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Fronteras de la Historia

Print version ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.20 no.2 Bogotá July/Dic. 2015

 

Crónica, retórica y discurso en el Nuevo Mundo

MANUEL PÉREZ Y ALBERTO ORTIZ, COORDS.
México: Universidad Autónoma de Zacatecas 2014 - ISBN: 978-607-8062-43-0 - 228 pp.

ROGELIO JIMÉNEZ MARCE
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.


Hace varios años, quince para ser exactos, tuve la oportunidad de conocer a una académica excepcional: Helena Beristáin (q. e. p. d.), del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Ella organizó una serie de diplomados cuya temática central era el estudio de la retórica, pues, según aducía, esta había sido desdeñada como consecuencia de la incursión racionalista en el conocimiento, motivo por el que se la consideraba una forma de engaño más que una manera de construir discursos. La aparición de un libro como Crónica, retórica y discurso en el Nuevo Mundo, coordinado por Manuel Pérez y Alberto Ortiz, seguro le habría provocado una sonrisa de satisfacción, pues los autores de los trabajos parten del supuesto de que la retórica es un método "posible, pertinente y deseable" para el estudio de los discursos virreinales novohispanos, los cuales utilizaron diversas estrategias retóricas para contar, representar y comunicar el Nuevo Mundo. Es pertinente mencionar que en este libro se integran once trabajos que se presentaron en dos foros académicos: el XVIII Congreso Internacional de Antropología Iberoamericana y el 54 Congreso Internacional de Americanistas.

El primer apartado reúne cuatro trabajos que analizan diversas crónicas. Karl Kohut menciona que la imagen del Nuevo Mundo, difundido a través de los escritos de Cristóbal Colón y de Américo Vespucio, se modificó tras la aparición de las crónicas de la Conquista redactadas por Hernán Cortés y Pedro Mártir de Anglería. Así, los salvajes antropófagos que vivían en una edad dorada se convirtieron en miembros de una alta civilización. El autor realiza un ejercicio comparativo de los escritos de Cortés y Mártir para demostrar que existen diferencias: el discurso de Pedro Mártir resulta ambiguo, pues mostraba empatía por el sufrimiento de los indígenas, pero les negaba la libertad. También reconocía los "crímenes" de los españoles que impedían a los nativos salir del salvajismo. En contraste, Cortés enaltecía a los indígenas por dos razones: era un hombre culto con la capacidad para admirar los logros de los mexicas y, al hablar de la conquista de una alta civilización, podía engrandecer su empresa.

Joaquín Zuleta analiza los textos de Pedro Sarmiento de Gamboa y Diego Flores de Valdés relativos al fracaso en el poblamiento del estrecho de Magallanes. El primero tenía el cargo de gobernador y capitán general del estrecho de Magallanes, en tanto que el segundo era el general de la Armada. Para el autor, resulta interesante que los textos, sin proponérselo, establecieron un diálogo en el que se refieren los mismos sucesos: la falta de fortificación del estrecho, los naufragios, la fuga de pobladores y la pérdida de materiales y víveres. Pedro acusó al monarca de haber sido el causante del fracaso, mientras que Diego culpó a los consejeros y ministros del rey por su equivocada evaluación de la empresa, además de que estaba convencido de que se habían proveído instrucciones secretas que dividieron a los miembros de la expedición. Con la intención de congraciarse con el rey, Flores emprendió una exploración del territorio de Brasil, a fin de exponer las riquezas que tenía y convencer al monarca que se debía poner atención en esta región.

Enrique Delgado examina la Suma de geografía de Martín Fernández de Enciso, la cual, según el autor, tiene particular importancia por dos razones: integró el conocimiento geográfico de la Tierra y se convirtió en la primera descripción del Nuevo Mundo. Es de destacar que la obra se concibió con un doble propósito: servir de instrumento de enseñanza para los pilotos, los navegantes y la autoridad monárquica y ser una primera propuesta de regionalización, por lo que se incluyó un mapa que buscaba acabar con los conflictos derivados del Tratado de Tordesillas. En este sentido, los mapas no solo tenían una función como forma de conocimiento sino que también constituían un arma política. El autor advierte que el texto es una fuente cartográfica más que un medio para estudiar la geografía humana. Concluye que la formación cultural de Enciso le permitió construir una obra pionera en los quehaceres geográficos, pese a que no estaba versado en muchas de las materias que trataba.

El último texto de la primera parte es el de Araceli Campos, quien estudia las crónicas sobre la historia de los niños tlaxcaltecas muertos por causa de la fe. Estas se produjeron en las primeras etapas de conversión de los indígenas por los franciscanos, quienes no solo buscaron enaltecer su obra evangelizadora, sino también demostrar que los indígenas podían convertirse en paladines de la nueva fe. En este contexto, el primer texto sobre el martirio de Cristóbal, escrito por fray Toribio de Benavente, tenía una intención hagiográfica, es decir, enfatizaba sus virtudes cristianas y la forma en que logró resistir el martirio, lo cual le abrió las puertas de la santidad. La historia de Cristóbal adquiere relevancia por dos razones: son escasos los relatos de niños que murieron en defensa de su creencia religiosa y la consolidación del catolicismo como una religión de masas se buscó a través del ejemplo de los mártires.

La segunda parte se compone de cuatro textos. Alberto Ortiz analiza el caso de la falsa beata María Lucía Celis para dilucidar los elementos de ficción en su narración de los encuentros con el demonio, situación recurrente en la literatura hagiográfica, en donde el protagonista tenía enfrentamientos con este ser sobrenatural. El caso de María Lucía Celis fue expuesto por Antonio Rodríguez Colodrero, quien era su confesor y tenía antecedentes de ineptitud en el ejercicio de su ministerio. Aunque Rodríguez buscó resaltar las cualidades ascéticas de la beata, lo cierto es que su discurso enfatizaba lo diabólico y lo sexual, situación que evidenciaba que el confesor consentía las perversiones sexuales, la ignorancia, la sumisión y la hipocresía de sus pupilas. Rodríguez intentaba ganar fama a través del relato del caso de María Lucía, pero no logró su pretensión a causa de su ignorancia y de su mal juicio, motivo por el que sería perseguido por la Inquisición junto con sus hijas espirituales. La historia relatada por el confesor evidenciaba los usos y abusos del mito demonológico, que se constituyó en un elemento definitorio del imaginario colectivo.

María Isabel Terán menciona que en los Sirgueros de la Virgen, obra redactada por Francisco Bramo, se utilizó el discurso emblemático como una forma de realizar una apología del misterio de la inmaculada concepción de María, asunto que trató en 62 folios de los 161 que componían la obra. El discurso emblemático de la obra mostraba que, para los personajes, los emblemas son "reales" y para el lector son construcciones verbales que el autor concibió a fin de construir la trama de su relato. La autora considera que una posible fuente de los emblemas fueron las letanías lauretanas y las letanías peruanas, aunque es probable que existiera otra obra en la que también se basó, pues los ejemplos propuestos daban cuenta de que representaba los títulos marianos.

Carmen Fernández se ocupa de la influencia de la mitología egipcia en el arte virreinal. Tanto en Puebla como en Zacatecas se construyeron obeliscos que buscaban refrendar la lealtad al gobernante. El que se construyó en Zacatecas contenía un texto que no estaba pensado para que fuera entendido por la población. En este sentido, el obelisco se concibió como una imagen tangible del poder, y la presencia de jeroglíficos contribuyó a reafirmar las jerarquías sociales, aunque su lectura estaba limitada a los iniciados y no a las élites en general. La inclusión de una "retórica jeroglífica", como la define la autora, perseguía el objetivo de llegar al pensamiento por medio de las imágenes, lo cual constituía una renovación del conocimiento en un clima de cambio espiritual. Así, su sentido no se inscribía en la lógica del desciframiento sino en la de la comprensión de la episteme barroca. La presencia del obelisco y de sus jeroglíficos constituía una manera de acercar al pueblo, pero de gobernarlo en la invisibilidad del sentido.

El último texto de este apartado es el de Enriqueta Olguín, quien menciona que las "guitarritas", una artesanía propia de Ixmiquilpan, tienen raíces orientales como consecuencia de las importaciones de enconchados que se traían en el Galeón de Manila. Aunque en un primer momento se imitaron las técnicas, como se constata en la presencia de los decorados, la ausencia de horizonte y la presencia de aves, lo cierto es que con el paso del tiempo se crearon modelos propios. El auge de la pintura enconchada en la Nueva España propició no solo que los pintores se encargaran de elaborar estas obras, sino que fueran producidas también por los indígenas, quienes se encargaban de transportar y comerciar los productos orientales en diversas rutas de intercambio provenientes de Puebla y la ciudad de México. La autora señala que en Orizabita, al norte del valle de Mezquital, se han localizado las primeras evidencias de fabricación de "guitarritas".

La tercera parte está integrada por tres trabajos dedicados al análisis lingüístico. Verónica Murillo advierte que el primer problema de la empresa colonizadora fue la comprensión lingüística. Los frailes no solo tuvieron que descifrar la estructura de las lenguas, sino escoger las palabras más adecuadas para expresar su mensaje evangélico, por lo que su labor misional tuvo una doble problemática: epistemológica, porque se buscaba enseñar una visión del mundo diferente, y retórica, porque se los debía convencer de lo que se les enseñaba. Ante tal dilema, los frailes utilizaron vocablos propios de la religiosidad prehispánica para expresar asuntos fundamentales de la doctrina cristina, pero ello no generó únicamente incomprensión sino asimismo dificultad para que los indígenas comprendieran la doctrina, pues el uso de palabras y conceptos conocidos no necesariamente anulaban sus referentes.

Un ejercicio similar es realizado por Sergio Bogard, quien reflexiona acerca de la manera en que el español incorporó el léxico indígena como parte de su sistema de nominación. Así, por ejemplo, encontró que Cristóbal Colón utilizó la comparación y la semejanza para designar los referentes novedosos. El autor identifica cuatro pasos para incorporar palabras al léxico: la extensión de su uso, su descripción por comparación, su familiaridad y su integración. Es de destacar que el español que llegó a Veracruz tenía una fuerte influencia andaluza, que se transformó a partir de la incorporación de léxico proveniente de las lenguas antillanas y el náhuatl.

Finalmente, Soledad Chávez menciona que la Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile, escrita por Jerónimo de Vivar en 1558, no solo tenía el objetivo de ensalzar las hazañas de Pedro de Valdivia en la conquista de Chile, sino que buscaba hacer una descripción del mundo indígena, aunque en este caso fue una experiencia "fallida" porque Vivar carecía de los conocimientos necesarios. La crónica también permite rastrear las bases de lo que se entiende por español en Chile, de tal manera que este texto, junto con el de Pedro de Valdivia, se puede considerar uno de los fundacionales de la textualidad chilena. Entre estos tres asuntos, la autora centra su atención en la forma en que se construyó la verosimilitud del texto, pues el cronista contaba hazañas que no había presenciado, aunque advertía que se las habían relatado personas de "crédito". En este sentido, contar lo verdadero se convirtió en una estrategia retórica tendiente a evidenciar lo que se podía creer, y a partir de "contar lo verdadero", se podía glorificar a los verdaderos héroes de la epopeya.

Los trabajos reunidos en este libro evidencian las posibilidades de análisis, a partir de la retórica, de las crónicas e imágenes virreinales. Aunque este tipo de documentos han sido trabajados de manera extensa, la principal aportación de algunos de estos estudios es que identifican y analizan las estrategias retóricas que les sirvieron de sustento para construir sus argumentos discursivos. Es de destacar que la publicación de este libro muestra la importancia de los congresos académicos, que se convierten en espacios privilegiados para compartir experiencias de investigación original.

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