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Fronteras de la Historia

Print version ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.23 no.2 Bogotá July/Dec. 2018

https://doi.org/10.22380/20274688.454 

Reseñas

Discurso literario novohispano. Construcción y análisis

ROGELIO JIMÉNEZ MARCE* 

* Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México https://orcid.org/0000-0003-2103-0180

TERÁN, MARIA ISABEL; ORTIZ, ALBERTO; CHÁVEZ, VÍCTOR MANUEL. ,, Zacatecas, México: Universidad Autónoma de Zacatecas, 2013. ISBN: 9786077678892. 386p.


Se puede afirmar, sin caer en ningún tipo de exageración, que en los últimos veinte años los estudios históricos sobre el periodo virreinal novohispano han sufrido una importante transformación como consecuencia de la incorporación de teorías y enfoques metodológicos novedosos, lo cual ha contribuido a ampliar la mirada del historiador y a proponer nuevas temáticas que habían sido escasamente exploradas. Así, por ejemplo, se han realizado investigaciones sobre la vida cotidiana, la familia, la niñez, los imaginarios sexuales y las prácticas de lectura y de escritura, solo por mencionar algunas. En esta línea de nuevos enfoques se encuentra el libro Discurso literario novohispano, el cual compila algunos de los trabajos presentados en el XXIII Encuentro Nacional de Investigadores del Pensamiento Novohispano, y que tiene por común denominador el análisis del discurso a partir de crónicas, poesías, cancioneros, autos sacramentales, sermones, narraciones humorísticas y fantásticas, emblemática, sátiras, variaciones literarias y escritos científicos y literarios. Una de las principales aportaciones del trabajo es que se retoman autores conocidos (Domingo Chimalpain, Hernán Cortés, Bernal Díaz, Bernardino de Sahagún, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Diego José Abad, Francisco Javier Clavijero, Carlos de Singüenza y Góngora, Luis de Sandoval Zapata, Juan José de Eguiara y Eguren, José Mariano Beristáin y José Antonio Alzate) desde una nueva mirada, al mismo tiempo que se rescatan escritores desconocidos pero cuya producción resulta de valía (Pedro de Padilla, Francisco de Figueroa, Diego Díaz de Pangua, Cristóbal Cabrera, Antonio López de Priego, Pedro Trejo, Ambrosio de Solís Aguirre, Martín de Velasco, Agustín de Vetancurt, Gabriel de Ayrolo, Jacinto de la Serna, Juan Antonio Ramírez Santibáñez, Mateo Rosas de Oquendo, Antonio Claudio Venegas, Juan del Valle y Caviedes, Pedro de Avendaño, Joseph de Padilla y Manuel Antonio de Rivas).

Debido a la cantidad de enfoques y temáticas que se tratan en los veintiocho trabajos que componen la obra, he decidido seleccionar algunos de los que, desde mi perspectiva, resultan más sugerentes por el tipo de propuesta planteada. Miguel Ángel Segundo busca entender, a partir de las crónicas de Bernardino de Sahagún, la manera en la que los religiosos franciscanos percibieron la religión mexica. Destaca que, para Sahagún, la recreación del proceso de evangelización tenía la pretensión de reconfigurar el tiempo y los acontecimientos vividos, a fin de enfatizar el triunfo que lograron sobre el paganismo. Desde esta perspectiva, realizó un pormenorizado recuento de los dioses que componían el panteón prehispánico, a los que comparó con los dioses de la cosmología romana, con la intención de anular su capacidad sagrada. Sin embargo, Sahagún sugería que entre los indígenas existían reminiscencias de una religión cristiana natural, lo cual facilitó que aceptaran las creencias que les enseñaban los españoles. Y ello demostraba, en última instancia, que su paganismo estaba fundado en la ignorancia más que en la idolatría.

La poesía novohispana es el tema de estudio de Roxana Quiahua, quien analiza una composición de Luis de Sandoval Zapata en la que se exaltaba la paciencia, virtud que consideraba cardinal en la doctrina cristiana, a diferencia de la impaciencia que se convertía en la causante de los vicios y los pecados, por lo que el buen cristiano debía resignarse ante las penalidades que esta provocaba. Su composición constituye, según la autora, una exaltación del vivir barroco, una plegaria de resignación y un culto a la necesidad de las contradicciones del mundo. Así, la doctrina ética del texto trascendía el discurso moralizante para configurar una visión metafórica del mundo, aunque, apunta la autora, este mensaje solo podía ser comprendido por los eruditos, pues se empleaba un lenguaje figurado y artificioso acorde con el conceptismo de Francisco de Quevedo, quien advertía que la verdad resultaba "más agradable" en cuanto implicaba un mayor esfuerzo intelectual.

En esta misma tónica se inscribe el texto de Laura Alicia Soto, quien estudia las obras de Diego José Abad, autor que postulaba que se podía llegar a la verdad por medio de la poesía. Consideraba que la finalidad última del ser humano era la sabiduría, motivo por el cual debía establecerse una unión entre fe y conocimiento, a fin de que se lograra esclarecer sus principios y causas. Aunque Abad incorporó algunas ideas ilustradas a su pensamiento, lo cierto es que su filiación religiosa predominaba en sus escritos, de manera que afirmaba que los hombres solo podían alcanzar la sabiduría humana por medio de la gracia divina. En este sentido, la sabiduría se convertía en una evidencia del poder del Creador. Su concepción clásica de la sabiduría mostraba su rechazo al paradigma de la filosofía natural, debido a que esta planteaba que la revelación no podía ayudar a explicar las leyes de la física. De acuerdo con lo anterior, Abad concluía que el ilustrado no lograría comprender la verdad.

El análisis del libro Arte de sermones para saber hacerlos y predicar, de fray Martín de Velasco, es el objeto de estudio de Alejandra Soria y Blanca López, quienes argumentan que este texto buscó renovar la oratoria sacra, pues el autor estaba convencido de que los clérigos debían tener capacidad de producir discursos S coherentes y edificantes. La intención de la oratoria sacra era el convencimiento de los fieles, aunque Velasco advertía que este recurso no bastaba para cambiar las costumbres pecaminosas, sino que también se requería la persuasión y el deleite. El Arte planteaba que para lograr la formación del perfecto cristiano se debía incorporar los relatos de las vidas de los santos, con la intención de conmover a los oyentes y enseñarles el camino de la virtud. Este dispositivo discursivo fue aplicado en los sermones fúnebres, tal como lo muestra Maura Daniela Salvo, pues se consideraba que se podía alcanzar un mejor adoctrinamiento cuando se exponían biografías de personajes que se consideraban modelos de virtud cristiana. El discurso del sermón fúnebre adquiría un sentido político religioso en virtud de que recordaba una cierta ética, un conjunto de valores, y proponía una forma de vida idónea, esto es, se ponía en escena un discurso normativo sustentado en la ejemplaridad.

No todos los sermones tenían un objetivo religioso, tal como lo muestra Virginia Trejo, quien examina algunos que se escribieron para celebrar la llegada de los Borbones al trono español, que ensalzaban el embarazo de María Luisa de Saboya y loaban las victorias de la monarquía española. Trejo indica que estos sermones servían como instrumentos de legitimación política de la monarquía. El objetivo político de los sermones también ha sido advertido por Hugo Ibarra, quien sostiene que Gabriel de Ayrolo y Jacinto de la Serna los utilizaron como una forma de vindicar el orgullo criollo por la ciudad de México. Así, no debe extrañar que Serna realizara una vinculación entre san Felipe de Jesús y el mito fundacional mexica; o que diversos autores, entre ellos Juan José de Eguiara y Eguren, apelaran a la Virgen de Guadalupe como protectora de la ciudad; o que, en un sermón de autor desconocido, se evidenciara la disputa entre América y Castilla a través de la imagen de la Virgen. Antonio Claudio Venegas fue el primero que buscó ensalzar a la ciudad de México a partir del símbolo prehispánico del águila, hecho que, a decir de Ibarra, resulta de particular importancia, pues se buscaba construir una identidad sustentada en la incorporación de narraciones, mitos y leyendas de tiempos prehispánicos.

A la par que se escribían textos con el propósito de crear cierta identidad, también se publicaban algunos que tendían a denostar a los españoles. María Isabel Terán y Víctor Manuel Chávez presentan una selección de discursos que ponían en evidencia la inconformidad criolla hacia los hispanos. Así, Mateo Rosas de Oquendo resaltaba su ignorancia y su incapacidad de amar la tierra que les permitió cumplir con sus sueños. Luis de Sandoval y Zapata los acusó de ser envidiosos, injustos y tiranos, pero sobre todo de no ser solidarios. Pedro de Avendaño compuso una sátira en la que se denuncia la injustificada soberbia de los gachupines, quienes trataban con superioridad y displicencia a los criollos. El conflicto entre criollos y gachupines también adquirió un sentido religioso, de tal manera que se escribieron algunos sermones en los que se ponía en evidencia un pretendido enfrentamiento entre la Virgen de Guadalupe y la de los Remedios, del que por supuesto saldría victoriosa la americana. Aunque la invasión francesa a España contribuyó a cambiar el sentido de los escritos -se comenzó a resaltar la necesidad de unión-, lo cierto es que los ataques persistieron, como se apreciaba en el "Padre Nuestro de los gachupines", que los caracterizaba como interesados, arribistas e injustos. El clímax llegó en 1808 cuando se publicó un pasquín que exhortaba a los americanos a sacudirse el yugo hispánico.

Una de las novedades de este libro es el análisis de tres novelas contemporáneas, Ojos azules de Arturo Pérez Reverte, Malinche de Laura Esquivel y Angeles del abismo de Enrique Serna, realizado por Alberto Ortiz, Elsa Leticia García y Víctor Manuel Chávez. Los dos primeros textos abordan el tema de la conquista, pero lo hacen desde disímiles formas literarias y con variaciones en cuanto a la percepción de la otredad. Ortiz y García advierten que la novela de Pérez Reverte reproduce esquemas ideológicos sobre el otro sustentados en los prejuicios de la tradición. En su texto se manifiesta una tensión: por un lado, se respalda la conquista de América desde las bases históricas y dominantes de la civilización occidental, y por el otro, se presentan los prejuicios americanos que califican a los colonizadores europeos con base en un esquema moral. Su narración no busca desmitificar la figura del conquistador, sino que repite una historia llena de lugares y prejuicios comunes. En el caso de la obra de Laura Esquivel, se presenta la historia desde una visión femenina y feminista, postura con la cual se busca reivindicar a la Malinche a través de la introspección que la protagonista hace de sí misma. En Ángeles del abismo, Serna, al igual que Kyra Galván, Ema Cárdenas y Pedro Ángel Palou, recurre a la leyenda negra para enfatizar el deterioro, el oscurantismo y la inequidad de las estructuras sociales de la época novohispana. A pesar de los prejuicios inherentes en un texto que imagina el mundo novohispano como un intrincado laberinto de perversas pasiones, lo cierto es que en sus páginas se pueden apreciar la herencia y la continuidad cultural tangible de lo español en América.

Los trabajos reunidos en este libro colectivo evidencian la atención que se ha prestado al análisis del discurso novohispano en sus diversas variantes, lo que dista de ser un asunto acabado. Por el contrario, todavía ofrece posibilidades interpretativas originales y muestra, además, que aún existe mucho camino por recorrer en lo que respecta a los estudios sobre el periodo novohispano. Una de las virtudes del texto reseñado es el rescate de las obras de autores que hasta este momento eran desconocidos y que pueden ayudar a entender, desde una mirada diferente, la riqueza del pensamiento novohispano y con ello contribuir a cambiar el imaginario del periodo virreinal que sigue predominando en ciertos sectores sociales. Este libro se convertirá en un referente para todos aquellos que se acerquen a los estudios del discurso literario novohispano, no solo por los autores que se analizan, sino también por las distintas miradas teóricas y los enfoques metodológicos utilizados.

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