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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.6 no.11 Medellín Jan./June 2014

https://doi.org/10.15446/historelo.v6n11.36894 

http://dx.doi.org/10.15446/historelo.v6n11.36894

La acusación como forma de intimidación política en San Vicente (Antioquia-Colombia), 1930-1935

Impeachment as a Form of Bullying Policy in San Vicente (Antioquia-Colombia), 1930-1935

Jorge Alberto Morales Agudelo*

Historiador por la Universidad de Antioquia (Colombia). Es Especialista en cultura política y pedagogía de los DD.HH de UNAULA, Miembro de número del Centro de Historia de Itagüí (Antioquia), y Docente en el área de Humanidades. Correo electrónico:Jorge.historia@hotmail.com


RESUMEN

El artículo analiza la acusación política en San Vicente, municipalidad del departamento de Antioquia en Colombia, durante el primer quinquenio de la década de 1930. El trabajo describe su dinámica con el apoyo de múltiples memoriales, que desde la localidad se dirigen a la gobernación. La presencia de un gamonalismo local que influyó en todos los ámbitos de la vida comunal en San Vicente, configura la importancia de estudiar el fenómeno. La síntesis de la historia política del país vista desde las municipalidades todavía está en construcción, y este trabajo aporta un caso en el que la acusación permanente y el poder del gamonalismo local fueron obstáculos para generar gobernabilidad en municipios pequeños e incomunicados.

Palabras Clave: acusación, intimidación, conservadores, liberales, alcaldía, gamonal


ABSTRACT

The article analyses the political accusation in San Vicente, a municipality of the department of Antioquia in Colombia, in the first quinquenal of the decade of 1930. The work describes its dynamics supported on multiples memorials that are addressed from the locality to the governorship. The presence of a local political boss influence known as "gamonalismo" that affected all the domains of the communal life in San Vicente, shapes the importance of studying this phenomenon. The synthesis of the political history of the country seen from the municipalities is yet under construction, and this work provides a case in which the permanent accusation and the local "gamonalismo" were obstacles to generate governability in small and isolated towns.

Keywords: accusation, intimidation, conservatives, liberals, mayoralty, gamonal.

Recepción: 25 de enero de 2013 Aceptación: 18 de marzo de 2014


INTRODUCCIÓN

Este texto es una contribución a la historia de la política vista desde las pequeñas municipalidades en épocas de grandes cambios como el establecimiento de la llamada República Liberal en Colombia en 1930 y la pintoresca figura del gamonal, término hoy en desuso, cuyo estudio sigue siendo insuficiente en el país. Existen trabajos conceptuales muy bien documentados del tema en Perú y Ecuador, y del coronelismo 1 y el caciquismo tanto en Brasil como en México, conceptos equivalentes a gamonalismo.

La pretensión del presente estudio es describir un caso de rivalidad política en una pequeña población del Cercano Oriente Antioqueño,2 San Vicente, donde la figura de "la acusación" entre representantes de la mayoría conservadora, de la minoría liberal y entre los mismos integrantes de los partidos, era la constante en dicho municipio. Si bien no se llegó al extremo del crimen selectivo por móviles políticos, todo indica que estuvo cerca ese tipo de manifestación de la intolerancia. La acusación estuvo unida a intereses económicos de contrabandistas de licores en contra de las rentas departamentales, a alcoholismo y a juegos prohibidos, además de a un débil poder ejecutivo local. La población conoció en un solo año el nombramiento de cuatro alcaldes, lo cual prueba la existencia de dificultades que impedían la estabilidad en el cargo, que debía ser de mínimo un año contado desde el primero de enero, según el artículo 85 de la Ley 4 de 1913 o Código de Régimen Político y Municipal.

El alcalde era nombrado por el gobernador teniendo en cuenta su pertenencia al partido mayoritario, mientras que los concejos municipales eran de elección popular; estos últimos nombraban a los funcionarios más importantes de la administración: el juez, el personero, el tesorero, los policías, entre otros. El alcalde debía ganar el respeto de unos funcionarios que no había nombrado y proyectar aires conciliadores, tanto entre copartidarios como con la minoría liberal, tareas que en la mayoría de los casos no se cumplían en San Vicente. Además, como dice Malcolm Deas (1993, 219), todos tenían claro que el cargo era efímero mientras el cura, el gamonal eran estables.

La falta de legitimidad del gobierno local hacía, incluso, que el control de los delitos comunes, derivados de la aplicación de leyes como la 88 de 1923 o Ley Antialcohólica, adquiriera categoría de conflicto político. Como diría Javier Tusell (1976, 234) al referirse a cacicatos estables en Andalucía, España: éstos se relacionaban con la existencia de un cacique no muy estable. En el caso de San Vicente, su gamonal o cacique local estable generaba la inconformidad en la ascendente elite local, que buscaba ejercer el poder político vinculado al auge del Partido Liberal.

Gamonal del pueblo

En el quinquenio en estudio, el gamonal de San Vicente, reconocido como tal por sus propios paisanos,3 fue Jovino de J. Giraldo, quien había combatido en la Guerra de los Mil Días, llegando al grado de capitán ratificado por el general Marcos álzate, luego se asentó en San Vicente, donde tuvo algunas tierras productivas y ejerció el comercio. Allí se convirtió en uno de los principales políticos del pueblo y en hombre de confianza de los conservadores centralistas de Antioquia y de su principal orientador, Carlos Vásquez Latorre, que representaban la mayoría del partido en la región, opuestos al conservatismo municipalista aliado del presidente Enrique Olaya Herrera (1930-1934) y liderado por el marinillo Román Gómez. Don Jovino murió en marzo de 1959 a la edad de 77 años. Fue, entonces, uno de los poderosos personajes locales que hubo en el Cercano Oriente Antioqueño en la época de oro del gamonalismo que, según Melo (1998, 5), "fueron los años veinte, algunos de cuyos rasgos dibujó Darío Achury en 1934 en la obra últimos caciques boyacenses".

En la literatura costumbrista de la segunda mitad del siglo XIX colombiano, aparece la caracterización de la figura del gamonal como personaje que ejerce el poder local en zonas rurales, poblaciones pequeñas e incomunicadas, siendo modelo de este tipo de individuo Judas Tadeo Forero Gutiérrez, personaje de la novela Manuela de Eugenio Díaz, gamonal afiliado a los Draconianos, quien manejaba los hilos del poder en forma autoritaria secundado por una serie de nefastos incondicionales que iban desde el alcalde y juez hasta el encargado de apalear o ejercer otro tipo de coacción contra los opositores políticos y rivales económicos de aquel. Don Tadeo violaba la correspondencia de sus potenciales opositores, organizaba las elecciones y preparaba conspiraciones, y utilizó la figura de la acusación para desprestigiar al cura párroco del poblado ante el obispo, buscando un sacerdote más dócil a sus pretensiones hegemónicas.

Otra novela menos conocida pero importante para entender las formas de fraude implementadas desde las vísperas del día de las elecciones es El Gamonal, novela del escritor y político santandereano Nepomuceno Navarro, quien además aporta su definición de lo que es un gamonal: "La palabra gamonal está tomada aquí bajo el significado que le da el pueblo, esto es: el de jefe y director de los negocios públicos de un distrito, donde predomina su opinión, como si fuera señor absoluto […]" (Navarro 1871, 75).

Ya en el siglo XX el escritor Gustavo álvarez Gardeazábal vuelve a recrear la figura del gamonal, en la novela El último gamonal, personificado en un típico colonizador de Trujillo, Valle, don Leonardo Espinoza, quien dominó el mencionado municipio desde la década del treinta hasta el Frente Nacional y representa con razones el prototipo del último de su especie, por el hecho real de que el país se urbanizó y la construcción de carreteras, líneas férreas, la aparición de la radio, y otros medios de comunicación abrieron las cerradas municipalidades donde florecían estos personajes.

Cuatro alcaldes en un año

El primer alcalde de San Vicente en la década de 1930 fue Félix J. López, conservador centralista, quien renunció al cargo ante la magnitud del conflicto con los contrabandistas de licores, siendo reemplazado por Joaquín Velásquez, de la misma corriente política. Pocos días después de la posesión del nuevo alcalde, las personalidades sobresalientes de la comunidad oficializaron su apoyo, pidiendo por parte de la gobernación dos guardias que ayudaran a proteger los intereses del municipio y de los ciudadanos.4 La adhesión y a la vez petición de colaboración al alcalde fue firmada por el cura párroco, Valerio A. Arbeláez, el presidente del concejo, Jovino de J. Giraldo, el administrador de rentas departamentales, Pío Jaramillo, el personero municipal, Luis M. Marín Tobón, y otros empleados públicos. La petición no tuvo trascendencia en la gobernación de Antioquia, máxime cuando se iniciaba la República Liberal y precisamente la estrategia era debilitar las hegemonías locales para proyectar nuevos grupos políticos aliados de la Concentración Nacional del presidente Olaya Herrera.

La relación del alcalde Velásquez con la mayoría centralista del municipio se deterioró rápidamente debido a la acusación en contra de un miembro del grupo dominante: el señor Pío Jaramillo, administrador de rentas del municipio. En carta al gobernador, el alcalde informa: "[…] Desde que tomé posesión de esta alcaldía, me puse al corriente del peligro que corre la vida del Sr. Pío Jaramillo, administrador de rentas de esta, por su carácter de disociador y pernicioso con toda clase de ciudadanos […]. Esto perjudica a la administración y los intereses de los ciudadanos que lo solicitan a cada momento.5

El anterior comunicado dividió la población en dos bandos: los amigos de Pío Jaramillo y de su gestión en las rentas departamentales y sus enemigos, críticos de su trabajo y a la vez amigos del alcalde. Esta situación coincidió con el traslado del burgomaestre por orden de la gobernación. Sobre este aspecto se pronunciaron los dos bandos en conflicto. Los amigos del alcalde opinaron: "[…] Hemos recibido noticia promoción alcalde. Protestamos enérgicamente contra informes acusaciones administración de rentas; resguardo y pedimos sostener todo trance Joaquín Velásquez satisface plenamente ocho mil habitantes […] 189 firmas".6 Don Jovino, como gamonal político, y sus más cercanos copartidarios respaldaron el cambio de alcalde y defendieron a Pío Jaramillo señalando a Velásquez como amigo de los contrabandistas:

[…] En cuanto a las rentas departamentales, es enemigo de ellas el señor Velásquez, porque ha tomado y ha secundado a los agentes de policía para tomarlo y conservarlo aún en la misma alcaldía, esto aguardiente de contrabando-Sic-. La masa favorecedora hoy del señor Velásquez, es casi en su totalidad contrabandistas de licores monopolizados y otros consumidores de ellos […].7

El último memorial tuvo menos respaldo entre los notables del pueblo, pues solo fue firmado por don Jovino, los concejales Carlos Zuluaga y Bonifacio Sánchez, el director de la escuela Julio Hoyos, el profesor Eloy Zuluaga, el señor Pío Jaramillo y otros pocos vecinos. Entre los mismos conservadores del municipio existían diferencias de apreciación sobre el trabajo de don Pío en las rentas departamentales, como lo comprueban 189 firmas apoyando la posición del alcalde y pidiendo su continuidad. El conflicto fue superado rápidamente con la salida de Velásquez. El nuevo alcalde, Miguel Múnera, recibió de entrada el apoyo de los empleados de las rentas departamentales y de la mayoría del concejo municipal; sin embargo, a pesar del apoyo recibido, su administración solo duro tres meses.

El señor Samuel Jiménez se posesionó como el cuarto alcalde del municipio en menos de un año. Pertenecía al conservatismo centralista, y aunque su administración fue más larga que las de sus antecesores, no superó los nueve meses. Desde un comienzo intrigó de muchas maneras con el fin de lograr su promoción a una alcaldía de mayor categoría donde pagaran sobresueldo, porque la de San Vicente era de clasificación menor.8 En carta al gobernador decía: […] le recuerdo las promesas que tuvo a bien hacerme […] la administración de una población de más categoría, en vista de la carencia de los recursos pecuniarios y mucha pobreza en que se encuentra este municipio, motivos éstos por los cuales se le haría difícil al concejo hacerme algún aumento al sueldo[…].9

La difícil situación económica del municipio causaba el desánimo de los alcaldes, quienes aceptaban el cargo como prueba de buena voluntad ante la gobernación, pero la condicionaban a la promesa de promoción a una alcaldía más importancia en el momento en que resultara la vacante. El tiempo que el funcionario debía utilizar en la organización y recuperación económica del municipio, lo destinaba a continuar intrigando con el objeto de lograr su propósito. El poco interés del alcalde Jiménez en la administración del municipio creó un vacío de poder que fue aprovechado por don Jovino, como presidente del concejo y jefe del conservatismo en el pueblo, para respaldar al señor alcalde "en su gestión" y a la vez, en su calidad de primer alcalde suplente, controlar, con el cura párroco Valerio Arbeláez, los hilos del poder en el municipio, desarrollando las actividades políticas trazadas por el Directorio Conservador, algunas veces en contraposición con la gobernación. Don Jovino aprovechaba la fisura existente en el artículo 307, ordinal 8 de la Ley 4 de 1913 que no calificaba incompatibilidad legal en el desempeño de los cargos mencionados.

La minoría liberal, relacionada justa o injustamente con el contrabando, el alcoholismo y la práctica de juegos prohibidos, sufrió frecuentes ataques violentos de las bases conservadoras. Las casas de los principales adherentes al liberalismo en el municipio, como Antonio M. Arbeláez, Pedro Gómez y Antonio Zapata, fueron apedreadas. Los liberales de San Vicente no se enfrentaron directamente al conservatismo, conscientes de su condición minoritaria, prefiriendo huir a otros lugares hasta que los ánimos se calmaran. Tampoco acudían al alcalde en busca de seguridad, pues sabían que nada ganarían. En su lugar, presentaban las denuncias ante la gobernación esperando sanciones para el alcalde, que no pasaban de amonestaciones.

Mejor alcalde del quinquenio

El nuevo alcalde, Carlos García Rojas,10 de filiación conservadora, se posesionó en agosto de 1931. Como el anterior, intrigó en busca de un nombramiento en una alcaldía mejor, en un municipio donde hubiera buenos colegios para trasladarse con su familia. Supuestamente le habían ofrecido la alcaldía de Santa Rosa de Osos, pero un percance en la gobernación influyó en el cambio de nombramiento ubicándolo en San Vicente.11 García fue un funcionario estable, su alcaldía se alargó por dos años. Inició su administración con inconvenientes, pero al final logró el apoyo tanto de su partido como de algunos liberales. Al igual que sus antecesores contó con acusadores, entre ellos el liberal Antonio M. Arbeláez, quien lo denunció por mantener relaciones ilícitas con una mujer casada.12 El alcalde logró demostrar su inocencia gracias a la declaración del sacerdote Cesario de P. Muñoz, quien aprovechó para pedir su confirmación en el cargo al frente del municipio.13 Al tiempo, un grupo de ciudadanos encabezados por don Jovino y otros militantes de los dos partidos tradicionales se manifestaron en el mismo sentido apoyando su gestión.14

García Rojas mantuvo el consenso entre los pobladores de San Vicente, fue menos frecuente su petición de promoción a una alcaldía de mayor categoría y el concejo municipal, satisfecho con sus servicios, autorizó sobresueldo, con lo cual el funcionario, a diferencia de sus antecesores, se dedicó de tiempo completo a la administración del municipio. El problema más grave que afrontó en su gobierno fue el enfrentamiento con el notario público del municipio, el liberal Mauro Tobón, generado por inconvenientes en las rentas departamentales.15 El notario recibió la solidaridad de los miembros de la junta liberal, quienes se manifestaron en memorial público pidiendo la cabeza del alcalde:

[…] la junta liberal de este municipio que está en el deber de velar por tranquilidad social de sus copartidarios a suplica de todos ellos […] digne promover al Sr Alcalde de esta población Carlos García Rojas: 1-Enemigo capital de los pocos liberales de este municipio "cuatro patojos rateros" […]. 2- Sospechosas las reuniones iniciativas criminales. 3-porque hace diez y siete años es alcalde y se ha amparado lamentablemente sobre la sombra gloriosa de su difunto hermano el "General Laureano García" para cometer sus abusos […] lo acusan de incluir en el sumario de un delito al señor Mauro Tobón y a otros Liberales […]. Esperamos lleguen hasta este rincón los saludables vientos de la libertad que hoy corre por el mundo y nos hagan nombrar un godo Romanista.16

El memorial liberal fue firmado por el presidente de la junta, Julio M Vergara, y el secretario, Jesús Franco, resaltando en él la propuesta de que se nombrara un alcalde romanista para San Vicente. El matiz conservador liderado por el senador marinillo Román Gómez se encontraba en la cúspide de su prestigio nacional, como socio efectivo de la Concentración Nacional y contrario a la oposición conservadora al gobierno. Algunos liberales del pueblo eran conscientes de los beneficios que acarreaba la transición de un alcalde romanista para una futura hegemonía liberal. Sin embargo, Vergara no unificaba a su partido, como se deduce de un comunicado posterior de respaldo al alcalde firmado al igual por liberales y conservadores.

Finalizando el año 1932 el alcalde detuvo a un grupo de contrabandistas, quienes le ofrecieron soborno, el cual no fue aceptado y en cambio aquellos fueron conducidos a la cárcel municipal.17 Los delincuentes contraatacaron con un memorial contra el alcalde, utilizando papel membreteado de la junta liberal; lo que hacía pensar que pertenecían a ese partido. El alcalde acusado recibió respaldo del conservatismo.18 Por su parte, su anterior acusador, el liberal Antonio M. Arbeláez, actuando como nuevo presidente de la junta liberal, expresó: "La junta Liberal […] aprobó […] Diríjase una nota al Sr. alcalde municipal, en señal de desagravio a las falsas informaciones y acusaciones que contra dicho empleado han sido levantadas ante el Sr. Gobernador del departamento y trascrita a algunos diarios de la ciudad de Medellín por algunos individuos que carecen de todo prestigio moral y material para hacer acusaciones tan injustas.19

Los integrantes de la saliente dirección liberal del municipio, que no apoyaban al alcalde García, continuaron utilizando el membrete de la junta para atacar al funcionario ante el gobernador, el Directorio Liberal Departamental y la prensa regional, como el desaparecido periódico Colombia: "[…] acabamos leer "Colombia" tres telegramas defendiendo alcalde, presidente concejo, campesino lego, rosquita acusado antipatriota ante opinión pública. Antonio Zapata Orate excarcelado sobornado. Alejandro Zuluaga dueño establecimiento donde embriagado jugaba "montibillas" el alcalde […] junta liberal.20

Las acusaciones iban y venían, en una intensidad que ameritó una visita departamental,21 la cual registró el descontento de algunos liberales con el alcalde, como el caso de la familia Vahos,22 pero a la vez constató el apoyo de la mayoría del pueblo a su gestión.23 El mencionado respaldo es confirmado días después con 727 firmas de liberales y conservadores pidiendo la continuidad del alcalde para el año 1933.24 Algunos liberales condicionaron el respaldo siempre y cuando la administración departamental no decidiera nombrar alcalde liberal.25 Entre los adherentes al último mensaje se encontraban los señores Antonio M. Arbeláez, Emilio Zapata y 29 firmas más. García Rojas fue reelegido en el cargo para el año de 1933 con el apoyo de más del 90% de los habitantes de San Vicente.

Los problemas con algunos liberales del municipio continuaron, destacándose el ya mencionado caso del notario municipal, quien persistió en su lucha por lograr la destitución del alcalde. Los mismos copartidarios se encargaron de enfrentarlo y denunciarlo ante la administración departamental:

[…] como puede observarse su S.S. en la prueba robusta que se acompaña, dicho Sr. Tobón es un borracho reconocido quien carece de las dotes y características de honradez y criterio que deben adornar a todo empleado, pues es una lástima que un puesto tan delicado como este se encuentre en manos de un individuo como Mauro Tobón, persona esta de ninguna seriedad y garantía, porque no solo es un bohemio como dejo dicho atrás, sino que también es un perturbador de la tranquilidad social, amigo de proporcionar conflictos con sus actitudes agresivas y escandalosas hasta el punto de atropellar a la autoridad legítimamente constituida […] Reemplazarlo con una persona completa en todo sentido y afiliado a nuestra política liberal […] Ruperto Jaramillo.26

En el mismo sentido del mensaje anterior, se pronunció la junta liberal del municipio, que en carta al alcalde excusa al partido por el mal uso que de él hacen algunos copartidarios:[…] Protesta esta junta liberal contra los individuos que valiéndose de nuestro color político han engañado a nuestros dirigentes para por este medio alcanzar el juicio que se proponían y ver si así pueden continuar dando rienda suelta a sus vicios y si tienen una autoridad que con tanto honor ha levantado el tantas veces mencionado señor Carlos García Rojas.27

Los enemigos políticos del alcalde García eran una minoría del Partido Liberal en el municipio, pero tenían la suficiente influencia departamental como para lograr el traslado del funcionario, el cual término por oficializarse al municipio de Campamento. En carta al directorio liberal departamental, el presidente de la junta, don Antonio M. Arbeláez, dice:

[…] por decreto # 91 del 6 de los corrientes fue nombrado el Sr. García Rojas alcalde municipal de Campamento y si no se ha separado de este ha sido porque no le ha llegado su reemplazo… lo que no dudo será un descalabro para nuestro partido en este municipio, toda vez que en administraciones anteriores, nuestros hogares fueron apedreados y nuestras personas agredidas sin que hubiera mediado o intervenido el alcalde de entonces en defensa de nuestros derechos, cosa que no ocurrió desde el momento de la posesión de García […].28

Tiempo de los radicalismos políticos

El traslado del alcalde se consideró contrario a los intereses liberales en la localidad. García Rojas había logrado durante su administración el apoyo conservador quitándole protagonismo político al gamonal Jovino de J. Giraldo, creando un ambiente de entendimiento con la otra colectividad política, solamente refutado por una minoría de liberales.

En reemplazo de García asumió la alcaldía Julio Escobar, conservador centralista, el cual fue acusado de déspota, especialmente con los habitantes del campo, inmensa mayoría del pueblo.29 Su temperamento fue considerado por 227 firmantes de un memorial como agresivo, anormal, "casi un fronterizo", complementaba el despotismo, dando como resultado un alcalde sin comunicación con los habitantes.30

Los conservadores no le declararon al alcalde Escobar oposición, pero tampoco lo respaldaron, debido al trato humillante contra los principales adherentes a la causa partidaria: los campesinos. También el liberalismo se quejó por la ausencia de garantías políticas para ejercer el derecho al sufragio en las elecciones presidenciales de 1934. Aunque el alcalde prometió garantías, los liberales prefirieron comprometer al gobierno departamental con dicha promesa. Escribieron al gobernador, capitán Julián Uribe Gaviria, informando de los rumores existentes en la población, que consistían en la intención conservadora de impedir el voto liberal.31

Con la salida del alcalde García, quien buscó la concordia municipal, y la posesión del déspota Escobar en su remplazo, reapareció la inestabilidad política en el municipio, generándose las condiciones para un mayor radicalismo, por lo que la respuesta violenta reapareció con mayor fuerza.

En mayo de 1934 se inició en San Vicente un breve periodo liberal de seis meses con los nombramientos de los funcionarios Jesús Cano y Abel Cardona, quienes fueron alcaldes apoyados por el Partido Liberal del municipio. El Partido Conservador se mantuvo prudente, sin apoyar a los mencionados funcionarios, pero moviendo influencias a nivel departamental con el fin de que se respetara su condición de primera fuerza política en la municipalidad. Las intrigas conservadoras y el desinterés del gobierno departamental por entender el problema político de San Vicente condujeron a que la gobernación decidiera remover al alcalde liberal y designar en el cargo a Arturo Hoyos,32 conservador radical y también gamonal del municipio, lo que no parecía una medida aconsejable en el momento.

El nuevo alcalde asumió el cargo al finalizar el año 1934 y, al estilo laureanista, en tres meses de administración acabó con la mínima tolerancia política existente en el municipio. Los frutos de la capacidad conciliadora del ex alcalde García, que había conseguido el apoyo de los dos partidos a la administración y el respeto y tolerancia entre ellos, se perdieron debido al manejo sectario del nuevo funcionario. Su primera actuación fue pedir al secretario de gobierno departamental la suspensión en el ejercicio de sus funciones del concejal suplente del liberalismo Eduardo Echeverri con el fin de arrestarlo por cinco días, porque se le encontró culpable de participar en juegos prohibidos, por el hecho de asistir a una partida de dados en una casa de familia. 33 Posteriormente, ordenó el allanamiento de la casa del principal jefe liberal del municipio, Antonio M. Arbeláez, por el mismo motivo. El informe dice: "En la casa habitación del Sr. Antonio M. Arbeláez, situada en el marco de la plaza pública de esta población, había una reunión de individuos jugando a juegos prohibidos […]. El alcalde decretó allanamiento [….]. Detenido Anselmo, Felipe y Manuel Marín, Claudio Rivera, Leoncio Puerta, Pedro Murillo, Luis Eduardo Castrillón".34

Aunque los juegos prohibidos eran tipificados como delito, las circunstancias en que se realizó el operativo fueron impropias e inoportunas, además de intolerantes porque los citados señores jugaban en la intimidad y no públicamente, lo que en este caso podía ser considerado una provocación por parte de la autoridad, representada por el alcalde.

La política de confrontación utilizada por este funcionario encontró respuesta partidaria. Los liberales no solamente propusieron su destitución, sino que recomendaron a su principal ideólogo político, Arbeláez, como la mejor ficha para realizar una buena administración en San Vicente. La petición al gobernador fue firmada por los principales liberales del pueblo.

La junta liberal lanzó un ultimátum a la administración departamental y a la jefatura regional del partido, con el fin de obligarlos a resolver el problema político del municipio:

[…] Directorio Liberal Departamental […] 1) encarcelados dos liberales por gritar viva el partido liberal; 2) deber de la junta luchar contra alcaldes inescrupulosos y politiqueros rezagos de la vieja hegemonía conservadora; 3) nuestras casas apedreadas por campesinos conservadores, sin que haya habido alcalde que nos proteja; 4) que la alcaldía está ocupada por un suplente colocado allí por la rosca conservador azote del municipio; 5) insoportable, el concejo y alcalde ejercen presión sobre el electorado liberal; resuelve: 1) Conformar una comisión de la Junta Liberal con el fin de lograr la destitución de dicho alcalde; 2) dado el caso de que no se obtenga resultado queda autorizada la junta para renunciar colectivamente a la junta departamental; 3) si por ser pocos, los liberales del municipio se nos niega el apoyo solicitado, esta junta aconseja la abstención en las próximas luchas electorales […] Presidente Bernabé Zuluaga Vicepresidente: Antonio M. Arbeláez. Secretario Juan M. Vergara […].35

El alcalde Hoyos, continuando con la persecución al Partido Liberal en el municipio, practicó un allanamiento en la casa del jefe liberal Antonio M. Arbeláez, procedimiento que ya se había llevado a cabo semanas atrás. La razón: juegos prohibidos. 36 Posteriormente, escribe al secretario del gobierno pidiéndole la suspensión de Arbeláez, quien se desempeñaba como concejal del municipio, con el fin de continuar el procedimiento judicial.37 Mientras en el municipio se enfrentaban cada día con mayor pugnacidad, el alcalde conservador y sus amigos contra la minoría liberal, la junta elegida para entrevistarse en Medellín con la jefatura liberal departamental cumplía su propósito. Habiendo logrado dialogar con Rafael Arredondo, gran elector del departamento,38 quien apoyó la causa liberal en San Vicente y gestionó una entrevista de la comisión con el secretario de gobierno departamental, Germán Medina, a quien le envió la siguiente nota con los comisionados: "[…] le acompaño copia del acta de la junta liberal de San Vicente para que sirva tomar nota de ella […] la comisión designada por la junta tiene urgencia de hablar con Usted personalmente, le ruego darle una audiencia un poco temprano por tener necesidad de salir en la tarde de hoy […] Rafael Arredondo […] Jefatura del departamento.3 El mismo día, 6 de febrero de 1935, desde la gobernación se le informó a Arredondo: "[…] que en decreto de hoy se hará el cambio por un buen elemento".40

nombramiento recayó en la persona de Antonio M. Arbeláez, jefe del liberalismo local, con lo cual la gobernación contribuyó a fomentar el estado de anarquía y violencia política en el municipio: primero, porque no podía nombrar como alcalde de San Vicente a personas comprometidas con las luchas políticas en la localidad como Hoyos y Arbeláez; segundo, porque se cambió un radical conservador por un radical liberal, en lugar de una persona de perfil moderado y ecuánime en política. La comisión liberal llegó con la primicia de la destitución de Arturo Hoyos y el nombramiento del candidato de la junta liberal, Antonio M. Arbeláez, como alcalde municipal.

El nombramiento aumentó las tensiones en el municipio. Los conservadores no se resignaban a aceptar al nuevo alcalde, era como una burla contra las mayorías políticas en San Vicente, y comenzó la arremetida contra su administración. Se rumoraba que el domingo siguiente a la posesión del nuevo alcalde se amotinarían las masas conservadoras contra el funcionario que aun era investigado por la justicia local. El nuevo alcalde pidió ayuda al secretario de gobierno departamental, así:

Individuos inconscientes se han dado a la tarea de querer desprestigiar el principio de autoridad y postergarlo […]. Me permito pedir a Usted se digne enviarme para el domingo una guardia de la policía departamental con el fin de contrarrestar cualquier movimiento subversivo que pudiera ocurrir, pues como ya he manifestado, viene creándose un estado de cosas que pueden traer consecuencias funestas en contra de los interés de la autoridad […].41

La gobernación mandó para el domingo 24 de febrero de 1935 tres guardias departamentales de apellidos Zapata, Sierra y Quiroz, quienes tuvieron gran trabajo ese día. En la tarde intervinieron en una pelea callejera donde se enfrentaban a golpes el liberal Esmaragdo Cañas y el conservador Antonio Gómez; el primero obedeció la detención y Gómez no, apoyándose en la masa conservadora que lo respaldaba,42 dando inicio de esa manera el amotinamiento anunciado. En carta al secretario de gobierno departamental, el alcalde acusó a los concejales Jovino de J. Giraldo, Eduardo Echeverri y Blaudio Arbeláez, este último hermano del cura párroco y alcalde suplente del municipio, y al destituido Arturo Hoyos como los principales promotores de la revuelta conservadora, a la vez que pidió la suspensión del ejercicio como concejales, mientras se adelantaba el caso judicial, y para Hoyos, pidió la fijación de una fianza de buena conducta por un valor de 50 pesos.43

El presidente del concejo, Jovino de J. Giraldo, aprovechó el amotinamiento para justificar la petición de cambio de la primera autoridad del municipio. En carta al secretario de gobierno departamental, sostuvo:

[…] para comunicarle el malestar en la población por hallarse al frente de la alcaldía el Sr. Antonio María Arbeláez inepto desde todo punto de vista […]. Dicho malestar puede traer consecuencias funestas, no vacilaríamos en votar la partida suficiente para atender al pago del sobresueldo de un alcalde ecuánime, imparcial y cumplidor de sus obligaciones, sea cual fuera su credo político, pues la corporación no mira la política sino el bienestar del municipio.44

Alcaldes militares para congelar confrontación

Después de los acontecimientos del domingo 24 de febrero, el alcalde liberal salió de su cargo, siendo reemplazado en calidad de encargado por el sargento Ricardo González. La gobernación se decidió por una alcaldía militar, ratificando su impotencia y desespero, además de la poca voluntad para la solución definitiva del conflicto en San Vicente, al abstenerse de nombrar un alcalde con un perfil conciliador, civilista y alejado de las intrigas políticas locales. La decisión ayudó a congelar la violencia política local. El triunfo del candidato presidencial Alfonso López Pumarejo, jefe máximo del liberalismo, en las elecciones de 1934, la abstención conservadora y la paulatina radicalización de la oposición violenta en el país, aconsejaban prudencia en municipios de mayoría conservadora como Santuario, Marinilla y San Vicente. El momento requería de funcionarios pertenecientes a los centros políticos y no a los extremos radicales como ocurrió con los alcaldes Hoyos y Arbeláez.

El alcalde militar encargado de la administración logró consenso entre liberales y conservadores para desarrollar sus funciones. Así, se reconoció en un memorial dirigido al gobernador firmado por los jefes de ambos partidos: el presidente de la junta liberal Bernabé Zuluaga, su secretario Julio M. Vergara, el presidente del concejo Jovino de J. Giraldo y su secretario Pío Jaramillo. Además, firman como adherentes los señores Arturo Hoyos y Miguel Zuluaga, entre otros.45 Pero el alcalde militar habría de salir del cargo después de protagonizar un escándalo público al decomisar un billete falso de cinco pesos, sin indagar o detener al portador, en la noche se encerró con unos tahúres, lo jugo y lo perdió. Al día siguiente el ganador reclamó por el engaño, generando un grave problema. El asunto fue denunciado a la gobernación por el primer alcalde suplente, José María Zapata.

El militar es reemplazado por otro colega, el capitán de la policía departamental Baldomero Jiménez, quien asumió en calidad de encargado el 1 de julio de 1935. En su corta administración se logró el cambio de los policías del municipio,quedando repartidos por mitades: tres liberales y tres conservadores, con una asignación mensual de 22 pesos.46 El capitán Jiménez logró el apoyo de la junta liberal del municipio, pero su administración terminó tres meses después. Los graves problemas que le correspondió resolver fueron: abrir un sumario contra los Vahos, familia liberal y belicosa que se enfrentó violentamente contra un funcionario público causándole heridas, y un enfrentamiento con don Jovino, al oponerse éste a la inscripción de una segunda lista conservadora para las elecciones de nuevo concejo municipal del año 1935, cuando el gamonal intentó presionar al alcalde para que abriera su despacho en la noche del 30 de septiembre y en forma extemporánea e ilegal realizara el procedimiento, para de esta manera disputar la representación de la minoría liberal del municipio.

A modo de conclusión

Como puede apreciarse, el enfrentamiento político entre los dos partidos tradicionales, durante el periodo en estudio, 1930-1935, fue una constante en el municipio de San Vicente. La inestabilidad política se debía en buena parte a la poca importancia que esta municipalidad del Cercano Oriente Antioqueño tenía para la gobernación, lo que se manifestaba en el continuo nombramiento de alcaldes que no cumplían las condiciones mínimas de preparación para enfrentar una confrontación política permanente entre la mayoría conservadora y la minoría liberal.47 Además, la falta de compromiso de los alcaldes nombrados en el municipio, aceptando el cargo como prueba de buena voluntad ante los mandos superiores y aspirando a su promoción inmediata. No importaba la buena administración del municipio como criterio de continuidad del alcalde, lo realmente importante era la adecuada utilización de la figura política de la acusación como chantaje, que beneficiaba a los poderes dominantes en el pueblo en contra del ideal de progreso comunitario.

La regla tuvo como excepción la administración de Carlos García Rojas, quien demostró conocimiento y dotes de estadista para mantener un estado de confianza entre los contrincantes, logrando gobernabilidad y consenso político, gracias a lo cual se benefició del sobresueldo ofrecido por el Concejo en pleno. La promoción de García a otra alcaldía por parte de la gobernación constituyó la primera de una serie de decisiones políticas erradas que estuvieron a punto de degenerar en una incontrolable respuesta violenta promovida por los dos partidos tradicionales, al punto que obligaron a la gobernación al nombramiento de alcalde militar para el municipio, como forma de apaciguar los ánimos políticos. La ausencia de una política de corte conciliador en la que se establecieran alianzas interpartidistas permitió que el enfrentamiento fuera mucho más radical que en otros municipios del Cercano Oriente Antioqueño, como Marinilla y El Santuario, donde los alcaldes romanistas ayudaron a una transición menos traumática a gobiernos liberales.


Notas al pie

1.Como el coronel Ramiro Bastos de la novela Gabriela, clavo y canela (1958) de Jorge Amado.

2.El Cercano Oriente Antioqueño abarca los siguientes municipios: Rionegro, La Ceja, El Carmen de Viboral, Marinilla, Guarne, Santuario, San Vicente, La Unión y El Retiro. Todos cercanos a Medellín.

3.El término "gamonal del pueblo" fue extraído de una entrevista hecha a Jesús Gil Idárraga, realizada en el municipio de San Vicente en 1992. El entrevistado, al referirse a don Jovino, utilizaba ese término. Don Jesús murió en ese municipio el 4 de diciembre de 1993 a la edad de 94 años. De otra parte, el Centro de Historia de San Vicente recogió un Vocabulario campesino sanvicentino, elaborado por Mario Ceballos Zuluaga, el cual trae la siguiente definición de gamonal: "Persona que en los pueblos ejerce influencia preponderante en asuntos políticos y administrativos".

4.Archivo Histórico de Antioquia (en adelante AHA), Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 17-V-1930.

5.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 13-VIII-1930. En cuanto al número de firmantes, en la época se conseguían firmas para determinadas causas por medio de engaños. Al comenzar la década del treinta se contaban 1538 hombres mayores de 21 años en el municipio.

6.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 13-VIII-1930.

7.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 13-VIII-1930.

8.La alcaldía de San Vicente estaba ubicada en categoría séptima. Era una de las más bajas en salario por lo tanto requería del complemento salido del concejo local y denominado sobresueldo.

9.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 25-XII-1930.

10.Carlos García Rojas militaba en el Partido Conservador, aunque no se encontró relación con los centralistas ni con los romanistas. Por su ecuanimidad y respeto por el adversario tenía más afinidad con los últimos, aunque no aparece como alcalde de municipios con mayoría romanista al menos desde 1928. Mantuvo relación con Jesús Antonio Hoyos a juzgar por una intriga clientelista del año 1933, donde le pide colaboración para lograr una beca en la Escuela Militar para su sobrino Laureano Jaime García Lobo.

11.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 9-XII-1931.

12.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 2-XII-1931.

13.AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, 28-XII-1931.

14. AHA, Gobierno, Municipios, t. 8, 1930, San Vicente, XI-1931. Nota: No aparece día.

15.Meses después el señor Mauro Tobón sería acusado de alcoholismo, consumidor de aguardiente de contrabando. Llegó a un estado de degeneración que empeñaba las llaves de la notaría cuando se le agotaba la plata. El art. 241 de la ley 4 de 1913, decía: "El vicio de la beodez es impedimento absoluto para ejercer empleo público […]". Destituido el 3 de julio de 1934.

16.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 8-V-1932.

17.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 10-X-1932.

18.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 2-X-1932.

19.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 23-X-1932.

20.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 27-X-1932.

21.Los visitadores eran funcionarios departamentales encargados de investigar la veracidad de las acusaciones graves contra los alcaldes.

22. La familia Vahos, los Zapata y algunos Arbeláez, principales liberales de San Vicente.

23. AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 6-XII-1932.

24. AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, II-XII-1932.

25.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, XII-1932.

26.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 29-V-1933.

27.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 10-VI-1933.

28.AHA, Gobierno, Municipios, t. 6, 1932-33, R.S. San Vicente, 10-VI-1933.

29.San Vicente era el municipio más campesino, respecto de las localidades vecinas de Rionegro, Marinilla y El Santuario. Su población era de 8.333 habitantes al comenzar la década 1930, y elegía siete concejales.

30.AHA, Gobierno, Municipios, t. 9, 1934, R.S. San Vicente, 7-I-1934.

31.AHA, Gobierno, Municipios, t. 9, 1934, R.S. San Vicente, 21-I-1934. Es de anotar que los conservadores declararon la abstención electoral en todo el país a partir de las elecciones presidenciales de 1934, exceptuando las elecciones para cambio de concejos municipales.>

32.En la entrevista con Jesús Gil Idárraga se caracteriza a Arturo Hoyos como heredero político de don Jovino.

33.AHA, Gobierno, Municipios, t. 9, 1934, R.S. San Vicente, 25-VIII-1934.

34.AHA, Gobierno, Municipios, t. 9, 1934, R.S. San Vicente, 19-XII-1934..

35.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 5-I-1935.

36.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 12-I-1935..

37.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 12-I-1935.

38.Según álvaro Tirado Mejía, a partir de 1934, Arredondo fue el primer elector liberal del Departamento de Antioquia. Atendía en la Casa Liberal en la carrera Bolívar núm. 302 en Medellín.

39.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 6-II-1935.

40.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 6-II-1935.

41.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 18-II-1935.

42.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 25-II-1935.

43. AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 2-III-1935.

44.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 26-II-1935.

45.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 13-V-1935.

46.AHA, Gobierno, Municipios, 8151, 1935, R.S. San Vicente, 10-VII-1935.

47. Los alcaldes debían conocer los códigos de policía departamentales, de elecciones, el fiscal y el de procedimiento penal, además del político y municipal (Ley 4 de 1913). Ante el alcalde se posesionaban los jueces municipales y el personero, este último era nombrado por el concejo municipal, el grado de politización del cargo explica el silencio del personero en los años trabajados.


Referencias

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