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vol.5 issue9Martínez Garnica, Armando. 2012 Historia de la Guardia Colombiana Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander - Colección bicentenario ISBN: 978-958-8777-03-0 author indexsubject indexarticles search
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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.5 no.9 Medellín Jan./June 2013

 

Entrevista a Armando Martínez Garnica, Profesor Titular de la Escuela de Historia de la Universidad Industrial de Santander, realizada en el mes de su jubilación.

Renzo Ramírez Bacca*

* Historiador, MA y PhD en Historia de la Universidad de Goteburgo (Suecia). Es Profesor Titular adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas - Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín e Investigador Principal del Grupo de Investigación Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura (Categoría A1 en Colciencias). Correo electrónico: rramirezb@unal.edu.co

Recepción: 21 de febrero de 2013 - Aprobación: 26 de febrero de 2013. Páginas: 360-371


El pasado 16 de junio, en el centro de la ciudad de Bucaramanga, un grupo de profesores-investigadores de diversas universidades colombianas participó en el coloquio de historia regional "De la Historia de las Regiones a la Historia de la Nación". La intención era conocer, analizar y discutir los resultados de un programa de investigación liderado por el Profesor Armando Martínez Garnica, y financiado por Colciencias. Pero también para aprovechar las noches y recordar a varios de nuestros colegas y experiencias de su vida universitaria. Ninguno de los allí presentes sabíamos de que el evento era un preámbulo a su partida como investigador de la Universidad Industrial de Santander. Ni siquiera cuando en Medellín, a los pocos meses, participó en la IV Muestra Regional de Historia In memoriam Beatriz Patiño Millán organizada por el Capitulo Antioquia de la Asociación Colombiana de Historiadores y un nutrido grupo de profesores, estudiantes y egresados de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

Hoy miramos que sus más de 30 años como servidor público, en calidad de historiador y profesor-investigador, dejan una huella en la formación de varias generaciones de historiadores, y la historiografía regional y local colombiana. Es su liderazgo en 53 proyectos de investigación y 33 experiencias en archivística parte de la evidencia. Pero además es la dirección de 20 trabajos de grado, 18 tesis maestría y su papel en 42 consultorías, lo que refleja su desempeño en la formación profesional e investigativa de los colombianos. En la universidad también contribuyó al fortalecimiento académico-administrativo asumiendo cargos de dirección a nivel de la Facultad, la Escuela y los programas de pregrado y posgrado. Sin desconocer, su labor de extensionista en 12 proyectos especiales, su calidad como ponente en 107 eventos nacionales e internacionales, su aporte como invitado en 122 conferencias, la autoría intelectual de 25 libros, 23 capítulos de libro, 26 memorias, 76 artículos, 7 cuadernos de trabajo, 13 artículos de opinión y 16 presentaciones de libros. Gestor y editor de revistas académicas en 4 proyectos editoriales del ámbito nacional e internacional. Toda esa labor le permitió obtener 19 reconocimientos profesionales, ser partícipe de 13 asociaciones profesionales y recibir 13 menciones por sus publicaciones.

Lo anterior es un ejemplo para las nuevas generaciones de historiadores y profesores, porque si bien continuará con sus labores gracias a su incasable y práctico espíritu investigativo, esta entrevista es un reconocimiento a su labor y también a su trabajo como miembro-fundador de Asociación Colombiana de Historia Regional y Local.

Armando, ¿Qué significan 32 años al servicio de las instituciones públicas en calidad de historiador?

Significa que he pasado la mitad de mi vida enseñando a muchos jóvenes las distintas representaciones históricas sobre lo acontecido a unas sociedades que ya fueron, y también investigando en las mejores fuentes disponibles "qué fue lo que sucedió en la historia", como quería Gordon Childe.

¿Cuál es su principal aporte en la Universidad Industrial de Santander? y ¿Qué no alcanzó a realizar?

Además del Archivo Histórico Regional, un acervo documental que es un significativo patrimonio cultural legado a la UIS, el programa de maestría en Historia en el que contribuí a formar nueve generaciones de nuevos historiadores, muchos de los cuales siguieron el camino hacia el doctorado. Los 21 títulos de la colección Bicentenario y la segunda época de la Revista de Santander son aportes que aprecio mucho. Y no alcancé a abrir el programa de doctorado en Historia por causa de la oposición interna de algunos profesores.

¿Cómo quiere que lo recuerden sus colegas y estudiantes?

Como lo que he querido representar y consumar con el testimonio de mi propia vida, que es la posibilidad de existencia social elegida para llegar a ser un historiador profesional amante de su patria.

¿Qué influyó positivamente en su formación doctoral en México?

La visión de una sociedad integrada con cultura muy antigua y orgullosa de sí misma, así como el espectáculo de la mayor riqueza intelectual y material de Hispanoamérica.

¿Qué significa ser historiador en nuestro medio?

Significa ser parte de una pequeña minoría calificada e incomprendida. Todavía la mentalidad de la adscripción por el honor en las academias de historia no cede ante la vocación profesional de los nuevos historiadores, más atentos a la investigación en nuevas fuentes y a la producción de representaciones críticas. A diferencia de México, donde los altos funcionarios de los partidos y del Estado cooptan a los historiadores para grandes proyectos institucionales, editoriales y conmemorativos, los homólogos colombianos simplemente nos ignoran. Una buena muestra fue el pleito del Tribunal de La Haya con Nicaragua por las aguas territoriales, donde el fundamento del uti possidetis iuris debió haber obligado al Estado a convocar a la Academia Colombiana de Historia para apoyar a los abogados negociadores.

¿Cuál es la diferencia entre un historiador formado en el contexto de la Guerra Fría, y otro después de la caída del Muro de Berlín? ¿Qué diferencia hay en formarse en México y en Colombia?

Como miembro de la Generación de la experiencia de los años sesentas del siglo XX, debo reconocer que nuestra formación estuvo marcada por un relativo alto compromiso con los proyectos políticos que ingenuamente creímos "revolucionarios". Lo que efectivamente sucedió demolió todas nuestras esperanzas en un mejor porvenir bajo los "soles rojos que gobiernan nuestros corazones". La nueva generación tiene la oportunidad de formarse con un relativo distanciamiento, como predicó con el ejemplo Norbert Elias. La figura del arqueólogo australiano y socialista Gordon Childe, quien desesperanzado puso fin a su vida menos de un año después de la Revolución Húngara de 1956, debió haber sido un ejemplo para mi generación. Por la otra parte de la pregunta, creo que la República Mexicana, con su sistema de colegios estatales modelados por el paradigma de El Colegio de México, hace una diferencia fundamental con la formación en las universidades colombianas: allá la investigación como actividad de tiempo completo es el corazón de la formación del nuevo historiador; mientras que aquí la "carga de la lucha de clases" en las universidades no facilita que el "docente" funcione como investigador profesional en archivos. Así que la formación en México es útil para quien desee dedicar la vida a la investigación, coronada allá, a edad avanzada, por el ingreso al Colegio Nacional, según el modelo del Collège de France.

¿Qué significa ser profesor de historia?

Significa la capacidad de trasmitir a otros la emoción que produce el conocimiento de una representación sobre lo que le aconteció a una sociedad que ya no existe, mostrando las diferencias y continuidades con la sociedad de la cual hacemos parte, para reorientar nuestras actitudes solidarias y sentir respeto por las personas que nos antecedieron en este planeta. La ciencia de la historia, como las demás ciencias, no tiene utilidad alguna, como por ejemplo un martillo en la mano, pero sí es un sistema de orientación relativamente fiable para vivir nuestras vidas en el mundo que nos tocó habitar.

¿De qué adolecen los programas de pregrado en Historia del país?, ¿Cuáles son sus fortalezas?

Desafortunadamente en Colombia se impuso el modelo uniandino de las desprofesionalización de los pregrados, todo con el fin de expandir el jugoso mercado de las maestrías y las especializaciones. En la UIS, por ejemplo, el pregrado en Historia es ahora un pregrado en Historia y Archivística, fundado en la pretensión "bien-hechora" de abrirle a los egresados más escenarios de trabajo, pues la mayoría de ellos no tiene vocación para la investigación. Así que la única "fortaleza" de los pregrados en realizar la política gubernamental de expansión de la cobertura universitaria entre más jóvenes desorientados. Visto el panorama de los pregrados en Historia desde la calidad de los egresados, solo encuentro fortalezas en la Nacional de Medellín, en la de Antioquia y en la UIS, pero solo porque esta ha conservado el plan de estudios de 5 años. Las nuevas promesas de la historiografía colombiana, con excepciones, provienen de estos pregrados: Daniel Gutiérrez, Edgardo Pérez, Orián Jiménez, Gabriel Samacá, Isidro Vanegas, para solo nombrar unos ejemplos.

Y, ¿en los posgrados (maestrías y doctorados) colombianos?

La calidad de las maestrías, como es de esperarse, es mejor que en el nivel anterior. El problema con los doctorados en Historia es que aceptan muchos aspirantes que no vienen de los pregrados o maestrías en esta disciplina, con lo cual ignoran el abc de la profesión al momento de iniciar sus investigaciones. De cualquier manera, la calidad discutible de los cuatro programas de doctorado en Historia que hoy existen en Colombia sigue justificando los esfuerzos de los jóvenes más ambiciosos por ingresar a los programas de universidades del extranjero.

¿Para qué sirven los posdoctorados hoy?

Deberían servir para profundizar la competencia profesional de investigación de los doctores con una larga experiencia ya consolidada. En este sentido, no deberían ser equivalentes a las investigaciones de los años sabáticos, ni programas inmediatos a la terminación de los doctorados. En consecuencia, deberían hacerse en universidades extranjeras, para que no degeneren en un "incesto académico" y para que la experiencia exponga al postdoctorando al impacto de otras comunidades académicas del más alto nivel.

Y, un ¿periodo sabático?

El año sabático debe ser para lo que fue concebido originalmente, es decir, para que el investigador de vocación sea liberado 12 meses de su "carga docente" y se dedique exclusivamente a la investigación que ha de concluir en un libro publicable. El desprestigio de los períodos sabáticos se origina en la perversión de esta intención, es decir, cuando los profesores dedican este tiempo a otras actividades personales.

¿Cuál es la importancia de la archivística en nuestro medio?

Ahora que la ley ha profesionalizado esta actividad en Colombia, separándola de la historia, es importante el cambio si la archivística se dedica a la conservación, catalogación, copiado y puesta al servicio público de los fondos documentales. Los historiadores que en los tiempos heroicos de su profesión tuvieron que ser los actores del salvamento de fondos de valor histórico ahora tendrán como aliados y servidores a estos nuevos profesionales.

¿Cuál es el aporte que puede ofrecer un profesor-investigador al trabajo académico-administrativo del sector público?

La acción política es un nuevo comenzar de alguna intención en una trama social ya existente de relaciones humanas. Resulta de ello que los conflictos de intenciones y de voluntades que enfrentan los políticos hacen que esa acción casi nunca logre su propósito original. Como explicó Hannah Arendt, quien inicia algo en política nunca puede saber qué es lo que logrará, pues incluso podría obtener todo lo contrario de lo que pretendía. Pero, pese a la imprevisibilidad e irreversibilidad de toda acción, siempre produce una historia de lo que efectivamente aconteció. La historia, como relato de lo que aconteció en el espacio público de una sociedad, depende del resultado de esas acciones. Por ello tiene que registrar la vulnerabilidad y la escasa fiabilidad de todas las acciones humanas que fueron emprendidas. Y esto es así porque toda acción provoca reacciones en cadena y pone en marcha procesos no calculados ni predecibles. En la acción nunca podemos realmente saber qué es lo que estamos haciendo, y ni siquiera somos conscientes de su peligrosidad. Para colmo de males, no tenemos posibilidad de deshacer lo que ya hemos hecho. En tanto representación sobre "lo realizado por los hombres en el tiempo", la historia tiene como finalidad orientar, mediante una representación soportada en las mejores fuentes de las acciones humanas ya realizadas, sobre el sentido y el propósito que tuvieron. Siendo las acciones de los poderes del Estado el corazón de la historia política, esta debería representar la suerte corrida por las acciones administrativas, legislativas y judiciales que fueron empeñadas para trazar la historia de la Nación Colombiana, entendida esta como una universalidad de ciudadanos que se está construyendo desde el siglo XIX.

Responda de modo concreto:

Un libro para recomendar:
El proceso de la civilización, de Norbert Elias.

Un historiador europeo:
Marc Bloch

Un norteamericano:
Pauline Maier

Un latinoamericano:
Edmundo O´Gorman

Una escuela de historiadores:
El Colmex del tiempo de Daniel Cossío Villegas, Silvio Zavala, José Gaos, Luis González, Elías Trabulse y Carlos Sempat Assadourian.

Para olvidar:
Las acciones violentas y bárbaras de nuestra historia nacional.

Una anécdota:
Las divertidas confusiones que resultaron durante el tiempo en que dos armandos historiadores, colegas y amigos, compartieron la vida en la Escuela de Historia de la UIS.

Un sueño:
Poder escribir una biografía de la Nación Colombiana.

¿Algún consejo para un profesor de nueva generación vinculado a una universidad pública?

El mismo que se aplicaba a sí mismo el historiador Carlo M. Cipolla: Fortuna plus homini quam consilium valet. Ser historiador en Colombia es el más puro resultado de la casualidad. Y ejercer esa profesión en una universidad colombiana —si bien sigue siendo la mejor manera de obtener los medios para comer— es someterse a unos entes administrativos cada día más burocratizados y desalmados, donde se requiere más suerte que consejos. Ante la situación de escasa gobernabilidad de las universidades públicas, donde cada uno hace lo que quiere y nadie quiere verse ni leerse, un consejo mínimo sería el siguiente: "Ten cuidado con la cabeza".

Y, ¿para los historiadores que están en otros frentes?

Mucho coraje para abrir y mostrar nuevos escenarios de las posibilidades de un trabajo profesional bien hecho.

¿Cuáles son sus planes para los próximos veinticinco años?

Investigar en profundidad la secuencia de las acciones políticas emprendidas en los dos últimos siglos por las elites de la escena pública que dominaron la vida ciudadana desde los tres poderes estatales, con el propósito de escribir una representación sobre las grandes experiencias de la Nación Colombiana.