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Aletheia. Revista de Desarrollo Humano, Educativo y Social Contemporáneo

On-line version ISSN 2145-0366

Aleth. rev. desarro. hum. educ. soc. contemp. vol.9 no.1 Bogotá Jan./June 2017

 

Artículos de investigación

El antimilitarismo como postura de vida que habita y transita los cuerpos de jóvenes en un colectivo colombiano*

Anti-Militarism as Life Perspective that Inhabits and Transits the Bodies of Young People in a Colombian Collective

O antimilitarismo como postura de vida que habita e transita os corpos de jovens em um coletivo colombiano

Héctor Rabio Ospina** 

Mónica Salazar-Castilla*** 

Valentina Velásquez-Buriticá**** 

** Doctor en Educación. Profesor e investigador, director-editor, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales en Niñez y Juventud, Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde-Universidad de Manizales, Colombia. Orcid: 0000-0003-0767-5273. Correo electrónico: revistaumanizales@cinde.org.co.

*** Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales Niñez y Juventud, Cinde-Universidad de Manizales, Colombia. Formadora-investigadora programa nacional "Niños, Niñas y Jóvenes Constructores-as de Paz". Coordinadora grupo de trabajo Clacso "Educación popular y pedagogías críticas Latinoamericanas". Orcid: 0000-0003-4797-4198. Correo electrónico: msalazarc@cinde.org.co.

**** Magíster en Educación y Desarrollo Humano, Universidad de Manizales-Cinde, Colombia. Asistente de investigación proyecto "Movilizaciones de acción política de jóvenes en Colombia desde la paz y la noviolencia". Orcid: 0000-0003-2595-724X. Correo electrónico: valenvelasquez45@gmail.com.


Resumen

Este artículo presenta los resultados de la investigación "Movilizaciones de acción política de jóvenes en Colombia desde la paz y la noviolencia", en relación con el Kolectivo Antimilitarista de Medellín. Estos jóvenes han sido marcados por la violencia, la guerra, el narcotráfico, el paramilitarismo, las milicias, el Estado como generador de guerra, y el patriarcado que domina sus territorios y cuerpos. Esto ha derivado en el antimilitarismo como postura y como posición radical de no a la guerra, de no hacer uso de las armas, de no aceptar ningún tipo de dominación, de romper con la militarización de la vida a través de la desobediencia, la objeción de y por conciencia, y la resistencia.

Palabras clave: (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco): antimilitarismo; objeción de conciencia; jóvenes; asambleísmo; (Autores): reconocimiento, cuerpo, amistad

Abstract

This article analyzes the results of the study titled "Mobilizations of Political Action by Young People in Colombia Based on Peace and Non-violence", from the Kolectivo Antimilitarista youth collective in the city of Medellín. These young people have been marked by violence, war, drug trafficking, paramilitary groups and militias, as well by the State as a generator of war and by the patriarchy that dominates their territories and bodies. This has resulted in these young people adopting anti-militarism perspectives and radical positions to say "no" to war, to the use weapons and to any type of domination in order to break away from the militarization of life through disobedience, conscientious objection and resistance.

Keywords: (Social Science Unesco Thesaurus): antimilitarism; conscientious objectors; youth; assemblies; (Authors): recognition, body, friendship

Resumo

Este artigo apresenta os resultados da pesquisa "Mobilizações de ação política de jovens na Colômbia desde a paz e a não violência", em relação com o Kolectivo Antimilitarista de Medellín. Esses jovens foram marcados pela violência, a guerra, o narcotráfico, o paramilitarismo, as milícias, o Estado como gerador de guerra e o patriarcado que domina seus territórios e corpos, o qual derivou no antimilitarismo como postura e como posição radical de não à guerra, de não fazer uso das armas, de não aceitar nenhum tipo de dominação, de acabar com a militarização da vida através de desobediência, a objeção da e pela consciência e a resistência.

Palavras chave: (Tesauro de Ciências Sociais da Unesco): antimilitarismo; objeção de consciência; assembleísmo; (Autores): reconhecimento, corpo, amizade

Introducción

En el marco del programa de investigación "Sentidos y prácticas políticas de niños, niñas y jóvenes en contextos de vulnerabilidad en el Eje Cafetero, Antioquia y Bogotá: un camino posible para consolidación de la democracia, la paz y la reconciliación mediante procesos de formación ciudadana", se desarrolló el proyecto "Movilizaciones de acción política de jóvenes en Colombia desde la paz y la noviolencia", cofinanciado por Colciencias y el Consorcio Universidad de Manizales-Cinde-Universidad Pedagógica Nacional. El proyecto trabajó con cinco colectivos1 que actúan políticamente desde distintos enfoques.

La investigación se pregunta por la movilización que hace posible su accionar y aquellos aspectos que desean transformar frente a la paz, la reconciliación y la democracia en sus territorios. En el proceso de análisis de la investigación se encuentra que los jóvenes deconstruyen estos conceptos, argumentando que son sugeridos por la política gubernamental del presidente Juan Manuel Santos dentro de las negociaciones de una paz burguesa que ancla sus raíces en el liberalismo civilizatorio moderno. En vez de paz, los moviliza la acción colectiva en el antimilitarismo y la objeción de conciencia. La reconciliación la llevan al plano del reconocimiento, de la memoria, de la conciencia histórica y en vez de la democracia proponen los procesos de organización asamblearia, en la que se reconocen las distintas voces, se discute, se llega a acuerdos y se argumentan los disensos (poner nuestro argumento frente a esto).

El artículo presenta tres momentos del Kolectivo Antimilitarista de Medellín: primero, las condiciones que hicieron posible su surgimiento; segundo, las apuestas políticas en las que se expresan las posturas frente al antimilitarismo, la objeción de conciencia, el reconocimiento y la recuperación de la memoria; y, finalmente, los procesos de organización desde el asambleísmo y el cuerpo como herramienta política.

El horizonte crítico se articula a un acercamiento al pensamiento latinoamericano, desde el cual se analizan las posturas de los jóvenes del Kolectivo.

Metodología

La metodología prioriza la comprensión de la realidad teniendo en cuenta que esta es producto de un proceso histórico de construcción en el que resulta determinante la lógica y el sentir de sus protagonistas. Se soporta en la postura hermenéutica-comprensiva que privilegia la comprensión y la relevancia cultural de los sujetos y sus prácticas desde los significados, sentidos, acciones y discursos de los actores, para entender las lógicas y las interpretaciones de las relaciones sociales en las prácticas.

La investigación se desarrolló en cuatro momentos: descripción, sistematización, interpretación y construcción de teoría, a través de dos talleres de recolección de información. El primero tuvo por objeto explorar desde el campo de los lenguajes las formas de enunciación que se dan en las movilizaciones que asumen los jóvenes participantes en procesos de acción política; el segundo tenía como fin comprender en qué condiciones los jóvenes viabilizan las transformaciones de la realidad que desean afectar, de qué manera acontece esto, qué saberes y conocimientos circulan, y cómo fisuran la naturalización de sentidos incorporados, desde los imaginarios, las representaciones y las prácticas sociales.

Simultáneamente, se hicieron entrevistas focalizadas a integrantes claves del Kolectivo y se elaboraron guías de observación e indagación con el objetivo de precisar las ausencias y las emergencias. Finalmente, se realizó la interpretación y la construcción de sentidos a través de la devolución de resultados que dio pie para construir teoría desde, con y para ellos.

La investigación contó con cinco integrantes del Kolectivo, dos mujeres y tres hombres, quienes habitan barrios populares de Medellín y realizan su accionar político a partir de procesos de formación popular, desde la música, el arte, el teatro, la acción social-comunitaria, la investigación, todo esto desde la perspectiva política del antimilitarismo y la objeción de conciencia, que los configura como sujetos éticos y políticos.

Trayectos para transitar juntos

El Kolectivo Antimilitarista de Medellín es una organización de jóvenes en Colombia que se junta para seguir caminando y afirmando la vida desde la postura antimilitarista. Nace en el 2010, está conformado por jóvenes que se mueven en distintas áreas de interés, y que viven en medio de las guerras y los conflictos sociales y políticos que habitan la ciudad. Ellos viven en escenarios de la periferia, en comunas2 en donde el microtráfico de substancias alucinógenas, el paramilitarismo, la drogadicción y la falta de oportunidades les habitan. Estas situaciones limitan ampliar su mundo para ser críticos y políticos.

Algunos de estos jóvenes amplían su mirada y buscan otras opciones al trascender un mundo marcado por sangre, dominación, muerte directa y simbólica, para habitar un mundo que valora y reconoce los potenciales de los jóvenes y de las comunidades, y vivir en solidaridad, confianza y amor.

El Kolectivo Antimilitarista se caracteriza por reconocer y potenciar las vidas de los otros, moverse en resistencia ante todo acto que acabe con la vida, y valorar la amistad, la cual permite que hoy se organicen como Kolectivo, en medio de rupturas, ausencias y frustraciones que han tenido en el transitar por la vida de las organizaciones sociales, como la Red Juvenil de Medellín.

Nichos y escenarios de formación que posibilitan la existencia del Kolectivo

El Kolectivo está conformado por sujetos con experiencias, saberes, prácticas y luchas que han vivido en distintos escenarios de organización social y popular, los cuales fueron el puente para que este emergiera. Han transitado por la objeción de consciencia y organizaciones como: Mambrú, Fusil Roto, entre otras. Estos escenarios permitieron en los jóvenes la formación social, crítica y política frente a los acontecimientos del país, que les ha posibilitado pensarse en libertad, resistencia y reexistencia3.

Al transitar por estos escenarios, perfilaron sus posturas y realizaron rupturas con las organizaciones de las cuales procedían, lo que les permitió construir otros caminos, siempre con la idea del antimilitarismo, del no a la guerra. Esta guerra permanece en la memoria del pueblo colombiano y no desaparecerá mientras se continúe proponiendo soluciones a través de la violencia por parte de las clases dominantes, que buscan convencer a los sectores populares que esta es la alternativa.

El Kolectivo emerge entonces a partir de distintas experiencias de jóvenes indignados, con cuestionamiento crítico y amor por su territorio, lo cual los moviliza a actuar y organizarse. Es un Kolectivo construido en la diversidad, por sujetos que se juntan en una utopía: hacer de Colombia un país de jóvenes con conciencia crítica y autónoma.

Las condiciones que ofrece un país como Colombia, marcado por el conflicto armado, con jóvenes y movimientos en resistencia son circunstancias para que apuestas políticas emerjan, se narren desde lo creativo, con tonalidades grises que se desprenden de la guerra, con luces de esperanza e indignación. La Red Juvenil de Medellín es uno de estos movimientos con posturas políticas noviolentas que transita hacia la construcción de un mundo distinto. Esta fue un hito importante para que emergiera el Kolectivo, pues la experiencia y la formación apropiadas impulsan su surgimiento para continuar luchando por las causas en las que creen.

Rupturas con la Red Juvenil de Medellín

El mayor número de integrantes del Kolectivo Antimilitarista enlaza sus raíces con el tránsito por La Red Juvenil de Medellín. En sus primeros años esta se propone como un movimiento que articulaba diversas propuestas de organización juvenil en la ciudad. Pretende transformar la imagen prejuzgada sobre los jóvenes como "peligrosos", debido a la mítica figura del joven sicario y a la vinculación de algunos de ellos a bandas delincuenciales. El cambio de mirada sobre el joven pasaba por formarlos como sujetos sociales y políticos capaces de incidir e irrumpir en los barrios, en las calles de la ciudad, en los parques, en espacios comerciales, a través del arte, el cuerpo, la música y otras formas comunicativas que denuncian, proponen y transforman.

A través de La Red Juvenil los integrantes del Kolectivo Antimilitarista se potenciaron, ampliaron sus miradas de mundo y fortalecieron prácticas de desobediencia, antimilitaristas, de solidaridad y acción directa:

La Red Juvenil de Medellín es una organización social y política que emergió a finales de la década de los años 80 e inicios de los 90 en Medellín, en contextos signados por múltiples violencias, especialmente la generada por grupos armados, en la que jóvenes de distintas localidades de la ciudad decidieron hacer frente a su estigmatización como victimarios, mediante la articulación de iniciativas políticas y culturales (Ospina, Muñoz y Castillo, 2011, p. 44).

La objeción de conciencia ha sido un tema fuerte y de trayectoria en Medellín, desarrollado por distintas organizaciones, la más importante de ellas la Red Juvenil, la cual generó acciones directas que permitieron sensibilizar, informar y ampliar la mirada de los jóvenes. Al transformarse la Red en un movimiento de corte feminista, la objeción de conciencia perdió fuerza en la ciudad, lo cual hizo que se dieran debates internos y que algunos jóvenes se retiraran de ella:

En el 2010 nos fuimos de un espacio pero no significó que el sueño terminara, logramos comprender que fue un espacio que nos brindó experiencias positivas y negativas. Comprendimos que fue un espacio del proceso, un escalón más y cuando dejamos ese escalón para seguir subiendo, nos encontramos con el otro y fue bueno, ¿qué vamos a hacer para que la objeción no se muera en Medellín? (KA)4.

Para los integrantes del Kolectivo la ruptura con la Red permitió encuentros en los que renace la apuesta por hacer del antimilitarismo un camino por el cual transitar sus luchas:

Fue muy duro, porque fue partir de una ruptura; pero nos mantuvimos por las redes sociales, los correos, los encuentros en la universidad, reunidos a tomar cerveza. Luego de un año el grupo se vincula con otras organizaciones y así sigue prevaleciendo la amistad. El Kolectivo reafirma que la objeción y el antimilitarismo es el camino que desean transitar (KA).

"Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir" es una frase que los caracteriza, ya que pese a las rupturas, frustraciones y el mundo avasallante en el que viven, los jóvenes del Kolectivo siguen con su postura y utopía de ver una ciudad sin guerra, sin reclutamiento de jóvenes, sin mentes violentas; quieren ver un mundo con jóvenes críticos, que caminan por la transformación de sus territorios desde procesos organizativos horizontales que potencian la diferencia y actúan en colectividad.

La amistad, posibilidad para transitar juntos

La condición que prevalece en el Kolectivo Antimilitarista para estar juntos y mantenerse es la amistad. Ser amigos les permite tener una organización flexible, comprometida y con pasión de realizar acciones. La amistad desde los griegos implica querer. El deseo y el querer un mundo mejor les permiten volver a encontrarse y caminar juntos hacia el antimilitarismo: "En el Kolectivo me siento enriquecido, en familia, cada vez aprendo y construyo. Hay solidaridad, hay amor, hay amistad, hay cariño" (KA).

La amistad para Aristóteles es necesaria para una vida feliz. El Kolectivo se convierte en el nicho de la felicidad, la esperanza, la utopía y la crítica, es el lugar donde los jóvenes pueden ser, decir, amar y actuar en libertad. Por eso la amistad es un aspecto fundamental en su transitar juntos, es un asunto ético en el que sentimientos de indignación, felicidad y placer afloran y hacen "insistir, persistir y nunca desistir", como lo expresó Gandhi.

El Kolectivo tiene como principal meta y objetivo trabajar en la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio y continuar con los vínculos de amistad establecidos entre ellos. Pretenden mantener el tema en debate público, expandirlo y consolidarlo como proyecto político, permitiendo que más gente se interese por la problemática y se visibilice la situación por la que están pasando los jóvenes, como las batidas5 del ejército. Indiscutiblemente un factor predominante para la unión de esfuerzos es el afecto, el cual moviliza y no solo se queda en el Kolectivo, sino que trasciende y se transforma en afectación por los sucesos que ocurren en un país en guerra.

Utopías y posturas políticas

El Kolectivo Antimilitarista se mueve a partir de utopías y posturas políticas, que les permiten asumir posiciones críticas, reflexivas y de acción colectiva frente a los mundos en los que están inmersos, para resignificar sus territorios y potenciar políticamente a otros jóvenes. Sin utopías no hay política, por eso el Kolectivo tiene horizontes claros que permanecen en sus mentes y corazones. Sus posturas políticas se enmarcan en el reconocimiento del otro, la recuperación de la memoria, el no a la guerra y el antimilitarismo, y la objeción de conciencia. Son posturas que revindican las posiciones ante la vida, que buscan recuperar los procesos de la historia ocultos para reconocerlos y transformarlos, que vuelven a colocar en las preocupaciones al otro para potenciarlo y valorarlo.

El expresidente Pepe Mujica (2015), en la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, realizada en Medellín en noviembre del 2015, plantea que las utopías son las luchas en las que los jóvenes se encuentran hoy; hay una germinación juvenil que reclama, denuncia, se resiste, lucha, que aún tiene esperanza pese a este mundo, y busca su lugar en la historia y sus horizontes.

El Kolectivo actúa desde la diversidad, sin pretensiones de homogenizar; es más bien un encuentro de decisiones, de relaciones de igualdad y fraternidad, el cual trabaja por la desmilitarización de las mentes y de la vida misma, por la generación de espacios para la transformación de los conflictos, donde las armas no son parte de la mediación, ni el instrumento para vivir con tranquilidad.

Sus posturas se enmarcan en la necesidad de romper con la noción de enemigo y comprender el mundo, los sistemas económicos y políticos que lo dominan, con la acumulación del capital y la explotación de los recursos humanos y naturales, como sistemas que alimentan y fomentan la guerra. Por eso los jóvenes del Kolectivo desean construir pensamiento crítico, político y contextuado, a partir de espacios alternativos de formación pedagógica, en donde se construyen otros saberes y conocimientos que luego se convierten en acción política, como proyectos colectivos e individuales, los cuales buscan la generación de mundos sin guerra con posturas antimilitaristas y de objeción de conciencia:

La palabra objeción y la palabra antimilitarismo son una convicción política, entonces uno objeta (...) la objeción no es una cuestión únicamente del Estado, la objeción también permite que yo desobedezca una orden, cuando yo no estoy de acuerdo así no sea una autoridad estatal, o que yo me niegue a hacer algo que otra persona quiera que yo haga, por ejemplo si me niego a utilizar información académica en contra de algo; es tomar también posición y objetar en términos de la práctica (KA).

La propuesta que se forja es, entonces, la revolución de la desobediencia, la cual no se basa en la decisión de contradecir sin argumentos, sino que, por el contrario, se fundamenta en ideas, sueños y acciones con trayectoria, con experiencias que cuentan historias de la Colombia en guerra, que estos jóvenes han padecido, frente a la cual se han indignado y se han visto abocados a protestar y cuestionar.

A continuación se encuentran las apuestas políticas que los jóvenes desarrollan en su Kolectivo, pasando por el reconocimiento y el antimilitarismo.

Reconocimiento y recuperación de la memoria como distanciamiento del concepto de reconciliación

Los jóvenes no asumen una mirada discursiva desde la reconciliación, sin embargo, los movilizan los acontecimientos que violan la vida y los derechos humanos, y los llevan a realizar acciones que permiten hacerlos visibles y recuperar la memoria para que otros jóvenes se den cuenta de lo que sucede y se sensibilicen:

La historia del país duele mucho (...) yo quiero hacer parte del cambio, no por lo que diga el gobierno de turno sino entre nosotros mismos y nosotras. La memoria hay que cambiarla porque hay mucho olvido y tras ese olvido nos han silenciado con los cañones; espero que eso cambie, pero el cambio está en nosotros y tal como ellos nos han reducido a lo largo de años, tenemos que contrarrestarlos y no precisamente eliminándolos ni olvidándolos. Solo deseo que la necedad de las armas no se torne demasiadamente agreste porque las mentalidades de las personas cambiarían. La gente no podrá o no querrá asumirlo y volverá al silencio o la rabia y la indignación (KA).

Los jóvenes se distancian críticamente de la reconciliación al pensar en una responsabilidad de todos de cambio de mentalidades y de corazones, que lo que pase duela, indigne y motive a actuar sin violencia. La reconciliación propuesta por el Estado les parece un discurso de orden religioso y que esconde intereses políticos sospechosos. La vida dominada, excluida y dirigida por grupos armados lleva a dudar de que los procesos de reconciliación sean fáciles. Por eso se propone en vez de la reconciliación el reconocimiento, la recuperación y el cambio de la memoria en escenarios más íntimos, locales y de barrio.

Así, deconstruyen la categoría reconciliación y proponen nuevas categorías, como el reconocimiento y la recuperación de la memoria. No plantean una esperanza ideal, pues no se trata de ilusionar al otro frente a algo irreal. Se trata de tener esperanza crítica, es decir que se sepa dónde y cómo pasó, con verdad y con justicia. Se reconocen las injusticias para hacer memoria de lo acontecido y traerlo al presente, con el fin de construir un mundo con justicia social y equidad de derechos, no solo desde lo jurídico sino con más fuerza en lo humano.

La base del reconocimiento es volcar la mirada hacia el rostro del otro, desde la alte-ridad. Reconocer al otro como par, hermano, igual pero en la diferencia, aceptándolo con sus potencialidades y límites para comprender lo que le acontece. El reconocimiento permite generar procesos intersubjetivos que potencian la utopía de otros mundos posibles. Para Fraser y Honneth (2006),

El término reconocimiento (...) proviene de la filosofía hegeliana (...) en esta tradición el reconocimiento designa una relación recíproca ideal entre sujetos en la que cada uno ve al otro como su igual y también como separado de sí. Se estima que esta relación es constitutiva de la subjetividad: uno se convierte en sujeto individual solo en virtud de reconocer a otro sujeto y ser reconocido por él. Por tanto, "el reconocimiento", implica la tesis hegeliana, considerada a menudo opuesta al individualismo liberal, de que las relaciones sociales son anteriores a los individuos y la intersubjetividad es anterior a la subjetividad (p. 20).

Deconstrucción del concepto de paz: no a la guerra, antimilitarismo y objeción de conciencia

El Kolectivo Antimilitarista cuestiona el concepto de paz propuesto por los discursos políticos del Estado colombiano y por aquellas personas que han fundamentado históricamente los planteamientos sobre paz. Para el Kolectivo, hablar de paz no ha permitido transformaciones significativas; aún sigue existiendo la guerra, la explotación de los recursos naturales, la violación de los derechos humanos y la vinculación de los jóvenes a la guerra. Por estos hechos la apuesta del Kolectivo es: no a la guerra desde posturas antimilitaristas y de objeción de conciencia.

No a la guerra

Las voces de los jóvenes de esta generación emergen en un mundo lleno de contradicciones, donde la educación no es la esperanza de un mundo mejor, donde la paz se busca a través de la violencia, donde los intereses de unos pocos prevalecen sobre la mayoría con el falso estandarte de la libertad. Sin embargo, en este mundo resuenan voces, se construyen historias y acciones que emergen de las ideas revolucionarias de quienes se atreven a soñar otros mundos de posibilidad al margen de la guerra, donde la desobediencia cobra un sentido diferente al que ha sido impuesto, como lo dijo Henry David Thoreau (2007 [1864]): "La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad. Los obedientes son esclavos".

La guerra para el Kolectivo Antimilitarista se entiende como un fenómeno interno6 con influencia externa, directamente conectada con intereses económicos de inversiones extranjeras, que son preservados y custodiados por la institucionalidad armada del país, el ejército y la policía, custodias que están mediadas por la vida de jóvenes que someten su cuerpo para salvaguardar dichos intereses. La guerra se produce y reproduce como un negocio, producto de acciones históricas ligadas al modelo económico neoliberal mundial impuesto. Los recursos naturales se ven afectados por la explotación minera y otras formas económicas del capital con las que se destruye la biodiversidad.

Las principales manifestaciones de la guerra son: el desplazamiento, la pobreza, la exclusión, las formas patriarcales de dominio, las pérdidas humanas, la pérdida de los territorios y el rompimiento del tejido social. La guerra ha instalado en múltiples poblaciones un imaginario guerrerista, de desconfianza, de no aceptación de la diferencia, de dominación, lo cual genera la noción de enemigo al que hay eliminar: "La guerra es de los peores inventos de la humanidad, es la capacidad de aniquilamiento del otro, es el exterminio no únicamente del cuerpo sino de pueblos, de identidades, de historias, es una herramienta política" (KA).

Para los jóvenes las situaciones estructurales de la guerra y de la violencia en la vida diaria no se reducen a la presencia de la guerrilla o la firma del Tratado de Paz en Colombia en el 2016, como coyuntura en un momento concreto del acontecer político del país. El Kolectivo analiza la guerra como un dispositivo de poder y control, como un invento humano para aniquilar al otro de manera consciente, en el que se rompen los vínculos humanos. La guerra termina siendo un acto que responde a los intereses de la clase dominante, que asigna el rol de combatientes a muchos jóvenes de los sectores populares:

La guerra son masacres entre personas que no se conocen para beneficio de personas que sí se conocen pero no se masacran, es un beneficio de emporios, es un beneficio para presidentes, todos aquellos personajes que estén en un alto pedestal siempre sacarán provecho de ella (KA).

La guerra para los jóvenes no solo está presente en el enfrentamiento de los actores armados, sino que también se expresa a través de la violencia cotidiana, con las riñas, el expendio de sustancias psicoactivas, las luchas por los territorios, las fronteras invisibles y la conformación de pandillas, bandas criminales que involucran a los jóvenes.

El Kolectivo entiende que la guerra no es un asunto que solo afecta a los jóvenes, sino además deja marcas indelebles y profundas en la sociedad:

No es cuestión únicamente de jóvenes, sino de toda la sociedad, se trata de hacer caer en cuenta también que nos vinculan a la guerra no únicamente desde el reclutamiento militar, también lo hacen a partir de la mente y de la cultura (KA).

El antimilitarismo y la objeción de conciencia

El antimilitarismo desde la postura de los jóvenes del Kolectivo se plantea desde una mirada crítica frente a los asuntos políticos, económicos, culturales y sociales, que hace que el sujeto se resista ante aquello en lo que no está de acuerdo.

Según los jóvenes del Kolectivo, el antimilitarismo como postura política debe preguntarse por asuntos ideológicos, sociales y de género: ¿de qué manera resignificar el modelo de libertad?, ¿cómo un modelo patriarcal se impone sobre los cuerpos de las mujeres? Es necesaria y urgente una trasformación que plantee relaciones de poder equitativas que beneficien a la colectividad, que pretenda trabajar por la construcción de espacios abiertos sin estigmatización ni represión, espacios de los jóvenes para los jóvenes.

El antimilitarismo no solo se asume como una práctica sino como una filosofía de vida, en la cual se aprende a amar el mundo, a preocuparse por los otros y a generar procesos de transformación social con la esperanza de otras realidades favorables a la vida humana.

Ser antimilitarista y objetor de conciencia es una marca que se lleva en los cuerpos e implica asumirse como sujeto político capaz de resistir y desobedecer determinaciones del Estado o de otros. Implica también organizarse, y conformar redes para realizar acciones de concientización y sensibilización para que otros jóvenes puedan darse cuenta de lo que quieren y desean, para que la objeción se vuelva una apuesta también de ellos, que los mueva y permita configurar proyectos de vida distintos, críticos, con libertad y perspectiva colectiva.

Ellos se declaran objetores de y por conciencia como una apuesta moral, ética y pasional. Ser objetor de conciencia está avalado por la Sentencia T-4557, según la cual esgrimen argumentos para no prestar el servicio militar que es obligatorio en Colombia. Ser objetor de conciencia va más allá de resistirse al servicio militar, es declarar un no a la guerra. Sin embargo, asumen que no es fácil serlo porque implica un riesgo latente que debe ser asumido para ser parte del cambio: "La objeción no es solo por el momento de los 18 años, no es solo una irreverencia contra el militarismo sino que es una búsqueda real de transformación de la cotidianidad social" (KA). La transformación es posible si se trabaja cooperadamente, respetando las diferencias y sin ejercicios de poderes dominantes.

La transformación es un asunto cotidiano que implica coherencia ética y política y que se sale de las formas estructurales de desarrollo neoliberales:

La transformación la construimos día a día; lo que queremos transformar lo vamos pensando todos los días, estamos pensando en esta ciudad, ¿qué hacer para que se acaben las batidas? ¿qué hacer para que se reconozca la objeción de conciencia, para que se respete el derecho a la objeción de conciencia, para que seamos una sociedad más humana, atravesada por unas relaciones distintas, menos utilitaristas entre los que creemos que otro mundo supuestamente es posible? (KA).

La objeción de conciencia no solo la comparten los hombres sino también las mujeres que no quieren participar de la guerra, de ningún acto que contribuya al daño del otro y del entorno; es una apuesta de vida también de ellas para hacer de este mundo un escenario distinto.

Ser objetor implica pensar en formas antimilitaristas, ser crítico frente a la militarización de la vida, del cuerpo, del territorio, de las mentes, repudiar todo acto de matar y pasar por encima del otro, eliminándolo. Los integrantes del colectivo se declaran antimilitaristas y proponen otras formas de vida desde lo solidario, el afecto, el reconocimiento, y el consenso y acuerdo colectivo:

El objetivo principal es la objeción de conciencia y es dejar que no se muera ese proyecto político de transformación que no está solo en nosotros, está en muchas mentes de mujeres y hombres de todo este país, pero que en nosotros se representa bajo una forma o sea bajo una palabra y lo otro es seguir como parche de amigos o personas que nos queremos, para no dejar que este mundo aplastante, avasallante nos divida y nos mande a cada uno para el computador en la casa. Entonces, ¿qué intento hacemos para sobrevivir frente a lo que el mundo nos está planteando? (KA).

El expresidente Mujica (2015) insta a la construcción de una cultura como un deber, que más que cambios estructurales progresivos, requiere cambios ideológicos, hecho que presenta como una paradoja, puesto que estamos obligados a construir una sociedad mejor, porque el hombre nunca tuvo tantos recursos, pero al mismo tiempo nunca organizó tan potencial desastre como amenaza a la vida misma.

El antimilitarismo es una propuesta política que se plantea desde hace varios años con posturas de objeción de conciencia a cualquier forma de uso de las armas. Las luchas feministas que rompen con la cultura patriarcal de dominación, origen de las distintas expresiones de violencia, contribuyen a cuestionar el militarismo. Estas luchas se dan desde apuestas de resistencias que no usan la violencia y proponen alternativas de paz que se desarrollan en los territorios desde la cotidianidad de las comunidades, haciendo irrupción y potenciando la conciencia crítica y política de mujeres y hombres.

La propuesta antimilitarista se consolida desde algunos colectivos juveniles en Colombia. Siendo este un país donde se ha instalado una cultura militarista, donde también en la lucha se utiliza la guerra como medio, el antimilitarismo es el camino radical de no a las armas. Rodríguez (citado en Restrepo-Parra, 2007) plantea que Colombia es

un país totalmente militarista desde su pensamiento y su concepción cultural y, donde no solo hay una elite política militarista, sino que incluso los sectores digamos que reivindican la lucha por los derechos, han sustentado esa lucha, o han defendido esa lucha a través del militarismo, en este caso estaríamos hablando de las guerrillas (p. 126).

La militarización de la vida en Colombia ha sido históricamente una opción para unos y una decisión para otros, en el último caso para las clases dirigentes, que han limitado toda lucha social y política a partir del poder como dominación con las armas. Se convierte en una opción para aquellos que han venido luchando por una Colombia distinta, como son los obreros, los campesinos y los indígenas, a quienes en medio de sus luchas los han perseguido, maltratado, desaparecido y eligen las armas como forma de tomarse el poder y tumbar aquellas órdenes hegemónicas que eliminan a los otros.

Los asuntos políticos de este país han sido resueltos por lo militar, acabando con el otro, sus ideas, sus sueños y sus luchas. Los partidos políticos se ilegalizan y trascienden más allá del conservador y el liberal, emergen otros con distintos nombres pero con la misma posición de derecha, de acumulación de riqueza, de tierras. En medio de estos asuntos políticos el Frente Nacional (FARC-EP) se organiza y exige una reforma agraria, se alzan en armas y la selva se convierte en su morada. Sin embargo, los movimientos sociales y populares han sido controlados por los militares, por el ejército, para mantener el orden y el control, y proteger la clase dirigente.

La clase dirigente del gobierno anterior crea los paramilitares para acabar con las luchas, lo cual genera una cultura de la violencia urbana, del irrespeto por los pensamientos de izquierda, y por las luchas sociales y populares. Se instala una cultura también del narcotráfico, del sicariato, del control por los territorios, que deviene de la cultura patriarcal, del padre y el hombre que va a la guerra, tiene el arma, controla, mata, y se desplaza a la mujer, lo cual elimina su posibilidad de moverse en libertad.

En medio de este contexto de la violencia son los jóvenes quienes empiezan a asumir posición, inventando otras maneras de vivir y resistiéndose a las dominaciones, de ahí deviene pensar el antimilitarismo. Este se convierte en la lucha por la resistencia que desista de las dominaciones:

(...) es una lucha por la desmilitarización de la vida, por el desmonte del sistema patriarcal; es la alternativa a la cultura militarista que propende la abolición de los ejércitos y la transformación de las prácticas culturales que avalan el orden establecido (Restrepo-Parra, 2007, p. 125).

En el Kolectivo se evidencia la necesidad de hacer conciencia de lo que Colombia vive y pensar otras maneras de accionar. Según Molano (2001, p. 19), "llegó el momento de aclarar al país entre el establecimiento, el estado y los paramilitares y de entrar a saco contra todo lo que ha impedido el ejercicio de la democracia y la sociedad civil".

Organización y acción colectiva

El Kolectivo tiene unas formas de organización que rompen con las estructuras de relaciones de poder desde la dominación, y propone otro tipo de actuaciones que priorizan el diálogo de saberes, la horizontalidad, el cuerpo como herramienta política y como dispositivo de acción que involucra la emoción y la razón, y el reconocimiento de las diferencias.

Se preocupan y ocupan de aparecer en el mundo otorgando importancia al cuerpo como escenario de actuación política, a lo comunitario como posibilidad del poder popular, y el asambleísmo como forma de consensos y disensos que le hace frente a las formas tradicionales, únicas e impuestas de hacer la democracia. Se crítica el modelo de democracia neoliberal como fallido ante las necesidades y los cambios que requiere un país como Colombia y los jóvenes que lo habitan.

Ante las indagaciones del proyecto "Movilización de acción política" por la categoría democracia, los jóvenes no se identifican con la manera como esta se ha asumido. Proponen la categoría asambleísmo, por ejemplo consensos, acuerdos y disensos colectivos, que emergen como manera de vivir en comunidad, como búsqueda continua de trabajar con y por los otros.

Asambleísmo, consensos y disensos colectivos

El asambleísmo es la forma de organización y acción que el Kolectivo recupera de comunidades indígenas y asume para decidir y convivir de otra manera frente a la desconfianza que manifiestan en relación con la democracia. Es la forma de estar y moverse en comunidad, lo que implica diálogo, encuentro, discusión argumentada, disensos, no jerarquización, no uso de la forma representativa de la democracia y sí reconocimiento de las voces de los otros.

De Sousa Santos (2014) hace un recorrido por los últimos treinta años de monocultura del neoliberalismo y menciona cómo la denominada democracia electoral nos hizo perder la demodiversidad, hasta quedar en un solo tipo de democracia representativa:

Sin embargo, al asumirse como la única forma legítima de democracia, se volvió una presa fácil de los grupos sociales dominantes, que la pervirtieron y secuestraron para que sirviera mejor a sus intereses. Cuando eso sucedió, la democracia representativa se transformó en un obstáculo para la democratización del mundo (p. 126).

La democracia como categoría para comprender la acción juvenil del Kolectivo aparece como un término desemantizado con el cual no se identifican, por el contrario la deconstruyen y la reemplazan por el asambleísmo. La conciben como impuesta por la modernidad, que conquista, coloniza civilizatoriamente, aniquila e imposibilita la pluralidad de formas de vivir y gobernarse, como la indígena, la campesina, la negra, entre otras distintas a las occidentales.

La democracia es percibida por el Kolec-tivo como un sistema que ha fracasado, incapaz de responder a la vida en el territorio latinoamericano y del Caribe. El ejercicio del voto y la representación son expresiones de la democracia que no son considerados por ellos un acto real de participación política. En palabras de Pepe Mujica (2015), la democracia "es algo más que el voto, es un compromiso entre unos y otros, porque los seres humanos no son ladrillos que se apilan en un montón".

La propuesta política del Kolectivo pretende reivindicar la participación activa de los sujetos, retomando lo ancestral como práctica y cosmovisión, con el ánimo de incidir directamente en su propio contexto por medio de consensos y disensos, al tener presente que en las decisiones se tienen en cuenta los intereses de todos los integrantes: "no somos amigos de la democracia o del término, simplemente las decisiones las tomamos de forma unánime y en consenso" (KA).

La apuesta política de formarse a sí mismos y formar a los demás se da a través del reconocimiento de otras propuestas, metodologías y pedagogías, que se ponen en juego en la cotidianidad para establecer relaciones interpersonales de comunidad, basadas en la autonomía, el reconocimiento, el respeto a la diferencia y el acogimiento de la diversidad.

El asambleísmo permite que los lazos rotos se restablezcan, que las acciones se realicen desde escenarios de confianza, verdad y autonomía; es retomar los principios de comunidad, solidaridad, reconocimiento de los cuerpos en su diferencia, en su voz particular pero a la vez colectiva:

Para el grueso de la sociedad colombiana y, por supuesto, para la juventud es de vital importancia comprender que la espiral de violencia que ha afectado a nuestro país está atravesado por las deficiencias democráticas propias del régimen político colombiano. Esta perspectiva permite tender puentes entre el ejercicio político de las y los jóvenes en los territorios y la posibilidad de que esos escenarios se adhieran a otros en la construcción de nuevas dinámicas que tensionen para que el cambio sea tan necesario como posible (Copete-Narváez, 2015, pp.279-280).

Accionar político y cuerpo

El accionar político reivindica el cuerpo como unidad y como multiplicidad, cuerpo que resiste a la vida guerrerista, a la falta de oportunidades, ante un Estado dominador que utiliza la guerra para controlar y someter los cuerpos. El accionar político implica analizar y cuestionar las formas de dominación, domesticación en la que se somete a los otros. Al romper con estas prácticas el Kolec-tivo cuestiona la guerra y afirma la vida:

La vida guerriada8 no es solamente contra lo militar, sino cómo a todo ciudadano y ciudadana de Colombia les toca luchar contra la guerra con todo lo que tenga; nos vemos afectados en alimentación, en vivienda, en servicios públicos domiciliarios, en lo que tiene que ver con nosotros. Desde esa afectación, nosotros tenemos que llegar a accionar para que el Estado se responsabilice y también nosotros como personas en un proyecto de vida y de objeción de conciencia (KA).

Ese transitar por la vida obliga a quienes toman el camino de la objeción de conciencia a asumir críticamente el contexto, organizarse y actuar juntos. El Kolectivo lo realiza desde el asambleísmo y el cuerpo politizado como herramienta en las movilizaciones de su actuar colectivo.

Los integrantes del Kolectivo se asumen como cuerpos que resisten a lo establecido y que se construyen a partir de los sueños, desde las acciones más mínimas que cambian la perspectiva y que se dinamizan dentro de otras lógicas. El Kolectivo trabaja para hacer parte en la construcción de otras posibilidades, en las que el cuerpo se convierte en la principal herramienta política para manifestar y cuestionar lo impuesto.

El Kolectivo se hace cuerpo para romper cadenas y desatar las mentes, para brindar a otros lenguajes como la música, la imagen, el teatro y la formación pedagógica. El arte se usa como expresión de lo creativo, lo cual permite abrir nuevos caminos para la comprensión de la realidad y la coconstrucción de otras realidades desde la acción política y el cuerpo como formas alternativas de experimentación de la vida.

El cuerpo politizado genera el impulso para cuestionar y coconstruir la realidad, para sentirse parte del mundo y sus padecimientos, para objetar como postura de vida, para demostrar que en el aquí y en el ahora también hay otros que actúan desde prácticas antimilitaristas para plantearse desde la cotidianidad el rol de un ser político que siente y trastoca la piel por las arbitrariedades económicas, culturales y sociales:

(…) que me hayan convidado para estar en el grupo de objeción por conciencia fue precisamente un nuevo encuentro en el cual mi mente como ser político y de sentir, de trastocar mi ser en la piel y demás, me cuestionó y me abrió muchos interrogantes y por ende reactivó más mi postura política de actuar como cuestionador de arbitrariedades económicas, políticas y sociales que en el cotidiano se ven y no ser un retazo de carne más para morir, para recibir balas, mientras los generales reciben medallas, en concreto, hacer de mi ser un ser real, un ser único, como cada individuo lo es (KA).

Cabe decir que para el Kolectivo la lucha está en buscar la coherencia de actuar según los principios, de vivir en comunidad, estableciendo vínculos de confianza, reconociendo la diversidad, asumiendo el cuerpo como herramienta política, actuando desde el asambleísmo, que permita comprender y transformar la realidad.

Conclusiones

Esta investigación, en la que se conoció, compartió y comprendió a los jóvenes del Kolectivo Antimilitarista en relación con las movilizaciones que les permiten estar en el Kolectivo y las que quieren transformar desde la paz, la democracia y la reconciliación, permite dar cuenta de que ellos participan y se organizan desde la resistencia, la afirmación de la vida, desde miradas deconstructivas populares, desde abajo, que piensan y reivindican los territorios.

Sus posturas rompen con políticas neoliberales del Estado, se resisten a ellas y plantean caminos que reconocen las voces de los no escuchados, ni reconocidos, que piensan y se indignan frente a lo que sucede en sus territorios. En estos acercamientos se prioriza la conciencia histórica, el hacer memoria, reconocer qué paso, con verdad y con justica pero siempre con miradas esperanzadoras de que otro mundo es posible. Sus acciones se despliegan a través de formas asamblearias, de consensos-disensos con metodologías creativas que impulsan a leer el contexto, a reflexionar y ser conscientes de la militarización de la vida y las maneras posibles de romper con este problema.

Preguntar por la paz, la democracia y la reconciliación en la investigación permitió problematizar las formas de acercarse a los jóvenes con categorías establecidas, que limitan una comprensión amplia de los saberes, los conocimientos y las prácticas. Con la investigación se reconocieron distancias de los conceptos establecidos previamente y se plantearon otras formas de desplegar la investigación, construyendo comprensiones con ellos a través de metodologías participativas que permitieron acercarse a sus motivaciones, sus prácticas, sus utopías y sus resistencias, con las que se logró ampliar y reconocer otras posturas.

La investigación social en Colombia debe responder a los acontecimientos históricos del país, como lo son hoy los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y el grupo insurgente revolucionario FARC-EP y la esperanzadora idea de habitar y empezar a construir paz, en la que todos son responsables, desde formas asamblearias de reconocimiento del otro, de la recuperación de la memoria, de revindicar el cuerpo como herramienta política, y de moverse en el antimilitarismo y la objeción de y por conciencia, propuestas por este Kolectivo.

La paz debe responder a los grupos populares, a niños, a jóvenes, a las organizaciones sociales de base y a las grandes demandas sociales no resueltas.

Referencias

Copete-Narváez, J. (2015). La construcción de la paz y la juventud en Colombia. Bogotá: Ediciones Secretaría de Integración Social, Alcaldía de Bogotá. [ Links ]

Fraser, N. y Honneth, A. (2006). ¿Redistribución o reconocimiento?: un debate político-filosófico. Madrid: Morata. [ Links ]

Molano, A. (2001). Desterrados. Crónicas del desarraigo. Bogotá: Ancorá. [ Links ]

Mujica, P. (2015). VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales. Medellín: Clacso. [ Links ]

Ospina, H. F., Muñoz, S. M. y Castillo, J. R. (2011). Red Juvenil de Medellín: prácticas de desobediencia y resistencia al patriarcado y al militarismo. En H. F. Ospina, S. V. Alvarado, P. Botero, J. A. Patiño-López y M. Cardona-López (eds.), Experiencias alternativas de acción política con participación de jóvenes en Colombia (pp. 43-65). Manizales: Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, Cinde/ Universidad de Manizales. [ Links ]

Restrepo-Parra, A. (2007). Jóvenes y antimilitarismo en Medellín. Medellín: La Carreta Editores, Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Políticos. [ Links ]

Sentencia T-455 del 2014 (7 de julio). MP: Luis Ernesto Vargas Silva. [ Links ]

Sousa Santos de, B. (2014). Democracia al borde del caos. Ensayo contra la auto-flagelación. Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Siglo XXI. [ Links ]

Thoreau, H. D. (2007 [1864]). Los bosques de Maine. Sevilla: Ediciones de Baile del Sol. [ Links ]

* Este artículo de investigación científica y tecnológica es resultado del proyecto finalizado "Movilizaciones de acción política de jóvenes en Colombia desde la paz y la noviolencia", que tuvo una duración de tres años, desde el 2014, cofinanciado por Colciencias CT0959-2012. El artículo hará énfasis en la perspectiva antimilitarista que es asumida por los jóvenes del Kolectivo y no desde la noviolencia y el pacifismo, con la cual el Kolectivo no se identifica.

Cómo citar este artículo: Ospina, H. R, Salazar-Castilla, M. y Velásquez-Buriticá, (2017). Revista Aletheia, 9(1), 38-57.

1 Los colectivos con los que se trabajó son: Multipropaz de la Ciudad de Cali, Cabildo Indígena de la Universidad del Valle, Colectivo Ambientalista de Risaralda, Ruta Pacífica de Mujeres y Kolectivo Antimilitarista de Medellín.

2 Las comunas son divisiones de ordenamiento territorial conformadas por barrios en las ciudades en Colombia.

3 Reexistencia implica sobrevivir en medio de distintas guerras, invitarse a formas de vivir.

4 Cuando decimos (KA) significa que es una narración del Kolectivo Antimilitarista.

5 Batida es un término que se refiere al momento en el que el ejército se coloca en un lugar en la ciudad o en el campo de manera imprevista para recoger en camiones a los jóvenes que llevarán al servicio militar.

6 Se plantea que la guerra en Colombia responde a un fenómeno interno, en cuanto se ha vivido una guerra civil por la posesión de la tierra en la que se ha enfrentado la institucionalidad armada con grupos guerrilleros beligerantes. Esta guerra se ha impulsado por políticas de Estado e intereses norteamericanos que se expresan a través del “Plan Colombia”, las políticas de “seguridad democrática” y la denominación de terroristas a grupos enfrentados en la lucha política.

7 Jurisprudencia del derecho fundamental a la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio o batidas realizadas por el ejército destinadas al reclutamiento y movilización de conscriptos, que son inconstitucionales porque vulneran el derecho fundamental a la libertad personal.

8 La vida guerriada es la lucha cotidiana por condiciones básicas de vida (alimentación, vivienda, salud) en trabajos poco dignos.

Recibido: 05 de Julio de 2016; Aprobado: 20 de Octubre de 2016

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