores profesionales y los lingüistas históricos identifiquen precisamente cuál fue la lengua hablada en el territorio en disputa en el pasado distante.

5. Ethnic enclosure en Georgia

En Georgia conocida como la tierra de Cólquida mítica, y en la época más cercana a nosotros, una de las autonomías más prósperas durante el período soviético, las tensiones étnicas entre los georgianos y los abjasos se han divulgado desde el principio del siglo pasado, pero llegaron a ser particularmente severas en la segunda parte de la década del ochenta, convirtiéndose en guerras étnicas en 1992-1993. Después de un de un conflicto de baja intensidad durante más de una década, la región atrajó nuevamente la atención de todo el mundo , cuando por primera vez en la época post- soviética, Rusia y una de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, entraron en una confrontación bélica. No obstante, las raíces profundas de la confrontación interétnica en la región tienen poco que ver con la nueva Rusia, más bien con las viejas herencias de las políticas conducidas en el Cáucaso por las autoridades soviéticas.

El origen de los pueblos que habitan la costa oriental del Mar Negro ha causado siempre gran fascinación entre los historiadores. Herodoto pensaba que los habitantes de Cólquida estaban relacionados con los egipcios, basando sus conclusiones de Historias en las afinidades lingüísticas y culturales entre los egipcios y los cólquidos. Los demás historiadores griegos y romanos, al contrario, han ubicado el origen de los cólquidos en los Pirineos. Los autores georgianos durante la Edad Media, exploraron las rutas bíblicas y argumentaron que Kartlos, el descendiente de Noé, era el fundador del pueblo georgiano.31 En el año 1824, el historiador francés César Famin, criticó las opiniones de los griegos, romanos y bizantinos argumentando que habían cometido el error de utilizar el mismo nombre para los diferentes pueblos que habitaron la región durante periodos diferentes. Por ejemplo, el establecimiento de colonias por parte de los griegos facilitó la restricción del conocimiento pero, como argumentó Famin, este conocimiento fue cubierto por "el genio poético" de los griegos, quienes reemplazaron el conocimiento histórico con el conocimiento mitológico. Sin embargo, lo cierto es que en los tiempos antiguos, en el territorio de la región, a lo largo de la costa oriental del Mar Negro, habitaban un número significativo de tribus, lo que hace difícil establecer los verdaderos límites territoriales. Es también claro que, antes del siglo XX, las discusiones historiográficas tenían poca relación directa con los procesos políticos. Esta situación cambió al comienzo del siglo XX por lo que en seguida se analizarán los debates historiográficos relacionados con la historia de Abjasia, con el propósito de hacer una ilustración más detallada de las conexiones entre la política del ethnic enclosure y el proceso de producción de las historias oficiales.

Antes de la creación de la República Soviética Socialista de Abjasia, en el extremo noroccidental de los montes del Cáucaso, el territorio de Abjasia era incluido en el territorio de la República Democrática de Georgia. No obstante, antes de la independencia de Georgia, después de la Primera Guerra Mundial, Abjasia era parte del Imperio Ruso. La independencia de Abjasia coincidió con el establecimiento del régimen soviético en esa región a comienzos de los años veinte. Las autoridades de esta nueva entidad etno-territorial necesitaban urgentemente una justificación histórica apropiada para tener el derecho de ejercer una amplia autonomía sobre el territorio, porque el liderazgo político del grupo étnico competidor (los georgianos) argumentaba que Abjasia -"históricamente"- era parte integral de Georgia y, por lo tanto, podía tener sólo una autonomía muy limitada.32 Los historiadores abjasos, con el apoyo de las autoridades en la capital de Abjasia Sujumi (Sujum), comenzaron la búsqueda, en el pasado distante, de las evidencias que mostraran que los abjasos fueron los primeros habitantes de esta "tierra del espíritu bueno".33 Muy pronto, uno de los líderes de Abjasia declaró que el idioma hablado por los habitantes de la región era el abjaso y que los abjasos no solamente tenían un Estado antes que los georgianos sino que, también, incorporaron el Estado de los georgianos al suyo, en la Edad Media (Rouvinski, 2007a: 106-109).

Los historiadores abjasos justificaron sus conclusiones en un análisis de los nombres de los lugares y los ríos en el territorio de Abjasia, así como de las mismas inscripciones medievales en las iglesias. La idea de que los abjasos fueron los primeros habitantes del territorio en cuestión y de que ésto es confirmado por otros historiadores indígenas, fue el leitmotiv para muchas discusiones públicas, publicaciones y lecturas para profesores escolares. Así, las autoridades de Abjasia estaban promoviendo el mito étnico de los abjasos, aprovechando la oportunidad de ejercer el control sobre la producción de la historia oficial de Abjasia.

Sin embargo, como ya mencionamos previamente, el ambiente político en la Unión Soviética cambió en la década del treinta. Con el apoyo de las autoridades republicanas, los historiadores georgianos comenzaron a promover activamente otra versión del pasado distinto del territorio de Abjasia, en el cual, según los historiadores georgianos, ya no son abjasos sino georgianos los que fueron los primeros habitantes en el territorio conocido, en los tiempos modernos, como Abjasia. Adicionalmente, algunos historiadores identificaron los primeros habitantes del territorio de Abjasia como pertenecientes a un grupo étnico kartveliano unificado, donde fueron incluidos los abjasos. ¿Cuáles son, entonces, las evidencias históricas? Los mismos nombres de lugares y de ríos, así como las inscripciones en las iglesias, que fueron declarados como evidencia de la presencia del idioma abjaso por los historiadores abjasos, una década antes. Poco después, los colegios con el idioma abjaso como medio de instrucción, fueron cerrados y el uso del abjaso fue prohibido en los dominios públicos y en los medios de comunicación.34

Así, los primeros intentos de los georgianos de "cercar" el territorio en disputa con los abjasos, se ubicaron en la década del treinta del siglo pasado (la primera fase del esquema en el Diagrama 2). Los libros de texto para los colegios georgianos publicados en la siguiente década ya muestran "avances" importantes de los georgianos: la narrativa del texto se remonta al comienzo de la historia. Una nación georgiana unificada a un pasado muy distante, declarando el Estado de Urartu como un Estado georgiano antiguo, y caracterizando el Reino Abjasio como un "Estado georgiano occidental". Los autores de los libros de texto están nombrando el uso extenso de la lengua georgiana en Abjasia como una de las pruebas centrales de la dominación de las raíces étnicas georgianas en la historia de Abjasia. Sin embargo, en 1958 en georgiano, y pronto después en ruso, fue publicada una nueva versión del libro de texto de la historia georgiana.35 La nueva edición fue necesaria, en parte porque la política de Moscú hacia Abjasia había cambiado después de la muerte de Stalin: en ese entonces, las autoridades centrales ya escuchaban las voces de los abjasos, y las escuelas en las que el abjaso era uno de los idiomas de la instrucción fueron reabiertas.

No obstante, la otra razón por la cual las autoridades georgianas tenían que publicar el nuevo libro de texto georgiano, era la necesidad de responder a la publicación del primer libro de texto de la historia abjasia escrita por los historiadores nativos de Abjasia e impreso en Abjasia, en la cual los abjasios logran "cercar" simbólicamente el territorio en disputa y excluir a los georgianos desde la posición del área en cuestión, en el pasado distante de la región.36 Entonces, los autores del nuevo libro de texto de la historia georgiana decidieron no negar el hecho de que la población de Abjasia en el pasado distante era multiétnica, sino que la mayoría de los grupos étnicos no-georgianos, en última instancia, fueron lingüísticamente asimilados por los georgianos. Esta última idea es central en todos los libros de texto georgianos que fueron publicados en Georgia durante el resto de la era soviética. Un ejemplo de esto fue la séptima edición de la Historia de Georgia,37 un libro de texto para los alumnos desde el séptimo hasta el décimo grado, publicado en 1973, y que a continuación analizaremos.

La descripción del pasado distante de Georgia comienza con el capítulo titulado "Las tribus georgianas y sus vecinos", en el cual la escena histórica está ubicada más de dos mil años atrás. Los autores reconocen las diferencias lingüísticas de los antepasados de los habitantes modernos de Georgia, pero ligan lingüísticamente la mayoría de la población antigua al georgiano moderno y a las "raíces comunes" de una nación georgiana "cohesiva". La mención de los abjasos en esta parte del libro de texto se hace en lo referente a la descripción de un grupo de tribus, cuya mayoría de la población habitaba en los territorios vecinos y no en Georgia; es decir, se niega a los abjasos el derecho de ser los primeros habitantes del territorio de Abjasia. Para ilustrar el dominio de la lengua georgiana en el pasado distante, los autores decidieron incluir un informe del clásico historiador griego Jenofonte, que había mencionado que la lengua de una de las tribus georgianas fue oída en la zona costera del Mar Negro desde 401 A.C. Más adelante, cuando los autores enfatizan el alto grado de influencia política del Reino de Kartli en "Georgia occidental" (es decir, en Abjasia), ellos explican que el crecimiento de la influencia del reino dio lugar a la unificación "cultural y étnica" de toda la población en el territorio de Georgia moderna, un proceso que ocurrió no sólo dentro del área de la cultura espiritual y material sino, también, implicó la "unificación" de la lengua en la base del georgiano.38

Como ya mencionamos, el primer libro de texto de historia de Abjasia fue publicado en 1960 y (en el Diagrama 2, si sustituimos el grupo A por los georgianos y el grupo B por los abjasos) representó la segunda fase del proceso del recinto étnico simbólico. Cumpliendo con la tarea de explicar a los estudiantes abjasos la etnogénesis de su grupo étnico, los autores abjasos lograron combinar elementos locales muy antiguos de la legendaria Cólquida con el patrimonio cultural de las tribus de origen en Asia Menor, sosteniendo que estás últimas se mezclaron con los habitantes locales en el territorio de Abjasia y asumieron de ellos su cultura y lengua superiores. Todo esto, según la narrativa del libro, estaba ocurriendo desde el tercer milenio A.C. Así, los historiadores abjasos lograron, con éxito, "cercar" simbólicamente el territorio disputado con los georgianos, excluyendo cualquier grupo kartvélico de la región y atribuyendo el pasado distante exclusivamente a los antepasados abjasos.

Interesante que en los siguientes capítulos del libro, en los cuales los autores analizan el pasado más reciente de Abjasia, particularmente la historia del Reino Abjasio, se comparta la idea expresada en los libros de texto georgianos sobre la disonancia del georgiano: estos capítulos fueron escritos por un historiador georgiano. La nueva edición soviética del libro de historia abjasia reflejó esta ambivalencia, aunque el objetivo central del cercamiento ya fue alcanzado: establecer que los antepasados de los abjasios fueran los primeros habitantes en Abjasia, que ha sido confirmado con base en el supuesto uso de la lengua abjasa en el todo territorio en disputa con los georgianos.

Por otra parte, la ambigüedad del libro de texto de la época soviética se debe también al hecho de que, mientras que el libro de texto fue publicado en Abjasia, el grupo étnico tenía un estatus de la autonomía reducida, que implicaba el control por parte de las autoridades georgianos en Tbilisi. El tema de cuáles son los libros que se utilizarán en las escuelas en Abjasia soviética fue siempre un punto importante a considerar por Tbilisi. No obstante, los profesores abjasios in situ podían proveer a sus estudiantes la información adicional y las interpretaciones que contradijeran la versión georgiana de la historia de la región.39

En la última etapa de la existencia de la Unión Soviética, o sea, en la segunda mitad de la década de los ochenta, las tensiones en Abjasia entre los abjasos y los georgianos iban en aumento. A la luz de nuestras observaciones, hasta ahora, no debe sorprender el hecho de que los primeros enfrentamientos violentos entre los grupos étnicos comenzaron sobre el asunto de la universidad en Abjasia que se dedicaba a formar a los historiadores profesionales y a los profesores de historia para los colegios.40 Pronto, las autoridades en Tbilisi (Tiflis) declararon la secesión de Georgia de la Unión Soviética, bajo el eslogan "¡Georgia para los georgianos!", y las autoridades en Sujumi (Sujum) declararon la secesión de Abjasia de Georgia, bajo el eslogan "¡Derechos al pueblo abjaso!". Desde la perspectiva de cercamiento étnico, estos hechos son la consecuencia lógica de la política étnica promovida por las autoridades.

6. Al modo de conclusión

Los procesos que uno puede relacionar con el nacionalismo étnico están detrás de un número significativo de conflictos que se viven en varias partes del mundo. Este no solamente explica por qué el fenómeno de etnicidad ocupa un lugar central en la agenda de los investigadores de varios disciplinas humanas y sociales, sino también porque genera una impresionante diversidad de las aproximaciones teóricas en el área de los estudios de naciones y nacionalismo. En este trabajo, se mostró la utilidad que tienen, primero, el ya "clásico" modelo de Anthony Smith, y, después, lo de Miroslav Hroch, para explicar por dónde pasan las líneas de la división en los grupos étnicos y el papel de los movimientos nacionalistas en el proceso de la construcción de una nación. En seguida, se enfocó el trabajo en la discusión de la labor de los intelectuales relacionada con el fortalecimiento y promoción de los mitos de etnogénesis y la importancia que tienen los mitos en el ámbito político.

Partiendo de las conclusiones de Hroch para los casos de Europa Oriental, se llevó a cabo el análisis histórico de las particularidades de las relaciones entre las autoridades y el oficio de historiador en la Unión Soviética, con el fin de demostrar cómo las autoridades aprovechaban los resultados de la investigación histórica en la época en la cual se transformó la rivalidad preexistente entre los grupos étnicos por el control sobre el territorio en una lucha por mantener y mejorar el ranking de su grupo étnico, en un ambiente de la discriminación étnica "incorporada" en la estructura político-administrativa soviética.

La forma que tomó la rivalidad entre los grupos étnicos se condicionó por la ambigüedad de las políticas étnicas de las autoridades centrales en Moscú: de la promoción de la construcción de una nación y de la destrucción de esa nación al mismo tiempo. En consecuencia, las autoridades regionales y locales en los territorios no-rusos de la URSS optaron por unas políticas del cercamiento étnico, los cuales contribuyeron al crecimiento de las tensiones entre los grupos étnicos. Después del colapso de la Unión Soviética, son estas tensiones que permanecen como los factores claves en los procesos que ya resultaron en las guerras sangrientas interétnicas en el Cáucaso y mantienen las causas potenciales para las otras; las guerras, que ya se ubican más allá de las políticas del cercamiento étnico.

 


NOTAS AL PIE DE PÁGINA

1. Más adelante se discutirá en detalle esta política, sin embargo resulta necesario en un comienzo facilitar al lector una definición breve que aclare el uso del término en inglés. Se entiende por ethnic enclosure una política de "cercamiento" étnico: esfuerzos deliberados del liderazgo étnico por cercar (enclose) simbólicamente el territorio en disputa con otro(s) grupo(s) étnico(s) por medio de la exclusión histórica de grupos rivales

2. "El Caballero de la Verdad", en: La Revista Georgiana Soviética Literaturnaya Gruziya , No. 12 (1990), 127.

3. Esta breve discusión nos sirve más adelante para analizar el comportamiento político de los grupos étnicos.

4. Más adelante en el texto volveremos a la discusión acerca del uso del término "nación".

5. Un ejemplo es el caso de Abjasia. El 31 de marzo de 1921, Abjasia fue declarada la República Soviética Socialista de Abjasia, o sea, su estatus quedó igual al de Georgia. Posteriormente, el 16 de diciembre de 1921, Georgia y Abjasia entraron a la Federación de Transcaucasia, que existía antes de diciembre de 1922, cuando los representantes de Abjasia firmaron el tratado de constitución de la Unión de las Repúblicas Soviéticas Socialistas. No obstante, el 19 de febrero de 1931 el estatus de Abjasia fue reducido al de República Autónoma dentro de la República de Georgia (una de las quinces republicas principales de la URSS). En 1989, el liderazgo de Abjasia intentó incrementar el estatus de Abjasia, pero no logro culminar el intento debido al colapso de la Unión Soviética en 1991. Otro ejemplo, son los cambios del ranking de Chechenia. La región autónoma Chechenia fue creada el 30 de noviembre de 1922, dentro de la República Soviética Federativa Socialista de Rusia, pero el 15 de enero de 1934 el territorio de Chechenia fue unido al territorio de la otra región autónoma, -la de Ingushetia- que quedaba también dentro del territorio de la Federación Rusa. En seguida, el 5 de diciembre de 1936, las elites de Chechenia y Ingushetia lograron levantar el ranking hasta el de republica autónoma. Sin embargo, el 7 de marzo de 1944 el estatus del territorio fue cambiado de nuevo, esta vez, se bajaron su posición, dejando el estatus en el nivel más bajo, el de distrito. Está situación fue aprovechada por los lideres de los grupos rivales –los Osetios, los Dagestanos, y los Georgianos–, que lograron incoporar a los territorios de sus autonomías una parte significativa del territorio de Chechenia, que fue distribuida administrativamente entre la República de Georgia y los dos repúblicas autónomas (Norte Osetia y el Dagestano) dentro de la Federación de Rusia. En 1957, las elites chechenas y las de Ingushetia lograron levantar nuevamente el estatus, dejando el territorio de la autonomía en el ranking de las republicas autónomas.

6. Véase, por ejemplo, Shnirelman, 2003: 20-22.

7. Se deben mencionar varios trabajos en este campo. En primer lugar, se trata del libro escrito por James Wertsch (2002), en el cual el autor intenta presentar un análisis comprensivo de la producción de las historias oficiales en la Unión Soviética. De igual interés, son los trabajos publicados por Victor Shnirelman (2001, 2003), en los cuales el autor contribuye en la creación de nuevo conocimiento sobre el tema con los detalles del proceso histórico en el Cáucaso durante el siglo XX. Los trabajos de Matsuo y Rouvinski (2003) y de Rouvinski (2007a, 2007b) proponen nuevos marcos de análisis sobre las relaciones entre la producción de la historia oficial en la Unión Soviética y los conflictos étnicos en el Cáucaso.

8. En este articulo, compartimos la perspectiva de Anthony Smith sobre el nacionalismo como "el movimiento ideológico hacia la obtención y el mantenimiento de la autonomía, identidad y la unidad de los grupos sociales" (A. Smith, Myths and Memories of the Nation, Oxford, 1999, 189).

9. No significa esto que el tema estuviera antes fuera de todo interés. En la introducción a su clásico Nations and Nationalism since 1780: Programme, Myth, Reality, Erick Hobsbawm nombra a Anthony Smith como el principal experto en el tema, haciendo la referencia al trabajo del último publicado en 1973. Sin embargo, los debates adquieren la nueva fuerza en la década del ochenta, debido a los cambios importantes de la palitra política que comienzan en Europa en ese entonces: Ethnic Origins of Nations no solo convierte a un libro en la lista obligatoria para los docentes y los estudiantes en Europa, los Estados Unidos y Japón, sino también toma la atención del público en general.

10. Véase una discusión importante del tema en George Schopflin (1997: 22-27).

11. Como discutiremos más adelante, en el caso de las rivalidades étnicas en el Cáucaso, se puede identificar el contenido del complejo mito-simbólico a través del análisis de las narrativas históricas en los libros de textos, en las publicaciones académicas y los de medios de comunicación, en los cuales se hacen referencia a la historia de los grupos étnicos.

12. Desde la perspectiva situacionalista, el proceso se facilita debido a que, en la mayoría de los casos, los valores atributivos al otro grupo se conviertan a los más atractivos.

13. En esa época, Stalin participó personalmente en un número significativo de las reuniones dedicados a los temas de la investigación histórica (véase John Barber, Soviet Historians in Crisis, Holmes & Meier, New York, 1981).

14. Para los intelectuales con esta reputación, había consecuencias graves no solo en el ámbito académico. La integridad física del historiador estaba en riesgo: muchos fueron eliminados en el terror de los años treinta.

15. Todavía, hay pocos estudios en profundidad acerca del oficio del historiador en la Unión Soviética en los años veinte y treinta, a pesar de que el tema presenta un interés muy particular para los investigadores.

16. El ranking más alto de un grupo abriría las puertas de acceso a unos beneficios asociados con la identidad étnica. Como ya mencionamos antes, en este nivel habría más espacio de maniobra para los líderes a la hora de definir la agenda política regional. De igual menra, se trataba del acceso a los subsidios del centro, el desarrollo prioritario de la industria y del sistema de salud, etc. Pero también, había beneficios personales: mejores puestos de trabajo, acceso al sistema de educación superior, entre otros. La identidad étnica siempre era marcada en los documentos de identidad de cada ciudadano soviético.

17. Las reglas de juego fueron establecidas, en una manera bastante explícita, por las autoridades: los grupos étnicos tenían que mostrar que cumplen con los requisitos de una nación. Según Stalin, "Nación es una comu-nidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura" (J. Stalin, "El Marxismo y la Cuestión Nacional", 1913).

18. O sea, las desigualdades en el ranking de los grupos étnicos relacionados con el estatus de su unidad etno-territorial: a pesar de la existencia de los más de 120 grupos étnicos oficialmente reconocidos por las autoridades, en 1940, son apenas 15 grupos étnicos que tienen el nivel más alto en el ranking, "la republica", seguido por 20 grupos con el estatus más bajo de "republicas autónomos" y 10 grupos con el estatus aun más bajo, lo del "distrito autónomo", aparte de un numero de las "regiones autónomos", como la de los judíos que, obviamente, no era apto para las reglas de juego comunes.

19. A propósito, la dominación política no siempre fue acompañada por el número dominante de la po-blación de la misma identidad étnica que las elites en el territorio en cuestión (véase, las discusiones relevantes en Maryhuba, 1994 ; Shnirelman, 2001).

20. Aquí, el termino collective remembering se refiere al concepto que desarrolla James Wertsch para analizar la rivalidad sobre la distribución de las memorias durante los procesos de la elaboración y difusión de las historias oficiales (véase, Wertsch, 2002).

21. Algunos lectores pueden sorprenderse con la inclusión en la lista de las costumbres religiosas. No obstante, a pesar del rechazo oficial de la religión en la Unión Soviética, la inclusión de este tipo de evidencias históricas al respecto de la justificación de la existencia de una estatalidad fuerte, fue aceptable.

22. Véase Heer 1973, Heller y Nekrich 1986.

23. En esa época, era habitual que los medios de comunicación invitaron a los historiadores para unos de-bates sobre los temas históricos. Los canales de televisión dedicaron el mejor tiempo en su programación para estas reuniones.

24. Por ejemplo, en 1943, todas las copias del libro de texto de la Historia de la República Soviética Socialista de Kazajstán fueron destruidos por mencionar la Rusia zarista como el enemigo más grande y más peligroso de Kazajstán "antes de la revolución" (Bordugov y Bukharev, 1999: 52).

25. Para un historiador serio, es difícil aceptar el argumento que, según los libros de texto de la República Soviética Socialista de Armenia, en el siglo X, Armenia y el Principado de Kiev ya tenían unos "relaciones extensos culturales, económicos y políticos" (véase Rouvinski, 2007a: 165-170) .

26. Varios protestas había en Georgia, Abjasia y Osetia en los momentos cuando las autoridades aprobaron las nuevas versiones de la historia oficial (véase Rouvinski, 2007a: 101-136)

27. A propósito, en un país tan centralizado y unificado como era la URSS, el hecho de que los libros de textos publicados localmente tienen diversos formatos: algunos tienen mapas pero otros no, algunos proveyeron de estudiantes las tablas cronológicas pero los otros no, etc. es uno de los indicadores adicionales de la existencia de esta libertad relativamente alta, a pesar de las restricciones que implicaba el régimen político en ese entonces.

28. Oficialmente, las copias en ruso fueron impresos para la población rusa en los territorios autónomos. Sin embargo, estos libros fueron utilizados por muchos etnias "titulares" que no tenían suficiente conocimiento del idioma "titular". No obstante, el liderazgo político del grupo étnico en cuestión, no pudo aceptar ninguna evidencia de la pérdida del idioma por los miembros de su grupo, sin poner en riesgo su ranking entre otros grupos. Este es el caso, por ejemplo, de Abjasia.

29. Crimea fue república autónoma de 1918 a 1946, dentro el territorio de la Federación Rusa, y se incorporo a Ucrania Soviética en 1954.

30. En los libros de textos en la historia de la URSS, casi no había información referente a los procesos tempranos en las áreas fuera del territorio histórico de la Rusia propia. Por ejemplo, el curso corto de la historia de la URSS publicado en 1950, no menciona ningún acontecimiento significativo en el pasado distante que tuvo lugar en el Cáucaso. Las ediciones más recientes de los libros de textos para el curso de la historia de la URSS contuvieron más información sobre la historia antigua; por ejemplo, los autores mencionaron la proximidad del los sármatas a los eslavos, la importancia del estado de Alan, y el hecho de que los Osetios modernos son los descendientes de los habitantes del estado de Alan. No obstante, estos libros de texto acentuaron que estados más pequeños en la Transcaucásica fueron influenciados dominantemente por Georgia y, eventualmente, se convirtieron en una parte del estado Georgiano unificado (véase Rouvinski, 2007a: 71-78). En la edición del año 1985 del libro de texto de la historia de la URSS, a pesar de la existencia de la tradición literaria muy rica de los grupos étnicos vecinos, sólo se menciona a los Georgianos, y ningún otro grupo étnico en el Cáucaso, como "el pueblo muy hábil que creó su propio alfabeto muy temprano" (Historiya SSSR, 1985).

31. Los georgianos hacen parte de los grupos étnicos, cuyo nombre común es los Kartvelos, el término que se derivan del nombre de un mítico jefe pagano Kartlos, el "padre" de los georgianos.

32. A propósito, el caso de Osetia del Sur es distinto: a los osetios, se niegan el derecho a la cualquiera autonomía.

33. Así se traduce el nombre de Abjasia en el idioma nativo, Apsni.

34. El abjaso pertenece a una familia distinta de idiomas, pero fue declarado un dialecto de la lengua georgiana, y su enseñanza fue prohibida en las escuelas en Abjasia (Rouvinski, 2007).

35. Berdzhenishvili, N. et al. Istoriya Gruzii. Uchebnik dlya starshikh klassov srdenei shkoly, Tbilisi: Gosu-chpedizdat GSSR, 1962.

36. Daizdzaria, G. Ocherski istorii Abkhazskoy ASSR, Sukhumi: Abgiz, 1960.

37. Istoriya Gruzii 1973, publicado en Tbilis (Tiflis) cuyas 20.000 copias fueron impresas en ruso.

38. Un tercero de todas las ilustraciones en el libro están relacionados, en una ú otra forma, con el tema de la importancia de lengua georgiano como una justificación del estatus del grupo étnico titular en la región.

39. Igual como en otras territorios autónomos. Para el caso de Abjasia, véase Rouvinski 2007a.

40. En una ciudad, en la cual la mayoría de la población conocía solo el idioma era ruso, la directiva desde Tbilisi (Tiflis) demandaba la instrucción solo en el georgiano.


 

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