SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.6 issue1Social representations of Intimate partner violence in Medellin in XXI century author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


CES Psicología

On-line version ISSN 2011-3080

CES Psicol vol.6 no.1 Medellín Jan./June 2013

 

Las representaciones sociales del enemigo: la organización de un campo en tensión1

Social representations of the enemy: an organization of a field in tension

Luz Andrea Suárez Alvarez2, Carlos Darío Patiño3, Daniel Camilo Aguirre Acevedo4
2Universidad Pontificia Bolivariana, 3Universidad de San Buenaventura, 4Universidad de Antioquia, Colombia.

1 Esta investigación se realizó durante el periodo 2008-2012 por Luz Andrea Suárez Álvarez y Carlos Darío Patiño Gaviria, en la Línea de Psicología Social de la Maestría en Psicología, programa adscrito al Departamento de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, Medellín.
2 Psicóloga, Magíster en Psicología. Docente investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia. andrea.suareza@upb.edu.co
3 Sociólogo, Magíster en Educación y Desarrollo. Docente investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, Medellín, Colombia. carlos.patino@usbmed.edu.co
4 Estadístico, Magíster en Epidemiología, Candidato a Doctor en Epidemiología. Docente investigador de la Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. camilo.aguirre@neurociencias.udea.edu.co

Forma de citar: Suárez Alvarez, L.A, Patiño C.D. & Aguirre Acevedo, D.C. (2013). Las representaciones sociales del enemigo: la organización de un campo en tensión. Revista CES Psicología, 6(I), 159-179.


Resumen

El presente artículo es resultado de uno de los componentes de la investigación "Representaciones sociales del enemigo, construidas a través de la memoria social entre sujetos desmovilizados de grupos de Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)". Este componente se centró en el estudio de la organización de las representaciones sociales del enemigo, construidas entre los participantes; asimismo, se realizó una lectura psicosociológica de los contenidos que conforman el campo, articulando la teoría de las Representaciones Sociales con aportes de otras alternativas teóricas. La interpretación se orientó a partir de los resultados del análisis de clases latentes. Se utilizó como técnica de generación de datos la asociación libre de palabras. La mayor parte de los contenidos se organizan en torno a tres clases, en las que sobresale una inclinación aversiva contra el que se coloque en la posición de enemigo, destacándose los efectos que tiene haber participado en el conflicto armado. Estas imágenes del enemigo se relacionan con emociones y actitudes como las de eliminarlo, temerle u odiarlo. Una de las clases, la de menos incidencia, ofrece la consideración de prácticas conciliatorias.

Palabras claves: Enemigo, Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR), Postconflicto, Representaciones Sociales, Análisis Estructural.


Abstract

The present article is the result of one of the components of the research project "Social representations of the enemy in the social memory among the demobilized individuals of the groups of the United Self-Defense Forces of Colombia (AUC)". This component is the study of the organization of the social representations of the enemy, constructed by the participants of the conflict. It is based on the psycho-sociological theories related to the field, the Theory of Social Representations, as well as other theories. The interpretation was based on the results of the latent class analysis. Free associations of words were used as a data generation technique. The contents are organized mostly around three groups. Attitude to the enemy distinctly is formed around the aversive feelings under the influence of the armed conflict. Enemy image is related to emotions and attitudes such as elimination, fear or hatred. Only one group, the one of less impact, suggests consideration of reconciliation.

Keywords: Enemy, Disarmament, Demobilization and Reintegration (DDR), Post-Conflict, Social Representations, Structural Analysis.


Introducción

Colombia ha sido escenario de luchas armadas entre grupos paramilitares, guerrilleros y el Estado; de desplazamientos forzados de población, de discursos políticos guerreristas difundidos por los medios de comunicación, de disputas territoriales y de un conflicto armado cuya financiación en las últimas décadas se ha sustentado en el narcotráfico. Incluso, la conflictividad política, con expresiones armadas en hechos de violencia, o a través de la descalificación del contrario en plazas públicas o en recintos eclesiales (púlpitos), ha sido provocadora de la formación de bandos que han tratado de eliminarse el uno al otro. En distintos momentos, el Estado colombiano ha promovido procesos de paz y reconciliación entre los contendores, bien como fruto de las demandas sociales, o como estrategia de convivencia y, en los últimos años, ha venido construyendo una serie de políticas en pro del Desarme, la Desmovilización y la Reinserción (DDR) de miembros de grupos armados al margen de la ley, guerrilleros y paramilitares. Según la experiencia internacional y los desarrollos teóricos, se considera al DDR como un proceso complejo, ya que sus tres elementos tienen sentidos que los diferencian y en cada uno se realizan acciones particulares y participan distintos actores5 (Alonso & Valencia, 2008; Arbeláez, 2007; Medina, 2007).

En el año 2003 se comenzó a concretar en Colombia el proceso de DDR, a partir de una firma de acuerdos en los que combatientes del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) dejaron sus armas y comenzaron el proceso de reinserción a la vida civil (Caramés, Fisas & Luz, 2006). En la ciudad de Medellín se dio en éste año la desmovilización del bloque Cacique Nutibara y posteriormente se llevó a cabo con los bloques Héroes de Granada, Catatumbo, Pacífico, Bananero y otros bloques, siendo esta la primera ciudad de Colombia en enfrentarse a un proceso de DDR (Alonso & Valencia, 2008).

En el año 2005 se creó en Medellín el programa Paz y Reconciliación6, con el fin de lograr exitosamente el DDR; este programa se propone el regreso a la legalidad de los desmovilizados de grupos de Autodefensas y de Guerrillas, estableciendo un proceso de reparación y reconciliación entre víctimas y victimarios que permita la participación activa de todos los sectores implicados en la sociedad (Alcaldía de Medellín, USAID & OIM, 2007).

Fusato (2003) plantea que "el proceso DDR soporta la transición de la guerra a la paz garantizando un ambiente seguro, siendo la base de la transición de los excombatientes hacia la vida civil, y habilitándolos para que generen su propio sostenimiento económico a través de medios pacíficos" (p. 136). Guerra y Plata (2005) consideran que para el tema de la convivencia se plantean los siguientes campos de acción en la perspectiva del postconflicto: confianza, sostenibilidad, diálogo y solidaridad. De esta manera, conceptos como transición, ambiente seguro, vida civil, habilitación, propio sostenimiento, medios pacíficos, sugieren un acercamiento al sentido de los tres elementos que conforman el DDR.

Ahora bien, Theidon y Betancourt (2006), manifiestan que los programas DDR implican una transición, tanto por parte de los combatientes que dejan sus armas, los gobiernos que buscan una salida del conflicto, como para las comunidades que reciben a los desmovilizados. Estas mismas autoras mencionan que la transición a cada nivel implica una ecuación compleja, conflictiva, dinámica y que, dicha ecuación se complica mucho más cuando un país (como Colombia) busca implementar el proceso en medio de una guerra. Frente a esto considera Caramés (2008) que la finalización de los conflictos armados no es sencilla, y su final no significa el retorno a una atmósfera de paz.

En esta misma línea, en el informe del Observatorio de procesos de Desarme, Desmovilización y Reinserción (ODDR) se plantea que "El tránsito hacia nuevas perspectivas, y las nuevas actuaciones sociales y personales no son asunto de un instante. Tampoco es cuestión de un borrón y cuenta nueva, pues no es posible el olvido" (2010, p. 5). El logro de un ambiente de confianza que siente las bases para la construcción de relaciones pacíficas se hace difícil teniendo en cuenta que "Una vez finalizada la guerra quedan legados de esta y de sus lógicas que perviven por largo tiempo, tales como las dicotomías y las oposiciones radicales entre buenos y malos, entre amigos y enemigos, entre víctimas y victimarios, de los cuales parece ser muy difícil desprenderse" (ODDR, 2010, p. 6)7.

Es por esto que los procesos de DDR están inscritos en tensiones sociales que en ocasiones expresan desinterés, pero también prevenciones, prejuicios y estigmatizaciones, las cuales operan como obstáculo para dar curso a las iniciativas. Además, estos procesos constituyen dinámicas complejas, que tienen lugar en un entramado de factores políticos, sociales, económicos, culturales y psicosociales, que son necesarios comprender en su particularidad y en su articulación transversal. Para los ex combatientes está implicada la subjetivación de su experiencia y la generación de capacidades para la construcción de nuevas formas de ciudadanía (ODDR, 2010).

Son precisamente estos procesos de subjetivación en el proceso de DDR los que atañen al enfoque de la presente investigación, dado que hacen referencia a los aspectos psicosociales que tienen lugar en este complejo proceso de reintegración a la vida civil y que en gran parte son desconocidos. Uno de esos aspectos lo constituye la desconfianza de los desmovilizados frente al Estado y a la sociedad (Guáqueta, 2005). La desconfianza adquiere el matiz de un sentimiento social, que se nutre del miedo, la humillación y la desesperanza (Moisi, 2009) y por tanto se introduce en la vida cotidiana del excombatiente en tanto este se ve abocado a compartir espacios sociales e institucionales con desmovilizados de aquellos grupos que combatió. Su vida y la de su familia es el centro desde el cual se mira el horizonte de la desmovilización.

De acuerdo con Guáqueta (2005), es evidente que antes del desenlace de las hostilidades existe un proceso previo que lleva a la población a considerar el enfrentamiento armado como inevitable. El principal elemento de ese proceso previo es la existencia del enemigo, condición imprescindible de la guerra. Todas las demás justificaciones se articulan en función de esta idea. Puede existir enemigo sin que exista guerra, pero no al contrario. En este sentido, asumir a otro grupo social como enemigo irreconciliable, es uno de los principales problemas de recuperación psicosocial cuando los combates terminan (Guáqueta, 2005).

Es así como el enemigo no deja de existir para los desmovilizados, puede aparecer como realidad inminente, amenaza próxima, recuerdo constante, imagen proyectada sobre alguna alteridad o como idea arraigada. Todo ello da lugar a la construcción de prejuicios, estereotipos o incluso actitudes ante quien "parezca" adoptar el lugar, el rol o la posición de adversario, oponente o contradictor en cualquier situación de la vida civil. Estas construcciones se configuran en representaciones sociales del enemigo, en la medida en que tienen como consecuencia (y le son inherentes) prácticas sociales y sentimientos que irrumpen constantemente, que hacen que su vida actual sea un estado de constante alerta, de prevención continua, donde "no se puede bajar la guardia porque lo que está en juego es la propia vida"8.

Este estudio sobre representaciones sociales del enemigo es fundamental en la medida en que posibilita la aproximación a la "visión de mundo" que tienen los excombatientes participantes hoy de programas de DDR, así como sus modos de acción, pues el conocimiento del sentido común es el que la gente utiliza para actuar o tomar posición ante los distintos objetos sociales (Abric, 1994).

De acuerdo con Jodelet (1996), la noción de representación social refiere a la manera en que los sujetos sociales aprenden los acontecimientos de la vida diaria, las características del medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas del entorno próximo o lejano. Concierne (pero no es igual) al conocimiento espontáneo, ese que habitualmente se denomina conocimiento del sentido común. Bajo sus múltiples aspectos, el conocimiento del sentido común intenta dominar esencialmente el entorno, comprender y explicar los hechos o ideas que pueblan el universo de vida o que surgen en él, actuar sobre y con otras personas y situarse respecto a ellas.

Ahora bien, es necesario considerar que ese conocimiento del sentido común, conformado en gran medida por representaciones sociales, se constituye a partir de las experiencias de los sujetos, de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que reciben y transmiten a través de la tradición, la educación y la comunicación social (Jodelet, 1989).

Lo anterior expresa uno de los aspectos por los cuales los modelos de acción y comprensión del mundo que se manifiestan en las representaciones sociales, constituye un objeto de carácter psicosocial, en la medida en que se trata de un conocimiento socialmente elaborado y compartido (Jodelet, 1989). En este sentido, plantea Moscovici (1996) que el concepto de representación social es pertinente para hacer referencia a fenómenos que se anudan en la comunicación humana, en la comunicación de masas, en la influencia colectiva como en los fenómenos lingüísticos. Pero también incluye aquellos que se manifiestan en la ideología, como los prejuicios, los estereotipos, las creencias y demás, que son simultáneamente, componentes de las representaciones sociales.

Pero hay otro aspecto que le confiere una naturaleza psicosocial a las representaciones sociales: la función que ellas tienen en la vida de los seres humanos, pues permiten la comprensión del mundo y de los objetos, la comunicación entre los sujetos, al proporcionar significaciones compartidas y la conformación de identidades personales y sociales y, con ello, la configuración de pertenencias grupales (Ibáñez, 1994).

En este sentido, este componente de la investigación tuvo como propósito realizar un acercamiento a la dimensión estructurada de las representaciones sociales del enemigo, en particular a su organización, construidas por sujetos desmovilizados de grupos de las AUC, vinculados al Programa Paz y Reconciliación, luego de cinco años aproximadamente de desvinculación. Asimismo, se quiso realizar una lectura psicosociológica de los contenidos que componen la organización de las representaciones sociales, de manera que pudiera situarse en el contexto socio-histórico actual la construcción de las mismas9.

Método

El método es una reflexión que emana de la teoría; son inseparables. El abordaje de las representaciones sociales aquí expuesto, fue orientado por el enfoque estructural de las representaciones sociales, el cual se refiere, de acuerdo con Banchs (2000), a un modo de apropiación de la teoría. A la luz del enfoque estructural, una representación social se define por dos componentes: por un lado, su contenido (informaciones y actitudes) y, por el otro, la organización y jerarquización que configuran el contenido de la representación (el campo de la representación). Por tanto, no es únicamente el contenido en sí mismo lo que debe de ser investigado, sino también la organización de ese contenido (Abric, 1994). Sobre este aspecto cabe señalar que la teoría con enfoque estructural vincula la organización con el estudio del núcleo central. Para el caso de este estudio, se omite acudir al estudio del núcleo central, pues antes que conocer las relaciones entre los componentes, lo que se ha pretendido es distinguir estos, según su organización por clases latentes, es decir, agrupaciones de palabras que concentran imágenes y significados en torno a un objeto representado; en su conjunto, como dice Knapp, Suárez y Mesa (2003) "forman una red de elementos tejidos por combinaciones de unas y otras" (p. 27).

Jodelet (1989) considera que el estudio de la estructura de las representaciones sociales se realiza a partir de los contenidos representativos, "tratados ya sea como campo estructurado o bien como núcleo estructurante. En el primer caso se despejan los constituyentes de las representaciones; en el segundo, se despejan las estructuras elementales alrededor de las cuales cristalizan los sistemas de representación" (p. 8). El presente estudio estuvo orientado a la identificación del campo estructurado de las representaciones sociales del enemigo, el cual, a partir de una abordaje estructural, "son examinadas a propósito de representaciones ya constituidas" (Jodelet, 1989, p. 8). La misma Jodelet afirma, en entrevista a Rodríguez (2003) que la organización de la representación, conlleva a encontrar elementos que son más estables, más compartidos por un público o un grupo, aunque también elementos que son menos estables, ligados a una coyuntura específica, con los cuales se puede hacer un análisis de carácter estructural, en el que se ve el conjunto estable, incluido el núcleo central. Por todo lo anterior es que se explica que este estudio corresponde a un enfoque empírico-analítico, orientado por la teoría de las representaciones sociales, en especial, por su enfoque estructural, correspondiente al análisis del campo de la representación, sin adentrarnos en el estudio del núcleo central. Por ello es una aproximación al fenómeno.

Técnicas e instrumentos

De acuerdo con Sánchez (2009), entre los métodos de recolección del contenido de las representaciones sociales, se encuentran los métodos asociativos, los cuales tienen una base menos controlada y más espontánea. Entre ellos tiene lugar la asociación libre de palabras, técnica empleada en el presente estudio, cuyo objetivo fue permitir la evocación espontánea de palabras en torno al enemigo. Las palabras asociadas por los participantes se tomaron en cuenta como variables observables, porque aparecen relacionadas explícitamente con la idea de enemigo.

La técnica de asociación libre es preferida para recolectar los elementos constitutivos del contenido de la representación, lo que explica su utilización sistemática en numerosas investigaciones como las citadas por Abric (1994). Este autor cita los estudios de "Di Gíacomo, 1981; Le Boudec, 1984: Monteil & Mailhot, 1988; Amerio & Píccoli, 1990; Verges, 1992, por ejemplo" (Abric, 1994, p. 60).

El instrumento empleado para la aplicación de la técnica fue una guía elaborada por los investigadores, que contenía unas recomendaciones e indicaciones, siendo una de ellas "escriba las palabras que se le ocurren cuando piensa en: ENEMIGO", para lo cual se propusieron 10 espacios para escribir las palabras. Esta guía se construyó teniendo en cuenta otras guías empleadas en estudios que implementaron esta técnica, las cuales permitieron a los investigadores formarse una idea general de la manera cómo se elaboraba el instrumento.

Muestra

La muestra sobre la que se aplicó la técnica de asociación libre de palabras estuvo compuesta por un número de 399 personas; fue establecida teniendo en cuenta tres criterios para los participantes: edad entre 20 y 40 años, ser desmovilizados de grupos de Autodefensas y ser participantes del programa Paz y Reconciliación. Así mismo, se buscó que los participantes que hicieron parte de la muestra fueran representativos en cuanto a género, zona de operación de las acciones del grupo armado al cual pertenecían (rural/urbana), lugar de residencia actual y nivel de escolaridad.

Procedimiento

Para la implementación de la técnica de asociación libre de palabras, la guía se aplicó en los escenarios de intervención a los que acuden con frecuencia los participantes del programa Paz y Reconciliación a los talleres psicosociales. La aplicación de las guías estuvo a cargo de los investigadores y de los psicólogos del programa Paz y Reconciliación.

Para la recolección de la información se realizó con los grupos de participantes un encuadre en el que se dio a conocer una idea general de la investigación que se estaba realizando, así como los criterios éticos que la orientaban. De igual forma, se dio como indicación a los participantes declarar todas las palabras que se les ocurriera cuando pensaban en la palabra inductora: enemigo. Estas palabras las debían escribir en el orden en que emergieran a su pensamiento y tenían para ello un tiempo limitado, de aproximadamente 10 minutos10.

Análisis de datos

Una vez aplicada la técnica, se realizó el proceso de codificación de datos y se realizaron ejercicios de depuración, eliminando las palabras que eran consideradas sinónimas de otras y que pudieran ser referidas como una misma palabra. Se logró reducir11 el número de palabras a 149, teniendo en cuenta que para este tipo de análisis multivariados el número de variables (palabras) por participantes idealmente debe ser entre 5 y 10. En la lista final se incluyeron sólo 37 palabras de las 149 iniciales, las demás palabras dada su baja frecuencia no permitían discriminar claramente sobre la dimensión a la cual pertenecían. La lectura sobre la clase o dimensión a la que pertenece se realizó mediante el cálculo de la probabilidad de pertenecer a la clase, dado que fue evocada la palabra por el individuo.

Para el tratamiento de los datos generados con la técnica de asociación libre de palabras, se realizó un Análisis de Clases Latentes (ACL), el cual constituye una herramienta estadística cada vez más importante en las ciencias sociales y humanas, que permite la identificación de variables latentes que pueden ser medidas a partir de una serie de variables manifiestas u observadas (Serrano, 2011). Este análisis permite encontrar perfiles de acuerdo a características en común que son compartidas por los individuos, así como encontrar conjuntos de palabras más claros mediante criterios a priori establecidos y de manera objetiva (Lazarsfeld, 1950; Vermunt, 1999). El modelo de cuatro clases empleado, tiene un índice BIC=8871,8, entropía=0,76 y un valor p bootstrap=0,054.

Una observación que se quiere agregar es que el análisis teórico de los datos se hizo a la luz de los conceptos centrales de la teoría de las representaciones sociales, en dirección a fundamentar su carácter constructivo y orientativo de prácticas y de modos de relación social. Sin embargo, en algunos momentos se apela a propuestas teóricas complementarias para nutrir la comprensión, entendiendo que hay aspectos que la teoría no resuelve directamente, como es el carácter pragmático y performativo de las palabras con las cuales los colaboradores se refieren al enemigo. Este apoyo ha sido sustancial y elude cualquier lectura dogmática y excluyente de la teoría de las representaciones sociales.

Resultados

Consideramos que la organización de los conocimientos sociales construidos en torno al enemigo, permanece latente para los desmovilizados, pero opera en sus modos de pensar, sentir y actuar frente al que consideran como tal; esta organización latente se visualizó a través de las palabras, lo que supone que con ellas se evocaron imágenes y significados articulados. Entendemos, desde esta perspectiva, que las palabras evocadas por los participantes cobraron un valor de dimensión explícita, que nos dio indicios para dilucidar la manera como los diferentes contenidos se agrupan y conforman las significaciones en torno al enemigo.

Aunque no se pretende asumir una postura determinista en cuanto al origen o proceso que ha dado lugar a las imágenes sociales del enemigo, expresadas a manera de asociaciones léxicas, consideramos que el papel cumplido en el interior del grupo armado de las AUC, ha tenido un valor fundamental y proporciona uno de los marcos principales para situar y entender la configuración de ese campo de representación. Por ende presentaremos un modo de objetivación de esas representaciones sociales.

Vamos a mostrar a continuación las cuatro (4) clases encontradas a partir del modelo estadístico seguido, en las que se condensan las imágenes, los prejuicios o los estereotipos que expresan el campo de las representaciones sociales del enemigo. Dicha organización hace referencia a clases diversas, no necesariamente correspondientes entre sí, en las que ciertas palabras se asocian para conformarlos.

En la clase 1 se agrupan las palabras: pirobo, asesinar, gonorrea y guerra, siendo "pirobo" la palabra con mayor probabilidad condicional12. En esta clase se localiza el 36,5% de los participantes. Otras palabras empleadas, con alta significación dentro del conjunto son "gonorrea", "asesinar" y "guerra". La palabra "pirobo" tiene una probabilidad condicional de pertenecer a esta clase de 0.254, muy por encima de la probabilidad de aparecer en las otras clases, y es la más alta dentro de su clase, por lo cual, las demás se organizan en torno de esta. "Asesinar" es una palabra que tiene la segunda más alta probabilidad dentro de esta clase (0.183), pero su presencia en otra clase (la 3) también es alta. "Gonorrea" y "guerra" son las otras de alto índice dentro de la clase.

Todas juntas, como prevalecientes, hacen suponer una representación social cargada de pasiones aversivas frente al enemigo. La sola lectura de estas palabras evoca una imagen de negación radical del otro en "tiempos de postconflicto", dado su carácter despreciativo y lo que sugiere en términos de prejuicios y actitudes amenazantes. Según esta clase, el enemigo representa una posibilidad de eliminación inmediata o de exterminio.

En la clase 2 se encuentra el 26.3% de las palabras que asocian la idea de enemigo con la zozobra, palabras que indican que ante el enemigo (el otro) hay que tener cuidado; es aquél con respecto del cual hay que cuidar la vida. De ellas "miedo" es la palabra con mayor probabilidad condicional (0.556). Las otras son en orden descendente: muerte (0.390), peligro (0.374), problema (0.229), desconfianza (0.218), temor (0.204), malo (0.199), inseguridad (0.197), intranquilidad (0.170), cuidarse (0.129). Como puede verse en la tabla 1, se combinan emociones fuertes provocadoras de inseguridad con actitudes de conservación. En todo caso, la idea (o sensación) que subyace es la de que el enemigo puede estar agazapado esperando asestarles un golpe.

En la clase 3 se agrupan otras palabras emocionales y valorativas: maldad, odio, rabia, venganza, tristeza, rencor, desprecio e ira. "Odio" es la palabra con mayor probabilidad condicional (0.661), pero no solo de la clase en la que la estamos identificando, sino de todas las expresadas. "Rabia" es la segunda de la clase y la segunda de todo el conglomerado (0.634). "Rencor" es la tercera de las palabras con mayor probabilidad de pertenecer a esta clase, y puntúa con 0.571. En esta clase se encuentra un 19,1% de los participantes con palabras asociadas a la idea de enemigo relacionadas con otros sentimientos, solo que en este caso, son los que ego (colaborador, desmovilizado) experimenta contra un alter a quien consideraría su enemigo. Algunas de estas no están muy distantes de las palabras de la primera clase, como desprecio. Incluso "venganza" es una palabra que tiene una probabilidad mayor en todo el conjunto, que cada una de las palabras de la primera clase. Hay algo para subrayar: aunque la tercera clase es porcentualmente significativa, en su interior los valores son más altos que las palabras resaltadas de las otras clases (ver tabla 1).

En la clase 4 se encuentra un 18,2% de los participantes con palabras asociadas a la idea de enemigo: dialogar, paz, perdonar, tolerancia, pensar, pelear, amistad, vivir, acuerdo, respetar, reconciliar, ayudar, convivencia, comprensión. De todas ellas "dialogar" es la palabra con mayor probabilidad condicional de esta clase, y su probabilidad de ocurrencia frente a las otras es de 0.525, seguida de "tolerancia", que puntúa 0.248. En esta clase sobresalen palabras completamente diferentes a las que puntúan alto en las clases anteriores. Lo significativo es que aluden a imágenes sociales ligadas a procesos de paz y postconflicto y se aglutinan en torno al perdón y la reconciliación

La siguiente tabla muestra las cuatro clases encontradas.

Discusión

Para empezar, se debe hacer mención de quiénes son aquellos a los cuales se les considera enemigos. En otro artículo, Patiño y Suárez (2013, en prensa) identifican que los desmovilizados definen entre sí a un conjunto heterogéneo de actores sociales como enemigos. Inicialmente quedan identificados como tal un conjunto de entidades que representan la estructuración del sistema social: la sociedad y la división de clases. También se incluyen como referentes de enemigo a los sistemas políticos, como el Estado, el alcalde o el comunismo. Para algunos son enemigos también ciertas instituciones del Estado, entre las cuales están la policía, o actores contrarios como la guerrilla o las milicias urbanas. La imagen también se personaliza y adquiere nombre propio en personas que hacen parte de la cotidianidad y que asumen una posición de juicio y rechazo frente a ellos. De ahí que se identifiquen como tales a personas de la comunidad y compañeros de trabajo, a las mujeres, los ladrones, los sicarios y las pandillas. En una perspectiva de carácter moral, aparecen reconocidos como enemigos, la droga y el licor.

De esta manera, podemos establecer que la imagen producida sobre este objeto de las representaciones sociales es diversa, se refiere a la configuración de múltiples enemigos. Esta diversidad expresa también que el enemigo puede ser, para los desmovilizados, cualquier persona, institución, sistema o fenómeno social. Es todo aquel o aquello con lo que se tiene una desavenencia.

Ahora bien, teniendo en cuenta las cuatro clases latentes encontradas, los contenidos de las representaciones sociales se encuentran organizados en cuatro clases o conjuntos de significación, que soportan el modo de vida y acción construido como referente de sentido común por los desmovilizados en torno al enemigo. Una de las cuestiones que cabe resaltar es lo prolija de la representación social del enemigo, lo variada y múltiple y el modo como se combinan actitudes, prejuicios, estereotipos, afectos y acciones, tanto por cada clase, como en general. Sin embargo, queremos destacar que las palabras en sí, solo nos comunican algo latente que opera como telón de fondo de las acciones humanas: una inclinación a hacer de un enemigo un objetivo de ataque o de defensa. Solo en menor proporción, alguien con el cual construir diálogos o diferencias susceptibles de respetar.

Lo latente tiene que ver con las construcciones de sentido que subyacen a la subjetividad y que, cuando se utiliza este tipo de métodos, emergen a través de los contenidos objetivos que constituyen las representaciones sociales. En este sentido, las palabras dichas son indicios de algo que se va develando. Bien se sabe que las palabras designan los objetos a los que aluden, pero no son los objetos. Ellas, como repertorios semánticos portadores de significados, encierran imágenes, actitudes, actos por realizar, deseos, esperanzas, acciones, pero con ello le dan forma a la vida, a la experiencia. A través de las palabras se develan construcciones de realidad basadas en experiencias que se simbolizan en forma compartida, es decir, en el marco de una cultura determinada.

Por ello reconocemos que el lenguaje significativo es producto de la interdependencia social, las acciones exigen unas coordenadas formadas al menos por dos personas, entre las cuales ha de existir unos acuerdos básicos sobre el carácter significativo de las palabras, sin ello no logran constituir el lenguaje. Por ende, la certeza que poseemos acerca de la significación, no la proporciona la mente del individuo singular, sino que resulta de las relaciones de interdependencia. Si no existe interdependencia, no habrá objetos, acciones o medios para hacer que sean inteligibles (Gergen, 1996). Tal interdependencia se constituye en este caso, al formar parte de la vida social de los hablantes, es decir, al participar de las comunidades de sentido.

Las palabras impregnan habitualmente nuestras actividades, nuestra forma de hablar y de movernos, y también los objetos que tenemos y cómo los usamos (Gergen & Gergen, 2011). En este sentido, reconocemos que las palabras expresadas no representan un "hecho objetivo", que revela una realidad dada; ellas expresan las ideas, emociones, acciones y actitudes construidas en un contexto histórico-cultural por una población específica, que ha compartido la experiencia de participación en un grupo armado ilegal. De ahí que, así como los investigadores realizamos interpretaciones en torno a indicios de una construcción de realidad, concebimos también esa realidad como una construcción interpretativa, producto de modos de significar y de prácticas elaboradas por los sujetos en torno al objeto de la representación. Pero allí lo que también descubrimos es posibles formas de acción sobre quien sea puesto en el lugar de enemigo.

Una vez explícita nuestra postura frente a la realidad estudiada -realidad construida-, pasamos a realizar construcciones de sentido en torno a las cuatro clases latentes planteadas. Cada una de las clases encontradas contiene diferentes contenidos relacionados entre sí, y estructurados a partir de un significado nuclear, que se encuentra en estrecha relación con la palabra con mayor probabilidad condicional. A continuación revisaremos los contenidos de cada una de las clases latentes y el significado en torno al cual se articulan.

Según la tabla presentada, en particular en la clase 1, las palabras empleadas por los desmovilizados dan cuenta de una idea según la cual se descalifica o desacredita13 a quien es considerado como enemigo; ésta concepción cobra forma a través de la palabra con mayor representatividad estadística de esa clase: "Pirobo". Si bien este término no es reconocido como propio de la lengua castellana y por tanto, no podemos buscar su definición en términos semánticos, es una expresión utilizada habitualmente en determinados contextos de la ciudad de Medellín. Se trata de una palabra/imagen que hace parte de una nueva forma de simbolizar y expresar la realidad urbana, denominado por algunos autores "parlache".

Para Castañeda y Henao (1999), el parlache es una variedad del habla de los jóvenes de las comunas populares de Medellín (estratos uno, dos y tres), que surge como una respuesta de los grupos sociales que se sienten excluidos de la educación, la actividad laboral y la cultura. Un dialecto social de esta naturaleza, es la materialización de una visión del mundo claramente distinta a la dominante, y por eso resulta amenazadora (Castañeda $ Henao, 1999). Sin embargo, estos mismos autores plantean que la irrupción de este lenguaje ha sido tan fuerte que trascendió las fronteras de los barrios populares y se convirtió en una forma dialectal que manejan otros grupos sociales de la ciudad y del país, y que se expresa en programas de televisión (telenovelas y programas humorísticos), en películas y en textos escritos que hablan de la ciudad. De acuerdo con Castañeda (2005), la palabra pirobo en el léxico del parlache, denota una significación de "despreciable" (p. 179) y en el Diccionario del Parlache, construido como producto de su tesis doctoral, aparece éste término definido como: 1. "persona o cosa de poco valor. 2. "homosexual" (p. 284).

Teniendo en cuenta lo anterior, se acudió a revisar el uso contextual de esta palabra a través de la búsqueda en internet de lo que personas "del común"14 refieren con esta expresión, encontrando aspectos que se acercan a la definición dada por Castañeda: "Es una palabra de origen colombiano, fue creada en los estratos bajos de la ciudad de Medellín - Antioquia y se utiliza para referirse de forma despreciativa y ofensiva a los niños ricos, de clase alta; dicho en Colombia, 'los niños de papi y mami'15.

Como se ha dicho, el enemigo es significado por los desmovilizados como un ser que merece su desprecio. Ahora bien, este contenido representacional hace referencia a una imagen del enemigo, que le resta valor como ser humano. Esta idea es apoyada por el término "gonorrea", que hace parte también de estas nuevas formas de lenguaje y tiene una connotación similar. Sin embargo, a esta imagen no sólo se encuentra articulada una consideración descalificadora del enemigo, sino que a su vez se relaciona con una disposición a actuar frente a ese ser que vale poco, al que se desprecia: la eliminación o su marginación total, una actitud que rayaría con relaciones autoritarias, modo de relación que se construye en escenarios de guerra. Por ello es que palabras como "guerra" y "asesinar", que hacen parte de esta misma clase latente, expresan una actitud construida frente al enemigo, una predisposición a actuar frente a él de forma destructiva. Esta forma de representar al enemigo va expresando un modo de sentir y actuar, una potenciación de la acción, nada próxima a un proceso de reincorporación a la vida civil.

Si aceptamos que las actitudes y las representaciones sociales pueden entenderse como componentes y momentos en la estructuración de las creencias sociales (Perales & Vizcaíno, 2007), las actitudes construidas por los desmovilizados frente al enemigo expresan un contenido valorativo; al enemigo se le da la más baja denominación, lo cual expresa un modo de significación soportado en la idea del desprecio, que se articula a una disposición que orienta a su eliminación. Cabe señalar que para Honneth (1992), el desprecio niega la aprobación o el reconocimiento de los otros sujetos. Se refiere a aquel aspecto de una conducta dañina por el que las personas son heridas en la comprensión positiva de sí mismas.

Es así como la significación subyacente a esta clase puede entenderse a partir de la siguiente expresión: "El enemigo es un ser despreciable y merece ser eliminado"; en otras palabras, el enemigo carece de valor humano y por tanto hay que acabar con él. Ha desaparecido la idea política de enemigo y se ha sustituido por la idea fascista de su eliminación en este segmento poblacional.

Sin embargo, si examinamos las clases dos y tres, encontramos que esta tendencia a la eliminación del enemigo no solamente se encuentra soportada en su condición de "ser despreciable", sino en las emociones y sentimientos que surgen en los desmovilizados a partir de la relación establecida con quien es colocado en esa condición.

En la clase 2 se agrupan palabras que aluden a emociones que indican una forma "prevenida" de relación con el adversario.

Según las palabras con las que se refieren al enemigo, los desmovilizados se perciben en una situación de riesgo, expresada a través de palabras como "muerte", "peligro", "problema". Enemigo es un sujeto que representa la posibilidad de causar daño a alguien, en este caso, al desmovilizado. En este sentido, emergen como contenidos representativos las emociones derivadas de esta relación con quien representa ese peligro: "miedo", "temor", "inseguridad" y "desconfianza". Las palabras que configuran esta clase, representadas por la palabra de mayor probabilidad de ocurrencia -miedo-, expresan unas emociones que los desmovilizados experimentan a partir de la relación con quien tiene el poder para hacer daño.

De ahí que la significación subyacente a esta clase pueda entenderse con la siguiente expresión: "siento miedo por lo que el enemigo pueda hacerme y debo estar atento". En esta clase se encuentra entonces otra concepción del enemigo: alguien que tiene una fuerza para actuar sobre los desmovilizados y en este sentido, sobrevienen ante a él sentimientos de temor e inseguridad (lo que implica vivir en un estado de alerta), así como la formación de una actitud de "cuidado". Según esto, no es de extrañar que muchos de los desmovilizados vivan durante un tiempo considerable en estado de intranquilidad e inseguridad.

Cabe señalar que hasta aquí nos encontramos con palabras que denotan afectos o situaciones que los producen, las mismas que vinculan tales afectos con actitudes como las de la clase 1. Por tanto, la asociación se puede suponer, hipotéticamente, entre la clase 1 y la clase 2, es que el desasosiego es inminente, de modo que entre ambas se avizora la configuración de una subjetividad proclive a la acción destructiva, como medida preventiva para la vida propia. Sería algo así como "anticiparse al adversario, antes que este lo ataque".

Marina y López (1999, citadas por París, 2005) afirman que cuando hablamos del desasosiego, aludimos a un modo de vida en el que prima la intranquilidad, la impaciencia, la confusión, el desconcierto y la desconfianza. En este sentido:

Se refleja la preocupación por la presencia de algún tipo de amenaza, de carencia o de necesidad que provoca al mismo tiempo miedo (...) Si esta situación se mantiene durante mucho tiempo, los afectados y afectadas empiezan a sentir una desconfianza unida a la impaciencia, debido a la prolongación del problema (.) La desconfianza nos dirige, en la mayoría de las ocasiones, a un intento por defendernos de los otros y otras usando cualquier tipo de medio que creamos oportuno. De esta forma, se hace más difícil la práctica de mecanismos pacíficos, y más fácil que tenga lugar la violencia y la destrucción (.) (París, 2005. p. 301).

Ahora bien, en la clase 3 se agrupan palabras que denotan otra amalgama de emociones y sentimientos emergentes de la relación con el enemigo. Sin embargo, éstas emociones tales como "odio", "rencor", "ira", "desprecio", "tristeza", expresan una dinámica relacional parcialmente diferente con el enemigo, en la que los desmovilizados no se sienten en situación de vulnerabilidad frente al enemigo, sino que parecen dirigir contra él sus peores deseos y sentimientos. El daño o agravio tal vez ha sido vivido, derivándose de ello efectos que expresan una deuda emocional que se manifiesta en sentimientos que atormentan y recuerdan en todo momento que hay una herida que no se ha sanado (Pinxten, 1997).

Ahora bien, éstos sentimientos son orientadores de actitudes destructivas frente al enemigo, reflejadas a través del término "venganza"; ya no solamente desean eliminar al enemigo por ser un ser despreciable. Dice Rodríguez (2003), que además de esencial para la identidad en el plano individual, el odio ha jugado un papel preponderante en la conformación de los distintos pueblos. Añade que en Colombia, la construcción social de un orden inacabado, conflictivo y, rara vez armonioso, se ha desarrollado en buena medida a través del odio. Lo político vendría a ser, además de la violencia, el odio y la venganza.

En éste sentido, encontramos en las tres clases contenidos actitudinales de hostilidad contra el enemigo, con fuerte soporte de emociones y sentimientos, derivados de la relación con él (miedo, odio y venganza). Sin embargo, es importante resaltar la fuerza con la que aparecen las diferentes amalgamas emocionales que dan lugar a la construcción de estas actitudes frente al enemigo. De ésta manera, lo que empieza a develarse a través de las palabras es una construcción de sentido frente al enemigo, arraigada en sentimientos frente a él. Esto difiere de una pretendida actitud racionalista según la cual, el enemigo deja de ser significativo, una vez cesado el conflicto armado.

Gergen (1996) afirma: "las emociones comprendidas desde su dimensión social, nos obligan a cambiar el lugar referencial que se centra en el yo individual y situarlo en la esfera de la relación" (p. 24). Por ende, los sentimientos emergen "de la interpretación que cada uno hace de la situación, no de la situación misma, y este hecho implica la existencia de una relación muy estrecha entre las emociones, la cognición y el entrenamiento cultural" (Fericgla, 2001, p. 230, citado por López, 2010, p. 26). Los sentimientos contra el enemigo dejan de ser privados: se han construido socialmente, en condiciones de combate, o incluso anteriores a este.

En este sentido, cuando los sujetos evocaron los diferentes sentimientos construidos en torno al enemigo, estaban hablando de unas experiencias vividas y, al pedirles que nombraran lo que les evoca, las de-codificaron a través de sentimientos, que expresan el sentido dado a esa experiencia primaria vivida con él, en un contexto socio-cultural concreto: la guerra, contexto del que al parecer no se han desprendido, si entendemos que no ha concluido (al menos puede suponerse que para ellos no ha finalizado).

Por otra parte, la clase 4 marca una diferencia con los contenidos representativos revelados en las tres clases anteriores. Los contenidos de esta clase latente refieren a la construcción de una forma de relación diferente a las expresadas en las clases 1, 2 y 3, que se encuentran relacionadas con sentimientos y cogniciones aversivas frente al enemigo. Se hace referencia en esta a una disposición a actuar de una manera constructiva con relación al enemigo, que se soporta de igual forma en una manera específica de concebirlo. Palabras como "dialogar", "tolerancia", "amistad", "acuerdo", "respetar", "ayudar", "convivencia" y "comprensión", hacen referencia a la consideración de otro que es puesto en el lugar de interlocutor, es un sujeto de la interacción, con quien se puede dialogar, generar acuerdos, a quien se respeta, se ayuda y con quien se puede vivir. En otras palabras, no se le reconoce como adversario a eliminar, sino como sujeto legitimado. Esta concepción del enemigo rompe con las consideraciones anteriores -aunque co-existan en un mismo campo de representación-, dado que, de acuerdo con esta clase latente, el enemigo es puesto en el lugar de ser humano, que hace parte del mismo contexto de interacción y con quien se pueden realizar construcciones conjuntas de realidad.

Sin embargo, algunos contenidos de esta clase permiten pensar que esta representación social del enemigo (entiéndase modo de actuar ante él), es posible, en algunos casos, en la medida en que logren tramitarse los efectos de acciones pasadas. Las palabras "perdonar", "paz" y "reconciliación", indican que entre algunos de los desmovilizados se han producido algunas re-significaciones en torno al enemigo, por lo que surgen nuevas formas de hacer referencia a él; estas nuevas significaciones en torno a la idea de re-conciliación con el enemigo, contribuyen con la posibilidad de habitar los mismos escenarios, en un contexto de civilidad.

La palabra perdón resalta el carácter gratuito que tiene una acción que se lleva a cabo. Y se entiende como un paso más en la ruptura de la violencia; "el no devolver el mal por mal". El perdón sirve para rehacer lo hecho y conseguir que nuestras acciones no sean irreversibles (París, 2005).

De acuerdo con lo anterior, es posible pensar que los contenidos expresados en la última clase latente, aunque cobran un valor mínimo en el campo de representación (18.2%), surgen a partir de una nueva condición de vida en la que se encuentran los desmovilizados, en la que no están ya enfrentados con el enemigo en el campo de batalla y en el que se intenta construir formas pacíficas de relación con el otro. Sin embargo, es importante también anotar que la participación en un proceso de DDR, no ha implicado la desaparición de los sentimientos y actitudes aversivas construidas en torno al enemigo, los cuales se siguen conservando como los contenidos predominantes de las representaciones sociales construidas por los desmovilizados (81.8%) y que expresan la manera fundamental como actualmente representan al enemigo. La siguiente gráfica ilustra el campo organizado de las representaciones sociales del enemigo:

Conclusiones

Una representación social, como se ha dicho, es un modo de acción (no una actividad mental) con relación a un aspecto del mundo, que se traduce en juicio y en pensamiento socialmente compartido. Esta "manera de ver" no es propia del individuo singular, encapsulado, sino que hace referencia a una acción de carácter colectivo, acontece entre los participantes de un sistema humano. Las representaciones sociales involucran un conjunto de conocimientos (información, ideas), actitudes (opiniones, posturas) y sentimientos concernientes a un objeto social dado (Navarro, 2008). No obstante, hay que añadir, que lo que acá se denomina con estas categorías, no son piezas separables entre sí, distinguibles a la vista, sino que se confunden configurando complejidades sistemáticas, como se puede ver en los resultados. De hecho, calificar a alguien de enemigo, y a ello añadir otros adjetivos, no es independiente de una actitud que se asuma ante él ni de un sentimiento que se guarde, como decir, el rencor.

De esta forma, podemos ver que en el gráfico 1 se plantea la manera como se encuentran organizados los contenidos de las representaciones sociales del enemigo, dando lugar a las cuatro clases latentes, que dan cuenta de las construcciones de significado realizadas por los desmovilizados en torno a este. Estas construcciones son planteadas a manera de "agrupaciones no cerradas", es esa la intención que se tuvo al utilizar la imagen de las llaves para agruparlos, de modo que se lograra dibujar la manera como se encuentran agrupados los contenidos de las diferentes clases, pero dejando abierta la posibilidad de que estos entren en interacción y de que en determinado momento puedan pertenecer a alguna de las otras clases, aunque por su significado se encuentren con mayor probabilidad condicional de pertenecer a una de ellas. De igual forma, se ha establecido una figura punteada que hace explícita la manera como la mayor parte de los contenidos expresan y se organizan en torno a núcleos significativos relacionados con emociones y actitudes aversivas frente al enemigo. Sin embargo, esta concepción predominante del enemigo, entra también en relación con la otra clase latente, que expresa una representación diferente de este. De esta manera, las cuatro clases latentes no se encuentran separadas, sino que se encuentran en relación, aunque ello implique diferencias en la forma de concebir y de actuar frente al enemigo.

Acercarnos al campo de las representaciones sociales del enemigo y a la manera como se encuentra organizado, ofrece unas indicaciones importantes sobre la significación de quien consideran adversario, al mostrar que en ese campo se encuentran unos contenidos predominantes, que constituyen en una dimensión problemática para el proceso de reinserción a la vida civil en el que participan los sujetos desmovilizados, en el sentido en que tales representaciones del enemigo implican una dificultad para construir relaciones pacíficas con él. Sin embargo, el conocimiento de esta estructura permite, de igual manera, conocer cómo han empezado a coexistir en ese campo significaciones diversas en torno al enemigo, que dan cuenta de otra forma de concebirlo, construida en medio de un escenario complejo, en el que empiezan a vislumbrarse nuevas modos de relación con aquél a quien se ha considerado enemigo.

Ahora bien, es necesario considerar que ese conocimiento del sentido común, conformado por representaciones sociales, se constituye a partir de las experiencias de los sujetos, pero también de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que reciben y transmiten a través de la tradición, la educación y la comunicación social (Jodelet, 1989).

No olvidemos tampoco que las actitudes son elementos primarios en la formación de las representaciones sociales y son fundamentales para la estructuración del conocimiento social. Ellas se establecen a partir de valores culturales y pueden constituir el núcleo del sistema representacional. Según Jodelet (1984b; Ibáñez, 1988, citados por Knapp, Suárez & Mesa, 2003), al dinamizar y orientar los comportamientos, están sirviendo de basamento a la acción. De ahí que descubrir entre los desmovilizados, inclinaciones de esta naturaleza, sugiere la necesidad de promover procesos de sensibilización en favor de las alteridades diferentes y opuestas, para que no se produzcan obstáculos a la reinserción social.

Igualmente, las emociones experimentadas en situaciones colectivas promueven el desarrollo de las representaciones. Las emociones y afectos movilizadas en los grupos establecen y refuerzan los núcleos de significado de acciones, creencias y relaciones, ejercen un rol en la selección de informaciones y en el posicionamiento favorable o desfavorable frente al objeto de representación (el enemigo en este caso), como en la construcción de ese objeto a través de un discurso que le confiere realidad objetiva (objetivación) y lo ancla en una red de significados (anclaje) (Banchs, 1996).


Pie de página

5Para ampliar información sobre los tres momentos del DDR, remitirse a Arbeláez, C. (2007). La relación excombatientes - Estado en el marco del proceso de desarme, desmovilización y reintegración en Colombia. Un debate permanente sobre participación política, ciudadanía y garantía de derechos. Francia: Ed V. www.institut-gouvernance.org
6"El programa Paz y Reconciliación brinda atención integral y seguimiento al proceso de reintegración social y económica de personas desmovilizadas de grupos al margen de la ley que se encuentran ubicadas en Medellín y el Valle de Aburrá. Desde junio de 2009 trabaja en conjunto con La Alta Consejería Presidencial para la Reintegración, entidad encargada de diseñar, ejecutar y evaluar la Política Nacional de Reintegración Social y Económica de las personas o grupos armados al margen de la Ley que decidan desmovilizarse voluntariamente, de forma individual o colectiva" (Alcaldía de Medellín (s.f,) Programas y proyectos, Programa Paz y Reconciliación parr. 1.Recuperado http://www.medellin.gov.co/irj/portal/ciudadanos?NavigationTarget=navurl://08e3e5957e54919300f7276959 2d902e).
7La información sobre el Programa de Paz y Reconciliación y la estrategia de intervención que implementa puede ser consultada en Alcaldía de Medellín. (2007a). Sistematización del Programa Paz y Reconciliación. Modelo de Intervención Regreso a la Legalidad. Medellín. Compilación y edición: Sergio Salazar.
8Idea tomadas de la fase de campo exploratoria de la investigación, la cual partió del interés de los investigadores por el proceso psicosocial de reincorporación a la vida civil de aquellos actores en proceso de DDR. En aras de este interés, se generó un acercamiento al Programa Paz y Reconciliación, a su dinámica de intervención y a los grupos de participantes. Durante los primeros contactos emergieron las primeras ideas en torno al enemigo, las cuales fueron expresadas por los participantes y provocaron el interés de los investigadores por la comprensión de este fenómeno, convirtiéndose en el primer insumo para construir el problema de investigación.
9Es preciso realizar una anotación inicial: decimos enemigo sin referirnos necesariamente a la guerrilla, dado que nos ha interesado acercarnos al tema, más que al actor o actores representados como tal, pues es desde el primero que el sujeto organiza el mundo en el que vive, lo entiende y actúa sobre él; el segundo sólo representa uno de los actores posibles contra los que actuó o puede actuar.
10Es preciso decir que en algunos casos, los participantes requirieron de ayuda de los investigadores o de los profesionales que acompañaban el taller, dado que presentaban dificultades para leer o escribir. Cuando se presentó esta situación, los profesionales acompañaban el diligenciamiento del instrumento, explicándole a los participantes en qué consistía la guía y solicitándoles que nombraran las palabras que asociaban con el término inductor, mientras que ellos iban escribiendo esas palabras en la guía.
11Como se expresó en líneas anteriores, la reducción no fue arbitraria, en unos casos se hizo por equivalencia de significados contextuales, en otros, cuando el diccionario lo facilitaba, por vía de sinonimia o significación semántica. Ejemplos: matarlo o asesinarlo, se dejaba una sola de ellas, miedo y susto, se redujo a una sola. Esto permite ver el criterio tomado en cuenta era la permanencia del significado, de tal manera que se redujera la multiplicación de las palabras en favor de la permanencia del significado.
12Esto significa que la probabilidad de que "pirobo" se repita, es en relación con el subconjunto o la clase 1, y no con el total de respuestas obtenidas. Esta lógica acompaña las decisiones de las siguientes clases.
13El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define desacreditar como: Disminuir o quitar la reputación de alguien, o el valor y la estimación de algo. (http://lema.rae.es/drae/?val=descalificar).
14Entendido en este contexto como personas no académicas, que hablan desde el conocimiento del sentido común y no a partir de producciones teóricas.
15Todas las expresiones han sido obtenidas en: Diccionario Libre, página de internet en la que las personas pueden plantear sus apreciaciones frente a diferentes expresiones o ideas. Recuperado de: http://diccionariolibre.com/definition.php?word=pirobo.


Referencias

Abric, J. (1994). Metodología de recolección de las representaciones sociales. En Practiques sociales et Représentations. Traducción al español por Dacosta, J. y Flores, F. (2001). Prácticas Sociales y Representaciones Sociales. México: Ediciones Coyoacán.         [ Links ]

Alcaldía de Medellín, USAID y OIM, (2007). Manual de intervención psicosocial para la reinserción. Medellín: IMPRESTEC LTDA.         [ Links ]

Alonso, M. & Valencia, G. (2008). Balance del proceso de Desmovilización, Desarme y Reinserción (DDR) de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada en la ciudad de Medellín. Estudios Políticos, 33, 11-34.         [ Links ]

Arbeláez, C. (2007). La relación excombatientes - estado en el marco del proceso de desarme, desmovilización y reintegración en Colombia. Un debate permanente sobre participación política, ciudadanía y garantía de derechos. Francia: Ed V www.institut-gouvernance.org.         [ Links ]

Banchs, M. (1996). El papel de la emoción en la construcción de representaciones sociales: invitación para una reflexión teórica. Papers on Social Representations. 5 (2), pp. 113-125.         [ Links ]

Banchs, M. (2000). Aproximaciones procesuales y estructurales al estudio de las Representaciones Sociales. Peer Reviewed Online Journal. 9, 3.1-3.15.         [ Links ]

Caramés, A. (2008). Desarme como vínculo entre seguridad y desarrollo: La reintegración comunitaria en los programas de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) de combatientes en Haití. Barcelona: UAB. Recuperado de: http://www.pangea.org/unescopau/img/programas/desarme/informes/desarme_vinculo_s_eguridad%20_desarrollo.pdf.         [ Links ]

Caramés, A., Fisas, V. & Luz, D. (2006). Análisis de los programas de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) existentes en el mundo durante 2005. Extraído el 9 de Marzo de 2008 desde http://www.reliefweb.int/library/documents/2006/unescopau-gen-28feb.pdf.         [ Links ]

Castañeda, L. (2005). Caracterización lexicológica y lexicográfica del parlache para la elaboración de un diccionario. Tesis doctoral. Universitat de Lleida. Departamento de filología clásica francesa e hispánica. Facultad de Letras. Lleida, España.         [ Links ]

Castañeda, L. & Henao, J. (1999). El parlache. Sintagma, 11, 41-57.         [ Links ]

Fusato, M. (2003). Disarmament, Demobilization and reintegration of ex-combatants. Recuperado de http://www.beyondintractability.org/essay/demobilization/&sa=X&oi.         [ Links ]

Gergen, K. (1996). Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construcción social. Barcelona: Paidós.         [ Links ]

Gergen, K. & Gergen, M. (2011). Reflexiones sobre la construcción social. Madrid: Paidós.         [ Links ]

Guáqueta, A. (2005). Desmovilización y reinserción en El Salvador. Lecciones para Colombia. Bogotá: Fundación Ideas para la Paz.         [ Links ]

Guerra, M. & Plata, J. (2005). Estado de la investigación sobre conflicto, posconflicto, reconciliación y papel de la sociedad civil en Colombia. Revista de estudios sociales, 21, 81-92.         [ Links ]

Honneth, A. (1992). Integridad y desprecio. Motivos básicos de una concepción de la moral desde la teoría del reconocimiento. Isegoría, 15, 78-92.         [ Links ]

Ibáñez, T. (1994). Psicología social constructivista. Textos recientes. México: Universidad de Guadalajara.         [ Links ]

Jodelet, D. (1996). La representación social: fenómenos, concepto y teoría. En Moscovici, S. (comp.) (1996). Psicología social II. Barcelona: Paidós.         [ Links ]

Jodelet, D. (1989). "Representations socials: un domaine en expansion". En D. Jodelet (7a ed.) (2003). Les représentations sociales. París: PUF.         [ Links ]

Knapp, E., Suárez, M. & Mesa, M. (2003). Aspectos teóricos y epistemológicos de la categoría representación social. Revista Cubana de Psicología, 20(1), 23-35.         [ Links ]

Lazarsfeld, P. (1950). The logical and mathematical foundation of latent structure analysis. Measurement and prediction. 4, 362-412.         [ Links ]

López, G. (2010). El papel social de los sentimientos en la construcción de la identidad social de desmovilizados del conflicto armado colombiano. Tesis de grado para optar el título de Magíester en Psicología. Universidad de San Buenaventura, Medellín.         [ Links ]

Medina, C. (2007). La relación excombatientes-Estado en el marco del proceso de desarme, desmovilización y reintegración en Colombia. Recuperado de http://www.institut-gouvernance.org/fr/analyse/fiche-analyse-284.html.         [ Links ]

Moisi, D. (2009). La geopolítica de las emociones. Bogotá: Norma.         [ Links ]

Moscovici, S. (comp.) (1996). Psicología social II. Barcelona: Paidós.         [ Links ]

Navarro, O. (2008). Representación social de la evaluación en estudiantes universitarios. Revista Educación y Pedagogía, 20(50), 141-153.         [ Links ]

Observatorio de procesos de Desarme, Desmovilización y Reinserción -ODDR-. (2010). Los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración: buenas prácticas y retos. Colombia: Universidad Nacional de Colombia y Embajada de Suecia.         [ Links ]

Patiño & Suárez (2013, en prensa). Imágenes y significaciones construidas en torno al enemigo entre los desmovilizados de las AUC: comprensión según la teoría de las representaciones sociales. En proceso de publicación en el libro de memorias del XXIX Simposio de Ciencias Sociales: Seminario Latinoamericano violencia urbana Medellín -Colombia. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Agosto 30 y 31 de 2012.         [ Links ]

París, S. (2005). La Transformación de los Conflictos desde la Filosofía para la Paz. Tesis doctoral. Universidad Jaume I. Castellón de La Plana. Recuperado de: http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/10456/paris.pdf;jsessionid=033649AC1244E7FBB2FB16AB7D8E2A7D.tdx2?sequence=1.         [ Links ]

Perales, C. & Vizcaíno, M. (2007). Las relaciones entre actitudes y representaciones sociales: elementos para una integración conceptual. Revista Latinoamericana de Psicología, 39, 2, 351-361.         [ Links ]

Pinxten, R. (1997). Identidad y conflicto: personalidad, socialidad y culturalidad. Afers Internacionals, 36, 39-57 (en línea) Recuperado de: http://www.raco.cat/index.php/RevistaCIDOB/article/view/28022/27856.         [ Links ]

Rodríguez, O. (2003). Revista Relaciones, vol. 24, 93 Recuperado de: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/137/13709306.pdf.         [ Links ]

Sánchez, B. (2009). El concepto de función matemática entre los docentes a través de representaciones sociales. Tesis para obtener el grado de Doctorado en Matemática Educativa. Instituto Politécnico Nacional. Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada, Unidad Legaria. México, D.F.         [ Links ]

Serrano, A. (2011). Actitudes sobre derechos fundamentales procesal-penales: una dimensión inexplorada de la punitividad. Revista electrónica de Ciencia Penal y Criminología (en línea), 13-05, 1-38.         [ Links ]

Theidon, K. & Betancourt, P. (2006). Transiciones conflictivas: combatientes desmovilizados en Colombia. Análisis político, 58, 92-111. Extraído el 11 de Marzo de 2008 desde http://www.scielo.org.co/pdf/anpol/v19n58/v19n58a04.pdf.         [ Links ]

Vermunt, J. (1999). A General Class of Nonparametric Models for Ordinal Categorical Data. Sociological Methodology, 29(1), 187-223. doi:10.1111/0081-1750.00064.         [ Links ]

Recibido: Febrero 27 2013 Revisado: Mayo 14 2013 Aceptado: Junio 7 2013