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CS

versión impresa ISSN 2011-0324

CS  no.10 Cali jul./dic. 2012

https://doi.org/10.18046/recs.i10.1354 

ARTÍCULOS

 

EL OLVIDO RECOBRADO: SEXUALIDAD Y POLÍTICAS RADICALES EN EL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL EN COLOMBIA1

 

RECOVERING WHAT WAS FORGOTTEN: SEXUALITY AND RADICAL POLITICS IN THE HOMOSEXUAL LIBERATION MOVEMENT IN COLOMBIA

 

O DESLEMBRO RECUPERADO: SEXUALIDADE E POLÍTICA RADICAL NO MOVIMENTO DE LIBERAÇÁO GAY NA COLÔMBIA

 

 

JOSÉ FERNANDO SERRANO AMAYA

1 University of Sydney. Sydney, Australia. jser1926@uni.sydney.edu.au

 

Artículo de reflexión: recibido 29 /11 /11 y aprobado 24 /10 /12

 


RESUMEN

¿Qué significaba 'liberación' en el Movimiento de Liberación Homosexual colombiano surgido a finales de los setenta? Revisando el contenido de El Otro, una publicación homosexual de la época, se argumenta que allí se produjo un discurso sobre la sexualidad basado en políticas radicales de la misma. Allí, la relación entre sexualidad y liberación se entendió como revolución, pragmática, pedagogía y vínculo, a la manera de un discurso libertario y contracultural cuya continuidad se vio afectada por la preponderancia de la lógica de los derechos en los movimientos de gays y lesbianas de la década de los ochenta.

Palabras clave: Liberación homosexual, Movimientos sociales, Derechos, Políticas sexuales.


ABSTRACT

What was the meaning of 'liberation' in the Homosexual Liberation Movement that emerged in Colombia at the end of the 1970s? El Otro, a homosexual magazine published at that time, is analyzed as a space where a particular discourse about sexuality took form based on the publication's radical politics. In this discourse, the relationship between sexuality and liberation was understood as revolution, pragmatics, pedagogy and bond, however it became impossible to continue these countercultural liberation politics as rights discourses came to dominate the gay and lesbian movements in 1980s.

Key words: Homosexual Liberation, Social Movements, Rights, Sexual Policies.


RESUMO

Qual o significado do termo 'libertação' empregado no Movimento de Liberação Gay colombiana surgido no final dos anos setenta? Examinando o conteúdo do 'O Outro', uma publicação homossexual daquela época, podese notar que existia um discurso sobre sexualidade baseado numa política radical. A relação entre sexualidade e libertação foi entendida como revolução, pedagogia pragmática, e junção. Tudo isto expressado na forma de um discurso anarquista e contrário à cultura, cuja continuidade foi afetada pelo predomínio da lógica dos direitos nos movimentos de gays e lésbicas dos anos oitenta..

Palavras–chave: Libertação gay, movimentos sociais, direitos, política sexual.


 

 

'Existen fechas inequívocas de recuperación y de renacimiento que significan la resurrección del olvido: nacemos del olvido y del dolor en cada equinoccio de primavera así hayamos olvidado, incluso, las apresuradas notas viscerales apuntadas en un cuaderno extraviado en el cual surgieron imágenes, nombres, fechas de encuentro y reflexiones inciertas. Nacer y morir son esos dos momentos del olvido recobrado...' (León Zuleta, 1952-1993, Medellín, Colombia)

 

Introducción: reacción y aporte

Este texto surge como una reacción y un aporte. Es una reacción a la repetición acrítica de una narrativa que establece en las revueltas en un bar de Nueva York, en junio de 1969, el origen de las movilizaciones que hoy se articulan en la alianza LGBT: lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas. Como si se tratara de un mito fundacional, tal evento y lugar operan como puntos de referencia y origen desde el cual se explican una gama variada de búsquedas y luchas por la diferencia, la identidad, la diversidad, y la equidad en cuestiones de género y sexualidad. De la misma forma, en las historias que se cuentan en el Norte global, lo sucedido en América Latina, cuando se le menciona, queda reducido a un mero reflejo suyo. La liberación homosexual o gay liberation fue representada inicialmente como fenómeno exclusivo de los países industriales occidentales, imposible de suceder en aquellos lugares regulados por la tradición y por un rígido control estatal (Altman, 1971: 155). Frentes de liberación homosexual fueron creados en Argentina y México en 1971, al mismo tiempo que gay liberation era un tema de debate en Estados Unidos, Europa o Australia. Por efecto de dicha narrativa, las historias locales quedan subordinadas a una historia general y un evento particular opera como explicación general. Activistas y medios de comunicación en diferentes ciudades Latinoamericanas hacen eco de tal forma de conectar eventos y sucesos, en aras de contarse en una historia global. Sin embargo, con ello se reproducen relaciones de colonialidad del saber (Quijano, 2000), que subordinan una gama variada de movilizaciones en una geopolítica de eventos, activismos, e identidades liderada por el Norte global.

Como aporte, este ensayo explora los antecedentes de algunas de las estrategias usadas actualmente por las movilizaciones LGBT en Colombia, en particular el discurso de derechos que hoy les sustenta. El texto contribuye a preguntas como: ¿qué lógicas sustentaban las reivindicaciones de quienes se apartaban de las normas heterosexuales, antes de la actual primacía de los discursos de derechos? ¿Cómo entendían sus luchas y reivindicaciones? ¿Que tenían en común y de diferente las movilizaciones globales y las reivindicaciones locales? ¿Qué significaba 'liberación' en el Movimiento de Liberación Homosexual colombiano? Este texto no pretende 'contar la historia' de los movimientos homosexuales en Colombia, como si fuera posible construir una narrativa completa y general que organiza eventos en secuencias lineales. Más bien, es un llamado a la proliferación de relatos que permitan observar otras aristas y perspectivas de procesos que no pueden ser contenidos en una sola voz o un solo texto.

Para responder a las preguntas mencionadas, el presente documento analiza el contenido de El Otro, una publicación irregular y de bajo tiraje aparecida entre diciembre de 1977 y fines de 19791. León Zuleta, filósofo, educador y activista nacido en Medellín (Colombia), fue autor y motor principal de tal publicación. En ella expresó sus ideas sobre el movimiento homosexual2 en particular, y sobre la sexualidad en general. El ensayo argumenta que en El Otro se produjo un conocimiento sobre la sexualidad que no sólo estaba fuertemente asociado a ideas de las políticas radicales de la sexualidad, sino que elaboró una versión particular de la idea de liberación homosexual. En El Otro, la idea de liberación fue un proyecto de ética sexual diferente al que surgió bajo el modelo de las políticas de la identidad del Norte global marcadas por 'la salida del closet', el 'orgullo homosexual', la liberación de la represión o la aceptación total en la sociedad. Un modelo expresado con claridad en obras reconocidas como emblemáticas del tales políticas de la identidad, como Homosexual: Oppression and Liberation de Dennis Altman (1971). Más bien, en El Otro es posible trazar una preocupación, presente en otras movilizaciones latinoamericanas de los principios de los setenta, por las conexiones entre revolución política y liberación sexual. Para intelectuales y activistas de tales movilizaciones, la liberación sexual no era un producto secundario de la revolución política, como sugerían las corrientes principales de los movimientos de izquierda. Tampoco era su prioridad la búsqueda de identidad o la creación de sujeto colectivo gay como el primer paso para la liberación sexual y política. Más bien, en el proyecto ético que se dibujaba en El Otro, como en otros de sus contemporáneos, se proponía una fusión entre revolución política y liberación sexual que ponía en cuestión los ordenamientos lineales, tanto de los movimientos de izquierda como de los movimientos de liberación gay surgidos en Europa o los Estados Unidos. Sin embargo, como se señalará luego, tal idea de liberación homosexual, en el caso de Colombia, fue un proyecto que no cristalizó. El proyecto de liberación sexual expresado en El Otro inicialmente se imbricó y ensambló con una lógica de derechos gay en expansión al inicio de la década de los ochenta. Luego se apartó de ella y desapareció.

Hay que observar al saber que sobre la sexualidad se produjo en El Otro, en sus imbricaciones, conexiones y derivas con otros conocimientos, tanto los que venían de los movimientos de liberación homosexual en el norte anglo o francófono como en las discusiones locales sobre la relaciones de dominación, jerarquía y poder. El análisis que se realiza aquí busca menos relaciones de originalidad o causalidad, y más la identificación de circuitos o conversaciones entre textos no conectados, redes discursivas que conectan a sujetos o eventos concretos en diferentes momentos y espacios, como se encuentra en otros análisis literarios y culturales relacionados (Balderston y Quiroga, 2005).

Con base en un análisis de contenido, el ensayo explora cuatro formas en que se entendía la relación entre sexualidad y liberación en El Otro: como revolución sexual y sexualización de la revolución, como praxis, como pedagogía y como vínculo. Antes de desarrollar tales ideas, es necesario, sin embargo, contextualizar la obra y el autor que basa este análisis.

 

Zuleta: memoria y olvido.

En una actitud celebrativa y de creación de memoria, organizaciones que hoy se articulan bajo el acrónimo LGBT –lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas– han recuperado en Colombia el nombre y la historia de León Zuleta para basar experiencias de afirmación y organización. En junio de 2001, un grupo de activistas de la ciudad de Medellín, integrantes de la Corporación El Otro, publicaron un folleto titulado El Otro Periódico, retomando tanto el nombre como el logo de la publicación hecha a fines de los setenta por Zuleta. En éste aparecen tanto fragmentos de textos de Zuleta como relatos de personas que le conocieron y reflexiones sobre su obra. Posteriormente, la Corporación El Solar, también de Medellín, publicó una colección de ensayos y textos biográficos e históricos sobre Zuleta y su época titulada De Leones y Mariposas. Una Historia de Vida para el Movimiento de la Diversidad Sexual en Colombia (Urrego Velázquez, Sánchez Tamayo, y Ospina Urrego, 2005). En 2003, con motivos del décimo aniversario del asesinato de Zuleta, la Corporación El Solar, en Medellín, declaró la conmemoración del Día del No a la Homofobia3. En 2004, con el nombre de León Zuleta, se inició en Bogotá una Gala anual para reconocer el trabajo de activistas y defensores de los derechos de tales sectores sociales. Zuleta se reconoce a nivel nacional como uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Homosexual en Colombia y principal promotor de El Otro (Velandia, 1999).

Sin embargo, la abundante obra ensayística, poética, literaria e ideológica de león Zuleta permanece prácticamente inédita. Claudia Zuleta, hermana y albacea de su obra, señala como parte de los escritos de Zuleta: ocho ensayos semiolingüísticos, psicosociales o de crítica literaria y artística sobre autores nacionales e internacionales y sobre asuntos como derechos humanos o cine; tres novelas, una de 500 páginas, otra de 100 y otra más de 200, y 7 libros de poesía. Esto sin contar los variados manuscritos que reposan en archivos de la Escuela Nacional Sindical y el Instituto Popular de Capacitación, en Medellín, algunos de los cuales fueron publicados en 1996 por esas entidades a nombre de Zuleta y bajo el título De Semas y Plebes.

La obra de Zuleta es poco conocida en el contexto nacional, latinoamericano y en los estudios sobre sexualidades latinoamericanas. Por ejemplo, no se la encuentra mencionada en ensayos que hablan del tema, tanto para la región como para el país (Balderston, 2004 y 2008). Tampoco se la refiere al momento de hablar de otros contemporáneos suyos con los cuales los parecidos políticos y literarios no son pocos, como el argentino Néstor Perlongher o el chileno Pedro Lemebel. Tal similitud no es por coincidencia en sus fechas de nacimiento o muerte, sino entre otras razones porque los tres se politizaron en el trotskismo y en los movimientos estudiantiles universitarios, mantuvieron una actitud crítica a la izquierda jerárquica, y realizaron una producción intelectual que combinaba el ensayo académico con la poesía, el activismo y la acción social, en ocasiones en diálogo con la obra de Foucault, Deleuze y Derrida. La descripción que hace Rapisardi (2008:980) de Perlongher señala también su 'personalidad y capacidad arrolladora' que llevaron a que el Frente de Liberación Homosexual se identificara casi con su persona, como también se señala para el caso de Zuleta (Velandia, 1999). Más allá de detalles anecdóticos o personales, es necesario explorar, en estudios posteriores, las coincidencias y diferencias generadas en obras que hicieron parte de las movilizaciones homosexuales en décadas pasadas y que compartían marcos conceptuales y políticos, estrategias de acción política, y modos de activismo en el escenario de los procesos de democratización latinoamericanos. Un ejemplo de tal ejercicio de identificar elementos comunes y diferencias en los movimientos por los derechos sexuales en México y Argentina se encuentra en De la Dehesa (2010).

Sin embargo, este artículo no pretende hacer una biografía de Zuleta, sino ubicar uno de sus trabajos en las discusiones y producciones en torno al sentido de la liberación homosexual a fines de la década de los setenta e inicios de los ochenta. Separar al autor del texto no es posible y por ello las referencias necesarias a Zuleta; pero reducir la obra a una biografía es limitarla. En este caso, se opta por ver al texto en relación con su contexto y por ello la posibilidad que ofrece un documento como El Otro para hablar de una época.

Los seis números de El Otro se publicaron entre diciembre de 1997 y Julio de 1979. Muy seguramente, teniendo en cuenta tanto los lugares en que se firmaron algunos editoriales como la dirección referida en algunas de las portadas, la producción del mismo se hizo en Medellín. La publicación era conocida y circulaba en varias ciudades del país, como puede verse en las cartas de sus lectores y en la presencia tanto de direcciones postales como físicas en las cuales podía conseguirse la publicación en otros lugares. Además, en los seis números aparecen noticias, textos y cartas de lectores venidos de otras ciudades de Colombia y de países Latinoamericanos y Europeos, evidenciando la presencia de redes informales de comunicación y circulación de información que nutrieron la publicación. Redes que posiblemente se extendieron no sólo espacial sino temporalmente4. El correo El Otro, que aparece en el numero 6, menciona más de 40 direcciones en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica e incluye instituciones, organizaciones, activistas y personas buscando contactos e información sobre la situación homosexual, entre otros asuntos.

Cada publicación contó entre 20 y 24 páginas mecanografiadas e ilustradas. Zuleta aparece como editor de los diferentes números y como autor de varios de los textos; la mayoría, ensayos teóricos sobre sexualidad, política, derechos humanos y movimiento sindical. También se publicaron poemas de autores como Kostatin Kavafis y noticias de los movimientos homosexuales a nivel mundial. El grueso de la publicación estaba en los textos teóricos de Zuleta y, en menor medida, de sus colaboradores, los cuales sin embargo aumentan a medida que aparecen nuevos números. Como se cuenta en el editorial del número 6, El Otro se produjo con el apoyo económico de un 'reducido número de personas' que apoyaron tal aventura. Son pocos los avisos publicitarios que aparecen, lo cual hace pensar que la publicación contaba con pocos recursos. El número 6 no menciona de manera explícita una razón por la cual se termina la publicación. De hecho, no se presenta tal número como el último, pues se sigue llamando a personas interesadas a pautar en la publicación, como se puede ver en la página 9 del mismo. En el editorial de ese número, Zuleta menciona que la publicación surgió de manera incidental, como 'vocero de un movimiento de emancipación homosexual embrionario' que se fue ampliando en el camino para pasar a ser 'un lugar de análisis sobre todas las sexualidades y en lo contracultural', posiblemente anticipando cambios en sus prioridades y en su modo de acción política que le llevaron a perder interés en la publicación.

Esto además, en un momento de movimientos en la vida de Zuleta. En los primeros años de los ochenta, Zuleta fue profesor en una universidad en el sur del país, de donde salió casi desterrado, como dice su hermana (C. Zuleta, 2001), posiblemente por su radicalismo político y sexual. Luego de su regreso a Medellín, Zuleta trabajó para Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos. A fines de la década, fue amenazado de muerte y salió otra vez de la ciudad. De regreso a Medellín en 1991, continuó su trabajo en temas de derechos, organizaciones populares, juventud y sindicalismo hasta el momento de su asesinato. Es posible ver en estos cambios un cierto nomadismo de Zuleta, tanto en su dimensión personal como intelectual, que le permitió explorar otros modos de acción social y que también le alejaron del curso que las organizaciones homosexuales iban tomando en el momento. El análisis de estos aspectos rebasa los objetivos de este ensayo, pero resulta relevante para tener en cuenta el horizonte de la obra de El Otro.

 

Liberación en el Movimiento de Liberación Homosexual en Colombia

En 1976, en una entrevista en un diario trotskista, León Zuleta afirmó que el Movimiento de Liberación Homosexual en Colombia tenía diez mil miembros (Velandia, 1999: 3). Si bien, dicho Movimiento parecía existir más en su proyecto político que en el país, tal afirmación se convirtió en un desencadenante de una nueva serie de redes y organizaciones posteriores. El primer número de El Otro, publicado en 1977, se subtituló 'Órgano del Movimiento de Liberación Homosexual'. La presencia de la noción de liberación en El Otro, como eje del Movimiento Homosexual, bien podría leerse en conexión con otros movimientos de origen norteamericano y europeo, así como con sus expresiones en otros países latinoamericanos. Autores colombianos basan la historia de la movilización homosexual en el país en los ecos o influencias de tales movilizaciones internacionales (Ardila, 1998). Sin embargo, como se viene señalando desde antes, reducir las movilizaciones locales al efecto de la difusión de otras movilizaciones resulta insuficiente como explicación. La presencia de similitudes y simultaneidades en las movilizaciones por derechos sexuales genera cuestiones teóricas que requieren revisarse en detalle.

Así, por ejemplo, Adam, Duyvendak and Krouwel (1999) realizaron una revisión de los movimientos de gays y lesbianas en 16 países, concluyendo que, si bien hay elementos en común, las políticas nacionales son fundamentales en tales movimientos transnacionales. Sin embargo, este argumento no es suficiente para explicar qué hace común tales elementos ni qué lleva a tales movilizaciones a convertirse en globales, como se afirma. Por el contrario, se tiende a ver las manifestaciones locales como variaciones de un mismo tema. Análisis más recientes de movilizaciones homosexuales simultaneas (De la Dehesa, 2010) prefieren usar la idea de múltiples refracciones para describir tal variedad. Más análisis comparados y la inclusión de perspectivas locales pueden mejorar la teorización en este campo.

Los movimientos de liberación homosexual o gay liberation pueden entenderse como parte de los movimientos sociales y contraculturales de los años sesenta y representan un momento diferente de los movimientos homosexuales de la década anterior, los cuales se basaban en la búsqueda de tolerancia (Seidman, 1997). La noción de opresión, entendida como persecución, discriminación e intolerancia, también fue fundamental para la perspectiva norteamericana de gay liberation (Altman, 1971). Gay liberation en Estados Unidos centró su crítica en la presencia de homofobia en la sociedad y en sus conexiones con formas dominantes de masculinidad (Connell, 2005: 40). Sin embargo, la noción de liberación expresada en estos movimientos sociales puede trazarse más atrás, en los movimientos anticoloniales y de liberación nacional de los imperios europeos de la mitad de siglo XX y en obra de intelectuales como Frantz Fanon5.

Tanto en México como en Argentina, en 1971 surgieron movimientos con el nombre de Frente de Liberación Homosexual (Mogrovejo, 2000: 63). Por la misma época, intelectuales y activistas brasileros exiliados en Europa por la dictadura militar, mantenían comunicaciones e intercambiaban ideas con sus pares en el país respecto a lo que sucedía en ambos lados en cuanto a liberación homosexual y movimientos de izquierda (De la Dehesa, 2010). Esto contrasta con la afirmación hecha por Altman (1971:155) en un texto fundamental para los movimientos de liberación homosexual, en la cual señalaba que la liberación gay era un fenómeno exclusivo de países industriales occidentales, imposible de darse en los 'países en desarrollo' controlados por valores tradicionales. Así como es de problemática la explicación difusionista, lo es aquella que considera los movimientos de liberación homosexual como un privilegio de ciertas sociedades, desconociendo tanto la presencia de intercambios como de desarrollos particulares y simultáneos.

El diálogo con las movilizaciones homosexuales en Estados Unidos o en Europa no era ajeno al proyecto político de El Otro. En varios de sus números se publican notas de tales movimientos, dando a entender que Zuleta y sus colaboradores en El Otro conocían lo que pasaba afuera. Así, en la sección titulada Noticiero del número 2 de El Otro, se traduce una nota de The Guardian, de diciembre de 1977, sobre las manifestaciones por los derechos homosexuales sucedidas en julio de ese año en Inglaterra. El título dado a la nota, El movimiento homosexual gringo lucha por sus derechos civiles y políticos, al retomar el término gringo, deja ver algo de la actitud crítica y de distancia con lo globalizante; pero a la vez señala el papel de estas movilizaciones como lugar para pensar para la situación colombiana al preguntarse, al término de la nota: 'LO ANTERIOR es apenas una muestra de la lucha y la organización homosexual en USA. Nosotros, en Colombia, cómo, qué y cuándo?' (El Otro, No.2, Febrero 1978: 8. Mayúsculas en el original). Luego de esta nota, se publica una carta abierta del Movimiento Homosexual Francés, a los partidos izquierdistas y otra nota más sobre la expulsión de un monje carmelita en España al declararse públicamente homosexual. En números siguientes de El Otro se publican notas, referencias y apartes de cartas venidas de Brasil, variadas ciudades de Estados Unidos, España, Canadá, Irlanda, México, Costa Rica, Guatemala, Francia, Chile, Panamá e Italia.

La movilización local convocada y representada en El Otro no aparece como copia de otras movilizaciones. Más bien, como se ve en la referencia anterior y como se verá en los ejemplos siguientes, allí se anuncia la elaboración de una noción de liberación en una dirección particular. Mientras una noción de liberación, la gay liberation, se elabora en un dialogo Norte–Norte, como sucede por ejemplo en las movilizaciones que conectan a Norte América con Europa o incluso con Australia, otra se elabora en un diálogo Sur–Norte–Sur. Dicho movimiento fue causado, entre otras cosas, por las políticas de exilio y por la apropiación y reinterpretación de conceptos hegemónicos en la academia. En otras palabras, gay liberation y liberación homosexual hacen parte de ordenamientos de relaciones transnacionales entre conocimientos, identidades, sexualidades y políticas de locación.

 

Liberación como revolución sexual y como sexualización de la revolución

Una conexión que atraviesa todos los números de El Otro y articula su contenido es la vinculación entre sexualidad y planteamientos políticos radicales. La crítica a las relaciones entre ideología dominante, familia monogámica, y capitalismo, que aparece en varios de sus textos, por ejemplo en Aspectos Sociopolíticos de la Paranoia Anti–homosexual y la Acción Homosexual el cual fue publicado en el número 2 (febrero 1978), se basa en autores como Marx, Freud, Ferenczi, Marcuse, Reich y Basaglia. En esto, El Otro sigue una misma tónica con las políticas sexuales radicales de los sesenta que sirvieron de base a los movimientos de liberación homosexual, como mencionan Reynolds (2004) para el Reino Unido, Duberman (1993) para los Estados Unidos o Mogrovejo (2000) para otros lugares de América Latina. Hay también una consonancia con las primeras etapas de gay liberation, en la cual se entendía a la opresión de los homosexuales como parte del mantenimiento de un orden social autoritario, con frecuencia asociado también a la opresión de las mujeres (Connell, 2005: 40). Zuleta mantenía un dialogo constante y vivencial con el feminismo, como señalan sus contemporáneas (Suaza, 2009:31). La influencia del feminismo se puede apreciar en sus escritos en el uso de conceptos como 'falocracia heterosexual', en la importancia del cuerpo en la reivindicación social o en las preguntas por los efectos que los sistemas de opresión del capitalismo tienen en las identidades, en los deseos, y en la vivencia cotidiana. En El Otro, la idea de liberación como revolución de las estructuras que causan la opresión homosexual aparece asociada, al menos, a tres ideas: la crítica a las instituciones que ven a la homosexualidad como una patología; la relación entre homosexuales y otros sujetos oprimidos; la interpelación a la heterosexualidad y a la masculinidad dominante.

Con respecto a lo primero, en el momento en el que se publica El Otro, la producción de conocimiento sobre la homosexualidad en Colombia giraba sobre dos ejes temáticos: justificar su naturalidad, a modo de reacción a la concepción generalizada de la homosexualidad como anti–natural y demostrar su normalidad, y como crítica a la patologización (Serrano, 1997). Bustamante (2008: 80) señala que el discurso clínico sobre la homosexualidad llegó a Colombia en los años treinta a través de divulgadores de los planteamientos de Freud, como el médico español Gregorio Marañón. Marañón mezcló categorías psicoanalíticas con nociones morales al considerar que los homosexuales eran 'invertidos congénitos' y clasificarlos como 'vergonzantes', 'filantrópicos', 'latentes', 'prostituidos' o 'cínicos' (Bustamante, 2008: 80). Es con dicha combinación de discursos clínicos y morales que se incluyó en el Código Penal de 1936 la penalización del comportamiento homosexual en Colombia, vigente hasta 1980. Hay que ubicar este privilegio del discurso clínico como base del orden jurídico en los procesos de modernización y 'civilización' impulsados por los gobiernos liberales de los años treinta y la creciente importancia de una 'intelectualidad humanista' como dirigente del cambio social (Urrego, 2002).

Ante este dominio del discurso clínico en lo jurídico y social, uno de los primeros textos de El Otro (Número 1, agosto 1977, p.3) reacciona afirmando que '[...] lo anormal no es la homosexualidad sino la neurosis a que accede el homosexual por la represión del deseo por la sociedad'. Así, continúa el argumento, el homosexual se enfrenta a la neurosis por la represión y el heterosexual corre el riesgo de la paranoia al negar o discriminar la homosexualidad. Liberar lo reprimido será entonces la propuesta de cambio. Esta lógica estaba en la base de los movimientos de liberación homosexual y había sido expresada antes por el cineasta alemán Rosa Von Praunheim, cuando produjo su documental Nicht der Homosexuelle ist pervers, sondern die Situation, in der er lebt – El perverso no es el homosexual sino la sociedad en que se encuentra (1970). El cuestionamiento a la anormalidad de la homosexualidad motiva un constante diálogo intertextual con los discursos de la institución psicológica y psiquiátrica, como se expresa bien en el Mensaje del Movimiento Homosexual Colombiano a los Psiquiatras, Psicólogos y Psicoanalistas que aparece como anexo en el último número de El Otro. La reacción contra el poder de la institución clínica permea la producción de El Otro y atrapa su comprensión de la sexualidad. Esta tensión con el psicoanálisis y el poder de la clínica había sido señalada en una obra fundamental del movimiento de liberación homosexual: Society and the Healthy Homosexual (Weinberg, 1972) donde se acuñó el término 'homofobia'.

Sin embargo, a diferencia de la obra de Weinberg (1972), en donde la reacción ante el poder de la clínica es la búsqueda de una vivencia 'sana' de la homosexualidad, El Otro conserva un lenguaje de revolución y liberación que incluye todos los seres, adultos y niños, hombres y mujeres, hetero, homo y bisexuales afectados por la opresión sexual. En esta segunda forma de en tender la revolución, el sujeto colectivo de El Otro no es entonces el sujeto que busca salir de la represión sino el sujeto que busca la liberación. En esto importa menos el estar en el mismo lugar de dominación, que el coincidir con otros en una propuesta de transformación y de reivindicación del cuerpo y del placer como lugar de realización subjetiva. Así, identidades, afirmaciones, organizaciones, demandas de reconocimiento aparecen más como medios para la transformación, pues contribuyen a desculpabilizar y dignificar, que como fines en sí mismos. El Editorial del número 3, Apertura del movimiento de liberación homosexual hacia la liberación sexual, se escribe desde un 'nosotros' homosexual para afirmar un 'nosotros' revolucionario:

'LOS HOMOSEXUALES hemos comenzado a criticar una sociedad injusta y queremos ayudar a su cambio radical. [...] LA INTERPELACI–N HOMOSEXUAL va por el respeto de la dignidad de cada persona caulquiera(sic) sea su apetencia: heterosexual, bisexual u homosexual, tanto masculina como femenina. PLANTEAMOS la lucha contra toda injusticia, discriminación y opresión sexual. [...] Y COMO el derecho al cuerpo (que es una reivindicación sexual política) afecta no sólo a los homosexuales sino a toda persona, por eso la lucha del movimiento homosexual debe entroncarse en una perspectiva global, social por la revolución sexual, y para ello debe impedirse toda acción que tienda a la creación de sectas o guetos, heteros –homo o bisexuales femeninos o masculinos'. (El Otro, número 3, Junio 1978: 3. Mayúsculas en el original).

La tercera idea de revolución que aparece en El Otro implica una pregunta por la norma heterosexual y su relación con la masculinidad que la sustenta. La primera frase de La Paranoia Homosexual (El Otro, número 1, Diciembre 1977: 6) señala que heterosexualidad y homosexualidad son realidades coexistentes, resultado del 'primitivo polimorfismo perverso', pero que, por efecto de la cultura y sobre todo de lo religioso, es direccionado hacia la heterosexualidad. Dicho direccionamiento resulta de una necesidad económica que vincula la familia nuclear y la propiedad privada. Este planteamiento, asociado por su autor a Marcuse, se mantendrá a lo largo de las reflexiones de Zuleta en El Otro, pero se verá complejizado por la presencia de un enfoque más social que buscará ver cómo tal direccionamiento se cruza con otras formas de alienación: la económica, la cultural, la sexual, la interpersonal (El Otro, número 6, 1979: 6). El heterosexismo entonces aparece encadenado con el machismo, el racismo y el fascismo como parte de la opresión ejercida por la hegemonía masculina, heterosexista, blanca y adulta (El Otro, número 6, 1979: anexo). Así, de un planteamiento que ve al binarismo sexual como parte de una condición antropológica esencialmente bisexual y reprimida en su dimensión homosexual, las últimas reflexiones de El Otro afinan el argumento identificando el tipo de sujeto que ejerce el poder hegemónico y la necesidad de destruir la norma convencional. De una mirada a la sexualidad como mecanismo de represión se pasa a una comprensión de ésta como campo de luchas.

Bien podría sugerirse que, aunque compleja, esta idea de revolucionar la sexualidad que aparece en El Otro va en consonancia con el pensamiento de la época y las diferentes corrientes de pensamiento que sustentan la obra. Sin embargo, se sostiene que en El Otro aparece otra forma de conectar sexualidad y revolución, que en lugar de ir de la revolución a la sexualidad, va de la sexualidad a la revolución y que en el marco de este ensayo se denomina 'sexualización de la revolución'. Este es un tema que aparece de manera menos explícita en El Otro. Se trata de un subtexto que sin presentarse abiertamente, le atraviesa. Primero, en la portada del primer número, con una foto de un bar, El Primero de Mayo, el cual no se asocia a un asunto de cultura homosexual, sino más bien a un evento fundamental para el movimiento sindical y de los trabajadores. Aparece en el segundo número con la publicación de una carta del movimiento homosexual francés a los partidos de izquierda que se propone como ejemplo internacional para criticar la evasión o la vergüenza que el movimiento obrero siente con el tema. Vuelve en el número 3 con la publicación de una carta del Frente de Liberación Homosexual de Castilla con ocasión del Primero de Mayo. Queda, muy posiblemente en la imagen de contraportada del último número, donde un grupo de jóvenes, hombres y mujeres en clara actitud de protesta celebran con júbilo6.

Esta relación entre revolución política y sexualidad en la compresión de los movimientos de liberación homosexual es explorada por varios autores. Para Balderston y Quiroga (2005: 13), en El Beso de la mujer araña (1971) de Manuel Puig se da una conexión entre sexualidad y revolución que es fundamental en la creación del movimiento de liberación homosexual en Argentina y que influyó en el pensamiento de activistas del movimiento de liberación homosexual como Néstor Perlongher (1949–1992) o en la obra literaria de Pedro Lemebel (ver por ejemplo: Tengo Miedo Torero, 2001)7. Lancaster (1992) señala la forma cómo la Revolución Sandinista incorporó de manera contradictoria elementos de los movimientos de liberación homosexual norteamericanos, como forma de legitimar su propuesta de transformación social.

Para El Otro, y más particularmente para Zuleta, politizar la sexualidad es una acción con profundo potencial de cambio y ampliamente productiva. Sin embargo, ni Zuleta ni El Otro lograron lo mismo en su intento de sexualizar la revolución8. Así podría entenderse la incomodidad, por decir lo menos, que produjo la presencia de Zuleta dentro del Partido Comunista y que llevó a su expulsión y alejamiento del mismo9; actitud generalizada entre las izquierdas marxistas de rechazo o subvaloración hacia asuntos de género o sexualidad (De la Dehesa, 2010). Una actitud que sin embargo no era igual en todos los partidos de izquierda ni en todos los países de la región, como puede observarse en el análisis que hace Rafael de la Dehesa (2010) para México y Brasil.

 

Liberación como praxis

En la Carta del Editor del número 1 de El Otro (Diciembre 1977: 2) se señala que la producción de nuevas realidades requiere replantear, transformar e incluso quebrar las actuales. A manera de obertura cantábile y vivace, el editorial anuncia con alegría la crisis de una historia de alienación, sumisión y represión y su contribución a precipitarla. Crisis que viene del interior mismo de las sociedades y que inicia su rompimiento, como parte de una actitud vitalista, libertaria y transgresora. Pero para ello se requiere la 'razón crítica' que permite 'interpretar los modelos de opresión del Establecimiento', entre ellos los de la sexualidad (El Otro, 1, diciembre 1977: 19). Esta formación de una 'razón critica' hacía parte del pensamiento anticolonial, emancipatorio y contracultural resultado de las luchas de movimientos de liberación, feministas, estudiantiles, juveniles venidos desde la década de los sesenta (Vega Cantor & Bosemberg, 2009).

Sin embargo, las ideas de lo que significa la liberación y la transformación social también tenían versiones locales. Al momento en que El Otro conformaba su propuesta, abundaban tanto en Colombia como en la región variados discursos de liberación y formas de pensar la dominación con profundas implicaciones en cómo los sectores sociales se entendían a sí mismos y buscaban la transformación social. Los discursos sobre liberación homosexual fueron adquiriendo sentido paralelamente en diversas regiones de acuerdo con dinámicas locales. Al respecto, es posible identificar al menos cuatro de estos conocimientos y prácticas sobre la liberación y la dominación que hacían parte del contexto colombiano y latinoamericano en que El Otro era producido.

Autores como Enrique Dussel elaboraron a lo largo de los años setenta y ochenta variadas obras en las cuales se abogaba por la liberación de los sectores o culturas oprimidas, tomando como base para sus elaboraciones lecturas del marxismo. La Filosofía de la Liberación Latinoamericana, obra de Dussel publicada inicialmente en Bogotá por la Editorial Nueva América (1979), y material de trabajo entre los estudiantes de filosofía, tiene como ejes de su argumentación, entre otros, la 'filosofía de la alteridad' de Emanuel Levinas y una reflexión sobre El Otro (en mayúscula) no sólo como sujeto ontológico sino como sujeto histórico, político y social concreto. El Otro, en la obra de Dussel, es el pueblo latinoamericano, pobre, oprimido, dependiente y definido en su condición de alteridad con respecto al mundo Europeo, que representa la oligarquía y la dominación.

Paralelo a esto, desde el Concilio Vaticano II y su expresión regional en la Conferencia de Medellín (Colombia) en 1968, la Teología de la Liberación se consolidó en América Latina como una práctica de transformación social y política. Para ello, la Teología de la Liberación articulaba discursos religiosos con lecturas del marxismo, buscando entender el sentido del ser cristiano en una región profundamente desigual y oprimida para hacer de la experiencia de fe una experiencia liberadora. Pensadores colombianos como el sacerdote y profesor universitario Camilo Torres estuvieron entre sus creadores y difusores. De acuerdo con Zuleta y Sánchez (2009: 81), estos seguidores de la Teología de la Liberación no sólo proponían una 'acción revolucionaria' para cambiar las estructuras sociales, sino que demandaban la necesidad de emplear el conocimiento científico como forma de comprender y transformar la realidad. Esta conexión entre la acción transformadora y el pensamiento crítico van a estar presentes en la propuesta política de El Otro.

En los campos de la producción cultural, la acción popular, y la comunicación también se dieron reflexiones sobre la dominación. La Comunicación Alternativa, por ejemplo, hacía parte de las acciones por democratizar la cultura y las comunicaciones, como reacción a la dominación ideológica realizada por las industrias culturales transnacionales (Beltrán, 1995). Lo alternativo implica una forma de pensar fuera de lo hegemónico, haciendo que la idea de tener 'otros medios' de comunicación impregne una variedad de prácticas y movimientos de origen popular. Se trataba no sólo de reaccionar al monopolio comunicativo masivo sino también de promover la autonomía y la participación mediante la educación y la investigación crítica para la promoción del cambio (Beltrán, 1995: 34).

Esas décadas fueron además ricas en reflexiones sobre 'lo popular', reconocidas internacionalmente en autores como Néstor García Canclini, Jesús Martín o Carlos Monsivais, y abundantes en prácticas educativas, sociales, estéticas y culturales. Lo popular, un término en constante debate en la región, no era en estas reflexiones latinoamericanas un término descriptivo de procesos de masificación sino una categoría analítica de relaciones de poder en la sociedad, a veces opuesta a 'lo culto', a 'lo producido por las élites' o lo hegemónico. Lo subalterno, lo popular o lo tradicional se encontraban en conexión al ser el resultado de las relaciones de subordinación que vivían amplios sectores de las sociedades latinoamericanas (García Canclini, 1990:197).

Como puede observarse en la compilación de sus ensayos en 1996, León Zuleta exploró en detalle la relación entre lo alternativo, lo popular, y los procesos culturales y urbanos en un momento en que la ciudad de Medellín vivía los embates de la violencia urbana juvenil, pero también un fuerte dinamismo en procesos organizativos. Así, El Otro que aparece en El Otro no es un sujeto definido desde una lógica de identidad colectiva sino de posición en sistemas de dominación. Sistemas que pueden ser culturales, económicos, generacionales, sexuales o de género, pues los otros son '[...] los no–machos, no–hombres, las mujeres, los niños, homosexuales, que entran a ser maginados, reprimidos, dominados' (La Paranoia Antihomosexual, El Otro, 1, diciembre 1977: 3).

La noción de liberación que se desarrolla en El Otro, como práctica transformadora, incluye un elemento utópico. En la nota del Editor del número 6 de El Otro (1979: 3), firmada por Zuleta, se afirma que el surgimiento incidental de la publicación como 'vocero de un movimiento de emancipación homosexual embrionario' fue ampliando su objetivo hacia una revolución sexual articulada con los cambios socioculturales de la época. Así, el desarrollo de la 'reivindicación homosexual o Gay' requiere articularse con otros sectores afectados por la represión sexual, por lo cual El Otro debe volverse más bien un lugar de análisis de las sexualidades y las contraculturas. La liberación, definida en los primeros números de El Otro, como lucha contra la represión, se vuelve al final una cuestión libertaria: 'Ahora, llámese a esto utopía o ilusión, nos queda la alegría de luchar y de vivir de un modo diferente, vivir en relaciones menos represivas, menos autoritarias, más vivificantes y gozosas que el resto del común de los mortales' (1979: 4).

El llamado a la utopía y a una 'actitud libertaria' con que Zuleta cierra este texto, último de El Otro, bien puede conectarse con el idealismo de los proyectos contraculturales (Greenway 2004). Al respecto, Poldervaat (2004:12) hace una diferencia entre movimientos revolucionarios y movimientos comunitaristas o utópicos: mientras estos últimos quieren vivir aquí y ahora ese mundo gozable, los primeros consideran que tal ideal no es posible hasta que el sistema sea cambiado. Igualmente y siguiendo el análisis de Mónica Zuleta y Alejandro Sánchez (2009), es posible leer este llamado a la utopía desde una dimensión pragmática. De acuerdo con estos autores, un elemento común a los movimientos intelectuales, militantes, o de liberación en Colombia en los setenta y ochenta era la inclusión de cambios identitarios para alcanzar cambios socio–económicos (M. Zuleta y Sánchez, 2009:86). Cambios identitarios que resultarían de una constante vinculación entre práctica y conocimiento y en la cual la revolución era un medio y no un fin. Esta 'dimensión pragmática' diferenciaba a tales movimientos de otras iniciativas que veían en la revolución un fin en sí mismo, como algunos movimientos armados.

En esta búsqueda de un cambio que se viva aquí y ahora y en el cuerpo mismo, se podría entender el 'vivir de un modo diferente' que cierra la propuesta ética de El Otro. En ella, la lucha por la diferencia sexual es la posibilidad de experimentarse, de construirse una experiencia alternativa de sí, y no representa un fin en sí misma. Es por esta razón que se señala en el Editorial del último número de El Otro que no se trata de evadir o dejar la 'reivindicación homosexual o Gay' sino de considerar que ésta tiene sentido en un proceso de liberación sexual colectivo de aquellos sectores afectados por las cultura machista, patriarcal, falocrática, heterosexista, racional, adulta o racista (El Otro, número 6, 1979: 3). Idea que se asimila tanto a lo dicho por Blasius (2004:194), en cuanto a los usos de la sexualidad como arte de vivir y como experiencia de sí, como a otras perspectivas que indagan la transformación de las formas de exclusión en sus intersecciones e interacciones. Una idea que también marca distancia con otros de los pensamientos de la liberación señalados antes, como la filosofía de la liberación de Dussel o la teología de la liberación, altamente heterosexistas y marcados por una mirada rígida y dicotómica de los géneros y las sexualidades o por la percepción homogenizante de las revoluciones populares, propia al marxismo ortodoxo.

 

Liberación como pedagogía

En la parte inferior de la portada del primer número de El Otro hay una frase con diversas posibilidades de ser interpretada: 'El Otro juega con lo que usted sabe...' (puntos suspensivos en el original). Frase que, por una parte, remite a la crítica y cuestionamiento de los conocimientos o saberes que los posibles lectores tienen y que por ende van a ser retados por El Otro; y, por otra, el jugar con lo que usted sabe tiene también una carga de eufemismo y complicidad: lo que usted sabe puede ser aquello que entre autor y lector se comparte y que no se quiere o requiere ser pronunciado.

El cuestionamiento a formas instituidas del saber sobre la sexualidad era parte fundamental del proyecto ético–político de El Otro. Junto con ello, se debatía también el lugar del intelectual en tal acción. Este asunto se encuentra no sólo a lo largo de los seis números de El Otro sino en el resto de la obra de León Zuleta. El segundo artículo del primer número de El Otro está dedicado a observar el papel de los intelectuales en la transformación de la sociedad. El texto en mención, Proyectos de fundamentos filosóficos de la actividad cultural (El Otro, diciembre 1977: 4), señala el lugar del intelectual como parte orgánica de la sociedad y su función particular en ella, la cual resulta aún más relevante cuando se trata de los trabajadores de la cultura. El texto aparece firmado por Grupo de Trabajo de la Gremiación (sic) de Artistas y Trabajadores de la Cultura y entra en conexión con las otras referencias al movimiento obrero, sindical y cultural que se encuentran a lo largo de la publicación.

El conocimiento sobre sexualidad producido por El Otro también fue interpelado por asuntos del uso de conceptos y de lenguaje, como aparece en las cartas enviadas a la publicación. Así, surgió entonces la necesidad de hacer de El Otro una publicación con 'altura teórica' pero con un lenguaje accesible, como señala el Editor del número 2. El Otro se veía a sí mismo como un instrumento de trabajo en la necesaria formación intelectual de sus lectores, lo cual llevó a incluir en los números siguientes no sólo los textos conceptuales sino definiciones de términos clave y debates propuestos por sus lectores. No se trataba entonces tan sólo de una publicación de difusión ideológica, sino de un proyecto educativo en constante elaboración. La idea de llamar a El Otro el 'órgano' del Movimiento de Liberación Homosexual, remite al lenguaje de las estrategias comunicativas de movimientos sociales de izquierda y partidos comunistas e implica una intención de su autor en cuanto a inscribir el texto en una cierta legitimidad, organicidad y existencia política. Hace parte además de la importancia dada por los partidos y grupos de izquierda a las publicaciones periódicas como formas de organización de las masas (Urrego, 2002: 158).

En el caso colombiano, la década de los sesenta vio alteraciones significativas en el mundo intelectual con la aparición del científico social como nuevo arquetipo intelectual y la proliferación de publicaciones para difundir la gran variedad de pensamientos emergentes, tanto en la izquierda como en las élites de derecha. Los primeros, marcados sobre todo por el rechazo al orden establecido, la utopía y la militancia, y los segundos por el mantenimiento de la cultura culta (Urrego, 2002)10. La generación de intelectuales colombianos que vivió el surgimiento de la insurgencia y del movimiento estudiantil en los primeros años de la década de los sesenta, de acuerdo con este último autor, estaba caracterizada por varios elementos: (i) asumía un compromiso con el pueblo y la causa política que se expresaba en diversos aspectos de su vida cotidiana; (ii) concebía su acción como antiestatal y comprometida con la utopía política; (iii) se movía en una gran variedad de matices y opciones ideológicas y estéticas; (iv) se marginaba de la participación en el Estado pues asumía que el punto de partida del cambio estaba en la transformación del sistema mismo y no en su inclusión en él (Urrego, 2002: 161–162).

En este escenario surgieron una variedad de agrupaciones y organizaciones comunistas, marxistas–leninistas, maoístas y trostkistas que debatían desde diferentes ángulos cuál era el papel y compromiso político del intelectual por el cambio (M. Zuleta & Sánchez, 2009). Agremiaciones de estudiantes, profesores, sindicatos, obreros, grupos religiosos y artísticos confluyeron en variadas formas de acción colectiva que se distanciaban de las estructuras organizativas de los partidos tradicionales (Liberal y Conservador) y del Partido Comunista (M. Zuleta & Sánchez, 2009: 78). La ciudad de Medellín, al momento de la juventud y estudios secundarios de Zuleta en la primera parte de la década de los setenta, fue el escenario de varias de estas manifestaciones de proyectos políticos populares orientados por la búsqueda de formas de organización más horizontales, basadas en la toma de decisiones por consenso, en dar el poder a las mayorías y en el cambio de las estructuras políticas jerárquicas. Las universidades, las organizaciones estudiantiles y los sindicatos actuaron como protagonistas significativos de estos y otros debates más por el cambio social. Un sector de nuevos líderes surgidos de los sectores populares generó variadas formas de entender y reflexionar la realidad nacional (Urrego, 2002: 158). Así, la anécdota relatada por la hermana de Zuleta, cuando éste a los trece años, siendo ya dirigente y miembro de la Juventud Comunista, encabezó una manifestación estudiantil (C. Zuleta, 2001: 11) se enmarcaría en este momento de fuertes movilizaciones político sociales en el país y especialización de un discurso comprometido con la transformación. Trabajo intelectual, liderazgo y compromiso eran los ejes sobres los cuales esta nueva generación de activistas formaba sus identidades. Por otra parte, era resultado de un cambio generacional vivido por las izquierdas latinoamericanas en la década de los setenta y que, como producto del ingreso de un número significativo de estudiantes y jóvenes, implicó la presencia de temas culturales, del cuerpo, la sexualidad y la vida cotidiana en sus discusiones (de la Dehesa, 2010).

En esta época, proyectos universitarios buscaron el modo de llevar el conocimiento producido en las universidades a los sectores populares. En el caso colombiano, intelectuales como Orlando Fals Borda (1925–2008) sentaron las bases para lo que sería la Investigación Acción Participativa, que se convertiría en paradigma regional para la producción de un conocimiento comprometido y aplicable en la transformación de las injusticias sociales (Fals–Borda, 1991). El oficio de los intelectuales se veía, desde su 'compromiso político', en escribir desde y para la práctica política de los sectores sociales dominados. Compromiso que tenía implicaciones prácticas y metodológicas concretas, pues el conocimiento a elaborar debía ser producido, 'traducido a lo real' y sobre todo apropiado de una manera vivencial y cotidiana no por los intelectuales, sino por los sectores sociales referidos.

El proyecto político de El Otro encajaba tanto en estas discusiones como en las propuestas latinoamericanas sobre la educación popular, basadas en la obra del brasilero Paulo Freire (Pedagogía del Oprimido, 1970) y puestas en práctica en varias organizaciones e iniciativas de trabajo comunitario y social. La 'Pedagogía de la Liberación' de Freire proponía un proceso de concientización de las condiciones de opresión de las personas, adquirida mediante el análisis crítico de la realidad en que se vive. Para ello, se buscaba una educación horizontal, basada en la experiencia y en el aprendizaje entre pares. Así, en la nota del Editor del número 4 de El Otro (Agosto–septiembre 1978: 6–7), firmada por Zuleta, luego de una reflexión sobre la 'opresión genital' que viven los homosexuales y de una reivindicación política de la 'obsesión' de los homosexuales por el sexo, se señala la importancia de crear centros, círculos, 'clubes gays11 de conscientización (sic)', formados por entre '5 y 8 gays' que discutan tanto aspectos de lo que significa ser gay como la reacción de la sociedad ante el tema; asuntos legales y los 'mecanismos de apertura social y proyección a la comunidad'. Estrategia de concientización que también era usada por los grupos feministas y que, como se señaló antes, Zuleta conocía bien y pudo también incorporarla en su acción política.

El papel que El Otro le da al intelectual y su lugar en la producción de conocimiento se parece mucho a la noción de 'intelectual orgánico' propuesta por Gramsci y difundida entre grupos marxistas y de izquierda (Shear, 2008). Sin embargo, observando a lo largo de la publicación, dado que se trataba de producir un conocimiento que venía de la propia experiencia de discriminación y no tanto desde el lugar privilegiado en el cual algunos 'intelectuales orgánicos' hablaban de la clase obrera, el oficio intelectual en El Otro está encarnado en la vivencia misma de la opresión sexual. La reflexión, la discusión, la lectura eran no sólo necesarias para formar y sustentar la liberación, sino para darle identidad a aquellos sujetos interpelados por El Otro. Esa era la razón del llamado a que éste se usara como instrumento en la discusión con otros con experiencias similares de vida. No es casual entonces que siguiendo una lógica propia a los grupos de transformación social de la época, los primeros grupos de activistas homosexuales se basaran en la discusión conceptual y en hacer de tal ejercicio, bien por cercanía o por distancia con ella, el mecanismo para ir moldeando sus identidades.

 

Liberación como vínculo

El número 1 de El Otro tiene como subtitulo 'ORGANO DEL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL' (mayúsculas en el original). Para quien titula, el Movimiento de Liberación Homosexual es una realidad ya presente de la cual esta publicación es su expresión. Con respecto a la existencia (o no) de un movimiento con tal denominación en el momento, Manuel Velandia (1999: 4), también activista en el tema, cuenta que conoció de Zuleta a través de una compañera de estudios de sociología, quien le facilitó una entrevista hecha a éste en marzo de 1976 en un periódico trostkista. Según Velandia, en tal entrevista Zuleta afirmaba que el Movimiento de Liberación Homosexual tenía diez mil miembros activos. Velandia le escribió, interesado en participar. Para su sorpresa, Zuleta le informó que no era cierto tal número de miembros y que El Otro era básicamente él mismo. Por lo cual afirma Velandia, 'Es que León solía hablar de sus fantasías como si fuesen realidades' (1999: 4).

Habría, sin embargo, otra forma de interpretar la afirmación hecha por el autor de El Otro, que no implique un debate entre ficción y realidad, sino viendo en ella una intención por conectar un medio –la publicación de El Otro como órgano oficial–, con un fin –la puesta en marcha de una movilización social por la liberación homosexual–. En otras palabras, la afirmación de Zuleta sería más bien una acción estratégica orientada a generar y desencadenar un impacto político y no una extensión de una fantasía. En la Carta a los Lectores del Número 2 de El Otro (Febrero 1978: 17) se señalan las reacciones de alegría ante la aparición del primer número, pero también la crítica surgida ante la publicación: 'Todo esto porque el periódico salió como 'órgano' del movimiento homosexual, lo que no fue una decisión adoptada por los grupos, sino una acción unilateral del editor. El medio antioqueño (y quizás aún el nacional) no estaba preparado para semejante golpe' (Comillas en el original). De acuerdo con esto, el hacer de El Otro el órgano oficial de un movimiento permitía evidenciar la necesidad de su existencia. La pregunta que el Editor de el Número 2 se hace luego es: ¿y ahora que tenemos este movimiento, para qué lo queremos? Así, señala a continuación de su explicación: 'Lo que tenemos que discutir, ahora, es PARA QUE un MLH? Cuál es el programa de acción y reivindicación del MLH' (Subrayado y mayúsculas en el original).

Si el número 1 de El Otro propone la existencia del Movimiento de Liberación Homosexual como una necesidad, los números siguientes se van a dedicar a explorar lo que ello significa, incluyendo sus posibles formas de organización. En este sentido, hay que tener en cuenta que dicha publicación va a ser apenas una parte de una serie de prácticas políticas que se pusieron en marcha, tanto por Zuleta como por quienes se sintieron convocados por su proyecto, y que fueron a la par de otras experiencias en formación de otros sentidos de grupo, otras apuestas políticas y otras vivencias culturales12.

A lo largo de El Otro se va proponiendo un modelo organizativo basado en grupos mixtos dedicados a discutir, estudiar y dialogar periódicamente. Dicha forma de organización estaba orientada a dar forma práctica a la apuesta ético–política de El Otro y en esa medida no se trataba tan sólo de una posibilidad entre otras de agrupación, como se señalaba en el texto Alternativa sexual política firmado por Zuleta y publicado en el número 6 (1979: 8): 'El modelo básico es el grupo en fusión definido por su relación inmediata donde la relación de deseo e intereses sea mínimamente diferenciada'. Así, Zuleta propone que los 'grupos sexual políticos' se organicen por intereses o características comunes (edad, orientación sexual, género, sindicales, contraculturales, etc.), teniendo como actividad la formación teórica y el análisis de la realidad, y como formas de proyectarse a la sociedad el desarrollo de medios de comunicación propia, la realización de conferencias, los centros de documentación, la democratización de funciones en la prestación de servicios sociales, la creación de centros y casas de ayuda y actividades recreativas.

En esta propuesta, el Movimiento, en mayúscula y singular, es el resultado de una serie de acciones diversas, autónomas y articuladas de una multiplicidad de grupos de pares en interacción. La intención era una forma de organización horizontal, no jerárquica ni basada en representaciones o delegaciones de la capacidad de decisión. Propuesta organizativa inspirada muy seguramente en la acracia que Zuleta va a evidenciar en textos posteriores y en su práctica en la demás entidades en que va a trabajar. Así, hay una conexión entre la Carta del Editor del número 1 de El Otro, que se cierra con una frase contundente: 'sabemos que no queremos dirigir, sólo nos expresamos, como lo pensamos y lo sentimos', con la carta que 16 años después, a pocos meses de su asesinato, Zuleta envía a la Asamblea de la organización no gubernamental en que trabajaba: 'He sugerido que la denominación SEMINARIO DE 'ALTOS' DIRIGENTES SINDICALES no solamente es una propuesta autoritaria, altamente jerarquizante y elitaria [...] En vista que mi sugerencia [cambiar ese nombre] no tuvo el impacto emocional y lógico que me inspira dejo esta constancia para que la Historia y mis biógrafos tengan claridad sobre la propuesta de mi Ethos y mi Pathos libertarios y ácratas.' (E. Zuleta, 1996: 198).

En esto hay varios elementos principales de la propuesta ético–política de El Otro y de Zuleta, que bien lo pondrían en línea con principios fundamentales del anarquismo, como expresa Heckert (2004): búsqueda de una posibilidad de organización sin dominación; cooperación para lograr objetivos compartidos; promoción de la libertad individual y de la autonomía. Para Zuleta

[...] el objetivo de un 'grupo sexpol' puede resumirse en la reconquista de la autodeterminación y apropiación del cuerpo como el territorio y el escenario de las luchas sociales (macro–micro) al nivel de los intereses y los deseos, liquidando la dicotomía entre lo 'social' y lo 'individual' y buscando un auténtico compromiso histórico que considere los deseos reales de todo individuo y sus intereses de grupo, serie y clase (El Otro, número 6: 7).

En este sentido, la propuesta ético–política de El Otro se puede entender en esa gama de propuestas de resistencia molecular que menciona Sycamore (2008) y que actúan contra la homogenización, la globalización y la asimilación, usando la sexualidad y los cuerpos para crear redes de relaciones y conformar pequeñas colectividades, muchas veces intensas y fugaces. Es hacia esta creación de modos de relación, a veces inusitados, a veces excesivos, a veces fugaces, a veces permanentes, pero profundamente creativos, que derivó El Otro y que lo diferenció de otros desarrollos posteriores de las movilizaciones con respecto a diversidad sexual y de género.

 

Conclusión

El último número de El Otro circuló a fines de 1979. Al año siguiente, en agosto, apareció el primer número de Ventana Gay. Ventana Gay se autodefinió como 'manifestación viva, la afirmación, de la belleza de ser GAY' y como visión de su realidad (Editorial, Agosto 1980: 3, mayúsculas en el original). Ventana Gay retomaba caminos ya abiertos por El Otro: romper el silencio, concientizar, actuar, iniciar la liberación. Pero también abría otros: proponía con más claridad un discurso sobre los derechos humanos y el 'derecho a sentir el amor homófilo a gusto personal'; recordaba 'todos los maltratos que se han sufrido', girando las críticas desde la dominación estructural hacia las denuncias a la discriminación cotidiana vivida por los homosexuales; y reconocía la variedad al interior del mundo homosexual. En Ventana Gay confluyeron personas que respondieron al llamado de El Otro cuando esta publicación anunció la existencia del Movimiento de Liberación Homosexual, incluyendo el mismo Zuleta. Algunas mujeres, en menor cantidad aún, fueron también parte de la iniciativa. Ventana Gay sin embargo, representó un proyecto ético–político diferente al de El Otro, orientado por la conversión de las luchas por la liberación homosexual a una lógica de derechos humanos en su dimensión legal, al orgullo y la afirmación gay en la cual los discursos de liberación, lucha de clases y dominación fueron perdiendo peso. En esto, Ventana Gay representa bien el tránsito de la lógica contracultural y de liberación hacia la lógica de derechos que marcaría la tendencia global en las movilizaciones de gays y lesbianas a partir de la década de los ochenta.

Sin embargo, no es fácil hacer una división tajante entre décadas y agendas políticas, entre unos proyectos identitarios y otros. Rapisardi (2008), observando el caso Argentino, llama la atención sobre los problemas que tendría una lectura topográfica de los cambios históricos vividos en los movimientos homosexuales a partir de los años setenta. Dicha lectura topográfica tiende a asumir los cambios como si fueran capas superpuestas unas sobre otras: mientras la década de los setenta sería la de 'la política revolucionaria', la década de los ochenta sería la de la 'política de los derechos humanos' y la de los noventa la de la 'ruptura multicultural' (Rapisardi, 2008). Si bien una lectura de este tipo es útil con fines descriptivos, corre el riesgo de invisibilizar simultaneidades, paralelismos o desarrollos independientes.

La obra de Zuleta se presenta en Ventana Gay como un 'injerto', en el sentido dado al termino en los estudios literarios (Derrida, 1997). Tal injerto le permite propagarse en una nueva generación de activistas y de lectores interesados en tener un medio de comunicación y expresión. El resultado de esta presencia inicial del proyecto ético–político de El Otro en Ventana Gay es un híbrido en el cual, gradualmente, la obra de Zuleta va desapareciendo. De acuerdo con quienes le conocieron, Zuleta reconocía el sentido estratégico del discurso de los derechos humanos y contribuyó a llevarlo a otros temas y escenarios de trabajo, como una nueva forma de interpretar las luchas por la justicia (Urrego Velázquez, et al., 2005: 49). Sin embargo, Zuleta lo desarrolla gradualmente hacia una pregunta amplia por lo humano, que se distanciará de los usos legales y reivindicativos de derechos individuales que hará el activismo en su camino por las políticas de la identidad (Zuleta, 1996).

El Otro desaparece en un momento en el cual el país vivía un incremento de la militarización, favorecido por medidas gubernamentales que daban más poder al Ejército en el manejo del orden público y una mayor represión estatal. Represión que posicionaba el tema de los derechos humanos en la agenda política nacional y motivaba la creación de organizaciones defensoras de los derechos humanos (Roth Deubel, 2006: 107). Amnistía Internacional hizo su primera visita al país en 1980. Organizaciones de la sociedad civil fortalecieron sus estrategias de incidencia y denuncia de las oleadas de ejecuciones extrajudiciales o mal llamadas 'limpiezas sociales' que afectaron a diversos sectores marginados o excluidos de la sociedad (Ordoñez, 1996). Travestis, trabajadoras sexuales, habitantes de la calle y homosexuales empobrecidos estuvieron entre estas víctimas de nuevas formas de violencia difusa dirigidas contra esos otros sin derechos, como bien señaló en su momento el antropólogo Michael Taussig (1987).

Mientras en Colombia el discurso de derechos, que motivará las agendas de las organizaciones de homosexuales a partir de los ochenta, surge en medio de la lucha de diversos sectores sociales contra el terror y la violencia, en otros países aparece asociado a la democratización (Brown, 2002; De la Dehesa, 2010) o al desarrollo y complejización de las culturas y subculturas homosexuales (Blasius, 1994). Convertir las luchas sociales a una lógica de derechos fue parte de los procesos de ampliación de la democracia vividos en América Latina a lo largo de la década de los ochenta (Dagnino, 2005). Proceso en el cual las organizaciones sociales de mujeres tuvieron un papel fundamental criticando las nociones liberales e individualistas de la ciudadanía y proponiendo nociones más participativas y activas (Molyneux, 2003), y conectando cuestiones de derechos con asuntos de género, sexualidad y transformación social.

En El Otro hubo una serie de ejercicios de experimentación en los cuales emergían y se sumergían variados proyectos subjetivos. Tales proyectos no estaban definidos desde el modelo del coming out, sino desde una relación entre lo público y lo identitario, conexión más marcada por la movilización social y la lucha contra la violencia y menos por los ideas de liberación homosexual individualistas y liberales desarrolladas en otros países, como se puede observar en el mencionado texto de Altman (1971). En esa apuesta experimental, en la forma como El Otro produjo conocimiento sobre la homosexualidad, no había una intención descriptiva, o de decir 'cómo son' los homosexuales. Tampoco hacía de la experiencia de discriminación un acto de victimización, sino un motivo de articulación política con otros sujetos subordinados. En esto, la propuesta de El Otro se parecía más a lo dicho por el activista brasilero Herbert Daniel, a inicios de los setenta, en un debate sobre liberación homosexual y partidos de izquierda: la discusión de la homosexualidad en las agendas revolucionarias era una forma de entender los prejuicios en lugar se de ser la discusión de los prejuicios la forma de entender la homosexualidad (De la Dehesa, 2007: 45). Aunque una parte de la propuesta de El Otro permaneciera atrapado en el contra diálogo con el discurso clínico, la presencia de un elemento libertario, utópico y anárquico le permitió abrirse caminos en nuevas búsquedas subjetivas.

Como se ha intentado mostrar aquí, El Otro excedía las políticas de la identidad que definen a un sujeto unitario para justificar la lucha por la justicia. El Otro concentraba propuestas de cambio y las desbordaba con su dimensión pragmática. Su apuesta se parecía más a estrategias anti–hegemónicas de cuestionamiento de las relaciones de poder, las cuales son localizadas, confrontativas, deconstructivas y multivocales (Fetherston, 2000: 209). Pero al no ser una propuesta programática o acumulativa, ni al pretender marcar la línea de cómo se debería hacer el cambio, fue fácil que sus pistas se perdieran y que el olvido sepultara sus logros. Si bien fue una apuesta que no cayó en las trampas de la representación política con que se organizaron otros movimientos sociales, no se estructuró en organizaciones jerárquicas o burocráticas ni estableció caminos de continuidad. De lo que se trataba era de abrir espacios, de permitir conexiones, no de ordenarlas ni dominarlas. Finalmente, El Otro, como toda la obra de Zuleta, fue un exceso creativo en la experiencia de las sexualidades, imposible de replicarse pero sí de seguirse diseminando.

 


NOTAS

1 Este artículo hace parte de la tesis doctoral Sexuality and homophobia in Collective Violence and Political Transitions, en curso en la Universidad de Sydney (2011–2014), dirigida por la Profesora Raewyn Connell. Una primera versión del mismo se presentó en la Conferencia After Homosexual: The Legacy of gay liberation, Febrero 2–4, 2012, organizada por el Gender, Sexuality and Diversity Program en La Trobe University, Melbourne, Australia.

 

1 Para este ensayo, revisé los artículos conceptuales y notas editoriales de cinco de los seis números de El Otro, publicados entre 1977 y 1979. Agradezco a Mauricio Albarracín el haberme facilitado estas copias y otros materiales de invaluable importancia para este ensayo. Al momento de realizar este análisis, no contamos con el número 5 de tal publicación.

2 A lo largo de este texto uso el término homosexual pues es el que se aparece mayoritariamente en la publicación que basa el análisis. Movimiento de Liberación Homosexual o movimiento gay, fueron también términos empleados en la publicación analizada. El término gay es usando en El Otro, en particular en los últimos números, como sinónimo de homosexual. En este ensayo se usa sobre todo asociado a los movimientos del Norte Global. No usaré el acrónimo LGBT–lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas–, o movimiento LGBT, comúnmente usado hoy en Colombia, pues corresponde a un momento diferente y a otras formas de comprender temas de género, sexualidad, norma y poder. Los temas tratados en El Otro están centrados en la perspectiva de hombres homosexuales, y aunque en la publicación se mencione su diversidad, lo afirmado no necesariamente da cuenta de otros sujetos disidentes de la heteronormatividad, como las mujeres lesbianas o las personas bisexuales o transgeneristas. Tampoco da cuenta de otras movilizaciones políticas y experiencias culturales sucedidas en paralelo y en las cuales también se exploraban cuestiones de identidad de género u orientaciones sexuales, como por ejemplo, las formas de socialidad desarrolladas en espacios de encuentro y socialización en las ciudades.

3 Agradezco a una de personas lectoras externas de este ensayo por la referencia a este evento y otras aclaraciones sobre los usos y reapropiaciones de la obra de Zuleta en la ciudad de Medellín.

4 Mi primer contacto con El Otro y la obra de Zuleta fue en 1988 en la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, en donde fotocopias de algunos números de tal publicación circulaban de manera informal entre estudiantes interesados en estos temas.

5 Agradezco a Raewyn Connell la mención de esta conexión entre la noción de liberación homosexual y los movimientos de liberación anticoloniales.

6 El trabajo intelectual y profesional de Zuleta con el sindicalismo y el movimiento obrero permaneció hasta su muerte. Algunas de sus últimas reflexiones al respecto aparecieron en publicaciones como la revista de la Escuela Nacional Sindical, en Medellín. En una de ellas, Sindicalismo y Derechos Humanos, vuelta a publicar en la compilación hecha en 1996 (31–37), Zuleta relaciona al movimiento obrero con los derechos humanos para aproximarse a una comprensión de la libertad y la democracia.

7 Para Balderston y Quiroga (2005), en la obra de Puig hay dos temas fundamentales: la trama carcelaria y la relación entre la homosexualidad y lo Otro. Lo primero sirve como lugar privilegiado para pensar los límites entre lo público y lo privado, pues la celda en que se desarrolla la novela es a la vez lugar expuesto a la mirada vigilante pero un reducido espacio íntimo. En cuanto a lo segundo, El Otro, en la novela de Puig es Valentín, el rebelde quien ocupa el lugar de la heterosexualidad en relación con la política, la historia, la participación (Balderston y Quiroga, 2005). Mientras desde la revolución de la sexualidad el lugar de lo Otro son las sexualidades y sectores dominados, desde la sexualización de la revolución, el lugar de lo otro es la heterosexualidad, que opera como el punto de partida para el debate.

8 En un texto fechado en 1986 titulado La Sexualidad de los Trabajadores, Zuleta cuestiona las demandas de derechos basadas tan sólo en los de producción, para señalar la necesidad de demandar derecho al placer y el erotismo como parte de las agendas sindicales. Así, afirma: 'La eyaculación sin orgasmo (descarga emocional y sicológica) es parecida a la producción industrial en serie y a marchas forzadas que es tan distinta a la creación de alguna cosa (así sea inútil) hecha con placer, con gusto y disfrute de un proceso de nacimiento' (Zuleta, 1996: 39. Cursivas en el original).

9 Al respecto de la relación de Zuleta con el partido comunista, diferentes referencias cercanas a su vida señalan la relación tensa que tuvo con el mismo y sus militantes. En diversas ocasiones fue vetado y abucheado por militantes comunistas tanto por sus declaraciones como por su actitud y por la forma como desde allí retaba la ortodoxia marxista. Con respecto a su salida del Partido Comunista, en un texto autobiográfico Zuleta (1996: 22) señala que su expulsión se debió a la ferviente defensa que hizo de la justicia y que por ello, a partir de ese momento, no estuvo interesado en ningún otro tipo de militancia. Urrego Velásquez (2005: 41) cita dos testimonios: en uno, Zuleta es expulsado del Partido por su homosexualidad mientras en otro él lo abandona por la línea leninista que apoyaba el recurso a las armas. Una actitud de distancia o tensión con la ortodoxia de partidos comunistas también fue experimentada por otros activistas latinoamericanos como Perlongher y Lemebel. Esta situación merecería entenderse tanto como resultado del extrañamiento general del marxismo con los asuntos de la sexualidad (Reynolds, 2004), como de la forma en que éste entiende la generación de cambios, que es desbordada por propuestas como las que señalo en las cuales el cuerpo, el placer o lo lúdico tenían gran importancia.

10 En esta efervescencia de editoriales y revistas de izquierda sobresalieron revistas como Estudios Marxistas, Cuadernos Colombianos y sobre todo Alternativa, de la que formaban parte personajes como el Premio Nobel Gabriel García Márquez y miembros de la élite política e intelectual colombiana así como académicos de universidades públicas de izquierda. En mi caso, el segundo contacto con la obra de Zuleta fue por colegas que trabajaron en Alternativa y sabían del impacto que tuvo en ella la publicación de la entrevista a León Zuleta en que mencionaba la existencia del Movimiento de Liberación Homosexual.

11 En estos números de El Otro, el término 'gay' aparece con su escritura en inglés y no hispanizado 'guei', como se señala que Zuleta hizo en otras publicaciones, como parte de su actitud antinorteamericana (Velandia, 1999).

12 Bustamante (2004, 2008) señala cómo para la sociedad de la ciudad de Medellín era claro que sodomitas, hombres afeminados, homosexuales frecuentaban desde inicios del siglo XX bares y lugares cercanos a las zonas de prostitución. Una socialidad de hombres con diversas masculinidades y feminidades homosexuales se formaba allí con sus propios códigos, con sus formas de tensionar los géneros y los registros de lo público y lo privado, del día y la noche. Mucha de esta historia colombiana está aún en los registros de lo oral y apenas empieza a ser investigada.


 

REFERENCIAS

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