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CES Psicología

On-line version ISSN 2011-3080

CES Psicol vol.6 no.1 Medellín Jan./June 2013

 

Las representaciones sociales de la violencia en las relaciones de pareja en Medellín en el siglo XXI1

Social representations of Intimate partner violence in Medellin in XXI century

Gladys Rocío Ariza Sosa2
Universidad CES, Colombia

1 Este artículo retoma reflexiones previas de la autora derivadas de su tesis doctoral, dirigida por María Himelda Ramírez en la Universidad Nacional de Colombia, disponible en línea en www.bdigital.unal.edu.co/4187/l/gladvsrocioarizasosa.2011.pdf Si la lectora o lector esta interesado en mayores detalles sobre el marco teórico, el proceso metodológico o los resultados, cuya descripción minuciosa excede los propósitos de este artículo, puede remitirse a dicha tesis o al libro titulado, De inapelable a intolerable: violencia contra las mujeres en sus relaciones de pareja en Medellín (Ariza, 2Q12), referenciado en la bibliografía.
2 Médica. Magíster en Salud Colectiva. Doctora en Salud Pública. Docente e investigadora, Universidad CES. Medellín. Colombia email: gariza@ces.edu.co

Forma de citar: Ariza S. Gladys. (2013). Las representaciones sociales de la violencia en las relaciones de pareja en Medellín en el siglo XXI. Revista CES Psicología, 6(I), 134-158.


Resumen

La teoría de las representaciones sociales permite visibilizar la complejidad de las relaciones género y de los contextos que subyacen la violencia en las relaciones de pareja. El objetivo de la investigación presentada es comprender las representaciones sociales de las personas agredidas, agresoras y quienes les atienden, sobre la violencia en las relaciones de pareja, en los contextos histórico, sociocultural, político y económico de la ciudad de Medellín, en la primera década del siglo XXI. El desarrollo metodológico cualitativo de esta investigación, desde el feminismo, se basó en la teoría de las representaciones sociales, articulada con la historia discursiva, los estudios críticos del discurso, y los contextos explicativos de la violencia. Las representaciones sociales hegemónicas de género se están transformando, por la adopción de una ética civil laicicista, expresada en representaciones sociales emancipadas que consideran esta violencia como un delito y cuestionan los contraderechos patriarcales como el derecho masculino al castigo de la mujer. Esta violencia puede evitarse mediante iniciativas articuladas de orden académico, político, económico y sociocultural.

Palabras claves: Violencia, Violencia en las Relaciones de Pareja, Feminismo, Salud pública.


Abstract

The implementation of social representation theory allows the visualization of gender relations and contexts evident in cases of intimate partner violence. The objective of this research is to understand representations of abused people, aggressors and their practitioners attending, on intimate partner violence, in historical, sociocultural, political and economic contexts of the city of Medellin in the first decade of XXI century. The qualitative methodological development of this research derived from feminism; is based on social representation theory that is articulated through the discursive history, in depth study, and explanatory contexts of violence. Hegemonic social representations of gender are being transformed by the adoption of a secular civil ethics expressed in emancipated social representations that consider this violence as a crime and have questioned unacceptable rights like the male right to punish a woman. This violence can be avoided by the administration of academic, political, economic and cultural initiatives.

Keywords: Violence, Intimate Partner Violence, Partner Abuse, Feminism, Public Health.


Introducción

Las representaciones sociales son construcciones históricas, culturales, sociales y psicológicas, significativas para el análisis de la violencia en las relaciones de pareja, pues permiten visibilizar la complejidad de los aspectos que la posibilitan. Por ello, la autora realizó su tesis doctoral en Salud Pública sobre la violencia en las relaciones de pareja (Ariza, 2012) desde el feminismo como construcción teórica y accionar político (Luna, 2007), basada teórica y metodológicamente en la teoría de las representaciones sociales formulada por Serge Moscovici (1993), articulada con la historia discursiva postulada por Joan Scott (2008), los estudios críticos del discurso propuestos por el holandés Teun Van Dijk (2000) y la epistemología cualitativa planteada por Fernando Luis González Rey (2000a). Así como los contextos explicativos de la violencia desarrollados por Saúl Franco (1999). A partir de un diseño cualitativo flexible (Mendizábal, 2007), más que una triangulación teórica de acuerdo a la propuesta de Denzin (2009, pp. 304-305), se realizó una articulación en el sentido de emplear una convergencia intencional y coherente de dichos enfoques teóricos, para el análisis de un problema social particular como lo es la violencia contra las mujeres en sus relaciones de pareja.

El objetivo de esta investigación fue comprender las representaciones sociales de las personas agredidas, agresoras y quienes les atienden, sobre la violencia en las relaciones de pareja, en los contextos histórico, sociocultural, político y económico de la ciudad de Medellín, en la primera década del siglo XXI.

Las diferentes vertientes del feminismo comparten su compromiso político y ético por la defensa de las mujeres, así como de los grupos subordinados por el patriarcado, y a la vez están comprometidas con la producción de conocimientos que contribuyan a dicho propósito. En este sentido el feminismo puede hacer uso de recursos teóricos y metodológicos que permitan develar las inequidades de género, lo cual es posible con la teoría de las representaciones sociales, como lo han efectuado diversas autoras (Banchs Rodríguez, 2000; Blazquez Graf, Flores Palacios & Ríos Everardo, 2010).

La propuesta de Moscovici (1993) se eligió no sólo para dar cuenta de la perspectiva psicológica social e individual de los discursos analizados, sino también para vincularlos con los procesos históricos, culturales y sociales que inciden en la violencia en las relaciones de pareja en la ciudad de Medellín, en la primera década del siglo XXI. Así, las representaciones sociales se abordaron de forma transversal en toda la investigación, no sólo como referente metodológico, sino también teórico, como se expone a continuación.

Las representaciones sociales influyen en las acciones y respuestas a dicha violencia, tanto a nivel individual como social. Precisamente Jodelet (1988) señaló que las representaciones sociales tienen entre sus funciones servir: de conocimiento o saber, de identidad social, de guía para el comportamiento y de justificación del mismo. El reconocimiento de estas funciones permite comprender cómo se inicia y persiste la violencia en las relaciones de pareja, ya que las personas, al tratar de seguir ciertas representaciones hegemónicas, entran en contradicción con sus deseos subjetivos, más acordes con algunas representaciones polémicas, que expresan transformaciones relativamente recientes en las relaciones de género.

Ahora bien, cuando se emplea la categoría género en este texto, se hace alusión a un concepto que se construyó desde el feminismo inicialmente para develar la construcción cultural e histórica de la identidad sexual de hombres y mujeres, y posteriormente como un campo teórico, en el cual se señalan las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres y que son de carácter histórico, social, económico, cultural y político (Scott et al., 2008).

La función justificativa de las representaciones sociales permite interpretar la utilización de los comportamientos violentos de los hombres agresores, como un mecanismo para tratar de mantener "el orden y el control" sobre sus parejas, cuando perciben que su poder está amenazado. Por su parte, algunas de las mujeres agredidas justifican su resignación, tolerancia y cautela, de acuerdo con las representaciones sociales hegemónicas de la feminidad (Pita Coral & Quintero, 2003). Su pasividad se refuerza y mantiene cuando ubican la responsabilidad, en causas que ellas juzgan como ajenas a la voluntad de los agresores, como conflictos infantiles y familiares no resueltos, presiones laborales y consumo de alcohol. Además, se encuentra ampliamente difundida la representación de que una pareja es exitosa si permanece unida, así sea a costa de violencia en la relación. En contraposición a estas representaciones, las mujeres rechazan la violencia cuando consideran que sus parejas pretenden castigarlas (Agoff, Rajsbaum & Herrera, 2006). Esto último, en relación con la transformación histórica del contraderecho patriarcal (Palacio, 2010) designado por expertos como derecho masculino al castigo (Mojica R., 2005), el cual se explica con detalle, más adelante.

La comprensión de las representaciones sociales de género implicadas en esta violencia remite a la relación entre la familia y la sociedad, y revela las tensiones entre las tradiciones patriarcales más conservadoras y las posturas alternativas, que emergen en los contextos de los cambios en las relaciones de género, en las sociedades contemporáneas. De igual forma, en esta investigación se analizaron las representaciones sociales de dicha violencia, del personal asistencial en salud, justicia y atención psicosocial; así mismo se estudió la función social de la información difundida en los medios de comunicación, específicamente en la prensa regional.

En cuanto al papel del personal vinculado a las instituciones que atienden las víctimas de la violencia en las relaciones de pareja, con algunas excepciones puntuales, en varias investigaciones en México y en Estados Unidos se ha determinado que entre los profesionales del sector salud predomina una desconfianza en lo referente a mecanismos técnicos, legales y sociales para enfrentar tal violencia, así como el temor a no poder controlar las respuestas de las agredidas (Sugg N, 1992), lo cual les lleva a preferir no tomar cartas en el asunto (Herrera, Rajsbaum, Agoff, & Franco, 2006).

Este aparente desconocimiento y desidia respecto a los mecanismos relacionados con la denuncia legal de los casos de violencia en las relaciones de pareja atendidos, fue detectado para el caso de los médicos mexicanos (Fernández, 2008; pp. 323-324; Méndez-Hernández, Valdez- Santiago, Viniegra-Velázquez, Rivera-Rivera & Salmerón-Castro, 2003).

En este sentido, es importante señalar que entre los dispositivos sociales de dominación simbólica de las mujeres, que operan a nivel individual y colectivo e indican la existencia de un patrón de legitimación y reproducción de la violencia de género, se han señalado la minimización, la idealización, la privatización, la justificación, así como la equiparación de la violencia femenina con la violencia masculina en las relaciones de pareja. La minimización consiste en restar importancia cuantitativa a la magnitud y gravedad de los actos violentos contra las mujeres; la idealización se refiere a la consideración del hogar como el lugar más seguro para las mujeres cuando las estadísticas demuestran exactamente lo contrario; la privatización se presenta cuando se estiman las agresiones en la pareja como asuntos del ámbito íntimo y que no requieren intervención social, ni penal, ni familiar. La justificación se refiere a la representación de que a las mujeres o bien "les gusta" o bien hicieron algo "para merecer" tal violencia. La equiparación, como su nombre lo indica, significa afirmar que es igualmente frecuente y grave la violencia que los hombres ejercen en las parejas que la que ejercen las mujeres, desconociendo las asimetrías de género (Castro, 2004, pp. 48-50).

A partir de un marco teórico de Salud Pública feminista, esta investigación busca producir aportes en varias dimensiones relacionadas con el conocimiento social, producto del diálogo con personas pertenecientes a grupos sociales no consultados suficientemente hasta ahora, es decir las mujeres y los hombres que fueron entrevistados y participantes en los grupos focales, conformados para el efecto de la investigación. Asimismo se pretende contribuir a la reflexión colectiva en torno a dicho saber en un ámbito regional y local en particular: la ciudad de Medellín. Esta ciudad se encuentra a la vanguardia en Colombia, en lo concerniente a la fuerza del movimiento social de mujeres, que logró la institucionalización en organismos como la Secretaría de las Mujeres (Ariza, 2012).

El aporte a la ética social y colectiva de este trabajo puede derivarse de las redefiniciones que se proponen, las cuales desmitifican algunas verdades construidas sobre la violencia en las relaciones de pareja heterosexuales, que focalizan la responsabilidad en las víctimas y excusan a los agresores, lo cual implica una crítica a porciones de los saberes académicos y populares acumulados sobre dicha violencia y a la heterosexualidad normativa. Además se señala la responsabilidad expresada en las acciones de las disciplinas intervinientes en la violencia en las relaciones de pareja, es decir la medicina, la salud pública, la enfermería, el trabajo social, el derecho y la psicología, para problematizar las formas de actuación con respecto a dicha violencia. El análisis de las políticas públicas locales sobre esta violencia en la ciudad de Medellín, así como la comprensión de las condiciones que hacen posible la tolerancia social, la impunidad y la persistencia de tal violencia, pueden contribuir a orientar y cualificar las acciones de promoción de los derechos humanos y de la salud, en lo referido a la prevención, detección y manejo de dicha violencia (Ariza, 2012).

Metodología

Esta investigación se realizó mediante diferentes ejercicios de recopilación de información, que abarcaron la revisión de bibliografía disponible sobre la historiografía de la violencia en las relaciones de pareja, en algunos lapsos breves desde el siglo XVI al siglo XX; el análisis de artículos publicados entre los años 2001 y 2008, en dos periódicos regionales que circulaban en la ciudad de Medellín y de los discursos de personas involucradas en relaciones de pareja violentas y del personal que les atiende en los servicios de atención psicosocial en tres Organizaciones No Gubernamentales -ONG- así como en los sectores públicos de salud y justicia en esta ciudad (Ariza, 2011).

Para la revisión historiográfica, se efectuó una revisión no sistemática de la bibliografía sobre violencia conyugal, castigos a las mujeres, uxoricidios y conyugicidios, de artículos indizados en bases de datos (como Jstor, EBSCO, Scielo, Fuente Académica, entre otras), repositorios institucionales universitarios en línea, así como en las principales bibliotecas públicas y universitarias de las ciudades de Bogotá, Medellín y Barcelona.

Se realizó un análisis de las representaciones sociales sobre la violencia en las relaciones de pareja encontradas en artículos de prensa de los periódicos El Colombiano y La Chiva (Vargas & Ariza, 2008). Para ello, se seleccionó un corpus documental conformado por 52 artículos alusivos a esta violencia, publicados en dichos diarios, en el lapso que va desde 2001 a 2008. Para el análisis de esta información se diligenciaron inicialmente unas fichas analíticas en Excel y posteriormente se elaboró una codificación abierta y axial con el software Atlas Ti. La intencionalidad de analizar las representaciones sociales que difunden los medios de comunicación, en este caso la prensa escrita, es precisamente entender cómo influyen en la construcción de las representaciones sociales del grupo estudiado (Ariza, 2009).

Con el propósito de consultar a quienes protagonizan, por así decirlo, los episodios de violencia en las relaciones de pareja se efectuaron entrevistas en profundidad con hombres y mujeres involucradas en tal problemática. Para las entrevistas iniciales, la investigadora principal contactó a cinco de las mujeres informantes, después de identificarlas a partir de los registros de vigilancia epidemiológica de la red hospitalaria pública de la ciudad. En la conversación inicial se les explicó el objetivo del estudio y concertó un encuentro personal en el centro de salud o unidad hospitalaria más cercana a la residencia de cada una de ellas. Sin embargo, algunas no asistieron aduciendo diverso tipo de motivos personales o logísticos. El día acordado se les explicó el consentimiento informado, se aclararon sus dudas y se suscribió, con dos testigos, el documento escrito. Luego se procedió a efectuar la entrevista, de acuerdo a la guía diseñada para tal fin. Una de las entrevistadas fue referida por una de las médicas participantes en un grupo focal, y se citó en una oficina de una entidad educativa cercana a su lugar de residencia. Las siete personas restantes (dos mujeres y cinco hombres) se ubicaron gracias a la colaboración de psicólogos y psicólogas de una ONG que opera un programa de la Secretaría de las Mujeres, de protección en hogares de acogida para mujeres víctimas de violencia en las relaciones de pareja en la ciudad. Estas entrevistas se realizaron en dicha ONG. Cuatro de estas personas correspondían a dos parejas y aunque sabían que su cónyuge también sería consultado, las entrevistas se hicieron de forma individual, respetando la confidencialidad de la información suministrada. Las trece entrevistas fueron efectuadas por la investigadora principal (Ariza, 2012).

La información recopilada de este modo, fue grabada y transcrita a Word y luego codificada de forma abierta y axial, utilizando el software Atlas Ti 5.0. Los ejes analíticos empleados para la codificación axial fueron la violencia en las relaciones de pareja y la sociedad; la perspectiva de género; la visibilidad, las valoraciones y las formas de intervención de esta violencia; las masculinidades, las feminidades; las relaciones de pareja; las formas de resolución de los conflictos y el poder en las parejas; el amor de pareja; la violencia en las relaciones de pareja y la sociedad, la consideración de esta violencia en el ámbito de la salud, de la justicia y de las ONG; las funciones educativas de los medios de comunicación (Rincón, 2002, pp. 12-13) y de quienes atienden a las víctimas y a los agresores. En consideración al énfasis en la corriente procesual de la teoría de las Representaciones Sociales, se prestó especial interés a las funciones de las representaciones sociales, ya señaladas.

Los grupos focales se efectuaron con personas pertenecientes a tres sectores: salud, justicia y atención psicosocial con el aval de las directivas de cada institución participante, así como de los Comités de Ética en Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia y el de la red pública hospitalaria de Medellín. Para convocarlos se solicitó la colaboración del personal asistencial que atiende usualmente estos casos de violencia en la red pública hospitalaria, la Fiscalía, las Comisarías de Familia y tres ONG que promueven los derechos de las mujeres en la ciudad.

Bajo la conducción de la investigadora principal, con la participación de una antropóloga contratada para tal fin y una abogada designada mediante una convocatoria interna como co-investigadora en la red pública hospitalaria, se realizaron diez grupos focales con 60 personas (44 mujeres y 16 hombres) que atienden a mujeres y hombres implicados en relaciones de pareja violentas: cinco en la red pública hospitalaria, tres en el sector de la justicia (uno en el CAVIF3 y dos en comisarías de familia) y dos más con profesionales de las tres ONG mencionadas.

Dado que la investigación sobre violencia en las relaciones de pareja significa indagar sobre un tópico social con una particular sensibilidad al género, ante el cual las respuestas pueden variar de acuerdo a la composición de los grupos, en el sector salud se realizaron dos grupos conformados exclusivamente por mujeres, dos sólo por hombres y uno mixto (con hombres y mujeres). En los sectores de justicia y atención psicosocial no fue posible realizar esta selección intencional de participantes por razones logísticas. El número de grupos focales se definió en función de la saturación teórica. Para el desarrollo de los grupos focales se siguió la guía diseñada para tal fin.

Aunque algunos autores recomiendan que los participantes en los grupos focales no se conozcan previamente, algunos de ellos si se conocían, dado que los grupos de personal que atienden este tipo de violencia en concreto, son pequeños y que incluso en la institución con mayor número de funcionarios, es decir, la red pública hospitalaria, un alto porcentaje del personal está vinculado a término indefinido y existe una estrategia institucional de movilidad laboral, que supone una rotación periódica de los sitios de trabajo.

Las sesiones de los grupos focales fueron grabadas, previo consentimiento informado de cada una de las personas participantes. Después de analizar los tres primeros grupos, el equipo investigador definió filmar los siete grupos focales siguientes, previo consentimiento informado del personal participante, con el fin de facilitar la transcripción y el registro del lenguaje no verbal. Posteriormente las grabaciones y los videos fueron transcritos y codificados con el software Atlas Ti.

Los grupos focales permitieron discusiones flexibles, estimuladas por la interacción entre sus integrantes quienes compartían afinidades laborales, de género, culturales y generacionales. A partir de un análisis inicial de los primeros encuentros, el equipo investigador redefinió algunos aspectos para los subsiguientes encuentros. Entre las limitaciones de esta técnica se pueden resaltar la dificultad para reunir a los participantes dadas sus agendas laborales, así como la tendencia de algunos sujetos a monopolizar el uso de la palabra obstaculizando la expresión de las demás personas intervinientes.

Si bien las guías de las entrevistas y de los grupos focales no eran iguales, por razones tanto del objetivo y método de las mismas, como de las personas a quienes se dirigían, en su estructura se consideraron en común tres momentos: en primera medida un marco de referencia sobre el concepto y el contexto de la violencia en las relaciones de pareja, seguido de su forma de intervención y finalizando con las posibles propuestas de prevención y manejo.

La epistemología cualitativa propuesta por González Rey (2000b), elegida para desarrollar el trabajo de campo, enfatiza la imposibilidad tanto de subjetivar como de objetivar de forma absoluta el conocimiento. Se empleó el análisis configuracional, de forma inductiva con ayuda del software Atlas Ti. Dado que la investigación cualitativa es rigurosa, estable y consistente, aunque de un modo distinto al de la investigación cuantitativa, los problemas de validez y de confiabilidad se resuelven por las vías de la exhaustividad, es decir del análisis detallado y profundo y del consenso intersubjetivo (Sandoval Casilimas, 1996, p. 42 y 192).

A partir de la codificación tanto abierta, como axial, los códigos de análisis más frecuentes, se relacionaron entre sí, en familias. Los códigos se representaron de forma gráfica en redes o networks para construir las categorías (Muñoz Justicia, 2005, pp. 45-78). Luego se construyeron de forma dinámica sistemas de relaciones de categorías. Así emergieron nuevos datos textuales que exigieron relecturas de la información, para definir conceptos y explicaciones adicionales. En la siguiente sección del artículo se presentan con mayor detalle y con gráficos, algunas de las categorías emergentes como el derecho masculino al castigo, la violencia intrafamiliar y los casos significativos.

A partir de las categorías y sus relaciones, se identificaron las representaciones sociales de la violencia en las relaciones de pareja de las fuentes documentales, los discursos recopilados en las entrevistas y los grupos focales, en cuanto a los ejes mencionados. Las representaciones que emergieron del estudio de los contenidos son de diversos órdenes y reflejan las múltiples formas de interpretación del problema expresadas en los discursos analizados. Especial interés se prestó a las representaciones sociales como construcciones culturales concretas, que sobre las feminidades, las masculinidades, el amor y las relaciones de pareja orientan los comportamientos sociales de los sujetos (Chaves, 2005).

En cuanto al análisis del discurso, para Teun van Dijk (2000) las ideologías, entendidas en términos sociocognitivos además de los políticos, son la base de las representaciones sociales. Al determinar quién habla, cuándo, dónde, con quién, es factible develar aspectos contextuales que contribuyen a la reproducción de las desigualdades sociales. En este orden de ideas, conceptos como poder, género e ideología cobran capital importancia para establecer vínculos teóricos entre el discurso y la sociedad.

De acuerdo a los referentes teóricos y metodológicos señalados, se efectuó un análisis de la información, basado en una lectura compleja, en la cual se integraron en un diálogo y una controversia las perspectivas de las epistemologías: feminista, cualitativa y de la Salud Pública latinoamericana, articuladas con la teoría de las Representaciones Sociales, la historia discursiva, los estudios críticos del discurso y los contextos explicativos.

Franco (2007) define contexto explicativo como, "el conjunto específico de condiciones y situaciones culturales, económicas y político-sociales en las cuales se hace racionalmente posible entender la presentación y el desarrollo de un fenómeno". Así los contextos que expliquen un fenómeno violento determinado en forma primordial pueden ser sociales, políticos, económicos o culturales, entre otros. En cada contexto se puede señalar una condición estructural o raíz que fundamenta el mismo. De igual forma se pueden determinar condiciones coyunturales que representan los detonantes más próximos al problema en estudio.

Resultados

El Derecho masculino al castigo

En cuanto a la revisión historiográfica la categoría que emergió de forma más destacada fue el denominado derecho masculino al castigo, que más bien puede considerarse un contraderecho patriarcal (Palacio, 2010). Este consiste en la potestad que tenía el hombre propietario y jefe de familia de corregir de forma "moderada" a su esposa, sus hijos, sus sirvientes y sus animales domésticos, cuando consideraba que habían cometido una infracción a su honor patriarcal, esto es que no estaban ajustándose al orden moral social predominante o que no satisfacían sus expectativas. En el caso de la esposa, dicha infracción al honor podía consistir en desobediencia o en una presunta relación extramarital. El límite de la "moderación" del castigo no estaba claramente definido y con no poca frecuencia, generaba resistencias, controversias e incluso denuncias en las cortes eclesiásticas y civiles, de las cuales se tiene conocimiento, gracias a la pesquisa de las historiadoras feministas contemporáneas (Mojica R, 2005).

Este controvertido derecho se puede rastrear desde la antigua Roma, pero en esta investigación se siguió desde el inicio de la modernidad en algunas regiones de Europa y América. Aduciendo esta potestad, los hombres ejercían agresiones que en el siglo XXI, se pueden catalogar como conductas violentas e irracionales y que terminaban en ocasiones con el homicidio de la mujer así "castigada".

Este contraderecho patriarcal no era otra cosa, que un mecanismo de control simbólico y de dominación, cimentado en las costumbres, en la supuesta seguridad que brindaba el matrimonio a las mujeres, a quienes se consideraba como eternas "menores" de edad, subhumanas (Lerner, 1990), carentes de una capacidad de juicio y de una moral y que podían llevar sin mucho esfuerzo incluso a los santos varones a la tentación y al pecado como aducía San Agustín de Hipona (Cancelas et al., s.f.). En la figura número 1 se presenta un esquema del análisis de la constitución histórica de esta categoría del derecho masculino al castigo de la mujer, el cual, de acuerdo a la revisión efectuada, se sustentaba en las tradiciones religiosas ibéricas (tanto cristianas como musulmanas), en la alta valoración social que se daba al matrimonio especialmente para las mujeres, en el poder patriarcal de los hombres, supuestamente derivado de la deidad y en las tradiciones patriarcales mencionadas que justificaban que las mujeres en el matrimonio, estuviesen siempre sujetas a la voluntad de su esposo.

La prensa regional ante la encrucijada de informar sobre la violencia intrafamiliar

En la revisión efectuada de 52 artículos publicados entre los años 2001 y 2008, en dos periódicos regionales de la ciudad de Medellín, llamados La Chiva y El Colombiano, se puede rastrear parte del proceso de construcción de las representaciones sociales sobre la violencia en las relaciones de pareja como un asunto de interés público en la ciudad, en los medios de comunicación escritos.

Según el Estudio General de Medios entre los años 2007 y 2008, El Colombiano pasó de 279.600 lectores diarios a 346.600 y La Chiva de 148.600 a 340.200. En el año 2008 El Colombiano ocupó el sexto lugar de lecturabilidad diaria en Colombia, y La Chiva el séptimo lugar (Quijano, 2008). La selección de estas dos fuentes, que dicho sea de paso, pertenecen a la misma casa editorial, obedeció no sólo a su vasta circulación y representatividad como medios periodísticos escritos sino a las potencialidades de la prensa en general respecto a la formación de la opinión pública, a partir de la construcción de la noticia y del papel que pueden jugar los actores sociales cuyas voces son divulgadas allí, a favor o en contra de las transformaciones sociales en las relaciones de género del municipio de Medellín en particular.

En la revisión fue notorio que la prensa de Medellín, en la primera década del siglo XXI, empieza a ocuparse cada vez más de la violencia en las relaciones de pareja. La representación social que se encontró con mayor proporción fue la de violencia intrafamiliar, la cual fue tratada de explicar desde diferentes posturas en los discursos recopilados, ya que reflejan múltiples formas de interpretación de este problema social.

En La Chiva, en el periodo estudiado, se publicaron con frecuencia artículos, sobre uxoricidios, esto es el homicidio de mujeres por sus parejas con la supuesta justificación atribuida a una transgresión al honor patriarcal, como presuntas relaciones extramaritales de ellas o porque no concibieron un hijo varón (Agencia EFE, 2008b). Dichos feminicidios fueron perpetrados en países lejanos al lugar de la publicación, como Pakistán, India y Alemania (Agencia EFE, 2008a). Estos estereotipos de la violencia en las relaciones de pareja como un asunto exótico que sólo es ejercida y afecta a personas de otras culturas, pueden actuar como dispositivos sociales de dominación simbólica al minimizar dicha violencia y mostrarla como una práctica primitiva y lejana, ajena a la cultura dominante en la cual se vive y sin significado colectivo.

En otras notas publicadas tanto en El Colombiano como en La Chiva se interpreta la familia patriarcal como una fuente de problemas entre los cuales se incluyen la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, el embarazo en adolescentes y la violencia. En este sentido se insiste en la transmisión intergeneracional de la violencia, aduciendo incluso factores biológicos y eximiendo prácticamente de responsabilidad subjetiva individual a quienes actúan de forma violenta. Así en La Chiva («Crímenes ATROCES, germen de la sociedad», 2003), en un recuadro titulado "Hay factores hereditarios," se explica,

A los criminales que descuartizan a sus víctimas hay que mirarlos como personas con una historia llena de malos tratos, residentes en entornos violentos, a los que les ha faltado afecto, manifestó la psicóloga Diana Gisela Ríos, egresada de la Universidad de San Buenaventura. Agregó que en estos pacientes se nota la falta de una figura de autoridad, que se empieza a introyectar en la infancia. O sea que da las pautas de los límites de lo que se debe hacer. Anotó que otros estudiosos sostienen que puede haber un factor hereditario en esta psicopatía. En cuanto a los grupos armados explicó que cuando la gente actúa en masa reduce el sentimiento de culpa, se inhibe. En el momento en que actúan creen que sus hechos son normales.

En contraposición, algunos artículos de El Colombiano se dedican a la difusión de explicaciones académicas sobre la dinámica de la violencia social en la ciudad que tratan de romper con la estigmatización sobre los jóvenes de las "comunas" (Giraldo Ramírez, 2008). Asimismo en La Chiva se entrevista a investigadores universitarios, a la vez que a ciudadanos "de a pie" para divulgar sus opiniones sobre la violencia intrafamiliar, (VIF). En fechas emblemáticas, como el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se suelen publicar artículos que analizan la violencia contra las mujeres, se consultan expertas y expertos, y se presentan cifras estadísticas. De esta forma en uno de dichos textos (Molina, 2005) se afirma,

Hoy, la mujer sufre violencia física, psicológica y sexual y los factores de riesgo son culturales, sociales, psicológicos, económicos y biológicos. Todas estas formas de violencia conducen a la inequidad de género, la pobreza, al abuso del alcohol, las drogas y el padecer el maltrato desde la niñez.

Respecto a las explicaciones socioculturales de la violencia, en uno de los artículos («Crímenes ATROCES, germen de la sociedad», 2003), de La Chiva, se señala:

Pablo Angarita, coordinador del Grupo de investigación Sobre el Conflicto y Violencia, de la Universidad de Antioquia, afirma que detrás de cada crimen de esta naturaleza hay toda una simbología que intenta mandar mensajes, ya que el cuerpo tiene signos que pueden ser leídos más allá de la parte biológica. Hay una existencia social. "No basta con quitarle la vida a la persona, quien lo hace quiere borrar esa existencia del mapa para que no represente nada", indicó.

Asimismo, el conflicto entre el derecho a la libertad de opinión y el derecho a la no discriminación (Salazar, 2008) en referencia a las noticias de violencia, evidente en algunos de los fragmentos presentados atrás, es tratado de forma explícita en algunos textos. El defensor del lector de El Colombiano (Zuluaga Salazar, 2008) escribió al respecto:

Parece evidente que la información sobredimensionada de sucesos, am aril lista y sensacionalista, provoca una especie de efecto de anestesia e insensibilidad. Incluso puede llegar a "modelar" hábitos y costumbres criminosas en determinadas circunstancias socioeconómicas y culturales, según revelan algunos estudios.

La encrucijada está ahí, al frente: no es correcto dejar de informar. Tampoco lo es hacerlo sin veracidad ni prudencia, violando otros derechos fundamentales de la persona y desconociendo los manuales de redacción.

Las relaciones de pareja violentas según sus protagonistas

En las entrevistas, las mujeres y los hombres dedicaron gran parte de sus discursos a tratar de explicar la violencia intrafamiliar, desde las representaciones sociales hegemónicas de las masculinidades y las feminidades. Como señaló Connell (1995, p. 71) las masculinidades pueden definirse como "configuraciones de prácticas estructuradas por las relaciones de género, que son inherentemente históricas y cuya construcción y reconstrucción es un proceso político que afecta el balance de intereses en la sociedad y la dirección del cambio social". Nótese que esta misma definición puede aplicarse a las feminidades. Es decir que, las masculinidades y las feminidades no poseen definiciones unívocas, más bien constituyen las prácticas a través de la cual hombres y mujeres construyen sus relaciones sociales de género y los efectos de estas prácticas en la experiencia corporal, en la personalidad y la cultura (Connell, 1995).

Respecto a las feminidades, hombres y mujeres comparten la representación social de la superioridad moral de las mujeres, denominada excelencia moral por autoras como Rosa Cobo (2005, p. 251), la cual consiste en la consideración de que las mujeres poseen mayor capacidad de diferenciar las conductas apropiadas y las que no lo son, lo que les lleva a tratar de aconsejar a sus parejas para guiarles y a pretender asumir una mayor responsabilidad en dirimir los conflictos de pareja. Este discurso de la excelencia puede interpretarse cómo paradójico, ya que aunque aparentemente se refiere a cierta superioridad femenina, contribuye a la subordinación de las mujeres en el patriarcado. Esta idea de la excelencia moral se originó históricamente con anterioridad a la Modernidad, precisamente en un momento en el que primaba la subordinación, esto es la asignación de las mujeres al ámbito doméstico, en su supuesta obligación de asumir las tareas de cuidado, así como en su disposición hacia los otros. Las mujeres entrevistadas se consideran superiores moralmente porque ayudan, aconsejan y dan ejemplo a sus parejas, hijas e hijos. En esta vía, las mujeres tratan de guiar, ayudar y advertir constantemente a sus parejas. Así Alicia, una de las mujeres entrevistadas, relató lo siguiente:

Yo si, pues en mi caso, yo me alejé y yo a veces trato de ayudarle a él, porque él ha cambiado mucho y he tratado.., aunque me ha dolido mucho la cuestión de todo lo que me pasó a mi... He tratado de ser otra persona y ayudarlo. ¿Por qué? Porque a pesar de todo compartí muchos años con él y conozco muchos valores de él y quisiera seguir ayudándolo.

Estas advertencias o consejos de las mujeres, pueden ser interpretados como agresiones verbales o psicológicas por los hombres, quienes aunque reconocen dicha "superioridad moral" no están dispuestos a aceptar las prescripciones de ellas, pues se consideran a si mismos figuras de autoridad patriarcal, dignos de un mayor respeto. En esta vía Gabriel afirmó:

Como le digo siempre han sido problemas de celos, siempre ha sido eso, o de pronto por que ella tiene de pronto entre pecho y espalda algo y no me lo sabe decir, sino que espera un momento de rabia para gritarme. E7

Paralelo a la superioridad moral femenina, en los discursos de las mujeres entrevistadas circulan las representaciones de la superioridad física masculina. En este sentido, Elvira4 explicó:

No vea yo soy así, por ejemplo, con el muchacho, el esposo mío a mi me pega y yo me quedo quieta, yo brego a taparme la cara, porque él tira a darme es a la cara, y yo no, porque si yo me pongo ahí también a darle, él me va a dar más duro, porque yo sé que un hombre tiene más fuerza que una mujer. Pero por eso es que ellos nos pegan, porque si nosotras también no los paramos en serio, entonces ahí ya no... entonces ya nos pierden el respeto. E5

Las mujeres rechazan la tradición del derecho masculino al castigo de la pareja y con una interesante metáfora, las ocho entrevistadas protestaron porque sus parejas pretendían ser su "papá" con derecho a corregirlas. Es visible como aún se acepta el derecho masculino al castigo de hijas e hijos, más no de la pareja. De este modo, Claudia afirmó:

La primera vez, nos fuimos pa' donde la mamá, que fue algo que yo no pensé que fuera a ser así, nos fuimos pa' donde la mamá a una fiesta, estuvimos en la fiesta normal, amanecimos, entonces, él me preguntó algo allá y yo le dije, ¿como así? Y me dijo en la mesa y yo sentada acá y el allá con unas viejas, y yo fui y le hice el reclamo, que cual era la falta de respeto, no me dijo nada. Entonces llegamos acá y comenzó con una correa a pegarme, como si yo fuera hija de él y me arrastraba por el piso. E3.

Las personas entrevistadas, tanto hombres como mujeres tratan de dar a entender la real motivación de sus actuaciones, sentimientos y emociones respecto a la violencia. Entre las explicaciones psicológicas, Elvira destacó el miedo que la paralizaba y que a la vez le otorga mayor poder a su pareja:

Ah no es que yo de él, no, pero un extraño a mí no me toca, porque yo me hago hasta matar, ahí si yo como que despierto. En cambio cuando él me pega, yo soy como... miedo, yo a él le tengo es miedo, esa es la palabra: miedo. Cuando yo vuelvo con él yo soy como... "Ahh ¿yo si lo quiero o no?" porque empieza uno como que si, como que no, no sé si lo quiero. Pero soy muerta de miedo, por ejemplo cuando él se enoja, y yo les digo a las niñas, "vengan que su papá no nos vaya a pegar,"pues es como con ese miedo, y él sabe que yo le tengo miedo, porque él lo sabe. ..E5

La figura 2 representa la interpretación gráfica que se efectuó de las categorías en las cuales se sustentan las representaciones sociales, que sobre las masculinidades y las feminidades comparten en sus discursos, las personas que fueron entrevistadas. Ellas y ellos afirman que estas concepciones se ciernen como presiones en sus relaciones y propician la violencia que clasifican como intrafamiliar. De esta forma, tales representaciones les sirven de guía en sus acciones, a la vez que son empleadas para justificar sus comportamientos respecto a la violencia en las relaciones de pareja.

Cuando la violencia se aborda en las instituciones públicas y en las ONG

Al analizar las representaciones sociales de los servidores y servidoras públicas son visibles algunas tendencias como las que se describen a continuación. En los grupos focales, conformados predominantemente por personas de mayor edad, tanto hombres como mujeres expresaron discursos muy conservadores y tradicionales con tendencias que culpabilizan a las víctimas, con predominio de representaciones hegemónicas. De este modo, los hombres mayores de 45 años expresaron compromisos éticos condicionados por las historias personales y posturas distantes sobre el riesgo de muerte de las afectadas.

Las mujeres de mayor edad atribuyeron la violencia en las relaciones de las parejas que atienden, al cambio en los valores entre los cuales resaltaron el respeto, la honestidad y la tolerancia. Resaltaron el papel de las mujeres en la transmisión intergeneracional de las representaciones sociales patriarcales, lo cual puede ser interpretado como un punto de fuga en su discurso, al contradecir la denominada "pérdida de los valores" que señalan de forma reiterada.

En los discursos recopilados en los grupos focales, la categoría que emergió con mayor fuerza fue la de casos significativos de violencia en las relaciones de pareja, tanto vividos en su propia vida (propios) como de comunidad usuaria de los servicios (atendidos). El análisis de estos casos ilustra sobre las representaciones sociales que sobre las parejas, las masculinidades y las feminidades, guían las acciones de las y los profesionales intervinientes. Así un joven psicólogo del proyecto de salud familiar, en el cual un equipo interdisciplinario realiza atención domiciliaria a familias identificadas como vulnerables, comentó:

Hay maltrato, hay unas que maltratan físicamente, psicológicamente a sus esposos; como también a nivel cultural el machismo se ve muy arraigao (sic) pues en la sociedad, la dependencia económica es un factor que genera mucha violencia al interior de las parejas, si. La mujer, entre los muchos casos que yo he tratado, es aquella persona sumisa, reacia a reaccionar, a dejar que la sigan maltratando, por el miedo a no tener alimentos para mañana, porque sus hijos se van a quedar en la calle y se van a morir de hambre, etc, etc, y prefieren asumir las consecuencias, un abuso, una violencia a cualquier nivel; si, por no perder esa seguridad, como lo decía ahora, básicamente eso es lo que yo he encontrado en las parejas que he tratado. GF2

En los grupos conformados sólo por mujeres, aunque no era parte de la guía de preguntas, emergió una categoría analítica de gran interés, que se denominó "ellas y nosotras," en referencia a cómo se percibían en relación con las mujeres víctimas, pues coincidieron en señalar que ellas también habían sido afectadas directamente por dicha violencia. Las profesionales intervinientes ("nosotras") se identifican en cierta medida con "ellas", pero las consideran mujeres sometidas por la dependencia económica y afectiva de sus parejas. De esta forma, en sus discursos se develan percepciones de asimetrías entre las mujeres atendidas y las intervinientes, quienes se consideran más capaces de superar la violencia por motivos laborales, económicos y psicológicos. Asimismo evidencian diferencias generacionales entre "ellas" y "nosotras," en los valores, que juzgan importantes en la génesis de la violencia. Ello puede dificultar el establecimiento de una relación horizontal con las mujeres atendidas y tratarlas como ciudadanas iguales, sujetas plenas de derecho. En este sentido, Esperanza una médica de 52 años comentó:

Casi la gran mayoría, las relaciones que nosotros teníamos en las épocas anteriores, son relaciones que lograban el reconocimiento, no llegaban pues de una, a acostarse y eran casados... y si quedaba en embarazo, inmediatamente se tenían que casar. Había que responder y responder era casarse, tuviera o no los medios y tuvieran o no la intención de casarse, hoy en día las relaciones rápidamente llegan a tener intimidad, entonces rápidamente llegan a un embarazo y son relaciones que se tienen que precipitar a una unión por quedar en embarazo, la familia a usted no la apoya, la familia tampoco entonces... Yo hago ingresos prenatales en un consultorio particular en una EPS, y allá ¿que pasa? esos ingresos prenatales que uno ve: 14 o 15 años y "¿usted está contenta en el embarazo, soltera, está contenta? Pues sí muy angustiada porque me echaron de la casa"y la echaron de la casa, y en estos días hubo un ingreso, ella con 17 años y él de 35, una relación patológica, porque la muchachita, el hermano del esposo, del que quedó en embarazo, era el compañero de la mamá, ella vivía con el papá, pero iba a visitar a la mamá y se enamoró del hermano... GF1

La representación gráfica de la red o network sobre los casos significativos y su relación con las y los profesionales intervinientes se esquematiza en la figura 3. De las declaraciones respecto a estos casos significativos se derivaron los códigos y categorías que permitieron comprender representaciones centrales para el problema en estudio como la representación de pareja. Al respecto, es llamativo que en una región con un ascendiente católico tradicional tan marcado, circulen entre diferentes grupos como los de algunos profesionales intervinientes, representaciones polémicas en las cuales la heterosexualidad no es la única opción para las parejas, bien sea que quieran o no conformar familias. Asimismo la convivencia de la pareja bajo el mismo techo también se considera electiva, aunque tengan hijos en común (Ariza, 2012).

Los Contextos explicativos de la violencia en las relaciones de pareja

Dada la intencionalidad política y ética de esta investigación se definió que con la información recopilada se construiría una explicación provisional (no causal) que permitiera vislumbrar líneas de intervención social al respecto. Mediante los datos obtenidos en la revisión documental no sistemática efectuada, la cronología de antecedentes y directrices jurídicas nacionales e internacionales, el análisis de los discursos divulgados en la prensa regional, y de los acopiados a través de las entrevistas y los grupos focales, se identificaron tres contextos explicativos principales de esta violencia en Medellín, en la primera década del siglo XXI: el sociocultural, el económico y el político. Así, las condiciones estructurales establecidas fueron la inequidad de género en el contexto sociocultural, la división sexual del trabajo en el contexto económico y la dominación masculina en el contexto político (Ariza, 2012, pp. 257-266). Esto significa que como en otras partes del mundo, pero con algunas acentuaciones regionales, en estos tres contextos de la violencia en las relaciones de pareja subyacen las construcciones de género. El esquema gráfico de dichos contextos con sus condiciones estructurales y coyunturales es presentado en la figura 4.

En el contexto explicativo sociocultural, los discursos más tradicionales que contienen representaciones hegemónicas fundamentadas en las tradiciones judeocristianas y conservadoras se encuentran en tensión con los discursos emergentes que develan una ética civil en la cual la violencia en las relaciones de pareja es considerada un delito, como se ilustra en la figura 5.

En el contexto económico, la división sexual del trabajo tradicional aunada a la concepción mercantilista neoliberal predominante, hace que las personas consideren que los derechos, el poder y la autoridad se derivan de los ingresos monetarios. Así algunas mujeres, como Jenny, justifican su tolerancia a la violencia, por su falta de autonomía laboral y económica,

... como te digo el asunto del trabajo es muy difícil. Para mí, decir no... ustedes salgan, consigan trabajo, salgan adelante... eso me parece carreta, porque el hecho es otra cosa. Hay que tener, pienso yo, mucha paciencia. Perdonar realmente de corazón es muy importante. Mientras uno organiza su vida con paciencia, tratar de mejorar la convivencia, mientras uno puede organizar toda esa la parte laboral. Qué es lo que lo lleva a uno... porque es desde que uno esté laborando bien y en una parte fija, única, toma sus decisiones. Yo no puedo decidir esto.... de aquí, ni hago esto o lo otro ¿sí me entiende? E10.

Dado que por las dificultades del mercado laboral ha aumentado el desempleo masculino mientras que la empleabilidad femenina es mayor en el sector de la economía de servicios, cuando las mujeres son quienes asumen la proveeduría económica de la familia al laborar de forma remunerada, se perciben con mayor autonomía y con frecuencia, esto desata conflictos con sus parejas renuentes a ceder o negociar su autoridad patriarcal, cuestionada por la falta de ingresos.

Las asimetrías en la división sexual y social del trabajo, reforzadas culturalmente, inclinan la balanza en favor de los hombres por así decirlo; en otras palabras son injustas e innecesarias y por lo tanto constituyen inequidades, como se expresa en la figura 6.

En el contexto político la dominación masculina es la condición estructural identificada en relación con el poder no sólo político sino también social y jurídico. Esta categoría emergió en la revisión historiográfica, a partir de categorías como el derecho masculino al castigo; en los discursos publicados en la prensa regional donde se presenta a los hombres con mayor poder de decisión colectiva política; así como en la categoría de poder asimétrico entre hombres y mujeres, encontrada en los discursos recopilados mediante las entrevistas y los grupos focales. En las representaciones sociales que hacen visible estas asimetrías de poder se pueden incluir la incipiente construcción de autonomía política femenina y el desconocimiento de los derechos de las mujeres, por amplios sectores de la población, lo cual incluye a algunos de los mismos profesionales intervinientes.

La dominación masculina como señaló Bourdieu (2007) significa la relación entre un grupo que se considera superior (el de los hombres) y otro subordinado (el de las mujeres), en el cual la asimetría de poder es mitigada por las obligaciones mutuas y por la interiorización del discurso del colectivo dominador por el grupo dominado, que contribuye así a su propia subordinación, por lo general sin darse cuenta.

Aunque es innegable el cambio en las relaciones de género que se ha presentado con mayor intensidad desde la segunda mitad del siglo XX, esta dominación masculina se presenta no sólo en las parejas y las familias sino en la sociedad en general considerando que priman los pactos patriarcales5 en las instituciones, las normas y las leyes. La autora argentina Mabel Gabarra (2011) señala que la "naturalización" o "normalización" de esta violencia simbólica, la hace prácticamente invisible, tanto para los dominadores como para las dominadas y trae a colación un claro ejemplo tomado de la literatura:

Estas reflexiones de Bordieu acerca de la violencia simbólica me remiten a un libro de Frantz Fanon, denominado "Piel negra, máscaras blancas" (1952), leído hace ya largo tiempo, que hablaba de quienes siendo negros asumían el lenguaje de sus colonizadores y donde trataba de entender porque los negros adoptan los valores de los subyugadores blancos y los resultados que eso produce. Se preguntaba porque al negro de Antillas le gustaba tanto hablar francés, el idioma de los colonizadores, analizaba como aceptando el concepto del opresor sobre lo que son los oprimidos es aceptar que son lo que él dice que son.

Para Bordieu (2007) la única forma de romper con esa relación de complicidad es transformando de forma radical las condiciones sociales de producción, pues las conciencias de las mujeres dominadas están configuradas por las mismas estructuras de dominación y en razón a ello, no basta con develar el engaño.

Respecto a la dominación masculina, en Medellín pese a los avances culturales puede afirmarse que el poder político continúa siendo patriarcal y clerical en gran medida, pues en el contexto político se siguen reproduciendo representaciones sociales que privilegian la ética judeocristiana más que la ética civil, así como la discriminación tradicional entre lo público masculino y lo privado femenino y la división sexual del trabajo. Como ejemplo de ello es posible apreciar que las decisiones relevantes para la ciudad siguen estando concentradas en los hombres (Secretaría de las Mujeres & CINDE, 2010, p. 28). Uno de los principales escenarios del debate político municipal, el Concejo Municipal en los dos últimos períodos (desde el año 2008) ha estado conformado por 18 hombres y 3 mujeres, elegidas por votación popular (Concejo de Medellín, 2011).

Discusión

Esta investigación asumió nuevas perspectivas en el análisis de la violencia en las relaciones de pareja al considerar que las representaciones sociales de tal violencia se insertan en los discursos sociales y, en este sentido, además de consultar a los agresores y a las víctimas, se estimó posible estudiar dichas representaciones a partir de su circulación en medios de comunicación escritos y en diferentes grupos sociales como los conformados por las y los profesionales intervinientes.

A partir de una postura epistemológica feminista crítica se partió del reconocimiento de que las perspectivas psicológicas individualizadas, biomédicas y que asumen esta violencia como una patología, han sido insuficientes para abarcar la complejidad de este problema social, en consideración a los discursos y las relaciones de poder subyacentes. En este sentido, no se niega el compromiso de la constitución psíquica subjetiva individual, pero se resalta que las construcciones culturales de género, en interrelación con las condiciones políticas, de clase social y etnia, son así mismo constitutivas de las lógicas, que hacen posible la violencia en las relaciones de pareja.

La comprensión de esta violencia involucra uno de los principales dilemas políticos del feminismo contemporáneo como lo es el abordaje de la diferencia sexual como construcción subjetiva inconsciente, sin abandonar la significación sociocultural y política de la categoría analítica de género, que permite develar relaciones de poder asimétricas en las parejas y en la sociedad. Este dilema es importante para la construcción de políticas públicas al respecto, en las cuales puedan converger simultáneamente múltiples actores sociales, que concurren tanto en los episodios de violencia, como en las esferas públicas, en las redes sociales y dentro de éstas en los servicios de atención.

Las representaciones sociales de las feminidades, así como la revisión bibliográfica permiten cuestionar la fuerza de la constitución psíquica subjetiva tradicional de las mujeres, orientada hacia el sacrificio y la abnegación en pos del beneficio del otro; lo cual hace que sus sentimientos hacia la pareja generen discursos y acciones ambivalentes, es decir que pretenden resolver los conflictos de acuerdo a los derechos conquistados pero a la vez esperan un reconocimiento por el sufrimiento padecido (Gallo et al, 2010).

En los distintos discursos analizados, a partir de la consideración histórica de esta violencia como inapelable, se advierten tendencias hacia el cambio y aún transiciones, acordes con la transformación de las representaciones sociales respecto a las relaciones de género tradicionales y la construcción de una modernidad laicicista y la adopción de una ética civil, expresadas en representaciones sociales emancipadas que estiman, en mayor proporción, la violencia física de pareja como intolerable, dada su tipificación como un delito, y el cuestionamiento de los contraderechos patriarcales como el derecho masculino al castigo de la mujer en las parejas.

La revisión de prensa efectuada permite visibilizar cómo, en la primera década del siglo XXI, ésta se ocupa cada vez con mayor frecuencia de la violencia en las relaciones de pareja, en Medellín. En cuanto a la función de construcción de la opinión pública la prensa juega un papel destacado tanto en lo concerniente a la reproducción de las representaciones sociales hegemónicas, como en la tensión de éstas con las representaciones polémicas, las cuales contribuyen a la formación de una masa crítica que puede contribuir a incentivar ciertas transformaciones en las relaciones de género, con base en la popularización de los saberes académicos y políticos feministas.

La teoría de las representaciones sociales permite analizar tiempos cortos, mientras que otros abordajes metodológicos como el de la historia de las mentalidades, son más apropiados para los estudios de períodos más largos (Jodelet, 1988). En consideración a ello en esta investigación la historia discursiva se articuló con la teoría de las representaciones sociales, para analizar la violencia en las relaciones de pareja, en lapsos breves del periodo comprendido, desde el siglo XVI hasta el siglo XX. De esta revisión, emergió la representación del llamado derecho masculino al castigo.

Aunque con diferencias en los enfoques, puede afirmarse que la teoría de las representaciones sociales y las perspectivas menos radicales del análisis del discurso como la de Teun van Dijk (2000), tienen coincidencias en lo relativo a reconocer la importancia de la comunicación y los sujetos activos, pues ambas se centran en el estudio y el análisis de los discursos sociales. Para facilitar un posible proceso de "fertilización cruzada", es posible desarrollar la teoría de la representación social desde una perspectiva dialógica, basada en la relación entre procesos y contenidos, contexto y representaciones sociales, microcontextos interpersonales y macrocontextos culturales, representaciones sociales y comunicación, dimensiones temporales contingentes y memoria colectiva-histórica, así como entre métodos cuantitativos y cualitativos (De Rosa, 2006).

Jonathan Potter (1985), uno de los principales ponentes de la psicología discursiva radical, ha criticado la teoría de las representaciones sociales por los problemas epistemológicos que pueden surgir, si no se analizan las propias representaciones de los investigadores, o si no se abordan las actividades realizadas por las personas cuando están construyendo significados.

Sin embargo, para Moscovici (2007) el análisis del discurso si puede contribuir a complementar y profundizar su teoría, la cual considera "en construcción". Para este autor más que "verdadera", su teoría es útil, ya que aporta una visión dinámica e histórica de los fenómenos sociales, al fomentar la práctica de descubrimiento, de hacer frente a los problemas sociales, y a la construcción de sentido. En este sentido, la generación de conocimiento y de significado son procesos más sociales que individuales, porque tienen lugar en el curso de luchas políticas e ideológicas, en las cuales la comunicación y la participación social juegan un papel destacado.

La investigadora mexicana Tania Rodríguez (s. f.) coincide con Moscovici en calificar el campo teórico de las representaciones sociales como abierto y plural, tanto en lo que atañe a sus premisas epistemológicas y teóricas, como a sus estrategias metodológicas. De igual forma esta autora, señala el doble carácter práctico y discursivo de las representaciones sociales, pues por un lado orientan la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social y por otro constituyen sistemas simbólicos culturales (Rodríguez Salazar, 2007).

La vertiente procesual, propuesta por Moscovici (1963), de la teoría de las representaciones sociales centra su atención en el análisis del conocimiento social del sentido común, el cual adopta los contenidos científicos, reelaborándolos de forma creativa en la interacción social. Como se muestra en esta investigación, es de gran utilidad para analizar en su complejidad, la violencia en las relaciones de pareja, con el propósito de prevenirla e intervenirla. De este modo, una línea metodológica que puede ser objeto de mayor desarrollo, es el estudio de las prácticas sociales relacionadas con tal violencia y su relación con las representaciones sociales que las guían.

El análisis efectuado en esta investigación, da cuenta de las posibilidades académicas, políticas y éticas, de las articulaciones entre las corrientes feministas contemporáneas, la salud pública latinoamericana y la teoría de las representaciones sociales para lograr que el desarrollo conceptual de esta violencia como problema social y de salud pública se traduzca en la cualificación de las políticas públicas existentes, para que propicien cada vez más, la construcción de formas de ciudadanía, que permitan a las mujeres y a los hombres disfrutar de relaciones de género más equitativas y que les posibiliten vidas libres de violencias y felices, tanto en los ámbitos públicos cómo en los privados.


Pie de página

3Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar, en el cual laboran múltiples profesionales, en especial abogadas de la Fiscalía, quienes cuentan con el apoyo de psicólogos, para algunos casos.
4Los nombres han sido cambiados para garantizar el anonimato de las personas informantes.
5Como señaló Celia Amorós (1990), los pactos patriarcales son los acuerdos entre los hombres como iguales, mediante los cuales se configuran como un colectivo dominador, cohesionado e identificado alrededor de proyectos comunes respecto a las relaciones de género, en contraposición a la atomización y la rivalidad promovida entre las mujeres. Estos pactos no son totalmente explícitos, aunque si se han construido históricamente, parecen "naturales," lo cual los hace pasar desapercibidos tanto para hombres como para las mujeres, a la vez que permiten que los hombres se apoyen unos a otros, por el mero hecho de ser hombres, aunque no se conozcan. En contraposición al papel activo de los hombres, en estos pactos las mujeres son tomadas como objetos transaccionales.


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Recibido: Marzo 21 2013 Revisado: Abril 29 2013 Aceptado: Mayo 23 2013