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 issue20The «historical experience» of students and oral history in teaching.Barreiro López, Paula. Atlántico Frío. Historias transnacionales del arte y la política en los tiempos del telón de acero. Madrid: Brumaria, 2019, 560 p. author indexsubject indexarticles search
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Historia y MEMORIA

Print version ISSN 2027-5137

Hist.mem.  no.20 Tunja Jan./June 2020  Epub Dec 30, 2019

https://doi.org/10.19053/20275137.n20.2020.8266 

Reseñas y Debates

La prensa como fuente documental para el análisis y la investigación social*

The Press as a documental source for social analysis and research

La presse en tant que source documentaire pour l’analyse et la recherche sociale

Álvaro Acevedo Tarazona1  1
http://orcid.org/0000-0002-3563-9213

Juliana Villabona Ardila2  2
http://orcid.org/0000-0002-5829-9063

1Universidad Industrial de Santander-Colombia

2Universidad Industrial de Santander-Colombia


Resumen

El propósito de este artículo es analizar la importancia de la prensa como fuente documental para el estudio de la historia política y cultural a partir de experiencias de investigación historiográfica sobre el siglo XX en Colombia en las cuales se ha recurrido a esta como fuente de interpretación. En primer lugar, se propone desvelar el sentido y alcance de la prensa liberal y conservadora en los años treinta y cuarenta; en segundo lugar, mostrar el tratamiento que la prensa hizo sobre las movilizaciones estudiantiles en los años sesenta y setenta del siglo XX. Los dos contrastes permitirán reconocer la evolución y usos de la prensa como mediadora de opinión pública y como acervo documental para el análisis y la investigación social, especialmente para el estudio de la historia local y nacional del país. Para ello, se hace referencia al estudio de la prensa a través del «análisis de marcos», el cual permite entender y dar cuenta de los esfuerzos estratégicos conscientes realizados por ciertos grupos de personas para construir interpretaciones compartidas del mundo que motivan la acción colectiva.

Palabras clave Fuentes documentales; Historia cultural; Historia política; Movimiento estudiantil; Opinión pública; Prensa

Abstract

The purpose of this article is to analyse the importance of the press as a documental source for the study of political and cultural history based on experiences of historiographic research into the 20th century in Colombia. First, there is an attempt to unveil the meaning and reach of the liberal and conservative press in the 30s and 40s. Then, an attempt is made to show the treatment the press made regarding student demonstrations in the 60s and 70s of the 20th century. Both contrasts will allow the recognition of the evolution and uses of the press as a mediator of public opinion and documental heritage for analysis and social investigation, especially for the study of local and national history. For this reason, there are references to the study of the press through frame analysis, which allows understanding and accounting for the conscious strategic efforts carried out by certain groups of people in order to construct shared interpretations of the world that motivate collective action.

Keywords documental sources; cultural history; political history; student movement; public opinion; press

Résumé

Le but de cet article est d’analyser l’importance de la presse en tant que source pour l’étude de l’histoire politique et culturelle. Nous nous intéressons notamment à des expériences de recherche historiographique à propos du XXe siècle colombien construites à partir de publications périodiques. D’abord, nous voulons dévoiler le sens et l’impact de la presse libérale et conservatrice des années 1930 et 1940 ; ensuite, nous nous efforçons de montrer comment la presse du pays a traité les mobilisations étudiantes des années 1960 et 1970. Le contraste résultant permettra de reconnaître l’évolution et les usages de la presse en tant que médiatrice d’opinion publique et en tant que corpus essentiel à l’analyse et à la recherche sociale, et en particulier à l’écriture de l’histoire locale et nationale. Pour ce faire nous faisons allusion à l’étude de la presse à travers la Frame Analysis qui permet de comprendre et de rendre compte des efforts stratégiques conscients entrepris par certains groupes de personnes afin de construire des interprétations partagées du monde qui incitent à l’action collective.

Mots clés Sources documentaires; Histoire culturelle; Histoire politique; Mouvement étudiant; Opinion publique; Presse

1. Introducción: «¿Y para qué leer un periódico de ayer?»

En el medio historiográfico colombiano, al parecer, nos hemos apegado a lo interpretado por el cantante Héctor Lavoe: «¿Y para qué leer un periódico de ayer?», pues no siempre en la historiografía se vuelca la mirada a aquellos acervos periodísticos, algunos amarillentos y otros deteriorados en busca de nuevas historias, de nuevas perspectivas y de nuevas miradas que nos permitan comprender nuestro acontecer. Es constante escuchar a académicos e historiadores arrojar dudas sobre la fiabilidad de las investigaciones que hacen uso de la prensa como fuente principal por su falta de «objetividad». El propósito de este artículo es señalar precisamente que es esto lo que hace aún más llamativa esta fuente de información. Las voces, las opiniones, los rumores, el debate, el clima político y cultural, los miedos, los enfrentamientos, los ataques personales, lo local, lo «subjetivo», todo esto está contenido en la prensa y, por tanto, enriquecen las miradas, especialmente en la historia política y cultural que trata de no quedarse solamente en lo institucional. Además de ser el periódico un actor central en el proceso comunicativo, su interés está, por tanto, en el sesgo mismo.

Este artículo también busca ofrecer algunas pautas de investigación a partir de la consulta de periódicos, teniendo en cuenta las experiencias realizadas en la consulta de los diarios bumangueses Vanguardia Liberal, El Deber, El Frente, Tribuna Liberal, entre muchos otros. El primero y más conocido fue fundado el 1 de septiembre de 1919 por el político y periodista Alejandro Galvis Galvis, el cual se ha convertido en uno de los periódicos más importantes del oriente colombiano. El segundo, aun cuando no circula actualmente, fue el periódico conservador más importante del departamento de Santander en la primera mitad del siglo XX, fundado el 1 de agosto de 1923 por Manuel Serrano Blanco y Juan Cristóbal Martínez. A través de su consulta se han podido realizar importantes investigaciones que han dado como resultado la publicación de los siguientes libros, entre otros, Tinta roja: prensa, política y educación en la República Liberal, 1930-1946. El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga; La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria, 1971-1976; Memorias de una época: el movimiento estudiantil en Colombia en los años sesenta y setenta del siglo XX y 1968. Historia de un acontecimiento: utopía y revolución en la universidad colombiana 3 .

Estas investigaciones buscan poner el foco en una cultura política traspasada por los discursos y mensajes que la prensa divulga a sus lectores. Los rumores, los miedos y los odios, factores clave en el estudio de la política 4 , hacen parte del día a día de la prensa. De esta forma se entiende Tinta Roja, un intento de comprender este variopinto periodo de la historia colombiana desde el ámbito regional, viéndolo no como un periodo homogéneo y de avance sino con sus contradicciones, querellas, faccionalismos y sectarismos políticos; una historia más rica, que ha sido hasta el momento vista desde sus instituciones o sus personajes más representativos. Día a día podemos ver la creciente polarización política que fue transmitida por la prensa misma como actor central en el juego político. En este sentido, los titulares, las editoriales, las caricaturas y la forma de presentar las noticias fueron factor clave en el creciente antagonismo entre sectores y grupos en el que en la década de 1930 a 1950 se pasó de una sana disputa a la confrontación y creación de un enemigo intolerable.

En vísperas de elecciones presidenciales, si se analizan estos periódicos y se comparan con las redes sociales del presente, la diferencia es muy poca. El proceso electoral con sus disputas, «pullas» y «vainazos» es muy similar y esa es una historia que está en mora de escribirse. Aún más, si se revisan los periódicos de los años sesenta y setenta y se comparan las solicitudes del movimiento estudiantil de aquella época con la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) del año 2011, se leen los mismos argumentos de autonomía universitaria y demandas por un mayor presupuesto para la educación. Es decir, pasamos de leer en papel a leer en Tablet o celular pero los problemas sociales o demandas sociales no han variado ostensiblemente. Entendiendo entonces la importancia de leer un periódico de ayer, es ahora importante cómo lo podemos leer.

2. Metodología: ¿Cómo puedo leer el periódico de ayer?

Una de las fuentes más importantes para los historiadores en la construcción del pasado regional en Colombia es la prensa local. La información que se puede obtener de su revisión sistemática permite acercarse a la vida política, social, cultural y económica de las localidades y, con ello, pensar en la posibilidad de comprender procesos mundiales y nacionales a una escala más detallada 5 ; además de conocer los contextos en que emergen ciertos hechos. Para la gran mayoría de ciudadanos, los periódicos se constituyen en un medio informativo que rápidamente nos permite conocer la situación del país y el mundo. Sus titulares llamativos, otros impresos en letras más pequeñas nos llevan a entender la importancia y trascendencia de la noticia. Igual su aparición: si es noticia de primera plana se destacará en los sitios privilegiados del periódico, mientras que aquellas noticias curiosas o baladíes aparecerán en las últimas páginas. La ubicación de las fotografías y de los textos tampoco pasa desapercibida para hacernos una idea de la magnitud de la noticia. Por tanto, es necesario prepararse para leer más allá de la noticia e interpretar los silencios, los espacios, los vacíos, las imágenes y todo aquello que nos pueda dar una pista del verdadero interés del periodista, comentarista o editorialista en publicar esa columna o nota periodística. Y las perspectivas ideológicas y económicas que los acompaña.

Una forma de ir más allá del texto es una metodología basada en la teoría del «framing» que aparece como un método psicológico y sociológico que explica las interacciones de los individuos con el mundo, y las interpretaciones que estos dan, a manera individual y colectiva, de los elementos que componen el mundo. Posteriormente, la Escuela de Chicago empezará a hablar de la teoría de los «frames» o de los encuadres dentro de la comunicación. La Escuela de Chicago enfatiza en que las cosas toman el significado que el ser humano les brinda, y este actúa según le parezca bien, dándole importancia a la interpretación del acontecer, interpretación que se da gracias a las relaciones y símbolos en la sociedad. Es decir, cada uno de nosotros crea imágenes del acontecer y sus componentes; estas imágenes (visiones y concepciones) se van produciendo en la medida que aprendemos nuevas cosas y vivenciamos nuevas situaciones. Con este conocimiento basado en el estudio y la experiencia de encontrar herramientas para interpretar los fenómenos que suceden a nuestro alrededor. Desde la sociología y la psicología, esto es válido, pero habría que preguntarse si es posible interpretar la comunicación escrita de la misma manera.

A mediados del siglo XX se empieza a trabajar la teoría de los frames o marcos, definiéndolos como instrumentos mentales que encasillan y definen los diferentes objetos y procesos que nos rodean; estos actúan de acuerdo con los distintos aspectos del lenguaje, del contexto y de la cultura. Las definiciones que brindamos a una situación están dadas por ciertos principios que gobiernan los acontecimientos, y la implicación que nosotros tenemos con ellos, es decir, los marcos encasillan y designan los distintos contextos de la realidad y sus interpretaciones en los distintos momentos realizadas por distintos sujetos. Por tanto, y de acuerdo con la cercanía o conocimiento, una noticia puede afectar o interesar, de la misma forma que estos marcos se pueden transformar de acuerdo con el contexto y los conocimientos que se posean.

En la sociología y la psicología estos marcos llevan desde lo individual a lo colectivo, lo cual explica que al igual que los movimientos sociales, su actuación y difusión, los medios periodísticos usan métodos similares para generar procesos de identificación, en este caso, las noticias o sucesos para generar una opinión dividida de acuerdo a su interpretación, así como brindar una visión universal del mundo. Estas visiones son generadas por el medio y por el periodista. A menudo se relaciona con el «ser objetivo», pero hay que tener en cuenta que todo elemento objetivo posee una carga subjetiva, y esto se debe al sujeto 6 . Por esta razón, imperceptible para muchos de nosotros, es que algunas noticias son más destacadas que otras, y dependiendo del interés del periodista, así también serán las fuentes de las que se valdrá para contrastar la información. El periodista es quien, en últimas, entra en un juicio en el que debe escoger entre distintas noticias y entre distintas fuentes para construir un producto que evidencie una realidad. El periodista construye visiones de la realidad, marcos de esa misma realidad, la cual llega al cerebro en forma de imágenes y palabras. De esta manera, los periódicos se convierten en mediadores para la construcción individual de la sociedad. Pero esta imagen o visión de la realidad no es construida solo por el periodista; los intereses y políticas del medio de comunicación llevan a que las noticias sean decantadas en un proceso de selección o edición, es decir, las noticias se publican de acuerdo a los intereses del medio que pretenda construir una noticia sobre el acontecer.

Si el periodista, el medio de comunicación y la misma sociedad construyen la noticia en unos marcos creados, es más que lógico que el historiador deba construir unos nuevos marcos que le permitan analizar, contrastar y mostrar la noticia sin los prejuicios del periodista, sin las políticas de los medios de comunicación y sin las opiniones de masas creadas por la sociedad. Una de las características del historiador es su necesidad de independencia del acontecer de la opinión pública, pues no debe identificarse y distanciarse de las ideas de otros individuos. Desde su propio análisis individual debe propiciar controversia y llamar la atención no para ganar más seguidores –como sucede en los medios de comunicación–, sino para develar la esquiva verdad y hacer que la sociedad tome conciencia de su acontecer. Aun así, el uso de la prensa como fuente historiográfica se revela como inevitable si se pretende ofrecer una visión completa de los procesos y acontecimientos. Aspectos particulares de esta clase de documento, como su deformación de la realidad, la siempre presente subjetividad o el uso político o propagandístico del periódico, que en un primer momento podrían disuadir al historiador, se convierten en asideros clave para comprender los procesos sociales del pasado en toda su riqueza y diversidad de perspectivas.

La ilusión de comprender el mensaje que se quiere transmitir sobre la base de las palabras y estructuras de las oraciones utilizadas para transmitir ese mensaje se desvanece de esta manera. Son las experiencias vividas, las huellas de la tradición, el conocimiento, lo que permite que relacionar frases, llenar lagunas de interpretación y dar sentido a lo que se quiere decir. Enfrentarse a una publicación periódica de hace casi cien años en un primer momento puede darnos cierta información, pero también dejarnos un sinsabor al no lograr comprender qué es lo que realmente se quiere decir. El periodista o escritor comparte un universo de sentido con los posibles lectores y copartidarios que le permite obviar una cantidad masiva de información que queda implícita. Las palabras en estos casos no son suficientes. El texto no es suficiente para elaborar el sentido global del discurso. Estos vacíos son llenados por los frames.

La constitución de un frame parece estar arraigado entonces a los presupuestos culturales, las creencias y las prácticas habituales. Cada frame tiene una narrativa: unos personajes, unas acciones, unos roles y unos escenarios. Al hablar de casa, por ejemplo, se despliegan imágenes y situaciones tales como hogar, calor, familia, comida, etc. Al hablar la prensa de partido político, por ejemplo, se acciona una historia común, unas identidades, batallas, sangre y enemigos. La prensa contribuye además a crear y difundir dichas conexiones. Los frames conllevan por consiguiente una carga emocional puesto que pueden evocar sentimientos positivos o negativos que refuerzan dichas percepciones. Es por esto por lo que la prensa misma tiene un gran poder de percepción y manipulación puesto que mantienen un vínculo muy estrecho con el mundo emocional del lector o copartidario.

Hay que darle importancia al emisor, a sus creencias, modelo del mundo, posturas políticas, entre otros esquemas de conocimiento. El texto mismo da pistas de ello: las intenciones, los propósitos, lo que se dice y la forma como se dice. De igual forma entender que las publicaciones obedecen a los intereses de unos grupos, que tienen conexiones con el mundo de la política. La prensa y la política han caminado de la mano y lo siguen haciendo. Es necesario seguir recordando la citada canción: «el papel aguanta todo (…) analiza tu historia y así podrás comprender».

3. De la tinta negra a la tinta roja

Como lo ha sostenido Fabio López de la Roche, la prensa y el periodismo no se han erigido como un objeto de estudio propiamente dicho en nuestro país, razón de más para darse a la tarea de construir colectivamente un utillaje metodológico que facilite el aprovechamiento de las publicaciones periódicas disponibles para la investigación histórica. La potencialidad hermenéutica de la prensa para la historia es un amplio campo por explorar; sin embargo, esta exploración debe propiciarse a partir del análisis, dejando de lado la pretensión objetivista tan cara a todo el conocimiento social, para posicionar la idea de que el hecho noticioso es una creación del periódico, el periodista, el receptor y, en general, de la cultura y la sociedad en la que se inscriben 7 . Los marcos construidos por los seres humanos permiten la organización y comprensión del acontecer, proceso en el que los medios de comunicación estructuran la información y establecen una relación simbólica con el acontecer, mientras que los receptores se apropian de su entorno y definen los referentes a partir de los cuales actúan 8 . Los marcos personales, sentimentales e ideológicos del periodista, de su fuente, del periódico, más la experiencia cultural del sujeto que consume la noticia, deben dar paso a una lectura crítica de la misma [de la noticia] por parte del historiador.

Para el caso particular de Tinta roja: prensa, política y educación en la República Liberal, 1930-1946. El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga se define a través de la lectura de la fuente, los «acontecimientos clave» registrados en la prensa. Estos acontecimientos clave son aquellos que captan la atención de la sociedad y de los periodistas; son aquellos también que estimulan a los grupos de presión a aparecer en los medios, al mismo tiempo que ejercen presión sobre las autoridades públicas. Estos acontecimientos clave llevan al investigador a identificar una situación o problema, que, a su vez, ha sido presentado en el periódico con unas posibles soluciones, estrategias y tácticas. En los casos de la prensa liberal, Vanguardia Liberal y El Diario introducen una motivación política, que tampoco será ajena en los periódicos conservadores de los años treinta y cuarenta. Es importante resaltar que gracias a este enfoque se ha podido enriquecer el panorama cultural y político de estas décadas al rescatar las representaciones y posturas ideológicas que la prensa y los partidos políticos crearon, determinantes para la conformación de una cultura política que al mismo tiempo recababa en los odios del pasado y proponía romper con la tradición. Una época de contrastes y contradicciones solo apreciables en el día a día de la prensa.

En consonancia con los cambios aparecidos en estas décadas, con un público ávido de novedades recién llegado a la escena pública, se acrecentó el rol de la prensa en este nuevo escenario. La revolución de las comunicaciones hizo posible estas transformaciones y también se vio influenciada por las mismas. La radio, el telégrafo, el cinematógrafo hicieron parte de esta revolución. La prensa misma adquirió un aire de renovación con el auge de la publicidad, la aparición de la fotografía, la regularidad de las publicaciones con los avances en los medios de transporte, la creación de nuevas secciones para nuevos públicos, etc. Los medios impresos consolidaron su administración, mejoraron el servicio de noticias internacionales y nacionales, adquirieron nuevos equipos que mejoraron las técnicas de impresión, llegando a consolidarse como empresas periodísticas en el sentido moderno. La velocidad de la información hizo posible que en un mismo día los lectores se enteraran de lo que estaba sucediendo en todo el mundo. La prensa toma entonces un rol central difícil de ignorar en las transformaciones sociales que vivió el país:

Las tensiones que introdujo en la sociedad colombiana esa transformación productiva acrecentaron el rol de la prensa en la formulación de sentidos posibles a la experiencia colectiva. Un público ávido, aunque temeroso de las novedades, esperaba ver reflejada en la prensa las sensaciones, los gustos, las nociones, que los aguijoneaban9.

Es por ello importante la forma como la prensa fungió como vocera del civismo en muchas ciudades en proceso de modernización y la manera como fomentaron y moldearon la naciente opinión pública. Por medio de la prensa, las élites de ciudades en crecimiento como Bucaramanga y Pereira llevaron a cabo una constante prédica de los valores cívicos del buen ciudadano logrando movilizar a amplios sectores de la ciudadanía en la construcción de grandes obras que enaltecían el orgullo cívico de pertenecer a la ciudad. De igual forma, la prensa delineó y encaminó los debates de la opinión tomando muchas veces la vocería del público. En la década del treinta y cuarenta los debates más importantes del país fueron minuciosamente discutidos, la reforma educativa, agraria y electoral pasó por el ojo del huracán y los partidos sacaron todo el arsenal discursivo para atacar o defender sus postulados.

Los periódicos conectaron no solo política sino culturalmente la capital del país con las regiones remotas. En este sentido, difundieron nuevas formas de creencias, hicieron circular nuevas ideas y abrieron el país a la vida moderna. Por ello la prensa expresa en sus páginas «nuevos marcos de creencias, conocimientos, ideologías y experiencias» 10 . En su labor política hicieron constantes llamados a la ciudadanía a participar en la vida pública, impulsando la movilización y el asociacionismo e invitando constantemente a los copartidarios a ejercer su derecho al voto. En este contexto de ampliación de la ciudadanía, la prensa educó e integró a los nuevos sectores emergentes en la política, pero también en la cultura, llegando inclusive a señalar la forma de utilizar el tiempo libre. La publicidad y las secciones especiales (deportes, página femenina, página social), dictaban cómo vestirse, a qué espectáculos asistir, qué libros leer y hasta qué ungüento usar en caso de comezón. La prensa dictaba lecciones todos los días, las cuales modelaron el gusto, las mentalidades y las acciones de los ciudadanos. Pese a las limitaciones la prensa promovió la ampliación de la ciudadanía mediante la pedagogía electoral, siendo también el principal medio de difusión política. De igual forma, nuevos espacios de sociabilidad fueron promovidos a través de sus páginas: comités, gremios, sindicatos, casas de partidos y reuniones. La prensa alentó y organizó movilizaciones que no habían hecho parte hasta el momento del ejercicio democrático.

Podemos ver cómo desde los mismos inicios de la República, a la prensa se le asignó el rol de guiar a los ciudadanos en la elección de los hombres más aptos para gobernar. Era en el terreno del periodismo donde todo hombre con aspiraciones de ganar debía mostrar su notoriedad. La prensa es un lugar clave para la construcción de líderes políticos. La simpatía se captaba a través de la prensa. De ahí el gran número de publicaciones periódicas que desde el siglo XIX aparecieron en todo el país con mayor o menor éxito. La fiebre periodística, como la denomina Isidro Vanegas, es un indicador de las transformaciones en la democracia colombiana desde comienzos del siglo XX 11 . Según sus mismos datos, 2708 publicaciones vieron la luz en el periodo 1900-1930, un número considerable si se tiene en cuenta el analfabetismo y el nivel de pobreza de un país como Colombia en comparación con sus vecinos. No era muy común encontrar en los países de América Latina tantos periódicos consolidados e influyentes fuera de la ciudad capital y a lo largo de zonas periféricas tan diversas entre sí como Medellín, Barranquilla, Cartagena, Pereira, Cali, Pasto, Bucaramanga, Cúcuta, Popayán, Ibagué y Manizales, por mencionar los casos más representativos. Un afán por crear periódicos viviría estas décadas y se incrementaría en las posteriores sumándose a ello otras publicaciones de variada periodicidad no solo en la capital del país sino, en su mayoría, en las regiones.

Isidro Vanegas señala que debido a las subvenciones que recibía la prensa conservadora de parte del Estado y de la Iglesia, esta se debilitó y se hizo menos sensible a los cambios 12 . En 1930 El Nuevo Siglo, el periódico conservador más importante del país a inicios de siglo y diario oficial de sucesivos gobiernos conservadores, no sobrevivió a la coyuntura electoral que dio como ganadores a los liberales. Estos ya aventajaban a los conservadores a nivel local pero también nacional con una estrategia publicitaria encabezada por El Tiempo y El Espectador. Esto tendría como consecuencia la ampliación de su influencia ideológica y del caudal electoral. Los líderes conservadores entendieron que la fuerza de su partido no podía seguir dependiendo del púlpito. La estrategia ya había iniciado en 1912 con El Colombiano, La Defensa en Medellín en 1919, la seguiría La Patria en 1921 en Manizales y El Deber de Bucaramanga en 1923. Solo hasta 1936 Bogotá contaría con un periódico conservador de gran influencia como lo fue El Siglo. En momentos de cierta tranquilidad y concordia, la Iglesia fundó dos periódicos para movilizar a los copartidarios en contra de la prensa rival. Al primero de ellos, La Unidad, puso a dirigir al joven y combativo Laureano Gómez, en momentos en que prevalecía un espíritu de concordia entre los conservadores. A finales de la década de 1920 el arzobispo de Bogotá fundó su propio periódico, El Debate, y lo puso a manos de otro joven radical: Silvio Villegas. La Iglesia respondía de esta manera a la entrada de la multitud en la escena política del país.

Todo esto es importante ya que por intermedio de la prensa los dirigentes regionales trabajaron intensamente en la orientación de la ideología partidista liberal o conservadora y en los periodos de elecciones se mostraron incondicionales con los líderes políticos locales y nacionales. Aun así, también mostraron sus inconformidades y disidencias con el centro. Es por ello importante el contraste entre diferentes posiciones e ideologías políticas. Otro punto importante es que la distancia entre Bogotá y las distintas regiones se puede sentir en la prensa misma. Como lo señala Álvaro Tirado Mejía en su análisis del primer gobierno de López, las asambleas departamentales tenían gran poder por la importancia misma de las regiones y además por el control que tenían en las rentas, los servicios y los nombramientos. La «pequeña política» tenía su epicentro allí. Los enfrentamientos con el gobierno central se daban allí. Juan Cristóbal Martínez, político y periodista santandereano, cofundador de El Deber, reconocía que ejercería algo que él mismo definió como «la pequeña política»: derrotar un candidato para diputado, protestar contra el nombramiento de un alcalde, firmar un telegrama, encabezar una protesta, etc. Política ejercida en el ámbito local y regional, como proyección de la influencia familiar, manteniendo relaciones con instancias nacionales, pero perteneciendo a la provincia. Entender esta característica es fundamental para comprender este periodo.

Cada grupo en cada región intentó, por tanto, fundar un periódico, por pequeño que fuese, para influir en la escena pública. Los periodistas adquirieron una notoriedad singular, como lo señaló Manuel Serrano Blanco, al decir que «el periódico de provincia se tiene obligada influencia» 13 . Estas plataformas periodísticas fueron usadas por sus respectivos dueños como trampolín político, pero también para expresar sus puntos de vista sobre políticas trascendentales. Si la prensa había sido una pieza importante y eficaz en la contienda política del siglo XIX, siendo reconocida por los líderes conservadores y liberales como clave en las campañas de prensa, las primeras décadas del siglo XX, cuando por primera vez la democracia se convertía en una democracia de masas, la importancia de la prensa no hizo sino aumentar.

De acuerdo con Van Horn en su texto La aparición del público durante la Ilustración europea, en la segunda mitad del siglo XVIII los grupos comerciales y manufactureros dependían de periódicos locales o nacionales para presionar en favor de la promulgación de nuevos decretos o de la derogación de los viejos 14 . El crecimiento de los grupos de presión ensanchó la escena del debate y de la acción política extraparlamentaria transformando los intereses, pero este fenómeno no solo sucede en la Europa del siglo XVIII. En Colombia los grupos y sectores con algún interés político o económico fundaron un diario para generar presión y unirse al debate, pero sobre todo para cuidar sus intereses. De esta manera nacieron los primeros periódicos tanto en Europa como en este país. Sin embargo, la prensa a inicios del siglo XX intentó distanciarse de los panfletos políticos asumiendo una labor propia. Algunos periódicos como Vanguardia Liberal de manera abierta promulgaron los principios de quienes hacían la noticia y su función como formadores y guías de la opinión pública:

El periodismo debe ser una entidad superior a las pequeñeces de la política; su puesto está señalado allí donde los jueces dictan su fallo, para que como sereno juzgador encauce la opinión pública y diga a ella la verdad en todo momento, sin que sean parte a perturbarlo el interés de una candidatura o el egoísmo de un honor que se espera (…) Cuando la política liberal haya vuelto a los antiguos cauces de desinterés y lealtad a los principios, puede que intervenga haciendo atmósfera a las personalidades del partido que más se hayan señalado a la exaltación popular, pero meramente desde su tribuna del periódico, sin que esa participación signifique otra cosa que un mero consejo o una advertencia que podrá ser aceptada o rechazada libremente por los dirigentes de la colectividad (…) Para servirle al partido, le basta simplemente desde estas columnas, y seguramente habremos de realizar mejor labor concretándonos exclusivamente a la propaganda de los ideales democráticos que defiende y quiere que se practiquen el Partido Liberal, que mezclándonos al propio tiempo en debates comiciales e interviniendo activamente el director del diario en la política de los directorios15.

La prensa claramente jugó un doble papel, uno que se percibe de manera inmediata como fuente de información y otro, menos perceptible como orientadora moral e ideológica del partido al que está adscrito quien escribe la nota periodística. Es precisamente en este doble papel que la tinta negra de la imprenta pasa a ser la tinta roja o azul, dependiendo del partido político que dirija el periódico, e inclusive, dependiendo de la afiliación política de quien lo lee. Por lo tanto, un análisis de contenido cuantitativo permitirá conocer la relevancia del acontecimiento clave a rastrear, conocer con base en quién o quiénes se crea la noticia (las fuentes consultadas) y las posibles repercusiones del acontecimiento. Para estas investigaciones se ha realizado un trabajo exhaustivo al recoger y agrupar por categorías todas las publicaciones que se hicieron en el periodo seleccionado. Además, el género utilizado, el lenguaje y el tipo de titular que acompaña la respectiva nota son determinantes para que el investigador se haga una idea de la trascendencia de la noticia en la historia local, regional, nacional o mundial. El acoplamiento de la teoría de los frames a la investigación histórica requiere de la lectura de la fuente misma para no forzar el análisis del acontecer a la camisa de fuerza metodológica.

En el proyecto realizado sobre orientación política de la prensa liberal en las ciudades de Bucaramanga y Pereira durante la República Liberal, se han reconocido tres niveles de marcos o encuadres de los periódicos Vanguardia Liberal y El Diario: prensa, política y educación. Los frames permiten procesar y apropiarse de la información existente en la prensa para caracterizar rigurosamente las posiciones políticas de la misma como forjadora de opinión pública. Lógicamente, el procedimiento metodológico incluye el seguimiento a las noticias en los periódicos, el análisis de los enunciados, la categorización y organización de los mismos, labores que deben ser desarrolladas por el historiador. La historiografía, la fuente secundaria y el conocimiento personal aportan al investigador la opción de reconstruir las experiencias políticas, culturales y sociales a partir de la prensa regional sin descuidar el contexto nacional e internacional.

Retomando a Van Horn, temas como la guerra, la paz y el comercio ya eran discutidos de manera acalorada en los periódicos del siglo XVI. Si bien en países como Inglaterra estaban prohibidos los reportajes de la vida parlamentaria, los partidos políticos se servían de la prensa para divulgar sus posiciones y esto, a su vez, servía para atraer cada vez más público a los debates sobre cuestiones nacionales. Mientras politizaban, al mismo tiempo educaban a la sociedad. De igual manera, en el siglo XX se observa este fenómeno en los periódicos partidistas colombianos que orientan ideológicamente a sus lectores. Tenemos entonces otro componente a tener en cuenta. Si bien es cierto que la prensa fungió como guía de la opinión, como vocera del civismo y guía luminosa autoproclamada, no pudo distanciarse jamás de las luchas partidistas y los debates políticos influyendo decisivamente en las respectivas colectividades:

Mientras que, como sucede en Colombia, los programas políticos se quedan escritos y no sirven más que para ser burlados, para suscitar divergencias y escisiones, la labor ideológica de la prensa se ha impuesto y ha formado en las masas una conciencia definida y precisa. Los principios que proclaman, liberales o conservadores, han impregnado los espíritus formándoles un ideario, una aspiración, un propósito que pugnan por expandirse, por cristalizarse. Más que a los preceptos rígidos de un programa que no conocen, las masas liberales y las masas conservadoras siguen el índice de sus voceros de la prensa. Y estos no se inspiran, no pueden inspirarse en estatutos férreos, sino que siguen el curso de los acontecimientos, traducen las necesidades del momento, auscultan la opinión para interpretar sus anhelos, organizarlos, ponerlos en marcha y llevarlos al triunfo. Sólo cuando las doctrinas decaen y pierden su fuerza creadora, se hace necesario introducir levadura fresca que las haga de nuevo fermentar16.

Sin embargo, la función de la prensa para promover la educación ciudadana estuvo orientada por la difusión de la sociabilidad partidista, de la que el periódico hizo parte. Esta educación también fue viabilizada por intermedio de los llamados a los copartidarios, especialmente desde los editoriales de la prensa. Estos llamados estaban cargados de una historia de odios y rencores, los cuales la prensa no solo transmitió, sino que avivó. Los discursos de odio se hacen más y más comunes con cada nueva publicación. Teniendo en cuenta este contexto es posible dimensionar las consecuencias de sus mensajes. Muy pronto empezaron a hacerse realidad. La tinta roja y azul corrió por la prensa haciendo más latente la división partidista. A quien no compartía la identidad partidista se le asignó el rol de enemigo.

Los periódicos llevaron a cabo esta labor día tras día y es imposible negar que este rol fuera definitivo no solo en la construcción de identidades partidistas y en difusión de ideologías sino en el aumento de la polarización. De esta forma ha sido utilizada la prensa en este análisis, teniendo en cuenta su labor diaria, haciendo seguimiento a la cobertura que dan de un proceso. A medida que en el contexto político de los años 1930 y 1940 aumentó el debate en medio de las nuevas propuestas del gobierno liberal, aumentaron las rencillas. Es difícil saber qué se defendió, qué posturas se asumieron y a qué personajes se respaldó, porque lo electoral siempre primó por encima de todo esto. Las elecciones se convirtieron en un campo de batalla en el que cualquier medio, cualquier palabra usada era válida con tal de cumplir con el objetivo: votos. Durante ese periodo, la retórica de la violencia se hizo omnipresente: desde el Congreso, desde la prensa, desde la radio, desde el mismo púlpito, unos y otros invitaban a su público, en proclamas incendiarias, a arremeter contra el enemigo. Sin embargo, la prensa contaba con una tradición que garantizaba su éxito. En la radio en sus inicios se leía la prensa y así se reforzaba el mensaje. Los recursos y las técnicas de degradación son iguales y el propósito es dañar la imagen y afectar el prestigio del contrario con la dureza de términos, descalificativos y un apasionamiento desbordado del discurso. La prensa presentó a sus lectores un discurso claro y contundente: el partido contrario es el asesino de los copartidarios. Para ello se valió de todo un arsenal retórico, de columnas, de caricaturas y, sobre todo, de las noticias, titulares y editoriales.

4. 1968: la construcción de la revolución a través de la prensa

La investigación sobre Mayo del 68, aun cuando es un salto temático, permite reforzar algunos puntos y ver nuevas formas del uso de la prensa. Si bien este periodo fue de locura y alboroto juvenil, a esta fecha le sucedió lo de la canción que hemos estado recordando: «sensacional cuando salió en la madrugada, a medio día ya noticia confirmada y en la tarde materia olvidada». Los periódicos del mundo inundaron sus páginas con los titulares de las protestas parisinas, convirtiendo a 1968 en tema obligado de conversación. Fue tal la sensación de esta fecha que aún hoy vemos sus efectos y consecuencias en la moda, la sexualidad, la música y en nuestra forma de ver la vida. El rock, el amor libre, la vida en armonía y la poesía aún son ecos de este acontecimiento sucedido hace cincuenta años. Aunque como dice Julián Isaza: «Si se trazara un árbol genealógico del rock, los punks serían los hijos de la paz y el amor, de los hippies de los sesenta, pero ya se sabe, de ellos heredaron poco: cambiaron las sandalias por las botas, la armonía por el caos y la poesía por la crudeza» 17 .

Pero más allá de la influencia en la música y en las costumbres cotidianas, 1968 demuestra el influjo de la prensa en la sociedad y es, probablemente, el inicio de la comunicación de masas a gran escala. Es decir, en todo el mundo se habla de diferentes situaciones: moda, libertad, nuevas formas de amor, un nuevo rol de la mujer en la sociedad…Pero, con una clara palabra que aparece en todos los periódicos: revolución. La revolución transforma la vida de los jóvenes, la influencia del Che Guevara, el comunismo, las protestas contra la Guerra de Vietnam, la búsqueda de mejores condiciones salariales, la solicitud de mayores recursos para la educación, todo se encuentra escrito en la prensa que permite llegar a la masa, pues la radio y la televisión, aún no tienen la repercusión y alcance que tendrán a partir de finales de los años setenta.

Los periódicos copian los lemas de la juventud en llamativos titulares, tan sensacionales como la moda de la época: «Prohibido prohibir», «Seamos realistas: ¡exijamos lo imposible!» o «La imaginación al poder» y que, aparentemente, actúan como resúmenes del texto de la noticia 18 . Los títulos y la forma como estos son presentados crean un impacto en el lector o copartidario. Pero la lectura de los impresos no se propone llegar a su dermis textual; por el contrario, busca leer en contexto para dar cuenta del propósito que funda y dota de sentido al propio texto. Aquí las formas literarias como estructuras narrativas, tropos retóricos o figuras metafóricas no son tema de estudio. Lo importante es explicar cómo la fuerza de la protesta y la inteligibilidad de la producción escrita crea tensiones políticas y transforma las costumbres de la sociedad y de la época en la cual surge y se enmarca 19 . Este es precisamente el gran aporte de la prensa al análisis cultural y político.

No obstante, a diferencia de la investigación de Tinta roja: prensa, política y educación en la República Liberal, 1930-1946. El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga, el análisis de la prensa para 1968. Historia de un acontecimiento: utopía y revolución en la universidad colombiana arrojó más diferencias que similitudes. En primer término, ha existido un interés permanente por parte de los científicos sociales para comprender la importancia y trascendencia de los acontecimientos de Mayo del 68 y para ello, han recurrido al acervo periodístico que se encuentra fácilmente disponible. En segundo término, los avances en los medios de comunicación hacen que en los periódicos de los años sesenta y setenta se tenga acceso a información mundial que permite ver la representación del país en el exterior y la representación del contexto mundial en Colombia. Las representaciones que la prensa nacional hace del gran campo político e ideológico socialista y, sobre todo, la forma como se registran los acontecimientos relacionados con el Mayo Francés y el Octubre mexicano de 1968 permiten observar que el mundo es mucho más accesible, al menos desde la prensa y que a pesar de la distancia física existente entre París y Bucaramanga, la revolución llega, aunque tarde, y se manifiesta, no en 1968 sino en 1971 pero se siente con el mismo ímpetu de la juventud europea y los periódicos colombianos registrarán con detalle los movimientos de los estudiantes en los diferentes centros universitarios del país.

Otro aspecto diferenciador con la prensa de los años treinta y cuarenta es la riqueza iconológica e iconográfica de los periódicos de los años sesenta y setenta. Las imágenes de las movilizaciones y protestas estudiantiles son un acervo que ya ha empezado a ser estudiado por historiadores e investigadores. Las imágenes no son un decorado más y deben ser estudiadas en su contexto y su intencionalidad. Existen distintos matices y claroscuros que abarcan diversas posturas. Si bien la era de los medios audiovisuales apenas se abre en los años sesenta, los periódicos registran vívidamente los acontecimientos del mundo. Es un hecho que las protestas en contra de la Guerra de Vietnam, las incidencias de la Revolución cultural china o de la Primavera de Praga, la apoteósica convocatoria de Woodstock o la cartelera cinematográfica de Hollywood son comunicadas a los jóvenes a través de la prensa, y en menor medida a través de la radio y la televisión 20 .

Y todos, editores, periodistas, literatos o filósofos, tienen un mismo objetivo: encender el fuego voraz de la juventud como escribiera Marcuse 21 , pues viven con intensidad los acontecimientos que marcan la época, lo que les lleva a asumir una postura muy clara con respecto a la función política y social que deben cumplir: luchar ideológicamente contra el sistema, convirtiéndose, entonces, en intelectuales comprometidos 22 . Este compromiso se evidencia en nuevas formas artísticas como la caricatura y la fotografía que tomarán una mayor importancia e inmediatez para comunicar y expresar, de manera revolucionaria, sin ser tan explícito o extenso como podría serlo en una columna de opinión. Imágenes que serán los antecedentes de los actuales memes que se viralizan en la Internet y en las diferentes redes sociales.

5. Conclusiones

Es importante insistir en que la prensa escrita es aún una fuente documental por explorar y explotar en Colombia. Las páginas de los periódicos editados en el siglo XX contienen información política, religiosa, social y económica de primordial importancia. Al igual, por supuesto, que aquellas temáticas que han quedado relegadas para los investigadores como el cine, la televisión, la moda y las artes, todas ellas tienen cabida en la prensa escrita y son un rico acervo documental a la espera de historiadores curiosos que quieran trascender y descubrir aspectos desconocidos de la cotidianidad colombiana.

La prensa es la fuente documental del panorama político. Sus análisis, respuestas e influencia ideológica inyectaron o fortalecieron los vínculos entre los ciudadanos y los partidos políticos. La prensa se encargó de presentar sus candidatos políticos y también fueron los periódicos quienes ayudaron no solo en la formación ideológica de sus copartidarios, sino a influenciar en las conciencias de sus electores. No obstante, en el ámbito político debe recurrirse a la teoría de los frames para desentrañar el verdadero sentido de la prensa, y especialmente de los periodistas. Es importante rescatar el contraste de actuaciones e ideas de personajes detrás de los grupos de poder por medio de la prensa y su ambigüedad frente a las respectivas ideologías políticas que representaban, sus diferencias y sus similitudes.

El estudio de la prensa está directamente relacionado con la constitución de la modernidad, de un espacio de deliberación pública más allá del Estado, el cual precisamente busca convertirse en el ojo vigilante de las acciones de gobierno. Como lo recuerda Roger Chartier, la creación en el siglo XVIII de la opinión pública implicó un doble proceso de inclusión y exclusión del «pueblo» en el ejercicio público de la razón. La separación entre «público» y «pueblo» se hizo evidente en los albores de la modernidad, en tanto el primero expresaba la voz razonada, erudita e ilustrada, en oposición al vulgo, incapaz de abandonar las pasiones y formarse un concepto mesurado sobre el acontecer 23 .

De igual manera, la prensa a través de imágenes, fotografías, caricaturas, avisos y comerciales permite reconstruir el acontecer más lejano. Claramente Mayo de 1968 llega a Colombia en 1971, y los periódicos fueron los grandes portadores de los mensajes revolucionarios de la época, efectos que aún vivimos a pesar de que han pasado cincuenta años.

Es importante señalar que la prensa no sirve únicamente para reconstruir los acontecimientos políticos, sino también para seguir la pista de las ideologías y las mentalidades. La evolución político-cultural de las sociedades modernas viene marcada, quiérase o no, por la actividad de los medios de comunicación en general, de los periódicos en particular. Contar su historia y recordar cómo ellos a su vez contaron la historia de las sociedades humanas es imprescindible para acercarse al pasado con una visión global y totalizadora, que no deje por el camino ninguna percepción, por sesgada que parezca al investigador, ya que, a través de este sesgo, siempre que seamos conscientes de ello, se estará mostrando un modo de ver el mundo que existió de manera efectiva, que sirvió para configurar una parte del imaginario social en un momento determinado.

Los frames es una de las muchas formas en las que se puede enfrentar a los dilemas que la prensa misma genera. Son una forma de darle contexto y enmarcar las palabras que se repiten a diario y que pueden carecer de sentido si no se entienden en estos marcos. Facilitan la comprensión y el logro de la coherencia textual. Ponen en contexto los miedos, los rumores, los odios, las mentiras, los chismes y las ficciones que son el contenido principal de la prensa. Ahí radica principalmente su llamativo interés. Los seres humanos tendemos a ficcionar, asustados por nuestras propias imaginaciones. De esto se trata la política. Este es el común denominador de las investigaciones aquí expuestas. Y de las que vendrán.

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*Este artículo es resultado de los proyectos titulados «El ocaso de la utopía antisistémica: el conflicto, la universidad y la apuesta por la paz en Colombia, 1968-1998», Código 051-2017 financiado por Colciencias y «Estado de excepción, conspiración y represión en Bucaramanga, 1978-1998. La máquina paranoica», Código 2400 financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Extensión de la Universidad Industrial de Santander.

3Álvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa Ramírez, Tinta roja: prensa, política y educación en la República Liberal, 1930-1946. El Diario de Pereira y Vanguardia Liberal de Bucaramanga (Bucaramanga: UIS, 2016), 634; Álvaro Acevedo Tarazona, La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria, 1971-1976 (Bucaramanga: UIS, 2016), 230; Álvaro Acevedo Tarazona, Memorias de una época: el movimiento estudiantil en Colombia en los años sesenta y setenta del siglo XX (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016), 524 y Álvaro Acevedo Tarazona, 1968. Historia de un acontecimiento: utopía y revolución en la universidad colombiana (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2017), 698.

4Carlo Ginzburg, Miedo, reverencia y terror. Cinco ensayos de iconografía política (Bogotá: Ediciones desde abajo, 2016), 43.

5Álvaro Acevedo Tarazona y Jhon Jaime Correa Ramírez, «Marcos culturales para pensar la región: una reflexión metodológica desde la prensa liberal de Caldas y Santander entre 1930-1946,» Psicoespacios Vol. 7, n° 11 (2013): 252, DOI: https://doi.org/10.25057/21452776.209.

6Andrés Suárez Rodríguez, «Teoría de los Frames o Encuadres.» Prezi Inc., acceso el 29 de julio de 2018, https://www.prezi.com/kn5_cso6tjs0/teoria-de-los-frames-o-encuadres/.

7Pilar Giménez Armentia, «Una nueva visión del proceso comunicativo: la teoría del enfoque (framing),» Revista Comunicación y Hombre, n° 2 (2016): 55-66. Acceso el 29 de julio de 2018, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=129413732004, DOI: https://doi.org/10.32466/eufv-cyh.2006.2.83.55-66.

8Aquiles Chihu Amparán, «La teoría del framing: un paradigma interdisciplinario,» Acta Sociológica, n° 59 (2012): 80-82.Acceso el 29 de julio de 2018, https://www.revistas.unam.mx/index.php/ras/article/view/33119.

9Isidro Vanegas Useche, Todas son iguales: estudios sobre la democracia en Colombia (Bogotá: U. del Externado, 2010), 226.

10Acevedo y Correa, Tinta roja, 12.

11Vanegas, Todas son iguales, 223.

12Vanegas, Todas son iguales, 227.

13Manuel Serrano Blanco, Obras completas (Bogotá: Cámara de Representantes Fondo de Publicaciones, 1987), 354.

14James Van Horn Melton, La aparición del público durante la Ilustración europea (Valencia: Universitat de Valencia, 2009), 115.

15«Candidatos para diputados», Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 22 de enero de 1929, 1.

16«La conciencia colectiva, los programas y los jefes», Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 12 de julio de 1929, 1 y 3.

17Julián Isaza, «Una balada punk.» El Malpensante, n° 180 (2016): 2. Acceso el 29 de julio de 2018, https://www.elmalpensante.com/articulo/3645/una_balada_punk.

18Teun A. Van Dyck, La noticia como discurso: comprensión, estructura y producción de la información (Barcelona: Paidós, 1990), 61.

19Teun Van Dyck, Ideología: una aproximación multidisciplinaria (Barcelona: Gedisa, 1998), 28.

20Acevedo, 1968, 416.

21Herbert Marcuse, Eros y civilización (Bogotá: Planeta-Agostini, 1985), IX.

22Acevedo, 1968, 481.

23Roger Chartier, Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII: los orígenes culturales de la Revolución Francesa (Barcelona: Gedisa, 1991), 33-50.

Recibido: 11 de Marzo de 2019; Aprobado: 19 de Octubre de 2019

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Posdoctor en ciencias de la educación por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Profesor de la Universidad Industrial de Santander. Líneas de investigación: Comunicación, educación y movimientos universitarios; Proyectos educativos y construcción de memoria nacional; Movimientos sociales, política y universidad: perspectivas comparadas; Hermenéutica de los discursos políticos y culturales, e Historia de la universidad en Colombia. tarazona20@gmail.com, https://orcid.org/0000-0002-3563-9213

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Candidata a Magister en Historia por la Universidad Industrial de Santander, Historiadora y Archivista por la Universidad Industrial de Santander. Profesora en la Universidad Industrial de Santander, perteneciente al grupo de investigación «Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico-Educativas». Líneas de investigación: Comunicación, prensa y política; Proyectos políticos del siglo XX y Hermenéutica de los discursos políticos y culturales. villabonardila@hotmail.com, https://orcid.org/0000-0002-5829-9063.

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