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CES Psicología

On-line version ISSN 2011-3080

CES Psicol vol.12 no.1 Medellín Jan./Apr. 2019

https://doi.org/10.21615/cesp.12.1.? 

Artículo de investigación

El amor como afectación y afecto en la vida de Louis Althusser: una montaña muchas veces pintada*

Love as effect and affection in the life of Louis Althusser: a mountain painted many times

Gloria María López Arboleda1 

Conrado Giraldo Zuluaga2 

1 Doctora en Filosofía. Magister en Psicología. Psicóloga. Docente e investigadora del Grupo Pedagogía y Didácticas de los Saberes (PDS), adscrito a la Escuela de Educación y Pedagogía de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB). https://orcid.org/0000-0002-3548-0177

2 Doctor en Filosofía. Docente y Coordinador administrativo de Postgrados e Investigación de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la UPB. Lider del grupo de Investigación Epimeleia. https://orcid.org/0000-0003-1885-9158


Resumen

El presente artículo analiza la concepción del amor en la obra autobiográfica “El porvenir es largo” (1992) de Louis Althusser, teniendo en cuenta el concepto poder amar como la acción althusseriana imposible pero no por eso irremediable. Se acude así a la metáfora de la montaña muchas veces pintada de Cezanne (1878)1, para mostrar cómo la vida de Althusser (la montaña) fue definida y formada por diversos afectos con sus respectivas afecciones, entre los cuales, se encuentra el amor. Este texto muestra cómo, en la obra, el filósofo se “desliza”, suave pero firmemente, desde el amor como sustantivo abstracto hacia el amar como verbo. Este paso que se advierte implica tres consecuencias: una necesaria conversión, una dupla de acciones específicas y unas conjugaciones entendidas como cambios en la trayectoria vital de un sujeto.

Palabras Clave: Amor; Poder Amar; Filosofía; Louis Althusser; Paul Cezanne

Abstract

This article analyzes the conception of love in the autobiographical work The Future Is Long (1992) by Louis Althusser, considering the concept of being able to love as the Althusserian action impossible but not for that irremediable. The metaphor of the mountain painted repeatedly by Cezanne (1878) is thus used to show how the life of Althusser (the mountain) was defined and constituted by various affections with their respective effects, among which love is. This text shows how during the work, the philosopher “slides” softly but firmly, from love as an abstract noun, to love as a verb. This step that is perceived implies three consequences: a necessary conversion, a pair of specific actions and some conjugations understood as changes in the vital trajectory of a subject.

Keywords: Love; Power Love; Philosophy; Louis Althusser; Paul Cezanne

Introducción. Una interlocución en primera persona para empezar

Representa el título del escrito el enunciado general que tenemos frente a nosotros y que exige un primer empeño de comprensión, el de entender lo mejor que se pueda no sólo el significado en sí de cada una de estas palabras, sino insertarnos en el intrincado propósito de comprender la concepción del amor en la obra a partir de su definición y vínculos con la experiencia humana.

Es preciso atreverse a hablar de amor en medio de un marco de referencia que inicial y aparentemente, no aporta muchos elementos a tal disertación; lo anterior se explica porque la obra autobiográfica El porvenir es largo, lejos de ser una obra centrada en el concepto amor, describe, por el contrario, hechos, situaciones y decisiones, algunas veces crudas y fatales y otras, profundamente melancólicas y trágicas. No en vano la obra desde su inicio realiza un parte de claridad cuando el filósofo advierte al lector sobre lo que se irá encontrando: recuerdos detallados envueltos en una bella metáfora de oscuridad y noche, con la cual Althusser percibe ciertos instantes de su existencia: “Tal y como he conservado el recuerdo intacto y preciso hasta sus mínimos detalles, grabado en mí a través de todas mis pruebas y para siempre, entre dos noches, aquella de la que sabía sin saber quién era, y aquella en la que entraría, ya dirá cuándo y cómo: he aquí la escena del homicidio tal y como lo viví” (Althusser, 1992, p. 27).

Aún con esta advertencia, que más parece una sentencia, la presente investigación apuesta por una lectura intratextual y transversal a modo de Banda de Möbius o cinta de Moebius [en castellano], la cual fue descubierta de forma independiente por los matemáticos alemanes August Ferdinand Möbius y Johann Benedict Listing en 1858. La Banda es una superficie que “tiene una sola cara y una sola orilla, y si se la corta transversalmente no da dos. De hecho -y metafóricamente-, la Banda no es sino la frontera de un agujero que, curiosamente, da dimensiones espaciotemporales para la significación de lo propiamente humano” (Frigerio, 2012, p. 11). En este sentido, vale aclarar, que frontera se entiende desde la perspectiva griega: aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es, o lo que puede (o quiere) ser. Ahora bien, el encanto de la Banda de Möbius es justamente que tiene una sola cara y una sola orilla, así pues, cuando en un momento es “adentro”, en el siguiente es “afuera”. Con lo anterior se puede pensar que transitamos con otros por esta Banda de Möbius; la decisión de transitar implica variadas consecuencias, entre ellas, la no muy placentera tarea de “vérselas” con uno mismo, de ahí que,

vivir, por definición no se aprende (no se enseña). No de sí mismo. De la vida por la vida. Solamente del otro y por la muerte. En todo caso, del otro al borde de la vida. Al borde externo o interno, es una heterodidáctica entre la vida y la muerte. Nada, sin embargo, es más necesario que esta sabiduría. Es la ética misma: aprender a vivir -solo- de sí mismo. [...] Aprender a vivir, si esto queda por hacer, no puede ocurrir sino entre la vida y la muerte. Ni en la vida, ni en la muerte solas (Derrida, 1993, p. 13).

Ese “entre la vida y la muerte” es el tránsito que aquí se ha llamado Banda de Möbius, un tránsito que, si se hace responsablemente, mostrará su fruto en la vida misma: aprender a vivir, viviendo. ¿Cuáles son los pormenores de dicha empresa?, ¿cómo lograr transitar un camino “oscuro” y “velado” sin rendirse?, son sólo algunos interrogantes que permite dilucidar la obra autobiográfica althusseriana.

Dicha metáfora Moebiana permita esclarecer, al tiempo que explica y analiza, cómo es posible que, en una obra no orientada en principio a la interpretación sobre el amor, el amor pueda ser definido, mientras se va comprendiendo sus intrincados vínculos con la vida y la muerte. Es muy posible, como pasa cuando interpretamos a otros, que quien interpreta llegue más allá de aquel que es objeto de la interpretación, en el sentido de atreverse a ver aquello que fue invisible o no consciente para el escritor, pero que definitivamente, y por su misma historia e intereses, el investigador ve, interpreta y comprende.

Quizá este sea el caso de este escrito: un intento reflexivo y consciente por compartir con el lector consideraciones sobre cómo es posible que “un loco, homicida”2 pueda comprenderse tan fina y rigurosamente a sí mismo, hasta llegar al punto de definir en el penúltimo capítulo de la obra lo que es amar.

Acápite uno. Matices de un cuadro muchas veces pintado o sobre los afectos que forman y sus efectos emotivos que marcan

El ejercicio hermenéutico que se leerá a continuación implicó una “conversación” íntima con la obra de Athusser a modo de inmersión profunda de lo que significó para el filósofo la cuestión del amor. En este orden de ideas, Althusser sabe de los efectos emotivos presentes en su vida, a los cuales, no sólo les reconoce su existencia, sino que reconoce una de sus más grandes consecuencias: la marca que dejan y la adjudicación de la forma que pueden ir dando a los acontecimientos de la vida del sujeto:

(…) sólo he querido expresar el impacto de los efectos emotivos que han marcado mi existencia y le han dado su forma: aquella en la que me reconozco y en la que pienso que se me podrá reconocer. Esta relación escrita sigue en ocasiones un orden temporal, a veces lo anticipa, otras, recurre a la memoria: no para confundir los momentos, sino muy al contrario para destacar de nuevo, a través del encuentro de los tiempos, lo que constituye de forma durable las afinidades maestras y evidentes de los afectos alrededor de los cuales, por así decirlo, me formé. Este método se me impuso con naturalidad: cualquiera lo podrá juzgar por sus efectos (Althusser, 1992, p. 45).

Nótese que la expresión “le han dado su forma”, se entiende aquí referida a la metáfora de la montaña muchas veces pintada, en el sentido de la influencia cierta que los diferentes matices de la vida afectiva ponen en la interpretación de los hechos de la existencia de Althusser.

Ahora bien, las líneas que hemos estado expresando, desde el inicio hasta aquí, muestran de manera consistente un Althusser que reconoce en los afectos una capacidad no sólo de dejar huella en lo vivido, sino de catapultar eventos subsiguientes que pueden incluir acciones de una extrema potencia, tanto a favor de la vida (como su adscripción política que lo lleva a una producción intelectual de importancia en la Francia del siglo XX), como a favor de la muerte (por ejemplo, el homicidio de su esposa Hélene).

A propósito del hecho homicida, aquí sólo se pretende mostrar, de manera sucinta, elementos que pertenecen a la intrincada vivencia de asesinar al amor, representado en la mujer que amaba, Hélene, que, sin darse cuenta y sin hacer repulsa, muere ahorcada por Althusser, un domingo, 16 de noviembre de 1980.

En este orden de ideas, quizá se entiende menos que en la obra puedan encontrarse siquiera esbozos o matices sobre el amor, pero como se leerá a continuación, el amor, entendido como afecto, pero también como afectación, recorre una y otra vez la obra, en las palabras no tan enmascaradas del autor. Este devenir del concepto durante la obra se interpreta acudiendo a la metáfora mencionada en el título del presente acápite: una montaña muchas veces pintada. ¿Por qué muchas veces? Porque nunca es la misma. ¿Qué la hace diferente? El ángulo desde donde mira el pintor. ¿Conservan las obras diferentes algo que comparten? Sólo el ojo del que mira insistentemente para capturar detalles cada vez distintos, como si fuera una montaña diferente cada vez.

Ahora bien, la metáfora que se incluye aquí hace alusión directa a la vida de Althusser como montaña muchas veces pintada, en el sentido de que éste, en sus diferentes momentos y decisiones, iba “pintando” una versión de sí mismo que hacía de su vida un engranaje multifacético con muchas versiones de sí mismo. Dichas versiones se pueden observar a través de una lectura cuidadosa de su obra autobiográfica, que también se considera un escrito filosófico y psicológico, en la medida que profundiza, interpreta, comprende y deconstruye su vida, mencionando en este camino, temas propios del estudio filosófico y psicológico como el ser, la existencia, el pensar, la voluntad, la libertad, la verdad y el amor, sólo por mencionar algunos.

Vista así, la vida que describe en su obra es analizada y escrutada desde los múltiples ángulos que permiten los afectos, lo que es coherente con la idea que propusimos sobre la vida de Althusser como la montaña muchas veces pintada:

(…) sólo he querido expresar el impacto de los efectos emotivos que han marcado mi existencia y le han dado su forma: aquella en la que me reconozco y en la que pienso que se me podrá reconocer (…) [,] para destacar de nuevo, a través del encuentro de los tiempos, lo que constituye de forma durable las afinidades maestras y evidentes de los afectos alrededor de los cuales, por así decirlo, me formé (Althusser, 1992, p. 45).

Serían entonces los afectos, los diferentes ángulos desde los cuales Althusser pintó tantas veces la montaña, no la Saint-Victorie de Cezanne, sino su propia montaña; una montaña muchas veces pintada y trazada con diversos afectos, personajes, adscripciones, decisiones y eventos.

La anterior propuesta interpretativa, deja al descubierto dos interrogantes que permiten continuar “cavando” en el pozo profundo que nos interesa:

  1. ¿Cómo se entiende la metáfora expuesta en relación con la definición y significado del amor en la obra?

  2. ¿Se infiere entonces que el amor se constituyó en camino transversal y vertebral de la vida que cuenta sobre sí mismo en la obra, aún sin darse cuenta?

Para responder, es menester traer a la discusión una precisión fundamental que permite comprender la metáfora citada de la montaña como vida: la elucubración de Althusser en la obra de desliza suave pero firmemente, desde el amor como sustantivo abstracto3, hacia el amar como verbo4.

Este paso que advertimos implica tres consecuencias cuando se analiza a la luz de la obra autobiográfica althusseriana:

  1. Para Althusser el amor conlleva una necesaria conversión de un sustantivo a un verbo que implica acciones específicas sobre sí mismo y sobre otros.

  2. Una dupla importante expresa el filósofo al aparejar amar con ser amado; en el primer momento una acción activa que implica ir al otro o incluso hacia sí mismo; luego, una acción de recibir en el propio ser la acción de amar.

  3. A nivel gramatical el verbo amar permite conjugaciones, “o sea, que es susceptible de cambios que le permiten expresar los accidentes de tiempo, número, persona y modo” (Moliner, 2016, p. 2641). Visto así, es entendible que en su obra Althusser defina en repetidas ocasiones qué es amar y ser amado, con su respectiva antonimia.

Dicho lo anterior, el siguiente apartado pretende desbrozar el sentido de lo que significa poder amar, con lo que ello conlleva e implica desde la visión althusseriana.

Acápite dos. El planteamiento asintótico5/Althusseriano o sobre el poder amar como un ideal imposible pero no irremediable

Note el lector desde ya que se hace una afirmación que deja poco a la imaginación: el amor como un ideal imposible; sin embargo, lejos de ser sencilla su justificación, en realidad y a pesar de lo que se pensaba al principio, la comprensión que alcanzó Althusser sobre el amor, lo lleva por una dirección de imposibilidad, pero no por eso de irremediabilidad.

Lo anterior lleva a pensar, que, aunque imposible en su ideal, es remediable en sus acciones; a este respecto, es importante mencionar, en primera instancia, la reflexiva diferenciación que realiza el filósofo entre poder amar y ser amado; al primero, lo caracterizan dos verbos en infinitivo que ya dan cuenta de su implicación con una acción activa que realiza el sujeto, no sólo al desarrollar el infinitivo de poder sino de amar. En este sentido se infiere, que, para el filósofo, el amar requiere unas condiciones, puesto que no se trata sólo de querer amar, sino de poderlo hacer.

A propósito, el poder remite, de manera general, a variadas cuestiones como (Moliner, 2016):

  • Ausencia de obstáculos o inconvenientes para que se realice lo enunciado por un verbo principal en infinitivo cuyo sujeto es el mismo que el de poder.

  • Tener fuerzas, capacidad, para lo que se expresa.

  • Permiso dado por el que habla.

  • Existencia para el sujeto de cierta posibilidad, a veces, entre varias.

  • Capacidad o facultad para hacer ciertas cosas.

Llama la atención que la profesora Moliner dedique varias páginas a la definición detallada de este verbo, mostrando sus diversas implicaciones tanto para el sujeto gramatical como para la vinculación de este con otros elementos de la oración. No en vano, ha sido un concepto ampliamente estudiado desde diversas perspectivas por las Ciencias Sociales y Humanas y para el caso que nos ocupa, por Althusser, quien le realiza algunas reflexiones importantes vinculándolo, por ejemplo, con otros conceptos como ideología, aparato y dispositivo6.

Las definiciones anteriores nos enfrentan a una conclusión parcial, que nos aboca a decir que el verbo poder del verbo amar althusseriano requiere una capacidad forjada por el sujeto, pero que tiene que ver, además, con su historia básica de vida; se entiende básica, en el sentido de inicial o temprana, esa, que muchos dicen olvidar, pero que Althusser recuerda con claros detalles; además de ser una capacidad forjada, siempre con huellas del pasado, el poder del verbo amar, empieza a entrelazarse en la comprensión de Althusser con el ser amado, que hace referencia aquí al segundo elemento de la dupla poder amar, ser amado:

Es cierto que Hélene niña era canija, negruzca y llena de furia. Pero la furia... De esa forma, incluso bajo la cobertura del recuerdo, se expresaba alguna cosa muy real que, literalmente, prohibía a Hélene vivir, tan atroz era su terror a no ser más que una harpía terrible, incapaz nunca de ser amada, de ser amada... porque ella sabía amar, ¡y cómo! Creo que nunca he visto en una mujer semejante capacidad de amor, no en fantasma sino en acto: ¡cómo me lo ha demostrado! (Althusser, 1992, p. 158).

Deja entrever el filósofo aquí, que la capacidad de amar de Hélene no implicaba el hecho de sentir que era amada; un supuesto que nos va llevando a una aparente contradicción lógica, porque se supondría que el poder amar se correspondería con el ser amado, pero como se ilustra, no necesariamente coinciden, o quizá, sólo coinciden en tiempos gramaticales. Se encuentra también aquí la inclusión de dos novedades relacionadas con el poder amar: la primera dirigida a que Althusser vincula el verbo poder con el verbo saber: “porque ella sabía amar” (Althusser, 1992, p. 158), entendiendo ahora que el poder amar también incluye un saber, que no solamente pertenece al campo de la razón, sino a un paisaje que él bien conoció: el paisaje de los afectos. Saber sobre los afectos, saber sobre el amor, como otra condición para poder amar.

La segunda novedad, se refiere a que, como pocas veces, el concepto amor, así, como tal (y no con sus conceptos derivados), es utilizado por Althusser para ayudar a complementar esa definición de poder como capacidad, que se viene dando desde líneas anteriores: la capacidad para poder amar que se requiere es la capacidad de amor: “nunca he visto en una mujer semejante capacidad de amor” (Althusser, 1992, p. 158), asunto que invoca un interrogante: ¿Por qué o para qué en la escritura de la obra, el amor no es el protagonista aparente pero si conceptos asociados a este?

Una hipótesis de respuesta va en relación directa con el subtítulo que encabeza el actual acápite: el amor, al ser entendido en la obra como un ideal imposible, pero no irremediable, hace un giro ontológico que implica el sujeto en cuestión que lo experimenta; en este sentido, a este giro en la comprensión del amor que pasa de ser ideal imposible a acción que puede remediarse por la palabra y la acción, y con ello construir formas posible de poder amar y ser amado, se le entiende como un planteamiento asintótico; sin embargo, el hecho de que el otrora ideal imposible, ahora devenga en acción que puede remediarse por la palabra, no implica que, en sentido estricto, la comprensión plena y total del amor pueda ser aprehendida por el sujeto en cuestión, es decir, queda un resto de imposibilidad de comprensión total sobre el afecto amor con la sola posibilidad de entender sus afecciones y consecuencias, y decidir el curso que tomará en lo venidero, en el porvenir.

Se propone entonces a continuación la gráfica de la función geométrica de la Asíntota, con las inclusiones pertinentes que pretenden expresar gráficamente lo que hasta aquí se ha dicho con palabras:

Gráfica 1 La Asíntota como posibilidad de comprensión del amor en Louis Althusser. Fuente: los autores. 

Parece ser que el tiempo, el que está por venir, es el que le da el estatuto de posibilidad al amor; mientras haya porvenir (¡y sí que hay, ya que este es largo!, según Althusser7) habrá posibilidad de enmendar, de reparar las acciones, que fuera del marco de lo posible, instituimos al amor (esto es lo que lo hace imposible); primer gran error de los que creen conocer este afecto.

Se ha hablado hasta aquí de una concepción de amor (entendido como poder amar y ser amado), que resulta un ideal imposible en la narración de la vida del filósofo.

Pero ¿En qué consiste dicha imposibilidad? Para responder a esta cuestión, se aclara que el ideal de imposibilidad va acompañado a su vez, de las acciones posibles de restitución que se han propuesto y que pueden hacerse vía la responsabilización por la palabra propia, como es el caso de Althusser.

En este sentido, la imposibilidad que se ve en el poder amar althusseriano se relaciona con el significado que se considera crucial al momento de definir qué es amar8: ser capaz de un don; se entiende aquí el capaz, “aplicado a una persona (…) [como la] disposición o estado que puede esperarse o temerse de ella [según] la cosa que se expresa” (Moliner, 2016, p. 460). El don por su parte, se entiende como “Conceder, hacer (…). Cualidad buena poseída por alguien [que también] irónicamente, se aplica a las cualidades malas” (Moliner, 2016, p. 930). El sujeto pasaría entonces aquí a un primer plano en el cual cobra protagonismo al estar en disposición para conceder una cualidad buena (en coherencia con lo definido por Althusser), que en este caso que nos ocupa, sería el amor.

Obliga entonces, esta primera definición de qué es amar, a mostrar cuáles serían las imposibilidades que se ven en la definición que incluye el don; para Althusser, este don ha de cumplir con cuatro características: ser un don sin ausencia, sin residuos, sin desfallecimientos, sin defectos (Althusser, 1992, p. 183). Ya la sola implicación categórica del sin, marca la imposibilidad que expresa la generalización, sea por exceso o por defecto.

En este orden de ideas, el sin, como preposición, “tiene aptitud especial para formar expresiones calificativas y adverbiales” (Moliner, 2016, p. 2379), lo que supone cuatro condiciones para que el don del amor althusseriano pueda darse y así, poder amar. Se presentan a continuación, cuatro duplas que quieren mostrar cómo las cuatro características del don althusseriano no sólo son imposibles para el sujeto, sino cómo éstas, a su vez, imponen su par de imposibilidad a partir de otra preposición: con, la cual aparece como la imagen invertida de la primera; visto así, doble imposibilidad para el don:

Tabla 1 Duplas de imposibilidades sobre el don del amor en su vertiente poder amar. 

SIN ausencia CON presencia
SIN residuos CON asepsia
SIN desfallecimiento CON vigor constante
SIN defecto CON perfección

Se hace aún más evidente la imposibilidad del don del amor, cuando se recrean gráficamente las duplas de antonimia que se crean a partir de las condiciones althusserianas para poder amar; en este sentido, la presencia que no implica ausencia (o sea, la presencia constante), la asepsia completa (que implica la ausencia de residuos entendidos como marcas y huellas de la experiencia que va siendo la vida), el vigor constante (que implica un elevando, permanente y persistente tono emocional siempre positivo) y la perfección (que implica la ausencia de errores de cualquier tipo), son humanamente imposibles.

Es importante considerar que a nivel gramatical el verbo amar permite conjugaciones, lo que implica que es susceptible de cambios durante la trayectoria vital de un sujeto, tal y como demuestra la escritura del filósofo francés, que lejos de ser estática, muestra cómo la vida, como experiencia, es “eso que me pasa” (Larrosa, 2006, p. 45).

Conclusiones inconclusas

Hasta aquí se ha venido comprendiendo los intríngulis asociados a la imposibilidad del poder amar althusseriano; queda, hasta ahora, clara una consecuencia de comprender el amor desde esta óptica que se propone: la capacidad de amor, que puede expresarse en la acción activa de poder amar, requiere una aceptación de los límites que se imponen a este afecto, en el sentido del reconocimiento de la imposibilidad de la comprensión plena del mismo. Generalmente, como en lo que es propio de lo humano, quedará un resto sin comprender.

Ahora bien, no se concluirá parcialmente este escrito sin antes mencionar lo que el lector podrá ir encontrando en futuras entregas:

  • El desbrozamiento de la acción de ser amado, como la dupla que acompaña el poder amar, necesaria para la comprensión del concepto de amor althusseriano.

  • La comprensión de los tres Althusser que emergen a partir del tránsito del filósofo por las experiencias que lo marcan y van permitiéndole refinar su concepción sobre el amar.

  • El significado de amor althusseriano: como un don, como un verbo, como un mecanismo de complejización de conocimiento (expresión acuñada por los autores).

Finalmente, es importante considerar que a nivel gramatical el verbo amar permite conjugaciones, lo que implica que es susceptible de cambios durante la trayectoria vital de un sujeto, tal y como demuestra la escritura del filósofo francés, que lejos de ser estática, muestra cómo la vida, como experiencia, es “eso que me pasa” (Larrosa, 2006, p. 45); sin embargo, esa experiencia supone que,

(…) algo que no soy yo, un acontecimiento, pasa. Pero supone también, en segundo lugar, que algo me pasa a mí (…) es decir en mí (…). El lugar de la experiencia soy yo. Es en mí (o en mis palabras, en mis ideas, en mis representaciones, o en mis sentimientos, o en mis proyectos, o en mis intenciones, o en mi saber, o en mi poder, o en mi voluntad) donde se da la experiencia, donde la experiencia tiene lugar (Larrosa, 2006, p. 45).

La experiencia althusseriana narrada en la obra autobiográfica permite comprender cómo recordar-se, examinar-se y escribir-se, son tres acciones orientadas al reconocimiento de aquello que marca, como una impronta, el devenir del sujeto, que en el caso del filósofo francés fue el amor, entendido éste como afecto con consecuencias de afectación que traspasó los acontecimientos narrados, unas veces ejerciendo el poder amar, otras veces permitiendo ser amado, tal y como se leyó en este escrito.

Referencias

Althusser, L. (1972). Para una crítica de la práctica teórica. México: Siglo XXI. [ Links ]

Althusser, L. (1992). El porvenir es largo. Trad. Marta Pessarrodona. Barcelona: Ediciones Destino. [ Links ]

Althusser, L. (2003). Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva Visión. [ Links ]

Althusser, L., & Balíbar, E. (2004). Para leer el Capital. Trad. Marta Harnecker. México: Siglo XXI . [ Links ]

Derrida, J. (1993). Spectres de Marx. París: Galilée. [ Links ]

Frigerio, G. (2012). “En la cinta de Moebius”. FLAPAG. Federación Latinoamericana de psicoterapia analítica de grupos. Recuperado de: http://flapag.blogspot.com.co/2012/05/Links ]

Larrosa, J. (2006). “Sobre la experiencia”. Revista Educación y Pedagogía, 18, 43-51. [ Links ]

Moliner, M. (2016). Diccionario del uso del español. Madrid: Editorial Gredos. [ Links ]

2Durante la obra las expresiones loco y homicida se repiten especialmente en dos capítulos, como una forma reiterada de explicación del filósofo Althusser de esta condición (locura) y de esta acción (homicidio). Para el lector interesado confrontar en la obra los capítulos II, XXI.

3En oposición a los sustantivos concretos, un sustantivo abstracto designa un objeto sólo creado o percibido por el pensamiento; “puede tener variación en género y número y es núcleo del sintagma nominal” (Moliner, , 2016, p. 2441).

4Palabra con la que se expresan las acciones y estados de los seres, y los sucesos” (Moliner, 2016, p. 2641)

5Se aplica a la línea curva que se acerca indefinidamente a una recta o a otra curva sin llegar nunca a tocarla. (Moliner, 2016, p. 245). Se utiliza la función geométrica de la asíntota para ejemplificar la relación que se establece entre el amor como un ideal imposible y la acción refutable que requiere, para ser puesto en obra, tal como se desarrollará en las líneas siguientes.

6Para el lector interesado en profundizar sobre estos conceptos, se sugiere revisar: Althusser, L. (1972). Para una crítica de la práctica teórica. México: Siglo XXI. Althusser, L. (2003). Freud y Lacan. Buenos Aires: Nueva Visión. Althusser, L. y Balíbar, E. (2004). Para leer el Capital, trad. Marta Harnecker. México: Siglo XXI.

7Se hace referencia al título de la obra autobiográfica y a la afirmación en el capítulo XXII del mismo filósofo: “Sí, el porvenir es largo” (Althusser, 1992, p. 370), justamente después de haber escrito su definición final sobre lo que es amar.

8Nótese aquí que se habla ahora de qué es amar, no en el sentido del poder amar y del ser amado que hemos venido tratando, sino en el sentido de una definición más precisa que Althusser realiza al final de su obra.

* Este artículo de reflexión resultado de investigación hace parte de los hallazgos del primer capítulo de la tesis doctoral titulada El amor y su relación con las adscripciones éticas, políticas y estéticas althusserianas: una interpretación de la obra autobiográfica El porvenir es largo, que actualmente se realiza en el marco del Doctorado en filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana Medellín, Colombia.

1Se hace alusión aquí a la obra artística de Paul Cezanne del monte Sainte-Victoire, el cual fue pintado por el artista más de 60 veces desde ángulos distintos. La serie de la montaña fue pintada al parecer por el artista desde finales del siglo XIX (1878 aproximadamente), incluyendo principios del siglo XX, y es referida por el propio Althusser en lo que se ha denominado su definición final sobre el amar.

Recibido: 13 de Marzo de 2018; Aprobado: 11 de Mayo de 2018

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