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Revista Colombiana de Cirugía

Print version ISSN 2011-7582On-line version ISSN 2619-6107

rev. colomb. cir. vol.36 no.4 Bogotá Oct./Dec. 2021  Epub Feb 15, 2022

https://doi.org/10.30944/20117582.955 

Artículo de reflexión

UN APLAUSO, UNA VIDA: Un llamado a la solidaridad durante la pandemia por COVID-19

ONE APPLAUSE, ONE LIFE: A call for solidarity during the COVID-19 pandemic

Juan Carlos Sabogal-Olarte1  a 

1Médico, especialista en Cirugía general, Salud pública y Docencia universitaria, subespecialista en Cirugía hepatobiliar y pancreática. Magister en Epidemiología, Cirugía HPB Hospital San Ignacio; jefe, Cirugía HPB, Hospital Mederi; profesor de Cirugía, Universidad El Rosario y Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C, Colombia. Miembro de la ACC, ASOCOLHPB, AHPBA, IHPBA.


Palabras clave: COVID-19; Virus del SRAS; pandemias; cirugía general; solidaridad; donaciones

Keywords: COVID-19; SARS Virus; pandemics; general surgery; solidarity; gift giving

Ser socialmente responsables con nuestro país y con nuestra Asociación es parte de nuestra obligación, no solo porque somos una minoría privilegiada por haber tenido la oportunidad de ser cirujanos y porque tenemos un enorme conocimiento científico y quirúrgico, sino por el deber que tenemos, como seres humanos y como colombianos, de dar un poco mas de lo que nuestra profesión implica.

La idea de este artículo de reflexión es contarles sobre el inicio y el proceso de la campaña UN APLAUSO, UNA VIDA que se desarrolló durante la pandemia por COVID-19 en 2020, para dejar una reseña histórica de lo vivido y el significativo impacto de la solidaridad y la generosidad de la sociedad colombiana al llamado que hicimos para ayudar a algunos pocos que tenían que enfrentar en primera línea al SARS-CoV-2.

La pandemia por COVID-19 trajo consigo una crisis mundial enorme, causando miles de muertes en todos los países, que al principio parecían solo anécdotas lejanas de la China o de Europa, que jamás iban a llegar a Colombia. No alcanzamos a imaginar, ni en nuestras más terribles predicciones, los efectos que esta pandemia iba a traer a nuestro país.

Día a día aprendíamos desde la distancia los devastadores efectos del COVID-19 en Wuhan, China. Amigos, colegas, conocidos y desconocidos enfermaban y morían ante nuestro asombro. Nos veíamos en la penosa obligación de trabajar en unas circunstancias inimaginables, usando unas máscaras que a duras penas nos permitían respirar. Operar para nada era la alegría que siempre nos generaba al entrar a un quirófano; mucha angustia, temor e incertidumbre era lo que nos embargaba.

Veíamos con enorme preocupación a muchos de los trabajadores de salud que tenían que enfrentar a diario, y en primera línea, esta tragedia. Todos sentíamos la angustia en las miradas de los colegas cirujanos, anestesiólogos, enfermeras, circulantes, instrumentadores y personal del aseo, cuando tenían que realizar algún procedimiento a pacientes con COVID-19, enfrentándose a esa dualidad entre la responsabilidad del trabajo y la angustia. Percibíamos sus miedos, la incertidumbre de saber si estaban bien protegidos con esos “disfraces”, si había algún orificio en esa escafandra a través del cual el maldito virus penetrara y los contaminara a ellos, o peor aún, a sus familiares.

Luego empezamos a sentir más cercano ese miedo, al tener contacto en salas de cirugía con pacientes con COVID-19, posibles contactos estrechos con los compañeros de trabajo o en situaciones inesperadas. Cada día era angustiante, en medio de la admiración por nuestros colegas y compañeros, por esa labor tan titánica como desagradecida, no solo por la irresponsabilidad de la gente que pensaba que el SARS-CoV-2 era un invento, sino por un sistema de salud que no ofrece las mínimas garantías laborales de protección para todas las personas que trabajan enfrentándose a la pandemia. El personal es vinculado con contratos de prestación de servicios, incoherentes e irresponsables, sin beneficio de prestaciones sociales, y con salarios vergonzosos. ¿Dónde está la preocupación de las instituciones de salud y del gobierno para proteger a todo un gremio que trabaja por y para la salud de los demás?

Los medios de comunicación nos llamaban héroes, nos aplaudían todos los días a las 8 pm, pero sin valorar realmente el enorme sacrificio que muchos hacían. Pero obviamente, eso era insuficiente. Se veía en la televisión y las redes sociales, videos emotivos, muy sentimentales y conmovedores, sobre toda esta situación, que con los días empeoraba. Desafortunadamente, nada de esto era suficiente, porque al final de cuentas, médicos, enfermeras, auxiliares, instrumentadores quirúrgicos, terapeutas respiratorias, administrativos, personal del aseo, celadores, secretarias y muchos más, seguían exponiéndose sin los elementos de protección personal adecuados. Entonces, había una enorme preocupación sobre los elementos de protección personal de todo el personal de salud, especialmente en las instituciones públicas, en donde los recursos son limitados y no siempre llegan a un destino apropiado.

En medio de toda esta crisis, la empatía empezó a tocarnos el corazón a todos. Era doloroso ver como se enfermaban y morían tantas personas que habían dedicado su vida al cuidado de los demás. ¿En que profesión se ve tanto altruismo, que llega hasta dar la propia vida?

Desde la relativa comodidad en la que muchos estábamos frente a la pandemia, la campaña UN APLAUSO, UNA VIDA simplemente surgió, de forma espontánea, por la imperiosa necesidad de ser solidarios, al pensar en nuestra responsabilidad social frente a tantos que tenían que enfrentar a este virus diariamente, pues los aplausos que promovían medios de comunicación cada noche para apoyarnos, no iban a proteger a todos los que tenían que enfrentar en primera línea al COVID-19.

Con esta idea en mente, se propuso la necesidad de buscar recursos en la ciudadanía, en la gente de a pie, o en los colegas cirujanos, para apoyar de alguna manera a nuestra gente. Se planteó una simple idea: lanzar una campaña para recoger la mayor cantidad posible de recursos económicos para comprar o recibir donaciones de elementos de protección personal, y enviarlos a los principales hospitales de Bogotá y a las regiones en donde más se necesitara.

Luego de comentar este proyecto, se obtuvo el total apoyo de la Asociación Colombiana de Cirugía, liderada por Lilian Torregrosa, William Sánchez, Oscar Guevara, Roosevelt Fajardo, Arnold Barrios y Alejandro Múnera. Así se le dio vida a la campaña UN APLAUSO, UNA VIDA.

El mensaje era simple y contundente. En vez de un aplauso, done lo que quiera para comprar elementos de protección para los que no pueden pedir ayuda. Si quiere aplaudir, perfecto, pero ayúdenos con su donación, para proteger a los que no tienen voz y no tienen las posibilidades económicas de comprar los elementos en donde las circunstancias de las instituciones no permiten que todos tengan elementos de protección. Fue así como nuestra primera intención era proveer a camilleros, auxiliares de enfermería y a las personas del aseo, pero también a enfermeros, médicos generales y especialistas.

Pese a que la solidaridad parece ser uno de esos dones perdidos en esta época, así como la fe en las personas, apareció de una manera maravillosa. Gracias a la generosidad de personas de los medios de comunicación que ni conocíamos, nos abrieron sus espacios en radio y televisión para pedir la ayuda de los colombianos.

La respuesta fue increíble e irreal. Muchas personas realizaban donaciones en dinero desde COL $2000 en adelante, mientras otros donaban caretas o mascarillas N-95. ¡Fue impresionante!.

Al mismo tiempo, obtuvimos la ayuda de la banca para poder recibir las donaciones por medios electrónicos que, aunque pareciera algo simple, tiene costos importantes y unos procesos muy complejos. Pero con el apoyo del sector financiero, no tuvimos que pagar ni un peso por este servicio y pudimos recibir donaciones desde todos los lugares del país y del extranjero. Qué decir del apoyo de la industria para ofrecernos las mascaras de protección facial y los tapabocas N-95. ¡Enorme!

En la medida que íbamos obteniendo ingresos, se iban consiguiendo los elementos de protección personal, que constaban de una máscara que básicamente era una lamina impresa en 3D para cubrir la cara, un tapabocas N-95 y guantes estériles.

Por supuesto, es importante mencionar la permanente e infatigable ayuda de Sonia Bavativa, quien desde la ACC estuvo siempre dispuesta a ayudarnos con la logística y con la organización de los paquetes para enviar a todos los lugares del país. Gracias.

Mientras íbamos organizando los equipos, se hicieron los contactos con los directores de las cuatro sub-redes de Bogotá y pudimos hacer la entrega de los equipos para el personal de los hospitales El Tunal, Fontibón, Simón Bolívar y Santa Clara.

De igual manera se enviaron equipos que constaba de Tapabocas N-95, careta visera, guantes desechables y vestido antifluido a otras ciudades (Tabla 1).

Tabla 1. Lista total de instituciones que recibieron los elementos de protección personal (EPP) en el país. 

En total se enviaron 1500 EPP gracias al apoyo de cada uno de los colombianos, que además de un aplauso, dieron un poco mas de cada uno, para que al menos 1500 personas estuvieran protegidas por un período corto durante la pandemia. Por supuesto, que 1500 personas resultan un número insignificante en un país con muchas más personas que trabajan en el sector de salud. Sin embargo, era un primer empujón, y estoy seguro fueron de gran utilidad para esas 1500 personas del país.

Al final, este pequeño relato histórico de un momento crítico del país, solo pretende narrar lo que los seres humanos podemos lograr cuando la solidaridad por los demás es el motor que permite, que desinteresadamente, se unan esfuerzos por un fin común. Cuando se dejan de lado los egos, los intereses personales y las envidias, somos capaces de convertirnos en seres maravillosos, con la enorme capacidad de construir un mejor país.

Gracias al apoyo de la ACC, a los médicos residentes de cirugía de las Universidades El Rosario, Cartagena y Javeriana, por ayudarnos con sus videos de promoción, y gracias a cada una de las personas que, de una u otra manera, fueron fundamentales en el éxito de esta campaña, única y sin precedentes en el país. De la misma manera que cada uno aportó en esta campaña, ojalá también seamos capaces de aportar para construir día a día un mejor país, más solidario, más ecuánime, mas justo, con futuro y con mejor empleo, para que esta Colombia, desangrada y entristecida, pueda construir, en paz y justicia social, un presente que nos permita soñar en un mejor mañana para nuestros hijos.

Citar como: Sabogal-Olarte JC. UN APLAUSO, UNA VIDA: Un llamado a la solidaridad durante la pandemia por COVID-19. Rev Colomb Cir. 2021;36:576-81. https://doi.org/10.30944/20117582.955

Cumplimiento de normas éticas

Fuentes de financiación: Autofinanciado.

Recibido: 24 de Mayo de 2021; Aprobado: 27 de Mayo de 2021; : 29 de Julio de 2021

aAutor de correspondencia: Juan Carlos Sabogal-Olarte, Hospital San Ignacio, carrera 7 # 40-62, consultorio 723. Teléfono 2874393. Dirección electrónica: juancarlos.sabogalolarte@gmail.com

Declaración de conflicto de intereses:

El autor declaró que no tiene conflictos de intereses.

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