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vol.7 issue14Guzmán Escobar, Brenda. 2013. De los conflictos locales a la guerra civil. Tolima a finales del siglo XIX Bogotá: Academia colombiana de historia ISBN: 9789589576502 author indexsubject indexarticles search
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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.7 no.14 Medellín July/Dec. 2015

https://doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48194 

http://dx.doi.org/10.15446/historelo.v7n14.48194

Entrevista a Marco Palacios Rozo Profesor-Investigador El Colegio de México (México) y Universidad de los Andes (Colombia)*

Hernán David Jiménez Patiño**

*La fotografía fue suministrada por el entrevistado y se encuentra disponible en http://ceh.colmex.mx/index.php/10-planta-docente/32-dr-marco-palacios.
**Politólogo y Candidato a Magister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia (Medellín, Colombia) e integrante del Grupo de Investigación Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura (Categoría A1 Colciencias) de la misma universidad. Es Asistente Editorial de la revista HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local. Correo electrónico: hdjimenezp@unal.edu.co

Recepción: 13 de enero de 2015 Aprobación: 18 de febrero de 2015


Marco Palacios Rozo es abogado de la Universidad Libre de Colombia, Magister en Estudios Chinos de El Colegio de México y en 1978 se graduó como PhD en Historia por la Universidad de Oxford (Reino Unido). En Colombia, fue rector de la Universidad Nacional de Colombia en dos ocasiones (1984-1988 y 2003-2005), Director del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior ICFES (1989-1990), profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes (desde 2005), y recientemente hizo parte de la Misión Estudios Competitividad Caficultura en Colombia designado por Juan Manuel Santos, Presidente de la República. En México, entre 1978 y 1982, fue profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, donde se encuentra adscrito al Centro de Estudios Históricos de la misma institución desde 1994. Otra experiencia del profesor Palacios Rozo es haber sido profesor visitante en Tsukuba University (Japón), Chicago University y Duke University (Estados Unidos), Universidad Autónoma de Barcelona (España) e investigador visitante del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres (Reino Unido).

La producción académia es amplia y corresponden en especial a las áreas de violencia colectiva, empresarios, estado nacional en el ámbito latinoamericano de los siglos XIX y XX. Entre sus recientes publicaciones se encuentran Populistas: el poder las palabras. Estudios de política (2011a), ¿De quién es la tierra? Propiedad, politización y protesta campesina en la década de 1930 (2011b), y Violencia pública en Colombia, 1958-2010 (2012). Además, entre sus obras reconocidas se referencian: El Café en Colombia, 1850-1970. Una historia económica, social y política (1979; 2002a),1 Entre la legitimidad y la violencia: Colombia 1875-1994 (1995),2 Parábola del liberalismo (1999), De populistas, mandarines y >violencias. Luchas por el poder (2001), La clase más ruidosa y otros ensayos sobre política e historia (2002), y con Frank Safford públicó Colombia. País fragmentado, sociedad dividida. Su historia (2002).3

Para comprender mejor su experiencia hay que conocer su vida en Oxford University, Ciudad de México y Bogotá. Profesor:

¿Cómo ha sido su experiencia académica en México y Colombia, y su interés permanente de investigar aspectos históricos, sociales y políticos de nuestro país?

El desarrollo profesional de la disciplina de la historia es quizás anterior en México aunque en sus términos modernos hace parte del mismo proceso: la emergencia de la universidad investigativa. Aparte del retraso cronológico de Colombia, comparada con México o Argentina o Brasil, o Chile, en este país un historiador tiene mejor acceso a recursos que en Colombia trátese de archivos de distinta naturaleza, bibliotecas especializadas, museos, instituciones académicas estables, conversación profesional, casas editoriales, revistas y, naturalmente, fondos financieros de apoyo para la investigación y para las becas doctorales. Esto es extensivo al desarrollo de las humanidades y de las ciencias sociales que aquí también reciben mucha atención; dada la fuerte conexión de la investigación histórica con estas disciplinas, es una ayuda adicional considerable.

Además, sea por la vecindad de México con Estados Unidos o por los fuertes lazos con Francia o España, tanto la historiografía como las ciencias sociales mexicanas y sobre México se benefician de un considerable aporte de académicos e investigadores de esos países; particularmente y por distintas razones, de la década de 1940 en adelante; tampoco es desdeñable el papel de exilados latinoamericanos. Esto no quita valor a los progresos de estos campos del saber en Colombia, digamos de los años 60 del siglo pasado en adelante.

¿Porqué decidió estudiar en Oxford, y cuáles fueron sus principales logros durante sus estudios doctorales?

Lo de Oxford fue algo casual. En 1971 Malcolm Deas me invitó pasar un trimestre en el St. Antony’s College como "profesor invitado”. Algo muy sorprendente. Hacía poco había regresado a Bogotá de El Colegio de México donde había hecho estudios de la maestría en estudios chinos pero, movido por la coyuntura de ANAPO, terminé escribiendo un ensayo sobre el populismo que llamó la atención de Malcolm. En ese momento yo estaba más ilusionado en hacer un doctorado de estudios chinos con Jean Chesnaux en París; le dije a Malcolm que no tenía interés en ir solo tres meses y él pensó que habría una posibilidad de conseguir una beca como estudiante doctoral en Oxford y así fue. Me admitieron y llegue a Oxford en 1972. Mis años allá han sido una de las experiencias más enriquecedoras y gratas de mi vida, no sólo en el plano personal, familiar y académico sino en el intelectual, cultural, emocional. Francamente no fue difícil entender "el sistema” es decir, fair play, wittiness, underestatement, duda sistemática... y, claro, el sistema británico de clases sociales que, según dicen, se desvanece.

El principal logro fue terminar una tesis doctoral y haber podido publicarla en Cambridge University Press, una de las grandes casas editoriales de lengua inglesa. También obtuve un Research Fellowship en el entonces Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres.

¿Cómo ha visto la profesionalización de la disciplina histórica en Colombia y México?

Naturalmente que por ser reciente en Colombia la profesionalización de la disciplina con base en la universidad investigativa, resaltan los avances. Baste ver la energía y entusiasmo de los colegas en casi todas las ciudades importantes del país. Claro que no solo hay que agradecer a instituciones universitarias o individuos destacados; el impulso en la Costa Atlántica, por ejemplo, también se debe al papel del Banco de la República. Y al Banco hay que acreditar el desarrollo de muchas buenas bibliotecas a lo largo y ancho del país que facilitan el trabajo docente e investigativo, así como a sus colecciones de mapas, música o fotografía, o de archivos privados. Hace poco la Biblioteca Nacional empezó a ponerse al día en términos tecnológicos y el Archivo General de la Nación, gracias en primer lugar a la iniciativa y celo del presidente Barco, se convirtió en una institución ejemplar de nivel mundial. Además hay que mencionar la atención que se presta, crecientemente, al desarrollo de sistemas departamentales y locales de archivos y aquí la lista es larga.

¿Qué sugerencias daría para mejorar los programas de pregrado y posgrado en historia en todas las universidades colombianas?

En un país con la geografía y las variedades y tradiciones regionales de Colombia, sería muy apropiado proponerse intensificar el intercambio o "movilidad” estudiantil, de licenciaturas para arriba. Imagínese lo enriquecedor que sería un joven estudiante de Ibagué que pase una temporada en Bucaramanga o viceversa; o uno de Bogotá en Pasto o uno de Neiva en Medellín. En los doctorados sería muy importante la movilidad internacional de los estudiantes.

Los programas de movilidad están inventados. Pero eso sí los recursos hay que pelearlos, no van a caer del cielo. También hay que fortalecer los programas de lenguas extranjeras.

¿Cuál es su opinión sobre los enfoques de historia regional y local en Colombia y América Latina?

El género humano configura una historia universal o global como ahora se la llama cuyo cimiento y cemento moderno es el desarrollo del capitalismo. Al mismo tiempo vivimos más intensamente en ámbitos geográficos reducidos: locales, algo regionales, remotamente nacionales, aunque cada vez más globales. Pasamos de largo por las estaciones intermedias (el Estado- nación) y de las localidades nos trasladamos directamente al escenario mundial, como nos lo demuestran ampliamente el café o la cocaína. Pero lo importante, creo, es mantener vivo el interés en estudiar los mundos locales o regionales considerando siempre la historia global del capitalismo y mirando otras latitudes del planeta. En este sentido, creo que deben incorporarse más elementos de las disciplinas de la economía política y de la geografía a los programas curriculares y a las agendas de investigación. Sin embargo y pese a todo, el Estado nacional sigue siendo el punto de referencia.

Uno de los aspectos más importantes de su trabajo académico e investigativo es la violencia ¿Nos podría contar como surgió este interés y su opinión sobre el actual proceso de paz en Colombia?

En algún punto de mi vida tomé conciencia de mi generación, fundamentalmente acerca de la primera mitad de la década de 1960, cimbrada por la Revolución Cubana y las apelaciones a la lucha armada revolucionaria en un sistema frentenacionalista algo cerrado. Tuve lecturas precoces en el bachillerato como Balas de la ley o Lo que el cielo no perdona (me perturbaron las fotografías de ese libro) o el muy popular de Indalecio Liévano, Los grandes conflictos, que venía saliendo en separatas de Semana y luego La Nueva Prensa y ofrecía contexto histórico a una violencia que aparecía con la misma conquista española que, por demás, nos explicaba vívidamente uno de mis mejores profesores del bachillerato, el antropólogo Milciades Chávez. Recién entrado a la Universidad Libre recibí el impacto de La Violencia en Colombia de Fals, Guzmán y Umaña Luna cuyo primer tomo apareció en 1962, cuando yo estaba en primero de Derecho y Umaña era mi profesor de sociología. Ese año entré a la vida política, (no había cumplido 18 años, cuando la mayoría legal era de 21) a las Juventudes del MRL que dirigía otro de mis profesores, Luis Villar Borda; en esa organización escalé hasta llegar a la dirección nacional, encargado del frente estudiantil. Asistí como delegado de mi universidad al Congreso de la UNEC en Barranquilla, 1962, que convocó el Congreso estudiantil de Medellín de 1963 que se rompió; una facción de izquierda, a la que pertenecía, trabajó para fundar una nueva organización que sería la FUN, creada en un Congreso en octubre de 1964, celebrado en Bogotá en la UN y del que fui vicepresidente; el presidente fue Jaime Arenas. Esto para insinuar la riqueza existencial en una fase y una faceta biográfica de lo que en mi libro más reciente llamé "violencia pública".

Un tema ante el cual emocionalmente no puedo ser neutral. Argumentalmente he sostenido que la violencia pública en Colombia tiene en parte un origen: la ausencia histórica de populismo en el Estado.

Aclaro que me retiré para siempre de la vida política activa en 1965; hacia 1968 decidí dedicarme a la vida académica aunque he caído en tentaciones como ir a trabajar con el presidente Betancur o los pasos por la rectoría de la UN (agosto de 1984-julio de 1988 y abril de 2003-abril de 2005) y el ICFES, o mi paso fugaz por el periódico digital independiente Las 2 orillas en el que me puse de columnista durante la pasada campaña presidencial, buscando atajar al uribismo, enemigo abierto de los diálogos de La Habana.4

En los últimos años hemos presenciado crisis de los precios del café y protestas de los pequeños productores ¿Cuáles son los problemas históricos del sector y sus retos futuros?

He tenido la gran oportunidad de regresar al tema a raíz de participar en una comisión nombrada por el presidente Santos que en este último año estudió la situación cafetera con base en un conjunto amplio de estudios técnicos especializados, de gran calidad. Comisión peculiar por su heterogeneidad y por el momento en que se creó: el paro cafetero de 2013. Esta Comisión, informal, ad hoc, integrada por hombres de negocios y de negocios cafeteros, un representante de Dignidad Cafetera, ambientalistas y economistas, ha ofrecido un informe, una base actualizada para que el país debata razonablemente sus política cafeteras y acaso para que el gobierno cambie de rumbo.

Mi hipótesis es que Colombia siempre ha sido un país de altos costos cafeteros; con esto quiero decir que su caficultura se ha sostenido gracias a las fuertes intervenciones en el mercado de Brasil; primero, la intervención visible de Brasil mediante políticas cambiarias para fortalecer la sustitución de importaciones, más o menos de mediados del siglo XIX en adelante; luego vino la intervención abierta brasilera, la prohibición de sembrar café (1902) y la retención de inventarios (1906) principalmente a cargo del Estado de Sao Paulo; a estas políticas les siguieron sucesivos esquemas intervencionistas que se prolongan de hecho hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial interrumpiéndose el tráfico en el Atlántico; en 1940, Estados Unidos, temeroso del nazismo en América Latina, avaló un esquema de garantía de un precio internacional que se extendió hasta comienzos de la postguerra. La Guerra de Corea trajo otra gran bonanza de precios de café (el pico fue en 1953) porque Estados Unidos, temeroso de una tercera guerra mundial, acumuló inventarios de todo, incluido café. Pasada esa coyuntura se hizo evidente el peso de la oferta africana y los precios comenzaron a caer y esa coyuntura explica parcialmente la caída de Rojas Pinilla en 1957. Pero gracias a la Guerra Fría y la Revolución Cubana se hicieron viables los pactos internacionales que, de nuevo, garantizaron unos precios internacionales por encima de los que hubieran sido de mercado; eso siguió hasta 1989 cuando finalmente el gobierno de USA dio la estocada al Acuerdo Internacional del Café. El impacto en Colombia fue terrible, particularmente en las familias de cultivadores de la zona cafetera central.

En el panorama social interno, creo que la auto-explotación campesina da la clave del porqué Colombia ha podido competir en el mundo, ayudada, por supuesto, por la economía política brasilera, estadounidense y mundial que acabo de sintetizar. Ahora, como en el siglo XIX, estamos en una época de supuesto "libre mercado” aunque un puñado de grandes transnacionales controlen el mercado de alimentos, incluido el café. Actualmente el país está abocado a sostener el café mediante subsidios del presupuesto nacional. Es una forma de respuesta estatal ante una estructura de altos costos, asuntos de equidad social, una historia de "derechos morales” (como un precio de garantía) en un país que ya no depende del café aunque cientos de miles de familias pobres derivan su sustento del grano. A todo esto debe sumarse el deterioro ambiental y la destrucción de bosque particularmente en zonas por encima de 2000 metros sobre el nivel del mar, con efectos en las aguas. Un panorama grave que requiere un fuerte replanteamiento de políticas, incluido el arcaico entrelazamiento paternalista del Estado y el sector privado que representa Fedecafé.

Para terminar, ¿Cuál es su proyecto actual de investigación y sus resultados preliminares?

En lo fundamental cerré una investigación que comencé en 1982 y he proseguido con altibajos desde entonces. El material conforma una masa de gran envergadura; estoy en la fase más complicada: seleccionar, analizar, sintetizar y finalmente escribir un libro en torno a Bogotá. Considero la geografía social de la urbe y su hinterland; el impacto que tuvieron en la ciudad la economía política del tabaco y del café, mercancías mundiales; el proceso de reorganización de jerarquías sociales (clases, grupos ocupacionales); el papel de la técnica moderna; la transformaciones de la conciencia de clase y de las identidades político-religiosas. Espero ofrecer un manuscrito final antes de un par de años.


Notas

1 Esta publicación tiene ediciones corregidas y aumentadas del 2002 con la Editorial Planeta y la Universidad de los Andes y del 2009 con el Colegio de México. Fue también publicada en inglés Coffee in Colombia, 18501970. An economic, social and political history (1980 y 2002b).
2 En el 2003 se publicó la segunda edición corregida y aumentada por la Editorial Norma, y en 2006 fue publicada la versión en inglés Between Legitimacy and Violence. Colombia 1875-1994 (2006).
3 Publicada en inglés Colombia: Fragmented Land Divided Society (2002).
4 Las columnas se pueden leer en: http://www.las2orillas.co/author/marcopalacio/?submit=Ver%20columnas.


Referencias

Palacios Rozo, Marco. 1979. El café en Colombia, 1850-1970. Una historia económica, social y política. Bogotá: Presencia, Fedesarrollo.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2002a. El Café en Colombia, 1850-1970. Una historia económica, social y política. México D.F: El Colegio de México, Ediciones Uniandes, Editorial Planeta, 3ra edición.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2002b. Coffee in Colombia, 1850-1970. An economic, social and political history. Cambridge, New York: Cambridge University Press.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco y Frank Safford. 2002. Colombia. País fragmentado, sociedad dividida. Su historia. Bogotá: Editorial Norma.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2003. Entre la legitimidad y la violencia: Colombia 1875-1994. Bogotá: Editorial Norma, 2da edición         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2006. Between Legitimacy and Violence. Colombia 1875-1994: Durham, N.C: Duke University Press.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2009. El café en Colombia 1850-1970. México D.F: El Colegio de México, 4ta Edición.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2011a. Populistas: el poder las palabras. Estudios de política. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 4ta edición.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2011b. ¿De quién es la tierra? Propiedad, politización y protesta campesina en la década de 1930. Bogotá: FCE-Universidad de los Andes.         [ Links ]

Palacios Rozo, Marco. 2012. Violencia pública en Colombia, 1958-2010. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]