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Fronteras de la Historia

Print version ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.21 no.2 Bogotá July/Dec. 2016

 

Reseñas

La Ilustración y por qué sigue siendo importante para nosotros [The Enlightenment, 2013]

RENÁN SILVA1 

1Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia

PAGDEN, ANTHONY. Madrid: Alianza, 2015. ISBN: 9788491040569. 542p.


Resulta en extremo difícil realizar una reseña que le haga justicia al reciente libro de Anthony Pagden del que nos queremos ocupar en estas líneas, solamente con el propósito de llamar la atención sobre su importancia, tanto desde el punto de vista histórico, como desde el punto de vista filosófico. Advirtámosle al lector que la dificultad que mencionamos tiene que ver con la propia extensión del volumen, con los distintos dominios por los que se arriesga su autor -como lo comprueban los múltiples temas abordados y la rica bibliografía que Pagden aporta- y el gran marco temporal y espacial que la obra cubre, aunque desde luego el texto no es ni se presenta como una “extensa enciclopedia temática” sobre el fenómeno intelectual que se aborda.

Desde el punto de vista filosófico, que aquí puede ser visto como el de las consecuencias de la Ilustración sobre el mundo moderno y su importancia para definir tanto la actualidad (los interrogantes del presente) como la modernidad, para decirlo a la manera de Michel Foucault cuando examinó la conocida respuesta de Kant a la pregunta ¿qué es la Ilustración? (Foucault), no hay duda de que el libro de Pagden se sitúa en una línea de análisis que no solo muestra la escala europea (y americana tanto sur como norte, punto sobre el que debemos hablar más adelante) del fenómeno, sino que muestra su vigencia a la luz de la crítica necesaria de los fundamentalismos religiosos y los irracionalismos guerreristas de principios del siglo XXI.

Desde el punto de vista del análisis histórico, la situación es aún más compleja, pero la erudición de Pagden, lo mismo que el carácter abierto de la definición “típica ideal” que adopta de “Ilustración”, le presta una perspectiva comprensiva y le permite referirse a sus distintas variedades “nacionales”, sobre todo en la Europa continental, al tiempo que le facilita integrar en el análisis elementos genealógicos muy diversos (desde el punto de vista de sociedades, autores y lenguas), para ofrecer un cuadro complejo y matizado de ese puntal del mundo moderno que es la Ilustración.

En esa genealogía y definición de la Ilustración que presenta Anthony Pagden hay varios elementos que resultan esenciales. Mencionemos algunos de ellos, empezando por uno de los que considero más importantes. Se trata de poner en su lugar la simplificación que en su crítica interesada de la Ilustración produjo el Romanticismo, con su idea de que esta consistía ante todo en una reducción unilateral del hombre a la razón y, por lo tanto, en un desprecio manifiesto por todos los elementos de sensibilidad y de sentimiento que pueden caracterizar a individuos y a sociedades. Pagden demuestra con elementos conceptuales, con citas repetidas y con referencias biográficas y bibliográficas que esa crítica no tiene mayores fundamentos cuando se hace un balance amplio y atento a circunstancias y contextos. En parte la idea que deja clara Pagden sería la de que la situación puede haber sido la contraria, y que las distintas vertientes del fenómeno ilustrado produjeron una idea compleja del ser humano, una idea que no reduce ni la vida social ni la vida individual a la “idea de razón” o de “cálculo racional”, como la reacción romántica conservadora lo afirmaba. Posiblemente lo que ha ocurrido en la historia de la cultura y de las ideas en el siglo XIX europeo es que se puso entre paréntesis la palabra crítica, en la expresión la “razón crítica”, y se pasó enseguida, con olvido de los textos, a insistir en que los “racionalistas” de finales del siglo XVII y del siglo XVIII, reducían al ser humano a la razón y declaraban todo lo demás como prueba de ausencia de civilización, de superstición y de atraso cultural.

Otro elemento presente en el análisis de Pagden tiene que ver con la idea de una nueva ciencia del hombre -no solo una antropología, también una historia, una geografía y una lingüística- que parece ser un producto y una condición del pensamiento ilustrado. Lejos de la actitud puramente empirista a que podían arrastrar los avances que en el campo de la documentación y la observación había arrojado la aventura del descubrimiento de América y de otras sociedades hasta antes desconocidas, la Ilustración supo sacar las mejores consecuencias analíticas de ese nuevo contacto entre sociedades, produciendo una poderosa reflexión sobre la diversidad humana, idea que en muy pocos casos se opuso a la idea de una naturaleza humana universal.

Antropología e historia contextuales y al tiempo universales son un legado de la Ilustración, que supo introducir la idea de diferencia y particularidad (seguramente al principio captada como exotismo) y la idea de humanidad extendida a todos los pueblos de la tierra (seguramente al principio con una gran dosis de anacronismo y de reserva miedosa, como ocurre casi siempre cuando de ideas importantes se trata). Pero el énfasis de Pagden sobre el hecho de que se encontraba en curso en el siglo xviii la idea de una ciencia del hombre -una ciencia humana, en singular como escribe el autor- parece un hecho comprobado, y las referencias que en sentido contrario se pueden hacer, incluso a partir en ciertos casos de los mismos autores y textos que cita Pagden, no desmienten la afirmación, aunque recuerdan la manera difícil como las ideas se abren paso en medio de las tradiciones y del peso del pasado; se trata incluso de un hecho que pone de presente que las mejores conquistas del pensamiento no son estables ni permanentes, y que siempre pueden volver a ser amenazadas.

La obra de Pagden es también un esfuerzo por producir una genealogía un tanto modificada de la Ilustración, a la que en los grandes cuadros panorámicos se le ha hecho aparecer como una continuidad “no problemática” del Renacimiento y la Reforma. Para Pagden lo que habría que enfatizar es el hecho de que los dos fenómenos mencionados, cuyo alcance cultural para la formación del mundo moderno nadie intenta negar, se ligan al pasado de una manera diferente a como lo hizo la Ilustración, pues Renacimiento y Reforma quieren rescatar y reconducir algo que es como un curso olvidado o perdido o pervertido de un hecho pasado (la Antigüedad, sepultada por la posterior “barbarie” que facilitó el extravío de esa gran herencia, o el cristianismo de la Biblia, pervertido por el clero, el ceremonial ampuloso y las concesiones hechas al mundo religioso popular, y sobre todo campesino), mientras que lo que singulariza a la Ilustración es una confianza en el conocimiento, en la razón, y ante todo en la crítica, como la obra de Kant lo había dejado claro, sin introducir la idea de un pasado original libre de mancha, que habría que recuperar, y admitiendo que la Ilustración, por lo menos en la versión de Kant, es una tarea por el momento incumplida.

Detrás de la Ilustración y del surgimiento de la crítica -como actitud social extendida que constituyó la base del avance hacia una nueva ciencia física y social, hacia una nueva manera de “estar en el mundo”- habría un hecho mayor: el agotamiento de una forma de interpretación y de relación con el mundo que comenzaba a agotarse en términos intelectuales (aunque no culturales y sociales). Esa forma que empezaba a ser por primera vez cuestionada por miles de personas que en el mundo ahora leían, escribían y pensaban, fue el cristianismo. De ahí la importancia que tiene para Pagden el examen de la crítica de la escolástica, momento necesario en el avance hacia un mundo dotado de otras concepciones de causalidad, que abría el descubrimiento de la vida social laica y las iniciales separaciones entre el mundo civil y estatal y el mundo religioso y eclesiástico, y entre la vida privada y la vida pública.

No decimos que Pagden afirme una oposición radical entre el mundo religioso y el mundo de la Ilustración, lo que no sería una afirmación correcta -de hecho hubo corrientes ilustradas en el campo religioso, como el “pietismo” y el “galicanismo”-. Lo que el autor afirma es que el agotamiento de la interpretación cristiana como matriz de todo fenómeno, sin importar de cuál se trate, y el surgimiento de nuevas instancias de referencia en la ciencia y en la filosofía, crearon un clima que favoreció una conquista humana de primer orden: la propuesta de un mundo en el que los valores tradicionalmente dominantes de la autoridad divina perdían, para ciertos grupos de la sociedad, su carácter indiscutido, y el saber humano abandonaba los rasgos de unicidad que siempre conducían, no importa de qué asunto se tratara, a los dominios de la Providencia.

Ninguno de tales argumentos es por completo original, y a su manera Pagden lo que produce es una síntesis, como siempre ocurre en este tipo de obras que son al tiempo el producto de dominios investigados de manera directa y con fuentes de primera mano, y “resumen” de elementos de conocimiento acumulados por varias generaciones de investigadores. Pero, en todo caso, una síntesis polémica, que no deja de recoger muchos elementos que los propios análisis de Pagden, en su calidad de historiador ya habían puesto de presente en otros de sus trabajos anteriores1.

La obra de Pagden abre la puerta para hacerse preguntas nuevas y viejas, y para presentar algunas objeciones a su propio análisis, lo que en nada disminuye su valor. La primera pregunta tiene que ver con un problema que parece no poder resolverse y que remite a la propia pregunta que en su época planteó el Monitor de Berlín: “¿Qué es la Ilustración?”, una pregunta que incluye siempre una respuesta o bien en términos del deber ser, lo que no es satisfactorio para los historiadores, y creemos que Pagden lo es; o bien una respuesta producida a la manera de la construcción de un tipo ideal que selecciona unos rasgos y deja de lado otros, lo que parece remitir a una epistemología de las “convenciones aceptadas”. Por eso Pagden dirá de manera repetida en la obra, refiriéndose a la definición de la Ilustración: “Por regla general se la identifica...”, lo que puede ser un artificio expositivo adecuado, pero no menos un indicio de la presencia de un problema de análisis.

La siguiente pregunta, derivada de la primera, tiene que ver con las vías históricas del análisis. Definida esa “entidad” llamada la Ilustración por una serie de rasgos seleccionados -pero no siempre esclarecidos en función de la época y las circunstancias-, resta el asunto de las “variedades de la especie”, es decir, del núcleo propiamente histórico del problema, de su “geografía histórica”, de las conexiones entre los hombres de letras que en distintos lugares y a través de diferentes instrumentos le dieron forma al fenómeno del cual se construye el tipo ideal. Es posible que este camino de análisis (el de la “especie” y el “género”) esté agotando ya sus posibilidades, y que en el futuro resulte mejor la construcción de cuadros menos generales y panorámicos, y que se avance más construyendo “historias conectadas”, “historias cruzadas”, “estudios de caso” que, sin perder la perspectiva general del suceso, puedan permitir interrogar “franjas específicas” del fenómeno ilustrado, tal como Pagden lo hace en el prólogo para la edición en castellano de su obra con la Ilustración en España, y que permitiría problematizar el cuadro mismo que el libro presenta a escala continental europea, por lo menos bajo ciertos aspectos.

Otra pregunta que debe hacerse, y hay conocimientos acumulados para hacerla, es la que tiene que ver con la Ilustración fuera del marco europeo, pero visto no como simple difusión de ideas, o como exportación de ideales y valores del “centro a la periferia”, y mucho menos con simple imitación y copia. El caso más importante en torno a esta pregunta tiene que ver con las sociedades hispanoamericanas -mucho más que con lo que llegarán a ser los Estados Unidos-, sociedades en las que el fenómeno ilustrado, con una cronología que parece en principio tardía frente a la europea, dio lugar a desarrollos originales y a una asimilación del fenómeno que a veces fue más radical que lo que conocieron muchas sociedades europeas, en un proceso que se encuentra repleto de sorpresas, sobre todo cuando se le mira más allá de los grandes textos, y el analista se remite al mundo de los valores, de las representaciones y, ante todo, al mundo de las prácticas, particularmente aquellas que designamos como “prácticas sin discurso”.

Esta última observación nos conduce a una sospecha respecto al método y enfoque que la obra de Pagden pone en marcha. El problema tiene que ver con su limitación al mundo de las “ideas” y de las “grandes obras”, que si bien dan cuenta de una parte del proceso que se quiere estudiar, dejan de lado sectores inmensos de ese proceso que no se pueden captar a partir del acercamiento convencional de la historia de las ideas, como desde hace años ha sido señalado por muchos historiadores, que han reclamado la atención a las prácticas sin discurso, como diría Michel de Certeau.

En todo caso, y sin mayores reservas, hay que insistir en que el libro de Anthony Pagden merece ser leído y no hay duda de que por discutible que sea para algunos la genealogía que propone de la Ilustración, o su enfoque y método de análisis, se ocupa de un fenómeno cultural mayor, uno de los fundamentos del mundo moderno, una de las conquistas de civilización que un siglo como el presente debería incluir en su inventario de valores indispensables, tales como son el cosmopolitismo, la confianza razonable en el conocimiento, la defensa de la dignidad humana, cierto universalismo de la especie sapiens, y el apego a la libertad y a la autonomía del individuo, lo que no impide reconocer -lo que poco hace Anthony Pagden- las ambigüedades frecuentes de la Ilustración cuando se trata de la técnica, del control social y de la apropiación de la naturaleza.

Bibliografía

Foucault, Michel. Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos, 2003. Impreso. [ Links ]

Pagden, Anthony. La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes de la etnología comparativa. [1982]. Madrid: Alianza, 1998. Impreso. [ Links ]

______. La Ilustración y sus enemigos. Dos ensayos sobre los orígenes de la Modernidad. Barcelona: Península, 2002. Impreso [ Links ]

1 Pagden, La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes de la etnología comparativa y La Ilustración y sus enemigos. Dos ensayos sobre los orígenes de la Modernidad, cuyas ideas son en gran medida retomadas en la presente obra, lo que hace que a veces el texto resulte innece sariamente extenso.

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