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Aletheia. Revista de Desarrollo Humano, Educativo y Social Contemporáneo

On-line version ISSN 2145-0366

Aleth. rev. desarro. hum. educ. soc. contemp. vol.9 no.2 Bogotá July/Dec. 2017

 

Artículos de investigación

Memorias y narraciones: una aproximación a la experiencia biográfica de niñas y niños en Colombia

Memories and Narratives: An Approach to the Biographical Experience of Colombian Children

Memórias e narrações: uma aproximação à experiência biográfica de crianças na Colômbia

Cristian Andrés Verano-Camayo *  

* Docente, Secretaría de Educación de Fusagasugá. Magister en Comunicación y Educación, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Miembro del grupo de investigación "Socialización y Crianza" del Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Colombia. Correo electrónico: cristian.verano@gmail.com


Resumen

El presente trabajo tuvo el propósito de adelantar una interpretación comprensiva de las narraciones que construyeron niños escolares a partir de la exploración de su experiencia de vida. En un primer momento, se realiza una revisión teórica alrededor de la triada memoria(s), narración y experiencia. En un segundo momento, se presenta la perspectiva metodológica que orientó este trabajo, la cual partió de un enfoque cualitativo de corte hermenéutico que permitió configurar un escenario para la expresión, donde fue posible articular sentidos y significados entorno a la experiencia pasada de los niños protagonistas. Seguidamente, se muestran los hallazgos delineados a partir de un conjunto de tres tramas: (1) tejidos y reinterpretaciones vitales; (2) valor biográfico y artefactos memoriales; (3) narrativas en pugna e irrupciones metafóricas. Para el análisis de la información se trabajaron categorías conceptuales propuestas por Arfuch (2013), lo que posibilitó identificar en los niños miradas sobre sí mismos y sobre los otros que discurren a través de un lenguaje teñido por emociones y sentimientos, el cual trata de comprender un pasado, aproximándose a él, rememorándolo y trasmitiéndolo.

Palabras clave: Narrativas; autobiografía; memoria; experiencia

Abstract

The objective of the following article is to attempt an interpretation of narratives from Colombian school children. These narrations are based on children's self-awareness. To accomplish this, we first created a theoretical review around three main concepts: memories, narratives, and experiences. Second, we present a qualitative methodology with a hermeneutical focus. This approach allowed us to provide an environment where children could express themselves in such a way, that it was possible for them to articulate their senses and find meaning in past experiences. Finally, we present the findings across three different themes: i) networks and vital reinterpretations; ii) biographical value in objects that made them remember something; iii) narratives in metaphorical conflicts and outbursts. To analyze the information, we used concepts proposed by Arfuch (2013) which allowed us to identify how children perceived themselves and others. These views are transmitted through a language marked by their emotions and feelings in how they reminisce the past.

Keywords: Narrations; autobiography; memory; experience

Resumo

O presente trabalho visou realizar uma interpretação compreensiva das narrações realizadas por crianças escolares a partir da exploração da sua experiência de vida. Em primeiro lugar, realiza-se uma revisão teórica da "tríade" memória(s), narração e experiência. Em segundo lugar, apresenta-se a metodologia em que se baseia este trabalho, a partir de uma abordagem qualitativa de caráter hermenêutica que possibilitou configurar um cenário para a expressão, no que foi possível articular sentidos e significados ao redor da experiência passadas das crianças protagonistas. Após, apre-sentam-se as descobertas obtidas a partir de um grupo de três tramas: (1) tecidos e reinterpretações virais; (2) valor biográfico e artefatos memoriais; (3) narrativas em conflito e irrupções metafóricas. Para a análise da informação, levaram-se em conta as categorias conceptuais propostas por Arfuch (2013), que possibilitaram identificar nas crianças olhares sobre sim mesmos e sobre os outros que discorrem através de uma linguagem cheia de emoções e sentimentos, que tenta compreender um passado, aproximando-se a ele, rememorando-o e transmitindo-o.

Palavras chave: Narrativas; autobiografía; memória; experiência

En el presente documento se comparten resultados de la investigación titulada "El tapiz vivo de la memoria: entretejiendo narraciones autobiográficas en torno a la infancia y la violencia en Colombia", la cual proyectó su interés sobre algunas realidades que confrontan el entramado social del país. Su ambición fue hacer visible y audible la voz de niños frente a temas como la memoria, el olvido o la paz, para aproximarse a la comprensión de sus posturas, narraciones y experiencias; en fin, se quiso rescatar los modos que ellos tienen de ver y dotar de sentido el mundo, su mundo. El estudio se adelantó durante el 2015 y el 2016 y contó con la participación de 114 niños y niñas estudiantes de un colegio oficial de Bogotá.

Con un ánimo eminentemente comprensivo, el interés de este texto se centra en abordar la siguiente pregunta de investigación: ¿qué sentidos y significados emergen en las narraciones autobiográficas de niñas y niños en edad escolar y qué relación guardan con su memoria histórica? Para ello fue necesario articular diferentes miradas teóricas y disciplinares en procura de lograr cierto carácter interdisciplinario, toda vez que se reconoce que un abordaje más adecuado de las realidades actuales exige trabajar en los linderos de un saber y otro, esa especie de resquicio provocador cuya característica es la de figurar también como un pretexto para atreverse a pensar, a sentir. Se busca aproximarse a las maneras en las que los niños ven, construyen y comunican ese lugar entre en el que se hacen plurales a través de su propio reconocimiento, haciendo posible y visible el espacio en el que su palabra no es solo pronunciada sino que también es escuchada (Arendt, 2005).

En este artículo la atención se centra principalmente en indagar los sentidos que le atribuyen los niños a su pasado particular, teniendo en cuenta las narraciones que son la expresión de su experiencia vivida, con el fin de trazar posibles configuraciones e interpretaciones acerca de su memoria histórica. En este sentido, en primer lugar, se presenta una breve aproximación teórica a la triada memoria, narración y experiencia. En un segundo momento, se describe la apuesta metodológica que orientó este estudio, siendo primordiales las coordenadas de corte cualitativo y las narrativas autobiográficas. Por último, se presentan los hallazgos que pueden inscribirse en tres componentes: tejidos y reinterpretaciones vitales, valor biográfico y artefactos memoriales, y narrativas en pugna e irrupciones metafóricas.

Aproximación teórica: memoria, narración y experiencia

Según Cristina Sánchez (2012), la memoria es, invariablemente, un ejercicio de rememoración, lo que involucra un proceso selectivo y continuo de los acontecimientos. Frente a ello la autora explica que por tratarse de un devenir fluido en el escenario público y colectivo aparecen varios actores que compiten por el predominio de su relato. De este modo Sánchez argumenta que no es posible hablar de una única memoria, pues, al fin y al cabo, como apuntara Arendt, "el mundo está lleno de historias que esperan ser contadas" (Sánchez, 2012, p. 86).

Justamente esta polifonía reafirma el lugar determinante que tiene el relato en la construcción de memorias. De la mano de Arendt, Cristina Sánchez comenta el porqué del recuerdo y su materialización en el relato. En primera medida, la ausencia de memoria no solo puede conducir al olvido, sino, lo que es aún peor, a la incomprensión. Se debe primero callar la indignación, los rencores y la rabia para que podamos reconciliarnos y recordar a través del relato, para así brindarle un espacio de vitalidad a la acción (2012, p. 87).

En segunda medida, Sánchez menciona que para Arendt el recuerdo que trae consigo el relato brinda estabilidad en el tiempo al transformar esa masa indiferenciada del "qué" en el reconocible y subjetivo "quién" que es narrado. En este sentido, el olvido se encuentra asociado con la falta de un relato que pueda ser escuchado y transmitido, es decir, con la no manifestación y la inexistencia para el mundo. Esto tiene una estrecha relación con la cuestión de la identidad ya que en la "acción narrativa la identidad no es anterior o precedente al acto, sino que el 'quién' emerge en el proceso de actuar y narrar nuestra historia" (Sánchez, 2012, p. 88).

Finalmente, Sánchez esboza la idea arendtiana según la cual no hay que olvidar que la propagación de relatos en el espacio público soporta la manifestación de la pluralidad, es decir, la condición para la política. Para Arendt, según Sánchez (2012), el espacio público es el escenario en donde tienen lugar las distintas memorias, siempre plurales y reelaboradas intersubjetivamente. Así, la múltiple participación no tiene que acarrear necesariamente el consenso, sino que su valor inestimable reside en la comunicación con otros.

La memoria pasa por un ejercicio selectivo, consideración en la que insiste Tzvetan Todorov (2000). Este autor nos habla de los "abusos de la memoria" para llamar la atención sobre esa suerte de avalancha memorial en la cual, como resalta Leonor Arfuch, hay un despliegue en temporalidades diferidas de un sinnúmero de narrativas, y además se presenta toda una serie de políticas oficiales de la memoria, como monumentos, museos, documentos, etc., que acaban por configurar una especie de "maquinaria material y simbólica" que daría legitimidad a la expresión de Todorov (Arfuch, 2013, p. 24). Se desprende, pues, que la memoria discurre por sendas problemáticas, de tensión y de disputa.

Ahora bien, es Maurice Halbwachs quien por primera vez introduce en el análisis la categoría de "memoria colectiva". Al tratarse de una noción abordada tradicionalmente por la psicología, el autor incorpora la distinción entre memoria colectiva y memoria social para destacar que los individuos recuerdan siempre de manera coligada, es decir que en los recuerdos siempre acuden otras personas, otros lugares, otros afectos (Halbwachs, 2004).

Para Halbwachs la memoria cumple un papel muy importante en la construcción del orden social. Su obra Los marcos sociales de la memoria desarrolla la idea de la memoria colectiva como una constelación normativa, pues si bien toda memoria se apoya en un pasado, logra establecerse desde un presente que orienta el aquí y ahora de los individuos. En ese mismo sentido Leonor Arfuch apunta que "esa transmisión [la de la memoria] es la clave y el don que guía el devenir de las generaciones, el principio de reconocimiento y pertenencia, la obligación de la Historia como disciplina [...]" (Arfuch, 2013, p. 68).

Así, una lectura de la memoria en clave sociológica permite ver que los recuerdos personales cobran sentido en la compleja relación presente-pasado, siempre y cuando estos puedan dialogar de manera articulada con la memoria de otras personas. El recuerdo está habitado por la presencia social de quien recuerda, es decir, por ese habitar en medio de los otros. De hecho, el matiz original y propio de la rememoración se corresponde con la existencia de grupos sociales que generan pertenencia, como los amigos o la familia. Parafraseando a Nathan Watchtel, se podría decir que el recuerdo de los individuos es el punto en el cual se cruzan las múltiples redes de solidaridad de las cuales hacen parte (Wachtel, 1999, p. 77).

Por otra parte, María Inés Mudrovcic (2005) distingue dos tipos de historia oral: una de carácter reconstructivo y otra de corte interpretativo en relación con el valor que cobra el recuerdo en cada una de ellas. En primer lugar dice que la historia oral puede identificarse como "el registro y análisis de los testimonios orales acerca del pasado" (Mudrovcic, 2005). Según la autora, la "historia oral reconstructiva" se caracteriza por tratar de extraer conocimiento de lo que efectivamente ocurrió partiendo de las fuentes orales.

De otra parte se encuentra el desarrollo de la historia oral de corte interpretativo, el cual tuvo lugar después de los años ochenta con la influencia de la sociología y la antropología interpretativas, y de planteamientos como los de Pierre Nora, Jacques Le Goff, entre otros. Juntos indicaron el carácter social de la configuración de la memoria y sus usos culturales, políticos e históricos. Esto condujo a cuestionar la historia oral reconstructiva, especialmente frente a su anhelo de buscar en el recuerdo un recurso para tener un conocimiento exacto del pasado.

La "historia oral interpretativa" está encaminada a comprender "de qué modo los sujetos sociales representan al tiempo histórico a través de los testimonios orales" (Mudrovcic, 2005, p. 114). Por esto las distorsiones o imprecisiones que se puedan presentar no son consideradas negativamente, sino que pasan a ser vías de acceso a las formas y procesos mediante los cuales los individuos representan y significan su sentido en la historia.

Aunque esta perspectiva no niega que los testimonios orales pueden tener carga de verdad frente al pasado, sí pone su énfasis en considerar al recuerdo representativo de "verdades colectivas", de este modo el silencio, el olvido y las imprecisiones recobran valor significativo en la experiencia del pasado. La autora resalta así categóricamente el carácter social de la memoria.

De este modo, tanto la memoria individual como la memoria colectiva coexisten enmarcadas por un diálogo reciproco y permanente. Esta disposición de sentido tiene una clara tonalidad interpretativa y está lejos de perseguir una ambición reconstructiva de la historia. Por ello

La memoria colectiva no consiste en la transmisión de un conjunto de hechos acerca del pasado sino es, ante todo, un código semántico que opera como contexto en el proceso de recuperar los recuerdos individuales. Los recuerdos, entonces, constituyen configuraciones de sentido de eventos seleccionados a partir de «lugares de la memoria. (Mudrovcic, 2005, p. 117).

Ahora bien, Patricia Nieto argumenta que "narrativa se refiere a seriar acontecimientos, describir momentos, rescatar voces, configurar contextos; en síntesis, a construir un discurso en forma de relato" (Nieto, 2010, p. 81). En esta perspectiva, el ejercicio narrativo echa luz sobre la experiencia de vida particular, pero a la vez intenta reconstruir el tejido colectivo poniendo en un escenario público la pluralidad de la memoria que caracteriza lo humano mediante la riqueza del relato. Así, de las muchas características que le atribuye Nieto a la narración interesa resaltar la que cobra fuerza como "un recurso para delinear conflictos sociales [y] un dispositivo para avanzar en la configuración del relato histórico a través de la cultura" (p. 81).

Por su parte, el filósofo francés Paul Ricoeur (1995) va a otorgarle un acento tan destacado a la narración que resulta ineludible presentar aquí un acercamiento a sus elaboraciones. Para él la historia, y por extensión cualquier disciplina que se encargue de lo humano, debe contar con la narración, ya que el tiempo humano es siempre experiencia en movimiento. Y las características de la narración hacen que esta sea la vía más adecuada para expresar las múltiples maneras de habitar el mundo, de vivirlo, de experimentarlo o experienciarlo, es decir, de ponerlo en común, de tornarlo comunicable, si se quiere.

"El tiempo se hace tiempo humano en la medida en que se articula en un modo narrativo, y la narración alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición de la existencia temporal" (Ricoeur, 1995, citado en Ortega, 2008b, p. 46). Efectivamente, la narración no es un mero mecanismo a través del cual se expone algo, se trata más bien de un conjunto de sendas de sentido y significado. Son, más bien, maneras lógico-temporales mediante las cuales organizamos la experiencia permitiendo traer así un pasado al presente, e incluso proyectarlo a un imaginario futuro, transformando así el devenir en experiencia con sentido y, en últimas, construyendo identidad (Ochs y Caps, 2001, citado en Ortega, 2008b, p. 46).

Volviendo a Leonor Arfuch (2013), quien en su estudio coliga la memoria con la autobiografía y su manifestación en algunas expresiones artísticas contemporáneas, introduce la noción bajtiniana de "valor biográfico", la cual

[…]no solo puede organizar la narración sobre la vida del otro sino que también ordena la vivencia de la vida misma y la narración de la propia vida de uno; este valor puede ser la forma de comprensión, visión y expresión de la vida propia. (Bajtín, 1982, p.136, citado en Arfuch, 2013, p. 23).

Arfuch destaca varios aspectos recogidos en este concepto. En primer lugar, nos habla de su carácter intersubjetivo en cuanto a la posibilidad de establecer una sintonía valorativa entre el narrador y su escucha o su lector, orientada a la dimensión de la vida ética. En segundo lugar, su apuesta de narrativa y expresiva redunda en una apuesta de sentido, de comprensión (2013).

Esta idea se refuerza con el planteamiento de Arendt (2005) que advierte que cualquier cosa que el hombre sepa, haga o experimente solo tiene sentido si puede ser expresada, transmitida y, por consiguiente, contemplada y en últimas valorada por otros hombres. Se trata de esa experiencia que se traduce en pluralidad, es decir en política. Por ello Arendt señala:

Tal vez haya verdades más allá del discurso, y tal vez sean de gran importancia para el hombre en singular, es decir, para el hombre en cuanto no sea un ser político, pero los hombres en plural, o sea, los que vienen, se mueven y actúan en este mundo, solo experimentan el significado debido a que se hablan y se sienten unos a otros a sí mismos. (2005, p. 32).

Apuesta metodológica: configurando un recorrido

La indagación que se presenta en este documento hundió sus raíces en un terreno que procuró comprender algunos espacios vitales desde donde se enuncian los niños que la protagonizaron, por tanto sus rasgos son de carácter cualitativo. Se trató de un esfuerzo por ir tras su experiencia y su memoria, materializadas en su mirada, su palabra, sus gestos y sus metáforas. Persistió el empeño por configurar un escenario para la expresión en el que el acto narrativo permitiera articular los sentidos y significados de la experiencia pasada.

Es por esto que aquí el marco metodológico se puede traducir como una especie de caja de herramientas provista de un conocimiento epistemológico, histórico, narrativo y hermenéutico que sustenta la comprensión interpretativa de una realidad específica. Los rasgos distintivos de dicho conocimiento consideran que esta realidad es cambiante, subjetiva, y está habitada por múltiples voces y referencias, por tanto para comprenderla es necesario emplear diferentes estrategias orientadas a ampliar el horizonte para enriquecer la mirada, permitiendo surcar un terreno reflexivo cuyo asidero sea la vigilancia y el cuidado de la propia acción investigativa sobre lo investigado, teniendo siempre presentes los límites y las condiciones del ejercicio mismo de investigar.

El espacio para que los niños se expresaran fue propiciado al interior del Colegio John F. Kennedy Institución Educativa Distrital -IED-, ubicado al sur de Bogotá en un barrio central de la localidad de Kennedy. Se trata de una institución educativa oficial que atiende a niños y jóvenes en los niveles de preescolar, primaria, básica secundaria y media, y que cuenta con un promedio de mil estudiantes en la jornada de la mañana, en la cual se desarrolló el estudio.

La muestra contó con la participación de los niños de los tres grados de sexto que funcionan en la jornada de la mañana. Un total de 114 niñas y niños entre los 11 y los 14 años de edad estuvieron vinculados en este proceso investigativo, con quienes se estuvo trabajando a partir de la realización de talleres, y aunque cada uno de ellos poseía características específicas, todos apuntaron a indagar por el horizonte enunciativo infantil, es decir, la manera en que los niños habitan su propia realidad, la nombran, y la dotan de significados y sentidos.

Como horizonte explicativo pero esencialmente comprensivo, la narrativa (¡como si fuera posible ponerla en singular realmente!) ilumina la existencia humana. Ella permite extender en el mundo social continuas reapropiaciones sobre la experiencia personal y sobre la de los demás. Pero, al mismo tiempo, en su acontecer refleja sobre un tapiz dialógico la multiplicidad de maneras de ver el mundo, y la diferencia de apropiar y comprender una vivencia. Por eso "quizás a la pregunta «¿quién eres?» habría que «responderle en la forma clásica y contar una historia»" (Arendt, 1997, p. 23).

En este horizonte, pues, concurre el significado de lo que Paul Ricoeur llamara racionalidad narrativa, sobre la cual "afirma que toda historia bien narrada enseña algo, revela aspectos universales de la condición humana, desarrolla una inteligencia narrativa [...]" (Ricoeur, 1996, p. 166, citado en Gaviria, 2012, p. 63). Esta noción señala un camino donde el acto narrativo transmite aspectos colectivos, incluso universales, y a la vez contribuye en la comprensión de la experiencia individual.

Así pues, teniendo en cuenta esos referentes a través de los cuales este recorrido afianzó sus pasos, es importante señalar que las narrativas infantiles se conciben aquí como posibilidades para desplegar la experiencia de los niños protagonistas, y plasmarla mediante expresiones escritas, artísticas y metafóricas. De esta manera, se retoman las perspectivas de los niños, porque se considera que su voz cuenta, y que rememorando aspectos de su vida estamos configurando escenarios de reconocimiento y visibilidad frente a situaciones de violencia y abandono, pero también frente a horizontes que enuncian vida y con ello acaban por reafirmar que para construir un país en paz hace falta escucharnos más y pasar la experiencia por el tamiz de la comprensión.

Hallazgos

Las narrativas que configuraron el horizonte enunciativo de los niños en esta investigación mostraron que, como señala Leonor Arfuch, los relatos nunca se terminan (2013); las apropiaciones que elaboraron los niños sobre su experiencia dan cuenta de relatos que fluctuaron entre el hoy y el ayer, entre el aquí y el afuera, entre el dolor y la dicha, demostrando con ello todo el tiempo, según la bella expresión de Arfuch, que tenían -tienen- "el pasado bajo la piel y a flor del lenguaje" (p. 15). A través de esos pasados y de esos lenguajes se comprobó que los relatos dotan a la experiencia de un matiz singular dándole quizá otro sentido y otros significados.

Tejidos y reinterpretaciones vitales

Dentro de los múltiples sentidos y significados que se pueden rastrear cuando se elabora un trabajo sobre memoria, en los hallazgos que presenta este documento interesó rescatar principalmente las interpretaciones aproximativas que se pueden hacer sobre la apropiación que llevaron a cabo los niños en sus relatos. Se trató de un esfuerzo por revisar y revivir un pasado particular para ponerlo en clave narrativa y darlo a conocer, exponerlo en un escenario que muchas veces desconoce las vivencias singulares y todo lo que ellas traen asociado, es decir, la escuela.

Justamente por ello se habla de un tejido, porque otorgarle sentido al pasado a partir de su valoración implica no solamente poner distancia sobre lo ocurrido para intentar, quizá, apreciarlo con otra mirada, sino, sobre todo, permitirse la preciosa posibilidad de darse cuenta que se está habitado por un montón de historias que a menudo vale la pena contar. Tal como lo señala la escritora africana Chimamanda Adichie, "Cuando rechazamos la única historia, cuando nos damos cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una suerte de paraíso" (Adichie, 2010).

Se puede ver, entonces, que los relatos de los niños se encuentran enlazados a su memoria autobiográfica, por cuanto en este conjunto de definiciones ellos articulan aspectos de su vida relacionados con otras personas, y eventos que van más allá de darle una organización temporal a sus vivencias y expresarlas en clave narrativa. En este sentido, tal como señala Leonor Arfuch (2013), el relato personal "es también la mirada sobre los otros, los diálogos que podemos sostener con ellos, [.] el discurrir de la experiencia en el tiempo y el espacio" (p. 35).

Recuerdo: cuando guardan la cobija de los hijos cuando eran bebés. (Valentina, 11 años).

Olvido: es una gran cosa para olvidar, una muerte de un familiar, que se alejen de uno, que lo desprecien. (Sharon).

Corazón: parte de tu cuerpo y cuando te da pena o temes a algo palpita. (Michel Fernanda, 11 años).

No es del todo extraño que en las narrativas de los niños aparezcan el recuerdo y el olvido como elementos que caracterizan o, más bien, fundamentan la memoria. Se identifica cómo tanto el recuerdo y el olvido aparecen enunciados mediante hitos, es decir, ambos aspectos tienen en común que los niños traten de aproximarse a ellos creando imágenes o apelando a sucesos que reflejan un notorio significado paradigmático, distintivo, memorable.

Existe algo que es recordado. En estas narrativas infantiles los niños dan cuenta de los afectos que impregnan sus relatos y dejan rastros en su memoria y su subjetividad. Perviven en ellos imágenes que despiertan sentimientos y emociones a menudo encontrados. Según Arfuch (2013), al recordar se recuerda siempre una imagen, relacionada inevitablemente con la imaginación, lo que trae aparejado su problema de representación, su relación directa con la verdad y la afección que ella comporta. Se ve cómo las palabras de los niños buscan ciertamente reflejar una verdad subjetiva que procura tender puentes comprensivos entre un pasado y un presente en clave narrativa.

Resulta llamativo que esta especie de excepcionalidad se vincule, al menos en estos casos, con la presencia de los otros cercanos. Así, es posible identificar como característica recurrente que los recuerdos que los niños plasman en sus narraciones se encuentran habitados por situaciones afectivas y emocionales fuertemente asociadas con la familia. Esto también habla de sus percepciones acerca de los modos como comprenden una realidad particular, en especial sobre la manera en que llegan a ver cómo son vistos, definiendo, por ejemplo, la infancia desde nociones vinculadas al cuidado, la inocencia, la ternura, entre otras.

Sin embargo, se puede ver también que los niños no se llaman a engaños. Ellos conocen muy bien cuando los demás evaden sus preguntas, cuando son asumidos como seres incómodos y molestos, cuando bajo pretextos normativos y hasta afectivos son rotulados de tal o cual modo. Ellos conocen lo que es el desprecio, porque lo han sentido, seguramente no solo por parte de sus coetáneos, sino también porque más a menudo de lo deseable este es el trato que les brindan sus adultos, sus otros próximos.

Precisamente estas actitudes las relacionan con el olvido, porque son indeseables, pero el valor de enunciarlas reside en reconocer las posibilidades y capacidades que tienen al articular en palabras e imágenes su experiencia. Esto pone en evidencia que las narraciones son puestas en clave de singularidad, así, los niños al hacer posible la expresión de su memoria determinan lo que consideran conveniente o apropiado manifestar y, a su vez, lo que no lo es, con lo cual se afirma el lado selectivo de la memoria.

Tristeza: que por si algo la novia le termina pues uno se pone triste o pues si mis papás me desprecian y no me muestran cariño pues me pongo triste. (Manuel, 11 años).

Mi carrito me recuerda el día en que mi hermano menor cumplió 6 años, yo se lo compre de cumpleaños y se puso muy feliz, hoy le dije que si me lo dejaba traer y dijo sí. Me recuerda a mi cuando pequeño me encantaban los carros y a mi papá y a mi hermano también, este carrito es algo que me recuerda que mi familia es lo más importante. (Santiago, 13 años. Carro de juguete).

Cuando me dieron este anillo me sentí muy pero muy feliz porque me lo dio mi bisabuela, me dijo que me lo pusiera y que nunca me lo quitara porque este anillo es de protección. (Karol, 12 años. Anillo).

Frente a la narración, que resulta ser la huella que le da forma a la memoria, Marc Augé señala que "un recuerdo como impresión, como rastro amnésico, aún no constituye la memoria. Al recuerdo privado le hace falta la palabra, el relato para construir memorias" (Augé, 1998, citado en Blair Trujillo, 2008, p. 98). Precisamente este autor llama la atención frente a que cuando se habla de relatos no es posible limitarse únicamente a las formas literarias consagradas, sino que "también los relatos adornan cada vivencia individual, cada vida en trance de vivirse y de narrarse" (p. 98).

En este trabajo también se confirmó que los niños son poseedores de una capacidad poética cargada de valor literario. A ellos les resulta muy sencillo acudir a metáforas y analogías que mezclan lo cotidiano y lo increíble. Para los niños es muy fácil conjugar el espacio imaginario con su devenir biográfico, se trata de verdaderos rastreos en los límites, creando mundos repletos de significado en los que continuamente plantan su subjetividad y brotan así universos semánticos asociados con su vida.

Sin duda esta riqueza narrativa -y vital, por supuesto- que se emparenta con lo literario no habla solo de cuestiones reales, sino que también da cuenta de una urdimbre de espontaneidad a partir de la cual emergen historias en clave ficcional. Así, los relatos de los niños pasan también por el tamiz de la memoria sustentando su subjetividad y dándole cabida a aspectos que tienen que ver con lo imaginario, lo afectivo y lo emotivo.

Tristeza: es cuando un familiar se muere o cuando le rompen el corazón o cuando un amigo se va. (Anónimo).

Olvido: es querer a alguien o a algo y luego dejar de recordarla y olvidarla. (Ana, 11 años).

Alma: es una familia que pierde a un pariente o a un familiar. (Juan Miguel, 12 años).

Mi objeto es una foto muy significativa porque es de mi abuelo. Él murió cuando yo tenía 4 o 5 años y tener su foto me lo hace recordar. Él me llevaba en su taxi del colegio a la casa y jugaba mucho conmigo, lo extraño, la vida con mi familia cambió cuando él se fue tanto que nos empezamos a separar [.] el futuro de mi objeto es que mi familia se vuelva acercar y nos reunamos.(Laura, 11 años. Foto).

Las narraciones que emergen tratan de comprender y matizar un suceso doloroso, conformando una trama que funda valoraciones explicativas sobre lo ocurrido. Pero estos relatos van más allá y establecen puentes comprensivos entre lo material, la remembranza que se halla teñida por la sensibilidad evocadora y las expectativas afincadas en un porvenir distinto, en este caso puntual, enraizado en un pasado que se demarca como significativo.

El profesor Jesús Martín Barbero (2001, citado en Blair Trujillo, 2002) muestra las tensiones no resueltas entre recuerdo y olvido que, en suma, constituyen lo que llamamos memoria. Para él existen dos tareas fundamentales dentro de los trabajos de la memoria: la primera es deshacer las cicatrices que recubrieron las heridas sin curarlas de verdad, una suerte de reinterpretación y resignificación del pasado. En segundo lugar, habla de "evocar y celebrar la memoria de la que estamos hechos, esa que puede ayudarnos a comprender la densidad simbólica de nuestros olvidos, tanto en lo que ellos contienen de razones de nuestras violencias como motivos de nuestras esperanzas" (Barbero, 2001, citado en Blair Trujillo, 2002, p. 18).

Los niños son conscientes de que existen acontecimientos que significan un antes y un después en lo individual y en lo colectivo. En el relato de Laura, se encuentra la atribución de sentido a los recuerdos y a los acontecimientos, es un hecho llamativo descubrir que las narrativas de los niños están habitadas también por anhelos de hacer loable una vida común en otras condiciones, en la cual cabe la posibilidad de imaginar otro futuro. Así, de la respuesta a la pregunta ¿cómo imaginas el futuro de tu objeto?, emerge una respuesta que indica un deseo en el cual el objeto (la foto) es solamente mediador o catalizador de otro deseo mucho más grande vinculado con la reconstrucción familiar y de los lazos afectivos.

En este relato sale a la luz que la memoria, por ser una construcción colectiva e intersubjetiva, es un código semántico que opera como contexto en el proceso de recuperar los recuerdos individuales. Los recuerdos, entonces, constituyen configuraciones de sentido de eventos seleccionados a partir de "lugares de la memoria" (Mudrovcic, 2005, p. 117). Se asoma, pues, el reconocimiento de la alteridad y, en este caso específico, de la familia como sustento de la subjetividad. Así, con palabras que llaman la atención sobre la necesidad del otro, en aras de articular un sentido de vida asentado en la solidaridad y hasta en la complicidad que significa estar juntos, a partir de esta manifestación que habla de pulsiones afectivas, se definen discursos que llaman la atención tanto sobre el devenir cotidiano de los niños, como sobre sus necesidades, preocupaciones y proyecciones afectivas.

Valor biográfico y artefactos memoriales

El valor biográfico tiene que ver con "esa comunión fugaz, esa virtual sintonía, lo que seguramente alimenta el deseo sin pausa de asomarnos a las vidas reales, aunque sepamos [...] del carácter inevitablemente ficcional de todo relato" (Arfuch, 2013, p. 51). Así pues, la noción de valor biográfico que Arfuch retoma de Bajtín (1982) está relacionada con la puesta en forma, la puesta en la escena pública de las voces plurales - de sus vidas- a través de sus relatos.

En el devenir de esta urdimbre tejida cotidianamente despuntan formas de ver y comprender a través del acto narrativo la vida de los otros, y en ese ejercicio nuevamente intersubjetivo se trazan líneas (de fuga, muy a menudo) que permiten comprender la propia vida. Como ya se ha visto, los relatos de los niños son articuladores de sentido, y, sin duda alguna, en ellos se hallan modos de interpelar a los adultos y reclamar reconocimiento; significa que -quizá sin proponérselo- sus palabras dan cuenta de críticas a lo hegemónico, al poder que los sujeta y que se manifiesta como discurso y práctica naturalizada, normalizada.

Cuando se alude a líneas de fuga se está haciendo referencia a las posibilidades de pensar y actuar de un modo distinto que logran emerger desde el modo de habitar la vida cotidianamente. Es a partir de morar esos rincones vitales del día a día para tornarlos palabra y expresión desde donde se enriquecen los lazos y las experiencias que empiezan a construir no solo formas discursivas alternativas, sino también pequeñas acciones que permiten configurar la realidad de otras maneras; una de ellas es sabernos sujetos capaces de construir una sociedad que se sobreponga a la violencia que la ha agobiado para asumir la realidad lejos de los ecos de las armas y los rastros de la muerte.

Poder: tener la manipulación de una cosa o persona. (Luisa, 11 años).

Amigo: es que los amigos te acompañan hasta en las peores situaciones, pero son reales y no nos abandonan, y mis amigos son así. (Edwin, 11 años).

Seamos ricos, pobres, todos ustedes y yo estaremos juntos, los amo mucho, no tengo palabras para decirles todo y mucho más.Love, los quiero. (Dana, 11 años. Foto familiar).

Evidentemente en los relatos de los niños los objetos que vehiculizan una memoria marcada por personas y eventos significativos se encuentran atravesados por demarcaciones familiares. En este sentido, a través de alusiones muy emparentadas con lo que significa el legado material, como hablar de gustos comunes albergados por los distintos miembros de la familia, o en días inolvidables en los cuales aparecieron estos objetos, todo este conjunto de lo que se podría llamar artefactos memoriales -y memorables, ciertamente- trazan aspectos de la subjetividad infantil, constituyendo sentidos inmateriales que la palabra deja asomar.

Se hace referencia a la noción de artefactos memoriales porque no se trata solamente de un conjunto de objetos que mediaron la exploración de las memorias de los niños. En este trabajo hemos logrado ver cómo se han desplegado inevitablemente lugares, tiempos, estancias, sentires, emociones y objetos. Es claro que estos artefactos de la memoria se han enunciado aquí como espacios investidos de sentidos y afectos representados a través del lenguaje y confirmando el potencial virtual, todo el universo que encarnan, del que los niños se han apropiado una y otra vez (Arfuch, 2013, p. 46).

Esta noción también permite reconocer lo que Arfuch denomina memorias mínimas, para referirse a la reivindicación de esas memorias singulares y cotidianas que son revividas mediante el diálogo y que despiertan interrogantes en torno a la experiencia. En este sentido, es necesario pensar en otros modos de relación con la materialidad más activos, inquietos e inquisitivos que lleven a comprender el pasado y sus representaciones (2013, p. 68).

Así mismo, es claro que estos objetos son portadores de memoria, por lo tanto el ejercicio de hablar sobre ellos refleja valoraciones sobre el mundo y formas de relacionarse con los demás. Fue recurrente encontrar en las narraciones de los niños objetos que a veces no solo representaban un vínculo con sus seres queridos, sino que eran su materialización, justamente por ello fueron bastante recurrentes objetos como las fotografías de familiares.

En una suerte de desnudo emotivo, se plantearon narraciones muy vinculadas a sentimientos y emociones de toda índole, en las que la presencia de seres queridos cobró una vigencia rotunda. Sin embargo, puede no ser casual que varios de los relatos más emotivos fueron dejados sin nombre y por esta razón aparecen como anónimos. Esto que no se dice, que se deja en blanco, esta no respuesta podría arrojar información importante alrededor de la expresión de los sentires subjetivos en los niños.

Dicha circunstancia llama la atención porque así como puede dar cuenta de un niño que es inseguro para expresarse y que teme o siente dudas frente a la heterovaloración que se haga de su relato (estará bien escrito, lo que dije tiene sentido), también puede significar la poca cabida que tiene la manifestación de sentimientos y emociones dentro del mundo escolar. El hecho de que esta condición sea una tendencia revela cuestiones importantes. Es necesario que la escuela y los maestros estimulen la expresión de emociones y sentimientos a través de diversas modalidades; no es un secreto que tradicionalmente los escenarios escolar y académico han intentado opacar y silenciar esas dimensiones vinculadas con lo sensible y lo afectivo.

El interés por articular estas cuestiones en las investigaciones sociales es más bien reciente y tiene que ver también con la necesidad de pensar nuevas subjetividades, lo que significa la creación de prácticas y discursos que permitan interpelar el poder: "Como Harkin (2003) lo señala, las emociones son en parte reacciones y en parte comentarios sobre la acción social de otros, debido a su contenido moral y a su potencial como instrumento político de descalificación y subordinación" (Jimeno, 2007, p. 175).

Estos ejercicios no se hacen para invocar un morbo y explorar así tal o cual intimidad, sino que, como ya se ha subrayado, desplegar narraciones sobre la propia vida abre horizontes en los que es posible comprendernos de mejor manera, en los que se valora un pasado particular para extraer de él vivencias que han constituido el ser de una u otra forma. Estas rememoraciones vitales se convierten también en apropiaciones de la experiencia y del lenguaje para narrar y así matizar el presente, y con ello conjurar (aunque sea momentáneamente) el olvido.

[...]además de significarme mucho a mí también a mis papás porque en ese momento mis papás estaban recién casados y ya no y también porque vivíamos en Fusa. (Anónimo. Foto).

Este objeto es muy importante para mí porque el día que me lo dieron estaba muy triste porque era el día de la mujer y pues yo pensé que mi papá no iba a llegar pero cuando lo vi me entró una alegría que todo se me olvido en ese momento. (Ana, 11 años. Cadena).

Narrativas en pugna e irrupciones metafóricas

Hablar de narrativas en pugna es reconocer la existencia y la circulación de múltiples sentidos, apropiaciones y manifestaciones que configuran las maneras de recordar, de tramitar eso que se recuerda y de transmitirlo. La memoria, por tanto, no es un conjunto de anaqueles que resguardan y organizan una serie de recuerdos inmutables, inalterados y siempre accesibles, por el contrario "ella es, más bien, una construcción que se elabora desde el presente y, fundamentalmente, desde el lenguaje. La memoria es así una memoria narrada" (Blair Trujillo, 2002, p. 23). Continúa la profesora Elsa Blair Trujillo diciendo que la memoria se entiende como un recurso de interpretación y reinterpretación de la realidad donde están en constante negociación las distintas versiones del pasado (p. 24).

Así mismo, explorar las metáforas que pueden emerger en las narraciones de los niños significa caminar reflexiva y analíticamente en los límites de los sentidos y significados que sus palabras crean y recrean, demostrando además que toda vida tiene algo por contar y merece ser contada, al decir de Ricoeur, y señalando la urgencia de que "no se trata simplemente de escamotearle retazos al olvido sino de articular [...] afecto, imaginación y reflexión" (citado en Arfuch, 2013, p. 80).

En las palabras de los niños, especialmente en los afectos con los que invisten a sus objetos más preciados, es posible ver cómo establecen continuidades y rupturas con esa materialidad que alberga significados en ocasiones vitales para ellos. Así mismo, en sus relatos aflora la referencia constante hacia los otros que también habitan su realidad, y esto da cuenta de distancias, de diferencias en los modos de concebir algo; los niños, pues, articulan vivazmente en sus narraciones otras posiciones que ayudan a reforzar su horizonte enunciativo, por cuanto son capaces de incorporarlas para tornar comprensible afectos y emociones suyas.

Así, la noción de narrativas en pugna, además de aludir al carácter plural de las memorias, que excede todo consenso para instalarse también en un escenario de diferencia y de conflicto (mostrando la necesidad del disenso e interpelando constantemente), habla de aquellos elementos que aún se conservan como colectivos dentro una sociedad cada vez más individualizada y fragmentada: "En tanto uno nunca recuerda solo, como también anotaba Halbwachs, sino en el contexto de su medio social, esa transmisión es la clave y el don que guía el devenir de las generaciones, el principio de reconocimiento y pertenencia [.]" (Arfuch, 2013, p. 68).

Yo me sentí muy alegre al descubrir este objeto porque por primera vez había descubrido el futbol [...] es un objeto muy preciado. El balón típicamente solo es un balón para otras personas para mi es algo muy especial (Arnol, 11 años. Balón).

Silencio: es una manera de callar porque ha pasado algo o porque uno tiene miedo. (Laura, 11 años).

Pasado: mi pasado es frío como un hielo. casi no me gusta hacer amigos. (Karen, 12 años).

Tal como indica Myriam Jimeno, "las narrativas son tanto claves de sentido como medios de creación de un campo intersubjetivo en el que se comparte, al menos parcialmente el sufrimiento y se puede anclar la constitución de ciudadanía" (Jimeno, 2007, p. 174). Esta comunicación permite también recomponer lazos sociales y brindarle soporte a experiencias marcadas por el dolor, en tanto forma parte de escenarios sociales compartidos.

Se entrevé cómo "pese al sentimiento y la idea de la inadecuación del lenguaje frente a la emoción, en el acto de rememorar y relatar a otros, la persona comienza a encontrar caminos para reconstruir el sentido subjetivo de la vida" (Jimeno, 2007, p. 174). En muchas ocasiones, pues, los niños pusieron en clave poética sus experiencias, y fueron plenamente capaces de articular de un modo literario su pasado y dotarlo de matices que revelaron sus valoraciones en torno a verse y mostrarse como seres individuales y sociales.

Dentro de las reflexiones que propiciaron las narrativas de los niños emerge una fundamental. Se trata del cuestionamiento que se trasluce al comprobar cómo su horizonte enunciativo se halla habitado por toda una estela de emociones y sentimientos de distinto orden, conscientes de que los derroteros que establece la norma (llámese ciencia o academia) han tratado de hacer aún lado expresiones relacionadas con lo sensible, que, por lo demás, resultan ser aspectos constitutivos del ser humano.

Precisamente por esto, los niños y su lenguaje hicieron que en este trabajo resultara tan preponderante la consideración de su sensibilidad, porque a menudo pareciera que ellos mismos fueran su materialización. Este fue, pues, uno de los elementos de fuga que se quiso reivindicar en este recorrido, valernos de la preciosa posibilidad de sentir desde la escucha y la escritura, porque

[…] la ciencia que ha dejado al margen al cuerpo, las emociones, y la oralidad en pos de la psique, la razón y la escritura, es la misma que ha dejado fuera de la ciudadanía al indio, al negro, al salvaje, al bárbaro, a la mujer, al niño o al loco. (González Stephan, 1996, citado en Aranguren, 2010, p. 18).

Olvido: es un mínimo tiempo de amnesia, es decir, la manera en que no recordamos una acción, definición o palabra. (Jonathan).

Mundo: es todo lo que nos rodea, lo que vivimos a diario. (Andrés, 13 años).

Futuro: cada día ir al colegio para conseguir una meta y lograr mi futuro que es ser una gran profesora de matemáticas. (Samira, 12 años).

Alma: es como cuando nos morimos y nos volvemos fantasmas por decir así. (Andrés, 12 años).

Sin embargo, lo vivencial, que implica acercamientos reconstructivos de la subjetividad a través de la exploración de la memoria, también acarrea riesgos y tensiones. Claramente estas opciones enunciativas iluminan aspectos de la vida social e individual que a menudo la ciencia, como ya se ha señalado, olvida, empero puede conllevar

el desborde de intimidad en épocas de asedio de intimidad mediática [.] y el devenir fortuito de la conversación, que puede dejar la impronta de lo cotidiano aun en los momentos más sensibles de una evocación, naturalizando en cierto modo lo que fue una experiencia límite [...].(Arfuch, 2013, p. 103).

Se nota entonces que estos ejercicios de memoria se encuentran atravesados por tensiones y disputas de orden epistemológico y político; continuar pensándolos y reelaborándolos significa, no obstante, llenarse de esperanzas frente a las inmensas posibilidades de habitar el mundo desde la pluralidad humana.

Conclusiones

En las narraciones de los niños que participaron en esta andadura emergieron permanentemente relatos que hablan de continuas apropiaciones de su cotidianidad. Se trata de una constelación de sentidos que ellos asimilan como significativa, como paradigmática. Esto refleja que los niños invocan su memoria histórica no a partir de los grandes relatos ejemplarizantes, sino desde el hecho mismo de vivir la cotidianidad, su cotidianidad cabalmente. Esos sucesos mínimos, a menudo imperceptibles, esos que aparecen en los rincones de las cosas sencillas del día a día, esos que expresan quereres y sentires más o menos habituales fueron los que brotaron en las palabras de los niños.

Se puede decir que los niños son autores de su propia subjetivación a través de múltiples experiencias y relaciones, y de las distintas maneras en que las tramitan y las apropian. Revelan así en sus palabras el carácter significativo de la niñez y esto también muestra que ellos son conscientes de sus propios tránsitos, en la medida en que incluso ponen distancia sobre las experiencias que están viviendo para valorarlas en términos de hitos dentro de su construcción subjetiva. Tales sucesos paradigmáticos merecen ser recordados y vale la pena tornarlos lenguaje, narración.

Todo esto conduce a reconocer las narraciones como procesos que visibilizan el pasado de un modo individual y colectivo, convirtiéndose así en maneras de interpelar formas hegemónicas de concebir aspectos determinados del mundo social. La memoria viva, pues, trata de reconocer voces tradicionalmente excluidas o silenciadas y trasegar por sus sentidos emergentes.

Los relatos de los niños se encuentran enlazados a su memoria autobiográfica; ellos articulan aspectos de su vida relacionados con otras personas y eventos que van más allá de darle una organización temporal a sus vivencias y expresarlas en clave narrativa. Se trata, entonces, de miradas sobre sí y sobre los otros que discurren a través de un lenguaje teñido por emociones y sentimientos que tratan de comprender un pasado, aproximándose a él, rememorándolo y trasmitiéndolo.

Finalmente, es a partir de morar los espacios vitales del día a día para tornarlos palabra y expresión desde donde se enriquecen los lazos y las experiencias que empiezan a construir no solo formas discursivas alternativas, sino también pequeñas acciones que permiten configurar la realidad de otras maneras, una de las cuales es sabernos sujetos capaces de construir una sociedad que se sobreponga a la violencia que la ha agobiado. Por ello...

Esperanza: para mi significa tener fe en lo que uno quiere en la vida. (Juan, 11 años).

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Cómo citar este artículo: Verano-Camayo, C. A. (2017). Memorias y narraciones: una aproximación a la experiencia biográfica de niñas y niños en Colombia. Revista Aletheia, 9(2), 16-35.

Recibido: 06 de Abril de 2017; Aprobado: 21 de Agosto de 2017

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