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CS

versión impresa ISSN 2011-0324

CS  no.41 Cali sep./dic. 2023  Epub 18-Mar-2024

https://doi.org/10.18046/recs.i41.03 

Reseñas

"La comunidad cura"

Carlos Alberto Rosas-JiménezI 
http://orcid.org/0000-0003-1529-3785

I Universidad McMaster, Hamilton, Canadá. Correo electrónico: rosasjic@mcmaster.ca


¿Individualismo o comunalismo? Esta es una pregunta muy importante sobre cómo las sociedades pueden vivir, desarrollarse, trabajar y resolver problemas. A lo largo de la historia, se ha reflexionado sobre este tema desde los puntos de vista filosófico, sociológico, antropológico, psicológico, político, económico, e incluso, teológico o espiritual. Quizás no encontremos ninguna solución y parecen pocas las posibilidades de conciliar estos dos conceptos.

Hoy, con el libro de Carolyn Smith-Morris, que se titula en español Comunalismo indígena, abordamos la cuestión desde la experiencia de las comunidades indígenas. En esta línea, la autora señalará varias veces que no podemos entender plenamente el comunalismo sin tener en cuenta el individualismo. En sus propias palabras, se refiere a que su objetivo fue "iniciar un esfuerzo de atención más abierto a lo individual y lo comunal juntos, encapsulando (sin resolver) las tensiones que crean las sociedades humanas, y valorar el comunalismo indígena como la característica central de la indigeneidad que es"1 (Smith-Morris, 2020: 136).

La doctora Smith-Morris es la actual presidenta de la Junta Directiva de la Sociedad de Antropología Médica. Es antropóloga médica, experta en el estudio de enfermedades crónicas y complejas desde el punto de vista de las ciencias sociales, en investigación cualitativa y con métodos mixtos, incluido el trabajo participativo comunitario y domiciliario, y en salud de minorías e indígenas. Se licenció en Antropología por la Universidad de Emory, obtuvo un máster en Servicios de Rehabilitación por la Universidad Estatal de Florida, Estados Unidos, y un máster y un doctorado en Antropología por la Universidad de Arizona en el mismo país. Entre sus libros figuran otra monografía, Diabetes Among the Pima, y dos volúmenes editados: Chronic Conditions, Fluid States, y Diagnostic Controversy.

En línea con esto, Comunalismo indígena se centra en el trabajo etnográfico de Smith-Morris entre los akimel o'odham, o pima, un grupo de nativos americanos que vive en una zona formada por el actual centro y sur de Arizona y el noroeste de México, en los estados de Sonora y Chihuahua. Lo especialmente novedoso de este libro es que aborda el sesgo autoritario que los textos escritos sobre comunalismo, tanto en general como específicamente para los pueblos indígenas, adquieren en los sistemas occidentales de conocimiento y derecho. El llamado de la autora para que se preste mayor atención al comunalismo es, en sí mismo, una forma de investigación deconstructiva con la esperanza de apoyar los procesos indígenas de autodeterminación.

El libro comienza con una breve introducción, seguida de seis capítulos. Los cuatro primeros están dedicados a lo que ella denomina las características clave del comunalismo indígena que, a su vez, configuran su estructura: pertenencia (capítulo 1), generación (capítulo 2), representación (capítulo 3) e hibridez (capítulo 4). El capítulo 5 se refiere a la afirmación del comunalismo; y se concluye con un capítulo sobre comunalismo y derechos indígenas globales.

Smith-Morris afirma en la introducción que el comunalismo es un sistema de valores presente en todos los seres humanos. A pesar de su insistencia en este punto, indica que se encuentra en el corazón de la supervivencia indígena. Sin embargo, no pretende homogeneizar la experiencia de todas las comunidades indígenas del mundo, sino extraer un elemento importante que estas tienen en común, basándose en su experiencia con ellos. En este sentido, es trascendental considerar que cuando llegó para trabajar como voluntaria en el programa de diabetes al hospital en 1997, los Gile River Pima llevaban generaciones formando parte de la investigación biomédica, a partir de un seguimiento de lo que entonces era la tasa de diabetes más alta registrada en el mundo en cualquier comunidad.

Refiriéndonos más específicamente a los pueblos indígenas, fue apenas en 1982 cuando las Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó el término indígena para referirse a los pueblos no reconocidos y sin Estado que estaban activos y buscaban el reconocimiento internacional. Una interpretación moderna de este término se desarrolló en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (ONU, 2007) basado en: i) autoidentificación como pueblos indígenas a nivel individual y aceptados por la comunidad como sus miembros; ii) continuidad histórica con sociedades precoloniales o anteriores a los colonos; iii) fuerte vínculo con el territorio, las prácticas y los sistemas económicos; iv) resolución de mantener y reproducir sus entornos y sistemas ancestrales como pueblos y comunidades distintivos.

Respecto a lo anterior, la doctora Smith-Morris sostiene que el concepto de comunalismo no está presente en esta definición, pero que el modelo de comunalismo indígena que propone en este libro sigue de cerca los elementos de pertenencia y generación, que están estrechamente relacionados con los dos primeros puntos; y representación e hibridez son las capacidades y herramientas que los indígenas utilizan y necesitan para cumplir los otros dos puntos. Pero, ¿qué significan exactamente pertenencia, generación, representación e hibridez? Para comprender plenamente estos términos, invitamos al lector a dedicar tiempo a seguir detenidamente todos los capítulos de este libro. No obstante, dejamos algunas pistas para su comprensión.

La pertenencia es el mecanismo primordial entre los miembros de una comunidad. Es la base de lo que significa formar parte de un grupo, compartir elementos, costumbres, creencias y objetivos con los demás. Sea lo que sea lo que describa a la comunidad, esto es algo que es más o menos compartido entre sus miembros. Generación se refiere al proceso generativo, a la creación de miembros tanto genética como simbólicamente, así como a la progresión intergeneracional de la comunidad en su conjunto, y su prolongación a lo largo del tiempo. La representación es la necesidad de los miembros de las comunidades de encontrar su propio significado y maximizar sus efectos útiles. Sin embargo, dice la doctora Smith-Morris que este proceso no puede estar completamente controlado por unos pocos o solo por los poderosos, sino que debe ser un sistema de significado disponible para todos los miembros del grupo y para los de fuera. La hibridez es la cualidad que permite a cada individuo invertir en el conjunto de una forma personalmente significativa. Este último requisito del comunalismo exige el reconocimiento de que existe una capacidad de cambio, decisión y adaptación tanto en los individuos como en las comunidades.

Este libro es, por tanto, una investigación de los mecanismos cotidianos que forman la comunidad, de las decisiones y acciones comunalistas, y de las capacidades de cambio que permiten a las comunidades mantenerse unidas y prosperar a pesar de las presiones de unas formas de movilidad, participación en el mercado y gobernanza cada vez más globalizadas. (5)

Para la autora, el comunalismo es un proceso, un sistema de valores y una cuestión moral, y comprende los procesos de pertenencia, generación, representación e hibridez, los cuales son universalmente accesibles para los seres humanos. Cuando las personas experimentan la necesidad de un grupo del que puedan obtener tanto ideas como modelos y, al mismo tiempo, experimentan el deseo de preservar esa comunidad en la que las estrategias que han elegido, han demostrado tener éxito de alguna manera, entonces el comunalismo se hace más plenamente visible.

Aunque Smith-Morris está convencida de la importancia del comunalismo, insiste a lo largo del libro en que individualismo y comunalismo van siempre de la mano. Son inseparables, un par sinérgico, complementarios en lugar de opuestos. Esta posición sensata y equilibrada con respecto a ambos, en lugar de hacer que el comunalismo pierda su peso e importancia, aparece como un valor convincente que las sociedades deben aplicar, y que otras deben recuperar si quieren vivir de una manera más equitativa.

En esta línea, la vivencia del comunalismo tiene consecuencias en la salud de la población de una comunidad, por ejemplo, la autora hace un profundo análisis de la ablación femenina (Female genital cutting), tema que no desarrollaremos aquí, pero que nos permite repetir, con la doctora Smith-Morris, que:

La comunidad cura. Tener y entablar relaciones, tener un sentimiento de pertenencia y participar con la propia comunidad de forma significativa son actividades curativas. Si de alguna manera podemos hacer más hincapié en estos compromisos comunitarios, no a expensas de las medidas de salud individuales, sino junto a ellas, aprovecharemos una fuente de salud poco explotada. (120)

Es que, definitivamente, no podemos vivir solos. El ser humano está hecho para el encuentro con los demás. No somos islas y la soledad nos afecta gravemente. Por el contrario, formar parte de una comunidad, a pesar de los retos de la convivencia, aporta más beneficios que problemas. Hay un proverbio africano que dice "si quieres llegar a tu destino y ser el primero en llegar, ve solo; pero si quieres llegar más lejos, ve con tu comunidad". Esta idea, aparentemente tan sencilla, tiene una potencia increíble, una sabiduría que coincide con lo que afirma la autora:

Si equipamos y capacitamos a las comunidades para curarse, para conocer y desarrollar sus capacidades de curación, y para afirmar las obligaciones comunitarias como parte de la búsqueda de la buena salud -como sugieren los modelos indígenas que esto sí es posible- aprovecharíamos no sólo los puntos fuertes de un recurso de salud pública vibrante, sino también el potencial de curación y prevención de enfermedades que sólo las comunidades fuertes pueden producir. (122)

Sumada a esta idea que parte de la afirmación "la comunidad cura", es trascendental la insistencia de la autora en que el individualismo y el comunalismo no deben considerarse categorías taxonómicas para grupos enteros de personas, sino que son valores que todo el mundo puede vivir o experimentar. Cuando no se consideran como valores, entonces aparece la polarización. Como sostiene Smith-Morris, "el pensamiento polarizado sobre individualismo/comunalismo ha conducido a protecciones débiles de la soberanía cultural y a soluciones creativas limitadas cuando se necesitan derechos comunales" (126); y va más allá, recordando que optar por decir que las sociedades son individualistas o comunalistas simplifica en exceso la diversidad de los fenómenos culturales, así como la toma de decisiones y las experiencias de sus miembros.

Esta simplificación y la taxonomía abstracta de individualismo y comunalismo pueden evitarse cuando estos conceptos realmente forman parte de la vida cotidiana de personas reales y se busca encontrar un equilibrio entre ellos. Estas personas podrían ser cualquiera, pero la doctora Smith-Morris destaca que es posible aprender y observar una sinergia de estos dos sistemas de valores en los pueblos indígenas, siendo preponderante el comunalismo.

La autora no está tratando de decir que los pueblos indígenas son perfectos y no han cometido errores durante su existencia en nuestro planeta. Sin embargo, hace hincapié en la manera en que el comunalismo se ha ido configurando a lo largo de la historia como un proceso que puede ayudarnos en el análisis sobre cómo resolver y afrontar los problemas actuales. Además, una mejor apropiación del comunalismo favorece la comprensión de las comunidades indígenas actuales, el aprecio frente a su presencia y legado para el mundo entero, y la promoción del respeto hacia ellas, así como hacia otras comunidades no indígenas que intenten seguir y vivir este legado.

Un aspecto cuestionable de este libro es la constante referencia a la palabra occidental: sensibilidad occidental, medicina occidental, individualismo occidental, etc. ¿Es occidental el adjetivo más apropiado para describir a lo que la autora intenta referirse? Yo creo que no. Hay países que siguen los mismos patrones del pensamiento occidental, como lo describe ella, que no están en Occidente. En este sentido, la autora está haciendo una sobregeneralización utilizando dicho concepto.

De acuerdo con lo anterior, también puede ser incluso injusto hablar de occidental dando a entender que se refiere a un pensamiento no indígena, pues en países occidentales como Guatemala y Bolivia hay presencia de población indígena correspondiente a más del 40 % de la población. Así pues, el gran vacío conceptual es que el término occidental no está muy bien definido. En este sentido, se podría definir bien y utilizar algunas categorías que lo describan mejor para no generalizar, y profundizar en esas categorías conceptuales que la doctora Smith-Morris critica.

Finalmente, otro problema relacionado con lo anterior es que, por oposición a occidental, se podría concluir que en lo oriental está la solución a los problemas que la autora describe. ¿Es eso lo que quiere expresar en su libro?

Referencias

1. Organización de las Naciones Uunidas - ONU (2007). Declaration on the Rights of Indigenous Peoples. Recuperado de https://www.un.org/development/desa/indigenouspeoples/wp-content/uploads/sites/19/2018/11/UNDRIP_E_web.pdfLinks ]

2. Smith-Morris, Carolyn (2020). Indigenous communalism. Belonging, healthy communities, and decolonizing the collective. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press. [ Links ]

1 Traducción del autor.

Carolyn Smith-Morris (2020).Indigenous Communalism. Belonging, Healthy Communities, and Decolonizing the Collective. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 171 págs.

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