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Fronteras de la Historia

Print version ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.21 no.2 Bogotá July/Dec. 2016

 

Reseñas

Microhistorias de la transgresión

JAIME HUMBERTO BORJA GÓMEZ1 

1Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia

HERING TORRES, MAX; ROJAS, NELSON. Bogotá: CES, Universidad Nacional de Colombia, Universidad Cooperativa de Colombia, Universidad del Rosario, 2015. ISBN: 978-958-775-440-7. 483p.


Microhistorias de la transgresión es un intento por leer espacios de la historia de Colombia, desde una óptica distinta. El título de este libro pone de presente dos problemas: microhistoria, que remite a una debatida y compleja metodología, y transgresión, palabra que evoca una problemática his- toriográfica. Quisiera comenzar por contextualizar y problematizar el primer aspecto, la microhistoria. Nacida en el contexto de la crisis disciplinar de la década de 1970, es de aquellas corrientes que tienen espacio y creador: Italia y Carlo Ginzburg. Sin embargo, es claro que no se reduce a un único representante, pues rápidamente esta metodología se posesionó en el medio académico. A diferencia de muchas tendencias historiográficas contemporáneas a esta, una de las características de la microhistoria fue la laxitud teórica y temática. Se trataba de una reacción al neopositivismo de la posguerra, por lo que tomaba deliberadamente una influencia interdisciplinaria que se podía mover entre la antropología simbólica de Clifford Geertz, hasta la recién rescatada sociología de Norbert Elias. Igualmente, pasaba por una revisión de los temas, y esta es quizá, su arriesgada apuesta.

En el contexto de las historias estructuradas desde la larga duración, tan de moda en las décadas de la posguerra, la microhistoria trataba de construir un discurso histórico desde la importancia del estudio de caso -atrapado en la muy corta duración-. A partir de este se buscaba “la reducción de la escala de observación”, como si se pusiera al microscopio un acontecimiento para observar las estructuras sociales. Giovanni Levi, reconocido microhistoriador, resumía la postura de esta manera: “El principio unificador de toda investigación microhistórica es la creencia de que la observación microscópica revelará factores anteriormente no observados” (124). Fue innegable el éxito de la mi- crohistoria en las décadas de los años ochenta y noventa, al punto que uno de sus mejores y ya clásicos ejemplos de narrativa, El queso y los gusanos (1976) de Carlo Ginzburg, fue uno de los libros de historia más traducidos y editados por aquellos años. Sin embargo, para finales de la década de los noventa, hasta sus mismos fundadores anunciaban el declive de la microhistoria como corriente historiográfica.

Sin embargo, el impacto más importante de la microhistoria fue el rescate del ya mencionado estudio de caso, al cual se le propuso un tratamiento metodológico particular, lo que implicaba una forma diferente de acercarse a la fuente histórica. La historiografía latinoamericana tardó algún tiempo en asimilar esta corriente, la cual creció tímidamente en la década de 1990. México y Argentina fueron los lugares donde con mayor atención se le siguió. De hecho, en México se llevó a cabo el debate acerca de las relaciones entre la llamada “microhistoria local” propuesta por el historiador Luis González en su libro Pueblo en vilo. Mi- crohistoria de San José de Gracia (1968), y la “microhistoria de escala” europea. En esta discusión tomaba importancia un elemento novedoso, el carácter histórico de lo local. Por su parte, en la historiografía colombiana, como bien lo advierten los editores Hering y Rojas, “la microhistoria es marginal”. Despuntando el siglo xxi, se produjeron algunos títulos, sin que siquiera se constituyera en una corriente emergente. Este es el valor de esta propuesta, Microhistorias de la transgresión un experimento historiográfico -como lo llaman sus autores-, que propone un tratamiento diferente de temas y fuentes de la historiografía colombiana, que si bien no es novedoso, al menos es refrescante.

El afortunado ingrediente temático que se agrega a este problema metodológico es la transgresión. Los editores establecen un adecuado entramado teórico, el cual pretende exponer la variedad de temas que se vinculan con el problema de la transgresión y este es quizá el aspecto que hace más atractiva la propuesta. La transgresión fue de aquellos temas que se abrieron como problemática histórica con las tendencias historiográficas derivadas de la historia de las mentalidades en la década de 1970. Muchos de estos temas, raptados a la antropología y la sociología, trataban de poner en horizonte histórico los significados culturales y la diversidad de comportamientos que se derivaban de las actitudes y respuestas frente a la norma, a lo establecido. De hecho, este fue uno de los campos de la microhistoria: obras representativas como El queso y los gusanos, como La herencia inmaterial de G. Levi (1985) tratan la historia de transgresores. La propuesta de Hering y Rojas, aunque tiene en cuenta esta perspectiva de la transgresión a la norma, también se lanza a mostrar las complejas relaciones con lo legal y lo prohibido.

En el libro, la transgresión no solo se queda en una propuesta conceptual o teórica, sino que se evidencia en los artículos que componen el libro. Desde contenidos sociales y culturales distintos, el problema historiográfico de la transgresión adquiere matices interesantes. Los artículos están agrupados a partir de un criterio temporal, los tres clásicos momentos, colonia, siglos XIX y XX. A través de estas unidades de tiempo, se propone un conjunto de temas acerca de la transgresión, que no hacen parte de un plan editorial preestablecido. Es decir, los temas no pretenden ser “representativos” de ese momento particular, aún menos hacer una historia diacrónica de la transgresión. Se trata de acciones de investigación individuales que se conectan a otras investigaciones porque comparten un mismo espacio temporal y, eventualmente, un problema metodológico. Por ejemplo, el periodo colonial lo cubre tres capítulos: “Bestialidad en Antioquia colonial”, “Esclavos acusados de hurto y homicidio” y “El caso de un sacerdote suicida”. Estos tres artículos tratan la transgresión contra la moral sexual, la propiedad y la vida, es decir, tres aspectos importantes para la cultura colonial.

De este modo, el libro pretende poner en cuestión las condiciones de la cultura colonial y las disputas que se dan en su interior, mostrando cómo no hay una cerrada unidad cultural, y que en este tipo de sociedades caben las transgresiones. Pese a que es un tanto arbitraria la elección de los temas, en cuanto que no son necesariamente significativos para el periodo, sí tratan de revelar algunos problemas culturales frente a la norma a partir de estudios de caso, y estos en relación contextual con los grandes problemas de los distintos periodos.

De esta forma, Microhistorias de la transgresión, como propuesta editorial trata de hacer confluir un problema historiográfico dentro de una metodología historiográfica. Es importante tener en cuenta que la microhistoria como corriente historiográfica aporta una nueva forma de tratar el documento, de modo que se acerca a una versión más experimental del hecho histórico a partir del estudio del caso. Esto es lo que pretende este libro, una mirada diferente a problemas de la historia de Colombia a partir de casos. Como los mismos editores aclaran, se trata de un libro que reúne artículos que hacen parte de investigaciones previas, algunas conducentes a títulos académicos, y que tienen en común el problema historiográfico de la transgresión. Esta circunstancia le propone una ventaja o desventaja, según los intereses del lector, al conjunto: tiene mayor peso este tema que la pretensión metodológica de la microhistoria. El peso reflexivo y conceptual de la mayor parte de los artículos recae sobre el problema historiográfico, la transgresión, mientras que lo microhistórico queda evidentemente marginal en los textos. En este sentido, el tratamiento metodológico es desigual, como incluso lo advierten sus editores en la introducción, pues a veces no hay claridad en la forma como se está trabajando la microhistoria, más allá del estudio de caso.

Historiográficamente, el estudio de caso ha sido muy importante y tiene una larga tradición desde el siglo XIX. Aunque este no es el lugar para proponer su riqueza historiográfica, es claro que la propuesta de la microhistoria en las décadas de los años setenta y ochenta, propuso un método (indiciario) que abrió un amplio debate. Este se centraba en varias preguntas entre las cuales sobresalían: la pregunta por los criterios de método que permitían determinar cuál era el caso más apropiado para ser analizado; cómo a partir de un caso -que es una pequeña muestra- se podía llegar a realizar afirmaciones generalizadas y comprobadas históricamente; la validez del caso de estudio ¿debe ser la norma o la excepción?; o cómo la microhistoria se movía ambiguamente entre el ataque y la defensa al relativismo histórico. En fin, muchas preguntas, a las que se trató de responder desde el método de lo excepcional-normal de Eduardo Grendi, así como la propuesta de hacer una historia a partir del indicio y el fragmento. La complejidad de debates que contiene este método son los que se extrañan en muchos de los artículos del libro, cuyos estudios de caso son excelente material para una reflexión metodológica o para evidenciar la riqueza de la microhistoria. Sin embargo, otros artículos, por ejemplo el de la prohibición de los gallos (M. Hering), o los excesos antirrepublicanos (F. Hensel), aunque no necesariamente contienen una “reflexión teórica”, evidencian partes del método en el tratamiento de los casos, lo que los convierte en excelentes ejemplos donde confluye armónicamente un problema historiográfico tratado por un método historiográfico.

De este modo, los artículos del libro están más vinculados entre sí por la idea de transgresión, que por el tratamiento de lo microhistórico. Este aparece más vinculado a una de sus caras, el estudio de caso, que a una propuesta en conjunto metodológica. Sin embargo, se debe valorar que el libro retoma la ya mencionada simetría entre el método y el tema, es decir, el vínculo histórico entre microhistoria y transgresión.

Este comentario deja ver la fortaleza del libro: el intento por rescatar y analizar la transgresión como problema microhistórico. Y aquí cabe mencionar el aporte que hace este libro a los estudios temáticos: por un lado, poner de presente una preocupación metodológica importante, que en Colombia ha suscitado un escaso interés, lo que abre el debate sobre el carácter conservador y tradicional de la historiografía reciente colombiana. Por otro lado, propone la importancia de observar -y experimentar- con otras formas de trabajo sobre la fuente, así como el tratamiento narrativo de los temas. Pero también, posiciona la transgresión. La historia colombiana, tan llena de transgresiones, no ha desarrollado esta tendencia temática de manera sistemática. Si bien es cierto que existen bastantes historias sobre transgresiones y transgresores, quizá el logro más interesante de Microhistoria de la transgresión, es que intenta sistematizar, hacer un buen catálogo de temas transgresores en los diferentes momentos: las transgresiones morales en una sociedad sacralizada como la colonial; transgresiones que nacen de la individualidad y del control estatal, tan bien ejecutadas en el siglo XIX; o las transgresiones relacionadas con el mundo emocional, comunicativo y violento, representativas del siglo XX.

Bibliografía

Levi, Giovanni. “Sobre microhistoria”. Formas de hacer historia. Ed. Peter Burke. Madrid: Alianza, 1993. Impreso [ Links ]

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