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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

versión On-line ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.11 no.21 Medellín ene./jun. 2019

https://doi.org/10.15446/historelo.v11n21.74589 

Entrevista

Entrevista a Gonzalo Sánchez Gómez Profesor Emérito Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia) Investigador Emérito Colciencias (Bogotá, Colombia) Realizada el 13 de febrero de 2018

Renzo Ramírez Bacca* 

* Ph. D. en Historia por la Universidad de Gotemburgo (Goteborg, Suecia). Es profesor titular adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín (Medellín, Colombia) e investigador senior del Grupo de Investigación Historia, Trabajo, Sociedad y Cultura (Categoría Al en Colciencias). Correo electrónico: rramirezb@unal.edu.co orcid.org/0000-0002-0615-7530


Gonzalo Sánchez Gómez nació en 1945 en zona rural de El Líbano (Tolima, Colombia). El municipio es conocido por ser cuna de escritores, pero también por ser epicentro de la violencia bipartidista a mediados del siglo XX. Tuvo una infancia marcada por la zozobra y el temor a la muerte. Los padres -Moisés y Magdalena-, además sus hermanos, fueron victimas del fenómeno. Igual que miles de tolimenses, a comienzos de los años cincuenta, buscaron refugio en Bogotá. Él y sus hermanos mayores fueron cobijados por El Amparo de Niños, institución -fundada por María Michelsen de López, esposa del Presidente Alfonso López Pumarejo, en 1934-, que albergaba infantes que huían de la violencia. Fue una lucha por la sobrevivencia sin mayores éxitos, por lo cual su padre, de origen campesino, apostó por retornar al campo libanense en medio de una brutal matazón y "violencia conservadora". Iban de finca en finca, de vereda en vereda, buscando sobrevivir y esquivar a la muerte. "La supervivencia era una negociación cotidiana con el contexto", diría el propio Gonzalo décadas más tarde, cuando ya había desempeñado el cargo de Director del Centro Nacional de Memoria Histórica.

La madre, gracias a su perseverancia y necesidad, se hizo maestra rural y creó con su espíritu altruista una escuela, donde le enseñó las primeras letras, al igual que a los niños de las veredas cercanas. Ella, con su padre de espíritu liberal, le inculcaron el amor al trabajo y la importancia de la educación. Pero, ambos debieron luchar y sobrevivir contra el otro terrible flagelo que se conoció como "violencia bandolera", otras de las violencias que identifican los libanenses. Creció entonces escuchando historias y crudos relatos de sobrevivientes y victimas que no eran tenidos en cuenta en la vida política o académica del país. No es extraño entender entonces su sensibilidad por la problemática de la violencia en los últimos cincuenta años. En sus palabras: "Casi podría decir que no busqué el objeto, el objeto venía conmigo y solo ahora lo reconocía como problemático".

Logró terminar los estudios de secundaria, gracias al apoyo de un tío suyo, mientras gran parte de sus hermanos continuó su vida en el campo. Luego fue aceptado en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, notoria por la vinculación de estudiantes con escasos recursos provenientes de diferentes regiones del país y por ser de difícil vinculación. No existía aún el programa de Historia pero si la tradicional Facultad de Filosofía y Letras, y la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Incursionó en el mundo de Literatura y el Derecho, sin aun reconocer su espíritu de investigador por el pasado social y político, aunque ya identificaba su vocación humanista. Veía en el Derecho Penal, un saber jurídico que atravesada las humanidades, y a Jorge Eliecer Gaitán un egresado de la Facultad de Derecho, un modelo a seguir. Pero, fue la Facultad de Filosofía y Letras la que finalmente terció su espíritu. Lo destacaba su ansiedad y amor por las Letras y las obras clásicas de Homero, Virgilio, Dante, Cervantes, y los poemas de Rubén Darío, Barba Jacob, y Guillermo Valencia. En ese universo desarrolló una capacidad memorística, cuidado por la escritura y talante por el conocimiento. Siendo el mejor estudiante con desempeño académico de su promoción obtuvo una beca de estudios otorgada por la Facultad de Ciencias Humanas para viajar a Inglaterra en 1972. Un logro excepcional, que le cambio su mirada hacia Colombia y su pasado. Era la distancia que requería para despertar su sensibilidad y espíritu investigativo en torno al fenómeno de la violencia colombiana. Una lejanía que lo llevó a estudiar otros fenómenos político-sociales, esta vez con la etiqueta de "revolucionarios", en Latinoamérica para tratar de aproximarse y entender la cultura política de sus coetáneos, pero también para preguntarse cómo ellos se habían enfrascado en no pocas guerras o "violencias" como los libanenses las llamaban. Esa estancia, -que le permitió conocer y estudiar de cerca a historiadores sociales con orientación marxista como Eric Hobsbawm, Edward Palmer Thompson, y Christopher Hill-, fue la que lo acercó al oficio del historiador. Sin embargo, se tituló como Abogado por la Universidad Nacional de Colombia, cuando el programa optativo al titulo de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas y Sociales se bifurcó en esa opción, y cuando ya había identificado que el derecho no sería su profesión. Una razón práctica para su profesionalización. Años después, no descartó la sociología de Michael Mann, aunque es desde los Estudios Políticos (con énfasis latinoamericano) y con la dirección de Ernesto Laclau que abordó "La Violencia y sus efectos en el sistema político colombiano", problemática que le permitió obtener su Master of Arts por la University of Essex (Reino Unido) en 1975. Fue la fundamentación para proyectar su formación doctoral, que terminaría con la sustentación de la tesis en sociología política: "Guerres, mémoire et histoire en Colombie", en la Ecole des Hautes Etudes dn Sciences Sociales (Francia) en 2002.

En el ultimo cuarto del siglo XX un encuentro fortuito proyectó su popularidad en los círculos universitarios. Fue al regreso de Inglaterra, visitando a El Líbano, cuando estaba con la idea de realizar un trabajo de campo y tras las huellas de las luchas agrarias en los años 20 y 30, que se encontró con la memoria de los libaneses, la de aquellos que habían sobrevivido a otra "violencia", que él mismo no había conocido: la de Los Bolcheviques del Líbano. Fue su encuentro con la Historia. Una historia de los antecedentes de una insurgencia armada artesano-campesina que no se conocía por parte del estudiantado, ciertos sectores de la clase media y de la intelectualidad colombiana, que para entonces vivía la aureola revolucionaria producida por los movimientos estudiantiles, campesinos, obreros y de insurgencia armada en América Latina. Fue toda una revelación que emuló el imaginario colectivo durante los años 70. Como lo señala en uno de sus escritos: "la Academia y la política eran indisociables, y dejarían una marca indeleble en nuestro modo de abordar los procesos históricos". Gracias a su vocación investigativa logró contextualizarlos, interpretarlos y ponerlos visibles en un momento en que los programas de Historia en Bogotá, Cali, Medellín y Tunja iniciaban la formación de historiadores profesionales y en un escenario de gobiernos bipartidistas cerrados del Frente Nacional. "Estaba contribuyendo inesperadamente a la reconstrucción de una identidad y una memoria local y regional a punto de erosionarse irremediablemente", era su valoración a juzgar por el impacto que tuvo la obra en sus paisanos.

Eran los tiempos en que los debates en torno al reformismo agrario, los estudios sobre el café, las estructuras agrarias, y las perspectivas de desarrollo estaban en boga; y por lo cual la problemática socio-laboral y política también se hizo importante. No por otra razón, hace parte de una nueva generación de académicos en la que se distinguen Salomón Kalmanovich, Marco Palacios, Jesús Antonio Bejarano, Catherine Legrand, Darío Fajardo, Gonzalo Arango, Absalón Machado, entre otros.

Tiempos en los que era exótico y poco comprendido que un profesor se dedicará a la investigación en el recién fundado Instituto de Estudios Políticos adscrito a la Facultad de Derecho. De hecho su vinculación inicial duro poco menos de un año, por lo cual prefirió regresar a Inglaterra. Pasaron tres años cuando llegó precipitadamente con escasos recursos a la Universidad Santo Tomas en Bogotá. Fue bien recibido por las directivas que mostraron un espíritu abierto a la libertad de catedra y al derecho a investigar, pero no por un grupo de estudiantes, que consideraron "subversiva" la enseñanza de la historia de la violencia colombiana, motivo por el cual prescindieron de sus servicios. Fue en el Departamento de Historia de la Universidad Nacional, donde se abrieron de nuevo las puertas a su catedra e interés investigativo, no obstante la oposición de ciertos colegas por no tener una formación en Historia. En realidad su potencial investigativo se desprendía de su fundamentación interdisciplinar provenientes de la Filosofía, Jurisprudencia, Sociología, Ciencia Política y su propia historia de vida. Entonces se hizo historiador investigando de la mano de Bernardo Tovar a tal punto que también aportó a la formación de historiadores desde las cátedras de teorías de la historia, historiografías y metodologías entre 1979 y 1989. En cualquier caso, los primeros cursos y seminarios que se hicieron de manera formal en la Nacional sobre La Violencia en Colombia fueron bajo su dirección.

En 1987 fue llamado a coordinar una Comisión de Investigación convocada por el Ministerio de Gobierno y Colciencias, durante el gobierno de Virgilio Barco, para hacer un diagnostico sobre la Violencia activada nuevamente en los años 70. Participaron Jaime Arocha, Álvaro Camacho, Darío Fajardo, Álvaro Guzmán, el general Luis Alberto Andrade, Carlos Eduardo Jaramillo, Carlos Miguel Ortiz, Santiago Peláez y Eduardo Pizarro, un equipo interdisciplinario del cual tuvo una experiencia única de trabajo colectivo. Su informe fue publicado con el titulo Colombia: Violencia y Democracia, y se le conoce con el eufemismo del "informe de los violentologos". Años después considerará que "la historia más que una disciplina ha sido en buena medida un recurso de otros saberes", y ese informe era una muestra de ello.

Ya era reconocido por haber creado un campo de estudios sobre la violencia, lo cual interesó a no pocos estudiantes, hecho no bien visto por el Consejo Directivo de la Facultad en algún momento. En total 30 tesis de maestría, 15 trabajos de grado y 5 tesis doctorales son la evidencia de su trabajo como formador de investigadores y profesionales en Historia, Estudios Políticos y Antropología. Había una razón de ser, pues "de alguna manera siento el trabajo de los estudiantes como una prolongación del mío", advirtió en una entrevista.

Hoy existen de su autoría más de 30 libros, algunos en inglés y francés, 32 capítulos de libro, 23 escritos y 33 artículos en revistas indexadas. La problemática en torno a las luchas y movimientos obreros, campesinos e indígenas, las violencias desde una óptica nacional, regional y partidista, la cuestión agraria, la política oficial bipartidista y los gamonales, las colonizaciones, el gaitanismo, la insurgencia guerrillera, los bandoleros y sus prácticas, la contrainsurgencia, las desapariciones forzadas y el secuestro, las comisiones de paz, las doctrinas militares y los derechos humanos, entre otros, son temas abordados. Problemas que de igual modo trabajó conjuntamente con destacados investigadores como Donny Meertens, Ricardo Peñaranda, Mario Aguilera, Éric Lair, María Emma Wills, Hernando Corral, entre otros. Lo anterior explica porque el Sistema Nacional de Investigaciones de Colciencias lo distinguió como Investigador Emérito, junto con un grupo avalado por el Colegio Máximo de Academias y creado en 2015, en el cual se incluyeron 76 investigadores mayores de 65 años de distintas áreas, que por su labor habían logrado "una trayectoria, aportes y producción científica de alta calidad para el desarrollo del país y para la formación de nuevos investigadores".

Su paso por la Universidad Nacional y en particular su trabajo investigativo también le posibilitó obtener varios reconocimientos como el Premio de Excelencia Nacional (1998), la Orden Gerardo Molina (1999), y el nombramiento como Profesor Emérito (2008). Fue profesor visitante de la Escuela de Altos Estudios de París, el Instituto de Altos Estudios para América Latina de la Sorbona, la Universidad de Duke, la Universidad de Texas y la Universidad de Londres donde logro comprender las tres grandes escuelas historiográficas del mundo occidental: la inglesa, la francesa y la norteamericana. También recibió una Mención de Honor del Congreso Internacional de Latinoamericanistas (2012), la Memorial Lectureship "For the integration of scholarship and activism" de la Latin America Studies Association (2000), y el Premio Mejores Líderes de Colombia (2002) por ser El Guardián de la Memoria, cuando iniciaba la titánica labor de construir una memoria del conflicto desde el Centro Nacional de Memoria Histórica, además de los proyectos sobre el Museo de Memoria del Conflicto y "los acuerdos por la verdad en los que participarán por lo menos 2000 desmovilizados". Tres años después en su calidad de coordinador del Grupo de Memoria Histórica y con la participación de un grupo amplio de investigadores, consultores, asesores, asistentes y auxiliares se publicó el informe: ¡Basta Ya! Colombia: Memorias De Guerra Y Dignidad (2013).

Hoy a los 73 años su obra aun no termina, pues como el mismo señala: "No puede parar, aunque lo quisiera. Deja de ser 'Yo' y se convierte en un actor socialmente implicado".

***

Referencias

"Colciencias premió a 76 investigadores eméritos del país". 2016. El Espectador, 1 de diciembre, https://www.elespectador.com/noticias/ciencia/colciencias-premio-76-investigadores-emeritos-del-pais-articulo-668362Links ]

Comisión de estudios sobre la violencia. 1987. Colombia: Violencia y Democracia. Comisión de Estudios sobre la Violencia. Bogotá: Centro Editorial Universidad Nacional. [ Links ]

El Tiempo. n.d. Fotografía Gonzalo Sánchez. [ Links ]

Entrevista a Gonzalo Sánchez Gómez, Bogotá, 31 de enero de 2018. Entrevistado por Renzo Ramírez Bacca. [Entrevista vía WhatsApp]. [ Links ]

"Mejores líderes 2011-2016". 2017. Semana. 10 de marzo, http://www.semana.com/contenidos-editoriales/los-mejores-lideres-de-colombia-2017/articulo/mejores-lideres-2011-2016/542608Links ]

Romero, Carmen María, Clara Helena Sánchez, Jorge Arias de Greiff, Humberto Vergara Portela, Luis H. Blanco, Estella Restrepo, Ramón García Piment, Natalia Plata Peñafort, Adriana Sanabria, Esperanza Prieto, Diego Salom y Gabriel Escalante Guzmán. n.d. "Historia de la Universidad Nacional". http://www.archivo.bogota.unal.edu.co/page/Historia.php. [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo. 1976. Los Bolcheviques del Líbano (Tolima). Colombia: Editorial El Mohan. [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo. 1976. "La Violencia y sus efectos en el sistema político colombiano". Cuadernos Colombianos, N.° 9, Medellín. [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo. 2006. Guerras, memoria e historia. Colombia: La Carreta Editores. [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo, y Donny Meertens. 1983. Bandoleros, gamonales y campesinos. Colombia: El Ancora Editores. [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo. 2003. "El inacabado proceso de formación de un historiador". Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. (Manuscrito en línea). [ Links ]

Sánchez Gómez, Gonzalo (coord.) y Grupo de Memoria Histórica. 2013. ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional de Colombia. [ Links ]

Universidad Nacional de Colombia, Oficina Nacional de Gestión y Patrimonio Documental. N.d. "Historia Institucional. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 1936-1997", en: Historia Institucional. Sede Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, http://gestionypatrimoniodocumental.unal.edu.co/pdf/Fac-Derecho.pdfLinks ]

Conflicto de interés: el autor es director-editor de HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, una publicación de la Universidad Nacional de Colombia. Se aclara que la universidad no intervino en el proceso de evaluación ni en la decisión de publicar el artículo

Recibido: 30 de Agosto de 2018; Aprobado: 15 de Septiembre de 2018

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