Los aconteceres cotidianos, entendidos como los encuentros, tiempos, espacios e interacciones que ocurren al interior del Jardín Social Gran Colombiano, dan cuenta de prácticas pedagógicas que se construyen permanentemente, día tras día, en relación con las preguntas que surgen al entrar en contacto con las niñas, los niños y sus familias, así como con los avances y retrocesos de las acciones. Todo esto, en conexión con la identidad del quehacer docente, que se marca por una forma de incertidumbre cargada de utopía que los lleva a poner en cada cosa que hacen su impronta, aquello en lo que creen y lo que consideran realmente importante.
En línea con esto, el relato que se presenta a continuación muestra cómo dos de las maestras del equipo, coinciden en dar un lugar relevante al vínculo afectivo como sostén de su práctica, y cómo aquello les permite construir seguridades y hacerse cómplices de lo que los niños y sus familias son y quieren llegar a ser.
El escrito considera tres grandes apartados. En el primero, se parte de dar voz a las familias, protagonistas infaltables de cualquier escenario de educación inicial, quienes regalan sus testimonios frente a lo que ha significado para ellos hacer parte de este jardín. El segundo, releva el sentido de las articulaciones interinstitucionales y con actores clave del territorio, que incluyen a Idartes, la casa de pensamiento intercultural y la huerta comunitaria la Adelita, que permiten elevar el lugar de la educación inicial más allá de las cuatro paredes del jardín y encontrar desde allí la potencia de los diálogos ampliados con el territorio. El tercero, hace énfasis en los aconteceres afectivos como una forma de entender que es el vínculo el que sostiene muchas de las prácticas que estas maestras emprenden.
[T2]La voz de las familias en torno a lo que ha significado ser parte del jardín social
El jardín Gran Colombiano que actualmente recibe 285 niñas y niños de primera infancia, ha sido parte fundamental de la historia del barrio Estados Unidos en la localidad de Kennedy, donde se encuentra ubicado, ya que fue fundado en 1962 y ha hecho parte de esta comunidad hace aproximadamente 57 años, al inicio como parte de la Secretaria Distrital de Integración Social y desde el año 2015 asumido por la Caja Colombiana de Subsidio Familiar Colsubsidio.
Hoy día, las familias que hacen parte de este jardín están convencidas del aporte que hace al desarrollo integral de sus hijos y nietos, por eso afirman haber elegido la opción más pertinente para compartir la educación de sus integrantes más pequeños, incluso por generaciones, y han depositado toda la confianza en las maestras y directivas, tal como lo manifiesta una de las abuelitas que ha hecho parte de la comunidad educativa del jardín hace una década:
Nosotros pensamos en este jardín desde el comienzo porque mis nietos estudiaron aquí, mis nietos los mayores estuvieron cuando era Gran Colombiano, hace como unos diez años y siempre nos ha gustado mucho, pero ahora pues con todos los arreglos que le hicieron es más chévere y las profes son geniales, súper afectivas y entregadas, mi nieto es feliz. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
Así mismo, resaltan que las niñas y los niños en este Jardín aprenden muchas cosas que para ellos son importantes como la independencia y autonomía, que se reflejan en la posibilidad de comer e ir al baño solos; algunos aprendizajes relacionados con los buenos modales tales como saludar y dar las gracias, así como el gusto por la lectura que ha terminado por habitar con mucha intensidad sus hogares y que se ha reforzado con el proyecto Leo y la aplicación MakeMake, con la cual se ha logrado que la literatura habite los hogares de los niños desde lo interactivo. Así, aunque las familias también hablan de las vocales, los colores y los números como elementos que deben aprender las niñas y los niños en estas edades, lo que más rescatan es esa posibilidad de juego y socialización que se vive al interior del jardín y que les permite aprender a convivir, ser mejores personas, ganar confianza a la hora de expresarse y mostrarse inquietos por aprender.
Por cualquier circunstancia uno pasa por aquí, y uno mira y ellos están jugando, tiene uno la vista y allá están bailando, están en el parque, se ve como muy bueno el ambiente para ellos, porque es así como ellos aprenden no sentados […] mi hijo llega a la casa y quiere que yo le esté leyendo todo el tiempo, tenemos un cuento y no lo suelta y a veces entramos a Make y él se entretiene con los cuentos que salen ahí, él ha aprendido aquí va querer los cuentos y eso le va a servir cuando lea porque a los niños no les gusta leer, pero acá sí. […] Si, es que acá aprenden son esas cosas, aunque también que los números hasta el diez, que las vocales y eso, pero lo más importante son los modales, el poder compartir con otros niños y grandes, son muy decentes saludan, piden la palabra para hablar, dan las gracias, mejor dicho. […] Otra cosa es que ellos acá en este jardín se vuelven como más inteligentes, cómo decirlo, pues es que preguntan y quieren saber todo, son como sabelotodo o así le digo yo a mi hija, como ese elefante creo que es de Pepa Pig, que es una sabelotodo, que de todo habla y eso, mi hija es así y ha aprendido a expresarse muy bien acá, tiene palabras que uno no usa en la casa. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
Lo anterior es una muestra significativa de cómo las familias han movilizado su mirada hacia la educación inicial, y lo que en esta se debe enseñar y aprender, siendo evidente que, en sus narrativas, a lo que dan más relevancia es al fortalecimiento de capacidades y el disfrute del juego y la literatura. Esto debe leerse como un logro del trabajo que este jardín ha sostenido en el tiempo para resignificar la mirada frente al sentido de la educación inicial, trabajo que no ha sido fácil según la maestra Alicia, que es quien lleva más tiempo vinculada al jardín.
Cuando Colsubsidio asumió el jardín, los procesos de planeación y los ejercicios de valoración y seguimiento al desarrollo de los niños se volvieron más exigentes. Así mismo, antes habían prácticas más escolarizadas, lo cual implicó un trabajo arduo con las familias, porque ya no les pedíamos cuaderno y eso; entonces al principio las familias creían que había bajado el nivel académico, pero poco a poco hemos trabajado esto y los padres de familia han empezado a entender que es importante en estas edades privilegiar otro tipo de procesos. (Entrevista, maestra Alicia Pulido, septiembre de 2019).
Estas transformaciones se han dado a través del fortalecimiento de su participación activa en el proceso educativo de sus hijos, lo que se constituye como una de las claves que este equipo encontró para acercar más a las familias y movilizar sus imaginarios, así lo señala la maestra Martha que, aunque reconoce que el trabajo con ellas en este contexto no es fácil, considera que es importante conectarse con padres y madres, y en sus palabras "[...] ayudarles con lo mejor que ellos tienen, sus hijos" (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019), premisa desde la cual ella y las demás maestras del jardín los conquistan y seducen poco a poco hasta que ya no quieren dejar de estar y ser parte.
Trabajamos con familias muy vulnerables, pero aun así su mejor proyecto son sus hijos y es por ahí por donde yo me les voy metiendo, reconociendo siempre la potencia, y es que esos papás son ideales porque son los que yo puedo transformar, a quienes puedo ofrecer nuevas oportunidades para incluso nombrar diferente a sus hijos, porque ellos llegan: "es que este chino", por eso, para mí es importante descubrir el potencial, lo que son capaces de hacer y llegarles al corazón […], me preocupa que algunas familias perciben a los niños como un estorbo, se sienten agobiados, tienen miedos y por eso estoy dispuesta a apoyarlos para superar esos miedos. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
De este modo, las familias evidencian transformaciones en sus propias comprensiones, concepciones y formas de actuar, muchas de ellas movilizadas a través de este diálogo permanente que tienen con las maestras:
He aprendido a fortalecer más la relación que tengo con mi hijo, porque a veces yo como la mayoría de papás trabajamos todo el día, y los vemos solo en la noche un ratico, entonces cuando venimos a las reuniones, los talleres y con los apoyos que hacemos a las maestras pues aprendemos mucho y nos ayudan a fortalecer y acercar más las relaciones, que no sean solamente las profesoras que los ayuden, los críen, sino que sea responsabilidad también de nosotros, estar involucrados con ellos también, eso afianza las relaciones entre los papás y los hijos, y pues con la maestra, somos como un equipo que rema en el mismo sentido. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
En sintonía con esto y ante la necesidad de potenciar más el rol de las familias y su corresponsabilidad, las maestras vienen intencionando el lugar de las "tareas" como un espacio que ha permitido ganar confianza y generar un ambiente de colaboración que posibilita comprender el sentido de lo que se hace al interior del jardín, ya que se trata de propuestas que implican un trabajo sostenido entre adultos cuidadores, niñas y niños, y que por ende ayuda a gestar espacios y tiempos de calidad en los hogares con propuestas que permiten del mismo modo resignificar el lugar de la educación inicial. Estas "tareas" como las llaman las maestras son realmente invitaciones a inventar cuentos juntos, cantar, jugar o construir algún material que va a integrarse en la propuesta de las maestras, garantizando así mismo que las familias se sientan parte de lo que pasa en el jardín, en clave de proceso.
Así las cosas, y aunque esta no es la única estrategia que las maestras de este jardín vienen implementando para favorecer el encuentro y vínculo con las familias, resulta interesante que estas coinciden en afirmar que los espacios mediados por las "tareas" y modelados por el jardín, son una oportunidad para pasar tiempo de calidad en familia y aprender todos juntos.
Esas tareas nos han ayudado a compartir en familia un montón, yo trabajo, mi hija trabaja, mi esposo trabaja, en un momento nos reunimos, así como estamos acá con usted, y así es muy bonito, no hay tiempo, pero se saca. Por eso, a mí realmente me parecen excelentes las tareas, se comparte en familia, porque nos reunimos todos, nos mantenemos actualizados de lo que el jardín viene haciendo y aprendemos todos de todos. Eso a mí me parece bonito. Porque me ha enseñado a compartir con el niño y el niño nos enseña lo que aprende y así. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
Ese aprender juntos hace que tenga sentido lo que sucede tanto en casa como en el jardín, donde las niñas y los niños tienen una importante influencia, pues son agentes que construyen y reconstruyen la cultura a través de la experiencia y la posibilidad de transformar lo dado y eso lo reconocen claramente las familias:
Los niños llegan todos los días a enseñarle algo a uno, ellos llevan cosas nuevas a la casa, él llega cada día con algo diferente, cada día lleva algo y me enseña cosas nuevas. Se sabe todos los nombres de los animales, de verdad ha aprendido demasiado. […] A mí el niño llega y me dice; "abuela, así se baña, se lava las manitos haciéndose así", estos son hábitos que uno no tiene, porque uno no tiene ese hábito de cada rato lavarse las manos, y él ya lo tiene. Aquí les enseñan mucho, cosas que uno la verdad como que no le enseña en la casa. [...] Si en mi casa hablamos muy duro y Salome ahora llega y dice: "No griten", o "están hablando muy duro" y entonces nosotros estamos tratando de modular mejor la voz, debe ser que la profe les dice eso y entonces ella lleva eso a la casa. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
La calidad y calidez de las maestras y la posibilidad de contar con un equipo interdisciplinar que los acompaña en su ejercicio de cuidado y crianza desde una mirada de integralidad en el desarrollo, así como las instalaciones con las que cuenta el jardín también representan para las familias y la comunidad elementos importantes que marcan un alto diferencial respecto a otros jardines del sector. De fondo, esto sitúa su interés por la calidad de la atención integral que se brinda, que expresan al hablar de la alimentación, el apoyo que reciben en la salud y nutrición, y de los espacios físicos que se favorecen para que permanezcan seguros.
Acá mantienen una enfermera y sí los niños tienen problema de comida, los pasan con la nutricionista, por ejemplo, mi nieto, qué problema para que coma, con él todo muy lindo hasta que llega la hora de la comida. Acá él estuvo desde el añito y le colaboraron mucho con eso, vine un tiempo a apoyar y uno ve que la colaboración realmente es mucha […] si ellos tienen su control de peso y talla, y si están muy bajitos hay control, los tallan, los pesan, hasta que lleguen a su nivel […] Cuando yo traje al mío, tenía 6 meses, y él sufría de bronquitis y me tocaba darle inhalador, y ellas se lo hacían acá, porque tenía su horario, tenía medicamento y ellas se encargaban de todo. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
En coherencia con lo que se ha planteado hasta aquí, el trabajo con familias se constituye para este jardín en un aspecto central de su propuesta pedagógica, con la convicción de trabajar con lo mejor que ellos tienen, es decir, desde una mirada apreciativa, pues aunque comprenden que el jardín social está ubicado en medio de dos de los barrios más peligrosos de Bogotá, y que esto podría influir en verlas solo desde la carencia, el equipo las reconoce desde su potencia y trabaja con ellas para sacar lo mejor que tienen y lo que son capaces de ser y hacer.
Por ello, el vínculo con las familias se fortalece también desde espacios de juego y exploración, pensados intencionadamente para el intercambio intergeneracional entre adultos y niños, lo cual es altamente valorado por su aporte al fortalecimiento de las interacciones entre padres e hijos. Así lo referencia uno de los padres de familia:
Los primeros días de agosto, hicieron el día de la familia, involucraron a toda la familia, papá, mamá, hijo, e hicieron unas estaciones en cada salón. Entonces los papás tenían que pintar con los niños en un salón, en el otro salón juegos, en el patio era quitarse los zapatos, meter los pies en el agua y empezar a caminar. Luego explotando unas bombas, y allí era de bailar aeróbicos, rumba y fue muy bueno hacer lo que ellos hacen todos los días en el jardín, nosotros hacerlo también con ellos. Entonces es un tema vivencial con ellos, y a ellos les gustaba mucho porque nos ven en otro rol, más tranquilos y entregados al juego, recuerdo que nos pintamos nosotros también hasta la cabeza. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
La comunicación abierta y fluida que se da con las maestras tanto en espacios cotidianos del día a día como en espacios más estructurados, que se usan para compartir los avances en cuanto a la valoración y seguimiento al desarrollo, entre otros aspectos; son elementos también de mucha relevancia para establecer relaciones de complementariedad entre la familia y el jardín en pro de propiciar ambientes que jalonen los procesos de desarrollo de las niñas y los niños de manera armónica.
Yo creo que la base del logro y avance que tienen los niños y niñas, es ese diálogo que tenemos con las maestras. En la mañana y en la tarde están pendientes de cómo llegan los niños y cómo nos los entregan, qué paso en el día y en el informe dicen como: ellos ya saben diferenciar cosas, colores, compartir más con los niños […] O dicen hay que trabajar tal cosa en casa, de pronto cosas que ellos no manejan mucho acá […] Y si al niño se le presentan problemas con tal cosa, ahí en el boletín dice por favor colaborar en casa tal cosa y nosotros lo hacemos. (Grupo focal con familias, octubre de 2019).
Aliados y articulaciones que fortalecen la práctica pedagógica
La articulación de saberes pedagógicos y artísticos
Hoy día el jardín ha consolidado sus formas de organización con el apoyo de nuevos aliados como Idartes, que desde su programa Nidos ha concentrado importantes esfuerzos en torno al encuentro de las niñas y los niños entre cero y cinco años con el arte como elemento central para favorecer su desarrollo integral y la transformación social (Idartes, s. f.).
Este aliado inició su trabajo en el jardín desde el 2018, a través de dos profesionales que diseñan experiencias y crean ambientes y provocaciones desde el arte para las niñas y los niños en compañía de sus maestras, lo que permite poner en diálogo dos saberes complementarios: el saber pedagógico y el saber artístico, a medida que los diferentes grupos rotan por las experiencias que la dupla artística propone durante una semana de permanencia en el jardín cada mes, y de este modo, movilizar nuevos interrogantes, reflexiones e ideas en torno a las mediaciones pedagógicas en estas edades, sobre todo desde el arte como actividad rectora.
Una de esas reflexiones, y quizá la más fuerte, tiene que ver con el lugar del ambiente, pues las maestras rescatan que la manera como el equipo de artistas lo diseñan, demuestra la versatilidad que este tiene y que muchas veces no es fácil verlo, sino hasta tanto este se hace evidente en una propuesta como la que traen los artistas cuyo centro está en el lugar de las provocaciones y el ambiente. Así las cosas, a medida que este diálogo de saberes entre artistas y maestras se da, las propuestas de los artistas se enriquecen aprovechando el conocimiento que tienen las maestras de las niñas y los niños, además de su mirada de desarrollo. Las maestras, por su parte, ganan nuevas ideas que motivan a pensar en una organización distinta del espacio y la interacción con materiales diversos.
La maestra Martha así lo confirma:
Aunque ellos están en el mismo salón siempre, lo interesante es que cada mes tienen una ambientación totalmente diferente que aporta a lo visual, a lo auditivo, es decir, a todos los sentidos, entonces para los niños es innovador y bastante llamativo […]. Para nosotras esta articulación con Idartes es importante porque ellos traen ideas novedosas y nos sentimos retadas a organizar el espacio de esa manera, digamos que nos lleva a cuestionarnos. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Lo anterior se pudo evidenciar en una de las visitas al jardín, donde se encontró un salón que había sido transformado por las maestras en un espacio que dio continuidad al juego espontaneo de las niñas y los niños con la luz y la sombra producida por sus cuerpos y el reflejo del sol. De este modo, lo que inició con una exploración informal de los niños fue amplificado por las maestras desde la reflexión por el ambiente, y así, a manera de espejo, lograron reafirmar los intereses y búsquedas de los niños, ofreciéndoles un salón totalmente oscuro donde pudieron explorar y jugar con luces de diverso tipo, sombras chinescas y sus propias sombras, y de este modo, vivir una experiencia significativa mediada por la observación intencionada de las maestras que hizo eco en esta propuesta concreta.
Entonces, se puede decir que una de las claves que estas maestras han ganado en el dialogo con los artistas, es la importancia de pensar ambientes que reconozcan sus curiosidades y esas formas propias de exploración de las niñas y los niños, para ser coherentes con ellas y desde allí definir itinerarios que permitan potenciar sus capacidades a través de la exploración de materiales diversos, que propicien interacciones no homogéneas, no solo entre los niños y los materiales, sino entre ellos como pares y por su puesto con los adultos con quienes comparten este habitar.
Con base en lo anterior, quizás sea necesario empezar a hacer una mirada documentada de todos los ambientes del jardín, en los que transcurre la cotidianidad de los niños, y no solo del aula que es lo que se refleja en la experiencia de luz y sombra. Es decir que la consigna sería poder ampliar la mirada a aquello que sucede o debería suceder en el comedor, en los espacios de tránsito, en los baños, situando así las preguntas por cómo deberían ambientarse, qué tipo de relaciones se quieren promover, cómo bajar por ejemplo los niveles de ruido en el momento de la alimentación, en el cual se reúnen muchos niños en un mismo espacio; cómo aprovechar pedagógicamente los pasillos o espacios de tránsito que albergan algunos tiempos de los niños, y cómo aprovechar de manera diferente la zona verde, entre otras. Una manera de documentar esto, es poder observar y registrar, a través de narrativas visuales u otros medios, lo que en estos espacios sucede, y de este modo, volcar la mirada a las propuestas que los mismos niños y niñas hacen para comprender sus formas de habitar y desde allí orientar nuevas posibilidades de interacción más allá del aula.
Otro aspecto que ha favorecido esta articulación con Idartes, es la oportunidad por parte de las maestras de observar a las niñas y los niños de una manera desprevenida que permite verlos diferente, dando valor al disfrute y la contemplación, para atesorar lo que está pasando aquí y ahora en medio de una experiencia que les saca de la cotidianidad. Lo que permite entonces comprender que los materiales, las materialidades y formas de disponer el ambiente no es lo de menos, sino que implica un ejercicio reflexivo que conecte a los maestros con las experiencias infantiles y sus singularidades.
Así lo relata la maestra Martha:
Yo hice clic cuando vi cómo Matías se comunicaba con los artistas en las experiencias que ellos proponían y entonces yo empecé a llevar al aula muchas de las cosas que ellos hacían y a las que Matías daba respuesta y así él soltó, entonces es una cosa maravillosa poder observar a tu grupo desde afuera, eso te permite ver cosas que no puedes ver mientras estas acompañándolos directamente[…]. Tiago en cambio es súper motriz, no se queda quieto un momento y cuando él vivió una experiencia que los artistas hicieron donde colgaron muchas cosas brillantes, yo vi a Tiago concentrado y dije qué fue lo que pasó, qué hicieron ellos, cómo lo lograron y así fui ganando en conocimiento de mi grupo y de las herramientas que desde el arte puedo usar para favorecer el desarrollo integral de los niños" (Entrevista, maestra Martha, Octubre de 2019).
Así las maestras reconocen que se han enriquecido sus conocimientos y reflexiones frente al sentido del arte en estas edades y se ha ampliado su maleta de recursos, esos que ponen en juego en su quehacer, pues como lo señala la maestra Alicia:
Idartes es un plus, porque nosotras tenemos la parte pedagógica pero lo artístico es fundamental en estas edades, ver la sensibilidad que produce en los niños estas actividades nos implica reconocer la importancia que tiene el arte en estas edades y la importancia de esta articulación […] poder reconocer otros usos a materiales que ni siquiera uno se hubiese imaginado ha sido importante, pero lo más importante es reconocer que desde mi rol puedo arriesgarme a probar otras cosas y traer a los niños otras propuestas. (Entrevista, maestra Alicia, octubre de 2019).
Esta articulación entre maestras y artistas ha producido importantes reflexiones y acciones centradas en la intención de que el arte se viva como una actividad rectora de la primera infancia, dando casa a los diversos lenguajes artísticos y las inmensas oportunidades que estos ofrecen para potenciar la expresión, la creatividad y la sensibilidad en los niños y niñas. Entonces se encuentran, por ejemplo, maestras inquietas por el lugar de lo plástico, la literatura y lo sonoro, como la maestra Martha de párvulos quien cuida la sonoridad de su aula con la intención de conectar a los niños con el patrimonio y potenciar su construcción de identidad.
No obstante, aún quedan retos importantes como la posibilidad de un diálogo más interdisciplinar entre maestras y artistas, tal como lo afirma la coordinadora del jardín quien no niega el aporte que los artistas han hecho a la propuesta, pero señala que esto no puede ser en una sola vía. Razón por la cual ha venido insistiendo en la necesidad de no solo articular las planeaciones en un ejercicio más sostenido que permita el trabajo colegiado entre maestras y artistas, sino favorecer espacios de exploración y vivencia con las mismas maestras que les permita "Apropiarse del valor del arte, desde la experiencia directa con este, para desde allí posibilitar espacios de disfrute y vivencia por parte de las niñas y los niños a través de lo que este lenguaje puede ofrecer" (Entrevista con Milena, coordinadora del jardín, octubre de 2019). Es decir, lo que señala la coordinadora es la necesidad de incidir en procesos de formación permanente a maestras, centrados en los lenguajes artísticos con la premisa de que solo lo experiencial va a permitir entender mejor el lugar del arte como lenguaje y su conexión con el desarrollo humano, más allá de lo instrumental.
La articulación desde el territorio para favorecer la identidad
La anterior no es la única articulación que hacen desde el jardín, también tienen un importante vínculo con la casa de pensamiento intercultural -KHPI'SX ZXUUNWE'SX-. Los nietos del trueno y sus sabedores. Las casas de pensamiento en Bogotá son jardines infantiles adecuados para la atención a grupos étnicos tanto indígenas como afro que se encuentran en la ciudad. Con la participación de sabedores de dichas comunidades y familias en general este ha sido un importante avance para potenciar el arraigo cultural ancestral de estas comunidades.
Esta casa de pensamiento, en particular, se ubica en el barrio el Amparo muy cerca al Jardín Social Gran Colombiano, la idea de esta articulación surge precisamente de la necesidad de trabajar un proyecto trasversal relacionado con la identidad cultural en el jardín, que se conecta con su proyecto pedagógico "Aprendamos jugando para vivir y crecer felices". Este tiene un enfoque humanista al ver al individuo desde su integralidad, mediante la socialización y vivencia de experiencias enriquecidas, que les facilitarán aplicar soluciones en la interacción con su medio tanto social como natural, buscando, en coherencia con esto, acercar a las niñas y los niños al reconocimiento de otras culturas, de otras posibilidades de existencia y de comprensión de la realidad. Así narra la experiencia una de las maestras líderes de la misma.
Aquí estamos trabajando la interculturalidad que es un tema básico para los niños. Resulta que los niños son los ciudadanos del mundo y es importante que valoren todo lo que somos, todo lo que tenemos y desde pequeñitos. Los niños que yo tengo este año son de párvulos y ellos reconocen a los indígenas, trajimos la Casa intercultural y estuvieron felices. Nos hicieron unas de sus ceremonias, unos de sus rituales y los niños tan chiquitos fíjate que son muy respetuosos, ellos miraban y por eso estoy segura de que si tú desde pequeños les impregnas de estas cosas, de conocimientos de este tipo, pues van a crecer respetando la diferencia, la diversidad. Para mí, lo más importante es que seamos conscientes de que no estamos educando para nosotros, sino para el mundo, entonces salen niños respetuosos, amorosos, diversos, que aceptan la diferencia. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Aunque esta articulación hasta ahora está iniciando, es evidente el compromiso no solo de la maestra Martha que estableció los primeros contactos con la casa de pensamiento intercultural, sino también de la coordinadora, pues ellas comprenden la relevancia de acercar a las niñas y los niños desde la primera infancia a reconocer la diversidad cultural y dar valor a la pluralidad de conocimientos, vivencias, costumbres e identidades desde el respeto por la diferencia; tendiendo puentes entre culturas desde la interacción, la reciprocidad y el reconocimiento mutuo. De allí que la idea de proyectar este encuentro es posibilitar espacios de trabajo colegiado y de reunión entre las niñas y los niños tanto del jardín como de la casa de pensamiento, en espacios de juego y exploración naturales, que favorezcan el intercambio de formas de pensar, ser y estar, ya que hasta ahora el encuentro se ha centrado en los adultos, en este caso sabedores que visitaron el jardín para mostrar algunas de sus prácticas.
La articulación desde el territorio para favorecer el cuidado de la naturaleza
El mundo pinta naturalezas muertas, sucumben los bosques naturales, se derriten los polos, el aire se hace irrespirable y el agua intomable, se plastifican las flores y la comida, y el cielo y la Tierra se vuelven locos de remate.
Eduardo Galeano
La relación con la naturaleza atraviesa la vida de las niñas, los niños, las familias y las comunidades en general, por ello, en los primeros años resulta imprescindible fomentar su cuidado desde experiencias concretas que les permitan conectarse con la madre tierra; sin embargo, para ello se requieren adultos que comprendan la importancia de hacerlo, como lo afirma la maestra Martha.
Cuando tú sientes que la naturaleza vale la pena y cuando tú te sensibilizas haces un proceso significativo con los niños, no es el activismo por el activismo, se trata de reconocer que los niños desde pequeños pueden generar profundas transformaciones en las formas de ser y hacer de sus familias y comunidades y de eso se trata, de reconocer su lugar transformador y enseñarles a cuidar de la naturaleza desde pequeños. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Y es precisamente con esta intención; y en coherencia con el énfasis ambiental que tiene el jardín, cuyo lema es: "Jardín Social Gran Colombiano, un espacio para cultivar, explorar, conocer y cuidar mi entorno", que se da inicio al proyecto transversal de la huerta escolar articulándose con la huerta comunitaria "La Adelita", como una manera de construir una experiencia conjunta, que permita acercar a los niños a la siembra y el cuidado de la naturaleza con el apoyo de los saberes que ha construido el encargado de esta huerta y los saberes cotidianos de maestras y familias que se vinculan, para entre todos dar curso y sentido al proyecto transversal.
En palabras de la maestra Martha
La huerta es un proceso que tenemos para fortalecer todo el tema ambiental, entonces se trabajan varios procesos, se trabaja la cosecha de agua, se genera el reconocimiento de materiales orgánicos e inorgánicos, el cuidado del medio ambiente, el reconocimiento del proceso de germinación; mejor dicho, la idea es que ellos reconozcan que la naturaleza es importante y ocupa un lugar especial, por eso fortalecemos este proceso también a nivel comunitario y nos articulamos con la huerta La Adelita, donde hemos aprendido que Kennedy antes se llamaba Techotiba, y es desde este contexto cultural desde donde enmarcamos el ejercicio de la huerta. La huerta La Adelita además trabaja desde la agricultura urbana y la soberanía alimentaria, entonces trabaja también con nosotras las docentes en torno a esto, para que nosotros hagamos más fuertes estos procesos en nuestro proyecto pedagógico. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
De este modo, esta es una articulación que se funda en el reconocimiento de la potencia que representan las niñas y los niños en la reconstrucción de una nueva relación con el ambiente y la naturaleza particularmente -fundamento de su ciudadanía activa-, aprovechando que buscan constantemente respuestas a interrogantes e hipótesis sobre su relación con el entorno natural y los elementos que lo integran. Dicho esto, el proyecto transversal de la huerta se constituye en un proyecto de total relevancia para movilizar el sentípensar colectivo de niños, niñas, familias y maestras, al conectarse con las reflexiones que posibilita la huerta comunitaria en torno a la agricultura urbana, seguridad y soberanía alimentaria entre otros.
Aconteceres afectivos y la importancia del vínculo en el jardín infantil
Otra de las claves que atraviesa con mucha fuerza la experiencia que se vive en cada rincón del jardín, es el vínculo y el lugar de los aconteceres afectivos que se dan en las interacciones que tienen lugar en el jardín infantil, allí donde se amplían los referentes y las relaciones más allá de la familia y como parte del recorrido vital que todos hemos emprendido en algún momento. Pero, ¿qué implica trabajar esos aconteceres y vínculos afectivos en un jardín infantil con niños y niñas de primera infancia?, para dar respuesta a esto, decidimos presentar las experiencias pedagógicas de dos maestras vinculadas al Jardín Social Gran Colombiano.
El circo: construcción de un espacio poético para la infancia
La maestra Alicia se define como un ser humano en formación constante, que ha aprendido en sus años de experiencia que ser maestra es estar dispuesta a un cambio continuo y debe permanecer llena de imaginación y creatividad, considera que lo que mejor sabe hacer es comunicarse con los niños a través del arte y la literatura, lo cual la sitúa muy cerca de ellos. Es precisamente desde este lugar que se va a hablar del circo, una experiencia significativa que cobra relevancia en este relato en la medida en que da cuenta de lo que significa dar lugar a los aconteceres afectivos en el aula.
La experiencia del circo nace a partir del reconocimiento que la maestra hace de un niño que está pasando por una fuerte vivencia de maltrato, así como de la posibilidad que encontró en el juego y los lenguajes de expresión para trascender y transformar de alguna manera esta difícil realidad. Una maestra que más allá de reportar el caso y activar la ruta para el respectivo restablecimiento de derechos, se compromete con lo que mejor sabe hacer, diseñar experiencias pedagógicas que partan de lo que las niñas y los niños necesitan y que les aporten oportunidades para su desarrollo integral. Así lo recuerda la maestra.
El proyecto del circo lo trabajé debido a una experiencia que tuve un poco amarga con un niño, y fue un día que el niño llegó golpeado y llegó maltratado y llegó muy mal. Y el niño en su dolor y en su llanto, yo me di cuenta de que tenía la cara moreteada y cuando yo le pregunté y traté de indagar y de meterme en la vida del niño para saber no fue posible, el niño por ser tan pequeño no supo darme la respuesta indicada. En la tarde hablé con la tía del niño y me dijo que efectivamente al niño lo habían golpeado en la casa, había sido el padrastro que tenía una situación de conflicto con la mamá y con las personas que viven con el niño y eso me hizo sentir muy triste. Una vez yo me enteré de la situación, lo primero que me vino a la mente fue la idea del circo por un juego que habían estado haciendo los niños y niñas en días pasados, idea que me estuvo dando vueltas en la cabeza todo ese día, así que apenas vi al niño de nuevo al otro día le dije, ¿quieres jugar al circo?, recuerdo como si fuera ayer la manera como su rostro se ilumino y así fue como inicio todo. (Entrevista, maestra Alicia, octubre 2019).
Fue así como la maestra inició este viaje intuitivo por lo que Graciela Montes (2001) llamaría la frontera indómita, un espacio para que las niñas y los niños poeticen su existencia, pues como lo afirma precisamente esta autora, "...la construcción del espacio poético, es un espacio que media entre el mundo interior y el mundo exterior; entre el individuo y el mundo" (p. 9), y es allí donde el juego y el arte nos ayudan a entender y resignificar la vida, "…todo el que juega, el que ha jugado, sabe que, cuando se juega, se está en otra parte, se cruza una frontera". (p. 34).
Una frontera que se estaba ofreciendo para este niño en particular y para el grupo en general desde la experiencia del circo.
Así entre magos y mimos; y trapecistas y equilibristas; payasos y titiriteros; muchos juegos, acrobacias y malabares sin fin, se fueron comprometiendo los niños y las niñas uno a uno; con una experiencia que pretendía dar una segunda oportunidad al niño que venía siendo maltratado, pero donde todos encontraron un espacio tiempo para crear otro mundo posible.
Y allí, como quien dirige una orquesta, estaba la maestra que optó por el camino de la creatividad y la imaginación como posibilidad transformadora, no aceptó la resignación e hizo la diferencia al brindar otra oportunidad para las niñas y los niños desde la posibilidad que ofrece al arte, el juego y los lenguajes expresivos que están en el lugar de la frontera indómita. Como lo señala Montes (2001) "[...] Si este territorio de frontera se angosta, si no podemos habitarlo, no nos queda más que la pura subjetividad y, por ende, la locura o la mera acomodación al afuera, que es una forma de muerte" (P. 52).
Lo que hay detrás de esto es la mirada de las niñas y los niños como sujetos con capacidades.
Ver esa cara del niño y después de saber que había sido tan feliz con este proyecto es invaluable, entonces durante esos meses hicimos máscaras, hicimos de animales, fuimos malabaristas, fuimos magos, payasos, pero todo fue a raíz de esa experiencia entre comillas "amarga" porque es la vulneración de los derechos del niño, pero al mismo tiempo es saber que tú pudiste manejar la situación y que no solamente te engrampaste en ir a pelear con la familia, sino en cambiar la realidad del niño, mejor dicho, llegar al niño como tendría que llegar." (Entrevista, maestra Alicia, octubre de 2019).
La maestra recuerda con un profundo sentimiento, cómo al final, cuando las niñas y los niños presentaron todos sus actos, aquel niño se convirtió en el maestro de ceremonias, que es el actor más visible en el circo, ya que se encarga de presentar los diferentes números y motivar al público a sumergirse en la experiencia que estos ofrecen.
Fue tanto lo que se gozó, que tuvimos que alargar este proyecto como por dos meses y yo veía al niño que cada vez que le nombrábamos el circo, se le iluminaba el rostro y para mí eso era de un valor inalcanzable y aún recuerdo la situación […]. El día que presentamos este proyecto ante el jardín, recuerdo de nuevo la carita del niño, esta vez no triste, sino llena de satisfacción y alegría, pues él era el presentador del circo, ese día termino de salir del anonimato y fue feliz, y con él todos lo fuimos" (Entrevista, maestra Alicia, octubre de 2019).
Así las cosas, cuando se da relevancia al vínculo y a los aconteceres afectivos en estas edades, se debe dar lo mejor de sí en el aquí y el ahora, y desde la trascendencia que tiene la vida de los seres humanos con los que se trabaja, tal como lo plantea la maestra:
Y por eso yo hago que los instantes que estén acá, despiertos y vivos, con toda su elegancia y con todo su esplendor, no lo hago simplemente por cumplir con mi labor, no es cumplir por cumplir, no es tenerlos y cuidarlos y hasta luego, no, es también saber que esos momentos son valiosos y que ese instante de ese niño no se repite nunca, o sea el día de hoy, mañana no se repite, porque el día de mañana ya es diferente. La premisa que yo siempre empleo en el aprendizaje de los niños es el vivir el aquí y el ahora. Si ellos no son felices conmigo en este instante, mañana seguramente serán más felices, menos felices, no lo sé, pero yo estoy dando lo mejor de mí en este momento […] por ello, esta experiencia tiene un significado grandísimo en mí corazón, porque, por más actividades que tú hagas, siempre habrá cosas que más te marcan y que te dejan huella y que te llevan lejos y que te hacen medirte en tu capacidad de todo; en tus emociones, en tus sentimientos, en todo, y esa ha sido una experiencia un poco triste al principio, pero con mucha alegría al final del cuento. (Entrevista, maestra Alicia, octubre de 2019).
La alegría de vivir: una filosofía que impregna cada rincón del aula de párvulos
A la maestra Martica como le dicen los niños, le encanta jugar, aprender y disfrutar cada momento, y es eso lo que irradia cuando trabaja con su grupo, que describe con total precisión demostrando que se preocupa por conocer la historia que hay detrás de cada rostro, sonrisa y forma de ser, como Martha afirma: "El contexto todo el tiempo incide y eso es lo que yo me dedico a descubrir, a entender lo que trae cada uno, pues es diferente un Matías a un Julián" (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Para ella el afecto y el vínculo que establece con las niñas, los niños y sus familias es una de las claves del éxito de su ser y estar como maestra, un vínculo genuino que se sitúa en el reconocimiento mutuo y en la posibilidad de generar una alianza estratégica entre familia y jardín, que posibilite a los niños nuevas y mejores oportunidades para desarrollar todas sus potencialidades. Por esta razón, extasiarse con sus ocurrencias y disfrutar aprender junto a ellos es algo que disfruta, pues como ella bien lo afirma: "[…] es allí donde está la magia de la simplicidad y la posibilidad de aprender junto a los niños cada día". Lo cual requiere de la escucha atenta y serena del adulto, desprovista de expectativas que muchas veces no permiten ver a las niñas y los niños en concreto, sino a aquel que aparece en el libro o la teoría.
Es así como la maestra Martha se muestra comprometida con las niñas y los niños, con quienes comparte cinco días a la semana durante ocho horas, tiempo suficiente para conocerlos, para saber qué les gusta, qué necesitan y cómo los puede acompañar en este camino por la apropiación de la cultura a la que recién llegan, pero también en la posibilidad de resignificarla. Pues, como ella bien lo afirma, su compromiso es intentar transformar aquellas realidades que desconozcan, limiten y excluyan, con la convicción que desde lo que ella hace, podrá edificar un mundo para la primera infancia, que sea mejor cada día.
Amo a los niños porque alientan mi vida, ellos me transportan a mundos de fantasía, donde podemos aprender, vivir y jugar, que es lo más importante, me disfruto mi profesión todo el tiempo. Me siento orgullosa de mi profesión y la amo con todo mi corazón porque a través de ella he logrado transformar vidas y aportar positivamente para que este mundo sea mejor cada día. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
En coherencia con esta posición, que la maestra asume enfáticamente frente al sentido de la educación en general y su rol como maestra en particular, es que ella ha creado su propia filosofía, con la cual recoge infinidad de experiencias que ha atesorado en sus más de veinte años de trabajo con primera infancia; se trata de la alegría de vivir y cuya consigna es: Hakuna matata que traduce estar tranquilo, estar confiado, una consigna que ella trabaja para sí misma, buscando tener coherencia en las relaciones que entabla con las niñas y los niños.
En todos estos años he trabajado la inteligencia emocional y he aprendido a regular mis emociones y a mantener buenas relaciones interpersonales, específicamente en mi labor diaria esto me permite mantener la calma y desarrollar cada actividad confiada en que todo va a estar bien. Por eso adopte el lema de Hakuna Matata y con esa actitud los niños se sienten tranquilos y confiados porque saben que pase lo que pase lo podremos solucionar y nada nos va a perturbar […]. Así he creado mi propio sello, que me permite tener una posición clara frente a mí quehacer diario, se trata de mi propia metodología que he denominado la alegría de vivir […]. Yo me siento orgullosa de esta metodología porque nosotras las pedagogas también podemos investigar y generar nuevas teorías o metodologías, las profes de preescolar somos muy pilas, lo que pasa es que no nos queda mucho tiempo para escribir, pero yo me siento orgullosa de lo que he construido respecto a mi metodología la alegría de vivir. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Tres elementos dan forma a esta filosofía en la práctica de la maestra Martha, en primer lugar, la importancia que se da al juego y los lenguajes expresivos en su práctica; en segundo lugar, la resiliencia, una capacidad que se trabaja día a día; y en tercer lugar, la pedagogía del afecto, que media las relaciones e interacciones que se dan al interior de su aula de manera permanente.
Trabajo la alegría de vivir como una metodología que permite; a través del juego, la resiliencia y el afecto, realizar experiencias significativas, fundamentadas en interacciones respetuosas que permiten a los niños la construcción de su identidad, la definición de su personalidad, la adquisición de saberes, creencias y valores compartidos y el logro del sentido de pertenencia a una comunidad cultural para transformarla. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Con el fin de entender bien en que consiste esta filosofía para esta maestra y cómo se da en la práctica, a continuación, se desarrolla cada uno de los tres elementos que ella rescata como centrales, haciendo la salvedad de su permanente diálogo e interacción, sobre todo cuando hablamos de procesos educativos y la complejidad que estos encierran. Así las cosas, les invitamos a hacer el recorrido por los elementos que dan identidad a la práctica pedagógica de la maestra Martha desde la filosofía la alegría de vivir.
El lugar que ocupa el juego y los lenguajes expresivos
Si tenemos en cuenta que el juego y los lenguajes expresivos son patrimonio privilegiado de la infancia, resulta innegable que cualquier lugar habitado por las niñas y los niños debe respetarse y que se debe favorecer el despliegue de dichos lenguajes más allá de la instrumentalización en la que puedan caer; con miras a reconocer las infinitas oportunidades que estos ofrecen para explorar y crear otros mundos posibles dando lugar a lo simbólico. Pues es precisamente desde este lugar que se ubica la práctica de la maestra Martha, quien reconoce el lenguaje secreto que encierra tanto el juego como el arte, así como lo importancia que tiene el intentar descifrarlo, comprenderlo y acompañarlo, para conocer más a las niñas y los niños, su corporeidad, sus formas de relacionarse, sus temores, sus potencias y sus reacciones ante lo imprevisto entre otras cosas.
Por esta razón la maestra Martha siempre dispone de espacios de juego libre que aprovecha para observar y acompañar a los niños desde sus propias propuestas, allí su rol es de escucha y complicidad, entonces, es común que en estos espacios su cuerpo se encuentre totalmente tumbado en el piso mientras los niños se suben sobre ella, le tocan la cara y la halan el cabello, mostrándose disponible para sus estructuras más arcaicas pues son estas las que le permiten conocer quiénes son los niños.
De allí la relevancia que esta maestra da al juego, pues como lo consigno en su bitácora:
Desde diversos puntos de vista el juego es fin y medio, fin porque es la manifestación libre y espontánea del interior, que origina gozo, libertad, satisfacción, paz consigo mismo y con los demás. Medio en cuanto que el juego representa la posibilidad de acceder a la cultura. (Tomado de bitácora, maestra Martha, octubre de 2019).
Y es que la maestra reconoce su importante rol a la hora de poner en escena los diversos lenguajes artísticos, un rol sensible que media pero que también sabe cuándo alejarse para que los niños exploren solos, un rol contemplativo en muchas ocasiones para poder entender toda la complejidad que encierra la naturaleza infantil, pues esta es mucho más que niñas y niños que dependen de los adultos, y ella lo sabe. Así lo plantea en sus palabras la maestra Martha:
Me encanta hacer parte de sus juegos, sus conversaciones y de todo en su vida, y para lograrlo utilizo la fantasía, el canto, el baile, el teatro, la literatura, el buen humor, siempre en función de sus requerimientos, cuando están bien y sobre todo cuando los veo mal, porque sé que en ese momento es cuando me necesitan en realidad [...] yo los observo mucho, a veces me quedo contemplándolos para intentar ver más allá de lo visible y aunque es a veces difícil entrar de lleno a ese mundo, si puedo decir que he afinado con los años mi mirada y por eso logro conocer a cada uno de los niños y niñas con los que comparto día a día. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Otra manera de entender el lugar que la maestra Martha da al arte es al acercarse a la sonoridad del aula al momento de dormir, por ejemplo, ya que allí se da cuenta de una intención explícita por parte de la maestra por acercar a las niñas y los niños a otros ritmos que hacen parte del patrimonio inmaterial que tenemos, es así como aparecen canciones del acervo cultural patrimonial inteligible de nuestra cultura y que hacen parte del ser y la memoria, tales como Yacanto, interpretado por Mariela Condo y Martha Gómez; El caballito azul, interpretado por Alex Alvear y Mariela Condo; Duerme negrito, interpretado por Martha Gómez, ambiente sonoro que invita a las niñas y los niños a moverse al ritmo de esos recuerdos que habitan su memoria corporal, que puede ser el de la mecedora mientras los arrullaban.
La resiliencia una capacidad que se trabaja día a día
La resiliencia es un concepto que surge en la psicología para referirse a la capacidad que tienen los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Para la maestra Martha esta es una capacidad que está íntimamente relacionada con la inteligencia emocional, que debe estar en la base de la educación de los más pequeños para lograr un adecuado desarrollo social y emocional que le permita la adaptación al entorno de manera saludable. De ahí que ella haga tanto énfasis en la seguridad afectiva, la confianza y el reconocimiento como elementos fundamentales que ella intenciona para fortalecer su auto concepto y autoestima, y es a esto a lo que se refiere cuando habla de la capacidad de resiliencia como una capacidad que trabaja día a día.
La relación con los niños es muy fuerte, busco siempre establecer vínculos positivos con todos y cada uno, los aprendo a conocer y a entender, hago seguimiento a sus estados emocionales, familiares y a su salud […]. Los niños todo el tiempo son esencia. Entonces para mí es una gran responsabilidad hacer de ellos la mejor obra de mi vida. Tengo quince chiquitos felices, unos gritan, otros lloran, pero sé que estamos haciendo una gran obra. Me siento feliz por eso. […]. En el día a día, en la cotidianidad se tejen sensaciones, emociones y aprendizajes que trascenderán mucho más allá de lo que alcanzas a imaginar, por ello hay que aprovechar y hacer de cada momento una aventura llena de felicidad "El alma de la transformación está en transformar nuestra alma". (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Así la maestra considera que es desde la escucha atenta, la observación genuina y el acompañamiento a cada niño que logra fortalecer esta capacidad. Por ello tiene una estrecha relación con el tercer y último elemento que configura su filosofía de la alegría de enseñar, que se enuncia a continuación.
Para mí es importante hacerle entender a los niños que ellos son importantes, valiosos y que tienen mucho para dar porque es esto lo que va a fortalecer sus procesos de autoestima, no es sobreprotegerles es más bien creer en ellos […] es que mi relación con los niños es muy fuerte, yo nunca veo a los niños como mis alumnos, no, yo los veo como seres humanos, entonces es fuerte porque a mi me encanta estar con ellos, yo establezco vínculos muy estrechos. […] saben que yo los estoy mirando en su ser integral, para atenderlos, no, sino que los identifico a cada uno, que los reconozco, que los valoro, es una cosa maravillosa cuando tu tejes ese vínculo. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
La pedagogía del afecto que media las relaciones e interacciones que se dan al interior de su aula de manera permanente
Poner en práctica una pedagogía del afecto implica pensar en la construcción de relaciones de confianza, mediadas por procesos de socialización en los que se comparten emociones, sentimientos, y afectos al relacionarse con Otros; pero con la claridad que tiene la maestra Martha, y es que no se trata de trabajar solo sobre la base de las mal llamadas "buenas emociones", se trata de ayudar a los niños a comprender que todos tenemos derechos a expresar lo que sentimos y pensamos, pero también, ayudarles a manejar cada vez mejor sus estados emocionales será parte de los objetivos de una pedagogía centrada en el afecto, tal como lo señala la maestra:
Cuando los niños, en determinado momento aprenden a manejar sus emociones, ya no es el niño que se tira, que patea, que patalea, que hace, sino que cuando tú ya has hecho un gran trabajo con él, ya él más o menos empieza a evidenciar ese manejo de esa emoción por determinadas cosas, eso es grandísimo. Cuando llegan los niños, lo mismo, su evolución corporal, cuando se empiezan a parar o cuando empiezan a gatear o parar y caminar y tú ves esos avances, eso es maravilloso. Entonces a mí el ser partícipe de esos procesos, me hace feliz y por eso estoy acá, podría estar en primaria, podría estar en un colegio, pero a mí me gusta esta etapa de la vida, me parece linda, me parece maravillosa y eso me hace feliz. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
En esta pedagogía el lugar del juego y los lenguajes expresivos cobran mucha relevancia, pues sin duda los niños y niñas requieren relatos simbólicos que les permita expresar, comprender y comprenderse desde la diferencia y el respeto que todos merecemos, por esto la maestra establece mediaciones diversas desde el lugar de la literatura, el arte y el juego para ayudar a las niñas y los niños a elaborar sus emociones, sobre todo cuando se trata de aquellas que son permanentemente señaladas como negativas, tales como la rabia, el enojo, la ira, la envidia y el miedo entre otras, pero es sobre todo manteniendo una relación de confianza con los niños como esta maestra favorece este trabajo de alfabetización emocional.
Mis niños y mis niñas saben que pueden expresarse libremente conmigo porque saben que siempre los escucho, se sienten tranquilos y seguros para decir lo que sea, no tienen miedo a expresarme su inconformidad o negativa ante una situación, confían que no serán censurados, saben que pueden hablar de lo que quieran y cuándo lo prefieran, cuentan sin problemas sus sentires o quejas, me piden ayuda. [...]. Hablamos de todo y en todo momento cuando así lo requieren, también respeto sus silencios, enojos, cuando se distancian, cuando quieren llorar, cuando están enojados etc. Les escucho cuando me cuentan de su familia, de sus deseos, somos muy receptivos los unos y los otros, me preguntan qué hago y les gusta que les haga chistes y se interesan mucho por saber cómo me siento y como se sienten sus amiguitos, hablamos cuando les duele algo o cuando se sienten mal porque no los dejan jugar o no les comparten un juguete, reímos, cantamos y vamos aprendiendo juntos. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Esta metodología que la maestra Martha ha venido consolidando, se concreta en la práctica a través de lo que ella llama rituales que conectan a los niños con lo esencial y que los hace sentir importantes, rituales que permiten poner en practica la interacción con Otros y es que, como bien lo plantea Mari Carmen Díez (2013)
Los niños necesitan ser mirados uno a uno, ser queridos, cuidados y contenidos. Necesitan moverse, jugar, hablar, explorar, aprender, inventar, disfrutar, tener ley y conocerse a sí mismos y conocer a los demás. También necesitan tiempo para recorrer su proceso de salir con creciente autonomía del primitivo mundo pulsional al mundo de la sociedad y la cultura. Y que se confié en sus capacidades, se les aliente a pensar y a crear, se les reconozca y se les espere. (p. 78).
Por esta razón, la maestra refiere lo siguiente:
Yo todos los días entró al jardín diciendo, "esta es la mejor obra de mi vida", bailamos, cantamos, damos la bienvenida feliz, todos los días, es decirles, te escucho, soy feliz de que estés acá, qué vamos a hacer hoy, qué quieres que hagamos, vamos a estar hoy en función de aprender, practico mucho la fantasía, el humor, ellos son mis mejores amigos. En el comedor me salgo un poco de todos los esquemas en donde voy, lleno de rituales cada momento: que si la bienvenida feliz para celebrar el encuentro, que el círculo de la conversación para aprender a escucharnos y respetarnos en la diferencia, que traerles regalos simbólicos para conectar vivencias, que pensar de qué tipo de sonidos o música dispongo para la hora de dormir; ningún detalle se puede escapar en este ejercicio cotidiano de pensar en los otros, en los niños y niñas. (Entrevista, maestra Martha, octubre de 2019).
Por ello, es común llegar al salón de la maestra Martha y no verla a primera vista, pues ella siempre está al nivel de los niños, sentada en el piso donde se siente más cerca a lo que ellos necesitan, nunca veras a esta maestra hablándole a un niño o una niña desde su altura, siempre necesita estar sentada bien sea en una de sus sillas o en el piso.
Con base en lo anterior, y como bien lo señala la maestra, el oficio docente implica llenar la cotidianidad de experiencias extraordinarias que movilicen otras formas de ser y estar, "Nosotras en la cotidianidad hacemos muchas cosas, cosas importantísimas que a veces no les damos importancia, cada cosa que nosotros hacemos, desde saludarlos es fundamental para el proyecto de vida de los niños y niñas", y es precisamente para dar importancia a esta cotidianidad que vamos a concluir este relato con un decálogo que resume las claves que tiene la maestra Martha a la hora de fortalecer el vínculo afectivo en el jardín infantil, con base en su filosofía la alegría de enseñar.
Decálogo de la alegría de enseñar
El siguiente decálogo se reconstruye como una síntesis de los aportes que la maestra Martha ofreció a lo largo de las entrevistas, conversaciones informales y observaciones participantes que se iban generando, y espera constituirse en una especie de pistas para entender la construcción que una maestra de educación inicial ha venido haciendo desde la reflexión en torno a su propia práctica.
La escucha genuina de los niños y las niñas, para entender lo que piensan, sienten y necesitan. Se trata de una conversación real que se da entre maestras y niños y que se refleja en el deseo permanente que manifiestan las niñas y los niños para expresar su voz, aun siendo muy pequeños, con la salvedad de que eso solo se da si hay un adulto sensible que escucha, que acompaña el verbo de los niños con pausa y sin los afanes impuestos por el mundo; un adulto que valida la voz de todos y enseña a los niños a respetar la diferencia; un adulto que cree en la conversación franca que se da en colectivo y que por ello aprovecha siempre el círculo de la palabra para modelar un aprendizaje que al comienzo cuesta, escuchar al otro.
Acompañar desde el afecto, con entrega y compromiso por el otro, preguntándose qué hay detrás de cada uno, cuál es esa historia que lo teje y que se convierte en el texto de lo que Mari Carmen Díez podría llamar el piso de debajo de la escuela, ese que configura lo que los niños son, sus maneras de ver y comprender, sus temores, lo que los mueve alegremente y lo que los paraliza, para acompañarlos en este texto emocional y ayudarles a contar con herramientas que les permitan lidiar con aquello que es difícil, más aún cuando no se tiene más de tres años. Se trata de dar trascendencia a lo educativo, más allá de contenidos.
Enseñar en positivo, en palabras de la maestra Martha, "solo así se obtienen los mejores resultados, porque realmente cuando se parte de reconocer y resaltar lo que cada niño o niña hace, valorarlo y potenciarlo se les está diciendo yo confió en ti y eres importante para mí y eso se convierte en un impulso que ya nadie podrá arrebatarles, un impulso que fortalece su autoestima".
El respeto por el ser y por sus ritmos está ligado al reconocimiento que las maestras hacen de las niñas y los niños como sujetos individuales y sociales, al acompañamiento tranquilo que se hace de quienes deben ir más lento o aquellos que parecen ventarrones sin espera, se trata de comprender que en unas cosas se puede ser más hábil y en otras requerir más apoyo, se trata de la empatía propia de quien se ha formado para no improvisar en la formación de los más pequeños.
La confianza mutua que se vive entre niños, niñas, familias y maestras es una de las claves más importantes porque posibilita la consolidación de relaciones fluidas donde haya conexión desde lo humano y no desde alguien que sabe y otro que no, lo cual requiere comunicación abierta, reconocimiento mutuo, pero, sobre todo, respeto por lo que es y por lo que se puede llegar a ser siempre pensando en positivo, lo cual tiene una estrecha relación con la construcción de ciudadanía en estas edades.
Potenciar el reconocimiento, para motivar el criterio propio en los niños y niñas, es en el reconocimiento donde hay una profundidad política del acto educativo, donde se logra dar protagonismo de los niños y de esta manera hacerlos creer en sí mismos y en lo que son capaces de ser y hacer, que es el camino alterno a la sumisión.
Relevar el sentir, ese que se ha difuminado en estos tiempos a tal punto que se nos presentan paisajes áridos que requieren refundar el vínculo con los otros, encontrar la esperanza en el sentir, por ello ahora más que nunca se requiere poner zum y dar mayor relevancia al texto emocional en la escuela entendido como proceso vital, más que al cognitivo al que ha estado supeditado.
Llenar de ritualitos la cotidianidad, reconociendo que es en la vida cotidiana donde está la esencia de la vida sea en la familia o en el jardín, por eso estas maestras, intencionadamente, llenan de ritualitos cada tiempo y espacio, ritualitos para lavarse las manos y dientes al son de una canción que inventan; para escucharse y conversar; para conciliar el sueño; pequeños rituales que hacen ver que las niñas y los niños son importantes y que más allá de la inercia del acostumbrado horario, ellas dotan de sentido cada momento celebrando el encuentro como posibilidad de existencia.
Velar por el bienestar de las niñas y los niños, haciéndoles saber que son importantes y que las maestras se preocupan por cada cosa que les suceda.
El celebrar y acompañar sus logros está relacionado con el anterior, pero esta clave tiene que ver con el empeño por desarrollar la capacidad de empatía y el altruismo desde los inicios de la vida en las interacciones educativas y, en general, en todas las interacciones.
A manera de conclusión
Carlos Skliar (2017) afirma que
Si la educación tiene que ver con pasar el mundo a los nuevos para que hagan algo diferente con él, esperando que sea cada vez mejor u otra cosa que la que hemos hecho hasta ahora, la opción del lenguaje que parece sobrevenir es aquella del género ético. Ética puede significar muchas cosas, pero elijo una óptica del reconocimiento del otro, la acústica de escuchar sus historias, la sensibilidad hacia lo frágil, la respuesta singular, la búsqueda de la propia voz. (00:10-00:57).
Esto nos ubica en la potencia que tiene la experiencia relatada del Jardín Social Gran Colombiano y su pregunta por el vínculo afectivo. Quizás porque preguntarse por el vínculo afectivo en la educación inicial es, sin duda, un acto ético y político que implica crear ambientes acogedores y potentes que den paso; como lo mostraron las dos experiencias relatadas, al reconocimiento, al respeto por la diferencia, al lugar de lo simbólico como la clave para poetizar la vida, pero también para dar casa a lo que las niñas y los niños no pueden expresar con palabras, y por su puesto, a la confianza y el acompañamiento de adultos sensibles, como elementos esenciales para aprender poquito a poquito con amor y buena compañía desde la primera infancia.












