Introducción
A través de la historia la cuantificación de las personas ha sido un ejercicio del poder con diversos objetivos que abarcan desde el control de los alimentos, la necesidad de hombres para la milicia y la recolección de tributos (Malvido y Cuenya 1993, 7). El concepto de población total surgió durante las reformas borbónicas, cuando se elaboraron los primeros censos y padrones (Malvido 2006, 123). A partir de la consumación de la independencia de México, el artículo 12 de la Constitución de 1824 señalaba que éstos (los censos) debían llevarse a cabo cada cinco años. Sin embargo, la inestabilidad de este período retrasó esta propuesta hasta 1895, con la elaboración del primer censo nacional.
Durante esta etapa se crearon sociedades, departamentos y secretarías encargadas de elaborar, compilar y publicar estadísticas diversas, cuyos responsables estimaban cifras totales con base en un promedio de integrantes de una familia y porcentajes (Kicza 1993, 219-221). A partir del análisis de estas estimaciones se han realizado en diversas investigaciones, la tendencia demográfica de la república mexicana en este periodo se caracterizó por un incremento lento y sostenido, mismo que -al igual que en gran parte de América Latina-, se aceleró de 1895 a 1910 debido al desarrollo de las vías de comunicación, la exportación de monocultivos, la migración hacia el norte y algunos centros urbanos, así como por la consolidación de políticas que favorecieron los latifundios y el despojo de los bienes de producción indígena para concentrarlos en unidades productivas como las haciendas y los ranchos (Urías y San Juan 1982, 162-163; Mc Caa 1993, 90-112; Sánchez 2014, 129).
En esta investigación se considerarán los planteamientos de John Kicza (1993, 218) en relación con la utilidad que tiene la utilización de las cifras que reportan diversas fuentes primarias para el análisis de los fenómenos demográficos en México. Igualmente, Robert Mc Caa (1993, 92) menciona la posibilidad de elaborar una serie nacional a partir de las diversas enumeraciones locales y estatales. De acuerdo a Margarita Urías y Carlos San Juan (1982, 130-131) es necesario acercarse al análisis del proceso global que explique la dinámica demográfica inmersa en la problemática de la formación socio-económica del país y requieran estudios históricos regionales para identificar las dimensiones de los cambios y desequilibrios económicos, sociales y políticos fundamentales para explicar la historia nacional.
Por lo tanto, el artículo es un primer acercamiento al estudio histórico de la población del estado de Campeche a partir de tres elementos. En primer lugar, cuantificar y analizar las cifras totales de población en una extensión de 57 924 km2 . Este territorio se encuentra en la península de Yucatán y durante el período de estudio estaba dividido en cinco partidos: Hecelchakán, Campeche, los Chenes, Champotón y el Carmen (figura 1). En segundo lugar, identificar la distribución de los habitantes en sus unidades administrativas y en los diversos tipos de asentamiento: ciudades, villas, pueblos y unidades productivas. En tercer lugar, se relacionan los datos con algunos postulados de las políticas orientadas al crecimiento económico de la entidad y explicaré las tendencias del comportamiento demográfico de esta zona.
Se adopta como punto de partida el censo de 1846 por su contenido respecto al total de habitantes y el número de asentamientos por cada unidad administrativa en que se dividía la península de Yucatán. Se finaliza con los datos del censo de 1910 porque representa un primer corte del crecimiento de la población en México, aspecto que se modificaría durante los siguientes diez años debido al conflicto bélico que se presentó en el país. El trabajo se divide en dos apartados: en el primero abordaré el comportamiento demográfico del distrito de Campeche, que en ese entonces formaba parte del estado de Yucatán, en un ámbito caracterizado por conflictos bélicos, enfermedades epidémicas, la creación de una nueva entidad federativa y la invasión francesa. Mientras que en el segundo se realizará un análisis similar a partir de un contexto caracterizado por la propuesta de proyectos para el desarrollo de las actividades económicas y la colonización del territorio.
Inestabilidad política y movimientos de población, 1846-1867
En el período de 1840 a 1860 la población de la república mexicana aumentó de 7 160 699 a 8 280 916 (Mc Caa 1993, 94). Esto demuestra que, durante gran parte del siglo XIX, el crecimiento demográfico de México presentó una tendencia semejante a la del periodo colonial: altas tasas de fecundidad y nacimientos y altas tasas de mortalidad. En efecto, después de la consumación de la independencia ocurrieron varios procesos de despoblamiento: las epidemias de cólera de 1833 y 1850; guerras civiles e invasiones extranjeras, así como crisis agrícolas que fueron, por una parte, un obstáculo para el crecimiento natural de la población (Mc Caa 1993, 99-101) y, por otra, demostraba problemas en el desarrollo socio-económico nacional (Urías y San Juan 1982, 147).
Mc Caa (1993, 97) menciona que de 1840 a 1860 la población de Yucatán disminuyó en un 50 %, con un costo demográfico de 100 a 300 mil muertes o desplazamientos,2 incluyendo a varios miles de infortunados que fueron embarcados a Cuba en calidad de peones agrícolas o sirvientes esclavos, debido a la guerra de castas.3 Las estimaciones de Howard Cline señalan que en 1862 el número de habitantes era de 300 000 personas, a pesar de que algunos intelectuales de la época4 seguían reportando cifras mayores a 600 000, pero sin considerar la situación bélica (Cook y Borah 1977, 131-132).
En el siguiente cuadro (tabla 1) se presentan las cifras que se reportaron para el territorio campechano entre 1846 y 1862. En primer lugar, las cifras de 1846 y 1850, así como las de 1861 y la primera de 1862 están repetidas. De acuerdo con nuestras fuentes, Francisco Martínez (1851, 5) reportó que no fue posible obtener el dato para Campeche y por lo tanto se consideró la estimación del censo anterior.5 De igual manera, Santiago Martínez (1862, 21) tomó como referencia los resultados del censo hecho un año antes.6 En segundo lugar, la segunda cifra de 1846 fue una estimación de José Regil, quien consideró que los reportes del censo de ese año no correspondían al total de la población, cifra que me parece exagerada.7 En tercer lugar, la diferencia entre las estimaciones publicadas entre 1858 y 1862 son mínimas.
Fuentes: Tomás Aznar y Juan Carbó (1861, 124 y 153), Rafael Durán (1862, 266), Joaquín García (1846, 137), Francisco Martínez (1851, 4); Santiago Martínez (1862, 6), José Regil (1853, 281).
Entre los que obtuvieron esos datos destacan los intelectuales campechanos Tomás Aznar Barbachano y Juan Carbó, cuyos resultados fueron citados en publicaciones nacionales. Mientras que el segundo número de 1862 es un reporte nacional y es un poco mayor a las anteriores. En el ámbito nacional, desde la Constitución de 1824 existía la propuesta de levantar un censo en todo el país, y desde 1826 las memorias de gobierno del estado de Yucatán también destacaban la necesidad de contar a las personas.8 Sin embargo, las dificultades económicas y la inestabilidad política impidieron que este ejercicio se realizara periódicamente, es decir, no existían las condiciones adecuadas (Brachet 1976, 22). Como se indicó al principio, en 1895 se levantó el primer censo nacional, pero mientras, los resultados del número de habitantes eran estimaciones llevadas a cabo por diversos intelectuales y publicadas en revistas científicas de la época.9 En la península de Yucatán, la situación fue similar. Los responsables mencionaron en términos generales que la falta de recursos monetarios, la inestabilidad ante el conflicto contra los indígenas mayas y la escasez de datos no permitían cifras confiables.10
Los cálculos indican que durante este período el crecimiento demográfico del distrito de Campeche tuvo un incremento de 4.88 %, el cual fue mayor respecto a las otras zonas del territorio yucateco.11 Esto fue consecuencia del movimiento de población causado por la guerra de castas, en el que gran parte de los habitantes que vivían en las zonas del conflicto se refugiaron en otros puntos de la península “[…] y ahí permanecieron de modo permanente o hasta que les fue posible regresar […]” (Cook y Borah 1977, 131-132).
En el territorio campechano y a partir del conflicto de 1847, el total de habitantes de la zona chenera descendió de manera drástica, mientras que los partidos de Champotón y el Carmen incrementaron sus cifras en un 50 % aproximadamente (Aznar y Carbó 1861, 125-126) (tabla 2). En 1861 el reporte era esperanzador:
Fuentes: Tomas Aznar y Juan Carbó (1861, 126-127), Joaquín García (1846,134-137), José Regil (1853, 281).
[…] Hemos lamentado muchas veces la despoblación que sufrían antes de 1857 la ciudad de Campeche y otros lugares de su distrito; pero en rigor el Estado mismo no sufría este quebranto […] había emprendido su curso natural a la sombra de la libertad del progreso y las reformas [...] Muchos emigrados vuelven a sus casas, se nota más animación, más movimiento [...] Así ve acrecentarse la población día a día y de un año a otro el aumento ha sido notable […] (Aznar y Carbó 1861, 125-126).
En cuanto a los asentamientos, los datos reportan que en 1846 la población del distrito de Campeche estaba distribuida en una ciudad, tres villas, 39 pueblos; para 1861 se presentó una ligera disminución de asentamientos con 2 ciudades, 6 villas y 31 pueblos. Es importante mencionar que en la república mexicana la agricultura era la principal actividad económica, tal como señalan Urías y San Juan (1982, 151).12 En este contexto, las unidades productivas como las haciendas, los ranchos privados y las rancherías se convirtieron en algunos casos en asentamientos superiores a los pueblos indígenas (Bracamonte 1993, 54). En 1846, una tercera parte de la población de la península habitaba en esos lugares (Patch 1976; Machuca 2011, 81-100), una tendencia similar presentaba el distrito de Campeche con 33.04 % (García 1846). En 1861 reportó un 42.22 %, a pesar de la disminución del número de esos emplazamientos en un 30.81 % (tabla 3).
La agricultura impulsaba a los demás sectores económicos. En el distrito de Campeche también destacaba la industria naval, cuyas embarcaciones transportaban los productos agrícolas como el maíz y el arroz a través de rutas de intercambio comercial con el Golfo de México y algunos puertos de los Estados Unidos, Cuba y Europa. El principal artículo de exportación era el palo de tinte (Vadillo 1994), pero también se trató de impulsar el corte de las maderas preciosas, el chicle y la industria tanto azucarera como la salinera (Lapointe 1983, 41-48).
Sin embargo, a partir de la guerra de castas y durante el primer lustro de la década de 1850 destacaba la decadencia de las actividades económicas del territorio campechano y su caída demográfica en algunas zonas, como el partido de los Chenes y el puerto de Campeche. (Aznar y Carbó 1861, 126-127 y Sierra 1991, 165-174). 13 Al respecto, Regil (1853, 122) ya esbozaba algunas soluciones que luego se convirtieron en el proyecto para el desarrollo del futuro estado de Campeche: “[…] este distrito […] pidiendo está colonización y fomento, si es por el comercio á que nos convida la extensión de las costas y el espíritu de sus habitantes, pretendemos darlo a la agricultura y a la industria, hermanas inseparables de aquel” […].
En este marco, las diferencias entre las autoridades políticas y los comerciantes del puerto de Campeche y de la ciudad de Mérida tuvieron su punto más elevado en el movimiento del mes de agosto de 1857, que en 1863 culminaría con la creación del estado de Campeche.14 Los representantes campechanos presentaron en el Congreso de la Unión un documento en el que argumentaban que el territorio tenía la población y los recursos para ser reconocido como entidad federal, a pesar de las dificultades que se habían presentado por diversos conflictos bélicos como la guerra de castas (Aznar y Carbó 1861, 122-141), situación que negaban los representantes yucatecos al señalar que las autoridades campechanas se habían apoderado de los rubros fiscales que no les correspondían.15
A pesar de la creación de la entidad y los buenos propósitos de las autoridades locales, la entidad cayó ante las tropas francesas que invadieron la república mexicana y en esta coyuntura se estableció el imperio de Maximiliano de Habsburgo.16 Campeche fue anexada a Yucatán. Una topografía médica, elaborada en 1865, destacaba la caída de la población peninsular, las condiciones precarias de vida y la carencia de vías de comunicación que no permitían el desarrollo agrícola:
“[…] La escasez de sus habitantes y su estado de pobreza, resultado de la guerra de castas y de sus disensiones intestinas han aniquilado hasta ahora los beneficios de sus ventajas naturales […] Lleno de bosques en medio de los cuales aparecen escasamente algunos pueblos arruinados por la invasión de los indios bárbaros, carece de buenas vías de comunicación y de ríos, lo que contribuye a mantener su agricultura en un estado muy atrasado” (Teissedre 1865, 6).
Sin embargo, citaba la existencia de una planta denominada henequén, la cual, posteriormente se convertiría en la principal fuente de riqueza en el estado de Yucatán: “El jenequén (sic) sobre todo como planta textoria es particular a esta península y se cultiva en los terrenos más áridos […] y da lugar a una grande exportación” (Teissedre 1865, 6).
Las autoridades imperiales estuvieron interesadas en el control terrestre, en la creación del banco del avío, así como en las utilidades taxativas que podía generar el comercio marítimo y diseñó una estructura administrativa, así como reglamentaria, a través de las prefecturas marítimas y las capitanías de puerto. En este organigrama, el puerto campechano, junto con Sisal y el Carmen estaban considerados como uno de los principales del golfo por el volumen de mercancías de la región que se intercambiaban, especialmente el palo de tinte (Can 2010, 16-21).
De este modo, entre 1846 y 1862 la península de Yucatán presentó una tendencia demográfica negativa, principalmente en la zona que hoy corresponde al estado del mismo nombre. En el distrito campechano, las estimaciones señalan un aumento de la población a pesar de los eventos relacionados con crisis demográficas. Este incremento tuvo las siguientes consideraciones: el partido de los Chenes sufrió una caída significativa de su población durante este período, mientras que en el caso contrario, los partidos de Champotón y el Carmen tuvieron un crecimiento notable, lo que se reflejó en el número de unidades productivas del primero y el crecimiento de la cabecera municipal del segundo.
Por otra parte, la actividad comercial y de la industria naval del puerto campechano se encontraba en decadencia. Durante la guerra de castas, fue un sitio de refugio para las personas que huyeron del conflicto, pero después, el factor migratorio incidió en el número de habitantes y la escasa población fue un tema recurrente de las autoridades e intelectuales de la época. Por lo tanto, en 1862 se mencionaba que el crecimiento económico estaba ligado al poblamiento de la entidad. La agricultura tendría que ser la principal actividad económica para facilitar a las demás y para ello se requería mayor número de personas: “[…] el principal inconveniente con que en breve tendrá que luchar nuestra naciente agricultura es la falta de brazos; si la producción llegará á un límite del que no podrá pasar, si el Estado no aumenta su población por medio de la colonización” (Martínez 1862, 46).
Población, desarrollo y economía, 1868-1910
En México y otros países de América Latina, las estrategias del desarrollo favorecieron los latifundios y el despojo de los bienes de producción indígena, todo esto para el monocultivo de exportación o el desarrollo de otras industrias (Urías y San Juan 1982, 162-163; Sánchez 2014, 136). Para este período, los proyectos para el impulso de la entidad se dividieron en los siguientes ejes: el desarrollo agrícola y el mejoramiento de las vías de comunicación a través de la reparación de caminos así como la apertura de vías fluviales y férreas.17 Sin embargo, la escasa densidad de población en el estado y las extensiones de terrenos requerían más personas. Por lo tanto, las propuestas de colonización fueron una constante.18 Como consecuencia, se tendría que reactivar la industria naval e incrementar la actividad comercial en el puerto de Campeche. Así, el número de habitantes aumentaría en el territorio, tal como sucedía acorde con la tendencia presentada en el país.
El aumento de la población de la república mexicana se aceleró a partir de 1860.19 El total era de 8 280 916 personas. Para 1910 se reportaron 15 160 372 habitantes, producto del crecimiento natural (Mc Caa 1993, 93). La zona norte tuvo un incremento significativo a partir de 1890,20 debido a la construcción de las líneas de ferrocarril que unieron a la Ciudad de México con las entidades de Chihuahua y Nuevo León en 1882 y 1888, respectivamente.21 En el estado de Yucatán las cifras indican un aumento de la población a partir de 1870, según Cook y Borah (1977, 133), gracias a la actividad henequenera.
Las cifras de habitantes del estado de Campeche entre 1868 y 1910 requieren las siguientes apreciaciones: En primer lugar, dos de esas cantidades están redondeadas, situación que demuestra el ajuste de métodos y porcentajes para sus estimaciones.22 En segundo lugar, algunas están repetidas: la de 1869, en la que Antonio García (1870, 366) transcribió el guarismo que reportó Pedro Lavalle (1869). En 1895, Alfonso Velasco (1895, 70) toma como referencia el dato que se había publicado un año antes, cifra que además presentaba un cálculo elevado en relación con otras.23 La cifra de 1910 es resultado del tercer censo de población (Echagaray 1910, 9) y también se reporta en las “Estadísticas Sociales del Porfiriato” compiladas por Moisés González (1956, 7).24
En cuarto lugar tenemos cifras elevadas como la publicada en 1884.25 Es probable que el documento tuviera dos propósitos: la difusión del estado de Campeche en la ciudad de México y la búsqueda de inversionistas para los proyectos económicos. Asimismo, el compendio de González (1956, 7) también muestra estimaciones excesivas en 1893, con cifras mayores a 90 000 habitantes. Por otra parte, los resultados de 1868 y 1894, también exagerados, se utilizaron por los enemigos políticos de Joaquín Baranda26 para demostrar el escaso incremento poblacional de la entidad acompañada de un mínimo desarrollo económico:
[…] no progresa el que permanece estacionario, dice un aforismo y en este caso se encuentra Campeche: según el censo que se practicó en 1868 para las elecciones de los diputados de la república, aquel estado contaba con 90 000 habitantes; hoy, según el periódico citado tiene 91 180 habitantes; ¿Es progresar en materia de población tener un aumento de 45 individuos por año? 27
En quinto lugar, debemos considerar diversas fuentes para 1895, aspecto que también demuestra la diversidad de cálculos y resultados en relación con la población de un espacio determinado (Urías y San Juan 1982, 141). Los cómputos menores corresponden a Antonio Peñafiel (1899, 7) con 87 264 personas, mientras que el número más elevado es el que reportó Velasco (1895, 65) con 91 180 moradores. Otras valoraciones fueron las mencionadas por González (1956, 7) y por Juan Montalvo (Quiñones y Salavarría 2003, 228) con 88 121 y 89 001 habitantes, respectivamente.
Por último, las autoridades mencionaban el decremento demográfico. Un ejemplo de ello es el que se refiere al efectuado en 1900, donde se indicó un error en los trabajos de empadronamiento y los resultados no eran correctos (Quiñones y Salavarría 2003, 272); por lo tanto, los trabajos de concentración de datos tenían que hacerse de nuevo y una vez concluidos, el resultado final sería un crecimiento de la población. En este caso, las aproximaciones que se presentaron después muestran cantidades que reflejan 86 000 moradores, cifra menor a la estimada durante la década de 1890 (Echagaray 1918, 9; González 1956, 7; Peñafiel 1905, 1).
En término generales, estas cifras indican un crecimiento poblacional muy lento de la entidad durante este período.28 En un principio y de acuerdo con los señalamientos de Urías y San Juan (1982) o Keith Davis (1973), tendría que aceptar tácitamente que esto influyó en el escaso crecimiento económico que también se presentó. Sin embargo, hay que considerar las realidades regionales y sus especificidades para identificar hasta dónde esta afirmación es completamente cierta o cuáles fueron las limitaciones de ese desarrollo. En este caso, hay que retomar las diversas zonas que conformaban el estado de Campeche a partir de la distribución de sus habitantes.
En el apartado anterior señalé que durante la guerra de castas se presentaron movimientos de población en el entonces distrito campechano; pero mientras el partido de los Chenes se veía afectado por la caída del número de sus habitantes, otros -como Champotón y el Carmen- fueron beneficiados, lo que también se reflejó en sus unidades productivas y el corte del palo de tinte. El puerto del Carmen aumentaría el número de personas, mientras que en Campeche, la emigración fue más evidente y las actividades económicas estaban en decadencia. En tanto, en el partido de Hecelchakán, la hacienda se consolidaba como la principal unidad productiva.
En relación con el siguiente esquema (tabla 4), las cifras reportadas en 1869 son muy bajas, situación que reconocen los autores; mientas que la de 1895 muestra cifras redondeadas y es una estimación muy elevada. Respecto a los censos de 1895 y 1900, la información sobre la zona de pacíficos29 impide el concentrado del total de habitantes de los partidos de Champotón y los Chenes. A pesar de estos inconvenientes, si eliminamos los datos que proporciona Velasco (1895, 69-199), se puede notar el incremento de habitantes en los partidos del Carmen y Hecelchakán, aspecto relacionado con sus unidades productivas y los monocultivos. Por otra parte, es de notar la caída drástica del partido de los Chenes, a pesar de los diversos proyectos en materia agrícola y en comunicaciones que se propusieron.30
Fuentes: Salvador Echagaray (1918, 9); Pedro Lavalle (1869, 148), Antonio Peñafiel (1899, 72; 1905, 1) y Alfonso Velasco (1895, 69-109).
Velasco (1895, 69-109) menciona que en 1895 los habitantes de la entidad se repartían en dos ciudades, 8 villas, 36 pueblos y 423 unidades productivas, es decir, una cifra más elevada respecto a 1861. Cabe destacar que en los movimientos de población que se presentaron dentro del territorio, la villa del Carmen adquirió el título de ciudad y el número aumentó de 2003 a 12 759 habitantes entre 1846 y 1910 (García 1846,134-137; González 1956, 3), lo que indica la importancia que tenía el corte y la exportación del palo de tinte en esa zona. En tanto, el puerto de Campeche mantenía una propensión similar a la que se daba en el estado, con un crecimiento de 0.17 % entre 1861 y 1895 (Brachet 1976, 46-48).
En cuanto a las unidades de producción, en 1869 los partidos de Champotón y del Carmen concentraban la mayor cantidad de estos sitios, situación que se modificaría en 1895 debido a que los partidos de Hecelchakán y Campeche presentaban un incremento considerable, con 120 y 91 respectivamente, lo que refleja el auge de la actividad henequenera31 y la estabilidad en la zona del corte de palo de tinte en el Carmen y Champotón, cuyas unidades productivas no se modificaron en número.32 La antología de González (1956, 41) señala que la cantidad de ranchos forestales era mayor que el de las haciendas en los partidos del Carmen y Champotón.
La actividad comercial del puerto de Campeche se realizaba a través del comercio de cabotaje. Sin embargo, las disposiciones federales de 1875 favorecieron a las embarcaciones extranjeras para que la llevaran a cabo.33 Por otra parte, se intentó restablecer la construcción de navíos a través de un varadero y diversos talleres en Lerma, pero en 1888, los obrajes se trasladaron a Coatzacoalcos, situación que propiciaba la emigración hacia otros puntos de la península de Yucatán y el Golfo de México (Álvarez 1912, 194-198).
Para 1895 tenemos dos fuentes que nos indican la cantidad y la concentración de habitantes en las unidades productivas del estado de Campeche. La primera de ellas es de Velasco (1895, 69-109) quien al describir cada partido de la entidad menciona los sitios específicos y, en este caso, refiere que la cantidad de haciendas es mayor a la de ranchos. La segunda fuente corresponde al censo estatal de 1895, documento que nada más señala el total de las haciendas y que en relación con lo que Velasco mencionó con 182, y 201 respectivamente (León 2010, 51-59). Además, se registró el total de habitantes en esos lugares (a excepción de 15 que no presentan datos) y en términos generales, 16.24 % del total de la población de la entidad se concentraba en esos lugares.34
Los proyectos económicos encaminados al progreso del estado de Campeche no propiciaron el aumento de la población. Las intenciones de colonización no se llevaron a cabo y el comercio de cabotaje, las exportaciones del palo de tinte, así como del henequén dependían de compañías extranjeras y de las casas comerciales de la ciudad de Mérida. Además, no se contaba con los recursos económicos suficientes por la falta de apoyo de la federación y una deficiente política fiscal. Por otra parte, se mencionó una disminución en el número de matrimonios en las clases altas y el aumento en las clases bajas: “[…] y sobre todo de la población de Campeche, porque, los matrimonios pobres viven en chozas sin ninguna clase de reglas higiénicas, pierden la prole en sus primeros años o crecen los hijos raquíticos e incapaces de reproducirse más adelante”.35
En este sentido, la escasa densidad de población36 en un territorio rico en recursos naturales, el fracaso de los proyectos de colonización y los altos índices de mortalidad se relacionaban con el crecimiento lento de la entidad, situación debatida por diversos intelectuales de la época.37
Conclusiones
La presente investigación tuvo los siguientes ejes temáticos: la cifra total de habitantes, las demográficas, la distribución de la población y su relación con los proyectos para el desarrollo. A pesar de las dificultades metodológicas, los resultados de las estimaciones y censos son útiles para identificar los objetivos de su presentación y la forma en que se obtuvieron. En este caso hay que destacar que los estadígrafos del siglo XIX estaban conscientes de las limitaciones de sus cálculos, pero al mismo tiempo seguían muy de cerca los acontecimientos del país y de la península. Por lo tanto, sus datos permiten el análisis de las tendencias del crecimiento demográfico durante el periodo de estudio.
Entre 1846 y 1862 la población del territorio campechano se incrementó debido a los movimientos de población que se presentaron durante la guerra de castas. El partido de los Chenes perdió buena parte de sus habitantes al encontrarse en la zona de conflicto, mientras que los partidos de Champotón y del Carmen aumentaron la cantidad de habitantes en un 50 % aproximadamente. El número de asentamiento disminuyó ligeramente pero gran parte de las personas se estaban concentrando en unidades productivas como haciendas y ranchos, tendencia que crecería a partir de 1870.
En cuanto al siguiente período, las cifras indican un escaso crecimiento de la población. Sin embargo, vale la pena mencionar el auge que tuvo Ciudad del Carmen con el corte de palo de tinte que se llevaba a cabo en las unidades productivas de ese lugar, un hecho visible con el notorio incremento del número de habitantes. Las unidades productivas disminuyeron respecto a las que había antes de la guerra de castas, pero llegaron a concentrar un mayor porcentaje de habitantes, aspecto que demuestra el carácter agrícola no sólo de la península de Yucatán, sino también de la república mexicana.
El tema demográfico formó parte del discurso de las autoridades políticas e intelectuales de la época. Un territorio extenso y rico en recursos naturales, pero con pocos habitantes requería proyectos de colonización que revirtieran esta situación y que al mismo tiempo impulsara las actividades económicas en Campeche. Estos no llegaron a concretarse debido a la escasez de recursos, la falta de interés por parte de los particulares en participar en algunas de estas empresas, la falta de apoyo por parte de la federación, las concesiones que favorecían la inversión extranjera, la dependencia con las casas comerciales de Mérida y los factores migratorios señalados en el puerto de Campeche. También habría que considerar las condiciones de vida y los altos índices de mortalidad, variables que nos llevan a profundizar sobre este problema de investigación.
Por lo tanto, serán necesarios los trabajos cuantitativos respecto a la producción agrícola y las cuestiones hacendarias que indiquen el estado económico de la entidad y su relación con la población. Habrá que determinar estas variables por partido y establecer tendencias generales o particulares. Deben llevarse a cabo más pesquisas que describan y analicen las condiciones de vida, las políticas de salud pública y las enfermedades epidémicas. Asimismo, se deben tomar en cuenta las diversas catástrofes naturales que se presentaron en este periodo y sus consecuencias tanto en lo económico como lo demográfico, principalmente en el ámbito rural. Es importante retomar los libros parroquiales y del registro civil para la reconstrucción de los ciclos vitales de población y el movimiento de las personas que emigraron, aspectos que representan otras vertientes de investigación sobre el poblamiento del estado de Campeche en perspectiva histórica.