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Historia y MEMORIA

Print version ISSN 2027-5137

Hist.mem.  no.22 Tunja Jan./June 2021  Epub Oct 30, 2021

https://doi.org/10.19053/20275137.n22.2021.12120 

Presentación

Editoria: Medios de comunicación: la mediatización del pasado

Sergio Gálvez Biesca1  1

1Iberoamerican Institutute of the Hague-IIH


La prensa ha sido una compañera de viaje inexcusable como ineludible de la Historia Contemporánea. En 1973 el historiador Tuñón de Lara en su obra clásica Metodología de la historia social de España describió, con gran exactitud, lo que pretenden abordar estas notas introductorias cuando afirmó: «El periódico es una fuente multivalente de carácter privilegiado en la historia contemporánea». A partir de la cual internarnos por las «corrientes de opinión, actitudes políticas e ideológicas [...] [o] las mentalidades de una época [...]». Concluyendo: «la prensa es, en sí misma, objeto de una historia; en este último caso el periódico es objeto y fuente a la vez»2.

¿Hasta qué punto la prensa condiciona nuestra forma de entender, interpretar y explicar el pasado como historiadores? ¿De mediatizarlo en su presente histórico?

Interrogantes indispensables que han de guiar cualquier tipo de aproximación. O, desde otro ángulo, ¿qué cabeceras se leen en una época histórica? ¿Quién o quiénes? Incluso el dónde también puede resultar de interés. De forma casi imperceptible, en estas últimas décadas hemos pasado del quiosco al móvil como la expresión de una nueva individualidad; sin embargo, hasta hace poco tiempo la prensa se leía en espacios públicos arrojando, no pocas pistas sobre las redes de sociabilidad de determinados grupos sociales3.

El estudio de la prensa es un obligado paso de una historia social renovada que se pregunta por las actitudes políticas, los comportamientos sociales, los niveles culturales o las controversias más perentorias del momento4. Precisamente, los medios de comunicación nos ofrecen una información cotidiana, día a día, moviéndose al ritmo del acontecer histórico. Por otro lado, cómo ha moldeado la prensa, la configuración de las memorias colectivas de amplios grupos sociales es objeto de análisis para cualquier historiador socio-cultural5.

El siglo XXI ha traído una gran novedad: las bases funcionales y los mecanismos de funcionamiento de la prensa se han vistos profundamente alterados con la llegada e instalación de la Sociedad de la Información. Por y a través de las TIC's se ha impuesto una inmediatez y rapidez en la transmisión de lo noticiable que lo ha cambiado todo6. Con todo estamos lejos de haber llegado a un «ecosistema digital» puro, aunque constituye el escenario más probable en el inmediato futuro. No obstante, la pregunta central no se ha modificado: ¿Cuál es el precio de la información? O, mejor dicho, ¿cuál es el precio de una sociedad bien informada?7.

*****

Las relaciones entre los historiadores y la prensa se encuentran plenamente normalizadas. Una relación de proximidad y confianza que ha conllevado, más veces de las deseadas, el relajamiento de los niveles de control y revisión de la calidad y verosimilitud de la información procedente de los medios, pero que, en cambio, sí mantenemos y exigimos a las fuentes primarias. Una realidad que, en parte, se explica por las constantes interrelaciones entre el mundo académico y los medios de comunicación y que han terminado por establecer unas dinámicas en las que, en no pocas ocasiones, el historiador trabaja o colabora en un medio empleándolo como fuente de poder e influencia en un debate público y, a su vez, podría llegar a emplear a tal medio como fuente. He aquí la vieja parábola weberiana del «político» y el «científico»8.

Quien emplee la prensa como fuente, cuanto menos, ha de tener presentes otras preguntas básicas: ¿cómo acercarnos a los medios? ¿De qué forma? ¿Cómo emplear estas fuentes secundarias? ¿Cuál es su grado de validez? ¿De confianza? No existe ningún tipo de fuente neutral e inocente y esto es todavía más válido con la prensa por esa misma cercanía a la que hemos hecho mención. Porque puestos al caso, ¿dónde termina la información y comienza la opinión?

En este escenario de por sí complicado, en la actualidad se ha incorporado a nuestra coetaneidad un hecho de enorme gravedad y que ha hecho saltar todas las alarmas: las «fake news». Las falsas noticias, la manipulación, la desinformación han existido desde siempre pero no con la capacidad de viralizarse en un tiempo récord, a lo que se suma una capacidad destructiva de consensos existentes hasta ahora desconocida9. La aparición, o mejor dicho, la reinvención de lo que se denomina «fact-checking» -la verificación de hechos- no deja de ser una reacción en defensa de la profesión del periodismo como en defensa de las sociedades democráticas10.

La situación ha llegado a unos extremos tan preocupantes que, por ejemplo, desde la Comisión Europea se está trabajando contra la desinformación, situándose como uno de los problemas políticos más perentorios11. Inclusive los servicios secretos están creando unidades especializadas para combatir las noticias falsas, tal y como ocurre en España con el Centro de Criptológico Nacional del Centro Nacional de Inteligencia (CNN-CNI)12. El COVID-19 no ha hecho más que empeorar un escenario de por sí deteriorado13.

Superados límites hasta hace poco tiempo considerados infranqueables, empieza a ser conveniente revisitar grandes frases hechas, del tipo de que una mayor pluralidad informativa tiene su traslación automática con mayores niveles de democratización y de cultura democrática. La expansión de múltiples medios digitales, junto con las «redes sociales de información», han generado una «tormenta perfecta» que ha afectado hasta el propio concepto de la información periodística14. No es tanto la cantidad como la calidad, la profesionalidad y el cumplimiento de unos mínimos deontológicos como se está comprobando15.

De la misma forma, y por muchas vueltas que se pretendan dar, el «objeto de una historia» ha sido, es y será un modelo de negocio con sus particulares intereses y redes de influencia16. Parece obvio, pero conviene insistir en esta evidencia en tiempos de tribulaciones. Las certezas de antaño desaparecieron y se tiende a la confusión entre los que son los poderes estrictamente democráticos y los que pueden o no ayudar a reforzar y hacer mejores las sociedades democráticas17. Caso del denominado Cuarto Poder, tal y como es analizado por quienes participan en este dossier18. No observar este principio de realidad sería renunciar, sencillamente, a una parte elemental de nuestro trabajo: la observación crítica de cualquier fuente independientemente de su procedencia y soporte.

Otra materia harto diferente es el caso de la prensa partidista -de partidos, sindicatos, asociaciones...19- y que no debería ser asociada automáticamente con la «prensa militante», por el carácter negativo que se suele a asociar a este último término. En términos generales, por tanto, cuando hablamos de este otro tipo de prensa hacemos referencia a un «modelo de negocio» en donde la viabilidad económica no es una condición sine qua non y donde el no contemplar un margen de beneficios, con un alto grado de probabilidad, tiende a llevar asociado el concepto de libertad de prensa en su pleno sentido. Tengamos, pues, cuidado con los conceptos de «militante» y «prensa», pues, hay muchas formas de militar y hacer política por la vía de los medios aparentemente «profesionales».

Todo esto viene a cuenta de los espacios de análisis y debate que propician este tipo de números monográficos. En nuestro caso, los autores han establecido con rigurosidad la doble diferenciación de la prensa como fuente de información para los historiadores, pero sin perder de vista su condición de fuente de poder, influencia y en no pocos casos de desinformación como venimos apuntando.

Lo cierto es que la investigación sobre los medios de comunicación, desde el propio periodismo, la historia u otras ramas del conocimiento social, presentan un buen estado de salud. De ello hablan las facultades y los departamentos centrados en su propio estudio. Solo en España existen cincuenta y cinco facultades en donde se cursan este tipo de estudios20. Como también lo refleja la elevada presentación de tesis doctorales o la publicación continuada de libros monográficos. O, sin irnos muy lejos, el cerca de medio centenar de revistas especializadas en castellano hoy día existentes21. Pocas otras disciplinas o ramas del conocimiento -junto con los estudios de género o de memoria- pueden mostrar un balance tan positivo.

Antes de entrar en la propia presentación del dossier creemos conveniente examinar algo que, en parte, se ha adelantado: el imparable proceso de digitalización mundial en el que estamos inmersos; y, concretamente, en cómo ha afectado a las formas de transmisión de la información, a la naturaleza intrínseca de los propios medios, así como a nuestras propias capacidades para emplear la prensa digital como registros históricos22. De todas estas cuestiones, se ha encargado, en buena medida, la denominada historia digital -lo que en el mundo anglosajón se conoce como Digital Humanities Studies- prolija en aportaciones teóricas y metodológicas23. De hecho, este dossier nació a partir de una propuesta de un Equipo de Investigación de la Universidad Carlos III de Madrid -Historia y Memoria Digital (HISMEDI)- dirigido por la profesora Matilde Eiroa San Francisco. Proyecto que lleva desde 2016 investigando cómo y de qué forma se acumula, se transmite y se recupera en la Web 2.0. la información sobre nuestro pasado reciente24.

Tres, a nuestro juicio, son los grandes desafíos que tenemos por delante: primero, la cuestión del soporte y la accesibilidad25. Lógicamente, que el medio esté en formato digital, a unos cuantos clics y permita una accesibilidad inmediata, ha generado un «efecto llamada». Dejando aparcadas otras cuestiones teórico-metodológicas, esta capacidad de acceso a un mundo inabarcable de información -y así sucede con la inmensa mayoría de los medios de comunicación a nivel global- puede conducir al abandono del trabajo de campo en los archivos o bibliotecas, en donde realmente se conserva el grueso de nuestras fuentes de información acumuladas durante siglos y siglos26. En segundo término, debería, asimismo, preocuparnos -y mucho- la conservación permanente de estos mismos medios de comunicación digitales y cuya vida útil, en ocasiones, es corta. Por ejemplo, ¿cuántos casos conocemos de cierres de portales web de medios digitales que no han dejado una mínima huella digital? A buen seguro, aquí se encuentre una de las principales problemáticas a la que nos enfrentamos los historiadores en nuestro inmediato futuro: el riesgo real de la desaparición de este tipo de fuentes de información exclusivamente digitales. Si antes eran los incendios, las inundaciones, los saqueos, hoy pulsar un mero botón puede tener el mismo efecto destructor27.

En cualquier caso, somos de la opinión que el más grave de los peligros se localiza en lo que recientemente Ian Milligan ha denominado como la «era de la abundancia» en relación al salto histórico en la multiplicación de registros históricos28; o, lo que en este mismo dossier Lilliam Briseño Senosiain ha señalado acerca de la «hiper-abundancia de la información», quien además plantea los déficits que tenemos los historiadores a la hora de enfrentarnos y sacar rendimiento a la llamada «minería de datos». Sin olvidarnos del funcionamiento opaco de los algoritmos en los buscadores de Internet y su capacidad condicionante a la hora de acceder a la propia información29.

El futuro ya está aquí, y quienes reclamamos la función social de las ciencias sociales y humanas, hemos de empezar a prestar más atención a cómo formarnos en este tipo de cuestiones, de cara a evitar que la sobresaturación de registros y fuentes de información en línea nos conduzca a un auto-colapso. Sin olvidarnos que hay vida y fuentes de información fuera de la Web 2.0.

*****

Medios de comunicación: la mediatización del pasado invita a reflexionar y a repensar en toda esta serie de ideas, problemas y retos interconectados descritos de forma previa. Todavía más: este número monográfico tiene por fin analizar la forma en que los medios de comunicación -escritos o digitales- producen fuentes y recursos documentales necesarios para la investigación de la historia y la memoria colectiva, a la par que son agentes con un alto nivel de relevancia e influencia en los conflictos en torno a tales cuestiones. Nos interesa, igualmente, examinar e interpretar el modo en que se apoyan, socavan, reparan y se desafían mutuamente en un contexto político-social público fuertemente mediatizado.

Dos son los interrogantes que recorren transversalmente el número monográfico. Primero, cómo el periodismo gestiona la memoria de una nación, pero también de una comunidad específica de lectores y seguidores frente a otras instituciones educativas, políticas o jurídicas; segundo, de qué modo las narrativas mediáticas digitales contribuyen al conocimiento histórico y memorial.

Como decía Tuñón de Lara, la prensa como «objeto de una historia» nos obliga a un ejercicio de templanza para observar cómo ha mediatizado su propio pasado y, al mismo tiempo, en nuestro presente histórico cómo sigue mediatizando el acercamiento al pasado. Tampoco se puede ignorar como con ese poder de mediatizarlo todo, o casi todo, la prensa condiciona los procesos de anclaje, recuperación e interpretación de las memorias colectivas -generacionales o no- y que explican, por ende, un conjunto de hábitos y formas de comportamientos políticos-sociales, que subyacen a la propia vida orgánica de los medios de comunicación; a la par que refleja las tensiones, los conflictos, en la construcción de las narrativas que conviven en un tiempo histórico común, a través del relato periodístico y que, en su caso, pueden llegar a alcanzar la condición de hegemónicas o dominantes30.

A este amplio número de cuestiones tratan de responder los cuatro artículos que componen el presente dossier, cada uno de ellos desde su particular ángulo temático y línea de trabajo. Los textos tienen enfoques complementarios y parten de una mirada interdisciplinar desde la historiografía, abarcando desde finales del siglo XIX hasta la denominada «Historia del Presente Vivido»31. Sobresale también su diversa procedencia académica y el alto grado de internacionalización de cada uno de los autores, lo que vuelve a evidenciar el interés que despierta esta temática.

Ana Isabel Simón Alegre, doctora por la Universidad Complutense de Madrid, con una amplia trayectoria académica. En la actualidad es Assistant Professor en Adelphi University (New York). «Prensa, publicidad y masculinidades a través de El Álbum Ibero-Americano» es el título de su contribución. Presenta un sugestivo estudio de caso en torno a «El Álbum Ibero-Americano», medio que giró en torno a dos interesantes personajes históricos como fueron Concepción Gimeno de Flaquer y Francisco de Paula y Frase, durante un periodo de tiempo excepcional en España (1890 a 1909). Aportando un potente enfoque de interpretación: el examen de las identidades de género en la España de aquel momento, con una especial atención a las «diferentes expresiones de masculinidad». Sus palabras finales, nos dan buena cuenta de cómo este medio de comunicación tuvo un considerable impacto en un país convulsionado al cierre de su siglo XIX y en pleno proceso de transición cultural: «El Álbum Ibero-Americano fue una publicación híbrida que se mantuvo a medio camino entre diferentes géneros periodísticos y enfocada a un público de lectoras y lectores con capacidad y deseo de consumir y experimentar lo que la Modernidad les ofrecía». Finalizando: «Este público lector, cada vez que abría uno de los números del AIA esperaba encontrar en sus páginas un reflejo de la ambivalencia que se estaba respirando en España durante el tiempo que funcionó esta publicación».

A continuación, Sergio Gálvez Biesca, doctor en Historia Contemporánea y perteneciente al Iberoamerican Institute of the Hague, aborda un asunto clave de su principal línea de investigación -el Gobierno socialista en España (1982-1996)-: el papel del ABC, principal diario conservador, en los años del primer ejecutivo socialista tras la dictadura franquista. Tiempos de rápidas y brutales transformaciones políticas, económicas, sociales... ante la fuerza histórica que acarreó la puesta en marcha del denominado proyecto de «modernización del país». Proyecto que impulsaron los ejecutivos socialistas tras la contundente victoria electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en octubre de 1982. «ABC frente a las huelgas generales en la época socialista en España, 19851994: imaginario, tópicos, prejuicios de clase e información periodística», indaga en las preocupaciones y los diagnósticos y pronósticos de los propietarios, editorialistas y analistas del ABC ante a las cuatro huelgas generales convocadas por los principales sindicatos del país, contra las reformas de las pensiones o del mercado de trabajo acometidas por los socialistas. Cómo fue evolucionando la posición de este medio conservador, pero ante todo cómo trató informativamente las reivindicaciones y la estrategia de los principales sindicatos españoles -concluye el autor- evidencia una actitud combativa cuando no militante por parte del citado medio.

En tercer lugar, Juan Carlos Sánchez Illán, profesor titular en la Universidad Carlos III de Madrid y César Luena, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de La Rioja y profesor asociado en la Universidad Carlos III de Madrid, presentan un vibrante texto en donde se recogen, a través de pequeñas entrevistas, las opiniones de los principales expertos y directores de los medios digitales fundados en estos últimos años en España. «El fin de la era de los grandes editores de prensa y la emergencia de los nuevos medios digitales. La reconversión del negocio de la información» es el título de su trabajo. Artículo en el que exploran, con gran dinamismo, las cuestiones fundamentales objeto de polémica que explican, en suma, el giro de 180° que ha dado el nuevo «modelo de negocio editorial».

El dossier se cierra con un texto que nos resitúa en la primera parte de esta introducción de la mano de Lillian Briseño Senosiain, procedente de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey (México). Doctora en Historia, forma parte del Grupo de Investigación de Enfoque Estratégico (GIEE): «Patrimonios e Industrias Culturales». Igualmente ha sido parte de equipos de investigación relacionados con el uso de nuevas fuentes para la Historia en el contexto de la era digital, lo que evidencia sobradamente en su contribución: «Los retos de la historia académica en la era digital». La historiadora aborda un sinfín de ítems en torno al futuro más inmediato de la historia digital:

cantidad de información; capacidad de análisis de la información; nuevas fuentes; historia lineal vs. hipertextualidad; libros impresos vs. libros digitalizados; almacenamiento de la información: resistencia en la academia; fuentes nacidas digitales y crowdsourcing; aprovechamiento de los recursos para divulgar la Historia; manipulación de la información; nuevas escrituras y expresiones; carencia de creatividad de los historiadores...32.

En ocasiones, la autora realiza afirmaciones e hipótesis de trabajo fuertes que pueden o no compartirse, pero que, a la postre, permiten radiografiar la mayor parte de las tareas perentorias que tenemos los investigadores a corto plazo.

De gran actualidad son los cinco artículos incluidos en la «zona libre». La mayoría tienen en común moverse por el «largo siglo XX» desde Europa a América Latina y abordar diferentes pasados traumáticos con hondas ramificaciones en el presente histórico. Jordi Guixé Corominas, uno de los más brillantes expertos en todo lo relacionado con la construcción de los procesos memoriales y actual director del Observatorio Europeo de Memorias de la Fundación Solidaridad de la Universidad de Barcelona, nos habla de los «Lugares de resistencia y memoria: residir y resistir». Desde la Universidad Nacional de Colombia, el doctor en Historia José David Cortés Guerrero, analiza el impacto que causó la revolución mexicana en la Colombia del primer tercio del siglo XX con su aportación «"Matanza, pillaje y destrucción": aspectos sociales de la Revolución mexicana vistos desde Colombia, 1910-1917». Por su parte, la doctora en Historia, Vanesa Teitelbaum, investigadora adjunta del prestigioso CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), nos trae un tema de permanente actualidad como es el caso de la Shoá a través de un estudio de caso muy interesante: Nechoma Zaluski, mujer judía, cuyo periplo por Polonia y su posterior huida a Argentina nos retrata la dureza de las migraciones forzosas y la necesidad de trabajar tales experiencias biográficas, individuales o colectivas, desde la historia social -«Migración en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El caso de una mujer judía a Tucumán»-. Por otro lado, y nuevamente desde México, se examina otro de los episodios dramáticos que recorrieron la historia de Centroamérica en el último tramo del siglo XX: la dictadura militar en Guatemala. De la mano de Fabiola Manyari López Bracomonte, doctora en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable, procedente del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias de Chiapas y la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México, se examina como la extrema violencia política en aquel país consiguió un gran objetivo: que los diferentes pueblos mayas se convirtieran en enemigos entre sí. Bajo el título: «Conflicto armado en Guatemala: reconstrucción histórica y memoria colectiva del pueblo maya chuj», violencia y resistencia van de la mano en otro interesante estudio de caso como se evidencia con el pueblo maya chuj.

Se cierra este apartado cambiando de siglo, temática y enfoque. Francisco Javier Herrera García, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla (España), nos traslada a la primera mitad del siglo XVI a través de un personaje poco conocido como sucede en el caso de Alonso de Oviedo. Mucho más que un hombre de negocios al uso y cuya vida y obra posibilita internarse por el micromundo de los negocios en una Sevilla que en aquel tiempo era una de las capitales mercantiles. Entre otras muchas fuentes empleadas sobresale la documentación inédita procedente del Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Provincial de Sevilla o el Archivo del Instituto de Patrimonio Cultural de España. La relevancia económica, social y cultural de los conocidos plateros -mercaderes y prestamistas- queda sobradamente evidenciada en este atrayente trabajo titulado «Platería, perlas y negocios en la primera mitad del siglo XVI. Alonso de Oviedo y su protagonismo en la Sevilla americana y mercantil».

Por último, en la sección «reseñas y debates» Jairo Arturo Portilla Tarazona, licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, nos vuelve a situar en el siglo XVI, pero en esta ocasión, tiempo antes de la conquista. El emplazamiento geográfico de Hunza, una de las ciudades principales de la confederación muisca en la época precolombina, es el objeto del texto que acompaña la sección Reseñas y Debates, por el título «Asentamiento indígena de Hunza anterior a la conquista. Una mirada desde los imaginarios». Cómo y de qué forma la ubicación física y las características naturales del entorno pueden llegar a condicionar la configuración de las identidades colectivas de los entonces habitantes de Hunza constituye, sin duda, un enfoque innovador, pero con otra contracara: mantiene el autor un conjunto de tesis sujetas a debate y controversia cuando, por ejemplo, finaliza su texto afirmando «cómo el éxito de la colonización durante este periodo de tiempo se debió a la reconfiguración de los imaginarios de las comunidades indígenas».

*****

Cerramos este editorial agradeciendo a Historia Y MEMORIA la puesta a disposición de sus páginas, en primer lugar, para el dossier monográfico «Medios de comunicación: la mediatización del pasado» en su «sección especial». Una excepcional oportunidad para poner sobre la mesa las estrechas y no fáciles relaciones entre la prensa y la historia. Nos encontramos ante un tema histórico inagotable como han evidenciado con maestría, dedicación y pasión todas y cada una de las y los historiadores que han participado. Otro tanto sucede con el amplio elenco de doctoras y doctores e investigadores nóveles cuyos trabajos han sido publicados en las secciones «zona libre» y «reseñas y debates». Internacionalización, interdisciplinariedad y una enorme profesionalidad marcan sus contribuciones. A todos y cada uno ellos queremos agradecer su trabajo. Un nuevo número de Historia Y MEMORIA, en conclusión, que hijo de su tiempo, del COVID-19, ha conllevado un mayor esfuerzo y una tensión investigadora extra, pero creemos, sinceramente, que el resultado ha merecido la pena.

2Manuel Tuñón de Lara, Metodología de la historia social en España (Madrid: Siglo XXI, 1973), 174. Sobre la figura y obra de este maestro de maestros, véase, Jean-Michel Desvois, «Manuel Tuñón de Lara y la historia de la prensa,» en Tuñón de Lara y la historiografía española, eds. José Luis de la Granja, Alberto Reig Tapia y Ricardo Miralles (Madrid: Siglo XXI, 1999), 69-76.

3Sobre sus enormes posibilidades han dado buena cuenta —sin posibilidad de exhaustividad— trabajos clásicos como el de Jorge Uría, «La taberna. Un espacio multifuncional de sociabilidad popular en la restauración española,» Hispania, Vol. LXIII, n° 2 (2003): 571-604, DOI: https://doi.org/10.3989/hispania.2003.v63.i214.225; o, María Zozaya, Del ocio al negocio: redes y capital social en el Casino de Madrid, 1836:1901 (Madrid: Los Libros de La Catarata, 2007).

4Entre la amplia bibliografía al respecto, véanse, al menos: María Dolores Sáiz García y Juan Francisco Fuentes Aragonés, «La prensa como fuente histórica,» en Enciclopedia de Historia de España, dir. Miguel Artola Gallego (Madrid: Alianza, 1993), vol. 7, 525-581; Matilde Eiroa San Francisco, «Historia y Periodismo: interrelaciones entre disciplinas,» Historia y Comunicación Social Vol. 19, (2014): 253264, DOI: https://doi.org/10.5209/rev_HICS.2014.v19.44955, dentro de un número extra con el título La comunicación en la profesión y en la universidad hoy; Francesc Martínez Gallego y Antonio Laguna, «El historiador de la comunicación, entre la teoría de la comunicación y la teoría de la historia,» Revista de Historiográfica, n° 20 (2014): 217-238; y, Alvaro Acevedo Tarazona y Juliana Villabona Ardila, «La prensa como fuente documental para el análisis y la investigación social,» Historia Y MEMORIA, n° 20 (2020): 347-373, DOI: https://doi.org/10.19053/20275137.n20.2020.8266.

5Muy interesante al respecto, Pablo Hernández Ramos, «Consideración teórica sobre la prensa como fuente historiográfica,» Historia y Comunicación Social, Vol. XXII, n° 2 (2017): 465-477.

6Pese al paso del tiempo sigue siendo obligado leer, desde nuestro presente, la trilogía magistral de, Manuel Castells, La era de la información (Madrid: Alianza, 1997/1998), III vols.

7Imprescindibles resultan las recientes reflexiones de, Noam Chomsky, La responsabilidad de los intelectuales (Madrid: Sexto Piso, 2020).

8Sobre todas estas cuestiones hablamos, en su día, en Sergio Gálvez Biesca, «Las vicisitudes del historiador en su sociedad: una propuesta de diálogo,» en El valor de la historia: homenaje al profesor Julio Aróstegui, coords. Jesús Martínez Martín y otros (Madrid: Complutense, 2009), 331-346.

9Véase, en primer lugar, el interesante libro colectivo de, Simona Levi, dir., #FAkeYou: Fake News y desinformación (Barcelona: El Rayo Verde, 2019). En el caso de los países europeos la eclosión de las «fake news» guarda una estrecha relación con la reaparición política e institucional de la extrema-derecha y la promoción de posiciones revisionistas y negacionistas del holocausto así como de numerosos crímenes de lesa humanidad. Para el caso español es destacable el impacto mediático que tuvo el posicionamiento de más de 250 historiadores contra la decisión del Ayuntamiento de Madrid —gobernado por la derecha conservadora tradicional (Partido Popular), la nueva derecha liberal (Ciudadanos) y con el apoyo de la extrema derecha-neofascista (VOX)— de retirar de su callejero los nombres de dos destacados líderes obreros socialistas y con altas responsabilidades ejecutivas durante la II República —Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero— ¿Cómo se justificó la propuesta aprobada por el consistorio madrileño? Pues con un argumentario repleto de fake news de su tiempo y que han vuelto a resituarse en la agenda política. Noticia, «Más de 250 historiadores desmontan las acusaciones de VOX contra Largo Caballero y Prieto», El País, 7 de octubre de 2020. Véase, igualmente, para este caso la obra de, Miguel Urbán, La emergencia de VOX. Apuntes para combatir a la extrema derecha española (Barcelona: Sylone, 2020). Por último, Pascual Serrano, Desinformación. Cómo los medios ocultan al mundo (Barcelona: Península, 2020).

10Uno de los portales de verificación de la información y de los hechos más potentes en: MALDITA.ES periodismo para que no te la cuelen, acceso el 8 de noviembre de 2020, www.maldita.es.

11Comisión Europea, «Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. La lucha contra la desinformación en línea: un enfoque europeo,» Bruselas, 26 de abril de 2018, COM(2018) 236, acceso el 13 de noviembre de 2020, https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:52018DC0236&from=PL, y, Comisión Europea, «Comunicación conjunta al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Plan de Acción contra la desinformación,» Bruselas, 12 de diciembre de 2018, JOIN(2018) 36, acceso el 13 de noviembre de 2020, https://data.consilium.europa.eu/doc/document/ST-15431-2018-INIT/es/pdf

12Véase, Centro Criptológico Nacional del CNI, acceso 13 de noviembre de 2020, https://www.ccn-cert.cni.es/. Y, de forma concreta, su apartado «CiberCOVID19».

13De especial importancia resulta el trabajo de, Raúl Magallón Rosa, Desinformación y pandemia. La nueva realidad (Madrid: Pirámide, 2020).

14Juan Carlos Sánchez Illán y César Luena afirman en su contribución a este dossier: «La nueva sociedad del conocimiento, que se está generando por las redes sociales de comunicación, cambian a mayor velocidad que los propios medios, que tienen que readaptarse permanentemente a las condiciones establecidas por unos usuarios que, a su vez, han producido sus propios sistemas de intercambio, transformándose en comunidades virtuales».

15Relevante acerca de la transformación del periodismo actual fue la visión que en 2011 ya proporcionó, David Folkenflik, Page One: Inside The New York Times and the Future of Journalism (New York: PublicAffairs, 2011).

16Véase, Miguel Álvarez-Peralta, Guillermo Fernández Vázquez y Lella Mazzoli, La mediación fragmentaria. Mediatización y controversia en la nueva esfera pública (La Laguna: [Tenerife], Latina, 2017).

17Nos remitimos al retrato que han realizado, desde hace más varias décadas, tres destacados autores anglosajones: Fredric Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado (Barcelona: Paidós, 1991); David Harvey, La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural (Buenos Aires: Amorrortu, 1998); y, Perry Anderson, Los orígenes de la posmodernidad (Barcelona: Anagrama, 2000). Una última y obligatoria revisión en, Francisco Erice, En defensa de la razón. Contribución a la crítica del posmodernismo (Madrid: Siglo XXI, 2020).

18Véase el clásico trabajo de, Raúl Sohr, Historia y poder de la prensa (Barcelona: Andrés Bello: 1998).

19Las motivaciones, los esfuerzos y, por supuesto, las contradicciones de este tipo de prensa política comprometida con su presente quedaron perfectamente retratadas en las memorias de Rossana Rossanda, La muchacha del siglo pasado (Madrid, Roca: 2008)— y su aventura con Il Manifesto. Sobre las ilimitadas posibilidades del empleo de este tipo de prensa también cabría referirse a una de las obras de referencia dentro de la historiografía española, José Álvarez Junco, El emperador del paralelo: Lerroux y la demagogia (Madrid: Alianza, 1990).

20Véase, «Dónde estudiar periodismo en España,» infoeducación.es, acceso 25 de noviembre de 2020, https://infoeducacion.es/carreras-universitarias-espana/donde-estudiar-periodismo/.

21Recientemente el Observatorio de Cibermedios (OCM), dependiente de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona), publicó la «Guía de Revistas: dónde publicar en comunicación social». Hasta cuarenta y nueve revistas fueron citadas. Véase: «Guía de Revistas: dónde publicar en comunicación social,» Observatorio de Cibermedios (OCM), acceso 8 de noviembre de 2020, https://observatoriocibermedios.upf.edu/guia-revistas-publicar-articulos-comunicacion-social#lista.

22Véase, Carlos Elías, Big data y periodismo en la sociedad red (Madrid: Síntesis, 2015).

23Referencias fundamentales aquí, junto con lo ya citado, es, en primer lugar, Anaclet Pons, El desorden digital. Guía para historiadores y humanistas (Madrid: Siglo XXI, 2013); dentro del dossier coordinado por el propio Anaclet Pons y Matilde Eiroa San Francisco titulado Historia Digital: una apuesta del siglo XXI, sobresale el texto de Serge Noiret, «Trabajar con el pasado en internet: la historia pública digital y las narraciones de las redes sociales,» Ayer, n° 110 (2018): 11-40, http://revistaayer.com/sites/default/files/articulos/110-4-ayer110_HistDigital_APons_MEiroa.pdf, acceso el 9 de noviembre de 2020; véase también el conjunto de trabajos que pueden localizarse en el volumen colectivo, Matilde Eiroa San Francisco, coord., Historia y memoria en red. Un nuevo reto para la Historiografía (Madrid: Síntesis, 2018).

24Los resultados del citado proyecto de investigación pueden consultarse en, «HISMEDI: Historia, Memoria y Sociedad Digital: Inicio,» acceso el 8 de noviembre de 2020, https://uc3m.libguides.com/Hismedi. En concreto, nos remitimos a las diferentes bases de datos que se han ido elaborando —localizables en la propia página Web del proyecto— y en donde la presencia de la prensa se revela como el principal recurso informativo.

25Recomendable resulta el trabajo de, Adrian Shubert, «Essay: Lost in Digitalizacion,» Bulletin for Spanish and Portuguese Historial Studies Vol. XXIX, n° 1 (2014): 120 131, DOI: https://doi.org/10.26431/0739-182X.1165.

26Sobre todas estas cuestiones reflexionamos y presentamos datos concluyentes — por ejemplo, en el caso de PARES (Portal Español de Archivos) donde apenas hay una minúscula parte de los fondos documentales digitalizados de los Archivos Estatales— en, Sergio Gálvez Biesca, «El historiador y sus entornos: de la celulosa al bit y la Web 2.0,» en Historia y memoria en red. Un nuevo reto para la Historiografía, coord. Matilde Eiroa San Francisco (Madrid: Síntesis, 2018), 41-66. Véase, igualmente, «El pasado en el presente: el conocimiento historiográfico de las fuentes digitales,» Ayer, n° 110 (2018): 83-109.

27Noticia, «La crisis ha provocado el cierre de 375 medios de comunicación», El País, 16 de diciembre de 2015.

28Ian Milligan, «La historia en la era de la abundancia: archivos web e investigación histórica,» Historia Y MEMORIA, n° Especial (2020): 235-269, https://doi.org/10.19053/20275137.nespecial.2020.11587. Texto en donde se subrayan diversos proyectos de recopilación y recuperación de información en Internet para evitar su pérdida definitiva en caso de desaparición. El ejemplo, por excelencia, lo constituye, Internet Archive, acceso el 8 de noviembre de 2020, https://archive.org/. Tiempo antes, y en similar línea, véase, Andreas Fickers, «Towards a New Digital Historicism? Doing History In The Age Of Abundance,» Journal of European Television History and Culture, n° 1 (2012): 19-26, DOI: http://doi.org/10.18146/2213-0969.2012.jethc004.

29Magaly Parreira do Prado, «La proliferación de las «fake news' y sus algoritmos daña la cultura democrática,» Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación, n° 45 (2019), DOI: https://doi.org/10.12795/Ambitos.2019.i45.06.

30Nos remitimos a las hipótesis en su día mantenidas por, Pedro Ruiz Torres, «Los discursos de la memoria histórica en España,» Hispania Nova: Revista de Historia Contemporánea, n° 7 (2007), http://hispanianova.rediris.es/7/dossier/07d001.pdf.

31Julio Aróstegui, La historia vivida: sobre la historia del presente (Madrid: Alianza, 2004).

32Lillian Briseño Senosiain. Los retos de la historia académica en la era digital, dentro de este dossier.

1Doctor en Historia Contemporánea. Miembro del Cuerpo de Archiveros del Estado (España). Jefe de Sección del Archivo Central del Ministro de Trabajo y Economía Social. Últimas tres publicaciones: La gran huelga general. El sindicalismo contra la «modernización socialista» (Madrid: Siglo XXI, 2017); co-coor., El acceso a los archivos en España (Madrid: Fundación 1° de Mayo / Fundación Largo Caballero, 2019); «El Archivo de la Fundación Felipe González: la privatización del Patrimonio Documental,» Nuestra Historia, n° 9 (2020): 95-121. sergio.galvez@mites.gob.es.

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