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Revista eleuthera

versión impresa ISSN 2011-4532

Rev. eleuthera vol.25 no.1 Manizales ene./jun. 2023  Epub 05-Ene-2024

https://doi.org/10.17151/eleu.2023.25.1.11 

Enfoques

Metodología de intervención en Trabajo Social: contribuciones para su análisis*

Intervention Methodology in Social Work: contributions for its analysis

Alejandra Guzmán-Heredia1 

Tatiana Mina-Urrutia2 

Ana María Gil-Ríos3 

1 Universidad del Quindío. Armenia, Colombia. E-mail: aguzmanh@uqvirtual.edu.co. orcid.org/0000-0002-7249-1596.

2 Universidad del Quindío. Armenia, Colombia. E-mail: tatiana.minau@uqvirtual.edu.co. orcid.org/0000-0002-3500-5835.

3 Universidad del Quindío. Armenia, Colombia. E-mail: amgil@uniquindio.edu.co. orcid.org/0000-0002-6507-0195. https://scholar.google.com/citations?user=p0xsxtoAAAAJ&hl=es.


Resumen

Objetivo.

Realizar una aproximación a la dimensión metodológica de la intervención profesional, de trabajadoras sociales en algunas ciudades del Eje Cafetero y Norte del Valle colombiano, con el fin de aportar a su fundamentación.

Metodología.

Cualitativa de corte descriptiva basada en el método de la teoría fundamentada.

Resultados.

Se identificaron como principales aportes para la metodología de intervención, reflexiones acerca de las teorías, métodos y técnicas privilegiadas en la praxis. Al igual que fortalezas, dificultades, aprendizajes y desafíos que emergen de la experiencia profesional.

Conclusiones.

Se recuperaron aportes para la dimensión metodológica en la intervención profesional, desde diversas experiencias profesionales actuales, lo cual contribuye a los debates acerca de la praxis profesional contemporánea.

Palabras clave: Trabajo Social; metodología de intervención; praxis profesional

Abstract

Objective:

To carry out an approximation to the methodological dimension of the professional intervention of social workers in some cities of the Coffee Triangle area and the North of the Colombian Valley in order to contribute to its foundation.

Methodology:

Qualitative descriptive approach based on the grounded theory method.

Results:

Reflections on the theories, methods and privileged techniques in praxis were identified as main contributions to the intervention methodology, as well as strengths, difficulties, lessons learned and challenges that emerge from the professional experience.

Conclusions:

Contributions for the methodological dimension in professional intervention from various current professional experiences which contributes to the debates about contemporary professional praxis were recovered.

Keywords: Social work; intervention methodology; professional praxis

Introducción

Para los y las trabajadores(as) sociales la intervención forma parte de su identidad y especificidad profesional, es una categoría central en las discusiones disciplinares porque a partir de ella se aporta a la transformación social en clave de derechos humanos, dignidad y justicia social. La intervención profesional en la presente investigación es entendida como un proceso organizado (que requiere una planeación, seguimiento y evaluación), fundamentado (en el conocer, saber, hacer y producir), pertinente (con las demandas y necesidades del contexto), reflexivo (que necesita una actitud vigilante, crítica, analítica) y orientado (hacia la transformación social).

El proceso de intervención implica una conversación con otros, con sus culturas (Mosquera-Rosero, 2005), es necesaria para recuperar lazos sociales fragmentados (Carballeda, 2005), tiene un horizonte emancipatorio y se lleva a cabo a partir del establecimiento de relaciones respetuosas, desde las cuales se reconocen las capacidades y potencialidades de quienes participan. Lo cual requiere trascender de una visión carenciada y patologizante de los sujetos, hacia una mirada apreciativa y generativa de su vida y realidad social (Fried, 2011; Gergen, 2007; White y Epston, 1990).

Cifuentes-Gil (2004) y Travi (2006) refieren como dimensiones inherentes a la intervención profesional: a) lo epistemológico, b) lo teórico y conceptual-categorial, c) lo teórico-metodológico, d) lo técnico-instrumental, e) lo ético-político, y f) lo vincular, relacional-emocional. Estos aspectos otorgan rigurosidad e integralidad al proceso y facilitan la fundamentación de sus acciones y elecciones en la interacción con la población.

La realidad social que intervienen las y los trabajadores(as) sociales en la contemporaneidad es compleja, diversa y requiere de lecturas renovadas, reconfiguradas (Vélez-Restrepo, 2003) acerca de los supuestos o dimensiones que lo orientan, razón por la cual, investigar acerca de la intervención profesional, siempre será un ejercicio de reflexividad para las y los profesionales y aporte para la praxis contemporánea, comprometida con las múltiples opresiones que padecen los sujetos.

Es por esto que, en la presente investigación, se construyó como pregunta problematizadora: ¿Cómo son los procesos de intervención profesional que realizan trabajadores(as) sociales en algunas ciudades del Eje Cafetero y Norte del Valle, en cuanto a las dimensiones epistemológica, metodológica y ético políticas? Dicho interrogante se gestó como una idea colectiva en el marco del semillero de investigación1, en intervención profesional de Trabajo Social, de la Universidad del Quindío. El propósito central de la investigación fue realizar una aproximación a los procesos de intervención de trabajadores(as) sociales en los contextos antes señalados, a partir de la comprensión de dichas dimensiones, por ser consideradas como constitutivas de su praxis.

Lo anterior, porque reconstruir permanentemente el ejercicio profesional aporta elementos para la formación disciplinar, “construir intervenciones fundamentadas, en las que se integre la re-flexión, acción y transformación, para incidir de manera estratégica y pertinente, en la complejidad de las manifestaciones de la cuestión social” (Cifuentes-Gil, 2011. p. 28). Por esto, abordar asuntos epistemológicos de la práctica es relevante, en tanto permite reconocer el lugar que ocupa el conocimiento y las teorías en la intervención, la forma en que las y los profesionales se posicionan frente a estas, las problematizan y apropian para su praxis. Así mismo esta dimensión da cuenta de los aportes a la construcción del conocimiento, ofrecidos por los saberes que emergen de los diversos contextos (Mosquera-Rosero, 2005), presentes en el trasegar profesional. En esta línea, es necesario reflexionar “cómo, dónde, por qué y para qué se conoce” (Cifuentes-Gil, 2009. p. 198). Encontrar el propósito de esas relaciones, propicia la reflexión y búsqueda de respuestas que proponen la construcción de conocimiento relevante proveniente de la interacción con los sujetos.

Pensar lo epistemológico en la práctica de Trabajo Social permite dotarla de sentido y significado, a su vez, implica conversar acerca de los postulados o perspectivas teóricas, epistémicas y prácticas que posibilitan el abordaje de los contextos de intervención; perspectivas que aportan al reconocimiento de la diversidad humana y analizar las múltiples opresiones, violencias e injusticias que viven las poblaciones.

Lo ético-político, se constituye para el Trabajo Social en un aspecto determinante para las intenciones transformadoras de su práctica. Implica el reconocimiento acerca del proyecto político transformador hacia el cual se orientará la praxis, el abordaje y resolución de dilemas2, el reconocimiento, visibilización de principios y valores que direccionan el quehacer y posibilitan el alcance de los objetivos de práctica, orientados hacia la garantía de los derechos humanos, el bienestar, la justicia social y la vida digna. Desde esta perspectiva, se pone en tensión la visión asistencialista y pragmática de la intervención, para buscar propuestas reflexivas, críticas, que respondan a los retos de la compleja realidad social que se aborda en la praxis, procurando, entre otros aspectos, aportar a la formación de sujetos políticos, autónomos, agentes de procesos de cambio y garantes de sus derechos.

Lo relacional vincular, en la intervención profesional, motiva la reflexión acerca de la forma en que se establecen las relaciones sociales, el contacto con el otro o la otra y lo otro, los procesos comunicativos y dialógicos, y la forma en que se asume lo humano y lo social, puesto que todos estos aspectos contribuyen a develar genuinamente las necesidades, emociones y sentimientos que viven aquellos y aquellas con los que nos relacionamos en la práctica. Se trata de configurar diversas formas de trabajar y de aportar en la transformación de lo social, basándose en relaciones horizontales de respeto, atención, escucha y empatía.

La dimensión metodológica para Castro-Guzmán et al. (2017), es un “proceso que los trabajadores sociales han ido construyendo o, en su caso, retomando de otras disciplinas de las ciencias sociales para abordar, conocer e intervenir en su objeto de estudio” (p. 9), es por esto que, reflexionar acerca de esta dimensión es necesario en tanto ofrece orientación y sentido a la intervención; guía y proporciona un norte en las acciones emprendidas para generar transformaciones en las realidades sociales de los diversos contextos. La metodología, permite pensar de manera reflexiva el qué y cómo se ejecutará, el paso a paso (método) para cumplir los objetivos referidos de la intervención profesional y los instrumentos, técnicas, actividades o estrategias que serán más acordes según el objeto de intervención.

Los aspectos técnico-instrumentales en Trabajo Social, para Travi (2006), “forman parte de un gran bagaje acumulado desde los inicios de la profesión” (p. 16) y se encuentran articulados a una perspectiva epistemológica y teórica. En tal sentido, todas las acciones que desarrolla la y el profesional, están relacionadas con sus comprensiones epistémicas acerca de la realidad. De allí que, en la concepción metodológica de la praxis, se integren también elementos epistemológicos, teóricos, y ético-políticos que orientan la toma de decisiones y el camino a recorrer.

Considerando lo anteriormente expuesto, en el presente artículo se busca compartir los hallazgos encontrados en la investigación, con respecto a uno de sus ejes analíticos, la dimensión metodológica. Las investigadoras toman dicha decisión, conscientes de la relevancia y vigencia del tema, además del aporte que el estudio puede ofrecer a la discusión y desafíos de una práctica profesional contemporánea.

La contemporaneidad implica relación y vigilancia entre el presente y el pasado, a fin de reconocer sus luces y sombras (Agamben, 2011. Ser contemporáneo implica tener la capacidad de asumir de manera comprensiva, crítica y reflexiva el momento actual, reconocer sus cambios, impactos en la realidad social y posicionarse frente a ellos. Una práctica profesional contemporánea es aquella que pone énfasis en la comprensión de la realidad, en la forma como los sujetos vivencian sus problemas y en las acciones que llevan a cabo para superar sus situaciones, dejando de lado el asistencialismo, para brindar herramientas que permitan la autotransformación (Kisnerman, 1998).

En coherencia con lo anterior, para la presente investigación, el Trabajo Social contemporáneo es aquel que fundamenta su praxis en procesos reflexivos, problematizadores del conocimiento, del contexto y de los sujetos de la intervención. Desde una praxis contemporánea se interpelan los fundamentos epistemológicos, teóricos, metodológicos y ético-políticos disciplinares, a la luz de las demandas actuales que viven los y las trabajadores(as) sociales en diferentes campos de acción (familia, ambiente, laboral, territorio, salud, conflicto y convivencia). Se despliegan capacidades propias del pensamiento epistémico (creatividad, duda, asombro, formulación de preguntas y no categorizaciones a priori) (Zemelman, 2005) y se abre la posibilidad de romper con discursos normativos/hegemónicos académico- disciplinares (Universidad del Quindío, 2020). Ello como referente para aportar a la transformación social de las diversas opresiones exacerbadas en la actualidad e incidir en la consolidación de los derechos, justicia social y dignidad humana.

Finalmente, el piso teórico-epistemológico desde el cual se gestaron discusiones orientadoras para la investigación y se consolidó la ruta metodológica, fue el construccionismo social (CS).

La anterior decisión se soporta en diferentes razones alusivas a los puntos de encuentro entre esta perspectiva y el Trabajo Social:

  1. El CS reconoce el conocimiento y la construcción de la realidad como producto de lo social, por ello, se privilegia el abordaje y comprensión hacia lo relacional como elemento principal de problematización y análisis (Gergen, 2005), aspecto en común con el objeto de intervención y conocimiento profesional, el cual tiene un marcado interés en el abordaje y comprensión de las interacciones sociales, procesos y estructuras, dirigidos hacia la garantía de derechos humanos, dignidad y justicia social.

  2. Privilegia una mirada apreciativa acerca de las personas y los procesos para reconocer y fortalecer potencialidades. En la intervención profesional los sujetos se asumen como protagonistas, portadores de saberes, se trasciende la comprensión carenciada y deficitaria del otro y la otra.

  3. Para el CS y el Trabajo Social cobra fuerza la construcción conjunta, la paridad en las relaciones, el cooperativismo, solidaridad y reciprocidad como aspectos favorecedores del trabajo colaborativo, gestado con la gente, desde sus intereses y motivaciones.

  4. La polifonía de voces presentes en la intervención/investigación, conlleva al reconocimiento de diversas formas que tienen los sujetos de ser, conocer y saber. Por ello, la necesidad de retar los discursos hegemónicos del conocimiento, que invisibilizan y excluyen conocimientos otros, y potenciar la generatividad (Gergen, 2007), como capacidad para cuestionar verdades irrefutables acerca de la vida, con el fin de reconocer la singularidad en las formas de conocimiento.

  5. Por último, a nivel metodológico, en la praxis profesional es posible encontrarse con una pluralidad de métodos, estrategias y técnicas construidas a partir de las demandas del con-texto, en las cuales se privilegia la creatividad, reflexividad, escucha y participación. Para Gergen (2007), estos aspectos son considerados como innovaciones emergentes y hacen referencia a las dudas, claridades, trayectos personales del profesional, la expresión de múltiples voces para los procesos de intervención e informes investigativos, la importancia de la conversación con variados grupos poblacionales y la diversidad de formas para compartir y presentar propuestas y resultados, más coherentes con criterios de utilidad social.

Metodología

El enfoque metodológico de la presente investigación fue cualitativo, su diseño, fue construido desde los aportes de la teoría fundamentada (Glaser & Strauss, 1967). Atendiendo a lo manifestado por Restrepo-Ochoa (2013), el enfoque utilizado permitió que desde la investigación fuera posible aproximarse al sentido y significado otorgado por las entrevistadas a su praxis.

Cabe resaltar que las protagonistas de la investigación (investigadoras y profesionales) fueron todas mujeres. Inicialmente fueron contactadas tres profesionales que podrían formar parte de este proceso y que ejercían su praxis en el Eje Cafetero y el Norte del Valle. A partir de la técnica de la bola de nieve las tres trabajadoras sociales iniciales refirieron a otras colegas, hasta contar con la población suficiente para el trabajo de campo, según la saturación de categorías. Por tanto, sin ser un criterio establecido para la población, al finalizar la investigación se contó con la participación de siete trabajadoras sociales. Este aspecto de alguna manera puede estar relacionado con el hecho de que el Trabajo Social ha sido una profesión feminizada a lo largo de su historia y aunque en la actualidad no solo son mujeres las que optan por la formación en Trabajo Social, siguen siendo mayoría. Este asunto puede resultar relevante para profundizar en la discusión acerca de la identidad profesional y el lugar que la disciplina ocupa en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas.

Los criterios cualitativos establecidos para seleccionar la población que formaría parte de la población fueron: a) trabajadores(as) sociales que ejercieran su profesión en alguno de los campos o áreas profesionales (familia, salud, ambiente, conflicto y convivencia, educación), b) que dicho ejercicio profesional fuera en el Eje Cafetero y Norte del Valle colombiano. Esto, por ser el contexto inmediato de formación, de procedencia y de aspiración laboral inicial de las investigadoras (razón por la cual se da su interés en reconocer el panorama de acción profesional en estos sectores), c) con mínimo un año de experiencia profesional y d) con interés de compartir su experiencia de manera voluntaria.

El trabajo de campo se realizó a partir de entrevistas semiestructuradas, lo cual implicó que los encuentros conversacionales fueran orientados por una guía de preguntas que contemplaran las categorías claves para la dimensión metodológica, tales como los supuestos teóricos y epistemológicos que la orientan, los métodos empleados, las técnicas, instrumentos, estrategias y actividades privilegiadas y las fortalezas, dificultades, aprendizajes y desafíos derivados (a nivel metodológico) de su praxis.

Retomando aportes del construccionismo se buscó que las participantes de la investigación, fueran asumidas como protagonistas del proceso, además se construyeron como principios orientadores para los encuentros, el evitar la imposición de ideologías o posiciones dominantes, las relaciones horizontales, calidez y reconocimiento por los saberes de todas las involucradas (McNamee, 1994)

En coherencia con lo anterior, en el estudio se prestó especial atención al componente ético y bioético, privilegiando el respeto y la comunicación asertiva, para compartir conocimientos sin vulnerar o desprestigiar el discurso del otro o la otra, manteniendo siempre una postura de sensibilidad y escucha en la que todas las participantes fueron asumidas como portadoras y constructoras de conocimiento desde su experiencia. Las profesionales entrevistadas formaron parte del proceso de manera autónoma, voluntaria y con pleno conocimiento de los propósitos del estudio, donde todos sus aportes fueron salvaguardados de manera rigurosa. El compromiso por la confidencialidad y buena gestión de la información fue respaldado por la firma de un consentimiento informado que, además, aseguró la reserva de las identidades.

Es importante referir que, la coyuntura vivida durante la pandemia por COVID-19, supuso retos importantes en la realización del trabajo en campo, ya que no era posible la presencialidad para los encuentros conversaciones debido al confinamiento. Por este motivo, las entrevistas se realizaron a través de plataformas virtuales, lo cual no fue impedimento para que se lograra consolidar un clima de confianza y escucha, además de todos los aspectos referidos anteriormente en cuanto al protagonismo de las participantes, respeto, horizontalidad y reconocimiento de saberes diversos.

Con respecto al trabajo de campo y al análisis de la información, se construyó una ruta de cinco momentos o fases que permitieron alcanzar el cumplimiento de los objetivos (Figura 1):

Fuente: Elaboración propia

Figura 1 Momentos del trabajo de campo 

  • Primer momento. Preparación del trabajo de campo: en este momento el equipo investigador diseñó las técnicas de recolección e información, e inició con un proceso de discusión sobre el criterio ético de la misma, se conversó acerca de los principios éticos, todo apoyado en lecturas y discusiones teóricas enmarcadas en el piso epistemológico de la propuesta.

  • Segundo momento. Familiarización: durante esta fase, se buscó realizar un acercamiento a la población. Se socializaron los intereses investigativos y se conformó una base de datos con trabajadoras sociales de las diferentes ciudades que estuvieron interesadas en participar.

  • Tercer momento. Inmersión en el campo: durante esta fase se realizó levanta-miento de la información, a partir de los encuentros conversacionales, se realizaron las entrevistas con las trabajadoras sociales que se mostraron interesadas en formar parte de la investigación. Paralelo a este proceso, se realizó la transcripción y la codificación (selectiva, abierta y axial) en matrices de análisis. Cabe resaltar que la información recolectada a partir de la guía de preguntas orientadoras fue previamente enviada a las profesionales, para que tuvieran tiempo de pensar con detenimiento en su práctica y reflexionar acerca de lo que querían compartir para la investigación.

  • Cuarto momento. Reflexión: durante este momento se realizó la interpretación y análisis de los datos; sin embargo, este proceso, se hizo de manera paralela al trabajo de campo, a partir de encuentros entre las investigadoras, para discutir las reflexiones que emergieron luego de conversar con las colegas que formaron parte de la investigación.

  • Quinto momento: se socializan los resultados de la investigación, en eventos abiertos al público, para compartir las principales reflexiones que emergieron luego del proceso vivido. A su vez, se realizaron algunos conversatorios en las clases de formación disciplinar del programa de Trabajo Social de la Universidad del Quindío y en diferentes escenarios en aras de aportar a la apropiación social del conocimiento.

Resultados y discusión

Hablar de metodología es hablar de intervención y de la puesta en marcha de modelos, concepciones teóricas, herramientas, estrategias, actividades y técnicas que inciden en la transformación de la realidad que viven los grupos y sujetos de la práctica profesional.

Para el Trabajo Social, la metodología ha sido un componente medular de su praxis, le otorga sentido e identidad a la misma. A lo largo de su consolidación disciplinar ha desarrollado producciones en torno al tema, que orientan la formación de profesionales en la actualidad. Algunos de sus desarrollos, referidos a los métodos clásicos, reconceptualizados, posreconceptualizados y contemporáneos (Duque, 2012), han sido retomados en los diversos campos de acción profesional, por trabajadores(as) sociales que a su vez imprimen nuevas formas y miradas a dichos métodos, reapropiándolos y reconfigurándolos al tenor de los retos que viven diariamente. Esto, le ha otorgado reconocimiento a la profesión y ha permitido que la intervención sea considerada desde una perspectiva científica, reflexiva y crítica.

Estructurar y reflexionar metodológicamente una intervención es necesario para organizar las acciones que darán pie a la transformación, como horizonte teleológico de la praxis. Sin embargo, se convierte en un aspecto complejo, al estar permeada por las condiciones de contextos laborales inflexibles, institucionalizados. Así, en algunos casos, la comprensión metodológica de la intervención queda reducida a lo expedito, acciones en las que se privilegia la resolución urgente de situaciones concretas, que no dan pie a la reflexión y puesta en marcha de metodologías otras, comprometidas con procesos de mayor alcance para la población. Al respecto se plantea:

Así la reflexión constructiva supone superar la dimensión empírica para situarla como objeto de análisis que produzca fundamentaciones coherentes con el contexto, ya que el profesional de Trabajo Social centra su intervención en procesos definidos por áreas o campos, condiciona su accionar en los modelos que enmarcan las instituciones, y prioriza las respuesta a las situaciones laborales que enfrenta, en consecuencia se queda sin suficientes desarrollos para la fundamentación metodológica que puede orientar su hacer. (Barreto-Acosta et al., 2003. p.17)

Es por esto que los y las trabajadores(as) sociales se enfrentan a constantes desafíos en su práctica, uno de ellos referido a la consolidación de metodologías desde las cuales logre responder a las demandas de sus campos laborales, pero a su vez, al carácter procesual y de transformación que orienta su praxis. Las realidades y contextos a los que se enfrentan los profesionales son altamente dinámicos y cambiantes, en algunas ocasiones se presentan como caóticos y complejos. De ahí, la necesidad de reconfigurar las metodologías y los métodos de intervención, propiciando el trabajo colaborativo, colectivo, la construcción conjunta de ideas y formas en ambas direcciones (profesional-sujetos de la intervención) a través de la puesta en marcha de diversas estrategias, herramientas y técnicas desde las cuales se tengan en cuenta las experiencias, narrativas, sentires y particularidades de todos quienes participen en la intervención.

De Robertis (2006), argumenta que “la metodología nos permite así delimitar y estudiar la o las ‘maneras de actuar’ en Trabajo Social, la forma de proceder según un determinado orden y siguiendo ciertos principios, es decir el(los) método(s)” (p. 111). Es allí donde se transforma el quehacer profesional, con todas las variaciones y cambios que puedan surgir en la praxis gracias a las subjetividades presentes en un territorio; si bien la intervención tributa a una teoría, es la realidad quien permitirá llevar a cabo un proceso holístico, pertinente y exitoso desde la pluralidad metodológica.

Desde metodología, en la intervención, se puede construir un camino, una ruta que permita alcanzar los objetivos trazados colectivamente, encontrar una solución al problema identificado, siendo el profesional quien diseña y estructura dicho camino, reconociendo sus límites y posibilidades, luego de un proceso de contextualización, de conocimiento, familiarización y trabajo colectivo con la población.

Teniendo como referencia el panorama anterior, al abordar con las trabajadoras sociales que formaron parte de este proceso asuntos centrales de la metodología en su praxis, se pudo encontrar lo que se observa en la siguiente ilustración (Figura 2):

Fuente: Elaboración propia

Figura 2 Subcategorías de Análisis 

Paradigma hermenéutico y crítico como horizontes teórico-epistemológicos de la metodología en la intervención profesional

Para la elección y construcción metodológica, en la intervención profesional, los y las trabajadores(as) sociales de manera explícita o implícita asumen un lugar de enunciación que ha sido configurado por aportes teóricos y epistémicos de las Ciencias Humanas y Sociales. Dicho lugar de enunciación delimita la ruta de acción profesional e influye en las decisiones metódicas, técnicas, instrumentos, estrategias, alternativas y formas de relacionamiento entre el profesional y los sujetos que forman parte de la intervención.

Al indagar sobre este asunto con las trabajadoras sociales que formaron parte de la investigación, fue posible encontrar que todas coinciden en asumir el paradigma hermenéutico y crítico como grandes matrices desde las cuales retoman teorías que orientan su praxis profesional y por ende, su metodología de intervención. Este hallazgo resulta coherente con las discusiones acerca de una praxis contemporánea, referidas al establecimiento de relaciones cercanas y horizontales con la población, la empatía, escucha y sensibilidad frente a los problemas que vive la otra y el otro, la intención transformadora de la praxis en horizontes de justicia social, dignidad humana y garantía de derechos. En coherencia con lo anterior, los siguientes relatos:

A nivel personal yo he tenido cierta afinidad por la teoría de los sistemas; o sea, yo siento que todo tiene que ver con todo... yo siempre pienso que todo se relaciona. (Entrevistada 1, comunicación personal, 2020).

Yo puedo estar aquí en un proceso ya final con una comunidad (...), pero necesariamente a veces tenemos que volver al inicio para poder seguir avanzando, entonces no es considerar que la metodología es lineal y que es solo para avanzar, sino que en algún momento también tenemos que retroceder. (Entrevistada 2, comunicación personal, 2020)

Yo, me he movido mucho a nivel metodológico desde el construccionismo social de Natalio Kisnerman. Para mí, es una apuesta súper interesante el poder nosotros vivir esos tres momentos. (Entrevistada 3, comunicación personal, 2020)

Como se observa en los relatos anteriores, la sistémica, construccionismo y la opción decolonial e intercultural resultan ser referentes que orientan la acción de las trabajadoras sociales entrevistadas. Dichas perspectivas ofrecen una visión comprensiva, reflexiva y crítica acerca de la realidad social en la que se desenvuelven los sujetos de la intervención. Privilegian lo relacional, el trabajo colaborativo y el reconocimiento de las diversas formas de opresión que se hacen visibles desde la lógica de la modernidad. A partir de estas propuestas es posible potenciar procesos dialógicos en los que cobran relevancia los diálogos de saberes, el reconocimiento de capacidades y de los conocimientos situados y en clave intercultural. La conversación, el trabajo conjunto y el reconocimiento de las problemáticas o situaciones sociales como producto, entre otros asuntos, de las relaciones e interacciones sociales. Aspecto que reivindica la solidaridad y el reconsiderar la mirada aislada y desconectada sobre la vida, que ha sido consecuencia del modelo económico imperante actual. A su vez, motiva la comprensión de la metodología, como camino abierto al diseño, a la construcción no lineal, etapista e inamovible.

Métodos de intervención profesional: entre los clásicos, los contemporáneos y la dificultad para su identificación

Desde las experiencias profesionales de las entrevistadas fue posible comprender que reconocen con mayor facilidad los métodos clásicos de caso, grupo y comunidad y los consideran como transversales a todos los procesos que realizan. Sin embargo, también fue posible encontrar referencias a métodos contemporáneos, retomados desde los aportes de la sistémica, y en algunos casos, también fue posible reconocer su dificultad para identificarlos con facilidad. Aunque, en aquellos casos, los procesos de intervención descritos responden a la forma genérica de planeación, ejecución y evaluación, reconocida desde el proceso de reconceptualización. Al respecto, los siguientes relatos:

Si vamos a hablar de los métodos clásicos, yo creería que acá en la parte de docente orientador se aplican todos, método de caso cuando hago atención individual, el método de grupo pues precisamente cuando hago la intervención a nivel grupal, y una intervención a nivel de comunidad, por ejemplo, cuando tenemos esa articulación interinstitucional. (Entrevistada 4, comunicación personal, 2020)

También he transitado por la metodología de la validación humana de Virginia Satir, ella nos habla también de tres momentos que son: el contacto, el caos y la integración. Esos tres momentos también se pueden vivir, es donde en el contacto establezco esa cercanía (...) con las personas (...) identifico un poco y reconozco qué es lo que les está pasando. Luego, paso al momento de caos, que es donde uno sacude a la familia, por decirlo de alguna manera, para que se muevan de su zona de confort, ellos reflexionen y piensen qué es lo que está pasando y qué cosas podemos empezar a transformar y cambiar. Integración, ya es la etapa donde ellos empiezan a poner en práctica todas esas pautas que se les dieron. (Entrevistada 3, comunicación personal, 2020)

Como se pudo observar anteriormente, los métodos referidos en estos casos están en coherencia con aspectos clásicos de la formación profesional y con las perspectivas teóricas comprensivas, relacionales y críticas por ellas citadas en un principio. Asunto que también se ve reflejado en los siguientes relatos:

Lo narrativo para mí en este momento es una perspectiva metodológica que es relevante y la más propicia para el trabajo que estoy haciendo, porque esa perspectiva narrativa buscar resaltar como les digo la voz del otro, eso es lo que hacemos ir a campo y escuchar a la gente, cuáles son las percepciones, (...) experiencias (...) significados (...) eso yo ya lo analizo y lo interpreto. (Entrevistada 5, comunicación personal, 2020)

Lo metodológico para mí, digamos en la intervención es muy, es como muy difusa en ese sentido porque pues uno está constantemente haciendo muchas cosas, pero (...) generar primero un acercamiento, generar una planeación. (Entrevistada 2, comunicación personal, 2020)

Aspectos como los referidos anteriormente por las entrevistadas dan cuenta de una selección consciente sobre la forma más pertinente para llevar a cabo a nivel metódico su intervención. A su vez, las dificultades que pueden presentarse para reconocer el método que llevarán a cabo. Es importante mencionar que las omisiones por parte de algunas de ellas con respecto al tema, también dan cuenta de lo difuso, complejo o poco necesario que puede ser en algunos casos identificar el método que privilegian en su praxis. Al respecto, Peruzzaro (2018), plantea que la preocupación por delimitar el método corresponde más a una exigencia de la lógica disciplinar (teórica y externa), que a una necesidad real de la acción.

Teniendo en cuenta los aportes de las entrevistadas, es posible considerar la importancia de profundizar en el tema desde una perspectiva reflexiva, creativa y propositiva, que permita trascender la mirada etapista y lineal del método en la intervención. Lo anterior, para consolidarlo como un proceso repensado y construido contextualmente, que parta de la comprensión del objeto de intervención delimitado en la praxis.

Lo relacional y emocional: aspecto que se privilegia en la praxis, como base para la elección técnico-instrumental

Posterior a la determinación de una teoría y un método específico, el ejercicio profesional necesita de una serie de acciones y herramientas seleccionadas con sentido, que aportan a la materialización de los objetivos de la práctica y por ende, que influyan en la transformación social; y aunque se pueden considerar un proceso estructurado, también pueden ser flexibles y fundamentados en horizontes epistémicos diversos (Ordóñez Castillo y Barahona Rojas, 2021).

En la actualidad se cuenta con un gran abanico de posibilidades, las cuales son ya conocidas o construidas por los(as) profesionales en su praxis. Al indagar sobre la dimensión técnico-instrumental de la metodología fue posible encontrar lo siguiente:

Pues, resulta que yo apliqué muchas técnicas (...), uno a veces cree que entre más técnicas aplique, más riguroso y chévere es el proceso. Eso es súper falso (...), resulta que lo que más me sirvió en el proceso no fue nada de eso, fue lo que yo le llamé (...) intercambios experienciales... Cuando llegábamos del taller nos sentábamos a comer, nos quedábamos charlando (...) hablando de lo que pasaba en sus comunidades, de la historia de ese espacio, cómo llegaron ahí. Esa para mí es una clave metodológica muy importante (...), estrategias horizontales, intentar preguntarle a la gente qué quiere hacer, cómo se imagina el proceso. (Entrevistada 6, comunicación personal, 2020)

Lo anterior lleva a considerar que se privilegia más allá de la rigurosidad de la técnica el encuentro, la escucha, la diversidad de herramientas y estrategias que estén más acordes con los intereses, gustos y necesidades de la población. Fue posible destacar como argumento relevante en las profesionales, que para realizar los procesos de intervención no es necesaria la rigidez metodológica, los formatos extensos y cumplimiento estricto de ciertas demandas institucionales, ya que se debe reconocer lo relacional, el lado humano de los procesos que se llevan a cabo, cultivar relaciones horizontales desde la empatía, la compasión, la escucha y el deseo de aprender del otro, sin que medie el poder o la jerarquía de la profesión.

Fortalezas, dificultades, desafíos y aprendizajes en la metodología de intervención profesional contemporánea

Fue posible reconocer con las trabajadoras sociales una serie de fortalezas y dificultades que potencian o entorpecen el desarrollo eficiente de la intervención y cómo estas, a su vez, enriquecen la experiencia profesional y las dotan de herramientas creativas y reflexivas. Así mismo, como parte de los procesos vividos en la praxis, fue posible reconocer aprendizajes de tipo profesional y personal que han sido significativos y por tanto, han contribuido en la forma de concebir y ejercer el Trabajo Social. Dichos aprendizajes además vislumbran retos en los que se hace necesario seguir trabajando:

Metodología de la intervención profesional: entre la reflexividad y el encasillamiento

En algunas áreas de intervención existen a nivel metodológico más dificultades que en otras, es por ello, que cada profesional se adecúa y desde allí apuesta por lograr una intervención social rigurosa. La mayoría de las profesionales entrevistadas coincidieron en que algunas instituciones muy parametrizadas pueden convertirse en una dificultad para la consolidación de una metodología diversa, construida entre profesionales y población, este aspecto, coincide con los planteamientos de Aquín et al. (2012), quienes plantean que el trabajador social al estar de manera recurrente en su praxis vinculado a una institución, cuenta con pocas posibilidades para ejercer libremente su praxis. Lo anterior, se puede observar en el siguiente relato:

Con ICBF la orientación es diferente, entonces como que la metodología es muy específica, casi que a ti ICBF te dice: tienes que trabajar con cuál metodología, o sea si no hay tanta libertad, entonces ya tú sabes que lo que tienes que hacerte es leer un manual operativo y simplemente hacer funcionar algo que ya está. (Entrevistada 4, Comunicación personal, 2020)

Así, al estar vinculadas en diversas instituciones que cuentan con los procesos estandarizados, resulta complejo proponer otro tipo de estrategias metodológicas, lo cual en algunos casos dificulta el despliegue de las capacidades reflexivas, creativas, críticas y humanas de los profesionales:

Esas posturas como tan rígidas, tan autoritarias, tan lineales de las instituciones se convierten en obstáculos para poder nosotros brindar una imagen distinta. (Entrevistada 3, comunicación personal, 2020)

Esa visión tan desesperanzadora frente a la participación de las familias, uno encuentra instituciones que dicen: “¡No! Es que aquí las familias no participan, aquí les da pereza, con ellos es muy difícil. ¡No!” Uno va y mira, y es que ellos no se han revisado la forma como están llegando a esas familias, siempre dan más de lo mismo, no innovan en la manera como intervienen con ellas. (Entrevistada 3, comunicación personal, 2020)

La rigidez institucional, en algunas ocasiones, se convierte en obstáculo y dificultad para la praxis, según lo refieren insistentemente las entrevistadas. Esto conlleva al encasillamiento del profesional en técnicas y métodos preestablecidos a nivel institucional. Lo anterior, puede impactar negativamente en la imagen y la credibilidad del profesional, quien termina por ubicarse en una “zona de confort” que no le permite explorar nuevas y mejores alternativas para los procesos desarrollados con la población.

Por el contrario, en cuanto a las fortalezas, la flexibilidad ofrecida en algunos campos laborales, resulta ser clave para el ejercicio profesional si es ofrecida en tres momentos fundamentales: a) la planeación metodológica, b) la ejecución y c) la evaluación para análisis de resultados alcanzados. Estos momentos dotan de sentido e intencionalidad la dimensión metodológica de la praxis, abriendo la posibilidad al despliegue de la creatividad y la gestión de recursos intelectuales y materiales para el éxito de la intervención:

La flexibilidad en lo metodológico también es importante, (...) porque yo no puedo llegar con un cuestionario de preguntas a una comunidad, por ejemplo de campesinos, sino generar una relación dialógica de confianza y empatía, más de amistad, más de iguales y reconocer que hay autonomía en la persona y que me va a decir lo que me quiera decir, yo no voy a forzar ni a presionar a que ese sujeto se incluya en mi método, sino que sea algo flexible. No se trata de yo conseguir una información a toda costa, sino que, se trata de respetar la integridad de la persona y sus intereses. (Entrevistada 5, comunicación personal, 2020)

Así mismo, otro aspecto positivo radica en la posibilidad de dejar huella en las comunidades, partiendo de procesos conscientes y planificados. Dicha cualidad en la intervención solo se logra integrando una metodología adecuada y precisa para cada contexto social, como se observa a continuación:

Yo creo que la metodología es lo que permite eso, que quede resonando en esas personas con las que uno trabaja lo que se quiere de pronto de movilizar con ellos, trabajar con ellos. (Entrevistada 2, Comunicación personal, 2020)

Una fortaleza, la sistematización. Yo insisto mucho en eso, porque cada vez la antropología, la sociología están llegando a decir, venga, qué es esa vaina de la sistematización que ustedes hacen, que es tan interesante y que queremos aprenderla. (Entrevistada 6, comunicación personal, 2020)

Teniendo en cuenta los anteriores relatos, como fortalezas en lo metodológico se encontraron: la capacidad de construir estrategias, actividades y técnicas reflexivas, diversas y apropiadas a cada población, la flexibilidad para planear, ejecutar, evaluar las propuestas de intervención de manera creativa y la sistematización de experiencias como metodología propia para investigar la praxis y construir conocimiento desde ella.

Creatividad e innovación, desafío para la praxis profesional

Para hacer frente a la realidad social y a las necesidades del contexto, los y las profesionales enfrentan desafíos que son de importante atención, ya que permiten el crecimiento profesional, así como también el cumplimiento de objetivos de la praxis. Según lo encontrado, uno de los desafíos es la necesidad de la innovación y creatividad por parte del profesional:

Entonces creo que el reto más grande está en eso, en nosotros poder innovar con otras metodologías, con otras estrategias. Pero, sobre todo, entender que las familias tienen algo para decirnos y que pueden construir de la mano con nosotros. (Entrevistada 3, comunicación personal, 2020)

Siempre hay que ser como creativos, lo que les digo una cosa es un lineamiento de 1000 pasos donde dice hay que hacer esto y esto, y otra cosa es ya la realidad, ajustar, entonces, bueno primero eso creo que no hay ni recetas ni fórmulas donde uno diga que siempre la misma cosa va a funcionar en todo (...). (Entrevistada 6, comunicación personal, 2020)

Relatos como estos, invitan a reflexionar acerca de comprender que no hay un camino fijo y preestablecido. La metodología no es un paso a paso seguro y definido, por el contrario, atravesará por dificultades, alteraciones y desajustes que conllevan a una nueva planeación,

Lo dicho implica tomar posturas, ponerse en posición y en situación y esto requiere tomar decisiones y optar. Para esto, el saber y el hacer son imprescindibles. Un aspecto que significa una ruptura y una superación de las debilidades de nuestra profesión es el debate al interior de la misma... (Parola, 2020. p. 86)

Para construir, como lo propone la autora, prácticas situadas, que se alejen de metodologías cerradas, y sean coherentes con estrategias diversas, construidas desde las múltiples realidades sociales y en diálogo con los otros-as. Por esta razón, el llamado e invitación de las entrevistadas es a la reflexividad y la crítica en la metodología de intervención.

Aprendizajes para seguir mejorando...

En la praxis profesional se viven diversas experiencias, algunas de ellas retadoras, complejas, exigentes y satisfactorias, pero sin duda alguna, todas generan aprendizajes personales y profesionales. El reconocimiento de lo diverso y diferente de cada proceso es uno de ellos:

Cada trabajo también es distinto, como les decía, estuve en el Cauca del 2010 al 2014 e hice unas cosas y ahorita que volví me tocó hacer otras. Dependiendo de mi rol profesional se debe ir ajustando el asunto metodológico. No es algo que sea lineal, pero lo primero que sí se debe hacer es generar confianza, empatía, comprender el contexto. (Entrevistada 5, comunicación personal, 2020)

Es por esto, que pensar en propuestas metodológicas, talleres, estrategias o planeaciones estandarizadas, que no reconozcan las particularidades de cada proceso, es un error en el que habría que evitar caer. De allí la complejidad de la dimensión metodológica para la praxis, ya que esta implica una reflexión constante, no solo de lo que se hace de manera particularizada, sino de lo que se quiere movilizar en las personas:

Yo siento que lo metodológico a veces se vuelve tan complejo, también generar una reflexión frente a eso que tú estás haciendo, de que tú no vas solo a generar, a llevar un tema, sino que también hay que pensarnos, en que en esas personas con las que uno está trabajando pues quede algo. (Entrevistada 2, comunicación personal, 2020)

La reflexión antes referida, acerca de lo que se quiere motivar en otros(as), también implica un proceso personal, en el cual las profesionales interpelan sus propias ideas e imaginarios sobre la vida. Este como otro aprendizaje:

Deconstruir esas verdades que hemos establecido socialmente, y digamos que esos han sido unos aprendizajes chéveres, cómo poder deconstruir esas grandes verdades que construimos como hijos de Occidente, eh, pero que es de una tarea sumamente difícil. (Entrevistada 7, comunicación personal, 2020)

Cada una de las experiencias que se derivan de la praxis, los posibles desatinos y aciertos a nivel metodológico generan aprendizajes que permiten a las profesionales fundamentar su intervención y construir mejores formas de abordar la misma.

Conclusiones

Aproximarse a los procesos metodológicos de la intervención en Trabajo Social implica una mirada integral de la realidad y del ejercicio profesional desde una visión contemporánea. Se entiende que la metodología está compuesta por una serie de dimensiones que le aportan coherencia y racionalidad a tal punto que desconocer alguna es indeseable. La metodología se constituye como dimensión necesaria e irremplazable en tanto que permite estructurar, planear y orientar la actuación de los profesionales, proporcionando rigurosidad y enfoque. Teniendo en cuenta lo anterior, con respecto a los horizontes epistemológicos, métodos de intervención, elección técnico-instrumental, fortalezas, dificultades, desafíos y aprendizajes encontrados en la metodología de intervención profesional se puede decir que:

En cuanto a los horizontes epistemológicos de la metodología

Los paradigmas hermenéutico y crítico se constituyen en el principal piso epistemológico desde el cual consolidan la metodología de intervención las profesionales que formaron parte de este proceso. Ambos permiten observar la realidad de manera comprensiva, crítica y a los sujetos como agentes de cambio y transformación social. La sistémica, el construccionismo social y las apuestas decoloniales e interculturales aportan a la metodología de intervención profesional el reconocimiento de lo relacional, de la construcción conjunta entre profesionales y sujetos facilitando la comunicación, la confianza y la deconstrucción de relaciones e intervenciones arbitrarias y opresoras.

Con respecto a los métodos de intervención

Se reconoce la vigencia y relevancia de los métodos clásicos para la praxis profesional contemporánea. Sin embargo, resulta necesario aportar a la construcción de nuevas producciones y perspectivas metódicas coherentes con los contextos complejos y cambiantes en los que hoy se interviene. Así mismo, el ejercicio profesional llega a ser tan complejo que en ocasiones no es posible delimitar un método particular para llevar a cabo las acciones necesarias en la intervención. Es por esto que se hace necesario continuar la discusión acerca del tema en los escenarios de formación profesional, además de promover el fortalecimiento de capacidades críticas y creativas en estudiantes y profesionales que faciliten la identificación, ajuste, diseño e implementación de métodos profesionales para los diversos escenarios y áreas de intervención profesional, que partan de ejercicios rigurosos de contextualización y de análisis del objeto de intervención profesional.

Frente a la elección técnico-instrumental

Las herramientas que se emplean a nivel metodológico determinan en gran medida las relaciones entre profesionales y sujetos. Es por esto que resulta necesario cuestionar las exigencias institucionales en las que se instrumentaliza la praxis del Trabajo Social y que se reducen al diligenciamiento de instrumentos estandarizados que solo recaban información y no aportan a la construcción con la población de procesos relacionales hacia el cambio. Así, la elección técnico-instrumental supone un análisis y reflexión rigurosa que permita identificar aquella que más se adecúa a las necesidades de la población, teniendo como punto central las relaciones sociales, el bienestar, la comodidad, la empatía y la motivación de los sujetos dentro del proceso. Por lo tanto, aunque se cuenta con una variada producción técnico-instrumental, se privilegia la construcción creativa de las mismas, en el marco de relaciones horizontales, cercanas y sentipensantes que trasciendan la cosificación de la población.

Desde las fortalezas, dificultades, aprendizajes y desafíos a nivel metodológico

La realidad social es diversa, por esto, las metodologías en la intervención cambian y se ajustan de un contexto social a otro, así como también cambian las directrices y libertades que tienen los profesionales en determinadas instituciones. Es por esto que algunas de las fortalezas a nivel metodológico encontradas en las profesionales giran en torno a la reflexividad sobre su acción, la pluralidad metodológica y metódica como garante de procesos no estandarizados y la búsqueda de resonancia y posibles cambios significativos en los sujetos de la intervención a través de la praxis. La sistematización resulta en este punto ser una fortaleza para la construcción de conocimientos y fundamentos metodológicos que emergen de la praxis.

Por otra parte, persiste para el Trabajo Social la poca autonomía a nivel de su intervención. Lo cual limita la flexibilidad para su acción. En tanto algunas directrices institucionales la encasillan. Es por esto que, al adoptar metodologías impuestas, se limita el abordaje de asuntos relevantes para la praxis, lo cual conlleva a la necesidad de discutir estos asuntos a nivel disciplinar, desde las agremiaciones profesionales, con el fin de plantear acciones que aborden dicha situación.

Las y los profesionales imprimen a su metodología de intervención creatividad e innovación, pues así enfrentan las demandas del contexto. Sin embargo, dichas capacidades en algunos casos se vislumbran como desafíos a nivel metodológico, pues, como ya se ha desarrollado en el tránsito de este análisis, algunas y algunos se enfrentan a una rigidez metodológica institucional, lo cual los lleva a buscar constantemente alternativas para cumplir con las directrices institucionales, las necesidades de la población y la adecuación de metodologías coherentes con el contexto.

De allí que sea necesario en los espacios de formación profesional, aportar al fortalecimiento de diversas capacidades personales y profesionales para enfrentar estas situaciones. Para esto resulta importante reconocer los aprendizajes que ya han adquirido quienes llevan tiempo ejerciendo. Dichos aprendizajes que vienen de la experiencia le muestran rutas de acción a la academia, razón por la cual es necesario fortalecer la relación entre graduados y sus programas de formación. A partir de estos encuentros será posible construir agendas de acción y conversación que aporten a la fundamentación de la metodología de intervención profesional y a su reconfiguración de manera continua.

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1 El semillero de investigación estuvo conformado por cuatro estudiantes y una docente que orientó y acompañó todo el proceso. De este ejercicio se derivó la presentación y discusión del tema en escenarios académicos a través de la presentación de ponencias.

2 Los dilemas éticos en la intervención profesional son recurrentes, tienen que ver con las dificultades de autonomía a nivel institucional que enfrentan los profesionales en su praxis (Aquín et al., 2012). Los y las trabajadoras sociales son en su mayoría empleados, que deben cumplir con demandas institucionales y por tanto, se enfrentan en muchas ocasiones a dilemas, producto de las exigencias a nivel laboral vs. los objetivos de una praxis transformadora. De allí la importancia de fortalecer las agremiaciones y colectivos para la conversación entre profesionales sobre el abordaje y posicionamiento frente a situaciones que puedan entorpecer los fines de la intervención.

* Los resultados de la presente investigación se gestaron en el marco del semillero en intervención profesional de Trabajo Social, de la Universidad del Quindío. La investigación fue titulada: Procesos de intervención profesional de Trabajadores Sociales en algunas ciudades del eje cafetero y norte del Valle-Colombia y fue aprobada y financiada por la vicerrectoría de investigaciones de la Universidad durante el año 2020.

Cómo citar este artículo: Guzmán-Heredia, A., Mina-Urrutia, T. y Gil-Ríos, A. M. (2023). Metodología de intervención en Trabajo Social: contribuciones para su análisis. Revista Eleuthera, 25(1), 203-223. http://doi.org/10.17151/eleu.2023.25.1.11.

Recibido: 15 de Agosto de 2022; Aprobado: 27 de Octubre de 2022

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