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Revista de Economía del Caribe

versão impressa ISSN 2011-2106

rev. econ. Caribe  no.9 Barranquilla jan./jun. 2012

 

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

La construcción de factor comunidad en las organizaciones de población desplazada (OPD) de Medellín (Colombia)*

The construction of the community factor in organizations of displaced communities in medellin (Colombia)

Jenny Marcela Acevedo Valencia**
Luz Dolly Lopera García***
Olga Lucía Arboleda álvarez****

**Socióloga. Estudiante de Maestría en Estudios Políticos. Docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas e investigadora del Laboratorio Universitario de Estudios Sociales, FUNLAM. jenynar@yahoo.com ***Economista, especialista en Administración de Servicios de Salud y Ma-gíster en Salud Pública, FUNLAM. llopera@funlam.edu.co.**** Historiadora. Especialista en Docencia Investigativa Universitaria. Can-didata a magíster en Salud Pública. Docente investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables, FUNLAM. oarboled@funlam.edu.co

Fecha de recepción: diciembre de 2011
Fecha de aceptación: marzo de 2012


RESUMEN

El artículo reflexiona sobre la construcción del Factor Comunidad en las Organizaciones de Población Desplazada (OPD) de la ciudad de Medellín. Dicho factor está relacionado con las trayectorias individuales y colectivas que han consolidado las OPD en interacción con redes de apoyo, aportando elementos de identidad que enriquecen sus prácticas, posibilitan la cogestión de proyectos productivos y la promoción de valores compartidos. La metodología aplicada se inscribe en la complementariedad de los métodos cualitativo y cuantitativo, a partir de lo cual se trabaja con una muestra a criterio de diez OPD, mediante técnicas como la entrevista, talleres interactivos y encuestas. Los resultados establecen que las OPD son estrategias, a través de las cuales la población se moviliza en la búsqueda de mejores condiciones de vida, desarrollando distintas interacciones en las que es posible la construcción del Factor Comunidad en forma de energía social y solidaridad.

Palabras clave : Asociaciones, instituciones sin fines de lucro, colectivos.

clasificación Jel: D29, D71, L31, P32.


ABSTRACT

This article deals with the construction of the Community Factor in organizations of displaced communities (ODC) in Medellin. This factor is related to the individual and group experience that the ODC have consolidated as part of support networks by providing identity elements that enhance their practices, make joint administration of productive projects as well as shared value promotion possible. The methodology applied is complementary between the qualitative and quantitative methods, using a sample of ten ODC using techniques like an interview, workshops and surveys.The results establish that the ODC are strategies that move the population to look for better living conditions by developing interactions, which provides the necessary context to create the C Factor in social energy and solidarity.

Keywords : Associations, nonprofit institutions, collectives.

Jel codes: D29, D71, L31, P32.


1. INTRODUCCIÓN

Según la Ley 454 de 1998, la Economía Solidaria en Colombia corresponde al sistema socioeconómico, cultural y ambiental conformado por el conjunto de fuerzas sociales organizadas en formas asociativas, identificadas por prácticas autogestio-narias solidarias, democráticas y humanistas, sin ánimo de lucro para el desarrollo integral del ser humano como sujeto, actor y fin de la economía.

El Factor Comunidad (Factor C), característico de la propuesta de la economía solidaria, asume la comunidad como el conjunto de procesos organizativos y acumulados sociales con los cuales se realiza la transformación de los recursos para el acceso a los bienes económicos, políticos y sociales.

Específicamente el Factor C se asocia con las nociones de comunidad, compañerismo, colaboración, confianza, compartir y solidaridad. Su esencia es esta última, y donde ella existe aumenta la productividad, ya que se consolida como un factor económico dentro de cualquier organización. Aquí resulta importante precisar el concepto de solidaridad, entendiéndolo como la práctica de estar y hacer cosas juntos, en beneficio común o compartido, implicando relaciones de ayuda mutua y cooperación.

La diferencia de estos factores, con respecto de la propuesta de la economía de mercado, es que entre ellos, en el marco de los procesos de producción, se suscitan relaciones que son direccionadas desde el Factor C, el cual es integrador y se manifiesta permitiendo que los demás recursos actúen mancomunadamente e, incluso, es capaz de sustituirlos, es decir, que los otros factores conllevan la connotación de C y que este puede ser generador de cualquiera de ellos, porque, por ejemplo, puede originar trabajo, procesos de gestión, medios materiales y financieros: "[...] es un factor que está presente de manera central, que es articulador y organizador de una empresa y que le da su forma a los demás factores [.] o sea los adapta, los articula, les da su propio modo de ser" (Razeto, 1994, p. 40).

De otra parte, es compartida la versión de muchos investigadores sociales que las iniciativas, que luego dan lugar a experiencias de economía solidaria, surgen, en la mayoría de los casos, de situaciones y contextos de desempleo, pobreza, marginación, deterioro socioambiental, entre otros.

En este orden de ideas, el objetivo de este artículo es caracterizar la construcción del Factor C en las Organizaciones de Población Desplazada (OPD) de la ciudad de Medellín, lo cual resulta argumentable si se tiene en cuenta, como lo señala Razeto (1994), que las prácticas económicas alternativas posibilitan una doble fuerza impulsora para superar los problemas reales y considerar la necesidad de configurar un proyecto a la medida de los ideales y relacionado con una estructura de sociedad que propicie la inclusión, resignifique los propósitos del desarrollo y genere esperanza en el futuro. En este caso para una problemática social contemporánea como es la de la población desplazada.

En cuanto a la metodología aplicada, esta se inscribe en la complementariedad de los métodos cuantitativo y cualitativo, desde perspectivas interpretativas y descriptivas. La investigación aborda diferentes experiencias de las OPD en la ciudad de Medellín, lo cual permitió obtener dos imágenes complementarias de la realidad social estudiada. Para tal efecto se trabajó con una muestra no probabilística, a criterio, de diez (10) experiencias de OPD ubicadas geográficamente en la ciudad de Medellín, en las comunas 3 (Comadres Trabajando Juntas; Fundación Palomar; Teofanía; Asumapar); 7 (Mi Ranchito); 8 (Casa Juvenil Juan Bosco, Visión Mundial); 10 (Andas; Fundación Campesina de Oriente;) y comuna 13 (Asociación Darnos la Mano).

En cuanto a los criterios para la selección de las experiencias se tuvo en cuenta, en términos generales, que en las organizaciones participaran grupos familiares, cuyos miembros hubieran sido objeto de vulneración sistemática de derechos, lo que pudo llevarlos al desplazamiento regional o interurbano.

Para la generación de información se utilizaron técnicas como la entrevista semiestructurada, talleres interactivos y aplicación de encuestas.

Las entrevistas estuvieron dirigidas a los líderes, representantes legales o asociados a dichas organizaciones y se orientaron a la producción de un discurso continuo sobre temas o problemas particulares definidos en el marco de la investigación, buscando estudiar aquellos hechos donde la palabra es la mediación para dar cuenta y sentido a acciones presentes y pasadas; a representaciones sociales (normas, valores, saberes); al funcionamiento de las organizaciones sociales, (diagnóstico, evaluación); al mismo hecho de narrarse (sus mecanismos de persuasión y argumentación entre otros), lo mismo que a juegos de comunicación y de poder que están atravesadas por la ética, las opciones políticas y las experiencias de solidaridad y cooperación.

En relación con los talleres interactivos se realizaron dos, el primero con el objetivo de identificar aspectos asociados a la existencia y construcción de Factor C en las organizaciones estudiadas. El segundo taller, para develar los cambios producidos por el mencionado factor en las condiciones de vida de las familias.

Por otro lado, las encuestas fueron diseñadas con preguntas abiertas y cerradas, las cuales tenían como objetivo complementar la información generada en las entrevistas y obtener datos respecto de las dimensiones y observables que se definieron previamente para el análisis del Factor Comunidad en las OPD y establecer las incidencias de dicho factor en las familias vinculadas.

En cuanto lo cualitativo interpretativo, el proceso de análisis se realizó mediante procedimientos de codificación, identificación de categorías emergentes provenientes de la información generada en el trabajo de campo y, a partir de ello, se definieron y conceptualizaron las siguientes categorías analíticas o definitivas: contextos de OPD; caracterización de OPD; Factor Comunidad en OPD y condiciones de vida de familias vinculadas en relación con el Factor C.

Dentro de las técnicas de organización y análisis, en lo cualitativo se hizo uso también de: 1) Trascripciones de entrevistas: con el fin de tener disponible información textual para su tematización y codificación. 2) Notas ampliadas: las cuales se utilizaron como una estrategia de validación, cruce, comple-mentación, densificación y ampliación de la información. 3) Protocolos: para recoger los debates, discusiones, decisiones y conclusiones tomadas por el grupo investigador en sus sesiones de trabajo. 4) Matrices descriptivas y analíticas: permitieron organizar y visualizar la información existente en cada uno de los campos, categorías o ejes de la investigación. 5) Memos: permitieron el registro del proceso reflexivo a partir de la información cualitativa y cuantitativa, guiados por las categorías, códigos y cruces pertinentes para dar respuesta a las preguntas orientadoras de la investigación.

En cuanto a la información proveniente de la aplicación de la encuesta esta fue analizada mediante la utilización de técnicas estadísticas y presentada en forma de cuadros y gráficos.

Finalmente, en cuanto a lo metodológico, con el análisis de los diferentes tipos de información (cuantitativa y cualitativa) se realizó un proceso de triangulación, que permitió aproximarse a la caracterización de la construcción del Factor Comunidad en las OPD.

Sobre la estructura del presente artículo, luego de esta introducción se presentan referentes teóricos y conceptuales para la identificación del Factor Comunidad, su papel en la racionalidad de la economía solidaria. Luego, en el nivel de los resultados se expresan las trayectorias de las OPD y sus dinámicas para la construcción del Factor C, donde se identifica el significado de valores como la solidaridad, la confianza, la ayuda mutua, el compañerismo, que posibilitan dicha construcción. Igualmente, se desarrolla un apartado que da cuenta de los proyectos e iniciativas comunitarias y autogestionarias de la población desplazada que, mediante la estrategia de la asociatividad, realizan actividades económicas orientadas principalmente a la satisfacción de necesidades básicas.

De esta manera, las OPD se plantean entonces como estrategias a través de las cuales la población desplazada se moviliza en la búsqueda de mejores condiciones de vida y desarrolla distintas manifestaciones e interacciones en las que es posible observar la existencia del Factor C. En las conclusiones se sintetizan los principales elementos constitutivos del Factor C que pueden ser reconocidos en las OPD, los cuales en forma de energía social y solidaria, revalorizan el trabajo en red, haciendo de estas el camino más expedito hacia la búsqueda común de alternativas para la sobrevivencia.

2. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL AL FACTOR COMUNIDAD

Plantear el Factor Comunidad (Factor C) como referente conceptual para comprender los procesos organizativos de la población desplazada implica necesariamente remitirse a los fundamentos de la denominada "economía de solidaridad", en tanto que esta se inscribe en una racionalidad distinta a la economía de mercado, que busca articular procesos de producción, distribución y consumo, fundamentados en el principio de la solidaridad y desde el intercambio de valores de interés común, para el desarrollo de actividades de beneficio colectivo y social.

De esta manera, se puede plantear entonces que existen características distintivas relacionadas con el hecho económico solidario, que se despliegan para alcanzar propósitos de carácter social; de cuidado del entorno ambiental y de relaciones de equidad entre los participantes; con relaciones de cooperación y no de competencia; reciprocidad y justicia social y no de explotación de unos sobre los otros, de tal manera que se verifica una racionalidad que distingue a la economía solidaria, fundamentada en "una lógica interna sustentada en un tipo de comportamiento y de prácticas sociales y económicas que colocan a la solidaridad en estrecha relación con el trabajo" (Razeto, 1997).

En este punto resulta de pertinencia anotar que la solidaridad, componente esencial que transversaliza las fases del circuito económico, está presente en todas las relaciones sociales de producción, como categoría sustancial, dado que ha sido construida desde que se considere el trabajo como factor fundamental para la evolución del ser humano. De esta manera, resulta importante precisar el concepto de solidaridad, entendido como la expresión que alude a la relación orgánica entre personas, que se concreta en la práctica de estar y hacer cosas juntos, en beneficio común o compartido, implicando relaciones de ayuda mutua y cooperación. Así, la solidaridad desarrolla no solo la capacidad de las personas para consolidar el medio físico, sino también aumenta la capacidad de relacio-namiento, por la condición esencial del ser humano como ser social, en coherencia con el avance de las relaciones basadas en el trabajo.

Lo anterior hace que en el sector de la economía solidaria confluyan modalidades de acción conjunta entendidas como: cooperación, comunidad, colectividad, coordinación y colaboración; acciones que están al servicio de la satisfacción de necesidades individuales y comunes, en la perspectiva de generar efectos positivos en el bienestar de cada uno de los participantes, y en la comunidad o colectividad en general.(Razeto, 1994).

La articulación de la solidaridad en las relaciones sociales de producción plantea la construcción de "un proceso de formación de conciencia y de voluntad colectiva, que opera conforme a una lógica democrática de organización y acción, que quiere ser portadora de un proyecto alternativo, de transformación y desarrollo" (Razeto, 2002).

Por lo tanto, la racionalidad presente en el sector solidario de la economía contradice el supuesto económico de que todas "las actividades productivas son remuneradas en proporción a su capacidad de productividad", mientras que reconoce el compromiso asumido por los colectivos humanos y el sentido de ayuda mutua y bien común que se genera en las relaciones de trabajo. De este modo, articula la solidaridad y la economía en un mismo cuerpo teórico, para confluir en una misma lógica conceptual y práctica que define el sector de manera singular (Razeto, 1999).

Así, la economía solidaria contrasta con la economía convencional, la cual no explica los efectos positivos de las actividades productivas de organizaciones populares, que no obstante la escasez y la precariedad de los recursos, logran generar ingresos suficientes para subsistir en un medio social adverso; y que soslaya el análisis de experiencias productivas diversas, alternativas y todo aquello referido a la autogestión, la identidad, el valor y la dignidad, que se construye a favor de colectivos humanos.

Y es justo al evidenciar este vacío cuando surge el interés de académicos como Razeto (2010) por identificar y con-ceptualizar esas experiencias tan diversas, para reconocerlas socialmente, planteando que aunque realizan una actividad económica se fundamentan en principios solidarios que contribuyen a incrementar la productividad.

Lo que se evidencia con este reconocimiento es que las relaciones que se construyen entre las personas, basadas en la solidaridad, contribuyen a que se comparta información de manera más fluida, se integren los conocimientos y capacidades en torno a lo productivo; así, es posible que cada una de las personas que participan en el circuito económico y la toma de decisiones aporten, conjuntamente, para resolver situaciones difíciles.

Sin embargo, cabe aclarar que plantear la existencia de la economía de la solidaridad como referente de algunas experiencias productivas, no significa la negación de la economía de mercado, más bien lo que expresa es una postura crítica frente a teorías generales que explican las estructuras económicas y las relaciones sociales desde conceptos normativos que invisibilizan todo aquello que se sale del esquema para llevar a cabo propuestas alternativas.

Albert Hirschman plantea la presencia de un elemento común que posibilita el éxito: el principio solidario en las relaciones productivas, lo cual está relacionado con

la existencia previa de vínculos sociales y de confianza mutua, generados en anteriores experiencias que no tuvieron un carácter económico sino social: organizaciones de acción y luchas reivindicativas, comunidades de base, grupos sindicales o asentamiento urbano a partir de la ocupación en común de terrenos baldíos (Hirschman, citado en Razetto, 2001).

Por lo tanto, este vínculo anterior al proceso organizativo se manifiesta como una energía social cohesionada, que surge de la unión de conciencias, sentimientos y voluntades para alcanzar un objetivo común. Dicha energía se forma a partir de experiencias sociales de cualquier tipo, siempre que persista la solidaridad, posibilitando el emprendimiento de iniciativas económicas colectivas. La energía social, en palabras de Raze-to (2001), surge a partir de procesos de formación de recurso comunitario, convirtiéndose así en experiencias productivas de Factor C1.

Razeto (2002) señala que dentro de los contenidos centrales que se derivan de este factor se identifican cinco componentes, a saber:

• Uso compartido de conocimientos e informaciones, tanto de carácter técnico como de gestión, lo cual implica beneficios adicionales para los participantes.

• Adopción colectiva de las decisiones, las cuales pueden resultar más eficientes, debido a que quienes las adoptan son los mismos que se responsabilizan de su ejecución.

• Distribución equitativa de los beneficios entre sus integrantes, lo cual incentiva la motivación del esfuerzo y los aportes que cada uno hace a la obra común.

• Incentivos psicológicos derivados de rituales propios del trabajo en equipo o comunitario, lo cual posibilita la creación de un clima social favorable al desarrollo de las actividades, y facilitan los procesos de adaptación y socialización indispensables.

• Beneficios especiales para cada integrante, lo cual contribuye a la satisfacción de un conjunto de necesidades relacionales y de convivencia, que los miembros de la organización pueden alcanzar en el mismo proceso de trabajo y gestión asociativa.

Para el desarrollo de estos componentes juega un papel importante la construcción de relaciones de cooperación con otras organizaciones o entidades, las que intercambian y se donan recursos materiales e inmateriales para facilitar el desarrollo de actividades.

De este modo, las reflexiones que aquí se plantean sobre el Factor C apuntan a entender la existencia en la población desplazada de una fuerza o energía que motiva la construcción de procesos organizativos, en la perspectiva de superar los problemas reales de sobrevivencia y de configurar un proyecto de sociedad más incluyente y menos desesperanzadora.

Fuerza o energía que se va materializando para contribuir con la potenciación de prácticas sociales y económicas, la generación de procesos de autogestión y de consolidación de redes de apoyo necesarias para confrontar y enfrentar la problemática del desplazamiento forzado en la ciudad, para sobrevivir y luchar por el restablecimiento de los derechos vulnerados.

3. TRAYECTORIAS DE LAS OPD Y SUS DINÁMICAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL FACTOR COMUNIDAD

Cada líder consultado en el estudio, de manera individual y colectiva, recrea una memoria sobre sus quehaceres de sobrevivencia y prácticas organizativas en la que se recuerdan historias, símbolos, temporalidades y actores que han estado presentes en ese acontecer vital. Sin embargo, hay que reconocer que esos aprendizajes políticos y de liderazgo comunitario, aunque no se olvidan, porque hacen parte de la historia de vida y de las experiencias colectivas en el territorio de origen, han sido fracturados a causa del desplazamiento forzado, generando en la población una serie de desconfianzas, decepciones y culpabilidades, las cuales pueden incidir en la construcción de tejido social en la comunidad que los recibe.

Aunque lo anterior se constituye en un factor que limita la construcción de vínculos sociales, lo cierto es que en el contexto de llegada2 la población se moviliza en la búsqueda de mejores condiciones de vida, ante la ausencia relativa del Estado que no viabiliza el restablecimiento de los derechos humanos para esta población. De este modo, los factores biográficos, sociales, culturales, económicos y políticos que llevaron a las personas en situación de desplazamiento a organizarse en la ciudad "cobran gran importancia porque dan pistas para entender sus procesos y las razones de por qué, en primera instancia, las personas llegan hacer parte de estos colectivos" (Rodríguez & Gómez, 2007, p. 75).

Para el caso de las organizaciones estudiadas, se reconoce que el hecho de compartir la vivencia del desplazamiento es un factor que genera confianza entre las personas, lo cual garantiza que se brinden apoyos mutuos para la edificación de vivienda y la reconstrucción de un proyecto de vida familiar.

La experiencia del desplazamiento, vivida de manera solidaria, derivó en la construcción de confianza para movilizarse en el territorio de llegada, según se señala en la encuesta realizada a líderes comunitarios, debido a que tenían las mismas necesidades básicas insatisfechas (60%). Esta falta de acceso a recursos, motiva que las personas se organicen para encontrar alternativas (ver anexo, gráfico 1).

El compartir objetivos comunes, en este caso, la construcción de una vivienda, es un elemento que genera confianza entre los miembros de las OPD, lo cual ocupa un 72%, dato significativo para emprender proyectos organizativos (ver anexo, gráfico 2).

Siendo el lugar de asentamiento de la población desplazada el espacio propicio donde se encuentran con otras personas que también han vivido la misma experiencia, se comparten necesidades, problemáticas y se emprenden proyectos colectivos, lo cual posibilita que se redefinan vínculos como "comunidad".

La noción de comunidad, en este caso, significa hacer cosas juntos, de manera recíproca, compartiendo los esfuerzos de trabajo y los beneficios de diversa índole, lo cual aumenta la capacidad del grupo para lograr sus objetivos comunes. En este sentido, el Factor Comunidad pone énfasis en las acciones y sentimientos que se van consolidando entre las personas para impulsarlas a emprender proyectos, en los que la ayuda mutua y la cooperación son escenarios posibles en contextos, para este caso en particular, de exclusión y conflicto permanente.

Según la encuesta realizada a líderes, se identifica que las OPD tienen una importante trayectoria en el territorio de llegada y el 46% tiene entre 8 y 10 años de conformación. Dato que podría evidenciar cómo las OPD, en procura del mejoramiento de sus condiciones de vida, continúan haciéndose visibles en el territorio, dadas las imposibilidades de acceso al restablecimiento de sus derechos (ver anexo, gráfico 3).

De esta manera, al reconstruir la historia de las OPD, se puede dar cuenta de sus luchas, sueños y angustias en medio de contextos poco esperanzadores; así lo manifiesta una líder comunitaria:

Entonces decidimos hacer esta casita de tablas para nosotras generar empleo, nosotras nos colocamos a hacer escobas y traperos para venderle a las tiendas y supermercados. Este es el techito que nosotros construimos de tabla y ahoritica ya lo tenemos en adobe. Y de este techito nosotros hemos sacado el apoyo que necesitamos (Organización Mi Ranchito, 2010).

En el presente estudio emerge la posibilidad de reconocer que lo biográfico es un elemento que permite entender la construcción de Factor Comunidad, en tanto que devela, desde la historia de vida de cada líder, el papel que ha jugado la solidaridad en los procesos organizativos, y ha permitido construir proyectos de infraestructura urbana y desarrollo social comunitario en los barrios:

la historia de una persona o colectivo humano, es decir, la trayectoria de vida que se ha configurado, significado y resignificado, convirtiéndose en experiencia (Rodríguez et al., 2008, p. 75).

En las trayectorias de las OPD, también se evidencia la necesidad de transformación de las condiciones de vida de la población desplazada, que ante la falta de acciones concretas por parte del Estado y la imposibilidad, muchas veces, de acceso a la Ayuda Humanitaria de Emergencia, desarrollan procesos organizativos como posibilidad de solución relativa y lucha por el restablecimiento de sus derechos. Se puede decir entonces que la necesidad, la carencia individual y grupal, y la falta de acciones por parte del Estado, incide para posibilitar los acuerdos en espacios organizativos. En tal sentido, dos líderes comunitarios argumentan de la siguiente manera

La Asociación de mujeres Mi Ranchito es una entidad sin ánimo de lucro [en la que] trabajamos por el bienestar y el beneficio de la comunidad entre todas las mujeres desplazadas, niños y adultos mayores (Organización Mi Ranchito, 2010).

Nuestra organización nació a raíz de las necesidades de la comunidad y de la población en alto riesgo [...] como es la población desplazada. Por qué nació: por las mismas necesidades y las ganas de salir adelante, porque prácticamente ustedes saben que la ayuda del gobierno es muy poca, no podemos esperar a que nos estén dando prácticamente una limosna, nosotros sufrimos (Organización Darnos la Mano, 2010).

Estas necesidades, transformadas luego en objetivos colectivos, están relacionadas también con las soluciones relativas que se han encontrado de manera solidaria, como es el caso de la vivienda. Este elemento es una constante entre la población, dado que a causa del desplazamiento se pierde todo referente de identidad y de morada. La vivienda y los lazos de solidaridad posibilitan que se construyan nuevamente en la ciudad receptora, redes sociales y proyectos de vida, tal y como lo manifiesta una líder: "Lo que nos está moviendo mucho es la vivienda, pues, poder tener como la vivienda digna y por eso estamos así trabajando" (Organización Palomá, 2010).

Existen OPD que se conforman, exclusivamente, para mediar entre la oferta estatal y la población desplazada. En este caso se considera la organización como un puente para el restablecimiento de derechos, dado que se requiere permanentemente de asesoría y de acciones de tutela para obligar a las entidades del Estado un pronunciamiento oportuno. En este contexto es decisivo que el líder se capacite jurídicamente para orientar o hacer los trámites necesarios que posibiliten la interlocución con el Estado.

En este caso particular, el primer objetivo ha sido orientar a la población desplazada y el segundo, ayudarles en la exigi-bilidad de los derechos [.] sacarles las peticiones para reclamar sus derechos, las demandas, por ejemplo, con tutelas, cuando no les cumplen las tutelas, los incidentes de desacato, saber cómo que hay que hacer, todo eso se les enseña y lo segundo es desarrollar proyectitos (Fundación Campesina del Oriente, 2010).

También se identifica que las OPD se conforman con la intención de ayudar al más necesitado en un sentido que puede, incluso, llegar a ser de carácter asistencialista y más aún en estos contextos de exclusión y vulneración de derechos, en los que es cotidiano encontrar la construcción de este tipo de relaciones basadas en la ayuda caritativa o de buena fe: "Pues el barrio Palomar es el sector donde estamos y la organización ayuda a los más necesitados" (Organización Palomá, 2010).

Una de las características que comparten las OPD es que se constituyen a partir de rasgos distintivos de acuerdo con los lugares de origen, los cuales les otorgan identidades culturales, formas de hacer y de ser, marcadas además por las relaciones que han establecido en este espacio urbano, por su configuración sociodemográfica y por la trayectoria de participación y de liderazgo político de quienes las conforman:

La asociación de nosotros es una asociación de población desplazada afro-indígena, mestiza. Es una asociación donde prácticamente su objeto es apoyar las organizaciones en situación de desplazamiento (Asociación Darnos la Mano, 2010).

[La organización la integran] personas que vienen de Urabá, otras que son de Chocó, otras que son de Necoclí, otras que son del Bagre, personas desplazadas de otras comunas que las desplazaron por la violencia también (Organización Mi Ranchito, 2010).

Otro elemento que también motiva la conformación de organizaciones es la posibilidad de compartir con otros y generar vínculos de amistad, lo cual permite enfrentar sentimientos que deja a su paso el desplazamiento forzado y, además, fortalecer redes de apoyo importantes para su inserción en la ciudad (ver anexo, gráfico 4).

Se puede afirmar que los intereses de la población están determinados por la situación misma que otorga ser desplazado, por ello, la supervivencia se asocia a sus luchas y demandas sociales, pero también la mayoría de sus acciones se orientan al reconocimiento y restitución de los derechos fundamentales y a la noción de vida con dignidad que les han sido enajenados por el conflicto armado, como bien lo afirma Ortega (2007).

De esta manera, también emerge un sujeto político y solidario en escenarios de pobreza y exclusión, lo cual implica situarse desde una perspectiva no eurocéntrica para desdibujar el patrón de referencia superior y universal (Lander, 2000), como práctica social de los dominados, discriminados y explotados. Ejercicio difícil de asumir en tanto que requiere comprender que también existe un sujeto alterno que se construye en la recuperación de su consumo, en la definición de su necesidad y con ello, la identidad de su ser de producción de significados para la creación continua de la vida, y con los otros, como una forma de recobrar fuerzas en el aumento de la energía social que se genera en el esfuerzo colectivo de la organización.

4. VALORES QUE POSIBILITAN LA CONSOLIDACIÓN DE LAS OPD

Como se viene planteando, en las trayectorias socioculturales de las OPD se identifican motivaciones e iniciativas para conformar organizaciones en las que se reconoce una práctica, cuyas características permite identificarlas, tales como trayectoria autogestionaria, capacidad para desarrollar vínculos de cooperación y solidaridad en el trabajo conjunto y valores compartidos, entre otras, que posibilitan la cohesión de la población desplazada para que continúe con sus proyectos, pese a las dificultades que se presentan en los territorios de llegada.

Estas características posibilitan la conformación de Factor Comunidad, el cual está presente, de manera central, en procesos organizativos, con el propósito de cohesionar a sus integrantes. Comúnmente, este elemento se refiere a una energía social, cuya aplicación en las relaciones sociales tiene efectos positivos, directos, incrementando la eficiencia en sus proyectos, lo cual permite progresos de su fuerza productiva, ampliación de los recursos económicos y, con ello, bienestar de los integrantes de las organizaciones.

En la población desplazada organizada se reconoce, a partir de sus testimonios, que existen unos valores y acciones vinculados a su quehacer cotidiano, como la solidaridad, el compañerismo, la cooperación, el respeto y la ayuda mutua, entre otros, y representan la posibilidad de seguir construyendo proyectos que garanticen mejores resultados a sus integrantes, enfrentando con mayor facilidad los problemas que puedan presentarse. El Factor C presente en organizaciones de carácter solidario, configurado como práctica comprometida para la restauración de los derechos, no tiene corriente de continuidad en las propuestas de urgencia económica para sobrevivir en solitario, sino que es asumido por quienes la vi-vencian, es medio y fin para crear unas propuestas alternativas por personas que inmersas en estas, tienden a reflexionar sus propias experiencias de manera crítica.

De este modo, compartir valores y disfrutar de la compañía de otros trasciende lo meramente circunstancial y utilitarista para posibilitar que la población se resista al individualismo y al egoísmo propios de los procesos organizativos (modelo económico neoclásico que promueve ideológicamente estos valores) y de los contextos de exclusión, donde la población está preocupada por sus necesidades básicas, definidas también desde el modelo y la subsistencia diaria:

Primero que todo el compromiso, la organización muy comprometida con la comunidad y muy solidaria piensa mucho en los niños y en las niñas, sobre todo en el bienestar de ellos que al pensar en el bienestar de estos niños incluyo a las familias, porque los beneficios son para todas las familias. (Visión Mundial, 2010).

Nosotras somos como celosas; siempre somos las mismas y nos da dificultad recibir a otra porque de pronto no cumple con los ideales, y si han entrado [...] acá, pero siempre nos quedamos con las mismas, con la amistad (Comadres Trabajando Juntas, 2010).

Esa es una de las cosas que nos impulsaron a nosotros a unirnos como comunidad porque todos teníamos en común las mismas falencias, las mismas necesidades, ya, tropiezos en el camino hay muchos, eh Ave María (Darnos la Mano, 2010).

Así, en las OPD confluye no solo la historia personal compartida con otros en un espacio social determinado, sino también la posibilidad de construir relaciones sociales de producción de condiciones materiales y de significados de otro orden: el desplazado configura un entramado de redes sociales de apoyos, decisivos para la adaptación en la ciudad, lo cual se construye, generalmente, en las organizaciones comunitarias en donde se evidencian procesos de solidaridad y estrategias múltiples en la resolución de problemas, relacionados con la satisfacción de necesidades básicas:

Había un señor pensionado que le daba comida a todos los niños del sector, y eso se fue acabando [también] nos dieron el terrenito y ya nosotros hicimos las casitas de cartón, de plásticos, como pudimos y vivimos ahí (Organización Palomá, 2010).

También en este contexto se consolidan redes de carácter comunitario que brindan a la población apoyo para la realización de las actividades de la OPD, y promueven en la población capacidades y nuevos aprendizajes para poder enfrentar el contexto de exclusión al cual llegan:

La sede la conseguí prestada hace ocho años; es con apoyo de la colonia de San Luis, aquí funciona la colonia de San Luis, y un proyecto a nivel nacional que se llama la colonia del afecto que trabaja con drogadictos, personas también con desplazados pero a nivel nacional. [También] la otra la Corporación Cobija [...] y la señora que maneja esta corporación es muy intelectual, ella es la que me guía a mí para todo, la que elabora los proyectos [...] entonces por eso yo vivo pegado a ella y trabajamos los dos (Fundación Campesina del Oriente, 2010).

La primera organización [en la que participamos] fue la Fundación Sumapaz, donde nos daban talleres, nos enseñaban, nos daban orientación, nos animaban y nos daban autoestima, [...] nos enseñaron a salir adelante, a valorarnos a nosotras mismas, porque uno llega con dificultades (Comadres Trabajando Juntas, 2010).

En la población desplazada es recurrente también la construcción de redes de carácter institucional con el Estado. Este es un elemento determinante en la medida en que el Estado debe garantizar el cumplimiento de los derechos vulnerados, y pueden ser de dos tipos: de corte asistencialista: "el Estado no me ha dado o no he recibido nada"; en otras ocasiones la relación cambia y la población desplazada no espera que le den algo, sino que asume la posición de exigibilidad de derechos: "Que pueda uno sostenerse que no tenga que pedirle al gobierno para que le de alguna cosa y no nos dan nada" (Organización Andas, 2010).

De igual forma, es recurrente que la población haga mención de redes institucionales que apoyan a la población desplazada o vulnerable en la ciudad, como la Alcaldía de Mede-llín a través de programas y proyectos, el Sena y Comfenalco:

Han crecido en fortalecimiento en talleres, porque hay mamás que ya tienen sus micro- empresas formadas porque Metro Mujer les dio unos talleres para fortalecimiento y ellas están asistiendo como para que ellas mismas generen sus propios recursos en su caso, entonces en ese sentido yo las veo muy fortalecidas, porque hay mamás que ya están trabajando por su cuenta (Organización Mi Ranchito, 2010).

El comité siempre ha estado presente, esa gente nos ayuda con capacitaciones, con donaciones, de hecho el SENA abrió unas capacitaciones de autoconstrucción de vivienda. Hay una estabilidad de las familias que hemos ido allí porque ya no estamos de un lugar a otro, ya tenemos una estabilidad (Organización Palomá, 2010).

También aparecen en este contexto organizaciones de cooperación internacional, que hacen su labor humanitaria focalizando esfuerzos hacia las problemáticas que enfrenta la población desplazada. Su trabajo es reconocido por los líderes de las OPD:

Nos apoyaron cuatro países internacionales, entre ellos la Embajada Británica que entre ellos esos cuatro países confor-manTransparencia por Colombia; conTransparencia por Colombia hicimos un proyecto de veeduría, y lo hicimos sobre ayuda humanitaria (Fundación Campesina del Oriente, 2010).

Las experiencias que tiene la población desplazada con redes de carácter institucional no siempre son las mejores, por ejemplo, existe una crítica constante hacia las instituciones gubernamentales. Los líderes no tienen claro el presupuesto que se destina y se invierte en la población desplazada; el desconocimiento muchas veces hace que piensen que, en medio de esta situación de emergencia humanitaria, existe corrupción y despilfarro.

En Medellín hay entidades y proyectos que hacen presencia en los contextos donde se asienta la población desplazada. Sin embargo, en ocasiones no se garantiza que la población desplazada consiga un trabajo digno que le permita la subsistencia familiar. Al parecer, son proyectos que se realizan para ejecutar presupuestos, pero no se articulan con fuentes de ingreso estables. De ahí que algunas OPD manifiesten que se han capacitado en infinidad de actividades, pero que aún no tienen empleo o que no continuaron con sus proyectos productivos por falta de recursos:

A mí me apoyó Metro Mujer y la Alcaldía de Medellín; ellos son los que apoyan para esos proyectos pero ahora no nos están dando nada, no tenemos la materia prima para seguir trabajando (Organización Mi Ranchito, 2010).

En general, las OPD tienen un contacto muy importante con las ONG, representado en un 45%, evidenciando que las organizaciones del sector privado, aunque ejecuten presupuesto estatal, realizan un trabajo en la comunidad que permite que las OPD se capaciten y realicen actividades permanentemente (ver anexo, gráfico 5).

5. AUTOGESTIÓN, PROYECTOS E INICIATIVAS COMUNITARIAS

Estudios realizados en Cali y en Medellín por González Gil (2007), Ortega (2007), Rodríguez (2008), González (2008), Hernández (2009) y Acevedo (2009) coinciden en afirmar que los procesos de asociatividad de la población desplazada se orientan a satisfacer las necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud y educación); por ello, en estas organizaciones es donde se centra toda la esperanza de obtener apoyo económico y la posibilidad de conseguir empleo. Para el presente caso, también las situaciones de adversidad y de precariedad económica llevaron a las personas desplazadas a buscar soluciones, mediante su vinculación a colectivos organizados, porque "es más fácil y rápido demandar al Estado desde las organizaciones formalmente constituidas, que hacerlo individualmente" (Rodríguez et al., 2008, p. 83).

Se reconocen entonces en las OPD una serie de prácticas y actividades económicas de carácter solidario, tales como huertas y granjas integrales, confecciones, artesanías y tiendas comunitarias. Del mismo modo, la población organiza actividades sociorecreativas, como rifas, bingos, venta de empanadas y bailes (Acevedo, 2007).

Estos proyectos, generalmente, se gestionan con la administración pública, que acompaña la generación de ingresos a través del emprendimiento de proyectos productivos.

Allá trabajamos las huertas y se hacen talleres [...] hay trabajos con los niños de pintura, de música. En estos momentos hay unos talleres que se llaman "Aprender Haciendo" (Organización Palomá, 2010).

[...] en estos momentos, estamos pensando (en un proyecto productivo), en un proyecto de reubicación [...], estamos tramitando uno para una granja integral en la entrada a una finquita que hay de un desplazado en la entrada a San Francisco, con el alcalde y con el coordinador de Acción Social, nos falta una cita [...] a ver [...] qué apoyo podemos conseguir para las mujeres cabezas de hogar.

La labor de nosotros es ofrecerle a la comunidad una labor social basada en la fabricación de escobas, traperos, productos de aseo; también tenemos una bodega de reciclaje donde las mamás recuperan, recogemos y lo vendemos para el viático, para el sustento de la empresa y la idea de nosotros es entrevistarnos con empresas, mostrarles los productos que fabricamos para ver si por medio de esto nosotras seamos su propio recurso, ya que todas las mujeres somos madres de familia y no tenemos como conseguir empleo ni nada (Organización Mi Ranchito, 2010).

Otras de las acciones que emprende la población a través de las organizaciones son las actividades sociorecreativas, lo cual es recurrente, dado que se relaciona con sus prácticas culturales y su quehacer cotidiano:

Nosotras hacemos menudo, rifas bazares, refrigerios cuando nos encargan, almuerzo y lo que nos pidan cuando estamos en talleres, lo más de seguido son las ventas (Comadres Trabajando Juntas, 2010).

De igual forma, la población desplazada en la búsqueda de mejores condiciones de vida, decide brindar a la comunidad talleres y capacitaciones con el fin de conseguir una entrada de dinero para sus asociados. Es decir, en este contexto se realizan distintas actividades que propenden por la generación de ingresos.

Talleres de cerámica, talleres de sensibilización, también hemos dictado talleres de pintura y en este momentico estamos haciendo unas porcelanas, trabajos en fomi, estamos haciendo vestidos de baño, estamos pintando unos frascos con vinilo los estamos adornando, también hacemos muñequitas como pa' forrar la nevera; tenemos muchas actividades en la organización, nos hace falta es los recursos para comprar los insumos que necesitamos (Organización Mi Ranchito, 2010).

Aunque estas iniciativas configuran Factor Comunidad, existen algunas dificultades que impiden que la población continúe realizando sus proyectos, las cuales se relacionan, por lo general, con falta de recursos y apoyo de redes institucionales:

Se hicieron unos cuantos muros y los otros quedaron empezados, otros no pudieron ni empezar, entonces ahí estamos, falta dinero para poder seguir la bloquera, porque nosotras hacíamos bloques, si teníamos material nos poníamos a hacer (Organización Paloma, 2010).

[...] en estos momentos no tenemos ninguna actividad porque la situación económica no nos ha ayudado porque no hemos tenido apoyo, de absolutamente de ninguna entidad (Fundación Campesina del Oriente, 2010).

[Las familias inicialmente tenían tareas para contribuir al crecimiento de la fundación] empezamos con rifas y trabajitos así como de venticas y todo eso y no nos dio resultado (Organización Andas, 2010).

Si bien estas estrategias proporcionan ingresos a la población desplazada, son consideradas acciones de poco alcance debido a la magnitud de las problemáticas que afrontan en la ciudad. No obstante, estas estrategias o prácticas "se constituyen en una fuerza importante tanto en la supervivencia de las familias, como en la construcción de nuevas redes sociales que pueden avanzar hacia procesos de más largo plazo" (González, 2008, p. 127).

Estas iniciativas de autogestión, por lo general, así se consigan con el Estado o entre la misma comunidad, significan una apuesta alternativa de economía, lo cual implica un compromiso de proporcionar mejores condiciones de vida a quienes se vinculan con estas propuestas.

CONCLUSIÓN

A partir de la Teoría Económica Comprensiva se dimensiona el concepto de "Factor C", referido a "la energía social, cuya combinación con los demás factores en las actividades económicas actúa aumentando la productividad y la eficiencia de las operaciones. El concepto se entiende como la solidaridad convertida en fuerza productiva y en factor económico. Significa hacer con el otro y los otros, construir juntos y gozar de los beneficios de manera compartida, comprometiendo el trabajo conjunto en relaciones horizontales, con visiones compartidas respecto a los objetivos, metas, propósitos y fines planteados, lo cual implica que entre la solidaridad y el trabajo existen vínculos estrechos; el concepto de solidaridad, en sus raíces antiguas, se relaciona con la idea de comunidad y, de manera reciente, con las experiencias de organización y lucha de los trabajadores por superar las injusticias sociales.

A partir de lo anterior, puede decirse que en los contextos de pobreza y exclusión donde generalmente se asienta la población desplazada se va configurando Factor Comunidad, cuyas características alude a la dinámica propia de esta población y a las situaciones de desarraigo y desterritorialización sufridas a causa del desplazamiento forzado. La configuración de esta energía social y solidaria aparece en medio de la búsqueda común de alternativas para la sobrevivencia, así como del interés de enfrentar la tramitología legal existente para el acceso a la Ayuda Humanitaria de Emergencia. En esta trayectoria aparece también la motivación que tiene la población de arraigarse nuevamente en el territorio construyendo o consiguiendo una vivienda propia donde reconstruir sus proyectos de vida.

En medio de este contexto emerge un sujeto social y solidario, en tanto es capaz a partir del desarrollo de sus capacidades y la identificación de oportunidades que el medio ofrece, emprender acciones de carácter individual y colectivo en beneficio común. Así pues, en esta perspectiva, el sujeto a través del diseño de estrategia y el emprendimiento de prácticas consolida "capacidades personales reflejadas en la formación intelectual, laboral y creativa; además de la obtención de capacidades colectivas que afirmen al ser humano en lógicas de vinculación social y de cooperación con otros" (Arboleda, Ghiso, Quirós & Viveros, 2009, p. 42).

La existencia del Factor Comunidad en las OPD plantea además la emergencia de un sujeto que reconoce el aporte que llevan a cabo las personas, grupos y asociaciones a partir de la capacidad que tienen para trabajar en red, generando con ello confianzas necesarias para resistir a modelos económicos que tienden a individualizarlos y a generar competencia entre ellos.

Lo anterior coincide con los estudios de Rodríguez y Gómez (2007), González Gil (2007), Ortega (2007) y Acevedo (2007), en los cuales se argumenta que en los procesos organizativos de la población desplazada se ha logrado desarrollar en algunas personas habilidades para reconocerse como sujetos de derecho, lo cual posibilita la exigencia mediante mecanismos de participación a las instituciones del Estado, y respuestas oportunas para el restablecimiento de derechos. En este sentido, el descubrimiento de potencialidades lleva a que el sujeto se movilice en cualquier escenario de participación y construya propuestas y alternativas que puedan generar mayores impactos de transformación social.

Es así que, en este proceso de reconocimiento como sujetos a quienes, precisamente, se les han vulnerado sus derechos, se adquiere un conocimiento que sirve para emprender acciones orientadas al restablecimiento, lo cual implica, como lo plantea Zemelman, un sentido político del conocimiento que no se resuelve de manera individual e inmediata, sino que implica informar y acompañar a otros para que logren sus objetivos; este conocimiento adquiere sentido en la acción misma y en hacerla posible con otros y para otros (Zemelman, citado por Rodríguez & Gómez, 2007).


Pie de paginas

*El artículo es resultado de la investigación "Capital social 'Factor Comunidad' de las organizaciones de población desplazada de la ciudad de Medellín y los cambios producidos en las condiciones de vida de las familias vinculadas". Financiado por el Centro de Investigación de la Fundación Universitaria Luis Amigó, FUNLAM sede Medellín.

1 Factor C acuña en su concepto la noción de palabras como: comunidad, compañerismo, comunión, compartir, cooperación, confianza y comunicación.

2 Con relación al contexto de llegada es importante señalar que la ciudad de Medellín ha sido uno de los principales centros receptores de población desplazada en Colombia en los últimos 10 años, teniendo en cuenta que el número de personas que se ha desplazado por hechos violentos en el departamento de Antioquia durante esta década ha ascendido a 540.000. De esta manera, Medellín ha tenido que albergar población que huye de la confrontación armada en regiones como el Oriente antioqueño, Urabá, el Occidente, el Norte, el Suroeste, el Nordeste, el Bajo Cauca, Chocó y la región del Magdalena Medio. Al respecto, también es importante indicar que, salvo en el año 2000, la tasa de recepción de desplazados en Medellín siempre ha estado por encima de la mitad de la tasa nacional e incluso en el 2004 la tasa de recepción de Medellín fue mayor que la correspondiente a la tasa nacional, lo que en alguna medida puede explicarse desde el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que para los años correspondientes a la primera mitad del siglo XXI reporta cifras inferiores para la ciudad en comparación con las del departamento y la nación, lo que entonces ha hecho que las personas vean a la capital antioqueña como centro promisorio para la resolución de su problemática de desplazamiento. (Villa, citada por Tapia, 2006).


Referencias

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