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Fronteras de la Historia

Print version ISSN 2027-4688

Front. hist. vol.24 no.2 Bogotá jul/Dec. 2019

https://doi.org/10.22380/20274688.643 

Reseñas

GALLARDO ARIAS Y CUAUHTEMOC VELASCO ÁVILA, COORDINADORES México: Instituto Nacional de Antropología e Historia Colección Interdisciplina. Serie Logos 2018 | ISBN 978-607-539-109-01 200 pp.

GERARDO LARA CISNEROS* 

* Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México https://orcid.org/0000-0002-8107-0427


¿Qué es una frontera? Pocos conceptos como este gozan de tal variedad de C acepciones y son tan maleables. Aunque a primera vista parezca sencillo, el término frontera es complejo y de no fácil definición. Las nociones que de él se desprenden en diferentes ámbitos y contextos pueden ser muy diversas.

Las antiguas markas romanas definían los límites del Imperio frente a los territorios bárbaros; la palabra marka es de origen alemán y se refería a una región, en especial, a un espacio excéntrico. A medida que avanzó la colonización de territorios baldíos, fue necesario definir con mayor precisión los acotamientos territoriales y el concepto de línea fronteriza substituyó al de franja fronteriza. En Francia, la palabra marche cambió por frontière y se usó para referirse a las zonas más vulnerables del reino entre los siglos XIV y XVII, lo que la ligó a la idea de frente de tensión, inseguridad o peligro militar. Así, la frontera se asoció con inestabilidad, en contraste con la firmeza del centro. Etimológicamente, la palabra frontera deriva del término fronte (frente), que a su vez proviene del latín frontis o frons, que significa precisamente frente o fachada, aunque para el sentido territorial de frontera, el latín también tenía otros vocablos, como finis o limitis.

Las fronteras se caracterizan por su intrínseca heterogeneidad demográfica y cultural; son espacios dinámicos de transición en los que el conflicto y la negociación son constantes de gran complejidad, lo que representa un reto para su cabal comprensión por parte del investigador. Estos elementos llevan a pensar las fronteras como regiones o herramientas metodológicas para explicar la realidad de un espacio, un proceso o una dinámica determinados; en otras palabras, siguiendo a Eric van Young, las fronteras son "hipótesis por demostrar" (100). Esta heterogeneidad fronteriza a menudo se hace más evidente debido a los conflictos que los afanes homogeneizadores de los Estados coloniales buscan imponer. En ese sentido, se puede parafrasear a Edmundo O'Gorman y hablar de la invención de las fronteras.

Desde hace algunos años, los temas fronterizos y sus múltiples matices han ganado actualidad y popularidad en la historiografía y en la producción de casi todas las disciplinas humanísticas y sociales. Esto quizá responda a los complejos cambios y transformaciones geopolíticas que se produjeron en el mundo en las últimas décadas del siglo XX y los primeros años del siglo XXI. A fin de cuentas, la frontera, el límite, el término, no solo implica la idea de acotación, de conclusión o barrera, sino también de contacto, tránsito y movimiento; en ese sentido, la frontera es una definición, un nodo conceptual. El concepto de frontera implica no solo la idea de separación, pues define los límites propios de individuos y sociedades, sino, por necesidad, su opuesto, es decir, la idea de relación, en tanto que vincula personas y sociedades con estructuras históricas y mentales particulares. Entonces, la frontera se nutre de espacios que se definen en parte en función "del otro", es decir, del vecino, y esto genera elementos que tienden a caracterizar tanto lo propio como lo ajeno. De tal manera, la influencia es mutua y por lo tanto un rasgo clave en la definición de las fronteras coloniales del Imperio español en América. Además, el asunto es relevante porque se trata de una forma de compartir un pasado, y en muchos sentidos, una identidad.

Como bien apuntan los coordinadores de Fronteras étnicas en la América colonial, el estudio de las fronteras imperiales de España en América se traduce en la historia de las relaciones entre españoles e indios no colonizados. Una historia diversa, contrastante y compleja, pues responde a la inmensa extensión territorial y a la enorme variedad de pueblos indios que lo mismo habitaban zonas desérticas que costas, selvas o montañas. Una historia (mejor dicho, historias, en plural) que ha despertado el interés de historiadores, sociólogos, antropólogos y otros especialistas, situación que evidencia las infinitas posibilidades que el estudio interdisciplinario de la casi inagotable heterogeneidad fronteriza nos brinda. La interacción social que prevaleció en la franja fronteriza imperial se dio en condiciones de asimetría económica, social y política. A menudo la frontera es la constatación de la desigualdad. Es la confrontación con "el otro", con la "alteridad".

Este libro se centra en las fronteras españolas en América, pero a diferencia de la mayor parte de los trabajos existentes, los textos reunidos en esta obra ponen su atención no en los conquistadores, sino en su contraparte india. El primer gran problema al que este enfoque se enfrenta es el de las fuentes, pues al provenir estas en su gran mayoría de plumas occidentales, la carga peyorativa y la incomprensión en torno a las formas de vida y la cultura de los indios nos obligan a practicar un fino ejercicio de decodificación hermenéutica. Además del enorme reto que representa la incomprensión española sobre los indios, otro problema, no menor, es la escasez de fuentes primarias directas, a lo que muchas veces se suma el difícil acceso, por la falta de catalogación o bien por la imposibilidad de consulta de algunos acervos documentales.

Esta obra rompe con la tradición de los trabajos pioneros que se limitaron a reproducir, parcialmente y de manera acrítica, la información de algunas de las principales fuentes documentales hispanas, en su mayor parte obra de frailes o militares. Esto favoreció la difusión de ciertos estereotipos de naturaleza peyorativa sobre los pueblos nativos, en especial los de las zonas de frontera, a quienes se calificaba de "salvajes". El imaginario tardo-colonial sobre el indio de las tierras "bárbaras" no conquistadas reforzó la idea de la frontera como la barrera que separaba la civilización de la barbarie.

La dicotomía del indio bárbaro-salvaje frente al colonizador/evangelizador-civilizado alimentó una historia de bronce en la que conquistadores, colonos y evangelizadores se revestían con tintes heroicos por su labor como fundadores y voceros de la civilización occidental en tierras hasta entonces inaccesibles y "despobladas". Como complemento de esta versión histórica, los méritos de los indios se reducían a su valentía, audacia y "espíritu indomable", lo que bloqueó la comprensión de la multitud de complejas relaciones que se generaron a lo largo de las décadas de "dominación colonial" en las regiones limítrofes. Fue hasta hace relativamente poco tiempo que se replantearon los intrincados procesos culturales derivados del contacto intercultural que significó la presencia española en expansión, así como los sofisticados matices que lograron las culturas indígenas en contacto con la hispanidad. Los trabajos que integran el libro aquí reseñado se insertan claramente en esta corriente.

La nueva historiografía sobre los pueblos indios filtra y extrae casi por "goteo" valiosos datos de una amplia gama de fuentes primarias, información que es interpretada a partir de rigurosos estudios semánticos, lingüísticos, históricos y etnográficos. Por ello, para proceder con seguridad en la investigación de los temas aquí tratados, nuestros autores han cruzado información de fuentes diversas y se han valido de técnicas y metodologías propias de las disciplinas antropológicas y de la historia cultural. Es una labor en la que el historiador interroga con los ojos del antropólogo a los documentos y demás fuentes coloniales.

Cinco excelentes trabajos y una esclarecedora introducción componen esta obra. Cuatro de ellos se focalizan en el estudio de casos en la frontera norte de la Nueva España y uno en la frontera austral americana del Imperio. Si bien los contextos son distintos y los pueblos indios que se estudian son diferentes, existen varios vectores que dan unidad a la obra. Más allá de la discusión sobre el tema de los indios en las fronteras imperiales, otra constante es que en todos se hacen evidentes la capacidad y creatividad de los indios para enfrentar el proceso de invasión y despojo de sus tierras a través de negociaciones directas o veladas con los colonizadores (militares o religiosos). Otro asunto común a cuatro de los cinco textos es que la parte culminante del proceso estudiado se desarrolló en el marco de las reformas borbónicas; esa es una clave para leer la obra en su conjunto: el afán reformista del Gobierno español que a mediados del siglo xviii decidió terminar de conquistar los territorios que aún permanecían insumisos en sus vastos dominios americanos. Para entonces, los indios fronterizos eran pueblos que ya conocían mucho de la cultura occidental, y de hecho habían incorporado diferentes elementos de esta a su vida cotidiana. Sin haber sido "conquistados", ya se habían apropiado de elementos occidentales en su cotidianeidad; por ejemplo, el uso del caballo entre los pueblos del septentrión novohispano.

Los trabajos aquí reunidos dan cuenta particularmente de las respuestas de los nativos a la acción invasora de los españoles. Así, el primero, "La ruptura de la frontera centro norte de Mesoamérica", de Rosa Brambila y Beatriz Cervantes, es una interesante reflexión sobre las estrategias otomíes para enfrentar el avance colonial español y el papel de los otomianos como mediadores culturales, primero entre pueblos mesoamericanos y aridoamericanos, y luego entre españoles y "chichimecas".

El segundo, "'Progresarán infinitamente en la civilización': el efímero asentamiento comanche de San Carlos de los Jupes, 1787-1788", de Joaquín Rivaya, presenta un caso excepcional en la historia de los comanches, en el que una facción de estos, los jupes, piden a las autoridades hispanas ser sedentarizados. Este curioso experimento colonial fracasó rotundamente por el desconocimiento que las autoridades españolas tenían sobre la cultura comanche, lo que las llevó a no calcular los motivos ambientales, culturales y geoestratégicos que tuvieron los indios para retornar a su vida nómada, dejando tras de sí una estela de pérdidas en todos los sentidos para los colonizadores.

En el tercero, "El 'escándalo de la república' de la misión de Vizarrón, 1757-1788", de Cuauhtémoc Velasco y Antonio Cruz, los autores nos presentan un estudio de caso a través del que se reflexiona sobre las condiciones generales que implicaron los proyectos colonizadores borbónicos. Se describen problemas frecuentes no solo de la misión franciscana de Vizarrón en Coahuila, sino de muchas de las misiones del norte novohispano en el siglo xviii, a saber: falta de indios, resistencia a la congregación, huida de la misión, entre otros. Este capítulo pone en evidencia la distancia que existió entre el ideal evangelizador franciscano y los afanes colonizadores de los Borbones, y la realidad colonial que se vivió.

El cuarto, "Los pames coloniales: un grupo de fronteras, su adaptación al sistema misional", de Patricia Gallardo, nos presenta un proceso a través del cual los pames, un pueblo de raigambre otomiana del centro-norte del territorio del actual México, logró adaptarse de manera más o menos exitosa al sistema misional colonial. Gallardo nos explica, paso a paso, la forma en que los pames de la jurisdicción de Villa de Santiago de los Valles negociaron ciertos cambios en su forma de vida tradicional para subsistir volviéndose cristianos. El caso de los pames es muestra de la habilidad nativa para enfrentar la agresión colonial y evangelizadora sin perder su identidad.

El quinto y último capítulo, "Las 'misiones australes': expansión de las fronteras y contactos interétnicos en la pampa bonaerense, siglo XVIII", de Cristina Bohn, aborda el caso de los indios pampas y serranos que fueron congregados por los jesuitas en tres poblados al sur de la ciudad de Buenos Aires entre 1740 y 1750. Este trabajo se compagina muy bien con el anterior, pues el lector puede comparar dos procesos contrastantes de reducción de la población nativa dirigidos por miembros del clero. Los resultados fueron muy diferentes, en buena medida por la diferencia de contextos y de intereses que circundaron ambos casos.

En esta obra, el lector encontrará más de un motivo para repensar el papel de las fronteras en la conformación de Hispanoamérica y su impronta en el mundo actual, así como una buena razón para ejercer la comparación que mucho puede aportar a la comprensión de un tema central en la historia de nuestra América colonial.

BIBLIOGRAFÍA

O'Gorman, Edmundo. La invención de América: investigación acerca de la estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2003. [ Links ]

Van Young, Eric. "Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas". Región e historia en México (1700-1850). Métodos de análisis regional, compilado por Pedro Pérez Herrero. Ciudad de México: Instituto Mora; Universidad Autónoma Metropolitana, 1991, pp. 99-122. [ Links ]

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