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Revista de Investigación, Desarrollo e Innovación

Print version ISSN 2027-8306On-line version ISSN 2389-9417

Revista Investig. Desarro. Innov. vol.10 no.2 Duitama Jan./June 2020  Epub Jan 20, 2021

https://doi.org/10.19053/20278306.v10.n2.2020.10214 

Artículos

Efectos del desplazamiento forzado sobre el acceso a la educación en Colombia

Effects of forced displacement on access to education in Colombia

Carolina Andrea Castiblanco-Castro1 

1 Abogada, Estudiante de maestría en derechos Humanos, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Chiquinquirá, Colombia. E-mail: carolina.castiblanco01@uptc.edu.co


Resumen

El conflicto armado en Colombia trajo consigo diferentes tipos de violaciones de los derechos humanos, entre ellas el desplazamiento forzado de millones de personas. Una de las causas más recurrentes del conflicto es el acrecimiento de la pobreza, promovida por los bajos niveles educativos. En esta investigación se busca conocer el comportamiento del acceso a los diferentes niveles de escolaridad, de las personas desplazadas forzosamente. La metodología se basa en una exploración de los principales indicadores sobre educación, tomados del Portal de Datos Abiertos del gobierno colombiano, junto con un análisis normativo que permite identificar la evolución de la política pública sobre desplazamiento. Se encontró que al nivel de primaria accede el 8%, al nivel de secundaria el 5% y al nivel de educación superior, no accede más del 2% de personas en condición de desplazamiento forzado interno. Se concluye que, dado que solo el 15% de los desplazados acceden a la educación formal, existe una gran vulnerabilidad de estos grupos poblacionales, lo que prolonga la pobreza intergeneracional, aumentando las posibilidades de generar malestar social.

Palabras clave: conflicto armado; educación; desplazados; normatividad colombiana

Abstract

The armed conflict in Colombia brought with it different types of human rights violations, including the forced displacement of millions of people. One of the most recurrent causes of conflict is the increase in poverty, promoted by low educational levels. This research seeks to know the behavior of access to different levels of schooling, forcibly displaced people. The methodology is based on an exploration of the main indicators on education, taken from the Open Data Portal of the Colombian government, together with a normative analysis that allows to identify the evolution of the public policy on displacement, it was found that the primary level accesses the 8 %, at the secondary level 5% and at the level of higher education, no more than 2% of people are admitted in conditions of forced internal displacement. It is concluded that, since only 15% of the displaced persons access formal education, there is a great vulnerability of these population groups, which prolongs intergenerational poverty, increasing the possibilities of generating social unrest.

Keywords: armed conflict; education; displaced people; Colombian regulations

1. Introducción

En la actualidad, Colombia transita por un proceso de consolidación de paz e inicio del posconflicto, un hecho coyuntural que lleva a una trasformación estructural a nivel político, económico y social del país (Barreto-Henríques, 2017). El conflicto armado colombiano trajo consigo diferentes tipos de violaciones de los derechos humanos, entre ellas el desplazamiento forzado de millones de personas (Ruscheinsky & Baltazar, 2013). Una de las causas más recurrentes del conflicto es el acrecimiento de la pobreza, promovida por los bajos niveles educativos.

La importancia de la escolaridad radica principalmente en que es un factor de superación de la pobreza, que permite la movilidad social ascendente, mediante la consecución de mejores ingresos, a la vez que disminuye la propensión a la reinserción armada (Vega-Monsalve & Ruiz-Restrepo, 2018). Este problema tiene una doble vía, puesto que las bajas condiciones de calidad de vida animaron el inicio de la guerra durante el siglo XX, a la vez que la guerra misma afectó el acceso a la educación de la población desplazada (Rojas, 2007). En este sentido, se puede delimitar el problema de acceso a la educación desde el inicio de la guerra. Con ella comenzó una interacción entre grupos armados ilegales, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Estado colombiano, a la cual le siguió una lucha en varios frentes con otros grupos ilegales, como los narcotraficantes y el paramilitarismo (Grupo de Memoria Histórica, 2012).

Lo anterior generó la ocupación ilegal de tierras y el desplazamiento de personas que a priori no contaban con altos niveles de escolaridad, , principalmente población campesina, puesto que se encontraban en zonas rurales de difícil acceso al servicio educativo (Forero, 2017). Esto produjo una transferencia social que llevó a los siguientes escalones generacionales, a enfrentar una serie de decisiones entre: el trabajo informal, la subsistencia y la falta de acceso a instituciones educativas formales en las ciudades.

En el contexto de la violencia contemporánea en Colombia, según el Centro Nacional de Memoria Histórica (2015), más de seis millones de personas se han visto forzadas a desplazarse dentro y fuera del territorio nacional, viéndose obligadas a abandonar sus hogares, sus tierras, sus bienes, sus comunidades y sus costumbres. Además del costo social, político y cultural que significa el fenómeno del desplazamiento forzado, este flagelo ha traído consigo también un alto costo fiscal para el país. Esto se refleja en que solo entre los años 2000 y 2003, se destinó el 0,9 % en el presupuesto general de la nación, para atender la población desplazada en Colombia (Soledad-Suescún & Egea-Jiménez, 2011).

El desplazamiento ha afectado transversalmente las vidas de los colombianos que durante décadas han vivido consecuencias de una guerra que aún no termina. Sin embargo, las políticas ejecutadas por el Estado Colombiano no han sido suficientes para atender y prevenir esta problemática, y mucho menos han servido para reparar a las víctimas y responsabilizar a los culpables de este flagelo. (Avila-Canal, 2011).

Usualmente, el desplazamiento es visto como una problemática secundaria, justificada como una consecuencia al largo conflicto armado interno que se ha vivido en Colombia por más de seis décadas. Si bien es cierto que el origen del desplazamiento forzado ha sido a causa del conflicto armado, este no representa el único factor causante del mismo, pues existen otros factores que también inciden en su existencia, como: el narcotráfico, alianzas criminales entre Estado y grupos armados ilegales, así como motivaciones ideológicas, políticas y económicas (Arango-Domínguez, 2008; Salinas-Abdala, 2014; CNRR, 2007; García-Norato & García-Norato, 2019).

En esta investigación se busca conocer el comportamiento del acceso a los diferentes niveles de escolaridad, de las personas desplazadas forzosamente. La metodología se basa en una exploración de los principales indicadores sobre educación, tomados del Portal de Datos Abiertos del gobierno colombiano, junto con un análisis normativo que permite identificar la evolución de la política pública sobre desplazamiento.

2. Marco teórico y metodología

2.1 El desplazamiento forzado en Colombia

El desplazamiento forzado es una forma de violencia que se vivencia en el conflicto colombiano. Si bien es ampliamente conocido que el desplazamiento forzado se convirtió en una grave problemática social a finales del siglo XX y comienzos del XXI, sus orígenes están en la época de la colonia e independencia (Forero-Salcedo, 2019). No se puede considerar como un fenómeno reciente, sino como un suceso que se ha venido presentando a lo largo de la historia de Colombia, como en el caso del conflicto bipartidista de mitad del siglo XX (Molano, 2000).

Uno de los primeros sucesos que exacerbó el desplazamiento, fue el asesinato del líder liberal y candidato a la presidencia, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Este suceso desencadenó una serie de enfrentamientos entre miembros de los partidos conservador y liberal (Rodríguez-Sánchez, 2017). Este periodo de violencia fue oficialmente superado con el llamado Frente Nacional de 1958, que buscaba reducir confrontaciones ideológicas. Sin embargo, este pacto no pudo reprimir las incesantes disputas violentas entre dichos partidos. Además, la exclusión y limitación de la participación política a otros sectores que surgían con nuevas propuestas e ideologías, generó una inconformidad profunda que dio lugar a un conflicto armado interno, a partir del surgimiento de grupos guerrilleros subversivos (Córdoba-Jojoa & Vela-Quiroz, 2017).

Para 1964, el panorama de confrontaciones y divisiones políticas e ideológicas en Colombia originaría uno de los elementos fundamentales del conflicto armado en el país, el nacimiento de insurgencias armadas con ideologías comunistas y castristas, como: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN (CNMH, 2015). Estas guerrillas se expandieron rápidamente a zonas donde residían campesinos pobres, y a lugares con escasa o nula presencia del Estado, lo que llevó al desplazamiento forzado de civiles, que buscaban huir del conflicto y la violencia.

Una de las razones por las que no se puede cuantificar el número exacto de víctimas de desplazamiento forzado, es el tardío reconocimiento del conflicto por parte del Estado, pues solo hasta 1997 el gobierno promulgó la ley 387, creando el Registro Único de Víctimas, RUV (GMH, 2013). El RUV constituye una de las principales herramientas para acceder a las cifras de desplazamiento forzado en Colombia, aunque su periodo de cobertura inició apenas en 1996. No obstante, Existen organizaciones no gubernamentales que se dieron a la tarea de llevar este registro, como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, CODHES, quienes estiman que solo entre 1985 y 1995, fueron desplazadas de forma violenta más de 819 mil personas (GMH, 2013).

En paralelo al conflicto ideológico y político, en los años ochenta y noventa se produce la incursión de los cultivos ilícitos, como: la marihuana, la amapola y la coca. El surgimiento del narcotráfico en Colombia generó grandes cambios en la economía nacional, así como en las dinámicas del conflicto armado interno (Zuluaga-Mogollón, Zuluaga-Mogollón & Rozo-Leguizamón, 2019). Esto generó otro período de desplazamientos forzados, causado por la disputa entre guerrillas y grupos criminales, que buscaban controlar territorios estratégicos para el cultivo y tráfico de droga.

Tomando como punto de referencia a 1980, año declarado por la Corte Constitucional (2004), como: el inicio de la dimensión del desplazamiento forzado en Colombia, y hasta 2012, año en que iniciaron oficialmente los diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, es posible tener una aproximación al número de personas víctimas del desplazamiento forzado. Según el RUV, para el año 2002 el total de desplazados era de 2.014.893 personas. Luego, como consecuencia de la expansión territorial de grupos paramilitares y la ofensiva militar por parte del estado para enfrentar a la guerrilla, se acrecentó el desplazamiento forzado, pues solo entre 2003 y 2012, un total de 2.729.153 personas fueron desplazadas (GMH, 2013).

El 4 de septiembre de 2012, el presidente de Colombia anunció públicamente el inicio de los diálogos y la instalación de una mesa de concertación con la guerrilla de las FARC, en búsqueda de un acuerdo de paz. Este acontecimiento constituye un antes y un después en la historia del conflicto armado interno colombiano. Sin embargo, la desmovilización de las FARC no representó una disminución en la cantidad de víctimas de desplazamiento forzado, pues tan solo en 2017 hubo un aumento de más de 250 mil desplazados en Colombia, llegando a un total de 7.700.000 (ACNUR & UNHCR, 2018). Este incremento se debió al actuar delictivo de otros actores violentos, como: el ELN, las Bandas Criminales (BACRIM), y las disidencias de las FARC, entre otros (Reinoso-Pérez et al., 2019)

2.2 El papel de la educación

El desplazamiento forzado en Colombia ha afectado a hombres, mujeres y niños, de distintas edades, etnias y orígenes culturales, lo que representa un daño colectivo a la sociedad colombiana (Caballero & Mosquera, 2014). Sin embargo, son los Niños, Niñas y Adolescentes, NNA, víctimas de desplazamiento forzado, quienes se ven mayormente afectados por este flagelo. Esto ya que se ven obligados a abandonar las escuelas donde desarrollan habitualmente su formación educativa, para huir del conflicto y la violencia que los amenaza. El papel de la educación en el bienestar humano es definitivo, desde la formación el capital humano y social, hasta las facultades de libertad y desarrollo. Como lo promulga Kant (1943, citado por Bedetti, Medina y Morales (2019), el ser humano en el momento de nacer posee toda una serie de facultades, que la educación debe desarrollar y potenciar.

En este sentido, se entiende que la educación es un factor dinamizador para una mejor sociedad, que sin importar el contexto político-social en que se encuentre el país, debe garantizarse en todo momento el acceso a esta. Es entonces deber y responsabilidad del estado, brindar y acompañar el adecuado proceso educativo a los NNA del país, más aún a los menores en condición de desplazamiento forzoso (Rojas, 2007).

Tal y como lo ha reconocido la Corte Constitucional (2008), mediante Auto 251/08, los NNA son las víctimas del desplazamiento forzado más débiles y expuestas dentro del flagelo del desplazamiento forzoso. Según las cifras del Registro Único de Víctimas, RUV, es evidente que los NNA constituyen el grupo más extenso de personas obligadas a desplazarse, con ocasión del conflicto armado interno y la violencia en Colombia. A corte de 31 de diciembre de 2014, este grupo poblacional representaba el 41,5 por ciento del total de la población desplazada (ACNUR & UNHCR, 2018). En cuanto a las instituciones educativas, no basta con que los NNA dispongan de un cupo en las escuelas o colegios, garantizado por su condición de desplazados, como única solución para la restitución del derecho fundamental al estudio. Estas instituciones deben atender de forma adecuada a todos sus estudiantes, ajustando sus métodos y criterios de enseñanza, para así poder concretar una efectiva inclusión de todos los estudiantes y evitar la deserción escolar (Gutiérrez-Rodríguez, 2018).

2.3 Diseño metodológico

La metodología usada en esta investigación, se basa en una exploración estadística de los principales indicadores que repercuten en la educación de la población desplazada, junto con un análisis normativo que permite identificar la evolución de la política pública colombiana, encaminada a mitigar los efectos del desplazamiento forzado. Los datos para el análisis empírico provienen del Portal de Datos Abiertos, PDA (2019), del gobierno de Colombia sobre desplazamiento.

En este caso, una investigación que desarrolle metodologías compuestas puede suministrar respuestas más completas, que las provistas por métodos cuantitativos o cualitativos aplicados de forma aislada (Silva-Cañaveral, 2016). Se puede aplicar este método dependiendo de las preguntas planteadas, como lo indican Hernández-Sampieri, Fernández-Collado y Baptista-Lucio (2010), quienes afirman que hay preguntas que no pueden responderse con metodologías cuantitativas, mientras otras no pueden responderse mediante estudios cualitativos. En este caso, el uso de ambos métodos facilita responder la pregunta problema, porque muestra cómo se aborda el acceso a la educación desde la evidencia y desde el normativismo.

En este sentido, Tashakkori y Teddlie (2003), establecen que una investigación puede estudiar un efecto o fenómeno, social en este caso, sobre estadísticos de datos cuantitativos, y después explorar las razones detrás del efecto observado. En este caso, lo jurídico permite realizar tesis e hipótesis de algunos hechos, mientras que lo cuantitativo permite efectuar su comprobación empírica. Por ello, la metodología mixta es la adecuada en el presente estudio.

El análisis empírico se realizó sobre los datos del PDA, actualizados al año 2017, donde se observaron las principales variables de acceso a la educación, como género y tipo de desplazamiento. Igualmente, se analizaron los niveles educativos y su relación con la edad de los desplazados que acceden a ellos. El análisis normativo se hace sobre leyes, decretos y normas aplicadas en el país, para enfrentar el problema de bajo acceso a la educación de los desplazados.

3. Resultados y discusión

3.1 Evidencia empírica

En esta sección se analizan los datos de la escolaridad, medida como años promedio de educación de la población víctima del conflicto. En la tabla 1, la primer columna indica los niveles educativos, a saber: preescolar, básica primaria y secundaria, media y superior. Igualmente, la columna 2 presenta la frecuencia con que se repiten en la muestra; de ella se calculan los percentiles de la acumulación de estas medias para observar el porcentaje de cada una de las categorías (columna 3).

En cuanto al grado educativo por años de escolaridad (tabla 1), se observa que al nivel de primaria (hasta grado 5), accede alrededor del 8.8% de desplazados; a secundaria (hasta el grado 11), alrededor de 5.63%; mientras que a la educación superior (mayor al grado 12), no accede más del 2% de personas en condición de desplazamiento forzado. Las cifras indican un panorama desalentador, porque: menos del 15% de la población desplazada accede a la educación formal, y de ellos la mitad lo hace en niveles bajos, un 30% en niveles medios y menos del 20% a niveles altos.

Tabla 1 Educación de población desplazada total y por sexo. 

Grado Freq. Percent Cum. Fem. Mas.
0 432 4.49 4.51 205 227
1 483 5.02 9.53 237 246
2 626 6.51 16.04 276 350
3 835 8.68 24.72 379 456
4 781 8.12 32.84 348 433
5 854 8.88 41.72 413 441
6 1 11.54 53.26 523 587
7 1 10.75 64.01 511 523
8 959 9.97 73.98 510 449
9 730 7.59 81.57 414 316
10 748 7.78 89.34 426 322
11 542 5.63 94.98 295 247
12 11 0.11 95.09 8 3
13 2 0.02 95.11 2 0
22 2 0.02 95.13 1 1
23 109 1.13 96.27 44 65
24 158 1.64 97.91 57 101
25 190 1.98 99.89 93 97
26 11 0.11 100.00 1 10
Total 9619 100 4745 4874

La tabla 1 refleja una situación preocupante, pues una baja escolaridad llevaría a la población desplazada a condiciones laborales inestables, como: empleos informales con baja o nula protección social, estados de subsistencia, trabajo infantil y delincuencia (Vera-Márquez, Palacio-Sañudo & Patiño-Garzón, 2014). En otras palabras, alrededor del 75% de desplazados tiene alta probabilidad de mantener baja calidad de vida y estar en situación de pobreza. Además, los pocos que acceden a una institución educativa o accedieron en el pasado, lo hacen en grados bajos, por lo que su situación de vulnerabilidad también es alta.

Al desagregar por género, se encuentra cierta paridad entre hombres y mujeres desplazados con acceso a la educación en todos los niveles educativos, donde la gran mayoría llegan hasta los grados quinto, sexto y séptimo de la educación básica. La mayoría de personas está por debajo de estos grados, donde la población no accede a la secundaria porque no llega a culminar la primaria. El grupo más pequeño es el de la educación superior, donde los hombres aventajan a las mujeres, en la educación técnica, tecnológica y Universitaria.

La disparidad de género se observa en los grados de escolaridad altos, donde los hombres cuentan con ventaja porque acceden más a grados de educación superior, por lo que podrían ingresar a empleos formales y tener mayores ingresos futuros. En contraste, las mujeres se pueden ver desplazadas a oficios de hogar, al tener un bajo acceso a la educación superior. Esto es una constante en Colombia y en algunos países de América Latina, donde las mujeres quedan rezagadas en términos educativos, lo cual repercute en su trayectoria laboral y riqueza (Busso, Bassi, Urzúa & Vargas, 2012; Garrido-Hurtado & Valderrama-Cardona, 2016). Esto implica que la situación de la mujer desplazada puede verse afectada por el hecho mismo del desplazamiento, así como por el ser mujer en una sociedad con desigualdad de género.

En la tabla 2 se observa que la mayoría de los desplazados es joven, donde las personas entre 10 y 15 años se ubica en los niveles de primaria y secundaria, mientras que los adultos poseen menores niveles de escolaridad. Esto supone que los jóvenes tienen acceso a niveles educativos más altos que sus padres. Sin embargo, no son niveles educativos de los cuantíles superiores que les permitan encontrar un empleo formal, por lo cual pueden persistir en situaciones de empleos inestables, de baja calidad y bajos ingresos (Castillo-Robayo, da Silva-Bichara & Pérez-Trujillo, 2017).

Tabla 2 Educación de personas desplazadas por grupo etario. 

d_edad/ d_grado 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 22 23 24 25 26 Total
6 17 265 115 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 399
7 3 86 297 149 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 537
8 1 30 107 366 113 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 621
9 1 4 65 178 308 121 4 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 682
10 0 4 22 68 178 324 152 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 750
11 0 0 10 36 83 185 367 119 4 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 804
12 0 2 3 23 43 99 219 365 69 4 0 0 0 0 1 0 0 0 0 828
13 0 0 3 8 31 66 193 243 349 57 1 0 0 0 0 3 0 0 0 954
14 1 0 2 3 22 40 114 175 234 314 61 0 0 0 0 11 2 0 0 979
15 0 0 0 2 0 10 38 86 190 159 281 51 0 0 0 21 15 5 0 858
16 0 0 0 0 1 3 22 28 77 122 243 234 0 0 0 30 39 11 0 810
17 0 0 0 0 0 1 1 11 30 56 101 153 4 0 0 12 38 61 1 469
18 0 0 0 0 0 1 0 4 4 12 42 83 4 0 0 9 24 43 2 228
19 0 0 0 0 0 0 0 0 1 6 12 13 0 0 0 7 19 30 4 92
20 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 4 6 0 2 0 1 5 5 2 26
21 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 3 0 0 0 0 1 5 8 1 18
22 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 2 0 0 1 2 9 0 16
23 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 2 4 0 8
24 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 3
25 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 2
26 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 2
27 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 3 0 1 0 4
28 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1
29 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 0 2
30 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2
30 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1
31 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1
34 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1
35 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 4 1 1 0 6
37 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 2
38 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 2 0 4
39 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 3 0 4
40 118 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 120
44 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 2
50 289 92 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 381
56 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1
58 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 1
Total 432 484 628 838 785 859 1116 1041 967 739 758 553 23 15 24 131 182 215 37 9619

Los indicadores de la tabla 2 muestran un panorama que se presenta en todo el país. En este sentido, García-Estévez y Castillo-Robayo (2019), afirman que los jóvenes en general tienen mayor acceso a la educación que las generaciones anteriores, por lo cual los desplazados estarían en desventaja en dos sentidos: uno por tener familias con bajo acceso a la educación, y dos porque, aunque la mayor parte de los jóvenes acceden más a la escolaridad, los desplazados no superan la educación básica.

Lo anterior se realimenta con la estructura de mercado e instituciones educativas, porque: el mercado excluye a los no educados y las instituciones no generan la cobertura educativa necesaria para toda la población, en la cual quienes menor cobertura tienen son jóvenes desplazados. Esto puede llevar a una transición de pobreza y vulnerabilidad transgeneracional, donde los desplazados no solo afrontan la pérdida de patrimonio por la usurpación de sus bienes, sino que deben afrontar los problemas de las ciudades en desventaja con quienes no son desplazados, especialmente en cuanto a su nivel educativo.

En la tabla 3 se analiza el acceso a la educación de las personas desplazadas. Este se da principalmente en la educación tradicional, con valores inferiores para programas alternativos (tercera columna), como: escuela nueva, formación en educación media, junto con programas virtuales a través de nuevas tecnologías.

Tabla 3 Formas de acceso a la educación de población desplazada. 

Gen/Prog Educación Escuela Formación
F 3478 604
M 3320 819
Total 6798 1423

La tabla 3 también indica que en los programas del gobierno, implementados específicamente para poblaciones en condición de vulnerabilidad, se facilita el acceso en mayor medida de las mujeres a centros educativos formales (segunda columna), como: colegios, institutos técnicos o universidades. Según Jiménez-Becerra (2012), se trata de educación en las escuelas tradicionales, usualmente en la comunidad donde residen, por lo que la cobertura queda supeditada a la inclusión en instituciones que ya existen. Esto tiene la ventaja de la integración social, pero, al no crearse nuevas instituciones, se genera un déficit en la cobertura educativa de los desplazados. Aunque hombres y mujeres acceden en proporción similar a la educación tradicional, se observa una disminución del acceso de la población femenina a los programas alternativos, lo que puede crear una brecha de género en este aspecto.

Los resultados anteriores implican que, como consecuencia de un bajo acceso a la educación, las víctimas de desplazamiento forzado tienen baja probabilidad de mejorar sus condiciones de vida. Esto, ya que no se forma el capital humano necesario para acceder a empleos mejor remunerados, lo que incluye protección social y ahorro pensional, garantizando ingresos a futuro (Parra-Penagos & Rodríguez-Fonseca, 2016). Esto significa que las personas que no encuentran empleo no tienen los mecanismos para subsistir, porque gran parte del ingreso de los hogares provienen de los salarios recibidos por el trabajo. Sin un empleo, no se daría el flujo de efectivo hacia los hogares, por tanto, estas personas quedarían en un estado de vulnerabilidad si no encuentran otra fuente de ingresos o el Estado tendría que ampliar los programas sociales, para garantizar el mínimo vital. (Balza-Franco & Cardona-Arbeláez, 2015).

En suma, el desempleo puede ligarse a la carencia de ingresos de algunas familias y la pobreza de algunas poblaciones. Como lo muestran García-Estévez y Castillo-Robayo (2019), las personas más educadas acceden a los empleos formales con mejores salarios y son menos propensos a estar en situaciones vulnerables, como la pobreza. Es decir, facilitar el acceso a la educación para los desplazados, ayudaría a salir del círculo vicioso que es un determinante del origen de la guerra en Colombia.

3.2 Marco normativo de la protección a los menores en condición de desplazamiento

A medida que el estado fue tomando conciencia del verdadero contexto y alcance del desplazamiento forzado, en Colombia se fueron promulgando diferentes normas, leyes y decretos, que buscaban mitigar este flagelo, las cuales se presentan en la tabla 4.

Tabla 4 Normativa sobre desplazamiento forzado en Colombia. 

General
Disposición Número Tema Fecha Concepto.
Conpes 2804 Planeación 1995. El Gobierno Nacional reconoce la existencia del fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia, representando uno de los primeros avances para brindar atención integral a este fenómeno.
Ley 387 Desplazados 1997. Buscaba definir la condición de desplazado y establecer un sistema único de registro de víctimas, para obtener una cifra total de personas víctimas de desplazamiento forzado, reflejando así la magnitud de este fenómeno en términos cuantitativos
Decreto 173 Desplazados 1998. Señalaba los objetivos del Plan Nacional para la Atención Integral de la Población Desplazada, y disponía de las estrategias para la ejecución de cada uno de los componentes, como: las acciones, programas y proyectos que deben desarrollar las entidades encargadas de la atención del desplazamiento (DNP, 1995).
Conpes 3057 Planeación 1999. Definió de manera general la magnitud y las características del desplazamiento forzado en Colombia.
Decreto 2569 Desplazados 2000. Reglamentó, 3 años después, la Ley 387, causando que los recursos destinados para la atención al desplazamiento forzado no fueran suficientes. Esto debido a su tardía reglamentación y a la no consulta de experiencias previas sobre la atención al desplazado (Aguilera-Torrado, 2001).
Plan Nacional - Desplazados 2005. El gobierno de la época, expide el plan nacional para atención integral a la población desplazada por la violencia, elaborado por la oficina de Acción Social, como coordinadora del Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada (SNAIPD), de conformidad con los artículos 9 y 10 de la Ley 387/97 (DNP, 2005).
Ley 1448 Víctimas 2011. El gobierno de entonces, sancionó la ley 1448 de 2011, conocida como la Ley de Víctimas, que representa la más ambiciosa apuesta de Derechos Humanos hecha por el estado. Reconoce plenamente los derechos de las víctimas de la guerra, generando un marco legal sólido para atenderlas, repararlas, y restituir sus tierras y garantizar la no repetición de los hechos (OIM, 2015).
Educación
Disposición Número Tema Fecha Concepto.
DUDH - D.D.H.H 1949. Declaración universal de los derechos humanos de 1.949, en la que se busca la inclusión de estudiantes en situación vulnerable y la reducción de las barreras para el aprendizaje y el aumento de la participación de los estudiantes que pueden llegar a ser excluidos.
Constitución - Educación 1991. Principal guía en las acciones que buscan la inclusión de las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Se destacan los artículos 7, 10, 13, 27, 63, 68, 70 y 243, donde se determina la obligación del Estado de brindar atención educativa a cada uno de los ciudadanos del país.
Ley 115 Educación 1994. También conocida como la Ley de Educación en Colombia. Entre otros, establece una serie de lineamientos en materia educativa para generar una cobertura general e inclusión integral de todos los niños, niñas y adolescentes, sin importar su raza o condición social (MEN, 2005).
Circular - Educación 2000. Circular conjunta del MEN y la Red de Solidaridad Social, en la que se reglamenta que la educación para población en desplazamiento, se garantizará en cualquier momento del año, sin la exigencia de mayores prerrequisitos y de forma completamente gratuita.
Decreto 2562 Educación 2001. Reglamenta la Ley 387 de 1997, en cuanto a la prestación del servicio público educativo a la población desplazada por la violencia.
Resolución 23 Educación 2002. Frente a la situación del desplazamiento forzado, en términos de la ONU, la protección de este derecho reviste una gran importancia para la posterior exigibilidad de otros derechos y el desarrollo pleno de la ciudadanía por parte de esta población. La Resolución 23/02 de la Comisión de Derechos Humanos, insta a todos los estados a garantizar plenamente el derecho a la educación (ACNUR, CEDHUL & Generalitat Valenciana, 2004).
Decreto 250 Educación 2005. Garantiza la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo y el planteamiento de programas flexibles para su atención educativa.

Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1949, pasando por la Constitución Política de Colombia en 1991, y la ley 1448 de 2011 -ley de víctimas- entre otras, tanto a nivel internacional como nacional se han venido expidiendo normas, decretos, y resoluciones que buscan reconocer y proteger los derechos esenciales que le asisten a las personas en condición de desplazamiento forzado. El estado colombiano, para garantizar una efectiva prestación del derecho fundamental a la educación a los desplazados forzosos, en las últimas tres décadas ha expedido diferentes normas que buscan mitigar los efectos negativos que trae consigo el conflicto armado (Rueda, Paz & Avendaño, 2019).

El triste flagelo del desplazamiento forzado en Colombia, desde sus inicios a mediados del siglo XX, ha alcanzado dimensiones alarmantes, generando graves perjuicios al bienestar social de los colombianos, impidiendo su crecimiento integral como país. Sin embargo, el tardío reconocimiento del verdadero contexto del conflicto armado interno y el desplazamiento forzado en el país, así como la lenta implementación de estas normas o la no consulta de experiencias previas a la atención al desplazado y su problemática, hacen que los recursos destinados para la atención de este problema, sean insuficientes.

4. Conclusiones

El conflicto armado en Colombia ha tenido diversos orígenes, desde la composición social a partir de la colonia, los conflictos bipartidistas, la concentración de la tierra y la pobreza, entre otros. Este último factor se estudia de forma multidimensional, siendo uno de sus aspectos clave el acceso a educación de calidad. Este determinante es una causa y consecuencia del conflicto armado en el país, donde la falta de educación formal genera bajo capital humano y pobre desarrollo individual y social, lo que aumenta las desigualdades y la baja calidad del empleo.

Lo anterior se suma a la escasa inversión y tecnificación del campo, lo que limita el acceso a activos y patrimonios productivos, que ayudaron a configurar la llegada del narcotráfico a estas regiones, profundizando el conflicto y el desplazamiento forzado. En las ciudades tampoco se dio un mecanismo de ayuda eficiente para aumentar la cobertura educativa, lo cual genera un proceso de revictimización de estas personas por falta de acceso a educación formal. Ello se comprobó en los datos empíricos y la normativa estudiada.

En este sentido, una parte mínima de los desplazados, cuantificados por el Estado, tiene niveles de escolaridad formal, y los que accedieron a algún tipo de educación, lo hicieron con bajos niveles educativos, como primaria y secundaria. Es decir que solo existe un pequeño grupo de desplazados con educación superior, que les permita tener movilidad social ascendente. Esto confirma una de las premisas de esta investigación: que la carencia de educación (vista en la población mayor), ayudó a configurar la pobreza el siglo pasado, y se convirtió en un problema intergeneracional, donde los jóvenes actualmente tampoco pueden acceder, reproduciendo la vulnerabilidad en sus condiciones de vida.

Los diferentes gobiernos e instituciones del Estado: configuraron, crearon y ejecutaron diversos programas y políticas públicas de apoyo a la población desplazada, la mayoría como un conjunto de normas y ayudas para mitigar los problemas estructurales del desplazamiento. Sin embargo, no fueron, ni lo son actualmente, suficientes para aliviar este problema, puesto que las normas no tuvieron en cuenta la particularidad del acceso a la educación, viéndolo como un aspecto común a todas las políticas. Es decir, no se tomó a la población desplazada como un grupo específico de intervención Estatal, en términos educativos.

En la coyuntura del posconflicto, se hace necesario enfocar el problema del acceso a la educación en la población desplazada, mediante los incentivos a instituciones educativas, en mayor medida en la transición de la educación básica a la superior. Esto incrementará la cantidad de estudiantes y egresados, facilitando la movilidad social. Asimismo, es necesaria la generación de capital humano, a través de instituciones públicas, como el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, que actúa como soporte de la política de reinserción, mediante la capacitación en oficios productivos.

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Cómo citar este artículo: Castiblanco-Castro, C. A. (2020). Efectos del desplazamiento sobre el acceso a la educación en Colombia. Rev.investig.desarro.innov., 10 (2), 297-310

Recibido: 04 de Julio de 2019; Aprobado: 19 de Septiembre de 2019

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