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Fronteras de la Historia

versión impresa ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.22 no.1 Bogotá ene./jun. 2017

 

Reseñas

L'aigle et le dragon. Démesure européenne et mondialisation au xvie siècle

SANTIAGO ROBLEDO PÁEZ1 

1Museo Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia

GRUZINSKI, SERGE. París: Fayard: 2012. ISBN: 9782213656083. 1.435p.


Serge Gruzinski, quien ejerce como directeur de recherche en el CNRS y directeur d'études en la ehess, fue honrado en el 2015 por el International Committee of Historical Sciences con el Laeger-LeCoultre History Prize. A lo largo de su carrera, Gruzinski se ha dedicado principalmente al estudio de las sociedades iberoamericanas de la modernidad temprana, y se destacan sus trabajos sobre México. Más recientemente, sus obras se han centrado en el análisis del desarrollo durante los siglos XVI y XVII de una primera “globalización”, en la cual los ibéricos habrían desempeñado un papel de primer orden. En su libro Les quatre parties du monde (2004) abordó la manera en que la monarquía católica, en lo referido a la cultura, la política, la circulación de las ideas, etc., permitió una conexión inédita hasta entonces de las “cuatro partes del mundo”. En el texto Quelle heure est-il là-bas ?: Amérique et islam à l'orée des temps modernes (2008), se preguntó por el surgimiento y el desarrollo de una “conciencia-mundo” durante la primera modernidad, analizando en paralelo una interpretación del Nuevo Mundo elaborada en Estambul y una lectura del mundo otomano realizada en México.

En L'aigle et le dragon se propuso repensar el Renacimiento, a través de un relato histórico donde trata de renunciar al eurocentrismo y a los marcos nacionales que tradicionalmente han condicionado los análisis históricos. Según los postulados de Gruzinski, la irrupción de españoles y portugueses en la cuarta parte del mundo, América, habría constituido el “acto de nacimiento de la mundialización ibérica” (13). Empero, en esas primeras décadas del siglo XVI los portugueses también estaban entrando en contacto con la China de los Ming, proceso cuyas consecuencias para la mundialización ibérica habrían sido también de alcance y profundidad extraordinarios. A lo largo de los diecisiete capítulos, más introducción y conclusión, que constituyen el texto, el autor aborda con pericia la manera en que se dieron estos primeros contactos de los ibéricos con el mundo chino y amerindio, específicamente mexica, y la conexión entre estos dos procesos, los cuales han permanecido separados en razón de la compartimentación de la práctica historiográfica. Para la consecución de estos objetivos, Gruzinski recurre a la realización de análisis en escalas que se podrían denominar micro y mesohistóricas, siguiendo situaciones concretas en las que participaron actores específicos. Ello implica un tratamiento atento de las fuentes primarias, tanto archivísticas como documentales, proceder característico de su trabajo historiográfico. No obstante, el alcance mundial de esta investigación, y por lo tanto de sus fuentes, implica limitaciones de índole práctica. Si bien Gruzinski, al haberse formado como archivista y paleógrafo, cuenta con los conocimientos técnicos necesarios para el tratamiento de los documentos, el alcance de su especialización no abarca lenguas como la china y la coreana, por lo cual tuvo que trabajar las fuentes redactadas en estas lenguas por medio de traducciones.

El núcleo de la argumentación en L'aigle et le dragon es su análisis comparado de dos episodios históricos, la expedición de Hernán Cortés en tierras mexicanas y la embajada de Tomé Pires a China. Sobre el primero, los historiadores han vertido mucha tinta y el segundo ha permanecido olvidado, salvo para un reducido grupo de especialistas. La conexión argumental entre estos dos episodios se refuerza porque fueron contemporáneos, acaecieron en los últimos años de la segunda década del siglo xvi y en los primeros de la siguiente. Su análisis le permite a Gruzinski observar las dinámicas en sí, además de cuestionar las lecturas y las interpretaciones posteriores sobre aquellas. Al seguir de cerca los procesos, se evidencia que el relato triunfalista de los conquistadores castellanos, iniciado por el propio Cortés, que los presenta como irrevocablemente destinados a la victoria, no se corresponde con la realidad. Así mismo, el análisis del devenir y las motivaciones de la embajada de Pires, algunos de cuyos miembros reclamaban la invasión de China, puede contrarrestar el imaginario de una presencia portuguesa en Oriente diferenciada de la castellana en América, debido a su vocación exclusivamente comercial.

La conexión que Gruzinski establece entre los procesos castellano-americano y portugués-asiático no se debe únicamente a la contemporaneidad de estos acontecimientos. Muestra cómo desde los viajes de Colón, pasando por las expediciones en el Pacífico comandadas por personajes como Cortés o Pedro de Alvarado, el objetivo ulterior de las expediciones castellanas había sido el mismo que el de los viajes portugueses: buscaban las islas de las especias, es decir, las riquezas de las Indias Orientales. De hecho, según Gruzinski, la “occidentalización” de América, su vinculación al mundo atlántico de influencia europea y su diferenciación, en la mente de los europeos, de las Indias Orientales se habría dado finalmente, en parte como resultado del fracaso de los proyectos ibéricos de conquista de la China. Así, la derrota en China habría establecido en el Pacífico el límite del Occidente. Es destacable la presentación que hace el autor de las campañas de promoción del proyecto de conquista del imperio de los Ming que llevaron a cabo algunos españoles radicados en Filipinas en los años setenta y ochenta del siglo xvi. Es en estos pasajes del texto donde Gruzinski construye su relato con menos mediación de bibliografía secundaria.

Los ibéricos son el hilo conector que permite relacionar en esta narración histórica de perspectiva global los ámbitos chino y mexicano, tal como en realidad estos lo hicieron en el siglo xvi por medio de sus barcos. No obstante, L'aigle et le dragon no es una obra que verse exclusivamente sobre la expansión europea, sino que también trata sobre las conexiones establecidas y las interacciones con los otros encontrados en el camino. En muchas ocasiones, estos otros dejan de ser un actor secundario en el relato de Gruzinski y devienen el principal. El historiador no solamente estudia y compara la experiencia de un expedicionario castellano y la de un embajador portugués, sino que también analiza la manera en que dichos encuentros afectaron en mayor o menor medida a las sociedades con las que se produjeron. En L'aigle et le dragon se hace referencia a la relación y a la percepción que estas culturas tenían de los otros que les eran conocidos, la lectura que hicieron de los extranjeros recién llegados, su relación con las tecnologías foráneas, etc. Se destaca, por ejemplo, cómo la percepción del canibalismo sirvió, tanto a los ibéricos para señalar la otredad e inferioridad de los amerindios, como a los chinos para enfatizar el barbarismo de aquellos ladrones provenientes del mar, los fo-lang-ki, es decir, los portugueses.

La problemática tratada, enmarcada en el ámbito de la primera modernidad, el recurso a diferentes niveles de escala de análisis y la lectura atenta de las fuentes permiten ubicar a L'aigle et le dragon como producto de una práctica historiográfica particular: la historia conectada, de la cual Serge Gruzinski es uno de los exponentes más destacados en el ámbito internacional. Si bien desde la Antigüedad ha habido historiadores que han pensado a escala “universal” o global sus problemáticas (Subrahmanyam, Aux origines), la historia conectada ha sido un desarrollo relativamente reciente en el también joven campo de la historia global. Este último se ha popularizado en los últimos años y en su seno se han desarrollado corrientes historiográficas variadas, aunque mal diferenciadas. Sus practicantes optan por alternativas como la elaboración de historias con ambiciones totalizantes, análisis de intercambios y conexiones, estudios de situaciones de integración, etc. (Conrad 1-17). La historia conectada, más que una subcorriente teórica dentro del ámbito de la historia global, es una apuesta por un “dispositivo práctico de investigación” particular (Bertrand 372). Aparecida en la última década del siglo pasado, esta práctica de escritura de la historia se constituyó en una reacción al europeocentrismo u occidentalocentrismo que caracterizaba a gran parte de los trabajos escritos desde la perspectiva de la historia global. Como enuncia Sanjay Subrahmanyam, sus proponentes buscarían romper los marcos de análisis de escala nacional o imperial que usualmente han servido de base para los trabajos históricos, resaltando las diferentes interacciones entre las micro y las macrodinámicas que se desarrollan en el interior y entre diferentes sociedades (“Connected Histories”).

Tal como sucede con todas las variedades de escritura de la historia, la práctica de la historia conectada ha sido objeto de crítica. Como afirma François Hartog, al considerarse que no existe una historia global definitiva que pueda servir de referente, las redes de conexiones establecidas dependen del tipo de problemática planteada por el historiador conexionista (65-66). Si bien se reconoce el papel que desempeña el trabajo analítico de cualquier clase de historiador en la construcción de sus problemas de estudio, se debe tener en cuenta que la dimensión macro de la perspectiva de la historia conectada puede conducir a una reificación de los argumentos del historiador. Esta cosificación podría ir en contravía del cuidadoso y crítico tratamiento de fuentes, así como del sutil cambio de escalas de análisis que, por lo menos en el caso que nos ocupa, practica el historiador conexionista. Jean-Paul Zuniga reitera que, para no caer en trampas como aquellas propias de la vieja historia comparativa, de poner en el mismo plano fenómenos en esencia inconmensurables, se debe analizar cada conexión contextualizándola exhaustivamente (65-68). Consideramos que el esfuerzo de Gruzinski de contextualización de los encuentros, tanto desde la perspectiva de los ibéricos como de aquellas de chinos y mexicas, permite sortear estos escollos.

En la práctica, escribir historia conectada implicaría “dar un paso al lado”, de forma que se pueda inquirir el pasado desde perspectivas diferentes. Tal proceder es el propio de Gruzinski en L'aigle et le dragon. Esta obra se caracteriza por la expansión del marco geográfico de estudio, su recurso a escalas micro y mesohistóricas de análisis, una lectura a profundidad de las fuentes, aunque mediada en ocasiones por una traducción, y el uso de un estilo literario ameno. Si bien este libro probablemente no proporcione mucha información factual novedosa a los especialistas sobre la conquista de México, o sobre los contactos de portugueses y chinos en las costas de Fujian, su principal mérito se encuentra en la perspectiva novedosa de los hechos relatados. En L'aigle et le dragon Grusinki nos deja entrever un siglo XVI que no se centra en el Mediterráneo, sino que se explaya por el Pacífico, pasando por México, y desembarca en las costas del Imperio Celeste.

BIBLIOGRAFÍA

Bertrand, Romain. “Histoire globale, histoire conectée”. Historiographies: concepts et débats I, editado por C. Delacroix et al. París: Gallimard, 2010, pp. 366-377. [ Links ]

Conrad, Sebastian. What is Global History? Princeton: Princeton University Press, 2016. [ Links ]

Hartog, François. “De l'histoire universelle à l'histoire globale?”. Le Débat, vol. 154, n.o 2, 2009, pp. 53-66. [ Links ]

Subrahmanyam, Sanjay. “Connected Histories: Notes towards a Reconfiguration of Early Modern Eurasia”. Modern Asian Studies, vol. 31, n.o 3, 1997, pp. 735-762. [ Links ]

______. Aux origines de l'histoire globale. París: Collège de France-Fayard, 2014. [ Links ]

Zuniga, Jean-Paul. “L'histoire impériale à l'heure de l'histoire globale'. Une perspective atlantique”. Revue d'Histoire Moderne et Contemporaine, n.o 54-54bis, 2007, pp. 54-68 [ Links ]

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