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CS

versão impressa ISSN 2011-0324

CS  no.36 Cali jan./abr. 2022  Epub 25-Maio-2022

 

Editorial

Presentación

*Editor invitado Universidad de California (Davis, Estados Unidos) poncedeleon@ucdavis.edu

** Editora invitada Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile, Chile) srosa2@uc.cl

*** Editor invitado Universidad de California (Berkeley, Estados Unidos) alejo_garcia@berkeley.edu


  • "Expandir el corazón: brotan manantiales en difusas y

  • posibles lenguas en químicas orgánicas e inorgánicas

  • y los pulmones y el baldío de al lado habitan:

  • aire compartido:

  • células soñando con células

  • mórulas

  • sábila

  • yerbabuena olmo

  • arce abeto lobo

  • no estamos solos:

  • Estamos

  • aquí".

  • Maricela Guerrero (poeta mexicana)

Hablar de las humanidades ambientales es hablar de un campo de práctica y pensamiento que explora las relaciones entre lo "humano" y la "naturaleza", y a su paso desdibuja sus fronteras, contornos y distancias. Por una parte, agrupa preguntas formuladas desde la ecocrítica, la historia ambiental, la ecología política y el ecofeminismo, intentando plantear una serie de puentes transdisciplinares con los cuales trazar los límites del antropocentrismo en la episteme moderna. Por otra parte, responde a la urgencia por pensar nuestro momento histórico específico, en el que se constata la imposibilidad de continuar reproduciendo las relaciones socio-naturales que sostienen el actual modelo de acumulación y desigualdad social. El Antropoceno, la época en que "lo humano" alcanza una magnitud geológica, no solo ha llevado a que las comunidades académicas deban reconsiderar las frágiles relaciones que sostienen sus mundos, sino a que abran diálogos amplios acerca de las prácticas que posibilitan el cuidado de los ecosistemas y la permanencia de quienes los habitan.

Este es un horizonte de diálogo a la vez novedoso y no tan nuevo. La pregunta por la "Naturaleza", a veces como lugar, otras como presencias no-humanas o incluso como fuerza vital y sintiente, tiene una extensísima trayectoria en el pensamiento poético y filosófico del humanismo secular. Solo en el siglo XX, lo "Natural" fue el centro de discusión de campos tan aparentemente distantes como la fenomenología, el marxismo y los estudios de la ciencia y la tecnología. En América Latina, puntualmente, las preocupaciones por la naturaleza y el medio ambiente pueden ser rastreadas hasta los momentos de formación de las identidades nacionales en la región. La comisión corográfica en Colombia, por ejemplo, puede imaginarse como uno de estos primeros espacios colaborativos en que una ecología de prácticas científicas y artísticas explora la relación entre paisajes e historias sociales del territorio nacional (Appelbaum, 2013). En Centroamérica y el gran Caribe, el pensamiento de José Vasconcelos, el barroco literario de Alejo Carpentier, o el performance de Ana Mendieta pueden igualmente interpretarse como expresiones de una inquietud latente en la región por redefinir las relaciones humano-naturaleza y, a su paso, incluso contrarrestar las identidades hegemónicas en la cultura latinoamericana. Lo mismo podría decirse de la amplia tradición ecopoética sudamericana comprometida con la recomposición material y espiritual de la conexión entre mundos humanos y más que humanos.

Sin embargo, en tanto campo de práctica académica, el surgimiento de las humanidades ambientales debe pensarse en relación con una serie de transformaciones estructurales en el sistema universitario del norte global a finales del siglo XX. Por un lado, la neoliberalización de la educación de los 90 forzó a los departamentos de humanidades a cuestionar su relevancia dentro del modelo pedagógico universitario con el fin de garantizar financiación institucional. Las humanidades de fin de siglo se vieron en la necesidad de hacerse útiles, híbridas y con objetivos precisos. No en vano en este periodo se empieza a hablar de humanidades públicas y humanidades digitales, dos giros que intentan extender el pensamiento crítico como herramienta fundamental de la formación técnica. Por otro lado, la posibilidad de gestionar programas de posgrado inter-departamentales que resultasen económicamente viables permitió la emergencia de nuevas formaciones disciplinares: maestrías y doctorados en estudios culturales, de género, estudios del performance, estudios ambientales, programas sobre la relación entre región y sociedad, o incluso la historia de la conciencia empezaron a multiplicarse en el mercado académico.

Si bien es cierto que la emergencia de las humanidades ambientales puede rastrearse en instituciones educativas y de investigación del norte global, donde las humanidades ambientales llevan algunos años en el proceso de institucionalización, también es necesario reconocer que las fuerzas que movilizan este campo cuentan con genealogías ubicadas en diversas latitudes (O'Gorman et al., 2019). En este número de la Revista CS, precisamente, hemos rastreado algunas de las genealogías latinoamericanas de las humanidades ambientales que se han configurado en estrecho diálogo con sus condiciones de producción de conocimiento, sus problemas ambientales, sus disputas políticas y sus especificidades territoriales. Y lo hemos hecho a partir de los cruces, diálogos y disputas político-epistemológicas que, desde Latinoamérica, desestabilizan los binarismos euro-modernos y a su paso interpelan el campo emergente de las humanidades ambientales en otras latitudes.

Una de estas genealogías puede rastrearse en la larga historia de reflexión y problematización de las formas de producción del territorio y la diferencia, la cual puede verse en marcha desde las reuniones de los pueblos indígenas en Barbados durante la década de los 70, y que han dado origen a tradiciones epistemológico-políticas que impulsan los giros epistemológicos (Porto-Goncalves, 2009; 2015) y ontológicos contemporáneos (Escobar, 2015; de la Cadena, 2015). De la misma manera, en la segunda mitad del siglo XX Latinoamérica adelantó un profundo cuestionamiento del modelo de desarrollo capitalista, en cuyos inicios pueden ubicarse la teoría de la dependencia de Cardozo y Faletto (1969) o el análisis de las relaciones de subordinación económica entre centro-periferia de Raúl Prebisch (1981), y que han suscitado, a través de múltiples caminos, una importante reflexión global sobre el intercambio desigual, el extractivismo y el neoextractivismo (Gudynas, 2015; Svampa, 2013; Acosta, 2013; Ojeda, 2021).

Se anudan a esta genealogía los estudios que abordan desde la complejidad la relación que se produce entre poder, subjetividad y medioambiente en los contextos extractivos latinoamericanos y de aplicación de políticas institucionales de conservación ambiental. Nociones como sujetos ecológicos (Leff, 2010) o sujetos ambientales (Agrawal, 2005) emergen como herramientas críticas para analizar las visiones, prácticas y sensibilidades ambientales que se reconfiguran ante la escalada de conflictos socio-ambientales y territoriales en la región. Aquí también se cruzan los interesantes desarrollos de la historia ambiental y los estudios de la memoria que van desde La Historia doble de la Costa (1986) del sociólogo Orlando Fals Borda al importantísimo trabajo de la historiadora ambiental Claudia Leal (2020), que al cuestionar el determinismo ambiental, han puesto de presente el rol activo de la naturaleza en la historia y la dinámica co-constituyente entre seres humanos y naturaleza.

Por su parte, los estudios literarios ecocríticos latinoamericanos han hecho énfasis en reconocer que la conexión entre literatura y medioambiente es bien anterior a la ecocrítica como perspectiva disciplinar, y que la producción literaria y cultural de nuestra región ocupa un lugar clave en la formulación de narrativas alternativas al Antropoceno. Desde la revisión crítica en clave ecológica de textos considerados fundacionales de ciertos imaginarios sociales latinoamericanos, como los primeros trabajos de Jorge Marcone sobre Ciro Alegría o los de Mauricio Ostria sobre Vicente Huidobro, a las propuestas más recientes de Gisela Heffes sobre las estéticas latinoamericanas del Antropoceno, la ecocrítica pone en evidencia de qué modo escritores, artistas y activistas dan forma a imaginarios ambientales situados que desestabilizan las narrativas apocalípticas y crean mundos posibles descentrados de lo humano. Sin duda, son un sinnúmero los caminos de reflexión-acción concernidos de manera directa con el análisis del presente, la experimentación de otras relaciones socio-ambientales y la invención de otros mundos desde los propios legados y heridas, los que dan cuenta de las especificidades de la emergencia del campo en América Latina.

Como indica este entramado, las humanidades ambientales latinoamericanas no suscriben los constreñimientos propios de las formaciones reticulares de la academia moderna. A través de centros de investigación, coloquios, y unos contados programas de posgrado -la Diplomatura Superior en Humanidades Ambientales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Argentina es un buen ejemplo-, se ha buscado en la región estimular diversas ecologías de ser-hacer-pensar que permitan abrir nuevos horizontes de sentido a las preguntas más urgentes de nuestro tiempo. Aquí, las humanidades ambientales no han buscado y no pueden limitarse a las agendas investigativas o problemas sugeridos por metodologías disciplinares. Más bien, en este campo convergen provocaciones, diálogos y alianzas orientadas a comprender el momento actual y sus posibles devenires en el cruce del arte, el pensamiento crítico, la tecnología y el activismo medioambiental. Con esto no queremos sugerir que las humanidades ambientales latinoamericanas han seguido una agenda investigativa presentista o coyunturalista. El "presente" es más bien ese momento inestable en el que colisionan los legados del pasado, las posibilidades futuras del mundo y la inmediatez de la acción; y que se abre a partir de texturas etnográficas, históricas o literarias, entre muchas otras. Al habitar el presente como espacio de inestabilidad, los trabajos en las humanidades ambientales intentan direccionar la mirada colectiva hacia regiones de pensamientos inconclusos, donde es necesario construir nuevos imaginarios, sugerir nuevas preguntas, o hacer nuevas apuestas epistémicas que posibiliten escapar del binarismo moderno y formular otros mundos posibles.

En este orden de ideas, dedicar un número de la Revista CS a las Humanidades Ambientales en América Latina no ha sido un intento por definir los contornos de un campo en emergencia. Aquí hemos buscado hilar un abanico de investigaciones dentro del panorama regional y, en el espíritu articulador de las humanidades ambientales, fomentar puntos de conexión, diálogos, críticas y contribuciones que estas investigaciones tienen para ofrecer al desarrollo del campo. Los artículos en este número reflejan la multidisciplinariedad, así como la polinización cruzada que caracteriza el pensamiento medioambiental en la región, y ofrecen nuevas perspectivas desde donde interrogar las relaciones de saber y poder propias del sistema-mundo moderno, capitalista, colonialista y patriarcal.

Abrimos el número con tres importantes reflexiones sobre la articulación del pensamiento medioambiental latinoamericano. En el primer artículo, titulado "Memoria ambiental: del sujeto mnemónico moderno al Antropoceno", Eduardo Relly y Danielle Heberle Viegas nos ofrecen herramientas conceptuales con las cuales extender el lenguaje de los estudios de la memoria, una de las principales vetas de pensamiento en la posguerra y posdictadura latinoamericana, hacia las preocupaciones ambientales del presente. Una de las principales contribuciones de este trabajo a la conversación propuesta radica en su historización y categorización de las relaciones entre memoria y medio ambiente en occidente. Como el conjunto de artículos en este número sugiere, la racionalidad que subyace al pensamiento ambiental del siglo XX ha sido precisamente una que se sostiene en la escisión moderna entre lo humano como una interioridad y lo ambiental como una exterioridad; escisión que se problematiza en el Antropoceno y que nos fuerza a reformular varias de las nociones que habitan el pensar de las humanidades de manera relacional.

En su análisis sobre la racionalidad del extractivismo, Ramón Cortés y Emma Zapata-Martelo se detienen precisamente en la relación entre contextos extractivos y reproducción de masculinidades a fin de repensar las dimensiones capilares del poder en América Latina. Su artículo "Racionalidad extractivista y necropolítica de la expropiación patriarcal: un acercamiento al estudio de las masculinidades para re/pensar el poder del extractivismo", se sitúa en una epistemología y metodología feminista para realizar un análisis del poder extractivista que indaga sobre el lugar que ocupan los sujetos generizados masculinos y los pactos patriarcales en el sostenimiento y desarrollo de lógicas extractivas. Esta aproximación pone de presente el papel estructurante de las relaciones de género en la configuración del extractivismo y sus lógicas de despojo, destrucción ambiental y muerte. Más aún, esta perspectiva posibilita una apertura a las dimensiones epistémicas y ontológicas del extractivismo, en especial la configuración de subjetividades masculinizadas, eje central del artículo.

Como bien demuestran los anteriores artículos, los trabajos en las humanidades ambientales latinoamericanas, herederos del pensamiento decolonial, se han caracterizado por su capacidad crítica frente a los dualismos estructurantes del pensamiento moderno. La praxis propositiva, un espacio usualmente adentrado con cautela debido a los legados del colonialismo neoliberal, está aún por ser imaginada. "Pensando con la visión ambiental compleja de Julio Carrizosa", el artículo de Juan Camilo Cajigas, nos invita a atender y valorar las diferentes soluciones adaptativas que generan innovación socio-ecológica. A partir del estudio de los conceptos que componen la visión ambiental compleja de Carrizosa, Cajigas ofrece herramientas para hilar diálogos entre conceptos, propuestas y prácticas ambientales, y de este modo contribuir a la reflexión acerca de la ambientalización del conocimiento como praxis reflexiva de las humanidades.

Los cuatro siguientes artículos nos llevan a territorios latinoamericanos concretos para desde allí pensar la complejidad y multiplicidad de fuerzas que los configuran como espacios de contestación socio-ambiental. En el primero de ellos, "Fortaleza, Brasil - um porto afogado na areia (1869-1940)", Yuri Simonini nos traslada a la franja costera de Fortaleza y nos muestra la articulación de procesos históricos, imperativos económicos y saberes técnicos que han dado lugar a la transformación del litoral desde mediados del siglo XIX. Centrándose en un análisis de las técnicas y tecnologías implementadas, el trabajo de Simonini explora las complicadas políticas socio-naturales que producen nuevas configuraciones técnico-ambientales del paisaje acuático. Este detallado estudio de archivo realiza una doble contribución a la comprensión de la porosidad y las tensiones existentes entre ambientes naturales y construidos. De una parte, el artículo desnaturaliza la idea de la naturaleza costera al mostrar los procesos históricos y técnico-ambientales implicados en su producción; por la otra, el artículo nos revela los límites mismos de la racionalidad técnico-ambiental que, en su deseo por dominar las fuerzas del litoral y someterlas a las fuerzas del comercio global, choca, una y otra vez, con diferentes corrientes marítimas.

El artículo titulado "¿De quién es el páramo de Santurbán? Ancestralidad minera como narrativa de defensa del territorio en el municipio de Vetas, Santander", de Adela Parra-Romero, se enmarca en la rama de los estudios de las dinámicas del extractivismo y las disputas contra sus formas de despojo y sus efectos socio-ambientales. Parra-Romero analiza la lucha de los habitantes de Vetas por hacer valer su quehacer ancestral como pequeños mineros frente al desafío lanzado, de una parte, por la adquisición de derechos exclusivos de explotación minera por parte de la multinacional canadiense Greystar y, de otra, por la narrativa del valor estratégico del páramo como fábrica de agua con la cual el Comité por la Defensa del Agua y del Páramo de Santurbán buscaba prohibir la actividad minera. Este artículo muestra con claridad cómo los procesos de disputa contra el extractivismo y los binarismos euro-modernos implican tanto la disolución de dicotomías, en este caso la dicotomía entre agua y oro, como la creación de nuevas diferencias: en su lucha, los vetanos dejaron al descubierto la manera en que las prácticas de conservación ambiental pueden excluir el carácter relacional que sostiene las prácticas de cuidado.

Diversos estudios sobre movimientos sociales y ambientales han sido insistentes en señalar el tipo de subjetividades que emergen cuando las comunidades se relacionan con instituciones públicas a partir de la implementación de medidas y regulaciones ambientales; pues al formular sus problemas y peticiones, los participantes deben negociar sus prácticas y entendimientos anteriores con las nuevas formas de valorar y manejar su entorno natural impuesto por la institucionalidad. El artículo "La implantación de una Unidad de Manejo de la Vida Silvestre de manglar y la construcción de sujetos ambientales locales en una zona de humedales marino-costeros en el Golfo de México", de Rubén Gutiérrez-Campo y Emilia Velázquez-Hernández, sigue esta línea de argumentación al analizar los cambios diferenciados que se producen en la comunidad del ejido Costa de San Juan en la Costa del Golfo de México derivados de la declaración del Sistema Lagunar de Alvarado como sitio Ramsar, y de la implementación de medidas y regulaciones de protección y conservación ambiental. El artículo ofrece una perspectiva etnográfica con la que es posible pensar la complejidad de las subjetividades ambientales, pues los autores demuestran que en el proceso de interacción y relación entre instituciones ambientales del Estado y las poblaciones locales se resignifica el territorio y las formas locales de habitarlo.

La articulación de subjetividades ambientales, sin embargo, no necesariamente implica el encuentro con una verdad subyacente al ser ni una ética emancipadora. De hecho, los procesos de subjetivación están atravesados por una infinidad de luchas políticas y redes de poder que se concretan de maneras a veces inesperadas y contradictorias. El artículo de Iván Montenegro-Perini, "Ecoturismo, campesinos, selva y residuos de guerra en la Amazonía colombiana: una mirada a través de la ecología afectiva", explora la formación de sujetos ecológico-emprendedores en el departamento del Guaviare, para atender a las maneras en que el poder gubernamental, la lucha contra el narcotráfico, la violencia armada y la expansión de la frontera agrícola se encuentran y hacen sujetos ecológicos a partir de la generación de valor y proyectos de vida. El artículo adelanta una reflexión sobre la ecología afectiva como concepto que permite abordar los modos en que diversas formas de vida y no-vida se afectan y construyen conjuntamente.

Los últimos dos artículos de este número nos llevan al terreno de la ficción literaria y las provocaciones del análisis ecocrítico. En el primero de ellos, "Aguas ambiguas: encarnando una conciencia antropocénica a través del ecogótico rioplatense", Allison Mackey examina la emergencia del gótico contemporáneo en relación con las crisis del Antropoceno en obras literarias recientes de la escritora argentina Mariana Enríquez y de la uruguaya Fernanda Trías. La lectura ecocrítica de estas ficciones antropocénicas que propone Mackey abre una reflexión urgente acerca de los desafíos y ansiedades que la toxicidad ambiental propone a la región, pues demuestra cómo ambos textos señalan el horror que emerge cuando lo no-humano se vuelve materialidad narrativa. Así, las visiones inquietantes de la naturaleza que construyen las ficciones desmienten el excepcionalismo humano y proponen relaciones de cuidado multiespecie como alternativa de futuro. Si lo monstruoso se ubica en las relaciones de producción capitalistas y las injusticias ambientales, entonces el ecogótico rioplatense, sugiere Allison Mackey, se presenta como una forma extraña y ambigua de habitar el momento actual antropocénico y quedarse en el problema (Haraway, 2020).

Por su parte, en "La deuda en juego: una lectura de-colonial de Los juegos del hambre", Andrea Casals-Hill propone una lectura subversiva de las distopías juveniles de la escritora estadounidense Suzanne Collins. A fin de pensar las relaciones entre el Sur y Norte Global desde la perspectiva de la justicia ambiental, el artículo realiza una lectura alegórica de las novelas de Collins desde los planteamientos de Eduardo Galeano y Paulo Freire. Este análisis ecocrítico nos ofrece un reposicionamiento espacio-temporal que desplaza las lecturas monolíticas de estas obras de ficción en tanto cautionary tale (en inglés en el artículo original), hacia un presente que hace visible las injusticias y deudas ambientales que alimentan las cartografías globales del capitaloceno. Tejiendo cruces simbólicos entre Sur y Norte Global, entre ficción especulativa y pensamiento crítico, entre hambre y juego, el artículo de Andrea Casals-Hill contribuye a renovar la discusión sobre procesos coloniales y neocoloniales en nuestra región y nos interpela mediante el llamado a pensar sobre las transformaciones necesarias para un futuro más justo.

El número cierra con dos documentos. El primero de ellos, "Ecopolitical Mapping: A Multispecies Research Methodology for Environmental Communication", es el resultado colaborativo de un equipo de 10 investigadores ubicados en diferentes partes del mundo que se unen para definir una novedosa metodología de comunicación ambiental que atiende las relaciones de cuidado y dependencia entre vidas humanas y no-humanas. En el segundo, "Trayectorias, cruces y caminos de la ecología política feminista latinoamericana", Jesús Alejandro García entrevista a Diana Ojeda sobre el devenir histórico y las múltiples geografías de esta praxis teórico-política. Esta pieza ofrece una excelente introducción a las inquietudes que movilizan la ecología política feminista latinoamericana y evidencia el carácter fundamental del género para analizar las relaciones entre naturaleza y poder a la luz de algunos de los desafíos más acuciantes de nuestro tiempo: la pandemia del COVID-19, la arbitrariedad de las fuerzas policiales y militares frente a las luchas contra el extractivismo, y las dinámicas de fortalecimiento de las redes de defensa y cuidado de la vida.

En suma, este número de la Revista CS ofrece una amplia gama de trabajos y un horizonte de posibilidades dentro de las humanidades ambientales. En su conjunto, también nos recuerda las múltiples genealogías que concretan este proyecto en América Latina. Aunque aún en formación, este no es un ejercicio de traducción de argumentos desarrollados en el contexto del norte global. Por el contrario, las humanidades ambientales latinoamericanas, herederas de una larga trayectoria de pensamiento interesado en las relaciones socio-ambientales, habitan la frontera y provocan encuentros disímiles entre prácticas y saberes que logran tejer o, más bien, seguir tejiendo una comprensión amplia, provocadora y disruptiva de las comunidades multiespecie que disputan las posibilidades de vida y muerte en América Latina en tiempos de Antropoceno.

Referencias

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