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CS

versão impressa ISSN 2011-0324

CS  no.4 Cali jul./dez. 2009

 

PRESENTACIÓN

 

 

Enrique Rodríguez Caporali

 


 

 

Presentación

Cuando en la Universidad Icesi se decidió crear programas de formación en ciencias sociales uno de los principales intereses era contribuir al debate sobre la formación de región en el Valle del Cauca. Aunque significativos los aportes en ese campo son aún escasos si se les compara con los producidos con otras regiones del país, empezando por una discusión sobre si se el Valle del Cauca es una región y de qué tipo.

En ese momento, y aún hoy, pensamos que es importante avanzar en cinco ejes de análisis que creemos oportuno volver a poner en consideración. El primer eje estaría definido por una perspectiva histórica sobre las violencias y los conflictos sociales que se presentan en la región. Si bien la naturaleza y motivaciones de unos y otras son distintos, y responden a temporalidades desiguales, en la actualidad estos se superponen y forman una compleja red de articulaciones y mutuas "sostenibilidades" que no hacen posible una mirada aislada. Desde la confrontación entre Fuerzas Armadas, pasando por la movilización social de muy diverso tipo, hasta la violencia cotidiana, mal llamada difusa, presente en las calles, lo hogares y las relaciones sociales de todo tipo.

El segundo eje estaría marcado por la reestructuración productiva en la región, la distribución de la riqueza, la pobreza y el empleo. En torno a los cambios derivados del proceso de globalización de la economía y en particular la apertura, el sector productivo regional se transformó, con resultados muy desiguales en sus distintos ámbitos, a su vez se incrementó la diferencia en la distribución de la riqueza, el desempleo se redujo considerablemente, pero sus tasas y niveles de informalidad aún son altos, siendo Cali la ciudad, entre las cinco principales del país, en donde más se ha incrementado esta diferencia. Estas consideraciones además están claramente diferenciadas dentro de la población, pues la pobreza tiene una clara connotación racial y de género. El reciente Informe de desarrollo humano en el departamento, referencia importante para todos los ejes, cobra en este un aspecto central, por el preciso llamado que hace la inclusión social como calve para entender las dinámicas regionales.

El tercer eje estaría dado por las variaciones en las prácticas políticas ocurridas en los últimos veinte años. En este lapso se hicieron evidentes los altos niveles de corrupción en las diferentes administraciones seccionales, se quebraron casi todos los viejos emporios electorales y surgieron otros nuevos; en ese proceso las formas de organización política se resquebrajaron, sin que surgiera con claridad alguna forma alternativa de organización que supere las "microempresas electorales". Aquí es importante poner nuevamente en discusión el conocido debate alrededor del tema del liderazgo político en el Valle del Cauca, la reiterada alusión a la ausencia de líderes, quizá habría que explorar otros modelos menos centrados en una o pocas figuras que "salvaran" una región que en muchos sentidos no lo requiere. Es importante señalar que otros cambios han sido significativos, como la presencia de las mujeres en la actividad proselitista y en los cargos públicos, la conformación de varios grupos políticos en defensa de las comunidades indígenas y negras. Y, muy en especial, los factores de construcción de gobernabilidad asociados a estas nuevas condiciones, que evidencian la dificultad de construir gobiernos municipales representativos y con capacidad de convocatoria.

El cuarto eje estaría conformado por dinámicas poblacionales que van desde los recientes fenómenos migratorios, de los cuales los desplazados son la figura más visible, pero que incluyen la diversa composición de la población en la ciudad. Las nuevas formas de organización política y social, que contiene a grupos cada vez más dinámicos que buscan reivindicaciones que hagan realidad las políticas de inclusión que se vienen formulando en el país a partir d la Constitución del 91. Estas dinámicas ostentan un significativo llamado a una valoración y acción de la vida cultural regional que tenga en cuenta su diversidad y heterogeneidad. En síntesis, la cultura de la región no se puede entender por fuera de esa movilidad poblacional. Y esa movilidad poblacional ha sido posible gracias a la construcción de una circulación de bienes culturales sin los cuales es imposible comprender cabalmente la región.

El quinto eje lo constituye la urbanización de las relaciones sociales en el Valle del Cauca. Conocida como una región de ciudades, este departamento ha experimentado con singular fuerza la simultaneidad de la crisis de representación política y social –que afecta sectores urbanos cada vez más numerosos en toda la región–, con la profusión del discurso de la globalización que ha disuelto o reacomodado, de un modo aún por definir, las tradicionales representaciones sociales locales, una de cuyas evidencias más fuertes quizá sea: la estigmatización a través del narcotráfico, bien sea en lo local (el Cartel de Cali) o en lo nacional. Por eso, desde la segunda mitad de los noventa el tema de la identidad local se ha vuelto un tema de agenda, la impronta de lo global nuevamente, pero sin que aparezca un discurso que sea capaz de anudar los dispersos cabos de la migración permanente y desordenada, la precariedad de las elites, la crisis institucional y política, y la presencia constante de los medios y sus imágenes. Las complejidades de la vida urbana parecen desbordar las instancias sociales existentes, pues redefinen un nuevo panorama social y cultural que es necesario empezar a explorar.

Este número de CS recoge algunas propuestas que creemos permiten avanzar en una discusión sobre la región, que si bien no se insertan necesariamente en estos ejes, permiten pensarlos de manera renovada. Como ya es tradicional en nuestra revista, se propone una mirada multidisciplinar desde diferentes perspectivas que esperamos iluminen los debates que continuaremos en nuestra Facultad sobre la región. Los artículos de Rueda, Charry, Zuluaga, Pérez, Sáenz y Crespo, con los que comienza este número, dan una perspectiva amplia sobre diferentes procesos que consideramos relevantes.

En este número además, abrimos un espacio a tres contribuciones que hacen especial esta edición. Por un lado en Estudios Latinoamericanos se recoge la producción que desde diferentes partes del continente nos han hecho llegar y que esperamos sea un primer paso para hacer realidad esas redes de intercambio entre nuestros colegas suramericanos, que en general son bastante elusivas y difíciles. La sección de Estudios sobre género es una primera muestra del trabajo que durante los últimos tres años ha ha venido realizando el grupo de género de la Facultad. Finalmente, tenemos una sección de Documentos que por su importancia nos parece pertinente poner en circulación en nuestro medio. En este caso el documento de Emirbayer propone una nueva perspectiva para hacer sociología, la llamada sociología relacional que tiene una trayectoria interesante con diferentes posiciones en distintos lugares y que nos parece un insumo básico para repensar el quehacer sociológico en la región. Finalmente, el texto de Mauricio Archila presenta la posibilidad de encontrar un encuentro entre la historia empresarial y la historia social, que haga posible un intercambio entre los historiadores de ambos subcampos.

En otra publicación de la Facultad se nos señalaba que: más que de interdisciplinariedad, quizá debamos hablar de "hibridación de fragmentos de ciencias sociales". Este cuarto número de CS es un paso en esa dirección.

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