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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.8 no.15 Medellín Jan./June 2016

https://doi.org/10.15446/historelo.v8n15.47480 

http://dx.doi.org/10.15446/historelo.v8n15.47480

Arquitectura ecléctica salesiana como consecuencia material del contexto político republicano en Ibagué (Colombia), 1904

Salesian Eclectic Architecture as a Material Result of Republican Political Context in Ibague (Colombia), 1904

Andrés Francel*
José Alejandro Ojeda**

* Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina; y Arquitecto por la Universidad de Ibagué, Colombia. Es Profesor Asociado del Programa de Arquitectura de la Universidad del Tolima, Colombia; Director e Investigador Asociado del Grupo de Investigación E-Arc (Estudios de Arquitectura y Ciudad); además de Coordinador de proyección social de la Facultad de Tecnologías. Este artículo hace parte del proyecto "Historia del urbanismo y la arquitectura de la ciudad de Ibagué, 1893-1945", adelantado por el Grupo de Investigación E.ArC. del Programa de Arquitectura de la Facultad de Tecnologías de la Universidad del Tolima. Correo electrónico: aefranceld@ut.edu.co , orcid.org/0000-0002-3249-3191

** Magíster (c) en Diseño Arquitectónico Avanzado por la Universidad de Buenos Aires, Argentina; y Arquitecto por la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales, Colombia. Es Profesor Asistente del Programa de Arquitectura de la Facultad de Tecnologías de la Universidad del Tolima; e Investigador Junior del Grupo de Investigación E-Arc (Estudios de Arquitectura y Ciudad). Correo electrónico: jaojedaa@ut.edu.co , orcid.org/0000-0001-8924-6370

Recepción: 17 de mayo de 2015 Aceptación: 28 de agosto de 2015


Resumen

A comienzos del siglo XX, la reestructuración política republicana en Colombia implicó la preeminencia de las obras civiles gubernamentales sobre las religiosas (herederas del régimen colonial). Sin embargo, la obra arquitectónica de mayores dimensiones en Ibagué fue la Iglesia del Carmen. Esta disyuntiva condujo a la indagación de fuentes notariales, colecciones fotográficas y cartográficas, de las cuales se obtuvieron datos que luego fueron comparados para comprender la relación entre la arquitectura y las dinámicas sociales subyacentes. Así, se descubrió la estructura política, educativa y religiosa que intervino en la materialización arquitectónica de las ideas de la época, consistente en que el gobierno delegó en las órdenes religiosas las labores educativas necesarias para el desarrollo nacional, amalgamando así las tendencias políticas y educativas con las religiosas, para generar una estrategia que publicitó la arquitectura como símbolo del desarrollo económico.

Palabras clave: historia de la arquitectura, eclecticismo, historicismo, neobizantino, republicano.


Abstract

In the early twentieth century, the Republican political restructuring in Colombia involved the predominance of government civil buildings over the religious (inherited from colonial rule). However, the largest architectural work in Ibague was the Carmelite church. This dilemma led to the investigation of notarial sources, photographic and cartographic collections, which obtained data were then compared to understand the relationship between architecture and the underlying social dynamics. Thus, was discovered the political, educational and religious structure which intervened in the architectural realization of ideas of that time, consistent that the government delegated in the religious orders the educational tasks necessary for national development, amalgamating political and educative trends with religious, to generate a strategy which publicized the architecture as a symbol of economic development.

Keywords: history of architecture, eclecticism, historicism, neobyzantine, re-publican.


Introducción

La Iglesia del Carmen es la obra arquitectónica de mayor volumen construido en Ibagué durante la primera mitad del siglo XX, una característica que adquiere mayor relevancia al preguntarse ¿por qué un templo fue más destacado que las construcciones civiles en un momento en que el Estado enfocó sus esfuerzos en el desarrollo industrial? Su importancia es notoria dentro del imaginario colectivo, pero no existen estudios locales sobre las causas de su arquitectura, del mismo modo que a nivel nacional se acepta la condición del estilo como motor de la arquitectura historicista de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, sin revisar sus contextos extra arquitectónicos.1

Los postulados aceptados pueden resumirse en que el país introdujo la arquitectura francesa como consecuencia de su deseo de actualización luego del dominio colonial, para lo cual los arquitectos usaron libremente los estilos presentes en los manuales que llegaron al país, procedentes de Europa. Esta investigación aporta una demostración de que el gran impulso del historicismo ecléctico en la arquitectura en Ibagué estuvo ligado a un propósito político cuyas metas encontraron un camino de realización, relacionado con la estructura de la orden religiosa salesiana, condición evidente en el conjunto arquitectónico de la Iglesia del Carmen y el Claustro de San Jorge.2 Por este motivo, la investigación se centró en los factores políticos, educativos y religiosos que originaron la obra arquitectónica, de modo que la aproximación al objeto construido consistió en una validación de los hallazgos en el contexto de origen, no en la arquitectura como objeto aislado.

Al acometer la revisión de la literatura especializada para resolver la inquietud sobre la importancia de la Iglesia del Carmen, se encontraron las siguientes características: 1) A nivel local se habían generado memorias sobre la transformación y desaparición de algunos edificios, las cuales se abordaron desde la opinión a modo de breves crónicas, pero no como producto de procesos de investigación enfocados a la arquitectura (Bonilla 2010, 2011). Otros trabajos, que constituyen la mayoría, abordan los factores políticos, económicos y sociales como fenómenos aislados del componente arquitectónico y urbanístico, por lo cual la investigación asumió la misión de configurar una línea argumental política, educativa y religiosa que explicara el hecho arquitectónico (Pardo 2010).

2) A nivel nacional, las macro-historias de la arquitectura y el urbanismo prescindían de Ibagué debido a su escasa importancia colonial y a su figuración tardía dentro del esquema político administrativo republicano, por lo cual existe un enorme vacío sobre el tema. Sin embargo, los análisis de algunos edificios y su relación con las dinámicas sociales, culturales y políticas, permitieron establecer las coincidencias y divergencias entre las tendencias nacionales y las locales (Ariza 2010).

3) A nivel internacional, las fuentes europeas, norteamericanas y australianas generan marcos de estudio precisos que aportaron para las clasificaciones estilísticas generales (Negre 2011). Para las clasificaciones más específicas, las fuentes latinoamericanas aportan criterios fundamentales sobre los contextos regionales compartidos que fueron aplicados críticamente durante la investigación (Caraballo 2000).

De la interrelación entre los aspectos locales con las dinámicas nacionales y los estudios clasificatorios internacionales, se descubre que la importancia de la Iglesia del Carmen fue producto de un plan político financiado por el Estado, directamente relacionado con el desarrollo industrial y estructurado alrededor de la educación para el trabajo, por lo cual fue imprescindible la vinculación del Claustro San José para el entendimiento de la iglesia. Como consecuencia, el edificio es una manifestación ideológica de las dinámicas políticas, religiosas, económicas, sociales y estéticas que definieron el republicanismo en Colombia.

Metodología

La investigación se compuso de las siguientes actividades: 1) Búsqueda de los datos relativos a la fechas de inicio y finalización de la Iglesia del Carmen y del Claustro de San José, para lo cual se indagaron los textos disponibles en las bibliotecas locales, junto con las fotografías y la cartografía histórica presente en los archivos históricos municipales. La confidencialidad con que la orden religiosa resguarda su información, impidió la consecución y el levantamiento de planos, por lo cual se realizó la comparación entre las crónicas tradicionales, las fotografías y la cartografía histórica.

La información sobre sus diseñadores y constructores se encontró parcialmente en las crónicas locales. Para corroborarla, fue necesaria la búsqueda de información en la biblioteca de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, en donde se encontró una tesina de maestría que aborda la obra de Giovanni Buscaglione, en la cual, sin embargo, no se asegura su autoría pero se presenta su aceptación por parte de la orden.3 Las aclaraciones al respecto se hallaron en el contexto internacional a través de internet, con lo cual se generó una línea argumental que se presentará en los apartados temáticos finales.

2) Se clasificaron temporalmente los datos obtenidos en las fuentes secundarias sobre el contexto político, económico y social, a nivel local y nacional, los cuales fueron comparados con los acontecimientos arquitectónicos para establecer sus correspondencias. 3) Se buscaron fuentes notariales en el Archivo Histórico Municipal de Ibagué, a partir de las cuales se logró establecer la colaboración económica por parte del gobierno hacia las órdenes religiosas en el proceso de la obtención de los predios y la financiación de las obras.

4) Se estudiaron los estilos arquitectónicos y su materialidad, en comparación con las líneas de desarrollo internacional para verificar la correspondencia de las expresiones locales con un contexto universal (Ching 2011, 5). Durante la investigación se consultaron las colecciones fotográficas y cartográficas de los archivos locales, con lo cual se lograron establecer características de crecimiento urbano, estilos y patrones de diseño.

La línea de trabajo consistió en buscar los principales elementos contextuales que explicaran la creación de la Iglesia del Carmen, en respuesta al interrogante sobre su preeminencia sobre las obras estatales. Se hallaron y resaltaron las normas legislativas y los sistemas de poder que sirvieron de base para la creación arquitectónica. Por este motivo, el artículo presenta la génesis política de la arquitectura historicista en la ciudad, la cual deriva en la autonomía educativa salesiana y en su libertad creativa en la arquitectura.

Resultados

Se logró establecer una línea de correspondencias entre la arquitectura de la Iglesia del Carmen, el Claustro San José y las dinámicas sociales, políticas y económicas de la ciudad y del país a comienzos del siglo XX, en el instante de ruptura con la estructura colonial. La comprobación de estas características condujo a la compresión de las dinámicas publicitarias que permearon la arquitectura historicista y el urbanismo derivado del movimiento de embellecimiento de las ciudades en la ciudad de Ibagué, cuyos detalles se presentan a continuación.4

En lo político-arquitectónico, se identificó la transformación como consecuencia simbólica de la crisis del sistema colonial durante el periodo independentista. El mayor ejemplo en Colombia fue la construcción del Capitolio Nacional con estilo neoclásico, primer símbolo del establecimiento de un nuevo orden político y social a semejanza de las repúblicas estadounidense y francesa. La implementación de este neoclasicismo en Ibagué se realizó en el Colegio San Simón. Posteriormente, el preciosismo ecléctico, o refinamiento derivado del gusto de la burguesía internacional de herencia francesa, se insertó a través de las exposiciones agroindustriales mediante el modelo de pabellones, los cuales sirvieron como identificación del estilo con el desarrollo industrial. En este sentido, la iglesia y su claustro anexo fueron símbolos del nuevo desarrollo industrial local, propulsado por el gobierno mediante el apoyo económico para la compra de los lotes en los cuales se erigieron las construcciones de la orden salesiana, condición que se complementa con los resultados en lo educativo y lo religioso.

En el campo educativo, el modelo de artes y oficios implementado en el Claustro de San José, fue complementario a las metas de desarrollo industrial planeadas por el Estado, de modo que se enfatizó la educación para el trabajo. Este modelo de artes y oficios fomentó el desarrollo de la industria manufacturera local, desplazando los modelos precedentes, caracterizados por: 1) el énfasis religioso colonial presente en el Colegio Santo Domingo. 2) Los énfasis en las profesiones liberales como el derecho y la minería, impartidos en el Colegio San Simón, con fines políticos y administrativos (Carvajal 1993, 3). El énfasis profesoral impartido en las escuelas normales de institutoras y de varones. Por estos motivos, el Claustro San Jorge significó la ruptura con el orden tradicional y amplió el campo de acción de las políticas estatales hacia la creación de la industria y el consecuente desarrollo de la burguesía. Así, la educación fue un instrumento propagandístico que benefició el empoderamiento de las élites durante el periodo republicano, de acuerdo con el modelo industrial de principios del siglo XX.

En el campo religioso arquitectónico, la Iglesia del Carmen tiene un doble significado de ruptura: el primero se relaciona con su distancia de las dinámicas arquitectónicas coloniales, como sucedió con las demás obras historicistas que observaron la caducidad de lo hispánico. El segundo significado de ruptura está representado por su separación de la ortodoxia conservadora, tanto política como eclesiástica, en tanto se apartó del neoclasicismo estatal (conservador),5 presente en los edificios gubernamentales como el colegio de San Simón y la catedral. Su expresión ecléctica proveniente de un lenguaje oriental (nobizantino) condujo a la observación del proceso revolucionario de las colonias españolas en América. Durante las revoluciones americanas, el discurso religioso cambió de la condena de lo aborigen por el sincretismo entre lo indígena y lo extra hispánico, manera en la cual se renovó la iglesia y se limaron las asperezas generadas en tiempos coloniales. La Iglesia del Carmen, por consiguiente, fue el símbolo de una nueva iglesia separada de las condiciones de dominación operadas en tiempos coloniales, y recargada de los símbolos de heroísmo exótico indígena y oriental en contra de lo hispánico.

Al interconectar estos factores, fue clara la observación de la importancia de la iglesia sobre las demás obras arquitectónicas realizadas durante la primera mitad del siglo XX, debido a que: primero, debe considerarse una obra estatal en tanto los fondos para su construcción y la facilitación de la compra de los terrenos provinieron directamente del gobierno municipal, por lo cual se constituye como una edificación fundamental para el desarrollo del gobierno republicano. En segunda instancia, era fundamental la construcción de un claustro junto a la iglesia para la enseñanza de nuevos principios académicos ligados con el paradigma de desarrollo industrial republicano. Del impacto económico que tuviese la enseñanza dependía en gran medida el éxito del Estado. Consecuentemente, el modelo implementado de artes y oficios o educación para el trabajo, evidenció su impacto en el crecimiento del número de industrias manufactureras municipales. En tercera instancia, la proyección de una nueva imagen arquitectónica fue un mecanismo publicitario que garantizó la recuperación del terreno perdido por la fe en tiempos revolucionarios y por lo tanto la conservación del orden social necesario para el Estado.

Los sustratos

Para entender la relevancia arquitectónica de la Iglesia del Carmen, se buscaron en primera instancia las características de la ciudad a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Su condición fundamental fue el requerimiento de pasar de ser una pequeña villa colonial de tránsito entre Bogotá y Popayán, a otra con relevancia nacional como capital del Departamento del Tolima, según lo consignado en Constitución de 1886. El origen político de esta transformación derivó en el aumento demográfico de 10.000 habitantes en 1851, hasta alcanzar 24.500 habitantes en 1900 (Censos de 1851 y 1900). El aumento poblacional tuvo como causas las migraciones del campo a la ciudad tanto por motivos económicos como por escape de las confrontaciones civiles.

La rápida expansión conservó las características urbanísticas y arquitectónicas coloniales, las cuales pueden sintetizarse en la prolongación de las calles estrechas, elaboradas con tierra apisonada, angostos andenes de roca, carentes de arborización y el predominio de las construcciones en tapia pisada y adobe con revoque irregular, cuyos vanos cerraba la carpintería en madera poco ornamentada, como están consignadas en las actas notariales de la época. Las cubiertas, con fuertes pendientes, eran elaboradas en palma de murrapo y, en algunos casos, en teja de barro (ver figura 1).

El sustrato político

El gobierno republicano planteó un modelo de desarrollo económico cuya base fue la implementación, vía importación, de maquinaria para la producción industrial (Arango 1989). El modelo político administrativo de la República permite entender que la industrialización se implementaría desde las ciudades capitales de Departamento, las cuales se encargarían de liderar los procesos de desarrollo de los demás municipios de su jurisdicción. El sistema para este desarrollo estaba basado en la red de conexiones nacionales ferroviarias y de telecomunicaciones.

Sin embargo, la capital del Tolima presentaba una clara dicotomía entre los lineamientos jurídicos republicanos y la inercia social urbana colonial, cuya explicación se encuentra en los siguientes puntos. Primero, la ciudad carecía de industria y de trabajadores con formación industrial dada su escasa importancia en tiempos coloniales (Gómez 2005). Segundo, las continuas revueltas civiles no permitían un ambiente de desarrollo comercial que incentivara la producción industrial, la cual fue reiteradamente amenazada por las sucesivas crisis de la minería y los productos agrícolas como el añil, el cacao y el café, cuyo tránsito de la bonanza al desempleo generó descontentos civiles incontrolables (Clavijo 2004). Tercero, el Colegio Nacional de San Simón y las escuelas públicas (de varones y señoritas), cubrían parcialmente las necesidades académicas de la población pero no existían niveles de formación avanzada específicos para el desarrollo industrial, bien fuera para la producción de maquinaria o para el adiestramiento en el manejo de la importada.

La educación como instrumento de desarrollo

Así planteada la situación, se observó que la educación repuntó como condición básica para cumplir los propósitos industriales nacionales, evidente en el temprano emprendimiento por parte del gobierno nacional para mejorar la cobertura. Sus primeros pasos fueron legislativos y consistieron en la determinación de la gratuidad educativa en el Colegio Nacional de San Simón mediante el Decreto 473 de 1887, que autorizaba la expedición del diploma de experto en filosofía y letras, con el cual los simonianos accedían directamente a la Universidad del Rosario y un año después (1888) se incorporaron los colegios estatales a la Universidad Nacional.

Se observó que, a pesar de estas medidas, la mejoría en el sistema educativo no significó un incremento sobresaliente en la productividad económica privada ni estatal, situando el problema fuera del campo legislativo del Estado e invitando a una reflexión sobre la operatividad, la cual condujo a la delegación de labores. Esto significa que el Estado creó el aparato legal necesario para lograr sus objetivos desarrollistas, pero persistió un vacío entre la normativa y su ejecución, producto de la inexperiencia gubernamental (Martínez 2001). Tal vacío se encontraba en la orientación dada a la educación, que puede ser resumida del siguiente modo: el Estado contemplaba un planteamiento idealista de la educación, considerando que al formar estudiantes con énfasis en geografía y minería se lograría la explotación de los recursos naturales y por lo tanto la riqueza.

Aunque la formación era de alto nivel, se encontró en la revisión de los contenidos académicos que no existían consideraciones como la creación de empresas, la formación de personal técnico que soportara el desarrollo constante de la industria ni su realimentación en otras cadenas de elaboración de productos. El paso siguiente que evidenció la investigación, fue la delegación operativa de la educación en entidades expertas.

Las órdenes religiosas como catalizadores del desarrollo

Las órdenes religiosas eran las entidades con mayor experiencia en la educación desde el periodo colonial. Por lo tanto, el fracaso del Estado en el logro de las metas de desarrollo a partir de la educación mediante la creación de colegios estatales, derivó en la delegación de las labores educativas en las órdenes religiosas. Durante la colonia española, y lo que transcurría de la República, las órdenes habían desarrollado modelos de aprendizaje y producción que abarcaban campos como la traducción y difusión de conocimientos nativos americanos, la asimilación de técnicas constructivas y artísticas peninsulares en el Nuevo Mundo y la definición de las cadenas comerciales de los productos de cada región.

[...] Común a todas esas órdenes y congregaciones era la dedicación consciente a la pastoral institucionalizada, la formación de comunidades sacerdotales, la formación espiritual e intelectual de los sacerdotes, la dedicación sistemática a la enseñanza y al servicio social, la utilización de los medios culturales (arquitectura, música, artes plásticas, impresión de libros, cantos, etc.) y, finalmente, la marcada tendencia a ejercer la actividad misionera por todo el mundo [...] (Winkler 1997, 542).

Estas labores eran el claro ejercicio de un pacto entre el gobierno español y las órdenes religiosas, mediante el cual se ordenaba el sistema administrativo del Nuevo Mundo. Como consecuencia, el vacío de poder que existió durante las revoluciones americanas derivó en una alteración nominal y legislativa en pos de una nueva identidad, pero conservando la estructura general de poder (Peire 2000). No fue un tránsito calmo, pues la alternancia entre visiones liberales y conservadoras, centralistas y federalistas, militaristas y legislativas, todas republicanas (subsidiarias de la libertad, la igualdad y la fraternidad pero con interpretaciones sobre el modo de aplicarlas), impidió una realización coherente de aquellos principios (Calderón 2002). Por ello se requería de un detonante, y ese fue la Guerra de los Mil Días.

Con la necesidad de reconstruir material y moralmente a los colombianos, el ambiente posbélico de 1903 aquietó las masas y alertó las próximas acciones gubernamentales. La quietud social permitió la libre acción política. La alerta por nuevos conflictos derivó en un esquema de acción gubernamental que permitió la siguiente deducción: las obras debían de ser materialmente reconocibles, admirables y estar vinculadas a un aparato moral poderoso para asegurar la calma social. En este punto se encontró el sustrato social político del Concordato entre el Estado colombiano y la Santa Sede, y la necesidad de la Iglesia Católica de recuperar el terreno perdido durante las luchas independentistas (Sanks 2010). Según las acciones observadas en la revisión de las actas notariales, el Estado decidió la financiación de la educación pero evitó el control sobre el modo en que esta se realizaba (Gutiérrez 1921). Así mismo, dejó en libertad a las instituciones, sus representantes y sus obras, cuyo trasfondo se encuentra en el principio de bienestar para todos (la sociedad, la Iglesia y el Estado) a través de la mutua confiabilidad.

La investigación permitió identificar que la Iglesia se beneficiaba porque el incremento del laicismo ponía en peligro su existencia, así que la libertad de acción era una autorización para desarrollar nuevos métodos educativos y religiosos que atrajeran a la población (Demelas-Bohy 1995). El Estado comprendía que, en el tránsito de un sistema monárquico a uno republicano, las relaciones entre la sociedad y su gobierno requerían una mediación y la Iglesia era experta en la realización de actividades en directa interacción con las comunidades (Peire 2000). Finalmente, las situaciones descritas en los periódicos de la época revelaron que la sociedad necesitaba formas de subsistencia y ver alguna forma material del Estado para volver a confiar en un futuro luego del caos en torno a las sucesivas revueltas civiles.

Materialidad arquitectónica

La visibilización del Estado consistió en un esmerado cambio de imagen que impregnó todas las entidades de la República. Por ejemplo, las casas administrativas del periodo colonial fueron transformadas en palacios neoclásicos; las iglesias encaladas, con bajas espadañas, se transformaron en templos neogóticos; las casonas con aleros y revoque irregular dieron paso a palacetes historicistas eclécticos; las plazas se convirtieron en parques y las callejuelas en bulevares. La orden salesiana fue fundamental en aquella transformación porque la misma libertad que el Estado les había otorgado para formar con su modelo de educación para el trabajo, se observa en la generación de una estética independiente del neoclasicismo y el neogótico estatal.6

Otro punto importante al respecto, es que la necesidad de renovación de la Iglesia católica dotó a la orden salesiana de un amplio margen para modificar su imagen sin poner en peligro su identidad. Esta característica se observa en que la Iglesia del Carmen fue la primera obra en incluir el eclecticismo historicista en Ibagué, en lo cual se observa una relación directa entre la libertad política y la acción arquitectónica. Cuando los cronistas de la época hablaban de una mísera y vetusta aldea colonial (Gutiérrez 1921), se advierte la crisis económica y estética de la ciudad colonial cuya transformación comenzó con la Iglesia del Carmen y el Claustro San José hacia una próspera y pomposa ciudad republicana.

Se observó que la primera gran obra emprendida en la ciudad luego de la Guerra de los Mil Días, fue la Iglesia del Carmen, financiada por el Estado desde 1904 (Sociedad Salesiana 1904-1960). A partir de ese momento, la ciudad comenzó a modificarse, motivada por una idea de progreso que fusionó la transformación material del entorno con la educación, la actividad industrial y un nuevo orden moral. El liderazgo ejercido por los salesianos en este proceso de trasformación urbanística y arquitectónica queda aún más claro cuando se encuentra en las actas notariales que fueron los organizadores de la Primera Feria Agro Industrial de Ibagué, una réplica de las exposiciones nacionales con énfasis agroindustrial y de las exposiciones internacionales de París, Londres y Chicago en el siglo XIX, basadas en el modelo de pabellones o construcciones que mostraban los avances más recientes en industria y arquitectura (ver figuras 2 y 3).

El trabajo de los salesianos convocó expertos internacionales, nacionales y formó especialistas locales. Esta labor conduce a varias apreciaciones. La primera es que, dado el alcance planeado por la orden para impactar el entorno urbano, convocaron miembros de su orden que tuvieran los conocimientos necesarios para acometer diseños de alto nivel y obras de gran envergadura, como el caso del arquitecto Ernesto Vespigniani y su discípulo Giovanni Buscaglione (Rozo 2000). El primero fue el encargado del diseño de la mayoría de obras de los salesianos en Latinoamérica, en las cuales se observa la separación del neo-clasicismo estatal y el énfasis en los elementos preciosistas neobizantinos como las cúpulas en el templo de María Auxiliadora en Lima (ver figura 4). Estas características fueron retomadas y potenciadas por Buscaglione, especialista en la estética oriental, diseñador y director de muchas obras religiosas en Colombia, como la iglesia del Carmen en Bogotá, directamente relacionada con el cromatismo y la relevancia urbana propuesta por su maestro Vespigniani (ver figura 5). La singularidad de la Iglesia del Carmen en Ibagué es comprensible como parte del proceso internacional de actuación arquitectónica relacionado con la renovación de la institución eclesiástica a través de la orden religiosa salesiana.

Esta red de trabajo internacional conduce a una segunda apreciación consistente en la clara y efectiva estructura operativa de la comunidad para acometer sus propuestas, pues los salesianos tenían la facilidad de contar con un diseñador cuyo taller se ubicaba en Buenos Aires y de unos especialistas cuya itinerancia en Europa y Latinoamérica les permitía la realización de ajustes y dirección de obras en varios países. Complementando esta estructura internacional, existía una nacional encargada de la administración de las edificaciones y de los asuntos políticos, económicos y educativos, que hacía de los religiosos unos hombres multifacéticos, formados y dispuestos para realizar cualquier tipo de labor requerida por la orden (Correa 2011). Esta estructura fue la principal garantía de acción para la urgencia de visibilización del Estado republicano.

Tal condición encausa la tercera apreciación, consistente en el despliegue local que realizaron los salesianos para la conservación, refuerzo y potenciación de su estructura administrativa y operativa, apoyada en la formación tanto de miembros de la orden como de especialistas laicos que permitieran el avance rápido y sólido de sus labores. El resultado de este proceso de adiestramiento fue la creación de la Imprenta Salesiana y la Escuela de Artes y Oficios. La primera fue el motor del desarrollo de la industria local, tanto en la producción de material impreso para las entidades gubernamentales, como de las partes necesarias para la refacción de la maquinaria de producción. Por su parte, la Escuela de Artes y Oficios fue el primer centro de formación en arquitectura y diseño de la ciudad, a partir de la cual comenzaron los trabajos de ornamentación de estilo Art Nouveau y Art Déco,7 el cuidadoso y versátil trabajo del ladrillo limpio y la creación escultórica presente en la arquitectura. De allí, hasta los años ochenta del siglo XX, los arquitectos y diseñadores de Ibagué fueron formados con los preceptos salesianos (ver figura 6).

La organizada estructura operativa salesiana trajo un plan claro, dadas las experiencias de sus integrantes: exotismo arquitectónico8 y un sistema de vida productivo, reflejado en las correspondencias entre el Claustro de San José y la Iglesia del Carmen. El claustro era un lugar austero en el que los estudiantes servían a Dios mientras realizaban sus trabajos que se transformaban en productos útiles a la sociedad, motivo por el cual debían esmerarse en su calidad. El claustro era también la representación de la comunidad, de la vida intelectual que permite tolerar al otro, compartir experiencias intelectuales y resolver problemas en conjunto para una multitud mayor de ciudadanos. En estas correspondencias se encuentra el papel renovador de la religión unida al plan arquitectónico salesiano (ver figura 7).

Al lado del claustro se elevó la iglesia, con torres enormes y decoración exótica. Los motivos orientales como las cúpulas acebolladas, los colores suntuosos, el rosetón en forma de concha, las molduras de inspiración vegetal y la abundante decoración e iluminación interior, hablan de un goce espiritual al que sólo se puede acceder mediante la meditación y la disciplina religiosa. Las torres de la iglesia eran un hito que convocaba a la población para entender el ritual religioso como un placer espiritual, en oposición a los símbolos religiosos coloniales con escasas aberturas y énfasis introspectivo. El claustro, su obra melliza, era el lugar en que aquel gozo se convertía en obra material producto del ejercicio intelectual para el beneficio de la comunidad, con lo cual queda claro el enfoque productivo para el desarrollo económico de la República (Landoni 2010). Así, la iglesia y su claustro anexo se leen como la unión del cuerpo, la mente y el espíritu, y no exclusivamente el espíritu dentro del dogma colonial, ni solamente la mente como guía de la nueva racionalidad republicana, ni solamente el cuerpo (la materia) como síntoma de desarrollo económico e industrial (ver figura 8).

El discurso que estas obras transmitieron a la sociedad fue contundente porque, como se anotó con anterioridad, retomó el sustrato religioso colonial del templo y el claustro, pero actualizó el concepto educativo y productivo y renació con una novedosa presentación formal, con una nueva imagen separada de la ortodoxia para mostrar los nuevos bellos tiempos que acontecían y vendrían, y que, además, hacían de la promesa gubernamental una realidad que se aproximaba, un conjunto de ideales que se iban concretando para el beneficio de la sociedad.

El templo fue el mejor instrumento publicitario de la orden: anticolonial, republicano, preciosista, muestra de un renacimiento nacional tanto espiritual como material (Flórez 2012). El claustro fue el refuerzo del liberalismo, de la industria, del trabajo, de la libre empresa y la educación laica que podían coexistir con la formación religiosa en una reunión armonizada por la fraternidad pluralista (Doménech 2013).

Conclusiones

El estudio sobre las condiciones políticas, económicas y religiosas que convirtieron a la Iglesia del Carmen y el Claustro de San José en el conjunto arquitectónico de mayor relevancia construido en Ibagué a comienzos del siglo XX, conduce a la comprensión de la arquitectura historicista ecléctica como el aparato publicitario del Estado republicano. Sus acciones políticas se encausaron hacia el fortalecimiento de la religión como estructura de cohesión social, a partir de la cual se garantizaría la estabilidad de la nueva República. La nueva arquitectura preciosista se asimiló al progreso económico, político, social, educativo y a la renovación religiosa.

La estructura de poder colonial, caracterizada por la unión entre el gobierno y las entidades religiosas, se conservó a pesar de los intentos estatales por separarse de ella, debido que la inexperiencia estatal en la educación y la urgencia social por la manifestación visible del Estado, exigieron medidas urgentes. La experiencia de la orden salesiana y su capacidad para renovarse en un medio que exigía cambios, garantizaron su éxito. La sólida estructura administrativa de la orden salesiana sumó los logros políticos, educativos, religiosos y arquitectónicos en los ámbitos internacional y nacional para impactar contundentemente el ámbito local.

La educación impartida por los salesianos en el modelo de artes y oficios demostró sus resultados en el aumento de las industrias manufactureras creadas por los profesionales formados en el Claustro San Jorge. Sus impactos fueron la reducción del desempleo, la transformación arquitectónica de la ciudad, el triunfo de las medidas políticas y el fortalecimiento de la religión a principios del siglo XX. Observar la iglesia y el claustro significa, entonces, la unión de los preceptos republicanos alrededor de la arquitectura historicista ecléctica como símbolo del progreso republicano.


Notas

1 Consideramos la arquitectura historicista como la tendencia cuyo propósito fue la reinterpretación de estilos pasados, por lo cual se identifica con el sufijo neo, al cual se agrega su clasificación específica. Ejemplo de ello son las clasificaciones de neogriego, neobizantino, neorrománico, neogótico.
2 El historicismo ecléctico permitió a los arquitectos la libertad de ensamblar diversos estilos del pasado en una misma obra, atendiendo a la búsqueda de nuevos lenguajes plásticos propios del romanticismo. Pueden encontrarse edificaciones con un exterior neoclásico, interior neorrománico y motivos decorativos bizantinos.
3 Se trata del trabajo de grado de la Maestría en Historia de Nancy Rozo Montaña (2000).
4 El término urbanismo es entendido como el conjunto de principios teóricos y prácticos para el embellecimiento de las ciudades, en un proceso de adaptación local de la Renovación de París y del movimiento norteamericano City beautiful.
5 La arquitectura historicista obedeció al programa social, político, económico y moral del periodo republicano, por lo cual el estilo neoclásico fue implementado en las obras estatales e identificado con el conservadurismo. En oposición, los comerciantes liberales utilizaron el eclecticismo.
6 El neoclasicismo fue adoptado por el gobierno como parte de su identidad republicana, tanto como la arquitectura neogótica se convirtió en símbolo de la tradición religiosa, términos cuya referencia se encentra en la obra Contrastes, de Augustus Pugin (1836), quien argumentó sobre el estilo gótico como el más adecuado para la moral religiosa.
7 Los dos movimientos hacen parte de las vanguardias decorativas de principios del siglo XX. Se diferencian en que el Art Nouveau utilizó la naturaleza como elemento figurativo de diseño, mientras que el Art Déco se enfocó en los motivos geométricos.
8 El historicismo ecléctico buscó lenguajes arquitectónicos exóticos con el propósito de distanciarse de la tradición neoclásica, relacionada con el gobierno, y de la tradición gótica asimilada con el dogma religioso. Lo exótico hace referencia, entonces, a las expresiones arquitectónicas orientales, principalmente el neobizantino.


Referencias

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