SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue26Gentrification and touristification trends in the historic center of Madrid. The case of LavapiésCounterinsurgency without insurgency: Medellin in the 1960s author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Historia y MEMORIA

Print version ISSN 2027-5137

Hist.mem.  no.26 Tunja Jan./June 2023  Epub Sep 15, 2023

https://doi.org/10.19053/20275137.n26.2023.14266 

Artículo de investigación e innovación

El Magdalena, río de tumbas y ánimas benditas: las persistencias de las memorias*

The Magdalena, river of tombs and blessed souls: the persistence of memories

La Magdalena, fleuve de tombeaux et d'âmes saintes: la persistance des souvenirs

Martha Cecilia Herrera1 
http://orcid.org/0000-0003-4170-7822

Alfonso Torres Carrillo2 
http://orcid.org/0000-0002-0619-8594

1 Universidad Pedagógica Nacional, Colombia. Doctora en Filosofía e historia de la educación de la Universidad Estadual de Campinas, Profesora Emérita Universidad Pedagógica Nacional. Investigadora Emérita Minciencias. Últimas publicaciones: Martha Cecilia Herrera y Carol Juliette Pertuz, «Public Memory and Education in Recent Colombian History», Oxford Research Encyclopedias, (2021):sp, doi: https://doi.org/10.1093/acrefore/9780190264093.013.1491; Martha Cecilia Herrera y Viviana Suárez, «Conflicto armado y biodiversidad: una mirada desde la ciudadanía cultural y la educación», Revista Educación y Ciudad, n° 40 (2021): 165-177, doi: https://doi.org/10.36737/01230425.n40.2021.2463; Martha Cecilia Herrera y Carol Juliette Pertuz, «Literatura infantil y pasado vergonzante: espacios y aconteceres entre generaciones», Revista Colombiana de Educación, n° 78-1 (2020): 4372, doi: https://doi.org/1047227/rce.nuni78-8245. malaquitalO@gmail.com

2 Universidad Pedagógica Nacional, Colombia. Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor Emérito de la Universidad Pedagógica Nacional. Últimas publicaciones: Comunidad en movimiento. Persistencias, renascencias y emergencias comunitarias en América Latina (Bogotá: Ediciones desde abajo Alfonso Torres-Carrillo, 2020); «Hacer lo que se sabe, pensar lo que se hace. La sistematización como modalidad investigativa. Prospectiva», Revista de Trabajo Social e intervención social, (31) (2021); Alfonso Torres-Carrillo y María Isabel González-Terreros, «Educación popular y educación propia: diálogos desde experiencias educativas en Cauca», Revista Colombiana de Educación, n° 80 (2020): 335-354, doi: https://doi.org/10.17227/rce.num80-11152. « alfonsitorres® gmail.com


Resumen

El artículo presenta una reflexión en torno a los imaginarios y simbolismos presentes en algunas creaciones artísticas (literarias, visuales y fílmicas) sobre la violencia reciente en Colombia, en las cuales el Río Magdalena ha sido protagonista y en las que pueden verse las persistencias de las memorias en las creencias y representaciones de las poblaciones ribereñas. Se analizan cuatro producciones estéticas que enfatizan en los ríos y la presencia en ellos de seres espirituales y mitológicos en el corpus narrativo abordado, en clave de reconocer las metáforas, simbolismos presentes en las narrativas literarias y audiovisuales en torno a la violencia política. Esto permite hacer un balance interpretativo con referencia a la perspectiva conceptual de la imaginación simbólica.

Palabras clave: imaginario cultural; símbolos; ánimas benditas; violencia política; memorias

Abstract

This article presents a reflection on the imaginaries and symbolism present in some artistic creations (literature, visual and film) about the recent violence in Colombia, in which the Magdalena River has been a protagonist and in which can be seen the persistence of memories in the beliefs and representations of the riverside populations. Four aesthetic productions are analyzed that emphasize the river and the presence therein of spiritual and mythological beings in the discussed narrative corpus in order to recognise the metaphors and symbolism present in the literary and audiovisual narratives regarding political violence. This makes it possible to make an interpretive account with reference to the conceptual perspective of symbolic imagination.

Key words: cultural imaginary; symbols; blessed souls; political violence; memories

Résumé

Cet article présente une réflexion sur l'imaginaire et le symbolisme présents dans certaines créations artistiques (littéraires, visuelles et cinématographiques) sur la violence récente en Colombie, dont la rivière Magdalena a été la protagoniste et dans laquelle on peut voir la persistance des mémoires dans les croyances et les représentations des populations riveraines. Quatre productions esthétiques qui mettent l'accent sur les fleuves et la présence en eux d'êtres spirituels et mythologiques dans le corpus narratif abordé sont analysées ici afin de reconnaître les métaphores et les symbolismes présents dans les récits littéraires et audiovisuels autour de la violence politique. Cela permet d'établir un équilibre interprétatif en référence à la perspective conceptuelle de l'imagination symbolique.

Mots-clés: imaginaire culturel; symboles; âmes bénies; violence politique; mémoires

1. Introducción

En sentido amplio, lo religioso está relacionado con su raíz latina, religare, compuesto por el prefijo re que significa intensidad y el verbo ligare que significa unir, atar. Así, religión significaba como acción y efecto de unir lo humano y lo divino. Igualmente, el prefijo re indica reiteración, así, religión también significa «ligar, unir de nuevo» lo humano y lo sagrado. De este modo, el fenómeno religioso excede las religiones instituidas y conecta con diferentes sentidos, experiencias, creencias y prácticas que vinculan a los seres humanos con lo sagrado.

La esfera de las representaciones y las prácticas propias de lo sagrado se constituye por medio de la imaginación simbólica, entendida como

[...] el conjunto de imágenes mentales y visuales, organizadas entre ellas por la narración mítica (el sermo mythicus), por la cual un individuo, una sociedad, de hecho, la humanidad entera, organiza y expresa simbólicamente sus valores existenciales y su interpretación del mundo frente a los desafíos impuestos por el tiempo y la muerte [. ..]1.

A través de la imaginación simbólica individuos y colectivos humanos se relacionan con la realidad que les rodea, no solo desde sus propiedades sensibles, sino que también les confiere significaciones en relación con dimensiones suprasensibles; la interpretación simbólica del mundo implica descubrir o reconocer, detrás del sentido propio de los objetos, un sentido segundo, que lo conecta con lo sagrado2. Más aún, el símbolo más que remitirse a un sentido, lo instaura; Durand, apoyándose en Ricoeur afirma que:

[...] todo símbolo auténtico posee tres dimensiones concretas: es al mismo tiempo «cósmico» (es decir, extrae de lleno su representación del mundo bien visible que nos rodea), «onírico» (es decir, se arraiga en los recuerdos, los gestos, que aparecen en nuestros sueños y que constituyen, como demostró Freud, la materia muy concreta de nuestra biografía más íntima) y por último «poético», o sea que también recurre al lenguaje, y al lenguaje más íntimo, por lo tanto, el más concreto [. ..]3.

Por ello, la elaboración simbólica del mundo inherente a lo sagrado no es arbitraria o caprichosa; respeta una semántica y una síntesis simbólica que hace posible la transhistoricidad de su expresión. Opera por principios, como el de analogía, en la que un objeto o forma sagrada convoca a otras formas análogas; es el caso del sol con su forma y desplazamiento circular; dicha circularidad remite a la repetición temporal, a lo cíclico, a la perfección; dicha forma sagrada seguramente será expresada en rituales, fiestas y danzas. De este modo, los símbolos permiten a los grupos humanos conectarse con lo sagrado o lo divino, convocarlo y recrearlo.

Así mismo, el cosmos y la naturaleza son fuente permanente de la imaginación simbólica; el hecho de que las diferentes culturas y generaciones hayan tenido que habitar y convivir con el sol y la luna, las estrellas, las montañas y los ríos, ha conllevado a la existencia de matrices simbólicas comunes, muchas de estas, asociadas a los cuatro elementos: aire, fuego, tierra y agua4. A partir de estas matrices primordiales, los diferentes pueblos y culturas, desde su propia experiencia histórica van configurando complejas tramas o constelaciones simbólicas; dichos imaginarios se expresan a través de un conjunto de producciones mentales materializadas en obras, sean imágenes visuales (pinturas, dibujos, fotografías, filmes) y lingüísticas (metáforas, relatos, mitos) que forman conjuntos coherentes y dinámicos, cuyo análisis puede contribuir a la comprensión de dichas sociedades, varias de las cuales son transmitidas a través de las memorias individuales y colectivas.

A partir de nuestra trayectoria como investigadores de la violencia política en América Latina, hemos reconocido la recurrencia del tema del río y de los desaparecidos, ya que la desaparición es una de las modalidades características de la violencia en la Región, así como las aguas del mar y de los ríos uno de sus lugares de destino. El río ha arrojado a sus orillas restos de personas asesinadas o muchas veces se los ha engullido sin dejar rastro de ellos. En Colombia, por el río Magdalena han circulado, desde hace siglos, canoas anunciando desplazamientos de campesinos o de emisarios de la muerte que se disputan los territorios. Por este río, habitantes de las zonas ribereñas han buscado señales de sus seres queridos, tasajeados por la crueldad de la violencia. Acontecimientos que han sido recreados por diversas prácticas estético-artísticas.

Los estudios culturales sobre lo artístico han destacado la importancia de analizar estas prácticas para entender «la producción de significado cultural a través de la visualidad» y su incidencia en la producción de imaginarios, desvelando su relevancia política y cultural y su capacidad performativa. Para Brea:

[...] la enorme importancia de estos actos de ver -y de la visualidad así considerada, como práctica política y culturalmente- depende justamente de la fuerza performativa que conllevan, de su magnífico poder de producción de realidad, en base al gran potencial de generación de efectos de subjetivación y socialización de los procesos de identificación/ diferenciación con los imaginarios circulantes -hegemónicos, minoritarios, contrahegemónicos[...]- que conllevan5.

Desde este horizonte, el propósito de este artículo es visibilizar los imaginarios presentes en algunas de las producciones estético-artísticas que se refieren al río Magdalena y a la violencia política en Colombia; en particular, reconocer algunas representaciones simbólicas sobre el río Magdalena que están presentes en algunas obras literarias, cinematográficas y visuales colombianas, al señalar las persistencias de las memorias capaces de entrelazar significaciones provenientes desde tiempos precolombinos con elaboraciones de la época de la colonia hasta el momento actual. Como estrategia metodológica se analizan cuatro producciones estéticas de artistas colombianos: dos obras del director de cine Nicolás Rincón Guille, un texto periodístico de carácter literario de la escritora Patricia Nieto y el trabajo visual de Juan Manuel Echavarría, en clave de reconocer las metáforas, simbolismos y referencias a entidades imaginarias, presentes en las narrativas literarias y audiovisuales y, a partir de ello, realizar un balance interpretativo con referencia a la perspectiva conceptual de la imaginación simbólica.

2. El Magdalena, río encantado

El Magdalena es uno de los ríos principales que atraviesan el territorio colombiano y a cuya historia está ligada buena parte del país desde la época precolombina. En su cuenca se encuentran 11 de los departamentos del país en donde se aloja el 80% de la población. Este río nace al suroeste de Colombia en la cordillera de los Andes, en el eje central del macizo colombiano y atraviesa el país por el occidente de sur a norte, en un recorrido de unos 1540 km entre las cordilleras Central y Oriental.

Fuente: «Mapa del río Magdalena», https://es.vikidia.org/wiki/R%C3%ADo_Magdalena#/media/File:Magdalena-recorrido.jpg.

Mapa 1 

Su valor práctico y simbólico se remite a tiempos prehispánicos; los pueblos indígenas empleaban y adoraban las aguas del río; en la parte baja le llamaban Caripuaña, que significa «el río Grande»; en la parte central de su recorrido lo llamaban Arli o «río del Bocachico». En su nacimiento se le conocía como Yuma, o «río del país amigo y de las montañas». En quechua se le conoció como Guacahayo o «río de las tumbas»6.

Los españoles utilizaron esta vía como parte importante de comunicación y de los avances que hicieron en el proceso de conquista y colonización. Rodrigo de Bastidas arribó a las costas de América del Sur en el año de 1501 y a comienzos de abril llegó a este río viendo su gran fuerza y su capacidad de arrojar sedimentos al mar a lo largo de varios kilómetros. «Bastidas describió este estuario como Bocas de Ceniza, bautizando a la vez el río con el nombre de Río Grande de la Magdalena, en honor de la santa María Magdalena, cuya conversión se celebraba precisamente el día en que descubrió el río»7. Según Echavarría la alusión a cenizas en el nombre de ese tramo del Magdalena tiene connotaciones religiosas:

Un miércoles de ceniza, comienzo de la cuaresma, a contracorriente del río Magdalena, entraron los españoles a Colombia. El día pretextó el nombre, Bocas de Ceniza, con que bautizaron su puerta de acceso: la desembocadura del río. Penitencia y resurrección marcaron para siempre a esa geografía. Hoy la corriente del Magdalena arrastra y da salida a los cuerpos de muchos colombianos asesinados en interminables episodios de violencia. Colombianos que mueren y no resucitan8.

Las diferentes culturas que confluyeron en el territorio colombiano y de las cuales el Magdalena ha sido testigo privilegiado dieron pie a multiplicidad de tradiciones, mitos y leyendas, de ritmos musicales que al vaivén del río se trenzaron como las hebras de los chinchorros o atarrayas con los que se atrapan los peces al viajar a través de sus aguas. Muchas de las creencias indígenas que allí se atesoraron compartían elementos con las culturas africanas. Así, los zambos9,

[...] dominaron los bosques y las ciénagas del Bajo Magdalena, trabajando sobre todo como bogas, eso barqueros independientes de los cuales dependía la totalidad del transporte por el río Magdalena en aquella época". Allí, nació la cumbia, madre de todos los ritmos del Caribe colombiano; "de ella nacieron todos los demás: el porro, el bullerengue, el chandé, el paseo, la puya, y por supuesto, el vallenato. Y si la cumbia es la madre de nuestros ritmos, la madre de la cumbia es el Magdalena. El río es nuestro gran contador de historias. Es lo que nos define como pueblo, lo que nos define como nación. El Magdalena cuenta nuestra historia todo el tiempo [. ..]10.

Portador de barcas y de pescadores, conquistadores y conquistados, imágenes con distintas improntas históricas, diversas violencias, comercio y tráfico de armas, sendero de narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros y cazadores de toda especie. El Magdalena ha visto deambular por sus aguas, animales anfibios y seres mitológicos, hombres y mujeres llenos de bondad y de maldad, cuyas historias han sido impresas en relatos que se modulan de manera diferente en sus diversos tramos de acuerdo con la idiosincrasia regional y han dado pie a los imaginarios relacionados con el río.

En las creencias en las que blancos, indígenas, mestizos y variadas mezclas dieron sentido a su existencia, lo sacro, lo mágico y lo terrenal han encarnado a través de entidades que han vagado por el río acompañando a los seres vivos creando esperanza, inquietud o miedo de sus aguas y de lo que estas puedan llevar consigo. La Llorona, la Patasola, el Mohán o las Ánimas, son algunas de las entidades de las que se habla de manera insistente, cuya presencia, aunque no es exclusiva de los ríos sino también de otras partes del territorio colombiano, son testigos simbólicos de muchas de las vivencias que allí se han venido atesorando a lo largo de los años.

Por ejemplo, la Llorona encuentra como leyenda distintos orígenes, incluyendo varios lugares en América Latina, de procedencia indígena o española, creyéndose la encarnación de madres que a la orilla de los ríos lloran en busca de sus hijos perdidos, de cuya muerte son ellas culpables o también otras personas. A su vez, el Mohán, se considera un espíritu que protege los ríos, se dice que su procedencia es indígena o en ocasiones mestiza, encargado de ayudar a los pescadores. Es famoso por llevarse a las muchachas bonitas que se bañan en el río. Por ello, a sus creencias se entremezclan las de Nuestra Señora de la Candelaria, entidad espiritual capaz de proteger a las mujeres de las pasiones del Mohán y a quien se le erigió una iglesia en el Banco, Magdalena, en 1747.

También las Ánimas del Purgatorio son entidades que se mezclan con el Mohán o la Llorona cuando los campesinos y pescadores rinden tributo en el río a los seres que los protegen o a quienes cuidan. Representan por lo general a familiares cuya muerte no ha podido ser resuelta de manera clara y deben purgar sus penas antes de acceder al Paraíso, a través de los sufragios (limosnas, plegarias y misas) que los vivos deben ofrendar a cambio de favores, que oscilan desde ayudar a encontrar a personas desaparecidas o mitigar las dificultades de una existencia llena de pobreza y necesidades.

Así las cosas, el río Magdalena ha sido dador de vida y río de tumbas, en él no sólo los pueblos indígenas depositaron a sus muertos, sino también durante el siglo XIX y XX el río continuó siendo portador de cuerpos inertes fruto, en muchas ocasiones, de la violencia política. En el libro La violencia en Colombia; Guzmán Campos evidenció esta asociación entre los muertos de la violencia y los ríos como tumbas recurrentes:

Cuando los ríos eran sangre podría llamarse otro de los episodios de este pogrom colombiano. Se ha observado que entre el hombre y el río existe un nexo de secular emoción. La humanidad va sobre el río en progresivas jornadas de cultura. Siempre fue el río, cuyas aguas sirvieron para la civilización, líquido que se cantó y se amó. Pero en Colombia los ríos fueron sangre. Por ellos bajaron miles de cadáveres mutilados, maniatados, vestidos, desnudos, confundidos víctimas y victimarios. (...) ¿Cuántos fueron? ¡Pregunta absurda!11.

Con la violencia política y el conflicto armado interno que ha caracterizado a nuestro país en ya más de setenta años de nuestra historia reciente, las muertes violentas han sido un denominador común y con ellas las desapariciones de los cuerpos, cuya cifra llega actualmente a más de 80.47212. El destino de los desaparecidos ha tenido en los ríos uno de sus lugares más frecuentes, en especial el Magdalena y el Cauca, por ser grandes arterias en cuyas riberas ha anidado buena parte de la población colombiana; dichos ríos se han convertido en verdaderos cementerios, en cuyos alrededores, familiares de personas desaparecidas emprenden búsquedas y llevan a cabo sus duelos.

Muchas zonas del Magdalena y, de manera especial el Magdalena Medio y varias franjas del Bajo Magdalena han sufrido de los estragos de la guerra regular e irregular que ha caracterizado a Colombia en el proceso de desarrollo y acumulación capitalista, en donde la violencia ha sido una de las principales estrategias para la acumulación de tierra, capital y sometimiento laboral. Para Alonso Espinal, la región se ha caracterizado por una gran heterogeneidad con varias continuidades históricas como son: un territorio donde se ha erigido una sociedad de supervivencia, de resistencia y confrontación. Un área periférica de frontera interior y colonización. Un territorio disputado en el cual convergen diferentes intereses económicos, sociales y políticos13. La región se ha distinguido durante el siglo XX por las luchas sindicales y gremiales fuertemente castigadas por la intolerancia política y el interés económico desmedido de las élites. «El Magdalena Medio ha sido, por las fuerzas que lo determinan, una región que al mismo tiempo que ha sido colonizada por campesinos desplazados por la violencia de los años 50 y 60, ha sido descolonizada a balazo limpio en los años 80 y 90. Una especie de esponja social»14.

A la presencia de movimientos guerrilleros como las Farc y el Eln en los años 60 y 70 se le contrapuso en los 80 y 90 una nueva violencia a partir de las alianzas entre terratenientes y narcotraficantes. En general puede decirse que «la apelación a las armas es un hecho recurrente que evidencia la obturación de los canales políticos para encontrar soluciones civiles. A las armas recurren no sólo los sectores populares para imponer sus derechos, sino los sectores dominantes para sostener y fortalecer su poder»15. En las últimas décadas los pobladores, a través de distintas asociaciones, han enarbolado la defensa de la vida por encima de cualquier otra reivindicación, a la vez que han expresado una gran resistencia moral «frente al abuso del poder del Estado, del establecimiento, de las guerrillas, los paramilitares, y del sistema empresarial»16. Una de estas expresiones han sido las distintas formas como han hecho frente a las masacres y a los numerosos muertos que ha arrastrado el Magdalena, a través de búsquedas incansables que retan las prohibiciones de los actores armados para rescatar los cuerpos, de marchas y de colocar en las paredes del cementerio los nombres de los desaparecidos.

Cinco son los cementerios en las aguas del Magdalena que han servido de fosas para albergar a los muertos de la violencia: Puerto Berrío, Puerto Salgar, Puerto Triunfo, Puerto Nare y Puerto Boyacá; lugares en los que los vivos han deambulado, en los que se mezclan la vida y la muerte, los seres mitológicos que han existido en los ríos desde tiempos inmemorables, con los seres cercanos, los asesinados que a través de sueños o apariciones musitan a sus familiares rogando por ser encontrados y tener un descanso tranquilo en su viaje al más allá. Estas manifestaciones han sido trabajadas por artistas que, a manera de emprendedores de la memoria17, han develado las formas a través de las cuales las víctimas de la violencia política encuentran canales de expresión para dar cuenta de lo acontecido y ayudar a la elaboración de sus propios duelos, al mostrar la importancia que también tienen los lenguajes no analíticos para situar en el plano de la esfera pública las experiencias de los sujetos, atravesadas por significaciones de carácter simbólico, que ponen de presente la dimensión sacra de la existencia humana.

Dentro de estas expresiones el cine y la literatura han ocupado un lugar destacado en la tentativa de producir «narrativas cohesionadoras para la sociedad colombiana», con el objeto de «promover medios más reparadores, formas simbólicas que permitan una elaboración más fluida del dolor y una capacidad resignificadora de las fantasmagorías que la violencia produce en la sociedad colombiana»18. Al respecto nos recuerda Morin la capacidad del cine no solo para elaborar una percepción de lo real sino también para producir imaginarios. «Verdadero robot de lo imaginario, el cine "imagina por mí, imagina en mi lugar y al mismo tiempo fuera de mí, con una imaginación más intensa y precisa"19. Desarrolla un sueño consciente organizado en todos los aspectos»20.

3. El Río Magdalena y los muertos del agua

¿Y así que este hilo blanco es el río Magdalena?

Inocente, sin reses ahogadas en invierno ni bohíos arrastrados en sus aguas cenagosas.

¿Y así? que esta balbuceante lengua como pequeña cimitarra es el río Magdalena? Cauto, sin hombres muertos Navegando entre dos nadas y una alta corona de pájaros negros sobrevolándolos como tristes aureolas. Sólo es un hilo. Ni siquiera ha besado piedras pulidas por el tiempo,

Esas piedras formadas de paciencia. ¿Y así? que este leve punzón de agua es nuestro ágrafo río que aún no escribe pajonales y muchachas, ancianas con parihuelas de bahareque recogiendo en las cuencas de las manos su reflejo?

¿Y así? que de este secreto nace el río Magdalena? Pobre río lejos de pueblos y ciudades: No sabe lo que le espera. Juan Manuel Roca, Tres orillas en busca de un río.

Así como en este poema de Juan Manuel Roca21, las alusiones al río Magdalena y a la violencia han sido recurrentes en la producción literaria y estética colombiana; por ejemplo, la película El río de las tumbas dirigida por Julio Luzardo22 (1964) alude a la presencia de cadáveres flotando en el río Magdalena. Recientemente, diversos artistas provenientes de campos como la fotografía, la cinematografía, la literatura, las artes escénicas, sonoras y visuales han llevado a cabo un conjunto de obras que aluden a la violencia política en Colombia, tomando al río como uno de los leit motiv de sus propuestas, ya que son numerosos los relatos existentes sobre las masacres y matanzas en donde el río se constituye como fosa de cadáveres.

Como se señaló en la introducción, nos interesa mirar cuáles simbolizaciones e imaginarios circulan en estos trabajos referidos al río y su asociación con la violencia política. A continuación, vamos a referirnos a dos obras del director de cine Nicolás Rincón Guille, a un texto periodístico de carácter literario de Patricia Nieto y al trabajo visual de Juan Manuel Echavarría, los cuales aluden al río Magdalena y a la presencia en él de «los muertos del agua».

Los abrazos del río23, el trabajo documental de Nicolás Rincón Guille hace parte de una trilogía denominada Campo Hablado, compuesta por En lo escondido24, Los abrazos del río y Noche herida25, que muestran el problema del desplazamiento y la desaparición forzada en Colombia recreando, en el primero de ellos, el acontecer en el campo, el contexto global que lo enmarca, en el segundo, así como la vida en la ciudad de muchos de los desplazados, en el tercero. En este trabajo están presentes las vivencias de los habitantes de las diversas regiones que recorre el río Magdalena en una apuesta por integrar a la memoria del conflicto armado lo referente a las costumbres, rituales y creencias de sus gentes como expresión de las mezclas étnicas y culturales dadas a lo largo del poblamiento desde los tiempos precolombinos hasta la actualidad.

En Los abrazos del río el hilo narrativo es el Mohán, cuya existencia, según dicen los indígenas, se remonta a sus ancestros quienes lo consideraban un guía espiritual encargado de regular las cosechas, los cortes de la madera o saber si era el momento o no de ir a la guerra. Según ellos, con la llegada de los españoles estos espíritus, al oponerse a la evangelización, tuvieron que refugiarse en las aguas del río, en las cavernas de los arroyos y quebradas, desde donde continúan haciendo su trabajo como guías espirituales. En palabras de Rincón Guille, Mohán fue el nombre dado por los conquistadores a los indígenas Pijaos.

La leyenda del Mohán, en sus múltiples versiones, transita entre lo sagrado y lo profano, «unas veces más mestizo que otras, a veces de origen indígena, otras blanco o afro», versiones que por lo general están «unidas a la cotidianidad de los bogas y pescadores»26.

El documental es filmado a lo largo del río Magdalena y también en algunos tramos del río Cauca, su principal tributario, a partir del montaje de escenas a través de las cuales se plasman las vivencias y testimonios de los habitantes que han sufrido en carne propia la violencia política que inundó el río de cadáveres y que, como vimos, dio origen a uno de sus nombres desde los tiempos precolombinos, Guakayó. El hilo narrativo lo constituye todo lo que se dice sobre el Mohán, no sólo como guía espiritual sino también como una presencia que tiene mucho de humano.

El documental capta la interrelación de hombres y mujeres con el río y sus alrededores; a veces una o varias personas que en sus chalupas van tirando al río redes, atarrayas o chinchorros, o sumergen sus cuerpos en el río, a medida que escuchamos los sonidos y movimientos del agua, a veces tranquila, a veces más agitada. A la par del agua del río, se escucha el viento, la lluvia, truenos o relámpagos, o los sonidos y el aletear de las aves, ladridos de perros o gritos de niños, así como ruidos estridentes de grillos o de insectos, lo que evidencia la incorporación de los diversos elementos de la naturaleza que integran las vivencias cotidianas y sus múltiples simbolismos.

Varias escenas muestran rituales llevados a cabo a veces por indígenas o por campesinos a los seres del río, el Mohán o sus seres queridos que en él han desaparecido, con música, cantos, batir de las aguas, velas encendidas; grupos humanos que se agolpan en uno u otro lugar, intercaladas con mujeres que cuentan el hostigamiento de los paramilitares y la pérdida de sus hijos o esposos. Así mismo, las afugias sentidas por no saber de su paradero y las maneras como han sentido su presencia en casa cual fantasmas que se comunican en un afán por querer ser recordados y hallados; ellas recuerdan cómo eran en vida, qué les gustaba comer o vestir, o hacer, cómo sienten sus presencias, sus pasos, su olor, sus figuras, evidenciando cómo las relaciones entre los vivos y los muertos, constituyen significaciones de largo aliento que bien sabemos atraviesan la historia de la humanidad e integran una de las constantes del imaginario occidental27.

Fuente: «Los abrazos del rio. Dirigida por Nicolás Rincón Guillé Colombia, 2010 - 72 minutos», Otraparte, https://www. otraparte.org/agenda-cultural/cine/los-abrazos-del-rio/.

Imagen 1 Los abrazos del río.  

A su vez, un grupo de indígenas da testimonio de una reunión que sostuvieron con los paramilitares cuando éstos llegaron a anunciarles que se tomarían su territorio y regirían sus vidas:

Como organización indígena siempre hemos tenido nuestras creencias como es la medicina ancestral, antes de esto hicimos con nuestra comunidad un ritual, el cual apoyados por el espíritu de nuestro padre Mohán, los espíritus de luz y los dioses del principio del mundo hicimos ese ritual para el fortalecimiento, para que no nos diera miedo y poder resistir ante toda esa amenaza que nos hacían28.

Los abrazos del río, cierra con las historias del Mohán a medida que la noche se cierne sobre el horizonte y con ella el ruido del agua nos abraza dejando el sinsabor de la existencia. «Ese río tiene una historia y esa historia es como digamos inacabable porque siempre que alguien se pierde ya no sale más y no aparece en ninguna parte» dice uno de los pescadores y otro le responde, «eso dicen que es el Mohán que se lo llevó, hay muchos que lo han visto, yo todavía no lo he visto, no puedo, y te explico cómo es por lo que cuentan, los viejos son los que cuentan»29.

En Tantas Almas30, Nicolás vuelve sobre la misma temática, pero a través del lenguaje ficcional, centrado en un solo personaje: un pescador que inicia su periplo por el río en la búsqueda de dos de sus hijos desaparecidos por los paramilitares. En él se repiten las mismas situaciones: ofrendas a los muertos, presencia de espíritus en el río, muertes injustas, el clamor de la justicia, así como la necesidad imperiosa que tenemos como humanos de llevar a cabo duelos que permitan dejar partir a los seres queridos. Y es que los desaparecidos a quienes no se les puede hacer el duelo, vagan sin fin al no poder encontrar el consuelo necesario, y esto hace conectar permanentemente a los vivos y a los muertos, por eso el nombre que Nicolás ha dado a su película es Tantas Almas. Y de esto es lo que uno de los familiares de los desaparecidos le habla a Nicolás cuando hacía la filmación de Los Abrazos del Río y lo hizo decidir a filmar Tantas Almas, puesto que:

Las familias que intentaban reconstruir sus vidas sin enterrar sus muertos fracasaban: las visitas permanentes de los desaparecidos, su mirada, su olor, sus ruidos, sus gestos, aparecían de repente en su cotidiano y les impedían superar el dolor. Hacer el duelo de los seres queridos que la violencia les había arrebatado era necesario para que su memoria tuviese un lugar y un momento en el cotidiano y no estuviese por todas partes y en todo momento31.

Fuente: «"Tantas Almas" representará a Colombia en los Premios Goya 2022», Caracol Radio, https://caracol.com.co/ emisora/2021/08/25/cartagena/1629899661_634726.html

Imagen 2 Tantas Almas. 

Ya pareciera que los pescadores no solo buscan peces sino también seres humanos que han desaparecido, no por los juegos inocentes del Mohán, sino por actores armados inescrupulosos dispuestos a mancillar la dignidad humana frente a lo cual queda la posibilidad de recuperar la humanidad encarnada a través de la espiritualidad, de la fe, de la solidaridad, rescatada a través de las tradiciones orales, del sincretismo religioso, de vidas que se reivindican en su integridad más allá de cuerpos inertes o despojos de carne a los que la guerra los ha pretendido reducir. De manera impactante, la película muestra cómo a partir de la búsqueda infructuosa de los cuerpos de sus hijos, José, decide ir a uno de los tantos cementerios que recorre y desenterrar alguna de las partes de tantos cuerpos mancillados y fragmentados que allí se encuentran; de este modo, retorna a su hogar, con un pedazo de cuerpo que no se sabe a quién pertenece pero que le permite a nivel simbólico hacer su propio duelo.

4. Los muertos del río como Ánimas en pena

La devoción por las Ánimas del Purgatorio guarda una gran tradición en buena parte del territorio nacional. También aparece en los relatos y narrativas sobre el río Magdalena y la violencia política reciente. Pero a diferencia de las otras entidades a las que hemos hecho referencia como el Mohán, la Patasola o la Llorona, las Ánimas del Purgatorio tienen un vínculo de doble sentido en su relación con los vivos. Ellas los ayudan y protegen, pero también requieren de su ayuda y protección. Representan a personas fallecidas quienes, en el Purgatorio, aguardan y esperan ser libradas de sus penas a través de las plegarias de los vivos. La extendida devoción a las Ánimas evidencia una relación de reciprocidad entre los muertos y los vivos, pues ya no se considera, como se llegó a creer en ciertas épocas, que eran sólo los vivos los que conseguían abogar por el alma de los muertos, sino también que las almas de los muertos son capaces de pagar favores a los vivos. En ese sentido:

La devoción que se expresa mediante los altares y los exvotos dedicados a las ánimas benditas muestra que no sólo pueden estar estas adquiriendo méritos, sino que pueden hacerlos revertir sobre los vivos, retornárselos, devolverles su asistencia. He aquí por tanto garantizada la reversibilidad de los méritos de la que se dudaba aún en los siglos XII y XIII y que incluso llegaba a negarse las más de las veces. El sistema de la solidaridad entre los vivos y los muertos a través del Purgatorio se convirtió en una cadena circular sin fin, en una corriente de reciprocidad perfecta. Se rizaba el rizo32.

Esta cadena circular tiene en Puerto Berrío, uno de los principales puertos del Magdalena, una de sus historias más singulares. En la historia de Puerto Berrío, los milagros que hacen las ánimas son de marca mayor, ellos van desde las cosas más simples, o vitales, dijéramos así, hasta asuntos materiales. Todo ello a cambio de obtener un nombre, de ser rescatadas, adoptadas, de pasar de tener una lápida marcada como NN a tener un nombre y un osario, en los que muchas veces se prolongan los nombres y apellidos de quienes las adoptan.

Las obras de Patricia Nieto, Los escogidos33, en su versión escritural, y la de Juan Manuel Echavarría, Réquiem NN34, en su versión documental y fotográfica, aluden a Puerto Berrío, uno de los principales puertos del Magdalena Medio situado en el Departamento de Antioquia. Es un lugar en el que han desembocado muchos de los «muertos del agua», los cuales han sido adoptados por creyentes del pueblo que son devotos de las Ánimas y se han dedicado a dar consuelo a individuos cuya identidad es desconocida; en muchos casos debido a que han perdido en otras circunstancias a familiares y personas cercanas, casi siempre debido a la violencia política, y de las cuales desconocen su paradero, o porque quieren encomendarse a almas que tal vez les den consuelo, ya sea a causa de su pobreza o infelicidad de cualquier índole.

Si hay algo que caracteriza a Los escogidos35 es la necesidad de nombrar permanentemente a los sin nombre, a esos NN que parecerían buscar a través de sus palabras la reivindicación de ser nombrados; que desean ser llamados aunque nadie sepa sus nombres reales, convocados por quienes con devoción los han adoptado; por esos devotos de las ánimas que se niegan a verlas transitar como almas en pena y comprenden que requieren volver a la existencia de los vivos; desean volver a ser nombrados, estar en la boca de los vivos, ocupar ese lugar de la boca a manera de lápida roja, igual de colorida como las que son pintadas en el cementerio de Puerto Berrío.

Plegarias de los vivos que invocan a los cielos en busca de aprender a leer el lenguaje de los muertos, saber escucharlos, verlos, sentirlos, hablarles, dejar que el cuerpo quede inmerso en la trascendencia, en el vínculo con lo sagrado para volver a ligar, religar, los lazos que nos unen, para volver a amar, para seguir amando. «No sabré quién eres si no me hablas al oído, Milagros»36.

Entidades cuyas texturas en el agua son blandas y deshechas, cuerpos que claman por una integridad que solo la poética puede restaurar, peces sin vida que en lugar de alegrar a los pescadores causan horror al emerger en sus redes en los vientres de otros peces. Por ello hay que saber escuchar y leer el lenguaje del río, de sus habitantes, de sus entidades algunas más temibles que otras; saber escrutar los lugares en los que como barcos fantasmas deambulan o encallan los muertos del agua; verlos detenerse al quedar presos en una raíz, un chinchorro, una atarraya, o verlos continuar su peregrinaje hasta Bocas de Ceniza.

Ánimas del Purgatorio que actualizan una imaginería que desde la Edad Media han atormentado y esperanzado a las almas cristianas37; los lugares a los que estamos destinados según nuestros vicios o virtudes, ánimas que, con su modo de obrar y retribuir las ofrendas de los vivos, de quienes las adoptan en Puerto Berrío, parecen resignificar el Paraíso, el Infierno o el Purgatorio38. Por ello para Pacho, el enterrador de los NN, ninguna de las ánimas se le ha presentado «como seres del infierno, en ningún tiempo le han quitado el sueño, y jamás de los jamases se le han aparecido penitentes, agobiados por la sed»39.

Vida y muerte se unen en un ciclo interminable en el que ánimas y adoptantes hacen un pacto por recorrer juntos un camino, por apostar que el destino no ha sido el del Infierno, sino que todos se encuentran en la encrucijada, en el tránsito del Purgatorio hacia el Paraíso y que a través de las promesas y oraciones conseguirán dar el salto que permitirá descansar a los muertos de su eterno vagar y a los vivos de los sinsabores de una vida llena de dificultades. Rituales engalanados con los colores de paletas extravagantes con los que se decoran las lápidas de los elegidos que oscilan entre «púrpura, cian, turquesa, zafiro, malva, coral, oro, esmeralda, lavanda, ámbar, naranja, salmón o violeta», cual plumas de pavos reales que desafían a los cielos y en donde se incrustan objetos que aluden a la imaginería que acompaña los rituales e incluyen «vírgenes, ángeles, crucifijos, flores, corazones de papel, plástico o metal de bajo costo»40, como se aprecia en la imagen 3.

Fuente: «Réquiem NN/ Juan Manuel Echavarría», Museo de MEMORIA de Colombia, https://museodememoria.gov.co/arte-y-cultura/requiem-nn/.

Imagen 3 Bóvedas en el cementerio de Puerto Berrío. Fotografía Juan Manuel Echavarría. 

Lo cierto es que en el teatro que se dispone en las tumbas, en el río, y en las vidas y las muertes de quienes habitan de distintos modos en Puerto Berrío, todos se entrelazan como una gran familia; solo los vínculos que ligan, religan, a los seres humanos y a los objetos que los circundan pueden ayudar a soportar tanta desdicha a partir de la esperanza de una nueva vida; de la solidaridad que da el sentir que «todos los huérfanos del pabellón de los olvidados fueron escogidos; les eligieron un padre y una madre, y otros se hicieron sus hermanos, tíos y primos. Y así a través de ellos todos en el pueblo terminaron por ser parientes entre sí»41.

En estas prácticas en torno al cementerio de Puerto Berrío con los seres anónimos que el río ha arrojado en este pueblo, convertidos en seres capaces de otorgar milagros a quienes se encomienden a ellos, puede verse una constante en varios cementerios en el territorio colombiano en los cuales personajes, por lo general populares, que han muerto fruto de la violencia, en más de una ocasión a causa de la violencia política, se constituyen en mártires a los que se encomiendan los creyentes y que permite que memorias acalladas logren emerger al campo de la memoria pública. Así,

[...] un tema de la liturgia católica, el de la comunión de los santos, es extendido y reinterpretado aquí para ser el soporte de una estrategia ritual contra la discontinuidad de la memoria, el olvido y el anonimato nacidos de la violencia política: son la petición y el milagro, dos términos inseparables que mantienen un intercambio continuo y que parecen transferir algunos muertos emblemáticos desde el régimen de la memoria familiar hacia un registro ritual de la memoria compartida42.

En Réquiem NN, Juan Manuel Echavarría también se ocupa del río Magdalena a la altura de Puerto Berrío y de la devoción de sus habitantes a las Ánimas del Purgatorio. Esta obra está conformada por tres trabajos: una serie fotográfica (2006-2013)43, 12 videos con el título Novenarios en Espera (2012)44 y un documental (2013)45 de 67 minutos con el mismo título: Réquiem NN.

A través de estos el artista ha mostrado las maneras como los pobladores han adoptado a los NN que desembocan a orillas del puerto, los favores que les piden, las creencias en torno a ellos, así como las intervenciones que hacen sobre sus lápidas, dejando ver a través del tiempo el tipo de relación establecida. De este modo, en sus trabajos es posible ver desde inscripciones que dicen NN y carecen de color hasta la impresión de la palabra escogido, nombres y apellidos específicos y el avance de paletas de colores de gran vivacidad, que van signando las huellas de los vivos en su relación con los muertos.

En el montaje fotográfico llevado a cabo el artista organiza de modo ordenado una sucesión de osarios que, al ser estructurados a manera de muro para ser expuestos en galerías y museos, denotan la apariencia del cementerio en donde reposan los NN. No obstante, en la vida real, existe una mayor desestructuración en su organización en la que puede verse que no todos los NN han sido adoptados, así como las señales del paso del tiempo que se percibe con el crecer del pasto o el deterioro de las paredes46. De cierto modo, en la organización llevada a cabo por Echavarría se denota un montaje a nivel de lugares de la memoria, más encuadrados de los que de por sí son las mismas formas de los osarios.

No obstante, la posibilidad de observar el montaje que simula el cementerio en lugares ajenos a este, como las galerías y museos, permite al espectador situarse en un teatro en el cual ante su propia mirada se descorre otra mirada: la mirada de los devotos, de los solicitantes; a través del movimiento que permite el montaje reticular de las fotografías donde se percibe la acción de los vivos sobre la memoria de los muertos, acción que ante el ojo del espectador muestra una huella que no es estática sino una huella, que inicia desde una lápida que marca una ausencia y señala la historia de un desconocido hacia la figuración de esta ausencia con un nombre propio.

En el documental, el río se estructura como protagonista; él aparece desde un comienzo y el rumor de sus aguas recorre todas las historias que dejan ver los modos como los pobladores se han involucrado con «los muertos del agua». En él se entrevista desde el recogedor de cadáveres que se encarga de llevar los muertos a la morgue, el sepulturero y su trabajo en el cementerio, hasta las diversas personas que adoptan los muertos y rezan a las Ánimas. Estas personas abarcan amas de casa, comerciantes y vendedores informales, que dan testimonio de cómo sueñan con las Ánimas y las ven acompañadas de Jesucristo y la virgen María situados en el mismo lugar de jerarquía.

También podemos ver deambular al animero con su toque de campana acompañado de los devotos, los solicitantes, que llevan cirios encendidos y entonan la novena por las almas del Purgatorio, quien sirve como intermediario entre la fe de los devotos y las Ánimas; éste convoca a la comunidad para rezar réquiem aeternam dona eis, domine; et lux perpetua luceat eis. (concédeles, señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua), un Avemaría y un Padre Nuestro. Durante todo el mes de noviembre se continúa el rezo y la dedicación especial.

Al fin y al cabo, a este mes se debe el nombre de la novena que durante nueve días consecutivos se reza a favor de las Ánimas. Tanto nueve, como noviembre, son palabras derivadas del latín que dan origen a la palabra novenario. Sabemos, además, que el 2 de noviembre fue la fecha estatuida desde la Edad Media para la conmemoración de las almas del Purgatorio, así como los lunes para oficiar una misa en su nombre.

El animero saca a pasear a las Ánimas por todo el pueblo y se encarga de que ninguna de ellas se quede en el camino sino que regrese al cementerio el cual, en este caso, parece ser el lugar del Purgatorio. De acuerdo con la invocación del animero, Hugo Hernán Montoya, este las increpa de la manera siguiente: «De este pio camposanto las saco, y a este mismo pio camposanto vuelvo y las traigo»47. La Iglesia trató de impedir esta práctica aduciendo que ella era de carácter supersticioso y contrario a la fe y a la razón, lo que llevó a Montoya, en calidad de animero, a interponer una tutela que en un primer momento perdió. Empero, sabemos que la figura del animero aparece en la tradición cristiana del Purgatorio, a partir de las cofradías que se fundaron después del Concilio de Trento para rendir culto a las Ánimas del Purgatorio, y tuvieron amplia tradición en España y se difundieron en América y en nuestro territorio en el nuevo reino de Granada y, posteriormente, en varias de las localidades en Colombia durante la colonia con pervivencia en el siglo XX. Las cofradías encargadas de administrar lo atinente a los rituales referentes a las benditas Ánimas del Purgatorio, incluidos los ingresos que se recaudaban a partir de donaciones o del cobro de servicios funerarios, contaban con un presidente, mayordomo o animero, fiscal, mentores y un delegado48. En la actualidad sólo se oye hablar del animero como la figura que pervivió y que se encargaba de mediar entre los vivos y las ánimas.

En el documental Réquiem NN el enterrador también habla de la oposición que el sacerdote del pueblo llevó a cabo frente a la costumbre de pintar de color las tumbas y osarios asegurando que el cementerio no es un circo y que el color predominante debía ser blanco; no obstante, el enterrador afirma que es difícil controlar eso, ya que la gente dice que le gustan los colores. Así la Iglesia haya prohibido esta práctica invocando el color blanco como obligatorio, podemos entender el que la comunidad haga caso omiso de esta disposición como una expresión de formas religiosas de carácter popular, que en ocasiones se yuxtaponen a lo institucional o en otras se fusionan de manera compleja49.

A manera de imaginario del más allá de la muerte, en los sueños de los adoptantes los adoptados han ascendido saliendo del Purgatorio hacia el Paraíso. La mayoría de los entrevistados habla de los intercambios horizontales que llevan a cabo con las Ánimas; es decir, ellos rezan y hacen favores a las Ánimas y éstas les pagan con sus milagros, intercambio que como ya vimos caracterizó el surgimiento del Purgatorio y las relaciones entre los vivos y los muertos que se establecieron desde la Edad Media50.

María Dilia, una de las entrevistadas, afirma que cuando se retiró la lápida de su adoptante manaron gotas de agua a manera de lágrimas, que ella interpreta como provenientes del alma de su adoptante y del dolor sufrido por este. El documental elabora una secuencia en la que se combinan las lágrimas de la lápida con las aguas del Magdalena. La presencia del agua no sólo adquiere significación en lo que atañe a «los muertos del agua» en el río Magdalena, sino también en cuanto a su simbolismo con relación a la muerte, como bien nos lo hace pensar Bachelard (2003), basta una señal para activar en nosotros estos imaginarios. «Sólo será necesario un viento nocturno para que el agua que se ha callado vuelva a hablarnos...

Sólo será necesario un rayo de luna, muy dulce, muy pálido, para que el fantasma camine de nuevo sobre las ondas»51.

Conclusiones

Allí donde de nombre cambia el río, llegué con la garganta

traspasada,

huyendo a pie y ensangrentando el llano. Aquí perdí la vista y la palabra y de María en el nombre acabé;

aquí caí y quedó mi carne sola. Te digo la verdad, Dilo a los vivos. Alighieri, Divina Comedia.

En este ejercicio investigativo, hemos evidenciado cómo, en algunas narrativas estéticas sobre la experiencia cultural de las poblaciones que habitan el valle del río Magdalena, se activan simbolizaciones e imaginarios asociados al río como símbolo; en los relatos visuales y literarios aparecen las imágenes y personajes de las aguas en movimiento: el curso de la vida y de la muerte, las turbulencias, los puertos, las embarcaciones, los bogas, los pescadores, los ahogados, entre otros. No cabe duda de que los ríos han sido símbolos presentes en las grandes tradiciones culturales; el flujo de las aguas expresa, a la vez, la fertilidad, la muerte y la renovación; es la corriente de la vida y de la muerte. En cuanto a esto último, los ríos conducen o deben ser atravesados para llegar al inframundo.

De este modo, en el poema de Roca, el nacimiento del Río Magdalena se le identifica con la inocencia, la cual se manchará de sangre a lo largo de su curso; los bogas y pescadores hacen también su presencia arquetípica como guardianes de los ríos y transportadores de sus muertos; así mismo, en el contexto de la violencia política en Colombia, el uso de este cuerpo de agua como vertedero y cementerio de cuerpos de personas asesinadas, ha activado y recreado el imaginario de las Ánimas del Purgatorio. Elementos que, en su conjunto, nos hacen pensar en las persistencias de las memorias, las cuales son capaces de evocar significaciones de largo aliento en torno a las creencias sobre el más allá y a las relaciones entre los vivos y los muertos.

En un contexto de conflicto y violencia que toma como escenario al propio río, donde la realidad desborda la imaginación y donde los cuerpos muertos forman parte del paisaje, esta imbricación entre vivos y muertos, se convierte en fuente de sentido y de prácticas ligadas a la tragedia de las víctimas del conflicto; dichas creencias y prácticas han sido representadas por la creación artística (fílmica, literaria y visual), dando cuenta de la profunda religiosidad que inspira a los pobladores; religiosidad mestiza que bebe tanto de las culturas populares europeas y africanas, como las aportadas por los pueblos indígenas.

En cuanto al culto a las Ánimas en Puerto Berrío también puede verse la conjugación de diversas creencias sobre santos reconocidos o no por la Iglesia Católica que, a manera de exvotos nutren con su presencia los altares que la gente tiene en sus casas. Así, Triana de los Ríos señala como en el documental Réquiem puede verse que:

Las ánimas no sólo están presentes en la cotidianidad del pueblo durante el mes de noviembre, en las casas se pueden encontrar altares como el que se encuentra en la casa de Martha Correa, mostrado en el documental mediante planos cerrados donde fotografías de personas y amigos que han muerto violentamente, se encuentran rodeados de velas y santos que comparten el altar con el Ánima Sola, la paloma de la paz, Buda, San Antonio (amarrado con cinta pegante, según la creencia popular, amarrar de esta manera una imagen del santo que ayuda a conservar o -amarrar la pareja), San Gregorio -el médico de los pobres (aún no canonizado por la Iglesia católica), el Divino Niño, la virgen de Guadalupe, la virgen del Carmen, Jesucristo, el Espíritu Santo, dinero, agua y ofrendas para las ánimas encarnadas en las fotos de víctimas de muertes violentas (todas mirando a la cámara)52.

Distintos investigadores de las tradiciones religiosas populares han señalado que lo que ocurre con las Ánimas del Purgatorio, y su expresión significativa en Puerto Berrío, obedece a una tradición que ha venido cuajando en América Latina durante las últimas décadas a partir de la cual ciertos muertos de orden popular, cuya muerte ha sido por lo general violenta, se han convertido en santos que hacen milagros por fuera del orden institucional de la religión católica. En palabras de Flores Martos:

Desde las últimas décadas del siglo XX, en diferentes sociedades latinoamericanas se rinde culto a los llamados muertos milagrosos, o santos populares, entidades a las que de modo espontáneo y fuera de procesos de institucionalización/ canonización, las gentes reconocen una cualidad de santidad viva, inestable, y en constante proceso de manufacturación. Estos muertos milagrosos son individualidades singulares que son exaltadas por su comunidad luego de muertos, encarnando a víctimas que no sintonizaron con el orden social o político. Así, los solicitantes dejan cartas con sus peticiones, exvotos, objetos relacionados con la «historia de vida» reelaborada sobre el muerto en cuestión, en las tumbas de los cementerios53.

De este modo, en los imaginarios de las gentes comunes pululan una serie de personajes que encarnan la multiplicidad de creencias, que en amasijo han dado origen a las diversas cosmovisiones que se han ido consolidando en América, muchas de las cuales se relacionan con el más allá, con el Paraíso, el Infierno o el Purgatorio como moradas de los muertos, unas de ellas más alentadores que otras pero en general casi todas creencias bastante antiguas

Bibliografía

Acosta- Peñaloza Carmen Elisa. «"Remá Remá". Las literaturas del río Magdalena». Revista Credencial, (2014): sp. Acceso el 25 de abril de 2022. https://www.revistacredencial.com/node/1852. [ Links ]

Alighieri, Dante. Divina Comedia. Madrid: Akal, 2021. [ Links ]

Alonso- Espinal Manuel. «Conflicto armado y configuración regional: El caso del Magdalena Medio», Revista Estudios Políticos, n° 02 (1992): 87-112. [ Links ]

Bachelard, Gastón. El agua y los sueños. Ensayo sobre la imaginación de la materia. México: Fondo de Cultura Económica, 2003. [ Links ]

Bachelard, Gastón. El aire y los sueños, México: Fondo de Cultura Económica , 2012. [ Links ]

Bachelard, Gastón. La tierra y los ensueños de la voluntad. México: Fondo de Cultura Económica , 1994. [ Links ]

Bachelard, Gastón. Fragments d'une poétique du feu. París: PUF,1988. [ Links ]

Brea, José Luis. «Los estudios visuales. Por una epistemología política de la visualidad». Estudios visuales. La epistemología de la visualidad en la era de la globalización, editado por José Luis, Brea, 5-16. Madrid: Akal , 2005. [ Links ]

Chevalier Jean, y Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos . Vol. II. Bogotá: Editorial Solar, 2017. [ Links ]

Cinescuela. «Tantas Almas». Acceso 25 de abril de 2022. https://www.cinescuela.org/acompanamientos-pedagogicos/es/pelicula/tantas-almas-221091 . [ Links ]

Davis, Wade. Magdalena. Historias de Colombia. Bogotá: Editorial Planeta, 2021. [ Links ]

Durand, Gilbert. La imaginación simbólica. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1971. [ Links ]

Echavarría, Juan Manuel. Réquiem NN. Dirigida por Juan Manuel, Echavarría. Colombia, Canadá: Fundación Puntos de Encuentro, 2013. [ Links ]

Figueroa Helwar, y Claudia Lorena Gómez. «"No olvidemos a los muertos".» Animero y violencia en Puerto Berrío, Antioquia (Colombia)». Revista CS, n° 28 (2019): 125-151. Doi: https:// doi.org/10.18046/recs.i28.3328. [ Links ]

Flores- Martos, Juan Antonio. «Iconografías emergentes y muertes patrimonializadas en América Latina: Santa muerte, muertos milagrosos y muertos adoptados». Revista de Antropología Iberoamericana vol. 9, n° 2 (2014): 115-140. Doi: https://doi.org/10.11156/aibr.090202. [ Links ]

Gómez- Picón, Rafael. Magdalena, Río de Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1983. [ Links ]

Guzmán Campos, Germán. La violencia en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores , 1963. [ Links ]

Jaramillo, Alejandra. «Nación y Melancolía. Narrativas de la violencia en Colombia, 1995-2005». Arbor, Ciencia, Pensamiento y Cultura, n° 724 (2007): 319-330. [ Links ]

Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid y Buenos Aires: Siglo XXI, 2002. [ Links ]

Le Goff, Jacques. El nacimiento del Purgatorio. Madrid: Taurus, 1981. [ Links ]

Losonczy, Anne-Mari. «Santificación popular de los muertos en los cementerios urbanos colombianos». Revista Colombiana de Antropología vol. 37, (2001): 6-23. Doi: https://doi.org/10.22380/2539472X.1273. [ Links ]

Luzardo, Julio. El río de las tumbas. Dirigida por Julio Luzardo. Colombia: Cine Colombia, 1964. [ Links ]

Mingorance Fidel, y Eric Arellana- E., coord. Cartografía de la desaparición forzada. Bogotá: Human Rigths Everywhere, 2019. [ Links ]

Molano, Alfredo. En medio del Magdalena Medio. Bogotá: Cinep, 2009. [ Links ]

Morin, Edgar. El cine o el hombre imaginario. Barcelona: Paidós, 2001. [ Links ]

Murillo, Amparo. «Historia y sociedad en el Magdalena Medio». Controversia, n° 174 (1999): 40-61. [ Links ]

Nieto, Patricia. Los Escogidos. Medellín: Sílaba Editores, 2012. [ Links ]

Ricci, François. «Le Cinéma entre l'imagination et la réalité». Revue Internationale de Filmologie, 1, n° 2 (1947): 162. [ Links ]

Rincón- Guille, Nicolás. En lo escondido. Dirigida por Nicolás Rincón -Guille. Bélgica, Colombia: VOA asbl, Céntre de l'Audiovisuel à Bruxelles, 2010. [ Links ]

Rincón- Guille, Nicolás. Los abrazos del río. Dirigida por Nicolás Rincón -Guille. Colombia: Cyril Jean, 2007. [ Links ]

Rincón -Guille, Nicolás Noche herida. Dirigida por Nicolás Rincón-Guille. Bélgica, Colombia: Voa films, CBA, FWB, RTBF, SCAM, 2017. [ Links ]

Rincón Guille, Nicolás. Tantas almas. Dirigida por Nicolás Rincón- Guille. Bélgica, Francia, Brasil: Medio de Contención Producciones, 2021. [ Links ]

Roca, Juan Manuel. Tres orillas en busca de un río. México: Colección Imaginaria, 2013. [ Links ]

Rubiano, Elkin. «Réquiem NN de Juan Manuel Echavarría: entre lo evidente, lo sugestivo y lo reprimido». Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas vol. 12, n° 1 (2017): 33-45. Doi: https://doi.org/10.11144/Javeriana.mavae12-1.rnnj. [ Links ]

Triana-De Los Ríos Ana Paola. «Construcción discursiva de la violencia y configuración de marcos de ausencia y de guerra en réquiem NN de Juan Manuel Echavarría». Tesis de maestría, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, 2017. [ Links ]

Wunenburger, Jean-Jacques. Antropología del imaginario. Buenos A ires: Ediciones del Sol, 2008. [ Links ]

Wunenburger, Jean-Jacques. Prólogo a Lo imaginario, de Gilbert Durand, 9-16. Barcelona: Del Bronce. 2000. [ Links ]

Zambrano- González, Joaquín. «Ánimas benditas del Purgatorio. Culto, cofradías y manifestaciones artísticas en la provincia de Granada». En El mundo de los difuntos: culto, cofradías y tradiciones, coordinado por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, 1071-1088. España: San Lorenzo del Escorial, 2014. [ Links ]

Sitios web

Caracol Radio. «"Tantas Almas" representará a Colombia en los Premios Goya 2022». https://caracol.com.co/emisora/2021/08/25/cartagena/1629899661_634726.html. [ Links ]

Echavarría, Juan Manuel. «Juan Manuel Echavarría». Acceso el 25 de abril de 2022. https://jmechavarria.com/es/#1 . [ Links ]

Echavarría, Juan Manuel. «Juan Manuel Echavarría Novenario en Espera». Acceso el 24 de abril de 2022. https://jmechavarria.com/es/work/novenario-en-espera/ . [ Links ]

Echavarría, Juan Manuel. «Juan Manuel Echavarría Réquiem NN». Acceso el 24 de abril de 2022. https://jmechavarria.com/es/work/requiem-nn/ . [ Links ]

0«Mapa del río grande de la Magdalena». https://es.vikidia.org/wiki/R%C3%ADo_Magdalena#/media/File:Magdalena-recorrido.jpg. [ Links ]

Museo de MEMORIA de Colombia. «Réquiem NN/ Juan Manuel Echavarría». https://museodememoria.gov.co/arte-y-cultura/requiem-nn/. [ Links ]

Otraparte. «Los abrazos del río. Dirigida por Nicolás Rincón-Guillé Colombia, 2010 - 72 minutos». https://www.otraparte.org/agenda-cultural/cine/los-abrazos-del-rio/. [ Links ]

Proimágenes Colombia. «Réquiem NN». https://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_colombianas/pelicula_plantilla.php?id_pelicula=2511Links ]

1 Jean-Jaques Wunenburger, prólogo a Lo imaginario, de Gilbert Durand (Barcelona: Del bronce, 2000), 10.

2Jean Chevalier, Alain Gheerbrant. Diccionario de los símbolos. Vol. II. (Bogotá: Editorial Solar, 2017), 20.

3Gilbert Durand, La imaginación simbólica (Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1971), 15.

4Gastón Bachelard, El agua y los sueños (México: Fondo de Cultura Económica, 1993); Gastón Bachelard, El aire y los sueños (México: Fondo de Cultura Económica, 2012); Gastón Bachelard, La tierra y los ensueños de la voluntad, (México: Fondo de Cultura Económica, 1994); Gastón Bachelard, Fragments d'une poétique du feu (París: PUF,1988).

5José Luis Brea, «Los estudios visuales. Por una epistemología política de la visualidad», en Estudios visuales. La epistemología, ed. José Luis Brea (Madrid: Akal, 2005), 9.

6Rafael Gómez Picón, Magdalena, Río de Colombia (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1983), 54.

7Wade Davis, Magdalena. Historias de Colombia (Bogotá: Editorial Planeta, 2021), 41.

8«Juan Manuel Echavarría», Juan Manuel Echavarría, acceso el 25 de abril de 2022, https://jmechavarria.com/es/#1.

9Durante la Colonia, los hijos de indígenas y negros.

10Davis, Magdalena..., 333.

11Germán Guzmán Campos, La violencia en Colombia (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1963), 56.

12Fidel Mingorance y Eric Arellana, coord., Cartografía de la desaparición forzada (Bogotá: Human Rigths Everywhere, 2019), 19.

13Manuel Alonso Espinal, «Conflicto armado y configuración regional: El caso del Magdalena Medio», Revista Estudios Políticos, n° 02 (1992): 88-89.

14Alfredo Molano, En medio del Magdalena (Bogotá: Cinep, 2009), 63.

15Amparo Murillo, «Historia y sociedad en el Magdalena Medio», Controversia, n° 174 (1999): 147.

16Murillo, «Historia y sociedad...», 150.

17Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Madrid y Buenos Aires: Siglo XXI, 2002), 48.

18Alejandra Jaramillo, «Nación y Melancolía», ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura, n° 724 (2007): 323,324.

19François Ricci, «Le Cinéma entre l'imagination et la réalité», Revue Internationale de Filmologie, 1, n° 2 (1947): 162.

20Edgar Morin, El cine o el hombre imaginario (Barcelona: Paidós, 2001), 180.

21Juan Manuel Roca, Tres orillas en busca de un río (México: Colección Imaginaria, 2013), 32

22«El río de las tumbas», dirigida por Julio Luzardo (Cine Colombia, 1964).

23«Los abrazos del río», dirigida por Nicolás Rincón Guille (VOA asbl, Céntre de l'Audiovisuel à Bruxelles, 2010).

24«En lo escondido», dirigida por Nicolás Rincón Guille (Cyril Jean, 2007).

25«Noche herida», dirigida por Nicolás Rincón Guille (Voa films, CBA, FWB, RTBF, SCAM, 2017).

26Carmen Elisa Acosta Peñaloza, «"Remá Remá". Las literaturas del río Magdalena», Revista Credencial, (2014): sp, acceso el 25 de abril de 2022, https://www.revistacredencial.com/node/1852.

27Jacques Le Goff, El nacimiento del Purgatorio (Madrid: Taurus, 1989),12.

28«Los abrazos del río», dirigida por Nicolás Rincón Guille (VOA asbl, Céntre de l'Audiovisuel à Bruxelles, 2010).

29«Los abrazos del río», dirigida por Nicolás Rincón Guille (VOA asbl, Céntre de l'Audiovisuel à Bruxelles, 2010).

30«Tantas almas», dirigida por Nicolás Rincón Guille (Medio de Contención Producciones, 2021).

31«Tantas Almas», Cinescuela, acceso el 25 de abril de 2022, https://www.cinescuela. org/acompanamientos-pedagogicos/es/pelicula/tantas-almas-221091.

32Le Goff, El nacimiento..., 412.

33Patricia Nieto, Los escogidos (Medellín: Sílaba Editores, 2012).

34«Réquiem NN», dirigida por Juan Manuel Echavarría (Fundación Puntos de Encuentro, 2013) y «Juan Manuel Echavarría Réquiem NN», Juan Manuel Echavarría, acceso el 24 de abril de 2022, https://jmechavarria.com/es/work/requiem-nn/

35Nieto, Los escogidos..., 73.

36Nieto, Los escogidos. , 75.

37La ya clásica obra de Le Goff, El nacimiento del purgatorio.. .,da cuenta de ello.

38Dante Alighieri, Divina Comedia (Madrid: Akal, 2021).

39Nieto, Los escogidos. , 37.

40Nieto, Los escogidos. , 46.

41Nieto, Los escogidos..., 68.

42Anne-Marie Losonczy, «Santificación popular de los muertos en los cementerios urbanos colombianos», Revista Colombiana de Antropología vol. 37 (2001): 12, Doi: https://doi.org/10.22380/2539472X.1273.

43«Juan Manuel.»

44«Juan Manuel Echavarría Novenarios en Espera», Juan Manuel Echavarría, acceso el 24 de abril de 2022, https://jmechavarria.com/es/work/novenario-en-espera/

45«Réquiem NN», dirigida por Juan Manuel Echavarría (Fundación Puntos de Encuentro, 2013).

46Elkin Rubiano, «Réquiem NN de Juan Manuel Echavarría: entre lo evidente, lo sugestivo y lo reprimido», Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas vol. 12, n° 1 (2017): 39, doi: https://doi.org/10.11144/Javeriana.mavae12-1.rnnj.

47Helwar Figueroa y Claudia Lorena Gómez, «"No olvidemos a los muertos". Animero y violencia en Puerto Berrío, Antioquia (Colombia)», Revista CS, n° 28 (2019): 140, doi: https://doi.org/10.18046/recs.i28.3328.

48Joaquín Zambrano González, «Ánimas benditas del Purgatorio. Culto, cofradías y manifestaciones artísticas en la provincia de Granada», en El mundo de los difuntos: culto, cofradías y tradiciones, coord. Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla (España: San Lorenzo del Escorial, 2014), 1077.

49Losonczy, «Santificación popular...».

50Le Goff, El nacimiento..., 232.

51Gastón Bachelard, El agua y los sueños. Ensayo sobre la imaginación de la materia (México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 110.

52Ana Paola Triana de Los Ríos, «Construcción discursiva de la violencia y configuración de marcos de ausencia y de guerra en réquiem NN de Juan Manuel Echavarría» (Tesis de maestría, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, 2017), 66.

53Juan Antonio Flores Martos, «Iconografías emergentes y muertes patrimonializadas en América Latina: Santa muerte, muertos milagrosos y muertos adoptados», Revista de Antropología Iberoamericana vol. 9, n° 2 (2014): 127, doi: https://doi.org/10.11156/ aibr.090202.

Citar este artículo Herrera, Martha Cecilia, y Alfonso Torres Carrillo. «El Magdalena, río de tumbas y ánimas benditas: las persistencias de las memorias». Historia Y MEMORIA, n° 26 (2023): 235-268. Doi: https:/doi.org/10.19053/20275137.n26.2023.14266

Recibido: 27 de Abril de 2022; Revisado: 08 de Junio de 2022; Aprobado: 13 de Octubre de 2022

*

Este artículo hace parte de los resultados de la investigación: «El río como teatro de la memoria. Violencia política y expresiones estético-artísticas en Colombia», llevado a cabo en el Doctorado Interinstitucional en Educación, en la sede de la Universidad Pedagógica Nacional, con código DIE-004-EAP-2, vigencia agosto 2021-agosto 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons