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CS

Print version ISSN 2011-0324

CS  no.23 Cali Sep./Dec. 2017

https://doi.org/10.18046/recs.i23.2438 

Reseñas

Los jóvenes de las barras ultras de Colombia

JOHN ALEXANDER CASTRO-LOZANO* 

* Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia.

LONDOÑO, JHON. 2015. Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indolencia estatal. Armenia: Kinesis, 274p.


El libro Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indolencia estatal, es el resultado de la investigación realizada por Jhon Jairo Londoño Aguirre, en el contexto del Doctorado en Estudios sobre Juventud y Sociedad de la Univer sidad Santiago de Compostela, España. Este trabajo presenta una reflexión sobre las expresiones juveniles de las barras ultras, usualmente denominadas como barras bravas. Una de las manifestaciones más recurrentes en esas agrupaciones, afirma Londoño, es la violencia, simbólica o física. No obstante, esa violencia no es ex clusiva de las barras ultras pues otras asociaciones juveniles, también demuestran conductas violentas. A pesar del compromiso de los integrantes de esas agrupaciones y del espectáculo que muestran en los estadios, sus calificativos continúan siendo negativos, pues solamente son identificados por participar en enfrentamientos físicos, robos y daño a la propiedad, pública y privada. Además, son señalados de «ejercer» la vagancia.

El primer capítulo inicia con una reseña histórica sobre las distintas representa ciones, funciones y expectativas de la juventud, particularmente masculina, en occi dente. En Grecia, la juventud es un periodo de preparación en distintos conocimientos científicos, políticos y de guerra. En Roma, los hombres jóvenes se dedicaban a la política y a la guerra; mientras las mujeres jóvenes debían garantizar la reproducción. En la Edad Media, a los hombres les correspondía garantizar la seguridad de los terri torios, entrenándose para la guerra. Entre los judíos, los jóvenes de familias pobres debían aprender un oficio; y de familias adineradas, aprovechar su protección. Entre los cristianos, los jóvenes son estigmatizados; y sus comportamientos, censurados. En la Edad Moderna, dependían de la posición económica: los ricos podían continuar sus estudios, y los necesitados debían trabajar. El trabajo les permitía, parcialmente, la emancipación; alcanzada plenamente con el matrimonio. Los jóvenes también nutrieron las filas de los ejércitos nacionales. Por último, en la época contemporánea, lo juvenil (como también lo viejo) está relacionado con la apariencia, y no necesaria mente implica transformación, pues puede involucrar lo conservador.

En el caso específico de Colombia, sostiene Londoño, las grandes diferencias eco nómicas, políticas y sociales -traducidas en desigualdad- son sobrellevadas por los jóvenes. Por ejemplo, el acceso a la educación superior es restringido, especialmente por los costos. De manera que el ingreso al mercado laboral (legal o ilegal) depende de las oportunidades o necesidades, respectivamente. En el aspecto de la moda (el consumo), los jóvenes se clasifican en grupos y se distancian unos de otros; estos agrupamientos se transforman de una generación a otra. Así, los señalamientos a la juventud son elaborados desde lo adulto, lejano y desconocedor de sus problemáticas y entornos. Ese adulto señalador no ha sido un referente ni propone alternativas al joven. Por ese motivo, se organizan las «tribus urbanas»; grupos juveniles que permiten la pertenencia a una «comunidad», con intereses semejantes y códigos particulares. Desde esa perspectiva, se conformaron las barras ultras.

El segundo capítulo es un repaso bibliográfico de las investigaciones realizadas en el Reino Unido sobre el comportamiento violento de los hinchas. Londoño logró identificar cuatro enfoques interpretativos. El primero, la violencia se produce porque los hinchas tienen algún tipo de desequilibrio mental. El segundo, los hinchas heredaron de sus padres los lazos tradicionales del fútbol manifestados en la violencia. El tercero, son expresiones ritualizadas de acciones ofensivas que crean una ilusión de violencia. Y cuarto, responsabiliza a los jóvenes de la clase obrera baja, quienes crecen en medio de una masculinidad agresiva. Por su puesto, esos trabajos son elaborados en un contexto particular y una perspectiva teórica específica. De ese modo, señala Londoño, no necesariamente se ajustan a las explicaciones de la vio lencia de las barras ultras de Colombia. Por ese motivo, el autor acudió al concepto de narcicismo colectivo, con el propósito de exponer dos tipos de violencia entre las barras: benigna y maligna, y comprender la rivalidad entre los hinchas.

Posteriormente, el autor hace la distinción entre las barras tradicionales y las ultras. Las tradicionales se limitan a apoyar a su equipo y son conformadas por familiares y amigos. Y las barras ultras apoyan al equipo mediante cantos y saltos frecuentes, demarcan un territorio fuera de los estadios, sus miembros son mayoritariamente jóvenes, ordenados jerárquicamente, y organizan sub-grupos (parches, combos o legiones) dentro de la barra. Además de expresar la violencia.

El tercer capítulo inicia con un recorrido por la institucionalidad y la legislación colombiana, sobre la atención y el tratamiento a los jóvenes; es decir, lo relacio nado con las políticas de juventud. Los jóvenes pertenecientes a las barras ultras han sido estigmatizados y criticados por sus distintas expresiones, especialmente las vinculadas a la violencia. La consolidación de las barras ultras motivó, desde la Alcaldía Mayor de Bogotá, la institucionalización de Goles en Paz, un programa con los objetivos de promover la convivencia entre las barras del distrito capital y brindar las condiciones de seguridad de las barras ultras de otras ciudades. Igualmente, la implementación del Decreto 164 de 2004, continúa en la búsqueda de convivencia y diálogo entre los diferentes actores del espectáculo del fútbol, e instala una Comisión de Seguridad y Convivencia. Posteriormente, se implementa la Ley 1270 de 2009, un estatuto que toma bastantes elementos del decreto mencionado anteriormente. Por ejemplo, aunque mantiene las comisiones locales, plantea una Comisión Nacional de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol.

Luego se expide el Decreto 1007 de 2012; en la elaboración de este estatuto par ticiparon distintos integrantes de barras ultras colombianas. Londoño destaca los siguientes elementos: primero, promueve la seguridad, la comodidad y la convivencia en el fútbol (profesional y aficionado), y protege los derechos y los deberes de los aficionados. Segundo, se plantea ambiguamente la prevención de la violencia, pues es competencia de los diferentes actores del fútbol. Tercero, los grupos de hinchas son denominados como barras organizadas o barras populares; además, se lanza la propuesta del «barrismo social». Cuarto, son explicados los derechos de los aficio nados. Quinto, son señalados los deberes de los aficionados. Sexto, se especifican las sanciones y las responsabilidades de los aficionados. Séptimo, abre la participación de los integrantes de las barras organizadas o populares en las Comisiones Locales de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol. Y octavo, plantea un modelo de organización de las barras organizadas o populares.

El cuarto capítulo inicia con una indagación sobre la percepción de los jóvenes, integrantes de las barras ultras, e investigadores sociales sobre las funciones del Estado en la solución de las problemáticas juveniles. Asimismo, pregunta sobre la identidad, la pertenencia de los hinchas y la estructura de las barras ultras.

En consecuencia, el difícil acceso a la educación, a la salud, al trabajo y, además, la falta de escenarios de recreación y de práctica deportiva, son aspectos bastante cuestionados por los entrevistados; pues la falta de intervención e inversión por parte del Estado, mantiene la desigualdad, la exclusión y la estigmatización, especialmente de los miembros jóvenes de las barras ultras. La perspectiva negativa de las barras es reforzada por los medios de información, que enfatizan particularmente las conduc tas violentas de sus miembros. Desde la perspectiva de los hinchas, la violencia se origina por la intolerancia, el consumo de drogas, la frustración y la represión policial; aunque los integrantes de las barras pretenden cambiar esas interpretaciones me diante el «barrismo social». Asimismo, las medidas institucionales tienen una doble interpretación. Primero, son necesarias y han aportado en la individualidad de los integrantes de las barras ultras; segundo, han sido insuficientes, ya que la violencia se mantiene. Por lo tanto, es ambigua la continuidad de programas institucionales con el objetivo de enseñar en la tolerancia y la convivencia.

En lo referido a la identidad y a la pertenencia, los hinchas señalan que la in fluencia masculina (un pariente o un conocido) los llevó a integrarse a la barra, una agrupación considerada como un estilo de vida y una familia. Por consiguiente, los jóvenes se mantienen en el grupo como una forma de fidelidad y por las maneras de apoyar al equipo, de manera que no es posible imaginar salir del grupo; aunque pueden incidir factores externos, distintos a decisiones personales, como tener un hijo, formar una familia, optar por una religión u obtener un trabajo. Los problemas internos, ya sea disputas por el liderazgo o la pérdida de algún objeto de alto valor simbólico, pueden motivar la expulsión. De otra parte, la estructura de la barra ul tra es jerárquica, liderada por los miembros más antiguos y de mayor compromiso. Además, es conformada en su mayoría por jóvenes de estratos socioeconómicos bajos, y es posible que la barra sea un lugar de diversión. También se considera como manifestación de la vulnerabilidad juvenil.

El quinto capítulo es un balance y una reflexión de Londoño. Revela un profundo escepticismo respecto a los jóvenes de las barras ultras, la violencia típica de estas agrupaciones y la intervención del Estado. Pues los lazos de parentesco generados y fortalecidos en las barras, la permanencia de las rivalidades en el fútbol, la insu ficiencia de los programas gubernamentales y la represión implementada a través de la legislación y el accionar de la policía, dificultan una transformación de ese contexto y sus respectivas situaciones. A pesar de su escepticismo, el autor propone la promoción de escenarios de inclusión y participación. En ese sentido, son fun damentales los recursos y los espacios que lo permitan, orientados por personal de instituciones gubernamentales. Asimismo, es necesario incrementar la cobertura en educación, trabajo y salud. Por último, se hará la evaluación de esa inversión social.

El libro Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indolencia estatal, muestra la preocupación académica de Jhon Londoño por comprender la agresividad y el conflicto entre las agrupaciones reunidas en torno a un equipo de fútbol. El autor buscó enlazar tres elementos: lo juvenil, la violencia y las políticas públicas, en el contexto del fútbol profesional colombiano. Estos tres elementos, en el desarrollo del texto, se complementan en algunas ocasiones, y en otras se contradicen; ya que, muestra el autor, comúnmente se relaciona lo juvenil con la violencia y como opuesto al Estado -una institución tan lejana como la familia-, que aunque ofrece educación, salud y trabajo, conserva las desigualdades en ámbitos como el económico, el político y el social. Por consiguiente, las autoridades oficiales, inevitablemente, reprueban la estética juvenil, estigmatizan sus conductas y, en las barras ultras, criminalizan a los hinchas.

Ahora bien, entre lo juvenil, la violencia y las políticas públicas, Londoño formula el siguiente cuestionamiento: «¿qué origina esta violencia?» Una pregunta que, desde mi perspectiva, no logra contestar satisfactoriamente. Pues al utilizar la noción de narcicismo colectivo logra identificar dos formas de violencia, no exclusivas de las barras, y a pesar de esbozar una de sus causas -las rivalidades futbolísticas-, no sigue ese camino, pues toma la explicación disciplinar; dejando a un lado las experiencias de los hinchas, relacionadas con los enfrentamientos simbólicos y físicos manifes tados a través del aguante. De esa manera, hubiese contestado su propia pregunta, al acercarse a la particularidad de los miembros de las barras ultras e interpretarla a partir del ámbito de la psicología social, como lo planteó; logrando una mirada interna y externa del fenómeno. Pero la formulación «¿qué origina esta violencia?» es interesante, pues puede ser un camino por seguir en otro trabajo de investigación.

De otra parte, la intervención del Estado, mediante las políticas públicas de juventud, muestra una intención de controlarlo y darle algunas posibilidades de transformación y participación. No obstante, la intervención no es constante o las necesidades individuales superan los intereses asistencialistas del Estado. De esa manera, se explica el subtítulo: Un paradigma de indolencia estatal: el acompañamien to estatal es restringido, y conserva la exclusión y las distinciones en lo educativo, lo laboral y la salud. Aunque los integrantes de las barras ultras son invitados a proponer alternativas que disminuyan la violencia del fútbol, a través de decretos y leyes, el trato de los efectivos de la Policía Nacional no se ha transformado; posiblemente porque los hinchas no han modificado sus conductas. Los gobiernos nacionales tampoco han hecho lo suficiente por construir un país más incluyente.

De ese modo, este libro aumenta la producción investigativa en Colombia en torno a las barras ultras. Pues los trabajos en el país sobre este fenómeno contempo ráneo, son relativamente escasos. La organización de este tipo de grupos se inició en 1991, y el primer texto fue publicado en 2001: La ciudad de los fanáticos, de Harold Pardey, Juan Galeano y Andrés Blanco. Entre 2001 y 2016 es posible rastrear más de 30 publicaciones entre artículos en revistas científicas, capítulos de libros y libros. En ese inventario se incluye Juventud sin oportunidades. Si bien es restringida la producción investigativa publicada, no es inexistente. Esos trabajos se han elabo rado desde distintos énfasis disciplinares, como el comunicativo, el antropológico, el sociológico, el psicológico, el jurídico, entre otros campos. Por ende, es posible proyectar que, a algunos grupos de investigación en estudios sociales y culturales, les importe reflexionar en torno a las barras. Sin embargo, surge una pregunta: ¿las instituciones gubernamentales estarán interesadas en promover (financiar) este tipo de investigaciones, con el propósito de comprender y solucionar las distintas problemáticas en torno a las barras y el fútbol nacional?

Finalmente, Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indo lencia estatal de Jhon Londoño, motiva la discusión en torno a lo juvenil, la violen cia y las políticas públicas, con sus posibles vínculos y contradicciones. Un debate necesario si se quieren imaginar escenarios del postconflicto.

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