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Revista Colombiana de Cirugía

Print version ISSN 2011-7582On-line version ISSN 2619-6107

rev. colomb. cir. vol.37 no.3 Bogotá July/Sept. 2022  Epub July 28, 2022

https://doi.org/10.30944/20117582.1286 

Artículo de reflexión

Las banderas y su influencia en la conducta social

Flags and their influence on social behavior

1Coeditor, Revista Colombiana de Cirugía. Associate Professor of Surgery, NYU Long Island School of Medicine. Director of Surgical Research. Program Director of the International Research Fellowship. Department of Surgery, NYU Langone Hospital-Long Island, Mineola, New York, USA


Palabras clave: banderas; sociedad; conducta social; violencia; nación-estado

Keywords: flags; society; social behavior; violence; nation-state

A un grupo de personas de diversas edades, sexos y razas se les muestran diferentes banderas y se les pide que expresen sus sentimientos al verlas. Sus respuestas son tan variadas como ellos mismos: Belleza. Amor. Unidad. Familia. Aceptación. Inclusión y libertad. Miedo. Odio. Ira. Genocidio. Barbarie. Propaganda. Sensación de orgullo, de seguridad. Soñar y buscar la felicidad. División. Opresión. Confusión. Decepción.

Las banderas pueden aterrorizarnos y dividirnos, pero también unirnos. Pueden expresar quiénes somos y qué queremos, significar cosas diferentes para distintas personas, ser las herramientas más poderosas y, también las más peligrosas del mundo. ¿Cómo puede ser que un trozo de tela haga tantas cosas al mismo tiempo? ¿Por qué tiene tanto poder?

Las banderas provocan una cálida respuesta en todo corazón. Una sensación humana básica es sentirse parte de algo, y es la razón por la cual formamos tribus, clanes y religiones. Es por ello que cuando nuestro equipo triunfa, sentimos ese éxito como propio, y cuando pierde sentimos personalmente un trauma, aunque no esté basado en nuestra propia experiencia. Fusionamos nuestra identidad personal con la del grupo y la bandera representa a ese grupo. La bandera es un fuerte marcador ideológico de nuestro repertorio cultural.

Antes de otorgarle esta simbología las banderas eran simples herramientas. Los primeros pueblos las usaban para avisar cuando venía un gobernante o un enemigo, los barcos las usaban para enviar mensajes, y eran cruciales en las batallas donde se debía saber dónde estaban los aliados y los enemigos. Las primeras banderas eran de pelo de animal o de metal, pero hace unos 6000 años, en la antigua China, se elaboraron por primera vez los tejidos de seda, la cual se extendió rápidamente a lo largo de la ruta que lleva su nombre. La utilizaban para las banderas más prestigiosas, como las de monarcas y jefes de Estado.

En el siglo XIX ocurrieron dos revoluciones, la tecnológica, gracias a la cual la gente se informaba mejor de lo que pasaba en su país, y la revolución política. A través de ella, le quitaron el poder a los reyes y a los gobernantes, y surgieron nuevos tipos de entidades políticas, conocidas como los Estados nación. Por lo tanto, sin monarcas se necesitaba una nueva identidad que uniera a los pueblos y para crear un sentimiento de pertenencia al Estado nación se trabajó en una estrategia de marca. Se necesitaba un sistema de creencias compartido y la bandera ayudó a crearlo. Como dijo el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe: “Un país parte de un nombre y una bandera, y luego se convierte en ellos, así como un hombre cumple su destino”.

Muchos años después, luego del cambio de la bandera original del apartheid, que representaba a los colonizadores, por la actual bandera sudafricana, Nelson Mandela dijo: “He apreciado el ideal de una sociedad democrática y libre. Es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir”. En el mismo continente, Etiopía fue el único país africano que no fue colonizado y el primero en adoptar una bandera nacional. Su bandera fue cambiando con los años a medida que el poder cambiaba entre monarquías y gobiernos comunistas, hasta que finalmente nació la república. Fuera de Etiopía, la bandera representaba la liberación del continente, por ello cuando los países africanos se liberaron del colonialismo y crearon sus propias banderas, muchos se inspiraron en la de Etiopía.

Más cercanos a nuestra geografía y a nuestra historia latinoamericana, vemos dos hechos singulares. El primero de ellos, el origen que comparten Colombia, Venezuela y Ecuador podría ser la razón que explica los mismos colores en su bandera. La historia señala que estos tres países nacieron luego de que las reformas borbónicas reagruparon sus territorios con el nombre de Virreinato de Nueva Granada. Aunque el Libertador Simón Bolívar intentó mantener esta unidad bajo el nombre de la Gran Colombia, predominaron algunos intereses imperiales que disolvieron este ideal del prócer. Ecuador, Colombia y Venezuela forman parte del gran sueño bolivariano. Los colores en sus banderas tienen el mismo significado en las tres naciones: amarillo, refleja las riquezas; azul, el mar que las separa de España; y el rojo, la sangre derramada por los héroes.

Por otro lado, si uno mira a Centroamérica, podrá ver que hay banderas parecidas a la de Argentina, pero ¿cómo es posible que compartan una misma identidad si están ubicadas a miles de kilómetros de distancia? Para ello, hay que remitirse al estallido de la Revolución de Mayo de 1810. En Buenos Aires, el marino francés Hipólito Bouchard arribaba al puerto y se ponía al servicio del Primer Triunvirato como corsario (pirata bajo órdenes del gobierno). Al mando de la fragata «La Argentina», Bouchard se embarcaría en una aventura que lo llevaría a recorrer diversos océanos y continentes, hostigando a naves españolas y enarbolando la bandera argentina en lo más alto. Fue en una de esas aventuras que Bouchard logró en 1818, que Hawaii, por entonces un reino, fuera el primer país en reconocer la independencia de Argentina, denominada en aquel momento Provincias Unidas del Rio de la Plata (1816). Su travesía, sin embargo, no terminaría allí, ya que semanas más tarde ocuparía durante unos días el puerto de Santa Barbara, California.

Una vez completada su misión, el marinó fijó rumbo hacia Centroamérica, donde continuaría su asedio a las fuerzas españolas. La mayoría de los historiadores sostienen que fue Bouchard quien influenció a los independentistas centroamericanos para que adoptaran la bandera de Argentina como agradecimiento. Más tarde se proclama Provincias Unidas de Centro América, que al igual que la Gran Colombia, agrupaba a varios estados de la América Central de la actualidad: El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Si bien la confederación se disolvió al poco tiempo, los países que surgieron de ella mantuvieron sus banderas celeste y blanca como símbolo de la unión de la que alguna vez fueron parte.

Las banderas pueden unificarnos y generar lealtad. Para los gobiernos es una gran herramienta, por eso algunos países exigen banderas en las escuelas. Y en más de 60 países en el mundo, si se profana la bandera nacional, se puede enfrentar multas o incluso la cárcel (en el continente americano ello solo ocurre en Argentina, Brasil, Cuba, México y Uruguay).

También existen códigos elaborados que detallan cómo debe manipularse, tratándolas con un respeto reservado a los sacramentos religiosos. Es un tipo de propaganda porque se promociona una visión de algo. El más claro ejemplo de ello tal vez lo demostró Adolf Hitler, quien lo entendió mejor que nadie. Luego de la Primera Guerra Mundial y la desilusión del pueblo alemán, Hitler se dio cuenta que podía usar un símbolo para unificar a la población y darle una visión de un mejor futuro. Trabajó en la rama educativa y de propaganda del ejército donde aprendió a manipular a las masas. En su autobiografía, Mein Kampf escribió que “un emblema llamativo puede ser el primer paso para despertar interés en un movimiento”. La bandera nazi tenía el poder de inspirar miedo, pero también tenía el poder de inspirar emoción. Llegó incluso a crear un manual de marca de más de 500 páginas, donde una de sus primeras decisiones fue prohibir la bandera antigua e instaurar la bandera nazi. Luego prohibió que la usaran los judíos. De allí también que las banderas pueden crear un “nosotros”, pero también un “ellos”, y han jugado ese papel a lo largo de la historia.

Las banderas se usaron en todo el mundo para reclutar ciudadanos y se convirtieron en un emblema del sacrificio del soldado. Ciertamente sucedió eso con la bandera de los Estados Unidos. Su culto surgió en el siglo XIX para alentar una cultura de patriotismo. Fue el primer país en tener un juramento a la bandera, un día y una semana de la bandera. La Guerra de Vietnam marcó un cambio; el movimiento antiguerra creció y la bandera se politizó ya que representaba dos visiones distintas, y cada lado la usaba de modo diferente. Así fue como luego de varios incidentes el tema llegó a la Corte Suprema de Justicia, donde el Juez Scalia expresó que “si se obliga a la gente a respetar un símbolo político entonces su respeto por la bandera no tiene validez”. A raíz de ello, la Corte Suprema dictaminó, en un fallo histórico, que quemar la bandera está protegido por la Primera Enmienda de la Constituciónٖ, que es un derecho. Paradójicamente, desde ese fallo, la bandera americana se ha vuelto más omnipresente. Una encuesta reciente arrojó que seis de cada 10 estadounidenses exhiben la bandera en su casa, en la oficina o en su auto.

Una cultura de patriotismo puede ser un escudo de protección contra un enemigo, percibido o real. Después del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 ocurrieron tres cosas: la gente fue a la iglesia, donó sangre y compró banderas. Walmart vendió 116.000 banderas ese 11 de septiembre y 250.000 al día siguiente, un incremento de 20 veces lo vendido en esos días del año anterior. Curiosamente, el entonces candidato a presidente de los Estados Unidos, Barack Obama se negó a usar el pin de la bandera en su solapa durante la campaña, pero al ver la reacción negativa de la ciudadanía comenzó a utilizarlo.

Años más tarde se eligió a otro presidente, Donald Trump, quien impulsó que “quien queme la bandera debería ir a la cárcel por un año”. De este modo promocionaba la idea de que con ese actuar se estaba atacando a los Estados Unidos. Pero esto, a su vez, destapó una caja de Pandora: en enero de 2021, cuando asaltaron el Capitolio de los Estados Unidos, había banderas de todo tipo, y algunas preocupantes: la bandera de Kekistán, un país nacional populista ficticio basado en una bandera nazi, la bandera de Gadsen de la revolución estadounidense, y las infaltables banderas de los Confederados que utilizaban los segregacionistas.

Es por ello que, cuando se utilizan banderas, muchas veces no se tiene en consideración el nivel de sus significados. Se debe entender que las banderas provocan reacciones en la gente, son un barómetro de dónde estamos ubicados como sociedad. Al momento en que este artículo está siendo escrito nos toca ser testigos del heroísmo desplegado por el pueblo ucraniano frente a la invasión de Rusia a Ucrania. Técnicamente, la bandera de Ucrania está compuesta por dos franjas horizontales de igual proporción, con los colores azul en su parte superior representando el cielo, y el amarillo en su parte inferior, sus campos de trigo, reflejando la importancia del país en este cultivo, al ser uno de los mayores exportadores de cereales del mundo. Pero, en realidad, lo que observamos es cómo el sentimiento de todo un pueblo se ha encolumnado detrás de su bandera en defensa de sus principios, su identidad y su libertad, demostrando al mundo el poder que una bandera puede ejercer en un pueblo atacado criminalmente por una superpotencia militar vecina, luchando y resistiendo el azote invasor.

Las banderas no son telas silenciosas o simples paños, reflejan los valores y aspiraciones de un país, así como también su historia. La bandera es una pantalla en la que todos pueden proyectar sus propios ideales, esperanzas y miedos. Hay peguntas que nos invitan a la reflexión. ¿Quién es dueño del patriotismo? ¿Quién habla por una nación? ¿Quién define nuestra identidad y con qué nos identificamos? Nos desarrollamos como sociedad según lo que nuestras banderas representen y el sentimiento que nos inspiren.

Citar como: Petrone P. Las banderas y su influencia en la conducta social. Rev Colomb Cir. 2022;37:360-3. https://doi.org/10.30944/20117582.1286

Recibido: 17 de Agosto de 2021; Aprobado: 14 de Marzo de 2022; Publicado: 29 de Marzo de 2022

aCorrespondencia: Patrizio Petrone, MD, PhD, MPH, MHSA, MAAC, FACS; Department of Surgery, NYU Langone Hospital-Long Island, 222 Station Plaza North, Suite 300; Mineola, New York, 11501, USA. Teléfono: +1 (516) 663-9571. Dirección electrónica: patrizio.petrone@gmail.com y patrizio.petrone@nyulangone.org

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